La Boda del Monzón

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CA SA DO Libros La boda del Monzón Carlos Casado Valera

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Relato de una boda por el rito hindú en Madrid

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La boda del Monzón

Carlos Casado Valera

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Prolegómenos (vamos de boda) Sergio, Sergi para Conchy, nos comunica que se casa, varias veces, y siempre la boda de un compañero de trabajo despierta los consabidos rumores, cotilleos, chanzas y demás comportamientos, supuestamente simpáticos, tanto de los que ya hemos pasado ese trance como de los que no lo han hecho todavía y tiene que soportar los habituales - ¿para cuando la tuya?; la siguiente eres tú; te casaste la cagaste- Pero Sergio, Sergi para Conchy, es un tipo peculiar y por lo tanto su boda, al menos una de ellas, también iba a ser peculiar. Se casa por el rito hindú. O sea que se casa como los habitantes de la India. Vamos que nada de de lo habitual, arroz en la boda, despedida de soltero, esa corbata que corta, los puros… ¿o sí? Aquí es donde ya, los chascarrillos se disparan. A mí, en concreto, se me pasa por la cabeza la película que da nombre a este relato, pero también me asaltan toda una serie de dudas sobre las diferencias entre el ritual de una boda católica y una hindú. Porque claro, la boda no sólo es la ceremonia, sino que también debe incluirse el banquete, el baile, los invitados, el ¿qué me pongo?, el regalo… Todas estas dudas se fueron muy poco a poco disipando, como el humo después de una batalla, pero aparecieron nuevas incógnitas. ¿Qué me pongo? Normalmente los chicos en las bodas lo tenemos fácil. Un traje oscuro, una camisa clara, algo de color en la corbata…. Pero ¿que se pone uno cuando tiene que estar descalzo, es decir sin zapatos?, ¿Lleva calcetines o se hace la pedicura?. Yo, la verdad, no me veía en calcetines y con corbata. Es como cuando tienes un encuentro con una chica y llega el momento de desnudarse, yo intento quitarme, a la vez que los zapatos, los calcetines. No hay nada menos erótico que un tipo en calcetines y calzoncillos. En este caso me pasaba lo mismo. Y no es que fuera a quedarme en calzoncillos claro, es una boda, hindú, pero una boda. Decido no ponerme corbata, y tras consultar en la revistas de moda un “look” elegante sin corbata y contrastarlo con mi fondo de armario, creo tener resuelto el escollo. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, porque el problema se reproduce con las recomendaciones que nos envía el novio.

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Ropa:

Muchas gracias por llevar ropa cómoda, discreta y elegante que sea apropiada para el Templo. Puede ser ropa al estilo occidental o al estilo de la India (sari para las mujeres, kurta para los hombres).

Te pedimos que no vengas con ropa de color blanco (es el color de luto en la India) ni de color negro.

Ropa cómoda, discreta y elegante que sea apropiada para el Templo. Analicemos la frase. Por una lado, lo de discreto y elegante lo entiendo, lo de cómoda ya menos ¿habrá que correr? Enseguida lo descarto, recuérdese que estamos descalzos; ¿gimnasia o yoga? es posible, dada la afición de Sergio, Sergi para Conchy, a esto último. Además es en un Templo, un sitio de oración y respeto. Ante las dudas opto por preguntar y Sergio, Sergi para Conchy, me dice: -Oye Sergio, ¿lo de ropa cómoda, discreta y elegante que sea apropiada para el Templo que es lo que es? - Pues, un traje. Responde el novio. Coño, pues si que era fácil. Pero luego esta la segunda parte ni blanco, ni negro. Y ahí es donde empiezan los problemas, Y que decir de las chicas, que siempre tienen el socorrido traje negro que vale para todo. Pues esta vez no amiguitas y además discretitas. Monísimas pero discretitas. He de decir que las chicas de la “ofi” iban todas monísimas, en un 75% de los casos con vestidos de clara inspiración oriental y en el 25% restante la inspiración era claramente occidental acompañada de ese bolsito diminuto que llevan todas, "¡Anda, una almeja metálica!". El siguiente bloque de recomendaciones también era, cuando menos curioso

Durará previsiblemente algo más de 2 horas y el cóctel que ofreceremos será en torno a las 18:00 horas, por lo que te sugerimos que hayas comido algo antes de nuestra boda.

