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GONZALO PARRA ARANGUREN LA CELEBRACION DEL MATRIMONIO CONFORME AL DERECHO INTERNACIONAL PRIVADO VENEZOLANO Separata de la Revista del Colegio de Abogados del Distrito Federal Enero- Junio 1981 N? 144 3? de la nueva etapa. CARACAS, 1981 Editorial Sucre

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GONZALO PARRA ARANGUREN

LA CELEBRACION DEL MATRIMONIO

CONFORME AL DERECHO INTERNACIONAL

PRIVADO VENEZOLANO

S eparata de la R ev ista d el C olegio de A bogados d el D istrito F ed era l — E n ero- Ju n io 1981 — N ? 144 — 3 ? d e la n u eva etapa.

CARACAS, 1981

Editorial Sucre

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"La celebración del matrimonio conforme al Derecho Internacional Privado Venezolano"

Gonzalo Parra-ArangurenA mi querido hermano,Andrés Eloy Parra-Aranguren

S U M A R IO

I .— CONSIDERACIONES INTRODUCTORIAS: 1 .— 'La capacidad de goce para celebrar matrimonio. 2 .— El Decreto de El Libertador del nueve de agosto de 1828. 3.— Los Decretos de Francia (1938) y de la Unión Soviética (1947).4.—-La posibilidad de los "matrimonios mixtos" conforme a la legislación venezolana.II.— LAS CONDICIONES DE FONDO DEL MATRIMONIO CELEBRADO EN VENE­ZUELA: 5.— Las normas del Código Bustamante. 6.— El régimen del Código Civil.7.— La prueba de la capacidad matrimonial del extranjero. 8.— La aplicación acu­mulativa de la lex loci: régimen del Código Bustamante. 9.— El artículo 104 del Código Civil. 10.— Las diferencias entre el Código Bustamante y el Código Civil. 11.— Los antecedentes históricos del artículo 104. 12.— El artículo 105 del Código Civil. 13.— El artículo 106 del Código Civil. 14.— Los antecedentes históricos del artículo 106. III.— LOS REQUISITOS DE FORMA DEL MATRIMONIO CELEBRADO EN VENEZUELA: 15.— Las normas del Código Bustamante. 16.— El artículo 108 del Código Civil. 17.— Los matrimonios en Embajadas extranjeras acreditadas en Venezuela: a ) antecedentes históricos. 18.— b ) acontecimientos recientes. IV.— LAS CONDICIONES DE FONDO DEL MATRIMONIO CELEBRADO EN EL EXTRANJERO: 19.— Las normas del Código Bustamante. 20.— El régimen previsto por el Código Civil. 21.— Los antecedentes históricos del sistema consagrado por el Código Civil.22.— Las sanciones penales en el caso de incumplimiento de la ley venezolana. V.—LAS CONDICIONES DE FORMA DEL MATRIMONIO CELEBRADO EN EL EXTRAN­JERO: 23.— Las normas del Código Bustamante. 24.— El régimen del Código Civil25.— Los antecedentes del sistema consagrado por el Código Civil. 26.— Los matrimo­nios en Embajadas Venezolanas. 27.— Los matrimonios en forma religiosa. 28.—Los matrimonios solo consensu: el asunto de Yvette Baxter Lacruz. 29.— Los efectos del matrimonio distintos de sus consecuencias civiles. VI.— LAS FORMALIDADES ADI­CIONALES IMPUESTAS POR LA LEY VENEZOLANA: 30.— El artículo 103 del Código Civil. 31.— La legalización del acta matrimonial. 32.— Las personas obli­gadas a su cumplimiento. 33.— Aspectos temporales del precepto. 34.— La imposi­bilidad de su cumplimiento. 35.— Los antecedentes del articulo 103. 36.— La reforma de 1916. 37.— El artículo 109 del Código Civil. VII — LA SANCION POR EL INCUM­PLIMIENTO DE LAS FORMALIDADES ADICIONALES: 38.— Los antecedentes de Francia. 39.— La doctrina venezolana. 40.— La sentencia del treinta de marzo de 1927. 41.— La sentencia del veintiuno de enero de 1947. 42.— La sentencia del dos de junio de 1952. 43.— La jurisprudencia dominante de los Tribunales de Instancia. 44.— La Consultorio Jurídica del Ministerio de Justicia. 45.— La eficacia de la inscripción extemporánea. 46.— La jurisprudencia disidente. 47.— Las decisio­nes de los últimos tiempos. 48.— La sentencia del diez de enero de 1978. 49.— La necesidad del juicio de rectificación para la inscripción extemporánea. 50.— La doctrina venezolana.

* En el presente trabajo se utilizan las siguientes abreviaturas: AGN ™ Archivo General de la Nación; BCCN = Boletín de la Comisión Codificadora Nacional BCN = Biblioteca del Congreso Nacional; BCRCN = Boletín de la Comisión Revisora de los Códigos Nacionales; MMRE = Memoria del Ministerio de Relaciones Exteriores; RDLDV = Recopilación de Leyes y Decretos vigentes en Venezuela.

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I.— CONSIDERACIONES INTRODUCTORIAS:

1. "El desenvolvimiento de las relaciones entre personas some­tidas a diversos ordenamientos jurídicos ha permitido la posibili­dad de que se planteen dudas acerca de la legislación aplicable, en todos los casos en los cuales una o más de las circunstancias que integran el supuesto de hecho se hallan ubicadas bajo el imperio de legislaciones diferentes".1 Ahora bien, corresponde a la ciencia del Derecho Internacional Privado, en sentido estricto, la determinación de la ley competente para regular las hipótesis que presenten vínculos con varios ordenamientos jurídicos simul­táneamente vigentes; 2 pero su efectiva importancia en la práctica

1. El párrafo transcrito en el texto constituye una cita de la sentencia dictada el diecisiete de junio de 1960 por el Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Mercantil de la Circunscripción Judicial del Distrito Federal y del Estado Miranda, cuando estuvo a cargo de quien escribe el presente estudio. El fallo, todavía inédito, continúa con el siguiente párrafo: "Se habla entonces de una especie, caso o hiptesis internacional, caracterizada por el hecho de que uno cualquiera de los elementos que intervienen en la relación humana ( la nacionalidad o el domicilio de las partes, la situación de los bienes, el lugar de celebración o de cumplimiento del acto o contrato, para no mencio­nar sino las circunstancias de mayor relevancia en la vida diaria), aparece conectado con un ordenamiento jurídico diverso de aquél en el cual surge y donde eventualmente debe decidirse la controversia". Aun cuando la decisión fue confirmada el veintiuno de junio de 1961 por la Corte Superior Primera en lo Civil y Mercantil de la misma Circunscripción Judicial, nin­guna referencia fue hecha a las anteriores afirmaciones, limitándose a resolver el problema relativo a la aplicación de oficio del Derecho extranjero competente por mandato de la norma de Derecho internacional privado venezolano ("Bevista d e la Facultad d e Derecho d e la Universidad Central d e Venezuela", Número 23, Año 1962, pp. 381-394).

2. En la antes mencionada sentencia del diecisiete d e junio d e 1960 fueron también hechas por el suscrito las siguientes afirmaciones: ' ‘Ya no se dis­cute en doctrina acerca de la conveniencia y necesidad de tomar en cuenta el contenido de legislaciones extranjeras cuando surgen controversias que envuelven hipótesis internacionales. La variación que todavía se percibe es el radio de acción que se permite a la Legislación extranjera, ya que, mientras algunos países, en forma cónsona con los requerimientos de la Justicia tal como debe ser aplicada en el caso concreto, aceptan la interven­ción de otros ordenamientos jurídicos dentro de los límites amplios que circuns­cribe el Derecho Internacional, una gran mayoría de las Legislaciones actual­mente vigentes, por el contrario, señalan la tendencia a aplicar en forma preferente el propio Derecho y a descartar, en consecuencia, la normal vigencia de aquél derecho extranjero que debería ser, en principio, compe­tente de conformidad con los dictados que imponen la naturaleza misma de las situaciones contempladas y el respeto a aquellas realidades jurídicas que han adquirido existencia bajo el imperio de una Legislación extranjera". Párrrafo seguido se lee en la sentencia: "En el estado actual del desarrollo de las relaciones entre los pueblos y los Estados no existen, por tanto,

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se encuentra supeditada a la solución del problema relativo a la condición de los extranjeros.3 En efecto, sólo cuando una per­sona tiene aptitud para ser titular de un derecho resulta posible preguntarse cuál es la legislación aplicable a los diversos aspectos de su ejercicio concreto.4

Aun cuando la posibilidad de celebrar matrimonios entre personas de pueblos distintos encuentra apoyo en las experien­cias de las épocas más remotas, datos históricos indiscutibles comprueban un frecuente establecimiento de incapacidades de goce en virtud de la extranjería de los futuros cónyuges. A este respecto, y como simple recordatorio aislado dentro de los ante­cedentes legislativos de nuestra Madre Patria España, cabe recor­dar la prohibición de matrimonios entre los visigodos y los demás habitantes, "para conservar la pureza de la sangre y la supe­

dudas en lo que respecta al respeto de las Legislaciones Extranjeras y a su competencia para regular en determinadas circunstancias aquellas hipó­tesis que revelan un carácter internacional. Surge entonces el problema de la escogencia de la Legislación que debe controlar esas especies internacio­nales, si el propio ordenamiento jurídico interno del Juez, o si, por el contrario, el Juez, para resolver la controversia, debe acudir al mandato promulgado por un Legislador extranjero. Corresponde la Ciencia de Derecho Internacio­nal Privado la solución de este planteamiento, ya que el objeto de esta rama jurídica es, precisamente, la determinación del ordenamiento jurídico aplica­ble, entre varios simultáneamente vigentes, a una situación de vida real que aparece conectada con todos ellos".

3. El doctor LORENZO HERRERA MENDOZA expresa sobre el particular: "Inte­resa advertir, desde luego, que la capacidad de goce que pueda tener un extranjero se rige exclusivamente por el Derecho Público, e¡ interno y el internacional. No cabe respecto de la capacidad de goce la aplicación del Derecho privado extraño; porque se trata del conjunto de temas que acos­tumbramos designar bajo la denominación de "Condición civil de los Extran­jeros". Tal condición la equiparan nuestras leyes a la de los venezolanos, "con las excepciones estab lecid as o qu e se establezcan' (artículo 26 del Código Civil); excepciones que son fijadas por el Cuerpo Legislativo de cada País soberanamente, sin más limitaciones que las exigidas por el Derecho Internacional Público cuando contempla "los derechos internacionales del hombre" ("Anotaciones sobre el régim en d el Estado y C apacidad d e las Personas', artículo publicado en marzo de 1950, reproducido en: "Estudios sobre Derecho Internacional Privado y Temas Conexos", Caracas, 1960, p. 237).

4. La precedencia lógica del problema relativo a la capacidad de goce noconstituye característica de los supuestos de hecho propios del Derecho inter­nacional privado, y se presenta también en las simples hipótesis de Derechointerno: cuando se niega a una persona la aptitud para ser titular de underecho es imposible cuestión alguna respecto a su ejercicio práctico:y, por consiguiente, si se carece del derecho a contraer matrimonio, resulta ilógico preguntarse acerca de las condiciones de fondo y de forma de nece­sario cumplimiento para su válida celebración (NIBOYET, Jean Paulin. "Cours d e Droit International Privé Français", Paris, 1949, N9 9, p. 13).

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rioridad de la raza dominante":5 sus orígenes remontan al Codex Theodosianus, promulgado para Occidente en 438 por Valen- tiniano III6 y se mantuvo por el Rey Eurico (466-484) en el Codex Euricianus o Código d e Tolosa (475?), cuyo fanatismo religioso por la secta de los arrianos aumentó el abismo existente entre romanos y bárbaros.7 La prohibición fue mantenida por el Rey. Alarico II (484-507) en la Lex Romana Visígofhorum o Lex Theo- dosii, promulgada en el año 506 y la cual, según Fed eric o c a r lo s de sa v ig n y , sólo a partir del siglo xvi se conoce con el nombre de Breviarium o Brevianum Alaricianum;8 y aun cuando fue incum­plida en varias oportunidades importantes,9 sólo quedó derogada por una Ley del Rey Leovigildo (568-586) "después de la incor­poración de la Bética, donde probablemente aquella subsistía".10

5. HERRERA MENDOZA, Lorenzo y DE CARRANDI, J. M. "Elementos d e Derecho Internacional Privado en la España de la Edad Media", en "E slud ios...", op. cif.» p. 100.

6. Así fue dispuesto por la Ley primera. Título 14, Libro 3, cuya Interpretatio lee como sigue: "Ninguno de los romanos se atreva a tener mujer bárbara de cualquier pueblo, ni en las uniones de los bárbaros se unan estos en matrimonio con mujeres romanas. Y si lo hicieren, sepan que incurren en sentencia capital" (GARCIA-GALLO, Alfonso. "Manual d e Historia del Dere­cho Españo3", Tomo II, Madrid, 1964, N9 625, p. 374).

7. El Profesor JUAN BAUTISTA WEISS cita las palabras de Sidonio Apolinar quien dijo: "El Rey tenía en su corazón tanto odio contra los católicos, que no era príncipe del pueblo, sino de una secta" ("Historia Universal", Versión de la quinta edición alemana bajo la dirección del R.P. Ramón Ruiz Amado,S. J., Volumen IV, Barcelona, 1927, p. 401).

8. SAVIGNY, Friedrich Karl von. "Geschichte d es Romischen Rechts im Mittelalter", Volumen II, Heidelberg, 1816, p. 44.

9. GARCIA-GALLO, en la "Antología d e la s Fuentes del Antiguo Derecho" que constituye el segundo volumen de su obra citada, transcribe documentos que comprueban el matrimonio del rey de los godos Ataúlfo, luego de la inva­sión de Roma, con Placidia, la hermana del Emperador (op. cit., Volumen II, N9 612, 2 p. 359) y de Teudis "al que Teodorico (e l Grande) había puesto al frente del ejército en aquellas partes", quien "tomó en España mujer, no de la estripe de los visigodos, sino de rica casa del país". (Op. cit., Volu­men II, N9 642, p. 391).

10. GARCIA-GALLO, op. cit.. Volumen I, N9 988, p. 528. Muchas de las leyes del Código de Leovigildo fueron recogidas como "antiquae" en el Líber ludiciorum sancionado por Recesvinto en 654, luego de su aprobación por el Concilio VIII de Toledo. El nuevo Cuerpo de Leyes se conoce con varios nombres: Codex legum, liher Zegum, líber iudicum, liber gothorum; más tarde recibió el título bárbaro y desconocido al principio de iorum judicum, y romanceado vulgar­mente le quedó el nombre de Fuero Iuzgo (ANTEQUERA, José María. "Histo­ria d e la Legislación Española", Madrid, 1849, p. 60). También es conocido como Lex visigothorum Reccessvindiana. La ley dictada por Leovigildo, reco­gida como Ley Primera, Título Primero del Libro Tercero antigua del Liber ludiciorum, dispuso: "que tanto el godo con la romana como también el romano con la goda, si la quisiere tener por cónyuge, previa la petición

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. La posibilidad de los matrimonios entre personas de distintas acionalidad constituye principio constantemente aceptado por 1 ordenamiento jurídico venezolano desde los inicios mismos el movimiento emancipador; y sólo muy circunstanciales moti- os de orden político explican el régimen de excepción dispuesto n la Circular del nueve d e agosto de 1828 por El Libertador, im o n b o l ív a r , en ejercicio de recién asumidas facultades dicta- Driales, cuando ordenó "que no se permita contraer matrimonio m Colombia a ningún español, mientras dure la guerra con ,'spaña".11

Las consecuencias prácticas del Decreto no siempre respon- lieron a las finalidades perseguidas por el Libertador, porque nuchos españoles fueron amigos y colaboraron activamente con a causa de la Independencia. De esta manera se produjeron lolorosas injusticias en diversos casos concretos, sin beneficio rlguno para los supremos intereses de la República; y, por tanto, 10 deben extrañar los esfuerzos dirigidos a obtener la derogatoria le tan insólito mandato.

En efecto, una vez consumada la desintegración de Colombia uego del triunfo del movimiento separatista venezolano, Don a n t o - « o Leo ca d io g u z m a n , en la Memoria que presentara el veintiocho

dignísima, tenga la facultad de casarse, y sea libre de tomar como cónyuge a la libre que quisiese, en unión honesta, solicitando el consejo y el consen­timiento solemne de la familia' ( GARCIA-GALLO, op. cit., Volumen II N9 626, pp. 374-375).

i l . El mandato fue comunicado el veintinueve d e agosto d e 1828 a los diversos Intendentes de la República por el Secretario de lo Interior, doctor JOSE MANUEL RESTREPO, a fin de "que tenga su cumplimiento en el Departamento de su cargo" ("Copiador d e Circulares dirigidas a d iversas Autoridades por la Secretaría d el inferior d e la República d e Colombia", Fundación John Boulton, Sección Venezolana del Archivo de la Gran Colombia, Serie E, XLI, 89); y el General JOSE ANTONIO PAEZ, con el carácter de Jefe Superior Civil y Militar de Venezuela, por comunicación número 999 del ocho de noviem bre d e 1828, lo transcribió al Señor Intendente Departamental "para su inteligen­cia y que haciéndolo entender a todas las autoridades civiles y eclesiásticas del Departamento, se vigile en que tenga su más cumplido efecto": en su comunicación el General JOSE ANTONIO PAEZ expresa haber recibido infor­mes al respecto del Secretario de Estado en el Departamento de la Guerra, con fecha cuatro d e octubre d e 1828, quien había sido notificado a su vez el primero d e octubre d e 1828 por el Secretario de Estado en el Departamento del Interior (BLANCO, José Félix y AZPURUA, Ramón. "Documentos para la Historia d e la Vida Pública d e l Libertador d e Colombia, Perú y Bolivia", Tomo XIII, Caracas, 1877, N9 3.965, pp. 182-183).

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d e marzo d e 1831, con el carácter de Secretario de lo Interior, al Primer Congreso Constitucional reunido en Valencia, hizo expreso recordatorio del asunto; y en términos muy concisos le significó:

" . . . estima digno de ser considerado igualmente si fue justo y útil que en 9 de agosto del año 18 se prohibieran los matrimonios de los españoles en el país mientras dure la guerra".12

Dos semanas más tarde el problema fue planteado en un caso concreto: desde la ciudad de Valencia, el ciudadano Vic en te go n za lez , oriundo de Castilla La Vieja, se dirigió el trece d e abril de 1831 a la Secretaría de lo Interior y Justicia con el objeto de solicitar permiso para contraer segundo matrimonio con mujer venezolana, no obstante prohibirlo el Decreto de El Libertador; y además hizo de conocimiento del Despacho haber sido casado ya anteriormente con venezolana, encontrarse avecinado en la ciudad de Guanare y tener deseos de naturalizarse en la República.

La Sección del Interior de la Secretaría de lo Interior y Jus­ticia rindió su informe con fecha tres d e m ayo d e 1831; y sostuvo:

"...m ientras no lo sea por alguno de los Congresos constitucionales de Venezuela, no puede el español Gon­zález satisfacer sus deseos mientras dure la guerra porque no es del resorte del Poder Ejecutivo, a quien se dirije, aquella derogación".13

Con vista del anterior Informe, fue resuelto en cuatro de m ayo de 1831 por la Secretaría de lo Interior y Justicia:

"Represéntese al Congreso, recordando lo que sobre esta materia expuso el Srio. del Despacho en la Memoria del Dto. y demostrando: 1° que debiendo arreglarse el Ejecutivo a toda la legislación que ha encontrado, no derogada, debe respetar el Decreto del Gral. Bolívar, y

12. "Memoria sobre los negocios correspondientes a los D espachos del Interior y Justicia del G obierno d e Venezuela, qu e presenta el Encargado d e ellos a l Congreso Constitucional d el añ o 1831", reproducido en "La Doctrina Liberal. Antonio Leocadio Guzmán", Tomo I, Caracas, 1961, p. 91.

13. "Secretaría d e lo Interior y Justicia", AGN, Tomo XX, 1831, p. 116.

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29 que él es injusto y altamente perjudicial al orden, a la moral y a prosperidad públicas".14

En cumplimiento de la Resolución dictada, por oficio núme­ro 360 del nueve de mayo d e 1831 la Secretaría de lo Interior y Justicia se dirigió a la Cámara de Representantes para significarle:

"En la Memoria de este Departamento, tuvo la honra de recordar a las Cámaras la existencia de esta disposi­ción al mismo tiempo que representó cuán necesario es el incremento de nuestra población y el fomento de nuestra moral. Una y otra son indispensables para que haya Na­ción y con ella properidad y orden. Si no poblamos la tierra, empleando todos los medios imaginables, no sólo no prosperaremos sino que precisamente hemos de retro­gradar con violencia al estado natural que corresponde a nuestra edad, como pueblo. Perderemos esa pequeña industria...,15 y apenas podremos ser criadores. Tendre­mos que prescindir de toda empresa de mediana impor­tancia; esos atrasos mal interpretados por la masa de la población cederán en descrédito del Gobierno, de las leyes y hasta de la Independencia del País. El pueblo no podrá examinar que nuestra pequeña riqueza era hija de la agricultura y que ésta no correspondía a nuestra pobla­ción sino al efecto del bárbaro establecimiento de la esclavitud, que estamos destruyendo por justicia y nece­sidad. Decimos manumisión de esclavos y no destrucción de la agricultura. El Pueblo querrá lo primero y no sabe de lo segundo, lo llegará a ver con sorpresa y quizá lo vé ya: no lo atribuirá a su verdadera causa o la natura­leza de las cosas; y de aquí desórdenes sin número, revoluciones ensangrentadas por el aguijón de la miseria y la ruina del país. Esto no tiene como remedio que población: Nuestro grande empeño ha de ser restablecer hoy el orden que mañana nos será dado conservar; y en el sacrificar cuanto podamos por una útil inmigración. Medidas hay que pueden ya tomarse y tal es la de derogar el Decreto mencionado".

En consecuencia, Don An t o n io Le o c a d io g u z m a n concluyó:

14. "Secretaría d e lo Interior y Justicia", AGN, Tomo XX, 1831, p. 116 vto.15. En el original manuscrito siguen algunas palabras ilegibles.

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"El Ejecutivo lo pide con encarecimiento de la Repre­sentación Nacional y lo espera de su sabiduría".16

La Cámara de Representantes dispuso someter el asunto a una sola discusión; y sin controversia alguna fé aprobada el nueve de junio de 1831 la Resolución siguiente:

"Se declara insubsistente y de ningún valor ni efecto la Circular del General Simón Bolívar, fecha 9 de agosto de 1828, que prohíbe a los españoles contraer matrimonio en Colombia, durante la Guerra con España".

El anterior pronunciamiento fue precedido de los siguientes Considerandos:

"19 Que semejante disposición está en pugna con los principios de libertad y filantropía de un Gobierno Repu­blicano y Liberal, tal como el que ha adoptado Venezuela; 2<? Que la misma, al paso que contribuye a impedir el incremento de la población de que tanto necesita el Estado y por consiguiente, el de su agricultura y artes, propende también a la corrupción de la moral".17

En cumplimiento de expresas prescripciones constitucionales la Resolución de la Cámara de Representantes fue remitida al Senado, donde resultó aprobada el trece d e junio de 1831, sin comentarios de ninguna clase;18 y así se hizo saber a la Secre­taría de lo Interior y Justicia, en oficio número 54 del catorce de junio d e 1831 que le enviara la Cámara de Representantes.19

Hasta donde hemos podido establecer, la derogación de la Circular del nueve de agosto de 1828 no representó un aconte­cimiento de carácter extraordinario; y al comentarlo, muchos años después, el doctor fr a n c isc o gon zalez g uin an se limitó a expresar:

16. "Secretaría d e lo Interior y fusticia", AGN, Tomo XX, Año 1831, pp. 117.17. "Cámara d e Representantes. Actos Legislativos. Archivo 1831", BCN, Tomo 21:

a las pp. 210-218 pueden verse varias representaciones sobre el tema plan­teado por la Secretaría de lo Interior y Justicia.

18. "Senado. Actas. Sesiones Públicas 1831", BCN, Tomo 21 Bis.19. "Secretaría d e lo Interior y Justicia", AGN, Tomo XX, Año 1831, p. 118.

El Decreto derogatorio aparece publicado con íecha catorce d e junio de ¡831 en RDLDV, Tomo I, N9 95, pp. 116-117.

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"La guerra de la Independencia impuso esta prohibición dictada por el Libertador: terminada esa guerra era natu­ral que se volviese a las prácticas humanas y civilizadas".20

Por su parte, el doctor fr a n c isc o veta n c o u rt a r ist e g u ie t a recuerda el "mayor rigor" de la Circular del Ministerio de Gobier­no y Relaciones Exteriores del Perú, de fecha treinta de julio de 1840, donde fue dispuesto:

"Para los efectos internacionales y para fijar de un modo cierto la condición de extranjeros avecindados, con­viene por tanto que los párrocos no procedan a casar a ningún extranjero cuando solicite hacerlo con peruana, sin presentar constancia de la autoridad correspondiente, de haber quedado inscrito en el Registro Cívico como peruano, con una nacionalidad ya perfecta, si su resi­dencia ha llegado a cuatro años o como próximos a ser naturalizados cuando se cumplan los cuatro años, si son europeos, pues siendo hispano-americanos o españoles deberán quedar inscritos como naturalizados, cualquiera que sea el tiempo de su residencia, conforme a los pará­grafos 59 y 69".21

3. La prohibición del Decreto del nueve de agosto de 1828 no constituye un simple acontecimiento histórico ya superado en la vida de las Naciones: a pesar del incesante progreso tecnoló­gico y humanístico de la época contemporánea, las leyes de algunos países han establecido prohibiciones de contraer matri­monio con fundamento en la extranjería de los futuros cónyuges, aún en tiempos muy cercanos; y las necesarias consideraciones políticas subyacentes se han impuesto a los Legisladores, con independencia de su ubicación en los contrapuestos sectores que estructuran la geografía ideólogica de la presente comunidad internacional.

20. GONZALEZ GUINAN; Francisco. "Historia Contem poránea d e Venezuela". Tomo II, Caracas, 1954, p. 244.

21. VETANCOURT ARISTEGUIETA, Francisco. "Nacionalidad, Naturalización Y C iudadanía en Hispano-américa", Caracas, ¡957, pp. 104, 157. La referida Circular fue derogada el veintitrés d e agosto d e 1845 (ZEGARRA, Félix Cipriano C. "La Condición Jurídica d e los Extranjeros en el Perú", Santiago de Chile, 1872, Nrs. 48-49, pp. 54-58).

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A título de ejemplo cabe recordar el Decreto francés del trece d e diciembre d e 1938 que prohibió, bajo pena de nulidad, el matrimonio de los extranjeros si no habían obtenido una tar­jeta de identidad (carte d'identité) con validez mayor de un año, excepción hecha de los agentes diplomáticos y de los cónsules de carrera. Los textos fueron modificados por el artículo 13 de la Ordenanza 45.2658 del dos d e noviem bre de 1945: se permitió la dispensa de la incapacidad y quedaron suprimidas las sancio­nes, civiles y penales. En consecuencia, ya sólo tuvo carácter de simple impedimento prohibitivo que "nada justifica en el tiem­po presente" al decir de j. p . n ib o y e t y que constituye una "manifestación de xenofobia extremadamente ridicula".22

Desde otra perspectiva ideológica es posible mencionar la prohibición de los matrimonios entre soviéticos y extranjeros, establecida por el Decreto del quince de lebrero de 1947 dictado por el Presidium del Soviet Supremo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.23 Sin embargo, su vigencia fue escasa y con el fallecimiento de j ó s e s t a l in , el inicio de la política de coexistencia pacífica trajo consigo diversas reformas: a partir del veintiséis d e noviembre de 1953 fue nuevamente permitido el matrimonio entre personas de distinta nacionalidad, previo el cum­plimiento de los extremos de ley; y quedaron como simple recor­datorio los textos anteriores, que se habían limitado a plasmar en términos jurídicos profundos sentimientos de megalomanía y de odio hacia los extranjeros.24

22. NIBOYET, Jean-Paulin. "Traite d e Droit International Privé Français", Tomo II, París, 1951, N? 731-6, pp. 300-301. Algún tiempo antes la prohibición había sido derogada por leyes especiales, fechas d ieciséis d e abril y veintitrés de julio d e 1943, respecto de los miembros de los ejércitos americano y británico, de ambos sexos.

23. La prohibición fue incorporada el dos d e abril d e 1947 al Código Civil de la Re­pública Rusa (RSFSR) (Vedemosti 1947, N9 13) según los informes de: GSVOVSKI, Vladimir. "Soviet Civil Law", Volumen II, Ann Arbor, 1949, p. 242; BRATUS,S. N. "Sow ejtisches Zivilrecht", Tomo II, Berlin 1953, p. 459, y GARNEFSKY, André. "Public Policy in Soviet Prívate International Law', La Haya, 1970, p. 148. A este respecto cabe señalar las enseñanzas de L. A. LUNTZ, quien se refiere a un Decreto del Presidium del Soviet Supremo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas de fecha quince d e julio d e 1945 que prohibió la celebración de matrimonios entre soviéticos y extranjeros IInternationales Privatrecht. B esonderer Teil", Berlin, 1964, p. 318).

24. OSAKWE, Christopher. "Recent Soviet Ciiizenshin Législation", en "The Ameri­can Journal o í ComparaUve Law", Volumen XXVIII, 1980, pp. 642.643.

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4. Excepción hecha de la transitoria prohibición establecida por el Decreto de El Libertador, el ordenamiento jurídico venezolano nunca ha negado a los extranjeros el derecho de contraer matrimo­nio, una vez satisfechos los extremos legales; antes al contrario, el opuesto mandato de alguna Ley extranjera sería inexorablemente descartado, por contradecir principios básicos y fundamentales de nuestra Legislación.25

La actitud asumida por el Legislador patrio se conforma a los más resonados progresos de la ciencia jurídica contemporá­nea: inauditos esfuerzos colectivos en el campo del Derecho Inter­nacional Público culminaron en la muy reciente vigencia de las Convenciones Declaratorias de los Derechos Humanos, donde aparece incluido con letras mayúsculas el derecho del hombre y de la mujer a casarse y a fundar una familia.26

De esta manera resulta inevitable el problema de Derecho Internacional Privado en sentido estricto, por cuanto es necesario determinar la ley competente para regir la celebración del matri­

25. Véase luego el número 12 de este trabajo.26. La "Convención A m ericana sobre Derechos Humanos", suscrita en San José

de Costa Rica el veintidós d e noviem bre d e 1969 y ratificada por Ley del Congreso venezolano del catorce d e junio d e 1977, dispuso en el artículo décimo séptimo: "1. La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y debe ser protegida por la sociedad y el Estado. 2. Se reconoce el derecho del hombre y la mujer a contraer matrimonio y a fundar una familia si tienen la edad y las condiciones requeridas para ello por las leyes internas, en la medida en que éstas no afecten el principio de no discriminación establecido en esta Convención. 3. El matrimonio no puede celebrarse sin el libre y pleno consentimiento de los contrayentes"; y de acuerdo con el artículo vigésimo cuarto: 'Todas las personas son iguales ante la Ley. En consecuencia, tienen derecho, sin discriminación, a igual protección de la Ley". En términos similares, el "Pació Internacional d e D erechos C iviles y Políticos'', aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas el dieciséis d e diciem bre d e 1966 y ratificado por ley del Congreso venezolano del veintisiete d e en ero d e 1978, previno en su artículo vigésimo tercero: "1. La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y del Estado. 2. Se reconoce el derecho del hombre y de la mujer a contraer matrimonio y a fundar una familia si tiene edad para ello. 3. El matrimonio no podrá celebrarse sin el libre y pleno consentimiento de los contrayentes’; y en el artículo vigésimo sexto fue dispuesto: "Todas las personas son iguales ante la ley y tienen derecho sin discriminación a igual protección de la Ley. A este respecto, la Ley prohibirá toda discriminación y garantizará a todas las personas protección igual y efectiva contra cual­quier discriminación por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opi­niones políticas o de cualquier índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social".

