La Cancion Princesa Oscura

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PRINCESA OSCURAJAVIER BOLADO

LA CANCIN DE LA

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Este libro no podr ser reproducido, ni total ni parcialmente, sin el previo permiso escrito del editor. Todos los derechos reservados

Ilustraciones de interior: Javier Bolado Entonado: Delfina Palma Primera edicin: octubre de 2007

Javier Bolado, 2007 Scyla Editores, S. A., 2007 Diagonal, 662-664. 08034 Barcelona (Espaa) Timun Mas es marca registrada por Scyla Editores, S. A. www.timunmas.com ISBN: 978-84-480-3612-6 Preimpresion: Zero preimpresin, S. L. Deposito legal: B. 46.698-2007 Impreso en Espaa por Grup Balmes AM

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Dedicado a la memoria de mi padre, quien me ense con su ejemplo que hay que luchar en la vida hasta el final

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Anoche tuve un sueo. Vi tinieblas y ceniza cernindose sobre un bello campo de lanzas y flores. En medio haba una nia triste y sola, que lloraba cubierta por un manto hecho de escamas. Desconsolada, llamaba una y otra vez por sus nombres a personas que no conoca, pero a la vez aoraba. Un caballero de reluciente armadura pasaba por el campo montado en un alazn. Conmovido por la escena, le ofreci la mano y llevarla con ella. La muchacha dej de llorar y le asi la mano, tir de ella. El caballero no lograba zafarse. Forceje con la mano de la nia hasta quedar exhausto. Y entonces cay al suelo y su caballo se alej. La nia le solt la mano y le dijo que se fuera, mas el noble caballero no se march. Ella le implor que se alejara, que no quera que de hambre muriera. He perdido mi caballo respondi, ya no tengo adnde ir. Tal vez muera, pero hasta entonces no tendrs que llamar a nadie para que te acompae en el llanto, pues me quedar contigo. Despert entonces en sudores. Apenada, una lgrima me resbal por la cara al pensar en aquella triste historia... y supe entonces que aquella nia era yo, y que aquello eran mis recuerdos. Diario personal de lady Eraide Sen Ukain Circa - 17 de la Era Comn

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I Los das en los que el destino se durmi

Ao 499 E.C.

L

os que visitaban el orculo no podan evitar asombrarse ante la presencia de la enorme maquinaria. El techo abovedado de aquella estancia circular se alzaba a unos diez metros de altura. En el centro, un complejo mecanismo de poleas, ruedas y aros metlicos unidos por rales giraba sin cesar. Una llama de la altura de una persona arda en tonos azulados, y sus ardientes lenguas se enroscaban en espiral formando una esfera casi perfecta, suspendida en el aire, en el centro de la gran maquinaria. Los enormes aros metlicos de color dorado tenan escritas complejas runas que brillaban al paso de los distintos indicadores. Aparte de esto, el lugar era de lo ms austero. La piedra gris conformaba las paredes y el techo. Doce pequeos tragaluces iluminaban, segn la hora del da, uno de los signos zodiacales representados en el suelo, alrededor de la maquinaria. Controlando aquel monumental artilugio, tres sacerdotisas kresaicas, o shamanas, vigilaban atentamente los movimientos y anotaban cualquier incidencia. Por supuesto, ese tedioso trabajo era un honor y de vital importancia, no en vano estaban observando el futuro. Las tres shamanas vestan largas tnicas grises con bordados en blanco que arrastraban por el suelo al andar, con unas grandes mangas que dejaban al descubierto par15

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te del brazo, donde llevaban inscritas diversas runas que reaccionaban con la maquinaria. A juego, una capa blanca con capucha les cubra parte del rostro. Las tres permanecan con los ojos cerrados en profunda meditacin. Las tres eran doalfar. La piel blanquecina, sus cabellos lacios y oscuros las identificaban as. Se las consideraba la nica raza noble y digna de acercarse a tan apreciado instrumento visionario. Todo transcurra como siempre. Los engranajes se movan lentamente y la llama oscilaba desde haca ms de cinco mil aos, cuando aquel ingenio fue construido por los amos y seores de aquella tierra: los dragones. Pero algo alter aquel proceso. La mquina se detuvo y la llama se congel. De repente dej de iluminar el destino.

