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1 1 LA COMEDIA URBANA Enrique González Rojo 2002-2003 1

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LA COMEDIA URBANA

Enrique González Rojo

2002-2003

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Per me si va nella cittá dolente(Dante Alighieri)

PROEMIO

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No sé por qué, al inicio de este escrito,me invaden las palabras,se me suben como hormigas por las piernas,bajan a mis dedos, y me infiltranel impulso de escribir, el hormigueo.Las descubro en los cuatro puntos cardinalesde mi boca. Me exigen que las diga.Que ponga entre paréntesis el silencio.

Sí con tan altas pretensiones.Desde arriba.Desfalcándole un punto al firmamento.

Mis vocablos, mi sintaxis de vivencias,se encaraman a su mirada de águila, de estrella prófuga, de atalaya,de panóptico lírico.

Le hurtan a Dios el don de ubicuidad su ser hermano de leche del espacio y el tiempo

y arroja lo restante, el bagazo divino,al estercolero de lo inexistente.

Reemplazan en mi boca a la saliva.Pugnan por autodecirse, gritarse,dejar su envoltura de letrasy convertirse en el almade la lengua.Dan un recital de sus mejores sílabasen el sitio del zenitdonde el sol se torna igualitario.Se transmudan en helicóptero

libélula gigantemotorizada espía que

en su periplo aéreomira oyeescudriñapresientelo que sucede-o sucedió-

a sus plantas...

y nos dice.

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CANTO PRIMEROTEMPLOS AVENIDAS PARQUES

Nuevo día

El monstruo se despierta.Dentro de sílucha a dos manos con sus párpados cerradoslogra abrirlosdespiertay se pone a hojearsus primeras miradas.

El carro de mudanza de la nocheque conduce su carga de mobiliario oscurose aleja hacia el confíncon todo y el rechinidode sus ruedasque al choque de guijarros van dejandoreguero de luciérnagas.

El monstruo abre los ojos.Se sacude lo inmóvil y...se yergue.Se restriega los sueñoslas imágenes perdidaslas sombras en los párpádos.

En algunos cuartuchosse le caen aún de sueño las persianas.En todos los buzonescontinúa bostezando.Le da el golpe a la atmósferay se llena de aire los pulmonescomo el cantante lo hace con las notas musicalesretenidas ahí sólo el tiempo necesariopara hacerlas belleza.Empieza entonces su laborcotidiana.Resopla.Se estira.

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Hace gimnasia en todos sus parquesa lo largo y a lo ancho de las seis de la mañana.Amanece.

El monstruo un Argos de ventanasllena su organismo de pedazos de cielo.La sangre le recorre por las venaslas arterias los ejes viales.Por el viaducto cruza sin cesaren turbulencia de glóbulosen vendaval de viday corre librementeporque aún no se forma el coágulodel embotellamiento.

Heraldo del rocíoun gallodesde Dios sabe dóndenos entregasubliminalmenteel nuevo día.

Ruido

Te hallas agazapado medio dormidoen el Lago de Chapultepec

-donde las alas de un ánadelevantanchapoteando

arpegios de cristal y espuma-,en el corazón del Parque de los Venados-donde unos novios se dedican a formarpajaritas de papel con todo y trinos-,en los aledaños de la urbe-donde está a punto de caer algo del cielo-,en ese barrio esa colonia ese rumbodonde estalla fugazmente la obsesiónde campanas misionerasy en el flujo y reflujo del silencioque se escucha por la nochey que no es sino la pausada respiraciónde los que duermen.

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No eres el rumor en cantabilecon que las cigarrasleen la partitura del atardecer,

ni el resonar del ríoque interpreta en el caucesu contrapunto de agua,ni el redondo palpitar del pechode enamoradas señoritascuando sienten venir hacia ellaslas dulcísimas malas intencionesde una mano.

Te hallas entre los principales pobladoresde la ciudad.Nunca desapareces del todo

porque no hay un silencio químicamente puroni una atmósfera nocturna en que no se oigael espectral ladrido de algún perro.Nunca haces tu equipaje.Nunca tiras la toalla.Nunca consientes que tus músculos abdiquen.Jamás pides posada al camposanto.Jamás cierras los ojos

y si lo hacescabeceas en almohadas invisiblesefímerasy aéreas.

Te hallas doquier:vienes con el avión que

al aterrizar,atestado de gentes y de estrépito,

baja trozos de cielo atormentado.Vas en los autos que atropellancon todo y claxons a media calleo a media manola línea de la vida.Ruges como en prisiónen el ir y venir del estruendo subterráneo,en las marchas que incendian la ciudadcon sus vocales incendiarias,en los amores delictivos que sostienen a vecesla fuga de gasy alguna chispa.

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Hay días en que la urbees una enorme estación de radioganada por la estática.Otras la pista de aterrizajede escuadrones de viento que llegan

de sabe Dios qué guerra.Un día el griterío escalofriantede la Llorona motorizadade la ambulanciay siempre la reencarnación del infiernoal son de esa música comercialacompasada por el bajo continuode su estulticiarítmica.

Te desvelas y ruges en los antrosen los cabaretsen los alaridosque no puede sujetarla camisa de fuerzaen las orgías donde todo mundo acabaextraviando las manosy en el coche con la bocina descompuestaque se escucha durante horas como el gritode una sirena torturada.

Catedral

No sólo está a la vera o encima del pasadocubriendo los rumores-de los huéhuetl los teponaxtli-con cantos gregorianos de rodillas, ramilletes de aleluyaso un órgano que -asegúrase-recuerda el timbre de bajo profundode Dios

no sólo se encuentra,como una gallina con su proleprotegiendo sus rincones oscuros

olorosos a inciensoa pecadoso a la cera que en el cirio pascualse derrama inmóvilmente

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no sólo está gemebunda de campanascon las manos unidas de la cúpulaunificando las precesque surgen en su navee hincada de rodillas

rogándole al gran hueco de la altura con plegarias de mármolpor la grey de creyentes

no sólo está en el zócalo del alma de cada feligrésen el primer cuadro de su angustiay en el centro históricode la fe colectiva que alza en vilola estructura barroca de su Dios

también está en la plaza centralen el corazón de la urbe

oyendo pacientemente los gritoslas demandas las palabras en pie de guerradel descontento cívicoy sintiendo sorprendidaque se ha vuelto partidaria de la teologíade la liberación por lo menosuna de sus campanas.

Basílica

La Basílica de Guadalupe es un lugar de peregrinación doliente viacrucis de una feligresíaque llega caminandosobre rodillas de sangre.Los creyentesllevan pencas de nopal espinosoen la espalda y el pechocomo blusa diseñadapor infernal sastrería .O como un instrumento naturista de tortura.La Virgen de Guadalupe existe un poco más que Diospara la gente.Es una mano de terciopelo en las heridas.Posee un regazo de nunca acabar

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tendido a todo cieloque puede ser compartidopor cualquier hijo de vecinoque haya descubierto en la pila bautismal flotandolas letras de su nombre.

Monumento de la Revolución

Ha envejecido como la propiarevolución.Ha entrado en carnes en moles de piedra desgarbadascomo lonjas de mármol.No está hecho con ladrillossino con trocitos de memoriaunidos con el sincretismo de la mezcla.Ya no huele a pólvorasino a orines.Es una estatua a la pirueta.Un hangar para ángeles averiados.Un elefante blancoal centro de su propio circo.Más que una construcción conmemorativaparece la lápida mortuoriade un cadáver vestido

con suma eleganciade gusanos.La pátina del tiempo emborrona los rostros de los héroes.Y no sé qué sordina ha devorado con sus mandíbulas de algodónel épico relincho de las cabalgaduras.

Bellas Artes

Salas de conferencias, librería,restaurante,escalinatas negras,lámparas, anuncios,mujeres que sacan a pasear a su belleza,escondrijos de mármol para amantes clandestinos.

