La Asamblea y Las Normas de Convivencia - Tutoría

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CAPACITACIÓN ANUAL 2014 - ABRIL 1 LA ASAMBLEA COMO MEDIO PARA LA CONSTRUCCIÓN DE LAS NORMAS DE CONVIVENCIA EN EL AULA TUTORÍA 2014

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CAPACITACIÓN ANUAL 2014 - ABRIL

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LA ASAMBLEA COMO

MEDIO PARA LA

CONSTRUCCIÓN DE LAS

NORMAS DE CONVIVENCIA

EN EL AULA

TUTORÍA 2014

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LA ASAMBLEA COMO MEDIO PARA LA CONSTRUCCIÓN DE LAS NORMAS DE CONVIVENCIA EN EL AULA

Presentación En el marco del objetivo general de la capacitación que Ediciones Corefo ofrece al personal directivo y docente de las instituciones educativas del país, nuestro propósito específico en este taller sobre tutoría, es contribuir al fortalecimiento de las competencias profesionales de los docentes para lograr mejores niveles de desempeño dentro de la función tutorial. Este propósito, como es de rigor, debe necesariamente ajustarse a los alcances de la normatividad vigente del sistema educativo, tanto en lo relativo a los paradigmas del proceso enseñanza aprendizaje (en los que últimamente está poniendo mucho énfasis el Ministerio de Educación), así como en los enfoques y estrategias que la tutoría debe aplicar como servicio de acompañamiento cognitivo, socio-afectivo y pedagógico. En efecto, aún vigente en gran parte, el Diseño Curricular Nacional, se ha formulado un Marco Curricular Nacional que establece con claridad las pautas conceptuales y metodológicas para ajustar el proceso educativo a las exigencias del desarrollo personal y social de la hora actual. El contenido temático previsto para este taller, nos revela con mucha claridad la intencionalidad que buscamos. Se trata de aplicar una estrategia metodológica para que, en un ejercicio pleno al derecho de participación, los estudiantes puedan intervenir activamente en la formulación de las normas que regulen y fortalezcan un clima propicio para un ambiente favorable para un aprendizaje dentro del modelo

curricular por competencias. Sin duda, el aprendizaje vivencial que se logre a través de las asambleas forman parte de otro conjunto de experiencias que habrá que implementar dentro de los aprendizajes fundamentales que esperamos en su proceso de formación para el ejercicio de una vida ciudadana en una sociedad democrática, justa con igualdad y equidad. Como es fácil comprender, la temática de este taller se inscribe, plenamente como veremos luego, dentro de los alcances de las normas fundamentales que rigen el sistema educativo peruano desde la Ley General de Educación 28044, sus Reglamentos, el Diseño Curricular Nacional, el Marco Curricular Nacional, las Rutas de aprendizaje, las normas de tutoría y otras específicas. I. MARCO CONCEPTUAL Y

NORMATIVO QUE SUSTENTA UNA EDUCACIÓN PARA LA CONVIVENCIA DEMOCRÁTICA

Toda actividad que se genere dentro de las instituciones educativas sean estas formales o informales, programadas o no programadas, deben tener propósitos formativos. Es decir, deben formar parte del conjunto de experiencias que serán necesarias para el logro de los aprendizajes fundamentales que se espera que logren los estudiantes. En el caso de una acción con objetivos específicos programados, como contar con normas de convivencia en el aula que contribuyan a la construcción de un clima propicio para el aprendizaje, deben tener como referencia las competencias, capacidades, habilidades, actitudes y

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valores que se pretende desarrollar y fortalecer. En este sentido, se hace indispensable recordar los aspectos conceptuales y doctrinarios y metodológicos contenidos en la normatividad vigente que orientan con toda claridad el desarrollo de experiencias relacionadas con la formación para el ejercicio de la ciudadanía, la construcción de la convivencia y las normas de convivencia que forman parte del contenido temático de este taller. 1.1. La Ley General de Educación Los fines de la educación señalan con toda precisión qué tipo de educación queremos en nuestro país, en efecto prescribe: “Son fines de la educación peruana: a. Formar personas capaces de lograr su realización ética, intelectual, artística, cultural, afectiva, física, espiritual y religiosa, promoviendo la formación y consolidación de su identidad y autoestima y su integración adecuada y crítica a la sociedad para el ejercicio de su ciudadanía en armonía con su entorno. b. Contribuir a formar una sociedad democrática, solidaria, justa, inclusiva, próspera, tolerante y forjadora de una cultura de paz que afirme la identidad nacional sustentada en la diversidad cultural, étnica y lingüística, supere la pobreza e impulse el desarrollo sostenible del país y fomente la integración latinoamericana teniendo en cuenta los retos de un mundo globalizado. (Artículo 9. °)” Lo destacado en negritas, son nuestras referencias macro para los propósitos de nuestro taller sobre las normas de convivencia. 1.2 . El Marco Curricular Nacional

