La Aplicación de Los Principios del taichi para personas mayores
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LA APLICACIÓN DE LOS PRINCIPIOS DEL TAICHI PARA LA PREVENCIÓN
DE CAÍDAS EN MAYORES Y DISCAPACITADOS FÍSICOS
Arieh Lev Breslov
A partir de su experiencia en la enseñanza a personas mayores y con discapacidades físicas, y
convencido de que la mente puede compensar en gran medida el debilitamiento natural del
cuerpo, el autor desarrolló su propio sistema para transmitir los principios del Taichi a este
sector de la población. Este trabajo es un resumen de las técnicas que ha desarrollado y sus
conclusiones.
Hace unos diez años comencé a notar que aumentaba el número de personas mayores inscritas a
mis clases de Taichi. Esta oleada de interés surgió gracias a un estudio de la Universidad de Emory
que mostraba que los ancianos de más de 70 años que practicaban Taichi se caían un 47, 5 %
menos que los integrantes de los grupos de control. El resultado se divulgó ampliamente en los
medios y publicaciones dirigidas a los mayores, tales como Maturity Magazine, y en varios
estudios posteriores se dieron a conocer además otras virtudes del Taichi, como su influencia en la
regulación de la tensión arterial y en la disminución de los dolores artríticos.
Forma física y memoria
Yo me sentía feliz con la incorporación de estos alumnos nuevos y entusiastas, pero pronto
descubrí que aprender la forma no iba a ser una tarea fácil para ellos. A su edad, el primer gran
obstáculo era la pérdida de memoria a corto plazo, que incapacitaba a los alumnos más mayores
para aprender la secuencia de Taichi. El segundo problema tenía que ver con la condición física de
la mayoría de los ancianos, que no era la adecuada para hacer frente a las duras exigencias del
Taichi que yo enseñaba. Muchas personas mayores, por ejemplo, tienen
lesiones de rodilla o cadera que les impiden "hundirse" completamente en las piernas. A pesar de
todo, un número reducido de ellos consiguió aprender la forma completa y aún continúan
practicándola bastante bien. Una alumna, médico, tardó tres años en aprenderla después de pasar
por varios grupos diferentes. Ella es la prueba viviente de que la perseverancia es la clave del éxito
en el Taichi. Otro alumno con similar fuerza de voluntad, un marine que había luchado en la II
Guerra Mundial, también lo consiguió. En el otro extremo de la balanza, he tenido alumnos con
veinte años que eran incapaces de recordar la secuencia de la forma o que tenían dificultades
físicas que les impidieron continuar en mi clase. Como profesores creo que es importante ser
conscientes de las limitaciones propias de la edad, al tiempo que mantenemos una actitud abierta
hacia cada alumno en particular.
Cuando empecé a enseñar Taichi a mayores recuerdo que una pareja de más de setenta años
comenzó a venir a mis clases. Una tarde estaba observándoles mientras hacían la forma, y al verles
practicar de manera tan diferente a lo que yo intentaba enseñarles comprendí que probablemente
nunca llegarían a aprenderla. Aún así deseaba ayudarles, tanto a ellos como a mis otros alumnos
mayores, y por eso escribí al doctor Stephen Wolfe, de la universidad de Emory, para que me
enviase un resumen de su decisivo estudio. Descubrí que los ancianos participantes en el estudio
habían aprendido unos cuantos movimientos específicos cuyo grado de dificultad se ajustaba a su
condición física. Obviamente, era la estrategia más lógica.
Poco después me ofrecieron la oportunidad de enseñar en un club de ancianos de mi localidad.
Normalmente venían a cada sesión entre treinta y cuarenta alumnos, en su mayoría mujeres. La
capacidad física y mental de los alumnos era muy desigual. Mientras que algunos se encontraban
más o menos en forma, otros necesitaban andadores o sillas de ruedas, y ninguno era capaz de
aprender la forma completa. Dado que en esta ocasión mi enfoque habitual no era realista, tuve
que improvisar sobre la marcha. Empecé con fáciles ejercicios de estiramientos que podían hacer
de pie o sentados en sillas, Chikung, meditación, y adaptaciones de ejercicios de Chansigong y de
la forma de Taichi que podían practicar también sentados. Probaba ideas nuevas, por ejemplo, les
introduje en la meditación de la sonrisa interior para ayudarles a relajarse y sentirse mejor.
Después hablábamos sobre las imágenes que les habían hecho sonreír y esto nos llevaba a
historias interesantes de su pasado. Por los comentarios que me hacían descubrí que les gustaba
la clase, especialmente a las mujeres. La clave era el planteamiento ecléctico y creativo.
