La Argentina en El Espacio Geopol Tico Del Terrorismo Jud

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    La falsificacin de la realidad

    La Argentina en el espacio geopolticodel terrorismo judo

    por Norberto Ceresole

    AAARGH(Source: Radio Islam: http://abbc.com/islam/Spanish)

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    NDICE

    INTRODUCCIN Y ESTRUCTURA GENERAL DEL LIBROEl Shin Beth: un Estado terrorista "hacia dentro"La poltica interior argentina

    CAPTULO 1EL TERRORISMO JUDO EN LA ARGENTINALos atentados de Buenos Aires fueron el producto de lainfiltracin del terrorismo fundamentalista judo en el serviciode contraespionaje israel (Shin Beth).El procesoEl giro religiosoLa eclosin poltica del fundamentalismo religiosoEl debate rabnico del asesinato de judos por otros judosPercepcin y doble infiltracin

    CAPTULO 2DEL "HOLOCAUSTO" ARGENTINO AL"TERRORISMO ISLMICO"Otra versin de los atentados terroristas de Buenos AiresNacin juda y Estado multinacionalLa nueva ofensiva antiiran: la VIII Conferencia Islmica

    La "conexin espaola" y la historia argentinaLa "guerra sucia" en la ArgentinaConclusiones

    CAPTULO 3LA OPERACIN DE GUERRA PSICOLGICA POS-ATENTADOSLa sustitucin de la realidadLa sustitucin de la realidad (II)El nacional-judasmo destruye el "modelo argentino"La manipulacin de las agresiones terroristasConflictos internos y confrontaciones globalesGuerras interiores y lealtades nacionalesEl "modelo argentino"La "nazificacin" del peronismoEl vaciamiento de un pasEl nacional-judasmo en la crisis argentinaEl caso de las "profanaciones" de los cementerios judos deBuenos Aires

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    CAPTULO 4LOS JUDOS EN LA ARGENTINA: UN ENFOQUEANTROPOLGICOEthnos y GenosRaza (genos) y ethnos ("nacin" transnacional)

    Frantz FanonEl diferenciador racialLa etnodemocracia y la etnoterritorialidadEl fracaso de las "revoluciones raciales" no asumidasMayoras y minoras. Oprimidos y opresoresEtnia mayoritaria, etnia minoritaria, distribucin del poder ycontrol territorial

    CAPTULO 5LOS JUDOS EN LA ARGENTINA: EL FACTORHISTRICO. ESPAA Y LOS JUDOSContra la distorsin de nuestro ser histrico

    Discontinuidades geopolticasDiscontinuidades socialesDiscontinuidades culturalesLa Espaa desgarrada o el retorno de los Estados Visigodoshacia finales del siglo XX.Breve historia de la Espaa AtlnticaDel "atlantismo limitado" del general Franco a la nulificacintotal del espacio estratgico espaolJudos, conversos, negros e indgenas en AmricaJudenland

    De los Edictos de Expulsin a AuschwitzEspaa, el nacional-judasmo y la nueva situacin estratgicaglobalEl nacional-judasmo como fenmeno globalInteligencia nacional versus comunidad informativa occidental

    CAPTULO 6EL ESTADO DE ISRAEL: ORIGEN DELTERRORISMO JUDOEl lobby judo-norteamericanoLa nueva forma ideolgica del lobby judo-norteamericanoSobre el fundamentalismo evanglico-calvinistaEl islamismo "radical"Las guerras civiles judas: del social-sionismo al nacional-judasmoFractura histrica y fractura teolgicaEl nuevo terrorismo intrajudoJudasmo, sionismo, nacional-judasmoJudasmo y capitalismo

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    Del sionismo al nacional-judasmo. Crisis y recomposicin dela identidad de la sociedad judo-israel

    CAPTULO 7EL MITO DEL HOLOCAUSTO Y LA CONCIENCIAOCCIDENTAL

    El carcter "sagrado" del Mito del HolocaustoEl Tribunal de NurembergLas rdenes de exterminacinEl arma del crimenConversaciones con Ernst NolteLa construccin y la destruccin del Mito. Mitfilos y"revisionistas". Memoria versus HistoriaEl Mito del Holocausto y la potencia militar del Estado judoLa hermenutica posmoderna o la judaizacin del cristianismo

    Anexo Documental Captulo 7Cuntos muertos en Auschwitz?, por Robert Faurisson

    Auschwitz: Los hechos y la leyenda, por Robert Faurisson EPLOGO

    CAMBIO DE ESCENARIOEl final de la "era Nuremberg"Del Plan Morgenthau al "Memorial" berlinsMartin HeideggerUn Estado terrorista "hacia afuera"Una visin regional de los problemas que presenta el EstadojudoEl Islam, los judos y Occidente

    Los crmenes gentico-religiosos o el hiper-mito del terrorismoislmicoLa crisis de la secularizacinRespuestas a OccidenteEl mensaje interior

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    Introduccin yestructura general del libro

    "Nuestras ideas cientficas valen en la medida en que nos hayamos sentidoperdidos ante una cuestin, en que hayamos visto bien su carcterproblemtico y comprendamos que no podemos apoyarnos en ideas recibidas,en recetas, en lemas ni vocablos. El que descubre una nueva verdad cientficatuvo antes que triturar casi todo lo que haba aprendido y llega a esa nuevaverdad con las manos sangrientas por haber yugulado innumerables lugarescomunes"Jos Ortega y Gasset,La Rebelin de las Masas

    Este libro es el primer volumen de un largo viaje en tres dimensiones. En ladimensin geogrfica comienza en el lejano sur, en Buenos Aires, y llega hasta el

    Asia Central, pasando por el Oriente Medio y Europa. Finalmente habr un retorno ala Argentina, cuya crisis, al final del viaje, queda iluminada de manera muy distinta acomo lo haba estado antes. En la dimensin temporal el viaje dura unos cuatro aos,contando desde el segundo atentado terrorista de Buenos Aires (18 de julio de 1994,AMIA) hasta la terminacin de este libro. Quedan en el camino, por as decirlo, treslibros anteriores, tres ensayos previos que condujeron finalmente al presente volumen,Terrorismo fundamentalista judo (1996); El Nacional Judasmo (1997) y Espaay los judos (1997).

    En la dimensin intelectual yo, el viajero, tuve que procesar informaciones,sentimientos y conocimientos cuya existencia simplemente ignoraba al comenzar elviaje. Para dar un ejemplo, mi toma de contacto con la literatura revisionista francesay de otros pases occidentales se produce recin en enero de 1998. Una parteimportante de este trabajo ya estaba terminada para esas fechas, incluidas las crticasal libro de Roger Garaudy Los mitos fundadores de la poltica israel. Mi conexincon el revisionismo, en especial el francs, y con la obra de Robert Faurisson, si bienes tarda, no por ello dej de ser eficaz, ya que he encontrado, casi al final del camino,un fundamento slido y una importante continuidad entre mi propio pensamiento y laobra del revisionismo. Es mi evolucin intelectual personal lo que me hace aceptar losubstancial de la metodologa del revisionismo. Ella justifica y explica, a nivelcientfico, muchas ideas que originalmente nacieron en m como intuiciones que sefueron desarrollando a partir del estudio de un caso concreto -y no terico- deterrorismo judo.

    Por ello puedo afirmar con absoluta conviccin que mi percepcin del mundo es hoytotalmente distinta a la que tena al comenzar el viaje. Casi todo lo tuve que hacer agran velocidad porque una parte significativa de esta investigacin se hizo sobre elterreno -especialmente en el Oriente Medio- y al ritmo de los acontecimientoscotidianos. Las sorpresas en el plano terico fueron innumerables. En cada momentofue necesario quedarme un tiempo en algunas de las estaciones del recorrido: enMosc, en Berln, en Beirut, en Damasco, pero sobre todo en Pars y Madrid. Fueronlos momentos de reflexin y de lecturas. Este libro presenta, en ese sentido, una

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    importante cantidad de bibliografa: casi toda ella fue analizada -en verdad,visceralmente pulverizada- durante el viaje, propiamente dicho. Gran parte de misconocimientos anteriores, trabajosamente elaborados a lo largo de toda mi vida, eraninadecuados o simplemente no servan para el objeto de este estudio (ya no sirvenpara el conocimiento del mundo).

    La confluencia entre nuevas experiencias polticas concretas y nuevas lecturas, queiban surgiendo como "lecturas obligatorias" durante el mismo viaje, y que eranabsolutamente vitales para explicar algunas de las nuevas vivencias, no sloreestructuraron completamente mi Weltanschauung incial. Esa confluencia produjo enm la conviccin de que toda mi vida anterior haba sido "otra vida"; que mis luchas ybsquedas anteriores haban sido relativamente fciles; que mis enemigos anterioresfueron relativamente dulces. Haba vivido 50 aos sin saber que an no haba llegadola experiencia decisiva, a pesar de que esa vida anterior no haba sido precisamenteuna vida vaca. Estuvo llena de luchas y de reflexiones. Sin embargo an no habapasado por la prueba excepcional, "aquella que las organizaciones judas imponena los individuos que tienen la desgracia de provocar su clera(esasorganizaciones para las cuales) "el complot y la conjura no son ms que reflejos

    ancestrales", esas organizaciones que tienen un poder destructivo inmenso hoy en elmundo; un poder que va desde lo financiero hasta lo militar, pero que es sobre todocultural y, antes que nada, teolgico. El Antiguo Testamento es una fuente inagotablede odio y de crueldad, "ansioso, febril, frentico, ilimitado; sofoca a sus vctimaspor la sorpresa y la dureza de su violencia" (Robert Faurisson).

    Mi investigacin sobre los atentados terroristas de Buenos Aires comenz en 1994,pocos das despus de la segunda explosin, con el ritmo de una encuesta sociolgicanormal. De una manera muy concreta yo, en aquel momento, no tena conciencia enabsoluto de la existencia de la "cuestin juda", no saba, por as decirlo, que los

    judos en el mundo constituan un parmetro esencial para la comprensin de larealidad del mundo. Con esto quiero decir que haba cumplido cincuenta aos de unavida poltica que consideraba plena de acontecimientos y de vivencias, desconociendocompletamente el acontecimiento y el problema central del mundo occidental. Es muydistinto estar en el mundo pensando que la contradiccin principal es, por ejemplo,"pobres versus ricos", o "periferia versus centro", que estar en el mundo sabiendo quela cuestin juda es la categora que determina todos los otros niveles de la actividadpoltica y social. No slo sabindolo, claro, sino actuando en consecuencia.

    Este libro, de manera natural, es muy diferente a los textos cautelosos de RogerGaraudy, que limita su obra a la "poltica" israel y no la relaciona con el Estado

    judo; que acota la crtica al "perverso sionismo", como si existiera un judasmo con"rostro humano". Cuando comenc la primera investigacin que dio origen a este libro

    yo era una persona que crea que haba pasado por experiencias lmites, es decir, dealto riesgo. Pero, aunque parezca increble, no tena conciencia en absoluto de la"diferenciacin juda". Nunca haba visto el "problema judo". A lo sumo me habaenfrentado con la "cuestin sionista" en Palestina.