“El Marco curricular proponen un conjunto de aprendizajes considerados fundamentales para encarar los desafíos que nos plantea el país en los tiempos actuales a todos los peruanos y peruanas, desde lo particular de nuestra diversidad. Al final de su escolaridad, todos los estudiantes deben haber logrado cada uno de estos aprendizajes pues en conjunto los habilitan para participar activamente en la sociedad peruana y en la comunidad mundial, sean en el campo productivo social, científico, tecnológico o cultural en general como agentes de cambio”. Los desafíos a que se refiere el documento se relacionan con: el desarrollo económico y competitividad; la equidad y justicia; la democracia y estado de derecho y la eficiencia, transparencia y descentralización del Estado”. Todos los aprendizajes responden a una visión holística de la persona y su formación. Para el caso de nuestros objetivos, son dos los aprendizajes que es necesario recordar: “ACTUAR E INTERACTUAR CON SEGURIDAD Y ÉTICA, Y CUIDANDO SU CUERPO: Esto supone que todos los estudiantes se desenvuelven en la vida cotidiana con seguridad y confianza en sí mismos, cuidando y cultivando su cuerpo, y planteándose posibilidades continuas de desarrollo personal, sabiendo asimismo crear vínculos sanos con los demás y afrontar desafíos de manera ética”. “EJERCER PLENAMENTE SU CIUDADANÍA: Esto supone que todos los estudiantes se reconocen y actúan como sujetos de derecho y comprometidos con el bien común, cumplen sus responsabilidades en la vida social, con conciencia histórica y ambiental y con apertura intercultural, conviven y participan

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democráticamente y deliberan sobre los asuntos públicos”. El aprendizaje fundamental citado en segundo lugar, nos señala con mayor precisión el derrotero hacia donde debemos orientar nuestros procesos educativos en el desarrollo curricular y en el acompañamiento a través de la acción tutorial. 1.3. Los objetivos de la tutoría Conviene también recordar que la tutoría como servicio permanente e inherente del currículo, dentro de su propósito de contribuir a la formación integral de los estudiantes se plantea como objetivos: a. Atender las necesidades de desarrollo

socio-afectivo de los estudiantes y favorecer su desarrollo personal integral.

b. Promover un entorno seguro y favorable para optimizar los aprendizajes.

c. Fortalecer los factores de protección frente a riesgos y problemas psicosociales.

La tutoría como espacio de encuentro entre los estudiantes y de estos con el tutor, ofrece la oportunidad de poner en práctica la participación estudiantil desde la identificación de un problema, necesidad o interés común de los estudiantes, la deliberación en busca de alternativas consensuadas de solución, hasta la toma de decisiones y la participación activa para la obtención del bien común. 1.4. Las Rutas de Aprendizaje

El fascículo Convivir, participar y deliberar para ejercer una ciudadanía, precisa con mayor detalle las competencias y capacidades a cuyo desarrollo y

fortalecimiento deben orientarse las experiencias en el aula dentro de los propósitos formativos de los estudiantes para que, como sujetos de derechos y deberes, ejerzan plenamente su ciudadanía. En función de lograr las competencias para el ejercicio pleno de la ciudadanía, se plantea la necesidad de educar para una ciudadanía democrática e intercultural. “Esto supone concebir una escuela capaz de propiciar, desde su organización, experiencias reales y significativas, de vivir la democracia; e implica la vigencia de una institucionalidad legítima que dé soporte a los aprendizajes ciudadanos”. Las asambleas, junto con otras estrategias de participación estudiantil, promoverán esas experiencias reales y significativas relacionadas con la convivencia organizada y armónica en el aula y la institución educativa. Señala el documento que son propósitos de la Educación ciudadana democrática intercultural:

Crear una cultura democrática en la que se reconozca, valore y potencie la diversidad personal y social y se enfrente toda forma de discriminación en la que se aliente el pluralismo y el pensamiento, se promuevan relaciones de respeto y se auspicie la autonomía y la crítica. Una cultura que fomente la vivencia de los valores de justicia, libertad, igualdad, equidad y solidaridad, en la que se practique la resolución dialogada de los conflictos.

Aportar a la transformación democrática de la escuela en una comunidad de agentes dinámicos que construyan un espacio de

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acción y deliberación colectiva para desarrollar los proyectos que contribuyan a su desarrollo y a la satisfacción de sus necesidades; una escuela que genere una institucionalidad que promueva y garantice las libertades y derechos de sus integrantes y que desarrolle un estilo y una organización de la vida en comunidad —a partir del sentido de pertenencia— basada en la confianza, en la participación y en procesos pedagógicos que motiven un aprendizaje autónomo. Y una escuela consciente de la relación inherente y potente entre ella, su entorno y los asuntos públicos de la realidad.

