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LA BATALLA FRANCESA POR LA AYUDA OFICIAL A LA ESCUELA PRIVADA 45 LA BATALLA FRANCESA POR LA AYUDA OFICIAL A LA ESCUELA PRIVADA A lo largo de los seis años difíciles y borrasco- sos de la IV República francesa, diversas cuestio- nes de la Enseñanza se han convertido en proble- ma capital en el orden del día político de los su- cesivos Gobiernos. En general, son las naciones la- tinas de la Europa occidental (Italia, España, Francia...) las que en los últimos tiempos vienen preocupándose por dar a sus leyes educativas una forma más científica, justa y moral, con arreglo a las nuevas instancias que plantea el mundo eu- ropeo salido de la última gran guerra. En Fran- cia, estas cuestiones tienen no ya solamente un matiz, sino profundamente características especi- ficas y muy francesas, cuyas razones vitales de existencia descansan y se nutren tanto o más que en la enseñanza en sí, en la agitada y tormentosa vida política que viven los franceses sobre un secular estrato de encarnizado debate religioso. La IV República francesa quiere ser fiel a la in- variable tradición laica de sus predecesoras, y en virtud de este principio, su opisición a cuanto huela a confesional o a católico le inquieta e in- cita a buscar soluciones y a tomar resoluciones de injusticia. LA BATALLA POLÍTICA La condición puramente laica de la Eacuela Pública, según se denomina en Francia a la es- cuela oficial del Estado, ha mantenido ideológi- camente su obstrucción pugnaz, desde los sucesi- vos Gobiernos, a la escuela libre o privada, en la cual se agrupa la mitad de los alumnos de la En- señanza Media, y casi un millón y medio de niños en la Primaria. A tales extremos llega esta pug- na, que los esfuerzos católicos por conseguir ayu- da oficial para sus escuelas privadas han topado siempre con un amplio y unánime sentimiento de protesta por parte de los sectores republicanos de izquierda y de los comunistas, los cuales, aun es- tando en el poder, no pudieron acabar con la exis- tencia de esta enseñanza confesional, sin echar prácticamente por tierra las libertades tan caca- readas de la gran República. En consecuencia, los enemigos de la escuela libre han hecho hinca- pié en resistirse a todo progreso hacia la conce- sión de ayudas oficiales a la enseñanza católica, comunicándose la tensión y la batalla, de los Cen- tros técnicos y administrativos de la Educación a los más importantes y señeros de la dirección politica de Francia. Una cuestión de enseñanza que ha inquietado a los prohombres del Gobier- no; ha suscitado polémicas encarnizadas en la prensa y la radio ; ha movido propagandas elec- torales; ha decidido el signo politico de las elec- ciones de junio de 1951, derribando sucesivamen- te los Gobiernos Queuille, Petsche, Schuman, Ma- yer y Pléven ; suscitando nuevas colisiones entre los partidos políticos franceses; llevando, inclu- so, a la huelga al Cuerpo docente francés, y al desconcierto a los responsables políticos del país. He aquí, pues, cómo un problema educacional rompe los límites de su propia jerarquía, exten- diéndose a la política y haciéndose carne princi- pal de la cuestión más delicada y dolorosa que vive Francia desde hace unos sesenta años. Este problema religioso (porque en realidad se trata de la antigua colisión entre el Gobierno laico y la enseñanza católica) ha mantenido separado al país durante más de medio siglo, agudizando más y más la situación política, hasta el punto de que difícilmente cabe imaginarse un Gobierno semi- estable mientras no se dé solución a esta enfer- medad que padece la vida social francesa. EL DOBLE IMPUESTO ESCOLAR DE LOS CATÓLICOS Tal y como se presenta la cuestión, ya metidos en 1952, casi al año de las elecciones en que fue- ron derrotadas las fuerzas de la oposición izquier- dista, parece que se trata, no ya de la ayuda o desamparo a la escuela privada, sino de la exis- tencia y pervivencia de este mismo sistema de enseñanza. Ya durante todo el periodo preelecto- ral último, los católicos se manifestaron firme- mente dispuestos a defender sus trincheras, acon- sejados por las jerarquías eclesiásticas, que si- guen estimando que las familias católicas tienen el derecho y el deber de agrupar a sus hijos en un ambiente religioso. De otro lado, la legislación francesa de la IV República ha reconocido en teoría este derecho católico a la enseñanza con- fesional, al admitir la existencia de escuelas li- bres o cristianas. Sin embargo, esta legislación ha cuidado, en la práctica, de reservar a la Es- cuela pública la totalidad del presupuesto oficial, restando a la privada buena parte de sus posibili- dades de acción. Las leyes francesas respecto a la enseñanza libre, antes de ser aprobada por la Asamblea Nacional la propuesta Barangé, en 21 de septiembre de 1951, mantenían para la escue- la privada una doble desventaja, basada en una forzosa escasez de recursos. Esta escasez obligó a los dirigentes de aquella escuela, por una parte, a reducir los honorarios de sus maestros, y a gra- var sensiblemente las matriculas y gastos de los escolares, por otra. Al mismo tiempo, el encare- cimiento gradual de la vida francesa contribuía a ensombrecer el hosco panorama, en esa absur-

