La caida del Imperio - Heather

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Pl'ler lll'íllhl'l' La caída del imperio romano Traducción castellana de Tomás Fernández Aúz y Beatriz E g uibar CTICA BARCELONA

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Las causas de la caida del Imperio Romano descritas por Heather. Una nueva mirada de un suceso algo extraño.

Transcript of La caida del Imperio - Heather

  • Pl'ler lll'llhl'l'

    La cada del imperio romano

    Traduccin castellana de Toms Fernndez Az

    y Beatriz Eguibar

    CRTICA BARCELONA

  • do, ( )dom m d10 11 111 1:1 '4oi1Hintt St t'IIV,, 1111:1 ttnhaj:ula dt 'lt'll;ldnll'!i 11 Constantinopla, cuya rah
  • IoN lt'IIIW VIHI),udu, lltll111),1Hitt, lt11tg1111diu \ lt illlt 111111.111 l't'giiLIIt ;tltltltttt

    do :1 lot- lllllLttlos (Joi/Jtllll) tlllltct 11 1111 g111po t'hfH't'ilicn. 1:11 lo'i 11l1111111

    ;tilOS ha habido llll'IIIWi lt:lldtltlt'h .l .dittll:lt t(lll' l'SI:t dt'lllllllttl:ltiOII 1111

    tena un autntico significado, pno el L:Stahlcrimi.:nto tk tTIIos imk

    pendientes en lo que haba sido territorio romano trajo ronsigo la ron

    cesin de importantes recompensas en tierras a los partidarios militares

    de origen no romano de los nuevos reyes, y este proceso convirti a di

    chos partidarios en un grupo que gozaba de grandes privilegios en lo:-.

    nuevos reinos, lo que dio un significado nuevo a las distinciones que ct

    ba establecer entre esos recin llegados y los terratenientes de origc11

    romano, que disfrutaban de menos privilegios. Con el tiempo, las dis

    tinciones fueron desapareciendo, aunque el proceso dur varias genera

    ciones.2 Despus del ao 476, por tanto, tenemos autnticos romano-o

    tanto en Oriente como en Occidente, as que, en qu consisti exacta

    mente la cada del imperio?

    LA ANIQUILACIN DEL ROMANISMO CENTRAL

    Lo que en el ao 476 haba llegado efectivamente a su fin era todo Ctlt

    peo de mantener al imperio romano como estructura global de car:11

    ter poltico y suprarregional. Ya hemos sealado la importante disti11

    cin entre romano, en tanto que adjetivo aplicado al estado central,\

    romano en tanto que voz con la que denotar el patrn caracterstico ,1,

    la vida de provincias que rega en su seno. El estado romano haba ro11

    sistido, en su acepcin ms simple, en un centro de toma de decisiottt

    -un emperador, una corte y una burocracia-, unos mecanismos p.11 '

    la recaudacin de impuestos y un ejrcito profesional cuyo podero t11tl1

    tar defina y protega las zonas sujetas a su dominio. De igual import.111

    cia eran las estructuras legales generadas por el centro, unas estrurt 111 ''

    que haban definido y protegido a los terratenientes romanos de las 111

    vincias. La mayora de las normas culturales que convertan a la tl\'dl

    zacin romana en un fenmeno caracterstico operaban en el intt't H 1

    del crculo social formado por estos terratenientes, y su participacio11' 11

    los peldaos ms elevados del sistema burocrtico, en la corte y htt 11

    cierto punto en el ejrcito, haca que el centro imperial formase Ull:ttllt

    dad con sus numerosas comunidades. Despus del ao 476, todo 1 IU

    lleg a su fin. Pese a que en Occidente segua subsistiendo un i1''1""

    544

    f.lltll' 11111111'111 "' '""''"""" dt hl llllltgtlll 1 Llt lt'll,lft'lllt'lllt ltllllllllil, y,, t(llt' lll.tlllt'lll.ttt lllllij 11 llll'llll'i tiii:H l:t Sil pt'tlli..tl l'lllttll.t, las l'SII'IIt'llll.tS retllraliz:ldo,,l., t-l.tvr dl'l llttpcrio hah1a11 dt.:sapar.:cido. Ya no st.: rcco noca a una t111ira autoridad legisladora, las estructuras fiscales controla

    las por el cc:ntro haban dejado de habilitar a un ejrcito profesional 1gualmente dirigido por el centro, y la participacin poltica en las distints burocracias, jrcitos y cortes era ahora completamente fragmentana. Los terratementes romanos que haban sobrevivido se afanaban en hacer progresar sus intereses en las cortes de los reinos sucesores y ya no ponan sus miras en las estructuras centrales de un imperio. Despus del ao 476, la civilizacin romana de las provincias sobrevivi en algunas zonas de Occidente, pero el romanismo central era cosa del pasado.

    . , La desaparicin de las estructuras centrales del imperio no se perci

    bw en todas partes exactamente al mismo tiempo. En uno de sus extremos, el romanismo central desapareci para no volver a resurgir nunca. Fue lo que ocurri en la provincia de Britania a partir del ao 410, aunque persisti en la zona un cierto grado de romanismo provincial durante, digamos, una generacin -hasta la dcada de 440-. De manera sir:nar, las provincias norteafricanas de la Proconsular, Bizacena y NumidJa quedaron fuera del sistema tras la conquista de Cartago por los vndalos en el ao 439. En la mayor parte de las regiones del Occidente romano, sin embargo, el final fue bastante rpido. Al llegar el emperador Antemio de Constantinopla en el ao 476, Italia, gran parte de la Galia, una considerable porcin de Hispania, Dalmacia y el Nrico seguan profesando lealtad poltica al poder central italiano. Algunas zonas permanecan ms atentas a Italia que otras, pero Antemio fue gra

    ;emete exproiado, ya que perdi una buena porcin del antiguo tmpeno de Occidente, un imperio que an tena prcticamente la misma extensin que cien aos antes, en tiempos de Valentiniano I. Ocho aos ms tarde, los vnculos se haban disuelto y el imperio de Occidente quedaba fragmentado en una constelacin de estados independientes. lese a qe n_o me guste apuntarme al viejo juego de aislar una fecha preetsa y adjudicarle un significado nico, es importante reconocer la extraordinaria avalancha de acontecimientos que hizo que el imperio pasara de tener un peso en el mundo a no representar nada en menos de u_a d

    _caa.' En otras pabras, realmente hubo un proceso de significa

    Clon h1stonca que culmm en el derrocamiento del ltimo emperador romano de Occidente en septiembre de 476.

