La Batalla Por La Comida

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  • 293Psicoanlisis - Vol. XXXII - N 2/3 - 2010 - pp. 293-305

    Notas sobre la anorexia:la batalla por la comida

    Hctor Ferrari

    INTRODUCCION

    En todo proceso analtico se manifiestan fuerzas, representadas envnculos intra e inter-subjetivos, dinmicamente en pugna. La sesinanaltica convoca trabajo y un esforzar (drngen) pulsional desdeambos lados. En ocasiones, como en casos graves de anorexia,alcanzan la magnitud de una batalla, donde la vida misma puede estaren juego. Por suerte no siempre es as pero, llamados a intervenir, noslleva a repensar nuestra propia funcin como analistas. No menosimportante es preguntarnos, ms all de las teoras consabidas, quhace que los trastornos de la alimentacin tengan tan difundidapresencia en la cultura. En atencin a esta ltima cuestin, comienzocon un relato de ficcin literaria.

    Kafka (1922) escribi un cuento corto: Un artista del hambre.Es la historia de un ayunador profesional, a quien exhiban pblica-mente por perodos de cuarenta das, al cabo de los cuales, cuando leinterrumpan el ayuno e insistan en darle de comer, protestabaairadamente: por qu queran suspender el ayuno precisamenteahora si poda resistir mucho ms, un tiempo ilimitado? Por qufinalizar cuando estaba en lo mejor del ayuno? Por qu interrumpirel ayuno si l deca ser, al mismo tiempo, un espectador de suhambre completamente satisfecho? Por qu arrebatarme lagloria de seguir ayunando? El pblico, entre sorprendido e incr-dulo lo observaba. Cuando el espectculo perdi vigencia, susguardianes se olvidaron de l y de la jaula, pero l sigui ayunandohasta que un da lo encontraron al borde de la muerte.

    Entonces se lo oy decir: Haba deseado toda mi vida queadmiraran mi resistencia al hambre. Pero no deberan admirarla.

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    Por qu no? le preguntaron.Porque me es forzoso ayunar, no puedo evitarlo dijo el

    ayunador.Pero, por qu no puedes evitarlo?Porque dijo el artista del hambre, levantando apenas la cabeza

    no pude encontrar comida que me gustara. Si la hubiera encontrado,puedes creerlo, no habra hecho ningn cumplido y me habrahartado como t y como todos.

    Estas fueron sus ltimas palabras. En sus ojos quebrados, mostrbasela firme conviccin, aunque ya no orgullosa, de que continuaraayunando. Es de notar la intencin esforzante de querer seguir labatalla hasta sus ltimas consecuencias. Lo enterraron y en la jaulapusieron una pantera joven. Era un gran placer, ver a la hermosa fieraque se revolcaba y daba saltos. La comida que le gustaba se la traan susguardianes sin largas cavilaciones. Ni siquiera pareca aorar lalibertad. Aquel noble cuerpo, provisto de todo lo necesario paradesgarrar lo que se le pusiera por delante, pareca llevar consigo lapropia libertad, escondida en cualquier rincn de su dentadura. Y laalegra de vivir brotaba con tan fuerte ardor de sus fauces, que no lesera fcil a los espectadores poder hacerle frente. El contraste sugeridoentre el ayunador y la pantera es por dems significativo.

    El ayunador cuenta Kafka estaba fanticamente enamoradodel hambre. No encontraba una comida que le gustara porque esacomida no existe. He aqu, expresada a medias, la verdad delsntoma. Se entiende porqu Lacan (1995) dice: lo importante no esque el anorxico no come, sino que come nada. Nada es el objeto dedeseo, de nada. El anorxico se deleita en comer nada, lo otro que noexiste, el vaco.