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LA BATALLA FRANCESA POR LA AYUDA OFICIAL A LA ESCUELA PRIVADA 45

LA BATALLA FRANCESA POR LA AYUDA OFICIAL

A LA ESCUELA PRIVADA

A lo largo de los seis años difíciles y borrasco-sos de la IV República francesa, diversas cuestio-nes de la Enseñanza se han convertido en proble-ma capital en el orden del día político de los su-cesivos Gobiernos. En general, son las naciones la-tinas de la Europa occidental (Italia, España,Francia...) las que en los últimos tiempos vienenpreocupándose por dar a sus leyes educativas unaforma más científica, justa y moral, con arregloa las nuevas instancias que plantea el mundo eu-ropeo salido de la última gran guerra. En Fran-cia, estas cuestiones tienen no ya solamente unmatiz, sino profundamente características especi-ficas y muy francesas, cuyas razones vitales deexistencia descansan y se nutren tanto o más queen la enseñanza en sí, en la agitada y tormentosavida política que viven los franceses sobre unsecular estrato de encarnizado debate religioso.La IV República francesa quiere ser fiel a la in-variable tradición laica de sus predecesoras, y envirtud de este principio, su opisición a cuantohuela a confesional o a católico le inquieta e in-cita a buscar soluciones y a tomar resolucionesde injusticia.

LA BATALLA POLÍTICA

La condición puramente laica de la EacuelaPública, según se denomina en Francia a la es-cuela oficial del Estado, ha mantenido ideológi-camente su obstrucción pugnaz, desde los sucesi-vos Gobiernos, a la escuela libre o privada, en lacual se agrupa la mitad de los alumnos de la En-señanza Media, y casi un millón y medio de niñosen la Primaria. A tales extremos llega esta pug-na, que los esfuerzos católicos por conseguir ayu-da oficial para sus escuelas privadas han topadosiempre con un amplio y unánime sentimiento deprotesta por parte de los sectores republicanos deizquierda y de los comunistas, los cuales, aun es-tando en el poder, no pudieron acabar con la exis-tencia de esta enseñanza confesional, sin echarprácticamente por tierra las libertades tan caca-readas de la gran República. En consecuencia,los enemigos de la escuela libre han hecho hinca-pié en resistirse a todo progreso hacia la conce-sión de ayudas oficiales a la enseñanza católica,comunicándose la tensión y la batalla, de los Cen-tros técnicos y administrativos de la Educacióna los más importantes y señeros de la direcciónpolitica de Francia. Una cuestión de enseñanzaque ha inquietado a los prohombres del Gobier-no; ha suscitado polémicas encarnizadas en laprensa y la radio ; ha movido propagandas elec-torales; ha decidido el signo politico de las elec-

ciones de junio de 1951, derribando sucesivamen-te los Gobiernos Queuille, Petsche, Schuman, Ma-yer y Pléven ; suscitando nuevas colisiones entrelos partidos políticos franceses; llevando, inclu-so, a la huelga al Cuerpo docente francés, y aldesconcierto a los responsables políticos del país.