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  • M:tt-. Hllll, la ll'kh lttttd:tlll('llt;d dt l'tdl ldllllltiii'IIH'IIl' qtttl:t Hl'\ 111'11\'i:t

    dt:l proceso de desi nteraci6n dt'l i ntptttn dt < ), 1 ultntt' ollldtn a 1111:1 i la

    cin que vincula este hundimiento final mn l:tH :tltll'l iores prdidas de le

    rritorio. Dicha ilacin surge de la interseccitn dt: tres lneas argumentales.

    En primer lugar, las invasiones de los ai'ios 376 y 405 a 408 no ue ron acontecimientos aleatorios, sino dos momentos de crisis generados

    por una misma revolucin estratgica: el surgimiento del podero huno

    en la Europa central y del este. No resulta en absoluto controvertido sos

    tener que los hunos fueron la causa de la llegada de los tervingos y los

    greutungos a las orillas del Danubio en el verano del ao 376. Se ha afirmado a veces, aunque nunca haya habido consenso en admitirlo, que los

    hunos fueron tambin responsables, aproximadamente una generacin

    ms tarde, de una segunda serie de invasiones -del ataque de Radagai

    so contra Italia en los aos 405 y 406, de la penetracin de los vndalos, los alanos y los suevos a travs del Rin a finales de 406, y del avance hacia el oeste que protagonizaron poco despus los burgundios-. La de

    tallada imagen de la irrupcin del podero de los hunos en Europa qut:

    hemos presentado en el captulo 5 aboga enrgicamente en favor de esta tesis. Contra lo que se ha solido suponer, en el ao 376 no hubo grandes contingentes de hunos que se adentraran tan al oeste como para llegar

    hasta la frontera del Danubio. Durante la siguiente dcada, fueron los

    godos -no los hunos- quienes continuaron constituyendo la principal

    oposicin a los romanos en este escenario. Y en el ao 395 la ubicacin de la mayora de los hunos segua encontrndose an mucho ms prxi

    ma al Cucaso que al Danubio.3 No obstante, hacia el ao 420 como muy tarde, y quiz casi una dcada antes, los hunos ya se haban estable

    ciclo en masa en el corazn de la Europa central, esto es, en la gran lla

    nura hngara. No hay ninguna fuente escrita que diga explcitamente

    que los hunos hayan realizado esa emigracin entre los aos 405 y 40R, y que sa fuera la causa de la segunda oleada de invasiones. El hecho, no

    obstante, de que siguieran hallndose cerca del Cucaso en el ao 395, y de que por alguna razn tuvieran que trasladarse mil quinientos kilmc

    tros ms al oeste hacia el ao 420, hace que resulte extremadamentl' probable que la culpa de los acontecimientos de los aos 405 a 40H deba atribuirse a una segunda fase de desplazamientos hunos. De estl

    modo, el crecimiento del podero huno nos proporciona una explicaci

  • l'Ott la tlllt'V:t fuerza dollllll:lltlt' t'll Nlt Invalidad. 1 >ndo IJIIl' el ittpt t lo l1.1 ba vcnic.lo existicnc.lo durante cuatrorie11tos cittl'IICIII:t :1110H,_y lllht amenaza que pudiera enajenar de modo permanente una porcin sig111 ficativa del nmero de contribuyentes del imperio de Occidente. Por < >1 111 parte, eso fue precisamente lo que hicieron los grupos fugitivos que n 11 zaron la frontera y provocaron las crisis de los aos 376 a 378 y 405 a 'IOH En la generacin anterior a la de Atila los hunos haban llegado inrl111c11 a sostener al imperio de Occidente, dado que despus del ao 410 hah1,111 limitado la materializacin de nuevas inmigraciones a territorio ron1:1111t y que haban ayudado a Aecio, principalmente, a refrenar los peores t cesos expansionistas de los grupos germnicos que ya haban cruzado lt frontera por la fuerza. De hecho, la segunda gran contribucin ck ltu hunos al hundimiento del imperio fue su sbita desaparicin tr:t! l11

    ltlllt't ( dr 1\ttl.l 1'11 t'l11nn 11 L l:Htll 1111' l11 ,nlil

  • 1:1 pmuso que dttt llw .d III\H 1111 tll t llit'lltid fiw 111\ty dtHIIItto, un

    ejemplo, tkl qtte hit.o r:\ct al .ul'tlll' gttlll itqtt'l ioc..uropco, l'l varol111

    gio, a ftnalcs del siglo IX. l:n cstt' 'aso, l'l n11t m imperial, incluso tk"

    pus de las grandes conquistas de Carlo11m11o (768-813), controlaba 1111

    flujo de recursos insuficiente con el que no habra podido m:u1lt'IH't

    se durante ms de dos o tres generaciones. En particular, nunGt co11..,1

    gui desarrollar la capacidad de redistribucin fiscal que haba mantctlld "

    a flote al estado romano durante cinco siglos. De este modo, la nern.t

    dad de pagar por el apoyo poltico local, algo que comparta co11 .ti

    predecesor romano, desorganiz rpidamente al estado carolingio. A 1,1 '

    ximadamente un siglo despus de su creacin, las lites locales de dit ""

    estado tendieron rpidamente hacia la autonoma, en ocasiones si11 11

    ner siquiera que af1rmarse con ningn tipo de vehemencia. En este i'il'll

    tido, el desmoronamiento carolingio guarda un ligero parecido co11 1 1

    despedazamiento fmal del imperio de Occidente tras la derrota de l:t , .,

    pedicin vndala del ao 468. En conjunto, sin embargo, el proceso l111

    muy diferente: no hubo invasiones en masa de extranjeros. Adends, !11

    nuevos gobernantes de los estados que sucedieron al imperio carolill',l"

    salieron en su mayora de su propia aristocracia: no eran los cabeci lla. d,

    unas potencias militares invasoras. En esencia, el estado carolingio '1"'