Fortalecer las competencias de las y los estudiantes para participar en lo público con autonomía, y para establecer vínculos sobre la base del reconocimiento respetuoso del otro y de la diversidad; todo ello basado en la construcción de conocimientos sustentados en la creatividad y la innovación. Debemos lograr que las y los estudiantes asuman y ejerzan su condición de ciudadanas y ciudadanos democráticos, solidarios y responsables desde un conocimiento crítico de la realidad y un sentido de compromiso con su entorno social y natural”.

En función de estos planteamientos se establecen las siguientes competencias para el ejercicio ciudadano, democrático e intercultural.

Convive de manera democrática en cualquier contexto o circunstancia, y con todas las personas sin distinción. Se refiere al desarrollo de capacidades que se basan en una predisposición favorable a la vida en

comunidad y que implica la identificación de las distintas necesidades de las personas que la integran. Supone, además, el desarrollo de capacidades para reconocer la igualdad de derechos y la legitimidad de las diferencias; el reconocimiento de los propios prejuicios, estereotipos y actitudes discriminatorias y la subsiguiente inhibición (o manejo) de ellos. Tiene en su base el reconocimiento del otro como legítimo otro y, por tanto, contribuye a un proceso de individuación de los sujetos (y no a una homogeneización de estos).

Delibera sobre asuntos públicos, a partir de argumentos razonados, que estimulen la formulación de una posición en pro del bien común. Se refiere al desarrollo de capacidades que se sustentan en la convicción de que los miembros que integran una comunidad política, mediante un proceso de argumentación y raciocinio, son capaces de llegar a puntos de encuentro y acuerdos sobre los temas que competen a todos y todas. La deliberación entonces se convierte en un medio por el cual se robustece la ciudadanía (Magendzo 2007). Se trata de desarrollar una serie de capacidades vinculadas a la deliberación que sirvan para reforzar la participación de estudiantes, conscientes de su condición de ciudadanos libres e iguales, en torno a asuntos públicos. Implica integrar a los individuos alrededor de la preocupación por el bien común. Supone, además, aprendizajes que lleven a dialogar sin imposiciones arbitrarias, contraponiendo puntos de vista y diferenciando opiniones de hechos e identificando intereses detrás de las

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opiniones, rigiéndose por la fuerza de los argumentos y no por el argumento de la fuerza. Por ello, es indispensable desarrollar habilidades de argumentación y de convencimiento con explicaciones racionales, así como disposiciones para dejarse convencer.

Participa democráticamente en espacios públicos para promover el bien común. Se refiere al desarrollo de capacidades que se sustentan en un sentimiento de pertenencia y de identificación con la comunidad (familiar, étnica, política, etcétera) de la cual se es parte, desde el entorno más cercano hasta los más lejanos. Implica también un sentimiento de eficacia política y de empoderamiento. Supone desarrollar la capacidad de opinar, decidir, actuar y asumir responsabilidades buscando el bien común. La participación alude a la actuación en el espacio público e implica tanto tomar posición frente a aquello que afecta el ejercicio de derechos de los ciudadanos, como participar de acciones que contribuyan a la construcción de un bienestar general. Demuestra la capacidad de transformar nuestro entorno hacia esa imagen de sociedad que aspiramos tener o ser (bien común). No solo implica ser miembro de alguna institución o grupo, o actuar de manera aislada, sino que se sustenta en la identificación y, sobre todo, en la toma de posesión de los mecanismos y canales instituidos que permiten una participación más eficiente (tanto al interior de la escuela como en relación con instituciones regionales o nacionales). Supone, además, desarrollar un tipo diferente de liderazgo, que implique aprender a ejercer el poder de manera más

democrática y a construir espacios justos y democráticos a partir de un empoderamiento personal y colectivo. En esa línea, desarrollar habilidades y actitudes para el trabajo cooperativo es esencial.

1.5. El buen inicio escolar

Otras de las orientaciones que respaldan plenamente el desarrollo de asambleas como medios para la formulación de las normas de convivencia son las que se refieren al buen inicio que contribuye a:

“Garantizar las condiciones que permitan hacer de la institución educativa un lugar acogedor e integrador para los estudiantes”.

A tener una escuela acogedora e integradora donde todos los niños, niñas y adolescentes quieren asistir porque en ella se sienten felices, queridos, respetados y reconocidos.

A promover una escuela acogedora e integradora desde el inicio del año escolar que sienta las bases para: construir un clima escolar que aporta significativamente a mejorar los aprendizajes de los estudiantes, la convivencia armoniosa en el aula, la cual tiene como fundamento el respeto mutuo, la confianza, equidad y el trato cordial entre todos y todas los miembros de la comunidad educativa y establecer un vínculo eminentemente humano entre los actores de la institución educativa.