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En el salón de exposiciones-esa galería diseñada para que en ella deambulennuestras mejores miradas-hay óleos con olor a pasado, a siglos polvorientos;

realistas,con ademanes de entusiasmos añejos

y vocación de duplicar lo dadohasta crear su divina redundancia.

Juguetes vanguardistas que,disparando blasfemias antiaéreascontra toda galaxia de cánones académicos,crucifijan la simetríaen en torcido leño del desorden.

Murales donde la historia patria,-el pasado que quiere desortijar su antorchaen el oscuro túnel del presentepara ir hacia el futuro-se mete por los ojos a la psique,las entrañas,el espíritu cívico,buscando que las manos abandonenlos moluscos del ocio.

Teatro con un telón pintadodonde los volcanes custodios de la urbejamás serán el pasto de las llamasporque el asbesto sabe ponerle un hasta aquíal asaltante nómada del fuegocon Dios sabe qué hielo entretejido entre sus fibras.

El público cautivo, los melómanos,escucha embelesadoel oboe que sabe interpretar el momento único

en que la rosa se marchita,la cantante que pone, con su agudo,a aletear un punto del espacioy a causar conmociones en la orillafácilmente inflamable del delirio.O el clarín

que, en forma imperativa,toma a nuestra emoción de la solapa

y hace que,enloquecidas,

se deshagan las manos en aplausos.

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(Los fantasmas de Chávez y Revueltas, Luyando y Ruvalcaba,después de la tercera llamada,tercera,de la invocación lírica,vuelven al escenario,con el telón de fondo,los tramoyistasy el espectral sonido de ultratumba). Bellas Artes,fábrica en que las musas se dedicana crear escalinatas hacia el cosmosy canoas con proa al infinito,bajar luceros con hilo de cometas,prohibir el aleteo de la cerao también pastorear su majada de sonidoshacia el yunque y el martillodel herrero armonioso de la orejaque moldea una música

a la medida de los hombres,que no es ni la estruendosa de los astros,ni la que, en vecindad con el silencio,y formando la atmósfera del átomo,no llega ni el tamaño de un suspiro.

El Bosque de Chapultepec

I

El más húmedo terrenal intensode los poemas de Netzahualcóyotl-ese coyote en verdad hambrientode infinito-,

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pone un alrededor de verdes mariposas,estandartes de oxígenoy luciérnagas que masticanpedacitos de día,a un castillo plagadode fantasmasdonde un monarca ambiciosoaúlla entre los cuatro paredonesde su alcobay una princesa decapitadaremueva histéricamente la basurabuscando su corona.

En el lago las lanchascasi barcos de papelson pequeños esquifes tripuladospor los remos un charco de agua viajera metida a bordo una nube de mariposas en lugar de velameny un bullicio de barco ebriodonde los cantantes rancherosemplean sus falsetespara quitar la espuma a la cerveza.

En el agua-donde los patosy su pasión inútil de ser cisnesle cortan las alas a la inspiración-se reflejan:

el castillo coronado de nubesun avión de juguete que pasa mordisqueando el horizontela libido que se lleva

de pinta a los muchachosy el desorden invisible de los vientos.

II

El zoológico de Chapultepeces una enorme jaulade berritos gorjeos estridenciasy el ulular gimiente de algún vientotambién encarcelado.

Las jaulas separadas-de los pájaros los antílopes

los osos los tigres-,

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la caja milagrosa de pulgas amaestradassepa Dios con qué látigode miniatura,

el charco en que las palomas no necesitanpara calmar la sedsino un poco de agüita con dieresis

y sabor a mañana,crean diversos mundos:cada uno tiene sus orígenessu prehistoria y su historiasu olor de patria chicasu mapamundi-cada individuo escoge un lugar estratégicodentro del nosotros para hacer su nido-sus juegossus amoressus odiossus pleitos de pronombres furibundoso sus guerras mundiales.Los antropoidesse traen entre manos un suspiroo se embarran una lágrima en el pecho.Tienen también sus enfermedadessus muertessus duelossus marchas fúnebressus olvidos.Y también desde luego sus preguntas:los animales superiores cargan como nosotroscasi siempre entre signos de interrogaciónsu propia lengua.

III

Los espectadores los contemplamos desde fueradesde el más alládesde el enrejado que cuadricula nuestra vista,y llevados por una profunda curiosidadque pone en cámara lenta nuestros parpadeos.Tal vez descubramos algo de nosotros en esas bestiaso su muy darwinista viceversa.

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El que vivan en un espacio y un tiempomoldeados por la forma y el tamaño de su jaulanos recuerda nuestra situaciónde criaturas esculpidassobre el pedestal del instinto.El que sólo tenga sentido para elloslo que ocurre en el interior de sus fronteras-y lo que pasa fuera de su orbeson lejanísimos estruendos metafísicos-nos conmueve por el parecido que presentacon nuestra condición.Después de estarlos contemplando atentamentepor buen tiempo volvemos nerviosos los ojos al horizontepara ver si no hay otro públicoque desde otra jaulamás allá de la nuestra vislumbralas idas y venidaslos quehaceres cotidianoso las preguntas ay con orfandad de respuestasde los animales racionales.

Avenida Reforma Es la más señorial de la ciudad de México amplia ruidosa porfiristahecha para el cortejo de los paladinesy los claros clarines de los claxons.A decir verdad, no tendría empacho en serla calzada real de cualquier paraíso.

Está vigilada a ambos ladospor una fila de héroesque oyen imperturbables, sólo con parpadeos de moscas en los ojos,la iracundia civil alzada en puñosy el fragor de víscerasde las manifestaciones cotidianas.Los próceres sientenel únete pueblo en sus oídospero permanecen indiferentes a su llamadaporque es imposible descender del propio pedestalal anonimato.

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Glorietas

IAquí con esta estatua se recuerdaal genovés que previamente a hacerse al marnavegó infatigablementepor el mar encrespado de su propio cerebro.En este santuario se nos dice que las tres carabelasque el gran navegante trajo consigo

al surcar por su mar de incertidumbresfueron la inteligenciala pasióny la voluntad.Y aunque en su travesíatropezó con algo inesperado-una tierra se dice sedienta de bautizo-su idea original la almendra de su impulsosu brújula (uno más de sus órganos internos)gritaba a los cuatro rumbosla exactitud redonda de su idea.El hombre que no se crece con las dificultadesse autocondena a ver la mediocridadcuando se mira en el espejo-que es siempre más amigode la verdad que de cualquier filósofoenamorado de su propia lengua.

Colón se batió a brazo partido con todo un océano.Al principio pareció que los glóbulos incoloros del líquidovencerían a los de su sangre.Al principio parecía que la fórmula química del aguatriunfaría sobre la fórmula anímica de la decisión.Pero cuando un propósito, como el del genovés, es inquebrantableo cuando un designiono tiene una cabellera de cuarteadurasque pueda ser tronchada por no sé qué tijeras,entonces la conspiración del aguase ahoga en su propia impotencia.El genovés no sólo desenvolvió el nuevo mundo frente al viejono sólo se embarcó en el cuento de no acabar de la aventurasino que roturó la tierra

que moteara sus pupilas primero y ensuciara sus botas despuéscon la posibilidad

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de que en ella brotase nuestra patriasu atmósfera mestizasus fronterassu pintura su músicasu Ramón López Velardesu comedia urbana.Los océanos, en tanto,lloraban su derrota en cada playa.Ya no eran los guardianes

salados y ferocesdel mundo dividido.Ya no eran los dragones mitológicosque lamían los fragmentos escindidosdel universo mundo; eran como el perro el gato y a veces el instintoanimales domésticosferocidades amaestradaspor el genio la astucia la clarividenciadel genovés que aquí con esta estatuala ciudad alza en hombros.

