La Amaba (Anna Gavalda)

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LA AMABA Anna Gavalda

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Literatura

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  • LA AMABA

    Anna Gavalda

  • Anna Gavalda La amaba

    Traduccin del francs por Isabel Gonzlez-Gallarza

  • Ttulo original: Je l'aimais

    le dilettante, 2002 por la traduccin, Isabel Gonzlez-Gallarza, 2003 Editorial Seix Barral, S. A., 2009 Avinguda Diagonal, 662, 6.a planta. 08034 Barcelona (Espaa) www.seix-barral.es

    Diseo e ilustracin de la cubierta: Hans Geel Fotografa de la autora: Marianne Primera edicin en esta presentacin en Coleccin Booket: octubre de 2005 Segunda impresin: enero de 2006 Tercera impresin: mayo de 2006 Cuarta impresin: febrero de 2007 Quinta impresin: diciembre de 2007 Sexta impresin: octubre de 2008 Sptima impresin: marzo de 2009

    Depsito legal: B. 11.131 -2009 ISBN: 978-84-322-1709-8 Impresin y encuadernacin: Litografa Ross, S. A. Printed in Spain - Impreso en Espaa

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  • Para Constance

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    Qu dices? Digo que me las llevo. Les vendr bien salir un poco de aqu... Pero cundo? pregunt mi suegra. Ahora. Ahora? Ni se te ocurra... Se me ocurre, s. Pero bueno, qu es esto? Pero si son casi las once! Pierre... Suzanne, le estoy hablando a Chlo, Chlo, escchame. Me apetece

    llevaros lejos de aqu. Quieres? Te parece mala idea? No lo s. Ve a buscar tus cosas. Nos iremos en cuanto vuelvas. No me apetece ir a casa. Pues entonces no vayas. Ya nos las apaaremos all. Pero no... Chlo, Chlo, por favor... Confa en m. Mi suegra segua protestando: Pero bueno! No iris a despertar a las nias ahora, no? La casa ni

    siquiera est caliente! All no hay nada! No hay nada para ellas. No... l se levant.

    *

    Marion duerme en su silla de coche, con el pulgar en los labios. Lucie est acurrucada a su lado.

    Miro a mi suegro. Est sentado con la espalda erguida. Sus manos aferran el volante. No ha dicho una sola palabra desde que hemos salido. Veo su perfil cuando nos cruzamos con los faros de otro coche. Creo que est tan triste como yo. Que est cansado. Que est decepcionado.

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    Nota mi mirada. Por qu no duermes? Deberas dormir, sabes?, deberas bajar el

    respaldo de tu asiento y dormir. Todava queda mucho para llegar... No puedo le contesto, velo por usted. Me sonre. Es apenas una sonrisa. No... el que vela soy yo. Y volvemos a nuestros pensamientos. Y yo lloro detrs de mis manos.

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    Hemos aparcado delante de una gasolinera. Aprovecho su ausencia para consultar mi mvil.

    Ningn mensaje. Claro. Ser tonta. Ser tonta... Enciendo la radio, la apago. l vuelve. Quieres entrar t tambin? Quieres algo? Yo asiento. Me confundo de botn, mi vaso se llena de un lquido asqueroso que tiro

    inmediatamente. En la tienda compro un paquete de paales para Marion y un cepillo de

    dientes para m. Se niega a arrancar hasta que no baje el respaldo de mi asiento.

    *

    Vuelvo a abrir los ojos cuando l apaga el motor. No te muevas. Qudate aqu con las nias mientras todava hace calor en

    el coche. Voy a enchufar los radiadores elctricos en vuestra habitacin. Ahora vuelvo a buscaros.

    He vuelto a suplicar a mi mvil. A las cuatro de la maana... Ser tonta.

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    Imposible volverme a dormir. Estamos las tres en la cama de la abuela de Adrien. La que chirra

    horriblemente. Era la nuestra. Hacamos el amor movindonos lo menos posible. Toda la casa se enteraba cuando movas una pierna o un brazo. Recuerdo

    las indirectas de Christine cuando bajamos la primera maana. Nos ponamos colorados detrs de nuestras tazas de caf y nos dbamos la mano por debajo de la mesa.

    Desde ese da recordamos la leccin. Nos emplebamos con la mayor discrecin del mundo.

    S que va a volver a esta cama con otra, y que tambin con ella, coger este

    grueso colchn y lo tirar al suelo cuando ya no aguanten ms.

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    Nos despierta Marion. Hace correr su mueca sobre el edredn contando no s qu historia de piruletas desaparecidas. Lucie me toca las pestaas: Tienes los ojos pegados.

    Nos vestimos debajo de las sbanas porque hace demasiado fro en la habitacin.

    La cama que chirra les hace gracia. Mi suegro ha encendido un fuego en la cocina. Lo veo al fondo del jardn,

    buscando lea en el cobertizo. Es la primera vez que estoy a solas con l. Nunca me he sentido a gusto estando con l. Demasiado distante.

    Demasiado callado. Y luego todo lo que me ha contado Adrien de l, la dificultad de crecer bajo su mirada, su dureza, sus enfados, el calvario del colegio.

    Con Suzanne, lo mismo. Nunca les he visto cariosos el uno con el otro. Pierre no es muy expresivo, pero yo s lo que siente por m me confi un da que hablbamos de amor pelando judas.

    Yo asent con la cabeza, pero no entenda. No entenda a ese hombre que no se prodigaba y que reprima sus impulsos. No mostrar nada por miedo a sentirse vulnerable es algo que nunca he podido entender. En mi familia, tocarse y besarse es como respirar.

    Recuerdo una velada agitada en esta cocina... Mi cuada Christine

    despotricaba de los profesores de sus hijos, los tachaba de incompetentes y de cerriles. Luego la conversacin deriv hacia la educacin en general, y luego hacia la suya en particular. Y el viento cambi. Insidiosamente. La cocina se transform en un tribunal. Adrien y su hermana en fiscales y, en el banquillo de los acusados, su padre. Qu situacin ms violenta... Si todava hubiese explotado la bomba, pero no. Se volvieron a tragar las amarguras, y evitaron el gran cataclismo contentndose con lanzar unas cuantas puyas asesinas.

    Como siempre.

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    Cmo habra sido posible, de todas formas? Mi suegro se negaba a entrar al trapo. Escuchaba los comentarios mordaces de sus hijos sin dar jams una respuesta: Vuestras crticas me entran por un odo y me salen por el otro, conclua siempre sonriendo antes de marcharse.

    Esa vez, sin embargo, la discusin fue ms spera. Todava recuerdo su rostro crispado, sus manos aferradas a la jarra de agua

    como si hubiese querido romperla ante nuestros ojos. Me imaginaba todas esas palabras que nunca pronunciara e intentaba

    comprender. Qu entenda l exactamente? En qu pensaba cuando estaba solo? Y cmo era en la intimidad?

    Como ltimo recurso, Christine se volvi hacia m: Y t, Chlo, qu piensas de todo esto? Yo estaba cansada, quera que aquella velada se terminara ya. Estaba ya

    harta de sus rencillas familiares. Yo... aad pensativa, yo creo que Pierre no vive con nosotros,

    quiero decir, no verdaderamente, es una especie de marciano perdido en la familia Dippel...

    Los dems se encogieron de hombros y me dieron la espalda. Pero l, no. l solt la jarra y su rostro se distendi para sonrerme. Era la primera vez

    que lo vea sonrer as. La ltima tambin, quiz. Me parece que esa noche naci entre nosotros cierta complicidad... Algo muy tenue. Yo haba intentado defender como poda a mi extrao marciano de pelo cano que viene ahora hacia la puerta de la cocina empujando una carretilla llena de lea.

    *

    Ests bien? Tienes fro? No, no, estoy bien, gracias. Y las nias? Estn viendo los dibujos animados. Hay dibujos animados a estas horas? Durante las vacaciones escolares hay todas las maanas. Ah... perfecto. Has encontrado el caf? S, s, gracias. Y t, Chlo? Hablando de vacaciones, no tendras que...? Llamar a mi empresa? S, bueno, no s, digo yo. S, s, lo voy a hacer... Me ech a llorar otra vez.

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    Mi suegro baj los ojos. Se quit los guantes. Perdname, me estoy metiendo donde no me llaman. No, no, no es eso, es slo que... me siento perdida... Yo... Tiene usted

    razn. Voy a llamar a mi jefa. Quin es tu jefa? Una amiga, bueno, eso creo, voy a ver... Me recog el pelo con un viejo coletero de Lucie que me encontr en el

    bolsillo. No tienes ms que decirle que te tomas unos das para cuidar de tu viejo

    suegro cascarrabias... sugiri. S... le voy a decir cascarrabias e incapaz. Suena ms grave. Sonrea y soplaba para enfriar su caf. Laure no estaba en la oficina. Le mascull cuatro cosas a su secretaria, que

    tena una llamada por la otra lnea. Tambin llam a mi casa. Marqu la clave del contestador automtico.

    Mensajes sin importancia. Pero qu esperaba? Y, de nuevo, volvieron las lgrimas. Mi suegro entr y se march

    enseguida. Me deca a m misma: Venga, tienes que llorar y desahogarte. Agotar las

    lgrimas, apretar bien la esponja, escurrir ese corpachn triste y luego pasar la pgina. Pensar en otra cosa. Poner un pie delante del otro y volver a empezar de cero.

    Me lo han dicho mil veces: Pero piensa en otra cosa. La vida sigue. Piensa en tus hijas. No tienes derecho a abandonarte. Haz un esfuerzo.

    S, ya lo s, lo s muy bien, pero comprndanme: no lo consigo. Para empezar, qu quiere decir vivir? Qu quiere decir? Pero qu puedo ofrecerles a mis hijas? Una mam coja? Un mundo del

    revs? Vale, muy bien, acepto levantarme por las maanas, vestirme, alimentarme,

    vestirlas a ellas, alimentarlas, aguantar hasta la noche y acostarlas con un beso. Puedo hacerlo. Todo el mundo puede. Pero no ms.

    Por Dios. No ms. Mam! S contest limpindome la nariz en la manga. Mam! Estoy aqu, estoy aqu...

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    Lucie estaba delante de m, con el abrigo encima del camisn. Daba vueltas a su Barbie sujetndola por el pelo.

    Sabes lo que ha dicho el abuelo? No, qu? Ha dicho que vamos a ir a comer al MacDonald's. No te creo le contest. Pues es verdad! Nos lo ha dicho l. Cundo? Antes. Pero si yo crea que el abuelo odiaba el MacDonald's... No, no lo odia. Ha dicho que vamos a ir de compras, y que despus,

    iremos todos al MacDonald's! Yo, t, Marion y l! Me cogi de la mano cuando subamos la escalera. T sabes que aqu no tengo casi ropa. Se nos ha olvidado toda en Pars... Es verdad reconoc yo, se nos ha olvidado toda. Entonces sabes lo que ha dicho el abuelo? No. Nos ha dicho a Marion y a m que nos iba a comprar ropa cuando

    furamos de compras. Y que la podramos elegir nosotras... Ah, s? Le cambiaba el paal a Marion hacindole cosquillas en la tripa. Mientras tanto Lucie, sentada en el borde de la cama, segua acercndose

    despacio all donde quera llegar. Y ha dicho que vale... Que vale qu? Que vale todo lo que le he pedido... Horror. Y qu le has pedido? Ropa de la Barbie. Para tu Barbie? Para mi Barbie y para m. La misma para las dos! Te refieres a esas camisetas horrorosas que brillan?! S, y tambin todo lo que va a juego: los vaqueros rosas, las zapatillas de

    deporte rosas en las que pone Barbie, los calcetines con lacito... Sabes cules te digo?... Los que tienen un lacito aqu detrs...