II. LA CONVIVENCIA SOCIAL Y LA

NECESIDAD DE SUS NORMAS Tal como lo prescriben las rutas de aprendizaje una de las competencias que los estudiantes deben alcanzar es:

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“Convive de manera democrática en cualquier contexto o circunstancia, y con todas las personas sin distinción”.

2.1. La convivencia social se

construye

La convivencia social es una condición que corresponde a la naturaleza humana y que asegura su supervivencia y desarrollo. Convivir es vivir junto a otros, es compartir con otras personas. La convivencia posibilita la interacción humana de manera cotidiana en diferentes espacios sociales como la familia, la escuela, el barrio, la comunidad, etc. Es en la convivencia social, al relacionarnos con otros en la interacción permanente, que se produce el proceso de nuestra individualidad, de nuestra identidad personal. La convivencia es un proceso cotidiano con las personas de nuestro entorno, con todos aquellos que interactuamos en nuestro hogar, en la escuela, en la calle, en el bus, en el mercado, etc. Para un máximo desarrollo de las potencialidades de las personas se hace necesario que sus vivencias en este proceso de interacción con los otros, sean experiencias positivas, en la medida que el grupo social donde convive sea armonioso sustentado en valores y actitudes como de respeto, justicia, libertad, tolerancia, empatía y otros. No obstante ser la convivencia social una condición humana, es resultado de un proceso de construcción continuo con la participación activa de sus integrantes. Tener la competencia para convivir democráticamente en cualquier espacio es el resultado de un aprendizaje permanente. Se aprende a convivir en la

interacción cotidiana. Este aprendizaje, como proceso continuo, es producto de las experiencias directas de los participantes. Se aprende relacionándose positivamente con los demás, dialogando, debatiendo, proponiendo alternativas, tomando posiciones, adoptando acuerdos y asumiendo responsabilidades. La institución educativa es un espacio idóneo para el desarrollo y fortalecimiento de las competencias para una convivencia democrática en la medida que de manera permanente y transversal a todas sus actividades genere los espacios de participación activa de los estudiantes. Dentro de la institución educativa es el aula donde mayormente se construye la convivencia. En efecto, el aula es:

“El primer espacio de vida pública de los niños, adolescentes y jóvenes. Es el lugar donde transcurre la mayor parte del tiempo escolar de los alumnos, es el espacio de la escuela donde se desarrollan las actividades fundamentales; constituye la unidad de pertenencia y referencia de los alumnos.

El espacio para construir las relaciones sociales. En este lugar se habla, se escucha, se dialoga, se discute, se reflexiona, se enseña, se aprende, se juega, se permanece en silencio, se participa, se está aburrido, se razona, se memoriza, se repite, etc., etc., etc. En el aula se vive la realidad de la escuela. La construcción y conocimiento de la escuela como totalidad se construye a partir de las experiencias vividas en ese ámbito.

El lugar en que el alumno desde su ingreso aprende gestos y rituales. Desde el inicio de su escolaridad, el niño aprende distintas actividades que se realizan cotidianamente y regulan las interrelaciones con sus pares y adultos:

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algunas son espontáneas, otras están permitidas, otras deben ser autorizadas, en tanto otras, están prohibidas. Esto se manifiesta en las distintas formas de comunicación, los saludos, los silencios, los permisos para desplazarse por el aula o por la escuela, las autorizaciones para el uso de objetos comunes, etc. Estas acciones “pautadas” regulan la interrelación cotidiana, son elementos constitutivos de la convivencia. Es fundamental que los alumnos conozcan la razón de ser de estos actos, comprendan su sentido para que la convivencia pueda construirse como contenido significativo, considerando que lo que se hace (acciones) prevalece sobre lo que se dice (palabras).

El ámbito en el que se convive, se habla y se aprende sobre convivencia. La convivencia se va construyendo día a día. Podremos decir que la convivencia es más o menos armónica, más o menos placentera, con todos esos más y/o menos, los actores institucionales siempre están en relación unos con otros: con pares y con no-pares. La función socializadora se manifiesta en las interrelaciones cotidianas, en las actividades habituales; también se hacen explícitas en las charlas espontáneas o en discusiones y diálogos planificados para reflexionar sobre esas interrelaciones, para reconocer los acuerdos, las diferencias, las formas de alcanzar el consenso, de aceptar el disenso. Solamente de esta manera se aprende a convivir mejor.

