LA ANTESALA DE LA BATALLA DE LEVANTE

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LA ANTESALA DE LA BATALLA DE LEVANTE La penetración franquista en la provincia de Castellón: la resistencia a ultranza republicana. Paula Boira i Nácher (172581) Facultad de Humanidades, Universidad Pompeu Fabra (2018-2019) Trabajo de final de grado dirigido por Albert García Balaña

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LA ANTESALA DE LA BATALLA DE LEVANTE

La penetración franquista en la provincia de Castellón: la resistencia a ultranza republicana.

Paula Boira i Nácher (172581)

Facultad de Humanidades, Universidad Pompeu Fabra (2018-2019) Trabajo de final de grado dirigido por Albert García Balaña

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Al meu pare, per portar-me de la mà a través dels camins de la història. Per a tots aquells que troben en la seva terra i la seva gent l’espenta

necessària per engegar els seus projectes i il·lusions. Amb l’objectiu que la història mai s’oblidi, ni conscient ni voluntàriament.

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Índice

1. Introducción .............................................................................................................. 6 2. El inicio de la Batalla de Levante ........................................................................... 10

2.1. El gobierno de Juan Negrín y la retaguardia valenciana .......................... 10 2.2. Los protagonistas ...................................................................................... 13

2.2.1. Los protagonistas: la estrategia republicana .............................. 13 2.2.2. Los protagonistas: la estrategia franquista ................................. 16

2.3. Primeros avances hacia València .............................................................. 18 3. La ofensiva del Baix Maestrat ................................................................................ 20

3.1. Las primeras jornadas de la batalla ....................................................... 21 3.2. Llegan los refuerzos .............................................................................. 24

4. Nuevas estrategias para la guerra ............................................................................ 26 4.1. La línea XYZ ........................................................................................ 27

5. Camino hacia Castelló de la Plana .......................................................................... 31 5.1. La resistencia a ultranza: los combates en la cota 300 .......................... 31 5.2. El avance hacia la retaguardia ............................................................... 34 5.3. La toma de Castelló de la Plana ............................................................ 36

6. Levante: campo de pruebas de la Legión Cóndor ................................................... 38 6.1. Los Junkers 87 ...................................................................................... 39 6.2. Las evidencias ....................................................................................... 40 6.3. El debate ................................................................................................ 41

7. La última fase: el camino hacia Valencia .............................................................. 45 7.2. El plan republicano .................................................................................. 45

8. Conclusiones ........................................................................................................... 47 9. Bibliografía ............................................................................................................. 50

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1. Introducción

La llamada Batalla de Levante es uno de los episodios de la Guerra Civil española menos

estudiados, una “batalla menor” o “acontecimiento periférico”, como dicen Juan Francisco

Fuertes y Carlos Mallench en su libro La batalla olvidada (2013)1 o como José Andrés Rojo

apunta en la biografía de su abuelo, el general republicano Vicente Rojo, quien ya sugirió que

esta parte de la guerra es “de todas las gestas del Ejército Popular la más desconocida, la que

menos propagandistas ha tenido, la que se ha olvidado y se cita muy pocas veces”.2 El

historiador británico Paul Preston también critica este hecho en su libro La Guerra Civil

española (2005), donde reconoce que, “ciertamente, no se ha dado a la gesta de los

republicanos de contener el avance de las tropas de Franco [en Levante] la importancia que se

merece”.3 Pese a esto, la batalla que nos ocupa es clave en el desarrollo y resolución del

conflicto.

En buena parte de la bibliografía sobre la extensamente tratada Guerra Civil, el lector puede

comprobar fácilmente esta cierta “invisibilidad”,4 por llamarla de alguna manera. La Batalla del

Ebro empieza a narrarse prácticamente tras terminar el repaso a la Ofensiva de Aragón,

desapareciendo tres meses y medio de combate y quedando los sucesos de los frentes

castellonenses, en más medida que los de los valencianos, disueltos bajo la narración de los

acontecimientos políticos nacionales e internacionales del periodo, como la apertura de la

frontera francesa o la caída del Gobierno de Indalecio Prieto. Para Fuertes y Mallench se omite,

de esta forma, el hecho de que la levantina “fue una de las operaciones militares en las que más

unidades se movieron sobre el tablero, una de las que más estragos y destrucción causó sobre

las poblaciones, y una de las que más víctimas militares y civiles provocó”.5

Las razones de este olvido hay que buscarlas, probablemente, en motivaciones surgidas en

ambos bandos, según Fuertes y Mallench. Por el lado republicano, los generales que se

encargarán de dirigir la batalla que nos ocupa —Juan Hernández Saravia primero y Leopoldo

Menéndez más tarde— “no legarán para la posteridad ningún escrito o memoria personal

1 Juan Francisco Fuertes y Carlos Mallench (2013), La batalla olvidada (Castelló: Divalentis), p. 9. 2 José Andrés Rojo (2006), Vicente Rojo. Retrato de un general republicano (Barcelona: Tusquets), p. 213. 3 Paul Preston (2005), La Guerra Civil española (Barcelona: Editorial Base), p. 302. 4 En La guerra Civil española (2005), Hugh Thomas despacha la Batalla de Levante con tres parágrafos titulados La campaña del Maestrazgo; Salas Larrazábal dedica 47 de las 3.361 páginas de Historia del Ejército popular

de la República (1973) a los tres meses de guerra que nos ocupan; Paul Preston ni siquiera le dedica un apartado en su libro La Guerra Civil española (2005), y en la Historia esencial de la Guerra Civil española (2006) de Ricardo de la Cierva solo ocupa 3 páginas, por ejemplo.

5 Juan Francisco Fuertes y Carlos Mallench, Op. Cit., p.9.

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describiendo aquellos acontecimientos”,6 lo que dificulta el trabajo de recopilación a la

Historiografía, que también se ve perjudicada por la “difuminación” que la propaganda política

negrinista hará de la relevancia de estos líderes militares, en favor de sus propios intereses.

Destacan también los autores que las Brigadas Internacionales quedaron retenidas en su

mayoría, y a excepción de la Brigada 129, en la mitad norte del territorio republicano a su

división, un hecho que, en su opinión, “de toda la literatura mitificadora y de epopeya

neorromántica nacida a raíz de la participación de los internacionales en España, queda

excluida también la batalla por València7”.8

En el bando sublevado, en cambio, parece que el “error” estratégico de decidir conquistar

València antes que Barcelona —si puede llamarse así teniendo en cuenta que, pese a las

complicaciones, acabó en victoria— no parece haber “estimulado excesivamente la propaganda

franquista”9 a la hora de rememorar esta batalla. Franco toma la decisión de detener

temporalmente el avance hacia Barcelona en abril, un cambio de opinión que “ya se debiera a

su cálculo de exterminio, al temor a una invasión francesa o a sus propias limitaciones como

estratega, suscitó críticas, mudas pero perceptibles, entre los altos mandos nacionales”.10 Una

de ellas fue la del general Juan Yagüe, que acabó costándole una destitución temporal del

mando por alabar las cualidades combativas de los republicanos y pedir a las autoridades que

pusieran en libertad a quienes estaban en prisión por defender sus ideales —en referencia a

determinados “rojos” y, sobre todo, al político falangista Manuel Hedilla, entre otros—.11

Era evidente que, con su decisión, Franco estaba dando a las tropas republicanas del frente

de Aragón tiempo para reconstruirse y rearmarse con los nuevos equipos bélicos recibidos tras

la reapertura de la frontera francesa. Además, las fuerzas fieles a la República podían defender

6 Ibídem., p. 10. 7 Los nombres de las comunidades autónomas, ciudades, pueblos y sierras aparecerán citadas en este trabajo con

su nombre original, el valenciano/catalán, puesto que al ser esta universidad intrínsecamente bilingüe castellano-catalán, no está de más respetar las nomenclaturas tradicionales, que son las usadas por los habitantes de estos lugares. Este no pretende ser más que un gesto simbólico ante la plurinacionalidad de España y sus lenguas cooficiales. Creo que leer Catalunya en vez de Cataluña no provoca confusión a ningún lector castellanohablante, y que, de hecho, si todos viviésemos con más normalidad la realidad de nuestras diversas lenguas, el encaje territorial de España sería mucho más sencillo. Por otro lado, algunos de los municipios, como es el caso de Castelló i València, ya han aprobado que éste sea el nombre oficial de los mismos y no la fórmula castellanizada.

8 Juan Francisco Fuertes y Carlos Mallench, Op. Cit., p. 10. 9 Ídem. 10 Antony Beevor (2005), La Guerra Civil española (Barcelona: Crítica), p. 518. 11 Ídem.

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mejor el accidentado territorio de Levante, “estaban frescas y todavía conservaban su equipo

intacto, aunque no estuvieran tan fogueadas como los soldados de Catalunya”.12

Pese a esto, no está de más tener presente que, como especula Preston, si Franco decidió

virar su ataque contra València fue porque “no le interesaba un desenlace rápido y un

armisticio con algún tipo de concesión para los vencidos”,13 ya que sabía que si atacaba

primero Catalunya, donde se encontraban todas las industrias bélicas que le quedaban a la

República, la guerra acabaría rápidamente. De hecho, el Coronel alemán Wilhelm von Thoma,

comandante de los tanques ligeros de la Legión Cóndor, quería utilizar las tácticas rápidas de la

Blitzkrieg o “guerra relámpago”, pero Franco, por su instinto conservador, prefería utilizar los

tanques para dar cobertura a la infantería, a la manera de los generales de la Primera Guerra

Mundial.14

Por último, explica Edelmir Galdón en La batalla por Valencia, una victoria defensiva

(2010) que, hasta hace relativamente poco, “la historiografía valenciana de la Guerra Civil

acostumbraba a ignorar los aspectos específicamente militares del conflicto”.15 A ello ha

contribuido, según el autor, la concepción de las comarcas valencianas como espacios de

“retaguardia y poca vanguardia bélica” –en contraposición con otras conocidas batallas como la

de Belchite, Jarama o del Ebro–, pero también la capitalidad republicana de València, que ha

propiciado el estudio de las tensiones sociales, políticas, económicas, culturales o

propagandísticas en detrimento de las cuestiones propiamente militares.

Así pues, este trabajo intentará, por una parte, demostrar que la Batalla de Levante, y en

especial su paso por Castellón, fue un escenario de primer orden en el verano de 1938, pese a

no ser valorados como tales en la historiografía más reconocida. Para ello me centraré y

reivindicaré los aspectos más militares de este periodo, ya que han sido los menos tratados pese

a la importancia militar de las actuaciones que tuvieron lugar en las tierras castellonenses. En

esta línea haré especial hincapié en los bombardeos de la Legión Cóndor sobre cuatro pueblos

de la provincia de Castellón (Ares del Maestrat, Vilar de Canes, Benassal i Albocàsser) y

mostraré como estos no se utilizaron solamente en clave bélica, sino que fueron campo de

estudio para los ataques aéreos que Alemania ejecutará durante la Segunda Guerra Mundial.

12 Ídem. 13 Paul Preston, Op. Cit., p. 301. 14 Ibídem, p. 297. 15 Edelmir Galdón Casanovas (2010), La batalla por Valencia, una victoria defensiva (Universitat de València), p.

11.

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Por otro lado, a lo largo de estas páginas trataré de evidenciar que fue esta la batalla decisiva

de la guerra, debido por un lado a los errores cometidos por Franco a la hora de dirigir su

estrategia militar y por el otro a la conciencia de la República de que la defensa de València era

su última baza a jugar.

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2. El inicio de la Batalla de Levante

La última batalla de Teruel comenzó el 17 de febrero de 1938, el día que el general

franquista Yagüe cruzó el río Alfambra y, avanzando hacia el sur por el margen derecho del

mismo, aisló la ciudad por el norte. El 22 de febrero por la mañana los nacionalistas entrarán en

Teruel después de 45 días de dominación republicana,16 llegando así a controlar 300.000 de los

500.000 kilómetros cuadrados del país. Aunque muchos historiadores consideran la caída de

Teruel como uno de los factores determinantes de la derrota republicana, Georges Soria asegura

en Guerra y Revolución en España (1978) que “Teruel contribuyó a parar la oleada de

pesimismo y derrotismo que habían engendrado las derrotas del verano y el otoño”17 entre los

republicanos, lo que, según él, prolongó considerablemente su resistencia.

Después del esfuerzo que supuso la conquista y reconquista de la capital turolense, Franco

decidió, según Soria, que su única posibilidad estratégica tras la distorsión de sus proyectos

bélicos iniciales era explotar la ventaja adquirida al recuperar Teruel para organizar una

ofensiva de doble objetivo: “acumular formidables medios humanos y materiales y penetrar con

la mayor profundidad posible hacia Catalunya y Levante, regiones más ricas desde el punto de

vista económico, pero donde el esfuerzo bélico republicano no había llegado todavía al punto

de hacerles disponer de ejércitos fuertes y disciplinados”.18

Siguiendo esta idea, el mando franquista encomendará al Cuerpo de Ejército de Galicia,

situado en el sector sur del frente abierto, la tarea de penetrar en el País Valencià a través del

Maestrazgo aragonés, sorteando el macizo de Beceite para, vía Morella, seguir el curso de la

carretera Zaragoza-Vinaròs y dividir el territorio republicano en dos.19

2.1. El gobierno de Juan Negrín y la retaguardia valenciana

Ya entrado el mes de marzo, Juan Negrín “comprendió que por encima de las opiniones

personales había que evitar a toda costa dar muestras de derrotismo y cobardía delante de las

tropas”,20 dado que estas actitudes afectaban a su ánimo. Es por eso que el 30 de marzo de

1938, Negrín decide retirar a Indalecio Prieto del Ministerio de Defensa. Esta decisión se debe

16 Hugh Thomas (1983), La Guerra Civil española. Libro IV, tomo 8: Una guerra de dos contrarevoluciones

(Madrid: Ediciones Urbión), p. 201-202. 17 Georges Soria (1978), Guerra y Revolución en España, Vol. 3 (Barcelona: Grijalbo), p. 174-175. 18 Ibídem, p. 184. 19 Edelmir Galdón Casanovas, Op. Cit., p. 23. 20 Hugh Thomas, Op. Cit., p. 231.

