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KOBIE (Serie Paleoantropología), Bilbao Bizkaiko Foru Aldundia-Diputación Foral de Bizkaia N.º XXIII, pp. 141-161, 1996 ISSN 0214-7971 LA CIUDAD, DOCUMENTO HISTÓRICO: REFLEXIONES SOBRE LA PRACTICA DE LA ARQUEOLOGÍA URBANA EN LA COMUNIDAD AUTONOMA DEL PAÍS VASCO RESUMEN A. Azkarate Garai-Olaun (1) I. García Camino (2) Partiendo de las principales experiencias europeas (británicas, francesas o italianas) en "arqueología urba- na", se efectúa en este artículo un balance de la práctica desarrollada en los últimos 10 años en la Comunidad Autónoma del País Vasco. Tras analizar las características específicas del urbanismo de Alava, Bizkaia y Gipuz- koa, se valoran los denominados "documentos de evaluación" del Patrimonio contenido en un núcleo habitado puesto que, al posibilitar estos la elaboración de estrategias de intervención, contribuyen a desarrollar tanto la investigación histórica como la propia planificación urbana. Como se verá, los resultados obtenidos soportan dignamente cualquier comparación que se quiera efectuar con experiencias similares de ámbito estatal, pero no hay que olvidar que es bastante todavía lo que falta para llegar al nivel alcanzado en otros países y superar así el error que supone identificar la intervención puntual en un solar de una ciudad con la "arqueología urbana". SUMMARY Based on major European experience (i.e., British, French or Italian) in the field of "urban archaeology'', the article reviews the practica! work done in the last 10 years in the Autonomous Community of the Basque Country. Beginning with an analysis of the specific features of urban development in Alava, Bizkaia and Gipuz- koa, what are known as the "documents of evaluation" of the Patrimonio, or Heritage, for a particular inhabi- ted area are then assessed. These docúments are particularly valuable because, by making intervention strate- gies possible, they also facilitate historical research as well as urban planning. As is clear, the results obtained bear comparison perfectly well with similar experiences throughout Spain, although there is of course still a long way to go if we are to catch up with the most advanced countries and eradicate the tendency to identify one-off interventions ata specific plot of city land with "urban archaeology". (1) Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea. (2) Diputación Foral de Bizkaia/Bizkaiko Foru Aldundia.

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KOBIE (Serie Paleoantropología), Bilbao Bizkaiko Foru Aldundia-Diputación Foral de Bizkaia N.º XXIII, pp. 141-161, 1996 ISSN 0214-7971

LA CIUDAD, DOCUMENTO HISTÓRICO: REFLEXIONES SOBRE LA PRACTICA DE LA

ARQUEOLOGÍA URBANA EN LA COMUNIDAD AUTONOMA DEL PAÍS VASCO

RESUMEN

A. Azkarate Garai-Olaun (1) I. García Camino (2)

Partiendo de las principales experiencias europeas (británicas, francesas o italianas) en "arqueología urba­na", se efectúa en este artículo un balance de la práctica desarrollada en los últimos 10 años en la Comunidad Autónoma del País Vasco. Tras analizar las características específicas del urbanismo de Alava, Bizkaia y Gipuz­koa, se valoran los denominados "documentos de evaluación" del Patrimonio contenido en un núcleo habitado puesto que, al posibilitar estos la elaboración de estrategias de intervención, contribuyen a desarrollar tanto la investigación histórica como la propia planificación urbana. Como se verá, los resultados obtenidos soportan dignamente cualquier comparación que se quiera efectuar con experiencias similares de ámbito estatal, pero no hay que olvidar que es bastante todavía lo que falta para llegar al nivel alcanzado en otros países y superar así el error que supone identificar la intervención puntual en un solar de una ciudad con la "arqueología urbana".

SUMMARY

Based on major European experience (i.e., British, French or Italian) in the field of "urban archaeology'', the article reviews the practica! work done in the last 10 years in the Autonomous Community of the Basque Country. Beginning with an analysis of the specific features of urban development in Alava, Bizkaia and Gipuz­koa, what are known as the "documents of evaluation" of the Patrimonio, or Heritage, for a particular inhabi­ted area are then assessed. These docúments are particularly valuable because, by making intervention strate­gies possible, they also facilitate historical research as well as urban planning. As is clear, the results obtained bear comparison perfectly well with similar experiences throughout Spain, although there is of course still a long way to go if we are to catch up with the most advanced countries and eradicate the tendency to identify one-off interventions ata specific plot of city land with "urban archaeology".

(1) Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea. (2) Diputación Foral de Bizkaia/Bizkaiko Foru Aldundia.

142 A. AZKARATE GARAI-OLAUN - I. GARCIA CAMINO

LABURPENA

"Hiri arkeologian" europar (britaniar, frantziar edo italiar) esperientzirik garrantzizkoenetan oinarrituaz, arti­kulu honetan, Euskal Herriko Autonomi Elkartean azken 1 O urteotan garatu den praktikaren balantze bat egiten da. Araba, Bizkaia eta Gipuzkoako hirigintzaren berarizko ezaugarriak aztertuaz gero, biztanleduna den gune batetan barrusartzen den Ondarearen "ebaluatzeko agiriak" izenekoak baliotzen dira zeren eta, hauek, parte­hartzeko jokabideak gauzatzea ahalbidetzen dutenez gero, bai historiazko ikerlaritza zein hiri-plangintza bera ere garatzeko laguntzen baitute. Ikusiko denez, lortu diren emaitzek, estatuaren esparruko pareko esperientzie­kin egin nahi dadineko edozein konparaketa duintasunez jasatzen dute, baina ez da ahaztu behar aski dela bes­te lurraldeetan lortu den mailara iritsi eta, horretara, hiri bateko orube batetan burutzen den puntuzko interben­tzioa "hiri arkeologia"-rekin berdintzeak suposatzen duen hutsa gainditzeko falta dena.

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l. LAS EXPERIENCIAS PREVIAS COMO PUN­TO DE PARTIDA

La "arqueología urbana" posee una rancia tradi­ción en los países europeos, fundamentalmente en los anglosajones. En el nuestro, en cambio, constituye una disciplina joven y con cuestiones pendientes todavía de definición, tal y como se desprende de la bibliografía más reciente. Se comprenderá, por tanto, que comencemos esta exposición recordando algunas experiencias de las que nos sentimos conceptualmen­te deudores. De los británicos -verdaderos pioneros en el tema- nos fijaremos en la conceptualización misma de lo que debe entenderse por arqueología urbana, cuestión ésta todavía nada clara entre noso­tros. De los franceses, en sus documentos de evalua­ción. De los italianos, finalmente, en la aplicación que del método estratigráfico han sabido hacer para la documentación y análisis del patrimonio edificado, _ fundamentalmente de período post-clásico.

A.- Finalizada ya la Segunda Guerra Mundial, ciudades que habían sido bombardeadas como Lon­dres, Canterbury, Exeter, Southampton o Winchester fueron objeto de las primeras excavaciones de carác­ter arqueológico. A pesar de que los propios británi­cos hayan criticado la falta de coordinación y las defi­ciencias de aquellas primeras intervenciones (H. Cle­ere, 1982; B. Hobley, 1985), lo cierto es que consti­tuyeron la base de la futura arqueología urbana euro­pea, fundamentalmente por la continuidad que supie­ron dar a aquellos primeros intentos.

Martín Biddle -con su ejemplar intervención en Winchester- no fue ajeno a la progresiva toma de conciencia del colectivo británico de arqueólogos que, ya para finales de la década de los sesenta, comenzaba a articular los primeros programas siste­máticos sobre la práctica arqueológica en contextos urbanos. La constitución de Department of Urban Archaelogy (D.UA.) del Museo de Londres en 1973 supuso un hito en la arqueología urbana europea y un modelo, sin duda, tanto para las ciudades británicas como para muchas continentales.