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monio cuando el supuesto de hecho se encuentra conectado con varios ordenamientos jurídicos simultáneamente vigentes. Ahora bien, la frecuencia de semejantes hipótesis mantiene estrecha proporción con la permeabilidad de los grupos humanos, cada día más intensa, en términos generales, gracias al fabuloso des­pliegue de los medios de transporte internacionales;27 pero las respuestas a los distintos aspectos concretos del problema, con independencia de sus elementos de extranjería, se han visto inter­feridas, en forma alarmante, por la creciente proyección de las normas internas más allá de las propias fronteras.

En efecto, constituye denominador común de la ciencia cons­titucional contemporánea atribuir importancia básica al matri­monio como fundamento de la estructura del Estado, porque constituye uno de los soportes de la familia, calificada a su vez como la célula social por excelencia.28 Por tanto, los Legisladores

27. Aun cuando se reconozca la capacidad de goce de los extranjeros, la efectiva posibilidad de los "matrimonios mixtos" puede ser prácticamente inexistente cuando no se permite de hecho la intercomunicación entre personas someti­das a leyes diferentes. A título de ejemplo cabe recordar la noticia, circulada el siete de noviembre de 1977, relativa al primer matrimonio contraído des­pués de la revolución cultural, entre un ciudadano chino (Tian-li) Y una mujer extranjera (Odile Perquin, de nacionalidad francesa); Y el despacho de prensa agrega: "Ninguna ley en China prohíbe los matrimonios mixtos, pero de hecho ningún chino había obtenido, desde hace por lo menos diez años, la autorización para casarse con un ciudadano de otra nacionalidad. El matrimonio de hoy es, por lo tanto, interpretado como un signo gradual de regreso al respeto de la legalidad, en un país que parecía, a veces, "gobernado a través de slogans" más que a través de leyes, según la expre­sión usada por un experto occidentalista de derecho" ("El Universal", Caracas, ocho d e noviem bre d e 1977).

28. En este sentido dispone ,el artículo 73 de la Constitución venezolana del veintitrés d e enero d e 1961: "El Estado protegerá la familia como célula fundamental de la sociedad y velará por el mejoramiento de su situación moral y económica. La ley protegerá el matrimonio, favorecerá la organización del patrimonio familiar inembargable y proveerá lo conducente a facilitar a cada familia la adquisición de vivienda cómoda e higiénica". Fácilmente se comprende que se trata de simples declaraciones programáticas sin vigen. cia práctica; y en la "Exposición de Motivos" de nuestra Suprema Ley se lee al respecto: "La protección a la familia se establece dentro de los términos que predominan hoy en casi todas las constituciones, sea cuai fuere su signo político o ideológico. Dentro de esa orientación, se proclama a la familia como célula social, se ordena protegerla moral y económicamente y se dá al matrimonio su rango propio de institución s o c ia l..." . En el mismo sentido se orientan el artículo vigésimo tercero del "Pacto Internacional de D erechos Civiles y Políticas', aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas el dieciséis d e diciem bre d e 1966 y el artículo décimo

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civiles acostumbran desplegar ardoroso empeño en una exhaustiva regulación jurídica, en ocasiones con el avieso propósito de com­placer mezquinos intereses de grupos o de eludir su responsabi­lidad en la difícil tarea de superar con algún éxito las angustiosas y crecientes exigencias de la moderna vida social: los cónyuges pueden verse asediados por deberes insólitos e increíbles, ante el progresivo fracaso de los órganos estadales competentes, a quienes en principio corresponde su adecuada satisfacción sin embargo, la pregonada infalibilidad de las estructuras políticas dominantes representa sólido fundamento de la extendida soberbia y de la irresistible autosuficiencia: se afirma simplemente como un axioma que los propios preceptos representan la más adecuada contestación a los eternos requerimientos de la Justicia; y es profundo el fervor patriótico con su indiscutida vigencia, porque se los considera expresivos de las costumbres, de las tradiciones, de las ideas religiosas, y de ese difuso concepto del bienestar social, tan diferentemente comprendido por los distintos pueblos, que junto con algunas otras bagatelas de menor cuantía suele expresarse bajo el pomposo nombre del "Supremo Interés Nacional".

La anterior perspectiva no se compadece con el debido res­peto de la ley extranjera, cuando se trata de resolver supuestos de hecho conectados con varios ordenamientos jurídicos simul­táneamente vigentes. Por tanto, es preciso determinar cuáles son los justos límites de una conducta tan beligerante; pero un juicio crítico verdaderamente objetivo sólo puede afirmarse des­pués de un profundo análisis de los diversos aspectos del pro­blema: en el deseo de satisfacer esta legítima inquietud serán examinados, por una parte, las condiciones de fondo, y, por la otra, los requisitos formales, ambos de necesario cumplimiento para la válida celebración del matrimonio en los términos dis­puestos por el sistema venezolano de Derecho Internacional Privado.

séptimo de la "Convención A m ericana sobre Derechos Humanos", suscrita en San José de Costa Rica el veintidós d e noviem bre d e 1969. CVéase antes la nota número 26 de este trabajo).

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II.— LAS CONDICIONES DE FONDO DEL MATRIMONIO CELEBRADO EN VENEZUELA:

5. La determinación de la ley aplicable a las condiciones de fondo de los matrimonios contraídos en el territorio de la Repú­blica impone tomar en cuenta, en primer término, el mandato contenido en los Tratados internacionales vigentes con la Nación respectiva; y el Código Bustamante, en su artículo 36, dispone acerca de los requisitos intrínsecos para su validez:

"Los contrayentes estarán sujetos a su ley personal en todo lo que se refiere a la capacidad para celebrar el matrimonio, al consentimiento o consejo paternos, a los impedimenots y a su dispensa".

Aun cuando nada se previene sobre el particular, la aplica­ción de la ley personal debe hacerse en forma distributiva;29 y el precepto funciona en Venezuela bajo la forma de la ley de la nacionalidad, a tenor del artículo séptimo del Código Bus­tamante, en concordancia con los artículos 9 y 26, 104, 105, 106 y 108 del Código Civil.

La competencia de la ley personal es justificada por el doctor An to n io sa n c h ez de b u st a m a n t e y sir v en en los términos que siguen:

"No hay motivos serios para que le aplique ( a la capa­cidad), respecto de las nupcias, un principio diferente al que en general la regula. Todas las razones que llevan a hacerla algo permanente y fundamental, que no dependa del capricho del legislador o de la voluntad del interesado medíante su simple residencia en un lugar que elija, son especialmente aplicables al matrimonio, uno de los actos más serios y trascendentales de la vida, del que van a surgir una serie de relaciones jurídicas de orden familiar. Someter la capacidad a la ley del lugar en que el matrimonio se celebre, es permitir que cada persona se libere a su antojo, por un simple viaje, de las incapacidad des fundamentales establecidas en su derecho personal".30

29. BUSTAMANTE y SIRVEN, Antonio Sánchez de. “Derecho Internacional Prí- „„ '■ Tomo II, La Habana, 1943, N9 693, p. 22.30. BUSTAMANTE y SIRVEN, op. cit., Tomo II, N9 692, p. 21.

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6. A falta de tratados internacionales vigentes con la Nación respectiva, debe cumplirse el mandato de las normas de Derecho Internacional Privado Venezolanas, a tenor del artículo octavo del Código de Procedimiento Civil: ahora bien, los artículos 9 y 26 del Código Civil atribuyen competencia a la ley de la nacionalidad para regir el estado y capacidad de las personas; y la misma solución se encuentra expresamente consagrada como principio, por los artículos 104, 105, 106 y 108 del Código Civil para regir, en forma distributiva, la capacidad de los extranjeros que pretendan contraer matrimonio en el territorio de la República.31

7. El necesario cumplimiento de la ley de la nacionalidad, en los términos prescritos por el Código Bustamante y por las nor­mas venezolanas de Derecho Internacional Privado, puede ori­ginar difíciles problemas prácticos a los funcionarios autorizados para presenciar el matrimonio, cuando se trate de extranjeros que pretendan casarse en el territorio de la República.

31. El artículo 104 del Código Civil se refiere a "las leyes personales de ambos pretendientes"; y el artículo 26 admite la posibilidad de "aplicar las leyes extranjeras relativas al estado y capacidad de las personas en los casos autorizados por el Derecho Internacional Privado". Sin embargo, los artícu­los 105, 106 y 108 expresamente atribuyen competencia a la ley extranjera de la nacionalidad. En vista de los inequívocos textos del Código Civil, la doctrina patria se limita a señalar el mandato del Legislador: SANOJO, Luis. "Instituciones d e D erecho Civil Venezolano", Tomo I, Caracas, 1873, N9 143, p. 161; SEIJAS, Rafael Fernando. "El D erecho Internacional Hispano-Ameri- cano (Público y Privado)", Tomo 1, Caracas, 1884, p. 523: DOMINICI, Aníbal. "Comentarios a l Código Civil Venezolano (Reformado en 1896)", Tomo I, Caracas, 1962, pp. 186-187; HERRERA MENDOZA, Lorenzo. "Autoridad Extra­territorial d e la s L eyes sobre e l Matrimonio" (Tesis de Opción al Doctorado en Ciencias Políticas), en "Anales d e la Universidad Central d e Venezuela", Año II, Tomo III, Números II y IV, Julio-Diciembre de 1902, pp. 434-436; YANES, Francisco Gerardo. "Memorándum d e Derecho Internacional Privado", Cara­cas, 1912, p. 91; ALTUVE, Ramón. "El Matrimonio en e l D erecho Internacional Privado" (Tesis para el Doctorado), Mérida, Venezuela, 1912, pp. 22-27; BASTIDAS, Luis I. "Comentarios y R eparos a l Proyecto d e Código Civil", Tomo I, Caracas, 1938, p. 85; RAMIREZ, Florencio "Anotaciones d e D erecho Civil", Tomo I, Mérida, Venezuela, 1953, p. 151: GRANADILLO, Víctor L. "Tratado Elemental d e D erecho Civil Venezolano", Tomo I, Caracas, 1958, p. 162; FEBRES POBEDA tan sólo advierte que Venezuela sigue "el sistema territorial, pero con la salvedad respecto a la aplicación de ciertos principios", aun cuando de inmediato agrega: "En el artículo 106 observamos que, a pesar de ser nuestra Ley territorialista se va a la nacionalidad del individuo" (FEBRES POBEDA, Carlos. ''Apuntes d e Derecho Internacional Privado", Méri- do, Venezuela, 1962, p. 91); LOPEZ HERRERA, Francisco. ‘'Anotaciones sobre D erecho d e Familia", Caracas, 1970, N9 50, pp. 272-273; ROUBIER, Juan María. "Derecho Internacional Privado. Parte Especial", Maracaibo, Venezuela, 1975, p. 173.

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Ahora bien, a los fines de superar tales inconvenientes, el artículo 37 del Código Bustamante, que no fue objeto de reserva por Venezuela, dispone: "Los extranjeros deben acreditar antes de casarse que han llenado las condiciones exigidas por sus leyes personales en cuanto a lo dispuesto en el artículo precedente"; y de inmediato agrega: "Podrán justificarlo mediante certifica­ción de sus funcionarios diplomáticos o agentes consulares o por otros medios que estime suficientes la autoridad local, que tendrá, en todo caso, completa libertad de apreciación".

Con idéntico propósito el artículo 108 del Código Civli exige a los extranjeros que pretendan contraer matrimonio en Venezuela "presentar pruebas fehacientes de que es soltero, viudo o divor­ciado y hábil para contraer matrimonio según su ley nacional;o, por lo menos, un justificativo, evacuado judicialmente,32 en el cual tres testigos, cuando menos, mayores de edad y que den razón, fundada y circunstanciada de sus dichos, declaren bajo juramento, afirmando la expresada capacidad".33 No obstante,

32. A tenor del artículo 797 del Código de Procedimiento Civil, relativo a las justificaciones ad perpetuam , tiene competencia para su evacuación cualquier Juez de Primera Instancia o sus Inferiores; pero no "los Superiores, porque esta función es muy semejante a la de sustanciar los juicios, y éste no incumbe sino a los Jueces de Primera Instancia", según lo ha declarado la Sala de Casación Civil, Mercantil y del Trabajo de nuestra Corte Suprema de Justicia, por sentencia d el veintisiete d e noviem bre d e 1980, siendo Ponente el doctor JOSE ROMAN DUQUE SANCHEZ (PIERRE TAPIA, Oscar. "Jurispru­dencia d e la Corte Suprema de Justicia", Caracas, Noviembre de 1980, pp. 112-116). Sin embargo, debe tenerse también presente la Ley O rgánica del Poder Judicial d el d ieciséis d e septiem bre d e 1974; cuyo artículo 147 dispuso: "Cuando las necesidades de la administración de justicia así lo requiera, queda facultado el Ejecutivo Nacional, en Consejo de Ministros, para tomar las siguientes medidas: ...4 ^ Crear, dotar, reglamentar y fijar la jurisdicción de oficinas especiales para el servicio de autenticación de documentos, registro de poderes, evacuación de justificaciones para perpetua memoria, registro de comercio y otras actuaciones de carácter no contencioso, caso en el cual los Jueces de la respectiva jurisdicción cesarán en el desem­peño de las funciones que se atribuyen a las oficinas así creadas". Ahora bien, en ejercicio de tales facultades fue dictado en seis de enero d e 1976, el "Reglamento d e N otarías Públicas", cuyo artículo décimo previno: "Son atribuciones de los Notarios Públicos: . . . c ) Evacuar justificaciones para perpetua memoria, con excepción de las señaladas en el artículo 798 del Código de Procedimiento Civil".

33. El segundo párrafo del artículo 108 del Código Civil agrega: "Los testigos serán previamente informados por el Juez de las penas en que, según el Código Penal, incurrirán si declaran falsamente, y esta circunstancia se hará constar en el acta de cada declaración".

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expresamente se previene:

"La prueba del divorcio y la de anulación de un matri­monio anterior no se la podrá suplir con justificación de testigos en ningún caso; se la hará siempre mediante presentación de la sentencia definitiva que haya recaído en el asunto y cuya ejecutoria esté ya declarada".

A este respecto es preciso advertir que, si se trata de una decisión extranjera, debe satisfacer los requisitos sustancíales con­sagrados por los artículos 747 y 748 del Código de Procedimiento Civil; siendo también de señalar la necesidad de su previo exe­quátur, a tenor de la jurisprudencia dominante con el beneplácito de la doctrina mayoritaria, cuando el interesado —venezolano o extranjero— pretende contraer nuevo matrimonio en Venezuela.34

Sin embargo, conviene insistir en que la posible divergencia de criterios sólo incide en los aspectos formales de la eficacia a saber, si es o nó imprescindible el control previo; pero no se proyecta en los requisitos sustanciales que indefectiblemente debe satisfacer la sentencia extranjera: a pesar de que se con­sidere innecesario el exequátur previo, y con independencia del lugar de celebración del nuevo matrimonio, la decisión foránea tiene que cumplir con las condiciones de admisibilidad y de pro­cedencia requeridas por nuestro Legislador para su reconocimiento y ejecución en el territorio de la República, al menos si alguna de las partes estaba razonablemente vinculada con nuestro país.35

8. La competencia de la ley de la nacionalidad no tiene carác­ter exclusivo cuando se trata de extranjeros que pretenden con­traer matrimonio en el territorio de la República; y deberán tomarse en cuenta, por lo menos, algunas de las prescripciones más trascendentes de la ley venezolana del lugar de la celebración.

34. De admitirse esta perspectiva queda abierta la interrogante acerca de si también resulta imprescindible cumplir con semejante formalidad cuando la ceremonia matrimonial se realiza en el exterior.

35. Un examen más detenido del régimen probatorio establecido por la legisla­ción venezolana se encuentra en: PARRA-ARANGUREN, Gonzalo. “P rueba d e la C apacidad Matrimonial del Extranjero", en "Revista de la Facultad d e D erecho de la Universidad Católica Andrés Bello", Número 1, Año 1965, pp. 118-165.

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En efecto, el artículo 36 del Código Bustamante, que no fue objeto de reserva por Venezuela, dispone en forma expresa:

"La legislación local es aplicable a los extranjeros en cuanto a los impedimentos que por su parte establezca y que no sean dispensables, a la forma del consenti­miento, a la fuerza obligatoria o no de los esponsales, a la oposición al matrimonio, a la obligación de denunciar los impedimentos y las consecuencias civiles de la denun­cia falsa, a la forma de las diligencias preliminares y a la autoridad competente para celebrarlo''.36

Se trata de reglas de "orden público internacional", dentro de la terminología utilizada por An to n io sa n ch ez de b u st a m a n t e y sir v e n , aplicables ineludiblemente en el territorio, tanto a nacio­nales como a extranjeros.

9. Fuera del ámbito de vigencia del Código Bustamante, nuestras normas de Derecho Internacional Privado también ordenan res­petar algunas prescripciones de la ley venezolana cuando fun­ciona como lex loci celebrationis; y en este sentido dispone el artículo 104 del Código Civil:

"Aunque lo autoricen las leyes personales de ambos pretendientes, ningún matrimonio podrá ser celebrado en territorio venezolano con infracción de los impedimentos dirimentes establecidos en la Sección que trata. "De los requisitos necesarios para contraer matrimonio".37

36. Es también de recordar el artículo 48 del Código Bustamante que ordena: "La coacción, el miedo y el rapto, como causas de nulidad del matrimonio, se rigen por la ley del lugar de la celebración”.

37. El Código Civil atribuye carácter dirimente a los siguientes impedimentos matri­moniales: impedimento derivado de vínculo anterior (artículo 50); impedimento de orden religioso (artículo 50); impedimento de rapto (artículo 56); impedi­mento de consanguinidad (artículos 51 y 52); impedimento de afinidad (artículo 51); impedimento de adopción (artículo 54 del Código Civil en concordancia con el artículo 62 de la Ley de Adopción, para la adopción simple; y artículo 51 del Código Civil en concordancia con los artículos 57 y 61 de la Ley sobre Adopción para la adopción plena); impedimento de cri­men (artículo 55). Según puede observarse los impedimentos dirimentes constituyen una larga lista en el ordenamiento jurídico venezolano, y por este motivo el artículo 104 del Código Civil trae como resultado práctico la aplicación acumulativa de la lex locí y de la ley de la nacionalidad (RABEL, Ernst. "The Conflíct o f Laws. A Comparative Study", Volumen I, Ann Arbor, Michigan, 1958, p. 301).

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La doctrina patria es unánime al fundamentar en considera­ciones de "orden público internacional” el necesario respeto de los impedimentos dirimentes establecidos por el Código Civil venezolano, cuando personas extranjeras pretenden contraer matri­monio en el territorio de la República: a título de simple recor­datorio basta mencionar las explicaciones de los doctores F lo r e n c io RAMIREZ,38 VICTOR LUIS GRANADILLO,39 CARLOS FEBRES POBEDA,40 DANIEL GUERRA IÑIGUEZ 41 Y JUAN MARIA ROUBIER.42

10. No obstante la similitud de propósito, es preciso señalar la mayor interferencia de la lex loci celebrationis en el sistema del Código Bustamante, comparado con el artículo 104 del Código civil venezolano, pues la categoría impedimentos no dispensables es más amplia que la de los impedimentos dirimentes; y al res­pecto comenta el doctor lo ren zo h err era Men d o z a :

"Esta fórmula del Código Bustamante y de otros docu­mentos internacionales, para referirse genéricamente a los impedimentos de orden público absoluto, es exacta: El extranjero, para gozar de capacidad matrimonial, debe obedecer su propia ley personal, y debe acatar, además, los preceptos de orden público del lugar de la celebración del matrimonio, o sea, no debe violar ninguno de los impedimentos no dispensables. Y tienen este carácter: todos los dirimentes, y también algunos de los que sólo son impe-

38. RAMIREZ, op. cit., Tomo I, p. p. 151: "no es admisible que las leyes de un país puedan derogar las prohibitivas de Venezuela referentes a las personas, ni las que de alguna manera conciernan al orden público o las buenas costumbres; y los impedimentos dirimentes del matrimonio constituyen, sin duda, una ley prohibitiva que atañe a las personas, dictada en interés del orden público y también de la moral".

39. GRANADILLO, op. cit.. Tomo I, p. 163: ''Como los requisitos para contraer matrimonio constituyen disposiciones de orden público que atañen a la capa­cidad de las personas. . . queda prohibido a todo extranjero celebrar matri­monio con infracción de las prohibiciones establecidas en esos requisitos".

40. FEBRES POBEDA, op. cit,, p. 91: "Los impedimentos dirimentes a que se refiere el artículo 104, en ningún caso pueden ser violados, pues ellos son de orden público que afectan la moralidad y la tranquilidad social".

41. GUERRA IÑIGUEZ, op. cit., Tomo II, p. 95.42. ROUBIER, op. cit., p. 174: "Corrientemente las Naciones establecen en sus

legislaciones internas circunstancias especiales, que no permiten que el matri­monio sea celebrado entre personas comprendidas en esas circunstancias, por considerarlas contrarias al orden público absoluto o in/ernaciona/. En el derecho venezolano estas situaciones reciben el nombre de impedimentos dirimentes".

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dientes o prohibitivos. Estos últimos son los que únicamente obstaculizan la celebración, pero no vician de nulidad el vínculo, si llega a contraerse. Entre los impedientes hay algunos, por lo menos dos en la legislación venezolana, que obedecen a exigencias impretermitibles del orden social”.43

Ahora bien, la fórmula actual data de la reforma del Código Civil de 1942, y fue sugerida por el doctor ju a n b a u t is t a b a n c e , en la "Ponencia sobre la materia del Matrimonio (Ponencia Modi­ficada") que presentara a la Comisión Codificadora Nacional de 1936: sin pretender cambio alguno en la sustancia del artículo entonces vigente, y con un simple deseo de síntesis, se abstuvo de enumerar los impedimentos de ineludible observancia en Vene­zuela, para hacer referencia, en términos genéricos, a todos los impedimentos dirimentes; los cuales, "siendo como son disposi­ciones prohibitivas para los venezolanos, no pueden en absoluto ser relajadas en favor de los extranjeros sin lesionar la sobera­nía": de lo contrario se produciría una contradicción irritante con el artículo 37 de la Constitución de 1936, y con otros preceptos en vigor, pue no permiten a los extranjeros tener mayores derechos de los correspondientes a los venezolanos.44

La sugerencia fue. recibida con beneplácito por el doctor Ce l e st in o f a r r e r a ; y en sus comentarios del veintitrés d e abril de 1937, bajo el rubro "Anotaciones acerca del artículo 132 del Código Civil", llegó a la siguiente conclusión:

. . . "me pronuncio en el sentido de que se admita la generalidad de la disposición propuesta por el doctor Bance, relativa a que no pueda celebrarse matrimonio en territorio venezolano cuando exista entre los contra­

43. HERRERA MENDOZA, Lorenzo. " Nociones Preliminares sobre Extraterritorialidad d e Leyes Y Sentencias", en "Estudios sobre D erecho Internacional Privado", Caracas, 1960, p. 45. El Código Civil califica como impedimentos impedientes no dispensables los siguientes: el impedimento de turbatoi sanguinis (artícu­lo 57), el impedimento derivado de la falta de autorización (artículos 59,60. 61, 62, 63 y 64); el impedimento de lepra (artículo 73 y el impedimento de inventario (artículo 111). Por tanto, sólo quedan tres impedimentos impe­dientes que son dispensables, a saber: el impedimento de consanguinidad y el impedimento de afinidad, previstos por el artículo 53; y el impedimento de tutela contemplado por el artículo 58.

44. BCCN, Año I, Junio 1937, Número 5, pp. 4-5.

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yentes algunos de los impedimentos dirimentes no díspen- sables que establezca la le y venezolana, y que, por tal motivo sean causa de nulidad insubsanable respecto del matrimonio. En esa forma se abrazan los conceptos que expresan los artículos 38 y 40 del Código Bustamante".45

Aun cuando el doctor l u is i . b a st id a s calificó de inútil el precepto, ''porque las leyes que establecen impedimentos son apli­cables a los extranjeros conforme al artículo 89", la fórmula del doctor ju a n b a u t ist a ba n c e resultó aprobada por la Comisión Codificadora Nacional el veintitrés de abril de 1937;46 y algún tiempo después, al referirse a este asunto el propio doctor l u is

i . b a st id a s hizo las siguientes observaciones adicionales:

''Este artículo, primero del mencionado Capítulo en el fondo, es igual al 132 del Código (léase: de 1922), porque en uno y otro, obligan a los extranjeros las disposiciones del Código que establecen impedimentos dirimentes. Tal obligatoriedad se funda en el principio, consagrado en el artículo 26, de que en Venezuela se aplican las leyes extranjeras relativas al estado y capacidad de las personas en los casos autorizados por el Derecho Internacional Pri­vado; y no tienen esta autorización leyes del estatuto per­sonal de los extranjeros, que contraríen leyes nacionales de orden público, carácter que tienen las que establecen, los impedimentos dirimentes del matrimonio; no así las que establecen impedimentos simplemente impedientes. De aquí que adoptante y adoptado extranjero, que hoy pueden casarse en Venezuela, si su ley nacional no les prohíbe el matrimonio, porque en nuestro Código ese impe­dimento es impediente, sancionado el Proyecto, no podrían hacerlo, porque el impedimento pasó a ser dirimente".47

El precedente acontecer histórico que condujo al actual artícu­lo 104 del Código Civil es reconocido' por el doctor lo ren zo h err era Men doza ; pero también formula los siguientes comentarios críticos:

"No parece que la citada reforma de 1942 obedezca a móviles especiales, según resulta de la lectura de la

45. BCCN, Año I, Junio 1937, Número 5, pp. 16-17.46. BCCN, Año I, Junio 1937, Número 5, pp. 43-45.47. BASTIDAS, " C o m e n t a r io s .o p . cit., Tomo I, p. 85.

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correspondiente Exposición de Motivos de la Comisión Nacional Codificadora, o en la cual se guardó silencio sobre dicha reforma. Hay más, en esa Exposición (pá­gina 14), y refiriéndose al matrimonio de los extran­jeros en Venezuela, la Comisión expresó que se habían hecho algunas simples "modificaciones de redacción con el propósito d e aclarar y simplificar el articulado"; y en la página 17 de la misma Exposición, en lo conceriente a "Sanciones", se lee: "En virtud de haber quedado un solo impedimento impediente, es muy reducido el número de sanciones civiles que aparecen en el Proyetco". ¿Y cuál era ese impedimento prohibitivo único a que alude la Comi­sión? No es posible saberlo; porque quedaron seis: los establecidos en los artículos 53, 57, 58, 59, 73 y l l l " .48

A pesar de las justificadas críticas al texto del actual artícu­lo 104 del Código Civil, resulta indiscutible la importancia atri­buida por los miembros de la Comisión Codificadora Nacional creada en 1936, al respeto de los impedimentos no dispensables consagrados por la ley venezolana, en el caso de matrimonios de extranjeros en el territorio de la República: se trata de una posición francamente defendida también cuando se examinó la conveniencia de mantener el artículo 129 del Código Civil de 1922, que prescribía la aplicación de las leyes especailes y de los tra­tados para regir el matrimonio tanto de los venezolanos en el exterior como de los extranjeros en Venezuela. En efecto, el doctor ju a n b a u t ist a ba n c e propuso la supresión del precepto y sobre el particular sostuvo:

48. HERRERA MENDOZA, "N ociones...", en "E studios..." , op. cit., pp. 47-48. Las partes pertinentes de la "Exposición d e Motivos", citadas en el texto, leen como sigue: “En la sección que trata del matrimonio de los extranjeros en Venezuela, además de modificaciones de redacción hechas con el propó­sito de aclarar y simplificar su articulado, citaremos la supresión del acto respetuoso que debía significarse a los representantes legales para poder el extranjero contraer matrimonio; exigir prueba fehaciente de soltería, viu­dez, o de divorcio y de su aptitud para contraer matrimonio según su ley nacional, o a falta de ésto, el mismo justificativo exigido en el Código vigente, requiriendo de los testigos la razón fundada o circunstanciada de su dicho; imponer a los testigos acerca de las disposiciones del Código Penal sobre declaraciones falsas, etc. Se han suprimido, en síntesis, una serie de formalidades inútiles, con las cuales únicamente se obstaculizaba el matri­monio" (Exposición d e Motivos y Proyecto d e Código Civil", Caracas, 1941, p. 14); y a la página 17 se agrega: "En virtud de haber quedado un solo impedimento im pediente, es muy reducido el número de sanciones civiles que aparecen en el Proyecto'.

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"1. El artículo que se deroga mantiene abierta la posi­bilidad de que quizás podrían dictarse leyes especiales y celebrarse tratados sobre celebración de matrimonio, que es institución de primordial orden público, posibilidad que no se compagina con preceptos que siempre han existido en el mismo Código vigente y también ya sancionados en el Proyecto que aquí se prepara.49 2. La existencia de ese artículo abre campo a que mediante leyes especiales o tratados, puedan autorizarse en Venezuela matrimonios entre extranjeros que infringan impedimentos establecidos por nuestras Leyes; o dar cabida' a impedimentos no admi­tidos por nosotros".50

11. La obligación de atender el mandato de la Ley venezolana, en su carácter de lex loci celebrationis, fue establecida expresa­mente por primera vez en el Código Civil del cuatro de julio de 1916: y, al reproducir el artículo décimo noveno del "Proyecto de Ley de Aplicación del Derecho Internacional Privado" del doctor pedro m a n u e l a r c a y a , el Legislador hizo la enumeración de los impedimentos de necesaria observancia, en el caso de matrimonios de extranjeros en Venezuela, de la manera siguiente:

"Artículo 132.— No se aplicará en Venezuela ninguna ley extranjera que permita el matrimonio:

1° A los ligados por matrimonio anterior no disuelto ni anulado.

2° A los varones menores de catorce años o a las hem­bras menores de doce.

3? A los que no estén en su juicio o a los entredichos por causa de demencia.

4° Entre ascendientes y descendientes, entre hermanos, o entre afines en línea recta.

49. La referencia es a los artículos 8 y 44 del Código Civil, numeración actual.50. BANCE, Juan Bautista. "Sobre matrimonio de venezolanos en país extranjero

y de extranjeros en Venezuela", BCCN, Año I, Mayo 1937, Número 4, pp. 28-29. Aun cuando el precepto fue suprimido por la Comisión Codificadora Nacional el d ieciséis d e abril d e 1937, los doctores ALFONSO CALATRAVA, JUAN PABLO PEREZ ALFONZO y GUILLERMO LOPEZ GALLEGOS apoyaron la propuesta por considerar inútil el precepto; y el doctor CARLOS MORALES para evitar la posibilidad de permitir matrimonios ante funcionarios extran­jeros que pudieran autorizarse por futuras leyes especiales o tratados, idea ésta también compartida por el doctor JUAN BAUTISTA BANCE (BCCN, Año I, Junio 1937, Número 5, p. 42).

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5° A los ministros de cualquier culto a quienes les prohiba el matrimonio su respectiva religión.

6° Entre el reo de homicidio ejecutado, frustrado o inten­tado contra uno de los cónyuges y el otro cónyuge.

7° A los que sufran de impotencia manifiesta y perma­nente o de enfermedad que, según la ley venezolana, sea impedimento para el matrimonio.

En consecuencia, ningún matrimonio podrá celebrarse en territorio venezolano existiendo los impedimentos que quedan enumerados, aunque lo autoricen las leyes perso­nales de ambos pretendientes".