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a la actitud de Prieto durante la reunión del Consejo de Guerra republicano del día 28, en el que

el Ministro de Defensa “se muestra pesimista y partidario de entablar negociaciones de paz”.21

A partir de ese momento, Negrín abandona la cartera de Hacienda y asume las funciones de

Jefe de Gobierno y Ministro de Defensa.

Por otro lado, ante el peligro que suponía la llegada de las tropas franquistas al mar y su

posible avance hacia el sur en dirección a Castelló y València, el mando republicano decidió

reforzar la zona de Albocàsser, en el interior de Castellón, “para taponar la posible marcha [de

los franquistas] por la carretera que desde allí discurre paralela a la de la costa”22 y que

comunica con la capital. Con este objetivo fueron desplazadas las divisiones 14, 19 y 70.

No obstante, como indica Ramón Salas en su libro Los datos exactos de la Guerra Civil

(1980), Negrín sabía que “no se trataba exclusivamente de incorporar muchas personas y

encuadrarlas; había que levantar su espíritu”.23 Es por esto que, según recoge Salas, su primera

medida al frente de Defensa —dictada el 11 de abril de 1938— será la creación de centros de

recuperación de personal para recoger a todos los dispersos y devolverles la moral perdida.

Además, se amplió la instrucción premilitar, ordenándose que todos los jóvenes de dieciséis

años recibieran instrucción militar en sus localidades, impartida por comités de educación

militar creados por los consejos locales.

Estas medidas las complementó el nuevo Ministro de Defensa con otras destinadas a rehacer

la moral del soldado, para lo que se utilizaban dos procedimientos: “extremar el rigor hasta el

terror” y “prodigar los premios hasta el abuso en ascensos y recompensas”.24

Según Preston, la carestía de suficiente preparación bélica, las derrotas en el frente y la

moral baja en la retaguardia provocaron el abandono de muchos soldados, que ni siquiera eran

disuadidos por las “feroces medidas” correctivas, entre las que destacaban el fusilamiento sin

juicio previo o el castigo de los familiares del desertor, penas comunes debido a la autorización

de la que gozaban los mandos del ejército, que podían obras sin contemplaciones para reprimir

los casos de “abandono, flojedad o deserción”.25

21 José Vicente Moya (2005), Alcalá de Xivert. Revolución, guerra y represión (1936-1948) (Centre d’Estudis del

Maestrat), p. 77. 22 José María Maldonado (2007), El frente de Aragón. La Guerra Civil en Aragón (1936-1938) (Zaragoza: Mira

Editores), p. 470. 23 Ramón Salas Larrazábal (1980), Los datos exactos de la Guerra Civil (Madrid: colección Drácena), p. 149. 24 Ibídem, p. 150. 25 Paul Preston, Op. Cit., pág. 292.

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En cuanto a las recompensas, se instituirá la ‘medalla del deber’, la ‘medalla del valor’ y la

‘placa del valor’, mientras que, más adelante, se restablecerán las suprimidas categorías de

General de División y Teniente General, se derogará el decreto de Prieto que exigía el acuerdo

del Consejo de Ministros para conceder ascensos a Teniente Coronel y se insertará el indulto a

todos los prófugos y desertores que se presenten en sus batallones antes del 15 de septiembre de

1938.

Al mismo tiempo, empieza en las capitales valencianas una época de “sufrimiento, hambre y

muerte,” según relata Albert Girona en Guerra i revolució al País Valencià (1986).26 Desde el

mes de marzo de 1938, el gobierno valenciano dicta órdenes rigurosas contra aquellos que no

se incorporasen a las llamadas militares respectivas o se escondieran para no ir al frente. Por

otro lado, el 6 de abril se dará orden de que los portales cierren a las 9 de la noche y se

prohibirá la representación de espectáculos al oscurecer y la circulación de vehículos a partir de

las 10.

Además, como la situación militar y el rápido avance nacionalista empezaba a afectar la

moral de la población valencia, la nueva mayoría en el gobierno —formada por PC, FSV, UGT

y PVE— creyó conveniente colocar pancartas en la ciudad de València que llamaban a “acabar

con todo intento de desmoralización provocado por la Quinta Columna” y a “castigar con

severidad a todos aquellos emboscados, especuladores, derrotistas, etc.”27 que pudieran haber

en la retaguardia.

La llegada de la guerra a tierra valenciana también determinó la militarización de la

retaguardia y una reinvención de la economía, ahora totalmente orientada a la satisfacción de

las necesidades bélicas. Las empresas colectivizadas —sometidas a control obrero o

nacionalizadas— y la mayoría de las cooperativas y colectividades agrícolas destinaban

prácticamente el total de su producción a colmar los requerimientos de Defensa.28 Pero, a pesar

de todo, los esfuerzos llegaron demasiado tarde, desembocando en un fracaso ya anunciado con

la salida del Gobierno de Indalecio Prieto, convencido de la imposibilidad de la victoria.

26 Albert Girona (1986), Guerra i revolució al País Valencià (València: Tres i Quatre), p. 313. 27 Ídem. 28 Joan del Alcázar et al. (1990), Història del País Valencià, Vol. 5. Època Contemporànea (Barcelona: Edicions

62), p. 329

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2.2. Los protagonistas Si hablamos de protagonistas, es importante tener en cuenta, como afirma Enrique R. Gil

Hernández en La fortificación del territorio en el Levante peninsular durante la Guerra Civil

española (2017), que la situación geográfica levantina “jugó un papel excepcional en el

desarrollo de la Guerra Civil, y en los momentos inmediatos de la posguerra”.29 Las

características del terreno valenciano, pues, deben ser consideradas como factor y actor en el

desarrollo de la Batalla de Levante.

Con la sublevación del 18 de julio de 1936 y la consecuente división del territorio español

en dos bandos, la parte de Levante quedó dentro de la superficie controlada por el gobierno

republicano, en una posición de retaguardia, alejada de los frentes de guerra. Las

infraestructuras de la zona —los puertos al Mediterráneo, la línea férrea Madrid-Alicante-

València o la carretera en el mismo sentido— “constituyeron una arteria básica en la logística y

organización interna del territorio republicano durante los años de la guerra, pues los puertos

marítimos se convierten en puntos de recepción, distribución y acceso al interior peninsular,

tanto de tropas como de mercancías”.30 El tejido industrial de la zona se reconvertirá en

industria bélica dedicada a la fabricación tanto de armamento como de suministros militares

para los frentes y el territorio se verá agraciado con la presencia de instalaciones militares

preexistentes y la creación de otras nuevas, que convirtieron a la región en una zona estratégica,

cuyo control era de gran importancia para ambos bandos. Este papel clave dentro de la logística

bélica se acentuó con el emplazamiento del gobierno republicano en València el 7 de

noviembre de 1936, conocido como “posición Yuste”.

Para Gil Hernández, estas razones son claves en la decisión de las fuerzas sublevadas de

fijar sus objetivos en Levante, así como en el esfuerzo de las autoridades republicanas por dotar

de instrumentos operativos de defensa al territorio y sus poblaciones.

2.2.1. Los protagonistas: la estrategia republicana

A lo largo de la Batalla de Levante y con la campaña del Maestrat como campo de pruebas,

el mando republicano fue estableciendo un sistema sencillo y eficaz de trabajo para el Estado

Mayor del Ejército de Maniobra. Este sistema surgió, como explica Francisco Ciutat en Relatos

29 Enrique R. Gil Hernández (2017), “La fortificación del territorio en el Levante peninsular durante la Guerra

Civil española”. Revista Otarq: Otras arqueologías, Vol. 0, p. 77. 30 Ídem.

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y reflexiones de la guerra de España (1978),31 en unas condiciones de cambios frecuentes de

los puestos de mando del ejército y de sus cuerpos, divisiones y brigadas, pero también de la

escasez de comunicaciones, la pobreza de medios materiales y la severa limitación de personal

en los Estados Mayores.

Una de las preocupaciones principales de este nuevo sistema será la de mantener la

capacidad combativa de sus divisiones, reponiendo bajas, recuperando las altas de hospital,

destinando a los mejores oficiales a los mandos vacantes y rotando a las unidades para dar

descanso a la tropa. Además, para conocer de primera mano la situación real en los frentes, el

Estado Mayor de Maniobra organizaba sistemáticamente el envío de oficiales propios a los

puestos de mando de los cuerpos de ejército, divisiones y brigadas.

Por lo que respecta a la táctica bélica, José Vicente Moya señala en Alcalá de Xivert.

Revolución, guerra y represión (2005) que, visto el avance de los nacionalistas, Menéndez —

cuyo Ejército de Maniobra se encontraba “prácticamente deshecho y disgregado”32—

establecerá como misión general “impedir el avance del enemigo en dirección sur, conservando

las posiciones ocupadas que podían servir de base de partida para una posterior reacción

ofensiva”.33 El objetivo era, según Moya, no perder contacto con el enemigo, para lo que debía

fijarse una primera línea avanzada y una segunda de resistencia —definida en líneas generales

por los municipios de Ares del Maestrat, Catí, Tírig, la Salzadella y Peníscola—, que

posteriormente se vería reforzada por una tercer línea entre las localidades de Ares del

Maestrat, Albocàsser, les Coves de Vinromà, Alcalà de Xivert y Alcossebre. Además, se

crearán varios centros de resistencia: dos en les Coves de Vinromà y dos en Alcalà de Xivert,

constituidos por 15 batallones de ingenieros y todo el personal civil disponible, animado por la

prensa castellonense bajo el lema “Gotas de sudor para evitar ríos de sangre”.34

Por otro lado, el mando de las tropas que se encontraban formando una línea desde la zona

sur de Vinaròs hasta Ejulve —formada por una unidad que va desde el mar por el este hasta la

línea de Ares del Maestrat, Culla y Benafigos— recaerá sobre el teniente coronel Carlos García

Vallejo, apoyado por el teniente coronel Francisco Blanco García como jefe de Estado Mayor.

31 Francisco Ciutat (1978), Relatos y reflexiones de la guerra de España, 1936-1939 (Madrid: Forma Ediciones),

p. 158.32 José Vicente Moya (2014), La Cota 300, punto clave para la toma de Cuevas de Vinromà. Montanyes de la

guerra. Recuperado de: http://muntanyesdelaguerra.blogspot.com/2014/09/la-cota-300-punto-clave-para-la-toma-de.html, p. 3.

33 José Vicente Moya (2005), Op. Cit., p. 88. 34 José Vicente Moya (2014), Op. Cit., p. 4.

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Sus fuerzas estaban integradas por las divisiones 6 (solo la Brigada 107), la 70 (brigadas 32 y

92) y las brigadas 209 y 211, todas ellas muy mermadas en cuanto a hombres, armas y moral

combativa. José María Maldonado describe a estas tropas en El frente de Aragón. La Guerra

Civil en Aragón (2007) como “caricaturas de ellos, ni siquiera llegan a divisiones […] En total,

podría calcularse la fuerza en unas diecisiete brigadas con unos 68 batallones, pero muy

mermados”.35

Pese a estos esfuerzos, la aviación y el dominio del aire seguía bajo predominio de los

rebeldes, un hecho que, como indica Ciutat, dificultaba a las fuerzas republicanas “orientar la

infiltración, dirigir la maniobra y prohibir al adversario trasladar con rapidez sus reservas por

los escasos caminos accesibles a los camiones”.36

Según Fuertes y Mallench,37 las fuerzas republicanas se reorganizaban mediante las órdenes

de fortificación y el trabajo del Servicio de Recuperación, que recogía al personal huido o

desgajado de sus unidades de origen. Los autores también destacan como se intensificaron los

trabajos de blindaje de la zona con rápidas labores de construcción de nidos, pozos de tirador,

trincheras, refugios, casamatas, zanjas, observatorios y alhambras, elaborados por la población

civil menor de cuarenta y cinco años que no estuviese ocupada en las labores agrícolas o de

guerra y por centenares de presos enviados desde las cárceles de València (ocasión que muchos

aprovecharon para fugarse).

Por otro lado, entre los meses de febrero y mayo ya se había empezado a llamar a las quintas

de los años 1925, 1926, 1927, 1928, 1929 y 194l —coloquialmente llamada “del biberón”, pues

estaba integrada por jóvenes de 17 años sin instrucción militar—. Los nuevos reclutas debían

llevar al frente manta, calzado, plato y cubiertos, y la movilización alcanzaba también a todos

aquellos que en su día fueron declarados “inútiles totales”. El mismo presidente Manuel Azaña

escribió en sus memorias que “Negrín es el único español que afronta la situación con una

moral no de derrota. Con verdades, o con mentiras, ha rehecho la moral del público, y el

Gobierno, que era un guiñapo, se ha convertido en un Gobierno de guerra”.38

35 José María Maldonado, Op. Cit., p. 471. 36 Francisco Ciutat, Op. Cit., p. 168-169.37 Juan Francisco Fuertes y Carlos Mallench, Op. Cit., p. 89-90. 38 Manuel Azaña (2008), Manuel Azaña. Obras completas. V. 1. (Madrid: Taurus-Santillana), p. 591.

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Aunque el propósito fundamental parecía ser detener el avance franquista hacia Castelló,

Moya recalca que uno de los grandes objetivos también era “poner un poco de orden entre las

filas republicanas que, tras la ofensiva nacional, habían sucumbido al caos”.39

2.2.2. Los protagonistas: la estrategia franquista

Frente a los republicanos se encontraba el Cuerpo de Ejército de Galicia, mandado por el

general Antonio Aranda y compuesto por las divisiones 4, 55, 83 y 84; el Cuerpo de Ejército de

Castilla, con el general José Enrique Varela al mando de las divisiones 5, 15, 52, 81, 82, 85 y

108;40 y las tropas del Destacamento de Enlace, comandadas por el general Rafael García

Valiño pero bajo las órdenes directas del Ejército del Norte y constituido por la Primera

División de Navarra, una brigada de la 61ª División y una compañía de carros ligeros.41

Las órdenes que reciben estos batallones, según Moya,42 son avanzar en cuanto sea posible

por las carreteras que conectan Vinaròs y Sant Mateu con Castelló, para lo que lanzarán las

divisiones de infantería 4ª y 83ª contra la primera línea defensiva republicana. Cabe destacar en

este punto que el ejército franquista se encuentra en mejor estado que el republicano, tanto por

lo que respecta a la moral como al armamento, y está respaldado por la Legión Cóndor

alemana, que en aquellos momentos se desplazaba desde su base en Zaragoza hasta su nuevo

emplazamiento, en la localidad catalana de la Sènia.