Pérdida de la capacidad de andar
Tras varios años comencé a entender que éste es uno de los principales problemas a los que se
enfrentan muchas mujeres mayores. Su sentido del equilibrio se vuelve más inestable y sus
piernas se debilitan. Suelen vivir aterrorizadas por la idea de caerse, porque romperse una cadera
o una pierna lleva a menudo a la inmovilización y a la muerte, y ya han visto cómo esto les ocurría
a sus padres y a otras personas de su misma edad. Un estudio reciente muestra que el miedo a
caerse es la primera preocupación de las personas mayores. Esta era la razón de que el estudio de
la universidad de Emory fuera tan importante para los ancianos y de que quisieran aprender
Taichi. Deseaban conservar su capacidad de andar sin caerse.
Al comprender esto empecé a concentrarme en lo que realmente necesitaban de nuestro arte mis
alumnos mayores. Me parecía que diseñar una secuencia con unos cuantos movimientos no
resolvería el problema del deterioro del equilibrio y la capacidad para andar. Sin embargo, tenía
claro por mi experiencia que los principios del Taichi podían formar la base de un programa viable
para reforzar la estabilidad y "aprender a andar". Cheng Man Ching dijo una vez que él siempre
estaba practicando Taichi, incluso cuando daba un paseo. Yo entendía por esto que una vez se
interiorizan los principios, la forma ya no es necesaria. En el transcurso de varios años desarrollé
un programa dividido en cinco partes y basado en los principios de los clásicos del Taichi que
llamé Taichi Walking.
Flexibilidad
La primera parte del programa se centraba en ejercicios de flexibilidad que se podían practicar de
pie o sentado. Al interactuar con los ancianos me di cuenta de que estaban muy agarrotados. En
algunos casos era el resultado de toda una vida sin hacer ejercicio, y en otros del proceso natural
de envejecimiento. Al andar, un cuerpo rígido y agarrotado carece de la estabilidad que tiene
alguien que puede hundir el peso en las piernas con suavidad, como si flotara. Además, en una
caída, cuanto más rígido está el cuerpo más posibilidades hay de que se produzcan fracturas. En el
Tao Te Ching se dice: "Lo rígido y duro es discípulo de la muerte, lo suave y flexible es discípulo de
la vida." En otras palabras, volverse más flexible es una manera de prolongar la vida. Por otra
parte, los ejercicios de flexibilidad eran un buen preámbulo a los ejercicios más exigentes de la
siguiente fase.
Fortalecimiento de las piernas
La segunda parte del programa para andar consta de seis ejercicios destinados a reforzar las
piernas. Es obvio que dos de las razones fundamentales por las que se va reduciendo la capacidad
de caminar de los mayores es la pérdida de fuerza muscular y el deterioro de las articulaciones de
las piernas, pero eso no significa necesariamente que tengamos que volvernos inestables. Con el
ejercicio apropiado podemos mantener nuestras piernas lo bastante fuertes como para andar con
normalidad y tener una buena calidad de vida hasta edades muy avanzadas.
En mi programa los ancianos fortalecen las piernas con la ayuda de una silla. Apoyarse en el
respaldo es una medida de precaución para evitar que pierdan el equilibrio al sostenerse sobre
una sola pierna. Los ejercicios se realizan lentamente y trabajando con la intención. Siempre hago
hincapié en que el acto de bajar la pierna es tan importante como el de subirla. Una idea crucial en
el Taichi es la intención o concentración. Como dicen los clásicos, "el Yi (la intención) y el Chi (la
respiración) son el soberano, los huesos y los músculos son la corte". Diferentes estudios, entre
ellos uno realizado con levantadores de pesas rusos, muestran que cuando la mente interviene en
el ejercicio físico mejora el rendimiento. Por supuesto, esto no es ninguna novedad para los
practicantes de Taichi. Yo estoy firmemente convencido de que la mente puede compensar en
gran medida el debilitamiento natural del cuerpo. Pero "hacer ejercicio" no es suficiente, y aquí es
donde los principios del Taichi pueden ser de gran valor para reducir el deterioro que se va
produciendo con el envejecimiento.
Para enseñar a utilizar la intención utilizo la meditación de la respiración profunda, que implica
examinar el estado del cuerpo empezando por los dedos de los pies y continuando por las piernas
hacia arriba. El objetivo es ayudar al alumno a que tome conciencia de la conexión entre mente y
cuerpo, lo que supone para muchos un concepto nuevo. Esto es importante de cara a la
prevención de las caídas porque un elevado porcentaje de ellas se produce por falta de atención, y
cuando una persona mayor tropieza es muy probable que se caiga y se haga daño.