El lugar para trasmitir, ejercitar, incorporar formas de convivencia ligadas a la práctica de la vida democrática. Una escuela que intenta responder a su cometido de ser formadora de ciudadanas y ciudadanos, comprometidos crítica y activamente con

su época y mundo, permite el aprendizaje y la práctica de valores democráticos. Estos se traducen en las acciones habituales que transcurren en el aula, en la actitud comprensiva y educadora de los adultos, responsables de la formación de las jóvenes generaciones, por eso: El desafío de la escuela es convertirse en propulsora de procesos de democratización y participación, solamente será posible si el aula es la unidad operativa donde además de las acciones propias se gestionan las acciones institucionales”. (Norberto Daniel lanni)

2. 2. Las normas de convivencia

La interacción humana en todos los espacios sociales, no es caótica. El comportamiento social está regulado y orientado por normas establecidas y aplicadas en la vida cotidiana de las personas que conviven en determinados espacios sociales. Estas normas pueden estar escritas o no, pero cumplen una función primordial en la regulación de las relaciones interpersonales, particularmente, en los grupos humanos formales (en este caso una institución educativa lo es). El establecimiento de normas de convivencia explícitas son necesarias como orientadoras y reguladoras del comportamiento cotidiano de sus miembros en función, en este caso, de los objetivos educacionales y más específicamente de los aprendizajes fundamentales relacionados con el “saber convivir” que se señala como uno de los pilares de la educación en el informe Delors. Las normas tratan de buscar el equilibrio entre lo individual y lo colectivo, entre los derechos y obligaciones lo que implica algunos renunciamientos de los sujetos

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en beneficio del bien común que es necesario para su desarrollo personal y social. En resumen, las normas tienen como objetivo ajustar el comportamiento considerado, aceptado o conveniente para la convivencia armoniosa que posibilite el desarrollo y bienestar de todos sus integrantes. Las normas recuerdan de manera permanente a los integrantes de los colectivos lo que les está permitido hacer y no hacer. El cumplimiento de las normas facilita el logro de aquello que el grupo considera valioso en función de sus aspiraciones al desarrollo y bienestar, es decir a la búsqueda del bien común. Las normas se sustentan en los valores culturalmente determinados por los grupos humanos, es decir por aquello que es considerado lo bueno, lo justo, lo correcto, lo beneficioso para el grupo. La existencia, respeto y cumplimiento de las normas, dan seguridad y confianza a las personas en la interacción social porque cada persona sabe lo que espera en el comportamiento de la otra en determinadas circunstancias y, a su vez, es consciente de lo que la otra persona espera de ella. Esta reciprocidad en el acatamiento de las normas, contribuye enormemente a la convivencia armoniosa y reduce significativamente los riesgos de conflictos.

2.3. Las normas en el aula

El aula es básicamente un grupo humano en formación, por lo que el establecimiento de normas y su cumplimiento constituyen un componente importante del proceso educativo para el logro de competencias relacionadas con interrelaciones personales positivas en diferentes espacios sociales.

Dentro del nuevo paradigma del aprendizaje es fundamental la participación de los estudiantes en todo el proceso de elaboración de las normas, su difusión, seguimiento y evaluación, tanto por el derecho que les asiste a ser protagonistas de su propio aprendizaje como por las consecuencias positivas para su formación. Un aula con normas claras que se respetan y aplican, es un espacio idóneo para el desarrollo y fortalecimiento de valores y actitudes que contribuyen enormemente a una convivencia armoniosa en tanto promueve la vivencia de los valores y actitudes de participación, respeto, democracia, responsabilidad, solidaridad, trabajo en grupo, capacidad para dialogar y negociar, empatía, cooperación, el autocontrol, la tolerancia. Cuando el estudiante participa en la elaboración, discusión y aprobación de las normas las conoce, acepta, valora y asume el compromiso de respetarla y aplicarla. Contrariamente, cuando la norma es elaborada solo por el profesor, los estudiantes las perciben como impuestas y declinan sus responsabilidades. Las normas deben tener un carácter formativo, promocional, preventivo y recuperador antes que prohibicionista y punitiva. Uno de los primeros requisitos para el establecimiento de las normas de convivencia en el aula, es el proceso de sensibilización y toma de conciencia de los estudiantes de la necesidad de las mismas para asegurar una convivencia en armonía, comprender sus beneficios para el buen funcionamiento del aula y para que se sientan bien, seguros y confiados para el mejor logro de sus aprendizajes; comprender así mismo que una sana convivencia en el aula

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como producto del acatamiento de normas es una responsabilidad compartida por todos los alumnos y el profesor.

2.4. Características de las normas para fomentar la convivencia en el aula de clase

En el proceso de formulación, aplicación, seguimiento y evaluación de las normas de convivencia en el aula deben tenerse en cuenta las siguientes características. Deben ser:

Producto de la participación de los estudiantes en todo el proceso de formulación, discusión, aprobación, aplicación y control, de modo que las internalicen plenamente y las adopten como suyas.