    Se sealaba el tobillo. Volv a dejar a Marion en el suelo. Prrrrreciosa le dije, vas a estar prrrreciosa! Lucie haca pucheros. De todas maneras, a ti todas las cosas bonitas te parecen feas...

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    Yo me rea y le besaba su adorable puchero. Se puso el vestido soando despierta. Voy a estar guapa, eh? Ya eres guapa, mi vida, ya eres muy, muy guapa. S, pero as, mucho ms... Crees que es posible? Se lo pens. S, creo que s... Anda, date la vuelta. Qu buen invento, las hijas, pensaba yo mientras la peinaba, qu buen

    invento...

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    Cuando estbamos haciendo cola en la caja, mi suegro me confes que haca ms de diez aos que no pisaba un gran almacn.

    Pens en Suzanne. Siempre sola detrs del carrito de la compra. Siempre sola en todas partes. Despus de comerse los Macnuggets, las nias se fueron a jugar a una

    especie de jaula llena de pelotas multicolores. Un chico les pidi que se quitaran los zapatos y yo me qued con las horrorosas zapatillas You're a Barbie girl! de Lucie.

    Lo peor era esa especie de taln compensado transparente... Cmo ha podido usted comprar algo tan horrible? Le hace tanta ilusin... Intento no cometer los mismos errores con la

    nueva generacin... Mira, es como este lugar... Yo nunca habra venido aqu con Christine y Adrien si hubiese sido posible hace treinta aos. Jams! Y por qu, me digo hoy a m mismo, por qu haberles privado de este tipo de ilusin? Despus de todo, qu me habra costado? Un mal rato? Qu es un mal rato comparado con las caras resplandecientes de tus nias?

    Lo he hecho todo mal aadi negando con la cabeza, y hasta este

    puetero bocadillo lo estoy cogiendo mal, no? Tena el pantaln lleno de mayonesa. Chlo? S. Me gustara que comieras... Perdona que te hable como Suzanne, pero no

    has comido nada desde ayer... No puedo. Rectific. De todas maneras, cmo quieres comerte esta asquerosidad?! Quin se

    puede comer esto? Eh? Dime, quin? Nadie! Yo intentaba sonrer.

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    Bueno, te dejo estar a rgimen ahora tambin, pero esta noche, se acab! Esta noche preparo yo la cena y no tendrs ms remedio que hacerle honor, est claro?

    S. Y esto? Este chisme de cosmonauta cmo se come? Me sealaba una extraa ensalada metida en una coctelera de plstico.

    *

    Pasamos el resto de la tarde en el jardn. Las nias revoloteaban alrededor de su abuelo que se haba empeado en arreglar el viejo columpio. Las miraba de lejos, sentada en los escalones de la terraza. Haca fro. El sol brillaba entre sus cabellos y yo las vea guapas.

    Pensaba en Adrien. Qu estara haciendo ahora? Dnde estara en este preciso instante? Y con quin? Y nuestra vida, cmo iba a ser nuestra vida? Cada pensamiento me hunda un poco ms. Estaba tan cansada... Cerr los

    ojos. Me imagin que llegaba. Se oa el ruido de un motor en el patio, se sentaba junto a m, me besaba y me pona un dedo en los labios para darles una sorpresa a las nias. Todava puedo sentir su dulzura en mi cuello, su voz, su calor, el olor de su piel, todo.

    Todo... Basta pensar en ello. Al cabo de cunto tiempo se olvida el olor de quien nos ha amado? Y

    cundo deja uno de amar a su vez? Que me den un reloj de arena. La ltima vez que nos abrazamos era yo quien le besaba. Era en el ascensor

    de la calle Flandre. l me dej hacer. Por qu? Por qu se dej besar por una mujer a la que ya no amaba? Por

    qu me dio su boca? Y sus brazos? No tiene sentido. Ya est arreglado el columpio. Pierre me lanza una mirada. Yo vuelvo la

    cabeza. No me apetece encontrarme con sus ojos. Tengo fro, los labios llenos de mocos y adems he de ir a encender la calefaccin en el cuarto de bao.

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    Qu puedo hacer para ayudarlo? Se haba atado un trapo a la cintura. Ya se han ido a la cama Lucie y Marion? S. No tendrn fro? No, no, estn muy bien. Pero dgame qu puedo hacer... Podras llorar sin que ello me mortifique por una vez... Me sentara bien

    verte llorar sin motivo. Anda, toma, crtame esto aadi tendindome tres cebollas.

    Le parece que lloro demasiado? S. Silencio. Cog la tabla de madera que haba junto al fregadero y me sent delante de

    l. Su rostro estaba otra vez tenso. Slo se oa el crepitar del fuego. No es eso lo que he querido decir... Perdn? No es eso lo que he querido decir, no pienso que llores demasiado, es

    slo que estoy abrumado. Ests tan guapa cuando sonres... Quieres beber algo? Asent con la cabeza. Vamos a esperar a que se caliente un poco, sera una pena... Quieres un

    Bushmill, mientras tanto? No, gracias. Y por qu no? No me gusta el whisky. Insensata! No tiene nada que ver! T prueba esto... Me llev la copa a los labios y me pareci infame. No haba comido nada en

    varios das, estaba borracha. Mi cuchillo resbalaba sobre la piel de las cebollas y mi nuca se haba volatilizado. Iba a cortarme un dedo. Me senta bien.

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    Es bueno, eh? Me lo regal Patrick Frendall cuando cumpl sesenta aos. Te acuerdas de Patrick Frendall?

    Eh... no. S, s, creo que lo has visto aqu alguna vez, no te acuerdas? Un tipo

    enorme con unos brazos gigantescos... El que lanz a Lucie por los aires hasta que casi vomita? Exacto contest Pierre sirvindome otra copa. S, me acuerdo de l... Lo aprecio mucho, pienso en l muy a menudo... Es extrao, lo considero

    uno de mis mejores amigos y eso que apenas lo conozco... Usted tiene mejores amigos? Por qu me preguntas eso? Por nada. O sea... No s. Nunca le he odo hablar de ellos. Mi suegro cortaba con esmero sus rodajas de zanahorias. Siempre es

    divertido mirar a un hombre que cocina por primera vez en su vida. Esa manera de seguir la receta al pie de la letra como si Ginette Mathiot fuese una diosa muy susceptible.

    Aqu pone cortar las zanahorias en rodajas de tamao medio, t crees que estar bien as?

    Perfecto! Me rea. Sin nuca, no haca ms que dar cabezadas. Gracias... De qu estaba hablando? Ah, s, de mis amigos... A decir

    verdad, he tenido tres... Patrick, al que conoc en un viaje a Roma. Una santurronera de mi parroquia... Mi primer viaje sin mis padres... Tena quince aos. No entenda nada de lo que me soltaba aquel irlands que me sacaba dos cabezas, pero enseguida nos conchabamos. Se haba educado con la gente ms catlica del mundo, y yo acababa de salir de la asfixia familiar... Dos cachorros sueltos en la Ciudad eterna... Qu peregrinacin!

    Todava le daban escalofros al recordarlo. Salteaba las cebollas y las zanahorias en una olla con costillas ahumadas.

    Ola muy bien. Y luego, Jean Thron, al que t conoces, y mi hermano, Paul, al que

    nunca has visto porque muri en el ao 56... Consideraba a su hermano como su mejor amigo? Era ms que eso incluso... T, Chlo, tal y como te conozco, lo habras

    adorado. Era un chico fino, divertido, pendiente de unos y otros, siempre alegre. Pintaba... Maana te ensear sus acuarelas, estn en mi despacho. Conoca el trino de todos los pjaros. Era guasn, pero sin llegar nunca a herir a nadie. Era un chico encantador. Verdaderamente encantador. De hecho todos lo adoraban...

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    De qu muri? Mi suegro se dio la vuelta. Se fue a Indochina. Volvi de all enfermo y medio loco. Muri de

    tuberculosis el 14 de julio de 1956. Huelga decirte que despus de eso, mis padres ya nunca volvieron a ver

    un solo desfile en su vida. Tambin las fiestas y los fuegos artificiales se acabaron para ellos.

    Aada los trozos de carne y les daba vueltas y vueltas para que se doraran

    bien. Pero sabes, lo peor era que se haba alistado voluntario... Por aquel

    entonces era estudiante. Era brillante. Quera trabajar en el Instituto Nacional de Bosques. Le gustaban los rboles y los pjaros. No debera haberse marchado a Indochina. No tena ningn motivo para ir. Ninguno. Era un hombre dulce, pacifista, que citaba a Giono y que...

    Entonces por qu? Por una chica. Un mal de amores de lo ms tonto. Una estupidez, de

    hecho ni siquiera era una chica, era casi una nia. Una historia absurda. Al mismo tiempo que te digo esto, y cada vez que pienso en ello, me abruma la inanidad de nuestras vidas. Un buen chico que se va a la guerra por culpa de una chica enfurruada es algo grotesco. La tpica historia de novelita rosa. Estas cosas slo pasan en los melodramas!

    Ella no lo amaba? No. Pero Paul estaba loco por ella. La adoraba. Se conocan desde que

    ella tena doce aos, le escriba cartas que seguro que ni siquiera comprenda. Se fue a la guerra para darse importancia. Para que viera lo hombre que era! La vspera de su partida, todava el muy tonto fanfarroneaba: Cuando os la pida, no le deis enseguida mi direccin, quiero ser yo el primero en escribirle... Y tres meses ms tarde, se prometa con el hijo del carnicero de la calle Passy.

    Ech un montn de especias distintas, todas las que pudo encontrar en los

    armarios. No s qu hubiera opinado Ginette de esto... Un mozarrn de lo ms soso que se pasaba el da deshuesando trozos de

    carne en la trastienda de su padre. Qu golpe para nosotros, imagnate. Le haba dado calabazas a nuestro Paul por aquel papanatas. Y l estaba all, en la otra punta del mundo, pensando en ella probablemente, componindole versos, el muy tonto, y ella en cambio slo pensaba en salir los sbados por la noche con aquel zafio que tena permiso para coger prestado el coche de pap. Un Frgate azul celeste, me acuerdo... Por supuesto, ella era libre de no corresponderle,

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    claro, pero Paul era demasiado exaltado, no poda hacer nada sin bravura, sin... sin bro. Qu desperdicio...

    Y despus? Despus, nada. Mi hermano volvi y mi madre cambi de carnicero. Paul

    pasaba mucho tiempo en esta casa, de la que ya casi no sala. Dibujaba, lea, se quejaba de que ya no poda dormir. Tena muchos dolores, tosa todo el rato, y luego se muri. A los veintin aos.