II

Los aleteos del Ángel de la Independenciacomienzan en la columnay prosiguen doradamente allá en las nubes:todo ángel que le guiña un ojo

a la libertadno puede ser otroque aquel que

a un paso en falso de la perfecciónfue arrojado desde las cúpulas del inciensohasta los sótanos incadescentesdel azufre.Mirando la columnay el perpetuo reinicio de su vuelo,viendo que la escultura se hace jaulapara la vocación indestructibledel aletear que arroja todo lastrede su obsesión terrígena,

dígome:cuántos esfuerzos más oh dioses cuántoshabran de requerirsepara que toda la urbe,que sufre una tormenta de aguas negras,tenga al fin a la mano el firmamento.

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III

La Diana Cazadorase halla persiguiendo sin cesar(los ojos en la mirade sus propias pupilas)la atención del hormiguero.Pero no lo hace con un arco y una flechasino con un cuerpo de mujerque, al saltar de la carne a la escultura,conserva solamente los paños interioresde la belleza.La ninfa

(en su atribución de luna)tiende su arco en cuarto creciente clava su rodilla en la graciay se dedica con ahinco-sus flechas ya han sido ganadas por el blanco-a la caza menorde los antílopes de aire que cruzan por la alturay a la caza mayordel cielo entero

Iglesia de la Conchita

En un parque enfrente de una iglesiade miniaturaun individuo delgadocon nariz aguileñaenvuelto por una atmósfera de azufreque nace en sus axilas,da vuelta en torno a la iglesia,suelta sus ojos en el atrioy los recoge en el ábside.Murmura ajos y cebollas en latín.

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Pone sus carcajadas en sordina.No cabe duda: se trata de un demonioque viene a espiar como quien no quiere la cosael concilio de querubines que se está celebrandoen esta iglesia de juguete.

Parque México

En el parque México donde los patosse hallan a un ganso de sentirse cisnes,hay en este momento en los cuatro puntos cardinalescuatro parejas que a un tiempoviven el instante en que se daese salto de amoroso chapulín que conducedesde el abrazo al beso.El hombre de la primera parejale dice a la mujer: ¿será para siempre?La mujer de la segundale responde a su novio: sí para siempre.La mujer de la tercerale pregunta a su amigo: Pero de veras ¿nunca?Y el hombre de la cuartale responde a su novia: Te lo digo nunca.

Son palabras eternas.Pactos de sangre con los dioses.Marchas triunfales de nunca acabar.Pero ay el tiempo es el hueso más duro de roer.Movimiento perpetuo descarrilado en alguno de sus compases.Todo cuchicheo de eternidadpuede terminar-¡termina!-en el rugido de lo efímero.

La bestia

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Desde la perspectivade un águila hambrienta de firmamento,la ciudad es un animal que fagocitaperpetuamentesus alrededores.Que chapotea en sus aguas negras.Que da manotazos al campo.Que colecciona aullidos de sirenasy armónicos de cantos gregorianos.Acéfala,vivesuspiracrececomo si alguien le hubiera guillotinadola lógica.La sangre le recorre(muchas veces a vuelta de rueda)por el viaductoy el periférico.Respira en los parqueshace el amor en todos sus hoteles de mala muerte.

Campo

Sobre ti se yergue la ciudadpero no como el poema sobre la hoja en blancoo el cisne en el agua mediocresino como el buitre

o cualquier otro infortunio carroñerosobre su víctima.

Eres el origen.El molde de la primera palabra.La madre de todos los suspiros.Eres la incubadora que trama el crecimientode cualquier semilla de impulsos genealógicoshasta hacer que se hospeden en sus nidospedazuelos de estrella.

La ciudad te sojuzga.Te aniquila con su manadade cemento.Te transforma en empedrado olvido.Se niega a darte la palabraa escuchar la música de cámara de tus vocales.

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Te busca sucedáneos en la macetael jardín

el parque el abejorro despistado

las flores olorosas a petróleoo los bosques repentinos y añoradosque el viento pastoreapor la atmósfera.

Acosado por la urbey sus mesnadas de excremento

por la invasión de ladrillosargamazavarillascristalesmosaicosy un Metro que crucifica tus entrañaste has tenido que salir a refugiaren los alrededoreslas afueraslos pórticos de polvo.

Pero no. No te has ido.Ni

pisado y retenido por la ciudadpodrías hacerlo.Estás aquí

inmovilizadocomo si fueras

y a lo mejor lo eres el inconsciente

de la urbecon dos que tres florecillas silvestres

instintivasbrotando del pavimentoy alguna que otra piedrasin amorodando en la calzada.

No obstanteaunque los ojos acunen la negrura

resulta ineludible tu presenciacomo si siguieras las lecciones de ubicuidaddel oxígenoo imitaras la obsesión del tiempoque jamás cambia sus quehaceres

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por la mano acariciante de la almohada.

Tanta es tu rebeldíaque en un edificio (posmoderno lo llaman)

de cristal,habitado por todos los cardillosde la altiplanicie,

sito en el Periféricoen llegando a Reforma,un árbol,

apresado en no sé qué piso,halló una ventana abiertay se volcó a la intemperiebuscando la complicidad de la atmósfera

contra los manotazos carcelerosde la arquitectura.

El sueño viene de ti:a veces en la noche tus puñados de arenase introducen por los ojos en los hombresy nadie puede arrojarte de ahíni comedidamenteni cerrando de golpe la puerta de los párpados.De ti surge la viday su afán de montar guardiaa la vera del más pequeño de los gemidosde la albúmina.De ti brota la muerte:en veces te ocultasen la angina de pecho de lo efímeroen el dolor de manos de la ausenciao en la poesía que se enciendecon la soledad en llamas de su canto.

Pero cómo tenerte a golpe de memoriasi nos hallamos a una ciudad completade olvidarte.Pero nos gruñes en los huesosen las cloacas del almay querámoslo o nocuando tenga lugar nuestra primerabocanada de polvote arrojarás a los pulmones

reclamarás lo tuyoy aunque la urbe insista en poner

la muerte entre paréntesis

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la sepultura cantará victoriay quedará por finla ciudad en tus manos derrotada.

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CANTO SEGUNDOOFICIOS

Zapateros

Para evitar que sus habitantesanden los pies desnudosen sitios empedrados

donde puede ocultarse el caligrama venenosode un escorpión,

o una piedra que, bien vista, no es sino un colmillovampiresco,la ciudad hace que algunosse vuelvan zapateros e instalen su tallerahí donde se encuentra dando gritosla demanda.

Los zapateros formantrozos de pavimiento a la medidade los pies.

Sus criaturas obligana todas las amenazas del sendero (las piedras

la mugrelos hoyancos )a deponer las armasy convertirse en un incidente algodonadodel paisaje.Los zapateros, con sus criaturas,les ponen cauce y sentido de orientacióna los arroyuelos de carne que nos mueven.

Con la arácnida destreza de las manoshacen minúsculos carromatos de cuerohule charolansias de correr mundo.Convierten los vericuetos en veredaslos caminos en calzadas realesy tras de hacer las suelascon el mismito material con que se formanlas llantas trashumantes de un vehículo, terminan su trabajocon la rúbrica enmarañada

de las agujetas.

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Boleros

En Insurgentesentre la colonia Roma y la colonia Hipódromo

los bolerossentados frente a una silla

-donde se suceden ininterrumpidamenteclientes de zapatos tristes sandalias a mitad de una odiseavientos entrometidos que tambiénquerrían ver con lustre su calzado-se inclinan a los piesque sufren hormigueos de elegancia.Esculpen en sus manos manos de escultores,pero de escultores de ráfagas de viento.Se dedican a lustrar los itinerariosdel delirioo a ennegrecer las pezuñas de cueropuestas a trotar y galopar por el planeta.Y oh salones de belleza a la intemperie,logran que el ave de rapiña de lo sucio-que apresa con sus garras al charol-huya de la jauría de rechinidosdel trapazo.