Redactadas con claridad y sencillez, en un lenguaje totalmente comprensivo por los estudiantes quienes deben regirse por estas normas.

Conocidas por todos los estudiantes y con un buen nivel de comprensión de su necesidad y utilidad en beneficio de una convivencia armónica de enorme importancia para un clima de aprendizaje dentro de las perspectivas de desarrollo personal y social.

Ser formuladas en términos positivos de modo que contribuyan al fortalecimiento de una disciplina autónoma y no impositiva.

Señalar con la mayor claridad las consecuencias que generen su incumplimiento, que en todo caso siempre tendrán un carácter formativo, recuperador y no punitivo.

Establecer, de común acuerdo, los mecanismos para asegurar su cumplimiento. Así mismo deben establecerse periodos de evaluación para verificar no solo su cumplimiento

sino su pertinencia, debiendo actualizarse si fuese necesario.

En número suficiente, para facilitar su comprensión y aplicación de acuerdo a los propósitos que se persiguen y no abundantes que pueden producir confusión en su interpretación y resistencia a su cumplimiento.

En resumen, comprendidas, aceptadas y valoradas como justas y necesarias para garantizar su cumplimiento.

III. LAS ASAMBLEAS DE AULA COMO

ESTRATEGIA PARA LA FORMULACIÓN DE LAS NORMAS DE CONVIVENCIA Se viene señalando insistentemente que saber convivir es producto del aprendizaje a través de experiencias directas y la participación activa y consciente de los estudiantes a quienes la escuela y específicamente el aula deben garantizar el ejercicio pleno de sus derechos a ser protagonistas de su propio aprendizaje. En este sentido, la participación de los estudiantes en la vida escolar se convierte en una exigencia pedagógica de primer orden. Es decir, es necesario que de manera permanente se generen los espacios pertinentes para que los estudiantes se involucren plenamente en la vida escolar o del aula de manera organizada y responsable. Ello contribuirá a la construcción y fortalecimiento de la convivencia democrática con inclusión social. Mediante la participación estudiantil los estudiantes: “Aprenden a escuchar a los demás, saber argumentar, reconocer las diferencias de opinión, aceptar y respetar los puntos de vista de los demás, cuestionar aquellas decisiones que afecten el bien común y

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el desarrollo de la institución educativa, ponerse en el lugar del otro, aceptar las reglas consensuadas sobre las que se toman las decisiones y responsabilizarse sobre las consecuencias de las decisiones adoptadas”. (DITOE) Dentro de estas consideraciones, las asambleas de aula e inclusive las asambleas a nivel de institución educativa se constituyen en experiencias de gran valor para el desarrollo y fortalecimiento de las competencias para la convivencia. Hay muchos otros recursos a través de los cuales se puede promover la participación estudiantil tales como: el Municipio Escolar, las Fiscalías Escolares, la Policía Escolar, las Brigadas Ecológicas, las Brigadas de Defensa Civil, las Brigadas de Educación Vial, Defensorías Escolares, los Clubes de Teatro, Periodismo, Música y Danzas y muchas otras. Según la Real Academia de la Lengua una asamblea es una “reunión numerosa de personas para discutir determinadas cuestiones y adoptar decisiones sobre ellas”. En el caso específico que nos ocupa diríamos que una asamblea de aula es la reunión de todos los alumnos del aula y el profesor para tratar diversos asuntos relacionados con la vida escolar entre las que se puede mencionar: la organización del aula, la solución de problemas o conflictos que se presentan, la propuesta de proyectos de aprendizaje, la ejecución de actividades fuera del aula, y la formulación de las normas de convivencia entre muchas otras.

3.1. El valor formativo de la asamblea como estrategia de aprendizaje

La asamblea de aula, como experiencia de participación directa, es una estrategia de enorme significación para la formación integral de los estudiantes, facilita el desarrollo de competencias y capacidades para su desarrollo autónomo y para su interacción positiva con su entorno social y ambiental. Al participar activamente en las asambleas de aula los estudiantes desarrollan y fortalecen su autoestima, sus competencias comunicativas, sus habilidades sociales; internalizan y refuerzan los valores de respeto, solidaridad, tolerancia y empatía. En una asamblea adecuadamente conducida el estudiante:

Tiene la oportunidad de expresar libremente lo que siente y piensa, se siente importante, mejora su autoestima.

Se desinhibe y pierde el miedo de expresarse en la seguridad de que está siendo escuchado.

Aprende a organizar sus ideas y a exponerlas con seguridad y confianza.

Aprende a respetar y valorar la opinión de los demás, aunque sean discrepantes a las suyas, fortaleciendo de esta manera sus actitudes de tolerancia y empatía.