    d desmantelado por una bancarrota debida en primer lugar a que l'ttll

    trolaba una escasa cantidad de activos, no a que unos grupos extranjn ,-,

    le hubiesen despojado de la base ftscal que lo haba sustentado dut .11111

    siglos, como sucedi con el imperio de Occidente.6

    EL ROMANISMO LOCAL

    Mientras el romanismo central era aniquilado, el romanismo de las 11111

    vincias conoci distintos destinos. Como hemos visto, la peor situ:llltllt

    -desde el punto de vista romano- se produjo en el norte, en las"'"'

    britnicas. En este caso, resulta imposible ofrecer ningn gnero dl' 1' l.t

    to coherente, pero al volver a aflorar el hilo histrico, hacia el ao (lltl ti

    C./la clase terrateniente cristiana y romanizada, que hablaba lat1 1 _1' qw

    en el ao 400, aproximadamente, an conservaba una posicin d111111

    nante en el centro y el sur de Britania, haba desaparecido. Con l'll,, J(l

    haban desvanecido las villas que caracterizaban su estilo de vid.t, )1 111

    mismo tiempo haba disminuido e involucionado hacia pautas ma. ""'-11

    sso

    pk-. tl .dtlllllt1 dil htHttdtlltl

  • IIt'llllll I()III:IIIIH; lttlfllll 111111'1111 ttlll fli'11 : 1 ' l' l 11 loto IIIII'VIH'I goh t :t'lllllll tM

    h a rh a r os y, t'll roriHt'l'tlHII'Ill'llll p01 lo gt 'llt'nd

    dis puest os a mantener la dc sigu:d di:-Ji r ihuri h,11,

    tante bien. El cristianismo catlico, el laicismo de lectoescritura latlllil,

    las villas, las ciudades y las formas complejas de la produccin y el i 11 t 1 1

    cambio econmicos lograron perdurar hasta cierto punto -salvn t 11

    Britania-, sostenidos por la clase terrateniente. Por consiguie11lt', l11

    destruccin de las formas y de las estructuras del estado coex ist ,) 1 '111

    la supervivencia de la vida romana de provincias en la mayor parte dr 1

    antiguo Occidente romano.9 No obstante, no puede decirse que la vida local del Occidcntt 11r

    terior al imperio romano siguiese siendo, sin ms, romana, ni sittllt 1 ,,

    en las condiciones reinantes en el modelo de evolucin que se vi vio 1 11 1 1

    Galia meridionaL El relato completo de lo que sucedi en esas ptmlll

    cias tras la cada de Roma es materia para otro libro, pero para tcntt 111!,1

    perspectiva completa de la cada del imperio de Occidente es imptnl 111

    te dejar sentado un argumento clave. Una de las numerosas discu1111u

    que han rodeado el fin del imperio ha girado en torno al significad11 tl!

    deba atribuirse a los cambios polticos que tuvieron lugar a lo 1:11 H'' rl 1

    siglo V. Fue el final del estado romano un acontecimiento capit :tl 1 i

    historia de la Eurasia occidental, o una mera perturbacin supnllt hll

    mucho menos importante que otros fenmenos de mayor cal ado, , ,- , ll

    el surgimiento del cristianismo, que lograron abrirse paso si 11 q111

    esencia, se vieran afectados por los procesos del hundimiento d1 1 1111

    perio? La historiografa tradicional no albergaba duda alguna tl1 ljlll 11

    552

    lll"ln l'lftlllllt'IU'Illlllril, Hll llt'llllH t'll l11 i':t111p11 ott idC'Hinl, In ltnt'lt diviso 1:t t'lllt t: lulll!llrllirt 1111fig111t y l:t ll lt!dicv:t l. l:n epoca lll:s r

  • tluitectura donH.:stica de las villas cr:u1 lat:. tll:uliltslariotlcs n>llltt'l:IH di' esa cosmovisin romana . .1\l mismo tiempo, la J>ax Romana Vt'tia aro111 paada de formidables beneficios, ya que creaba entre las rq.?;iones Utllb vnculos que generaban un gran nmero de oportunidades econc'>mica:. nuevas.

    En su mayor parte, lo que se ha llamado romanizacin no era utt.l actividad impulsada desde arriba por el estado. Era ms bien el resulta do de las respuestas individuales que daban las lites conquistadas al ht' cho bruto del imperio, ya que esas lites iban adaptando su sociedad a la. nuevas condiciones impuestas por la dominacin romana. Una partl' esencial del trato, sin embargo, estribaba en que, a cambio de transfot mar sus estilos de vida para participar en lo que el estado les ofreca, h. ejrcitos del imperio deban proporcionarles proteccin. De este modo, el romanismo local era inseparable de la existencia del imperio.

    Se hace claramente patente la naturaleza simbitica de esta relaci

  • t'lc lllllllllli t'iH'IH l,dt'l 1111111 t:lllt 1 1'111111 lllhl 1111111-it'!ll dt llliVIIt')\111 llll'l';t 111 :lllljlltll dil111n1t dt 1111:1 ndllll.l ltlt'l':ttiu l111111, y ulto1.1, :ti dt:..nlllllt't r1 t'IH'

    1 o ' 1 1 1 ' l' .

  • que se etllrenta a una de las mas .ttlligtt;t'llt.tdtt iones histt iras .ti'"' nos, desde luego, en la literatura en kngua inglesa-. Con argunH'IIItiN que ya son clebres, Edward Gibbon subray la importancia de los 1.11' tores internos:

    La decadencia de Roma fue la consecuencia natural e inevitable de'"' inmoderada grandeza. La prosperidad propici el comienzo del de te io1,, Las causas de la destruccin se multiplicaron con la extensin de las w11 quistas. Y tan pronto como el tiempo o la casualidad hubo eliminado J, . puntos de apoyo artificiales, el formidable edificio cedi bajo la prcsio11 do su prop10 peso.