Al enseñar estos ejercicios insisto en otro principio del Taichi: "El movimiento debe enraizarse en
los pies y transmitirse a través de las piernas". Los alumnos tienen que llevar todo el peso a una
pierna y levantar el pie contrario del suelo. Para ello les pido que se concentren en la acción y
empujen el suelo con la pierna que soporta el peso para alzar la otra. Así fortalecen ambas piernas
y toman conciencia de la relación cinética natural que existe entre ellas al caminar, al tiempo que
se preparan para lo que denomino "el paso de Taichi" (Taichi Walking).
El paso de Taichi
Elegí este ejercicio para la tercera parte de mi programa porque es sencillo y a la vez incorpora los
principios básicos del Taichi en relación al equilibrio y el modo correcto de andar. Buscaba algo
que fuera similar a la forma, pero que a la vez fuera fácil de aprender y ejecutar. Y dado que el
objetivo era enseñar a los mayores a andar mejor, ¿por qué no utilizar el mismo acto de caminar?
La diferenciación del peso, un principio clave de la forma Yang, se convirtió en la característica
definitoria del paso de Taichi. En este punto quiero expresar mi agradecimiento a mi profesor
Benjamin Lo, que me enseñó los principios del Taichi. Todavía puedo oírle repitiéndome: "Sólo
tienes una pierna" y "Húndete, no te inclines".
Para diferenciar bien el peso la mente tiene que estar completamente centrada en la práctica. Esto
significa que antes de comenzar el ejercicio debe existir cierto nivel de meditación y control de la
respiración. Es sin duda un reto enseñar el uso de la intención a alumnos mayores sin nociones
previas de meditación, pero la experiencia me ha demostrado que con un poco de perseverancia
se puede llegar lejos. El paso de Taichi les enseña cómo aplicar la consciencia a los cambios de
peso, en qué momento han perdido el equilibrio y cómo pueden recuperarlo. Por último, pone de
manifiesto cuál es la pierna más débil y, por tanto, la que necesita mayor atención. También
insisto en que se muevan desde el dantian como si les tirasen del cinturón, y que caminen
erguidos como si una cuerda tirara de ellos hacia arriba.
Hay dos ejercicios preparatorios para este tipo de paso. El primero es un ejercicio simple en el que
se cambia el peso lentamente de un lado a otro del cuerpo, y en el segundo el alumno adelanta un
pie y alterna el peso entre una pierna y otra. Si es necesario se puede utilizar como apoyo un
bastón o un andador, e incluso colocar una mano en la pared para guardar el equilibrio.
Un principio esencial para prevenir caídas al caminar es dar el paso apoyando primero el talón y
después el resto del pie, como aprendimos en la forma de Taichi. Esta es la forma natural de
andar, y por ello no solemos prestarle demasiada atención, pero muchos ancianos, por diferentes
problemas de salud, empiezan a caminar arrastrando los pies o apoyando primero la punta. Si se
encuentran con el menor obstáculo, un desnivel o una arruga en la alfombra de su casa, es muy
probable que tropiecen y se caigan, a menudo con consecuencias desastrosas. Con el paso de
Taichi los alumnos pueden aprender a caminar apoyando primero el talón, y puede que ésta sea
una de las lecciones más importantes.
Automasaje
La cuarta parte del programa es un automasaje suave tomado de las técnicas chinas de daoyin.
Uno de mis alumnos me dijo una vez que si no te duele nada cuando tienes más de cincuenta años
seguramente es porque estás muerto. Tiene parte de razón, pero como todos sabemos bien, al
dolor no le importa la edad. Cheng Man Ching aconsejaba masajear las partes del cuerpo donde
haya dolor. El masaje también es una buena manera de terminar la práctica y relajarse tras los
ejercicios más exigentes del programa, y además ayuda a distribuir el Chi por todo el cuerpo de
una manera natural y resulta placentero.
Principios prácticos para caminar
Son diez y constituyen la última sección del programa. Por ejemplo, "caminar con el cuerpo
erguido y dar el paso apoyando primero el talón". En clase animo a que mis estudiantes más
mayores caminen tanto como su estado físico les permita y que aumenten la longitud de sus
paseos de manera gradual hasta llegar a caminar entre veinte y treinta minutos al día. La revista
médica The Journal of the American Medical Association publicó un estudio sobre los beneficios
que esta práctica reporta a los ancianos en el que se decía que andar de manera suave o
moderada reduce el riesgo de demencia entre los hombres y las mujeres de edades más
avanzadas.