Costureras

La poesía parada de puntas para ver más allá de las palabraso el helicóptero que lleva de pilotoel don de ubicuidad ,nos muestran que

en San Antonio Abad y sitios aledañoslas costurerasse dedican a vestir a todo hijo de Dios

o de vecinofabricando calcetines ropa interiorcamisaso pañuelos(que pueden ser un ábaco de lágrimas)y hasta la calefacción de lanade los calcetines,como ayuda al combate cotidianocontra el ambiente y sus puñaladas de frío

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o a favor del vestirse recoletocon lujo de botones santiguado

por la Iglesia.

Aquí en el ochenta y cincoel sismo creó ruinasinfartos de cementodenuncias de nunca acabarviejas cuentas no saldadas e insepultasheridas en que se oye una plegariabuscando cicatrices.Aquí dio manotazos lo imprevisto.Gritó a todo volumen el desastre.

Y la ausencia de Dios rugió en la tierra.

Pedicuristas

Los piesno son sólo la preocupación,

la materia prima,de los zapateros,los bolerosy las costureras,sino también de las pedicuristasque en las calles de Campeche o de Sonorales dan consejos a la carne y a las uñas,desalojan al viento que se entromete y enreda entre los dedosregalan antorchas a la incertidumbrey preparan brújulas bicéfalaspara las encrucijadas.

Siesta

La siesta de la urbetiene lugar entre las quince y las deciseis horascuando bostezan las puertas de las casasde las tiendas de los autobusesy el bochorno incendia el volantede los automóviles.

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Esta noche en miniatura apenas un poco más grande que el pestañeopone enfrente de los ciudadanoslos sueños más pofundospero volátilescomo pedazos de períodicosal viento...

Entre la pérdida de concienciay el volver en síhay a veces unos minutos el abrir y cerrar de un libroun pestañeo en cámara lentaun descanso para reponer vigoresy volver a las andadas.

En algunas calles plazasy parques desiertos

el monstruo bostezay busca un sitio donde poner las sienesy mueve con suma dificultadsus párpados.

Toda la ciudadpor un segundo

está dormida.

Iluminación

Hacia la nochela respiración de la bestia se hace más pausadalos pulmones se ponen a soñarsobre almohadas de oxígenola ciudad se iluminapara deleite del avión que llega-o del ángel a propulsión a chorroque cruza en alto cielo-y busca si en el paraísohay pistas de aterrizaje.

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Electricistas

Se suben a su andamio ponen su estetoscopio en los transformadoresle toman el pulso a cada cable

tienen malabaristasel alma en un hilohacen no sé que cirugías profundascielo adentro se hallan siempre temerososde que algún peligro de alta tensiónpueda eloctrocutarlos.Anticuerpos del organismo urbano

se encuentran en diferentes puntos de la ciudadcon el fiat lux entre los dedoshaciendo que la vistano sea barrida de los ojospor la tormenta de negrurao los despóticos afanes de la noche.

Médicos de la luzanalistas de cualquier chisporroteoarreglan el alumbrado de toda la ciudado los minúsculos apagonesde las luciérnagas...

Sueño de un ferrocarrilero

En mi locomotoravoy con mi cabellera de humopeinada y despeinadapor el vientopor el vientoque es un tren invisibleque me embiste.Miro con desdén la soberbia de la lejaníay el recato del horizonte.Avanzo

echo marcha atrásparo en secoen un punto cualquiera de la línea

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ferroviaria.Puedo ir a donde quiera.Mi locomotora ha oído del don de ubicuidady va en su busca.Me introduzcoen los jardines de las casaspor las puertashago que yo y todos mis furgonesse metan al interior a la intimidadde los hogares.Y me estaciono a la mitadde una sala de un comedor o de una alcobaen el preciso instanteen que llora un bebé se retuerce las manos un ancianoo estalla la discusiónentre un hombre una mujery un crucifijo.Me digo: soy un maquinistaque hace versos.Veo hacia atrásy recorro el culebreo estáticode mis furgones.Capto los llamados de la estación terminalsiento un hormigueo en las ruedassalgo de nuevo de la casacorro en estampida pisándole los talones al desbocamientome deslizo por vallesmontes cordillerasen dirección a la playa.Sólo disminuyo la velocidadcuando

produciendo más nubes que el cieloy levantando más polvo que la brisapenetro en el marcon zancadas de gigantey después de un tímido forcejeome voy hundiendo en élpesadalentamente...hasta que abro los ojoslogro hacerme de una bocanada de oxígeno

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y despierto entre el oleaje arrepentidode las sábanas.

Cartero

Un cartero caminaasalariado del destino

por la calle de Mitla en la colonia Narvarte

con destino al buzónde toda mano abierta y demandante.Lleva en su gran bolsa de cuero

los estertores de la abuelitala sistitis de la prima Lourdes

el pólipo cancerosoque recita y recita las tablas de multiplicar

en el colon del padrinoel aleteo de cigüeña

con que la modista obliga a volar al pañohacia el vestido de noviade la entenada.Los abrazos y besos al calce de la epístola

-ganados por las feroces telarañas de la rúbrica-llevan a los lectores a conturbarse al compásde los sueños

que alguien tuvoen almohadas extranjeras

los estados de ánimolas bellaquerías de la libidodetrás de la puertao la epidermis en brama que ha recorridomiles de kilómetros.Como cupido todo cartero es ciego.Camina guiado por un lazarillode madera.No sabe lo que trae entre manose ignora lo que saca del abismo de negrurade su bolsa.Distribuye dolores esperanzas incertidumbresen diversas coloniascasas

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cuartosinquietudesbolsas aullantes en la blusahociquillos demandantes de nenúfaresde azúcar.

Podemos llamarloen ocasiones vida o buena suerte.En veces dudao tumor cartesiano en las entrañas.De repente sorpresacon un desmoronamientode puntos suspensivos.Y hasta en algún momento muertecuando nos trae un sobreque carga en su interiorun último suspiro.

Amante de la sabiduría

En el momentoen que todos los relojes puntuales-aquellos que saben ver a las estrellasy apretar el paso-llegan a la cita con lo simultáneoun filósofoen un cuartucho de la colonia de los Doctoresse devana los sesos buscandosi en una de las anfructuosidades del cerebrole cabe el infinito.Especie de doctor Fausto defeñocon un corazón más triste que sus zapatosy un puño de neuronas dejadas de la mano de Diossaca de un anaquelun mamotreto en que se mezclan

con el polvo las polillas los silogismosy las falacias viejas y enmohecidas miradas.Sabe que un filósofoes siempre más amigodel cuento de terror de la verdadque del más entrañable de los prójimos.Sabe que la femás que asociarse

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con las exclusivas del hombre:la neuralgia del conocimiento

la jaqueca de las interrogacionesla hemicrania del dudar de todo

tiene que ver con el aullido de los lobosla carne abandonada a su propia suerte

el tiritar impúdicoel hallar un consueloen la piadosa manode lo imposible.

Panadero

Figura del pasadoque se resiste al matricidio

de la tradicióncruza por Tlalpan en su bicicletael panadero.Atlas de la repostería carga en su cabeza una canasta enormecomo muestrario de golosinas

celestialestrae pan blancobizcochostoda una cordillera de merenguesy el dulcísimo pandel equilibrio. Su propósitooh Ramón es llevar a todas partesdistribuirsocializarel santo olor de la panadería.

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CANTO TERCERORICOS, POBRES Y PAYASOS

Países en miniatura

En Jardines del Pedregal ,en las Lomas de Soteloy en muchos otros sitioselegantes,misántropos, medrosos,hay calles segregadaspor las plumas, con puestos aduanales,idiomas diferentes, banderas de colores extranjeros,himnos nacionales de barriada,que son países en miniaturaque se inhiben

se escondentras un alegato inaceptable de fronteras...