    El anlisis de Gibbon retoma la labor en el punto en que la haba de jado el autor griego Polibio. ste, al igual que la mayora de los histo riadores antiguos consideraba que la virtud o el vicio moral de los in dividuos era la principal fuerza impulsora subyacente a la causalidad histrica. Segn sostena su tesis, la Repblica Romana haba alcanzado su grandeza gracias a la disciplina personal de sus dirigentes, y haba in i ciado su cada en desgracia cuando los excesos inducidos por el xito empezaron a invadirlo todo y a corromper a sus descendientes. Polibio escriba en el siglo II a. C., mucho antes de que el imperio hubiese alean zado su mxima extensin, e igualmente mucho antes de que hubiesl' comenzado a perder territorios. Al retomar los rasgos generales de su l nea argumental, Gibbon, que abordaba el estudio del cristianismo, consider que esta religin haba contribuido de manera formidable a la triste historia de la decadencia romana. Para l, la nueva religin haba sembrado a travs de sus disputas doctrinales la divisin interna en el seno del imperio, haba animado a los lderes sociales a abandonar la participacin poltica, ya que les haba incitado a tomar los hbitos, y haba cooperado en el debilitamiento de la maquinaria blica romana al abogar en favor de una poltica basada en el ofrecimiento de la otra mejilla.15

    Tal vez habra que decir algo acerca de este modo de pensar, pero hay un argumento contrario que relega cuanto pudiera decirse sobre este asunto a la posicin de una mera nota a pie de pgina en el debate. Todo relato del hundimiento sufrido por el imperio romano de Occidente en el siglo V ha de tener plena conciencia del hecho de que el imperio de Oriente no slo sobrevivi, sino que en realidad prosper a lo largo del VI. Todos los males que se advierten en el sistema occidental se aplican de

    558

    ig11.tl '"'"111,1 ttt" tllih, ti tllit'lll.ti.!VIa!'llll.ln,tl ( )llt'lltt l!)llt;llltl t't';l 11Wi nist1:11111 \' 111 ncnllvt ,, las pokntira dmttillalts. Pw si fi1r111 poto, utilizaba t'l nw.tllll ltpo de sistema gubern:lllH;ntal ctl el ntisllltl ti po tilo econom1a. Y !-.111 t'llthargo, el imperio Je Oriente so brcvivi, ntitnll,t. que el de On:idcllll: se Jerrumb. Por s solo, esto hact: que resulte ddt cil argumentar que hubiera algo tan intrnsecamente corrupto en tl st., tema imperial tardo que lo abocaba a desmoronarse bajo su pmpio peso. Y si uno empieza a buscar las diferencias que puedan explictr lw. distintos destinos del este y el oeste, lo primero que cruza la mcntl' so11 los accidentes geogrficos. Las provincias ms ricas de Oriente, las si tu a das en la faja de tierra que se extiende desde el Asia Menor a Eg ipt o, se hallaban bien resguardadas por Constantinopla de los invasores drl norte y el este, mientras que el imperio de Occidente tena que protegr1 la mayor parte de los tramos fronterizos del Rin y el Danubio, y ya hl' mos visto qu peligros implicaba eso.

    Estos dos extremos han sido sealados por dos estudiosos anterio res, N. H. Baynes y A. H. M.Jones.16 Sin embargo, me dispongo a sos tener que, desde la poca en que escribaJones -hace cuarenta aos se ha vuelto an ms necesario que todo examen de la cada del Occi dente romano centre el foco de su anlisis en la cuestin de los brbaros inmigrantes. Esto obedece a dos razones. En primer lugar, segn la aprc ciacin de Jones, el nico factor que desempe un papel real en la di vergencia de los sinos del este y el oeste fue su prosperidad relativa. 1 )es de su punto de vista, el exceso de gravmenes fiscales paraliz la economa tardorromana. No se permita que los campesinos retuvieran una po r cin de su produccin anual lo suficientemente amplia como para ali mentar a sus familias, as que tanto la poblacin como el rendimiento conocieron un declive sostenido, aunque poco espectacular. Jones crea que esto haba sido particularmente cierto en Occidente.17 No obstan te, el parecer de J ones sobre la economa de la Roma tarda se basaba por entero en las fuentes escritas, principalmente de tipo legal. Por la misma poca en que l redactaba su obra, el arquelogo francs Georges Tchalenko public el informe de su revolucionario hallazgo de unos pueblos tardorromanos prsperos en las colinas calcreas situadas detrs de Antioqua (vanse las pginas 152 y 153). Y desde la poca en la que escribi Jones, las mediciones topogrficas rurales, como vimos en el captulo 3, han reorganizado por completo nuestro concepto de la economa de la Roma tarda. Sabemos con certeza que en el siglo IV, los impuestos

    559

  • no nan lo sult1ellll'11le1lle l'lt'Villlw. e"'"" tlll'il i1nptd11 h1 !-.tdl.,lllt'llt 1.1 de los campesinos. ' l hnto en tlehll' t c11nu t11 t'lllt''>ll', tl 111ljll'tio la nito fue una poca de bonanza agrcola, sin n111111'111 t.1gno de un desl'enso de mogrfico generalizado. Desde luego, es posible que el este haya sido an ms rico, pero el orbe romano no se encontro sometido al influjo dt' ninguna crisis econmica interna digna de mencin antes del siglo V. Una vez que se ha entendido que los dos perodos de crisis fronteriza, los comprendidos entre los aos 376 y 380, por un lado, y 405 y 408, pot otro, obedecan a una misma causa de origen no romano, y una vez que se ha reconstruido el relato detallado del posterior derrumbamiento del imperio, entre los aos 405 y 476, resulta igualmente importante subra yar el papel capital que desempearon los inmigrantes extranjeros en los pormenores del hundimiento de Occidente.

    Dicho todo esto, no hay ningn historiador serio que piense que el imperio de occidente se derrumbara nicamente por problemas in ternos, o slo a consecuencia de una conmocin exgena. Este libro h:t hecho hincapi fundamentalmente en este ltimo factor, porque a mi juicio no se ha entendido bien el crecimiento del podero huno en Euro pa, y en consecuencia, tampoco se ha comprendido adecuadamente tl vnculo ntimo que existe entre la llegada de los hunos y el derrocamicn to de Rmulo Augstulo. No obstante, para examinar con mayor deta lle la interaccin entre las invasiones debidas al empuje de los hunos y la naturaleza del sistema imperial romano hemos de comenzar por fijarnm de nuevo en los invasores.