    No habla nunca de l... No. Por qu? Me gustaba hablar de l con los que lo haban conocido, era ms fcil... Apart mi silla de la mesa. Voy a poner la mesa. Dnde quiere cenar? Aqu mismo, en la cocina est muy bien. Apag la luz general y nos sentamos uno enfrente del otro. Est delicioso. De verdad te lo parece? Se me ha pasado un poco, no? No, no, de verdad, est perfecto. Eres demasiado buena. Su vino s que es bueno. Hbleme de Roma. De la ciudad? No, de esa peregrinacin... Cmo era usted a los quince aos? Oh... que cmo era? Era el chico ms bobalicn del mundo. Intentaba

    seguir las grandes zancadas de Frendall. Le haca burla, le hablaba de Pars, del Moulin Rouge, afirmaba lo que fuera, menta descaradamente. l se rea, contestaba cosas que yo tampoco entenda y que me hacan rer a mi vez. Nos pasbamos el rato robando monedas de las fuentes y rindonos como dos tontos cada vez que nos cruzbamos con una persona del sexo opuesto. ramos verdaderamente patticos, cuando lo pienso... Ya no me acuerdo del motivo de la peregrinacin. Seguro que era por alguna buena causa, una intencin de oracin, como se suele decir... Ya no me acuerdo... Para m fue una enorme bocanada de oxgeno. Aquellos pocos das cambiaron mi vida. Haba descubierto el sabor de la libertad. Era como... Quieres repetir?

    Con gusto, s. Tambin haba que ver el contexto... Acabbamos de fingir que habamos

    ganado una guerra. Se respiraba mucha acritud en el ambiente. No podamos mencionar a nadie, ya fuera un vecino, un tendero, o los padres de un compaero de clase, sin que mi padre lo metiera enseguida en un cajoncito: delator o delatado, cobarde o intil. Era horroroso. No te lo puedes imaginar, pero creme, para un nio es horroroso... De hecho ya no le dirigamos la

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    palabra... o casi nada... El mnimo filial, probablemente... Pero con todo, un da le pregunt: Si tan penosa era vuestra humanidad, entonces por qu habis luchado por ella?

    Y l qu contest? Nada... desprecio. Vale, vale, gracias, no me sirva tanto! Yo viva en el primer piso de un edificio muy gris, en un rincn perdido

    del distrito diecisis. Era de una tristeza... Mis padres no se podan permitir vivir all, pero estaba el prestigio del barrio, hazte cargo. El distrito diecisis! Vivamos en un apartamento siniestro en el que apenas cabamos, donde jams entraba el sol, y mi madre no nos dejaba abrir las ventanas porque justo debajo haba unas cocheras. Tema que sus cortinas se ennegreciesen... Caramba, este vinito de Burdeos me suelta la lengua y la memoria! Me aburra mortalmente. Era demasiado joven para que mi padre se interesara por m y mi madre mariposeaba.

    Sala mucho. "Tiempo dedicado a la parroquia", sola decir ella, levantando los ojos al cielo. Sobreactuaba, le molestaba la bobera de algunas seoras beatonas que se sacaba totalmente de la manga, se quitaba los guantes, los tiraba sobre la consola del recibidor con el gesto de alguien que est harto de estar al servicio de los dems, suspiraba, revoloteaba, parloteaba, menta, se contradeca a veces. La dejbamos hablar. Paul la llamaba Sarah Bernhardt, y mi padre retomaba la lectura del Figaro sin hacer comentarios cuando ella sala de la habitacin... Quieres patatas?

    No, gracias. Iba al colegio Janson-de-Sailly. Yo era tan gris como mi edificio. Lea

    Corazones intrpidos y las aventuras de Flash Gordon. Todos los jueves jugaba al tenis con los hijos de los Mortellier. Era... era un nio muy bueno y sin pizca de gracia. Soaba con coger el ascensor y subir al sexto piso para ver... Ya ves t qu aventura... Subir al sexto piso! Vaya pnfilo estaba yo hecho...

    Esperaba a Patrick Frendall. Esperaba al Papa! Se levant para atizar el fuego. En fin... No fue la revolucin... Un recreo como mucho. Yo siempre pens

    que algn da... cmo te dira yo?... me liberara. Pero no. Nunca. Nunca dej de ser ese nio muy bueno y sin gracia. Bueno, y por qu te cuento yo todo esto? Por qu me he puesto de pronto tan charlatn?

    Se lo he preguntado yo... S, bueno... pero no es razn! No te estoy aburriendo con mi pequeo

    arranque de nostalgia? No, no, qu va, al contrario, me gusta...

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    *

    A la maana siguiente, encontr una nota en la mesa de la cocina: Voy a la oficina y vuelvo.

    Haba caf y un enorme tronco sobre el morillo. Por qu no me haba avisado de que se iba? Qu hombre ms extrao... Como un pez... que se zafa y se escabulle entre

    tus dedos... Me serv una gran taza de caf y me lo tom de pie, apoyada en la ventana

    de la cocina. Contemplaba a los petirrojos que se arremolinaban sobre el pedazo de manteca de cerdo que las nias haban dejado ayer sobre el banco.

    El sol estaba apenas por encima del seto. Esperaba a que se despertaran. La casa estaba demasiado tranquila. Me apeteca un cigarrillo. Era absurdo, haca aos que ya no fumaba. S,

    pero, y qu?, as es la vida... Haces gala de una fuerza de voluntad tremenda, y un buen da, una maana de invierno decides recorrerte cuatro kilmetros con un fro que pela para comprar una cajetilla, o amas a un hombre, tienes dos hijos con l y una maana de invierno te enteras de que te deja porque ama a otra. Aade que est confuso, que se ha equivocado.

    Como al telfono: Perdone, me he equivocado. No pasa nada, no se preocupe... Una pompa de jabn. Hace viento. Salgo para poner a cubierto la manteca. Veo la tele con las nias. Estoy abrumada. Los protagonistas de sus dibujos

    animados me parecen bobos y caprichosos. Lucie se molesta, dice que no con la cabeza, me pide por favor que me calle. Me apetece hablarle de Candy.

    Yo, cuando era pequea, estaba loca por Candy. Candy no hablaba nunca de dinero. Slo de amor. Pero me call. Para lo

    que me ha servido hacer como la maruja de Candy... El viento sopla cada vez ms fuerte. Abandono la idea de ir al pueblo. Pasamos la tarde en el desvn. Las nias se disfrazan. Lucie agita un

    abanico ante la cara de su hermana: Tiene usted demasiado calor, seora condesa?

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    La seora condesa no puede ni moverse. Tiene demasiados sombreros en la cabeza.

    Bajamos una vieja cuna. Lucie dice que hay que pintarla. De rosa? le pregunto. Cmo lo has adivinado? Soy muy lista. Suena el telfono. Contesta Lucie. Al final, le oigo preguntar: Quieres hablar ahora con mam? Cuelga un momento despus. No vuelve con nosotras. Yo sigo arreglando la cuna con Marion. Me la encuentro cuando bajo a la cocina. Tiene la barbilla apoyada en la

    mesa. Me siento a su lado. Nos miramos. Algn da t y pap volveris a estar enamorados? No. Ests segura? S. De todas maneras, ya lo saba... Se levanta y aade: Sabes qu otra cosa te quera decir tambin? No. Qu? Pues que los pjaros ya se lo han comido todo... De verdad? Ests segura? S, ven a verlo... Rodea la mesa y me coge de la mano. Estbamos delante de la ventana. Tena a mi lado a esa nia rubia. Llevaba

    una vieja corbata de esmoquin y una enagua carcomida por las polillas. Sus You're a Barbie girl! caban dentro de los botines de su bisabuela. Mi mano grande de mam envolva la suya por completo. Contemplbamos los rboles del jardn que se doblaban por la fuerza del viento y probablemente pensbamos las dos en lo mismo...

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    El cuarto de bao est tan fro que no consigo sacar los hombros del agua. Lucie nos ha lavado el pelo crendonos todo tipo de peinados vertiginosos. Mrate, mam! Tienes cuernos en la cabeza!

    Ya lo saba. No era muy divertido, pero me hizo gracia. Por qu te res? Porque soy tonta. Por qu eres tonta? Nos secamos bailando. Camisones, calcetines, zapatos, jersis, batas y ms jersis. Mis muecos Micheln bajaron a cenar. La luz se apag justo cuando Babar jugaba con el ascensor de un gran

    almacn bajo la mirada furiosa del ascensorista. Marion se puso a llorar. Esperadme, voy a volver a encender la luz. Uh! Uhuhuhuhu... Para, Barbie girl, que asustas a tu hermana. No me llames Barbie girl! Pues entonces para. No era el disyuntor, ni los plomos. Las persianas golpeaban, las puertas

    crujan y toda la casa estaba sumida en la oscuridad. Hermanas Bront, rogad por nosotras. Me preguntaba cundo volvera Pierre. Baj el colchn de las nias a la cocina. Sin radiador elctrico, era imposible

    dejarlas dormir all arriba. Estaban nerviossimas. Apartamos la mesa y colocamos la cama improvisada cerca de la chimenea.

    Me tumb entre las dos. Y Babar? No nos has terminado el cuento... Shh, Marion, shh! Mira delante de ti. Mira el fuego. l te va a contar un

    cuento... S, pero... Shh...

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    Se durmieron enseguida. Yo escuchaba los ruidos de la casa. Me picaba la nariz y me frotaba los ojos

    para no llorar. Mi vida es como esta cama pens. Frgil. Incierta. En suspenso. Acechaba el momento en que la casa iba a echarse a volar.

    Pensaba en que me haban soltado como un lastre. Es curioso cmo las expresiones no son slo expresiones. Uno tiene que

    haber tenido mucho miedo para comprender sudor fro, o haber sentido mucha angustia para que un nudo en el estmago d de s todo lo que tiene que dar, no?

    Soltar como un lastre es lo mismo. Es una expresin buensima. A quin se le habr ocurrido?

    Soltar el lastre para que el globo ascienda. Soltar el lastre de la parienta. Soltar amarras, desplegar sus alas de albatros y follar en otros parajes. No, de verdad, la expresin no puede ser ms acertada... Me estoy volviendo mala, es buena seal. Unas semanas ms y ser un

    horror. Porque la trampa, justamente, es pensar que estamos amarrados. Tomamos

    decisiones, nos metemos en crditos, en compromisos, y corremos algn que otro riesgo. Compramos casas, ponemos bebs en habitaciones rosas y dormimos todas las noches abrazados. Nos maravillamos de esa... Cmo llambamos a eso? Esa complicidad. S, as es como lo llambamos, cuando ramos felices. O cuando no lo ramos tanto...

    La trampa es pensar que tenemos derecho a ser felices. Mira que somos bobos. Tan ingenuos como para creer un solo momento

    que controlamos el curso de nuestras vidas. El curso de nuestras vidas se nos escapa, pero qu importa. No tiene mucho

    inters... Lo ideal sera saberlo antes. Antes, cundo? Antes. Antes de pintar las habitaciones de rosa, por ejemplo... Al final tiene razn Pierre, para qu mostrar uno su vulnerabilidad? Para llevarse golpes? Mi abuela sola decir que a los buenos mariditos se les retena en casa

    cocinndoles cositas ricas. A m eso no se me da bien, abuela, no se me da bien... Para empezar, no s cocinar, y adems nunca me ha gustado retener a nadie.