    A partir de mi singladura por el mundo judo, primero, y por las lgubres entraas delterrorismo judo, despus, los judos, los judaizantes y los judaizados, comenzaron aestigmatizarme. Yo afirmo que he vivido ms de cincuenta aos sin tener ni unamolcula de antisemistismo. Es ms, sin saber ni querer distinguir a un judo de un no

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    judo: tan internalizado tena el tema de la igualdad a partir de la actividadrevolucionaria! Pero ahora, al final del viaje, la situacin es muy diferente. Rechazo elconcepto "antisemita" por considerarlo anticuado y eurocntrico. Pero veo al judasmotal cual como lo vio siempre el cristianismo tradicional. Con el agravante que desde lafundacin del Estado de Israel, el judo es, adems, un pueblo genocida. El "crimencontra la humanidad" cometido por los judos en Canan (Libro de Josu) est

    sealado como un deber divino en el "libro sagrado". Y hoy, ante la falacia del "plande paz", la misma historia se repite con exactitud milimtrica.

    El caso del terrorismo judo en la Argentina es la demostracin ms evidente de laexistencia de un grupo destructor que siempre se disfraz de vctima. No haydiferencias metodolgicas esenciales entre el Mito del xodo y el Mito del"Holocausto". En ambos es posible determinar, simplemente, dos conspiraciones

    judas. Dos falsificaciones de la realidad.

    En esa lnea, lo importante de lo sucedido en la Argentina es que se trata de unasituacin sin salida para ninguno de los actores, que son bsicamente tres: comunidad

    juda residente en la Argentina, gobierno argentino y sociedad argentina. Cada da que

    pasa es ms difcil falsificar y sustituir la realidad. Los judos no pueden encontrarun grupo terrorista sustituto, alguien que se autoinculpe o al que se pueda inculpar deterrorista; por lo tanto acusan al gobierno de complicidad con el "terroristainexistente". El gobierno, por su parte, no puede acusar a los judos de terroristas,porque todo su proyecto de "globalizacin y de apertura econmica" descansa en un"alineamiento automtico" con los EUA: lo que equivale a decir que el lobby judo-norteamericano (el gobierno del mundo) tiene una enorme capacidad de decisindentro del pas de los argentinos. Por su parte la sociedad argentina no podr seguirviviendo con la comunidad juda all residente. Los agravios recibidos ya no sepueden remediar. Ya no hay lugar, en la Argentina, para que los argentinos puedanseguir conviviendo con los residentes judos en la Argentina, al menos con losresidentes judos organizados en funcin de parmetros impuestos por el Estado deIsrael y el lobby judo-norteamericano. Este es el crculo que viene girando desdehace seis y cuatro aos, respectivamente. Y seguir girando hasta que se produzca unaalteracin dramtica en la estructura de las relaciones internacionales, que muyprobablemente se inicie en el Oriente Medio. El Terrorista Inexistente es elislamismo quien, segn los judos, se ha asociado con los "nazis" indgenas: las"gentes de la tierra". Es decir, el Estado de Israel seala a su enemigo, y no al autor deun acto terrorista. Los intelectuales judos europeos y norteamericanos han construidoimgenes espeluznantes del "terrorismo islmico". Pero recordemos que en el mundode hoy hay mil trescientos millones de musulmanes y menos de 20 millones de judos.Y que tambin dentro de los EUA los musulmanes ya superan en nmero a losprotestantes episcopalianos (Fuente: Samuel P. Huntington, Intereses exteriores y

    unidad nacional, Foreign Affairs-Poltica Exterior, enero-febrero de 1997).Pero la irresolubilidad del "caso argentino" (los judos estn condenados aincrementar las agresiones sobre el pas hasta que aparezca el "culpable" que ellosquieran: lo que significa que para sobrevivir, ese pas y esa sociedad debernenfrentarse al judasmo o desaparecer de la historia) fue una conclusin, llammoslaterica, muy posterior en el desarrollo de mis investigaciones. En un comienzo yo notena conciencia en absoluto de que el judasmo era un fenmeno criminal, en especialdesde la creacin del Estado de Israel. La conciencia vino con el conocimiento. Cada

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    captulo de este libro representa un paso en ese proceso de conocimiento. Cadacaptulo es la continuacin temtica del anterior. As y todo, este es un libro prctico.Nace de la constatacin de un hecho que estuvo integrado por dos situacionessimultneas: un sector judo produce un atentado terrorista contra otro bando judo,pero el judasmo en su conjunto pretende endosarle la responsabilidad de esasacciones a un tercer actor que no tuvo ni arte ni parte en los sucesos, ya que ms que

    actor era espectador. A ese espectador ya lo hemos definido como el TerroristaInexistente. Pas mucho tiempo hasta que pude percibir que la maldad profunda quesubyace en esas operaciones de terrorismo ocurridas en la Argentina, y en su posteriortravestizacin orientada a encontrar a un culpable inexistente, es parte de unametodologa perenne, consustancial a la historia juda.

    Por ejemplo en el Gnesis se relata la historia de Jacob, que es llamado Israel. Loshijos de Jacob, es decir, el ncleo bsico de la tribu de Israel, pasan a cuchillo a latribu cananea que los haba acogido con generosidad. Para ello utilizan una excusatrivial y seguramente falsa: la seduccin de Dina. Lo ms probable es que la familia-tribu de Jacob optara por apoderarse por la fuerza de las tierras de Jamor. Crimen yengao, engao y crimen. La accin no es aprobada por el padre (Jacob) quien sin

    embargo tampoco castiga a sus hijos, que pasaron por la espada "a todo varn": eldao que ellos causan con su "pequeo" genocidio evita tal vez un dao mayor, que esel integrarse genticamente a la tribu cananea. De todas formas hay que huir, ya quelas otras familias cananeas se organizan para castigar el crimen y la traicincometidos por los israelitas. Mientras tanto Jos, expulsado de la familia por unacuestin de poder (sucesin), utiliza otro mtodo: se infiltra en la corte del Farandonde alcanza una extraordinaria influencia. Desde esa posicin de poder llama a todala tribu y la establece en Egipto, quien acoge a los hebreos con una generosidadextraordinaria y sin ningn tipo de prejuicios. La tribu conspira y expande su poder.Lgicamente son castigados y, al final, expulsados. El xodo es el Mito de laexpulsin, que era absolutamente justa y proporcionada a la deslealtad cometida porlos hebreos en Egipto. Pero los hebreos no se van de las tierras faranicas sin antesdejarles las siete plagas y de robarles, a los egipcios, todos los objetos valiosos. Sinembargo, el Occidente ideologizado por el Antiguo Testamento nunca dej de percibiral Antiguo Egipto -ni al mundo rabe moderno- como a una dictadura horrorosa, perosobre todo "atrasada". La misma historia se repite hasta el da de hoy. Las figuras sonsiempre las mismas: el "judo bueno", Jacob (quien urde el engao); los judoscriminales (quienes ejecutan el genocidio): los hijos de Jacob excepto Jos; el judoastuto que se infiltra, asimilndose: Jos. Hay contradicciones entre ellos pero al finalprevalece la unidad; se sobrepone no tanto el ethnos cuanto el genos. La unidadgentica de la familia es el prlogo de la conspiracin propiamente dicha: laapropiacin de la "tierra prometida". No importa la generosidad con la que fueronacogidos, lo fundamental es apropiarse del poder all donde residen. La experiencia de

    Egipto es la introduccin necesaria para el posterior gran genocidio de Canan(Josu).

    En este libro llego a una definicin por un camino inverso al que propone Hegelcuando habla de las evoluciones del espritu del mundo (Weltgeist). Fui de loparticular a lo general. Se producen dos extraos atentados en mi pas. Yo y migeneracin venamos de una guerra civil dolorosa: "pequea" (unos 10.000 muertos)pero dolorosa (porque fue nuestra guerra civil). Sabemos qu es y cmo se hace unatentado, por lo tanto podamos afirmar con cierta autoridad que esos dos que se

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    haban producido en Buenos Aires eran no slo ajenos sino totalmente distintos a todolo que conocamos hasta ese momento. Lo primero es curiosidad: Quin ha sido?Nos miramos a la cara y comentamos: -No conocemos a nadie que pudo haberlohecho. Muchos, no todos, de los que fueron nuestros enemigos en la "pequea" guerracivil, esto es, los que practicaron el "terrorismo de Estado", eran admiradores, clientesy aliados de Israel contra el "comunismo": De donde, si no, hubiesen aprendido esas

    tcnicas! Lo curioso es que finalmente ellos tampoco conocan a nadie que pudierahaberlo hecho.

    Vimos y comparamos las imgenes de los dos edificios destruidos. No es necesarioser ingeniero militar para saber dnde, en qu punto del "target" se produjo laexplosin: ambos edificios caen clarsimamente "hacia adentro". Recin hacia fines de1996 hubo un estudio cientfico confirmatorio respecto del primero de los atentados(Embajada de Israel, 1992). Pero las ondas expansivas que produce la segundadetonacin (AMIA, 1994) son idnticas a las de la primera. Sin duda alguna, ambasimplosiones se producen dentro de los edificios, ya que los destrozos en edificiosvecinos -incluidos muertos y heridos argentinos- son slo menores, secundarios:ninguno de esos edificios es destruido, son slo daados. Los dos blancos caen sobre

    sus propios pies de una forma clara y limpia. Naturalmente ambos edificios estabanbajo la "proteccin" del Shin Beth, mientras que el "tiempo" de los atentados deBuenos Aires fue exactamente el tiempo del desarrollo del "plan de paz" (desde laConferencia de Madrid hasta el asesinato del general Rabin, exactamente).

    Este libro no es un simple anlisis de dos atentados terroristas de los tantos queocurren en el mundo en los ltimos tiempos. Por la especificidad que asumen esosatentados, este libro se convierte, por un lado, en un estudio de poltica internacionaly, por otro, en una perspectiva -radicalmente diferente a las aceptadas hasta ahora- depoltica interior argentina: de ahora en ms la supervivencia de la Argentina dependede la capacidad que adquiera su sociedad para defenderse de las agresiones judas,pero no slo de las agresiones judas.

    La naturaleza de los atentados, vista desde un contexto interestatal, debe servir deadvertencia, a la llamada "comunidad internacional", sobre la peligrosidad de uno desus Estados miembros, que practica el terrorismo como algo natural dentro de suvisin del mundo mesinica y apocalptica. La relacin entre el Estado de Israel y elterrorismo no es nueva. Existe desde su misma fundacin como Estado-cerrojoimpuesto por la "Liberacin" europea de posguerra sobre una regin del mundo queno le perteneca en absoluto y sobre la que no tena ningn derecho en absoluto.