Habrá sillas para sentarse, pero también puedes traer un cojín para sentarte en el suelo si lo deseas.

A mí el cojín se me olvidó, y por el camino pensaba que me iba a tocar estar tirado en el suelo en calcetines y con corbata.

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El regalo El regalo es otro de los clásicos de cualquier boda. En esta fue fácil, ya que el novio nos sugirió lo que le apetecía, y oír es obedecer, por lo tanto, así se hizo, no tras arduas discusiones que no vienen al caso y, además, son una ordinariez. El día de la Boda Llegó el gran día, el 30 de junio de 2007 a la poco torera hora de las tres y cuarto de la tarde, con la fresca. La hora de la boda también provocó algún intercambio de opiniones en los prolegómenos, pero resulta que en junio de 2007 ha habido dos días con luna llena y, en concreto, la del día 30 era azul y además la hora reunía todas las condiciones de buenos signos de prosperidad, felicidad, salud y demás parabienes que a toda pareja que se casa se les desea. Por lo tanto la conjunción de los astros era propicia para que la nueva pareja tuviese años y años de felicidad y menú con perdices. Quizás las próximas previsiones del PIB regional las hagamos con luna llena. Llego al Templo corriendo y, la verdad, me desilusiona un poco la entrada, tiene toda la pinta de ser un garaje, pero no, es el Templo Geeta Ashram, más que nada porque coinciden el número de la calle de la invitación y el rótulo pintado en la puerta metálica. Nada más entrar encuentro los correspondientes casilleros para dejar los zapatos los cuales deposito cuidadosamente y me encamino hacía la sala donde va a oficiarse la ceremonia. De todos es sabida mi curiosa afición a fijarme en los detalles de las cosas, y una vez saludados a los conocidos y tomado posesión de mi asiento, me entretengo en los minutos previos al comienzo de la ceremonia a pasear la mirada por la estancia y por el resto de invitados y compruebo que las reglas de la vestimenta han sido saltadas a la torera en un porcentaje digamos que por encima de lo deseable: el color blanco existía y el negro también. Lo segundo que me llama poderosamente la atención es la decoración del lugar y en especial las columnas doradas adosadas al perímetro de las paredes de la sala con hojas de acanto en sus capiteles. A mí me parecen bastante poco hindúes y más bien tirando a una mezcla entre arte helénico tardío y salones de boda “Lord Winston’s”. En un lugar prominente se encontraba una estatua de tamaño natural del guía espiritual de la congregación enmarcada en una especie de capillita coronada con un bandó de ganchillo digno de apreciar y orlada de una lucecillas intermitentes que se asemejaban y mucho las que pongo en mi árbol de Navidad. Para finalizar este inicial recorrido visual me sorprende el tocado del novio, un turbante de las mil y una noches pero que a mí me daba la ligera impresión que entre las tallas de turbante españolas e indias existen considerables divergencias.

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Como en toda boda que se precie las figuras de los padrinos son esenciales, los habitantes de la India no iban a ser menos y la madrileña madre de la novia jugó un papel fundamental en el posterior desarrollo de la ceremonia. Mi primera impresión al respecto, y creo que compartida en voz audible por los invitados cercanos, fue: - ¡Lo que está sufriendo esa mujer! Previa a la memorable intervención de Doña Lucía hubo un pequeño conato de tensión al no existir la figura del padrino y ser la madrina la que tuviera que afrontar el reto. La ceremonia La boda hindú es un rito largo y para no cansar a los lectores que hayan conseguido llegar hasta aquí la dividiré en “Momentos” al más puro estilo Boris. Es un rito que se realiza en sanscrito, aderezado con algunas palabras en inglés con las que el sacerdote trataba de comunicarse con los novios. El inglés del sacerdote era, cuando menos, peculiar. Una de dos o hablaba bastante mal o yo no sé inglés o el poco que sabía se me ha olvidado. Es más, me atrevería a aseverar que el sacerdote debió estudiar en el Instituto “Mongol”. Yo entendí algo así como “nain” y me dije:

- Coño, ha dicho nueve.