Las operaciones debía iniciarlas, según Maldonado, el Cuerpo de Ejército de Galicia,

atacando por la carretera de la costa hacia la línea de Castelló-l’Alcora e inmediatamente hacer

lo propio con la de Sagunt-Segorbe, llevando el frente hasta el río Palancia y enlazando a la

altura de Cantavieja-Zucaina con el Cuerpo de Ejército de Castilla. El objetivo de este último

cuerpo era, una vez salvada la zona de Albocàsser, alcanzar las primeras localidades del

Maestrazgo turolense (La Iglesuela del Cid, Cantavieja y Mosqueruela), desde donde

profundizar en la conquista del terreno republicano. Durante estas acciones, los ejércitos

terrestres estarían acompañados de la Brigada Aérea Hispana y unidades de la Aviación

Nacional.43

39 José Vicente Moya (2005), Op. Cit., p. 89. 40 José María Maldonado, Op. Cit., p. 473. 41 Ibídem, p. 477.42 José Vicente Moya (2014), Op. Cit., p. 4. 43 José María Maldonado, Op. Cit., p. 473.

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17

El avance hacia el sur se realizaba, normalmente, por vías de comunicación “oficiales”

como las carreteras, hasta llegar a un punto en el que se encontraba resistencia enemiga, donde

se desplegaba la infantería y comenzaba el enfrentamiento propiamente dicho. A priori, para la

evolución de este avance se elegía la franja litoral, cuya orografía poco accidentada resultaba

más cómoda y sencilla para el progreso de las operaciones. No obstante, parece ser que los

franquistas no tuvieron en cuenta que el apelativo de “la Plana”44 no hace precisamente honor a

la disposición de sus tierras, cuyo abrupto e inesperado territorio acabó frenando su avance.45

Según Moya, después de alcanzar cada línea, los mandos divisionarios debían disponer la

“limpieza del terreno a retaguardia”,46 así como reconocer los pueblos y caseríos. A su vez, la

aviación realizaría, a la ruptura del frente, misiones de bombardeo pesado, ametrallamiento y

bombardeo ligero sucesivo, distribuidos en dos servicios completos: uno a las nueve horas y

otro a las doce. No obstante, las peticiones de bombardeo deberían hacerse con tres horas de

antelación y se advertía de que la colaboración de la aviación sería aleatoria, debido a la

extensión del frente de batalla y la exigencia que suponían los aviones de caza.

En resumen, y como bien indican Fuertes y Mallench, el franquista era un “disciplinado

ejército que venía avanzando imparable, confiado en la victoria, presentando una unidad en sus

objetivos, convencido en la sagrada misión de su cruzada y bien pertrechado y auxiliado desde

la retaguardia”.47 Frente a él se posicionaba un ejército republicano que llevaba meses en

retirada:

Mal equipado y peor abastecido, procedente en gran parte de la recluta forzosa de

adolescentes y padres de familia, portadores todos ellos de una tibia moral que solo el

miedo a las represalias era capaz de movilizarle, formado en una minoría por idealistas

que aún creían en la victoria, soldados en suma que a sus espaldas no contaban más que

con una población hambrienta, castigada por la guerra y con el íntimo deseo de que aquel

mal sueño terminase pronto.48

44 La capital de la provincia se denomina “Castelló de la Plana”, mientras que la comarca en la que está situada se

llama “la Plana Alta”. 45 Juan Francisco Fuertes y Carlos Mallench, Op. Cit., p. 92. 46 José Vicente Moya (2005), Op. Cit., p. 84.47 Juan Francisco Fuertes y Carlos Mallench, Op. Cit., p. 91. 48 Ídem.

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18

2.3. Primeros avances hacia València

Una vez alcanzado el río Guadalope de camino a Catalunya y detenido su avance por el

norte del Ebro en la línea del Segre, el Mando Nacional decide atacar de nuevo hacia el sur del

Ebro hasta llegar al mar Mediterráneo, con el objetivo ya nombrado con anterioridad de cortar

en dos la zona republicana. Para ello, según explica Valentín Solano en Guerra Civil en Aragón

(2006), el 14 de marzo se envía la orden de operaciones a las divisiones nacionales, a las que se

informa de que el ataque se va a llevar a cabo en cuatro direcciones: desde Caspe por Gandesa

hasta Mora de Ebro; desde Alcañiz hasta Tortosa, pasando por Gandesa; desde Alcorisa hasta

Morella; y desde Morella a Cantavieja. Como acción auxiliar, las tropas de Varela romperían el

frente por el río Alfambra para, tras llegar a Allepuz, avanzar hasta Albentosa, envolviendo las

posiciones republicanas situadas al este y al sureste de Teruel.49

Esta nueva estrategia moviliza a 12 divisiones franquistas,50 las cuales cogen por sorpresa a

las tropas republicanas.51 El imprevisto es tal y tan abrumadora la superioridad de fuerzas que,

a finales de marzo, la 4ª División nacionalista está a punto de tomar Morella, ya en la provincia

de Castellón, la cual acaba cayendo el 4 de abril a pesar de la resistencia opuesta por el batallón

de las Brigadas Internacionales 129, comandado por el polaco Wacek Komar.52 Los

supervivientes de la brigada se reorganizarán en el olivar de Lup (Sant Mateu) y se adentran en

el Baix Maestrat. Al mismo tiempo, el avance de las tropas de Franco es imparable: entre el 5 y

el 8 de abril, el Cuerpo de Ejército de Galicia se dedica a asegurar la bolsa de Morella,

ocupando Forcall y los vértices que dominan el sector (Tossal Gros, Turmell, Fusters y

Muixacre). La 4ª División de Navarra, por su parte, opera al norte de la carretera que va a Sant

Mateu, mientras que la 83ª División presiona por el sur de la misma.53

Tras la ocupación de Xert el día 12 de abril y de Cervera del Maestre y Sant Mateu el 13, el

general Aranda pronostica que el Viernes Santo (15 de abril) estará en Vinaròs y “se habrá

cumplido uno de los fines estratégicos más importantes que el Caudillo ha perseguido”.54

49 Valentín Solano (2006), Guerra Civil en Aragón, Vol. III (Zaragoza: Editorial DELSAN), p. 227-228. 50 Las divisiones 1, 4, 15, 82, 83, 84, 105 y 108; la División de Caballería; y tres divisiones italianas (Littorio,

XXIII de Marzo y Flechas), según Salas Larrazábal. 51 Formadas por las divisiones 11 (Líster), 35 (Walter), 45 (Hans), entre el Ebro y Alcorisa; las divisiones 47

(Durán) y 46 (El Campesino), entre Alcorisa y Ejulve; y las divisiones 19 (Recalde Vela), 27 (Del Barrio), 34 (Vega) y 68 (Trigueros), entre Ejulve y Rillo, según Salas Larrazábal.

52 José Vicente Moya (2005), Op. Cit., p. 78.53 Edelmir Galdón Casanovas (2010), Op. Cit., p. 31. 54 Manuel Aznar (1969), Historia militar de la Guerra de España, Vol. III (Madrid: Editoria Nacional), p. 118

Page 19: LA ANTESALA DE LA BATALLA DE LEVANTE

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El bando republicano, según explica Ciutat, no fue tan previsor y empezó a organizar la

defensa de València el mismo día que su enemigo llegó al Mediterráneo. Menéndez se ve

incapaz de frenar la ofensiva nacionalista pues, como él mismo indica:

De todos los apoyos que nosotros podemos proporcionar a las fuerzas puede decirse que

carecemos; no tenemos artillería de montaña y el enemigo la usa en gran cantidad; su

aviación en más o menos cantidad está permanentemente en el aire. La nuestra tiene un

despliegue que para nuestro Ejército es completamente nulo”.55

No obstante, Ciutat también deja claro que, desde ese primer momento, el resguardo

republicano de la zona levantina fue concebido como una “defensa activa, capaz de servir de

base para una enérgica contraofensiva destinada a restablecer la comunicación por tierra con

Catalunya”,56 para lo que era necesario mantener las posiciones militares lo más avanzadas

posible.

55 Conversación entre el Coronel Menéndez y el General Rojo (Archivo del General Rojo, AHN, Madrid), recuperada por Edelmir Galdón Casanovas (2010), Op. Cit., p. 31.

56 Francisco Ciutat, Op. Cit., p. 165.

Page 20: LA ANTESALA DE LA BATALLA DE LEVANTE

20

3. La ofensiva del Baix Maestrat

El 15 de abril de 1938 el ejército franquista alcanzó el mar Mediterráneo en tres lugares: en

Benicarló y en Vinaròs las tropas de la 4ª División de Navarra de Camilo Alonso Vega, y en

Alcanar las de García Valiño, una conquista que fue precedida por el ataque de la aviación

rebelde sobre varios barcos cargados de civiles y militares que intentaban retirarse hacia

Catalunya y la ciudad de València.57

La caída de Vinaròs fue un gran revés

para las esperanzas republicanas y tuvo gran

repercusión internacional –en las cancillerías

europeas se daba por segura la rápida

victoria de Franco–. La euforia se refleja

incluso en los planos de las unidades

actuantes, como el expuesto en la Imagen

1,58 donde un miembro de la Sección de

Cartografía de la 4ª División estima la

llegada a València en una semana.

El contagio de este optimismo generalizado entre las filas franquistas también tuvo que ver

con el hecho de que Vinaròs quedaba ahora constituida como “cabeza de puente de Mallorca, lo

que equivale a decir cabeza de puente de Italia”,59 pues al valor estratégico que conllevaba la

división del territorio republicano y sus aguas debía sumarse el valor logístico que suponía la

disposición de “un fondeadero por donde realizar un trasiego importante de mercancías,

armamento y hombres”60 frente a las costas mallorquinas, una circunstancia que facilitaba a su

vez el contacto con Mussolini y sus ayudas.

No obstante, según los datos recogidos por Ciutat,61 la penetración franquista en el País

Valencià hasta el momento no estaba siendo tan rápida como estas previsiones daban a

entender. Concretamente, entre el 9 de marzo –día en que el Cuerpo de Ejército de Galicia

inicia la ofensiva para romper el frente de Montalbán, que separa Aragón del País Valencià–62 y

57 José Vicente Moya (2005), Op. Cit., p. 78. 58 Edelmir Galdón Casanovas (2010). Op. Cit., p. 39. 59 Juan Francisco Fuertes y Carlos Mallench, Op. Cit., p. 80. 60 Ídem. 61 Francisco Ciutat, Op. Cit., p. 157. 62 Edelmir Galdón Casanovas (2010). Op. Cit., p. 24.

Imagen 1. Recu

Page 21: LA ANTESALA DE LA BATALLA DE LEVANTE

21

el 15 de abril, los franquistas solo lograron avanzar unos 130 kilómetros medios sobre la recta,

entre las posiciones iniciales al este de Montalbán y la costa de Vinaròs. Esto quiere decir que

los nacionalistas progresaron a un ritmo diario medio de 3 a 4 kilómetros.

La reacción republicana tras la llegada al mar de los franquistas tampoco se hará esperar, y

el mismo 15 de abril se pone en marcha el primer contingente de voluntarios. Desde la Estación

del Norte de València se ponen en camino 2.500 jóvenes llegados de los centros de

adiestramiento militar, los cuales serán incorporados a las diversas unidades de combate

dispersas por el territorio levantino –no sin antes ser despedidos por representaciones de la

Unión de Muchachas y de Socorro Rojo Internacional–.63

Por otro lado, el Gobierno, ya afincado en Barcelona, recurre al general José Miaja –como

ya hizo en noviembre de1936 durante el asedio de Madrid–, confiriéndole la plena autoridad

civil y militar del resto del territorio republicano. El 16 de abril, mediante un telegrama, Negrín

comunica al citado militar que “en los momentos actuales el Gobierno reafirma y robustece su

autoridad, dándosela sobre todos los Ejércitos Republicanos de la zona no catalana”.64

3.1. Las primeras jornadas de la batalla

Es muy difícil reconstruir esta fase de la guerra con la información primaria debido a la

escasez de documentación. De hecho, como indica Ciutat, “en los documentos escritos se solía

emplear lenguaje condensado, sin formulismos ni palabrería innecesaria. Se archivaba solo lo

imprescindible, y durante plazos limitados, lo demás se quemaba al cumplimentarlo”.65

Pese a esto, Moya66 hace un buen resumen de las primeras jornadas del enfrentamiento,

iniciado por la 4ª División de Navarra el 18 de abril de 1938 al atacar las posiciones

republicanas en la sierra de Irta con el fin de despejar la carretera nacional 340 y conquistar

Peníscola. No obstante, esta operación fracasará por el ataque de la aviación republicana y la

Brigada Mixta 107.

Ese mismo día, la 2ª Brigada franquista avanza por la carretera general protegida por una

compañía de carros blindados, pero es localizada y abatida por los republicanos, no pudiendo

avanzar más allá del puente situado a 6 kilómetros de Benicarló, debido a que éste estaba

63 Ibídem, p. 51.64Ibídem, p. 53.65 Francisco Ciutat, Op. Cit., p. 160. 66 José Vicente Moya (2005), Op. Cit., p. 94-95.

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destruido. A su vez, la 3ª Brigada avanza desde Càlig a la sierra de les Talaies sin encontrar

apenas resistencia, consiguiendo tomar las primeras alturas de dichos montes, donde serán

detenidos por una batería republicana instalada cerca de Santa Magdalena de Polpis. Por

último, la 83ª División nacional conquistará Tírig con el apoyo de tres trimotores Junkers J-45

y 17 cazas. Durante el segundo día de campaña, las tropas franquistas conquistan Peníscola i

Santa Magdalena de Polpis, y el día 20 de abril la 8ª División se hará con la Salzadella.

Alrededor del día 20, las tropas republicanas se hayan atrincheradas desde el mar, al sur de

Santa Magdalena de Polpis, hasta Ares del Maestrat, pasando por Montegordo, al sur de Tírig.

A esta línea de defensa se van incorporando los restos de las brigadas 38, 69 y 211, que vienen

a reforzar a las agotadas y reducidas 107, 52, 49 y al Batallón de Ametralladoras de València.