    La nueva situacin que desnudan los atentados de Buenos Aires es que esa actividadterrorista, que desde siempre estuvo incorporada a la tarea diplomtica estndar del

    Estado judo, ahora es tambin el producto de una lucha de facciones que tienenpor objetivo el control de ese Estado; y por escenario a casi todo el mundo, enespecial all donde residen comunidades judas importantes. Este es el hechosobresaliente si analizamos los atentados terroristas de Buenos Aires desde el ngulode las relaciones internacionales actuales. El Estado de Israel no es un Estado"normal": esta es la conclusin bsica y elemental del anlisis.

    Que el Estado de Israel no es un Estado normal es un dato de la realidadarchiconocido. Son los propios judos los que proclaman la naturaleza "sagrada" de s

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    mismos en tanto pueblo o raza. Cmo habra de ser normal el Estado que representapolticamente a un grupo humano "elegido"?

    El gran disparate de la poltica europea hacia Oriente Medio es que finge creer que elEstado judo es un Estado "normal-democrtico", donde existe, entre otras cosas, ellibre juego en la alternancia del poder, con el consiguiente cambio de polticas. Si en

    Europa se hubiesen estudiado los atentados terroristas de Buenos Aires desde la pticade la crisis interna que desde hace algunos aos -inicios de la Conferencia de Madrid-fractura a la sociedad y al Estado judos, la idea de "normalidad" habra sidodesechada hace ya mucho tiempo. Pero para ello Europa no debera estar"Otanizada".

    Sabemos que la "normalidad" es -en s misma- otra ficcin: las situaciones "normales"son las que pretenden estar mas all del "fin de la historia". Desde hace algunos aos,los funcionarios europeos adscriptos al "pensamiento polticamente correcto"asignados a cuestiones internacionales se comportan con fanfarronera hegeliana, y astratan con todos los Estados y grupos que todava no han cruzado -segn ellos- lafrontera del "fin de la historia". Actan como si Europa y Occidente hubiesen llegado

    a la meta; y desde all, desde esas alturas olmpicas, estuviesen dirigiendo y juzgandoel curso de los acontecimientos mundiales. El resto del mundo protohistrico, endefinitiva, estara obligado a transitar el mismo derrotero que tuvo que recorrerOccidente para llegar hasta donde hoy ha llegado: no al "paraso" del "fin de lahistoria", sino a este inestable, catico y neurtico purgatorio que todos conocemosmuy bien.

    Desde "ms all de la Historia" es muy difcil percibir la astucia de un Estado-puebloque "no tiene historia", en el sentido corriente de los otros pueblos y Estados. ElEstado de Israel no est en la proto-historia -como lo est el "mundo perifrico- sinoen la a-historia. Se pretende que el tiempo judo no sea unpasado, sino un recuerdo,algo que est siempre a la misma distancia del presente. El presente y el futuro yaestn escritos en una Ley eterna y revelada Cmo podra ser normal una situacinpoltica as construida?

    Las llamadas "sociedades democrticas" occidentales ms que "normales", hanlogrado constituir, provisoriamente, un estndar que pretenden imponer al resto delmundo, al menos como modelo: dicen que hemos llegado -en Occidente- a laeliminacin de los conflictos. Pues bien, comparado con ese estndar, la sociedadisrael es lo contrario -exactamente lo opuesto- a la "normalidad democrticaoccidental". Sin embargo, se insiste en la ficcin, en la mitologa y en lacontramitologa. Ya se habla abiertamente de los chantajes de Israel como si fueranreponsabilidad exclusiva de un gobierno de "extrema derecha". Se dice, ahora

    pblicamente, que Netanyahu es un gangster, porque emplea mtodos obviamentegangsteriles; y se pretende convertir la nueva forma apocalptica que ha asumido elterrorismo de Estado judo, en una cuestin relativa a los "errores" o a las prisas de ungobierno que "pervierte el mandato emitido por una sociedad bsicamente sana".

    Lo que los polticos y los analistas occidentales saben y no dicen es que en Israelexiste una estrategia perenne, que es una estrategia de conquista, y que ella tiene unfondo mesinico-apocalptico. Dentro de esa estrategia se ha podido verificar unalarga secuencia de "alternancias" en el poder que -en absolutamente todos los casos-

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    no fueron sino intrigas internas para desplazar a un lder "malo" y poner en su lugar aotro "bueno", que continuara desarrollando exactamente la misma visin del mundo,pero ya con una opinin pblica occidental -y, aun, rabe- "confundida" por el"cambio" y la esperanza de paz.

    La funcin del lder "bueno" es hacer que Occidente crea (tratndose de Israel,

    Occidente cree a priori casi todo) que el Estado judo renuncia, al menosprovisoriamente, al uso de la violencia terrorista exterior y se convierte -tambinprovisoriamente, al menos- en algo parecido a un Estado normal, segn los estndaresoccidentales. En otra parte de este libro haremos referencia a un "lder bueno"modlico, Moshe Sharret. Su Diario debe servir para que la comunidad internacionalreflexione sobre la naturaleza de una de las caras, la exterior, del terrorismo de Estadoisrael.

    Sabemos con absoluta certidumbre que este tipo de maniobras se hicieroninnumerables veces dentro del Estado judo mesinico. En todos los casos, el objetivonico de la intriga fue fingir -de cara a Occidente y, tambin, de cara a ciertas reasdel mundo rabe- que Israel cambiara de poltica, es decir, de estrategia. En todos los

    casos, el "cambio" contuvo una promesa sistemticamente incumplida: que el Estadojudo dejara de ser un Estado terrorista -hacia el interior y hacia el exterior- y seconvertira en un Estado "normal". El engao, en definitiva, es una parte vital de laestrategia "perenne" del Estado de Israel.

    Con un lder "bueno" en reemplazo de otro "malo", el Estado judo continu con lamisma estrategia terrorista clandestina, pero bajo formas mejor cuidadas. En muchoscasos, la estrategia terrorista se desarroll sin el conocimiento del primer ministro,que era definido, por los mismos miembros del establishment judo gobernante, como"paloma". As la "paloma" poda explicar al mundo que todas esas accionesclandestinas destinadas a mantener un estado de guerra permanente con el mundorabe no eran sino decisiones "espontneas" realizadas por "grupos descontrolados";que l por supuesto desautorizaba y condenaba. Los complots se convertan en"locuras individuales", como en el caso ms reciente del asesino Goldstein. Elasesinato del propio ex-primer ministro Isaac Rabin se present ante el mundo,tambin, como la accin de un "pequeo grupo" de descontrolados.

    Los judos gobernantes en Israel y en las juderas occidentales toman al "resto delmundo" por algo esencialmente estpido, y tal vez tengan parte de razn, porque entodos los casos la conciencia occidental se adormeci con el run-run de las buenasintenciones, y de las burdas falsificaciones judiciales. Pasado un tiempo, el ciclorecomenzaba. En eso consisti, hasta el da de hoy, la alternancia del poder en lasociedad israel.

    La estrategia israel de terror, agresin, expansin territorial y subversin polticarespecto no slo del mundo rabe, qued "eternamente fijada", es decir, consolidadaen trminos bblicos, durante los primeros tiempos de la existencia del Estado judo.En esencia se mantuvo constante hasta el da de hoy, que es cuando se ve reforzadacon la hegemona creciente del mesianismo fundamentalista judo, tanto dentro delEstado de Israel como en las principales juderas instaladas en el mundo occidental. Ellobby judo norteamericano, luego de haber acumulado un poder enorme, nunca vistoen la historia poltica y econmica de los EUA, pone ahora en escena un nuevo acto

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    de esta vieja comedia (o tragedia, segn se la mire). Se trata de la manipulacin delpoder decisional norteamericano desde su mismo interior (1).

    No es que Israel haba dejado de cumplir, por ensima vez, una "resolucin" de lallamada "comunidad internacional". No era un simple nuevo "incumplimiento decontrato" entre Israel y el resto del mundo. Se trataba, ahora, de que Israel decide

    unilateralmente negarse a cumplir con un proyecto en el cual el mundo occidental, ensu totalidad, y una parte significativa de las dirigencias rabes, haba comprometidosu credibilidad ante el conjunto de los ciudadanos de todos y cada uno de los pasesque lo integran. Literalmente, se haba puesto "toda la carne en el asador" en el Plande Paz. Occidente y buena parte de los gobiernos rabes quedaron con la parte inferiorde su anatoma trasera, como quien dice, al aire. No slo haban firmado un contratocon una comunidad que no cumple ninguno de sus contratos terrenales. Haban hechoalgo peor an: haban afirmado que los nicos enemigos visibles de esa paz, que serael adelanto de la paz universal, eran los terroristasislmicos!

    Muchas "buenas conciencias" pensaron que Netanyahu, "ese tipo", recibira una buenareprimenda en Washington. Pensaron que Clinton le dira finalmente algo as como:

    "Vamos a ver: quin manda aqu?". Ese hipottico cuestionamiento ya tiene tambinrespuesta: aqu, en esta parte del planeta tierra llamada Occidente, manda Israel y ellobby judo-norteamericano. El gobierno del mundo. El nico grupo humano concapacidad para bombardear pueblos inermes y no recibir ningn castigo por ello, sinoms bien lo contrario. Es ese lobby quien en verdad maneja los hilos en WashingtonCmo podra el miserable gobierno cipayo(2) de Buenos Aires, inventor de la teorade las "relaciones carnales", oponerse a ese poder, si su misma supervivencia dependede cualquier gesto imperceptible que cualquier lobbyista haga en cualquier oscuraoficina de la capital imperial?

    Juguemos a analizar el cuadro como si todo lo ocurrido en las semanas que antecedena la fallida operacin "Trueno del Desierto" haya sido simplemente un conjunto decasualidades. Que el seor William Clinton estaba enfadado con el seor BenjamnNetanyahu era evidente: en noviembre de 1997 le cancel una entrevista enWashington. Aqu viene la primera casualidad. A partir de esa fecha se agudizan losdistintos "escndalos sexuales" del presidente norteamericano. El impulso que animaal fiscal que lo persigue viene de la "derecha norteamericana", segn afirm la propiaprimera dama. Entonces emerge la segunda casualidad. Lo primero que haceNetanyahu en Washington es formalizar una alianza estratgica con elfundamentalismo evanglico norteamericano, es decir, con el ncleo duro de esallamada "derecha": el nico gran movimiento sionista no judo. La supervivenciapoltica de la administracin demcrata qued suspendida de un hilo muy delgado.

