La Buena Oveja Reconoce La Voz Del Pastor

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Título: La buena oveja reconoce la voz del Pastor . Queridos Hermanos: Estamos celebrando el tiempo de la Pascua, y esta lectura sobre Cristo Buen Pastor aparece en este tiempo de Pascua; no es una casualidad. Y yo me he convencido de que cuanto mejor conozcamos el orden que llevan las lecturas en la celebración de la Iglesia, con más provecho las escucharemos cuando venimos a la Santa Misa. Una persona que desconozca el orden de las lecturas se encontrará solamente con que te dicen cosas sobre Cristo o te dicen cosas de Cristo pero podrá llevar poco para su casa; y el que lleva poco para la casa, lleva poco para la vida. Deberíamos tal vez, los católicos, a las puertas de las iglesias poner algunos reporteros entrevistadores o lugares de retroalimentación y preguntar siempre: "¿Qué te llevas para tu casa? Ahora sales del Banquete, sales de la Palabra, sales de la Eucaristía ¿qué te llevas para la casa?" Pero como no tenemos todavía esos ministros, tal vez aquí podríamos encargar a algunos frailes, que así como nos ayudan en tantos aspectos de la celebración, se pararan allá en las escaleras a preguntarle a cada persona: "Un momento, no se vaya tan rápido, antes de su almuerzo, antes de la visita a su familia, antes de salir para el club, el paseo o la televisión, una preguntica, un momento, ¿qué se lleva usted para la casa?" Eso es lo primero que quería compartir con ustedes. Una pregunta que vale la pena que nos hagamos con frecuencia. Porque cuando uno cumple solamente por cumplir, muy pronto le parece que eso no tiene ningún sentido; pero cuando uno en ese cumplimiento aprovecha y alimenta, cada vez se encariña más con la Santa Misa.

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Título: La buena oveja reconoce la voz del Pastor

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Queridos Hermanos:

Estamos celebrando el tiempo de la Pascua, y esta lectura sobre Cristo Buen Pastor aparece en este tiempo de Pascua; no es una casualidad. Y yo me he convencido de que cuanto mejor conozcamos el orden que llevan las lecturas en la celebración de la Iglesia, con más provecho las escucharemos cuando venimos a la Santa Misa.

Una persona que desconozca el orden de las lecturas se encontrará solamente con que te dicen cosas sobre Cristo o te dicen cosas de Cristo pero podrá llevar poco para su casa; y el que lleva poco para la casa, lleva poco para la vida.

Deberíamos tal vez, los católicos, a las puertas de las iglesias poner algunos reporteros entrevistadores o lugares de retroalimentación y preguntar siempre: "¿Qué te llevas para tu casa? Ahora sales del Banquete, sales de la Palabra, sales de la Eucaristía ¿qué te llevas para la casa?"

Pero como no tenemos todavía esos ministros, tal vez aquí podríamos encargar a algunos frailes, que así como nos ayudan en tantos aspectos de la celebración, se pararan allá en las escaleras a preguntarle a cada persona: "Un momento, no se vaya tan rápido, antes de su almuerzo, antes de la visita a su familia, antes de salir para el club, el paseo o la televisión, una preguntica, un momento, ¿qué se lleva usted para la casa?"

Eso es lo primero que quería compartir con ustedes. Una pregunta que vale la pena que nos hagamos con frecuencia. Porque cuando uno cumple solamente por cumplir, muy pronto le parece que eso no tiene ningún sentido; pero cuando uno en ese cumplimiento aprovecha y alimenta, cada vez se encariña más con la Santa Misa.

Hemos escuchado que se habla del Buen Pastor, ¿por qué? Este cuarto domingo de Pascua es el domingo del Buen Pastor, ¿por qué? Pues hay una razón hermosa: Jesucristo tiene vida, la noticia de la resurrección es la noticia de la vida de Jesucristo. Los que van detrás de Jesucristo, los que queremos ir de tras de Jesucristo, y eso es pertenecer al rebaño de Jesucristo, tendremos la vida misma que Él tiene.

¿Por qué se celebra la fiesta del Buen Pastor en la Pascua y no en otro momento? Porque en la Pascua, sobre todo en la Pascua, se celebra la primavera de la vida, la potencia de la vida, la explosión de la vida, la victoria de la vida sobre toda muerte, cárcel, sepulcro, opresión, tortura.

Y como vemos a la vida victoriosa, somos felices de ir detrás de ese Príncipe de la vida, de ese Rey de la vida inmortal, de ese que nos dice en el evangelio de hoy: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante" San Juan 10,10.

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La vida natural, la vida que nosotros tenemos es una vida contabilizada, contada; es una vida finita que tiene que estarse renovando sin cesar. Un poco de trabajo que hagamos y ya necesitamos descansar; un poco de tiempo que pasa y ya tenemos que volver a comer; muchas explicaciones que nos den y ya se fatiga nuestra mente.

Nuestra vida es finita, nuestra capacidad de disfrute es finita, pero nuestra ansia de disfrute es infinita. Estamos descompensados y por eso, entre nuestro deseo y lo finito de nuestras capacidades, viene Jesucristo que es a la vez finito e infinito.