Luego resultó ser que significa “no” en sanscrito. Lástima Afortunadamente, cuando me percaté de los problemas que, un hijo de la Gran Bretaña y súbdito de Su Graciosa, tenía para entender lo que decía respiré aliviado y corroboré que la culpa no era mía sino del Instituto Mongol. Momento mantra de las líneas del metro Aparece el oficiante, vestido de blanco, y la primera palabra que dice es OMMMM y comienza una serie de rezos en sánscrito que resultaban por un lado repetitivos y por otro te transportaban a alguna película de época. En un momento determinado el oficiante insta a Sergio, Sergi para Conchy, a repetir lo que el decía. En fin, durante al menos cinco minutos nuestro protagonista rescató su acento del sur de Bombay y repitió todo lo que el oficiante decía. A veces a mi me dio la impresión que le obligaba a repetir alguna palabra que no debía estar correctamente pronunciada y de todos es sabido que no conviene ofender a los dioses. Acerté entender tres o cuatro

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palabras de la larga y repetitiva salmodia (Spain, Madrid, Calpe,) que supongo rememoraban la procedencia de la pareja contrayente y mantenían el interés de los invitados en la ceremonia. Un auténtico recital de Sergio, Sergi para Conchy. ¡Bravo chaval! de algo te han servido los cursos del IMAP en sanscrito que un día te firmé. Momento Pulseritas El oficiante saca una cuerdecita y el pide a nuestro esforzado protagonista que se la ate a la muñeca, cosa que Sergio, Sergi para Conchy, hace con maestría aplomo y un punto de sadismo porque creo que se la apretó demasiado por los gestos que inmediatamente realizó el sacerdote Momento monedas Atención a las 16:40 horas, y transcurridos 70 minutos de ceremonia, llega el primer momento de tensión. Como en casi todas las bodas surgen ligeros problemillas consecuencia del directo. Hete aquí que el oficiante reclama de la madre la novia, es decir de la mujer que sufre, dinero, esto es: - Money. Decía el oficiante - Pues, no llevo nada encima, le contesta Doña Lucía - Pues es necesario, insiste el oficiante Risas nerviosas de los protagonistas, murmullos que recorren el Templo, y con una agilidad felina la madrina se dirige a un grupo de invitados a pedir dinero para que su hija pudiera casarse. En el fondo una mezcla entre nuestras arras y la dote de toda de la vida. Una vez de vuelta al “altar” el novio recibe el dinero del traspaso y lo ofrece alegremente a los dioses. Momento Unidos para siempre lazos los pañuelos Uno de los momentos que más me gustó fue este. El oficiante saca dos “pañupabu” 1 y los coloca alrededor de los cuellos de los contrayentes. El de la novia blanco (joder con el blanco) y el del novio en fucsia y entrelaza las puntas de ambos “pañupabu” uniendo a la pareja, no sé si para siempre, pero desde luego durante la ceremonia el asunto funcionó. Además no alcance a ver bien que suerte de tejemanejes se traía el oficiante con la nuca de Sergio ¿le coloca el turbante? ¿Le cortaba la coleta en plan torero? ¿le ataba algo? 1 “pañupabu” : pañuelos- pareos- bufandas