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    Ah, s? Pues estamos apaadas, hija ma! Me sirvo un poco de coac para celebrarlo. Una lgrima y a la cama.

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    El da siguiente se me hizo muy largo. Fuimos a pasear. Fuimos a llevarles pan a los caballos del club de

    equitacin y nos quedamos un buen rato con ellos. Marion se subi a lomos del poni. Lucie no quiso.

    Tena la impresin de cargar con una mochila muy pesada. Por la noche haba funcin. Tengo suerte, en mi casa hay funcin todas las

    noches. Esta vez, el programa era: La nia que iva a bolar como el biento. Se esforzaron mucho por distraerme.

    No dorm bien. A la maana siguiente, ya no estbamos de humor. Haca demasiado fro. Las nias lloriqueaban sin parar. Haba intentado entretenerlas jugando a los hombres prehistricos. Mirad atentamente cmo hacan los hombres prehistricos para

    prepararse sus tazones de Nesquik... Ponan el cazo de leche en el fuego, s, as exactamente... Y su tostada? Nada ms fcil, el trozo de pan en una parrilla, y hala, sobre el fuego... Pero ojo! No mucho rato, eh?, que si no se convierte en carbn. Quin quiere jugar conmigo a los hombres prehistricos?

    Les traa sin cuidado, no tenan hambre. Lo que queran era su porquera de

    televisin. Me quem. Marion llor al orme gritar y Lucie derram su taza de leche

    sobre el sof. Me sent y me llev las manos a la cabeza. Soaba con poder desenroscarla, dejarla en el suelo delante de m y pegarle

    un patadn que la mandara rodando lo ms lejos posible. Tan lejos que nadie pudiera encontrarla nunca. Pero ni siquiera s chutar.

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    No atinara a darle, seguro. Pierre lleg justo en ese momento. Lo senta muchsimo, explicaba que no haba podido comunicarse conmigo

    antes porque no haba lnea, y agitaba una bolsa de cruasanes calientes delante de las nias.

    stas rean. Marion buscaba su mano y Lucie le ofreca un caf prehistrico. Un caf prehistrico? Con mucho gusto, seorita Crobombn! Se me saltaban las lgrimas. Apoy su mano en mi rodilla. Chlo... ests bien? Tena ganas de decirle que no, que no estaba nada bien, pero me alegraba

    tanto de volver a verlo que le contest lo contrario. La panadera tiene luz, as que no puede ser una avera de la red. Voy a

    investigar de qu se trata... Eh, chicas, mirad, hace un tiempo magnfico! Vestos, vamos a coger championes. Con todo lo que llovi ayer, tiene que haber montones!

    Lo de chicas tambin iba por m... Subimos las escaleras soltando risitas

    agudas. Qu bien se lo pasa uno con ocho aos. Fuimos caminando hasta el Molino del Diablo. Un casern siniestro que

    fascina a los nios desde hace varias generaciones. Pierre explic a las nias los agujeros de las paredes. Eso es una cornada... y eso de all, las marcas de sus pezuas... Por qu dio con las pezuas en las paredes? Ah... sa es una larga historia... Porque ese da estaba muy enfadado... Y por qu ese da estaba muy enfadado? Porque su prisionera se haba escapado. Y quin era su prisionera? La hija de la panadera. La hija de la seora Pcaut? No, hombre, no, su hija no! Su tatarabuela, ms bien. En serio? Ense a las nias a hacer cocinitas con cascabillos de bellota. Encontramos

    un nido vaco, guijarros, pias. Cogimos narcisos silvestres y partimos ramas de avellano. Lucie recogi musgo para sus muecas y Marion no se baj de los hombros de su abuelo.

    Cogimos dos championes. Los dos tenan una pinta sospechosa!

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    En el camino de vuelta se oa el canto del mirlo y la voz intrigada de una nia que preguntaba:

    Pero por qu captur el diablo a la tatarabuela de la seora Pcaut? No lo adivinas? No. Pues porque era muy goloso! Lucie pegaba bastonazos a los helechos para ahuyentar al diablo. Y yo, a qu poda yo pegarle bastonazos?

    *

    Chlo? S. Quera decirte... Espero que... Bueno, ms bien me gustara... S, eso es,

    me gustara... Me gustara que volvieses a esta casa porque... s que te gusta mucho... Has hecho tantas cosas aqu... En las habitaciones... En el jardn... Antes de que t vinieses no haba jardn, sabes? Promteme que volvers. Con o sin las nias...

    Me volv hacia l. No, Pierre. Sabe bien que no. Y tu rosal? Cmo se llamaba, que no me acuerdo? Ese rosal que

    plantaste all el ao pasado... Muslo de ninfa conmovida. S, eso es. Te gustaba tanto... No, lo que me gustaba era el nombre... Mire, las cosas ya son bastante

    difciles de por s... Perdn, perdn. Pero, y usted? Se ocupar usted de l? Por supuesto! Muslo de ninfa conmovida, imagnate... Cmo no

    ocuparme de l? Era un poco forzado. De vuelta a casa, nos encontramos por el camino con el viejo Marcel que

    volva del pueblo. Su bicicleta zigzagueaba peligrosamente. Por qu milagro consigui detenerse sin caer, jams lo sabremos. Sent a Lucie en el silln y nos ofreci el ltimo chato del da.

    La seora Marcel bes a las nias de los pies a la cabeza y las puso delante

    de la tele con una bolsa de caramelos en las rodillas. Tiene parablica, mam! Te das cuenta? Un canal en el que slo ponen dibujos animados!

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    Aleluya. Ir hasta el quinto pino, saltar setos, vallas, zanjas, taparse la nariz, cruzar el

    patio del viejo Marcel y ver Teletoon comiendo gominolas! A veces la vida es maravillosa... La tormenta, las vacas locas, la Unin Europea, la caza, los muertos y los

    vivos... En un momento dado, Pierre pregunt: Dgame, Marcel, se acuerda usted de mi hermano? De quin? De Paul? Y tanto que me acuerdo de ese granuja... Me volva

    loco con sus silbatitos. Bien que me engaaba cuando bamos de caza! Me haca or pjaros que ni siquiera son de por aqu! El muy cabrito! Los perros s que se volvan tarumba! Y tanto que me acuerdo de l! Era un buen chaval... Sola ir al bosque con mi padre... Todo haba que enserselo, todo haba que explicrselo... Madre ma! Anda que no haca preguntas! Deca que quera estudiar para trabajar en los bosques. Me acuerdo que mi padre le contestaba: pero para eso no necesitas estudios, chaval! Qu ms te pueden ensear los maestros que no te ensee yo? Y l no contestaba, deca que era para ver todos los bosques del planeta, para ver mundo, para darse una vuelta por frica y por Rusia, pero que despus, volvera aqu y nos lo contara todo.

    Pierre lo escuchaba moviendo suavemente la cabeza, para animarlo a seguir y a seguir hablando.

    La seora Marcel se levant. Volvi tendindonos un bloc de dibujo. Esto es lo que el nio, bueno, ya no era tan nio entonces, me regal un

    da para darme las gracias por mis buuelos. Mire, era mi perro. Conforme iba pasando las pginas, admirbamos las gracias de un pequeo

    fox con cara de chucho y que tena toda la pinta de estar mimadsimo. Cmo se llamaba? pregunt. No tena nombre, pero siempre decamos Ande est? porque se

    largaba a cada rato... Y de eso se muri, s... Ah... Qu cario le tenamos, pero qu cario le tenamos a ese chucho... Una cosa mala... Es la primera vez en mucho tiempo que vuelvo a ver estos dibujos. Normalmente no me gusta hurgar ah, me vienen de golpe a la cabeza demasiados muertos...

    Los dibujos eran maravillosos. Ande est? era un fox marrn con largos bigotes negros y cejas pobladas.

    Se llev una bala... Les robaba las presas a los cazadores furtivos, el muy

    imbcil... Me levant, tenamos que irnos antes de que fuera noche cerrada.

    *

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    Mi hermano muri por culpa de la lluvia. Porque lo pusieron de guardia demasiado tiempo bajo la lluvia, te das cuenta?

    No contest nada, estaba demasiado ocupada en mirar dnde pona los pies

    para no pisar los charcos.

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    Las nias se fueron a la cama sin cenar. Demasiados caramelos. Babar ha dejado a la anciana seora. Se ha quedado sola. Llora. Se

    pregunta: Cundo volver a ver a mi pequeo Babar? Pierre tambin est triste. Se qued mucho tiempo en su despacho. Segn l

    para buscar los dibujos de su hermano. Prepar la cena. Espaguetis con trozos de molleja que Suzanne haba confitado.

    Habamos decidido marcharnos al da siguiente a ltima hora de la

    maana. Era pues la ltima vez que me afanaba en esa cocina. Cunto me gustaba esa cocina. Puse los espaguetis en el agua hirviendo

    maldiciendo mi sensiblera. Cunto me gustaba esa cocina... Ya encontrars otras cocinas, so panoli...

    Me maltrataba cuando estaba llorando a lgrima viva, qu estupidez. Dej sobre la mesa una pequea acuarela. Una mujer de espaldas, leyendo. Estaba sentada en un banco de parque. Tena la cabeza ligeramente

    inclinada. A lo mejor no estaba leyendo, a lo mejor dorma o soaba. Se reconoca la casa. Los escalones de la terraza, las persianas redondeadas

    y la glicinia blanca. Es mi madre. Cmo se llamaba? Alice. Es para ti. Iba a protestar, pero puso cara de enfado e hizo un gesto para que me

    callara. Pierre Dippel es un hombre al que no le gusta que le lleven la contraria. Siempre hay que obedecerlo, verdad? No me escuchaba. Se ha atrevido alguien, alguna vez, a llevarle la contraria? aad

    dejando el dibujo de Paul sobre la chimenea. Alguien, no. Mi vida entera. Me quem la lengua.

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    Se apoy en la mesa para incorporarse. Bah... Qu quieres beber, Chlo? Algo que alegre.

    *

    Subi de la bodega con dos botellas que apretaba contra s como si fueran recin nacidos.

    Chteau Chasse-Spleen... Reconoce que es oportuno... Justo lo que

    necesitamos. He cogido dos, una para ti, y otra para m. Est usted loco! Debera guardarlas para una ocasin mejor... Una ocasin mejor que qu? Acerc su silla a la chimenea. Pues que... no s... que yo... que nosotros... que esta noche. Se rode el cuerpo con los brazos para calentar su tesoro. Pero nosotros somos una gran ocasin, Chlo. Somos la mejor ocasin del

    mundo. Vengo a esta casa desde nio, he comido y cenado miles de veces en esta cocina, y creme!, s reconocer una gran ocasin.

    Lstima ese tonillo de suficiencia. Me daba la espalda y miraba el fuego sin moverse. Chlo, no me apetece que te vayas... Tir los espaguetis al escurridor y con ellos el trapo. Me pone usted nerviosa. No dice ms que tonteras. Slo piensa en usted.