    El nmero de invasores que penetr en el imperio a finales del siglo 1 v \ principios del V fue bastante elevado. Dadas las caractersticas de la" fuentes antiguas, si ninguno de los escritos realizados en el siglo que nH' dia entre el ao 376 y el476 nos ofrece cifras precisas de ninguno de lo11 grupos brbaros que intervinieron en los hechos, menos an nos brin dan una estimacin de la amenaza global que representaban. Alguno estudiosos argumentaran que las fuentes son tan poco convincentes t'll este aspecto que ni siquiera tiene sentido tratar de valorar el nmero de inmigrantes. sta es una posicin justificable, pero algunas de las m eje 1 res fuentes nos ofrecen unas cifras que presentan un aspecto plausible, h que en el caso de algunos de los grupos invasores nos orienta al mc11ck sobre su posible magnitud y, en ocasiones, nos sugiere vas indirectas 11111

    s6o

    l.ts q11c' pude 1 I'Jdllt.ll IHI l.ull:lllO. 'l'ont:tndo l'OtllO h:tse est:ts indicatio ncs, tllt!. t .th 1dctH 111.1s ponderados quedaran situados en los siguientes par:t11lt'l1 tt.

    Los gtupos de los tervingos y los greutungos que aparecieron en la orilla norte del Danubio en el ao 376 pudieron haber tenido la capacidad, cada uno de ellos, de poner sobre el terreno, en orden de combate, a unos diez mil hombres. La fuerza de Radagaiso que invadi Italia entre los aos 405 y 406 era probablemente mayor que la de cualquiera de estos grupos por separado -tal vez de unos veinte mil hombres de guerra-. Consideradas en conjunto, estas cifras coinciden de forma aproximada con otras indicaciones que sealan que Alarico, tras reunir a los tres grupos, logr formar un ejrcito de treinta mil soldados.18 Cuando cruzaron el mar para adentrarse en el norte de frica, la capacidad militar de los vndalos y los alanos juntos se encontraba al parecer en una franja situada entre los quince mil y los veinte mil hombres, pero eso fue despus de haber librado duros combates y no incluye a los suevos. En total, por tanto, los invasores que penetraron por el Rin en el ao 406 pudieron haber ido acompaados, de nuevo, por algo ms de treinta mil combatientes. An es ms difcil estimar el nmero de burgundios que se congregaron en el Rin en el ao 410. Comparados con los visigodos de mediados de la dcada de 450 no constituan ms que una potencia de segundo orden, as que su capacidad militar debi de haber sido inferior, tal vez situada en una horquilla ligeramente superior a los quince mil soldados, aunque hay que tener en cuenta que esto fue despus de su traumtica derrota a manos de los hunos en la dcada de 430.19 Al margen de esto, simplemente no sabemos cuntos esciros, rugos y hrulos se pasaron junto con Odoacro al ejrcito romano de Italia cuando el imperio huno se vino abajo en la dcada de 460. Su nmero ascenda sin duda a varios miles de hombres, quiz por encima de los diez mil. Grosso modo, por tanto, la cifra de los principales invasores de Occidente puede desglosarse en unos cuarenta mil godos (en las dos oleadas de los aos 376 y 405-406), unos treinta mil invasores llegados a travs del Rin, tal vez unos quince mil burgundios, y los diez mil refugiados que huan del desplome del imperio de Atila. A esta cifra de 95.000 combatientes deberemos aadir la que hayan podido representar los diversos grupos de menor tamao, en especial el de los alanos que no siguieron a Giserico a frica, y, sobre todo, el del contingente franco que desde mediados de la dcada de 460 desempe un papel cada vez ms destacado en la polti-

    s6r

  • ca gala. Ps a que Jspu6s del ano 476 los francos se h iciem11 In l-11111

    cientemente poderosos como para rivalizar con los visigodos po1 la ,,1 1

    tencin de la primaca en la Galia, es probable que en los aconttri 111 it:11

    tos que llevaron al derrocamiento de Rmulo Augstulo no fucr:11 1 111:'t

    de diez mil o quince mil los francos que desempearan un papel :u t 1V1

    En total, todo esto sugiere que fueron entre 110.000 y 120.000 lo:. n

    tranjeros armados que participaron de algn modo en el derribo tkl1111

    perio de Occidente.20 Por un lado, la reconstruccin narra

    tiva no permite dudar qtu Lu

    fuerzas centrfugas generadas por los invasores procedentes del ext t'lllll

    fragmentaron el imperio romano de Occidente en los nuevos tT111llli

    de fmales del siglo V. Por otro, cada uno de estos grupos contaba ro11 rl

    respaldo de unas cuantas decenas de miles de hombres de guerra, 110 d1

    cientos de miles. A primera vista, esto no representa una fuerza al1111

    madora, en especial si se recuerda que incluso las estimaciones ms ' 1111

    servadoras calculan que, en el ao 375 d. C., el ejrcito romano co11t.tl,1

    con unos trescientos mil hombres, y que otras doblan esa cifra. En 'u 1

    to modo, la secuencia de los hechos confuma este extremo. El impt'''"

    de Occidente no fue aniquilado por un acto de conquista, como 1'"1

    ejemplo lo sera ms tarde el imperio chino a manos de los mongo k A 1

    principio, los inmigrantes tenan simplemente el podero militar s11l1

    cien te para establecer algunos enclaves, pero la expansin posterio1 q111

    dio lugar a los reinos independientes fue un proceso prolongado que 1,11

    d de dos a tres generaciones en socavar el poder del estado rolll.lll''

    Otra forma de expresar esto mismo es que, ni siquiera considerad'"'''"

    conjunto, los invasores del siglo V eran lo suficientemente numl'lllll''

    como para echar abajo a ningn imperio imaginable del que pueda u i

    dicarse que poseyera el control de los recursos humanos y de otro 1 '1" i

    que ofrecan todos los territorios comprendidos entre el Muro de J\d1 1 1

    no y las montaas del Atlas. Si lograron provocar la desaparicin drl1111

    perio de Occidente, que se encontraba en una situacin de relativo v1w 11

    se debi nicamente a que su accin incidi de modos muy con en: 1' ,, 1 11

    las limitaciones militares, econmicas y polticas intrnsecas que pn"'"

    taba el sistema romano tras quinientos aos de evolucin.