    Se podra plantear si el ayunador era o no un anorxico. El noexpresa en ningn momento tener hambre. En su lugar, dice estarsatisfecho con el hambre, esto es colmado o saciado por el hambre.Curiosa inversin. Podemos suponer aqu el resultado de una enrgi-ca desmentida (verleugnung) con el agregado sintomtico de unadislocacin, mudanza o tras-torno 1 (Ver-kehrung) que el ayunador

    1 Tras-tornar: (Ver-kehrung) torcer, dar la vuelta, inversin en lo opuesto, contrario. Son hartonumerosos los pasajes en que Freud sostiene que los opuestos coinciden en el inconscienteaunque es la segunda instancia la que introduce el tras-torno. Podra responder a algn aspectogenrico bsico del ser humano? Resultado de la represin primordial? Acaso etimolgica-mente perversin tambin sea una buena traduccin para Ver-kehrung, y que en el sntoma yen el sueo aparezca con tanta frecuencia un mundo tras-tornado por la cultura. En sintona,

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    hace de sus sensaciones corporales? Las sensaciones de hambre ysaciedad parecen estar tras-tornadas en la anorexia bulimia. Estos tras-tornos constituyen un punto frgil de la desmezcla pulsional y enconsecuencia el lugar de la posible emergencia de la pulsin de muerte,a un paso del negativismo teraputico. Como sea, el ayunador se separade su cuerpo y cicatriza autocrticamente su Yo por medio de undelirio de grandeza cuyo contenido manifiesto es el ayuno.

    COMENTARIOS GENERALES

    Las referencias a la comida y la multiplicidad de complicacionesque genera inundan las horas de anlisis y la vida social. No hayasombro posible: nuestra temprana vida mental se organiza en tornoa la alimentacin y el primitivo vnculo con el objeto es la devora-cin. El circuito libidinal ms originario involucra a la nutricin.Pero en anlisis, el alimento puede ser un referente ms o trasformar-se, como en el artista del hambre, en el hilo conductor de una batalla.Este campo es tan inabarcable que me limito slo a unas pocas notas.

    Recortar mi exposicin slo a la anorexia. Pero, como diceRecalcati (1997): La bulimia es un dialecto de la anorexia. Es quela anorexia y la bulimia constituyen los polos de una oscilacinrecproca, en vez de indicar dos posiciones subjetivas diferentes. Esllamativo que no se haya incluido este movimiento junto a otraspolaridades del alma como activo-pasivo, sadismo-masoquismo,ver-ser visto, etc. las que para Freud son expresin de un tras-torno(Ver-kehrung) hacia lo contrario en los destinos de pulsin o en elmecanismo de formacin de sntomas (ver nota a pie de pgina).

    Y en especial, un tema apasionante: la feroz batalla centrada en laalimentacin que puede llegar a poner en vilo la autoconservacin.2Porque ac interviene la estructura inconsciente de las relacionesobjetales, pero tambin, como en ningn otro trastorno, la ferocidaddel circuito pulsional.

    Meltzer (1998) seala que la compulsin anorxica es una necesidad desesperada de un objetobueno llenando un espacio vaco pero se equivoca del lugar y del objeto con que llenarlo.2 En el Esquema del Psicoanlisis, Freud (1938, pg. 180) dice: Entre los neurticos haypersonas en quienes, a juzgar por todas sus reacciones, la pulsin de autoconservacin haexperimentado un tras-torno (Ver-kehrung). Parecen no perseguir otra cosa que daarse yperseguirse a s mismos. Quiz pertenezcan tambin a este grupo las personas que al fin perpetranrealmente el suicidio.

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    Aunque cada vez hay ms trabajos desde la Psiquiatra sobre eltema, no hay muchos desde el Psicoanlisis. En stos, algunos(Meltzer, D., 1998; Lawrence, M., 2002) destacando las dificultadesen trminos de relaciones objetales y su incidencia en la transferen-cia; otros, desde la vertiente lacaniana (Lacan, J., 1984), acentuandola dimensin del goce pulsional y el apetito de muerte. Desde estaltima interpretacin, el rasgo discursivo dominante en la anorexia esuna pasin narcisista por el vaco, el punto ms ntimo del sujeto, unafalta radical incalmable en el ser que no puede ser saturada por ningnobjeto.