Muchas de estas brigadas no se hallan completas de efectivos, llegando a disponer solo de uno

o dos batallones de los cuatro que las integran.67

Al amanecer del día 21 empieza la preparación artillera de las tropas rebeldes, que

machacan todas las posiciones republicanas desde la sierra de Irta hasta la Salzadella, y a las 8

de la mañana la 4ª División inicia su avance hasta las inmediaciones de Esquerola y Aiguasera

(al oeste de Santa Magdalena de Polpis), donde las fuerzas republicanas están atrincheradas. A

su vez, por la carretera Benicarló-Castelló avanza el Batallón de las Navas, protegido por carros

de combate y una unidad antitanques, que deberá detenerse en la masía la Canonja por la

artillería republicana y la aviación enemiga.

Según Moya, 68 el avance por la sierra de Irta comenzó también a las 8 de la mañana del 21

de abril y fue ejecutado por los batallones 2º y 3ª de Flandes y 3ª de Sicilia. Las tropas

republicanas atrincheradas en el Palmeral (cota 481) se reagruparán en una línea de resistencia

en el Coll de la Palma (cota 509), desde donde dominan la carretera general y toda la sierra de

Irta. Los nacionalistas no conseguirán sobrepasar esta línea, pero numerosos soldados

republicanos se entregan a sus filas debido a la desmoralización y la desorientación que sufren

por las continuas explosiones de los proyectiles de artillería y de los morteros. Concretamente,

la 4ª División anota en sus diarios la captura de 138 prisioneros.

El día 22, los nacionalistas y un batallón de sus tropas moras (Mehala de Gomara) iniciarán

una nueva ofensiva, obligando a las tropas republicanas a retirarse hasta las posiciones de la

67 Partes oficiales de guerra 1936-39, Tomo II, Ejército de la República (1978) (Madrid: Editorial San Martín), p.

518. 68 José Vicente Moya (2005), Op. Cit., p. 102-103.

Page 23: LA ANTESALA DE LA BATALLA DE LEVANTE

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masía de Pedra Seca y el corral de Xupa. Este mismo día las tropas de Franco conquistan el

castillo de Alcalà de Xivert, consiguiendo adentrarse en la población la jornada siguiente.69 Las

fuerzas republicanas se retiran de la localidad, pero no resignadas, bombardearán Alcalà el 24

de abril con una escuadrilla de Tupolev SB-2 ‘Katiuska’.70 Mientras tanto, por el otro flanco, la

83ª División del Ejército de Galicia ve detenido su avance el día 25 de abril frente a la línea

defensiva Alcossebre-les Coves de Vinromà, mientras que el 13ª Batallón de Zamora y la 3ª

Bandera de la Falange de Asturias consiguen llegar a la cota 600 (masía de les Vaqueres de

Dalt).

A partir de la pérdida de Alcalà las tropas republicanas empiezan a endurecer su resistencia

y se incorporan unidades nuevas a los combates, sustituyendo o reforzando las tropas más

agotadas. En el otro bando, “los generales Aranda y Helmuth Volckman se reúnen en el cuartel

general franquista de Sant Mateu para ultimar los detalles de la colaboración de la Legión

Cóndor con el Ejército de Galicia, en su avance hacia València”.71

Así pues, tras más de una semana en este sector, las tropas franquistas solo habían

conseguido avanzar unos cuantos kilómetros. Según Preston, “la ofensiva contra Valencia no

había salido como estaba planeada”, ya que “una vez más, los republicanos demostraron su

heroica tenacidad en la lucha defensiva e hicieron que el avance de los generales franquistas

[…] por las tierras abruptas del Maestrat resultara lento y agotador”.72

La dureza de estos combates se prueba, según J. Vicente Moya, con las condecoraciones

otorgadas a las tropas nacionalistas implicadas en el ataque. En concreto, se concederán

medallas militares individuales al 4º Batallón del regimiento Bailen nº 24 y recaerán sobre

Julián Sánchez Infantes y José Carballeira Guerrero “por su valor en los combates acaecidos el

día 24 de abril”.73

Ante la solidez de la oposición, Aranda solicitará el apoyo de la Armada para bombardear

con los buques de guerra la franja costera del territorio, sobre la que se habían armado los

centros de resistencia republicanos. Tras esta orden, la mañana del 26 de abril los cañoneros

Canalejas y Cánovas y el minador Vulcano partieron del puerto de Vinaròs y atacaron el tren

69 José Vicente Moya (2014), Op. Cit., p. 5. 70 Juan Francisco Fuertes y Carlos Mallench, Op. Cit., pág. 97. 71 José Vicente Moya (2005), Op. Cit., p. 105.72 Paul Preston, Op. Cit., p. 302. 73 José Vicente Moya (2014), Op. Cit., p. 5.

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militar blindado74 colocado por los republicanos entre Torreblanca y Alcossebre. Las tropas de

Franco no conseguirán ejercer grandes daños sobre sus oponentes, por lo que el Generalísimo

ordenará “la suspensión de cualquier tipo de colaboración naval con el avance de las fuerzas

terrestres ante la necesidad de mantener la potencia de la Flota y cuidarla”.75

3.2. Llegan los refuerzos

Mientras en tierras castellonenses tenía lugar este rifirrafe entre tropas, por tierras turolenses

el Cuerpo de Ejército de Castilla iniciaba el 23 de abril su aportación particular a la operación

de la toma de València: afianzar la línea de comunicaciones entre Teruel y Sagunt, distrayendo

así la atención de las fuerzas republicanas para aliviar el avance de Aranda por la costa.76

Debido a la sorpresa del ataque, las líneas defensivas republicanas se derrumban y Varela

consigue alcanzar en una sola jornada el nudo de comunicaciones de Aliaga. No obstante, el

general franquista no ve cumplido su objetivo de llegar a Mora de Rubielos debido al aguante

de la 28ª División republicana, apostada en el sector de Cedrillas-Corbalán.

Según narran Fuertes y Mallench, en los días sucesivos y a lo largo de una semana

completa, la meteorología parecer aliarse con los republicanos: se desata sobre la zona un

temporal de viento, lluvia y granizo que hará fracasar la ofensiva nacionalista debido a la nula

visibilidad, que imposibilitaba el trabajo a la aviación y a la artillería, y al embarrado de los

caminos, que complicaba cualquier intento de avance terrestre. Pese al parón, el día 4 de mayo

se reanuda la ofensiva y el Cuerpo de Ejército de Castilla ataca en dos ejes: de norte a sur hacia

Alcalá de la Selva y de oeste al mar desde Teruel a Corbalán. Al mismo tiempo, el

Destacamento de Enlace baja desde Morella en dirección a Mosqueruela, con la intención de

enlazar Teruel con Viver, Segorbe y Sagunt.77

En el otro bando, la ayuda soviética llegaba a los puertos de Cartagena y Almería, donde

desembarcaban las armas que habían conseguido esquivar el bloqueo de la flota franquista y

habían sobrevivido a los bombardeos de la Legión Cóndor sobre los puertos, efectuados el 17

74 Los trenes blindados se utilizaron en la Guerra Civil como arma defensiva, por influencia de insurrecciones

como la bolchevique o la mexicana. En España su uso estará organizado por las llamadas Milicias Ferroviarias y la Brigada de Ferrocarriles de Trenes Blindados y Especialidades. Los trenes blindados nº 8 y 12 fueron los utilizados durante la Batalla del Levante, encuadrados en el 4ª batallón ferroviario, unidad perteneciente al cuerpo de Ingenieros que se distribuía a lo largo de la región oriental (Fuertes y Mallench, Op. Cit., p. 99).

75 Juan Francisco Fuertes y Carlos Mallench, Op. Cit., p. 96. 76 Ibídem., p. 105. 77 Antony Beevor, Op. Cit., pág. 519.

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de abril bajo el paraguas de la ‘Operación Neptuno’. A través de la frontera francesa también

continuaba entrando material de guerra. Concretamente, y según Fuertes y Mallench, durante el

mes de abril llegaron a España 30 cazas ‘Moscas’ I-16, 34 aviones Grummen ‘Delfin’ y 13

‘Chatos’, un material que permitía reponer con bastante rapidez las pérdidas producidas por los

innumerables combates.78

A esta ayuda internacional se sumó, el 25 de abril, las disposiciones urgentes emitidas por

Negrín, quien decretó la movilización de todos los trabajadores de la construcción

pertenecientes a las quintas comprendidas entre 1926 y 1922 que fueran “arquitectos,

aparejadores, encargados, maestros de obras, mosaístas y colocadores, montadores de cubierta,

carpinteros o similares, albañiles y peones”,79 entre otros. Estos nuevos reclutas fueron los

encargados de construir dos nuevas líneas fortificadas: una a la altura de Orpesa y que

avanzaba hacia el interior —la cual quedó terminada a finales de abril— y otra denominada

XYZ, apoyada en las sierras de Espadá y Javalambre, hasta alcanzar Santa Cruz de Moya

(Cuenca) y de la cual se hablará más adelante detalladamente.

Según Beevor, esta decisión de “renovar” la logística de combate se debe a la experiencia de

los bombardeos aéreos y la artillería, que había enseñado a las tropas republicanas la necesidad

de dotarse de refugios sólidos, pero también tiene que ver con las sigilosas infiltraciones de las

tropas moras en las trincheras, que les obligaron a localizar mejores posiciones para la

defensa.80

En sus nuevas líneas fortificadas, los ejércitos republicanos establecían perímetros de tiro

para el fuego cruzado y posicionaban sus ametralladoras de tal modo que cubrieran

perfectamente los puntos por donde era más probable que se produjera el ataque enemigo. Pero

una de las grandes ventaja de estas novedosas defensas compactas residía en la rapidez con que

se podía detectar al enemigo y con que, gracias a sus líneas de comunicación internas, se podía

llegar a prever la concentración de fuerzas enemigas o sus movimientos de aproximación. Estas

trincheras fijas, con las líneas de fuego soterradas para evitar la acción de los obuses, tenían

también otra utilidad: ayudaban a detener el pánico que cundía a veces entre las tropas tras un

corte de comunicaciones y hacía mucho más difícil que los soldados escapasen.

78 Juan Francisco Fuertes y Carlos Mallench, Op. Cit., p. 105. 79 Diario oficial del Ministerio de Defensa nacional, nª 98 (25 de abril de 1938). 80 Antony Beevor, Op. Cit., pág. 519.

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4. Nuevas estrategias para la guerra

A primeros de mayo de 1938 el nuevo gobierno dio a conocer una declaración de principios

que pasaría a ser conocidos como los “Trece puntos de Negrín”. Venía a ser una propuesta de

las normas que debían regular la convivencia entre los españoles en el hipotético caso de que la

guerra cesara y suponía una respuesta para aquellos sectores nacionales e internacionales que

pedían un final pactado del conflicto, puesto que establecía unas bases claras sobre las que

entablar una negociación con el enemigo. Sin embargo, con esta propuesta el Gobierno no solo

abría la puerta a la negociación, sino que también cargaba de razones a la voluntad de resistir.

Paralelo al impulso que el nuevo ejecutivo quería imponer a los acontecimientos políticos, el

Estado Mayor gubernamental decide diseñar una “estrategia destinada a romper con la

secuencia dominante de retrocesos en los frentes militares”,81 es decir, que empuje a los

ejércitos republicanos a tomar la iniciativa en el terreno bélico.

Así pues, el general Rojo convoca una reunión para el 30 de abril con los altos jefes de los

ejércitos del Centro, Maniobra, Levante y Andalucía, así como con los de la Aviación y la

Flota, para informarles de una operación de contraataque que se está preparando por el sector

de Morella y en la que se prevé implicar a todas las armas y ejércitos disponibles. El objetivo

era “atraer las reservas enemigas de los sectores amenazados de Allepuz y la costa y, si se

encontraba el hueco adecuado, progresar hacia el norte, sin quitar la vista en la remota

posibilidad de volver a conectar el territorio republicano”.82 Se trabajaba bajo el supuesto de

iniciar el contraataque el 5 de mayo, pero el enemigo tenía otros planes. Tras el estancamiento

del Cuerpo de Ejército de Castilla sobre tierras turolenses y el de Galicia sobre la costa, el

Generalísimo dará la orden al Destacamento de Enlace de Valiño, en reserva en el sector de

Morella desde su llegada al mar, de arremeter en dirección suroeste hacia Mosqueruela,

convirtiendo así el sector central en el principal de la Batalla de Levante. Con este cambio de

rumbo, el mando nacionalista pretendía fracturar el arco defensivo republicano formado sobre

la línea Teruel-Morella-Albocàsser, partiéndolo en dos y actuando a continuación sobre las

bolsas colaterales. De este modo, se pretendía distraer hacia el centro a las suficientes fuerzas

republicanas como para que las tropas franquistas pudieran actuar con mayor desahogo a

derecha e izquierda del territorio.83

81 Edelmir Galdón Casanovas (2010). Op. Cit., p. 72. 82 Ídem. 83 Juan Francisco Fuertes y Carlos Mallench, Op. Cit., p. 110.

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4.1. La línea XYZ

El 27 de abril Miaja envía a València una primera comisión para que, urgentemente, le

presente un primer proyecto de establecimiento de defensas capaces de contener los avances

enemigos y de asegurar la salvaguardia de la capital del Turia. Según explica Edelmir Galdón

en el artículo “El Bastión defensivo de la XYZ”,84 esta comisión estaba compuesta por el

Mayor Fuster Picó y por los tenientes coroneles Eduardo Sáez Aranz, antiguo profesor de la

Academia de Zaragoza, y Juan Bernal Segura, que había sido Comandante Miliar de la zona

donde se encontraba el Santuario de la Cabeza durante el combate por su ocupación.

