La bella y la bestia..favian

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La bella y la bestia

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  • 1. Haba una vez un hombre muy rico que tena tres hijas. De pronto, de la noche a la maana, perdi casi toda su fortuna. La familia tuvo que vender su gran mansin y mudarse a una casita en el campo. Las dos hijas mayores se pasaban el da quejndose por tener que remendar sus vestidos y porque ya no podan ir a las fiestas. En cambio la pequea, a la que llamaban Bella por su dulce rostro y su buen carcter, estaba siempre contenta.

2. Un da su padre se fue a la ciudad a ver si encontraba trabajo. Cuando mont en su caballo, pregunt a sus hijas qu les gustara tener, si l ganaba suficiente dinero para traerles un regalo a cada una. Sin apenas pensarlo, las dos hijas mayores gritaron: -Para m un vestido precioso. -Y un collar de plata para m. Con su candorosa voz, Bella murmur: -Yo solamente quiero que vuelvas a casa sano y salvo. Eso me basta. Su padre insisti: 3. -Oh, Bella, debe de haber algo que te apetezca! -Bueno, una rosa con ptalos rojos para ponrmela en el pelo. Pero como estamos en invierno, comprender que no puedas encontrarme ninguna. -Har todo cuanto pueda por, complaceros a las tres, hijas mas. Diciendo esto emprendi la marcha a todo galope. En la ciudad, todo le fue mal. No encontr trabajo en ninguna parte. Los nicos regalos que pudo comprar fueron frutas y chocolate para sus dos hijas mayores, pero no consigui la flor para Bella. Cuando regresaba a casa, su caballo se hizo dao en una pata y tuvo que desmontar. 4. De repente se desat una tormenta de nieve y el desgraciado hombre se encontr perdido en medio de un oscuro bosque. Entonces percibi, a travs de la ventisca, un gran muro y unas puertas con rejas de hierro forjado bien cerradas. Al fondo del jardn, se vea una gran mansin con luces tenues en las ventanas. -Si pudiera cobijarme aqu... No haba terminado de hablar cuando las puertas se abrieron. El viento huracanado le empuj por el sendero hacia las escaleras de la casa. La puerta de entrada se abri con un chirrido y apareci una mesa con unos candelabros y los manjares ms tentadores. Mir atrs, a travs de los remolinos de nieve, y vio que las puertas enrejadas se haban cerrado y su caballo haba desaparecido. Entr. La puerta chirri de nuevo y se cerr a sus espaldas. 5. Mientras examinaba nerviosamente la estancia, una de las sillas se separ de la mesa, invitndole claramente a sentarse. Pensaba... "Bien, est visto que aqu soy bien recibido. Intentar disfrutar de todo esto." Tras haber comido y bebido todo lo que quiso, se fij en un gran sof que haba frente al fuego, con una manta de piel extendida sobre el asiento. Una esquina de la manta apareca levantada como diciendo: "Ven y tmbate." Y eso fue lo que hizo. Cuando se dio cuenta, era ya por la maana. Se levant, sintindose maravillosamente bien, y se sent a la mesa, donde le esperaba el desayuno. Una rosa con ptalos rojos, puesta en un jarrn de plata, adornaba la mesa. Con gran sorpresa exclam: -Una rosa roja! Qu suerte! Al fin Bella tendr su regalo. Comi cuanto pudo, se levant y tom la rosa de su jarroncito. Entonces, un rugido terrible llen la estancia. El fuego de la chimenea pareci encogerse y las velas temblaron. La puerta se abri de golpe. El jardn nevado enmarcaba una espantosa visin. 6. No tengas miedo. Bella! Slo he venido a desearte buenos das y a preguntarte si ests bien en mi casa. -Bueno... Preferira estar en la ma. Pero estoy bien cuidada, gracias. -Bien. Te importara si paseo un rato contigo? Pasearon los dos por el jardn y a partir de entonces la Bestia fue a menudo a hablar con Bella. Pero nunca se sent a comer con ella en la gran mesa. Una noche, Bella le vio arrastrndose por el csped, bajo el claro de luna. Impresionada, intuy en seguida que iba a la caza de comida. Cuando l levant los ojos, la vio en la ventana. Se cubri la cara con las garras y lanz un rugido de vergenza. A pesar de su fealdad. Bella se senta tan sola y l era tan amable con ella que empez a desear verle. Una tarde, mientras ella lea sentada junto al fuego, se le acerc por detrs. -Csate conmigo, Bella. Pareca tan esperanzado que Bella sinti lstima. -Realmente te aprecio mucho, Bestia, pero no, no quiero casarme contigo. No te quiero. La Bestia repiti a menudo su corts oferta de matrimonio. Pero ella siempre deca "no", con suma delicadeza. Un da, l la encontr llorando junto a una fuente del jardn. 7. -Oh, Bestia! Me avergenza llorar cuando t has sido tan amable conmigo. Pero el invierno se avecina. He estado aqu cerca de un ao. Siento nostalgia de mi casa. Echo muchsimo de menos a mi padre. Con alegra oy que la Bestia le responda: -Puedes ir a casa durante siete das si me prometes volver. Bella se lo prometi al instante, dio tres vueltas al anillo de su dedo y... de pronto apareci en la pequea cocina de su casa a la hora del almuerzo. La alegra fue tan grande como la sorpresa. Total, que pasaron una maravillosa semana juntos. Bella cont a su familia todas las cosas que le haban sucedido con su extrao anfitrin y ellos le contaron a su vez todas las buenas nuevas. La feliz semana pas sin ninguna palabra o seal de la Bestia. Pensaba..."Quiz se ha olvidado de m. Me quedar un poquito ms." Pas otra semana y, para su alivio, nada ocurri. La familia tambin respir con tranquilidad. Pero una noche, mientras se peinaba frente al espejo, su imagen se emborron de repente y en su lugar apareci la Bestia. Yaca bajo el claro de luna, cubierta casi completamente de hojas. Bella, llena de compasin, exclam: -Oh, Bestia! Por favor, no te mueras. Volver, querida Bestia 8. -Soy un prncipe. Una bruja me maldijo y me convirti en una bestia para siempre. Slo el verdadero amor de una mujer me ha librado de la maldicin. Oh, Bella, estoy tan contento de que hayas regresado... Y ahora, dime, te casars conmigo? -Pues claro que s, mi prncipe. Desde aquel momento los dos vivieron llenos de felicidad.FIN