La antártida se deshiela más rápida

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La Antártida se deshiela más rápida Los glaciares de la región occidental pierden 2 metros de grosor al año de media, lo que está elevando progresivamente el nivel del mar La plataforma de hielo de la región occidental de la Antártida pierde grosor cada vez más rápidamente, según un estudio realizado por científicos estadounidenses y chilenos que publica la revista Science. Los expertos han comprobado que media docena de glaciares que desembocan en el mar de Amundsen descargan más hielo en el océano del que reciben a través de la nieve. El grosor de estas formaciones se reduce una media de 1,2 metros por año a lo largo de entre 100 y 300 kilómetros tierra adentro. La principal consecuencia de este fenómeno es que el nivel del mar está aumentando a un ritmo anual de 0,2 milímetros. Esta noticia llega dos días después de que la NASA diera a conocer los resultados de una investigación propia que demostraba la relación existente entre el calentamiento global, los deshielos polares y el aumento del nivel del mar. Tras estudiar la desaparición de los glaciares del mar de Wedell, también en la Antártida, y comprobar que habían perdido 38 metros de altura tras el desprendimiento de la gran plataforma de hielo Larsen B en 2002, la agencia espacial estadounidense advertía de que este fenómeno puede tener consecuencias desastrosas en varias zonas del planeta. El estudio que ve hoy la luz a través de Science está coordinado por Robert Thomas, especialista en glaciares de la EG&G, una empresa que depende de la NASA. Este glaciólogo y su equipo, del que forman parte técnicos chilenos del Centro de Estudios Científicos en Valdivia, han medido los cambios sufridos por seis glaciares de la costa oeste de la Antártida durante los últimos 15 años. Para ello, han utilizado satélites equipados con sistemas de radar y altímetros láser y un avión P-3 de la Armada chilena dotado con un dispositivo de sensores fabricados por la NASA. Thomas y sus colaboradores han realizado cuatro vuelos a lo largo de 3.500 kilómetros de frentes helados midiendo su profundidad mediante radares especiales para penetrar el hielo. Los glaciares observados han sido Isla de Pinos, Thwaites, Haynes, Pope, Smith y Kohler. Serio aviso a la comunidad científica Las conclusiones son que el deshielo de las seis formaciones se ha acelerado, su grosor ha disminuido y la línea de costa que forman sus frentes ha retrocedido Un panorama que, según comenta el glaciólogo Richard Alley, de la Universidad de Pennsylvania, no debe interpretarse como «un colapso de la plataforma de hielo de la Antártida occidental», aunque éste «podría llegar a producirse». Alley alerta de que estos datos deberían

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La Antártida se deshiela más rápida

Los glaciares de la región occidental pierden 2 metros de grosor al año de media, lo que está elevando progresivamente el nivel del mar

La plataforma de hielo de la región occidental de la Antártida pierde grosor cada vez más rápidamente, según un estudio realizado por científicos estadounidenses y chilenos que publica la revista Science. Los expertos han comprobado que media docena de glaciares que desembocan en el mar de Amundsen descargan más hielo en el océano del que reciben a través de la nieve. El grosor de estas formaciones se reduce una media de 1,2 metros por año a lo largo de entre 100 y 300 kilómetros tierra adentro. La principal consecuencia de este fenómeno es que el nivel del mar está aumentando a un ritmo anual de 0,2 milímetros.

Esta noticia llega dos días después de que la NASA diera a conocer los resultados de una investigación propia que demostraba la relación existente entre el calentamiento global, los deshielos polares y el aumento del nivel del mar. Tras estudiar la desaparición de los glaciares del mar de Wedell, también en la Antártida, y comprobar que habían perdido 38 metros de altura tras el desprendimiento de la gran plataforma de hielo Larsen B en 2002, la agencia espacial estadounidense advertía de que este fenómeno puede tener consecuencias desastrosas en varias zonas del planeta.

El estudio que ve hoy la luz a través de Science está coordinado por Robert Thomas, especialista en glaciares de la EG&G, una empresa que depende de la NASA. Este glaciólogo y su equipo, del que forman parte técnicos chilenos del Centro de Estudios Científicos en Valdivia, han medido los cambios sufridos por seis glaciares de la costa oeste de la Antártida durante los últimos 15 años.

Para ello, han utilizado satélites equipados con sistemas de radar y altímetros láser y un avión P-3 de la Armada chilena dotado con un dispositivo de sensores fabricados por la NASA. Thomas y sus colaboradores han realizado cuatro vuelos a lo largo de 3.500 kilómetros de frentes helados midiendo su profundidad mediante radares especiales para penetrar el hielo. Los glaciares observados han sido Isla de Pinos, Thwaites, Haynes, Pope, Smith y Kohler.