La primera propuesta que presentan a Miaja es la construcción de una línea de defensa más

al sur de los actuales frentes defendidos por el Ejército de Maniobra –que se extienden en ese

momento desde el norte de Alcalà de Xivert y Albocàsser hasta Cintorres-, con el objetivo de

proteger los accesos a Castelló de la Plana. Su trazado arrancará acogiéndose a las alturas

situadas junto a Orpesa y continuará desde los centros situados en la sierra del mismo nombre,

por Ferradura y Gaidó, hacia el interior, por el tossal Roig, a la búsqueda de las estribaciones

situadas al noreste de Atzeneta y rebasando Vistabella por la sierra del Boí. A partir de aquí

enlazará con las defensas que ya se están construyendo en la carretera que une Iglesuela del Cid

con Mosqueruela, así como con la loma de Nogueruelas y el vértice de Peñarroya, hasta

alcanzar la sierra de Corbalán, punto de contacto con las líneas de defensa que por aquella parte

ya tenía establecidas el Ejército de Levante.85

La misma noche del 28 de abril, después de recibir dicho informe, el Coronel Matallana,

jefe del Estado Mayor de Miaja, firma una serie de disposiciones dirigidas a los Cuerpos de

Ejército de Maniobra y Levante que defienden todo el frente para que dediquen sus batallones

de fortificación y del personal civil que sean capaces de reclutar a la organización de la línea

defensiva encomendada por Miaja.

No obstante, la amplitud del frente hacía que este fuera muy difícil de guarecer, por lo que,

ante la posibilidad de que las líneas anteriormente descritas fuesen desbordadas por las tropas

atacantes, Miaja decidió crear otro arco defensivo que se situara más al sur, entre Castelló de la

Plana y València. El estudio de este nuevo trazado será encargado a una comisión presidida por

el Coronel Tomás Ardid Rey, bajo el mando del cual se había levantado el cinturón de defensa

84 Edelmir Galdón Casanoves, “El Bastión defensivo de la XYZ”. La Guerra Civil en el Alto Palancia: La

comarca en la defensa de Valencia (1938) (Ajuntament de Segorbe), p. 29. 85 Ibídem, p. 33.

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que en aquellos momentos permitía hacer frente al enemigo en Madrid. Esta segunda línea

defensiva será la que hoy conocemos como XYZ.86

El trazado de esta línea se sustentará sobre varios accidentes geográficos: irá desde la costa

de Almenara hacia los primeros relieves de la la sierra de Espadà en la Vall d’Uixó y

Alfondeguilla, atravesando la carretera Sagunt-Teruel por Viver y Jérica, siguiendo por Bejís

hacia las alturas de la sierra de Javalambre y alcanzando la provincia de Cuenca en Santa Cruz

de Moya.87

Su dirección y construcción quedó supeditada a la Agrupación de Ejércitos del Centro,

permitiendo que los Ejércitos de Levante y de Maniobra se preocuparan exclusivamente de los

frentes. Según Galdón, este hecho permitió que la primera fase constructiva se mantuviera en

un plano “más discreto” y la información sobre el trazado e importancia de la línea no llegase

en toda su magnitud al enemigo, hasta el punto de que algunas unidades franquistas “no

tuvieron conocimiento concreto de su existencia hasta que prácticamente no tropezaron con

ella”.88

El nombre de la línea, según especifica el oficial del Estado Mayor Republicano Gonçal

Castelló, tiene un carácter finalista. Su denominación, compuesta por las tres últimas letras del

alfabeto, daba a entender que la XYZ era la última opción real de defensa de València, y que si

era rebasada por el enemigo el camino hacia la capital del Turia quedaría totalmente abierto.89

Por esta razón, la misión de las tropas que se atrincheraron en la XYZ era la de “defender a

toda costa las posiciones […], sin pensar en repliegue de ninguna clase, teniendo en cuenta que

su resistencia ha de permitir al Ejército de Levante retirarse al amparo de la línea”.90

Fuertes y Mallench confieren otro sentido al nombre de la línea y señalan que las tres letras

que conforman el nombre sugieren “un concepto defensivo tridimensional: una línea

escalonada en profundidad, fortificada en altura y desplegada en un dilatado frente de Este a

Oeste a lo ancho de toda la provincia castellonense”.91

86 Edelmir Galdón Casanoves. Op. Cit., p. 34. 87 Fuertes y Mallench, Op. Cit., p. 118. 88 Edelmir Galdón Casanoves. Op. Cit., p. 35. 89 Gonçal Castelló (1987), València dins la tempesta (València: Edicions del Bullent). 90 José Manuel Martínez Bande (1977), La ofensiva sobre Valencia. Monografías sobre la guerra de España,

vol. 12 (Madrid: San Martín), p. 270. 91 Fuertes y Mallench, Op. Cit., p. 155.

Page 29: LA ANTESALA DE LA BATALLA DE LEVANTE

29

Según el cronista de la campaña de Franco, Manuel Aznar, 92 las fuerzas que actuarían en la

defensa de la línea XYZ estaban conformadas por 16 divisiones –integradas por 220 batallones

y 1 brigada de caballería–, 100 carros de combate, 200 piezas de artillería, 128 aparatos de

aviación y 5 divisiones más en la retaguardia. Por otro lado, las fuerzas atacantes habrían

contado con 19 divisiones y 2 brigadas de caballería –formadas por 227 batallones, 20

escuadrones, 645 cañones y 400 aviones– y estarían reforzadas por el Cuerpo de Ejército

Voluntario –a su vez reforzado por la 5ª División de Navarra, que le permitió entrar en combate

con un total de 38 batallones, 2 batallones de carros, un batallón mecanizado, 250 cañones, 42

piezas antitanque y 56 cañones antiaéreos–.

Aunque los autores no coinciden en las cifras exactas,93 las tropas de ambos bandos estaban

bastante equilibradas en cuanto a efectivos terrestres, pero, según Ciutat, la aviación franquista

superaba con creces a la republicana,94 tanto en número como en calidad de los aparatos, un

hecho que se convertirá con el paso de los meses en una de las razones de su victoria final.95

Desde la XYZ, la defensa mediante el fuego de amplias porciones de terreno se ofrecía

ventajosa y posibilitaba, al mismo tiempo, el repliegue a otros enclaves más retrasados desde

donde continuar ofreciendo una resistencia capaz de provocar al enemigo un gran desgaste en

sus intentos de penetración pero sin que el retroceso supusiera el hundimiento total del frente,

como había pasado en Aragón. No obstante, la verdadera fortaleza de la defensa residía en la

singularidad del relieve, que penetraba hacia el interior en una sucesión de barrancadas y

cadenas montañosas, sin vías de comunicación transversales que permitieran la profundización.

Especial dificultad suponía el sector de Espadà que, sin poseer grandes elevaciones:

Se caracterizaba por su acusado desnivel, además de estar distribuido de una manera

anárquica mediante una embrollada sucesión de altos, cerros, vaguadas y barrancadas de

modo que la conquista de cualquier altura no garantizaba más que un dominio muy

parcial del territorio circundante y, cuando esto sucedía, los defensores retrocedían a sus

inmediatas posiciones y el juego comenzaba de nuevo.96

92 Manuel Aznar (1969) Historia militar de la Guerra de España, Vol. III (Madrid: Editoria Nacional), p. 710 93 Ramón Salas Larrazábal dice que las tropas nacionales eran superiores en moral, pero muy inferiores en cuanto

a número de efectivos, y disiente del General Rojo, quién dice que las tropas Republicanas libraron la batalla con muy escasos efectivos.

94 Según Ciutat, en estas operaciones los nacionalistas contaron con entre 500 y 600 aparatos, distribuidos entre la Legión Cóndor y la Aviación Legionaria, lo que suponía una superioridad de 4 a 1.

95 Ciutat, Op. Cit., p. 197.96 Fuertes y Mallench, Op. Cit., p. 156.

Page 30: LA ANTESALA DE LA BATALLA DE LEVANTE

30

Destacan también Fuertes y Mallench que esta disposición orográfica “impedía, además,

acumular en los estrechos valles y vaguadas la cantidad de fuerzas necesarias para organizar un

asalto sobre las posiciones dominantes; las unidades atacantes no cabían, y la efectividad de la

artillería y la aviación se veía menguada por el relieve”.97

97 Ídem.

Page 31: LA ANTESALA DE LA BATALLA DE LEVANTE

31

5. Camino hacia Castelló de la Plana

Durante del parón acontecido entre el 28 de abril y los primeros días de mayo por razones

climatológicas, el ejército republicano se dedicará a fortalecer sus posiciones. La Brigada Mixta

209 se atrincherará en las masías de les Vaqueres, mientras que algunas fuerzas de la Brigada

Mixta 79 lo harán en el mas del Tirijà. En este momento, la población de les Coves de Vinromà

se convierte en un hervidero de tropas, por lo que será atacada constantemente por la aviación

franquista y la población civil se verá obligada a evacuar el municipio, dirigiéndose la mayoría

de sus habitantes hacia Benlloc, la Vall d’Alba o Castelló de la Plana.

Pero la calma dura poco, y el 3 de mayo las tropas nacionalistas inician tres ataques en

paralelo en los dos extremos del arco defensivo republicano: por el oeste, la 5ª División de

Navarra y la 82ª División (Cuerpo de Ejército de Castilla) desbordan a los republicanos en el

sector de la sierra de el Pobo; por el oeste, la 83ª División (Cuerpo de Ejército de Galicia)

presiona por la sierra de la Vall d’Àngel en dirección a la carretera les Coves-Alcalà; mientras

que en el extremo derecho del frente, las brigadas 52 y 79 del XXII Cuerpo de Ejército guardan

las posiciones de les Vaqueres, del mas del Tirijà y del vértice del Cavall. Mientras esto sucede,

el Destacamento de Enlace abre una tercera vía de penetración el día 4 de mayo, por donde

varias unidades moras y legionarias embisten las defensas de Cinctorres. Un día después, la 4ª

División de Navarra ocupa Alcossebre, la población más al sur a la que llegará el ejército

franquista en esta fase de la batalla.98

5.1. La resistencia a ultranza: los combates en la cota 300

Según explica José Vicente Moya en La Cota 300, punto clave para la toma de Cuevas de

Vinromà,99 el 4 de mayo de 1938 el Cuerpo de Ejército de Galicia recibe la orden de avanzar

hasta alcanzar el foso del río San Miguel o de les Coves, en les Coves de Vinromà. Desde el

amanecer, toda la artillería de las divisiones 83 y 4 bombardean las posiciones republicanas, y

sobre las nueve de la mañana, 34 Heinkel 111 de la Legión Cóndor bombardean la carretera de

Castelló de la Plana con 50 toneladas de bombas. Tras la preparación artillera, la infantería

franquista se lanza a ocupar las posiciones republicanas, que al atardecer ya han cedido todo el

frente que va desde les Coves de Vinromà hasta el mar.

98 Edelmir Galdón Casanovas (2010), Op. Cit., p. 74-75. 99 José Vicente Moya (2014). Op. Cit.

Page 32: LA ANTESALA DE LA BATALLA DE LEVANTE

32

Sobre las 9 de la noche del día 5, el 1º Batallón de Zamora y dos compañías del Batallón

Mehala-la Gomara se infiltran entre las tropas republicanas, cortando la carretera Alcalà de

Xivert-les Coves de Vinromà y ocupando la cota 300. No obstante, durante esa misma noche,

un contraataque republicano impide la total ocupación de la posición parapetándose en una

pequeña loma al este de la localidad de les Coves de Vinromà, donde los batallones de

fortificación han construido unas fuertes líneas defensivas mientras el resto de tropas combatían

en les Vaqueres, Murs e Irta.

Moya establece el coste de la toma franquista del río de les Coves en “más de 200 bajas,

entre muertos y heridos, en sólo tres días de combate”.100 Por su parte, según los cálculos del

autor, el Ejército Republicano ha registrado en el mismo periodo de tiempo un número similar

de bajas y más de 150 prisioneros.101

Entre el 6 y el 10 de mayo, la confrontación bélica en el frente de la cota 300 se basa

únicamente en contínuos bombardeos de artillería, dedicados a hostigar los trabajos de

fortificación de ambos contendientes. Será el 11 de mayo cuando los republicanos inician el

combate propiamente dicho: las trincheras franquistas empezarán a recibir cañonazos

procedentes de las baterías republicanas instaladas en la localidad vecina de Vilanova

d’Alcolea al mismo tiempo que varios carros de combate T-26 y vehículos blindados les atacan

por el flanco derecho. Inmediatamente después, la infantería republicana se lanzará al asalto

con el avance de las tropas del 4º Batallón de la 79ª Brigada Mixta, que llegan hasta las

alambradas enemigas sobre las ocho de la mañana. La artillería franquista responderá al ataque

con bombardeos sobre las posiciones republicanas del vértice del Cavall, cerca de la masía del

Paresant. No obstante, a pesar de la fuerte presión que ejercen, los republicanos consiguen

apoderarse de las primeras trincheras nacionalistas. Por la tarde, las Banderas de Falange y el

Batallón de Infantería de Argel conseguirán reconquistar las posiciones perdidas, obligando a

los republicanos a retroceder hasta su ubicación inicial.

100 Ídem. 101 El goteo de prisioneros y evadidos del ejército republicano es constante en estos días. Moya recoge algunos de

estos casos, como, por ejemplo, el de una sección de cinco hombres de la sección de transmisiones de la 6ª División que, con el pretexto de recoger el cable de comunicación con la 107 Brigada Movil (B.M.), se esconden en una alcantarilla de la carretera Alcalà-les Coves y al anochecer se entregarán a las tropas nacionales del 2º Batallón de Argel, situados en la misma cota 300. Según Moya, también se pasa a las fuerzas franquistas el sargento de sanidad de la 107 B.B., Antonio Villaplana López, el cual informa a los franquistas de que dicha brigada solo dispone de una ambulancia con cuatro camillas y que ha tenido unas 300 bajas en siete días de operaciones.

Page 33: LA ANTESALA DE LA BATALLA DE LEVANTE

33

No será hasta un mes después cuando, el 11 de junio de 1938, las tropas nacionalistas

ocupen las trincheras republicanas de la cota 300 y la localidad de les Coves de Vinromà. Los

republicanos habían abandonado sus posiciones el día anterior ante el peligro de los avances

franquistas hacia la localidad de Borriol, muy cercana ya a la capital de La Plana.