    Qu pesado. No quiero que te vayas. Pero por qu me dice una cosa tan estpida? Le recuerdo que la que se va no soy yo... Tiene usted un hijo, lo recuerda? Un chico crecidito ya. Pues el que se ha ido es l. l! No estaba usted enterado? Vaya, hay que ver qu cosas. Espere, se lo voy a contar, es una historia divertida. Pues bien, fue... Por cierto cundo fue? Bueno, da igual, el caso es que Adrien, el maravilloso Adrien hizo el otro da las maletas. Pngase en mi lugar, a m me sorprendi. Ah, bueno, s, porque no se lo he dicho, pero da la casualidad que yo era la mujer de ese chico. La mujer, ya sabe, ese chisme

    Chteau Chasse-Spleen: Pierre elige este vino tinto de Burdeos porque su nombre significa

    literalmente Castillo de Quita las Penas. (N. de la t.)

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    tan prctico que uno se lleva a todas partes y que sonre cuando se le da un beso. Vamos, que a m me sorprendi, imagnese... Ah estaba l, con nuestras maletas delante del ascensor de nuestro apartamento, consultando su reloj y gimiendo. Gime porque est muy nervioso, el pobre angelito! Que si el ascensor, que si las maletas, la parienta y el avin, vaya lo! S, s! Porque claro, ni hablar de perder el avin, dentro estaba la amante! La amante, ya sabe, esa chica joven e impaciente que te pone un poco de los nervios. No hay tiempo para una escenita, claro... Y adems, son de un vulgar, las escenitas... A los Dippel se les ha educado para que no hagan escenitas, eh? Los gritos, las escenas, los cambios de humor, todo eso es una vulgaridad, verdad? Los Dippel son del estilo de never explain, never complain, ah, s, nada que ver. Tienen clase.

    Chlo, cllate ahora mismo! Yo estaba llorando. Pero se oye usted? Oye usted cmo me habla!? Yo no soy un perro,

    Pierre. No soy su perro, maldita sea! Dej marchar a Adrien sin arrancarle los ojos, cerr la puerta sin hacer ruido y ahora estoy aqu, estoy delante de usted, delante de mis hijas. Controlo. Controlo, entiende? Entiende esa palabra? Quin ha odo mis gritos de desesperacin, quin? As que no me fastidie ahora con sus pequeas contrariedades. No quiere que me vaya... Oh, Pierre... No voy a tener ms remedio que desobedecerlo... Oh, cunto lo siento... Cunto lo...

    Me cogi las muecas y las apret con todas sus fuerzas. Me inmoviliz los brazos.

    Sulteme! Me hace dao! Me hacen todos dao en esta familia! Pierre, sulteme.

    En cuanto afloj la presin mi cabeza cay sobre su hombro. Me hacen todos dao... Lloraba en su cuello olvidando hasta qu punto deba de sentirse

    incmodo, l que jams tocaba a nadie, lloraba tambin al pensar en mis espaguetis que iban a estar incomibles si no los despegaba. l deca: Vamos, vamos... Deca: Te pido perdn. Y tambin: Tengo tanta pena como t... Ya no saba qu hacer con las manos.

    Por fin se apart para poner la mesa.

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    Por ti, Chlo. Choqu mi copa contra la suya. S, por m repet con una sonrisa torcida. Eres una chica fantstica. S, fantstica. Y fuerte, valiente... Qu ms? Graciosa. Ah, s, se me olvidaba, graciosa. Pero injusta. Eres injusta, verdad? Piensas que slo me quiero a m mismo? S. Entonces no eres injusta, eres tonta. Le tend mi copa. S, eso ya lo saba... Srvame un poco ms ese lquido maravilloso. Piensas que soy un viejo cretino? S. Asent con la cabeza. No es que fuera mala, era desgraciada. l suspir. Por qu soy un viejo cretino? Porque no quiere usted a nadie. Nunca se relaja. Nunca est presente.

    Nunca est entre nosotros. Nunca est en nuestras conversaciones y en nuestras tonteras, nunca est en nuestra mediocridad de bodorrio. Porque no es usted tierno, porque siempre est callado y su mutismo parece desdn. Porque...

    Vale, vale, con esto ya tengo bastante. Lo siento, contesto a su pregunta. Me ha preguntado por qu es un viejo

    cretino, y yo le contesto. Dicho esto, tampoco lo encuentro tan viejo... Muchas gracias, eres muy amable... No hay de qu. Le enseaba los dientes para sonrerle con ternura.

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    Pero si yo fuera como dices t, entonces por qu te habra trado aqu?

    Por qu habra pasado todo este tiempo con vosotras y... Usted sabe muy bien por qu... Por qu? Por su sentido del honor. Esa coquetera de las buenas familias. Siete

    aos hace que me tiene cerca y sta es la primera vez que se interesa por m... Le voy a decir lo que pienso. Usted no me parece ni benvolo, ni caritativo. Soy lcida. Su hijo ha hecho una tontera, y usted va por detrs, arreglando el desaguisado. Va a intentar tapar las grietas como pueda. Porque a usted, eso de las grietas no le gusta, eh, Pierre? Oh, no! No le gusta nada de nada...

    Le dir ms, pienso que me ha trado aqu para salvar las apariencias. El nio ha metido la pata, bueno, ahora hay que apretar los dientes y arreglar las cosas sin hacer comentarios. Antiguamente, lo que se haca era darle un dinerito al paleto de turno cada vez que el coche del mocoso arrasaba sus sembrados, y hoy en da se saca un poco a la nuera para que le d el aire. Estoy esperando el momento en que pondr su tonillo lastimero para decirme que puedo contar con usted. Econmicamente, me refiero. Se encuentra usted un poco en un apuro, verdad? Es ms complicado resarcir a una chica mayorcita como yo que al paleto del campo de remolachas...

    Se levant. As que s... era cierto... Eres tonta. Qu descubrimiento ms espantoso... Anda, dame tu plato. Estaba detrs de m. Me hieres hasta un punto que ni te imaginas. Ms que eso, me sangras.

    Pero estate tranquila, no te lo tengo en cuenta, lo achaco todo a tu tristeza... Dej delante de m un plato humeante. Pero hay una cosa, eso s, que no puedo dejarte decir impunemente, una

    sola cosa... Cul? dije levantando los ojos. No hables de remolachas, por favor. Te reto a encontrar el ms mnimo

    campo de remolachas en kilmetros a la redonda... Estaba contento consigo mismo y lleno de malicia. Mmm, qu rico... Me va a echar de menos como cocinera, verdad? Como cocinera, s, pero por lo dems, deja, deja... Me has quitado el

    apetito... En serio?! No. Ah bueno, qu susto me ha dado! Algo peor tendra que pasar para que no probara yo estos maravillosos

    espaguetis...

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    Plant el tenedor en su plato y levant un montn de espaguetis pegados. Mmm, cmo es eso que dicen?... Al dente... Yo me rea. Me gusta cuando te res. Permanecimos largo rato sin hablar. Est usted enfadado? No, enfadado no, ms bien indeciso... Lo siento. Sabes, tengo la impresin de encontrarme ante algo inextricable. Una

    especie de nudo... Enorme... Yo quer... Calla, calla. Djame hablar. Tengo que desenmaraar todo esto ahora. Es

    muy importante. No s si puedes entenderme, pero tienes que escucharme. Tengo que tirar de un hilo, pero de cul? No lo s. No s por qu, ni por dnde empezar. Dios mo, es tan complicado... Si tiro del hilo que no es, o si tiro demasiado fuerte, corro el riesgo de apretar an ms el nudo. Apretarlo tan fuerte o tan mal que ya no se podr hacer nada y me despedir de ti, abrumado. Porque, sabes, Chlo?, mi vida, toda mi vida es como este puo cerrado. Estoy aqu, delante de ti, en esta cocina. Tengo sesenta y cinco aos. No valgo nada. Soy ese viejo cretino al que regaabas hace un momento. No he entendido nada, nunca llegu a subir al sexto piso. He tenido miedo hasta de mi sombra y heme aqu ahora, heme aqu ante la idea de mi muerte y... No, te lo ruego, no me interrumpas... Ahora no. Djame abrir este puo. Un poquito nada ms.

    Volv a llenar nuestras copas. Voy a empezar por lo ms injusto, lo ms cruel... Es decir, t... Se apoy en el respaldo de la silla. La primera vez que te vi estabas toda azul. Me acuerdo, me impresion.

    Todava te estoy viendo en el marco de esta puerta... Adrien te sostena y me tendiste una mano totalmente encogida de fro. No podas saludarme, no podas hablar, as que te apret el brazo en seal de bienvenida y todava recuerdo las marcas blancas que dejaron mis dedos en tu mueca. Suzanne ya se estaba poniendo nerviosa, y Adrien le contest riendo: Os traigo a la pitufita! Luego te llev arriba y te meti en un bao hirviendo. Cunto tiempo te pasaste all? No me acuerdo, slo recuerdo que Adrien le repeta a su madre: Tranquila, mam, tranquila, en cuanto entre en calor, cenamos. Porque es verdad, tenamos hambre, bueno, yo por lo menos tena hambre. Y ya me conoces, ya sabes cmo son los viejos cretinos cuando tienen hambre... Iba a ordenar que cenramos sin esperaros cuando apareciste, con el pelo mojado y una sonrisa tmida, envuelta en un viejo albornoz de Suzanne.

    Esta vez tenas las mejillas rojas, rojas, rojas...

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    Durante la cena nos contasteis que habais quedado en la cola de un cine para ver Un domingo en el campo, que ya no haba entradas, y que Adrien, vaciln le viene de familia, delante de su moto te haba propuesto un domingo en el campo, justamente. O lo tomabas o lo dejabas, y t lo habas tomado, lo cual explicaba tu avanzado estado de congelacin porque te habas ido de Pars en camiseta y chubasquero nada ms. Adrien te coma con los ojos y deba de resultarle difcil, porque seguas sin levantar la cabeza. Cuando hablaba de ti veamos un hoyuelo, as que nos imaginbamos que nos sonreas... Recuerdo tambin que llevabas unas zapatillas de deporte que para qu...

    Unas Converse amarillas, es verdad! S, eso es. As que ya puedes criticar las que le compr a Lucie el otro

    da... Mira, se lo tengo que decir, oye... No le hagas ni caso, bonita, cuando conoc a tu madre llevaba unas zapatillas amarillas con cordones rojos...

    Se acuerda tambin de los cordones? Me acuerdo de todo, Chlo, de todo, me oyes? De los cordones rojos, del

    libro que leas al da siguiente debajo del cerezo mientras Adrien desmontaba su cacharro...

    Qu libro era? El mundo segn Garp, no? Exactamente. Recuerdo que te habas ofrecido a Suzanne para desbrozar la escalerita

    que llevaba a la antigua bodega. Recuerdo las miradas de adoracin que te lanzaba al verte deslomarte sobre las zarzas. Se lea Nuera? Nuera? en letras doradas y parpadeantes delante de sus ojos. Os llev al mercado de Saint-Amand, compraste queso de cabra y nos tomamos un Martini en la plaza del pueblo. T leas un artculo sobre Andy Warhol, creo, mientras Adrien y yo jugbamos al pin-ball...