La reforma fue enjuiciada críticamente por el doctor Ca r l o s f . g r isa n t i, quien recordó como un principio "plenamente estable­cido que el Derecho Internacional Privado excluye la eficacia extraterritorial de las leyes que colidan con las que protegen el orden público y las buenas costumbres en el país en que haya de aplicárselas"; y al examinar a la luz de tan indiscutible postu­lado los requisitos intrínsecos del matrimonio hizo las afirmaciones siguientes:

"Aunque la doctrina de Derecho Internacional Privado no fuese tan clara como es, las disposiciones del artícu­lo 132 no serían necesarias, porque ningún extranjero podría invocar su estatuto personal para contraer matri­monio en Venezuela con infracción de cualquiera de los impedimentos dirimentes enunciados, bastando a apartarlo de tan absurdo intento, si alguno fuese capaz de conce­birlo, el artículo 7° del Código vigente, que prohíbe se renuncien o se relajen por convenios particulares las leyes en cuya observancia están interesados el orden público o las buenas costumbres; y el artículo 8°, el cual estatuye

51. Precedente remoto se encuentra en el artículo 119 del Proyecto de Código Civil de 1869, relativo al matrimonio de los extranjeros en Venezuela, y cuyo segundo párrafo previno: "El matrimonio se celebrará con arreglo a las disposiciones de este Título; y no podrá contraerse, si respecto de él existen los impedimentos declarados en la sección segunda"; a saber los consagrados en los artículos del 68 al 89 que incluían todos los impedimentos, tanto dirimentes como impedientes ("El Federalista", Número 1.621, veintiuno de enero de 2869). Véase al respecto: PARRA-ARANGUREN, Gonzalo. "La Influencia del Matrimonio sobre la N acionalidad d e la Mujer en el Proyecto d e Código Civil Publicado en 1869", en "Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica Andrés Bello", Número 11, Año 1970, pp. 9-54.

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que "la autoridad de las leyes se extiende a todos los habitantes de la República, inclusos los extranjeros''.52

Los conceptos expresados por el doctor c a r l o s g r isa n t i encuen­tran franco apoyo en la doctrina patria de épocas anteriores. En efecto, el Licenciado l u is s a n o jo había sostenido:

"El matrimonio de los extranjeros debe celebrarse con arreglo a las disposiciones de este título; y no podrá con­traerse si respecto de él existen los impedimentos declara­dos en la Sección Tercera del mismo".83

Por su parte, el doctor r a f a e l Fern a n do s e i j a s , no obstante reconocer la competencia de la ley de la nacionalidad, sostuvo que los extranjeros "también estarán sujetos a las leyes de la República, en lo relativo a impedimentos dirimentes";54 y el doctor lo ren zo h er r er a Men doza hizo hincapié en la excepción fundada en el Derecho y el Orden público territorial, entendiéndose por "leyes de orden público todas aquellas que sirven de base a la existencia o perfeccionamiento de la sociedad y en cuya infrac­ción se lesiona directamente el interés general, no pudiendo apli­carse leyes extranjeras que la infrinjan, aunque sean invocadas como estatuto personal por un individuo extranjero".55 No obstante, agregó los siguientes comentarios:

" . . . l a idea de orden público es en cierto modo vaga, muy difícil de determinar en su extensión, precisándo­la con entera cabalidad. Es por esto que encontramos

52. GRISANTI, Carlos F. "Matrimonio d e los Extranjeros en Venezuela", en "Estu­d ios Jurídicos", Caracas, 1916, pp. 149-150.

53. SANOJO, op. cit., Tomo I, N9 145, p. 163. Adviértase, sin embargo, que la referencia incluye tanto los impedimentos dirimentes como los impedientes; y por tal motivo el doctor LORENZO HERRERA MENDOZA, en su Tesis de Grado, hizo el siguiente comentario: "Suponemos que esa opinión, comple­tamente contraria a la que ya hemos asentado (la de someter la capacidad matrimonial de los extranjeros a la ley de su nacionalidad), se debe a que el Código de 1873, comentado por aquél eminente compatriota, no contenía en su artículo 17 (actual artículo 26), la cláusula final que hemos citado y dejaba a la jurisprudencia amplia libertad de apreciación: pero después de promulgado el Código de 1896, donde la última Comisión Codificadora, compuesta de notables abogados venezolanos, incluyó tan plausible recono­cimiento de los principios internacionales, la resolución de este punto no da lugar a dudas" (op. cit., pp. 435-436).

54. SEIJAS, o d . cit., Tomo I, p. 523.55. HERRERA MENDOZA, Tesis, op. cit., p. 437.

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muchas respetables opiniones que la restringen conside­rablemente, y otras que ven en toda disposición, una ley de orden público. La cuestión más ardua de nuestra tesis será determinar cuáles son las condiciones intrínsecas exi­gidas para la existencia, para la validez o para la celebra­ción del matrimonio, que deben considerarse como leyes de orden público. El camino que debemos seguir, para obtener conclusiones aceptables es el examen de la mens legislatoris. Y si éste, para dictar una disposición ha tenido en miras el interés general de la sociedad, hemos de establecer que esa disposición es una ley de orden público y por lo tanto obligatoria para todos los habitantes del territorio nacional".56

De inmediato el doctor lo ren zo h err era Mendoza examina los diversos impedimentos establecidos por la legislación venezolana de la época, para concluir atribuyendo carácter de orden público a la incapacidad derivada de un vínculo anterior, al impedimento del ordenado in sacrís y a la incapacidad por razón de parentesco; y los cuales, por tanto, deben ser respetados por cualquier extran­jero que pretenda contraer matrimonio en el territorio de la República.57

Actitud asimilar es asumida por el doctor fr a n c isc o gerardo y a n e s : en principio declara aplicable la ley extranjera de la nacionalidad de los contrayentes, pero de inmediato señala que su funcionamiento debe ser suspendido "siempre que colida con alguna regla de orden público absoluto". En este sentido, con­sidera indiscutible que "no pueden casarse en Venezuela contra la regla que prohíbe la bigamia"; el plazo de viudez también "debe mirarse como de orden público absoluto" y de igual modo deben ser respetados los impedimentos dispensables, porque "el carácter prohibitivo de las reglas y luego su sanción penal, deter­minan la condición de leyes de orden público absoluto''.58

Dentro de la misma directriz el doctor r a m ó n a ltu v e admitió expresamente la excepción al funcionamiento de la ley extran­jera de la nacionalidad cuando fuera contraria al orden público o las buenas costumbres de nuestro país; y en materia matrimo-

56. HERRERA MENDOZA, Tesis, op. cit., pp. 437,438.57. HERRERA MENDOZA, Tesis op. cit., pp. 449-466.58. YANES, op. cit.. p. 92.

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ncrl sostuvo el necesario respeto por los extranjeros del impedimento proveniente de un vínculo anterior, la incapacidad del ordenado ín sacris, el impedimento derivado del parentesco, y la incapaci­dad fundamentada en el homicidio cometido o intentado en la persona de uno de los cónyuges.59

Por consiguiente, el examen de la doctrina patria anterior a 1916 permite establecer una conclusión indiscutible: no obstante la competencia de principio reconocida a la ley de la nacionali­dad, los extranjeros que pretendieran contraer matrimonio en Venezuela debían también respetar los impedimentos de "orden público absoluto" establecidos por la legislación venezolana; y la eventual discrepancia entre los autores se encontraba tan sólo en la determinación de cuales eran semejantes incapacidades: mientras el Licenciado l u is sa n o j o incluia todos los impedimentos, el doctor r a f a e l Fern a n do s e i j a s se limitaba a los dirimentes, y los doctores lo ren zo h err era Men doza , fr a n c isc o Gerardo y a n e s y r a m ó n a ltu v e 00 procedieron a examinar cada una de las inca­pacidades establecidas por la ley venezolana para decidir acerca de su necesaria aplicación al matrimonio de extranjeros en el territorio de la República.

En consecuencia, el Legislador de 1916 no realizó ninguna reforma sustancial sobre la materia, aun cuando, por su inter­vención, quedaron eliminadas las posibles discrepancias acerca del acatamiento de las incapacidades enumeradas en los siete incisos del artículo 132. Sin embargo, no puede concluirse que pretendiera consagrarse un numerus clausus, como tampoco parece haber perseguido semejante propósito la referencia genérica a los impedimentos dirimentes, hecha por el artículo 104 del actual Código Civil; y la interrogante acerca de si los impedimentos impedientes no dispensables consagrados por la legislación vene­zolana también funcionan el caso de matrimonios de extranjeros en Venezuela, debe ser respondida afirmativamente.

59. ALTUVE, op. cit., pp. 30-45.60. En este sentido: HERRERA MENDOZA, "N ociones..", en "Estudios. . . " , op.

cit., pp. 46-48. Por el contrario, el doctor JUAN MARIA ROUBIER sostiene: "Los llamados impedimentos im pedientes, son aquellos cuya violación no acarrea la nulidad del matrimonio, con respecto a ellos, no hay problemas y están fuera de la excepción de orden público internacional, pueden ser regulados por la ley personal del extranjero" (op. cit., p. 177).

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12... La legislación venezolana, en su carácter de lex loci cele- brationis, no sólo interviene para prohibir matrimonios permitidos por la ley de la nacionalidad de los contrayentes, según se permite por el artículo 38 del Código Bustamante en concordancia con el artículo 104 del Código Civil: también puede funcionar a los fines de permitir matrimonios prohibidos por la ley extranjera de la nacionalidad. Así ocurre en las hipótesis previstas por los artículos 105 y 106 del Código Civil; y, en general, cuando se trata de impedimentos que contraríen principios básicos y fundamen­tales del ordenamiento jurídico venezolano.

En consecuencia, la ley extranjera de la nacionalidad será descartada inexorablemente cuando se realicen los supuestos pre­vistos por el artículo 105 del Código Civil, que dispone:

"No se reconocerán en Venezuela los impedimentos del matrimonio establecidos por la Ley nacional del extranjero que pretenda contraerlo en Venezuela, cuando se funda­ren en diferencias de raza, rango o religión".

El precepto fue introducido en la reforma del cuatro de julio de 1916, y no hizo sino reproducir el artículo vigésimo del "Pro­yecto de Ley de Aplicación del Derecho Internacional Privado'', del doctor pedro Ma n u el a r c a y a ; siendo de recordar los comen­tarios explicativos del doctor c a r lo s f . g r is a n t i:

"Venezuela se rige por instituciones democráticas, es principio cardinal de su Derecho Público la igualdad de todos los ciudadanos; desde 1854, en que se abolió la esclayitud, no existen clases ante la ley: ahora bien, no hay autor de Derecho Internacional Privado que sostenga ser posible en algún caso la aplicación de una ley extran­jera cuando pugna con disposiciones constitucionales del país en que se la invoca. Cuanto a diferencia de religión, el matrimonio es en Venezuela, desde el l9 de enero de 1873, un contrato puramente civil, por completo ajeno a la con­fesión religiosa de los contrayentes, y éste es asimismo institución de orden público".61

La doctrinq patria es unánime en fundamentar el artículo 105 del Código Civil en consideraciones de orden público internado-

61. GRISANTI, op. cit., p. 152.

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nal; y en este sentido expresa el doctor l u is i . b a s t id a s : " su disposición está en la naturaleza de nuestras instituciones, por­que, consagradas en ellas la igualdad de condición jurídica de todos los hombres y la libertad religiosa, sería una contradicción que se reconociera validez a leyes extranjeras que crearan impe­dimentos al matrimonio, fundados en diferencia de raza, rango o religión. Este texto cobra hoy singular importancia frente a la llamada política racial, ideada y practicada por el actual Gobierno alemán".62

Por su parte, el doctor v icto r l u is g ra n a d illo recuerda que Venezuela "es un país democrático, donde la Constitución Nacio­nal garantiza la igualdad";83 el doctor Ca r l o s f e b r e s po bed a advierte: "se vela por el estatuto personal del extranjero en materia de matrimonio, pero se restringen al mismo tiempo los brotes de racismo o, en general, de injusta diferenciación huma­na'1;64 y al decir del doctor ju a n m a r ia r o u b ie r "en razón del carácter igualitario de nuestra legislación no se admiten los impe­dimentos establecidos en leyes extranjeras, que tengan por fun­damento diferencias de raza, rango o religión, esas son también materias que están comprendidas dentro del concepto de orden público internacional".85

El expreso pronunciamiento hecho por el Legislador en el artículo 105 del Código Civil no pretende agotar las hipótesis de intervención del orden público venezolano para impedir la aplicación de la ley extranjera, en principio competente por man­dato de nuestras normas de Derecho Internacional Privado; y necesariamente debe frustrarse su funcionamiento en cualquier otro caso en el cual el contenido de la ley extranjera competente contraríe los principios básicos y fundamentales de nuestro sis­tema jurídico.

A título de simple ejemplo podría señalarse que el impedi­mento fundado en la diversa nacionalidad de los contrayentes

62. BASTIDAS, op. cit., Tomo I, p. 87.63. GRANADILLO, op. cit, Tomo I, pp. 163-164.64. FEBRES POBEDA, Carlos "Breves Consideraciones acerca d e algunos puntos

d e Derecho Internacional Privado", Madrid, 1953, pp. 19-20.^5. ROUBIER, op. cit., p. 174.

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no aparece incluido expresamente en el artículo 105 del Código Civil; pero sin duda alguna semejante incapacidad matrimonial debe ser descartada en Venezuela por contrariar principios bási­cos y fundamentales de nuestra propia legislación.

13. La ley extranjera de la nacionalidad será también descar­tada en la hipótesis prevista por el artículo 106 del Código Civil, que dispone;

"No impide el matrimonio del extranjero en Venezuela la falta de permiso y del acto respetuoso que, como pre­vios, exija su Ley nacional, salvo que se trate del consen­timiento que, según ésta, debe obtenerse de los ascendientes, tutores u otros representantes legales en el caso de menores".

El funcionamiento de la anterior excepción impone decidir en forma previa quiénes deben ser considerados como "menores"; y de acuerdo con rich ard s . l o m ba r d existen varias alternativas: acudir a la ley extranjera de la nacionalidad, en vista del mandato consagrado por el artículo 26 del Código Civil; tomar en cuenta la edad de veintiún años establecida por el artículo 18 del mismo Código; o partir de las prescripciones del artículo 59 del Código Civil, que exige el consentimiento para los varones menores de veintiún años y para las mujeres menores de dieciocho.

richard s. l o m ba r d se inclina por ésta última solución, con fundamento en la finalidad del precepto, evidentemente dirigida a rechazar prohibiciones matrimoniales extranjeras que ofendan el orden público venezolano.66 Sin embargo, no parecen existir motivos razonables para frustrar el funcionamiento de las normas venezolanas de Derecho Internacional Privado, que ordenan apli­car la ley de la nacionalidad en materias referentes al estado y capacidad de las personas: el consentimiento paterno representa, respecto de los menores, una medida tendiente a su protección, es decir, persigue el mismo objetivo que las reglas a través de las cuales fija la mayoría de edad. Por tanto, ambos aspectos deben ser resueltos de manera uniforme, a saber, por la ley de

66. LOMBARD, Richard S. "Ameiican-Venezuelan Prívate International Law", New York, 1965, nota 132, p. 41.

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la nacionalidad del contrayente, de acuerdo con lo dispuesto por las normas venezolanas de Derecho Internacional Privado.

En este sentido parece orientarse el doctor lo ren zo h err era Mendoza cuando afirma:

"Supongamos que se propone contraer matrimonio en Venezuela, con una venezolana, un joven extranjero, de veintiún años cumplidos y perteneciente a una Nación cuya ley exige a sus nacionales, bajo sanción de nulidad que obtengan el consentimiento de ascendientes mientras no hayan cumplido veintitrés años. En tal supuesto, por aca­tamiento a la extraterritorialidad del estatuto personal res­pectivo, se le impide a ese joven que realice el enlace, si no se cumple el requisito, o mientras no llegue a la mayoridad matrimonial, conforme a la ley de su país, que es la competente según las normas de conexión con­tenidas en los artículos 26 y 106 del Código Civil venezolano. Un impedimento semejante lo hay en Venezuela para los venezolanos, aunque sólo hasta los veintiún años y única- camente con el carácter de exigencia impediente, no din- mente. Es lógico que aquél estatuto extranjero alcance a sus súbditos que estén en Venezuela".67

14. Históricamente el artículo 106 fue incorporado en la reforma del Código Civil de 1916, cuando el Legislador se limitó a repro­ducir el artículo vigésimo primero del "Proyecto de Ley de Apli­cación del Derecho Internacional Privado" del doctor pedro Ma n u el a r c a y a . Sin embargo, la fórmula originaria era más amplia y susceptible de provocar controversias interpretativas, por cuanto fue dispuesto:

"No será obstáculo para el matrimonio del extranjero en Venezuela la falta del permiso y del acto respetuoso que como previos exija su ley nacional, salvo que se

67. HERRERA RENDOZA, "A nulabilídad . . en "Estudios.. op. cit., pp. 293-294. De inmediato agrega: "pero la extraterritorialidad del impedimento citado no puede tener aquí más efecto y sanción que los que tendría la infracción del aludido texto venezolano por un joven compatriota nuestro, en caso análogo. En definitiva, si el matrimonio de aquél extranjero con una vene­zolana se celebró no obstante el incumplimiento del requisito de fondo exigido por su ley nacional, tal matrimonio debe ser considerado válido por los tribunales venezolanos (Salvando, claro está, los casos en que sea impre- termitible la aplicación de la norma contenida en el Código Bustamante, por el deber que tenemos de ser fieles a nuestros compromisos internacionales)".

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trate del consentimiento que, según ella, debe obtenerse de los ascendientes, tutores u otros representantes legales, o del acto respetuoso que debe significarse a los mismos".

Según destaca el doctor l u is i . b a st id a s el artículo "contiene una oscuridad o complicación que debe esclarecerse"; y a tales fines agrega:

"Un examen atento del texto copiado últimamente, revela que se prevén los siguientes casos: permiso que ha de obtener el contrayente, siendo mayor; consentimiento de los representantes de éste siendo menor; y acto respetuoso que el contrayente mayor o menor debe efectuar. De aquí resulta que son distintas las personas que deben prestar consentimiento y a quienes el contrayente debe rendir homenaje, según la última parte de la disposición, de las personas cuyo permiso se requiere y a quienes el contra­yente aún mayor debe el homenaje, según la primera parte. Estas personas generalmente serán autoridades pú­blicas. Ejemplo de tal requisito sería la disposición segun­da del artículo 69 del Código Italiano, según la cual, para la validez de los matrimonios de los príncipes y de las princesas reales, se requiere el asentimiento del Rey".

En consecuencia, el doctor l u is i . b a st id a s señala los objetivos de la reforma en los términos siguientes:

"En dicho artículo se declara que no serán cumplidas en Venezuela las leyes extranjeras que establezcan el permiso y el acto respetuoso a que se contrae la primera parte de ese artículo; pero deja subsistente el requisito y el acto respetuoso a que se contrae la segunda parte del propio artículo, sea el contrayente mayor o menor. Los actuales revisores, como los del año 30, consideraron que no sólo los primeros requisitos, sino también los últimos, son contrarios a los principios democráticos de nuestras instituciones, y proscribieron unos y otros, tal como aparece en el preinserto artículo 104 del Proyecto (ac­tual 106), artículo que en este punto no reconoce valor a la ley extranjera sino en cuanto establezca el requisito del consentimiento que de sus ascendientes, tutores u otros representantes legales, deban obtener los menores para contraer matrimonio".68

68. BASTIDAS, op. cit., Tomo I, pp. 86-87.

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Las anteriores afirmaciones no representan nada novedoso; y a pesar de la ausencia de un precepto expreso sobre la materia en el Código Civil de 1897, ninguna duda tuvo el doctor lo ren zo h err era Mendoza para sostener la validez de los siguientes conceptos:

"Podría presentarse el caso de la no aplicación de la ley extranjera que exige el consentimiento de ciertas per­sonas o corporaciones por ser ella contraria al orden pú­blico territorial en la Nación en que el acto vá a cele­brarse. Veamos un ejemplo: En casi todos los países monárquicos se exige para el matrimonio de los indivi­duos de la familia real el consentimiento del soberano, y en algunos, como España, es necesario, además, la apro­bación del Cuerpo Legislativo. No pudiendo exigirse estos requisitos en los países que, como Venezuela, no admiten desigualdad de condición entre las personas por razón de la nobleza, si fuera a casarse en territorio venezolano un Infante de la Casa Real de Asturias, su capacidad se regirá por las leyes de España, más no por esa ley espe­cial sino por las leyes generales dictadas para todos sus súbditos, y por consiguiente podría contraer matrimonio sin el consentimiento de su Rey y sin la aprobación de las Cortes españolas".69

Consideraciones de orden público internacional, expresadas en la defensa de los principios democráticos de nuestro país, constituyen también el fundamento del artículo 106 del Código Civil para el doctor v i c t o r lu is g r a n a d i l l o ;70 pero según el doctor ju a n m a r ia r o u b ie r el permiso o acto respetuoso que pue­da exigirse a personas mayores de edad por una ley extranjera representa "una simple cuestión de forma", sometida, por tanto, a la lex loci celebrationis.71

III. LOS REQUISITOS DE FORMA DEL MATRIMONIO CELEBRADO EN VENEZUELA

15. La validez formal del matrimonio depende de la lex loci celebrationis: así lo dispone el artículo 41 del Código Bustamante,

69. HERRERA MENDOZA, Tesis, op. cit., p. 448.70. GRANADILLO, op. cit., Tomo I, p. 164.71. ROUBIER, op. cit., p. 174.

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que no fue objeto de reserva por Venezuela;72 siendo de advertir que la posibilidad de cumplir con la ley personal de ambos contrayentes, prevista por el artículo 42 ejusdem, no puede fun­cionar en nuestro país porque la legislación venezolana no reco­noce la validez de los matrimonios contraídos ante los funciona­rios diplomáticos o agentes consulares.T3

16. La competencia de la ley venezolana del lugar de la cele­bración, con carácter obligatorio, aparece también establecida por nuestras normas de Derecho Internacional Privado aun cuando no existe un precepto expreso que así lo disponga. Sin embargo, conforme al artículo 108 del Código Civil "el extranjero no puede contraer válidamente matrimonio en Venezuela sino ante el com­petente funcionario venezolano o ante las personas a que se refiere el artículo 98 74 y llenando todas las formalidades pautadas por la Ley venezolana, sin que puedan exigírsele otras especia­les"; y, por otra parte, son de recordar los términos categóricos del artículo 44 del mismo Código Civil, cuando previene que "la ley no reconoce otro matrimonio contraído en Venezuela sino

72. El segundo párrafo del artículo 41 agrega: "Sin embargo, los Estados cuya legislación exija una ceremonia religiosa, podrán negar validez a los matri­monios contraídos por sus nacionales en el extranjero sin observar esa forma”. La facultad así reconocida carece de trascedencia para Venezuela.

73. Problema distinto, generalmente resuelto en forma afirmativa, es el referente a la validez del matrimonio en el país de la nacionalidad de los contrayentes.

74. El artículo 98 del Código Civil, en su primer párrafo, dispone: "Cuando en el caso referido de artículo de muerte no fuere fácil e inmediata la concu­rrencia de alguno de los funcionarios autorizados por el artículo 82 para presenciar el matrimonio, éste podrá celebrarse también en presencia de tres personas, varones, mayores de veintiún años, que no estén ligadas con ninguno de los contrayentes por parentesco dentro del cuarto grado de con­sanguinidad o segundo de afinidad, siempre que una de ellas, por lo menos, sepa leer y escribir". En el mismo sentido previene el artículo 101 ejusdem : "Los Jefes de Cuerpos Militares en campaña, podrán también autorizar el matrimonio en artículo de muerte de los individuos pertenecientes a cuerpos sometidos a su mando. Los Comandantes de buques de guerra y los Capi­tanes de buques mercantes, podrán ejercer análogas funciones en los matri­monios que se celebren a bordo en caso de artículo de muerte. Unos y otros se sujetarán a las prescripciones del presente Capítulo". Por su parte, el artículo 82 del mismo Código dispone: "El matrimonio se celebrará ante uno cualquiera de los siguientes funcionarios: Primera Autoridad Civil de la Parroquia o Municipio, Presidente de la Junta Comunal, Juez de la Parroquia o Municipio, Jefe Civil del Distrito o Presidente del Concejo Municipal. En todos los casos, el acto se verificará en presencia de dos testigos, y quien lo autorice deberá estar asistido de su Secretario, si lo tuviere, o de uno que nombrare al efecto".

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el que se reglamenta por el presente Título, siendo el único que producirá efectos legales, tánto respecto de las personas como respecto de los bienes".

La primera parte del artículo 108 del Código Civil fue incluida en 1916; y en esa oportunidad el Legislador se limitó a reprodu­cir la parte pertinente del artículo vigésimo tercero del "Proyecto de Ley de Aplicación del Derecho Internacional Privado" del doctor PEDRO MANUEL ARCA YA.

La innovación fue calificada como beneficiosa por el doctor Ce l e st in o fa r r e r a , por cuanto eliminó todos los reclamos y con­troversias: a su entender, la falta de norma expresa sobre el particular permitía "que se suscitasen algunas dudas sobre si debía o no producir efectos civiles en la República el matrimonio celebrado en territorio venezolano ante el funcionario competente de un país extranjero, conforme a las leyes de ese país, esto es, en Legaciones o Consulados de Naciones amigas autorizados por sus respectivas legislaciones para presenciar dichos actos y cuya celebración se hubiese efectuado con las formalidades prescritas en las mismas".75

Dentro d e la misma directriz expresa el doctor Flo ren c io

RAMIREZ:

" . . . con esta previsión el Legislador se muestra explí­cito en el sentido de que ese matrimonio, de ser celebrado ante un funcionario del país del contrayente, por más que lo autorice su ley nacional, no puede producir efecto algu­no en Venezuela, vale decir, es inexistente; pues, lo contra­rio sería renunciar a la jurisdicción venezolana, en otras palabras, a la soberanía nacional. Consecuencia de ello es que el extranjero, para contraer matrimonio, debe ple­garse a todas las formalidades de la ley venezolana, ya que si así no fuera, estaría en mejores condiciones que los venezolanos, contra el principio constitucional de que los derechos y deberes de los extranjeros en ningún caso serán mayores que los de los venezolanos".76

Conceptos menos favorables fueron expuestos por el doctor c a r lo s f . g r is a n t i, quien sostuvo:

75. FARRERA, "E studio ..." , art. cit., pp. 31-32.76. RAMIREZ, op. cit., Tomo I, p. 154.

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"La reforma es absolutamente innecesaria, en razón de que el artículo 67 dejó establecido: "La ley no reconoce otro matrimonio contraído en Venezuela sino el que se reglamenta por el presente título" (el V del libro primero), "siendo el único que producirá efectos legales, tanto res­pecto de las personas como respecto de los bienes". Y si algún agente diplomático o consular extranjero se arro­gase atribuciones de funcionario del estado civil presen­ciando matrimonios de sus nacionales para que surtiesen efecto en Venezuela, causaría lesión a la soberanía na­cional. Pero ésto no es posible, porque la República logró hace ya bastantes años, el reconocimiento práctico de su derecho positivo en la materia".7,7

17. Ahora bien, los antecedentes históricos del artículo 67, trans­crito por el doctor c a r lo s f . g r isa n t i para fundamentar su opi­nión, se remontan al Decreto Ley sobre Esponsales y Matrimonio Civil del primero de enero de 1873, cuyo artículo décimo dispuso:

"Sólo el matrimonio que se celebrare con arreglo a las disposiciones de esta Ley será válido y el único que producirá efectos legales con respecto a las personas y bienes de los contrayentes y de sus descendientes".

A partir de entonces, el mandato ha sido reiterado en todas las posteriores reformas legislativas; y el Licenciado l u is s a n o jo , al comentar el Código Civil de 1873, sostuvo en términos categó­ricos: ''no será válido el matrimonio de extranjeros celebrado ante el Agente diplomático o consular de su país, aun cuando por las leyes del mismo tengan estos funcionarios la atribución de presenciarlo.78

No obstante la promulgación de los nuevos preceptos, muy poco tiempo después el Encargado de Negocios de Holanda, luego de aplaudir la reforma legislativa "como progreso que satisfacía una necesidad ya urgente", recordó al Ministerio de Relaciones Exteriores sus facultades para "registrar los actos del estado civil"; y, por tanto, le hizo saber "que los súbditos neerlandeses aquí residentes tendrían a su disposición dos medios de hacer constar aquellos'.

77. GRISANTI, art. cit., pp. 153-158.78. SANOJO, op. cit., Tomo I, N9 145, p. 163.

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Aun cuando semejante pretensión fue rechazada por el Go­bierno, los Agentes extranjeros continuaron celebrando matrimo­nios entre sus nacionales de acuerdo con sus respectivas leyes; y a fin de formarse concepto sobre semejante proceder, la Can­cillería encomendó el estudio del asunto a una Comisión "com­puesta de tres abogados respetables": el treinta de octubre de 1879 fue rendido el correspondiente Informe; y en primer término sostuvo la comisión:

" . . . e n general es válido el matrimonio celebrado entre extranjeros de una misma nacionalidad ante su respectivo Agente Diplomático y conforme a la Legislación del País a que pertenezcan; porque tal es la doctrina corriente del Derecho Internacional Privado, y porque así se desprende de varias disposiciones de nuestra propia legislación, sin que obste el dicho artículo 69, que no ha tenido por objeto hacer alteración en los principios de aquél derecho inte- nacional.79 En tal caso, para la celebración del matrimonio eclesiástico bastaría, en nuestro sentir, que se hiciese inser­tar, en los registros del estado civil, copia auténtica del acta matrimonial, autorizada por el respectivo agente diplo­mático, y vertida al castellano, si no estuviese en este idioma".80

Sin embargo la Comisión también agregó:

" . . .no creemos que pueda aceptarse la validez de aque­llos matrimonios en que alguno de los contrayentes fuere venezolano, porque faltando, como falta entonces, la com­petencia en el Agente Diplomático, el acto es radicalmente nulo”.81

Luego de haberse referido a la controversia con el Encar- grado de Negocios de Holanda, en 1873, el doctor ju l ia n v iso concluyó su Exposición al Congreso en los términos siguientes:

79. El artículo 69 del Código Civil de 1873 reprodujo el artículo décim o del Decreto Ley del primero de enero de 1873.

80. MMRE 1880, "Exposición Preliminar", "Cuestión d e validez del Matrimo­nio celebrado en Venezuela sin observancia d e la Ley d e la Materia", pp. XXX-XXXI.

81. MMRE 1880, "Exposición Preliminar", "Cuestión d e validez del Matrimonio celebrado en V enezuela sin observancia d e la Ley d e la Materia", p. XXXI. De seguida añade: "Se pasó el asunto al Ministerio de Relaciones Interiores, con el dictamente de los abogados, como de su competencia. Qué resolución se haya tomado, no consta aún en el expediente".