Según explica José Manuel Martínez Bande en La Ofensiva sobre Valencia (1977), el

malestar ante estas encarnizadas resistencias y los frenazos de los avances era tan evidente en

los altos mandos franquistas que, el 22 de mayo de 1938, el Jefe de las Fuerzas Aéreas

Nacionales, Alfredo Kindelán, llegó a escribir a Franco sobre la “necesidad de no proseguir la

maniobra actual sobre València”.102 Esta idea ya había pasado por la mente del Generalísimo el

18 de mayo, según Martínez Bande, quien recoge en su libro varias consideraciones que Franco

habría dejado plasmadas de su puño y letra, entre las que destacaba la idea de suspender las

operaciones en el Maestrat para buscar un “trazado más táctico y estratégico de las líneas”, que

permitieran la “economía de las fuerzas y la recuperación de los efectivos” y construir “una

Reserva General potente” para operar con fuerza en Cataluña.103 Mientras tanto, en el otro

bando Menéndez se dirigirá a todas sus fuerzas el día 5 de junio, asegurando que:

Sé cuánto tesón y ardor estáis poniendo en la lucha, pero quiero exhortaros, en la

seguridad de que así lo haréis, de que es necesario llevar al límite vuestro sacrificio en la

resistencia, en forma tal que podamos asegurar la integridad de la línea que ocupamos, de

la cual no debéis ceder al enemigo un solo palmo de terreno, sean las que sean las

circunstancias.104

Frente a estas declaraciones no pueden resultar anecdóticos los esfuerzos presentados por el

bando republicano en proteger les Coves de Vinromà, un municipio de poco más de 2.000

habitantes y sin ninguna ventaja etratégica aparente. Seguramente, la gran resistencia ejercida

durante mes y medio en este enclave responde a las órdenes de los altos mandos del ejército

que, como ya se ha indicado, instaron a sus tropas a resistir en todas las posiciones el máximo

tiempo posible mientras se perfeccionaba el trazado de la XYZ. Según Martínez Bande, fue el

General Rojo uno de los que más insistió en mantener una “actitud defensiva para dedicar la

máxima actividad a la reorganización de unidades y formación de reservas” y ordenó la retirada

102 José Manuel Martínez Bande, Op. Cit., p. 95 103 Ibídem, Pág. 96. 104 Documentación Roja. Tomo I: Ejército de Levante – L. 788 – C. 3. Del Servicio Histórico Militar (Madrid).

Recogido por José Manuel Martínez Bande en La ofensiva sobre Valencia. Monografías de la Guerra de España, nº 12 (1977), p. 284-292.

Page 34: LA ANTESALA DE LA BATALLA DE LEVANTE

34

“solo tras haber agotado todas las posibilidades de resistencia y contraataque”.105 Esto

evidencia, en opinión del autor, que “la decisión de resistir a toda costa […], de perpetuar la

guerra si era necesario o, al menos de restablecer el equilibrio táctico y estratégico había

tomado cuerpo y espíritu en los mandos más caracterizados del Estado Mayor”.106

5.2. El avance hacia la retaguardia

El 1 de junio, los ejércitos de Levante y Maniobras fueron absorbidos por el Ejército de

Levante, que quedará al mando del Coronel Leopoldo Menéndez. El objetivo era conseguir que

todos los esfuerzos, al estar concentrados bajo un solo mando, fueran más eficaces. Por otro

lado, el que fuera Comandante del Ejército de Levante hasta ese momento, Juan Hernández

Sarabia, pasaba ahora a hacerse cargo del Grupo de Ejércitos que operaba en Cataluña e

iniciaba con ellos los preparativos de la ofensiva del Ebro, una estrategia que pretendía distraer

a parte de las fuerzas enemigas que presionaban sobre València.107 Previamente, el 15 de

mayo, el general Miaja también había reorganizado el Grupo de Ejércitos de la Región Centro

(G.E.R.C.), al mando del cual destina al Teniente Coronel Fernando Casado, y había dado la

orden de resucitar a los Cuerpos de Ejército XV, XVII y XX, cuyos mandos se otorgan al

Mayor Durán y a los tenientes coroneles Palacios y García Vallejo.108

En el bando contrario, los avances de los tres ejes de la ofensiva franquista resultan bastante

desiguales: las fuerzas de Varela siguen estancadas ante las defensas del sureste de Puebla de

Valverde, fundamentalmente en Cerro Montero, el Coso y el alto del Morrón en Mora de

Rubielos; las unidades de Aranda, en cambio, consiguen algunos avances en el frente abierto

entre lCulla y Tírig, donde se abre una brecha en dirección a Atzeneta del Maestrat y se asalta

el flanco de la Serra d'En Galceran. Las fuerzas de Valiño, por otro lado, siguen avanzando

muy lentamente por la vía central de ataque y el 2 de junio ocupan el vértice del Penyagolosa,

desde donde se podía dominar visualmente todo el territorio para futuros avances.109

Pese a este aparente estancamiento, el 8 de junio Aranda consigue entrar en la localidad de

Atzeneta del Maestrat, punto clave por ser origen de cinco carreteras diferentes. Así, al

conquistarla, se establece comunicación directa con el terreno dominado por el Cuerpo de

105 José Manuel Martínez Bande, Op. Cit., p. 73-74. 106 Ídem.107 Edelmir Galdón Casanovas (2010), Op. Cit., p. 97.108 José Manuel Martínez Bande, Op. Cit., p. 103109 Edelmir Galdón Casanovas (2010), Op. Cit., p. 97.

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35

Ejército de Galicia y por el Destacamento de Enlace, cuya situación mejorará ahora

notablemente.110 Desde ese momento, el enemigo tiene abierto el camino hacia Vilafamés y

Borriol, un movimiento que garantizaba a las tropas sublevadas la posibilidad de cerrar la gran

bolsa formada en torno a las defensas de Albocàsser hasta el mar.111

Ante este hecho, el mando del Ejército de Levante toma una serie de medidas para

estabilizar el frente en un radio máximo de 15-20 kilómetros al norte de Castelló: el XXII

Cuerpo de Ejército, con las divisiones 6ª y 41ª, se repliegan sobre la línea Orpesa-Vilafamés,

para preparar la defensa al norte de Castelló; mientras tanto, la 70ª División se opone al avance

franquista desde las posiciones al este de Atzeneta del Maestrat, y el XXI Cuerpo de Ejército se

encara al avance del Destacamento de Enlace franquista en dirección a l’Alcora y Llucena.

No obstante, todos los intentos fracasan tras una inesperada maniobra del enemigo: el 11 de

junio, dos compañías de la 4ª División se infiltran de oeste a este en el territorio republicano

desde sus emplazamientos situados al noreste de Vilafamés, la Barona y Tossal d’en Bosch.

Las tropas franquistas llegan a alcanzar la Botalària y la Pererola, alturas al noroeste de Borriol,

desde donde dominan la población y la carretera de les Coves de Vinromà a Castelló de la

Plana, amenazando por la retaguardia las líneas de defensa que el XXII Cuerpo de Ejército

acababa de establecer.112

El 12 de junio las fuerzas republicanas tratan de formar una nueva línea defensiva con la

pretensión de evitar la caída de Castelló de la Plana: la 41ª División se sitúa entre el vértice

Raca y la costa, protegiendo el acceso norte a la ciudad; la 68ª División toma posiciones entre

el Molinàs y la Llovera con la misión de frenar la penetración enemiga a través de la sierra de

Borriol; a su izquierda resiste la 70ª División, atrincherada desde el sur de Borriol hasta el

noroeste de Sant Joan de Moró, enlazando por el sector de l’Alcora con el XXI Cuerpo de

Ejército que, con las divisiones 52ª, de Extremadura y de Andalucía, defiende los accesos a

l’Alcora y Llucena. Al finalizar el día, las tropas enemigas han ocupado ya las poblaciones de

Orpesa, la Pobla Tornesa, Vilafamés y Llucena.

Como último recurso y tras evacuar las fuerzas republicanas ubicadas en la sierra de Borriol,

la División 68ª –Brigadas CLXXXIX, CXC y CXCI- es mandada como unidad de refresco para

reconstruir el frente defensivo de Castelló de la Plana durante la noche del 12 al 13 de junio.

110 José Manuel Martínez Bande, Op. Cit., p. 103.111 Edelmir Galdón Casanovas (2010), Op. Cit., p. 101.112 José Manuel Martínez Bande, Op. Cit., p. 102.

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36

Esta estará respaldada por la 41ª División –desplegada desde la costa hasta el sur de Borriol–,

la CXCI Brigada (68ª División) y los restos de la Brigada 70. La estrategia responde, sin duda,

al mandato del General Menéndez, que esa misma noche, ordena “la defensa de la plaza a toda

costa, en el total sentido de la palabra”.113

5.3. La toma de Castelló de la Plana Castelló aparecía en 1938 como una sencilla capital de provincia con cerca de 37.000

habitantes, de economía eminentemente agrícola, algunas manufacturas y un pequeño puerto.

Un lugar, según Martínez Bande, que hubiera disfrutado del “privilegio” de esquivar la guerra

si no fuera por su localización geográfica, entre Barcelona y València, un dato que la convertía

en obligado lugar de paso y conquista para las tropas sublevadas.114

El 1 de mayo se iniciarán las labores de fortificación de la ciudad, recogidas por el Heraldo

de Castellón, diario autodenominado “antifascista” que asegura en sus titulares que los “bravos

fortificadores” castellonenses “levantarán murallas de granito donde se estrellarán los

invasores”.115 El día 12 del mismo mes, el diario pide que toda la ciudad sea militarizada: “No

ha de haber un lugar en la retaguardia donde se junten más de diez hombres, no importa la

edad, que no se apresten a recordar unos, a aprender otros el manejo del fusil y las más

elementales enseñanzas de instrucción”116-, mientras que el día 20 es la Unión de Muchachas

del pueblo de Castelló las que hacen un llamamiento entre las mujeres para convertirse en

soldados: “Nos comprometemos a morir antes que dejarnos arrebatar por el enemigo nuestras

libertades adquiridas”.117

Pero pese a todos los intentos por defender la ciudad, a las 19,30 h. del 13 de julio “los

soldados del Comandante Sargadoy alcanzaban las primeras casas de la ciudad”,118 mientras

que las fuerzas del General Alonso Vega completaban por el sur el rodeo del municipio.

113 Ibídem, p. 128.114 Ibídem, Pág. 99. 115 “Nuestros bravos fortificadores” castellonenses “levantarán murallas de granito donde se estrellarán los

invasores”. El Heraldo de Castellón. 1 de mayo de 1938: 3. Recuperado el 22 de mayo de 2019 en: https://arxiumunicipal.castello.es/castellonbib/es/catalogo_imagenes/grupo.do?path=1013542

116 “Todo el pueblo unido en armas”. El Heraldo de Castellón. 12 de mayo de 1938: 1. Recuperado el 22 de mayo de 2019 en: https://arxiumunicipal.castello.es/castellonbib/es/catalogo_imagenes/grupo.do?path=1018019

117 “Manifiesto de ‘Unión de Muchachas’ al pueblo de Castellón. El Heraldo de Castellón. 20 de mayo de 1938: 1. Recuperado el 22 de mayo de 2019 en : https://arxiumunicipal.castello.es/castellonbib/es/catalogo_imagenes/grupo.do?path=1021252

118 Luis María De Lojendio (1940), Operaciones militares de la Guerra de España, 1936-1939 (Barcelona: Montaner y Simón, S. A.), p. 516.

Page 37: LA ANTESALA DE LA BATALLA DE LEVANTE

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Fuertes y Mallench destacan que la proximidad de los franquistas y las señas de bienvenida

que algunos vecinos de la localidad les profesaron antes incluso de su llegada “exacerbaron a

los diversos grupos de tropas republicanas, que encolerizadas se emplearon con crueldad sobre

la población civil”.119 Según relatan los autores, los soldados republicanos obligaban a salir de

sus refugios a la población para encaminarlas a la fuerza hacia la retaguardia, asesinaban en la

calle a los que se demoraban o trataban de engañarlos dando voces de “arriba España” y “Viva

Franco” para disparar a aquellos que se asomaran al oír dichas consignas.120

Finalmente, las tropas republicanas no podrán hacer frente a la embestida franquista, y la

noche del 14 de julio la ciudad de Castelló “quedó totalmente pacificada”.121 El día siguiente a

las nueve de la mañana, según relata Luis María De Lojendio en Operaciones militares de la

Guerra de España (1940), las fuerzas del Cuerpo de Ejército de Galicia entran en la ciudad y

desfilan ante el general Aranda, para dirigirse después hacia Almassora, que ocuparán al cabo

de unas horas, y Vila-Real, que acabará cayendo en manos nacionalistas el día 17. Mientras

tanto, la 1ª División ha ocupado la Foya (14 de junio) y l’Alcora (15 de junio).122

Llegados a este punto, los nacionalistas debían de volver a replantearse las directrices para

ejecutar una nueva maniobra, pues había quedado claro que el avance por la costa estaba siendo

demasiado complicado.123 Así pues, los franquistas vieron claro que “no se podía avanzar más

sin liberar la sierra de Espadà, espina montañosa que a pocos kilómetros del mar amenazaba

cualquier intento de penetrar a través del estrecho pasillo de la llanura litoral”124 y el escenario

elegido por Menéndez que, gracias a su maniobra retardadora y de desgaste del enemigo, había

conseguido conducir a los franquistas al campo de batalla que los republicanos habían decidido

de antemano: la línea XYZ.

119 Fuertes y Mallench, Op. Cit., p. 129. 120 Al mando de la defensa de la ciudad de Castelló quedó la 6ª División republicana, en especial su Brigada 209,

que después del corte por Vinaròs había quedado desgajada de la que era su división original, la 46ª, la unidad del mando comunista “El Campesino”, famosa por su comportamiento brutal y salvaje, tanto con en el enemigo como con sus propios hombres (Fuertes y Mallench, Op. Cit., p. 130).