El sol, en lo alto de la cpula azul del cielo, iluminaba el viejo claustro y slo se vea interrumpido por algunas nubes traviesas. Las plantas del jardn lucan sus vivos colores, pese a que el final del verano era inminente. Sentada en un banco de madera, una joven doalfar, con sus caractersticas orejas puntiagudas, estaba sumida en la contemplacin del cielo. Era de complexin fina aunque bien proporcionada. Lo que se dice una mujer de belleza delicada, como una bella figura de porcelana. Llevaba el pelo recogido en una gruesa trenza con raya al lado, pero un revoltoso mechn se le ensortijaba en la frente. Sus manos eran finas y suaves, ignorantes del trabajo manual. En contraste con su pelo oscuro, unos intensos ojos azul turquesa parecan imitar el cielo. Como todas las novicias, su vestido era blanco con bordados en azul celeste que emulaban adornos florales, ceido gracias a un pao que haca las veces de cinturn y colgaba por su lado derecho, sujeto por un broche que representaba una flor de tres ptalos. Era la flor de kre16

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saar, muy abundante en aquellas tierras y smbolo tanto de los shamanes como de la nacin entera. Haca rato que haba acabado las clases y la muchacha descansaba tras los duros estudios iniciados en la madrugada. Haca rato que esperaba a una amiga. Buenos das, Eliel dijo otra doalfar que, al igual que ella, vesta las ropas de novicia. Buenos das. Cmo te han ido las clases, Alpeia? La muchacha que acababa de llegar hizo un gesto de derrota. La profesora de runas elementales me tiene mana. Y se dej caer sobre el banco. Llevaba el oscuro cabello recogido en una coleta baja y luca una suerte de flequillo que le caa casi hasta el hombro. Tena los ojos verde oscuro y su piel era tan clara como la de todos los doalfar. Eliel sonri. Ms bien ser que t no estudias nada. La ltima vez que intentaste invocar una salamandra, algo de lo ms bsico, lo nico que conseguiste fue quemarte las mangas del vestido. Oye! Cmo te atreves? No me lo recuerdes, menuda vergenza pas. Vamos, Alpeia, que soy tu compaera de habitacin. Te tiras todo el da suspirando por ese alumno de ltimo curso en vez de estudiar. Y si no apruebas lo ms bsico sobre la invocacin no pasars al grado medio. Alpeia se ruboriz. Es cierto..., es que es tan guapo. Con esos cabellos largos... No te embales. Ya te he dicho que se graduar a final de ao y se convertir en un shamn, as que olvdate de l. A diferencia de nosotras, est aqu por vocacin. Bueno, ya que nuestros padres nos han enviado17

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aqu, habr que pasrselo lo mejor posible, no? En cuanto pasen los dos aos que nos quedan de estudiar me buscar un buen marido dijo sonriente. La verdad es que a m me gusta esto. Resulta apasionante todo lo que nos ensean sobre las criaturas astrales. Me gustara convertirme en una gran invocadora. Oyndote pensara que no tienes ganas de volver a tu casa. Eliel se qued mirando a Alpeia, pero rompi el incmodo silencio con una amplia sonrisa y le dio un eufrico abrazo a su compaera. Y dejar de verte?! Por Alma, cmo me aburrira. Y las dos empezaron a rerse a carcajadas. Las dos sonrean todava cuando una de las puertas del claustro se abri. Era la que daba al patio exterior. Un humano con ropas sucias por lo que pareca haber sido un largo viaje entr con paso acelerado. La casaca azul casi pareca marrn por el polvo acumulado y, bajo su sombrero de ala ancha, su cara reflejaba el cansancio de varias jornadas cabalgando sin descanso. Se pas un pauelo por la cara para limpiarse un poco sus curtidas facciones y su rubia perilla. Las novicias se quedaron petrificadas ante la visin de un humano dentro de aquellas sagradas paredes. Has visto, Eliel? Un comn dijo Alpeia con gesto de desagrado. Cmo pueden dejar entrar aqu a uno de esos asquerosos animales? Mralo, adems va sucio. Bastante es que los dragones les dejen habitar sus tierras, pero que pisen suelo sagrado me parece indignante dijo con voz casi temblorosa. El ver a ese tipo cruzar el claustro le pareca irreal y le revolva el estmago. Cuidado, parece que ese humano nos est mirando. Alpeia se asust ante la mirada severa de aquel hombre. Le pareca la de un animal. Un animal astuto e im18