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"Cuando sólo se conocía entre nosotros el matrimonio eclesiástico, era concebible la repugnancia de los adictos a otros cultos a someterse a él; más, desde que, prescin- diéndose de la parte religiosa, se adoptó un sistema uni­forme para la celebración del contrato civil, vino a tierra el obstáculo, y hoy no existe motivo alguno que justifique la falta de cumplimiento de la Ley. Lo que sí conviene es que la Legistura fije el sentido de ella en términos ine­quívocos, de modo que los extranjeros conozcan la situa­ción legal, y los tribunales no duden al decidir los casos ocurrentes".82

Como es costumbre, el Congreso de la República nada dis­puso sobré el pedimento: y el Canciller, doctor pedro jó s e sa a v ed r a , en la Memoria que presentara el veinte d e febrero d e 1881, le hizo nuevas observaciones, al mismo tiempo que le informó acerca del matrimonio contraído en forma civil, tanto por los Encargados de Negocios de Italia y Bélgica como por la hija del Ministro Resi­dente de su Magestad Británica. En consecuencia, agregó el siguiente párrafo:

"Si tales personas caracterizadas no hubiesen creído in­dispensable someterse a las leyes nacionales para dar validez en el país a las uniones contraídas; claro es que habrían preferido proceder a ellas en las Legaciones de las respectivas Potencias, tanto más cuanto su categoría diplomática habría podido prestar algún apoyo a la opi­nión adversa".83

En última instancia el Ministro de Relaciones Exteriores concluyó:

"Parece pues, en mérito de las observaciones hechas, que ni es dable prescindir a la observancia de la espe­cífica Ley de 1873, ni de las disposiciones de los artícu­los 69 y 124 del Código Civil, antes deben sostenerse como las más arregladas a la naturaleza de la autoridad, las que más se avienen con el respeto a las atribuciones sobe­ranas de la República; las, por su uniformidad, menos susceptibles de ■ abusos, y las que ofrecen a los mismos

82. MMRE 1880, "Exposición Preliminar", ''Cuestión d e validez d el Matrimonio ce le ­brado en V enezuela sin observancia d e la Ley d e la Materia", p. XXXIV-XXXV.

83. MMRE 1881, "Exposición Preliminar“, "Cuestión d e Validez del Matrimonio C elebrado en V enezuela sin observancia de Ley de la Materia", p. VIII.

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extranjeros mayor número de ventajas con haber remo­vido toda clase de estorbos a sus uniones legales".84

Aun cuando la escaramuza diplomática con las Representa­ciones Extranjeras no condujo al expreso reconocimiento del derecho que correspondía a Venezuela, en la práctica cesaron los abusos; y, con fundamento en el mencionado artículo del Código Civil, la doctrina patria fue unánime en rechazar la validez, desde el punto de vista venezolano, de los matrimonios concluidos en Embajadas y Consulados Extranjeros.

A este respecto el doctor a n ib a l d o m in ic i sostuvo en términos categóricos:

"No es válido en Venezuela el matrimonio celebrado por dos personas de la misma nacionalidad ante el Cónsul o Agente diplomático de su país. Según el artículo 63, la ley no reconoce otro matrimonio contraído en Venezuela sino el que se celebra conforme al Título IV de este libro. La ficción de la extraterritorialidad, de que gozan las casas de los Ministros públicos extranjeros, no se extiende hasta el punto de que puedan celebrarse en ellas actos civiles con efectos legales en Venezuela. El matrimonio celebrado en esos lugares no valdrá, pues, sino respecto del país al cual pertenecen los extranjeros contrayentes".86

Idénticos conceptos fueron defendidos por el doctor lo ren zo h err era Men d o z a : "la ficción de la extraterritorialidad de la casa de la Legación, imaginada por el Derecho de Gentes para asegu­rara a los Ministros Públicos extranjeros y a las personas de su comitiva la inmunidad de la jurisdicción civil y criminal, no tiene relación alguna con la competencia que las leyes de algunos Estados confieren a sus representantes en el extranjero para reci­bir (léase: actos) del estado civil de sus nacionales, y especial­mente, para celebrar sus matrimonios". Por tanto, concluyó: "las

84. MMRE 1881, "Exposición Preliminar", "Cuestión d e V alidez d el Matrimonio celebrado en V enezuela sin observancia d e la Ley d e la M ateria", p. XXII-XXIII. No obstante, agregó: "Lo más que podría hacerse para guardar consecuencia, es adoptar la legislación francesa, italiana y prusiana, en cuanto exigen prueba al extranjero, cuando trata de casarse, de que las leyes de su patria no se lo impiden; así como el Código requiere de los venezolanos que, al desposarse en otra Nación, no infrinjan las leyes patrias*'.

85. DOMINICI, op. cit., Tomo I, p. 190.

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leyes de Venezuela pueden, como en efecto lo hacen, desconocer esos matrimonios, declarándolos nulos y de ningún efecto legal";86 pero también hizo la siguiente advertencia previa:

"Es verdad que no tenemos jurisprudencia sobre este particular, porque hasta el presente no han conocido los tribunales venezolanos de ningún juicio en que se haya suscitado la controversia sobre la nulidad o validez de matrimonios celebrados por Ministros Diplomáticos o Cón­sules extranjeros; pero éstos, no sólo se han abstenido de asumir el cargo de oficial civil en la celebración de matri­monios entre nacionales del país que representan, sino que varios representantes diplomáticos y personas de su acompañamiento, no obstante estar respaldados con el beneficio de la extraterritorialidad, han celebrado sus pro­pios matrimonios ante el Presidente del Concejo Municipal, llenando así las formalidades establecidas por las leyes venezolanas".87

El propio artículo 63 del Código Civil de 1904 sirvió al doctor fr a n c isc o Gerardo y a n e s para rechazar la solución, "conforme a los principios", que permitiría a los extranjeros casarse ante sus Agentes Diplomáticos o consulares de acuerdo con su ley nacio­nal;88 y fue también esgrimido por el doctor r a m ó n a ltu v e como fundamento para considerarlos nulos y sin ningún efecto, siendo de advertir que la ficción de la extraterritorialidad "tiene por único objeto garantizar a los Ministros públicos extranjeros la inviolabilidad de su persona y del archivo, sin lo cual sería impo­sible el desempeño de sus delicadas funciones; y de ningún modo darles atribuciones que no tienen relación con la naturaleza del cargo".89

No obstante la unanimidad de la doctrina patria y el indis­cutible apoyo de la jurisprudencia administrativa, el criterio con­trario fue sostenido como válido en acreditadas revistas extran­jeras; y en la "Revue de Droit international privé et d e Droit pénal international" correspondiente a 1905, fer n a n d daguin había afir­mado sin ninguna reserva: "El extranjero que pretenda contraer

86. HERRERA MENDOZA, Tesis, pp. 507-508.87. HERRERA MENDOZA, Tesis, pp. 503-504.88. YANES, op. cit., p. 111.89. ALTUVE, op. cit., pp. 61-63.

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matrimonio puede hacerlo recurriendo, bien a su cónsul, bien al funcionario público competente; pero la autoridad consular o local debe rechazar su concurso en tanto que el interesado no haya demostrado ante el luez de Primera Instancia que es soltero, viudo o divorciado".90

Después de la incorporación en el Código Civil de la parte pertinente del actual artículo 108, que tuvo lugar en la reforma de 1916, los autores venezolanos encontraron un nuevo funda­mento para rechazar la validez de los matrimonios contraídos en Embajadas o Consulados extranjeros acreditados en la República: sólo a título enunciativo cabe recordar las afirmaciones hechas por PABLO RUGGIERI PARRA,91 FLORENCIO RAMIREZ,92 CARLOS FEBRES POBEDA,93 RICHARD S. LOMBARD,94 DANIEL GUERRA IÑIGUEZ,95 FRANCISCO LOPEZ HERRERA 96 y JUAN MARIA ROUBIER.97

Por otra parte, es de señalar la importancia reconocida al asunto en los trabajos de la Comisión Codificadora Nacional; y el dieciséis de abril de 1937, cuando fue suprimido el artículo 127 del Código Civil de 1922, que prescribía la aplicación preferente de las leyes especiales y de los tratados, el doctor Ca r l o s m o r a l e s justificó su voto favorable en los términos siguientes:

"Con el propósito de evitar que en lo futuro leyes espe­ciales o tratados puedan autorizar a funcionarios extran­jeros para presenciar el matrimonio de sus connacionales en Venezuela, facilitando así eludir el cumplimiento de la Ley venezolana".98

90. DAGUIN, Fernand. "Les éíraugers au Venezuela", en "Revue de Droíf íníer- national privé eí de Droif pen al international", Año 1905, p. 281.

91. RUGGIERI PARRA, Pablo. "La lotm a de los actos", en "Revista del Centro de Estudiantes de Derecho", Número 1, octubre de 1934, p. 4.

92. RAMIREZ, op. cit., Tomo I, pp. 151-152: Al respecto expresa: " . . .e s e matri­monio, de .ser celebrado ante un funcionario del País del contrayente, por más que lo autorice su ley nacional, no puede producir efecto alguno en Venezuela, vale decir, es inexistente; pues lo contrario sería renunciar a la jurisdicción venezolana, en otras palabras, a la soberanía nacional".

93. FEBRES POBEDA, op. cit., pp. 97-98.94. LOMBARD, op. cit., p. 38.95. GUERRA IÑIGUEZ, op. cit., Tomo II, pp. 92-93.96. LOPEZ HERRERA, op. cit., Np 50, p. 273.97. ROUBIER, op. cit., pp. 169-170.98. BCCN, Año I, Número 5, Junio 1937, p. 42.

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Aun cuando la mayoría de los miembros de la Comisión Codi­ficadora parece haberse inspirado en razones distintas," el fun­damento antes transcrito encontró apoyo en los comentarios del doctor ju a n b a u t i s t a b a n c e ,100 quien hizo expreso recordatorio del criterio concordante del doctor C e le s t in o f a r r e r a .101

18. No obstante la unanimidad de criterio existente en la doctrina y en la jurisprudencia venezolana, es preciso reconocer la espo­rádica celebración, en tiempos posteriores, de matrimonios ante Agentes Diplomáticos o Consulados extranjeros en el territorio de la República, a pesar de su invalidez conforme a nuestro sistema jurídico.

En efecto, el asunto fue objeto de exhaustivo análisis por el doctor sil v e s t r e to v a r la n g e en un artículo de veintisiete de mayo de 1947, a la luz de los acontecimientos históricos venezolanos y desde una perspectiva doctrinaria: el estudio monográfico apa­reció precedido de una noticia publicada en la Sección "Sociales y Personales" del diario "El Universal" , correspondiente a un día de 1945, relativa a un matrimonio celebrado en una Embajada extranjera, "recibiendo ambos contrayentes numerosas felicitacio­nes"; y luego de exponer los diversos argumentos contrarios a semejante proceder sostuvo la siguiente conclusión:

" . . .considero que, aunque las leyes y decretos del país que representen permitan a los funcionarios diplomáticos celebrar matrimonios en la sede de su residencia diplo­mática, deben abstenerse de tal práctica en Venezuela aún para celebrar aquellos matrimonios en que los con­trayentes sean ambos nacionales del país del funcionario diplomático; lo contrario sería entrar en conflicto con las leyes venezolanas sobre la materia. La celebración de estos matrimonios podría dar origen a una justa reclama­

99. Los doctores ALONSO CALATRAVA, JUAN PABLO PEREZ ALFONZO y GUILLERMO LOPEZ GALLEGOS hicieron constar que su voto favorable a la supresión se fundamentaba "en que es una disposición que efectivamente huelga y porque consideran que aún no existiendo la aludida disposición pueden siempre ser celebrados. Tratados que estatuyan reglas especiales sobre la materia" (BCCN, Año I, Número 5, Junio 19378, p. 42).

100. BANCE, Juan Bautista. "Sobre matrimonio d e venezolanos en p a ís extranjero y d e extranjeros en Venezuela", BCCN, Año I, Número 4, Mayo 1937, p. 29.

101. FARRERA, Celestino. "Anotaciones a cerca d el Capítulo Vil, Título V, Libro 19 del Código Civil", BCCN, Año I, Número 4, Mayo 1937, p. 26.

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ción por parte del Gobierno de Venezuela, como acto contrario a la Soberanía Nacional, por violación en su territorio de una ley expresa y en consecuencia ser con­siderado como acto inamistoso".102

En época más reciente ocurrió un acontecimiento similar: en veintinueve de marzo de 1973 apareció publicado en el diario "El Universal" un "Edicto Matrimonial", suscrito por el Cónsul General de Costa Rica en Caracas, m a r g a r it a de c o r t e s , a los fines de hacer público la proyectada’ unión entre los súbditos costarricenses o sw a l d o p e s s o a calderó n y la estudiante ir isk a

ACOSTA LOPEZ.

Algunos meses más tarde, en ocho de septiembre de 1973, el Ministerio de Relaciones Exteriores, a través de la Dirección de Relaciones Consulares, se dirigió por Circular N° DRC-406-a-8888, a las Honorables Misiones Diplomáticas acreditadas en el país con el objeto de trasmitirle la siguiente información:

" . . .qu e el Código Civil de la República, vigente desde el l9 de octubre de 1942, señala taxativamente en los artículos 82, 98 y 101, los funcionarios u otras personas que pueden autorizar matrimonios civiles en Venezuela. Ni en la nómina de funcionarios competentes, ni entre las personas naturales que, por excepción, pueden autorizar un matrimonio, figuran los representantes diplomáticos o consulares acreditados en el país. Por tanto, todos los matrimonios civiles que se realicen en el territorio nacional, bien de venezolanos o de extranjeros, deben someterse a las formas y solemnidades de la Ley venezolana y cele­brarse por ante el funcionario o persona competente. Esa obligación nace de las disposiciones contenidas en los artículos 44 y 108 ejusdem, normas territoriales que des­arrollan el principio locus regit actum previsto en el artícu­lo 11 del mismo Código. Como consecuencia de esa exigencia, la Ley no reconoce el matrimonio que se celebre ante el funcionario diplomático o consular extranjero, por cuanto el principio señalado es de forzoza aplicación en la República".103

102. TOVAR LANGE, Silvestre. "Los matrimonios celebrad os en Em bajadas, L ega­ciones o Consulados”, en "Revista d el C olegio d e A bogados d el Distrito Federal", Número 49, mayo-diciembre de 1947, pp. 50-51.

103. "El Libro Amarillo", Año 1973, "Documentos”, p. 718. Como es costumbre, la comunicación concluyó con el siguiente párrafo: "El Ministerio de Rela­

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IV. LAS CONDICIONES DE FONDO DEL MATRIMONIO CELEBRADO EN EL EXTRANJERO

49. De acuerdo con los artículos 36, 38 y 48 del Código Busta- mante, que no fueron objeto de reserva por Venezuela, la vali­dez intrínseca de los matrimonios contraídos fuera del territorio de la República depende del cumplimiento acumulativo de la ley personal de los futuros cónyuges —en nuestro país bajo la forma de la nacionalidad— y de la lex loci celebrationis.

Así se desprende de su interpretación literal; y no parece que puedan hacerse distingos entre contrayentes venezolanos y extran­jeros. Al decir del Dr. lo ren zo h err era m en d o z a estaríamos en pre­sencia de una de "las reglas cardinales de la comunidad inter­nacional, para regir la contratación del matrimonio y la validez o anulación del mismo, cuanto a sus requisitos intrínsecos, a fin de lograr soluciones universales y evitar criterios locales diver­gentes y decisiones arbitrarias de la jurisprudencia"; y de seguida agrega:

"La • celebración del matrimonio no debe permitírsele a ninguna persona si no es capaz para ello, y al efecto, ha de requerirse que no exista impedimento que obstaculice la creación del vínculo, en una cualquiera de estas dos legislaciones, acumulativamente aplicadas: a ) la que rige su estatuto personal; y b ) la del país donde se intente efectuar la celebración; pero sólo cuanto a los impedimentos no dispensables que esta última establezca".104

ciones Exteriores hace propicia la ocasión para renovar a las Honorables Misiones Diplomáticas acreditadas en Venezuela, las seguridades de su más alta y distinguida consideración". Por lo demás, los conceptos trans­critos habían sido ya formulados en la Circular Dispositiva N9 DRC-4 del primero d e marzo de 1973, dirigida a todas las Representaciones Diplomá­ticas y Consulares de Venezuela en el exterior (Véase luego el número 26 de este trabajo).

104. HERRERA MENDOZA, Lorenzo. "La Disolución del Matrimonio por la Muerte Presunta d el Ausente", en "Estudios. . . " , op. cit„ p. 386. Dos años antes, en sus "Anotaciones sobre la Anulabilidad d e Matrimonios Extranjeros", había afirmado: "En Venezuela nada se ha escrito sobre el particular. Y entre los muy pocos escritores que abordan el tema, pero sin investigarlo a fondo... dan al problema igual respuesta: ellos expresan que el pronun­ciamiento sobre la admisibilidad de la acción de nulidad del matrimonio compete al sistema jurídico positivo que estaba llamado a pronunciarse sobre el requisito o impedimento antes de la celebración; sistema que, en principio, es el estatuido en la ley nacional de cada contrayente; pero

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La aplicación acumulativa de la Ley de la nacionalidad y de la lex loci celebrationis, para regular la validez intrínseca de los matrimonios contraídos fuera de la República, de acuerdo con los artículos 36 y 38 del Código Bustamante, ha sido también afirmada en términos categóricos por r ic h a r d s. lo m b a r d ,-105 y parece desprenderse igualmente de las enseñanzas del doctor JUAN MARIA ROUBIER.108

Lógica consecuencia de semejante premisa es el principio, establecido de inmediato por el doctor lo ren zo h er r er a Mendoza cuando agrega:

"Si el matrimonio está ya celebrado válidamente, de conformidad con la regla que precede, tendrá plena efi­cacia extraterritorial en todas partes. Ningún tercer Esta­do, bajo ningún pretexto, podrá desconocer su validez, porque carece de jurisdicción para destruir lo amparado por las soberanías competentes y por el Derecho Inter­nacional".107

El vigoroso entusiasmo de la afirmación anterior encuentra, sin embargo, un necesario correctivo en la imprescindible defensa de los principios básicos y fundamentales del propio ordenamiento jurídico; y el reconocimiento del matrimonio contraído en el extran­jero, con respeto de la lex loci celebrationis y de la ley de la nacionalidad de los contrayentes, puede verse interferido por la existencia de impedimentos insubsanables consagrados por la lex fori.

Dentro de esta directriz se orienta claramente el artículo 41 del Código Bustamante cuando dispone:

"Los Estados contratantes no quedan obligados a reco­nocer el matrimonio celebrado en cualquiera de ellos, por sus nacionales o por extranjeros, que contraría sus dispo­siciones relativas a la necesidad de la disolución de un matrimonio anterior, a los grados de consanguinidad o

que puede ser, también, el de la lex loci actus, por razones de orden público o en lo relativo a requisitos de forma" ("Estudios. . op. cit., p. 291).

105. LOMBARD, op. cit., p. 38.106. ROUBIER, op. cit., p. 181.

• 107. HERRERA-MENDOZA, "La Disolución. en "Estud ios...", op. cit., p. 386.

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afinidad respecto de los cuales exista impedimento absoluto, a la prohibición de casarse establecida respecto a los cul­pables de adulterio en cuya virtud se haya disuelto el matrimonio de uno de ellos y a la misma prohibición respecto al responsable de atentado a la vida de uno de los cónyuges, para casarse con el sobreviviente, o a cual­quiera otra causa de nulidad insubsanable''.

Según se desprende de su simple lectura, la enumeración del artículo 40 del Código Bustamante no constituye un nwnerus clausus: procede a eliminar cualquier duda posible mediante la indicación de algunos de los impedimentos a los cuales atribuye carácter de "orden público internacional"; pero en forma concor­dante con el artículo 38 concluye con una referencia genérica "a cualquiera otra causa de nulidad insubsanable" establecida por la ley del Estado dode se pretede el reconocimiento del matrimonio celebrado en el extranjero.108

Aun cuando sin referirse directamente el artículo 40 del Código Bustamante el doctor lo ren zo h err era Men doza formula los si­guientes comentarios críticos:

"Los matrimonios ya contraídos de acuerdo con la ley personal de cada contrayente no deben ser atacables don­de quiera que exista un impedimento dirimente descono­cido en aquella ley personal: porque la función del orden público no es la misma cuando se trata del problema del derecho adquirido, que cuando se contempla la creación o constitución del mismo derecho, por medio de un acto que no se ha efectuado aún. En este último caso, la limi­tación exigida por el orden público desempeña plena­mente su papel restrictivo o prohibitivo; pero él no afecta, en principio, los derechos y situaciones que ya vienen adquiridos y amparados por la ley extranjera competente".

108. En vista de los términos expresos del artículo 40 del Código Bustamante resulta sorpresiva la actitud de RICHARD S. LOMBARD: por una parte, afirma la competencia de la ley de la nacionalidad de los contrayentes y de la iex loci celebratíonls, en forma acumulativa, para regir la validez intrínseca de los matrimonios de extranjeros contraídos fuera del territorio de la República; pero por la otra agrega: "Sin embargo, no es claro si semejante matrimonio estaría sujeto a no-reconocimiento en Venezuela, con fundamento en motivos de orden público, cuando no cumpla con los requi­sitos intrínsecos más importantes para la validez de los matrimonios de acuerdo la ley venezolana" Cop. cit., p. 39).

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Previamente h a b í a d ic h o el d o c t o r l o r e n z o h e r r e r a M e n d o z a :

"La anulación de lo que, como válido, arribó a su terri­torio, es un abuso de soberanía y una usurpación de la ajena. Pero, como el Estado donde reside cualquier pareja de extranjeros tiene el incuestionable derecho y el deber de proceder a su propia defensa, según su leal saber y entender, puede, si considera dañina la presencia de aque­llos, en el territorio, como lesiva del "orden público" y dañina a las buenas costumbres, lograr el remedio nece­sario y eliminar todos los temores y escrúpulos, mediante el ejercicio de la facultad reconocida por el Derecho Inter­nacional, de expulsarlos del territorio, y sin meterse a destruir un estado o condición civil legítimamente adqui­rido, bajo el amparo de otra soberanía. Sería una cues­tión de simple policía. Quizás, entonces, habría menos exa­geraciones en la medida del "orden público" propio. Parece que la vía administrativa sería más eficaz y adecuada, y, sobre todo, más conforme con los principios de derecho y los dictados de la lógica".109

20. Fuera del ámbito de vigencia del Código Bustamante es preciso atender el mandato de las normas de Derecho Interna­cional Privado Venezolanos; pero no existe ninguna que determine la ley aplicable para regir la validez intrínseca de los matrimo­nios celebrados fuera del territorio de la República. Sin embargo, resulta indiscutible admtir la competencia de principio de la ley de la nacionalidad de los contrayentes, en forma distributiva, de acuerdo con lo dispuesto por los artículos 9 y 26, en concordancia con los artículos, 104, 105, 106 y 108 del Código Civil; y tan sólo queda abierta la interrogante acerca de la importancia que debe reconocerse a la ley del lugar de celebración.

Una respuesta favorable a su observancia adicional encuen­tra sólido apoyo en el sistema consagrado por el Código Busta­mante, en preceptos que no fueron objeto de reserva por nuestro

109. HERRERA MENDOZA, "La Disolución . . . " , en "E studios..." , op. cit., pági­nas 384-385. La medida de expulsión, caso de considerarse aconsejable la vía propuesta por el doctor LORENZO HERRERA MENDOZA, deja sin resol­ver el problema del reconocimiento del matrimonio cuando los cónyuges no se encuentran presentes en el territorio: así ocurre si debe decidirse como cuestión incidental; y resulta bastante difícil aceptar la eficacia de cual­quier vínculo con independencia de si existen impedimentos de extrema gravedad de acuerdo con la lex íoii.

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país; y también es posible llegar al mismo resultado mediante la aplicación analógica del régimen establecido por el artículo 104 del Código Civil para los matrimonios a celebrarse en el territorio venezolano.

El asunto no ha sido resuelto por vía jurisprudencial, hasta donde nuestro conocimiento alcanza; y la doctrina patria poste­rior al Código Bustamante apenas se ocupa del problema: aparte de los comentarios generales del doctor lo ren zo h err era Men doza , antes transcritos, favorables a la aplicación acumulativa, de ambas leyes, sólo hemos encontrado la afirmación de richard s . l o m b a r d , guien expresa que la capacidad para contraer matrimonio en el extranjero, además de la lex pafriae, "probablemente también" se encuentra regida por la ley del lugar de su celebración.110

Por su parte, el doctor d a n iel guerra iñ igu ez declara apli­cable la ley de la nacionalidad para regir la validez intrínseca de los matrimonios de venezolanos en el exterior; y nada dice acerca de la posible intervención de la lex loci. Por el contrario, si se trata de extranjeros que se casan fuera de la República hace la siguiente afirmación:

"Ese matrimonio es válido en Venezuela en atención del principio —locus regí? actum contenido en el art. 11 del Código Civil, porque la ley competente para calificar de válido el matrimonio en cuanto a sus requisitos intrín­secos como los extrínsecos es la ley local en donde se celebró y no la venezolana".111

A nuestro entender no es posible descartar la competencia de la ley de la nacionalidad, para cumplir lo dispuesto por los artículos 9 y 26 del Código Civil; y la aplicación acumulativa de la lex loci celehrationis se justifica por el debido respeto a las soberanías extranjeras, con fundamento en el sistema previsto por el Código Bustamante y por el artículo 104 del Código Civil para regular los matrimonios de extranjeros dentro del territorio de la República.

110. LOMBARD, op. cit., p. 38.111. GUERRA IÑIGUEZ, op. cit., Tomo II, pp. 95-96.

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Por lo demás, el reconocimiento del matrimonio contraído en el extranjero de acuerdo con la ley de la nacionalidad de los contrayentes y de la ley del lugar de la celebración puede verse interferido si existen impedimentos insubsanables consagrados por la ley venezolana, según se prevé por el artículo 40 del Código Bustamante.

21. El incumplimiento de las leyes patrias en el caso de matri­monio de venezolanos en países extranjeros fue expresamente previsto por el Código Civil de 1862; y el segundo párrafo del artículo tercero, Capítulo Primero, Ley Segunda, Título Tercero del Libro Primero, dispuso: "la contravención produce en Venezuela los mismos efectos que si se hubiese cometido en Venezuela".112

Por otra parte., la Ley del primero de enero de 1873 sobre Matrimonio Civil no sólo reprodujo el anterior precepto: en su artículo 64 también autorizó al Juez de Primera Instancia del lugar de su residencia, al regreso de los contrayentes a Vene­zuela, a remitir copia legalizada del acta de la celebración del matrimonio, "caso de encontrarla en debida forma", al Presidente del Concejo Municipal "para ser archivada, sacando antes una copia certificada que remitirá a la Primera Autoridad Civil de la respectiva Parroquia para que la inserte en los registros".113

De esta manera fueron contemplados en dos artículos distintos los problemas referentes a las condiciones de fondo y a las for­malidades de los matrimonios contraídos en el extranjero. La contravención de la ley de la nacionalidad por los venezolanos produciría en nuestro país los mismos efectos que si se hubiera cometido en él; y la vigilancia del aspecto formal se efectúa en el momento de la inscripción de la correspondiente acta matri­monial o del documento que hiciera sus veces, al regreso de los contrayentes a Venezuela.

En este sentido expresa el doctor a n ib a l d o m in ic i:

112. El precepto no hizo sino reproducir el artículo 119 del Código Civil chileno de 1855.

113. La fuente de inspiración posiblemente se encuentra en el artículo 101 del Código Civil italiano de 1865 y en el artículo 171 del Código Civil francés de 1804.

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"El Juez de primera instancia deberá examinar si el matrimonio se celebró conforme a las leyes venezolanas o a las leyes extranjeras en cuya jurisdicción se efectuó, y si aquellas o éstas fueron debidamente cumplidas en cuanto a las formas, sin entrar en ninguna otra averigua­ción, pues toca a los interesados reclamar contra las nulidades que resulten de otras infracciones legales".114

El régimen de control así establecido se mantuvo vigente hasta la reforma de 1916: en esa oportunidad se eliminó el artícu­lo 119 del Código Civil de 1904, que sancionaba el incumplimiento de las leyes patrias en el caso de matrimonios de venezolanos en el extranjero; y el artículo siguiente fue objeto de algunas reformas: la copia legalizada del acta matrimonial debía enviarse con independencia del regreso de los cóyuges a Venezuela; y el Juez de Primera Instancia en lo Civil del último domicilio en la República del contrayente venezolano quedó autorizado para trasmitirla, a los fines de su inserción, "a los respectivos Jefes Civiles de las Parroquias o Municipios a que corresponda el último domicilio o la última residencia de cada uno de los cónyuges, siempre que el matrimonio, según el examen que del caso hará el Juez, no resulte celebrado en contravención de las leyes vene­zolanas relativas al estado y capacidad del contrayente".116

La r e f o r m a fu e o b je t o d e ju s t i f i c a d a s c r í t i c a s ; y s o n e l o c u e n t e s .

a l r e s p e c t o l a s p a l a b r a s d e l d o c t o r c a r l o s f . g r i s a n t i c u a n d o

s o s t u v o :

"De modo que si el matrimonio resulta celebrado en contravención de esas leyes (léase : las venezolanas), no ordena el Juez la inserción. Ahora bien; ¿cuál es la suerte del matrimonio en este caso? Mientras no se haya seguido el juicio de anulación y no haya recaído en él sentencia ejecutoria y firme que la declare, el matrimonio subsiste, y no obstante su subsistencia el acta de su celebración no consta en el registro correspondiente. En mi concepto, es exorbitante la facultad que se le confiere en el artículo preinserto al Magistrado Judicial en la hipótesis a que me

114. DOMINICI, op. cit., Tomo I, p. 188.115. Las reformas se inspiraron en el articulo décimo octavo del "Proyecto d e Ley

d e Aplicación de Normas d e D erecho Internacional Privado'', del doctor PEDROMANUEL ARCAYA.

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contraigo. Este debe limitarse a examinar si en la copia del acta se han cumplido las formalidades requeridas para su autenticación y legalización; en el caso afirmativo, orde­nar su inserción; y en el negativo, abstenerse de ello, e instruir a la persona interesada de la deficiencia advertida para que la subsane. Podría prescribirse al Juez de Primera Instancia que si él descubre que el matrimonio cuya acta30 le ha presentado adolece de alguna infracción que apa­reja su nulidad, y si tal infracción es de aquellas respecto de las cuales el Síndico Procurador Municipal está autori­zado para iniciar el juicio de anulación, lo instruya de ella y nada más; sin dejar por esto de ordenar la inserción del acta. Si se sigue juicio de anulación del matrimonio y se la declara, se cumplirán las prescrip­ciones del artículo 480".116

Los comentarios anteriores, formulados a la Comisión Revi- sora de Códigos Nacionales creada en 1930 tuvieron feliz éxito;117 y en la "Exposición" dirigida el seis de mayo de 1931 al Ministro de Relaciones Interiores le hizo saber:

"La Comisión consideró que las partidas de matrimonio celebrados por venezolanos íuera del país y a las cuales se contraen los artículos 130 y 131 del Código debían insertarse en los libros sin examen ni previo pronuncia­miento de la autoridad judicial, ya que las acciones de nulidad, penales o simplemente administrativas, son inde­pendientes de esta inserción, y pueden ejercerse en este caso como respecto de cualquier matrimonio celebrado en Venezuela".118

El mismo punto de vista fue sostenido por el doctor ju a n

b a u t i s t a b a n c e , en la "Ponencia sobre la materia del matrimonio" , que presentara a la Comisión Codificadora Nacional creada

116. GRISANTI, Carlos F. "O bservaciones", BCRCN, Año 1, Número 3, noviembre de 1930, pp. 11-12.

117. La "Comisión Revisara d e Códigos Nacionales" fue creada el veintitrés de enero d e 1930 por Decreto del Presidente, doctor JUAN BAUTISTA PEREZ; y quedó integrada por los doctores JOSE GIL FORTOUL, JUAN BAUTISTA BANCE, LUIS I. BASTIDAS, ANIBAL SIERRAALTA TELLERIA y CRISTOBAL L. MENDOZA.

118. BCRCN, Año I, N9 9, p. 26. La reforma del artículo fue aprobada en la sesión del dos de enero de 1931 CBCRCN, Año I, N9 7, pp. 10-11).