121 Luis María De Lojendio, Op. Cit., p. 518. 122 José Manuel Martínez Bande, Op. Cit., p. 137.123 El avance por la costa quedaría definitivamente detenido en Nules ante el debilitamiento al que el Cuerpo de

Galicia había estado sometido desde el inicio de la Ofensiva de Levante (Fuertes y Mallench, Op. Cit., p. 154). 124 Fuertes y Mallench, Op. Cit., p- 154

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6. Levante: campo de pruebas de la Legión Cóndor

Para este trabajo es interesante prestar atención a la afirmación que realiza el historiador

Antony Beevor en el apartado de conclusiones de La Guerra Civil española (2005), donde el

británico asegura que, durante el avance franquista por las tierras levantinas en la primavera de

1938, “la Legión Cóndor bombardeó pueblos y ciudades –concretamente Albocàsser, Ares del

Maestrat, Benassal y Vilar de Canes–, y luego tomó fotografías de ellos, desde el aire y desde

el suelo, para evaluar las pautas de los bombardeos y el monto de la destrucción que habían

causado”.125 Según Beevor, a los alemanes les interesaba, sobre todo, “verificar la precisión de

los bombardeos de los Stuka con bombas de 500 Kg”.126

Estas operaciones quedaron recogidas en el informe “Akte “Bombenwirkung” mit Fotos und

Luftbildern. Enthält: Albocacer, Ares del Maestre, Banasal, Villar de Canes”;127 custodiado

hoy en el Bundesarchiv-Militärarchiv de Friburgo (Alemania) y el cual puede traducirse como

“Expediente “Efecto de las bombas””. En estos documentos se incluyen, según especifica

Óscar Vives en su artículo La Legió Còndor i els bombardeigs de 1938 a Benassal,128 66

fotografías de los efectos de las bombas en estas cuatro pequeñas localidades castellonenses.

Estos pueblos fueron bombardeados entre el 18 y el 31 de mayo de 1938, en teoría como

preparación para la ofensiva terrestre que debían llevar a cabo las tropas franquistas.129

Así pues, bajo esta premisa, el 18 de mayo los Junker 87130 realizaron tres servicios de

bombardeo en picado sobre Albocàsser, dejando víctimas civiles, y uno sobre Ares del

Maestrat, donde se descargaron 6 toneladas de bombas. El 19 de mayo se repite el bombardeo

sobre Albocàsser, incluyendo esta vez el modelo Dornier 17 en la acción, y el 24 de mayo los

Junker 87 vuelven a actuar, esta vez en Ares del Maestrat, donde lanzan 3.000 Kg de bombas y

125 Antony Beevor, Op. Cit, p. 675.126 Ídem. 127 Puede consultarse su ubicación el siguiente enlace: https://www.archivportal-

d.de/item/WT4KIUVTD7JOY35WVAMPU6H2URSF4JLG?isThumbnailFiltered=false&rows=20&offset=0&viewType=list&hitNumber=17&facetValues%5B%5D=context%3DABHNSCHA3MMYTHCRJIBH63DJ5AFYI2P2&sort=random_3054052699991442121

128 Óscar Vives, La Legió Còndor i els bombardeigs de 1938 a Benassal. Recuperado el 25 de mayo de 2019 de: http://www.cazarabet.com/idea/textos/benassal.pdf

129Juan-Boris Ruiz-Núñez (2018), “Els bombardejos de la Legió Còndor: un espai de memoria a debat” en Silenci, oblit i preservació de la memoria democrática. Una aportació transversal (Universidad de Alicante), p. 34.

130 Durante la Guerra Civil los Junker 87 todavía no han recibido el apodo de “Stuka”, el cual se populariza durante la Segunda Guerra Mundial. El avión se presentó por primera vez en diciembre de 1936, aunque los primeros tres modelos no llegan hasta enero de 1938. Su primera actuación será entre el 18 y el 22 de febrero de ese año, en la zona de Teruel. (Vicente y Lázaro, 2017, p. 62-64).

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provocan la muerte de 10 personas.131 El día siguiente son asesinadas 13 personas en Benassal

al ser lanzados sobre dicha localidad 1.500 kg de bombas, la misma cantidad que se lanzará el

día 26 de mayo sobre Vilar de Canes. Los bombardeos se reanudarán dos días después, el 28 de

mayo, cuando son atacados Albocàsser, Benassal y Ares del Maestrat, llegándose a contabilizar

un total de 5.500 Kg de material explosivo lanzado.132

6.1. Los Junkers 87

El Tratado de Versalles prohibió a Alemania desarrollar una fuerza área propia. Pese a ello,

ya durante la década de 1920, los pilotos alemanes continuaban entrenando en la Unión

Soviética de Stalin y, a partir de la llegada de Hitler al poder en 1933, se empezaron a construir

nuevos aviones de combate para recomponer la desmantelada Luffwaffe, la fuerza aérea

alemana. Así pues, en 1935 el ejército alemán estaba mucho más avanzado que la mayoría de

los cuerpos militares europeos y, sin duda, la Guerra Civil española fue para el Führer el

escaparate y campo de pruebas perfecto antes de la Segunda Guerra Mundial, iniciada en 1939.

Una de las armas alemanas más importantes probadas durante el conflicto español fueron los

Sturkampfflugzeug133 Junkers 87 o Ju-87, aviones de bombardeo en picado y de precisión que

permitían fijar el impacto de las bombas en un área de menos de 5 m2. Esto facilitaba que el

objetivo pudiera ser encuadrado simplemente con la dirección del avión, el cual podía

precipitarse en picado hacia su objetivo desde los 4.000 metros de altura a una velocidad de

600 km/h y soltar una bomba de hasta 500 kg de peso a 500 metros sobre el blanco. Con esas

condiciones, el único error podía provenir de la habilidad del piloto a la hora de fijar la

trayectoria de la aeronave, pero, por otra parte, existía el riesgo de que el avión no pudiera ser

capaz de remontar el vuelo tras soltar la bomba debido a las velocidades que alcanzaba.

Este pues, era un proceso que necesitaba de entrenamiento, el cual, en opinión de Vives, se

llevó a cabo en los cuatro pueblos castellonenses comentados con anterioridad, que ofrecieron

un “escenario ideal para hacer pruebas en condiciones de combate, aunque sin prácticamente

aviación enemiga ni artillería antiaérea”.134

131 Óscar Vives (2013), Stuka. Experiments de la Legió Còndor, 1938 (Grup per la Recuperació de la Memòria

Història del Segle XX de Benassal), p. 49. 132Juan-Boris Ruiz-Núñez (2018), Op. Cit., p. 35.133 El nombre está compuesto por las palabras Stürze (caída), Kampf (combate) y Flugzeug (avión) y fue abreviado

por Stuka (Oscar Vives, Op. Cit.) 134 Óscar Vives, La Legió Còndor i els bombardeigs de 1938 a Benassal. Recuperado el 25 de mayo de 2019 de:

http://www.cazarabet.com/idea/textos/benassal.pdf

Page 40: LA ANTESALA DE LA BATALLA DE LEVANTE

40

Según explican Blas Vicente y Carlos Lázaro en su reportaje Stukas en la Guerra Civil

española: Luces y sombras de un mito (2017), fue el teniente coronel Günther Schwartzkopff

quien “defendió con ahínco los aparatos de bombardeo en picado y aconsejó el envío a España

de los Junkers 87 par que fuesen probados en misiones reales de combate”.135

El primer prototipo de estos aviones, el Junkers 87 V4136, llegó a Sevilla en diciembre de

1936, donde los alemanes “lo ocultaron celosamente a los españoles y no permitieron que se

acercasen ni fotografiasen”.137 Allí simultaneó vuelos entre aeródromos con misiones de

combate a las órdenes del teniente Ernst Bartels y el 8 de enero de 1937 regresó a Alemania

para servir de base al desarrollo del futuro Ju-87 Serie A, que llegó a España el 15 de enero de

1938 y actuó por primera vez entre el 18 y el 22 de febrero, en las batallas por Teruel.

6.2. Las evidencias

Durante los juicios llevados a cabo en Núremberg por los crímenes nazis en marzo de

1946, el General de la Luffwaffe, Hermann Göring, reconoció ante el tribunal que España le

brindó “la oportunidad de poner a prueba mi joven fuerza aérea… y también para que mis

hombres adquirieran experiencia”, según recoge el Grup per a la Recerca de la Memòria

Històrica de Castelló en su libro Castelló sota les bombes.138

Además de esta declaración, Vives

recuperó del archivo de Friburgo

fotografías que mostraban a los soldados

nazis posando al lado o dentro de los

cráteres que habían dejado las bombas.

En opinión del periodista Ferrán Bono,

esto demuestra como los soldados nazis

se acercaban a los lugares atacados para

“ponderar la devastación”.139

135 Blas Vicente y Carlos Lázaro (2017), “Stukas en la Guerra Civil española: Luces y sombras de un mito” en la

revista Desperta ferro: Contemporánea, nº 22, p.62. 136 La V venía de Versuchmachine (“prototipo”) y 4 por tratarse de 4 aviones (Vicente & Lázaro, Op. Cit., p. 62). 137 Blas Vicente y Carlos Lázaro, Op. Cit., p. 62. 138 Grup per la Recerca de la Memòria Històrica de Castelló (2007), Castelló sota les bombes (Castelló: Onada

Edicions) 139 Ferrán Bono. Las mortíferas pruebas de los ‘stukas’ en Castellón. Artículo publicado en El País el 2 de mayo

de 2018: https://elpais.com/cultura/2018/05/02/actualidad/1525284916_312678.html

Soldado nazi comprobando el cráter de una de las bombas de los Stukas recuperada en el documental Experimento Stuka.

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41

Vicent Sampedro mantiene la misma opinión en su libro Els bombardejos a Castelló i la

destrucció de Nules durant la Batalla de Llevant (2017), donde asegura que las fotografías

presentes en los archivos, tanto de los reconocimientos aéreos previos a los ataques como de las

consecuencias de los mismos, prueban que “todos los bombardeos fueron hechos con objetivos

claramente establecidos” y que “las consecuencias fueron estudiadas con cuidado por el mayor

Graf Függer, observador aéreo del Grupo A./88”,140 grupo de reconocimiento de las tropas

alemanas destinado a documentar toda la actividad de la Legión Cóndor y el efecto de sus

actuaciones en el campo de batalla.

6.3. El debate

La interpretación dual de estos bombardeos –es decir, como arma para destruir las

posiciones enemigas y como “entrenamiento” de los nuevos aviones alemanes antes de la

Segunda Guerra Mundial mandados directamente por el estado nazi y no por Franco– ha dado

lugar a un amplio debate, iniciado por la contestación a este análisis hecha por Lucas Molina

Franco y Rafael Permuy. En su artículo Mitos y falacias de los bombardeos del Maestrazgo por

aviones “Stuka” (2016), los autores aseguran que todo es una “patraña sin fundamento”141 y

que los de Albocàsser, Ares del Maestrat, Benassal y Vilar de Canes fueron bombardeos

normales en un contexto bélico en el que estas localidades eran objetivos militares

fundamentales para el ejército nacional en su avance hacia Castelló de la Plana y València.

Uno de los argumentos principales que, según Molina y Permuy, desmontan la teoría

iniciada por Vives es la proximidad de los cuatro pueblos al frente bélico y, en particular, al

llamado saliente del Maestrat, donde los autores señalan que estaba ubicada la Agrupación

Toral, encuadrada en el Ejército de Maniobra de Menéndez.142 Por otro lado, Molina y Permuy

hacen hincapié en el conocimiento que Franco tenía de los ataques realizados por la Legión

Cóndor, pues estos aparecen documentados en los partes de operaciones.143

140 Vicent Sampedro (2017), “Els bombardejos a Castelló i la destrucció de Nules durant la Bastalla de Llevant

(1938)”. Nules, un municipi estrtègic a la Batalla de Llevant. Bombardejos i supervivència de la població civil (Castelló: Universitat Jaume I), p. 103.

141 Lucas Molina Franco y Rafael Permuy (2016), Mitos y falacias de los bombardeos del Maestrazgo por aviones “Stuka” (mayo de 1938), artículo publicado en la revista Aportes, vol. 31, nº 90, p. 237.

142Ibídem, p. 220.143 Ibídem, p. 222.

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42

No obstante, el documental Experimento Stuka (2018),144 grabado por Pepe Andreu y Rafael

Molés con la colaboración de Vives, responde a estas cuestiones. Durante el filme, los

directores viajan al archivo del Ejército del Aire, en Villaviciosa de Odón (Madrid), donde

graban algunos de los partes de operaciones que se conservan sobre las actuaciones de la

Legión Cóndor que nos ocupan. Efectivamente estos ataques están documentados, pero la

información que se recoge difiere de la de otras operaciones militares, ya que, como el

espectador puede apreciar, no se especifica cuales eran los objetivos concretos de ninguno de

los bombardeos (más allá del nombre del pueblo) ni de quién provenía la orden. 145 Como se ha

indicado, esto contrasta con la información recogida en los partes de las operaciones

precedentes y posteriores a las que nos ocupan, que fácilmente abarcan entre cuatro y seis

líneas del documento y dejan establecidos objetivos tan concretos como el “cruce de carreteras

al sureste de Balaguer”, “emplazamiento de baterías antiaéreos en Villafamés” o “estación de

Nules y Villarreal”. 146

A este hecho suma Vives la lectura de los archivos personales del mariscal de campo de la

Luffwaffe, Wolfram von Richtofen, también custodiados en el archivo de Friburgo, donde,

según Vives, el militar escribe lo siguiente: “Poder arrojar nuestras bombas sobre verdaderas

ciudades permitiría averiguar los efectos de nuestras bombas, ya que al estar los pueblos muy

cerca del frente y ser su conquista inminente, es de suponer que podremos examinarlos”. 147

Beevor secunda esta visión de la historia, y durante el documental afirma que “estaba claro

que los alemanes no querían que los franquistas supieran lo que estaban haciendo porque era

trabajo alemán y no tenía nada que ver con la guerra civil”.148 Para el reconocido historiador

británico, el ataque estaba “totalmente premeditado”149 y fue “increíblemente importante para

el desarrollo de los Stuka porque aportó una gran cantidad de datos e información para futuras

aplicaciones”.150 Como ejemplo de esta posible premeditación, señala Beevor los ataques

realizados contra la iglesia de Benassal, la cual permitía matar dos pájaros de un tiro: testar las

bombas en los que acostumbraban a ser los edificios “más compactos” de las ciudades y servir

144 Pepe Andreu y Rafael Molés (2018), Experimento Stuka. Recuperado en Filmin el 23 de mayo de 2019:

https://www.filmin.es/pelicula/experimento-stuka 145 Ibídem, minutos 26:05-37:12.146 Ibídem, minutos 34-35:30. 147 Ibídem, minutos 53:02-53:35. 148 Ibídem, minutos 36:19-36:27. 149 Ibídem, minutos 49:17-49:37. 150 Ibídem, minutos 50:57-51:11.