He aquí, pues, cómo un problema educacionalrompe los límites de su propia jerarquía, exten-diéndose a la política y haciéndose carne princi-pal de la cuestión más delicada y dolorosa quevive Francia desde hace unos sesenta años. Esteproblema religioso (porque en realidad se tratade la antigua colisión entre el Gobierno laico y laenseñanza católica) ha mantenido separado al paísdurante más de medio siglo, agudizando más ymás la situación política, hasta el punto de quedifícilmente cabe imaginarse un Gobierno semi-estable mientras no se dé solución a esta enfer-medad que padece la vida social francesa.

EL DOBLE IMPUESTO ESCOLARDE LOS CATÓLICOS

Tal y como se presenta la cuestión, ya metidosen 1952, casi al año de las elecciones en que fue-ron derrotadas las fuerzas de la oposición izquier-dista, parece que se trata, no ya de la ayuda odesamparo a la escuela privada, sino de la exis-tencia y pervivencia de este mismo sistema deenseñanza. Ya durante todo el periodo preelecto-ral último, los católicos se manifestaron firme-mente dispuestos a defender sus trincheras, acon-sejados por las jerarquías eclesiásticas, que si-guen estimando que las familias católicas tienenel derecho y el deber de agrupar a sus hijos en unambiente religioso. De otro lado, la legislaciónfrancesa de la IV República ha reconocido enteoría este derecho católico a la enseñanza con-fesional, al admitir la existencia de escuelas li-bres o cristianas. Sin embargo, esta legislaciónha cuidado, en la práctica, de reservar a la Es-cuela pública la totalidad del presupuesto oficial,restando a la privada buena parte de sus posibili-dades de acción. Las leyes francesas respecto a laenseñanza libre, antes de ser aprobada por laAsamblea Nacional la propuesta Barangé, en 21de septiembre de 1951, mantenían para la escue-la privada una doble desventaja, basada en unaforzosa escasez de recursos. Esta escasez obligóa los dirigentes de aquella escuela, por una parte,a reducir los honorarios de sus maestros, y a gra-var sensiblemente las matriculas y gastos de losescolares, por otra. Al mismo tiempo, el encare-cimiento gradual de la vida francesa contribuíaa ensombrecer el hosco panorama, en esa absur-

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da carrera de persecución que conduce al círcu-lo vicioso : la elevación correlativa de precios, suel-dos e impuestos. Con la subida de estos últimos,la escuela privada ha tenido que pagar justamen-te una doble cantidad : el impuesto normal, siem-pre ascendente, al Estado para la enseñanza lai-ca, y el voluntario de la escuela a la cual concu-rren sus hijos.

LA "PETITE HISTOIRE" DEL DEBATE

ESCOLAR

Veamos rápidamente cómo se desarrolló el pro-ceso político de la discusión en torno a la exis-tencia de la escuela privada. Los defensores deésta esperaron del M. R. P., el gran partido delos demócratas cristianos, que se encuentra en elpoder desde el fin de la guerra, sabría financiarel concurso que aportaba a los otros partidos dela mayoría (incluso a los comunistas), y que ob-tendría de la extrema izquierda la ayuda mate-rial, sin la cual la libertad de enseñanza sólosería una fórmula hueca. Pero el M. R. P., a pe-sar de las exorbitantes concesiones hechas, vióoponerse a cada una de sus tentativas una resis-tencia empecinada, decidiendo, en fin, acomodar-se, trocando libertades por seguimiento en el po-der. Pero, cosa curiosa, fué precisamente un de-mócratacristiano, M. P. H. Teitgen, quien en mar-zo de 1945 intervenia en la Asamblea Nacionalexigiendo la supresión de la subvención a las es-cuelas primarias privadas, establecida por Petainen 1942, confundiendo, ya de raíz, las razones po-líticas del Gobierno derrotado con las razones edu-cativas y religiosas de aquella ayuda. Entonces sehabló de dar al problema "una solución definitivay satisfactoria". ¡ Hace casi siete años !