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previsible, una fiera capaz de hacerle cualquier dao que una inteligencia primitiva pudiera imaginar. En efecto. El jinete miraba de reojo a aquellas doalfar, pero no como un primate, como ellas pensaban. Estaba agotado, y que no se molestasen ni siquiera en hacer sus comentarios despectivos en voz baja era algo que le irritaba. La costumbre de llamar comn a todos aquellos que no fueran doalfar no ayudaba a menguar su enfado. Sin embargo, saba que no poda permitirse el lujo de hacer ningn comentario. Tena que entregar un mensaje urgente y no poda correr el riesgo de que le echaran por decir cuatro cosas a esas dos remilgadas. Un sacerdote shamn, un doalfar de mediana edad vestido con una larga tnica gris de amplias mangas y de pelo largo y oscuro peinado hacia atrs, se dirigi hacia el mensajero. Traigo un mensaje urgente para la directora de esta casa de estudio, mi seor dijo el hombre haciendo una pronunciada reverencia. Urgente debe ser para que enven a un comn para entregarlo. No haba nadie ms dispuesto a recorrer seiscientos kilmetros en menos de dos semanas a travs de las montaas dijo con orgullo. Ningn endeble doalfar habra sido capaz de hacer un viaje as en tan poco tiempo, pens. El shamn se qued intrigado por la urgencia de aquel mensaje. De dnde viene? De Nara. El shamn doalfar se qued helado. El mensaje vena del mismsimo orculo. Sin dudarlo un momento se volvi y le orden al mensajero que le siguiera. Las dos estudiantes permanecieron en el banco tras escuchar la conversacin. El mensajero deba de ser muy19

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importante pues todo un shamn se haba quedado perplejo. Vaya, un mensaje de Nara... coment Eliel. Por muy importante que fuera no habra utilizado nunca a un comn. Adems, un mensaje de Nara debe ser enviado slo por nuestra raza. El pequeo campanario que tena el edificio en la fachada norte dio la hora. Ya es la una, tenemos que ir al comedor, rpido. Las dos muchachas se marcharon presurosas para evitar que las rieran por llegar tarde, e intentaron alejar de sus mentes lo que acababan de presenciar. La estancia era bastante grande. All coman unos doscientos alumnos sentados en largas mesas de madera presididas por sus profesores. Todos hablaban distendidamente de cmo haban ido el da y las clases, pero casi todos haban advertido el hecho de que faltaran dos profesores y la directora. Algo muy extrao puesto que la asistencia a la comida se consideraba inexcusable para que todos pusieran en comn vivencias y experiencias. Eliel se preguntaba si aquellas ausencias tendran que ver con la desconcertante visita de aquel comn. Absorta en sus cavilaciones mientras coma la tradicional sopa de los martes junto a sus amigas, no se percat de que uno de los profesores ausentes haba entrado en el comedor y se haba acercado a ella. Van Desta, por favor, siento interrumpir su comida pero la directora me pide que la lleve a su despacho. Eliel se llev tal susto que se le cay la cuchara en el plato, con tan mala suerte que se salpic una de las mangas del uniforme. Cla... claro dijo levantndose. Has hecho algo malo? le dijo Alpeia con un susurro.20

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Y yo qu s? le respondi mientras se volva para seguir al profesor, que ya se haba encaminado hacia la salida, mientras todos los alumnos los miraban.

En el sencillo pasillo de madera, Eliel esperaba junto a la puerta del despacho de la directora. Nerviosa, se frotaba la amplia manga de color blanco salpicada de sopa con la esperanza de disimular las manchas. No muy lejos, apoyado en la barandilla del pequeo balcn que se abra en el mismo pasillo, estaba el mensajero. El humano observaba de reojo los intentos de la novicia por hacer desaparecer las manchas y se rea con disimulo. Esto no pas inadvertido a Eliel, que le dedic una mirada furiosa. El hombre no pudo evitar soltar una carcajada y se alej por el pasillo, seguramente para rerse a gusto de aquella doalfar que antes lo haba despreciado. Contrariada, ella esper en la puerta hasta que sta se abri. El profesor que la haba conducido hasta all le pidi con suma amabilidad que entrara. Entr en aquel despacho que slo haba visitado una vez, cuando ingres en la escuela acompaada de sus padres. Pero de aquello ya haca tres aos. Para su sorpresa estaba exactamente igual. Varias plantas adornaban las esquinas de la estancia, luciendo magnficas flores de distintos tonos y formas. Destacaban en la habitacin una armadura muy bien cuidada y una pequea biblioteca de consulta. Dos grandes ventanas iluminaban el escritorio, tras el cual la directora la esperaba sentada. La doalfar posea una mirada clara, cristalina. Cuando uno se senta observado por aquellos ojos grises, daba la sensacin de que pudiera ver a travs del alma. La mujer, ataviada con una tnica azul de amplia capucha y largas mangas, con bordados en blanco de hojas y flores, hizo un ademn con la mano para que la novicia se acercara.21