Escaparate

En el primer cuadro de la ciudado en Polanco

o en la Zona Rosao en cualquiera de las calles

donde la regla de la lujosa indumentariahalla a veces, molesta, al lado suyola excepción deshilachada del harapo,el aire-ese cardumen de libertadesque vuela en torno nuestro-es detenido de prontopor las voces de mando de un escaparatede vidrio.

Se prohibe la entrada-dice con toda transparencia.Y ese aire

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como cualquier pobreo el paria que deambulapor la ruta polvorienta de su roto calzado,se contenta con mirar/admirar las mercancías de lujoque entregan los dorados guiñosde su precio.

Hombres, mujeres, niños, y un etcétera de perros,son retenidos ante el escaparatepor el murmurar imperativo que producenpasteles, galletas, confituras y una impresionantenevada de merengues.En una palabra: la delicia volviéndoseratonera del hambre o la apetencia.Esas joyas de harina y chocolatehacen agua la boca,tornándola pecera de una lenguaganada por su imán, hipnotizadapor el astuto anzuelo de una azúcarcoqueta apetitosa endomingada.Frente a la transparencia vítrea-aleación de lo visible e invisible-,los espectadores no sólo ven descubren ambicionan los objetos codiciados,sino que se contemplan a sí mismosen el acto de ver, suspirar,sentir hormigueos en las ansias,padecer ardor en las manos vacías,mirar que el sueñose estrella, como mosca arrastrada por el aire,contra los cristales.El vidrio

tiene contradictorias actitudesde frontera:

prohibe el paso a toda manopero no tiene duda en recibircon las piernas abiertas de la transparenciaal mirar penetrante.

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Fiesta

En una de las mansiones de Cuajimalpanuevos ricos y sus amigos intelectualesechan la casa por la ventana,el cuerpo por los ojos,las manos por el tacto.

Desde que los dueños traen las botellas y empiezan a descorchar estados de ánimocada vez más eufóricos,brota de cada botella un genio burbujeantecumpliendo deseos a izquierda y derecha,desinhibiendo al rebaño completohasta el nivel preciso de la ovejaque apacienta en sus lomos el colorde la boca del lobo.

Pero el entusiasmo decae reducido a los fuegos fatuos de un espejo;el tedium vitae se desprende la máscaralas risas, trazadas a brochazos, tratan de desatar un nudo en la garganta;la música,y sus rolas(“escandalosas” -dicen los viejos.“Muy chidas” -insisten los jóvenes)busca y no buscasu sinonimiacon el ruido.Las bromas juegan a la gallina ciegacon las carcajadas,hasta caer de brucesy rasparse la bocallenándola de vocales ensangrentadas.El reloj guarda la respiracióne interpreta unos cuantoscompases de silencio...Hasta el viento se muerde la lengua.

La orgía se halla apenas gateando.

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Droga

Las otras drogas-el papel liado, la inyección, la fosa nasalcomo aspiradorade la vía láctea en polvo-juegan también su rol en la fiesta pero se consumen un poco a escondidas

en la privacía del bañoen el corro amurallado que yerguen los adictosen las catacumbas de la clandestinidad.

En esta fiesta-que se proponedesvirginar todo escrúpulo,pasar en cámara lenta, a lomo de tortuga,una película pornoy hacer de los cuerpos una solazona erógena-,se halla uno de los círculos del infiernode la comedia urbana donde se congregan paraísos artificiales, orgasmos de pacotillay mota avengonzadade ser fresa.

Labios de la entraña

En Tepito La Guerrero Bondojitomesas hay recubiertas solamentepor el mantel deshecho y remendado-bordeado de agujeros que son bocasque son gritos-donde el hambre se embarnecede continuo, devorando,

víctima del insomnio,pedazo tras pedazo de deseo.

En Juan y su mujerel ansia se siente inicialmenteen la boca del estómago, en los labios de la entraña,en las premisas de cualquier silogismo,

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en el desteñimiento de los glóbulos rojosy en el hambre extravertidade las manos vacías.Después, en el gruñir de los huesos,en la cúpula de manos de la plegaria, en el odio sin cuartel,en la muina custodia,en el deseo de vomitar la existenciao en el cortar cartuchode sus mentadas de madre.

Testimonio

El hambre en los niñoses una de las pruebas más irrefutablesde que el amor no tuvo vela en el entierrode todo lo creado.El Señor no es un niño de la calle.Ni siquiera un pordioseroque carga sus entrañas crucificadasdiariamente.En realidad por los puenteslas alcantarillasy las partes más espesas de la nieblaniños desamparados y en haraposse hallan arrojados al cuidadoo al descuidode la mano de Dios.Los pequeños las prostitutas los mendigoslos perros de la callenos hablan de una descomposturaen las instalacionesde la Divina Providenciao de que la fesólo es un rechinido de la angustia.

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Indios

Dícese que los indios avecindados en la ciudad(aquellos que, aun hablando castilla, cantan lloran y hacen el amor en náhuatl)habitan en los sótanos del sollozo,pululan en el subsuelo de la historia,hablan el castellano con la pronunciación del rencory no pueden desprenderse, no,del trauma de la conquistaque les revuelve las entrañas...Dícese que están en los aledaños de la civilización, atrasados,despellejados de tiempoy hasta que son perezososcomo ese harapo de antropoideque cuelga del ramaje.Dícese que han perdido la esperanzay llevan en el pechoun corazón inmóvil, olvidado ,en la apretada jaula de la carne.Que son como una bestia de carga de sí mismos.Que el futuro,

racista,nada quiere saber de su existencia.

Dícese que se dice...Pero, meditemos:ellos tienen al quinto sol en sus espejos,siembran la palabra nosotros en todas sus macetasy aunque dejan olvidado en un morral perdidoel puñal de la venganza llorando lágrimas de polvo,afilan la dignidad como un macheteque hace en el pavimentoel reguero de estrellas que devora, insaciable, lo efímero.

Dícese que ..Pero cuando de pronto en Chiapas,se le pasó el micrófono al coraje o se le dio al silencio la palabra,ha vuelto la esperanza a los indígenas,la esperanza que no es sino viviranticipadamente la victoriaen la sala de espera.

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Subdesarrollo

En una esquina tras otraahí donde los estómagos

levantan su aullido de coyote hacia un cielo de nubes comestibles,la marginaciónel subdesarrollo

el organillo plañiderode la economía informal,

levantan la patamiran en torno suyo

con la mirada más triste del planetay se orinan en cada postede semáforo.

Infección

No hay nada peor que el que una enfermedad(inoculada por el medio ambiente)se agrave cono se infecte dela falta de dinero...

Que una gastritis por ejemplo se halle complicadacon la úlcera insolente de una deuda, que a una jaqueca se añadanlos negros aleteos asfixiantesdel salario mínimo, que a la anemia,y el funeral de músculos que implica,se le asocie,

después del rompimientode la alcancía de oxígeno empuñado,una mano vacía.

Nada peor, para el que sufra la enfermedad contagiosa de los espectros,que sufrir la hemorragiade la bolsa agujereada.

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Espectáculo

En San Cosme hay un jovenvestido de payaso

o chupacabras o alebrijepara hacer que en las esquinas

donde un semáforo controlael paso de automóviles peatones

perros ambulantes y ráfagas de vientolos automovilistas y sus acompañantestengan espectáculos efímeros

circo a cuentagotasmimos evadidos del cine mudo óperas minutoteatro preparado para un abriry cerrar de ojos.Hay malabaristas que

hacen girar en las manoscinco seis siete pelotasun completo sistema sideraldonde ningún planetase sale de órbitapara dar en el caos.Unos infantes

a trapazo limpiodesempolvan el parabrisaslas pupilas el itinerariola basurita que hay en los propósitosde los choferes.Los que van al volante a cambio del serviciolargan a los chiquillos unos pesos:los dos o tres que siempre se pueden encontrarsi se rascan y rascan las bolsaso los portamonedas escondidosde la lástima.Otros se niegany lo indican refunfuñandocon un dedo que como los parabrisasse desgañita,

con su movimiento pendular,distribuyendo su negativaa izquierda y a derecha.

