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La carpintería mudéjar toledana
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La carpintería mudéjar toledana
ENRIQUE NUERE MATAUCO, para la V Edición de “CORRAL ES ARQUITECTURA”, septiembre 2016
La excepcional calidad que alcanzó la carpintería de armar española entre los siglos XIV y XVI
tuvo como máximos exponentes numerosos artesonados y armaduras de lacería dispersos por
todo el territorio nacional, en lugares tan distantes entre sí como puedan ser Sevilla, Zamora,
Teruel, Zaragoza, Granada o León. Las influencias culturales y artísticas que dieron lugar a
dichas obras provienen fundamentalmente de dos ámbitos geográficos: Por un lado, la
tradición del trabajo de la madera, con sus métodos de trazado y ejecución según las normas
del oficio de la carpintería, tiene su origen en el norte de Europa, en el cual la abundancia de
bosques y ríos caudalosos provocaron que la madera fuese un material imprescindible, tanto
en la construcción como en la industria naval. Por el otro, los trazados geométricos de lacería,
con influencias de Medio Oriente, y aplicados con anterioridad a muchas otras artes, como la
cerámica o las yeserías, encontraron en la carpintería un vehículo expresivo inmejorable. Esto
se debió a la posibilidad de que los trazos que conforman las características ruedas de lazo,
tomasen cuerpo en piezas alargadas de madera, ya fuese a modo de simples cintas decorativas
superpuestas a una tabla (lacería ataujerada), o de manera que conformasen armazones
estructurales (lacería apeinazada).
El encuentro de ambas corrientes tuvo lugar en la
península ibérica, debido a las sucesivas
invasiones de diversos pueblos germánicos a
partir del siglo V en el territorio de lo que había
sido el Imperio Romano de Occidente, y a la
musulmana a partir del siglo VIII en la práctica
totalidad del arco meridional del Mediterráneo.
Las superposiciones culturales de los diversos
pueblos e influencias que se fueron haciendo
presentes en lo que hasta entonces había sido
Hispania, hacen difícil establecer una cronología
precisa del surgimiento de la carpintería de lazo.
Sin embargo, a la hora de rastrear los primeros
ejemplares de ésta, son numerosos los indicios
que apuntan a un papel fundamental de la ciudad
de Toledo en su desarrollo, tal vez debido a su
condición de antigua y pujante capital visigoda,
reino taifa, y finalmente ciudad cristiana tras su
capitulación en 1085, en la que su prosperidad
hizo posible la mezcla precisa de oficio carpintero
y diseño geométrico.
En Toledo y sus alrededores, comenzó a establecerse una peculiar ornamentación de las
armaduras basada en el uso de la estrella o sino de ocho puntas, el cual, en función de sus
posibles combinaciones iba generando mallas decorativas, que podían constreñirse
exclusivamente al almizate (parte superior horizontal de la armadura) o a franjas que unían los
Techumbre en la Mezquita de Santa María la
Blanca, Toledo.
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pares entre sí, a modo de bordado. Algunas de las armaduras que son susceptibles de ser los
primeros ejemplares de lacería en España son las que se encuentran en los templos de
Santiago del Arrabal, La Sinagoga de Santa María la Blanca, y la iglesia de San Román. Las dos
primeras conservan sus techumbres originales mientras que la última no.
Bien es cierto que además de en Toledo,
entre las primeras armaduras que pueden
considerarse de lacería, o como mínimo
prototipos de ésta, aparecen tres
realizaciones en las inmediaciones del
estrecho de Gibraltar en el norte de África en
torno al siglo XI, en Marraquech, Fez y
Tremecén. Sin embargo, parece la hipótesis
más probable que de su ejecución se
encargaran maestros provenientes de la
península, puesto que además de la cercanía
geográfica, y de la gran importancia cultural
que en aquellos tiempos tuvo el califato
cordobés, en la mezquita de Tremecén es un
hecho probado que así sucedió, y en Fez, hay
fuentes históricas que argumentan que su
fundación por Abderramán I se llevó a cabo
ARRIBA: Iglesia de Santiago el Mayor o de Santiago del Arrabal, Toledo. ABAJO: Mezquita de Qarawiyyin, Fez
(Marruecos).
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mediante la repoblación con andalusíes, entre los cuales habría una importante colonia de
cristianos.
El apellido “mudéjar” con el que en muchas ocasiones se suele tildar a estas construcciones
lígneas, tiene una doble lectura: en primer lugar, el término, derivado del árabe mudayyan (al
que se le permite quedarse, en referencia a los musulmanes que permanecen tras la
reconquista cristiana) da a entender que se trata de un tipo de carpintería ajeno, importado
del exterior y llevado a cabo sólo por una pequeña parte de la población, cuando en realidad
se desarrolló gracias a la mutua influencia entre una práctica del oficio artesanal proveniente
del ámbito visigodo e hispanorromano, y una trama decorativa geométrica proveniente del
mundo islámico. Si se tiene en cuenta que la permanencia de los visigodos fue de unos tres
siglos antes de la invasión musulmana, y que hasta que surgen las primeras muestras de una
carpintería diferente a la que se hacía en cualquier otro lugar, pasan aproximadamente otros
tres, podría decirse que se trata de una manifestación cultural propia de la península ibérica,
resultante de la confluencia de los mencionados factores artísticos.
Pero por otra parte, la segunda interpretación que puede tener el hecho de designar mudéjar
a éstas techumbres, se refiere más bien al arte antes que a sus artesanos ejecutores. Puesto
que la presencia de armaduras de cubierta, tanto geográfica como temporalmente en gran
parte de España, no coincide con los supuestos núcleos de población mudéjar que existían
según la tradición histórica, es de suponer que la auténtica pervivencia se refiere al arte
resultante de las diferentes corrientes que se fueron dando cita durante la coexistencia de
varias culturas, y que continuó dando frutos tras la finalización de la reconquista cristiana.
El autor del presente artículo, considerado en
la actualidad como un referente en cuanto al
estudio de la carpintería de armar española,
en sus vertientes como restaurador e
investigador de antiguas estructuras de
madera a lo largo de sus intervenciones por
todo el país, ha podido comprobar que las
cualidades constructivas y ornamentales de
las primitivas armaduras toledanas dan
cabida a que el posible origen de la
carpintería de lazo esté íntimamente
relacionado con la ciudad imperial.
En la actualidad, las diversas restauraciones
arquitectónicas e investigaciones que se
realizan en el entorno Toledo permiten
continuar estudiando un tema que aún
mantiene abiertas numerosas incógnitas, y
cuyas respuestas, que hasta hace poco
parecían perfectamente definidas, hoy no
están tan claras.
Techumbre en el Palacio de Fuensalida, Toledo.