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en 1936.118 En efecto, a su entender el simple examen de la copia del acta no permite al Juez de Primera Instancia la deter­minación de si se han contravenido las leyes venezolanas en el caso de matrimonios contraídos por nacionales fuera del terri­torio de la República.120 La inutilidad del control judicial fue también señalada por el doctor l u i s b a s t i d a s , porque la decla­ratoria "librada extra juicio, no puede tener el valor de una sentencia de anulación del matrimonio; pero tampoco podría esta­blecerse que el matrimonio existe, desde luego que, por esa declaratoria judicial, el acta no puede insertarse en el libro res­pectivo. En el sistema del Proyecto, la partida se inserta siempre, con lo que se le reconoce existencia al matrimonio, reconoci­miento que no excluye que al domiciliarse los cónyuges en Venezuela o cuando en ella se quiera hacer valer algún efecto del matrimonio, se enjuicie la validez de éste".121

En consecuencia, el dieciséis de abril de 1937 la Comisión Codificadora Nacional se limitó a consagrar el deber de remitir la copia legalizada del acta de matrimonio a los fines de las inserciones correspondientes;122 y en la "Exposición de Motivos del Proyecto de Código Civil", que presentara al Congreso por intermedio del Ministerio de Relaciones Interiores le hizo saber: "El examen que debía hacer este funcionario a fin de establecer si se habían violado o no las leyes venezolanas relativas al estado y capacidad de los contrayentes, se ordena en una nueva

119. La "Comisión C odificadora Nacional" fue creada por Ley del seis d e julio d e 1&36 y quedó constituida de la siguiente m anera: R. MARCANO RODRI­GUEZ, ALONSO CALATRAVA y PEDRO ARISMENDI LAIRET, en represen­tación de la Corte Federal y de Casación; CELESTINO FARRERA, JUAN J. MENDOZA y JUAN B. BANCE, designados por la Academia de Ciencias Políticas y Sociales; CARLOS MORALES, GUILLERMO LOPEZ GALLEGOS y JUAN PABLO PEREZ ALFONZO, en representación del Colegio de Aboga­dos del Distrito Federal; CRISTOBAL MENDOZA, ARMINIO BORJAS Hijo, ALEJANDRO URBANEJA ACHELPOHL y GERMAN VEGAS, designados por el Ejecutivo Federal. La Ley fue reformada el dieciocho d e julio d e 1938, y después de su reconstitución quedó compuesta a s í; PEDRO ARISMENDI LAIRET, ALONSO CALATRAVA, JUAN J. MENDOZA, PEDRO M. REYES, CARLOS MORALES, JUAN PABLO PEREZ ALFONZO, CELESTINO FARRERA, ARMINIO BORJAS Hijo y ALEJANDRO URBANEJA ACHELPOHL.

120. BCCN, Año I, Número 4, mayo de 1937, p. 8.121. BASTIDAS, op. cit., Tomo I, pp. 83-84.122. BCCN, Año I, Número 5, junio de 1937, pp. 41-43.

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disposición que ha sido necesario incluir en el capítulo "de la anulación del matrimonio".123

22. El incumplimiento de la obligación a cargo de los venezo­lanos de respetar las leyes patrias concernientes al estado y capa­cidad de las personas, aunque residan o tengan su domicilio en país extranjero, no sólo puede traer consigo sanciones de natu­raleza civil: como señala el doctor Ce l e s t i n o f a r r e r a , es "lógico que la infracción de tales leyes por el ciudadano venezolano, a quienes ellas siguen y acompañan como su propia sombra, donde quiera que vaya, lo sujete a enjuiciamiento en Venezuela y a las penas por ésta señaladas, aun cuando la infracción la cometa en país extranjero".124

En consecuencia, el Código Penal vigente, luego de consagrar en el artículo tercero el principio de la territorialidad, en el artícu­lo siguiente también declara "sujetos a enjuiciamiento en Vene­zuela y se castigarán de conformidad con la ley venezolana: . . . 4 9 Los venezolanos que, en país extranjero, infrinjan las leyes relativas al estado civil y capacidad de los venezolanos.125

Al decir del doctor t u l i o c h io s s o n e el orden público está profundamente interesado en la inviolabilidad de tales reglas y "cualquier relajación de ellas debe ser objeto de tutela penal": a título de ejemplo menciona las leyes relativas a la mayor edad, la emancipación, interdicción, paternidad y filiación legítima o natural, capacidad para adoptar y para casarse, divorcio y demás disposiciones similares"; y agrega: "Las penas aplicables a quie­nes hubieren violado tales leyes están consignadas en los artícu­los 402, 403, 404, 405 y 406 de este Código Penal, además de

123. "Exposición d e Motivos y Proyecto de Código Civil", C aracas, 1941. p- 14.124. FARRERA, Celestino. "El D erecho Penal Internacional en la Legislación ven e­

zolana", en "Revista Jurídica", C aracas, Año 1932, p. 255.125. El Código Penal del veinte d e lebrero d e 1873 dispuso en su artículo décimo

octavo: "Están también sujetos a enjuiciamiento criminal, los delitos come­tidos : . . . 2I? Por venezolanos que infrinjan las Leyes relativas al estado civil y capacidad legal de los ciudadanos"; y en la reforma del catorce d e m ayo d e 1897 se formuló el inciso en los términos vigentes en la actualidad (artícu­lo 49, ordinal 3^). El texto del encabezamiento del actual artículo cuarto fue incorporado en el Código Penal del treinta de junio d e 1915.

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las que impropiamente figuran en el Título V, Capítulo IX, Libro I del Código Civil".129

Ahora bien, según advierte el doctor jo r g e s o s a c h a c i n , "Ve­nezuela siempre podrá juzgar el hecho, aun cuando el sujeto no haya venido a Venezuela, pudiendo lograr su captura mediante la extradición del sujeto en los casos en que ella proceda. El enjuiciamiento se hará en Venezuela, de oficio si se trata de delito de acción pública, o a instancia de parte si es de acción privada, y no será óbice u obstáculo el qué el hecho haya sido juzgado y sentenciado en el extranjero, sea la sentencia absolu­toria o condenatoria; en éste último caso, se le reconocerá el tiempo de pena cumplida y el de la detención y en caso de que sea absolutoria, se le reconocerá el tiempo de la detención si es que la hubo".127

V. LOS REQUISITOS DE FORMA DEL MATRIMONIOCELEBRADO EN EL EXTRANJERO

23. La validez formal de los matrimonios celebrados en el extran­jero depende del cumplimiento de las exigencias impuestas por la lex loci actus: así lo dispone expresamente el artículo 41 del Código Bustamante, que no fue objeto de reserva por Venezuela,-128 y a los fines de intercambiar informes para el debido conocimiento del estado civil de las personas, agrega su artículo 104: "De toda inscripción relativa a un nacional de cualquiera de los Estados contratantes, que se haga en el Registro Civil de otro, debe

126. CHIOSSONE, Tulio. "Manual d e Derecho Penal V enezolano", C aracas, 1972, N9 19, pp. 50*51. En el mismo sentido, los doctores CELESTINO FARRERA (art. cit., p. 25 5 ) y JOSE RAFAEL MENDOZA ("'Curso d e Derecho Penal Vene­zolano. Parte G eneral" , Tomo I, C aracas, 1963, pp. 270-271) habían señalado como ejemplos la bigam ia y la suposición o supresión de estado.

127. SOSA CHACIN, Jorge. "Derecho P enal", Tomo I, C aracas, 1978, p. 470.128. El segundo párrafo del artículo 41 del Código Bustamante ag reg a : "los

Estados cuya legislación exija una ceremonia religiosa, podrán negar vali­dez a los matrimonios contraídos por sus nacionales en el extranjero sin observar esa forma". La posible reserva carece de importancia p ara Vene­zuela que, por el contrario, atribuye a la forma del matrimonio el carácter de un sacramento civil.

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enviarse, gratuitamente y por la vía diplomática, certificación literal y oficial al País interesado".129

Por otra parte, a tenor del artículo 42 del Código Bustamante, corresponde también a la lex loci actus decidir acerca de la posi­bilidad de celebrarlo válidamente ante los Funcionarios Diplomá­ticos o los Agentes Consulares del País al cual pertenezcan ambos contrayentes, de acuerdo con las formalidades previstas por la ley de la nacionalidad común. En consecuencia, el matrimonio contraído en una Embajada extranjera no podría entenderse rea­lizado en el país del Estado acreditante, con fundamento en el principio de la extraterritorialidad, sino en el territorio donde se encuentra acreditado el respectivo funcionario diplomático.

En este sentido se pronunció la Corte Superior Primera en lo Civil y Mercantil de la Circunscripción Judicial del Distrito Federal y del Estado Miranda, aun cuando sin mencionar el Código Bustamante, que no se encuentra vigente respecto de Chile; pero con apoyo en las opiniones de c h a r l e s Ro u s s e a u y j u l i o

d ie n a , en sentencia del veinticinco de abrí de 1962 hizo la siguiente declaratoria:

"Igualmente debe ser desechado el alegato de que el matrimonio contraído por el demandado con Emilia Ar- damuy Rodríguez, por haberse celebrado en la Embajada de Chile en Madrid, debe regirse por la Ley Chilena, la cual no reconoce efectos civiles al matrimonio ecle­siástico; ya que el Embajador de Chile en Madrid, con­sintió que una Autoridad Eclesiástica de España celebrase un matrimonio canónico en su propia Embajada, tal ma­trimonio no puede regirse sino por el Derecho Canónico en España".130

24. Fuera del ámbito de vigencia del Código Bustamante, el sistema venezolano de Derecho Internacional Privado también declara aplicable la lex loci actus para regir la validez formal de los matrimonios celebrados fuera del territorio de la República:

129. Carecemos de datos estadísticos acerca del cumplimiento de sem ejante man­dato, pero muy posiblemente no es atendido en forma satisfactoria por los Estados partes, como ocurre con muy numerosas obligaciones internacionales.

130. "Jurisprudencia Venezolana. Ramírez & Garay", Tomo V, pp. 120-121.

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aun cuando no existe una norma sobre el particular la solución resulta indudable. En efecto, el artículo undécimo del Código Civil dispone:

"La forma y solemnidades de los actos jurídicos que se otorguen en el extranjero, aún las esenciales a su existencia, para que éstos surtan efectos en Venezuela, se rigen por las leyes del lugar donde se hacen. Si la ley venezolana exige instrumento público o privado para su prueba, tal requisito deberá cumplirse".

Ciertamente, el segundo párrafo del artículo undécimo agrega: "Cuando el acto se otorga ante el funcionario competente de la República, deberá someterse a las leyes venezolanas". Sin em­bargo, semejante alternativa fracasa si se trata de matrimonios, ya que no existe ningún funcionario autorizado para su celebra­ción en el etxranjero:131 por tanto, no es posible con traerlo ante nuestros Agentes Diplomáticos o Consulares, por su incompetencia raílone materiae.

25. La materia concreta de la ley aplicable a las formalidades extrínsecas de los matrimonios celebrados en el extranjero estuvo resuelta expresamente en los Códigos Civiles anteriores al cuatro de julio de 1916; y en la fórmula original del precepto, consagrada por el artículo 62 de la Ley de Matrimonio Civil del primero de enero de 1873, se dispuso:

"El matrimonio celebrado en país extranjero entre vene­zolanos, o entre venezolanos y extranjeros, con las forma­lidades establecidas por las leyes del país en que se celebre, o por las leyes venezolanas, producirá en Vene­zuela los mismos efectos civiles que si se hubiera celebrado en territorio venezolano".132

131. Por vía de excepción podría mencionarse el artículo 101 del Código Civil que dispone: "Los Jefes de Cuerpos Militares en cam paña, podrán también autorizar el matrimonio en artículo de muerte de los individuos pertenecientes a cuerpos sometidos a su mando. Los Comandantes de buques de guerra y los Capitanes de buques mercantes, podrán ejercer análogas funciones en los matrimonios que se celebren a bordo en caso de artículo de muerte. Unos y otros se sujetarán a las prescripciones del presente Capítulo".

132. El primer párrafo del artículo tercero de la Ley Segunda, Título Tercero del Libro Primero del Código Civil de 1862 leía como sigue: "El matrimonio celebrado en país extranjero conforme a las leyes del mismo. País o a las

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Debido al expreso mandato de las normas vigentes en su época el Licenciado l u i s s a n o j o admitió la posibilidad de con­traer matrimonio "ante los Agentes diplomáticos y consulares de la República, a quienes se de tal atribución por la Ley";133 y el mismo criterio fue sostenido por el doctor a n i b a l d o m in i c i .134 Sin embargo, en la práctica resultaron ineficaces los corres­pondientes preceptos del Código Civil debido a la ausencia de facultades de nuestros funcionarios en el exterior para autorizar matrimonios.

Así fue señalado ya por el Canciller, doctor p e d r o j . s a a v e d r a ,

en la Memoria que presentara al Congreso el veinte de febrero de 1881 ;135 y esta incompetencia iatione materiae ha sido procla­mada unánimemente por los autores venezolanos de épocas pos­teriores, según se desprende de los comentarios hechos por los doctores l o r e n z o h e r r e r a M e n d o z a ,136 f r a n c i s c o G e r a r d o y a n e s ,137

venezolanas, produce en Venezuela los mismos efectos civiles que si se hubiera celebrado en territorio venezolano"; y en los mismos términos fue repetido por el artículo 51 del Código Civil de 1867, siendo de advertir que su fuente probable es el artículo 119 del Código Civil chileno de 1855. A este respecto cab e advertir la efectiva posibilidad de satisfacer, en la práctica, las formas previstas por la ley venezolana en el extranjero, durante la vigencia de los Códigos Civiles de 1862 y 1867, que sometieron el matri­monio a los mandatos de la Iglesia cuando uno de los contrayentes profesaba la religión católica: por tanto, se podía contraer religiosamente en el exterior de m anera válida p ara Venezuela, sin necesidad de acudir a los Agentes Diplomáticos o Consulares de la República, que no tenían com­petencia ratione m ateriae para autorizar su celebración.

133. SANOJO, op. cit.. Tomo I, N9 143, p. 160.134. DOMINICI, op. cit., Tomo I p. 185.135. MMRE, 1881, "Exposición Preliminar", "Cuestión d e Validez del Matrimonio

celebrado en V enezuela sin observancia d e la Ley de la Materia", pp. XIII-XIV. Los comentarios relativos al artículo 121 del Código Civil leen como sigue: "Lo primero es dar valor a l matrimonio arreglado a las leyes locales; subsidiariamente se atribuye la misma fuerza al matrimonio hecho conforme a las leyes de Venezuela. Más ello presupone alguna autorización a los agentes diplomáticos o consulares de la República, p ara suplir las veces de los Presidentes de los Concejos Municipales acompañados del Secretario de ellos, a quienes corresponde entre nosotros esta facultad; as! como para lo relativo a la intervención de los jueces de parroquia, publicación de proclamas, etc. Y, como hasta ahora no se ha expedido tal ley complemen­taria, no ha surtido la primera efecto alguno: de donde resulta que, de hecho, sólo queda a los venezolanos ausentes el primer recurso".

136. HERRERA MENDOZA, Tesis, pp. 497-498.137. YANES, op. cit., p. 111.

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PEDRO ITRIAGO CHACIN,138 CELESTINO FARRERA,139 LUIS I. BASTIDAS,140 DANIEL GUERRA IÑIGUEZ,141 FRANCISCO LOPEZ HERRERA,142 y JUAN

MARIA ROUBIER.143

La norma expresa sobre la ley aplicable a las formalidades del matrimonio celebrado en el extranjero desapareció en la refor­ma del Código Civil del cuatro de julio de 1916: y fue sustituida por una fórmula de carácter más general que tan sólo dispuso:

"Salvo lo que se dispone por leyes especiales y trata­dos, el matrimonio de los venezolanos en países extran­jeros y el de los extranjeros en Venezuela, se rige por las disposiciones del presente Capítulo".

Sin embargo, nada se previno específicamente sobre la forma del matrimonio contraído fuera del territorio de la República: por tanto, no debe extrañar su eliminación por la Comisión Revi- sora de Códigos Nacionales creada en 1930; y así lo recordó el doctor j u a n b a u t i s t a b a n c e , algunos años más tarde, en la "Ponen­cia sobre la materia de matrimonio" que presentara a la Comisión Codificadora Nacional, donde hizo constar :

"Esta disposición podría ser suprimida sin perjuicio algu­no, pues, en primer lugar, hace la impresión de que la ley venezolana en cuanto a formalidades tiende a regir fuera de la República: y, por otra parte, es inútil en cuanto a los extranjeros, puesto que todo matrimonio en Vene­zuela está regido por las disposiciones que el Título res­pectivo establece".144

El doctor Ce l e s t i n o f a r r e r a también comentó sobre el particular:

"La explicación de tal poda creemos encontrarla en el hecho de que, no estableciendo aquellos preceptos nada

138. ITRIAGO CHACIN, Pedro. "En la Cátedra", C aracas, 1930, p. 285.139. FARRERA, "Estudio.. art. cit., p. 129; "A notaciones. . arl. cit., p. 35.140. BASTIDAS, op. cit., Tomo I, p. 84.141. GUERRA IÑIGUEZ, op. cit., Tomo II, p. 90.142. LOPEZ HERRERA, Francisco. "¿Puede surtir electos en V enezuela el llam ado

matrimonio d e "common law" del Derecho norteamericano?" en "Revista de Ja Facultad de Derecho de la Universidad Católica Andrés Bello", C ara­cas, Año 1967, Número 5, pp. 28-29; "A notaciones. . op. cit., N9 50, p. 271.

143. ROUBIER, op. cit., pp. 169-170.144. BCCN, Año I, Número 4, Mayo de 1937, p. 8.

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distinto a la regla general contenida en el artículo 11 del Código vigente, su redundancia era manifiesta. Si los contrayentes optan por sujetarse a las leyes del País de la celebración, se colocan dentro de las previsiones del citado artículo 11, en su primera parte. Si en sus manos estuviese el poder optar por las leyes venezolanas, se situarían en las previsiones contenidas en la segunda parte del mismo artículo. Mas, esta última opción no es posi­ble que se produzca, por no haber fuera de la República funcionario venezolano expresamente autorizado para pre­senciar matrimonios. Los cotnrayentes en tal caso se hallan, pues, necesariamente obligados a sujetarse a las leyes del país de la celebración. La regla locus regit actum cobra aquí todo su imperio".145

El artículo 129 del Código Civil de 1916, reproducido textual­mente en 1922, fue eliminado por la Comisión Codificadora Nacio­nal, el dieciséis de abril de 1937, por considerarlo innecesario e inútil;148 aun cuando es de recordar que la supresión también encontró fundamento en el temor de que por medio de Tratados se autorizara la celebración de matrimonios antes Agentes Diplo­máticos extranjeros acreditados en Venezuela, o se permitiera la aplicación de leyes extranjeras consagratorias de impedimentos diferentes de los establecidos por la legislación venezolana.147

26. A pesar de la evidente incompetencia de los Funcionarios Diplomáticos o Consulares venezolanos, las enseñanzas de la vida diaria permiten establecer, en forma esporádica, la existencia de dudas acerca de las eventuales facultades de nuestros funcio­narios para autorizar matrimonios en el extranjero.

En este sentido, a título de ejemplo, es de recordar el plan­teamiento hecho por el Cónsul en Barranquilla, quien se dirigió al Ministerio de Relaciones Exteriores en veintinueve de marzo

145. FARRERA, Celestino. "El C ó d ig o .. / ' , op. cit., p. El mismo punto de vista fue reiterado por el doctor CELESTINO FARRERA al discutirse la materia en la Comisión Codificadora Nacional creada en 1936, según se lee en sus comentarios bajo el rubro: "A no taciones.. (BCCN, Año I, Número 4, Mayo de 1937, pp. 25-26).

146. BCCN, Año I, Número 5, Junio de 1937, pp. 41-43; BASTIDAS, op. cit., Tomo I p. 83.

147. Así lo hicieron constar los doctores CARLOS MORALES (BCCN, Año I,Número 5, Junio de 1937, pp. 41-43) y el doctor JUAN BAUTISTA BANCE (BCCN, Año I, Número 4, Mayo de 1937, pp. 28-29).

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de 1921 para significarle que "el ciudadano Alfredo Núñez desea contraer matrimonio en esta ciudad, de conformidad con las Leyes de los Estados Unidos de Venezuela"; y "con tal motivo ha ocu­rrido a este Consulado con el objeto de que le . informe las formalidades que debe llenar", pero "como este caso no está previsto en la Ley Consular, ocurro a usted en consulta sobre lo que deba hacerse". La respuesta, del diecinueve de mayo de 1921, fue: el ciudadano Alfredo Núñez "puede contraer matrimonio en esa ciudad, de acuerdo con las leyes de ese país"; habiéndose agregado: "Junto con la presente remito a usted un ejemplar del Código Civil vigente, por lo que respecta a matrimonios de vene­zolanos en países extranjeros y a los efectos del artículo 130".14,r—A

Más todavía: la experiencia de la vida diaria también com­prueba su efectiva celebración por nuestros funcionarios en el extranjero. Dentro de esta insólita directriz es posible referirse a la ceremonia que tuvo lugar en la Embajada de Venezuela en Bogotá el veintinueve de junio de 1928, con el propósito de autorizar el matrimonio entre h e c t o r u r d a n e t a b r a s c h i y Be a t r i z

b o c a n e g r a : el Acta respectiva fue hecha llegar por la Can­cillería al Ministerio de Relaciones Interiores, Despacho a cargo del doctor p e d r o m a n u e l a r c a y a , quien la remitió al Goberna­dor del Distrito Federal, a los fines previstos por el Código Civil. Sin embargo, éste último funcionario la devolvió por oficio del diecisiete de agosto de 1928 con los comentarios siguientes:

"Nuestro Código Civil manda que el venezolano que contrajere matrimonio en el extranjero lo participe al Juez de Primera Instancia en lo Civil de su último domicilio. Este funcionario examinará el expediente que vendrá en último término al Concejo a los efectos de la copia del acta y archivo correspondiente. El acta expedida por la Secretaría de nuestra Legación en Bogotá que me permito devolver al Despacho a su digno cargo, debe ir, pues, previamente al Juzgado de Primera Instancia en lo Civil, especialmente en el presente caso para ser examinado el procedimiento, como lo manda el artículo 131 del Código,

147-a. "El Libro Amarillo", Año 1922, p. 446.

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por si estuviere, como parece, en contravención con las leyes venezolanas".148

La anterior ocurrencia no constituye un simple recuerdo cadu­co de épocas ya superadas. En efecto, el veinticinco de febrero de 1973, se hizo formal presentación de un documento al Minis­terio de Relaciones Exteriores "a fin de conocer los derechos que debían ser satisfechos, para que el mismo surtiera sus efectos en Venezuela": era una copia del acta del doce de diciembre de 1962, inscrita bajo el número 1 en el "Libro de Registro de Matrimonios" corespondiente a dicho año; y en ella se dejó cons­tancia de que nuestro Encargado de Negocios en el referido país, "en nombre de la República y por autoridad de la Ley" había declarado unidos en matrimonio al ciudadano m .a .d .h ., venezolano con domicilio en Caracas, y a m .h ., de nacionalidad turca.

Con vista del insólito hecho, la Dirección de Relaciones Con­sulares del Ministerio de Relaciones Exteriores, a cargo del doctor p e d r o s i l v e i r a b a r r i o s , con fecha primero de marzo de 1973, envió la Circular Dispositiva N9 DRC-4 a todas las representaciones Diplomáticas y Consulares de la República, con el objeto de formularles las siguientes advertencias:

" . . . e l Código Civil en los artículos 82, 98 y 101, dis­pone taxativamente las autoridades u otras personas que pueden autorizar matrimonios civiles en Venezuela. Ni en la nómina de funcionarios competentes, ni entre las perso­nas naturales que, por excepción, pueden autorizar un matrimonio, figuran, figuran los representantes diplomá­ticos o consulares acreditados en Venezuela. Por tanto, todos los matrimonios civiles que se realicen en la Repú­blica, bien de venezolanos o de extranjeros, deben some­terse a las formas y solemnidades de la Ley Venezolana y celebrarse por ante el funcionario o persona competente. Esa obligación nace de las disposiciones contenidas en los artículos 44 y 108 ejusdem, normas territoriales que des­arrollan el principio locus regit actum previsto en el artícu­lo 11 del mismo Código. Como consecuencia de esa exi­gencia, la Ley no reconoce el matrimonio que se celebre

148. MMRI 1929, "Documento Nr, 95", pp. 218-219. En realidad el artículo 131 del Código Civil ordenaba el examen a los fines de determinar si el matri­monio se había contraído "en contravención de las leyes venezolanas relativas al estado y capacidad del contrayente*’; y no se mencionaba expresamente el control de las formalidades extrínsecas.

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ante el funcionario diplomático o consular extranjero, por cuanto el principio señalado es de forzosa aplicación en la República. Tampoco se considerará válido el matrimonio que puedan celebrar los funcionarios diplomáticos y con­sulares de Venezuela porque ellos no están facultados ni por el Código Civil, ni por las leyes especiales que regulan esos servicios, para autorizar matrimonios. Como se ve, existe clara concordancia entre las disposiciones legales, tanto en lo que se refiere al extranjero en Venezuela como al venezolano en el exterior. Ruego a usted, considerar la presente circular como parte integrante del Cuaderno Consular N9 1 (Atribuciones del Cónsul como funcionario del estado civ il)".149

27. La competencia atribuida a la lex loci actus por las normas venezolanas de Derecho Internacional Privado trae necesariamente consigo el reconocimiento en nuestro país de los matrimonios celebrados en forma religosa, de acuerdo con las prescripciones de la ley del lugar de su celebración; y a este respecto carece de relevancia el carácter de orden público que suele asignarse a la ceremonia civil en el Derecho Interno Venezolano.150

La doctrina patria puede considerarse unánime en este sen­tido, según se desprende de los comentarios de los doctores a n i b a l

DOMINICI,151 LORENZO HERRERA MENDOZA,152 RAMON ALTUVE,153 FRAN­

CISCO GERARDO YA N ES,154 CELESTINO FARRERA ,155 RICHARD S . LOMBARD,156 FRANCISCO LOPEZ HERRERA 157 y JUAN M ARIA ROUBIER.168

149. "El Libio Amarillo", C aracas, 1974, pp. 717-718.150. De acuerdo con las enseñanzas del Derecho comparado el carácter de orden

público reconocido en algunos países a la ceremonia civil pretende pro­yectarse en las relaciones internacionales: en este sentido existen pronun­ciamientos en Checoeslovaquia y en Bulgaria, a título de ejemplo, de reco- necer sólo el matrimonio religioso cuando la lex loci no consagra la forma civil y, además, tampoco se encuentra acreditado un Agente Diplomático o Consular ante quien celebrarlo conforme a la lex patriae (RECZEI, Lázló. "Internationales Privatrecht", Budapest, 1960, N9 223, pp. 352-354; KUTIKOFF, W. "Einige Fragen der Eheschliessungen und der Ehescheidung im bulgaris­chen Internationalen Privatrecht" , en "Fragen d es Internationalen Privatrechts". publicado por HORST WIEMANN, Berlin, 1953, pp. 235-236).

151. DOMINICI, op. cit., Tomo I, pp. 46, 185.152. HERRERA MENDOZA, Tesis, op. cit., p. 487.153. ALTUVE, op. cit., pp. 54-55.154. YANES, op. cit., p. 111.155. FARRERA, "El C ó d ig o .. ." , op. cit., p. 36.156. LOMBARD, op. cit., p. 38.157. LOPEZ HERRERA, art. cit., p. 35; "A notaciones . . " , op. cit., nota 34, N9 50,

pp. 271.158. ROUBIER, op. cit., p. 167.

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Actitud similar ha adoptado la Consultorio Jurídica del Minis­terio de Relaciones Interiores; y en dictamen del ocho de noviem­bre de 1966, previa transcripción del artículo undécimo del Código Civil, hizo el siguiente pronunciamiento:

"En razón a la norma citada, los matrimonios celebrados en el extranjero deberán realizarse de acuerdo a las for­malidades del lugar donde se efectúan. En consecuencia, el matrimonio católico celebrado en Colombia, y de acuerdo con las formalidades exigidas por las leyes colombianas debe surtir efecto en Venezuela.. . se concluye que el matrimonio católico celebrado con la presencia de un Notario Público o Secretario del Concejo Municipal, surte efectos civiles en Colombia, y de acuerdo con el artículo 11 de nuestro Código Civil, tal matrimonio celebrado en dicha República de acuerdo a las formas indicadas expresa­mente debe surtir efectos civiles en Venezuela".159

28. La competencia atribuida a la lex locí actus por las normas de Derecho Internacional Privado venezolanas impone también el reconocimiento en nuestro país de los matrimonios contraídos solo consensu, de acuerdo con sus prescripciones; y el mismo resultado debe afirmarse, con independencia de si los contrayentes dispu­sieron de otras alternativas formales para celebrar válidamente su unión.

La solución contraria es ineludible para quienes supeditan la eficacia en Venezuela del matrimonio contraído en el extranjero a la previa inscripción del acta respectiva en el Registro Público, según lo previenen los artículos 103, 109 y 474 del Código Civil. Sin embargo, se trata de un criterio que carece de apoyo estable en la doctrina y en la jurisprudencia venezolana.180

La negativa a reconocer la validez de los matrimonios solo consensu, celebrados de acuerdo con la lex locí actus, también

159. El mismo punto de vista fue reiterado en nuevo dictamen sobre el asunto, emitido el dieciocho d e enero de 1967: en consecuencia, se sostuvo la nuli­dad del segundo matrimonio celebrado en fecha posterior, y se hizo expreso señalam iento: "d e los autos ap arece tipificado un presunto delito de biga­mia, contemplado en el artículo 402 del Código Penal, por lo que se advierte esta circunstancia a l Despacho, en razón de tratarse de un delito de acción pública, a todos los efectos legales correspondientes a l caso'..

160. V éase luego los números 40 a 45 de este trabajo.

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podría fundamentarse en el artículo 113 del Código Civil, que dispone: "Nadie puede reclamar los efectos civiles del matrimonio si nd presenta copia certificada del acta de su celebración, excepto en los casos previstos en los artículos 211 y 458". En consecuencia, se atribuirá al acta matrimonial el carácter de requisito sine qua non para demostrar la existencia del vínculo, de necesario cum­plimiento también por los matrimonios contraídos eñ el extranjero, en atención a la segunda frase del primer párrafo del artículo undécimo del mismo Código Civil, según la cual: "Si la ley vene­zolana exige instrumento público o privado para su prueba, tal requisito deberá cumplirse". Por tanto, la competencia de principio reconocida a la lex loci actus se vería interferida por el artícu­lo 113 del Código Civil, que impone la presentación del acta respectiva para su prueba, no obstante haberse celebrado el matrimonio fuera del territorio de la República.

En este sentido parece orientarse el doctor Ce l e s t i n o f a r r e r a

cuando afirma: " . . .cualquiera que sea la forma adoptada, el matrimonio debe constar de un acta autorizada por el funcionario competente que lo haya presenciado";161 y dentro de la misma directriz e l doctor c a r l o s f e b r e s p o b e d a se expresa en términos más categóricos: "Para que el matrimonio realizado en el extran­jero por venezolanos o extranjeros, tenga validez en el país, debe constar en forma auténtica, pues con testigos no puede probarse ante los Tribunales el matrimoino".162

Criterio similar fue mantenido por la Fiscalía General de la República para oponerse al exequátur solicitado por la señora Y v e t t e b a x t e r l a c r u z , de la sentencia dictada el cuatro de abril de 1963 por el Tribunal del Condado de Dade, Estado de Florida, Estados Unidos de la América del Norte, en el expediente de la Sucesión del ciudadano norteamericano b a l d o m e r o l a c r u z . Dicho fallo declaró que la demandante había estado casada con el de cujus para la fecha de su muerte: por consiguiente, era la viuda, única y universal heredera, tanto según su última voluntad y testamento como de acuerdo con "la ley de los bienes de la

161. FARRERA, "El C ó d i g o . op. cit., p. 36.162. FEBRES POBEDA, op. cit., p. 93. No obstante, agrega: "Venezuela admite,

pues, el iocus regif actum consagrado en los artículos 11 y 108 del Código Civil".