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Discapacitado

Ese hombre-como un yerro que dos muletas

intentan corregir-tiende la mano pordioserahacia la ventanilla cuyo cristal es subido abruptamentepor uno de los pasajerosque le cierra el paso al fríoque pretendió subir al automóvil.

En una esquina

Un dragón, tomando buches de gasolina ,le abre una rendija al infierno, dice salamandrasy abate a fogonazos la paz de la tarde.

No se trata de algún piromaníaco depresivoque intenta inmolarseluminosamente,sino de alguien que vende

junto al semáforola imagen de que son inflamablessus pulmones.

Animal sin pestañasreptil con aullidos incandescentesbestia que padecede náusea talque no puede aliviarseni con el vómito espectacular de sus encendidas entrañas

Tras de realizar su trabajo,el dragón, con suspiros ahora sólo de humo,acerca ingenuamentela alcancía pordiosera de su mano

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al silencio militantede la indiferencia.

Transeúntes

Así como un helicóptero con aficiones astrológicasvigila la circulación de automóvilesdesde las estrellas,la poesíaen la comedia urbanase halla atentaa la vialidad espiritualde los transeúntes.Algunos van por la calzada real del optimismo,sin pisar en el pavimentodeliberadamenteninguna de las rayas del mal agüeromuchos por la calle de la amarguracon un corazón que da alaridoscomo mosca con las patas apresadaspor la miel absorbente,otros por la avenida de su propia prisaclavándole al espacio las espuelasdel tiempoy todos sin pensar que se dirigenal callejón sin salidade su lecho mortuorio.

Enamoramiento

Cuando un hombre se enamoraen la ciudad de Méxicosigue de común esta secuencia:mezcal con su salecita,Garibaldi,ilusiones de un sí en la mano pordioseray guitarras, con aliento alcohólico,tosiendo y carraspeando arpegios

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que acompañan los alaridosde un semen subterráneo que hace oírdesde su recóndita mazmorra de carne,sus ansias de fuga.Y todo hasta que el cántico del gallole presta sus alas a la noche.

Mujeres en Coyoacán

Las más hermosas mujeres de la ciudadviven en Coyoacán,como si tras de germinar en sus casas y florecer en los Viveros,se llevaran a pasearsu canasta sin par de redondeces.Por la calle Tres cruces, en dirección a Miguel Angel de Quevedo,camina en este instantela morena que tiene de su lado a los dioses,las musasy los cromosomas.

Amores, amoríos y desamores

El norte de la ciudadallá por Lindavistaes sitio de amores eternos.

También de amoríoso si se prefiere

de amores en amasiato con la muerte.Ahí la ráfaga de dardos del perverso niñohace del corazón la síntesisde todas las zonas erógenas del cuerpo.

Ahí quien recorre las callejuelas nocturnasno es la Llorona(que pasa arrastrando una estruendosahilera de cunas vacías),

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sino la Lujuria queatraviesa las calles gritando encolerizadacontra el adormecimiento de las manos tocando las aldabas del pudor, llamando con sus dedos en los cristalesal exhibicionismo, metiéndose por las rendijas de las pantaletas.Ahí el muchacho(aquel de los números telefónicos de lo inaccesibleapuntados

en la palma de la mano),da de pies a boca,o de deseo a consentimiento,con la fragilidad de lo imposibleo el amor de su viday de su muerte.Ahí los seductoresroban corazones de reojoo guiñando promesasdesenjaulan sus aves de rapiñaque saltan a la piel de los incautos.

Ahí el romántico de siempre que tiene el traje raído, rotos los zapatos y el corazón agujereado,deshoja margaritasfrente al cosmos.

Ahí viveaquel que después de pasarse toda una noche hablando con sus dedos,roba en un jardín una rosa,

descuidadode que desde entonces se escuchen en el rosallos cánticos guerreros de las espinas.

Ahí hay amores de un díade una hora o del abrir y cerrar de ojosde un orgasmo.

El norte de la ciudadallá por Lindavista

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es sitio de amores eternosy también, como nos lo hacen ver las neuronas del corazón,el mayor yacimiento de suspirosde la ciudad entera.

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CANTO CUARTO RAZONES DE LOS PUÑOS

Voces de la tierra

Los llamados(a no andarse de pastor allá en las nubes,a buscarle un ancla a la zozobrao a irse con pies de plomo

en los verbos transitivos),justos son sin dudapara quienes,

carteándose mariposas con la fantasía,olvidan que la línea verticalse hace con los amoresde los pies y la tierra.

Mas qué vale este consejocuando la tierra firme, que pretende convencer a los pies de echar raíces,es un suelo arisco,no confiable,que de vez en cuando se arrepiente de su docilidady empieza a dar respingos,deja salir del fondo de su entrañamanotazos de tierra movediza,afanes destructivoso vestiglos enamorados del desorden.Así ocurre con el sitioen que se halla asentada esta ciudad.Es un lugar de estados de ánimoimpredecibles,frívolos,pendencieros,que pasa de una estabilidad granítica(donde no nos amenaza ni el puño de una piedra)al chapotear veleidoso del vaivénque crece hasta tornarseel furor subterráneo, que camina a un ritmo de epidemia,de terremoto que sólo se apacigua

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con el número de derrumbes muertes desaparecidos blasfemiasque forman su circuitode reclamos.

Se diría que el centro de la tierra,retemblando,

pretende asomarse,a trompicones,

a la superficiedonde se hallan los hombresjugando solitarios con el tiempo.Se diría que lo hace u oscilando como un péndulo enterrado vivoo trepidandocomo si la energía tectónicajugara trágicamente a mantearmuros, muebles,niños recién nacidos,veladoras de la guardao la misma leyde gravedad...Finalmente es la devastación, la muerte a manos llenas,la amenaza de no dejar piedra sobre piedra,alma sobre cuerpo, fe sobre milagro.Se diría que la tierracansada de encontrarse a nuestras plantasse remueve en urgenciasde hacerse sepultura.

Solidaridad

Antes del sismo en esta ciudadcada quien vivía en la mansión,el departamentoo la pocilgade su individualidad.Cada quien rezaba para su santosu demonio o su nada.

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Pero después del sismo, cuando las ruinaso la conspiración de los añicos se adueñaron de Tlatelolco,la colonia Roma,la Hipódromoy tantas partes del centro histórico, cuando las casas derruidasse convirtieron en lápidas, ratoneras, rompecabezas inarmableso prisiones de un sinnúmero de atrapadospor el cielo asfixiante que se les vino encima,

la palabra nosotrossaltó del diccionario,de las manos que se besan al hallarse,de las miradas que intercambian ojosy de todos los libros de poesía,para grabarse en la página en blanco de la frentede multitud de jóvenes, muchachas,hombres, viejos,que, aceleradamente (con no sé qué topos espirituales deslizándose entre los escombros anímicos de su cabeza para librar sus instintos solidarios),supieron qué hacer,a dónde dirigirse y en qué gruta de mueblestrozos de pared, paraguas, cafeteras y fierros derrumbadossepultarse a la busca del gritoel murmullo o ya el silencio.

Solipsismo

No sólo los últimos restossonoros

de la mujer devanecida,se evaporaron del teléfonovíctimas de mi sordera militante, también el sismode 7.6 grados en la Escala de Richter

que sacó de sus casillasa los habitantes de la comedia urbana

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tuvo su epicentroen mi angustia.