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Momento guirnaldas Atención a las 17:10 horas, y transcurridos 100 minutos de ceremonia, llega el segundo momento de tensión. Los novios han de intercambiarse unas guirnaldas de flores y colocárselas a modo de collar. Yo esto me lo sabía, porque mis informantes me habían comentado que los contrayentes habían pasado parte de esa mañana confeccionándolas con bellas flores naturales. Pero el destino quiso que fueran otras las guirnaldas que adornaran los cuerpos de los novios. Al sacarlas de la nevera de picnic en que fueron transportadas al templo, parece ser que el liviano cordón que las unía se partió y el oficiante no podía consentir tamaño desaguisado por lo que ordena al manager del Templo la inmediata sustitución de las preciosas guirnaldas. Todo esto ahora, parece fácil, pero desde yo estaba sentado, sólo vi que el manager se apresuraba a buscar algo por el templo, que el oficiante desapareció, que todos nos mirábamos entre contrariados, sorprendidos e intentando averiguar que es lo que realmente estaba pasando. Por fin aparece el manager con dos guirnaldas de flores que ya desde mi posición se adivinaban “de plástico de los chinos de la esquina”, pero que luego, cuando tuve la oportunidad de saludar a los re-recién casados, comprobé que efectivamente eran de “de plástico de los chinos de la esquina” y que incorporaban unas pequeñas gotitas a modo de fresco rocío mañanero de los más “natural”. Momento queimada Otra parte importante de la ceremonia es el “Angi Puja” y es cuando el sacerdote enciende el fuego sagrado “Angi” para invitar al Dios del fuego y a otros Dioses para que sean testigos del matrimonio. Encender un fuego en un Templo de las características del que nos encontrábamos es complicado y con su puntito de riesgo por lo que se enciende en una cazuela de barro de las de la queimada. Inmediatamente llega el momento clave de la ceremonia que yo he osado en denominar momento Swaha. Muy largo momento Swaha (leáse suaja, la jota suave en plan andaluz) Mientras el sacerdote canta mantras, ya sabéis OMMM y todo eso, los novios y la madrina hacen ofrendas al fuego de arroz, anacardos, flores, polvos mágicos y yo que sé que más. Pero la gracia es que había que echarlas cuando el sacerdote pronunciaba la palabra “Swaha”. Esto es: - Om Gum Shrim Maha Lakshmiyei Swaha - Se echa algo a la cazuela - Om Eim Saraswatyei Swaha - Más caldo a la cazuela

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…….bastantes minutos más tarde repletos de Swaha - Om Vajramaanatayaa Swaha - ya sabéis - Om Namom Bhagavate Vasudevaya Swaha - más madera. En realidad, luego me enteré que lo que el novio echaba al fuego era mantequilla diluida que servia de combustible mientras que la novia y la madrina echaban otros productos que, desde mi posición, no alcanzaba a adivinar pero que una vez concluida la ceremonia tuve la ocasión de comprobar (ya sabéis esa curiosidad innata mía) que la mesa de ceremonias estaba llena de todo tipo e productos: frutas, flores, arroz, polvos, frutos secos, dinero. El ritmo con el Doña Lucía alimentaba el fuego de los dioses era, desde mi atalaya de observador, bastante simpático y el resto de invitados también se percataron del mencionado ritmo porque todos acompañábamos el momento Swaha, quizás irrespetuosamente, imitando el modo en que echaba la correspondiente ofrenda al fuego evitando las llamas del fuego que Sergio, Sergi para Conchy, no se cansaba de alimentar. Om Gum Shrim Maha Lakshmiyei Swaha Om Eim Saraswatyei Swaha Om Vajramaanatayaa Swaha Om Namom Bhagavate Vasudevaya Swaha Momento Izquierda izquierda, derecha derecha Después de bastante tiempo de ceremonia y con la doble preocupación de dejar de pasar frío e intentar adivinar, a través de la hoja de ruta que Sergio (SpC) nos había proporcionado al comienzo de la ceremonia, por donde íbamos, nuestro ya entrañable oficiante se descuelga en su inglés Mongold que la novia está sentada en el lado incorrecto y que eso no puede ser.

- ¡Cielos!. – pensé yo, a que ahora va a resultar que hay que empezar otra vez.

- No puede ser - reflexionaba este humilde relator- el oficiante y el assistant-manager son indios, pero no tontos. Esto tiene que estar preparado.

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El oficiante se empeñaba que había que solucionar este contratiempo y nuestro protagonista Sergio (SpC) hace un ademán de levantarse e intercambiar su asiento con la novia. -Stop – debió decir el sacerdote, por que el novio volvió a sentarse donde estaba raudamente. Hay una solución. Uff, menos mal. Para reparar el error, que claramente ha sido de Sergio y de nadie más, la novia debe de imponer una serie de condiciones al novio y caso de que éste las acepte, el problema se subsana y aquí paz y después Swaha. Claro que, aprovechando que el Ganges pasa por Madrid… la novia - hábilmente asesorada por el sacerdote, el manager, la madre que la parió y no sé si la traidora y taimada traductora de ésta – impusieron unas condiciones absolutamente inaceptables:

1. El novio se casa con la novia y con la familia de la novia 2. Todo lo bueno que el novio consiga, pertenece en un 50% a la novia. 3. Todo lo malo que el novio consiga, sólo le pertenece a él. 4. Tiene que cuidar a la novia e incluso dormir con ella y con nadie más.