Llega luego la legislatura que duró largamen-te de 1946 a 1951, y, a pesar de las profecías y delas oficiosidades de monsieur Tietgen, la Cámarade Diputados no decidió nada respecto a las es-cuelas, aunque ya parte del ambiente emitía vo-tos por la libertad de enseñanza, para que seconcediesen subvenciones a aquellas escuelas "acuyo frente morían de hambre millares de maes-tros".

EL DECRETO POINSO - CHAPUIS

Y LA LEGALIDAD REPUBLICANA

En mayo de 1948, la señorita Poinso-Chapuis,por entonces miembro gubernamental, dictaba unDecreto relativo a las atribuciones de la UniónNacional y de las Uniones Departamentales y Lo-cales de Asociación familiar, habilitándolas pararecibir subvenciones, que, naturalmente, podríanaplicarse a las escuelas libres. Este Decreto, queanulaba en buen grado la virulencia "oficialista"y laica de la antigua ley Perry de 1886, hubierapodido aliviar la dificultad financiera de la edu-cación de los hijos de familias menos pudientes,las cuales hubieran podido ejercitar de hecho elderecho a la elección voluntaria del tipo de ins-trucción. Las izquierdas protestaron inmediata-

mente. El mismísimo León Blum se creyó en eldeber de declarar : "El principio legal y constitu-cional de la laicización está afectado, pues la lai-eización estatal excluye el que los recursos pú-blicos se destinen a la escuela libre o a las fami-lias que la frecuentan, bajo forma de subvencio-nes directas o indirectas".

El Decreto Poinso-Chapuis fue sometido al Con-sejo de Estado, el cual emitió dictamen en 3 dejunio de 1949 y en 13 de abril de 1950, declaran-do y confirmando como jurisprudencia los prin-cipios de laicización, pero afirmando también que,a condición de mantener la equidad de trato en-tre las Asociaciones de Padres y Alumnos de laEscuela privada y las de la pública, las subvencio-nes eran en absoluto conformes con la legalidadrepublicana.

Ante la inminencia de las elecciones de 1951,los católicos franceses exigieron de sus candida-tos a la Cámara que se manifestaran abiertamen-te ante el escabroso problema de la educacióncristiana de sus hijos. En noviembre de 1950, elobispo de Chálons declaraba, en consecuencia, losiguiente : "Tengo que invitaros a llevar al planocívico las graves preocupaciones que impone anuestras conciencias el ejercicio de la indispensa-ble libertad de pensamiento : nuestras escuelas li-bres... No queremos que las retribuciones escola-res sean cargas abrumadoras que impidan a lasfamilias modestas utilizar la escuela cristiana quedesean. No queremos resignarnos a estos sueldosirrisorios, que no corresponden ni al valor, ni aldesvelo, ni a las necesidades de nuestros maestrosy maestras. Es preciso que los católicos compren-dan los problemas de la enseñanza libre y quelos hagan conocer. Y en las próximas elecciones,los católicos deberán manifestar en este puntoclaramente sus convicciones y su voluntad a loscandidatos que soliciten su voto".