Genocidio

Las tres culturas.La plaza.Un charco de sangrehereditario.Y el recuerdo:jóvenes conscientes de sus puñosolvidados de sus piernasy desdeñosos de tener las rodillasentre sus haberes.

Malestares

En todos los rincones de la urbeafloran descontentos,

como hongos que envenenanvalemadrismosy abstenciones.En todas las barriadashay puños que encierranel secreto dicho a vocesde un rechinar de furiao un odio reprimido hasta ser piedraque sueña con las alas iracundasde la hondao el salto de panterade la mentada de madre.

Por eso si hay un flujoincesante de vehículosque barajan torpemente los semáforoso el policía de tránsito que tiene entre las manos un silbatoque produce parálisis...también hay un tráfago de marchas

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ruidosascon un ritmo de viento encabronadocon rimas militantescon clamoresque cortan cartuchoo que discurren calladasreclutando al mismísimo silencioa la muina callejera...

Nuevas armas

Marchas mítines huelgas.Hombres y mujeresque no saben qué hacer para que se oigasu protesta.Corren brincan.Cargan en sus palabras letras desgañitadas.Gritan hasta el desuello de su lengua.Llegan a desnudarse y se ponen a erguirsus calzones al airecomo instrumentos de guerra.Pero qué necesidad hay de desnudarsesi cada concentración contra el gobiernoes un mitin de testículosy ovarios.

El paro

Aunque no deje de haber ecologistasque miran con deleite las huelgas los brazos caídoslas manos recogidas en las sábanas arrugadas del ocio(porque la bandera rojo y negrale corta las alas al buitre del humoque, contaminando el aire,gusta de revolar sobre grandes litorales de carroña),los trabajadores buscan, con el paro,

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cómo salir del laberinto de pobrezaque los coloca a un frasco de tinta invisiblede devenir fantasmas.Cómo no divisar en las ojeras de la madre embarazadalas ojeras del hijo porvenir.El hambre viaja en metro.Se baja en cualquier punto, camina,se cae, se levantae introduce sus manos en un basureroa la búsqueda obsesiva de algún rayoperdido de la luna.

Rebeldías

La cólera presenta su examen de admisión.Entra a la escuela.Le bebe las palabras a la lengua,los labios,los ademanes,los silencios que les sirven de guarida a las verdadesy a ese polvillo de gisque se trae entre manos la sapiencia,y va obteniendo

año con añolas mejores notascomo adiestrado flechador del cielo.Se distingue entre todos.Le pisa los talones a la sabiduría.Hace su tesis sobre“El papel de los puños y las manosen el flujo y el reflujo de la historia”.

Cada estudiante tiene un agravio personal ,un odio a bayoneta calada,una herida encolerizadaque no se pone a dejar de sero a coagularo a olvidarse de sus puños,contra los de lo alto

la torre de rectoría

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los burócratas del cielo.Cada uno lleva en su mochila o su morralun rencor un diplomado de furiaun deseo radical de cambio:no un cambio de miradas sino de ojosun cambio no de plumas sino de alasno un cambio de palabrassino del arpa de las cuerdas vocales.No quieren que haya una asignaturade gatopardismo.No aspiran a ser maestro eméritosen hipocresía. Por eso salen a las calles a las plazas a sus encolerizamientosa los Hemiciclos de la protesta

o a los zócalos dondepor desgracia se suceden

rutinarias llamaradas de petate.Sueñan con otra cosa.Otro mundo.Otra urbe.No quieren ya no,la libertad en otra pecera.Se imaginan una ciudaddonde sólo las piedras y los charcoscarezcan de techo.Una ciudad en que sólo hayano niños, sino vientos de la calle...

Graffiti

Si se viaja por la ciudadno es posible dejar de advertirkilómetros de graffiti.Los muros las paredeslos troncos de los árbolesy hasta el cuerpo de Lupey el torso de Macarioestán llenos de los jeroglíficosde la contraculturade un griterío de líneasdel rumor de los olvidadosde la irrupción pictográficade otro mundo.Una verdadera muchedumbre

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de pintores anónimos,confusos a veces,desorientados, que salpican con su sangre en españoly palabras en inglés paredes y paredes,pinta, con unas manosal servicio de la entraña,garabatos de la perfecciónbelleza evaporada en los altaresde lo efímero.Mírense con cuidado: trazan una ferozlínea divisoriacon los mayoreslos rucosla momizalos decentes y los poderososque quieren una ciudad limpiacon paredes en blancoembalsamadas en la mediocridadcotidiana.Y no que se llene,como se hace,con los murales injuriosos y blasfemoso con los...

démosles nombre:tatuajes de la rebeldía caligramas de la pasiónjeroglíficos de una permanentedeclaración de guerra.

Refrescos

También abajo en las paredesjuegan a las vencidasmarcas adversarias de refrescoso bebidas que respondena la sed que nos nacecon diversidad de colores.

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Humo

El humo de los cigarrillosque se ofrecencon un paquete completo de tabaco,nicotina, cáncer,salta, con su intruso don de ubicuidada violar la propiedad privadade nuestras fosas nasales.

Otra lucha

Los partidos políticos-como los jabones quirománticos-como los chicles-que enseñan el arte de rumiar-como los desodorantes-que corrigen la teoría de la evoluciónen las axilas de los humanos-como los libros-que convierten en hojeableslas neuronas-como las telaslos yateslos corpiñoslas herramientaslos pasteleslas dignidadeslas prostitutastambién salen a pregonar su mercancíay a jugar con la oferta y la demandaal gato y al ratón.No pocas paredesprogramas de radioaburridos anuncios de televisiónnos dicen que el azulel amarilloo el verde blanco y rojoson los mejores coloresdel espectroverdaderas gangasoportunidadesbaratas como ninguna

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con precios reprimidosdisminuidosy hasta inmolados en el altar de lo gratuito.

Mercado

No hay nadie en la ciudadque se escapedel grito prostitutodel comercio universalen que vivimos.Toda urbe es un mercadoun perpetuo acto de compra-venta

un aletear de precios.Hasta si nos descuidamosexiste el peligro de que haya una subastade metáforas.

La dignidad

I

Hay anunciosfrases letrasgarabatos de alta tensiónpinturas clandestinascajitas de música con mentadas de madreque no tienen que no quieren tenernada que ver con el toma y dacaenajenado de los mercaderes.Son los jeroglíficos de la dignidad.

Ni hay tampocoa lo largo y a lo ancho del cuerpode muchas mujeresy de muchos hombres-y de tantos y tantos muchachos y muchachasque cabalgan el alazán aguerrido de su corazón-un solo sitio-bajo la planta del pie

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en la axila,atrás de la oreja-donde se esconda un precio.Hay almas que no sientenexcitaciones de ofertaante las insinuaciones de la demanda.Almas orgullosas inaccesiblesque acaban por hacer que el orobrille por su indigencia...

II

Hay misivas amorosasgraffitihechos para novia y ciudadque carecen de precio.Hay letreros imborrables en los murosen que se baja a Diospara que lo alcancen las blasfemiaso en que se llama a gritosal EZLN escondido en la jungla del silencio.Los sueños la poesía los idealesno pueden ser pescados por las redes seductoras del sistemason sordos a los cantos con que las sirenaspregonan los encantos femeninosde su cuerpoo a la voz prostituta de la ofertaque se acerca a cachondear a la demanda.

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CANTO QUINTOLA POLIS

Polis

No es Calcutani Londres

ni Detroit.No es Buenos Airesni Tokioni Moscú.Es la capital del hormiguero.Corazón del nosotros.

Pero ese barrio de Tepitoése

donde un niño de la calle-y su sombra que es un perro-

busca la ternura de un rincón para recogerse en el regazo de su droga,se halla,

el mismito,al sureste de Calcuta.