    Luego, las casualidades se suceden tan rpidamente que ya no es posible diferenciaruna de las otras. Netanyahu deja Washington con el estilo tpico de un triunfador: noslo no haba sido sancionado por el "principal dirigente" de la "nica superpotencia",el imperio ms poderoso de la historia universal. Netanyahu llega a su pequeo pas,geogrficamente infinitesimal, habitado por slo 5,5 millones de habitantes (de untotal de menos de 20 millones de judos en todo el mundo, el equivalente a un Estadode escasa demografa y de mnima potencia), donde no existen prcticamente recursosnaturales econmicamente viables, y a las pocas horas se entera de que lasuperpotencia va a bombardear: a quin?, al Estado elegido por Dios que ha

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    incumplido con todos sus compromisos terrenales. No: a Irak. Al nico pas que en1991 se atrevi a castigar a los Sagrados Habitantes de la Tierra Sagrada con vetustosmisiles ("armas de destruccin masiva", para la opinin pblica) que provocaron el"Holocausto" de un (1) muerto israel; (cien mil soldados iraques murieronoficialmente en la "tormenta del desierto", y cincuenta mil nios, enfermos y ancianosde la misma nacionalidad estn muriendo anualmente desde el mismo da en que

    termin la "tormenta"). Tambin fue una casualidad que, durante el mismo perodo,toda la prensa occidental hiciera referencia a las "armas de destruccin masiva"iraques, junto a fotos de pobres madres israeles con mscaras antigs incorporadas,posando ante las cmaras con-la-angustiada-mirada-de-su-hijito-clavada-en-su-corazn (una vez ms el "gas" aparece en el ncleo de la mitologa exterminacionista,pero ahora ya no bajo la forma de Cmaras (de gas), sino ya vinculado al "terrorismogentico" (3) que se adjudica al Islam).

    Por supuesto que nadie intent definir qu es un "arma de destruccin masiva".Hubiese sido relativamente sencillo hacerlo, incluso con precisiones absolutamenteexactas. Pero si se define con solvencia tcnica qu es un "arma de destruccinmasiva" (en qu consiste, cules son sus dimensiones, cunto pesa, qu alcance tiene,

    cul es la tecnologa de mantenimiento, etc, etc.) se est luego obligado, porelementales motivos lgicos, a decir, con toda seriedad cientfica, que es imposibleque un pas que viene siendo "escaneado" y torturado desde hace tantos aos puedaan guardar, debajo de la cama del sultn, un (1) arma de "destruccin masiva" (si loponemos en plural: "armas de destruccin masiva", ya salimos del marco de loimposible para entrar en el del delirio, tomando siempre como base una realidadtecnolgica). Sin embargo, el seor Tony Blair, primer ministro socialdemcratabritnico afirm, con toda seriedad, que Irak dispone de armas de destruccin masivascon capacidad para liquidar tres veces a la totalidad de la poblacin mundial Por lasdudas, tres veces. Para que no quede ningn rastro del perverso ser humano sobre lafaz de la tierra.

    Las preguntas centrales a las que hay que responder son: Qu es lo que provoca lasubordinacin de Occidente, siempre y en cualquier caso, a las rdenes provenientesde Israel y del lobby judo-norteamericano? Por qu Occidente sigue aceptando lasrdenes de Israel y del lobby, que es el transgresor internacional por excelencia? Porqu Occidente lo contina haciendo ahora, luego de haberse comprometido comonunca con un Plan que iba a ser modlico para todo el planeta? Hay una respuestanica para todas esas preguntas. Y ella fue expresada, de manera sinttica, clara yprecisa por el profesor Robert Faurisson, el principal exponente del revisionismohistrico francs, el 18 de enero de 1991, durante la campaa "mundo versus Irak", enuna carta al embajador de Bagdad en Pars: "No habr ninguna chance de retornar ala paz mientras el mito fundador del Estado de Israel no sea cuestionado. Ese mito es

    el del pretendido "Holocausto" de los judos durante la segunda guerra mundial. Esgracias a la perpetuacin de la mentira histrica del "genocidio", de las "cmaras degas" y de los "seis millones" que vuestro principal adversario goza (en Occidente) deun enorme crdito moral y financiero, largamente inmerecido".

    Despus de Netanyahu -suponiendo que haya un despus- la alternancia laborista nopuede ser sino un episodio de corta duracin. Porque detrs de Netanyahu acecha la"otra cara" de Israel, la que los europeos bien pensantes (y sobre todo, laintelectualidad juda y filo-juda, occidental y progresista) pretenden ocultar bajo un

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    manto de plomo, si ello fuera posible. Esa otra cara de Israel, el fundamentalismomesinico, no est interesada en ningn tipo de alternancia. Su preocupacin se centraen la llegada del Mesas judo, y no en la edificacin de una sociedad democrtica"normal". La funcin puede estar llegando a su anteltimo acto. Por el momentoestamos presenciando una crisis tal vez terminal del Estado judo, a quien en estosdas de comienzos de 1998 le es muy difcil organizar los actos de conmemoracin del

    50 aniversario de su fundacin.

    Los medios de comunicacin occidentales informan, con sistemtica unanimidad,sobre la existencia de una "crisis poltica en Israel". Muy rara vez se aventuran unpoco ms all. Pero la persistencia de esa crisis y la extraordinaria confluencia defactores que sobre ella actan obligan a preguntarse si la misma no es, en realidad,una verdadera fractura socio-religiosa; una guerra civil en potencia. Su naturaleza, noes slo peculiar sino, probablemente, terminal: esta no es una crisis ms de las tantasque afectaron al Estado judo, sino la crisis.

    Desde la misma fundacin del Estado de Israel, el pueblo judo ha quedadoaprisionado por una contradiccin irresoluble y, por lo tanto, mortal: actuar como

    "pueblo elegido" y tener que administrar un Estado que, hacia el largo plazo, tendrque comportarse como los dems Estados o desaparecer, cualquiera sea el rgimenimperante en el sistema internacional. Lo que los medios de comunicacinoccidentales siguen llamando "crisis poltica" es en realidad el estadio terminal de la"contradiccin original" antes sealada. La obligacin que -hacia el largo plazo-impone la comunidad internacional al judasmo de ser "un pueblo como los dems",es una imposibilidad metafsica para los judos.

    Esta imposibilidad metafsica ha tensionado al Estado de Israel desde su mismonacimiento en 1948. En ese sentido no es nueva. Eclosiona ahora porque existe unasuperposicin de factores que actan sobre ella. Los siguientes son slo algunos deellos:

    1.- El compromiso aceptado en los llamados "Acuerdos de Paz" (Madrid,Oslo, Washington) de entregar territorio a cambio de cierta estabilidad tantoen la periferia cuanto en el interior del territorio estatal judo. La entrega deterritorio expresa la materializacin de la tensin metafsica original antessealada. Para aproximadamente la mitad de la poblacin de Israel -tal vezalgo ms- y para un porcentaje similar de los judos que viven fuera de Israel(y que jams se integrarn a ese Estado), esa entrega de territorio es un actosacrlego.

    2.- Las derrotas militares y los fracasos diplomticos (acciones terroristas

    manifiestas) de Israel fueron importantes en los ltimos aos. Ellos han sidoespecialmente significativos porque no slo no existi ningn estadodeclarado de guerra fsica interestatal (con el mundo rabe) sino porque,adems, numerosos Estados rabes, durante ese mismo perodo, intentaronmantener relaciones diplomticas casi normales con Israel.

    3.- La crisis en la "dispora" juda. Ella se manifiesta en el hecho de que seconsolidan las facciones en que ha quedado dividida la poltica y la sociedaddentro de Israel. Ahora ninguna de ellas puede administrar el comportamiento

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    de la dispora juda en beneficio del Estado de Israel, cosa que antes selograba casi automticamente. Estado de Israel y judasmo ya no sonexactamente la misma cosa. No slo el lobby judo-norteamericano estafectado por una multiplicacin de comportamientos dispares. Lo mismoocurre en Francia y en la Argentina.

    4.- La emergencia de nuevos factores que indican una creciente consolidacinestratgica del mundo rabe-musulmn, a los que ms adelante haremosreferencia.

    5.- La suma ordenada de los vectores antes sealados nos muestra una inter-relacin total entre unos y otros. Es ese ensamble lo que introduce en el Estadoy en la sociedad israel factores econmicos, demogrficos y, en general,estratgicos que en conjunto retroalimentan la crisis, hasta convertirla en lamaterializacin de la insoluble y devastadora "contradiccin original" (4).

    El Shin Beth: un Estado terrorista "hacia adentro"

    En el Captulo 1 de este libro hacemos una extensa referencia al servicio decontraespionaje israel, el Shin Beth, en relacin con los atentados terroristas deBuenos Aires. Por ello es importante que el lector tenga una idea anticipada sobre lanaturaleza del "trabajo" y de las funciones de esa organizacin dentro del Estado deIsrael.

    En el mes de mayo de 1987, el Gabinete Ministerial del gobierno israel constituyuna Comisin especial con el objetivo de encuadrar legalmente la prctica de laviolencia (tortura) aplicada por los interrogadores de los Servicios Generales deSeguridad (SGS), israeles, o Shin Beth, a los palestinos y otros rabes detenidos,tanto dentro de Israel como en los Territorios Ocupados (TO). Como presidente de esa

    Comisin fue nombrado un antiguo Magistrado del Tribunal Supremo de Justicia deIsrael, el Juez Moshe Landau.

    La Comisin emiti un Informe, an hoy vigente, pero en proceso deperfeccionamiento, como veremos luego, pocos meses despus de constituida, el 30de octubre de 1987. Ese Informe se hizo pblico, excepto un Apndice que hasta elmomento permanece secreto. Han pasado diez aos desde la publicacin de esevergonzoso Informe. Diez aos durante los cuales hubo en Israel "alternancia en elpoder", pero ningn gobierno lo modific ni lo sustituy. Lo que demuestra, una vezms, que esas "alternancias en el poder" no son ms que intrigas palaciegas, y que elengao constituye una parte vital de la estrategia perenne del Estado judo.

    La parte pblica del Informe revel que entre 1971 y 1986 los interrogadores de losServicios Generales de Seguridad (SGS), o Shin Beth "... mentan sistemticamentecuando eran citados por los tribunales de justicia para declarar sobre la forma en laque haban obtenido las confesiones de los detenidos. Segn la Comisin, esto ocurrasobre todo en confesiones de detenidos de los Territorios Ocupados. La Comisinpuso adems de relieve que el uso de la fuerza fsica en los interrogatorios constituaun mtodo oficialmente reconocido, aprobado y recomendado en el seno de las SGS"(Informe: Presos Polticos Palestinos en Israel y reas Autnomas, Madrid,febrero de 1997, editado por el Comit de Solidaridad con la Causa rabe, con el

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    patrocinio de Asociacin contra la Tortura, Asociacin Libre de Abogados, Comit deONG para la Cuestin Palestina, Jueces para la Democracia y Unin Progresista deFiscales).

    Cul fue la actitud y cules las "recomendaciones" de la Comisin Landau, ante estaprctica masiva de la tortura, que ya estaba "reconocida, aprobada y recomendada"

    dentro de los servicios de seguridad israeles, o Shin Beth?