Serio aviso a la comunidad científica

Las conclusiones son que el deshielo de las seis formaciones se ha acelerado, su grosor ha disminuido y la línea de costa que forman sus frentes ha retrocedido

Un panorama que, según comenta el glaciólogo Richard Alley, de la Universidad de Pennsylvania, no debe interpretarse como «un colapso de la plataforma de hielo de la Antártida occidental», aunque éste «podría llegar a producirse». Alley alerta de que estos datos deberían ser «el aviso para que la comunidad científica se tome en serio todo esto».

Los seis neveros observados por los científicos descargan al océano 250 kilómetros cúbicos de hielo al año en forma de icebergs. Esta cantidad es un 60% mayor que la que reciben los propios glaciares a través de las precipitaciones meteorológicas. Es decir, aportan al mar más hielo del que obtienen de la atmósfera, por lo que su grosor se reduce. Esta tasa de deshielo es suficiente para elevar el nivel del mar a un ritmo de 0,2 milímetros al año.

La cifra puede parecer insignificante, pero la impresión cambia al comprobar que ese aumento, registrado entre 2002 y 2003, es mucho mayor que el observado durante toda la década de los 90. La pérdida de altura de los glaciares dobla ahora las medidas tomadas entre 1992 y 1999. Cada formación pierde 1,2 metros de grosor al año de media, con máximos de hasta 5 metros.

Los datos indican que a medida que se ha reducido la altura de los glaciares, su velocidad ha aumentado. Esta aceleración ha sido de un 3,5% entre 2001 y 2003, lo que significa que es un 25% mayor respecto a los registros realizados a mediados de los años 70. Los expertos aseguran que no hay forma de comprobar si esta aceleración va a aumentar, a mantenerse o a remitir.

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Mayor deshielo que en Groenlandia

Thomas y sus colaboradores advierten de que el volumen de hielo descargado en el mar de Amundsen supera con mucho el calculado para toda la Antártida y el aporte de los glaciares de Groenlandia, cuyo deshielo también ha sido comprobado por los científicos. El artículo de Science señala otro descubrimiento debido a la mayor precisión del equipamiento utilizado en esta investigación en relación con el usado hasta ahora.

Los geólogos han comprobado que el lecho de roca sobre el que fluyen estas grandes masas heladas está a una profundidad muy por debajo de la supuesta hasta ahora. En el caso del glaciar de Isla de Pinos, la base rocosa se encuentra una media de 400 metros por debajo de lo previsto. Este dato obligará a los expertos a revisar los patrones de comportamiento de los glaciares.

En muchos casos, la roca base que soporta el frente de hielo se encuentra a un nivel mucho más profundo que el propio mar. La consecuencia es que una cantidad de hielo insospechada hasta ahora está en contacto con el agua. Al aumentar la temperatura de ésta a causa del calentamiento, el glaciar se vuelve más vulnerable.

La causa más admitida del deshielo registrado en los polos es el calentamiento global. Los climatólogos han calculado que la temperatura media mundial aumentará entre 2º y 4,9º durante este siglo. La existencia de este incremento ha sido objeto de numerosas polémicas científicas. Las causas que lo generan, se ofrecen dos: naturales y artificiales. El desencadenante natural podría ser un incremento en la radiación solar; las causas artificiales son las emisiones de los gases de efecto invernadero.

Iceberg choca con la Antártida Un iceberg del tamaño de Luxemburgo ha "chocado" contra una segunda masa de hielo en la Antártida.

El iceberg B-15A, de 115 kilómetros de largo, arrancó una porción de 5 kilómetros de la cocida Lengua de Hielo de Drygalski, ubicada en el Mar de Ross.

Hasta el momento el iceberg parece no haber sido afectado por la colisión.

Expertos aseguran que el iceberg aún no termina su recorrido por la lengua de Drygalski, lo que significaría aún más daño para este terreno helado.

La plataforma de observación de la agencia Espacial Europea, Envisat, logró captar impresionantes imágenes del choque.

Corrientes peligrosas

Desde enero, el iceberg se mantuvo en el curso de colisión

El Iceberg B15A arrancó 5 km de la sección de Drygalski.

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con Drygalski.

El B15A tiene una área mayor a 2.500 kilómetros cuadrados y es la sección más grande de un iceberg aún mayor, el B15, desprendido de la masa de hielo de Ross en marzo de 2000.

El B15 tenía un tamaño inicial de 11.655 kilómetros cuadrados, casi el mismo tamaño que Jamaica, pero poco a poco se fue dividiendo en pedazos más pequeños.