PREPARATIVOS ELECTORALES

La Comisión Escolar (1), que ya venia funcio-nando desde noviembre de 1950, bajo la presiden-cia del socialista independiente M. Paul Boncourt,simpatizaba ya con la idea de un acuerdo para lasubvención de la escuela privada, a pesar del lai-cismo de su presidente, quien —según declaró enen el diario Combat de 15 de noviembre de 195&—condescendía tácitamente con este acuerdo, aña-diendo: "La opinión republicana alienta firmemen-te adherida a la escuela laica, acogedora paratodos, por ser la condición de la unidad moral deeste país. Pero hay que afrontar una realidad : laescuela confesional existe y tiene alumnos En la

(1) Esta famosa y vapuleada Comisión fué una crea-ción del Primer Ministro René Pléven en mayo de 1950,siendo una institución de estudio para el conjunto deproblemas escolares. Está compuesta por 29 miembros,pertenecientes a los distintos sectores políticos, y tienepor cometido el de establecer un Estatuto jurídico ge-neral de la Enseñanza. El 17 de septiembre último,M. Paul Boncourt presentó su dimisión de presidente,con lo cual la Comisión quedó huérfana de la aporta-ción socialista a su plan de estudios.

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Primaria, 1.300.000 niños; en la Media, los Ins-titutos y las Escuelas libres se reparten a la ju-ventud casi por mitad. ¿Puede el Estado desaten-derlas, especialmente teniendo en cuenta que nopuede acoger en sus escuelas, a todas luces insu-ficientes, la totalidad de los que quieren ingre-sar en ellas? ¿No debe ayudar, y al mismo tiem-po controlar, estas Escuelas libres que instruyenuna parte de la juventud francesa ? Es lo que vaa decir la Comisión". Pero la Comisión habríade encontrar serias dificultades en lo sucesivo.

A un paso de las elecciones se celebró el primerCongreso Nacional de Enseñanza Libre, con asis-tencia de sesenta parlamentarios, sobre los dos-cientos alcaldes y consejeros generales, y nume-rosos obispos respaldados por 30.000 fieles a lacausa de la escuela católica, deseosos todos deobtener "lo más pronto posible el régimen de jus-ticia a que tienen derecho los franceses". Peropor su parte, los laicos no estaban inactivos. Laantigua "Liga Francesa de la Enseñanza", agru-padora del Cuerpo docente estatal de las izquier-das, celebra su LXII Congreso en Argel, del 21al 24 de marzo de 1951. Su moción presentada en-tonces, a propósito de nuestro tema, puede resu-mirse en tres apartados :

1.° Prohibición legal de cualquier clase de ayu-da oficial a las Escuelas privadas.

2.° Nacionalización de la Escuela pública, enun proyecto que crearían las grandes entidadeslaicas para ser presentado al pueblo francés. Deeste modo, la Escuela pública acogerla en su senoa todos los niños de Francia ; y

3.° Votación y aplicación inmediatas de crédi-tos que permitan acoger a todos los niños fran-ceses en la Escuela pública.

Resumiendo : la propuesta izquierdista consis-tía en la nacionalización absoluta de la Enseñan-za, cortando así toda posibilidad de ejercicio dela Escuela privada. En consecuencia, se organiza,muy políticamente, un Congreso de la "Federa-ción Nacional de los Consejos de padres de alum-nos de la Escuela laica", con asistencia de mediomillón de familias, si hemos de creer a la propa-ganda de las izquierdas. De este modo se pretendíaneutralizar los efectos del inmediato "Congreso depadres de alumnos de la Escuela libre". La na-cionalización significaba, pues, la muerte legal dela Escuela libre, puesto que, según el proyectopresentado, estaba "prohibido enseñar fuera de laEscuela nacional".

PERO LLEGARON LAS ELECCIONES

Y las cosas comienzan a cambiar para los ca-tólicos franceses, y no se quiere perder el tiempo.No en vano se han visto fracasar, por seis vecesconsecutivas, los proyectos de conseguir la En-señanza libre durante seis años largos. Frente auna mayoría política hostil, las minorías parla-mentarias católicas supieron seguir adelante ensus empeños. ¿Es para asombrarse, que despuésde haber logrado reunir en la nueva Asambleauna mayoría de sufragios favorables, se hayanapresurado a ponerla a prueba antes de que sur-giera ninguna cuestión capaz de dislocarla?