Hoy en día no hos queda sino sonrojamos cuando, al consultar algunas publicaciones británicas que tie­nen ya casi veinte años -o más en algún caso-, pode­mos apercibirnos de la enorme distancia que nos separa todavía no ya de la praxis diaria sino, incluso, de la propia conceptualización que reflejan aquellos trabajos sobre lo que ha venido a denominarse "arqueología urbana". No deja de ser significativo, a este respecto, que en el estado de la cuestión que en 1988 efectuara M.O.H. Carver sobre la arqueología europea, con un amplio e interesante anexo de biblio­grafía crítica en la que se recogen ejemplos británi­cos, escandinavos, alemanes e incluso americanos, el autor no considerase necesario recoger una sola refe-

rencia a intervenciones o publicaciones españolas en este campo.

Todavía se confunde entre nosotros la arqueolo­gía urbana con la práctica arqueológica ocasional en un contexto urbano, potenciando un grave error con­ceptual de consecuencias nefastas. La ocasionalidad a la que nos referimos suele estar generada bien por el interés del arqueólogo en algún resto monumental significativo -generalmente de período clásico-, bien por la necesidad de documentar los testimonios mate­riales condenados a desaparecer en una operación de carácter inmobiliario.

Tanto en un caso como en otro, este tipo de expe­riencias se encuentran en las antípodas de lo que se entiende por arqueología urbana, al menos entre los principales representantes de esta modalidad arqueo­lógica (M. Biddle, M.H.O. Carver, H. Galinié, etc.). Como apuntaba certeramente M. Biddle -a quien seguiremos en este punto- "ceci est de l'archéologie en ville, pas de l'archéologie urbaine", porque esta última no trata tanto de satisfacer una curiosidad inte­lectual o de atenuar los efectos de la destrucción de un legado material más o menos significativo, cuanto de concebir la arqueología de la ciudad como la com­prensión integral del fenómeno urbano. Se trataría, en palabras de quien dirigiera la importante experien­cia de Winchester, de un proyecto que abarca -sin distinción de períodos- desde los orígenes de una ciu­dad hasta su historia más reciente; que se ocupa de los testimonios de todas las escalas sociales, desde las estructuras más suntuosas promovidas por el Poder hasta la más humilde de las viviendas urbanas; que trata, finalmente, de aprehender la totalidad del fenó­meno urbano1 en sus aspectos cronológicos, geográfi­cos, económicos y sociales. (M. Biddle, 1982). Como señala en otro punto del mismo estudio, describir los elementos patrimoniales de una ciudad tal y como se han conservado, es una cosa. Comprender, en cam­bio, las interrelaciones de estos elementos, saber cap­tar la manera en la que el palimpsesto urbano ha lle­gado a convertirse en lo que contemplarnos actual­mente, es otra cosa muy distinta, mucho más impor­tante y compleja. Esta investigación de la herencia urbana es el campo real de la arqueología que veni­mos comentando. Una empresa de esta naturaleza, cuya ejecución exigió veinte largos años en Winches­ter, requiere obviamente de un proyecto integral en el que la distinción maniquea entre "arqueología de investigación" y "arqueología de gestión" -tan en boga por desgracia entre nosotros- carece de sentido. Necesita también una estrategia precisa, un equipo humano de sólida formación en diversas especialida-

Referido no únicamente a la ciudad, sino también a su territorio (M.O.H. Carver, 1988).

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des, una financiación inteligentemente resuelta, gran­des dosis de pragmatismo y diplomacia para moverse en el complejo mundo de los intereses urbanísticos.

B.- Tomando como punto de partida el movi­miento británico, el año 1973 nacía en Tours, bajo la dirección de H. Galinié, una importante experiencia -voluntariosa en origen (H. Galinié, 1982) y renom­brada en la actualidad (Centre National d' Archéolo­gie Urbaine)- que ha marcado también una impor­tante línea a seguir. Una de sus aportaciones más inte­resantes son, sin duda, sus Documents d' évaluation du patrimoine archéologique urbain, realizados de acuerdo a un programa previo (Guide pour l' élabora­tion des documents d' evaluation ... ). Su publicación sistemática, a partir de 1990 -Angers, Douai, Besan­con, Grenoble, Arles, etc.- ha constituido un ejemplo para iniciativas similares llevadas a cabo en la Comu­nidad Autónoma Vasca que más adelante menciona­remos.

Estos "Documentos de Evaluación" tratan de ata­jar uno de los mayores riesgos de la práctica arqueo­lógica en contextos urbanos --el intervencionismo individualista, descoordinado, sujeto a las más diver­sas circunstancias de carácter inmobiliario o políti­co-, constituyéndose en verdaderas cartas arqueoló­gicas que coadyuven a la planificación urbanística de una ciudad.

C.- Durante los últimos años es de Italia -y parti­cularmente de la Universidad de Siena- de donde proceden los avances metodológicos más significati­vos, al abrirse nuevas líneas de investigación de gran utilidad para la arqueología urbana. Esta nueva meto­dología a la que pronto nos referiremos, comenzó uti­lizándose para la documentación y análisis de las construcciones históricas y ha acabado usándose tam­bién para descubrir y expresar la evolución en el tiempo del propio tejido urbano.

Frente a quienes suponen que el objeto de la arqueología se encuentra únicamente -incluso funda­mentalmente- bajo la cota cero, se defiende la nece­sidad de tratar de forma unitaria tanto la estructura edificada como el contenido de su subsuelo2

• El patri­monio edificado no es visto sólo como perteneciente a tal o cual período, como algo construido según este o aquél estilo, sino como el producto final mixtifica­do por las múltiples huellas que, inevitablemente, va dejando el paso del tiempo. Estas huellas del tiempo -demoliciones, reconstrucciones, ampliaciones, repa­raciones, etc.- quedan recogidas en la fábrica de un edificio, convirtiéndolo en un documento histórico de

"La lectura del edificio y la lectura del substrato arqueológico deben efectuarse a la vez, de modo que se consiga una lectura unitaria, considerando que las relaciones entre estratos, objetos y restos o elementos constructivos forman, de hecho, un solo contexto" (L. Caballero, 1987).

primer orden que hay que saber transcribir primero y leer correctamente más tarde.

Como indicara R. Parenti (1995), "el patrimonio arquitectónico, ya sea un monumento o la vivienda más modesta, es como un enorme registro que recoge en su estructura una gran cantidad de datos. Datos que la mayor parte de los investigadores deben poder des­codificar con criterios uniformes y transmisibles, si queremos que no se pierda la gran masa de observa­ciones y que se conviertan en las informaciones nece­sarias para que avancen nuestros conocimientos".

Este proceso de descodificación se lleva a cabo mediante el "análisis estratigráfico de construcciones históricas" o "arqueología de la arquitectura", méto­do de trabajo que parte, como es sabido, de los mis­mos principios teóricos de Harris. Su origen común, sin embargo, no debe hacemos olvidar que los testi­monios edificados no se ajustan estrictamente a las leyes fundamentales que rigen las relaciones estrati­gráficas de un depósito arqueológico (G.P. Brogiolo, 1995), circunstancia ésta que ha motivado la creación de una metodología de carácter específico. Su objeti­vo fundamental es el de identificar y analizar las diversas unidades constructivas que componen un edificio (también una manzana o un sector urbano) para -una vez establecidas sus relaciones estratigráfi­cas recíprocas- descubrir las claves que posibiliten la lectura de una secuencia diacrónica no siempre fácil de aprehender como consecuencia de los diversos avatares sufridos a lo largo de los siglos.