Mejora su estilo de participación en grupo respetando las normas que favorecen la convivencia en armonía.

Se sensibiliza y asume compromisos para la búsqueda del bien común.

Fortalece sus capacidades de análisis y aplicación del pensamiento crítico.

Refuerza sus capacidades y habilidades para las interrelaciones positivas y la solución de los conflictos mediante la comunicación asertiva.

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Aprende a consensuar y tomar decisiones en función de los valores de respeto, justicia, libertad y solidaridad.

Respeta y valora la diversidad contribuyendo a fortalecer la convivencia democrática con inclusión social.

Afianza su identidad personal y su sentimiento de pertenencia.

3.2. La Asamblea de aula como

modelo de participación

En la Guía de gestión participativa de la Dirección de Educación Primaria del Ministerio de Educación se presenta un modelo de asamblea de aula factible de ser adecuado a las necesidades específicas de cada docente tutor. En dicho documento, encontramos las siguientes orientaciones: “La asamblea de aula es una estrategia que ofrece un modelo de participación democrática a través del diálogo y las decisiones colectivas” (PÉREZ 1999, p. 7). Así mismo, reúne a profesores y estudiantes para analizar y debatir diversos temas relacionados con la convivencia y el trabajo escolar. Su uso en el aula es apropiado para lograr en nuestros niños y niñas condiciones para:

Dialogar y debatir de una manera ordenada respetando las diferentes opiniones.

Expresar sus ideas, sugerencias, sentimientos y desacuerdos.

Argumentar sus ideas al resto de la clase.

Tomar decisiones de forma asertiva, ya sea en consenso o a través de una votación a partir de las propuestas existentes

3.3. Secuencia para desarrollar una

asamblea del aula

En la Guía del Ministerio que mencionamos se recomienda la siguiente secuencia: a. Antes de iniciar la asamblea Antes de iniciar la asamblea, es necesario que hayamos preparado con ayuda de los niños y las niñas:

Los materiales necesarios para el desarrollo de la asamblea.

El espacio y la disposición de las sillas (forma circular o semicircular) para lograr mayor fluidez en la participación.

La definición de la agenda. Es importante prepararse para presentar el tema, ya sea que lo presente el docente o un estudiante.

b. Inicio de la asamblea

Al iniciar la asamblea, recordamos la importancia de la participación de todos y el cumplimiento de las normas establecidas. Sugerimos la siguiente secuencia:

Leer los acuerdos de asamblea anterior, con la finalidad de hacer un balance sobre el cumplimiento de los acuerdos asumidos y tomar nuevas decisiones.

Presentar el tema y los objetivos de la asamblea para que todos sepamos sobre qué tratará y estemos atentos para cumplir los objetivos trazados.

Revisar y reajustar la agenda para saber si todos estamos de acuerdo o tenemos algo que incluir o modificar en la agenda.

Establecer o recordar las normas de participación para lograr que todos

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intervengan en orden y podamos cumplir con los objetivos que nos hemos propuesto.

Elegir y definir las responsabilidades del moderador, secretario y observador; qué tareas deben cumplir; registro de los aspectos más importantes; acuerdos.

c. Desarrollo de la asamblea

Exposición del tema. El docente o alguno de los estudiantes, previamente preparado, presenta a la asamblea la situación o tema a debatir. Si se trata de un conflicto, las partes pueden exponer sus puntos de vista.

Ronda de intervenciones. Sobre la base del tema expuesto, proponemos preguntas orientadoras para ayudarlos a organizar sus ideas y que empiecen a intervenir. El moderador pide a sus compañeros y compañeras a que expresen de manera voluntaria lo que piensan, sienten y opinan sobre el tema, invitándolos a pedir la palabra para intervenir.

Conclusiones. El docente puede redondear las intervenciones sacando las conclusiones. De requerirse un mayor debate, pueden agregarse más preguntas orientadoras.

Toma de acuerdos. El moderador orienta a establecer los acuerdos y compromisos con la participación de todos. Se hace una lluvia de ideas de los acuerdos.

Votación. Si no hay consenso sobre algunos puntos, se pueden someter a votación.

d. Cierre de la asamblea Como cierre de la asamblea, se recomiendan las siguientes acciones:

Lectura final de los acuerdos a cargo del secretario con lo cual evitaremos que queden dudas sobre los compromisos asumidos. Evaluar en conjunto el desarrollo de la asamblea, precisando sus dificultades y logros.

Todos firman los acuerdos.