    Ante todo, si tenemos en cuenta la capacidad militar del impt'11t l, 1

    preciso contemplar las invasiones provocadas por los hunos en rcLH 11 li

    con el ascenso de la Persia sasnida a la condicin de superpoteiH 1,1 t li

    el siglo Ill d. C. Como hemos visto en el captulo 2, al fmal se hab1at111i

    s6z

    11qt11dtl t 111111111 !' 11 l't'l'll;t. Si11 t'111h.11go, l'.t l ontt'llt itill no tlinlill l'l podt'l dt'l 1111111 11n pns:t. No pudo relajarse el esf'ucr'l.o militar en esa '1.011:1 ni sitllll'lll dtspu!; de que quedara restaurada la estabilidad de la frontera mient :tl, hacia el ao 300, y fue preciso consagrar a los persas ms de un 40 por 1 ()() de Jos efectivos de los ejrcitos orientales del imperio (entre un 20 y un 25 por 100 del total del contingente militar conjunto del este y el oeste romanos). De este modo, la crisis surgida en el siglo IV en las fronteras europeas del imperio ejerci una molesta presin sobre una estructura militar que ya se hallaba sometida a una gran tensin.

    Adems, el resto del ejrcito romano estaba compuesto en gran medida por tropas de guarnicin (limitanei) cuyo cometido consista esencialmente en hacer frente a las amenazas inmediatas y de baja intensidad que pudieran gravitar sobre la seguridad de las fronteras. Todas ellas tenan que atender tambin otras tareas y es posible que algunas de ellas hayan carecido de la preparacin y los medios necesarios para resultar de suficiente utilidad frente a la congregacin de fuerzas que empezaban a generar por entonces los hunos. En trminos generales, por tanto, la capacidad militar de los invasores no ha de valorarse en funcin de la cantidad total de fuerzas armadas de que dispona el conjunto del imperio, ya que muchas de sus unidades deban dedicarse por entero a otras misiones, sino en funcin del nmero de ejrcitos de campaa de Occidente. stos se encontraban en buena medida agrupados en la Galia, Italia y el Ilrico occidental, y en el ao 420 estaban integrados por 180 unidades: sobre el papel, ms de noventa mil hombres. (Al comenzar la crisis, es probable que el ejrcito de campaa de Occidente no contara con ms de 160 unidades, es decir, algo ms de ochenta mil soldados.) Comparado con este contingente, el nmero de brbaros intrusos comienza a cobrar una importancia mucho mayor, y resulta ms fcil apreciar por qu al final lograron imponerse. Lejos de verse aventajados en nmero, es probable que disfrutaran -considerados de forma global- de una superioridad numrica nada despreciable frente a las fuerzas del imperio. Al principio, esto qued oculto por la falta de unidad de los invasores, pero poco a poco la diferencia numrica fue hacindose palpable a medida que avanzaba el siglo V.

    Si los brbaros que haban penetrado en el imperio eran lo suficientemente numerosos como para vencer en ltimo trmino a la porcin del ejrcito romano que poda enfrentarse a ellos, por qu el imperio no reclut simplemente ms tropas? La respuesta a esta pregunta reside en

    s63

  • l.ts l11111tnr1o1H'H dt 'l\1 t'ro 11o 111ia . t 'tllllll l1111111H v1sto, l.t .tgriculllll'a ta1 dorronl:tlla vivio, t'll todo rao, 1111 pt'l iodo dr prospnidad e11tl ilo IV, pero no exista ni ngn medio claro
  • l:H illl(lCIIhh 1111.1gllhll q111' 1'11 tl 'll,ln 1\' '" (1111111'111 prnd111 i1 111111 'il' l'liC:Ilcia d1 at'Oilll.'l'illlit'lllOS tilo l'Sll' tipo, olll,dog,l 11 ( 1(111' M' tkl'l:li' 1'11 la mitad occidental del mundo carolingio 1'11 tl .;iglo tX, prcrisallH'Illt' porque el imperio romano difera delcarolillgio l'll aspectos rund:llll\'11 tales. En el imperio carolingio, el ejrcito estaba compuesto por tcrratr nientes locales que capitaneaban contingentes armados de partidario. propios, mientras que el imperio romano operaba con un ejrcito proli sional. Cuando las comunidades locales se separaron del imperio ca rn lingio, haca tiempo que contaban con ejrcitos propios y enteranw11tt organizados. Los terratenientes romanos, por el contrario, eran civiks, 1 tenan que esforzarse para poder reunir en su localidad una fuerza
  • vimos en el capwlo 2, la Cerma1tia drl htp,lu ltt
  • d1'1; l'hildtl iro, las po:-t:l'liwws de Sigthl'llo (y tk MI hijo l'lodtrim), la., de Cararico, R.agnacaro y Ricaro (hermanos pero, segun p:mct, con t-w guidores propios), adems de las de Rignomiro.2 Del mismo modo, loo., ostrogodos, que derrocaron a Odoacro en 492 para alumbrar clt'dti1no de los estados sucesores, eran tambin un grupo de reciente l(>rmacioll. Teodorico el Amalo, primer rey ostrogodo de Italia, complet el proce so iniciado por su to Valamiro. En la dcada de 450, Valamiro hah1a unido a unas cuantas hordas guerreras godas, realizando algo muy si mi lar a lo que haba hecho Clodoveo entre los francos, para instaurar uno de los reinos que sucedieron al imperio huno en la regin del Danubio medio. En esa poca, el nmero de integrantes del grupo ascenda a unas diez mil almas o ms. En la dcada de 480, Teodorico uni sus fuerzas con otras que tenan aproximadamente las mismas dimensiones: las dt los godos de la Tracia, previamente asentados en los Balcanes orientales. Fue este contingente unificado el que conquist Italia. 26

    Vale la pena examinar ms de cerca el proceso de reorganizacin c11 unidades mayores y mejor cohesionadas del que surgen los reinos que sucedieron al imperio. En todos los casos, la unificacin se produjo en tre reiteradas rivalidades dinsticas. Por un lado, el proceso fue desenca denado por los caudillos de las hordas guerreras, bien dispuestos a ma tarse unos a otros. Clodoveo, en particular, parece haber disfrutado con el alegre chasquido del hacha sobre el crneo, y desde luego los combatt:s singulares gozaban de amplia difusin. Por otro lado, y a pesar de habn sido siempre muy popular entre los cabecillas de las hordas guerreras germnicas, el deporte de matarse unos a otros nunca haba producido antes esas grandes reorganizaciones de la sociedad. Por consiguiente, tan importantes como las ambiciones personales de los caudillos eran las ac titudes de los hombres de armas que contemplaban el espectculo. El re lato de Gregorio de Tours sobre la unificacin de los francos materia lizada por Clodoveo subraya que, prcticamente tras cada asesinato, los seguidores del cabecilla muerto se declaraban dispuestos a aliarse co11 Clodoveo. Y desde luego tenan verdadera posibilidad de elegir. Esto st aplica igualmente a todas las dems unificaciones. Los visigodos no sur gieron solamente como consecuencia de las ambiciones de Alarico, sino tambin por la disposicin que llev a la mayora de los tervingos y de los greutungos, adems de a los seguidores derrotados de Radagaiso, a seguir por propia voluntad su estandarte. La coalicin vndala, como hemos visto, naci cuando los vndalos silingos y los alanos decidie