La arqueología de la arquitectura se ha revelado como un poderoso instrumento relacionado con diversos campos, todos ellos aplicables también en arqueología urbana:

- Historia de la arquitectura. Determinadas con­cepciones de la Historia de la Arquitectura y de la Historia del Arte que tienden a valorar el patrimonio edificado en función, básicamente, de criterios de carácter estético, han conducido a la creación de "modelos" constructivos, analizando las estructuras como si hubieran quedado "congeladas" en el momento mismo de su edificación y calificándolas globalmente dentro de tal o cual estilo artístico. Se olvida, de esta manera, que las edificaciones que con­templamos actualmente no son, en la mayoría de los casos, sino el resultado de sucesivas mixtificaciones de carácter constructivo que sólo un detallado análi­sis estratigráfico de su fábrica puede identificar, indi­vidualizar y articular cronológicamente hasta permi­tir la comprensión de su historia real3

La aplicación, por ejemplo, de esta metodología al prerrománico ha producido ya la revisión de algunos presupuestos tradicional­mente consensuados entre los historiadores de la arquitectura, generando un debate sumamente positivo (L. Caballero et alii, 1991/1992; L. Caballero, 1994; A. Azkarate, 1995)

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- Análisis diacrónico del tejido urbano. Desde hace algunos años, esta metodología ha venido sien­do aplicada con éxito al análisis diacrónico del propio tejido urbano. Las experiencias son prometedoras por cuanto subrayan las posibilidades de la lectura estra­tigráfica para aprehender la evolución de un centro habitado y representar gráficamente su secuencia temporal. "Por esta vía -señalaba recientemente R. Parenti (1995)- nos parece posible reconstruir plani­metrías que pongan en relieve la diacronía de los edi­ficios con el fin de llegar a comprender el crecimien­to y las transformaciones de un centro urbano a través de la historia de sus componentes materiales".

- Adquisición de nuevos instrumentos de estudio. La individualización de las unidades constructivas de un edificio y su articulación en una secuencia diacró­nica (diagrama), permite tanto la caracterización de las técnicas constructivas como la identificación de modelos constructivos de las distintas épocas históri­cas (R. Parenti, 1995). Las posibilidades -todavía no exploradas suficientemente entre nosotros- son ver­daderamente grandes, como lo vienen demostrando arqueólogos y arquitectos italianos. Los Atlas de téc­nicas constructivas -regionales o subregionales- (R. Parenti, 1988), los estudios de mensiocronología (T. Mannoni; M. Milanese, 1988) y las tablas tipocrono­lógicas que vienen elaborando (l. Ferrando; T. Man­noni; R. Pagella, 1989) constituyen un instrumental de primer orden en la documentación arqueológica.

- Restauración. Como señalábamos en otra oca­sión, sin embargo, sospechamos que haríamos un fla­co favor a este método, si lo defendiéramos única­mente como un instrumento para el conocimiento his­tórico de un edificio o de una ciudad. Siempre habrá mentes pragmáticas a las que esto del conocimiento histórico les parezca un entretenimiento intelectual propio de ociosos y difícilmente asumible por moti­vos tan razonables como el aumento de presupuesto, la ralentización de las obras, las urgencias de plazos, etc. Pensamos, en cambio, que la arqueología de la arquitectura tendrá futuro en la medida en la que resulte rentable para los proyectos y objetivos de los propios arquitectos. Cuando estos se aperciban, por ejemplo, de que determinadas patologías estructura­les puedan ser explicadas -y corregidas, por lo tanto­por el descubrimiento de patologías históricas, o cuando al término de un proyecto de documentación bien ejecutado, el arquitecto reciba un informe serio y preciso que facilite sus decisiones finales, tan deli­cadas y comprometidas muchas veces (A. Azkarate, et alii 1995).

- Conservación. Constituye uno de los capítulos fundamentales en el ámbito de la arqueología urbana. No vamos a abordarlo, sin embargo, en su sentido más habitual -al modo, por ejemplo, como se ha planteado en la recentísima polémica sobre los testi-

monios exhumados en la Plaza de Oriente de Madrid- sino en otro no menos importante y frecuen­temente olvidado.

Existen, en relación con este tema, actitudes maximalistas que defienden a ultranza la conserva­ción de cualquier resto más o menos monumental. Hemos sido testigos de actitudes de esta índole que, en su afán conservacionista, han intervenido en un determinado monumento, "restaurándolo", embalsa­mándolo, sin efectuar previamente ningún estudio de documentación. Como resultado, hemos ganado un objeto-fetiche, pero hemos perdido -definitiva e irre­versiblemente- un documento histórico. Como indi­caba, hace ya bastantes años, J. Oriol Granados "és també important destacar que conservació no és sem­pre mantenir unes estructures. Moltes vegades pot ser una conservació documental, mitjancant un estudi de l'objecte, de l'edifici o de les restes antigues" (AA.VV., 1985). En esta misma línea, el "análisis estratigráfico de las construcciones históricas" se convierte -tras un exhaustivo vaciado de las fuentes escritas y una restitución fotogramétrica en 3D, por ejemplo- en un instrumento para la conservación documental absolutamente clave.

D.- La práctica arqueológica en centros urbanos a nivel estatal ha sido impulsada, en sus fases iniciales, por la necesidad de recuperar y registrar aquellos ele­mentos de interés arqueológico que pudieran surgir en el transcurso de las labores de rehabilitación de los principales centros históricos. Esta modalidad ar­queológica estuvo marcada desde sus orígenes por la improvisación administrativa, el voluntarismo de algunos arqueólogos y la total inhibición -por utilizar un término elegante- de la arqueología "oficial" vin­culada a universidades o museos. A nadie debe extra­ñar, por tanto, que pronto recibiera algunas adjetiva­ciones4 que, pese a no poseer connotaciones negativas intrínsecas, acabaron utilizándose eufemística y dis­plicentemente para diferenciarla de la "arqueología de investigación".

Esta jerarquización maniquea de la arqueología, y pese a las reiteradas protestas que salpican la recien­te bibliografía española, ha sido asumida por las dis­tintas administraciones autonómicas y por muchos arqueólogos. Si hacemos, por ejemplo, un breve repa­so de los anuarios que publican las distintas comuni­dades autónomas recogiendo los informes de las intervenciones realizadas en los territorios de su ámbito competencial, puede observarse que todos los estudios referentes a contextos urbanos aparecen recogidos bajo el epígrafe "programas de conserva­ción o protección del patrimonio", en un lugar clara-

Arqueología de "salvamento", de "intervención", de "urgencia", de "gestión", etc.

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mente diferenciado del capítulo relativo a los "pro­gramas de investigación" que ocupan las primeras páginas.

Resulta sorprendente, a este respecto, que los debates llevados a cabo hace veinte años en algunos países europeos apenas hayan tenido repercusión en la arqueología urbana española, presa de graves defi­ciencias, no ya operativas, sino puramente epistemo­lógicas o conceptuales. Existen, por fortuna, expe­riencias sumamente interesantes -llevadas a cabo sobre todo en los territorios de la fachada mediterrá­nea (AA.VV, 1985)- que, junto al tono crítico que reflejan algunas publicaciones recientes (AA.VV. l 994a; AA. VV. l 994b ), permiten albergar esperanzas sobre un aggiornamento a todas luces necesario y urgente.

La situación de la Comunidad Autónoma del País Vasco participa, en términos generales, de lo dicho para ámbito estatal. Junto a algunas iniciativas de indudable interés -que las hay, como veremos-, arrastramos todavía algunas deficiencias que habrán de ser corregidas a breve plazo. Todo ello será objeto de comentario en las líneas que siguen.

2. LA EXPERIENCIA EN LA COMUNIDAD AUTÓNOMA DEL PAÍS VASCO (C.A.P.V.)

2.1 Características históricas del urbanismo vasco

La mayor parte de las ciudades de la C.A.P.V., y sin lugar a dudas los grandes espacios metropolita­nos, tienen su origen en la Baja Edad Media. En poco más de doscientos años -entre el 12 de Enero de 1140 y el 3 de Octubre de 1383- los territorios de Alava, Bizkaia y Gipuzkoa asistieron a la creación de una densa red constituida por 69 núcleos urbanos -deno­minados villas y dotados de un estatuto jurídico pro­pio- que provocaron un cambio radical en la organi­zación del espacio, en la distribución del poblamien­to, en los emplazamientos preferentemente elegidos para tal fin, en la morfología de los mismos e, inclu­so, en la concepción de territorialidad (J.A. García de Cortázar, 1978). Estos enclaves, especialmente los de la vertiente cantábrica del País Vasco, estimularon el desarrollo económico de la Edad Moderna, determi­nando, -al triunfar decisivamente como centros habi­tados, comerciales e industriales- la conformación del poblamiento contemporáneo. Tanto su peculiar nacimiento, impulsado por decisión señorial o real y motivado por circunstancias socio-económicas y políticas diversas, como su desarrollo posterior han condicionado los planos urbanos y, en consecuencia, la tipología de éstos como documentos históricos en los que ha quedado reflejada su evolución. Analice­mos brevemente ambas circunstancias.