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Adelante. Eliel avanz algo vacilante hasta llegar frente al escritorio. Qu deseis? pregunt. No me andar por las ramas, ya que esta situacin es un poco incmoda para ti, lo cual es comprensible. Aguard unos momentos hasta que la novicia se hubo sentado en la silla. Necesito que hagas un viaje en mi nombre para recoger unos libros que necesito. Eliel se qued un poco perpleja. Ella slo era una novicia y hacer algo en nombre de la directora de la escuela era una enorme responsabilidad. Se le hizo un nudo en el estmago y por un momento sinti angustia y la sopa que acababa de ingerir luchaba por volver a ver la luz. Por... por supuesto que s, sera un grandsimo honor para m. Pero no entiendo, si me permite la pregunta, por qu he de ser yo. Soy slo una novicia, seora directora dijo mientras un sudor fro perlaba su frente. Por tu padre. Mi padre? Tu padre es un importante intermediario en la ruta de la seda con el imperio, por lo que est acostumbrado al trato con comunes. Y por lo que s, conoces su idioma. Realmente nunca he tratado con ningn comn, salvo mis sirvientes y en muy raras ocasiones. No saba adnde quera llegar. Su padre rara vez sola estar en casa, ya que sus constantes viajes le llevaban a vivir durante mucho tiempo en los puertos fronterizos. Y obviamente, cuando poda pasar unos das con su familia no le apeteca hablar del trabajo. As que sobre los comunes Eliel no saba nada, salvo su idioma. Yo no puedo desatender la escuela, y los libros que vas a buscar exigen mxima discrecin, por lo que no puedo enviar a ningn sacerdote, y t eres la nica novicia en esta escuela que sabe trico. Tienes que ir a Tiria, la capital22

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del imperio, para que un amigo mo de la Santa Orden te d unos libros. Es de vital importancia. No s si ser la persona ms adecuada. Lo sers, Van Desta. No tienes de qu preocuparte. Enviar a dos guardias para que te escolten. Slo es un viaje de rutina pero debers pasar inadvertida. No quiero provocar rumores. La directora le dirigi una mirada amable. Por favor, s que lo hars bien. Eliel asinti y dio un largo suspiro. No se haba dado cuenta pero haba estado casi todo el tiempo aguantando la respiracin.

Haca unos minutos que la novicia, cabizbaja, haba salido del despacho. Entonces entr el profesor que la haba acompaado hasta all. Creis que lo ms correcto es enviar a una novicia? Por ser tanta la responsabilidad deberais ir vos en persona. La directora sostena en la mano una pequea figura de cristal que emita un fulgor azulado. T lo has dicho. Si fuera yo, la gente sospechara que algo no va bien. Es ms fcil que vaya esa pequea. Adems es una buena estudiante en todas las materias, excepto una. Se refiere a que... S, siempre hemos usado el orculo para ver el futuro de todos los estudiantes que han pasado por aqu. Siempre ha sido infalible excepto con una. La directora se recre observando la cara de sorpresa del doalfar. Muy poca gente conoca ese hecho. No, no es posible. El orculo nunca falla respondi con incredulidad. Tal vez ste no sea el da ms apropiado para tal afirmacin, no crees? Adems, yo misma repet la prueba23

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con ella por si algo no se haba hecho bien y tampoco hubo resultado. Qu pasar ahora? dijo el profesor, sobrecogido. Desde que era nia y empec a estudiar el orculo, buscando el conocimiento que nos poda dar una mquina capaz de predecir el futuro, he sentido un temor irracional a que llegase el da en que tuviera que decir esto. No lo s. Dej el cristal azulado sobre la mesa. Pero creo que esa nia puede darnos la respuesta. Ni ella misma saba qu estaba haciendo. Era un momento muy delicado para hacer pruebas o experimentos, pero senta que enviar a aquella joven era lo mejor. Pero pese a su conviccin, senta miedo. O no apunt el shamn. Puedo equivocarme, pero slo podemos esperar. Quiero resistirme a creer que nuestra madre, Alma, nos haya abandonado.

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