    De manera contundente la Comisin asegur que esas "normas internas" eranbsicamente lcitas, argumentando que "... los terroristas carecen de derecho moralalguno para exigir que el Estado les garantice los derechos civiles convencionales", yque "... la actividad hostil terrorista justifica el uso del artculo 22 del Cdigo Penal deIsrael, referido al estado de necesidad, no slo cuando la perpetracin de un actoterrorista es inminente, sino tambin cuando sea posible y pueda ocurrir en cualquiermomento. As pues, la Comisin, despus de reconocer que es imposible la obtencinde informacin sin el uso de medios de presin, recomienda el establecimiento deformas selectivas de fuerza fsica y presin psquica que describe eufemsticamentecomo 'moderadas', que adems sean aprobadas y estandarizadas" (Informe: Presos

    Polticos Palestinos en Israel y reas Autnomas, p. 22).

    El Parlamento israel aprueba la "estandarizacin de las presiones fsicas". Y es asque, con referendum democrtico, la Comisin Landau legaliza la tortura en Israel yTerritorios Ocupados. Tal legalizacin fue confirmada asimismo por el Fiscal Generaldel Estado, en 1994. "Es obvio que las recomendaciones de la Comisin, en s mismasy por las vas que abren, conceptual y prcticamente significan una invitacin aejercer el terror fsico y psquico con los detenidos de procedencia palestina. Entre1987 y 1992 fueron detenidos por fuerzas israeles 80.000 palestinos, en su inmensamayora varones, lo que representa el 24% de la poblacin palestina masculina entre15 y 55 aos" (Informe, op.cit, p.30). A la inmensa mayora de los detenidos se lesaplicaron torturas "moderadas", estandarizadas y legalizadas por la Comisin Landau,entre otras:

    *Golpes reiterados, habitualmente aplicados con instrumentos contundentesespecialmente diseados en cada caso.

    *Shabed, que consiste en forzar el estrs fsico de los detenidos previamenteencapuchados (desprovistos de visin), mantenindolos en posturas muy forzadasdurante largos perodos de tiempo, sin dormir y sin alimentacin.

    *Asfixia por inmersin en lquidos y a partir de la colocacin de bolsas de plsticosobre la cabeza de los detenidos, lo que imposibilita la respiracin.

    *Aislamiento en sarcfagos u otros espacios muy pequeos con privacin dealimentos y negacin de accesos a los aseos. En forma simultnea, al detenido se loamenaza de muerte a l y a sus familiares y amigos.

    *Uso de grilletes empotrados en las paredes de las celdas, que obligan al detenido apermanecer en cuclillas u otras posturas violentas, durante largos perodos de tiempo.

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    *Aplicacin de corriente elctrica ("picana") en las zonas del cuerpo ms sensibles delos detenidos, en especial sus rganos genitales.

    "Los presos ordinarios, y de manera habitual, durante la poca de detencin inicial('detencin administrativa') sufren este tipo de tratos. Cuando hay presos especiales,tambin las torturas son especiales" (Informe, ps. 30-31).

    Los llamados en Occidente "derechos humanos" de los palestinos en Israel yTerritorios Ocupados sencillamente no existen. Entre 1987 y 1996, 1.500 palestinoshan sido asesinados por las fuerzas de seguridad israeles, 120 por los colonosarmados judos fundamentalistas, y otros 153 ejecutados por los "escuadrones de lamuerte", en algunos casos tolerados y en otros apoyados por las autoridades polticasy militares de Israel (lo que se llama la "alternancia democrtica en el poder"). Entre1987 y 1993 fueron dinamitadas 865 viviendas palestinas, causando un total de 7.985habitantes desplazados de sus hogares. Slo entre 1993 y el 12 de agosto de 1996, enpleno "Plan de Paz", el nmero de viviendas dinamitadas fue de 223. Durante elmismo perodo continuaron las deportaciones masivas de palestinos, violando no slolos Acuerdos de Oslo sino adems el IV Convenio de Ginebra.

    La detencin administrativa es la detencin de una persona realizada al margen decualquier intervencin judicial. En Israel las detenciones administrativas pueden durarseis meses, y son prorrogables por otros seis meses, sin lmite temporal alguno.19.000 personas han sufrido y sufren detencin administrativa en Israel "por motivosimperativos de seguridad".

    Existen innumerables denuncias efectuadas por profesionales palestinos de la sanidadsobre el papel que cumplen los mdicos judos en el sistema penitenciario israel. Sufuncin es evaluar el grado de resistencia de los presos que van a ser torturados ymantener sus constantes vitales a niveles aceptables, a fin de llegar al final de cadacesin de tortura con el prisionero dispuesto a firmar su declaracin de"culpabilidad".

    Ya hemos hecho referencia a la cifra de 80.000 detenidos-torturados entre 1987 y1992, que es el tiempo que transcurre entre la creacin de la Comisin Landau y losinicios del "Plan de Paz". En enero de 1995 (Oslo II) existan 5.000 prisionerospalestinos en crceles israeles. Slo 1.300 fueron liberados entre octubre de 1995 yenero de 1996. Pero esas liberaciones fueron "reemplazadas" con nuevas detenciones.Por lo que se puede estimar, en ausencia de datos fidedignos, que el nmeroaproximado de presos palestinos en crceles israeles sigue siendo de 5.000, al da dehoy. Asimismo, el procedimiento de "detencin administrativa" no se ha interrumpidoa partir de la aplicacin de los Acuerdos de Oslo, sino que por el contrario, se

    increment, segn denuncias de las autoridades palestinas.

    Las "desapariciones" de presos palestinos. Se trata de personas que habiendo sidodetenidas en el pasado han sido dadas como no existentes por parte de las autoridadespenitenciarias israeles. El Instituto Mandela posee "evidencias circunstanciales"provenientes de las familias de los "desaparecidos" de que "... muchos de losdesaparecidos permanecen encerrados en secciones especiales, en celdas separadas,bajo un control de aislamiento estricto en las prisiones de Atleet, Novi Tretsa, Al

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    seguridad del Estado" y no slo a actividades terroristas. Por lo tanto, esta cuestinincluir necesariamente interrogatorios especiales -torturas- sobre judos opositores algobierno, los famosos "falsos judos" ya definidos por el fundamentalismo religioso

    judo. Mientras que la comisin Landau habl de la posibilidad, en casos especiales,de una "presin fsica moderada" durante el tiempo del interrogatorio, el captulo 12de la Ordenanza ampla sin lmites el tiempo de la tortura, ya que habla de

    "aplicacin de presin sobre el individuo a interrogar" en casos especiales.

    Como ya se ha visto, en la enmienda a la Ordenanza se ha aadido un nuevo delito:"la omisin de pasar informacin (a las autoridades) que puede ayudar a prevenir unacto de terrorismo o prevenir la incitacin al terrorismo". Las personas que seconsideren culpables de este delito sern condenadas a cinco aos de prisin. Esenuevo delito afectar a la poblacin juda de Israel opositora del gobierno.Legalmente tambin los "falsos judos" podrn ser "interrogados" sin lmite detiempo. Y todava hay ms, un elemento decisivo en la futura guerra civil juda: lapersona encargada de fiscalizar las torturas no puede ser un empleado de esteServicio Secreto, el Shin Beth, sino que debe ser un funcionario nombrado por elprimer ministro. El inspector depender directamente del primer ministro y de

    un Comit interministerial encargado de los asuntos del Shin Beth, compuestopor cinco miembros. En definitiva: el Shin Beth tendr autorizacin para realizarcualquier accin "extraordinaria", inclusive interrogatorios contra judos opositores, o"falsos judos" (Fuente: Haaretz, op.cit.) (6).

    La poltica interior argentina

    Pero este libro tiene que ver, sobre todo, con la poltica interior argentina.

    No slo hay una "cuestin juda" en la Argentina. La "cuestin juda" tiene profundasraces sociales y amenaza con convertirse en el tema central dentro del largo proceso

    de crisis que vive ese pas.

    La "cuestin juda" en la Argentina, entendida como epicentro y sntesis final de todassus crisis, no se origina en un supuesto "antisemitismo" instalado en su sociedad, sinoen agresiones concretas realizadas por una comunidad nacional, tnica y religiosaextranjera, instalada en su seno. La comunidad juda residente en la Argentina es uncuerpo extrao, con lealtades esencialmente diferentes a la de las "gentes de la tierra".Es un factor agresivo para todo lo que es argentino.

    Toda la historia de la "modernidad" argentina, desde los aos 80 del siglo XIX, sebas en el principio de que esa sociedad "nueva" era un "crisol de razas". El llamado"modelo argentino" fue entendido como coexistencia de etnias y de culturas distintas

    que se fueron superponiendo -a partir de sucesivas olas inmigratorias- a la basedemogrfica original de raz hispano-criolla. Es precisamente ese "modelo argentino"lo que "estalla" a partir de los atentados terroristas que se analizan en este libro. Todoel marco social demogrficamente acumulado desde el inicio del desarrollo del"modelo argentino" fue severamente agredido, segn la hiptesis que sustentamos,por una de las culturas tnicas (en realidad, genticas) integrantes de ese conjunto.

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    La agresin al modelo demogrfico argentino acumulado durante ms de un sigloprovino de un grupo especfico -y, sobre todo, "diferente"- integrante del genos judo.Pero para ocultar el crimen de ese grupo, el Estado protector de la etnia, y la etnia ensu totalidad, realizan una tarea de encubrimiento cuyo estudio debera ser materiaobligada para los estadistas de todos los pases del planeta (las distinciones entregenos y ethnos se desarrollan en el Captulo 4).

    Fueron dos los actos criminales que se suceden en el tiempo, sin solucin decontinuidad. Las agresiones propiamente dichas (que tambin fueron dos) y elencubrimiento (falsificacin de la realidad) inmediato y automtico de esasagresiones. En el primer acto de la secuencia criminal -los dos atentados terroristaspropiamente dichos- participa slo el fundamentalismo judo (es decir, el judasmogentico); en el segundo, el propio Estado de Israel y, por smosis y principiosbsicos de lealtad, la prctica totalidad de la comunidad juda internacional y de lacomunidad juda residente en la Argentina (judasmo tnico). Es as como uno de lossegmentos culturales constitutivos del "modelo demogrfico argentino" elimina deraz la viabilidad que originalmente se encontraba en sus mismos fundamentos. Ya noes posible pensar a la Argentina como "crisol de razas". A partir de este momento, la

    supervivencia de la Argentina depende de la velocidad que su sociedad le imprima almovimiento que lleve al Estado-nacin a fundamentarse de otra manera, lo ms lejosposible del fenecido "crisol del razas".

    Las bombas de Buenos Aires destruyen un modelo de pas, desde el mismomomento en que una de sus culturas tnicas integrantes reclama para s derechosdiferenciados pero sobre todo superiores a los del resto de una comunidadconformada a partir de sucesivos aportes inmigratorios. Los "aparatos culturales"de esa sociedad -casi todos y casi siempre en manos de la etnia agresora- pretendieronignorar, hasta donde les fue posible, su fundamento demogrfico original: el subsuelocultural hispano-criollo, entendido no como algo acristalado en el tiempo, sino comoel fundamento de una demografa asimilada, pero sobre todo, integrada hacia dentro.Ello signific que la sociedad toda se encontrara incapacitada para definir un nuevocontenedor cultural basado en un proceso de fusin tnica ya realizado pero nuncaanalizado (la antropologa del peronismo, segn es analizada en el Captulo 4).