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sucesión"; y tenía "derecho a recibir, en el momento de la partición de los bienes de la Sucesión, todas las propiedades del de cujus, inclusive muebles o inmuebles, donde quiera que estén situados".

La solicitud de exequátur íue contradicha por la Fiscalía Gene­ral de la República, a cargo del doctor r o l a n d o s a l c e d o d e l i m a :

la eficacia extraterritorial del fallo extranjero se vio impugnada "por considerar que la sentencia cuya ejecutoria se pide contiene declaraciones contrarias a disposiciones de nuestro Derecho Pú­blico Interno así como son las contenidas en los artículos 113 y 879 del Código Civil".163

Por su parte, la ciudadana Y v e t t e b a x t e r l a c r u z afirmó haber contraído matrimonio solo consensu con b a l d o m e r o l a c r u z , en forma reconocida como válida por los Tribunales del Estado de Florida; y sostuvo la eficacia del vínculo en territorio venezolano con fundamento en el principio locus regit actum, al mismo tiempo que rechazó la interpretación del artículo 113 del Código Civil, hecha por la Fiscalía General de la República.

A este respecto hizo expreso recordatorio acerca de la posi­bilidad de presentar pruebas distintas del acta matrimonial, por voluntad del propio Legislador, en los casos previstos por el mismo artículo 113164 y en las hipótesis contempladas por los

163. La transcripción fue tomada de la parte narrativa de la sentencia de la Sa la Político-Administrativa de la Corte Suprema de Justicia: no hemos tenido oportunidad de conocer los razonamientos de la Fiscalía G eneral de la República, pues no aparecen publicados en su "Informe a l Congreso Nacional. J 963". (C aracas, 1964), a cuya página 18 tan sólo se menciona el correspondiente dictamen.

164. El artículo 113 del Código Civil hace referencia al artículo 458 ejusdem, cuyo primer párrafo dispone: "Si se han perdido o destruido en todo o en parte los registros; si son ilegibles; si no se han llevado los registros de nacimiento o de defunción, o si en estos mismos registros se han interrum­pido u omitido los asientos, podrá suplirse el acta respectiva con cualquier especie de prueba. Las partidas eclesiásticas tendrán el valor de presun­ciones". A este respecto la Corte Federal y de Casación en Sala de Casación, siendo Ponente el doctor MAXIMO BARRIOS y por sentencia del vetintiuno d e octubre d e 1940, advirtió "que la constancia previa de cual­quiera de aquellas circunstancias, sólo podría exigirse respecto de los individuos nacidos en Venezuela, cuyas partidas han de inscribirse en esos Registros y no respecto de los nacidos en país extranjero"; y en definitiva el recurso fue declarado procedente por constar en la partida de defunción del ciudadano JOSE PARODI que era natural de Genova, Reino de Italia,

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artículos 115 y 116 del Código Civil. En consecuencia, si la ley venezolana no exige instrumento publico para comprobar, en todos los casos, los matrimonios celebrados en el territorio de la Repú­blica, menos puede pretenderse semejante requisito de los con­traídos en el extranjero; y, por tanto, no se cumplen los presupues­

t a que ial comprobación era o es por el sentido común de imposible realización en e l caso. Ad im posibilia nemo teneíur, reza el aforismo jurídico” . ("Memoria d e la Corte F ederal y d e Casación", Tomo II, Año 1941, pp. 158-160). Por otra parte, es de recordar la sentencia pronunciada el siete d e agosto d e 1974 por la S a la Político-Administrativa de la Corte Supre­m a de Justicia, siendo Ponente el doctor MIGUEL ANGEL LANDAEZ, con­firmatoria de la decisión de primera instancia, que revocó la declaratoria de yacencia de la herencia, en virtud de haber demostrado la ciudadana VERA BLUM LOSIEWAM DE DIDENKO que había contraído matrimonio durante la v ida del causante, PAUL DIDENKO ROSKOWA. La ceremonia tuvo lugar en Linz, Austria, en 1945, y los cónyuges vinieron " a Venezuela en 1948 sin documentación por efectos de la guerra mundial"; y en ausencia del acta respectiva fueron presentadas como pruebas: las correspondientes fichas en la Oficina de Identificación; la certificación de antecedentes y la certificación de domicilio expedidas por el Ministerio de Relaciones Interiores; la certificación de domicilio del Concejo Municipal del Distrito Iribarren y la carta de naturaleza, todos estos documentos referentes a la reclamante, VERA BLUM LUZOVA DE DIDENKO; y además, prueba testifical tendiente a demostrar la celebración del matrimonio. La oposición del Inspector Fiscal del Ministerio de Hacienda, fue declarada sin lugar, con fundamento en el artículo 458 del Código Civil, y a l respecto dijo la Suprema Corte: "En el caso de autos está suficientemente justificada la falta de presentación del acta de matrimonio, y a que las circunstancias en que se trasladaron a Venezuela, tanto el causante, como la reclamante, explican la pérdida o destrucción y del conjunto de pruebas producidas se deduce la existencia del vínculo matrimonial entre el de cujus y la señora V era Blum" ("Gaceta Forense", Segunda Etapa, Tomo LXXXV, pp. 154-158). Sem ejante criterio había sido también aceptado, a l decidir un asunto similar, por sentencia del doce de noviembre de 1968 de la Corte Superior Segunda en lo Civil y Mercantil de la Circunscripción Judicial del Distrito Federal y del Estado M iranda: los ciudadanos JOSEFINA TYLNY DE KOROL y BODHAN KOROL TYLNY carecían de las partidas de matrimonio y de nacimiento necesarias p ara acreditar su condición de viuda e hijo, respectivamente, del ciudadano ANTONIO K. KOROL: pero en vista de su carácter de refugiados de guerra, que justificó su ingreso a Venezuela como inmigrantes, amparados por un documento de identidad único, el N? 501.644 de fecha doce de noviembre de 1947, expedido por el Jefe de la Oficina de Repatriación en Alemania, "nos lleva a la conclusión de que esas tres personas ingresaron como grupo familiar, acreditando ,su vinculación con el certificado citado, que tiene pleno valor erga omnes". En consecuencia, la Corte Superior Segunda sostuvo: " . . . d e los pasaportes expedidos a estos ciudadanos, contenidos en la inspección ocular evacuada por la demandada; de las células que les expidió el Estado Venezolano al ingresar a l país, y retenerles el certifi­cado de identidad único que los am paraba y luego al aceptarles su mani­festación de ser venezolanos (G acetas O ficiales), y expedirles nuevas cédulas, con las cuales se identifican en este juicio, confirma su voluntad en orden a la identidad y vinculación de parentesco acreditada por tales personas con dicho certificado de identidad, por lo cual resulta ilegal e

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tos indispensables para el funcionamiento de la reserva prevista por el primer párrafo del artículo undécimo del Código Civil.

La anterior conclusión encuentra franco apoyo en las ense­ñanzas del Licenciado l u i s s a n o j o quien sostuvo:

" . . . l a prueba del matrimonio, cuando se haya cele­brado con arreglo a las leyes del lugar, será la que se exija por las mismas leyes. Así es que, sí por ejemplo, por esas leyes bastan la prueba testimonial y la posesión de estado, tal prueba deberá considerarse como suficiente en Venezuela para hacer constar el acto".165

Más categórica todavía es la actitud del doctor l o r e n z o

h e r r e r a M e n d o z a : en su Tesis de Grado examinó el problema concreto de la eficacia en Venezuela de los matrimonios solo consensu, válidamente concluidos de acuerdo con la ley del lugar de su celebración; y después de recordar la vigencia del principio locus regif actum en el sistema venezolano de Derecho Interna­cional Privado agregó los siguientes comentarios:

"Ese principio científico es ley de la República, y si el artículo 119 166 enuncia la formalidad en la celebración,

inicuo que se les niegue carácter por otra ram a del poder público, en aplicación de unas normas legales que, en cuanto a l estado y capacidad dan margen a la aplicación de la ley extranjera, ley extranjera que no admite discusión alguna, y que la Corte acoge a l apreciarse el Certifi­cado de identidad, de cuya existencia dá fé la certificación em anada del Ministerio de Relaciones Interiores, que cursa a l foilo sesenta ( 6 0 ) y que amparó el ingreso de tales personas al país como inmigrantes, dentro de programas de eipergencia mundial que evidenciaron una vez más la solidaridad existente entre las N aciones". Por otra parte, la Corte Superior Segunda había señalado algunos párrafos antes: "Ciertam ente todo lo rela­cionado con el estado y capacidad de las personas es m ateria de orden público y si bien de acuerdo con las normas de Derecho Internacional Pri­vado aplicables por los países que suscriben el llamado Código Bustamante son procedentes los medios de prueba del país de origen de la persona, su apreciación queda al libre arbitrio del Juzgador, conforme lo estatuye el mismo Código de Derecho Internacional Privado, citado". En última instancia, la Corte Superior Segunda declaró comprobado el carácter de viuda y de hijo que se habían atribuido los demandantes ("Ramírez <£ G aray ", Año 1968, Tomo XIX, pp. 127-129).

165. SANOJO, op. cit., Tomo I, N9 143, p. 161.166. La referencia es a l artículo 119 del Código Civil de 1896 que disponía:

"El matrimonio celebrado en país extranjero entre venezolanos, o entre venezolanos y extranjeros con las formalidades establecidas por las leyes del país en que se celebre, o por las leyes venezolanos, producirá «n Venezuela los mismos efectos civiles que si se hubiera celebrado en territorio venezolano".

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no es para exigir la solemnidad como condición esencial, sino porque el legislador supuso que en iodos los países había alguna solemnidad civil o religiosa, pasando por alto el contrato consensual de los am ericanos... Si el Legislador hubiera previsto el caso, habría sancionado en toda su extensión la regla locus regít actum, tal como está admitida por todos los hombres de ciencia. Son estas razo­nes bastante poderosas para declarar legítimos esos matri­monios, cuando se siga ante nuestros Tribunales un juicio en que se discuta la validez o la existencia de la unión contraída por venezolanos, con el sólo cambio de consen­timientos en aquellos países donde no existe ninguna formalidad para la celebración del matrimonio, ni funcio­nario que lo presencie, ni documento auténtico que com­pruebe su celebración. Creemos que el Juez no puede rechazar esa unión perfectamente válida, so pretexto de que no se le ha presentado "copia legalizada del acta de matrimonio o del documento que haga sus veces"; antes bien, debe admitir todas aquellas pruebas que tiendan a hacer constar la posesión de estado de marido y mujer: y cuando las partes lo pidieren, debe dirigir, con tal fin, comisiones rogatorias a los tribunales extranjeros.167

Idéntica conclusión fue afirmada en términos escuetos por el doctor f r a n c i s c o G e r a r d o y a n e s ;168 y también recibió franca acogida en la Tesis de grado del doctor r a m ó n a l t u v e quien, con fundamento en la regla locus regif actum, hizo valer los siguientes conceptos:

. .el matrimonio de los venezolanos en país extranjero se regirá en lo relativo a la forma de las diligencias precedentes a aquél acto, su celebración y medios proba­torios por la ley del país en que se haya celebrado. Cualquiera que sea la forma establecida en ese país el matrimonio es legítimo en Venezuela. El legislador vene­zolano no ha querido imponer a los nacionales que con­traen matrimonio en país extranjero, las formalidades exi­gidas por las leyes venezolanas, porque de lo contrario, sería imposibilitar tal acto cuando las formalidades exigi­das por las leyes extranjeras no fueran semejantes a las que rigen en Venezuela.. . Aplicando, pues, la regla locus

167, HERRERA MENDOZA, Tesis de Grado, op. cit., pp. 491-493.168. YANES, op. cit., p. 111. Con apoyo en el artículo 119 del Código Civil

de' 1904 deriva, entre Otras, esta consecuencia: "S9 En Escocia y Estados Unidos, el simple consentimiento bastará para la formación del matrimonio".

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regit actum, creemos que es válido en Venezuela el matri­monio contraído por venezolanos en país extranjero, con arreglo a las leyes locales aún en el caso de que éstas no exijan ningún requisito de forma, como sucede en los Estados Unidos, donde "Ja esencia del matrimonio es el consentimiento recíproco, y la prestación válida de éste no está sometida a fórmula ni solemnidad alguna" .169

No obstante admitir la eficacia del matrimonio solo consensu, válidamente concluido según la ley del lugar de celebración, desde un punto de vista práctico el doctor l o r e n z o h e r r e r a M e n d o z a

también aconsejó:

. .pueden presentarse muchos obstáculos en la prueba de la posesión de estado, y hasta hacerse imposible cuando los contrayentes han muerto y el matrimonio data de una fecha antigua; por lo cual nos parece muy conveniente, aunque no indispensable, que el venezolano que se en­cuentre en las circunstancias indicadas, celebre el matri­monio religioso, para que la partida pueda servir de prueba, y que si lo impide o cree impedírselo su conciencia, haga levantar un acta firmada por las partes, sus parientes y varios testigos, y que a su regreso a Venezuela, des­pués de la legalización del documento por el funcionario diplomático o consular correspondiente, pida su inserción en los Registros .Civiles al Juez de Primera Instancia de su domicilio o residencia. Este, en vista de los documentos producidos y de la imposibilidad de una forma solemne-., en la celebración, debe ordenar su transcripción en losl- Registros para la debida publicidad y para facilitar en' todo tiempo la prueba del matrimonio".170

El juicio de exequátur propuesto por la señora y v e t t e B a x t e r

l a c r u z se encontraba todavía pendiente de decisión ante nuestro Supremo Tribunal, cuando el problema de la eficacia de los matri­monios solo consensu válidamente contraídos de acuerdo* con la ley del lugar de su celebración fue objeto de un detenido estudio por el doctor f r a n c i s c o l o p e z h e r r e r a ; y de manera terminante concluyó:

16.9. ALTUVE, op. cit., 54-57. Las líneas en bastardilla se encuentran asi; en el texto original y constituye una transcripción de PASQUALE FIORE, "Dere­cho Internacional Privado", Tomo II, p. 269.

170. HERRERA MENDOZA,' Tesis de grado, op. cit., pp. 494-495.

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" . . . si en todos los casos indicados171 se permite la comprobación del matrimonio celebrado en Venezuela, por medios diferentes del instrumento auténtico, resulta obliga­torio concluir que en nuestro sistema legal no se exige indispensablemente el documento público como prueba de la celebración de tal acto. Y si se llega a esa conclusión por lo que respecta a nuestra propia situación interna, con mayor razón deberá aceptarse que el matrimonio cele­brado o formado en el extranjero, puede comprobarse en Venezuela por medios diferentes del documento auténtico. En otras palabras, que la excepción a la aplicación de la lex loci, contenida en el artículo 11 del Código Civil Vene­zolano, ni se refiere ni es aplicable a la prueba del matri­monio celebrado en el exterior del país".172

A pesar de los contradictorios planteamientos hechos en el juicio de exequátur propuesto por la señora y v e t t e b a x t e r l a c r u z

y del exhaustivo estudio del problema por el doctor f r a n c is c o

l o p e z h e r r e r a , la Sala Político-Administrativa se abstuvo de pro­nunciarse sobre la eficacia en nuestro país del matrimonio solo consensu, contraído válidamente de acuerdo con las leyes del lugar de su celebración; y siendo Ponente el doctor m a r t i n p e r e z

Gu e v a r a , en doce de abril de 1967, se limitó a declarar improce­dente la demanda, con fundamento en la pretendida incompetencia internacional del Juzgado sentenciador: según nuestra Suprema Corte correspode a los Jueces venezolanos, en forma exclusiva y excluyente, el conocimiento de los juicios sucesorales, cuando los bienes de la herencia se encuentran total o parcialmente ubicados en el territorio de la República.178

171. Se refiere a las hipótesis previstas en los artículos 113 y 115 del Código Civil.172. LOPEZ HERRERA, Francisco. "¿Puede surtir electos en V enezuela e l llam ado

matrimonio de "common law" del D erecho norteamericano?" en "Revista d e la Facultad d e D erecho d e la Universidad Católica Andrés Bello", C aracas, Año 1967, Número 5, p. 38; "A notaciones. . . " ,op. cit., nota 39, p. 275. El mismo criterio parece haber sido aceptado también por RICHARD S. LOMBARD, cuando en términos generales afirmó: "un matrimonio puede ser demostrado medios diferentes del acta matrimonial si sem ejante docu­mento nunca fue redactado o y a no existe" (op . cit., p .40 ), y es conforme con las enseñanzas del Derecho comparado, según se desprende de la actitud de los Tribunales de Alemania, Bélgica, Francia e Italia (RABEL, Ernst. "The Contlict o í Laws. A Comparativa Sfudy", Tomo I, Ann Arbor, Michi­gan, 1958, p. 241 ).

173. "G aceta Forense", Segunda Etapa, Tomo LVI, pp. 15-26.

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El silencio de la Sala Político-Administrativa debe interpre­tarse como consciente evasión del problema, posiblemente en el deseo de mantener completa libertad futura para decidir sobre la eficacia en Venezuela del matrimonio solo consensu, contraído en forma válida en el extranjero conforme a las leyes del lugar de su celebración; y, en particular, acerca de si la exigencia del acta matrimonial impuesta por el artículo 113 del Código Civil, constituye fundamento suficiente para hacer funcionar la reserve prevista por el primer párrafo del artículo undécimo del mismo Código.

Sin embargo, el reverente silencio de nuestra Suprema Corte permite presumir su implícita aceptación de los argumentos esgri­midos por la solicitante del exequátur: de lo contrario, no hubiera desperdiciado la oportunidad para ampararse con el manto pro­tector del orden público y destruir, con todo entusiasmo, la pre­tendida eficacia en Venezuela de los matrimonios contraídos por el simple intercambio de los consentimientos, en la forma contem­plada por el "common ¡aw" de los países anglo-americanos.

29. A todo evento, la aplicación del artículo 113 del Código Civil debe mantenerse dentro de los propios límites fijados por el Legislador: el acta matrimonial es exigida, en principio, para reclamar sus "efectos civiles"; y, por tanto, semejante restricción probatoria no sería procedente, en estricto rigor, cuando se pre­tenda derivar del matrimonio efectos distintos de los civiles.

En este sentido se expresa el doctor o r a n g e l r o d r íg u e z , Asesor elegido por el Juez de Primera Instancia en lo Civil del Segundo Circuito Judicial del Estado Trujillo, con motivo de las demandas propuestas por g i u s e p p a s p i n e t t i d e g e n t in i y a g u s t i n g e n t in i ,

en su carácter de herederos de v ic t o r io g e n t in i , contra la socie­dad p o g g io l i h e r m a n o s y el señor h e c t o r b o n t i , por cobro de bolívares: 174 en su dictamen del dieciséis de septiembre de 1907,

174. La posibilidad de nombramiento de Asesor fue institucionalizada en la reforma del Código de Procedimiento Civil ocurrida el cuatro d e julio d e 1916, vigente todavía en la actualidad, aun cuando en tiempos anteriores el dere­cho correspondiente a las partes de solicitar su designación encontraba fundamento en las leyes orgánicas de algunos Estados (REYES, Pedro Miguel. "Anotaciones a l Código de Procedimiento Civil", C aracas, s/f p. 128). La m ateria se encuentra regulada por los artículos 399 a 403, ambos inclusive, y por el artículo 801 para los asuntos no contenciosos.

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con cita de Bianchi y de Laurent, declaró inaplicable el artículo 175 del Código Civil de 1904 que exigía la presentación del acta para reclamar los efectos civiles del matrimonio, por cuanto la cualidad de esposa del ciudadano v i c t o r io g e n t i n i , acreedor original de la parte demandada, había sido opuesta como un simple hecho y no como constitutivo de una cuestión de estado. En consecuen­cia, consideró "aplicables a la prueba de aquellos hechos todos los medios ordinarios”, a saber, "la confesión, el juramento, la testifical en su caso, las presunciones y, en una palabra, todas las pruebas del derecho común".175

Criterio similar ha sido afirmado por el doctor f r a n c is c o l o p e z

h e r r e r a en los términos siguientes:

. .los medios de prueba, previstos en los citados artícu­los,176 fundamentalmente corresponden a la demostración del vínculo con la finalidad de deducir o reclamar sus efectos civiles, como expresamente señala el art. 133 CC. La doctrina no discute que si la prueba del matrimonio sólo interesa para propósitos diferentes, existe la más am­plia libertad de prueba".177

Ahora bien, de aceptarse semejante perspectiva no podría pretenderse la aplicación del artículo 113 del Código Civil cuando se trata de derivar del matrimonio un efecto político, como es la adquisición de la nacionalidad venezolana en los términos pre­vistos por el inciso primero del artículo 37 de la Constitución. Por tanto, en estricto rigor jurídico resultarían admisibles todos los medios probatorios consagrados por nuestro Legislador, con independencia si el vínculo se ha contraído dentro o fuera del territorio de la República; siempre que se atribuya carácter público y no civil a la nacionalidad, como parece constituir el denominador común de la doctrina y jurisprudencia venezolanas .

175. RODRIGUEZ, Orángel. "Díctamen", en "Revista d e Derecho y Legislación", Año II, Junio de 1913, Número 21 pp. 193-194.

176. La referencia es a los artículos 113 a 116 del Código Civil.177. LOPEZ HERRERA, "A notaciones . . . " op. cit., N9 51, p. 275. En la nota 40,

a pié de página, ag reg a : ''Así sucedería, por ejemplo, si se trata de probar la celebración del matrimonio con la simple finalidad de establecer el cum­plimiento de una modalidad con la que se ha afectado un negocio jurídico cualquiera, diferente e independiente del matrimonio: "A " compra un bien a "B " bajo condición (suspensiva o resolutoria) de que "C " contraiga matrimonio".

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VI. LAS FORMALIDADES ADICIONALES IMPUESTAS POR LA LEY VENEZOLANA

30. No obstante reconocer competencia a la lex loci celebrationis para regular la forma extrínseca de los matrimonios contraídos en el extranjero, la Legislación venezolana siguió las directri­ces del Código Civil Francés de 1804 al exigir el cumplimiento de ciertos requisitos adicionales; y en este sentido fueron im­puestos deberes tanto al cónyuge venezolano como los contra­yentes extranjeros, pero en esta última hipótesis fue requerido el establecimiento de vínculos territoriales con nuestro País.

En efecto, el artículo 103 del Código Civil dispone:

"El venezolano que contrajere matrimonio en un país extranjero deberá remitir, dentro de los seis meses siguien­tes de haberse celebrado el matrimonio, a la Primera Autoridad Civil de la Parroquia o Municipio de su último domicilio en Venezuela, copia legalizada del acta de matrimonio,178 a los fines de la inserción y demás actua­ciones ordenadas en el artículo 92".179

Por su parte, el artículo 92 del Código Civil prescribe hacer la pertinente remisión "a la Primera Autoridad Civil de las Parro­quias o Municipios a que corresponda el lugar del nacimiento de los cónyuges, para que la inserte en el libro correspondiente y anote el acta de nacimiento del cónyuge respectivo con la fecha del acta de matrimonio";180 y en forma concordante el artículo 474

178. "El objeto principal de la validación consular —expresa el doctor DELFIN ENRIQUE PAEZ— es el de establecer una presunción de que el documento del cual se trata está redactado de conformidad con el procedimiento y en la forma legal del país de origen. En otras palabras, que las personas que están autorizadas por la Ley de ese país p ara vigilar el cumplimiento de las formalidades acostumbradas, tales como los Notarios u otros fun­cionarios sem ejantes, han intervenido en la ejecución del documento' ("Ma­nual de D erecho y Práctica Consulares", C aracas, 1970, p. 194).

179. Dentro de la misma directriz y en términos generales el artículo 1.923, incluido en el Título XXII bajo el rubro "Del Registro Público", ordena en su segundo párrafo: "Las sentencias y los actos ejecutados en país extran­jero deben legalizarse debidamente".

180. A este respecto debe recordarse el mandato del artículo 31 de la Ley de Registro Público vigente, del seis d e lebrero d e 1978, que dispone: "En las Oficinas Principales de Registro se archivarán, adem ás de los Protocolos y Libros que se archiven en e lla . . . los Duplicados de los Registros Civiles de su ju ris d icc ió n ..." .

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del mismo Código previene: "En el registro de matrimonios, ade­más de las actas de los matrimonios correspondientes a la Parro­quia o Municipio respectivo, extendidas o insertadas en conformidad con lo dispuesto en el Título sobre el matrimonio, se insertarán las copias que se expresan en los artículos 103 y 109 de este Código".

31. Desde el punto de vista formal, la copia del acta de matri­monio debe encontrarse legalizada por el Agente Consular de Venezuela, competente ratione loci en el exterior;181 es decir, su certificación de que la firma del funcionario extranjero es autén­tica y de que en el momento de estamparla desempeñaba el cargo que afirmó ejercer, pero sin prejuzgar acerca de ningún otro extremo del documento, ni de forma ni de fondo.182

Por otra parte, es preciso traducir previamente al castellano la copia del acta de matrimonio, si es el caso, para que pueda desplegar eficacia jurídica en el territorio de la República;183 y

181. La Ley Orgánica del Servicio Consular del veintiocho d e octubre de 1936, en la versión reformada del d oce d e agosío d e 1938, dispone en su artículo 22: "Corresponde a los Cónsules . . . 30. Legalizar la firma de las autoridades locales cuando lo exijan los interesados". Por su parte, el artículo 31 de la Ley Orgánica del Servicio Diplomático del quince d e julio d e 1923 previene: "Los Jefes de Em bajada o Legación están autorizados para legalizar en la forma de costumbre las firmas de documentos expedidos por las Autoridades Locales, y pueden facultar a un funcionario de la Misión para hacerlo en los casos en que ellos se encuentren ausentes de la O ficina". En forma concordante. la "Convención de V iena sobre R elaciones Consulares", ratifi­cada por ley del once d e agosto d e 1965, establece en su artículo quinto: "L as funciones consulares consistirán en : . . , f ) actuar en calidad de nota­rio, en la de funcionario de registro civil, y en funciones similares y ejercitar otras de carácter administrativo, siempre que no se opongan las leyes y reglamentos del Estado receptor". De igual modo, en su artículo tercero, admite el ejercicio de las funciones consulares por "las misiones diplomá­ticas según las disposiciones de la presente Convención"; y el artículo 70 regula ese ejercicio. No obstante es de señalar la tendencia a suprimir el requisito de la legalización de los documentos, a los fines de facilitar las relaciones internacionales.

182. Los derechos consulares montan a la suma de quince bolívares (artículo 63, inciso 13, de la Ley O rgánica del Servicio Consular).

183. El artículo sexto de la Constitución del veintitrés d e enero d e 1961 dispone: "El idioma oficial es el castellano"; y en forma concordante el artículo décimo tercero del Código Civil previene: "El idioma legal es el castellano. Las oficinas públicas no podrán usar otro en sus actos; y los libros de cuentas de los comerciantes, banqueros, negociantes, empresarios y demás industriales, deben llevarse en el mismo idioma".A este respecto es de recordar la sentencia del cuatro d e junio d e 1980 de nuestra Corte Suprema de Justicia, en Sa la de Casación Civil, Mercantil

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a tales fines se requiere utilizar los servicios de un intérprete público.184

32. La obligación establecida por el artículo 103 del Código Civil debe cumplirse cuando uno de los contrayentes es venezolano; y, por consiguiente, incluye las hipótesis de matrimonios con­traídos en el exterior, tanto entre venezolanos como entre venezo­

y del Trabajo, cuando hizo los siguientes pronunciamientos: "De la lectura del artículo 13 del Código Civil que ha quedado transcrito, se colige que la prohibición de utilizar otro idioma distinto a l castellano no rige sino exclusivamente para las oficinas públicas, y en cuanto a los particulares, únicamente para los libros de cuentas y éstos no pueden ser otros que los libros que el Código de Comercio ordena llevar a los comerciantes. Empero, tratándose de relaciones entre particulares no hay disposición expresa que prohiba el uso de cualquier idioma extranjero, y por otra parte, la exigencia de la Ley en cuanto a l idioma legal estaría cumplida vertiendo al castellano cualquier documento redactado en otro idioma cuando sea el caso de hacerlo valer en juicio o ante alguna autoridad o funcionario del Estado (M em oria de la Corte Federal y de Casación, folio 110 de 1938, Tomo II). En el caso de especie, las menciones en idioma portugués citadas por la recurrente, son pequeñas y de su contexto general, claras en su contenido para cualquier mediocre lector del castellano por lo que no tienen relevancia suficiente para configurar una presunta violación del Artículo 13 del Código Civil” ("Repertorio Forense", Número 4.963, veinticuatro de julio d e 1980, p. 4 ) . En aplicación de ¡a directriz m encionada por la Suprema Corte de Justicia cabe recordar, a título de ejemplo, la actitud del Juzgado Superior Segundo en lo Civil y Mercantil de la Primera Circunscripción Judicial, con sede en C aracas, el diecinueve d e febrero d e 1957, cuando declaró: "es suficiente con que el promovente, a l producir el instrumento redactado en idioma extranjero, solicite su traducción por intérpretes, como se ha hecho en el presente caso " ("Jurisprudencia de los Tribunales de la República", Tomo VI, Volumen I, p. 383). Dentro de la misma directriz, en m ateria de ejecución de los actos de autoridades extranjeras, el artículo 750 del Código de Procedimiento Civil dispone: "S i los instrumentos presentados estuvieren en idioma extranjero se mandarán a traducir por intérprete jurado”.

184. Artículos l 9 y S9 de la Ley de Intérpretes Públicos del se is d e junio d e 1956, que no sufrieron cambio en la reforma hecha por el Decreto Número 648 del diecisiete d e noviem bre d e 1961. A este respecto puede citarse la sen­tencia del once d e abril d e 1955 dictada por el Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil y Mercantil de la Décima Séptima Circunscripción Judicial, que declaró: " . . .p a r a que ese instrumento surta efectos en el juicio, debe, a tenor del artículo 13 del Código Civil, estar en idioma nacio­nal o castellano, pero contrayéndose a traducción de documentos redactados en árabe, y, por consiguiente, en idioma distinto al nacional, debió pedirse la traducción en este juicio donde se la quiere hacer valer o ser hecha la traducción por un intérprete público. El hecho de que la traducción la haga el Encargado de Negocios de los Estados Unidos de Venezuela en la República Libanesa, no autoriza, en concepto del sentenciador, p ara tener la traducción como hecha en la forma exigida por la Ley" ("Jurisprudencia d e los Tribunales d e la República", Tomo IV, Volumen I, pp. 545-546): En el mismo sentido cita una decisión anterior del propio Tribunal fechada el cuatro de m ayo de i 955.

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lanos y extranjeros. Por otra parte, de acuerdo con los principios generalmente admitidos en la época contemporánea, resulta irre­levante para exonerar del deber impuesto la circunstancia que la persona pueda ostentar en forma concurrente una o varias nacionalidades extranjeras.

También carece de trascendencia el hecho de que el contra­yente, por virtud del matrimonio, deje automáticamente de ser venezolano: así sucedería en la hipótesis prevista por el artículo 38 de la Constitución si la mujer declara su voluntad contraria a conservar la nacionalidad y adquiere, según la ley del marido, la nacionalidad de éste.

Un criterio distinto fue sostenido por el Licenciado l u i s s a n o j o ;

y en términos precisos afirmó:

"Si uria venezolana se casare con un extranjero en el país de éste y si por sus leyes adquiere la nacionalidad del marido por el hecho del matrimonio, no es aplicable la disposición que acabamos de citar, porque según el artículo 19,l8s aquella se reputará en tal caso como extran­jera, respecto de los derechos propios de los venezolanos, y, por lo mismo, el caso no es ya el a que se contrae el artículo 123".l8e

33. El deber de enviar la copia legalizada del acta, establecido por el artículo 103 del Código Civil, surge en el momento mismo de la celebración del matrimonio en el extranjero; y resulta in­trascendente la circunstancia de que los cónyuges fijen su domi­cilio en Venezuela o no vengan, aún en forma esporádica, al territorio de la República.