    Es alucinante, cmo consigue acordarse de todo eso? Pues... no tiene mucho mrito... Era una de las pocas veces que

    compartamos algo... Adrien y usted, quiere decir? S... S. Me levant para coger el queso. No, no, no cambies los platos, no hace falta. Que s! S que no soporta comerse el queso en el mismo plato. En serio? Oh... Es verdad... Otra mana de viejo cretino, no? Pues... s, creo que s... Me tendi su plato con una mueca. Bruja. Hoyuelos.

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    Me acuerdo de vuestra boda, claro... Ibas cogida de mi brazo y estabas tan guapa... Te torcas los tobillos. Estbamos cruzando esa misma plaza de Saint-Amand cuando me susurraste al odo: Debera usted raptarme, tirara estos malditos zapatos por la ventana de su coche y nos iramos a comer marisco donde Yvette... Esa ocurrencia me dio vrtigo. Yo apretujaba mis guantes con la mano. Ten, srvete t primero...

    No, no, srvase usted. Qu ms podra decirte?... Recuerdo que un da habamos quedado en el

    caf que hay justo debajo de mi oficina para que me devolvieras un cucharn, o no s qu cosa que Suzanne te haba prestado. Te deb de parecer desagradable ese da, tena prisa, estaba preocupado... Me march antes de que te diera tiempo a terminarte el t. Te haca preguntas sobre tu trabajo y probablemente no escuchaba tus respuestas, bueno, en fin... Pues bien, esa misma noche, durante la cena, cuando Suzanne me dijo: Qu hay de nuevo?, as sin ms, por preguntar, le contest:

    Chlo est embarazada. Te lo ha dicho ella? No. De hecho, ni siquiera s si ella misma lo sabe... Suzanne se encogi de hombros y levant los ojos al cielo, pero yo tena

    razn. Unas semanas ms tarde nos anunciasteis la buena noticia... Cmo lo adivin? No lo s... Me pareci que tu cutis haba cambiado, que tu cansancio era

    por otra cosa... Podra seguir hablando as durante mucho rato. Ves?, eres injusta. Qu

    es lo que habas dicho? Que en todo este tiempo, en todos estos aos, nunca me haba interesado por ti... Oooh, Chlo, no te da vergenza?

    Me pona cara de enfado. En cambio, s soy egosta, en eso tienes razn. Te digo que no quiero que

    te vayas, porque no quiero que te vayas. Pienso en m. Me siento ms unido a ti que a mi propia hija. Mi propia hija no me dir jams que soy un viejo cretino, se contenta con pensar que soy un cretino a secas!

    Se levant para coger el salero. Pero... qu te pasa? Nada. No me pasa nada. S, ests llorando. Que no, que no estoy llorando. Mire, no estoy llorando. S que ests llorando! Quieres un vaso de agua? S. Oh, Chlo... No quiero que llores. Me pone triste. Y dale! Siempre usted! Es incorregible... Intentaba bromear, pero me salan pompas de moco por la nariz, daba pena

    verme.

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    Rea. Lloraba. Ese vino no me alegraba en absoluto. No debera haberte hablado de todo esto... No, no, claro que s. Son mis recuerdos tambin... Slo tengo que

    hacerme un poco a la idea. No s si se da usted cuenta, pero la situacin es muy nueva para m... Hace quince das yo era an una madre de familia por todo lo alto. Hojeaba mi agenda en el metro para organizar cenas y me limaba las uas pensando en las vacaciones. Me deca a m misma: Nos llevamos a las nias o nos vamos los dos solos? Bueno, ya ve usted en qu consista el dilema...

    Me deca tambin: "Tendramos que buscar otro apartamento, ste est bien, pero es demasiado oscuro..." Esperaba a que Adrien se encontrara mejor para comentrselo, porque saltaba a la vista que no andaba muy all ltimamente... Irritable, susceptible, cansado... Me preocupaba por l, me deca a m misma: "Me lo van a matar en esta empresa de locos, pero de qu van con estos horarios absurdos?"

    Se volvi hacia el fuego. Por todo lo alto pero no muy lista, eh? Lo esperaba para cenar. Esperaba durante horas. A menudo, incluso, me

    quedaba dormida esperndolo... Volva por fin, con la cara desencajada y el rabo entre las patas. Yo me iba a la cocina bostezando. Me pona a preparar cosas. l no tena hambre, claro, tena esa decencia de no tener ya apetito. O quiz es que picaban algo antes? Quiz...

    Cmo deba de costarle sentarse frente a m! Qu pesada deba de resultar yo con mi alegra sosa y mis culebrones sobre la vida de la plaza Firmin-Gdon. Qu suplicio para l cuando lo pienso... A Lucie se le ha cado un diente; mi madre no se encuentra bien; la chica au pair polaca del pequeo Arthur sale con el hijo de la vecina; esta maana he terminado la escultura de mrmol; Marion se ha cortado el pelo, est horrorosa; la profesora quiere cajas de huevos; pareces cansado; tmate un da libre; dame la mano; quieres ms espinacas? Pobre... qu suplicio para un hombre infiel pero escrupuloso. Qu suplicio... Pero yo no vea nada. No vi venir nada, comprende? Cmo se puede estar tan ciega? Cmo? Una de dos: o era una estpida de cuidado o confiaba totalmente en l. Lo cual est visto que viene a ser lo mismo...

    Me dej caer hacia atrs sobre el respaldo. Ah, Pierre... Qu asco de vida... Es bueno, verdad? Mucho. Lstima que cumpla tan poco sus promesas... Es la primera vez que lo bebo. Yo tambin. Es como tu rosal, lo compr por la etiqueta S. Qu asco... Es absurdo.

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    Pero an eres joven... No, soy vieja. Me siento vieja. Estoy gastada. Siento que me voy a volver

    desconfiada. Voy a mirar mi vida a travs de una mirilla. Ya no abrir ms la puerta. Atrs. Ensead la patita. Muy bien, ahora la otra. Descalzaos antes de entrar. Quedaos en el vestbulo. Quietos ah.

    No, nunca te convertirs en una mujer as. Por mucho que quisieras, no podras. La gente seguir entrando y saliendo de tu vida, volvers a sufrir y as est muy bien. No me preocupas.

    No, claro... Claro, qu? No le preocupo. A usted no le preocupa nadie de todas maneras... Es verdad, tienes razn. No s acercarme. Por qu? No lo s. Porque los dems no me interesan, supongo... ... Salvo Adrien. Qu pasa con Adrien? Pienso en l. Le preocupa a usted Adrien? S, creo que s... S. En todo caso, es el que ms me preocupa... Por qu? Porque es desgraciado. Yo alucinaba. Lo que hay que or! No es nada desgraciado... Al contrario, es muy feliz!

    Ha cambiado una mujer gastada y aburrida por una nuevecita y pizpireta. Su vida es mucho ms divertida ahora, sabe usted?

    Me remangu. A ver, por ejemplo, qu hora es ahora? Las diez menos cuarto. Dnde

    est el pobrecito mrtir? Dnde est? En el cine, o en el teatro, tal vez? O cenando en algn sitio. Ya deben de haber terminado el primer plato... Le manosea la palma de la mano pensando en despus. Cuidado, llega el segundo plato, ella recupera su mano y le devuelve la sonrisa. O estn en la cama... Que es lo ms probable, no? Al principio se hace mucho el amor, si mal no recuerdo...

    Ests siendo cnica. Me estoy protegiendo. Haga lo que haga, es desgraciado. Por mi culpa, quiere usted decir? Le estoy aguando la fiesta? Mira que

    soy ingrata... No, por tu culpa, no, por su culpa. Por culpa de esta vida, que no hace

    nada como uno le pide. Nuestros esfuerzos son irrisorios...

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    Tiene usted razn, pobrecito l... No me ests escuchando. No. Por qu no me escuchas? Yo mordisqueaba un pedazo de pan. Porque es usted una apisonadora, lo destruye todo a su paso. Mi tristeza

    le... Qu le hace mi tristeza? Le incomoda y pronto le fastidiar, lo s perfectamente. Y esta historia de lazos de sangre... Esa idea estpida... No ha sido usted capaz ni una jodida vez de abrazar a sus hijos, de decirles una sola vez que los quera, pero con todo, s que los defender siempre. Digan lo que digan, hagan lo que hagan, siempre tendrn razn frente a los brbaros que somos los dems. Nosotros que no llevamos su apellido.

    Parece que sus hijos no le han dado tantos motivos de satisfaccin, pero es usted el nico que puede criticarlos. El nico! Adrien se ha largado dejndome tirada con las nias. Bueno, eso tambin lo contrara, pero ya no espero orle decir alguna palabra de reproche. Alguna palabra de reproche... no cambiara nada, pero me hara tanta ilusin! Tanta ilusin, si usted supiera... S, es lamentable... Soy lamentable. Pero unas pocas palabras bien dichas, bien mordaces, como se le da tan bien a usted... Por qu no para l? Me las merezco, despus de todo. Espero la condena del patriarca sentado en el otro extremo de la mesa. Con la de aos que llevo escuchndole dividir el mundo. Los buenos y los malos, los que merecen su estima y los que no la merecen. Con la de aos que llevo tragndome sus sermones, su autoridad, sus mohines de desagrado, sus silencios... Toda esa afectacin. Toda esa afectacin... Con la de tiempo que lleva dndonos la tabarra, Pierre...

    Sabe, soy una persona sencilla y necesito orle decir: "Mi hijo es un cabrn y te pido disculpas." Lo necesito, comprende?

    No cuentes conmigo. Recog los platos. No contaba con usted. Quiere algo de postre? No. No quiere nada? As que se ha ido todo al garete... He debido de tirar del hilo

    equivocado... Yo ya no le escuchaba. El nudo se ha apretado ms y ahora estamos ms lejos que nunca el uno

    del otro. As que soy un viejo cretino... Un monstruo... Y qu ms? Yo buscaba la bayeta. Y qu ms?! Lo mir a los ojos.

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    Mire, Pierre, durante aos he vivido con un hombre que no se tena en pie porque su padre nunca lo haba respaldado como es debido. Cuando conoc a Adrien, no se atreva a dar un paso por miedo a decepcionarlo. Y todo aquello que haca me deprima porque no lo haca nunca por l, sino por usted. Para impresionarle o para fastidiarle. Para provocarle o para agradarle. Era pattico. Yo apenas tena veinte aos y renunci a toda mi vida por l. Para escucharle y para acariciarle la nuca cuando por fin se me confiaba. No me arrepiento de nada, de todas formas no poda hacer las cosas de otra manera. Me pona enferma que un chico como l se denigrara hasta ese punto. Pasamos noches enteras desenmarandolo todo y poniendo las cosas en su sitio. Le hice reaccionar. Le dije mil veces que su historia era demasiado fcil. Que era demasiado fcil! Hicimos buenos propsitos y luego los pisoteamos, hicimos otros nuevos, y al final dej mis estudios para que l pudiese reanudar los suyos. Me puse manos a la obra y, durante tres aos, lo llev todos los das a la universidad antes de ir a perder el tiempo en los stanos del Louvre. Era un acuerdo entre los dos: yo no me quejaba con la condicin de que l no me hablara ms de usted. No tengo mrito. Nunca le dije que era el mejor. Slo lo am. Lo am. Sabe de qu le estoy hablando?