Las ciudades medievales -situadas en la costa, en ámbitos fronterizos, en las riberas de los cursos flu­viales navegables o en las encrucijadas de caminos­se organizan respondiendo a un modelo homogéneo y regular -irtdependientemente de la forma que pueda adquirir su perímetro condicionado por la topografía del asentamiento-. La existencia de un proyecto urba­no, definido físicamente por una cerca o muralla y caracterizado por la existencia de una o varias calles paralelas atravesadas ortogonalmente por otras vías más estrechas denominadas cantones, dio origen a manzanas compactas subdivididas en solares que, sir­viendo de asiento a las casas de villa, eran propiedad de las distintas familias de pobladores. La escasa superficie de los recintos, la ausencia de espacios públicos abiertos y amplios, el dominio de una o varias iglesias en el paisaje construido, la presencia de huertos en el interior de las villas y la integración de éstas en su territorio a través de las principales vías de comunicación completan los rasgos distintivos de la urbanística medieval, observables todavía en la actualidad. (B. Arizaga, 1990; Deiker [J.A. Barrio dir], 1989/90/91).

Estos núcleos raramente fueron ampliados en la Edad Media, salvo en casos excepcionales como Vitoria, Orduña o Lekeitio. Fue el crecimiento eco­nómico y demográfico posterior el que provocó las primeras expansiones fuera de los recintos amuralla­dos, materializadas en la aparición de nuevos espa­cios de creación espontánea y de apariencia heterogé­nea -contrastando así con la regularidad de los encla­ves primitivos- pero estructurados formalmente en torno a los caminos preexistentes que determinaron su configuración esencialmente lineal. Estos ensan­ches sirvieron de asiento a fundaciones monásticas, primero, y a vecinos acomodados, más tarde, que buscaron extramuros espacios amplios donde cons­truir viviendas palaciegas acordes con su rango eco­nómico y social. El crecimiento, sin embargo, fue limitado en extensión. Algunas villas, incluso -sobre todo las vizcaínas-, tuvieron serios obstáculos jurídi­cos para rebasar el recinto originario (A. De Andrés, 1990), optando, ante la presión demográfica, por otras soluciones como el crecimiento vertical de las edificaciones, la fragmentación de los solares y la ocupación del suelo público, especialmente de los pasos de ronda. Pese a todo, la morfología del plano urbano no experimentó transformaciones significati­vas (J.I. Linazasoro, 1978) y la villa continúo siendo la entidad organizadora del espacio circundante. Sólo en algún caso como Hondarribia y Donostia -por su situación estratégica y fronteriza-, cercaron estos arrabales con un nuevo cinturón defensivo, interrum­pido por cubos terminados en puntas de diamante, acordes con las nuevas necesidades militares del renacimiento.

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A fines del siglo XVIII se inició una nueva fase en el desarrollo urbanístico de las villas vascas: el racio­nalismo ilustrado pretendió organizar, al menos en apariencia, la trama urbana, regularizando alturas e imponiendo criterios estéticos que trataban de unifi­car la imagen de la ciudad. Se intervino, en conse­cuencia, tanto en el interior del recinto medieval como en los ensanches modernos, demoliendo "teja­vanas", "casillas" y "mugas", ocupando huertas, construyendo edificios públicos de carácter cívico y creando, finalmente, servicios e infraestructuras reclamados por una burguesía ascendente que vio en estas operaciones urbanísticas una fuente de riqueza de la que hasta entonces sólo se beneficiaba la noble­za rural. La regularidad que todavía puede observar­se en el Casco Viejo de Bilbao al fundirse los ensan­ches renacentistas y barrocos con el núcleo medieval, empeño de la actividad desarrollada por arquitectos municipales como Agustín Humaran y Juan de Zaba­la (A. Santana, 1990), la reconstrucción de Donostia según proyecto de U gartemendia tras el incendio efectuado por los franceses en 1813 (J.I. Linazasoro, 1978) y las reformas planificadas en Vitoria por Jus­to Antonio de Olaguíbel (S. Arechaga, 1990), son algunos de los testimonios más significativos de este proceso. El centro histórico se ordena: se destruyen las viejas murallas, se sustituyen algunas casas de escasa calidad -especialmente las situadas en los lugares más soleados de las villas-, se abren nuevos espacios públicos, pero en lo fundamental la huella del pasado permanece en la trama urbana. En este periodo, no obstante, se observan los primeros sínto­mas de una pérdida de protagonismo económico y social por parte de los centros históricos que, en ade­lante, será asumido progresivamente por unos ensan­ches que asoman ya al horizonte como alternativa a la ciudad primitiva.

En la primera mitad del siglo actual, y tras la con­solidación del proceso industrializador en amplias zonas de la C.A.P.V., la tendencia apenas emergente en la centuria anterior, se generaliza y triunfa, aunque afecte en diverso grado a los diversos núcleos urbanos.

Los centros históricos de las grandes ciudades se abandonan socialmente y reducen su actividad, des­plazándose las funciones urbanas a los nuevos ensan­ches -más amplios, cómodos y adecuados para su desarrollo- en los que acabarán instalándose también las clases altas de la población.

Los de las ciudades medianas -cabezas comarca­les- se trasformaron sustituyendo manzanas de casas enteras e incluso variando los antiguos trazados que permanecían desde la Baja Edad Media.

Las villas de pequeño tamaño -que sólo en el momento de su fundación pudieron considerarse urbanas- reforzaron su carácter rural, permaneciendo integradas en el campo.

Al conjunto de transformaciones descrito -que no fue ni homogéneo ni sincrónico- se superpuso el cre­cimiento descontrolado que, afectando fundamental­mente a la periferia de los municipios, caracterizó el caótico desarrollismo de los años sesenta.

Esta larga evolución histórica culmina, a comien­zos de la década de los ochenta, con la toma de con­ciencia general sobre el grave deterioro que presenta­ban los cascos históricos y con la puesta en marcha, por parte de las instituciones, de diversos programas orientados a la restauración, rehabilitación y recupe­ración de los mismos. La redacción de los diversos Planes Especiales, sin embargo, descubrió pronto la aparente contradicción existente entre el manteni­miento de las tipologías históricas de estos viejos enclaves y las nuevas estrategias propuestas para dinamizarlos económica y socialmente.

Con ánimo de superar esta dificultad, han venido articulándose diversas iniciativas -con la colabora­ción entre las administraciones y profesionales-, y se ha procedido a efectuar algunas actuaciones arqueo­lógicas que describiremos en la última parte del artí­culo y que han permitido identificar algunos marca­dores significativos sobre la permanencia o ausencia de los elementos del pasado en la trama urbana actual. Como punto de partida, en efecto, era funda­mental que conociéramos las especificidades de nues­tros viejos solares históricos. Se hacía necesario determinar -en expresiones usadas por M.O.H. Car­ver- tanto el origen en el tiempo y la densidad de los contextos estratigráficos, como el grado de conserva­ción de los mismos.

El urbanismo histórico europeo se caracterizaba, en gran medida, por la reutilización constante de los espacios y por el origen antiguo -frecuentemente romano- del trazado urbano (J. Chapelot, 1990). Pronto iba a advertirse, sin embargo, que la situación de las villas y ciudades vascas resultaba muy distinta. La larga presión demográfica durante más de seis­cientos años sobre núcleos que raramente superan las 4 Ha. de superficie5

, alteró profundamente la calidad de los estratos desde antiguo. No son raras, por ejem­plo, las referencias documentales a nuevas edifica­ciones proyectadas en el Bilbao del siglo XVI en las que se recoge la necesidad de limpiar los escombros de un solar hasta los cimientos antes de proceder a la nueva construcción, por lo que difícilmente encontra­remos una larga y continuada sucesión de estratos históricos. En algunas villas vascas se prefirió -y la

Vitoria -la fundación más extensa de la C.A.P. V.- dispuso de 20 Ha, de superficie intramuros, seguida de Bermeo y Laguardia que apenas superan las 7 Ha. Si estas cifras se comparan con las 480 Ha. que tenía Florencia en la misma época o con las 360 de Brujas, ciudad con la que Bilbao tuvo continuas relaciones comerciales se comprenderá el alcance cuantitativo del fenóme­no urbano vasco. (B. Arizaga, 1990).