    El proceso de reconstitucin de la Argentina ha quedado abierto a partir de lasagresiones de Buenos Aires. Por la propia naturaleza demogrfica de la sociedadargentina ese proceso de reconstitucin deber ser necesariamente etno-cultural, etno-social y etno-territorial. Las agresiones propiamente dichas, pero sobre todo lacobertura que sobre ellas se ha realizado, con la apoyatura del Estado judo, handemostrado, ms all de las peripecias rocambolescas de la "investigacin judicial",que la actual estructura demogrfica de la Argentina ha agotado su ciclo histrico.

    Las principales "fallas" que se haban manifestado en la estructura de la sociedadargentina durante las ltimas dcadas tuvieron su origen en fisuras de origen tnico-cultural. La organizacin social, la formacin y el disfuncionamiento de sus clasessociales, responde exactamente a una previa diferenciacin etno-cultural. Ladistribucin de la poblacin sobre el territorio tambin tiene un fundamento etno-cultural. Pero sobre todo, ese fundamento etno-cultural fue la base oculta para que enel pas funcionara un determinado sistema poltico y econmico, y para que

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    finalmente la totalidad de ese sistema se subordinara -de una determinada manera,radical y compulsiva- al proceso de globalizacin actualmente en curso.

    El origen de la decadencia sin fin que sufre la Argentina arranca de la estructura depoder que finalmente adopt la forma "moderna" (pos-inmigratoria) de sucomposicin etno-social, bajo la forma de "crisol de razas". Con toda seguridad hay

    una Argentina anterior a las agresiones del terrorismo judo. No sabremos si habr unaArgentina posterior. Slo intuimos que si la hay, ser otra Argentina. Debemoscomenzar a pensar el futuro en trminos etno-estratgicos. Lo que significa que lasupervivencia radica en la posibilidad de construir otro perfil etno-cultural, basado enlas percepciones de las grandes mayoras populares ya fundidas -integradas yautointegradas- cultural y tnicamente, con lealtades hacia adentro y no hacia afueradel Estado nacional.

    ***

    Este libro tiene como principal objetivo contribuir a desenganchar a la culturaoccidental de raz cristiano-catlica del proyecto globalizador imperialistafundamentado en el judasmo mesinico y apocalptico. Todos los impulsosglobalizadores que pretenden arrasar a pueblos, naciones y culturas se fundamentanen una misma visin del mundo: aquella que la Iglesia Institucional Romana llama

    judeo-cristiana. El globalismo tiene slo "un libro": el Antiguo Testamento o BibliaHebrea, un legado cultural que hoy comparten plenamente fundamentalistas judos yevanglicos, en especial en los EUA, donde existe el nico movimiento religioso demasas que es sionista y no judo. Por el contrario, nosotros hemos trazado una historiaparalela de cinco siglos entre Espaa y Alemania. Escribirlo en muy pocas pginasfue, en ese sentido, una tarea complicada (Ver Captulo 5).

    Durante siglos, el mundo anglo-judo pretendi edificar la Leyenda Negra de Espaa

    (otra de las grandes falsificaciones-sustituciones de la realidad) con el fin de anular,en beneficio del capitalismo naciente, los enormes avances civilizatorios que habalogrado la cultura castellano-catlica. Desde el Iluminismo anti-espaol -y, por lotanto, anti-ibero-americano- se pretendi ennegrecer la cultura de Espaa denigrandolos grandes aportes castellano-catlicos a la historia de la humanidad. En este puntointento:

    Rescatar el inconmensurable aporte positivo de la Inquisicin para lasupervivencia de las civilizaciones indgenas en Amrica. Esas civilizacioneshubiesen sido totalmente destruidas sin la presencia de la Inquisicin enAmrica. Y me doy cuenta perfectamente que esta idea puede provocarreacciones emocionales violentas en sentido contrario y desde extremos

    opuestos entre s. Ello sera lgico, ya que una afirmacin tal va a contrapelode varios siglos de conocimientos formales acumulados, pero no digeridos; vaa contrapelo de una cultura sedimentada institucionalmente, pero que nosniega el conocimiento de su origen. Y sobre todo se contrapone con el"progresismo" cultural occidental.

    La perversin intrnseca de la economa juda, destructora de frica yAmrica. Esas dos destrucciones demogrficas fueron condiciones sine quanon para el nacimiento del capitalismo moderno, primero con centro en

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    Amsterdam y luego en Londres. El nacimiento del capitalismo es la victoriaideolgica del judasmo mesinico apocalptico: por su propia naturaleza, esaideologa deba negar primero y destruir despus los fundamentos catlicos delmundo castellano-universal. No es extrao, en absoluto, que la Iglesiainstitucional romana se haya unido al proyecto en esta fase histrica dondepredomina la hegemona destructora del Mito del Holocausto, lo que significa,

    tambin, la satanizacin de dos culturas muy distintas entre s: la germnica yla islmica.

    La imagen nefasta de Alemania, en tanto "pueblo criminal por naturaleza" (Ver:Captulo 7 y Eplogo), fue y es utilizada por el judasmo mesinico apocalptico para

    justificar las ms horrendas acciones criminales del Estado de Israel, cometidas noslo en Palestina sino en el mundo entero. Cuanto ms intenso y doloroso seapresentado ante el mundo el "crimen del Holocausto" supuestamente cometido en elpasado por Alemania, ms justificados estarn los crmenes actuales y futuros delEstado judo.

    En este libro intento demostrar -apoyado en el pensamiento revisionista, es decir, en

    conocimientos cientficos e informacin actualizada- que no existe ningunajustificacin histrica para continuar hablando de "Holocausto", ya que la polticaalemana respecto de los judos, antes y durante la llamada "segunda guerra mundial",no fue de exterminio sino de expulsin. Y se concibi y se realiz, esa poltica,mucho despus de que en los campos de concentracin de la Unin Sovitica fueraninmolados unos diez millones de hombres y mujeres en nombre del "progresohistrico". No estamos hablando de Stalin, sino de una polica poltica bolcheviqueconducida por clebres judos ubicados en la etapa final del progresismo: elmarxismo. Esa polica poltica actu con prolongada anterioridad a la consolidacinde Stalin como Secretario General. De hecho, la progresiva apertura de los archivosrusos referidos a la poca sovitica estn demostrando que el Stalin real est muylejos de su imagen sangrienta creada sobre todo por el trotskysmo judo y judaizante.

    Fueron los avatares de ese intento alemn de expulsin, realizado dentro de unescenario blico generalizado, lo que finalmente provoc un "genocidio" de unadimensin aproximada al ltimo ocurrido en frica recientemente: uno de los tantosgenocidios expulsatorios inter-tnicos -o inter-nacionales, o inter-sociales- que han

    jalonado la historia de la humanidad desde sus orgenes hasta el mismsimo da dehoy. El concepto de expulsin aplicado a la historia reciente de Alemania no slo nosconecta con los orgenes de la Espaa Universal que nace en 1492. Nos conducetambin a conflictos actuales, originados por comunidades judas instaladas ensociedades que en su momento las acogieron amistosamente. Esas comunidades

    judas residentes actan en la mayora de los casos contra los fundamentos identitarios

    de las sociedades receptoras, intentando trastocarlos y destruirlos. De tal forma que lanica posibilidad de supervivencia de la sociedad receptora vuelve a ser la expulsin.Estoy hablando concretamente del caso argentino. La relacin entre Espaa yAlemania en torno a la cuestin juda est perfectamente justificada en funcin de lasagresiones que ambas sociedades sufrieron por parte de los judos residentes en ambasnaciones en diferentes momentos histricos.

    Este libro pretende ser una rplica racional y una crtica radical a dos mitosconstruidos a posteriori de los hechos, y que en ambos casos (Espaa y Alemania)

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    son deformadores (constituyen interpretaciones deformadas) de esos hechos. Esosmitos, el de la Expulsin espaola y el del Holocausto alemn, fueron construidos apartir de intereses polticos, mucho despus de haber ocurrido los hechos a los que serefieren, y por lo tanto constituyen deformaciones especficas de la realidad. Soninterpretaciones ideolgicas de ambos procesos histricos, y no el proceso histricopropiamente dicho.

    Pero sucede que una crtica sistemtica del Mito del "Holocausto" nos lleva necesariae inexorablemente a re-analizar los fundamentos de la cultura europea que nace apartir de la "Liberacin" de posguerra. As vemos que no slo el Mito del"Holocausto" se fragmenta en mil pedazos: lo que ya no se mantiene son loslineamientos estructurales de la cultura occidental re-establecidos a partir del fin de laltima guerra llamada "mundial". Ya no es posible seguir sosteniendo la imagenesquizofrnica de una Alemania "mala-agresora" y de un Occidente "bueno-agredido". Tanto el Estado de Israel como la Europa de Maastricht son hijos de unamisma catstrofe: una guerra civil europea de treinta aos que se salda con la victoriade un "nuevo orden mundial" que esclaviza por igual a todos los pueblos del planeta(Ver: Eplogo).

    Tanto la "Historia Negra de Espaa" como el "Mito del Holocausto" y el subsiguientede la "Liberacin", tienen muy poco que ver, en tanto construcciones ideolgicas ex

    post factum, con las respectivas realidades que intentan representar o expresar entrminos simblicos esas tres interpretaciones historiogrficas ya caducas. Estamoshablando de Mitos y no de realidades. Esos tres Mitos constituyen, en un sentidoestricto del concepto, sacralizaciones, esto es, situaciones reales sacadas de contexto yllevadas al absoluto. Los hechos reales que esos Mitos, esas grandes sustituciones-falsificaciones de la realidad- pretenden representar, pueden ser hasta moralmentecondenables aislados de su contexto, pero dado que ocurrieron en un tiempo histricoy no sobrenatural, son explicables a partir de la utilizacin de los elementoselaborados por las ciencias sociales y, ms especficamente, por la ciencia histrica.Son explicables a partir del anlisis histrico racional.

    Rechazamos la Historia Negra de Espaa en tanto y en cuanto constituye lasacralizacin negativa de la historia de Espaa. Rechazamos el Mito del Holocaustoen tanto y en cuanto constituye la sacralizacin negativa de la historia contemporneade Alemania. Rechazamos el Mito de la "Liberacin" porque origina un ordenmundial devastador. En definitiva, negamos las sacralizaciones construidas parasatisfacer fines eminentemente polticos generados mucho despus de producidos loshechos.