Por otra parte, la obligación impuesta ha de cumplirse dentro de los seis meses siguientes; pero no resulta claro por qué se estableció un lapso menor al concedido a los matrimonios de extranjeros que vengan y fijen su domicilio en nuestro país. A

185. La referencia es el artículo 19 del Código Civil de 1873 que dispuso: "La venezolana que se casare con un extranjero, se reputará como extran­jera, respecto de los derechos propios de los venezolanos, siempre que por el hecho del matrimonio, adquiera la nacionalidad del marido, y mientras permanezca casad a".

186. SANOJO, op. cit„ Tomo I, N9 143, p. 161.. .

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título de simple recordatorio, cabe mencionar la tentativa de reforma propuesta en el seno de la Comisión Revisora de Códigos Nacio­nales, según informa el acta de la sesión de dos de enero de 1931 en los términos siguientes:

"Con los artículos 130 y 131 del Código, formó uno solo la Ponencia, para colocarlo en este Capítulo, de acuerdo con lo dispuesto por la Comisión al considerar los mismos. El plazo de un año, en lugar de seis meses, que allí se fija, se debe, según expresa el Ponente, a la necesidad de que el término sea suficientemente amplio, "en previ­sión de un olvido —dice— o de dificultades en la obten­ción y legalización de la copia o de cualquier otro orden". El texto, que fue aprobado con las modificaciones en su redacción qeu señaló el doctor Mendoza, es como sigue: El venezolano que contrajere matrimonio en un país extran­jero deberá, dentro de los doce primeros meses de haberse celebrado el matrimonio, remitir a la Primera Autoridad Civil de la Parroquia o Municipio de su último domicilio, copia legalizada del acta de matrimonio para su inserción y certificación en los Libros de Registro de Matrimonios".187

34. A pesar de la nacionalidad venezolana de uno de los cón­yuges, es posible el fracaso del propósito perseguido por el Legis­lador, cuando ordena remitir copia legalizada del acta de matri­monio "a la Primera Autoridad Civil de la Parroquia o Municipio de su último domicilio en Venezuela": en efecto, si el cónyuge ostenta la nacionalidad originaria con fundamento en los incisos segundo o tercero del artículo 35 de la Constitución, puede per­fectamente suceder que nunca haya tenido domicilio en el terri­torio de la Repóblica.

En semejante hipótesis la remisión podría hacerse, pero sin carácter obligatorio, a la Primera Autoridad Civil de la Parro­quia o Municipio donde se encuentre inscrita la partida de naci­miento del cónyuge venezolano; pero tal procedimiento sólo es posible seguirlo si se han cumplido las prescripciones del segundo párrafo del artículo 470. del Código Civil, que dispone:

187. BCRCN, Año I, Número 7, 1931, pp. 10-11. El asunto no fue objeto de examen por la Comisión Codificadora Nacional, creada en 1936 y tampoco se discu­tió por el Congreso que aprobó el Código vigente.

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"Si el nacimiento del niño tuviere lugar en el exterior, el funcionario Diplomático o Consular de la República que haya extendido la partida de nacimiento, remitirá lo más pronto posible, una copia auténtica de ella a la Primera Autoridad Civil de la Parroquia o Municipio de la última residencia de los padres en Venezuela, y dicha autoridad la insertará en los Registros con la fecha del día en que se reciba la partida".188

Sin embargo, es preciso destacar que la inscripción de la partida de nacimiento en los libros llevados por nuestros Agen­tes Diplomáticos o Consulares en el exterior no constituye requi­sito indispensable para obtener la nacionalidad venezolana; y que dicha anotación, por sí sola, tampoco es útil para atribuirla. Por tanto, la persona nacida en el extranjero puede ser vene­zolana, a pesar de la inobservancia del segundo párrafo del antes transcrito artículo 470, en cuyo caso la partida de nacimiento no aparecerá inscrita en ninguna Oficina de Registro Civil en Vene­zuela. Ahora bien, en beneficio de los propios cónyuges, en seme­jante hipótesis resulta aconsejable cumplir, pero sin carácter obli­gatorio, las directrices establecidas por el artículo 109 del mismo Código para los matrimonios de extranjeros celebrados fuera del territorio de la República.189

También puede frustrarse la finalidad perseguida por el ar­tículo 103 del Código Civil, cuando ordena hacer la ulterior remi­sión de la copia del acta "a la Primera Autoridad Civil de las Parroquias o Municipios a que corresponda el lugar del nacimiento de los cónyuges". En efecto, el contrayente puede no haber nacido en el territorio de la República, a pesar ostentar la nacionalidad originaria, como sucede en algunas de las hipótesis previstas por

188. El segundo párrafo del artículo 470 del Código Civil fue incluido en la reforma de 1942, a propuesta del doctor JESUS AROCHA MORENO, en la sesión del tres d e julio d e 1942, con motivo del segundo debate del Proyecto del Código Civil en la Cám ara de Diputados. De esta m anera se trató de dar una finalidad útil a la obligación impuesta a nuestros Cónsules por el inciso quinto del artículo 22 de la Ley Orgánica de Servicio Consular, de remitir a l Ministerio de Relaciones Exteriores copia de las partidas de nacimiento' que inscribieran en los Libros respectivos: a l decir del doctor JESUS AROCHA MORENO la tramitación terminaba allí, de acuerdo con las enseñanzas de la práctica, y un verdadero beneficio sólo podría obte­nerse mediante la sugerida reforma ("Diario d e D ebates d e la C ám ara de Diputados" , Mes II, Número 31, cinco d e julio d e 1942, p. 8 ) .

189. V éase luego el número 37 de este trabajo.

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el artículo 35 de la Constitución;190 y así ocurrirá siempre en el caso de personas naturalizadas en Venezuela. No obstante, resulta también aconsejable cumplir, por vía analógica pero sin carácter obligatorio, las prescripciones del artículo 109 del Código Civil referentes a los matrimonios entre extranjeros celebrados en el exterior.191

35. Los antecedentes del artículo 103 del Código Civil se remon­tan al Decreto Ley del primero de enero de 1873, cuyo artículo 64 dispuso:

"Cuando el matrimonio se hubiere celebrado en país extranjero entre venezolanos o entre venezolanos y extran­jeros, deberán éstos presentar, dentro de seis meses de su regreso a Venezuela, al Juez de Primera Instancia del lugar de su residencia, copia legalizada del acta de la celebra­ción del matrimonio, a fin de que este funcionario, caso de encontrarla en debida forma, la remita al Presidente del Concejo Municipal para ser archivada, sacando antes una copia certificada que remitirá a la Primera Autoridad Civil de la respectiva Parroquia para que la inserte en los registros".192

La fórmula anterior se mantuvo idéntica en los Códigos Civi­les de 1873 y de 1880;193 en 1896 el Legislador agregó al precepto la frase "o del documento que haga sus veces" después de: "acia de celebración de matrimonios" , 194 y esta nueva redacción fue repro­

190. La nacionalidad originaria se adquiere automáticamente iure sanguinis cuando ambos progenitores son venezolanos por nacimiento, de acuerdo con el inciso segundo del artículo 35; y conforme al ordinal tercero del mismo artículo puede adquirirse si uno de los progenitores es venezolano por nacimiento y adem ás si manifiesta la voluntad de querer ser venezolano, requisito éste último que puede cumplirse en el exterior.

191. V éase luego el número 387 de este trabajo.192. En sentido análogo hab ía previsto el doctor JULIAN VISO en su “Proyecto

de Código Civil", publicado en 1854: "Dentro de tres meses después de la vuelta del venezolano al territorio de la República, el acto de la celebración de matrimonio en país extranjero será inscrito en el Registro de matrimonios del lugar de su domicilio, para que pueda ser capaz de producir en Venezuela los efectos civiles" (artículo décimo, Ley Sexta, Título Quinto, Libro Primero); y en forma concordante, el artículo 19, Sección Cuarta, Ley Unica, Título Tercero, Libro Primero, disponía: "Las actas de matrimonios celebrados en el extranjero se transcribirán en los registros corrientes del domicilio de los esposos".

193. Artículo 123 del Código Civil de 1873; artículo 126 del Código Civil de 1880.194. Artículo 121 del Código Civil de 1896.

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ducida en el Código Civil de 1904.195 La reforma encuentra funda­mento en el deseo de dar una mayor claridad al artículo;190 y el doctor a n i b a l d o m i n i c i , miembro de la respectiva Comisión Codificadora, justifica el aditamento "por cuanto podría acostum­brarse en el locus celebrationis un documento distinto del "acta matrimonial".197

Por tanto conforme al régimen vigente hasta 1916 la obliga­ción impuesta por el Legislador nacía con el regreso de los con­trayentes a Venezuela, y no a partir del momento de la celebra­ción del matrimonio: en consecuencia, no fue requerida la remi­sión del acta sino su presentación al funcionario competente. Además, la simple venida esporádica o el retorno de alguno de los cónyuges a nuestro País, aún en forma estable, parece haber sido insuficiente para que debiera efectuarse la presentación: fue exigido el regreso de ambos y la fijación de su residencia en el territorio de la República.

Por otra parte, el funcionario competente para recibir la copia del acta matrimonial era el Juez de Primera Instancia del lugar de la residencia de los cónyuges; y al decir del doctor a n i b a l

d o m in i c i tenía facultades para "examinar si el matrimonio se cele­bró conforme a las leyes venezolanas o las leyes extranjeras en cuya jurisdicción se efectuó, y si aquellas o éstas fueron debida­mente cumplidas en cuanto a las formas, sin entrar en ninguna otra averiguación, pues toca a los interesados reclamar contra las nulidades que resulten de otras infracciones legales".198

Sin embargo, nada se dispuso acerca de las consecuencias de la negativa por parte del Juez de enviar el acta matrimonial para su inscripción en los Libros del Registro Civil; y tampoco respecto de la eficacia jurídica de su ulterior remisión al Presi­

195. Artículo 121 del Código Civil de 1904.196. BANCE, Juan Bautista y GODOY FONSECA, Pablo.— "Las m odificaciones que

sufrió el Código Civil en 1896", en " Temis", C aracas, 1896, artículo repro­ducido en la "Revista d e D erecho y Legislación", Año 1957, Tomo XLVI, p. 152.

197. DOMINICI, op. cit. Tomo I, pp. 187-188; y ag reg a : "como sucede en donde sólo se observa el matrimonio religioso".

198. DOMINICI, op. cit., Tomo I, p. 188. La mención a "las leyes venezolanas" se explica por la posibilidad abierta en este sentido por el Legislador de la época.

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dente del Concejo Municipal. Más aún: ni siquiera fue establecida sanción alguna por el incumplimiento del deber impuesto a los cónyuges de efectuar la presentación. Por tanto, resulta forzozo concluir en la intrascendencia práctica de tales acontecimientos, los cuales por sí solos, no desvirtuaron la validez del matrimonio contraído en el extranjero de acuerdo con las normas de la lex loci, aplicables por mandato de las reglas venezolanas de Derecho Internacional Privado.199

36. El Legislador de 1916 sustituyó los preceptos vigentes hasta entonces; y con manifiesta inspiración en los artículos décimo séptimo y décimo octavo del "Proyecto de Ley de Aplicación del Derecho Internacional Privado" del doctor p e d r o m a n u e l a r c a y a

dispuso:

"Artículo 130.— El venezolano que contrajere matrimonio fuera de Venezuela deberá participarlo, dentro de los seis meses siguientes, al Juez de Primera Instancia en lo Civil de su último domicilio en ésta, remitiéndole también copia legalizada del acta respectiva.

Artículo 131.— Al recibir el luez la copia antedicha la transmitirá, para su inserción en el Libro de Actas Matri­moniales, a los respectivos Jefes Civiles de las Parroquias o Municipios a que corresponda el último domicilio o la última residencia de cada uno de los cónyuges, siempre que el matrimonio, según el examen que del caso hará el Juez, no resulte celebrado en contravención de las leyes venezolanas relativas al estado y capacidad del contrayente.

Estos funcionarios, al hacer la inscripción del acta en el Registro respectivo, enviarán copia certificada de ella, para su archivo/ al Presidente del Concejo Municipal de la Jurisdicción, quien cumplirá con lo dispuesto en los artículos 120 y 121 ",200

La simple lectura de las anteriores disposiciones permite esta­blecer las variantes del nuevo régimen: Por una parte, el deber impuesto al cónyuge venezolano surgió a partir del momento de la celebración del matrimonio, siendo irrelevante su regreso espo-

199. V éase el número 2 de este trabajo.200. Los artículos 120 y 121 ordenaban efectuar las inserciones- correspondientes

y estampar las respectivas notas marginales.

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radico o permanente al territorio de la República; y por vía de consecuencia no fue requerida la presentación sino el envío del acta al Juez de Primera Instancia en lo Civil de su último domicilio en Venezuela.201 Por otra parte, las funciones del Magistrado no se extendieron a los aspectos formales, pues sólo debió vigilar el cumplimiento de las normas venezolanas sobre estado y capa­cidad de los contrayentes.202

Las facultades conferidas por el Legislador de 1916 al Juez de Primera Instancia en lo Civil no contaron con el beneplácito de la doctrina patria;203 y fueron eliminadas en la reforma de 1942. Por tanto, el precepto parece debió haberse trasladado al Título del Código sobre el Registro del Estado Civil, según propusieran los doctores j u a n b a u t i s t a b a n c e , l u i s i. b a s t i d a s y C e l e s t i n o

f a r r e r a ,-204 pero el inmovilismo se impuso: el artículo quedó como único integrante de la Sección Primera, Capítulo Sexto del Título Cuarto, bajo el extenso rubro: "Del matrimonio de los venezolanos en países extranjeros".205

37. La reforma de 1916 no se limitó a modificar el precepto relativo a las formalidades a cumplirse por los matrimonios con­traídos en el extranjero, si alguno de los cónyuges era venezo­lano; y aun cuando nada había previsto sobre el particular en el Proyecto de Código Civil presentado por el Ministerio de Relacio­nes Interiores al Congreso Nacional, a propuesta de la Comisión del Senado 200 se incorporó un nuevo artículo, mantenido hasta los tiempos presentes, que en su redacción actual lee como sigue:

201. Al respecto recuérdense los comentarios anteriores acerca de la posibilidad de que el cónyuge venezolano nunca hubiere tenido domicilio en Vene­zuela; hipótesis de mayor ocurrencia durante el período de 1904 a 1947 debido al funcionamiento automático del ius sanguinis, reconocido por las diversas Constituciones vigentes en la época.

202. LOPEZ HERRERA, "¿.Puede. . . " art. cit., pp. 28-29.203. V éase antes el número 21 de este trabajo.204. BANCE, "P o n e n c ia .. ." , art. cit., BCCN, Año I, Número 4, de mayo de 1937,

p. 8; BASTIDAS, op. cit., Tomo I, pp. 83-84; FARRERA, "A nofaciones. . BCCN, Año I, Número 4, Mayo de 1937, p. 26.

205. BASTIDAS, op. cit., Tomo I, p. 84.206. PIETRI Hijo, Alejandro. "El Código Civil de 1916 y sus diferencias con el

de 1904 e indicación d e los artículos correspondientes en éste y en el d e 1896", Caracas, 1916, p. 39,

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"El matrimonio extranjero que se domiciliare en Vene­zuela, deberá presentar, dentro del primer año de su venida al país, a la Primera Autoridad Civil de la Pa­rroquia o Municipio respectivo, copia legalizada del acta de matrimonio para su inserción en los Libros de Registro Civil".

Al r e f e r i r s e a l n u e v o p r e c e p t o , e l d o c t o r C e l e s t i n o f a r r e r a

a d v ir t ió q u e h a b í a s id o in c o r p o r a d o " p a r a f a c i l i t a r l a p r u e b a d e

l a u n ió n c o n y u g a l a l e x t r a n je r o y p a r a f a c i l i t a r d e b i d a m e n t e s u

e s t a d o c i v i l";207 y e l d o c t o r F l o r e n c i o r a m i r e z s e e x p r e s ó e n lo s

s ig u ie n t e s t é r m in o s :

"Es indudable que si los extranjeros gozan en Vene­zuela de los mismos derechos civiles que los venezolanos, estando el Registro del estado civil destinado a la demos­tración perenne y eficaz de los hechos constitutivos de ese estado, y siendo el Registro aludido obligatorio para los venezolanos, puesto que allí estará el fundamento para reclamar, llegado el caso, los efectos civiles del matrimonio; atendidos los principios fundamentales al respecto, es na­tural que los extranjeros casados que se domicilien aquí se hallen sujetos a la propia formalidad, y porque de esa manera podrá verificarse fácilmente cualquier cambio en su estado y estarán en capacidad de hacer valer los dere­chos inherentes a su condición de casados".208

Ahora bien, el funcionamiento del artículo 109 del Código Civil presupone el domicilio en Venezuela, a cuyo efecto los cónyuges deben satisfacer previamente los requisitos generales, tanto para la admisión como para el establecimiento del domicilio por los extranjeros en nuestro país; y el lapso de doce meses comienza a contarse a partir de su venida al territorio de la República.

Lógica consecuencia de semejante régimen es exigir la presen­tación y no el envío del acta del matrimonio; pues sería poco razonable imponer obligaciones a personas sin vínculos con nuestro país. Por otra parte, tampoco se prescriben anotaciones marginales en las partidas de nacimiento, ya que, tratándose de extranjeros, en la generalidad de los casos no se encontrarán insertas en el

207. FARRERA, "El C ó d ig o ..." , op. cit., p. 40.208. RAMIREZ, op. cit., Tomo I, p. 153.

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Registro Civil venezolano: a título excepcional podría señalarse el caso de un venezolano por nacimiento en el territorio que hubiere perdido su nacionalidad y que contrae matrimonio con persona extranjera fuera de Venezuela. En semejante hipótesis, en beneficio de los interesados pero sin carácter obligatorio resultaría aconse­jable hacer estampar las notas marginales correspondientes, no obstante el silencio del Legislador.

Independientemente de las eventuales sanciones derivadas de su incumplimiento, el artículo 109 del Código Civil establece una verdadera obligación, según se desprende de sus propias palabras: "deberá presentar". Por tanto, de acuerdo con la voluntad del Legis­lador no es una formalidad que puede ser satisfecha ad libitum por los cónyuges extranjeros; y sólo a título de recordatorio cabe mencionar la iniciativa de la Comisión Revisora de los Códigos Nacionales, creada en 1930, con el propósito de convertirla en una regla de carácter facultativo, "en consideración a las dificultades que pudieran presentarse a los extranjeros para cumplirla y a la de que ellos y sus hijos son los principales, si no únicos, interesados en llenar la formalidad prevista''.209

VII. LA SANCION POR EL INCUMPLIMIENTO DE LAS FORMALIDADES ADICIONALES

38. Aun cuando no puede existir duda legítima alguna acerca de las obligaciones impuestas por los artículos 103 y 109 del Código Civil, queda abierta la interrogante relativa a las consecuen­cias derivadas de su incumplimiento; y, en particular, es necesario resolver, si la falta de inscripción en los libros del registro civil de la copia legalizada del acta del matrimonio contraído en el extranjero, obstaculiza en alguna forma la producción de sus efec­tos jurídicos en el territorio de la República.

209. Así se lee en la "Exposición" que dirigiera al Ministro de Relaciones Inte­riores el seis de m ayo d e 1931 (BCRCN, Año I, Número 9, p. 1 4 ). La Comisión Codificadora Nacional, creada en 1936, reprodujo el precepto sin cambio alguno; y en la sesión del veintitrés de abril d e 1937 se aprobó la Ponencia del doctor IUAN BAUTISTA BANCE (BCCN, Año I, Número 5, Junio 1937, p. 4 6 ), quien h ab ía dicho al respecto: "En cuanto al matrimonio de los extranjeros en Venezuela, no veo alteración de importancia que pudiera hacerse de m anera útil" ("Ponencia sobre la m ateria del matrimo­nio", BCCN, Año I, Número 4, Mayo de 1937, p. 8 ) .

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La pregunta no presentaría mayores dificultades en el caso de existir un pronunciamiento expreso del Legislador, como lo hizo el artículo 101 del Código Civil italiano de 1865, donde fue prevista una multa hasta por la suma de cien liras; pero mantiene su vigen­cia en ordenamientos jurídicos como el venezolano, donde nada se dispone al respecto y así también ocurre con el artículo 171 del Código Civil Francés de 1804, última fuente de inspiración de nuestro precepto.

Ahora bien, semejante silencio explica la originaria discre­pancia de criterios en la doctrina francesa durante el siglo XIX: con apoyo en la opinión de m e r l i n , numerosos juristas negaron efectos civiles en Francia al matrimonio concluido en el extranjero mientras no fuera inscrito en los libros de registro del estado civil. Sin embargo, se trata de una perspectiva carente de apoyo en el Código, donde no se establece sanción alguna para el caso de incumplimiento. Por otra parte, tampoco es posible deducirla del espíritu del Legislador, porque él mismo somete las formalidades del acto a la lex loci celebrationis, y sería insólito, a falta de texto expreso, condicionar posteriormente la validez del matrimonio a la transcripción de la copia legalizada del acta en los libros de reigstro del estado civil.

Dentro de la misma directriz, aun cuando con matices menos pu­nitivos, otros autores siguieron las pautas de d u r a n t o n y z a c h a r ia

para atribuir al artículo 171 del Código Civil la finalidad de hacer público el matrimonio celebrado en el exterior; y partiendo de la anterior premisa, mientras la transcripción estuviera pendiente, le negaron en Francia los efectos propios de la publicidad, tales como la hipoteca legal en favor del marido o la necesidad de su previa autorización para contratar en forma válida. Ahora bien, seme­jante punto de vista tampoco encuentra fundamento en algún texto del Código; antes al contrario, la historia legislativa del precepto enseña que, en sus orígenes, la única sanción prevista fue la de multa, pero resultó eliminada en el curso de los trabajos preparatorios.

La opinión predominante en definitiva hace hincapié en la verdadera finalidad del artículo 171 del Código Civil, que no puede ser otra sino la de facilitar a los cónyuges y otros intere­sados la prueba de un acto concerniente al estado civil de las

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personas: por tanto, si no se inscribe la copia legalizada del acto en los libros correspondientes, la demostración del matri­monio concluido en el exterior debe hacerse en cada caso a través del documento otorgado en el extranjero, con las inevitables dificultades prácticas para su pronta y debida obtención.

De igual modo se recuerda que el acta no constituye requi­sito esencial para la validez del matrimonio: éste puede ser demos­trado por otras pruebas supletorias y desplegar todos los efectos jurídicos. Por consiguiente, resultaría inconcebible, para no decir absurdo, negar su validez cuando ha sido concluido en forma válida en el extranjero y se ha levantado el acta requerida por la lex loci actus, por la sola circunstancia de no habérsela trans­crito en los libros franceses de registro del estado civil.210

39. A pesar de la similitud en los textos y del indiscutible influjo de la doctrina francesa, la anterior controversia no tuvo reper­cusiones en el medio jurídico venezolano; y los autores patrios de las diversas épocas rechazan, en forma prácticamente uná­nime, la pretensión de condicionar la eficacia en Venezuela del matrimonio contraído en el extranjero, al cumplimiento de los deberes impuestos por los artículos 103 y 109 del Código Civil.

A este respecto el Licenciado l u i s s a n o j o afirmó en términos categóricos:

"La omisión de la formalidad de la transcripción en el tiempo fijado por la Ley en manera alguna anula el matri­monio ni priva a los cónyuges ni a sus hijos de ninguno de los efectos civiles. No hay disposición legal que dé un efecto tan severo a aquella falta, ni de su naturaleza tampoco puede deducírsela. Indudablemente que los que han dejado de cumplir aquella prescripción están en el caso de comprobar legalmente que en efecto contrajeron matrimonio, siempre que tengan que ocurrir a la autoridad pública en demanda de protección para alguno de los derechos inherentes al estado que se atribuyen; pero hasta ahí no más llegarán los efectos de su omisión".211

210. LAURENT, François. "Principes de Droit Civil", Tomo III, Bruxelles * París 1878, N9 34-37, pp. 50-55.

211 , SANOJO, op. cit., Tomo I, N9 144, pp. 161-162. Sin embargo, el Licenciado LUIS SANOJO ag reg a : "Con todo, si tales derechos han de obrar contra

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Conceptos similares fueron sostenidos por el doctor a n i b a l

d o m in i c i en los términos siguientes:

"El deber que impone nuestro artículo se ha de cumplir cuando el venezolano regresa a la República, y no esta­blece sanción alguna, por manera que sí se omite aquella formalidad, no por eso es nulo el matrimonio, ni dejan de ser legítimos los hijos. La presentación y registros antedichos son útiles, en el sentido de que facilitarán en todo tiempo la comprobación del matrimonio hecho en el extranjero".212

Dentro de la misma directriz expresó el doctor l o r e n z o

h e r r e r a M e n d o z a en su Tesis de grado:

"Esta obligación ha sido impuesta a los venezolanos para facilitar en cualquier tiempo la prueba de la celebra­ción y no como han pretendido algunos comentadores franceses como formalidad necesaria para la validez del matrimonio para que produzca sus efectos respecto de terceras personas, porque ningún matrimonio puede ser declarado nulo sino por sentencia conforme una disposición expresa que establezca la causal. Además, el artículo 119 de nuestro Código Civil,213 semejante al 170 del francés, reconoce los efectos civiles de los matrimonios celebrados por los nacionales en el extranjero, sin distinguir las rela­ciones con terceras personas.. . Tampoco podrá imponerse castigo alguno, corporal o pecuniario, al venezolano que omita esa formalidad, porque los Códigos Civil y Penal no contienen ninguna ley que lo establezca, y son antiguos en la ciencia del Derecho los principios de que la ley odiosa debe restringirse: odia restringit, y que no existe pena sin ley: nulla penae sine lege. Estos preceptos jurídicos han salido del luminoso campo de la doctrina, y cobijados por

terceros, y los cónyuges han tenido en reserva su matrimonio, la ignorancia de aquellos es suficiente p ara que puedan rechazar las pretensiones de éstos. Tal procedimiento entraña dolo, o por lo menos negligencia, y es sabido que a nadie aprovecha el que él mismo cometa".

212. DOMINICI, op. cit., Tomo I, pp. 188.213. La referencia es a l artículo 119 del Código Civil de 1896 que disponía:

"El matrimonio celebrado en país extranjero entre venezolanos, o entre venezolanos y extranjeros con las formalidades establecidas por las leyes del país en que se celebre, o por las leyes venezolanas, producirá en Venezuela los mismos efectos civiles que si se hubiera celebrado en territorio venezolano".

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leyes terminantes han pasado a los dominios del Derecho escrito".214

Idéntico criterio fue mantenido por el doctor f r a n c is c o Ge r a r d o

y a n e s cuando afirmó: "La omisión de tales formalidades no puede acarrear la nulidad: será un simple inconveniente para las mis­mas partes cuando quisieren comprobar el matrimonio".215 De igual modo el doctor r a m ó n a l t u v e , con cita del Licenciado Luís Sanojo, sostuvo: "Creemos que esta disposición tiene por objeto facilitar la prueba de la celebración del matrimonio, sin que la omisión sea suficiente para anular el matrimonio ni para quitarle ninguno de sus efectos civiles";216 y el doctor Ce l e s t i n o

f a r r e r a advirtió: "¿Con qué sanción pena nuestra Ley la falta de esa transcripción en los registros civiles nacionales? No la yernos en ninguna parte, por lo cual nos inclinamos a pensar que el cumplimiento de esa formalidad no tiene otro fin sino el de facilitar a los interesados la respectiva prueba de la celebración del matrimonio".217

Las anteriores afirmaciones son reconocidas por el doctor l u i s i . b a s t i d a s como un hecho indiscutible en la realidad jurídica venezolana;218 y después de los expresos pronunciamientos de nuestra Suprema Corte de Justicia219 constituyen denominador común de la doctrina patria de tiempos posteriores.

En efecto, a título simplemente ejemplifícativo cabe recordar las palabras del doctor f r a n c is c o l o p e z h e r r e r a cuando se refirió al asunto en los términos siguientes:

214. HERRERA MENDOZA, op. cit., pp. 488-490. En forma similar a como lo hiciera el Licenciado LUIS SANOJO admitió que terceras personas "podrán obtener, según las circunstancias, de acuerdo con los artículos 1.116 y 1.117 (sim ilares a l artículo 1.185 del Código Civil v igente) una indemnización

.d e daños y perjuicios; pero en ningún caso podrán pretender otros derechos, como gozar de preferencia sobre los hijos del matrimonio en la sucesión de sus padres, que la mujer no tenga derecho a la hipoteca legal sobre los bienes del marido como garantía de los actos de administración u otros sem ejantes" (op. cit., p. 489).

215 ." YANES, op. cit./p . 111.216. ALTUVE, op. cit., p. 56.2L7. .FARRERA, "El C ó d ig o ..." op. cit., pp. 37-38.218. BASTIDAS, op. cit., Tomo I, p. 84.219. Véanse luego los números 41 y 42 de este trabajo.

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"Tanto la doctrina como la jurisprudencia patrias han reconocido de manera unánime y constante que la regla contenida en los expresados artículos 103 y 109 del Código Civil, ni son de orden público interno, ni son de cumpli­miento obligatorio, ni su desacato afecta en forma alguna la validez del vínculo conyugal formado en el exterior, sea entre venezolanos, sea entre venezolanos y extranje­ros, sea sólo entre extranjeros. Dicha doctrina y jurispru­dencia reconocen que el incumplimiento de tales normas no acarrea ninguna sanción y que las mismas han sido consagradas por el legislador a título de simple recomen­dación y para facilitar la comprobación del matrimonio".220

Por su parte, el doctor a r t u r o t o r r e s r i v e r o expresa:

" . . . n o es indispensable el cumplimiento de esa forma­lidad, no sólo porque la existencia, la validez y los efectos del matrimonio son independientes de la prueba de éste, sino también, porque de admitirse que la eficacia de la prueba depende del cumplimiento del registro civil, enton­ces, jurídicamente, sería imposible demostrar un matrimo­nio en el exterior cuyos contrayentes no se hayan domi­ciliado en Venezuela, lo cual puede tener importancia si, en determinada situación y para algún efecto conforme al ordenamiento de nuestro país, se invocare dicho vínculo extranjero, de cuya acta la Ley no establece ninguna ins­cripción en el Registro Civil. Además, aparte de que no hay sanción para la violación de las inscripciones pre­vistas, éstas deben cumplirse dentro de los respectivos lapsos, circunstancia que hace suponer, en los expresados intervalos, la eficacia de la prueba legalizada del matri­monio extranjero, aún sin eso del registro civil".

En consecuencia, el doctor a r t u r o t o r r e s r i v e r o concluye:

"La formalidad del registro no es constitutiva sino decla­rativa de la prueba del matrimonio en el exterior, por lo que no influye en la eficacia de é s ta .. ," .221

40. No obstante la indiscutida unanimidad de criterios en la doctrina patria, la actitud inicial de nuestra jurisprudencia se

220. LOPEZ HERRERA, "¿Puede. . art. cit., p. 40.221. TORRES-RIVERO, Arturo. "Pruebas d e Estado", Caracas, 1970, nota 12, p. 17.

En el mismo sentido se había expresado tres años an tes : "D erecho de Familia. Parte General", Tomo Segundo ("Procesos d e Estado d e Fam ilia,,)/ C aracas, 1967, nota 149, pp. 139-140.