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arqueología lo está demostrando- la sustitución a la reutilización. Es cierto que los "ordenadores urba­nos" -trazados de los viales, manzanas, perímetro de la muralla, etc.- se mantienen, pero las modificacio­nes afectaron incluso a las viejas parcelaciones origi­nales. Resulta significativo a este respecto, por ejem­plo, que la hipótesis sobre la pervivencia del denomi­nado "solar gótico" en el entramado urbano haya sido puesta en cuestión desde diversos frentes6

Muchas de las villas vizcaínas y guipuzcoanas parecen de nueva planta y su origen raramente remonta a época romana7

, lo que, junto a las circuns­tancias de conservación ya descritas, hace que la acti­vidad arqueológica en contextos urbanos pueda pare­cer -a algunos arqueólogos- escasamente gratifican­te. Considerando que los marcadores arriba expuestos -alto nivel de destrucciones físicas y escasa densidad de contextos estratigráficos- tienen, además, su refle­jo en la calidad y conservación del registro arqueoló­gico, se comprenderá claramente que las técnicas tra­dicionales de la arqueología -basadas esencialmente en la excavación- no generen demasiadas expectati­vas respecto a la comprensión y valoración del fenó­meno urbano. Es por ello por lo que, tras los resulta­dos de las primeras intervenciones, se creyó necesa­rio potenciar la elaboración de otros instrumentos de análisis arqueológico.

2.2. INSTRUMENTOS de planificación: La elabo­ración progresiva de los documentos de evalua­ción del Patrimonio Urbano en la Comunidad Autónoma Vasca

A lo largo de los últimos diez años -y al amparo del marco legal vigente8

- se han venido desarrollan-

B. Arizaga, 1990; l. García Camino, 1992/93. Los resultados de algunas intervenciones arqueológicas realizadas en Bilbao y la observación del parcelario actual muestran las continuas varia­ciones en las dimensiones de los solares. Este fenómeno se apre­cia especialmente en aquellos núcleos que no llegaron a prospe­rar como centros de dominio, control y organización del entorno, quedando reducidos a entidades de población inmersas en el mundo rural. El caso vizcaíno de Rigoitia es, en este sentido, paradigmático (DEIKER [J.A. Barrio dir], 1990) La ocupación antigua de Lekeitio -uno de los pocos lugares urbanos donde se han documentado niveles de época romana­concluye en el siglo V (B. Bengoetxea, S. Cajigas, l. Pereda, 1995), y ese espacio no vuelve a reutilizarse hasta los siglos XII o XIII, cuando en el entorno se dieron las condiciones precisas para el desarrollo de la vida urbana, lo que supone la existencia previa de un territorio organizado y productor de excedentes eco­nómicos generados por la explotación agropecuaria. La ley de Patrimonio Cultural Vasco, la ley del Suelo, la ley de la Reserva de la Biosfera del Urdaibai, los planes rectores de uso y gestión de parques naturales, los decretos por los que se califi­can o inventarian los bienes culturales y las Directrices de orde­nación del territorio ordenan o recomiendan, según su rango, rea-

do en la C.A.P.V. algunos instrumentos que están contribuyendo a la definición del proyecto de arque­ología urbana entendido como la planificación del estudio histórico de la ciudad y concebido tanto para revalorizar restos olvidados de especial contenido simbólico, como para comprender el diálogo que his­tóricamente ha entablado la ciudad con el campo y, en definitiva, descodificar la compleja lectura de los núcleos habitados. Son tres los instrumentos puestos en práctica: los dos primeros, inventarios y estudios histórico-arqueológicos, conforman un ambicioso proyecto de evaluación del patrimonio, a ejecutar a medio plazo. El tercero, los proyectos puntuales de intervenciones arqueológicas, tratan de constituir una respuesta controlada a la ineludible necesidad de documentar las partes del entramado urbano que van a ser alteradas por circunstancias derivadas de la pre­sión inmobiliaria o de un planeamiento deficiente de los usos del suelo. Los resultados obtenidos en este tercer tipo de intervenciones están sirviendo, además, para completar una información que revierte en los documentos de evaluación en curso.

A.- Los Inventarios: Nivel básico de evaluación Los trabajos se iniciaron a fines de la década pasa­

da ante la confluencia de dos tipos de intereses9: por

una parte, la obligación de la administración -en este caso la del Departamento de Cultura del Gobierno Vasco- de disponer de un instrumento de gestión del patrimonio cultural; y por otra, la necesidad de dotar a los arqueólogos de un marco que diera sentido a unas actuaciones que, de otro modo, quedaban des­contextualizadas y estériles1º. Se trataba, en suma, de

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!izar el análisis y diagnóstico de los cascos históricos, de su edi­ficación, de su infraestructura, de sus recursos culturales y de sus interrelaciones funcionales, morfológicas y estructurales con el territorio, al objeto de establecer un programa de actuaciones a corto y medio plazo. Debido a esta dualidad de intereses, ha habido quienes han pre­tendido distinguir entre inventarios de gestión y de investigación o cartas arqueológicas (M. A. Querol, 1992). Desde su inicio se rechazó esta posibilidad puesto que no comprendíamos la forma de otorgar un grado de protección a una ciudad, a un sector de la misma o a un monumento sin evaluar su importancia histórica o su aportación al conocimiento de la evolución urbana del territo­rio. Por ello, creímos más conveniente plantear el inventario a diversos niveles que, sucediéndose en el tiempo van acumulando e interpretando la información disponible a medida que las inves­tigaciones se desarrollan en profundidad. Bajo esta óptica el inventario se presenta como un producto en continúa renovación y ampliación. En otras ocasiones (l. García Camino, 1988; 1992-93) indicába­mos cómo los resultados de las primeras intervenciones urbanas que realizamos en Bilbao en 1985, nos parecieron frustrantes y no tanto por la calidad de los materiales exhumados -escasamente espectaculares, por cierto- o por las dificultades a las que tuvimos que enfrentamos al abordar por vez primera la excavación de un núcleo habitado, sino porque nuestros resultados carecieron de

LA CIUDAD, DOCUMENTO HISTORICO: REFLEXIONES SOBRE LA PRACTICA DE LA ARQUEOLOGIA URBANA 149

definir los principales elementos que configuraron el tejido urbano del núcleo habitado, recogiendo tam­bién aquellos otros que fueron organizando su territo­rio.

Para realizar este primer documento básico de evaluación del patrimonio urbano, se procedió a la revisión exhaustiva de la bibliografía sobre la evolu­ción de la villa, cotejando luego los datos obtenidos con la planimetría actual. Los resultados se materiali­zaron en un plano escala 1/1000, definiendo, por una parte, el área susceptible de ser analizada con meto­dología arqueológica; por otra, el trazado de la mura­lla, indicando los lienzos conservados y los lugares por donde hipotéticamente debía discurrir; en tercer lugar, los elementos que destacaban en el entramado urbano por ser centros de poder religioso, civil o eco­nómico -torres, palacios, iglesias, fraguas, talleres artesanales, alhóndigas, etc.- haciendo especial refe­rencia a su cronología, dado que su presencia ha con­dicionado la configuración urbanística actual; y, finalmente, aquellas zonas de la ciudad que -pese a haber estado ocupada en épocas históricas- carecían actualmente de interés al haber sido vaciadas de con­tenido por circunstancias diversas 11

Los elementos identificados fueron valorados en una ficha escrita, incidiendo en las posibilidades de investigación arqueológica que ofrecen y en su apor­tación al conocimiento del urbanismo histórico en función de los datos disponibles, de su conservación, de su interrelación con otros elementos significativos y de su contextualización en la formación del tejido urbano. En definitiva, aunque someramente, se pre­tendía conocer los elementos básicos de un núcleo habitado para proceder a su protección. Pero, además, y puesto que el nacimiento urbano no pudo materiali­zarse -ni puede concebirse- sin la existencia previa de un territorio cuya formación histórica remonta a épocas antiguas se procuró también caracterizar el entorno registrando las huellas de los asentamientos preurbanos e incluso la de aquellos vinculados, pos­teriormente, a la villa.