Desde que está a la deriva, el enorme iceberg ha bloqueado en su curso a las corrientes marinas de la Antártida, lo que también ha afectado a la fauna de la zona, como los pingüinos.

El deshielo de la Antártida, una amenaza mundial En menos de dos meses tres inmensos bloques de hielo se han desprendido del continente helado | 16 de mayo de 2002

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La Antártida está comenzando a derretirse sin remedio. El pasado mes de marzo se hundió una parte importante de la plataforma glaciar "Larsen B", cuya formación se remonta a 12.000 años. La semana pasada, otro bloque de hielo de 75 kilómetros de largo se desgajó de la placa de Ross, al sur de Nueva Zelanda, y sin ir más lejos, el martes los científicos del Centro Nacional del Hielo de Estados Unidos anunciaron un nuevo desprendimiento de hielo de 200 kilómetros de longitud también en el Mar de Ross. Aunque los desprendimientos de témpanos son, en sí mismos, un proceso natural de renovación, el tamaño y la frecuencia de la producción de icebergs -algunos del tamaño de grandes ciudades- es alarmante, según los científicos, que responsabilizan de este fenómeno al calentamiento global. La creación de icebergs es una amenaza para el clima mundial y la forma en que funcionan los océanos, además no tiene vuelta atrás. El miedo que tienen los científicos es que este efecto conduzca a la desintegración de la amplia zona occidental de la Antártida. "El desprendimiento de la "Larsen B" nos dijo que esto no es una teoría, sino que es real, puede producirse un rápido e impresionante desplome

Miles de pichones de pingüinos podrían morir de hambre.

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de hielo", dice Neal Young, experto en glaciares del Centro Antártico de Investigación Cooperativa (CRC) en Hobart, Australia. La pérdida de masas de hielo del continente Antártico ocasionaría un aumento significativo en el nivel del mar provocando, a la vez la desaparición de miles de poblaciones que se encuentran a pocos metros sobre la línea de marea. Esto tendría consecuencias devastadoras para aquellos países compuestos por islas o los que, estando en territorio continental, cuentan con grandes extensiones de tierras bajas en sus zonas costeras. El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) vaticinó en uno de sus último informes que ciudades como Nueva York, Boston o Miami podrían llegar a sufrir inundaciones de sus costas por el aumento del nivel del mar, que es de entre dos y diez centímetros cada diez años. Las consecuencias para el ecosistema marino también son importantes. Según Bill Bud, profesor de Meteorología en el CRC, "la esperada pérdida de la mitad del hielo oceánico de la Antártida a finales de siglo tendrá un importante impacto en la naturaleza marina, puesto que han hallado que el sistema profundo de circulación de los océanos se frenará y que la Antártida producirá cantidades más pequeñas de un agua densa rica en oxígeno, amenazando la vida marina en los próximos treinta años". Otra cuestión que también preocupa a los científicos es si la desaparición de la mitad del hielo marítimo de la Antártida recortará a la mitad el krill, unas quisquillas de 4 centímetros que son, en el Océano Glacial Antártico, más abundantes que en el resto del planeta. Los Krill son claves en el ecosistema Antártico puesto que constituyen el alimento principal de focas, pingüinos y ballenas, y necesitan el hielo para refugiarse y para alimentarse de algas. Aunque el hombre tiene buena parte de culpa de lo que está ocurriendo en el continente helado, por las emisiones de gases de efecto invernadero que provocan el calentamiento global de la Tierra y en consecuencia el derretimiento de los polos, un reciente estudio de un equipo de investigadores de la Universidad de Maine (Estados Unidos) demostró que el retroceso de la placa de hielo del oeste de la Antártida comenzó hace unos 10.000 millones de años. Desde entonces, el proceso ha seguido avanzando de una manera constante e irrefrenable a parte de la acción del hombre. Este equipo, dirigido por la geóloga Brenda Hall, llegó a la conclusión de que el hombre sí que es responsable del retroceso de las placas de hielo que flotan sobre el mar alrededor de la Antártida, pero no tiene nada que ver con el deshielo de los glaciares, que son masas de hielo sustentadas sobre tierra firme y que representan la mayoría de agua que hay en el citado continente. Hall y su equipo llegaron a esta conclusión datando fósiles de moluscos con carbono 14. De esta forma, pudieron descubrir cuándo los hielos comenzaron a ceder paso a los animales en diferentes puntos de la Antártida. Además, los investigadores analizaron estructuras de hielo profundo con técnicas de radar para tratar de deducir cómo habían evolucionado los glaciares en los últimos miles de años. Gracias a estos estudios descubrieron que la placa de hielo del oeste de la Antártida, más conocida como WAIS, ha retrocedido 1.300 kilómetros desde la última glaciación y que lo hizo a un ritmo constante de unos 130 metros anuales.