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orientó por otros derroteros: el punto de vista contrario fue aceptado en un primer pronunciamiento de la extinguida Corte Federal y de Casación, en Sala de Casación; y se declaró improcedente la demanda de divorcio de un matrimonio contraído en el extranjero porque no podía producir efectos civiles en Venezuela, en virtud de no haberse inscrito la copia legalizada del acta respectiva en los libros del registro, en los términos prescritos por el artículo 137 del Código Civil de 1922.222

En esa oportunidad, siendo Ponente el doctor j u v e n a l a n z o l a ,

nuestra Suprema Corte afirmó en sentencia del treinta de marzo de 1927:

"La copia legalizada del acta de matrimonio de los esposos Pedro Delgado y Ana Galindo de Delgado, no ha sido presentada a la Autoridad Civil respectiva para su inscripción en los libros del Registro Civil, y la copia del acta matrimonial que figura en los autos es la certifica­ción del acto expedida por el Misionero de Moreno, Fray Martín Vargas, certificación que no reviste caracteres de legalización alguna. En consecuencia, el actor no podía intentar la acción que intentó, ni hacer valer los efectos civiles de su matrimonio, porque no había probado legal­mente su celebración, a la cual debió seguir, como com­plemento indispensable, la inscripción civil. En virtud de lo expuesto, el actor carecía de personalidad para intentar su acción, y los Jueces del fondo no han debido sustanciar y decidir un juicio, promovido por quien no estaba en capacidad legal de intentarlo, por no haber previamente comprobado su carácter de esposo y cumplido la solem­nidad del registro del acta matrimonial, a lo cual da nuestra Ley valor especial, pues es disposición relacionada con el orden público".223

222. El artículo 137 del Código Civil de 1922 disponía: "El matrimonio extranjero que se domiciliare en Venezuela deberá presentar dentro del primer año de su venida al país, a la Primera Autoridad Civil de la Parroquia o Muni­cipio respectivo, copia legalizada del acta de matrimonio p ara su inserción en los Libros de Registro Civil".

223. "Memoria d e la Corte Federal y de C asación', Año 1928, p. 183. La senten­cia obtuvo el voto favorable del Presidente, doctor JUAN FRANCISCO BUS- TILLOS, el Vicepresidente, doctor JUAN DE DIOS MENDEZ y MENDOZA; el Canciller Ponente, doctor JUVENAL ANZOLA; el Vocal, doctor RAFAEL R. REVENGA, y el Vocal, doctor AGUSTIN BEROES. Los Vocales, doctores JOSE A. BUENO y J. EUGENIO PEREZ, salvaron su voto.

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El anterior punto de vista no fue compartido por todos los miembros de nuestro Supremo Tribunal; y en su voto salvado el doctor j ó s e A n t o n i o b u e n o fue categórico cuando sostuvo:

" . . . n o existe en la Ley ninguna disposición expresa que autorice para declarar la nulidad íntegra de un juicio de divorcio por el simple hecho de que el acta de matrimonio celebrado en el extranjero y acompañada con el libelo de la demanda no haya sido inscrita en el Registro Civil venezolano".224

41. La opinión mayoritaria de los miembros de nuestra Supre­ma Corte no pudo imponerse frente a los más elementales reque­rimientos de justicia, según eran reconocidos en forma unánime por la doctrina patria; y correspondió al doctor l o r e n z o h e r r e r a

M e n d o z a , en su carácter de Ponente del fallo dictado el veintiuno de enero de 1947 por la Sala Federal de la Corte Federal y de Casación, establecer los rumbos definitivos que orientarían la futura jurisprudencia venezolana.

El asunto se planteó por vía incidental con motivo de un juicio de exequátur a una sentencia extranjera; y en esa oportu­nidad, sin mencionar siquiera el precedente anterior, fue declarado en términos categóricos:

" . . . la inscripción en nuestro Registro de los matrimonios celebrados en el extranjero, sólo la ordenan los artícu­los 103, 109 y 474 del Código Civil a fin de que sea lo

224. "Memoria de la Corte F ederal y d e Casación", Año 1928, pp. 185-186. Por otra parte, el doctor JOSE ANTONIO BUENO dejó constancia: " . . . c r e e el exponente, que esta Corte sólo debe conocer de las infracciones denun­ciadas en el respectivo escrito de formalización y que no habiendo sido denunciada expresamente la omisión de la formalidad establecida por el artículo 137 del Código Civil, respecto de las actas de matrimonio de los cónyuges extranjeros que pretendan domiciliarse en Venezuela, la Corte no puede suplir de oficio tal cuestión y menos declarar fundada en ella la nulidad de todo el juicio. Es de notarse, que en el presente asunto quien aparece haber omitido aquella formalidad fue el cónyuge demandante, hoy recurrente; que ni en la contestación de la demanda, ni en ningún otro acto del juicio fue propuesta tal defensa; y que el propio recurrente en la formalización no sólo no a lega nada a l respecto sino que en sus propios escritos de informes sostiene una tesis enteramente contraria a la de la sentencia de esta Corte". El doctor J. EUGENIO PEREZ también salvó su voto, pero con ap oy o en razones distintas al incumplimiento de la inscrip­ción ordenada por el artículo 137 del Código Civil de 1922.

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más completo posible el Registro de los actos del estado civil de los venezolanos y de los habitantes de Venezuela en general, y principalmente, para facilitarles a las partes, a sus descendientes y a los terceros la prueba de esos vínculos; los cuales, si son contraídos válidamente en terri­torio extranjero, tienen plena existencia, validez y eficacia en nuestro país".225

42. El impacto de la verdadera enseñanza habría de sentirse muy pronto: algún tiempo después el asunto fue planteado de nuevo ante la Corte de Casación; y luego de referirse a los ante­riores precedentes del treinta de marzo de 1927 y del veintiuno de enero de 1947, bajo Ponencia del doctor j. c. l e a ñ e z r e c a o

nuestro Máximo Tribunal decidió el dos de junio de 1952:

" . . . a todo lo largo del Título IV del Código Civil que trata de la institución del matrimonio no se establece san­ción alguna para el caso de que no fuese satisfecho el requisito del artículo 109 ejusdem sobre la inscripción de la partida matrimonial otorgada en el extranjero en el Registro Civil de la Parroquia o Municipio venezolano donde establecieron su domicilio los cónyuges. Ni siquiera en el Capítulo X del referido Título, que es específico sobre las sanciones, hay ninguna relativa al caso de omi­sión de la formalidad del registro en cuestión. Ni siquiera se ha establecido una pena pecuniaria, prevista en otras Legislaciones, como ocurre en el Código Civil Italiano (art. 101) donde se establece para los infractores una multa de cien liras.226 Por tanto, el trascendental alcance —la invalidez del matrimonio y consecuencialmente la inexistencia de los derechos que de tal institución deben derivarse según nuestras leyes— que la recurrida pretende atribuir a la falta de cumplimiento del requisito de la

225. "Memoria de Ja Corte Suprema d e Justicia presen tada a l Congreso Nacional en sus sesion es d e 1948 (Actuaciones en e l año d e 1947)", p. 52. De igual modo se hizo la siguiente advertencia: " . . . l o s contrayentes que hayan infringido los citados ordenamientos legales, no pueden pretender que su propia infracción les sirva de título p ara sustraerse al imperio de las leyes y a la jurisdicción de los Tribunales de Venezuela, sobre sus nacionales y sobre quienes tengan en el país su domicilio".

226. La referencia es válida respecto del Código Civil italiano promulgado en Florencia el veinticinco d e junio de 1865 por el Rey Víctor Manuel II; pero para la época de la sentencia de nuestra Corte de Casación y a habla: sido derogado y se encontraba vigente el Código Civil aprobado en Roma el dieciséis de m arzo d e 1942 por Real Decreto del Rey Víctor Manuel II, que no reprodujo el artículo en cuestión.

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inserción en cuestión, es a todas luces improcedente. La recurrida ha aplicado en el caso de autos una sanción no consagrada por la ley, y es de doctrina universal que las sanciones o penas, son de derecha estricto, y, de con­secuencia, no le es permitido al Juzgador aplicar éstas por deducción ni por analogía. Las sanciones tienen que estar establecidas expresamente en la Ley".227

43. A partir de las decisiones anteriores los Tribunales de Ins­tancia, en forma prácticamente unánime, han considerado irre­levante el incumplimiento absoluto de los deberes impuestos por los artículos 103 y 109 del Código Civil; y, en consecuencia, los matrimonios válidamente celebrados en el extranjero han produ­cido todos sus efectos en el territorio de la República, aun cuando la copia legalizada del acta respectiva no haya sido inscrita en los libros venezolanos de registro del estado civil.

Dentro de esta directriz, el Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil y Mercantil de la Décima Séptima Circuns­cripción Judicial, por sentencia del quince de abril de 1953, decla­ró que "la omisión de la presentación de la copia a que se refiere el artículo 109 no quita a la actora su derecho al divorcio";228 y luego de un examen más detenido del asunto, el mismo Tribunal, por decisión del veintitrés de mayo de 1955 hizo el pronunciamiento que sigue:

"No hay en las actas de este expediente ninguna prueba que acredite que el matrimonio extranjero que litiga el divorcio cumpliera el requisito de presentar copia legali­zada del acta del matrimonio para su inserción en los Libros de Registro Civil, ante la autoridad y en la opor­tunidad indicada en el aludido artículo 109 del Código Civil. Sin embargo, el Juzgado piensa que aun cuando no esté acreditado el cumplimiento del requisito de la pre­sentación de la copia legalizada a que se refiere el artícu­lo 109 del Código Civil y aún teniendo por uno de los elementos necesarios para determinar el domicilio del ex­tranjero el anterior requisito de la presentación de la copia, piensa, repite, que no por ello le es imposible al matrimo­

227. "G aceta Forense", Primera Etapa, Tomo XI, p. 375.228. "Jurisprudencia d e los Tribunales d e la República", Volumen IV, Tomo I,

p. 544.

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nio extranjero tener su domicilio conyugal, para Jos efectos relativos al divorcio. Basa su opinión en las razones si­guientes: . . . 2 . — El articulo 109, ya copiado, no dispone otra cosa que lo relativo a la presentación de dicha copia, dentro del año de llegada al país, y después de que el matrimonio se "domiciliare" en Venezuela, no previendo nada acerca de cómo debe domiciliarse el extranjero... el matrimonio, así sea extranjero, que se radique o esta­cione a vivir en lugar determinado de la República, fija allí su domicilio, que no puede ser otro que el conyugal... sin que para esa existencia del domicilio conyugal sea obstáculo el no cumplimiento del requisito pautado • en el artículo 109 del Código Civil”.229

Tres meses más tarde, en diez de agosto de 1955, el Juzgado de Primera Instancia en lo Civil y Mercantil de la Décima Quinta Circunscripción Judicial se limitó a referirse al fallo de la Corte de Casación del dos de junio de 1952, para afirmar la plena efi­cacia en Venezuela de los matrimonios contraídos válidamente en el extranjero, aun cuando no se hubiere efectuado la inscrip­ción prevista por los artículos 103 y 109 del Código Civil.230

Algunos años después el asunto fue resuelto por el Juzgado Cuarto de Primera Instancia del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Distrito Federal y del Estado Miranda; y el nueve de junio de 1959 decidió:

"Estima el Sentenciador que el hecho de que no se hubieren llenado los requisitos del artículo 109 del Código Civil en forma alguna puede dejar sin existencia jurídica el acto verificado en España. Las normas relativas al estado de las personas acompañan a éstas sea cual fuere el lugar donde tengan establecido su domicilio y de acuerdo con ello una persona que hubiere contraído matrimonio fuera del territorio venezolano, conserva ese estado en el territorio nacional, siempre y cuando el acto celebrado en el extranjero hubiere llenado los requisitos esenciales a su validez exigidos por la Ley de aquél país. Por ello es criterio del Sentenciador que si el vínculo matrimonial se rompe en Venezuela por la muerte de alguno de los cón-

229. "Jurisprudencia d e los Tribunales d e la República", Volumen IV Tomo I, pp. 563-565.

2 30 . "Jurisprudencia d e los Tribunales d e la República", Volumen IV, Tomo II, p. 299.

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yugas, el cónyuge sobreviviente es titular de todos aquellos derechos que puedan corresponderle como una deriva­ción del matrimonio, que dejó de existir por causa de la muerte del otro cónyuge"..'*'1

La misma perspectiva fue reiterada el diez de diciembre de 1959 por el Juzgado Superior de la Circunscripción Judicial del Estado Aragug, al revocar el fallo de primera instancia;232 y en sentencia del diez de febrero de 1960, también de carácter revocatorio, higo un análisis más detenido de la obligación impues­ta por el artículo 109 del Código Civil para concluir en los términos siguientes:

"En buena lógica la falta de ese requisito no afecta el orden público, puesto que existe la prueba dél vínculo que es lo que interesa al Estado y a la sociedad. En cambio, entorpecer la disolución del matrimonio aun cuando haya jnotivog graves pare; ello, es hacer indisoluble un vínculo insostenible, eon evidente perjuicio para el cónyuge inocente".^33

44. La irrelevancia del .incumplimiento del deber impyesto por los artículos 103 y 109 del Código Civil ha sido también afirmada por nuestra jurisprudencia administrativa; y la Consultaría Jurí­dica del Ministerio de Justicia, en dictamen del catorce de enero de 1959, sostuvo categóricamente:

"El registro no constituye un requisito para la validez del matrimonio. Sin embargo, la Ley para evitar incer- tidumbres no permite reclamar los efectos civiles del matri­monio si no se presenta copia certificada del acta de su celebración'' ,-234

45. Fácilmente se comprenden las lógicas consecuencias de la aciiiud asumida en forma predominante por los Tribunales y por

231. "Jurisprudencia d e los Tribunales d e ¡a República", Volumen VII, Tomo I, p. 1.088.

232. "Jurisprudencia d e los Tribunales d e la República", Volumen VII, Tomo II, pp. 297-300. El Sentenciador hizo expresa referencia, con cjtg textual, de las decisiones de nuestra Suprema Corte de fechas treinta de marzo de 1927, veintiuno de enero de 1947 y dos de (unió de 1952.

233. "Jurisprudencia de los Tribunales d e la República", Volumen VIII, p. 288.234. "Doctrina Administrativa. Dictámenes d e la Consultoría Jurídica. Ministerio

de- Justicia. 1959-196,3", C aracas, 1965, p.-228.<-

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loa funcionarios de la Administración Pública venezolana: si el incumplimiento absoluto de los deberes impuestos por los artícu­los 103 y 109 del Código Civil carece de trascendencia para obsta­culizar la eficacia jurídica del matrimonio contraído válidamente en el exterior, menos importancia puede atribuirse a la inscripción realizada fuera de los lapsos establecidos por el Legislador.

Aun cuando los pronunciamientos al respecto no son fre­cuentes, es posible mencionar la decisión del dieciocho de octu­bre de 1960 del Juzgado de Primera Instancia en lo Civil, Mercan­til y Hacienda de la Circunscripción Judicial del Estado Nueva Esparta: y al decidir "que la extemporánea inscripción en el Registro Civil del acta de matrimonio que pretende disolverse no afecta en manera alguna los fines perseguidos por la acción propuesta", hizo valer los siguientes razonamientos:

”1?) La finalidad primordial de la disposición que nos ocupa, no puede ser otra que el interés del Legislador patrio, interés público de más está decirlo, en evitar cual­quier posible duda sobre el estado civil de las personas extranjeras que vengan a radicarse en el país; mera fina­lidad probatoria, por tanto. 2?) Que el demandante aun cuando extemporáneamente, ha dado cumplimiento a tal finalidad, y 3?) Por último, que la Ley no prevé sanción alguna para la omisión del requisito tiempo de la disposi­ción contemplada. Y no sólo eso, sino que parece ser que, salvo por vía excepcional, ni siquiera el total incumpli­miento de la propia disposición puede afectar a juicios como el presente, según se desprende de criterio sustentado por nuestra Suprema Instancia, conforme al cual: "cuando no se debate entre las partes la existencia del matrimonio en los juicios de divorcio, no hay necesidad de com- probarlo".881

En el mismo sentido se pronunció el Juzgado Superior de la Circunscripción Judicial del Estado Nueva Esparta por sentencia del veinticuatro de noviembre de 196]; y en términos categóricos fue afirmado:

"Aprecia el Sentenciador, que tal requisito no llevado a cabo en el tiempo prefijado para hacerlo, no le puede ser

335. '7uri*pruef«nciet dt lo« Tribuna?« d» la República", Volumtn VIH, pp. 289-290.

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desfavorable, fundándose para ello, en virtud de que nuestro Legislador patrio al fijar tal disposición en la Ley de la materia, no fue otra cosa, que la de dejar muy en claro, la duda que pudiera existir sobre el estado civil de las personas extranjeras que se domiciliaren en nuestro país. Por lo tanto, el actor, aún después del tiempo prefi­jado para hacerlo, ha hecho valer los efectos civiles de su matrimonio, probando así, su celebración, con la inser­ción civil. Cabe observar también, que la falta de ese cumplimiento en el lapso prefijado, no es sancionada por nuestra Ley, por cuya razón, se concluye que tal cum­plimiento extemporáneo, de ese requisito, o sea, de la inscripción en el Registro Civil del Acta de su Matrimonio, en la debida oportunidad, no afecta en nada a los fines que persigue el demandante, y así se declara".236

46. No obstante la actitud rectificadora de nuestra Suprema Cor­te, las funestas -consecuencias del fallo del treinta de marzo de 1927 se dejaron sentir esporádicamente en algunas decisiones de nuestros Tribunales de Instancia; y a título de ejemplo es de recordar la sentencia del veintinueve de abril de 1959 dictada por el Juzgado de Primera Instancia en lo Civil y Mercantil de la Circunscripción Judicial del Estado Aragua, donde fueron hechos los siguientes pronunciamientos:

" . . . Ahora bien, será necesario cumplir ese requisito para que tal matrimonio surta efectos en Venezuela y por ende pueda reclamar que los Tribunales de la República tengan jurisdicción y competencia en todas las actuaciones que surjan a su alrededor, como sería la disolución de ese vínculo; el art. 11 del Código Civil nos da la respuesta al expresar que la forma y solemnidades de los actos esen­ciales a su existencia, para que éstos surtan efectos jurí­dicos en Venezuela, se rigen por las leyes del lugar donde se hacen, más tal disposición agrega: "Si la ley venezo­lana exige instrumento público o privado para su prueba, tal requisito deberá ser cumplido". No menos imperativa es esta disposición que la del artículo 109 citado, las cua­les se complementan, pues no otra cosa exige la última disposición, sino que los matrimonios extranjeros deben insertar el acta respectiva, que en lo adelante les servi­rá como documento público, como prueba del matrimonio

236. " Jurisprudencia de ios Tribunales de la República", Volumen IX, p. 587.

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celebrado. Por lo tanto, considera el Juzgador que el ma­trimonio que se pretende disolver ha debido llenar el requisito que se deja pautado para reclamar efectos jurí­dicos en Venezuela y no otra cosa es provocar el órgano jurisdiccional para que, aplicando las leyes venezolanas, se rompa dicho vínculo, y así se declara1'.237

47. La jurisprudencia venezolana de tiempos posteriores también se orienta en el sentido de privar de consecuencias perjudiciales al incumplimiento de los deberes impuestos por los artículos 103 y 109 del Código Civil; y a título de ejemplo cabe mencionar la decisión del once de junio de 1963 dictada por el Juzgado Supe­rior Primero en lo Civil, Mercantil, del Tránsito y del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Estado Zulia, donde fue sostenido formalmente por el Sentenciador:

"La finalidad y el alcance del mencionado artículo sola­mente están limitados a organizar en la forma más com­pleta posible, el Registro Civil en nuestro país. La exis­tencia de un matrimonio extranjero, al ser comprobada debidamente, aun cuando no esté inscrito en el Registro Civil, en la forma como tiene establecido el artículo 109 citado, es preciso admitirla, como un derecho adquirido".238

En el mismo sentido la Corte Superior Primera en lo Civil y Mercantil de la Circunscripción Judicial del Distrito Federal y del Estado Miranda declaró el veinticuatro de mayo de 1971:

"En cuanto a la omisión de la inscripción del acta ma­trimonial en el Registro del estado civil, es pacífico el criterio jurisprudencial de que, el requisito de la inscripción de los matrimonios celebrados en el extranjero sólo la ordenan los artículos 103, 109 y 474 del Código Civil, a fin de que sea lo más completo posible el Registro de los actos del estado civil de los venezolanos y de los habi­tantes de Venezuela, en general; y, principalmente, para facilitar a las partes, a sus descendientes y a los terceros,

237. "Jurisprudencia d e los Tribunales de la República", Volumen VII, Tomo I, p. 829. El mismo punto de vista fue reiterado en decisión del propio Tribu­nal de fecha seis d e octubre d e 1959, que no aparece publicada, pero cuya existencia se desprende de la mención hecha en el fallo revocatorio del diez de diciem bre d e 1959, dictado por el Juzgado Superior de la Circunscrip­ción Judicial del Estado Aragua (op . cit., Volumen VII, Tomo II, pp. 297-300).

238. "Jurisprudencia d e ¡os Tribunales d e la República", Tomo XI, pp. 412-413.

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la prueba de esos vínculos, los cuales, si son contraídos válidamente en el territorio extranjero, tienen plena exis­tencia, validez y eficacia en nuestro país, hayanse ins­crito o no en el Registro correspondiente de Venezuela".239

Por otra parte, en época relativamente reciente el asunto fue considerado de nuevo por la Sala de Casación Civil, Mercantil y del Trabajo de la Corte Suprema de Justicia; y en sentencia del primero de julio de 1975 reiteró en términos categóricos:

' ' . . . l a falta de inscripción del matrimonio extranjero en nuestro Registro Civil, no acarrea la inexistencia o nulidad del acto, como lo ha establecido esta Corte en sentencia del 21 de enero de 1947, ya que tal formalidad se exige por razones de conveniencia práctica y su in­cumplimiento no influye, por lo consiguiente, sobre la existencia y eficacia del vínculo matrimonial que se haya contraído válidamente en territorio extranjero”.240

48. Las anteriores ideas pudieron considerarse definitivamente admitidas por los. numerosos precedentes en su apoyo. Sin embar­go, la vida jurídica a veces no resulta predictible y el fantasma de la sentencia del treinta de marzo de 1927 de nuestra Suprema Corte ha cobrado nuevas víctimas en época reciente. En efecto, con fecha diez de enero de 1978 el Juzgado Superior Tercero en lo Civil y Mercantil de la Circunscripción Judicial del Distrito Federal y del Estado Miranda hizo públicos los siguientes conceptos:

"El Tribunal observa que en los autos no aparece cons­tancia alguna del matrimonio efectuado por las partes cuya disolución se pide y que de conformidad con lo establecido en el artículo 113 del Código Civil, nadie puede reclamar los efectos civiles del matrimonio si no presenta copia certificada del acta de su celebración y que, en el caso de autos, siendo, como se dice en el libelo, un matrimonio celebrado en el extranjero debía igualmente presentar a la Primera Autoridad Civil de la Parroquia o

239. "Jurisprudencia Venezolana. Ramírez & Garay", Tomo XXX, pp. 48-49. El recurso de casación fue declarado sin lugar el veintinueve d e febrero d e 1972, aun cuando no hubo pronunciamiento expreso del Supremo Tribunal sobre el asunto, por alegarse en la formalización solamente la existencia de vicios de forma en la sentencia recurrida ("G aceta Forense", Segunda Etapa, Tomo LXXV, pp. 323-327).

240. "Qac^ta Forense", Segunda Etapa, Tomo LXXXIX,. p. 277.

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Municipio respectivo copia legalizada del acta de matri­monio para su inserción en los libros de Registro Civil, como lo ordena el artículo 109 ejusdem, por lo cual la parte actora no puede invocar la disolución de un vínculo conyugal celebrado en el extranjero, pues no ha llenado los requisitos pautados para reclamar efectos jurídicos en Venezuela, puesto que uno de esos efectos jurídicos es precisamente la disolución del vínculo".

Dentro de la misma directriz fue agregado:

"A mayor abundamiento hay que observar que el ar­tículo 11 del Código Civil establece que la forma y solem­nidades de los actos jurídicos que se otorguen en el extran­jero, aún los esenciales a su existencia, para que éstos surtan efectos jurídicos en Venezuela, se rigen por las leyes del lugar donde se hacen, y agrega: "Si la ley venezolana exige instrumento público o privado para su prueba, tal requisito deberá ser cumplido". Y no otra cosa es lo que establece el artículo 109 citado, sino que los matrimonios extranjeros deben hacer insertar el acta respectiva, que en lo adelante les servirá como documento público, como prueba del matrimonio celebrado. Por lo tanto, considera el Sentenciador que el matrimonio que se pretende disol­ver ha debido llenar el requisito que se deja para recla­mar efectos jurídicos en Venezuela y no otra cosa es provocar el órgano jurisdiccional para que aplicando las leyes venezolanas se rompa dicho vínculo, y así se declara".241

49. De acuerdo con el artículo 103 del Código Civil la copia legalizada del acta debe enviarse dentro de los seis meses, con­tados desde la fecha del matrimonio; y el artículo 109 impone a los extranjeros que se domiciliaren en Venezuela la obligación de presentar dicho documento dentro del primer año, a partir de su venida al país.

Ahora bien, la circunstancia de haber sido fijados plazos con­cretos por el Legislador plantea la interrogante acerca de si los deberes impuestos a las partes pueden cumplirse extemporánea­mente sin molestias de ninguna especie; y a este respecto, con fundamento en instrucciones judiciales del cinco germinal del

241. "Jurisprudencia Venezolana. Ramírez & G aray " , Tomo LIX, pp. 29-30.

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año XII, reproducidas en Circular del siete de mayo de 1822, la doctrina francesa predominante en el siglo XIX sostuvo la nece­sidad de un juicio previo sobre rectificación del acta de matrimonio, que autorizara su inscripción en los libros de registro del estado civil.242

Semejante perspectiva resulta inteligible cuando se sostiene el criterio, también aceptado en Francia en el siglo XIX, que san­ciona el incumplimiento de la obligación del registro en los libros del estado civil, con la ineficacia del matrimonio contraído váli­damente en el extranjero; pero es inaceptable de admitirse la solución contraria, como lo hicieron en forma pacífica los diversos autores venezolanos. A este respecto son ilustrativas las palabras del doctor v ic t o r l u i s g r a n a d il l o cuando afirma:

"¿Está obligada la Primera Autoridad Civil de la Pa­rroquia o Municipio a insertar el acta y estampar las notas marginales, aún presentada después de los seis meses a que nos estamos refiriendo? Nosotros creemos que sí, por cuanto la disposición se basa, precisamente, en el control y ordenamiento que debe observarse, como también en la inserción de las propias actas en los libros que legalmente se llevan en Venezuela, y negarse a hacerlo sería, por parte del funcionario, violar la finalidad de la disposición legal. No hay sanción expresa contra el no presentante, a quien por otra parte, le interesa cumplir estos requisitos a fin de que sepan su nuevo estado civil que crea derechos y obligaciones".243

50. Sin embargo, la doctrina francesa dominante sobre la mate­ria en el curso del siglo XIX dejó algunos rastros en el pensa­miento jurídico venezolano; y el Licenciado l u i s s a n o j o hizo el siguiente pronunciamiento:

"No obstante que hayan transcurrido los seis meses dados para la transcripción del acta sin habérsela veri­ficado, podrá hacersela después, pero para ello es menes­ter que recaiga una sentencia dictada por el Tribunal

242. BAUDRY LACANTINERIE, G. y HOUQLES-FOURCADE, M. "Traité Théorique et Pratique de Droit Civil. Des Personnes", Tomo III, Paris, 1908, N9 1.614, pp. 251.252.

243. GRANADILLO, op. cit., Tomo I, p. 163.

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respectivo en un juicio sobre rectificación del acta del matrimonio, con arreglo a lo dispuesto en los artículos 428, 429 y 430, porque, después de aquél tiempo la transcripción es una verdadera rectificación de aquella acta''.244

Los anteriores conceptos no se acomodan fácilmente con el criterio sostenido por el ’ propio l u i s s a n o j o de reconocer plena eficacia jurídica al matrimonio válidamente contraído en el extran­jero, a pesar de la falta de inscripción del acta respectiva en los libros de registro del estado civil;245 y desde una perspectiva teórica representa una reminiscencia caduca de criterios definiti­vamente superados: la necesidad de un procedimiento previo de rectificación de los actos del estado civil se justifica cuando no se levantó el acta en tiempo oportuno; y si ésta nunca ha existido se explican las diversas precauciones adoptadas por el Legislador con el propósito de controlar el establecimiento de la verdad de los hechos ocurridos en tiempos más o menos remotos.246

Ahora bien, en el caso de matrimonios contraídos en forma válida en el exterior el acta correspondiente fue levantada si lo exige la lex loci actus: por tanto, existe constancia pública de la celebración; y su autenticidad puede verificarse sin el previo con­trol del Juez en el juicio de rectificación de partidas. La transcrip­ción en los libros de registro civil es una simple actividad mecá­nica que en nada modifica el documento original, ni su copia, y básicamente persigue facilitar la prueba del matrimonio a quie­nes tengan interés en demostrar su celebración.

Ciertamente el actual artículo 505 del Código Civil Venezolano ordena seguir el procedimiento del juicio de rectificación de parti­das si se han "omitido los asientos";247 pero semejante mandato,

244. SANOJO, op. cit., Tomo I, N9 144, p. 161.245. V éase antes el número 39 de este trabajo.246. LAURENT, François. "Príncipes e Droii Civil", Tomo ¡II, Bruxelles París, 1878,

N” 35, p. 51.247. El artículo 505 del Código Civil dispone: "También se seguirá el proce­

dimiento de los juicios de rectificación en "los casos del artículo 4 5 8 , . . . " ; y el artículo -458 previene: "S i se han perdido o destruido en todo o en parte los registros; si son ilegibles; si no se han llevado los registros de nacimiento o de defunción, o si en estos mismos registros se han interrum­pido u omitido los asientos, podrá suplirse el acta respectiva., con cualquiera

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incluido a partir de la reforma de 1942, presupone la inexistencia del acta respectiva y esta circunstancia hace recomendable exi­gir un control previo. De tal manera, los interesados y sus posibles contradictores tienen la oportunidad de presentar los elementos más favorables a sus pretensiones: si la demanda es declarada con lugar, la sentencia servirá como prueba supletoria del asiento que no fue inscrito oportunamente y podrá cumplirse en forma tardía con la formalidad impuesta por la Ley.

Por tanto, la hipótesis prevista por el artículo 505 del Código Civil es muy distinta de la contemplada por los artículos 103 y 109 del mismo Código: en los casos de matrimonio contraído válida­mente en el extranjero el acta existe, si lo dispone la lex loci actus; y el Legislador venezolano se limita a ordenar, bien su envío bien su presentación, para que sea transcrita en nuestros registros del estado civil. Ahora bien, el requerimiento de un.juicio previo de rectificación de partidas, cuando se ha omitido su asien­to, sólo puede conducir a una sentencia declaratoria de la cele­bración del matrimonio, es decir, a un hecho y a debidamente comprobado a través del acta respectiva; y la única finalidad útil del fallo sería ordenar su inscripción en los libros corres­pondientes. Sin embargo, resulta poco comprensible exigir un esfuerzo de tal magnitud para obtener un resultado tan precario, ya que, sin necesidad de proceso alguno, la prueba del matri­monio puede hacerse en cualquier momento con la copia del acta, expedida por el funcionario extranjero y debidamente lega­lizada por nuestro representante venezolano en el exterior.

especie de p ru e b a ../ '. Por otra parte, y a menos "que la prueba de la filiación sea para proceder a la celebración del matrimonio", "en todos los demás casos, la prueba supletoria de las partidas o asientos del estado civil se hará en conformidad con el procedimiento establecido en los artícu­los 505, 506 y 507 y tendrá los efectos que allí se determinan".

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