Concluido el Inventario se dispone en la actuali­dad de un primer diagnóstico de los casi 300 munici­pios de C.A.P.V., incluidos los 69 cascos fundados en la Edad Media, lo que nos permite reconocer algunas de sus características relevantes a través de sus signos externos y responder, al menos parcialmente, a los

repercusión al no estar integrados en un proyecto de investiga­ción urbana. En la elaboración del inventario -realizado entre los años 1989 y 1995- participó un amplio equipo compuesto, en algunos territo­rios, por casi 20 personas, entre las que se encontraban arqueólo­gos con experiencia en el análisis de períodos diferentes, histo­riadores de arte, documentalistas y delineantes.

problemas planteados por la presión urbana, como se verá en el último apartado de este artículo.

B. Los estudios histórico-arqueológicos de las villas: Segundo nivel de evaluación

Al objeto de integrar en los Planes de Ordenación Urbana (Planes Especiales de Rehabilitación Integra­da, Normas Subsidiarias de Planeamiento, Planes Generales ... ) el régimen de protección de los Bienes Culturales, el Departamento de Cultura del Gobierno Vasco ha iniciado un segundo nivel de profundiza­ción en el inventario mediante "estudios histórico­arqueológicos" de las 69 villas de fundación medie­val.

El nivel básico al que nos referíamos en el capítu­lo anterior era útil como primer instrumento de plani­ficación, pero resultaba insuficiente para su incorpo­ración a los Planes de Ordenación Urbana, más exi­gentes y exhaustivos en la información que requieren sobre la evolución histórica de la villa y su realidad arqueológica. Los objetivos, por tanto, de este segun­do nivel de evaluación son mucho más precisos y específicos: ya no se trata de recoger los principales elementos de un núcleo habitado, sino de determinar -al modo de los Documents d' évaluation franceses­las variaciones en el tiempo de su tejido urbano, esto es su evolución diacrónica; analizar en detalle los ele­mentos pertenecientes a cada período y diagnosticar la calidad de los elementos patrimoniales conserva­dos. Se trata, en definitiva, de confrontar las previ­siones científicas, es decir, las expectativas que gene­ran los análisis bibliográfico, archivístico, arqueoló­gico, topográfico, cartográfico o de cualquier otro tipo, con el registro real de destrucciones en un núcleo urbano concreto. En otras palabras, de definir la calidad de su registro arqueológico. Para ello resultan sumamente provechosos los datos proceden­tes de observaciones de tipo puntual --ejecución de cualquier obra, sondeos y prospecciones geofísicas efectuadas con fines distintos a los arqueológicos, informes de antiguas excavaciones-. Pero es la actua­ción programada la que mayores resultados ofrece. Una actuación que pasa por el reconocimiento siste­mático del patrimonio edificado -con la incorpora­ción metodológica del análisis estratigráfico al que nos referíamos en la primera parte del artículo- y por la ejecución de sondeos estratigráficos distribuidos estratégicamente en función de los problemas históri­cos que previamente se han planteado.

Estas intervenciones programadas constituyen el punto fundamental de todo el proceso, puesto que permiten registrar tanto la densidad del patrimonio arqueológico como su estado real de conservación. Todo ello posibilitará la planificación de futuras investigaciones, evitará la ejecución de excavaciones innecesarias y contribuirá a la protección de nuestros

150 A. AZKARATE GARAI-OLAUN - I. GARCIA CAMINO

centros históricos, mediante su incorporación al Pla­neamiento Urbano12

• Este proceso, pese al avance de los últimos años, no ha hecho más que comenzar. De los sesenta y nueve centros históricos, diez y ocho están siendo objeto de este tipo de estudios13 y la labor realizada ha sido ciertamente intensa14

• Se han observado, sin embargo, algunas deficiencias en el tratamiento, presentación e interpretación de la infor­mación que, evidentemente, han condicionado los resultados globales y la utilidad de los estudios, y que habrán de ser corregidas de inmediato al objeto de alcanzar un nivel óptimo de rendimiento.

Hay que reconocer, en primer lugar, que la calidad de las investigaciones ha sido muy desigual. Frente a trabajos exhaustivos, totalmente implicados en la pla­nificación urbana y en la protección y valoración del Patrimonio, otros se han limitado a recopilar textos, materiales y datos de diversa procedencia, reprodu­ciendo mecánicamente las directrices de la adminis­tración que no eran más que un índice orientativo de las labores técnicas a realizar.

En otras ocasiones la diversa formación de los equipos ha generado desequilibrios en la recopilación de los datos al recibir prioridad en ciertos trabajos algunas cuestiones que, sin embargo, fueron relega­das en otros15

• En algún caso se obtiene incluso la

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13

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La programación sistemática de sondeos en Bermeo (D. Gil, A. Llamosas, 1996, inédito.), por ejemplo, permitieron definir la escasa calidad de los depósitos arqueológicos, pese a que en la Edad Media fuera el centro urbano más importante de Bizkaia y a que existieran algunos indicios sobre su pasado romano. Tam­bién mediante un programa de sondeos se ha podido documentar que es en la zona baja de Bilbao -en tomo a Barrenkale- donde mejor está representada la secuencia del Casco Viejo. En Lekei­tio confirmaron que las nivelaciones de la Edad Moderna habían arrasado prácticamente los depósitos estratigráficos medievales, aunque conserve todavía algunos lienzos de muralla necesitados de una lectura estratigráfica. Bien acogiéndose a los Planes de Ayudas del Gobierno Vasco para la redacción y modificación del Planeamiento Urbanístico que afecta a los Bienes Culturales (Salvatierra, Antoñana, Santa Cruz de Campezo y Labastida en Alava; Durango, Lekeitio, Ber­meo, Elorrio y Bilbao en Bizkaia y Hondarribia, Donostia y Elgoibar en Gipuzkoa) o bien impulsados a instancias de los Ayuntamientos, de las Diputaciones afectadas o de las Socieda­des Urbanísticas de Rehabilitación de los cascos históricos (Sali­nas de Leniz, Mondragón, Bergara, Elgeta e Irún en Gipuzkoa y Alegría-Dulantzi en Alava). La información recopilada se cartografió en diversos planos que, a modo de síntesis, muestran la fisonomía de la ciudad en sus principales fases de desarrollo histórico, los sectores que han sido objeto de intervenciones arqueológicas o que conservan ele­mentos significativos para su comprensión, las áreas que carecen de interés al haber estado sometidas a una fuerte presión y, final­mente, las propuestas de actuación reflejadas en el parcelario actual. Algunos grupos, por ejemplo, han centrado sus documentos de evaluación en el análisis estratigráfico de las murallas medieva­les, otros han preferido profundizar en la información que se des­prende de la documentación escrita y ha habido, finalmente,

impresión de que el avance con respecto al nivel bási­co de inventariado no ha sido el esperado, al no refle­jarse nítidamente en las conclusiones el carácter dia­crónico del fenómeno urbano. Como consecuencia se ha otorgado la misma valoración y el mismo grado de protección a los distintos elementos patrimoniales y a los distintos depósitos arqueológicos, proponiendo su conservación en el estado actual y condicionando cualquier otra utilización del suelo que ocupan a una excavación previa que libere de contenido arqueoló­gico el lugar de referencia.