IMÁGENES DE SATÉLITE PRUEBAN EL DESHIELO DE LA  

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ANTÁRTIDA Carlos Elías

URL: El Mundo http://www.el-mundo.es/

El espesor de la capa de hielo se ha reducido en 10 metros en una zona de 5.000 Km. estudiada durante ocho años

La Antártida, el continente helado de 13 millones de kilómetros cuadrados, también está sufriendo los efectos del cambio climático: los datos del satélite ERS de la Agencia Espacial Europea (ESA) han demostrado por primera vez que el grosor de su capa de hielo está disminuyendo.

Ya no se trata de la capa de ozono de su atmósfera. Ahora es la superficie antártica la que lleva camino de desaparecer y de la forma más inesperada. El pasado verano, unos científicos estadounidenses dieron la voz de alarma de que en el Océano Glaciar Ártico se podía navegar hasta latitudes en las que durante milenios ha habido hielos perpetuos. Una foto que ya ha pasado a la Historia mostraba un lago en un lugar donde hasta ahora se consideraba imposible.

La mayor parte de la contaminación atmosférica se registra en el Hemisferio Norte y algunos investigadores de los gobiernos se apresuraron a argumentar que podrían existir teorías que justificaran ese deshielo del Ártico. «Siempre nos quedará la Antártida», suspiraban los que no podían conciliar el sueño ante los efectos devastadores del hombre en el planeta. Pero los datos recogidos por el satélite de la ESA y analizados por un grupo de geólogos del University Collage de Londres (UCL) demuestran que ni ese territorio casi virgen está a salvo. El satélite de la ESA ha medido desde 1992 el espesor del hielo del Glaciar Isla Pino, en una remota zona antártica casi inaccesible para el hombre.

Los datos estremecen: en estos ocho años la capa de hielo de la zona estudiada, que abarca 5.000 kilómetros cuadrados, ha adelgazado en 10 metros de altura. Y la pérdida de hielo se ha producido a razón de 4.000 millones de toneladas al año. Es decir, el equivalente a un aumento de las aguas marinas del planeta de 0,1 milímetros. Esos 31 kilómetros cúbicos de hielo desaparecidos jamás retornaron a la Antártida. «Ya tenemos la certeza de que ha disminuido el nivel del hielo. Ahora debemos precisar si esa velocidad se está incrementando», señala Duncan Wingham, científico del UCL, en el informe que presentó a la ESA. En principio, lo lógico sería pensar que si el aumento de temperatura afecta a la Antártida, comiencen a derretirse las capas superficiales de hielo. Pero la naturaleza es caprichosa y ha elegido una forma más compleja de rebelión ante los abusos del hombre.

En los continentes, un glaciar es como un río de hielo que se carga en la zona de nieves perpetuas y cuya parte más profunda se desplaza lentamente. Pero en la Antártida las cosas son diferentes. El Glaciar Isla Pino tiene una capa de hielo de 2.500 metros de espesor y se levanta en un lecho rocoso que está a 1.500 metros bajo el nivel del mar.

La frontera entre el hielo glaciar y el mar se ha adentrado en estos ocho años cinco kilómetros tierra adentro. Es decir la superficie de la Antártida se ha reducido, al menos, en esa cantidad. Pero lo que ha dejado más perplejo a los científicos es que la pérdida de hielo se está produciendo, no porque suban las temperaturas externas, sino porque algo sucede en el océano que provoca que el flujo de hielo desde el interior del glaciar hasta el mar incremente su velocidad.

Cambios imperceptibles

Los investigadores, que publican parte de estos resultados en la revista Science, consideran que esto es una prueba de que pequeños cambios en el océano se pueden transmitir tierra adentro en el continente helado. Los modelos hay que redefinirlos porque modificaciones imperceptibles pueden acelerar el deshielo de zonas interiores y, en consecuencia, el aumento del nivel de las aguas marinas.

Todo ese proceso se ha estudiado en una zona en la que la presencia del hombre es inexistente. No hay rastros de su influencia, ni siquiera en forma de base científica. El siguiente paso consiste en conocer si todo el continente está sufriendo ese mecanismo de deshielo. «En unos pocos cientos de años, si mantiene la velocidad de estos ocho años, el glaciar desaparecerá y el agua cubrirá esa zona», señala el doctor Andrew Shepherd,

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también del UCL.

La Antártida ya tiene, pues, los días contados. «En los últimos 25 años se ha especulado con que este flujo de hielo se puede incrementar y, al final, hacer desaparecer el hielo antártico», recuerda Shepherd. Ahora, los datos que reclamaban los científicos para dejar de especular ya están a disposición de todos.