Como en nosotros, es finito en nuestra naturaleza humana; y como Padre, es infinito en la naturaleza divina. De Dios su Padre tiene para nosotros vida abundante, y de nosotros tiene esa finitud que le permitió morir en la Cruz para entregarnos los tesoros infinitos de su amor.

Por eso celebramos la fiesta del Buen Pastor, porque estamos convencidos de que la vida que Cristo recibió en su resurrección es una vida inagotable que no es sólo para Él, sino también para nosotros. Una vida que tiene sus primicias o sus arras en la acción del Espíritu Santo en nosotros. Cuando el Espíritu susurra en nuestros corazones que somos hijos de Dios, cuando ello sucede, entonces tenemos las primicias de esa vida que no termina.

Pero, como he dicho, somos finitos, y mi homilía no puede ser infinita, entonces voy a terminar, pero quiero dejarle una inquietud, otra, mejor dicho. Esta es la fiesta del Buen Pastor; hay que preguntarse si es la fiesta también de las buenas ovejas. ¿Qué tal una fiesta que fuera la fiesta de la buena oveja? debería haberla, la fiesta de la buena oveja.

Pero en fin, cada tiempo en la historia de la humanidad tiene sus propias resistencias de orden cultural, de orden filosófico al evangelio; y nuestro tiempo ama tanto la independencia que, ciertamente, decirle a una persona que es una oveja es como decirle casi un insulto.

Pero mal podemos celebrar la fiesta del Buen Pastor si no tenemos en nuestro corazón el deseo de la fiesta de la buena oveja. ¿Por qué nos disgusta que se nos trate de ovejas? Porque nos da la impresión de que las ovejas no piensan, no deciden. Todos los temas de conversación que les ponemos a las ovejas quedan en vacío, nada responden. No nos gusta ser ovejas porque nos parece que ser oveja significa ser borrego y no queremos ser borregos.

Yo creo que esta fiesta en nuestro tiempo pierde algo de su encanto, de su gracia y de su fuerza porque se deja sin el complemento de la buena oveja. Pero de pronto podemos decir que la buena oveja es una oveja sabia, es una oveja inteligente.

A uno le cuesta trabajo, pero imagínese a una oveja inteligente. La buena oveja sabe reconocer la voz del Buen Pastor, o sea que la teoría de la oveja inteligente no es invento mío; ya está en el evangelio que hemos oído hoy. La inteligencia de la oveja está en reconocer la voz de su Pastor.

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Y Cristo dijo que "sus ovejas reconocían su voz" San Juan 10,3. O sea que Cristo no estaba hablando de borregos, estaba hablando de ovejas inteligentes que saben reconocer la voz del Pastor. Y esta es verdaderamente nuestra gracia, nuestra alegría. Y si algún orgullo podemos tener es este: poder reconocer la voz del Pastor.

Por otra parte, nosotros, que nos sentimos insultados si se nos dice ovejas, deberíamos hacer una lista de todos los pastores a los que hemos seguido, de toda la gente a la que hemos seguido. En mi juventud fui un estudiante y practicante de la ciencia pura, concretamente de la física.

Es sabido que muchos científicos son ateos, muchos. Hay una obra escrita por un científico de este siglo, un físico que se llama Pascual Jordán, un físico teórico y experimentador prestante que conoció y trató a los mejores físicos de comienzos del siglo XX, incluyendo Einstein, Plank y toda aquella gente.

Ese hombre Pascual Jordán escribe sobre la física contemporánea y este hombre que no se manifiesta como creyente ni como cristiano, ni parece importarle nada de Dios, en alguna de sus obras cuando escribe sobre la evolución de la física dice: “Las razones que tenían los científicos del siglo XIX”, -que fue un siglo muy ateo, como ustedes saben en Europa-, las razones de los físicos del siglo XIX para negar a Dios, hoy no las admite la física del siglo XX".

Porque la física del siglo XIX era, según el modelo de un científico, el francés Laplace, que creía que el mundo era como una gigante ecuación, eso se llama determinismo; hoy no hay científicos deterministas.

Y yo me pongo a pensar, o mejor dicho, me puse a pensar cuando leí eso: "¿Cuántos estudiantes de física que conocieron a Laplace y que leyeron libros muy bien editados y muy ilustres, se volvieron ateos y despreciaron a las viejitas piadosas de la parroquia en nombre del determinismo, un determinismo en el que nadie cree hoy?

Es terrible haber negado a Dios por una teoría que se iba a derrumbar treinta años después con dos, tres, cinco experimentos. Esos científicos que miraban con desprecio la credulidad de la gente, esos científicos que miraban con altivez la credulidad de la gente, ellos, todos ellos, eran borregos de una teoría en la que nadie cree hoy.

Por eso es muy bueno hacer la lista de los pastores que uno ha tenido. Valientes nosotros que no queremos creer en Jesucristo ni queremos ser ovejas de Jesucristo para matricularnos como ovejas brutas y ciegas detrás de gente que nos cuente la teoría del momento o la teoría de moda.

Por eso, si ustedes esperaban que yo les dijera, porque soy sacerdote, que yo soy pastor se equivocaron. Tengo la alegría de ser oveja; soy oveja y quiero ser una buena oveja y quiero seguir detrás de Jesucristo, porque su estilo, su Palabra y su Corazón han cautivado mi alma, y porque su voz me ha despertado de las tinieblas.

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A Él sea la gloria por los siglos.

Amén.