    La fenomenologa clnica es infinita, pero la estructura subyacen-te es crucial. Distinguira tres agrupamientos: la anorexia que remitea una estructura fbico neurtica, la anorexia nerviosa, con unaestructura dinmicamente psictica y una anorexia que es casi partede una psicosis clnica. No hay una literatura psicoanaltica unificadapero detallo algunos funcionamientos que habitualmente se desta-can:

    Distintas vertientes tericas acentan el tras-torno del Ideal: elperfeccionismo, la tendencia al sacrificio, el ascetismo, rasgos que sedescriben, principalmente en las anorexias restrictivas, expresionesde un riguroso Supery narcisista en su constitucin y que adems senutre de manera anmala de ciertos valores de la cultura, comodelgadez, belleza, perfeccin, auto-control, etc. Por eso, la condicinque precipita la descompensacin suele ser una falla en el sentimien-to de dominio para alcanzar una meta y de poder controlar su vida.Simplemente, una herida narcisista al sistema de control omnipoten-te. Los imperativos del Superyo no tienen tanto que ver con laobligacin del cumplimiento de preceptos morales cuidado del otro,sentimientos de culpa sino con la imposicin de metas que conduz-can a la identificacin idealizada con un Yo infatuado, repleto decertezas cuasi delirantes referidas a la alimentacin y al cuerpo. Y, enla medida en que el cuerpo no responde a sus deseos, la anorxicaredobla sus esfuerzos para separarlo, alienarlo, desmentirlo, tratandode controlar el desorden orgnico, incluso castigarlo masoqustamente,a contra corriente de cualquier esfuerzo teraputico.

    El predominio de la anorexia en la mujer habla de dificultades entorno a la femineidad, tpicamente pre-edpicas. La clnica acreditatres momentos para la anorexia bulimia: menarca, premenstruo yposparto, ocasiones en que la madre reingresa en el cuerpo de lamujer, una intromisin indeseable y conflictiva. La facilita las

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    enrgicas tendencias introyectivas y la fuerza de los impulsosorales presentes en la nia (Klein, M., 1928). Existe en ella, ms queen el varn, la necesidad de un desgarrn del Otro materno, evitarser un todo con la madre y quedar atrapada en ella. La anorexiapuede ser una salida a la madre intrusiva e invasora: diciendoobstinadamente no, introduce un principio de separacin con elOtro materno.

    La anorexia toca un aspecto central de la sexualidad femenina: laclnica muestra una diversidad y singularidad de configuracionessubyacentes que tienen slo en comn la profunda vulnerabilidadnarcisista del perodo de la pubertad y la adolescencia femenina,desbalance que encuentra una ilusin compensatoria en lafetichizacin 3 de la delgadez que la cultura le ofrece.

    Freud (1931) seala claramente los distintos motivos en la mujerpara separarse del objeto madre y dirigirse al padre, entre otros, elreproche de no haberla dotado de pene, de haberla parido mujer. Peroadems:

    No sin sorpresa se oye otro reproche, que se remonta un pocomenos atrs: la madre dio escasa leche a su hija, no la amamant eltiempo suficiente parece que nuestras nias permanecieron insaciadas para siempre, como si no hubieran mamado el tiemposuficiente del pecho materno Tan grande es la voracidad de lalibido infantil (la madre la nutri de manera insuficiente).

    Ms adelante seala los deseos agresivos orales y sdicos reprimi-dos que aparecen como angustia de ser asesinada por la madre, asu vez justificatoria del deseo de que la madre muera, cuando stedeviene consciente... Uno quiere devorar a la madre de quien senutri. Basta observar una anorxica en la mesa para comprobar elsadismo oral y sus defensas.

    Por ltimo, los estudios coinciden en sealar que en la relacin amenudo fusional madre hija hay falta o ausencia de la funcinpaterna, una debilidad en el ejercicio de su funcin ordenadora,normativa, respecto a poner lmite a los deseos maternos canibals-

    3 Si la delgadez es un fetiche de la cultura, vale la pena recordar cmo cierra Freud su trabajosobre Fetichismo: Un paralelo del fetichismo en la psicologa de los pueblos, sera lacostumbre de los chinos de mutilar primero el pie femenino para luego venerar a lo mutiladocomo un fetiche. Se dira que el hombre chino quiere agradecer a la mujer haberse sometido ala castracin (Freud, S., Fetichismo, 1927, A.E., XXI). La delgadez como Ideal estara tambinsostenida en la cultura por la angustia de castracin del varn.