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    1011 rtlllitilflil llt itll"tll' dt lot. h,t..,dlll)40'> y lo-. oo.,lrogodoo., ro1110 1011 Hl'l'lH'IH 111 dt l1lii "'"l'"''t.Lts posi r ivas susritadns p01 los txitos individun h.:s ohlt'llldilll, 11 lo L11go de dos generaciones, por Val:1111iro y'l't:odo1 1111 En alguno> dt t't.to> casos tenemos noticia de que hubo unos l"ll:lllltl'. individuos qut decidieron no adherirse a las nuevas alianzas. i>o1 l' fuesen sus divisiones pasadas, para unir sus fuerzas. Los tervingos y lo:-. greutungos cooperaban ya en el verano del ao 376, cuando Valen te ha ba tratado de dividirlos y dominarlos al no permitir que penetraran en el imperio ms que los tervingos. Qyienes siguieron a Radagaiso y fue ron vendidos como esclavos inmediatamente despus de su derrota, o vieron cmo se haca una matanza con sus mujeres e hijos en las ciuda des italianas tras el asesinato de Estilicn, comprendieron rpidamentt la lgica de adherirse al grupo de seguidores de Alarico. Y fue despus de haber sufrido grandes derrotas cuando los vndalos silingos y los ala nos se unieron a los vndalos hasdingos, precisamente para resistir COil mayor eficacia las campaas que Constancia estaba organizando contra ellos. De modo similar, la aparicin de los ostrogodos estuvo marcada por un inquietante episodio ocurrido en el verano del ao 478, al tratar el emperador Zenn de conseguir que Teodorico el Amalo combatiese a los godos de la Tracia. El emperador fingi estar dispuesto a prestar una importante fuerza a Teodorico para que sta le ayudase a derrotar a sus rivales, cuando lo que en realidad deseaba era que los dos contin gentes godos se infligiesen mutuamente un grave dao, antes de envi:tr

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  • tttl t'jl'n itn IIIPl'lt:d pnl'a avah.u l'ntttllllli Ht'lltdtt'l qtll', .t pt'HIII dt qtttl,,., cabecillas de :uuhos grupos St' lltv.dwll lttt tllltIIH'Ilft 1\lal, lo.; ro1nha tientes de a pie se negaron a luchar, ya qur eran pcrf't:ct:unctlll' rons cientes de que Zenn tena planeado extraviarles en el sendero de l:t mutua destruccin. 28

    En segundo lugar, el imperio romano controlaba una potente rna quinaria de redistribucin de impuestos. Este hecho era explotado por los godos y otros grupos que inducan al imperio -con mejor o peor disposicin- a reconocerlos como aliados, o que le arrancaban trozos del pastel fiscal al privarle de territorios urbanos que generaban ingresos a fin de garantizarse la obtencin de un nivel de ingresos que no era posible conseguir fuera del imperio. Pese a todos sus progresos econ6 micos, el mundo germnico del siglo IV segua siendo relativamente improductivo si se lo comparaba con el imperio. Como vimos en el ca ptulo 7, el oro no aparece con cierta abundancia ms que en los ente rramientos germanos de la poca de Atila, ya que ste lo haba obtenido por la fuerza del estado romano y en una cantidad sin precedentes. Par:t los aventureros, el estado romano, pese a constituir una amenaza para s11 existencia, representaba tambin una oportunidad de prosperar hasta entonces desconocida. Cuando se trataba de arrancarle riquezas por la fuerza, los grupos extranjeros capaces de movilizar grandes contingen tes armados volvan a tener mejores oportunidades de alcanzar su obje tivo. La dosis exacta en que se mezclaban el miedo y la previsin de la ganancias variaba, pero de un modo u otro, fue una fuerte combinac

  • "'1

    tad111 llllty ll'l t q l l ;11111 dr l'"ll' l"'t tudu, lnt1 ' 'hl' 1 1111 d1 l uht ti ;\\ 1 1.111 11111 1 . \ tlll de gran calidad se eonvit t in proxin1a a la l'ronlera, de unos dos cientos kilmetros de anchura, otros productos romanos ms corrien tt eran parte esencial de la vida cotidiana. En la otra vertiente del i n te1 cambio, segn sugieren las pruebas escritas, el imperio romano consu ma grandes cantidades de materias primas en toda la extensin de su frontera. En una determinada fecha del siglo IV, el emperador Juliano recurri al uso de tratados diplomticos punitivos para arrancar madera, alimentos y fuerza de trabajo (ya fuese para servir como esclavos o como tropa de su ejrcito) a varios grupos alamanes. En otras ocasiones, se pa gaba para obtener estos bienes y servicios. Durante siglos, las guarnicio nes fronterizas romanas haban actuado como centros promotores de b demanda para las economas germanas de las inmediaciones. Las expor taciones de productos perecederos que efectuaba el mundo germniro no son visibles para el examen arqueolgico, pero no hay duda de qur generaron la suficiente riqueza como para resultar importantes. Fuera 1k Germana operaba, por ejemplo, un gran comercio de esclavos. Ya en rl siglo 1 d. C. los vecinos de Roma situados junto al Rin utilizaban moneda. de plata romanas como medio de cambio, e incluso trescientos aos des pus, cuando las relaciones entre el imperio y los tervingos eran ya m a. distantes, los centros de comercio seguan abiertos. Tambin sabemo que era frecuente que los individuos que vivan al otro lado de la front1 ra se alistasen en el ejrcito romano para regresar despus a casa con b gratificaciones recibidas al quedar licenciados.29