La batalla proseguía en Francia. Católicos e iz-quierdas, unos en el poder, otros en la oposición,estaban bien aconsejados y apercibidos. La pugnacomenzó ya con la declaración ministerial del Pre-sidente del Consejo ante la Cámara. La polémicaen torno a la Escuela fue a un mismo tiempo ca-beza de turco y caballo de batalla de las rencillaspolítico-religiosas de la Francia actual. Inmediata-mente hubo escisión parlamentaria y combate con-tinuado, que costó el puesto de Primer Ministrode la nueva legislatura, sucesivamente, a Queuille,Petsche, Schuman, Mayer y Pléven. La ComisiónPaul Boncourt, por su parte, seguía el camino quele conduciría sensiblemente, si no al fracaso, si,al menos, a la falta de resultados prácticos. ElM. R. P., los católicos simpatizantes de las iz-quierdas, no pasaron por ciertas intoleranciastramitadas con la Escuela privada, por lo quefué escindido del bloque laico por el propio Pri-mer Ministro Pléven. Así apareció en liza unatercera fuerza.

Tal y como se encontraban los ánimos france-ses en relación con la reforma de la Enseñanza,los nuevos y sucesivos jerarcas políticos no tu-vieron otro remedio que intentar abordar los es-pinosos problema de la colisión religiosa en el pla-no de la Enseñanza. Con fuerza por ambas partes,pese a la mínima mayoría parlamentaria, los ca-tólicos no pudieron sacar adelante sus proyectosíntegros. Los Primeros Ministros seguían sucedién-dose. René Mayer propuso, para conseguir su in-vestidura, la creación de un subsidio familiar comocomplemento a los niños de la Escuela primaria, ycierto número de becas para la Enseñanza Media,propuesta que fué negada por la Cámara comoconsecuencia de la abstención de las derechas,por lo que no pudo formar Gobierno. Cosa pare-cida sucedió con el sucesivo intento parlamen-tario de Maurice Petsche. Esta vez se propusola revisión de salarios; se habló de prestar ayu-da a niños y estudiantes de Institutos... Pero lasbanderas políticas seguían alzadas. Un nuevocaso en que los intentos, buenos o malos, de llevarpor mejor camino la revisión del problema per-manecerían estériles en medio del apasionamientopolítico. Los últimos debates escolares, entre agos-to y diciembre de 1951, parece que, si bien nopermiten abrigar esperanzas halagüeñas, si pre-sagian un comienzo de cordura entre los pole-mistas. Pero para dar mayor gravedad al caso,si la mera cuestión docente en Francia ha en-contrado dificultades insuperables de tipo polí-tico, peor es la certeza de comprobar que aquellacuestión está provocando un gravísimo caso demayoría gubernamental y, como consecuencia, deestabilidad política. ¿Cuánto tiempo podrá resis-tir el estado general que mantiene aún enhiesto,pero vacilante, el edificio del actual Gobiernofrancés?

EL GRAN DEBATE ESCOLAR

El 24 de agosto de 1951 comenzó el gran debatesobre la ayuda a la Enseñanza libre, es decir, re-ligiosa. El Gobierno presenta un proyecto de cré-ditos suplementarios a las becas de Enseñanza

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Media, que podrían concederse también a alum-nos de las Escuelas libres en igualdad de dere-chos. Los diputados simpatizantes de estas Escue-las elaboraron una propuesta común para la con-cesión de un subsidio escolar de 1.000 francostrimestrales a los padres del alumno Pero llegala deserción de los radicales, politicamente de de-rechas, pero respetuosos inmutables de los idealeslaicos republicanos, e intentan combatir el pro-yecto gubernamental. La prensa católica se en-crespa, recordando la ayuda prestada por los ca-tólicos a los radicales en las recientes elecciones.Las izquierdas organizan sus "batallones educa-tivos". Entra en liza la "defensa laica" en formade una "Federación de la Educación Nacional",el -Sindicato Nacional de Profesores", el "Con-sejo de los padres de alumnos de la Escuela lai-ca" y la antigua Ligue franvaise de l'enseigne-ment ; todos ellos agrupados en un Comité de de-fensa laica.