Seguro que había más pero yo estaba demasiado indignado para oírlas, cuando lo que si oigo es que el sacerdote le pregunta a Sergio, Sergi para Conchy.

- Are you agree? - I agree,- responde nuestro protagonista-en un momento de

enajenación mental, fruto sin duda de los efluvios que el fuego sagrado desprendía.

O sea, queridos amigos, que sí a todo. En este momento, pensé para mí, “la cagaste Sergio Lancaster”. A continuación los novios dieron cuatro vueltas al fuego sagrado, al revés de cómo ponía la hoja de ruta, y poniendo de relieve lo difícil que es caminar unidos para siempre. Poco después el assistant se puso a aplaudir, Araceli dijo que ya había acabado la ceremonia, yo no me lo podía creer, pero efectivamente así era. Ya eran marido y mujer, ¿o se dice esposa?, ¿o no se dice nada?

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El altar No quiero finalizar el capítulo de la ceremonia sin referirme siquiera de pasada, al altar. Más que altar, lo podíamos definir como mesita de centro. Imaginaros la mesita que casi todos tenemos en nuestro salón delante de los sofás. Está tenía una mantelito encima y estaba preparada como para afrontar un partido del Atleti frente a la tele. Eso sí, sustitúyase las aceitunas, las patatas fritas, las cervezas los mejillones, la tortilla, el jamón, etc.. Por flores, frutas, polvos, frutos secos, arroz, especias variadas, Además, el contrayente, debía cada poco tiempo depositar en distintos lugares de la mesita e centro las ofrendas que el oficiante le daba y dada la distancia que separaba a la mesita de la silla del novio a mi se me antojaba que nuestro protagonista iba a acabar la ceermonia con un severo dolor de riñones. El banquete

Ot

¿Una boda sin banquete?

No.

Al finalizar la ceremonia tendremos un cóctel vegetariano hindú en el Restaurante Swagat situado en la calle Alonso Heredia, 22.

¿De qué nos salvamos en esta boda?

Aprendimos cosas y sufrimos otras pero sobre todo nos libramos de un montos de tradiciones “Made in Spain” a saber,

1. Las esperas: ¡te tiras media hora en la puerta de la iglesia con las manos sudando llenas de arroz, que cuando salen los novios, lo que les tiras es arroz a la cubana...!

2. Momento del traslado al banquete. Tu madre te coloca a tus tías, pero como tu coche es de dos puertas, las tienes que meter a empujones. El vestido se les sube a las caderas y van todo el camino enseñando la faja. Pero a ellas todo les hace gracia. ¡Hala, fila de doce coches, tocando la bocina! Y como el primero se pase un semáforo... ¡emergencia, emergencia!

3. Momento silla en el banquete o como evitar al idiota que ponen en cada mesa

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4. Momento sable ¿Yo siempre me he preguntado por qué cortan la carta con un sable?, ¿qué sentido tiene?

5. Momento tuna, liga y corbata . 6. ¿Y que me decís del vídeo? Se acerca el de la cámara y todo el mundo

se cree que esta en la tele: el idiota se pone una servilleta en la cabeza, el tío Juan canta la jota de siempre y una de las tías llora, mientras tú intentas componer la mejor de tus sonrisas.

7. ¡Es todo muy fuerte! Porque después llegan las mujeres con peladillas envueltas en un trozo de tul y paquetes de cigarrillos gritando: - Fúmate uno mujer, que estamos de boda . A nosotros, en cuanto nos descuidamos, nos colocan un puro. Que siempre se me acaban secando en alguna chaqueta.

The End

En fin, ¡que vivan los novios! QLFLA Qué permanezca siempre viva, como el fuego sagrado, la llama de la ilusión el deseo y el respeto. Paz y amor, hermanos.

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Este relato se terminó de escribir el día 4 de julio de 2007

en Pozuelo de Alarcón