    Entonces comprender usted que hoy est un poco de mal caf... Pasaba la bayeta alrededor de sus manos apoyadas en la mesa. Se ha recuperado la confianza, el hijo prdigo ha cambiado. Ha vivido su

    vida como un chico maduro y ahora deja su vieja piel ante la mirada enternecida del malvado pap. Reconocer usted que es un poco duro, no?

    No dice usted nada? No. Me voy a la cama. Puse en marcha el lavaplatos. Eso, hala, buenas noches.

    *

    Me morda los puos. Me guardaba para m cosas horrorosas. Cog mi copa y fui a sentarme en el sof. Me descalc y me acurruqu

    debajo de los cojines. Me levant otra vez para coger la botella que estaba encima de la mesa. Atic el fuego, apagu la luz y volv a enterrarme tranquilamente.

    Lamentaba no estar an borracha. Lamentaba estar ah.

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    Lamentaba... Lamentaba tantas cosas! Tantas cosas... Apoy la cabeza en el reposabrazos y cerr los ojos.

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    Ests dormida? No. Fue a servirse una copa y se sent en el silln de al lado. Segua soplando el viento. Estbamos a oscuras. Contemplbamos el fuego. De vez en cuando, uno de los dos beba y el otro lo imitaba. No estbamos ni bien, ni mal. Estbamos cansados. Al cabo de mucho rato dijo: Sabes?, yo no sera la persona en la que dices que me he convertido si

    hubiese sido ms valiente... Perdn? Me arrepenta ya de haberle contestado. Ya no quera hablar ms de toda

    esa mierda. Quera que me dejaran en paz. Siempre se habla de la tristeza de los que se quedan, pero has pensado

    alguna vez en la de los que se van? Madre ma me deca yo, pero qu otro tostn me va a meter ahora

    este viejo tarado con sus teoras? Buscaba mis zapatos con la mirada. Ya hablaremos de eso maana, Pierre, me voy a... Estoy hasta las narices. La tristeza de aquellos por los que llega el dolor... A los que se quedan, se

    les compadece, se les consuela, pero a los que se van? Pero qu ms quieren? salt. Una medalla? Unas palabritas de

    nimo?! No me oa. El valor de los que se miran al espejo una maana y articulan claramente

    estas palabras para s mismos: Tengo derecho a equivocarme? Slo esas palabras... El valor de mirar a su vida cara a cara, de no ver en ella nada correcto, nada armonioso. El valor de destrozarlo todo, de arrasarlo todo por... por egosmo? Por puro egosmo? No, no es eso... Entonces, qu es? Instinto de supervivencia? Lucidez? Miedo a la muerte?

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    El valor de enfrentarse. Al menos una vez en la vida. De enfrentarse a uno mismo. A uno mismo nada ms. Por fin.

    "El derecho a equivocarse", una expresin sin ms, una frasecita de nada, pero quin te lo otorgar?

    Quin, aparte de ti? Le temblaban las manos. Yo no me lo otorgu... No me otorgu ningn derecho. Slo deberes. Y he

    aqu en lo que me he convertido: en un viejo cretino. Un viejo cretino a los ojos de una de las pocas personas a las que aprecio mnimamente. Qu fracaso...

    He tenido muchos enemigos. No me enorgullezco de ello, tampoco me lamento, me trae sin cuidado. Pero amigos... Personas a quienes me haya apetecido gustar? Tan pocas, tan pocas... T entre otras. T, Chlo, porque se te da tan bien la vida. Porque la agarras con las dos manos. Te mueves, bailas, sabes ser el alma de una casa. Tienes ese don maravilloso de hacer felices a los que te rodean. Ests tan a gusto, tan a gusto en este mundo...

    Me da la impresin de que no hablamos de la misma persona... No me oy. Estaba erguido. Ya no hablaba. No haba cruzado las piernas. Sobre ellas

    haba dejado su copa. No distingua su rostro. Estaba oculto en la sombra del silln.

    Am a una mujer... No te hablo de Suzanne, te hablo de otra mujer. Volv a abrir los ojos. La am ms que a nada. Ms que a nada... No saba que fuera posible amar tanto... Bueno, yo por lo menos crea que

    no estaba... programado para amar as. Las declaraciones, los insomnios, los estragos de la pasin, yo pensaba que todo eso estaba muy bien para los dems. De hecho, ya solo la palabra "pasin" me daba risa. La pasin, la pasin! Para m era algo a medio camino entre la hipnosis y la supersticin... Era casi una blasfemia en mi boca. Y luego, me cay encima cuando menos lo esperaba. Yo... Am a una mujer.

    Me enamor como quien pilla un resfriado. Sin quererlo, sin crermelo, a mi pesar y sin poderme defender, y despus...

    Carraspe. Despus la perd. De la misma manera. Ya no me mova. Me haba quedado de piedra.

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    Se llamaba Mathilde. Bueno, y se sigue llamando Mathilde. Mathilde Courbet. Como el pintor...

    Yo tena cuarenta y dos aos y ya me senta viejo. De todas formas, siempre me he sentido viejo. El joven era Paul. Paul siempre ser joven y bello.

    Yo, soy Pierre. El trabajador, el laborioso. A los diez aos tena ya la cara que tengo ahora. El mismo corte de pelo,

    las mismas gafas, los mismos gestos, las mismas pequeas manas. A los diez aos ya cambiaba de plato para tomarme el queso, me imagino...

    Yo le sonrea en la oscuridad. Cuarenta y dos aos... Qu espera uno de la vida a los cuarenta y dos

    aos? Yo, nada. No esperaba nada. Trabajaba. Ms, y ms y siempre ms. Era mi

    uniforme de camuflaje, mi armadura, mi coartada. Mi coartada para no vivir. Porque a m, eso de vivir, no me gustaba mucho. Pensaba que no se me daba bien.

    Me inventaba dificultades, montaas que escalar. Muy altas. Muy escarpadas. Y entonces me pona manos a la obra. Las escalaba y luego me inventaba otras. Sin embargo no era ambicioso, no tena imaginacin.

    Bebi un sorbo. Yo... Yo todo eso no lo saba, sabes... Me lo hizo ver Mathilde. Oh,

    Chlo... Cmo la amaba... Cmo la amaba... Sigues ah? S. Me escuchas? S. Te aburro? No. Te vas a dormir? No. Se levant para poner otro tronco. Permaneci en cuclillas delante de la

    chimenea. Sabes lo que me reprochaba? Me reprochaba que hablaba demasiado.

    Te das cuenta? Yo... Hablar demasiado! Es increble, no? Y sin embargo era verdad... Apoyaba la cabeza en su vientre y hablaba. Hablaba durante horas. Durante das enteros, incluso. Oa el sonido de mi voz que se volva tan grave sobre su piel, y eso me gustaba. No paraba de hablar... La mareaba. La ahogaba en palabras. Ella se rea. Me deca: Calla, no hables tanto, ya no te oigo. Pero por qu hablas tanto?

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    Tena que recuperar cuarenta y dos aos de silencio. Cuarenta y dos aos callndome, guardndome todo para m. Qu me decas antes? Que mi mutismo parece desdn, eso has dicho? Me hiere, pero puedo comprenderlo, puedo comprender los reproches que se me hacen. Puedo comprenderlos, pero no tengo ganas de defenderme. se es justamente el problema... Pero desdn, no lo creo. Por increble que pueda parecerte, creo que mi mutismo es ms bien timidez. No me aprecio lo bastante como para otorgar importancia alguna a lo que pueda decir. Piensa bien lo que vas a decir antes de hablar, como suele decirse. Yo siempre lo pienso demasiado. Descorazono a la gente... Ya no me apreciaba antes de Mathilde, y me aprecio an menos desde entonces. Supongo que soy duro por eso...

    Se volvi a sentar. Soy duro en el trabajo, pero ah es porque interpreto un papel,

    entiendes? No tengo ms remedio que ser duro. No tengo ms remedio que hacerles creer que soy terrible. Te imaginas lo que pasara si descubrieran mi secreto? Si descubrieran que soy tmido? Que tengo que trabajar tres veces ms que los dems para llegar al mismo resultado? Que tengo mala memoria? Que soy un poco corto de entendederas? Te das cuenta? Si supieran todo eso, me comeran vivo!

    Y adems no s hacerme querer... No tengo carisma, como suele decirse. Si anuncio un aumento de sueldo, adopto un tono cortante; si me dan las gracias, no contesto; cuando quiero tener un detalle, me reprimo; y si tengo que dar una buena noticia, le encargo a Franoise que lo haga ella. En el mbito de la gestin, de los recursos humanos, como dicen tambin ahora, soy una calamidad. Una verdadera calamidad.

    Fue Franoise justamente la que me inscribi sin yo quererlo en una especie de cursillo para jefes carrozas. Vaya una parida... Dos das encerrados en el hotel Concorde La Fayette de Porte Maillot tragndonos los sermones demaggicos de una psicloga y un norteamericano exaltado. Al final el tipo ese venda su libro. Se llamaba Be the Best and Work in Love. Dios santo, qu sarta de tonteras, cuando lo pienso...

    Al final del cursillo, me acuerdo, nos repartieron un diploma de jefe majo y comprensivo. Se lo regal a Franoise y lo colg con chinchetas en el armario donde guardbamos los productos de limpieza y los rollos de papel higinico.

    Le ha gustado? me pregunt Franoise. Me ha afligido. Sonri. Mire, Franoise aad yo, usted que es aqu como Dios, diga a quien

    le interese que no soy un tipo simptico pero que nadie perder nunca su trabajo porque soy muy bueno en clculo mental.

    Amn murmur ella bajando la cabeza.

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    Pero era verdad. En veinticinco aos de tirana, no me han hecho una sola huelga y nunca he despedido a nadie. Ni siquiera cuando las cosas se pusieron tan difciles a principios de los aos noventa, nunca he despedido a nadie. A nadie, me oyes?

    Y Suzanne? Por qu es usted tan duro con ella? Te parezco duro? S. Duro, en qu sentido? Duro. Volvi a apoyar la cabeza en el silln. Cuando Suzanne se enter de que la engaaba, haca mucho tiempo que

    ya no lo haca. Haba... Eso te lo contar despus... Entonces vivamos en la calle de la Convention. No me gustaba aquel apartamento. No me gustaba cmo lo haba decorado. Me ahogaba all dentro. Demasiados muebles, demasiados cachivaches, demasiadas fotos nuestras, demasiado de todo. No s para qu te cuento esto, no tiene ninguna importancia... Yo iba a ese apartamento a dormir, y porque en l viva mi familia. Y punto. Una noche, me pidi que la llevara a cenar. Fuimos all, al lado de casa. Una especie de pizzera horrorosa. Las luces de nen le daban un aspecto espantoso. Y encima ella que se haba compuesto una cara de esposa ultrajada, pues ya lo que faltaba. Era cruel, pero no lo haba hecho a propsito, sabes? Me haba metido en el primer garito que haba visto... Presintiendo lo que me iba a ocurrir, no tena ganas de encontrarme muy lejos de mi cama. Y en efecto, no tuve que esperar mucho. En cuanto dej la carta, se ech a llorar.