Resulta evidente que planteamientos como los descritos poco aportan a cualquier intento de ordena­ción urbana, por lo que alguno de estos documentos de evaluación no terminan siendo sino simples ane­xos yuxtapuestos a las directrices del Planeamiento, sin incidencia alguna en las mismas. Se produce, en consecuencia, una fisura en la transmisión de la infor­mación entre los arqueólogos y los agentes implica­dos en la planificación; fisura que se amplia por la incomprensión que, en ocasiones, muestran estos últi­mos para captar la complejidad y riqueza del fenó­meno urbano.

Para superar este problema se está estudiando la necesidad de establecer, como guía para la redacción de estos trabajos, unos criterios mucho más rigurosos que ayuden a homogeneizar los resultados tanto en lo que respecta a sus contenidos como a la presentación de los mismos. Sería también sumamente deseable que la coordinación de los estudios no recayera exclusivamente en los arqueólogos de la administra­ción, sino en un consejo asesor compuesto tanto por estos como por otros interlocutores ya sean arqueólo­gos, arquitectos, urbanistas o gestores.

C. Los proyectos puntuales de intervenciones arqueológicas

Los centros históricos de nuestras ciudades, sin embargo, siguen su curso y no pueden esperar a que un proyecto como el descrito finalice en un plazo todavía no determinado. Ante la necesidad de res­ponder a los problemas planteados en el quehacer cotidiano y regular las intervenciones arqueológicas que, inevitablemente, van a tener que efectuarse entretanto, se está proponiendo la necesidad de exigir en cada actuación un proyecto arqueológico que se ajuste, al menos, a los siguientes criterios: a) Contex­tualización bistórica del sector urbano en el que se va a intervenir, al considerar que la arqueología consti­tuye siempre un método de investigación del pasado. b) Diagnóstico de su secuencia diacrónica y de su potencial arqueológico. c) Estrategia de intervención

quienes han orientado sus esfuerzos básicamente al estudio del contenido arqueológico de los recintos.

LA CIUDAD, DOCUMENTO HISTORICO: REFLEXIONES SOBRE LA PRACTICA DE LA ARQUEOLOGIA URBANA 151

derivada de la evaluación efectuada en el punto ante­rior y basada en el registro estratigráfico referido tan­to al subsuelo como al patrimonio edificado. d) Aná­lisis de los resultados y contextualización de los datos arqueológicos en una propuesta de carácter histórico. e) Difusión de los mismos a través de publicaciones y propuesta de integración de los restos en su contex­to urbano.

Estos proyectos -como hemos señalado más arri­ba- han permitido ampliar, por una parte, el conoci­miento disponible sobre el urbanismo histórico 16

,

cuestionar, por otra, algunas hipótesis que parecían sólidamente asentadas en la historiografía17 y desarro­llar, finalmente, experiencias metodológicas de indu­dable interés18

La realidad, sin embargo, no siempre es así y, en ocasiones, la contextualización histórica debe hacer­se en poco tiempo y con escasos instrumentos; la eva­luación preceptiva resulta de difícil ejecución por la ausencia de estudios previos; los análisis efectuados no siempre son homogéneos, priorizando los de tipo estratigráfico y olvidando el estudio pormenorizado de los materiales exhumados; los resultados no se difunden, acentuando la "privatización" de unas intervenciones en las que domina un individualismo incapaz de comprender que cada sector, cada solar en el que se interviene no es una unidad susceptible de ser analizada al margen del marco espacial y tempo­ral en el que se halla inmerso. Todo se agrava, en fin, por la ausencia de un Plan Integral de Intervenciones que impide desarrollar coherentemente programas de financiación, quedando ésta en manos de los particu­lares que pueden, en consecuencia, elegir libremente al profesional que "libere" cuanto antes el solar en

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El origen romano de algunas villas costeras de Bizkaia- entre las que el caso de Lekeitio resulta paradigmático (B.Bengoetxea, S. Cajigas, I. Pereda, 1995)- era desconocido hasta que no se reali­zaron las primeras intervenciones arqueológicas. De hecho algu­nos "documentalistas" consideraron, sin criterio alguno, que el pretender remontar la antigüedad de Lekeitio más allá del siglo XIII era una "falacia" (J. Enríquez; E. Sesmero, en AA.VV. 1992b) La pervivencia del solar gótico en el entramado actual o la pre­tendida homogeneidad y regularidad de la urbanística medieval son algunas de estas cuestiones (l. García Camino, e.p.) El País Vasco, y más en concreto el territorio alavés, está en lo relativo a la arqueología de la arquitectura a la cabeza de las experiencias estatales. Tras su aplicación en iglesias como San Pedro de Quilchano, San Román de Tabillas o Andra Mari de Ulibarri-Ganboa y en puentes como Bitorika, Katuja, Gardea o Berguenda, se está utilizando también en ámbitos urbanos. En este sentido, puede mencionarse, a modo de éjemplo, el análisis estratigráfico (A. Fdez. de Jáuregui, 1996, inédito), integrado en el proyecto de restauración de las murallas de Laguardia llevado a cabo por la arquitecta Mª Paz Larrumbide o el importante Plan Director de la catedral de Santa María de Vitoria (A. Azkarate, en prensa).

cuestión de ese contenido arqueológico a veces tan molesto.

Es por ello por lo que, desde la administración, se están tomando algunas medidas que corrijan el pano­rama expuesto. Bizkaia, por ejemplo, dispone de una Normativa Foral en la que se establecen los criterios para el desarrollo, ejecución y promoción de las acti­vidades arqueológicas. En ella se regulan las caracte­rísticas de los proyectos, la experiencia que debe acreditar la dirección de los trabajos, la presentación de los resultados y la constitución de un Archivo Arqueológico concebido como centro de documenta­ción público. Se pretende, con ello, que cada informe se convierta en un documento para la elaboración his­tórica y no en un mero trámite administrativo. El éxi­to del archivo y la utilidad de todas estas intervencio­nes exige evidentemente un cambio de mentalidad, un cambio por el que la investigación arqueológica deje de ser un bien privado, una experiencia particu­lar y se convierta en un bien colectivo cuyo disfrute y aprovechamiento revierta en todos.

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154

D Sotanas

8jj Solares sin interés arqueológico

CD Elemento de interés arqueológico

FIGURA l. Bilbao, [6,07 Ha.].

A. AZKARATE GARAl-OLAUN - I. GARCIA CAMINO

Bilbao:Elementos de Interés Arqueológico. Programa de Arqueología de Intervención

Fecha: 18/6/91.

• Solares vacíos

-- Restos de muralla

D Solares excavados

- - - - Trazado hipotético de la muralla

Fue fundado en 1300 por D. Diego López de Haro, con el objeto de fortalecer las actividades económicas que se desarrollaran en la ría. Organi­za su trazado en siete calles paralelas atravesadas por estrechos cantones que responden a un único proyecto urbanístico definido por una mura­lla de piedra. La regularidad del espacio intramuros sólo se ve rota por la iglesia de Santiago en cuya plazuela se celebraba el mercado semanal, antes de su traslado a la Ribera, aprovechando las ventajas que proporcionaba el puerto interior. La documentación arqueológica disponible pare­ce indicar que, a diferencia de otras villas vizcaínas, existió una división de funciones en los distintos espacios urbanos (I. García Camino, 1992/93), según se desprende de la aparición de diversas fraguas y hornos bajos en las excavaciones realizadas en las manzanas definidas por las calles Artekale y Somera.

LA CIUDAD, DOCUMENTO HISTORICO: REFLEXIONES SOBRE LA PRACTICA DE LA ARQUEOLOGIA URBANA

Durango: Elementos de Interés Arqueológico Programa de Arqueologia de Intervención

Fecha: 08/06/91

Area de interés primario (núcleo medieval)

Solares vacíos

~ Edificios de nueva construcción

CD Elemento de interés arqueológico

FIGURA 2. Durango, [5,01 Ha.].