    Como sostiene el historiador alemn profesor Ernst Nolte, el pensamiento cientfico

    no puede callar por ms tiempo. No existe el "crimen nico" ni el "mal absoluto",como pretenden los mitfilos de cualquier signo. Ello significa que otra Europa y otroOccidente pueden ser construidos libres de la tutela del terrorismo judo. El principioms elemental de la ciencia sostiene que todos los fenmenos humanos guardanrelacin con otros fenmenos humanos. Todos ellos deben comprenderse a partir deesas relaciones. El principio ms elemental de la ciencia sostiene que en el estudio deesas relaciones deben excluirse todas las reacciones emocionales, incluidas lasreligiosas, por muy legtimas o poderosas que ellas sean. "El pensamiento cientficosostiene que el acto ms inhumano es siempre 'humano' en el sentido antropolgico;

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    que el 'absoluto' de postulados y mximas morales, como por ejemplo: 'no matars',no es tocado por la determinacin histrica, en el sentido que desde los principios dela historia hasta el presente la matanza de hombres por hombres, la explotacin dehombres por hombres, han sido realidades permanentes; que el historiador no debe serun mero moralista... El absoluto, o sencillamente lo singular en la historia sera un'numinosum', al que slo debera uno acercarse en actitud religiosa, pero no con

    criterios cientficos".

    La tarea del pensador es analizar las conexiones de los procesos histricos y sociales.Debe preservarse de las crticas de los que quieren confrontar el "mal absoluto" ennombre del "bien absoluto". "Slo el anlisis mismo, y no profesiones de fe yaserciones prematuras, lograr acercamientos progresivos a la realidad histrica"(Nolte).

    Desde posiciones de poder en otros tiempos inimaginables, el judasmo mesinicoapocalptico procede, como es lgico, de forma inmoral. Cree poder colocarse, sinms ni ms, en la anttesis de la ciencia, ya que slo admite a determinados gruposhumanos entre un sinnmero de vctimas de la historia. Ello es as porque est

    convencido de la existencia de una desigualdad esencial entre los seres humanos, apesar de que ellos -"los elegidos"- son tan culpables, al menos, como aquellos a losque acusan. "Se sobreentiende que no deben negarse las diferencias, porque en ellasradica la esencia de la realidad. Sin embargo, el pensamiento histrico, debe oponersea la tendencia del pensamiento puramente ideolgico y emocional, orientado aafianzar esas diferencias... La pretendida neutralidad del pensamiento histrico nopuede ser de carcter divino y por ende estar a salvo de cualquier error... Elpensamiento histrico debe estar dispuesto a revisarse, siempre y cuando se presentenbuenas razones y no slo voces de indignacin renuentes a aceptar que es precisoexplicarlo todo en la medida de lo posible, pero que no todo lo explicado escomprensible y no todo lo comprensible se justifica. Por otra parte es imposiblerenunciar a la propia existencia, y slo de ella resulta una toma de partido directa yconcreta" (Nolte).

    Nuestro anlisis sobre dos procesos concretos de expulsin de grupos humanos(Espaa, Siglo XV; Alemania, Siglo XX) se fundamenta en el hecho absolutamenteverificable de que el grupo social expulsador, plenamente mayoritario, era conscientede que a partir de la expulsin estaba preservando su "propia existencia". Esa mayorasocial perciba al grupo expulsado como a un peligro muy grande para la continuidadde su propia existencia.

    Esta es nuestra explicacin relacional entre grupos humanos antagnicos, quetrataremos de hacer comprensible, pero en ningn caso "justificadora". Es curioso que

    los mismo grupos humanos que pretenden negar por decreto lo que es un derechonatural de la vida misma, y no slo del pensamiento cientfico, esto es, el ejercicio dela capacidad humana para revisar su propia historia, asumiendo la libertad y laresponsabilidad de afirmar o de negar interpretaciones histricas controvertidas(situaciones humanas y no divinas, siempre relativas y nunca absolutas); es curiosoque esos mismos grupos humanos ejerzan el poder poltico, en este mismo tiempohistrico contemporneo, negando a "los otros" el derecho a la existencia. Eliminandoa "los otros", torturndolos y masacrndolos. Como es el caso del simblico y

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    sacrosanto Estado de Israel, en cuyo nombre se construyeron los mitos criticados eneste libro.

    La historia no es simple "pasado". Es la forma que suelen adoptar las angustias y lasluchas del presente. Es por eso que ante una misma historia existen -y deben existir-distintas interpretaciones historiogrficas. Lo pasado, lo remoto, es historia slo

    cuando subsiste en el presente. El pasado es, por lo tanto, lo contrario de un objeto, enla misma medida en que el presente no es una "naturaleza cristalizada", mientras queel futuro aparece no slo como incertidumbre, sino sobre todo como voluntad.

    El derecho a revisar la historia, afirmando, negando o relativizando no slo los"hechos", sino sobre todo las interpretaciones dadas a esos "hechos", es algo queasumen todas las sociedades, todas las generaciones, en todos los presentes. Es poreso que ante una misma historia existen -y deben existir- distintas interpretacioneshistoriogrficas. Adems, como lo subraya Martin Heidegger, hay acontecimientoshistricos que tienen historia y otros que no la tienen. Es el presente -las luchas y losantagonismos del presente, pero sobre todo las crisis del presente- quienes decidencules acontecimientos histricos tienen historia y cules no la tienen.

    Para Heidegger hay historia (Geschichte) e historiografa (Geschichtswissenschaft):"Qu es acontecer en la historia? Qu es historia como lo pretrito en relacin altiempo? No slo el pasado, sino tambin el presente tiene relacin con la historia. S,el presente alcanzado histricamente es el punto de orientacin para el acontecerhistrico pasado... la historia y el acontecer estn relacionados al pasado, presente yfuturo, esto es, a los tres mbitos del tiempo... El pensamiento histrico y lahistoriografa (das geschichtliche Denken und die Geschichtswissenschaft) trabajancon una particular articulacin del concepto del tiempo. El pasado puede ser lainversin de la visin. El tiempo puede asumir la forma de una lnea y resultaentonces arbitrario cmo nosotros la observamos, desde el pasado en direccin alfuturo o al revs" (Martin Heidegger,Lgica, 1934).

    Lo pasado, lo remoto, es historia slo cuando subsiste en el presente. El pasado es,por lo tanto, lo contrario de un objeto, en la misma medida en que el presente no esuna "naturaleza cristalizada", mientras que el futuro aparece no slo comoincertidumbre, sino sobre todo como voluntad. Para Heidegger esta articulacin deltiempo se resuelve a partir de asumir la historia como evolucin del ser (Sein) y nocomo noticia del acontecer (Geschehen). "Acontecer es un 'devenir' (Werden), y'devenir' es lo contrario de ser (Sein)... quedar claro que el ser histrico es unapermanente y siempre renovada decisin entre la no-historia, la distorsin de nuestroser y la historia en que estamos" (op. cit.).

    Esta revisin de la historia que proponemos debe entendrsela como un acto devoluntad (hacia el futuro) opuesto a otras voluntades del presente. Se tratasimplemente del eterno conflicto humano; es decir, de algo que no puede serprohibido por decreto. Slo que ahora hay una voluntad humana que se ha recubiertode sacralidad: ella tiene pretensiones absolutas. Juzga y legisla sobre el bien y el maldesde las alturas de una fe revelada, hermticamente cerrada para "los otros",nosotros. Es lo que trato en mi anterior libro El nacional-judasmo, un mesianismo

    pos-sionista. Estamos ante la historia como objeto (sacralizado) y ante el presentecristalizado. Est prohibido revisar, est prohibido afirmar, est prohibido negar,

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    siempre y cuando uno no forme parte del bando del "bien absoluto" (lo queautomticamente implica estar del lado del "mal absoluto"). Es decir, estamos en lasantpodas de la vida, del pensamiento cientfico y de la libertad proclamada por todaslas Constituciones del Mundo Occidental.

    ***

    Este libro se editar simultneamente en Espaa, en lengua castellana, pensando entodo el mundo iberoamericano, y en El Lbano, en lengua rabe, para todo el mundorabe. Por primera vez en muchos siglos se hace necesario pensar en formasimultnea a Europa e Iberoamrica, y al mundo rabe-musulmn. La crisis delpresente exige pensar a ambos espacios como entidades culturales y econmicas -enun sentido muy amplio del concepto- no contradictorias sino armnicas entre s. Esaperspectiva nos lleva a ubicarnos en las antpodas del presupuesto judo por el cualexistira un conflicto insuperable entre "Oriente" y "Occidente", y entre Europa y losespacios transmediterrneos del Mundo Antiguo. Naturalmente que hay un conflicto.Pero l debe ser definido con toda precisin: ese conflicto existe entre las fuerzas

    judas que pretenden aduearse de Occidente y el mundo islmico. Y no entreOccidente y el mundo rabe-musulmn. Al mundo islmico le interesa, o al menos ledebera interesar la -ahora s- Liberacin de Europa de sus controles judos.

    Muchos rabes "progresistas" e islmicos "oficiales" residentes en Europa confundena unos pocos millones de inmigrantes magrebes -ahora trabajadores explotados de lasperiferias metropolitanas y, antes, sub-ciudadanos en sociedades cerradas yprimitivas- con el mismo mundo rabe-musulmn. Gracias a esa confusin, son los

    judos progresistas de Europa los que encabezan todas las campaas en favor de lasminoras oprimidas, desde los magrebes hasta los homosexuales, pasando por losgitanos Extraa figura la de los judos defendiendo a los trabajadores rabes enFrancia, Alemania y Espaa, mientras sus hermanos de raza los masacran en el

    Oriente Medio! Slo la extrema descerebracin del arabismo progresista y delislamismo conservador en Europa pudo haber logrado semejante alucinacin. Elmundo rabe-musulmn es mucho ms importante que cuatro o cinco millones detrabajadores rabes inmigrados, es decir, expulsados de sociedades primitivasnegadoras de cualquier forma de participacin y extremadamente empobrecidas,tambin, por la inaccin y la corrupcin de sus "elites" civiles y militares. Laeuropeizacin de Europa ser la antesala de su verdadera integracin con el Mundorabe. Pero previamente la propia Europa deber haber alcanzado el reencuentro consu identidad perdida a partir de la falsa "Liberacin" de 1945.

    Para definir el idioma universal de Cervantes utilizaremos el trmino "castellano" yno el corriente "espaol", dada la enorme confusin que ha provocado el Estado

    espaol llamado "de las autonomas", al declarar oficiales nada menos que a cuatrolenguas (con una quinta en camino), la mayora de las cuales no excede el mbitopuramente comarcal dentro de la pequea pennsula ibrica. Por ello hemos decididoeditar este trabajo bajo el signo del bilingismo rabe-castellano. O castellano-rabe.Por varios motivos.

    En primer lugar, por el enorme peso de una relacin histrica. Al-ndalus, visto enperspectiva, fue tal vez la realizacin ms luminosa de una civilizacin, la de la razarabe; y de una cultura, la que expresa la religin musulmana. Al-ndalus fue una

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    providencial confluencia entre dos y no entre tres civilizaciones. La "cultura juda",tanto en la Espaa visigoda como en la Espaa musulmana, siempre fue una culturasubsidiaria, ya que siempre se expres slo a travs de dos lenguas, la castellana y larabe.