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    ticos. Cuanto ms acentuada esta constelacin, ms grave es lasituacin, ms fallas en la capacidad de simbolizacin.

    UNA MIRADA DESDE LA CULTURA

    Se ha insistido mucho en el impacto que tiene el discurso social enla difusin creciente de la anorexia, entendida casi como un sndro-me cultural. Qu lugar tiene la cultura en la patologa? Por empezar,hace pensar en el complicado salto de la ferocidad de la pantera alos deseos tras-tornados del ayunador.4 Luego, la cultura se originpor el desasimiento a los deseos humanos ms primitivos, entre ellosel canibalismo (Freud, S., 1927). Visto desde la horda primitiva (y delnio contemporneo) el acto de comer sigue siendo una destruccindel objeto con la meta ltima de la incorporacin (Freud, S., 1940).En el banquete totmico el primitivo se animaba a reiterar el caniba-lismo siempre que participaran todos, en una ceremonia ritual quecomparta la culpa de la devoracin. Hoy da la ruptura moderna dela comensalidad, el comer con otro, est en cuestin. La anorxica noest dispuesta a participar en la comida sino, en el mejor de los casos,a dar de comer. Es cierto que la cultura alimenta con valores eideales socialmente compartidos (delgadez, dietas, autocontrol, etc.)pero que encuentran su nicho colectivo en efectos inevitables deuna represin primordial tan primitiva como poderosa. Aunque laanorexia parece un acontecimiento ajustado a los tiempos modernos,es parte de un hecho estructural mayor que se entiende mejor desdeel ruido de fondo que genera el Malestar en la cultura (Freud, S.,1930).

    MATERIAL CLINICO

    Deseo rescatar para la presentacin un historial de Freud (1892-3),Un caso de curacin por hipnosis, una histeria de ocasin: unajoven seora de 20 a 30 aos, deseaba conscientemente alimentara sus hijos. Hubo un primer ensayo de lactancia fallido de 15 das,

    4 Nietzsche (1887) se pregunta en la Genealoga de la Moral, antes que Freud, por el sentidode la Cultura. El proceso de la Cultura ha consistido en sacar del hombre como animal rapaz,mediante la crianza, un animal manso y civilizado, un animal domstico.

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    no tena leche, estaba inapetente y con nuseas. Insomne y excitadano pudo amamantar. Tres aos despus, tiene un segundo hijo y losempeos para amamantarlo resultaron ms penosos an. Devolvatodo, irritada cuando le traan el alimento, insomne. Al cuarto dalo llaman a Freud, a quien reciben con mucha desconfianza. Freudla encuentra furiosa por su incapacidad para alimentar al nio.Entonces, le hace una serie de sugestiones bajo hipnosis: No tengamiedo, ser una excelente nodriza, el nio se criar divinamente,tiene usted un gran apetito y est deseando comer. La intervencintuvo su resultado favorable pero al da siguiente frente a la vista delalmuerzo copioso recae: reaparecen los vmitos, tiene repugnanciay desde ese momento no le pudo dar el pecho, con los riesgosconsiguientes a la vida del bebe. Decid dice Freud ser msenrgico, dije a la enferma que cinco minutos despus de mipartida, ella increpara a los suyos reprendindolos un poco, quedonde estaba su comida, si tenan el propsito de hambrearla, conqu crean que alimentara al nio si no coma nada, etc.. Al dasiguiente, cuando vuelve, la mujer tena un apetito excelente y lecheabundante para el bebe, cuando lo ponan al pecho no experimen-taba la menor dificultad. Al marido le haba parecido un pocoominoso que la noche anterior ella exigiera alimento con tantoarrebato apenas Freud se hubiera ido y dirigiera a la madre unosreproches que nunca se haba permitido antes. Lo cierto es quedesde ese momento todo anduvo bien. La vio y certific el buenestado de ambos durante ocho meses. Un ao despus hubo otroepisodio similar. Slo halle incomprensible e irritante que nuncase hablara entre nosotros de aquel asombroso logro. Parece queFreud tambin esperaba ser alimentado.