Y el Gobierno, batido por todas partes, tuvoque ceder en varios terrenos. En las reuniones dela Asamblea Nacional, en septiembre, se estudióel problema de las Bolsas de estudio y del Subsi-dio familiar, que dió lugar, una vez revisado porel Senado, a la ley Barangé, según la cual se con-cede a cada cabeza de familia, con hijos en Escue-las primarias, un subsidio de 1.000 francos porniño y trimestre de escolaridad. Para los asisten-tes a la Escuela libre, esta subvención se enviarádirectamente a la Asociación de padres de alum-nos del establecimiento, para lo cual el cabezade familia deberá presentar un certificado esco-lar firmado por el director de la Escuela corres-pondiente.

Esta victoria pírrica de los católicos francesesno pasa de ser un símbolo. La cifra de ayuda—1.000 frances trimestrales— es insignificante,aunque tenga, efectivamente, el valor de ser untriunfo arrancado a la IV República laica. Peroeste mismo triunfo ha encorajinado al sector con-trario, consciente también del valor simbólico delas leyes Barangé y Bolsa de estudios. En con-secuencia, el país vive ahora agitaciones y huel-gas, como la general de maestros celebrada a fi-nales de octubre de 1951, y la de profesores del9 de noviembre. Algunos Consejos Generales ynumerosos Consejos Municipales de extrema iz-quierda han votado órdenes del día manifestandosu protesta, de acuerdo con la actitud consignadapor la Liga de Enseñanza. Cinco mil manifestan-tes laicos prestaron juramento ante la estatua deFerry, el viejo repúblico laico, en Saint-Dié, y

monsieur Bayet hizo gala de todos los malaba-rismos demagógicos, concentrados en esta afirma-ción profética : "I Petain no vencerá a Ferry !"

PESE A TODO, HAY ESPERANZAS

Esta, impresión general de la polémica sobre laayuda oficial a la Enseñanza privada, parece noestar de acuerdo con la actitud esperanzada yoptimista que Maurice Duval expresa al cierre desu articulo "L'aide Publique ä l'enseignement pri-vé", publicado en el número de enero último deEcrits de Paris. Según el autor, pese al estadode lucha casi permanente en la Cámara, no habráguerra de Escuelas, pues una cosa son los argu-mentos demagógicos de un Bayet, y otra el hechode que existan sectores amplios del país, entrelos no beligerantes, que votan por la ayuda a losmaestros de las Escuelas privadas, marginandotoda consideración de orden político. Muchos deestos franceses han visto en el Gobierno promul-gador de las dos leyes un gesto de pacificación.Ya no estamos —escribe Duval— en los tiemposheroicos en que Francia estaba escindida en doscampos : laicos y republicanos, de una parte; cle-ricales y conservadores, de otra. Si bien es ciertoque existen hoy dia Bayets y Deixonne para cla-mar por "el aplastamiento del clericalismo", cuan-do se trata de ayudar a los maestros de la Escue-la privada el alcance de su propósito no apasio-na a nadie.

Para terminar : el problema sigue en pie. Lasdos leyes votadas —cuyo estudio más detenidoprometemos para el número próximo— no resuel-ven, ni mucho menos, el problema escolar. Cuan-to mas, permiten mantener el statu quo (esto es,las escuelas abiertas) hasta que se encuentre unasolución definitiva. Por ello, pese a la dimisión dePaul Boncourt y a la deserción socialista, delM. R. P. y de los radicales (tres fuerzas que nosaben ponerse de acuerdo consigo mismas en elcampo educativo), la Comisión Escolar debe con-tinuar incansable en sus tareas, dando seguimien-to a los trabajos previos que determinaron lalaboriosa construcción de la ley Barangé. Porqueestá, claro, de acuerdo con Maurice Duval, quetoda esta polémica no ha sido inútil, sino, al con-trario, muy provechosa, tanto en el terreno de laEnseñanza como en el político y el religioso.

ENRIQUE CASAMAYOR