Desde que comencé el programa de Taichi Walking hace un año y medio he visto cómo muchos de
mis alumnos mayores mejoraban considerablemente. Un hombre pudo empezar a andar sin
bastón. Otro de noventa y tres años que había sufrido un derrame cerebral y apenas podía
recorrer distancias cortas con la ayuda de un andador ahora puede subir y bajar escaleras con
apoyo en su lado débil. Este programa también puede ser útil a personas con discapacidades
físicas típicas provocadas por enfermedades crónicas tales como el Parkinson o la esclerosis
múltiple. En el caso del primero he enseñado a muchos enfermos y los resultados han sido
positivos. Aunque en general los temblores no han disminuido, sí han mejorado la estabilidad y la
postura, y arrastran menos los pies al andar. Un estudio reciente de la universidad de Florida en
Jacksonville confirma mi experiencia al mostrar que el Taichi puede reducir el número de caídas en
estos pacientes. Actualmente estoy experimentando con la utilización de la "regla de Taichi"1-
como medio para aumentar la atención mental y la unidad corporal en estos enfermos.
Representa un escalón por encima del paso de Taichi, puesto que todo el cuerpo debe participar
en el movimiento y además se requiere una técnica de respiración específica. Este trabajo también
puede ayudar a reducir los temblores, ya que el estudiante tiene que sujetar la regla entre las
palmas de las manos.
El concepto innovador en el que se basa este enfoque es crear nuevos canales de comunicación
entre la mente y el cuerpo. Utilizando la intención los alumnos aprenden a "hacer un bypass" a la
sustancia negra2-, la parte del cerebro que ha degenerado y provoca el Parkinson, y a iniciar los
movimientos con la fuerza de las piernas. En otras palabras, intentamos "puentear" los canales
habituales de comunicación entre la mente y el cuerpo y establecer conexiones nuevas y viables.
Hoy día sabemos por estudios realizados con víctimas de hemorragias cerebrales que la mente es
capaz de hacerlo. Esta idea viene directamente de los clásicos de Taichi: "El movimiento se enraíza
en los pies, se transmite a través de las piernas, se controla con la cintura, y se manifiesta a través
de los dedos".
Los clásicos también dicen: "Piensa cuidadosamente cuál es el fin último: alargar la vida y
mantener la juventud". Mi objetivo personal es ayudar a mis alumnos a mejorar su calidad de vida
y a ralentizar el deterioro físico y mental, pero para que los efectos sean apreciables es necesario
practicar los ejercicios de Taichi Walking al menos tres o cuatro veces a la semana. Si no hay
dedicación y perseverancia, los resultados serán muy limitados.
Ma Yueliang, un famoso maestro de Taichi, alcanzó los 98 años de edad. Un mes antes de morir
aún seguía dando clases. Uno de sus alumnos le preguntó cómo había mantenido tan buena salud
a pesar de su edad,
y él contestó: "¡No pares nunca!". La mayoría de los practicantes de Taichi tienen piernas fuertes y
pueden seguir el consejo de Ma. El "paso de Taichi" ofrece nuevas esperanzas a los mayores que
no han cuidado debidamente su cuerpo, y especialmente sus piernas. Estudios recientes han
mostrado que con más de ochenta años todavía se puede recuperar fuerzas y flexibilidad en un
grado asombroso mediante el ejercicio. El programa Taichi Walking tiene mucho que ofrecer a los
mayores para que también ellos puedan seguir el consejo de Ma y no se detengan.
Traducción: Ángeles Sánchez Caballero
Arieh Lev Breslov practica Taichichuan desde hace más de treinta años. Ha enseñado Taichi y
Chikung en centros de mayores de Europa, Israel y Estados Unidos. Es autor de libros sobre
Taichichuan, Chikung y meditación. Recientemente ha publicado un manual y un vídeo sobre la
utilización del Taichi para la prevención de las caídas. Habitualmente enseña Taichi en Jerusalén.
http://www.taichiwalking.com/
NOTAS:
1) Taiji Chi, Regla de Taiji. Bastón corto de madera, redondeado en los extremos. Pertenece al
método taoísta del "Bastón y la Regla", divulgado por Hu Yaozhen y Feng Zhiqiang. El Taiji Chitiene
que ver con el desarrollo del yin y se utiliza con el propósito de cultivar la energía interna, la calma
y la quietud.
2) Se llama sustancia negra a la masa de células en forma de media luna situada en el tallo
cerebral. Sus células nerviosas envían fibras a los tejidos localizados en ambos lados del cerebro y
allí las células liberan neurotransmisores esenciales que ayudan a controlar el movimiento y la
coordinación.
Tomado de : www.taichichuan.es