    Lo saba todo. Que era una mujer ms joven. Saba cundo haba empezado todo y ahora comprenda por qu yo estaba siempre fuera. Ya no poda soportarlo. Yo era un monstruo. Se mereca ella tanto desprecio? Se mereca ella que la trataran as? Como a un trapo? Al principio, haba hecho la vista gorda. Claro que sospechaba algo, pero confiaba en m. Pensaba que era un capricho, una venada, ganas de gustar an. Algo para afirmar mi virilidad. Y luego estaba mi trabajo. Mi trabajo tan absorbente, tan difcil. Y ella, ella estaba totalmente acaparada por la decoracin de la nueva casa. No poda estar en todo a la vez. No poda estar en todos los frentes a la vez! Confiaba en m! Despus haba pasado lo de mi enfermedad, y ella haba hecho la vista gorda. Pero ya no poda soportarlo. No, ya no poda soportarme. Mi egosmo, mi desprecio, mi manera de... En ese momento la interrumpi el camarero, y, en una dcima de segundo, cambi de mscara. Sonriendo, le pregunt qu llevaban los tortellini no s qu. Yo estaba fascinado. Cuando se volvi hacia

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    m, balbuce un To... tomar lo mismo nerviossimo. No haba pensado un solo segundo en esa dichosa carta, por supuesto. Ni un solo segundo...

    Ah fue cuando me di cuenta de la fuerza de Suzanne. Su inmensa fuerza.

    La apisonadora es ella. Ah fue cuando supe que era de lejos la ms fuerte y que nada poda afectarle de verdad. De hecho, no era ms que una simple cuestin de cmo ocupar el tiempo. Vena a buscarme las cosquillas porque su casa en la playa ya estaba terminada. Una vez colgado el ltimo cuadro, una vez colocada la ltima cortina, se haba vuelto por fin hacia m y se haba quedado horrorizada por lo que acababa de descubrir en m.

    Yo apenas le contestaba, me defenda sin ganas, ya te lo he dicho, por entonces ya haba perdido a Mathilde...

    Miraba a mi mujer hacer aspavientos delante de m en una pizzera

    horrorosa del distrito quince de Pars, pero ningn sonido llegaba a mis odos. Ella gesticulaba, dejaba resbalar gruesas lgrimas por sus mejillas, se

    sonaba la nariz y rebaaba su plato. Mientras tanto, yo enrollaba una y otra vez dos o tres espaguetis en mi tenedor sin llegar a llevrmelos a la boca. Yo tambin tena muchas ganas de llorar, pero me reprima...

    Por qu se reprima? Por una cuestin de educacin, supongo... Y adems me senta todava

    tan frgil... No poda correr el riesgo de dejarme llevar. No all. No en ese momento. No con ella. No en ese srdido garito. Yo estaba... cmo decirte... tan hecho polvo!

    Luego me cont que haba consultado con una abogada para iniciar un proceso de divorcio. De pronto empec a prestarle ms atencin. Una abogada? Que Suzanne me peda el divorcio? No me imaginaba que las cosas hubieran llegado tan lejos, que se hubiese sentido herida hasta ese punto... Haba hablado con esa mujer, la cuada de una de sus amigas. Lo haba dudado mucho, pero a la vuelta de un fin de semana aqu, haba tomado una decisin. La haba tomado en el coche, en el camino de vuelta, cuando yo slo le haba dirigido la palabra una vez para preguntarle si tena algo de suelto para el peaje. Se haba inventado una especie de ruleta rusa conyugal: si Pierre me habla, me quedo, si no me habla, me divorcio.

    Eso me trastorn un poco. No saba que le gustara jugar as. Haba recuperado un poco de color y ahora me miraba con ms seguridad.

    Me lo solt todo, claro. Mis viajes, siempre ms largos, siempre ms frecuentes, mi desinters por la vida familiar, mis hijos invisibles, las notas que nunca haba firmado, los aos perdidos organizndolo todo a mi alrededor. Por mi bienestar, por la empresa. Empresa que perteneca a su familia, a ella, entre parntesis, el sacrificio de s misma. Cmo se haba ocupado de mi pobre madre

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    hasta el final. Todo, vamos, todo lo que haba necesitado soltarme, ms todo lo que les gusta or a los abogados para poner precio a los daos.

    Yo tambin empezaba a recuperarme, llegbamos a terreno conocido. Qu quera? Dinero? Cunto? Que me dijera una cifra, ya haba sacado la chequera.

    Pero no dijo ella, muy tpico de m, tpico de m pensar que me iba a librar tan fcilmente... Era verdaderamente lamentable... Se haba vuelto a echar a llorar entre cucharada y cucharada de tiramis. Por qu no comprenda yo nada? En la vida no todo era ver quin era el ms fuerte. El dinero no poda comprarlo todo. Resolverlo todo. Acaso finga yo no comprender nada? No tena corazn? Era verdaderamente lamentable. Lamentable...

    Pero entonces por qu no me pides el divorcio? acab por soltarle, harto. Me atribuyo todas las culpas. Todas, me oyes? Hasta el horroroso carcter de mi madre, no me importa firmar en algn sitio para reconocerlo si eso te hace feliz, pero no pierdas el tiempo con un abogado, por favor, dime solo cunto quieres.

    La haba herido en carne viva. Levant la cabeza y me mir a los ojos. Era la primera vez en muchos aos

    que nos mirbamos tanto rato. Yo trataba de descubrir algo nuevo en ese rostro. Nuestra juventud, tal vez... Los tiempos en que no la haca llorar. En que no haca llorar a ninguna mujer, y en que la sola idea de parlotear del sentimiento amoroso alrededor de una mesa me pareca inconcebible.

    Pero no descubr nada, slo la mueca algo triste de una esposa vencida a punto de hacer una confesin. No haba vuelto a hablar con su abogada porque no tena valor para hacerlo. Le gustaba su vida, su casa, sus hijos, sus tenderos... Le avergonzaba confesrselo a s misma, y sin embargo era la verdad: no tena el valor de dejarme.

    No tena el valor. Yo poda mariposear si me daba la gana, poda tirarme a otras mujeres si

    eso me tranquilizaba, pero ella no pensaba dejarme. No quera perder lo que haba conquistado. El estatus social. Nuestros amigos, nuestros conocidos, los amigos de nuestros hijos. Y luego estaba esa casa toda nuevecita en la que an no habamos dormido nunca... Era un riesgo que no le apeteca correr. Despus de todo, qu ms le daba? Anda que no haba maridos que engaaban a sus mujeres... A montones... Se lo haba contado a sus amigas y le haba sorprendido lo banal que era su historia. As eran las cosas. La culpa la tena lo que nos colgaba entre las piernas. Haba que aguantarse y dejar que pasara la tormenta. Haba dado el primer paso, pero la idea de no ser ya la seora de Dippel la dejaba exange. As eran las cosas, y qu se le iba a hacer. Sin los hijos, sin m, no vala gran cosa.

    Yo le tend mi pauelo. No importa, no importa aadi haciendo un esfuerzo por sonrer,

    no importa... Me quedo a tu lado porque no se me ha ocurrido nada mejor. Por

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    una vez, me he organizado mal. Yo que siempre lo preveo todo, esto en cambio, he... he dejado que se me fuera de las manos, parece. Sonrea entre lgrimas.

    Le di palmaditas en la mano. Se haba acabado. Yo estaba ah. No estaba con nadie ms. Con nadie. Se haba acabado. Se haba acabado...

    Nos tomamos el caf comentando el mal gusto de la decoracin y los

    bigotes del dueo. Dos viejos amigos llenos de cicatrices. Acabbamos de levantar una pesada piedra, para volverla a dejar caer

    inmediatamente. Lo que bulla debajo era demasiado horrible. Aquella noche, en la oscuridad, tom castamente a Suzanne entre mis

    brazos. No poda hacer ms. Tampoco esa noche consegu dormir. En vez de tranquilizarme, sus

    confesiones me haban soliviantado completamente. Hay que decir que yo estaba muy mal en esa poca. Muy mal. Muy mal. Todo me haca dao. Me encontraba de verdad en una situacin dolorosa: haba perdido a la mujer que amaba y acababa de comprender que tambin haba destrozado a la otra. Vaya cuadro... Haba perdido el amor de mi vida para permanecer con una mujer que segua a mi lado slo por no tener que cambiar de carnicero y de pescadero. Era increble. Era puro sabotaje. Ni Mathilde, ni Suzanne se merecan esto. Haba fracasado en todo. Nunca me haba sentido tan miserable...

    Las medicinas no deban de ayudar mucho tampoco, est claro, pero si yo hubiese sido ms valiente, me habra ahorcado esa noche.

    Ech la cabeza para atrs para apurar su copa. Pero Suzanne? No es desgraciada con usted... T crees? Cmo puedes decir algo as? Te ha dicho ella que era feliz? No. No con esas palabras. No fue eso lo que me dijo, pero me lo dio a

    entender... De todas maneras, no es el tipo de mujer que se pare un momento para preguntarse si es feliz...

    No es el tipo de mujer, no, la verdad es que no... Y de hecho, ah reside su fuerza. Pero, sabes?, si me senta tan triste aquella noche era sobre todo por ella. Cuando veo en lo que se ha convertido... Tan seorona, tan como Dios manda. Y si hubieras visto la maravilla de chica que era cuando la conoc... No estoy orgulloso de m mismo, no, verdaderamente, no hay de qu alardear. La ahogu. La marchit. Para m, siempre ha sido la que est ah. Ah cerca. Al alcance de la mano. Al otro lado del telfono. Con los nios. En la cocina. Una especie de vestal que gastaba el dinero que yo ganaba y diriga nuestra vida desahogadamente y sin una queja. Nunca la he visto ms all de mis narices.

    Cul de sus secretos he intentado descubrir? Ninguno. Le he preguntado alguna vez por ella, por su infancia, sus recuerdos, sus anhelos, su

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    hasto, nuestra vida carnal, sus esperanzas truncadas, sus sueos? No. Nunca. Nada. Nada me interesaba.

    Tampoco exagere, Pierre. No puede cargar con toda la culpa. La autoflagelacin tiene su encanto, pero vamos, tampoco... No resulta usted muy creble en su papel de mrtir, sabe...?

    Bien, no me pasas ni una. Eres mi graciosilla preferida. Por eso no quiero perderte. Quin se meter conmigo cuando t ya no ests?

    Comeremos juntos de vez en cuando... Me lo prometes? S. Dices eso, pero luego no lo hars nunca, estoy seguro... Estableceremos un rito, el primer viernes de cada mes, por ejemplo... Por qu el viernes? Porque me gusta el pescado de primera! Me llevar a buenos

    restaurantes, verdad? A los mejores! Ah! Qu gusto... Pero dentro de mucho tiempo... Mucho tiempo? S. Cundo? Bien. Tendr paciencia. Le di la vuelta a un tronco. Para volver a Suzanne... Esa faceta suya tan seorona como me deca

    antes, no ha tenido usted nada que ver con ello, y menos mal. Hay cosas que puede