    Freud le dice a una paciente agitada por una depresin pospartoque ella se debe despertar furiosa y embestir contra la madre. Suinterpretacin reconoce el deseo consciente de alimentar al beb ysus deseos inconscientes frustrados de ser alimentada. Indirectamen-te interpreta sus deseos orales agresivos y los redirecciona hacia lamadre reclamndole que la alimente. Le pone de manifiesto suidentificacin envidiosa con el bebe y su rabia por su propio hambreinfantil insatisfecha. Sus propias necesidades de ser nutrida habansido reactivadas bajo las demandas de la alimentacin materna.Necesitaba la autorizacin paterna en la persona de Freud (queconoca a la paciente desde que era nia) para reclamarle a la madresu lugar.

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    Freud capta lo que parece sentir la pacienta: Yo quiero alimentara mi bebe. No quiero que mi madre lo haga por m. No quierosentirme fusionada con ella. Con la interpretacin Freud parecesuplir una funcin paterna fallida: exija que ella le d comida paraque usted alimente su bebe. Freud pudo despegar a la paciente de lamadre e instalarla a ella como madre nutricia (la anorexia es no comerpara no ser comido). En este caso, no se trataba de una forclusin dela funcin paterna sino de un debilitamiento en su funcin ordenado-ra del deseo materno que Freud suple con su intervencin. Despusde un tiempo la madre confes: Me daba vergenza que algo comola hipnosis saliera adelante donde yo, con toda la fuerza de mivoluntad, result impotente. En esta ocasin, con una meta terapu-tica clara, y con una actitud ms enrgica (sic), Freud gan la batallay pudo con la anorexia.

    Paso a una situacin clnica ms comprometida: una paciente deunos 20 aos, una anorexia crnica, extremadamente delgada yclnicamente frgil, con internaciones previas, es presionada por elequipo clnico que la asiste y la familia para que se analice nuevamen-te. Como es de rigor, la paciente no encuentra razones para hacerlo,no reconoce su gravedad pero cede pasivamente. Hija nica de padresprofesionales, mostraba la clsica obsesin con el peso, las caloras,rechazo al alimento y, cada tanto un atracn del que sala con vmitosprovocados, hiperactividad y redoblando la dieta. Cuando era presade un ataque de voracidad iba a la heladera, sin que nadie la viera, ycon una cucharita revolva y raspaba un poquito todo lo que encon-traba, mezclaba todo, lo dulce, lo amargo, lo salado, como si fueranlos desperdicios del tacho de basura y luego iba al bao a vomitar.Primero retena el objeto ideal y luego lo expulsaba en el vmitocomo objeto inmundo. Pareca confundir el alimento con las heces,mientras idealizaba el recto y los contenidos fecales. Era parte delalejamiento emocional del pecho, negando su dependencia de l ydesvalorizndolo en su capacidad nutricional (Ferrari, H.; Barugel,N., 2008).

    Hablaba del cuerpo todo el tiempo, del horror a aumentar de peso.Me aburre la comida, busco algo diferente, exquisiteces, algo raro,no tiene que ver con comer sino con buscar algo extico, no es unatracn, a veces ni siquiera tengo hambre. No tena menstruacionesdesde haca meses y en un momento el material y mis intervencionesgiraban en torno a su sexualidad y la angustia que le generaba lafantasa de una penetracin violenta. Un sueo mostraba su sadismo

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    oral autodestructivo con las interpretaciones. So que haba mordi-do un vaso y se haba clavado los vidrios en la boca. Sangrabaprofusamente Trataba de sacar los fragmentos con la mano, sentanuseas que le provocaban vmitos. Cuando le seal que aunqueella pareca cortar mis intervenciones en pedacitos para no permitirque hicieran efecto, se le transformaban en heridas dolorosas, res-pondi: No se haga ilusiones con lo que me dice, yo no comovidrio.