3.4. Secuencia de una asamblea para la formulación de las normas de convivencia

Siguiendo la secuencia del modelo propuesto por el Ministerio de Educación, y con las adecuaciones necesarias, se propone la siguiente secuencia de una asamblea para la aprobación de las normas de convivencia.

a. Antes de iniciar la asamblea

Sensibilización. Es el momento de generar la necesidad de establecer las normas de convivencia del aula como consecuencia de una toma de conciencia de su importancia para sentirse bien, confiados y seguros para aprender mejor. Es conveniente que los estudiantes comprendan la importancia de las normas, sus ventajas para la convivencia y el aprendizaje y las consecuencias negativas en caso de su ausencia. Para el caso pueden utilizarse diversos recursos entre ellos: -Reflexiones sobre los aspectos positivos y negativos de la vida cotidiana en el aula. -Identificación de conflictos en la comunidad por ausencia o incumplimiento de las normas de convivencia. -Identificación de conflictos en el aula por ausencia o incumplimiento de las normas de convivencia en el aula.

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-Videos, diapositivas o imágenes que ilustran la presencia o ausencia de normas de convivencia. -Cuentos, fábulas, dramatizaciones.

De acuerdo con el recurso utilizado para la sensibilización, el docente promoverá y orientará la participación de los estudiantes con preguntas que ayuden a clarificar la importancia y necesidad de las normas.

Puesta en agenda. Luego de los resultados de la sensibilización, los estudiantes acuerdan considerar como objetivo de la asamblea, la formulación de las normas de convivencia.

b. Inicio de la asamblea

En esta etapa se generan las condiciones necesarias para el desarrollo de la asamblea en función del logro del objetivo propuesto.

Ambientación adecuada del espacio. Ubicación del mobiliario de tal manera que facilite la comunicación cara a cara. Puede ser circular o semicircular.

Prever los materiales auxiliares que pueden necesitarse: equipos, papeles, plumones, papelógrafos, etc.

Establecer o recordar las normas de participación para lograr que todos intervengan entre ellas: escuchar activamente las intervenciones, pedir la palabra para hablar, respetar las opiniones ajenas aunque no esté de acuerdo, argumentar en contra de una opinión, sin descalificar o ridiculizar a las personas, hablar desde una posición personal (yo creo, yo opino), demostrar tolerancia frente a las opiniones divergentes, no interrumpir el uso de la palabra de un compañero.

Designar un moderador y un secretario-relator estableciendo sus responsabilidades y funciones. Una alternativa, sin ser lo ideal, es que el docente-tutor cumpla la función de moderador.

c. Desarrollo de la asamblea

Invitación a la participación. El moderador recuerda el objetivo de la asamblea e invita a todos los estudiantes hacer propuestas de normas de convivencia.

Ronda de intervenciones. Los estudiantes proponen mediante lluvia de ideas, las normas que consideren convenientes. Las propuestas se respetan y se van anotando en un papelógrafo, la pizarra u otro medio disponible.

Ronda de argumentación. El moderador invita a los estudiantes a fundamentar sus propuestas con argumentos que justifiquen su aprobación en función de los beneficios que aportará a la convivencia y al aprendizaje.

Ronda de discusión. Se abre un debate para que los estudiantes puedan intervenir expresando libremente sus opiniones en torno a las normas propuestas reforzando o rebatiendo los argumentos del ponente siempre tomando en consideración la importancia de las normas para la convivencia y el aprendizaje.

Consolidación de las normas. Suficientemente debatidas las propuestas, se procede a consolidarse que es el momento en el que se seleccionan las que se consideran importantes, necesarias y aplicables.

Consenso o votación. Consolidadas las normas, se somete a consideración

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CAPACITACIÓN ANUAL 2014 - ABRIL

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de los asambleístas para su aprobación. Si hay consenso se dan por aprobadas las normas. Si aún hay discrepancias, se abre un breve debate para los argumentos en favor o en contra y luego se somete a votación.

d. Cierre de la asamblea

Como cierre de la asamblea, se recomiendan las siguientes acciones:

Lectura final de las normas aprobadas.

Firma de un acta de compromiso de respeto y aplicación de las mismas y de la aceptación de responsabilidades en caso de incumplimiento.

e. Después de la asamblea.

Después de la asamblea deben efectuarse algunas tareas complementarias:

Encargarse a una comisión, para que, sin alterar los acuerdos de la asamblea,

se perfeccione la redacción siguiendo las recomendaciones de claridad, sencillez y sentido positivo.

Elaborar un cartel de formato adecuado para su exhibición permanente en el aula.

Encargarse a una comisión, el seguimiento y control de su aplicación.

Referencias bibliográficas: -Ley General de Educación 28044 -Minedu: Marco Curricular Nacional EBR 2014 -Minedu Rutas de Aprendizaje 2014 -Minedu: Asamblea de Aula 2009 -Nolberto Daniel Lanni: La convivencia escolar 4le:///F:/La%20convivencia%20escolar%20%20una%20tarea%20necesaria,%20posible%20y%20compleja.htm