    En segundo lugar, por la enorme potencia demogrfica y cultural que encierra la suma

    de ambas lenguas y, en consecuencia, por el gran poder poltico potencialinternacional que ello presupone. Esta confluencia lingstica abarca a ms de milmillones de personas. Prcticamente todas ubicadas en reas excluidas y sometidasdentro del llamado "nuevo orden mundial". La suma de recursos que poseen ambasregiones incluyen a todos los factores que hacen al poder internacional en los tiemposactuales y futuros, entre otros: petrleo, mano de obra altamente cualificada,alimentos, poetas, minerales, ingenieros y pensadores.

    En tercer lugar, porque la experiencia indica que es tan importante desarrollar laproblemtica rabe-musulmana en Occidente como presentar ante el mundo rabe-musulmn el pensamiento existente en Occidente sobre ellos mismos. Este es unpunto clave dentro de una determinada concepcin de una militancia por la causa de

    los humillados plenamente asumida. Desde el punto de vista geopoltico entendemospor espacio rabe-musulmn no slo el llamado "mundo rabe" sino adems sus doszonas contiguas ms importantes: Irn y Turqua. Los ncleos contemporneos de losdos antiguos imperios, el persa y el otomano, son elementos estratgicamenteindisociables de la cultura musulmana y del mundo rabe propiamente dicho.

    Finalmente, por la importancia poltica que tiene el proyecto de repotenciar a lascorrientes inmigratorias rabes en Iberoamrica. Esas comunidades instaladas en elnuevo mundo son muy importantes en su aspecto cuantitativo, pero carecen de lapotencia que les otorgara encontrar una "conciencia de s", an inexistente.

    Ambas lenguas se desarrollaron, desde el triunfo de la "modernidad", de espaldas unarespecto de la otra, y ambas de forma marginal respecto del centro anglo. Lo quefacilit la hegemona de terceras lenguas y de otros "dioses", que hoy son las lenguasy los falsos dioses del Imperio, es decir, de la arrogancia "judeo-cristiana" (culto al"monotesmo de mercado", como dira Roger Garaudy).

    Madrid, marzo de 1998

    Notas de la Introduccin

    1.-El estallido del "escndalo sexual" del presidente Clinton (enero de 1998) fue unaoperacin jams intentada, hasta ese momento, por el lobby judo norteamericano y laInteligencia israel. Es muy difcil dudar sobre la funcin cumplida por la seoritaMnica Lewinsky. Fue una repeticin casi exacta del caso Ellen Romisch, una de lasex amantes del presidente Kennedy, que trabajaba para el servicio de inteligencia dela ex Alemania Oriental. Para tapar el escndalo Romisch, el entonces fiscal generalRobert Kennedy se encarg de sacarla del pas lo ms rpido que pudo, mientras eldirector del FBI Edgard Hoover adverta en el Congreso: "Que nadie investigue elcaso porque de otra manera vamos a arrastrar a muchos en la cada". En esos tiempos

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    el Congreso adopt una actitud de prudencia. La misma actitud prudente adopt elCongreso, uno de los centros de gravedad del lobby, con el caso Lewinsky. MnicaLewinsky es hija de una importante familia juda conservadora norteamericana. Adiferencia de Ellen Romisch es una persona con arraigo en el establishmentnorteamericano. Desde un punto de vista lgico existe una alta posibilidad que laLewinsky haya actuado por cuenta de la Inteligencia israel, segn denunci casi

    unnimemente la prensa rabe durante el tiempo de los sucesos. Clinton qued comoun rehn de la Inteligencia israel, luego de 32 encuentros amorosos con la Lewinsky.La celeridad con que se decide el ataque a Irak, finalmente frustrado por un sistemainternacional que se aleja del "unipolarismo", justo en el momento en que la posicinisrael era ms dbil de cara a Occidente, no encuentra ninguna otra explicacinracional: el presidente es obligado a dar luz verde a una decisin previamenteadoptada por el lobby, en un momento en que el Estado de Israel careca en absolutode justificaciones respecto de su dramtico "incumplimiento" de los Acuerdos deOslo. Cuando la poltica juda resultaba absolutamente injustificable ante la llamada"opinin pblica occidental", aparecen como por arte de magia las "armas dedestruccin masiva" de Saddam Hussein. Una falsificacin y sustitucin de larealidad, la anteltima. Una vez ms, Israel estaba en "peligro de muerte", se volvi a

    insinuar. La religin del "Holocausto" sepult los hechos y la realidad fue nuevamentesustituida por un Mito. Ya no cabe duda sobre quien manda en Washington. Estamossimplemente ante el gobierno del mundo.

    El 29 de enero de 1998, el mismo da de la llegada de Netanyahu a la capital imperial,el corresponsal deLiberation (uno de los rganos del lobby judo-francs) enWashington escribe: "La tensin es tal que ahora la cuestin consiste en saber si laantipata de la administracin Clinton por Netanyahu va a ser ms fuerte que susostn a Israel". Sin duda esa era la pregunta capital en aquellos das. Pero ya existerespuesta. El apoyo a Israel contina, a pesar de todo. Antes de la visita Clinton habadicho: "Yo no puedo seguir trabajando con ese tipo" (Fuente: US News & WorldReporter). La misma publicacin afirm que la seora Albright confiesa ante suscolaboradores ms inmediatos que ya est "excedida" por las maniobras dilatorias deNetanyahu: "Este hombre me ha humillado al ignorar mis llamados para poner fin a supoltica de asentamientos". En definitiva haba un clima de alta tensin entre los dosgobiernos aliados. Y la misma situacin era visible en la Unin Europea: el llamado"Plan de Paz" se haba convertido, oficialmente, en una gran frustracin.

    2. Cipayo, del persa sipahi, soldado indio al servicio de una potencia europea(Diccionario de la Lengua Espaola, Real Academia).

    3. El Islam como "terrorismo gentico", ver Andr Glucksmann, en el Eplogo de estemismo libro.

    4. Slo han transcurrido 50 aos desde la fundacin de la mortal "contradiccinoriginal", es decir, del Estado de Israel. Hasta el mes de marzo, la comisin de laKnesset constituida para organizar los actos festivos (imaginados solemnes) previstospara el 14 de mayo de 1998, no haba podido an presentar un programa coherente.No est asegurada siquiera su financiacin. Esta vez s hay acuerdo entre los dosextremos del arco poltico-religioso: "No se puede obligar a la gente a que estnalegres cuando son desdichados", dijo el diputado laborista Nissim Zwili. "La nacinno est para fiestas", seal, por su parte, el parlamentario ultraortodoxo David Tal.

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    Diputados de la Knesset -dice Der Spiegel en su edicin del 29 de diciembre de 1997(p.113)- han solicitado recientemente suspender los actos festivos previstos para el 14de mayo prximo. El comit constituido expresamente para la organizacin de losfestejos, no ha podido presentar todava ningn programa; incluso la financiacin delaniversario -cuya celebracin se haba pensado festejar, en un principio, con todapompa- no est asegurada. La falta de nimo de los israeles refleja la profunda crisis

    en que se encuentra el Estado sionista. Der Spiegel concluye: "El proceso de pazdivide al pueblo, y las disputas entre judos religiosos y laicos ya hace tiempo que sehan convertido en una guerra cultural."

    5. Ze'ev Schiff, Las innovaciones en la Ley del Shin Bet,Haaretz, Edicin eningls, 23 de enero de 1998.

    6. El mismo diario escribi sobre el tema de los interrogatorios en su edicin del 14de enero. El precio de la moral, por Amira Hass. Los nueve jueces de la CorteSuprema de Justicia tienen que atender un tema muy espinoso. Se trata de la peticinrealizada por los abogados de los detenidos Abed Al-Rahman Ghanimat y FuhadKoran para que la Corte ordene al Servicio Secreto Shin Beth dejar de torturar a los

    dos detenidos; textualmente: "dejar de aplicar presin fsica y emocional". Los juecesno pueden limitarse a definir su postura sobre cules de los argumentos tienen mspeso: los de los abogados de los demandantes (Leah Tsemel y Allegra Pacheco) o lasdemandas de la parte contraria, el representante (annimo) de Shin Beth y elrepresentante del Estado (Shai Nitzan). Qu duda cabe que las repetidas advertenciashechas a lo largo de la semana pasada por las autoridades de Seguridad en relacincon la posibilidad de inminentes atentados terroristas pueden influir en la decisin delos jueces de la Corte Suprema. Los jueces deben pronunciarse sobre si la situacin delos demandantes -que llevan das atados a una silla obligados a escuchar msicaestrepitosa, sin que se les permita dormir ni siquiera durante unas pocas horas, y conla cabeza tapada con una bolsa- supone tortura o forma slo parte del "perodo deespera antes del interrogatorio". El ambiente en la Corte es de temor y angustiaante la previsible reaccin del pblico. Se supone que los nueve jueces habrn ledo elartculo de Daniel Statman "La cuestin de lo absolutamente moral en la prohibicinde la tortura" (publicado en julio de 1997 en la revista "Ley y Gobierno", editada porla Facultad de Derecho de la Universidad de Haifa). Este artculo, escrito por unprofesor de filosofa de la Universidad de Bar-Ilan, no se puede considerar"meramente de inters acadmico", ya que aporta argumentos que no se puedenresumir en unas pocas frases. El autor del artculo comienza con una "apologa": sudiscurso filosfico no pretende negar que la tortura es "algo moralmente abominable",ni tampoco pretende presentar argumentos en contra de la condena incondicional decualquier forma de tortura. Sin embargo, el artculo es de vital importancia, desde elpunto de vista de su autor, por la afirmacin de que "por lo menos en determinados

    casos, la tortura es moralmente admisible". Statman distingue entre "tortura deterroristas" que se realiza con el objeto de "amedrentar a los miembros del grupo alque pertenece el individuo que est siendo interrogado", y "tortura interrogativa" quetiene por finalidad "causar dolor fsico o emocional para extraer informacin delindividuo que est siendo interrogado". Sin embargo, el artculo de Statman no da unasolucin directamente aplicable a la situacin concreta de los dos detenidos (comoantes se ha descrito) y si esta situacin supone una tortura o, como pretende elrepresentante del Shin Beth ante la Corte, slo se considera "un perodo de esperaantes del interrogatorio". Lo que s ofrece, es una respuesta indirecta: est prohibido

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    afirmar, dice el autor categricamente, que "el causar grave dolor a un individuo queest siendo interrogado, no puede considerarse como tortura". Statman ofrece otrocriterio indirecto a los jueces de la Corte Suprema: "Qu otro trmino que no sea elde 'tortura' puede aplicarse a una forma similar de 'espera' (entre varias sesiones de uninterrogatorio), si la per