    Su discurso sobre el cuerpo mostraba problemas de simboliza-cin. Comer una galletita poda deformarle la cadera o las nalgas. Nose trataba de un sntoma neurtico, como retorno simbolizado de loreprimido. As, por ejemplo, cuando hablaba de tener el cuerpohinchado, senta en forma concreta la presin agobiante e intrusivade una madre metida en ella que la hinchaba. Ms que unaalteracin de la imagen corporal, pareca un delirio somtico, unintento limitado de restitucin psictica. El cuerpo deseado de laanorxica, la deformacin corporal que implica, nos recuerda almiembro fantasma del amputado.

    Tempranamente, la relacin transferencial mostr la pelea por laautonoma, el carcter de indmita y rebelde. Revelaba un intensodeseo de controlar y tomar posesin del analista y simultneamenteterror a cualquier actividad de mi parte que fuera consideradaintrusiva. Ella estaba a cargo de su cuerpo, nadie ms saba de l y desus riesgos, como si lo hubiera engendrado ella misma. Ni el analistani los clnicos podan opinar. Es bastante frecuente que la batalla porla autonoma comience, como en este caso, por dificultades en tornoal encuadre cambios de horarios y de sesiones que efectivamenteson usados para poner a prueba tal condicin de control por su parte.De manera que el reto tcnico que se presentaba era generar unarelacin teraputica en que la paciente mantuviera algn grado decontrol sobre la relacin por medio de la distancia u otros recursosy, al mismo tiempo, se pudieran generar condiciones que le permitie-ran el reconocimiento de la profunda necesidad de contacto afectivo.Muy difcil.

    Lo mismo suceda con las interpretaciones transferenciales que lapaciente consideraba una suerte de intrusin, control excesivo ohumillacin. La desconfianza y reticencia era la norma y debemosentenderla como la extrema sensibilidad de la paciente en querer serella la nica que pona las reglas para la constitucin de esa identidadtan ansiada y tan extraviada que persegua. Si su analista fuera una

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    persona autnoma sera intolerable para ella, todo sentido de relacincon el objeto era impensable y amenazante.

    Gradualmente empez a traer material a las sesiones relacionadocon los miembros del equipo clnico que la atenda, en especial elmdico, el gineclogo, la nutricionista. Trataba de sorprenderlos encontradicciones mutuas y en posiciones divergentes que, de hechomuchas veces aparecan en el manejo de su cuidado clnico. Lostrataba indistintamente de manera hostil o seductora. No slo seencantaba de percibir enfoques encontrados (Es momento o no esmomento para internarla, est en riesgo o puede seguir ambulato-ria? Hay que exigirle que coma o no?) sino que se deleitaba enpotenciar las diferencias en un intento proyectivo masivo de contro-lar su amenazado mundo interno en el equipo clnico. Destacabaquien perciba su fragilidad clnica y la consiguiente amenaza demuerte o quien asuma la insistencia en el control de la dieta y lascaloras y acentuaba las divergencias entre ellos. Se agregaba a vecesque me confesaba que conceba trampas con alguno de ellos, comonegar el uso que haca de purgantes o de vomitivos. Guardaba enextremo secreto el vomitar. Tambin buscaba y encontraba sutilesdiferencias entre el trabajo nuestro y el de los clnicos. Las interpre-taciones intentaban recuperar esos aspectos proyectados y desplega-dos tambin en la transferencia, con xito relativo (una de susmaniobras defensivas consista en brindar lo que pareca un excelen-te proceso analtico en torno a aspectos infantiles de su sexualidad,mientras las variables clnicas se desbarrancaban y el peso llegaba alos 40 kilos).5

    Pero una vez, en un momento de evidente fragilidad clnica, luegode un intento interpretativo de mi parte, me pregunt porqu meocupaba de lo que le pasaba con el equipo clnico. Le record que lehaba dicho al comienzo del anlisis: que yo, si lo considerabanecesario, iba a estar en contacto con el equipo para conocer su estadoclnico, que no iba a ser parte del mismo ni de sus decisiones, y que

    5 Casi como al pasar, en su trabajo sobre la transferencia, Freud (1912) se pregunta si laresistencia de transferencia se manifiesta slo en el psicoanlisis. Por el contrario, encuentraque es de lo ms activa en los establecimientos de salud no analticos. Esta transferenciainstitucional (al grupo humano asistencial que la sostiene) tiene, dice Freud, por un lado unaexcepcional intensidad negativa (a menudo erotizada) y por otro, est velada (beschgnigt),sofocada, desconocida por los destinatarios del equipo de salud, lo cual la hace potencialmentems explosiva.