155

Fue fundado hacia 1276, a fin de fortalecer un nudo comercial. Se articulaba en tres calles que confluyen en sendas iglesias (Santa María y Santa Ana). Con anterioridad a 1483 el recinto original se quedó pequeño produciéndose un ensanche consistente en la apertura de una nueva calle (Kale­barria) que, a su vez, se integró dentro del espacio intramuros al ser rodeada por una nueva muralla. La presión demográfica del siglo XVI propi­ció la creación de otros ensanches organizados entorno a las principales vías de comunicación y asiento de fundaciones monásticas e instalaciones industriales. El bombardeo de la Guerra Civil y el desarrollismo de los años 60 ha alterado en profundidad amplias zonas de la villa. (B. Bengoe­txea; S. Cajigas, 1995).

156

O Solares de reciente construcción

lll Solares vacios

CD Elemento de interés arqueológico

FIGURA 3. Salinas de Leniz, [l Ha.].

A. AZKARATE GARAI-OLAUN - I. GARCIA CAMINO

Salinas de Leniz: Elementos de Interés Arqueológico Programa de Arqueología de Intervención

Fecha: 30/04/95

• • • • • Trazado hipotético de manzanas de casas desaparecidas

- - - - - Trazado hipotético de la muralla.

Villa de realengo fundada en 1331 por Alfonso XI, en una zona montañosa de compleja orografía, en la cabecera del valle del Deba. Su funda­ción atrajo a la población del entorno asentada en un cerro cercano presidido por un pequeño templo que más tarde se convertiría en el actual San­tuario de Nuestra Señora de Dorleta. La existencia de salinas, utilizadas al menos desde el siglo IV, y de una importante ruta que comunicaba la Llanada alavesa y los puertos del Cantábrico fueron los motores de su crecimiento. El plano urbano se organiza en tres calles paralelas que han sufrido diversas alteraciones históricas, entre las que el cambio de posición de la iglesia y la desaparición de la.5 manzanas orientales por corri­mientos de tierra, son las más significativas (M. Urteaga, 1994.).

CD

LA CIUDAD, DOCUMENTO lllSTORICO: REFLEXIONES SOBRE LA PRACTICA DE LA ARQUEOLOGIA URBANA

Donostia-San Sebastian: Elementos de Interés Arqueológico Programa de Arqueología de Intervención.

Fecha: 19/10/95

Trazado hipotético de la muralla medieval

Trazado ae la muralla moderna según documentación.

Elemento de ineterés arqueológico

-- Trazado de la muralla moderna según datos arqueológicos

~ Parcelación anterior al siglo XIX.

FIGURA 4. San Sebastián, [6,4 Ha].

157

Fundada hacia ll80 por el rey navarro Sancho el Sabio es una de las villas más trasformadas de la C.A.P.V. Su trazado medieval no debió pre­sentar la regularidad que adquirió tras el incendio de 1489, pese a lo que el espacio construido --envuelto por una cerca de piedra desde el siglo XIII- no se amplia hasta el siglo XVI, en el que una muralla compleja, adaptada a las necesidades militares del renacimiento, fortifica un nuevo recinto. Este esquema urbanístico se mantiene hasta el siglo XIX, cuando el arquitecto ilµstrado P.M. Ugartemendia proyecta íntegramente una nueva ciudad conformando el trazado que hoy en día puede verse. (M.M. López Colom, 1994)

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Solares vacíos

A. AZKARATE GARAI-OLAUN - l. GARCIA CAMINO

Vitoria-Gasteiz: Elementos de Interés Arqueológico Programa de Arqueología de Intervención.

Fecha: 23/07/93

Trazado hipotético de la muralla

Delimitación del área de la judería

O Edificios sin interés arqueológico

Restos de muralla

CD Elemento de interés arqueológico

FIGURA 5. Vitoria, [20,7 Ha.]. Fue fundada en 1181 por el rey navarro Sancho el Sabio, sobre la aldea de Gasteiz -de la que apenas quedan testimonios- al objeto de defender la frontera del viejo reino. En la zona más alta de la colina se trazaron tres calles que confluyen en las iglesias de Santa María y San Vicente. El conjunto fue rodeado por una cerca abierta al exterior a través de seis portales que enlazan con las principales vías de comunicación. En 1200 la villa dejó de ser dominio navarro incorporándose a la corona de Castilla. Alfonso VIII inicio, entonces, una nueva fase expansiva que afectó a la ladera oriental del cabezo, trazando tres nuevas calles paralelas a las primitivas. Más tarde, en 1256, Alfonso X propiciara el ensanche definitivo por el costado Este, siguiendo un esquema idéntico al anterior. Quedó así configurado el plano de Vitoria que no se vio alterado hasta finales del siglo XVIII en el que se emprenden las reformas ilustradas tendentes a conectar la ciudad medieval con la nueva. En sus iglesias, conventos, pala­cios y casas todavía se observan lienzos y estructuras de edificaciones históricas que requieren ser documentadas arqueológicamente.

LA CIUDAD, DOCUMENTO HISTORICO: REFLEXIONES SOBRE LA PRACTICA DE LA ARQUEOLOGIA URBANA

• Solares vacíos Trazado de la muralla conservada

FIGURA 6. Laguardia, [7,4 Ha.].

Laguardia: Elementos de Interés Arqueológico Programa de Arqueología de Intervención.

Fecha: 23/07/93 O Edificios sin interés arqueológico

Trazado hipotético de la muralla <D Elemento de ineterés arqueológico

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El 25 de Mayo de 1164 Sancho VI el Sabio otorgó Carta Puebla a un pequeño núcleo habitado --organizado alrededor de un castillo- elevándole a la categoría jurídica de villa y concediéndole privilegios comerciales. Algunos años más tarde Sancho VII el Fuerte fortifica la puebla rodeán­dola de una muralla coronada de almenas y protegida por torreones cuadrangulares. El recinto creado siguió un plan urbano regular que se ha con­servado hasta la actualidad. La presión demográfica y la dedicación económica de sus habitantes. basada en el cultivo de la vid y en la elabora­ción del vino, impulsó a efectuar continuas reutilizaciones de la edificación -lo que se detecta especialmente en la muralla y en la apertura de bodegas en el subsuelo- (F. Martínez de Salinas, 1991). Circunstancias estas que están determinando la calidad del patrimonio arqueológico y, en consecuencia, la estrategia de las intervenciones.

160 A. AZKARATE GARAl-OLAUN - l. GARClA CAMINO

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FIGURA 7. Aplicación del análisis estratigráfico en las construcciones históricas: Iglesia de San RomlÍn de Tobilla.s (Alava). Considerada románica, tras un análisis pormenoritado desveló la existencia de dos importantes fases prerrománicus que habí:in pasado desaper­cibidas (A. Azkarate, 1995). En la figura se observan de fonna sintética las tres fases fundamentales del trabajo. 11 Fase: Documentación exhaustiva de la fábrica del templo mediante la fotogrametrla analítica informatizada y el vaciado sistemático de todas las referencias bibliográficas y documentales. (altomedievales, Libros de fábrica. Libros de mayormeria, etc ... ) 21 fase: Análisis estratigráfico del edificio, con la identificación e individualización de las distintas Unidades Constructivas presentes en su fábri­ca (cada una de ellas con su numeración correspondiente y ficha analítica,) y establecimiento de h1s relaciones estratigráficas existentes entre ellas. 3° fase: Presentación de los resulllldos a través de un diagrama final periodizado en el que la diacronía del edificio queda perfectamente refleja­da. (A.Azkarate, A. Fdez de Jáuregui, J. Núñez, 1995).

I..A CIUDAD. DOCUMENTO HISTORICO: REFLEXlONES SOBRE LA PRACTICA DE I..A ARQUEOLOGIA URBANA 161

MURALLA LAGUARDIA ZONA FRONTON ESCALA 1:50

FIGURA 8. Murallas de Laguardia (Alava). El último estudio en el que se está aplicnndo e l método estrotígr.í.fico en Ja lectura de \ns construc­c iones históricas esul siendo realizado en la muraUa de Laguardia (A. Femández de Jáuregui, 1996), constituyendo la fase documental y previa del proyecto de restauración del monumento dirigido por M" Paz Larrambide. La intervención está pcnnitiendo identificur las distintas fábricas y la evolución diacrónica de este elemento de origen medieval.