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43

de “tapadera”, ya que al ser atacada una iglesia, mucha gente atribuyó la agresión a las tropas

republicanas.151

No obstante, para Vives la mayor confirmación de su teoría son las imágenes comentadas

con anterioridad y que, como se aprecia en el documental, recogían con extrema premura la

devastación causada, así como los datos recogidos en el informe custodiado en Friburgo,

donde según el autor se incluyeron las medidas de diámetro y profundidad de los cráteres

causados por las bombas.152

Pero Molina y Permuy achacan este procedimiento a un comportamiento normal en el

contexto bélico y, pese a reconocer la existencia de la unidad de reconocimiento de la Legión

Cóndor A./88 que se dedicaba, en parte, a documentar los efectos de las bombas, no consideran

que esto demuestre una posible voluntad alemana de utilizar el Maestrat como campo de

pruebas ni la posibilidad de que estos bombardeos se hubieran realizado sin contar con la

aprobación del mando franquista.153

Pese a esto, los dos autores se contradicen, pues afirman que:

El Ju-87 Stuka no era un avión pensado para atacar a personas –ni soldados, ni civiles–,

sino un aparato que aportaba una artillería de precisión al despliegue de las unidades de

tierra, siempre en apoyo de éstas. Por tanto atacaba, fundamentalmente, puestos de

mando, nudos de comunicaciones –terrestres, marítimos y ferroviarios–, fortificaciones,

trincheras, concentraciones de vehículos, blindados, carros de combate.154

No está registrada la presencia de ninguno de estos elementos en los cascos urbanos de estos

pueblos, incluso Molina y Permuy son incapaces de atestiguarlo155 o contradecir los

testimonios de algunas víctimas de los bombardeos, recogidos por Andreu y Molés en el

documental, que aseguran que en los municipios –algunos extremadamente pequeños, como

Vilar de Canes, que contaba con unos 400 hab.– no había fortificaciones republicanas, más allá

de algún campamento de soldados en Albocàsser.156 Así pues, unos ataques tan violentos

parecen ser desproporcionados en relación a la importancia bélica de las cuatro localidades.

151 Ibídem, minutos 54:16-54:51.152 Ibídem, minutos 45:30-48:57.153Lucas Molina Franco y Rafael Permuy, Op. Cit., p. 231.154 Ibídem., p. 238. 155 Solo hacen referencia a 22 carros de combate y 34 blindados “en la zona” (Molina y Permuy, 2016, p. 238),

pero en ningún momento aseguran que dentro de las villas hubiera presencia militar republicana, más allá de algún soldado que pudiera estar hospedado o de paso en el municipio.

156 Pepe Andreu y Rafael Molés, Op. Cit., minutos 21:20-22:05.

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“Los pueblos fueron escogidos por motivos prácticos”, asegura Vives durante el

documental. Esta practicidad la atribuye a la cercanía de estas localidades a la base aérea de la

Sènia, un elemento fundamental si tenemos en cuenta que, en principio, los Ju-87 solo podían

transportar 250 Kg de bomba, por lo que debía probarse la viabilidad de pilotarlos con menos

gasolina y sin copiloto, aligerando así el peso considerablemente.157

Cabe destacar en este punto que, en el mes de marzo de 1938 Franco se había

comprometido, frente a las presiones internacionales acaecidas tras bombardeos tan mediáticos

como los de Guernika, a “restringir al máximo los bombardeos aéreos sobre poblaciones

civiles, limitando su utilización a casos extremos de imperiosa necesidad militar”,158 un

supuesto que parece no casar con los bombardeos de Vilar de Canes, Benassal, Albocàsser y

Ares del Maestrat.

157 Ibídem, minutos 49:46-50:53. 158 Antonio Marquina (2006), Los bombardeos aéreos de poblaciones civiles en 1938: los límites de la

independencia de la diplomacia Vaticana con respecto a las políticas de Francia y Reino Unido (Unisci Discussion Papers, nº 12). Recuperado el 27 de mayo de 2019 de: https://www.ucm.es/data/cont/media/www/pag-72529/UNISCIMarquina12c.pdf, p. 275

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7. La última fase: el camino hacia Valencia A partir de la conquista de Castelló y durante todo el resto del mes de junio, el interés de la

lucha que se desarrollaba en el frente tendido entre Teruel y el Mediterráneo se esfumó un

poco. La guerra se generalizó tanto hacia el Pirineo como en las líneas del Ejército del sur, en

los sectores de Sierra Morena. Hubo forcejeo y combate diario en las posiciones orientadas

hacia València, pero los avances allí efectuados respondieron a un tipo de rectificación de

frentes previo a la última embestida, que se acometió entrado ya el mes de julio de 1938.159

Esta última ofensiva comenzó en la Muela de Sarrión, justo con la caída de ésta el 13 de

julio de 1938, y concluyó frente a las posiciones defensivas de la línea XYZ el 25 de julio,

coincidiendo con la Batalla del Ebro. En tan solo cinco o seis días las tropas de Franco

recorrieron la distancia existente entre Sarrión y Viver sin combatir prácticamente nada, salvo

en la zona de Manzanera y la de Mora de Rubielos, donde el XVII Cuerpo de Ejército allí

atrincherado tenía orden de resistir el máximo posible para dar tiempo a la finalización de la

línea defensiva de Viver.160

7.2. El plan republicano Con la confirmación de que Castelló de la Plana había caído se hizo evidente que la guerra

estaba ya a las puertas de València. El esfuerzo de fortificación del ejército republicano se

había centrado en la línea XYZ, en un radio aproximado de 45 kilómetros a partir de la capital,

pero no existía ninguna otra defensa detrás de ella. Pero la idea de “resistencia a ultranza” no

terminaba en la XYZ, por lo que ya a mediados de julio, se dictaron las órdenes pertinentes

para empezar a levantar tres líneas fortificadas más entre esta y la capital valenciana: la

primera, llamada “Posición Intermedia”, aprovechaba el curso del río Palancia y contemplaba

la dinamitación de los puentes situados a la altura de Sagunto, mientras que la segunda,

bautizada “Intermedia”, se recostaba sobre la sierra Calderona, y la tercera, la “Posición

Valencia”, se desplegaba por la huerta valenciana formando un ángulo recto que tomaba como

vértice la propia ciudad, y como lados el río Turia y la costa.161

159 Luis María De Lojendio, Op. Cit., p. 522.160 Blas Vicente Marco (2010). La defensa de Valencia en el Alto Palancia: combates en al Sierra de El Toro

(pág. 199-240) en La Guerra Civil en el Alto Palancia: La comarca en la defensa de Valencia (1938) (Ayuntamiento de Segorbe), Pág. 200.

161 Fuertes y Mallench, Op. Cit., p. 158-159.

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También se crearon para la defensa de la XYZ tres nuevos cuerpos de ejército: el XX, al

mando del teniente coronel Gustavo Durán; y otros dos denominados “A” y “B”, dirigidos por

los tenientes coroneles Ernesto Güemes y Carlos Romero. Detrás de la línea, además, quedaba

situada una Línea de Sostenes constituida por una serie de compañías desgajadas de los

batallones de primera línea que acudirían en apoyo de estos ante cualquier pérdida en la

potencia de los fuegos defensivos, y también una Línea de Reservas formada por una brigada

de cada división.162

El día 25 de julio, los franquistas todavía creían que la conquista de València sería

inminente y, de hecho, hubiese sido la coronación de todo este formidable forcejeo al que venía

dedicado el ejército sublevado en las tierras que mediaban entre Teruel, el Maestrazgo y el mar.

Hubiese sido la brillante coronación de una de las más enérgicas ofensivas de la historia de esta

contienda. Pero no pudo ser así, pues la noche del 24 al 25 de julio, el Ejército del Ebro cruzaba

el río homónimo, creando una gran amenaza para los sublevados.163

El general Franco vio en aquel repliegue del Ebro la ocasión de dar al enemigo la batalla

aplastante y decisiva, así que suspendió las operaciones para la toma de València y trasladó sus

unidades con la mayor rapidez posible. La 82ª División, ubicada en la zona de Albentosa,

marchó en camiones hacia Batea (Tarragona); la 4ª División de Navarra, a excepción de tres

batallones que debían guardar las posiciones nacionalistas en Artana, fue trasladada a

Ulldecona; del Destacamento de Enlace se despegó la 84ª División, que retrocedió hasta Prat de

Comte; y el Ejército de Castilla perdió a las divisiones 105 y 52. Todas estas fuerzas pasaban a

depender del general Yagüe, jefe del Cuerpo de Ejército marroquí.164

En la documentación del Cuerpo de Ejército del Turia queda recogida una orden del día 26

de julio de 1938 que dice: “Para atender con toda libertad las operaciones que se desarrollan en

el Sector del Ebro, el Mando ha decidido aplazar, momentáneamente, la ofensiva de

Levante”.165

Los republicanos habían conseguido salvar València, de momento.

162 Ibídem, p. 156-157. 163 Luis María De Lojendio, Op. Cit., p. 526.164 José Manuel Martínez Bande, Op. Cit., p. 182.165 Documentación Nacional. Cuartel del Generalísmo. Tomo II: Ofensiva de Levante – L. 376 – C. 28. Del

Servicio Histórico Militar (Madrid). Recogido por José Manuel Martínez Bande en La ofensiva sobre Valencia. Monografías de la Guerra de España, nº 12 (1977), p. 183.

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8. Conclusiones Si la Campaña de Aragón significó para los nacionales un ensayo precoz de la Blitzkrieg de

la Segunda Guerra Mundial, la ofensiva de València fue para los republicanos una práctica de

defensa elástica y escalonada que también los alemanes habían puesto en práctica en el tramo

final de la Gran Guerra. Esta defensa había sido estudiada en las academias militares: se pisaba

un territorio sobre el que se podía ir cediendo, se disponía de reservas con las que ir

alimentando el combate y, mientras tanto, el Mando tenía tiempo para decidir, preparar y dirigir

la maniobra. Se había hecho un buen trabajo: al final de la batalla en muchos puntos de

contención previos a la línea propiamente dicha, se detuvo al enemigo sin que éste llegara

nunca a alcanzarla.166

En esta línea, Pierre Vilar asegura en La Guerra Civil española (1996) que la de Levante

“llegó a ser una guerra de trincheras a la manera de 1914, que no acabó hasta noviembre (…) y

que se considera frecuentemente el origen del fracaso republicano final”.167 Aunque, según

Preston, también es uno de los momentos más críticos del ejército franquista, que se encontró

sin esperarlo con una resistencia a ultranza para la que, en un principio, parecían no estar

debidamente preparados.

Para Preston, la decisión de priorizar el ataque sobre València tomada por Franco se debía,

en parte, al temor a que tras la anexión alemana de Austria en el mes de marzo, los franceses

intervinieran en favor de la República en Catalunya. Por otro lado, a Hitler también le

inquietaban las posibles repercusiones en el ámbito internacional de una victoria inmediata de

los nacionalistas cuando hacía tan poco de la anexión de Austria, por lo que apenas se opuso al

cambio de viraje de las tropas franquistas, miedoso de que los ejércitos aliados pudieran

desbaratar sus planes.168 Así lo señala también André Brissaud en su biografía del jefe secreto

del Reich, Wilhelm Canaris, en la que asegura que “la principal preocupación de Franco no es

de orden militar, sino político”.169 De la misma manera, Brissaud reproduce la conferencia

militar presidida por Hitler el 5 de noviembre de 1937, donde este defendía que “una victoria

total de Franco no es deseable desde el punto de vista alemán; más bien tenemos interés en que

esta guerra continúe y que la tensión persista en el Mediterráneo”.170

166 Fuertes y Mallench, Op. Cit., p. 156-157. 167 Pierre Villar (1996), La Guerra Civil española (Barcelona: HUROPE), p. 86. 168Paul Preston, Op. Cit., p. 307. 169 André Brissaud (1972), Canaris (Barcelona: Editorial Noguer), p. 142. 170 Ibídem, p. 135-136.

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En mi opinión, la razón que motivó el ataque sobre València de las tropas sublevadas fue la

misma que animó la idea de la “resistencia a ultranza” entre las republicanas. En este sentido

habla Hugh Thomas, que explica como Negrín “puso cada vez más su esperanza en la salvación

de Espala en el estallido de la Guerra Mundial, con lo que suponía que quedarían finalmente

resueltas las dificultades españolas”.171

Así pues, en ambos bandos se esperaba una intervención de los aliados –en uno se temía y

en el otro se rezaba por ello–, y esto desembocó en un conflicto sin parangón. “Nunca en la

guerra, ni antes ni después, se movilizaron fuerzas tan cuantiosas en frente tan reducido y para

participar en una sola acción bajo un solo mando”,172 asegura Salas Larrazábal en Historia del

Ejército Popular de la República.173

València fue el punto álgido de la obstinación del mando republicano, el enclave desde

donde la Guerra Civil podía haberse girado a su favor –con el levantamiento del acuerdo de “no

intervención”–174 o donde lo construido por la República durante sus cinco cortos años de

existencia empezaría a derrumbarse. Ambos bandos pusieron todo su empeño en la resistencia

de sus planes para València, pero tal vez los historiadores no hemos puesto todo el empeño

necesario por reconocer dichos esfuerzos.

Con este trabajo solo espero haber contribuido a enmendar dicho error mínimamente.

171 Hugh Thomas, Op. Cit., p. 450. 172 Ramón Salas Larrazábal (1973). Historia del Ejército Popular de la República, Vol. II (Madrid: Editora

Nacional), p. 1.946.173 Entre el 13 de abril y el 14 de julio, Salas Larrazábal contabiliza 15 Divisiones y 40 Brigadas enviadas a

Levante, a las que había que sumar las que ya se encontraban en dicho campo de batalla. 174 El 13 de mayo, Julio Álvarez del Vayo, ministro de Asuntos Exteriores, pedía ante el Consejo de la Sociedad

de Naciones que se reconsiderase el caso de la no intervención, pero este propósito no prosperó por la decisión de lord Halifax, Secretario de Asuntos Exteriores de Gran Bretaña, que consideraba necesario centrar las energías en Checoslovaquia para evitar la precipitación de una guerra mundial (Salas Larrazábal, 1973, p.192).

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