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    por supuesto quedara preservada la privacidad de su anlisis. Mirecordatorio fue enrgicamente desmentido por ella y origin unaexplosin de furia y reproches: haba violado su intimidad, latraicionaba, la dejaba expuesta, etc. Recib una andanada de reclamosque duraron varias semanas pero le reiter varias veces mi postura:me iba a manejar con la libertad necesaria cuando yo lo consideraraimprescindible y no slo ella. Amenaz varias veces con abandonarel anlisis y de hecho falt a muchas sesiones. Pero me mantuve enmi posicin

    Curiosamente, luego de un tiempo, y al cabo de una verdaderabatalla, su declamada arrogancia y control omnipotente sobre nuestratarea comenz a ceder y a mejorar significativamente el trabajo quellevaba con ella el equipo mdico. Simultneamente sent un ciertodesasimiento de ella. Pareca como si algo se hubiera roto, creado unespacio, se hubiese abierto una grieta que permita un dilogo msrevelador y fecundo. Logramos trabajar algo de su participacinpersonal en todo aquello de lo que se quejaba, reconocer qu partetena ella en su sufrimiento. En una ocasin me dijo: Pero no leperdono que haya roto mi dieta. El anlisis sigui unos aos ms,la estructura anorxica se mantuvo ms o menos intacta pero elpeligro de muerte, esta vez, se alej de su vida. Por un momento sehaba podido conmover la estructura monoltica de la paciente,producir una resquebrajadura en la identificacin idealizante de laanorexia y posibilitar una entrada ms profunda en anlisis.6

    Una reflexin sobre el trabajo analtico en labor simultnea con unequipo clnico. Con la anorexia, el equipo de salud tiene sus propiosobjetivos clnicos: que la paciente aumente de peso, que se aleje delriesgo de muerte, que se alimente, etc., entablando en sus propiostrminos, la batalla por la comida. Si bien en s mismos soninobjetables, a menudo significan obturar el sntoma (en paralelo alreclamo familiar y social). Por su parte, el dispositivo analtico nopuede dejar de escuchar el fragor de la batalla ni estar ajeno a sussecuelas, pero debe procurar atender la exigencia de verdad del

    6 Cabe recordar un comentario de Meltzer (1998) en una situacin similar con una pacienteanorxica: Creo que en estos tiempos me siento muy impaciente cuando tropiezo con latransferencia preformada porque es una prdida de tiempo... Prefiero dejar que ella juegue sujuego y mostrarle que no est trabajando sino que est en un fraude o una farsa. Por elcontrario sostengo que si el analista siente que est ante una prdida de tiempo con la paciente,debe analizar su propia posicin en la contra-transferencia.

    Sandra Herrera

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    sntoma. El anlisis no est para sofocar sino para develar el sntoma.Es clave, entonces, dejar coexistir los cuidados mdicos y los delanlisis, por contradictorios que parezcan. Si surgen conflictos, suresolucin ser una tarea que en ltima instancia correr por cuentadel analista dentro del propio anlisis del paciente.

    A MODO DE CIERRE

    Hay acuerdo en sostener que un anlisis no debe apuntar nicentrarse especficamente en el sntoma. Pero hay sntomas, como enla anorexia, que monopolizan el proceso analtico y despliegan laferocidad de una batalla. La situacin es ms difcil si por un ladoexiste o se presume amenaza de muerte y por el otro una desmentidamonoltica del paciente sobre su condicin. En este trabajo sepresentaron dos intervenciones que, de alguna manera intentaron demanera diferente, romper el circuito de la batalla por la comida.Tambin se hizo mencin al problema que plantea la simultaneidadde cuidados mdicos y psicoanalticos en la anorexia.

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    Sandra Herrera

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    Trabajo presentado: 3-6-2010Trabajo aceptado: 23-6-2010

    Hctor FerrariLaprida 1898, 12 KC1425EKR, Capital FederalArgentina

    E-mail:[email protected]

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