    En tiempos de Cristo, el mundo germnico funcionaba prctica mente como una economa de subsistencia. En lneas generales, fuero11 dos los efectos de los cuatrocientos aos de comercio posteriores. 1:11 primer lugar, y proveniente de la frontera romana, la riqueza penetr t'll Germana en formas nuevas y en cantidades sin precedentes. Los vnru los econmicos con Roma redundaron en beneficios inauditos para lo dos, de los mercaderes de esclavos a los agricultores que vendan COI I \ 1 da a las tropas de guarnicin romanas. Por consiguiente, y por prinw1.1 vez, hubo en circulacin el dinero suficiente como para producir aulrn ticas diferencias de riqueza. En segundo lugar, los nuevos intercamh1t 1t econmicos -y esto es ms importante que el mero hecho de la riqm za- desembocaron en cambios sociopolticos, ya que haba grupos l'llll

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    rnl m I J III 1 '"11"" h,u 1 1 1 1 1 1 tl ro1 1 1 mi dt las 11\lt'vas 1 iq111"t:ts l j lli' in 11lah.t t 1 por l:t 11o1111 1 ,1 l 'l l l'l ,tno )() d. C., el rm lo general no sabemos nada, desde luego, de la organizacin de los vnr11 los comerciales en Germana, como tampoco sabemos quin estaba oh teniendo all beneficios ni en qu consistan stos, ya que en Germania nadie saba leer ni escribir. Sin embargo, en los ltimos aos, los arque

  • luH 11')\ l t > I H'fl d1 Vtl l n, J H' I n di'NJHH'" l l w l l l t 1 1pW1 dt 11HI I i l t1 1 11' 1 '1t' 1111id11. Dur:u 1 1 1: lw; t rts siglos sigull' l l l l'H, con w V l l t los t' l l t'l l ' : tpft u lo 2, l : t poli t i ca apl icada por Roma a los v
  • pa1 l t' .1 l{oJII.I , pno 1 . 1 it-1111 1 1v.t l idad l'Xti'>ll'l l l l' 1' 1 1 1 1 1' L1" 1 1 dHI'> CI I l l i 1 1 i cas tambin dcbi6 de haber desempcnado un papel en la const i t ur i1 1 1k los grupos de mayor tamao que se observan en el mundo gcrm:niw. Amiano menciona que los burgundios estaban dispuestos a que se lrs pagase por atacar a los alamanes, por ejemplo, y aade que u n destarado rey de los alamanes, Macriano, encontr la muerte en territorio franco al fracasar uno de los ataques de una guerra de expansin local.34 A lo largo de los siglos, debi de haberse producido un gran nmero de gul' rras de este tipo. Hemos de pensar, por tanto, que, a medida que las so ciedades locales comenzaron a reaccionar a su manera a los peligros y a las oportunidades generadas por su abrumadora presencia, el imperio romano se encontr con un montn de circunstancias imprevistas en el otro lado de la frontera. Cuando la amalgama de grupos y subgrupos que haba venido gestndose durante tanto tiempo al otro lado de las fronteras romanas empez a interactuar con la conmocin exgena qul' constituy la llegada de los hunos, los enormes grupos que habran de despedazar al imperio de Occidente hicieron su aparicin.

    Yo sospecho que en el tipo de dominacin que ejercen los imperios hay una tendencia intrnseca a generar una reaccin opuesta por la que los dominados, al final, consiguen zafarse de sus cadenas.35 Por consi guiente, el hecho de que el imperio romano hubiera sembrado las semi llas de su propia destruccin no fue el resultado de unas debilidades in ternas que se hubiesen ido desarrollando a lo largo de los siglos, ni u n producto de la acentuacin de otras debilidades nuevas, sino una conse cuencia de sus relaciones con el mundo germnico. Del mismo modo qut' los sasnidas haban sido capaces de reorganizar la sociedad de Oriente Prximo para sacudirse la dominacin romana, la sociedad germnica consigui lo mismo en Occidente cuando su choque con el podero huno hizo que el proceso se precipitara y adquiriera una velocidad mucho m a yor de la que habra tenido en otro caso. El estado occidental romano no cedi bajo el peso de su formidable edificio, sino abrumado por el hecho de que sus vecinos germanos hubieran respondido a su poder de un modo que nunca habra podido prever. Hay en todo esto un desenlace reconfortante. Debido a sus ilimitadas agresiones, el imperialismo romano fue en ltimo trmino responsable de su propia destruccin.

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    Los protagonistas

    Acaziros: Grupo nmada que ocupaba un territorio situado al norte del mar Nr gro y sometido a la hegemona de Atila a finales de la dcada de 440. Su l's tructura poltica estaba compuesta por una serie de reyes jerarquizados y pro bablemente fuera similar a la que tenan los hunos antes de la revolucin operada por la dinasta de Ras y Atila. Aecio: General en jefe, patricio y eminencia gris que posey el control del imperio de Occidente entre los aos 433 y 454, fecha en que fue asesinado por Valen tiniano III. Comprendi la necesidad de contar con una potencia exterior, la huna, para sujetar a los grupos inmigrantes que haban irrumpido en el impe rio de Occidente entre los aos 405 y 408. En el corto plazo obtuvo conside rabies xitos militares, pero si su estrategia se vio debilitada por el ataque de Atila en la dcada de 440, su posicin poltica decay con el hundimiento del imperio huno, sobrevenido tras la muerte de Atila.

    Alamanes: Confederacin de grupos de habla germnica que ocupaba las tierras situadas frente a la regin en la que el imperio romano haca frontera con el alto Rin en el siglo IV. Entre ellos gobernaban siempre varios reyes simultneamente. Cada uno de ellos posea sus propios cantones y transfera su poder mediante sucesin hereditaria, pero cada generacin poltica proclamaba tambin un monarca supremo de carcter no hereditario y con poder sobre todos los dems. Alanos: Nombre colectivo de una serie de nmadas de habla irania que en el siglo IV ocupaban las tierras situadas al norte del mar Negro y al este del ro Don. Durante la crisis generada por los hunos, algunos de ellos fueron rpidamente conquistados y continuaron perteneciendo al imperio huno hasta despus de la muerte de Atila. Otros huyeron al oeste, a territorio romano, y pasaron a formar parte de la cpula militar del imperio de Occidente. Un gran grupo particip en la invasin que cruz el Rin en el ao 406, y, tras sufrir graves derrotas a finales de la dcada de 410, se uni a la confederacin formada por los vndalos y los alanos que acab desplazndose al norte de frica y apoderndose de Cartago en el ao 439.

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