Esa mujer que busca por Anzuresun sitio clandestino oculto a las espaldas de los ojos oficialesdonde la ayuden a impedirque emerja de sus piernas un bebé,donde parpadee de pronto la miradade su violador, se puede localizar

claroal norte

o tal vez al noroestede Buenos Aires.

Esa mujer estérilque pasa

con un adagio enredado en los piespor Tlatelolco cantándole canciones de cuna a sus pezones,atraviesa una calle

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pero claro que síde Detroit.

Ese asalto a mano armadaque tiene lugar a las once treinta de la nocheen san Bartolo-y que más que un fajo de billetesle arranca una talega de añosal cardiaco-,ocurre en alguno de los puntos cardinalesde la neblina londinense.

Esa calle de Monedadonde la mujer suicidatoma un puñado de tranquilizantes para ahorcar a su pulso,amordazar a su instinto de conservacióny arrojarse al abismo en que pululan las larvas del olvido,se halla también en Moscúa orillitas del Neva.

Esa Plaza de Popocatepetldonde un hombrefue presa de la duda quedó descobijado de miradas y trató inútilmente de encontrar su derrotero con el torpe lazarillo de su tacto,está asimismo en algún rumbode la capital japonesa.

Pero tambiénese poeta que escribe en AmsterdamPerúJohannesburgoOsloSidneycomo asesino en serie de silencioso que pretende hallarle el sentido de la vidaen algún inesperado encuentro de palabras,

también se halla aquíen Méxicosentado en esta sillaescribiendo en esta mesaeste poema.

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Nombre de calles

Una manera de vencer a la muerte-¿vencerla? Mejor: de escamotearlealguno de sus juguetes de polvo-es conseguir que nuestro apelativo-masticando pedacitos de eternidad-se convierta en el nombre de una calley entonces ya letrero en cada esquinase haga oídos sordosal tronido de dedos de la Parca.

Y ahora sí: Guillermo Prieto Serapio RendónJosé Joaquín Pesado Adolfo PrietoAlfonso Herrera o Andrés Henestrosa...tienen un pasaporte al infinitoentre los dedos.

Es cierto que si alguien vive en Sigüenza y Góngoraquizás nunca lea la Libra Astronómicay se entere de sus embatescontra la astrologíay su imaginar que los astroshacen llover millares de camisas de fuerza

para el libre albedrío.

Es cierto que si vive en Alfonso Reyestal vez nunca tire sus ojos

como caña de pescara las hojas de El deslindehasta saber por ejemplo que el canto del ruiseñordebe ser separado de otras vocesmurmurios y hasta silbos y alegatos de gorjeoen y por la jaula de orode un esmerado modo de decirle a las cosassus fronteras.

Es cierto que si habita en Dr. Atlpuede ser que nunca lleve a pasear sus ojosa las pinturas de Gerardo Murilloal tema de volcán y variacionesa la biografía de un montedesde que era un montículo adornado

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por un ricito de humo(o a lo mejor de incienso) que brotabacomo de una colilla que dejaseun dios abandonada en la planiciehasta ser esa fuga de gasque lleva a la iracundia subterráneaa sacar el infierno a la intemperie.

Es cierto que si habita en Parménideso en Heráclitoes posible que jamás se interne en el Poema del primeroo se entregue totalmentea los Fragmentos del segundoni mucho menos que llegue a conocerla “neuronería” que corre:“Más vale Heráclito en mano que Parménides volando”escrita de puño y letra por uno de los portalirasde esta urbe.

Smog

Cada vez gana más centímetrossu ansia de abarcar toda la urbe,como si se expandiera a propulsión a chorro,a cáncer o a epidemia.Se diría que es un aguacero de infortunioso un diluvio de destinos agusanadosque nos arroja el cielo.Dirige a los pulmones-que padecen lentísimos holocaustos-palabras aterradoras,amenazantes,lapidarias,donde cada uno puede leer si lo intentasu epitafio.

Representantes

Supongamos que los cuerposeligieran democráticamente a sus neuronas.Que las galaxias del pensamiento

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salieran de las urnas.Que el infinito le ganara electoralmente

sin defraudacionesa lo limitado.Si así fuera no obstante el cielodebería defender los interesesa corto mediano y largo plazodel organismo. Pero...Pero el cerebro(o más bien las tres carabelasque surcan sus océanos)se independizapiensa pordecide en vez dey a veces actúa en efecto contra...

Algo semejante ocurre en San Lázaroen Donceles y en todos los lugaresdonde la batuta del podertraza sus despóticos jeroglíficosen el aire.Allí se hallanlos representantes del electoradocon la tradicional amnesiade su origen:subidos al ladrillo del mareo.En el púlpito civil de la tribuna-con un micrófono estentóreo y desgañitadoy con manos que subrayan y ponen en cursivalos discursos-se alternan la mentirael cinismoy quienes se hallan orgullosos de cargarla camiseta de un fanatismoo la bandería de un idealmalolientecomo un águila que vuela por un cieloputrefacto.

Angeles guerrilleros

En la ciudad hay también grupúsculosde encabronamientos,

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partidarios de la línea armada.Purísimos.Capaces de inaugurar el cielo a fuerza de aleteos.De imaginárselo.De hacer que empiece a germinar en sus manoso traerlo a tierra con un hilocomo si fuera un papalote.Tienen sus catamcumbasamuebladas de idealesdeseosy quimeras.

Dios santo nada logran cambiarni siquiera llevarse en sus zarpazosel menor diminutivonadacomo no sea sus estados de ánimoyendo de la furiaa la desesperación.Y desde la desesperaciónal escepticismo.Se diría que sus puñospadecen un delirio de grandezaagusanado...

Poder y antipoder

Al mismo tiempo que el poderse pinta de azul,de amarillo,o del verde, blanco y rojode la paleta trigarante,hay individuos encolerizadosque cargan todo un comando terrorista en el pecho.Hay cólera infinitasubterráneavecina del lugar donde se gestanlos terremotos.Hay rechinar de dientes clandestino.Hay proyectos diferentes de ciudadpaíssueños

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amores de nunca acabarhuecos en el estómagoque aúllan a la cara oculta de la luna.En diversas colonias-Lindavista, Alamos, Hipódromo,San Juan Aragón, Iztapalapa-hay catacumbasescondrijosdonde nacense fanatizan y muerenlos más variados castillos de arena.Pero la pregunta obligadaes si puede destruir la maquinaria instintiva del colmenarun suspiro que nazca en una solade sus abejas.

Policías

Las policías recorren la urbecomo los anticuerpos el organismo animal.Saltan sobre todo microorganismo sospechoso.Esposan a los virus y bacteriasy desactivan el caosque se traen entre manoslos elementos patógenos.Las policías están ahí -insístese-para evitar que los malhechoresentonen canciones amargasen el panal.Pero ¿por qué se les teme y se les apreciaal mismo tiempo?¿Por qué cuando hay un roboun asalto un atropelloy, escondido en su madrigueray a punto de saltar, un peligro,se quiere acudir a ellospedirles su protecciónsu ayudasu defensa contra los zarpazos del desorden?Pero ¿por qué de prontodudamos en hacerlonos detenemos a media intención

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nos arrepentimos de gritarlesy nos quedamos sólo con un silencio exaltadoentre los dientes?La verdad es que muchos de ellosestán en complicidadcon las aguas negras de la ciudad.La policía es asíuno de los muchos problemas que padece un hormiguero.Cuando en un oscuro del bosquesufrimos un asalto a mano armaday a corazón cobarde,cuando damos de pies a bocacon una sombra delincuenteque blande en un puñal nuestro sepeliono sabemos si es un ladróno un policíael que nos amenazacon ese gruñir que condensa una jauríade colmillos.

Pantalla chica

Como el tiempo y el espacio,y también el smog,la TV entra como Pedro por su casaen cualquier casa,es la llave maestrapara forzar la puerta de la privacía.Tiene derecho de picaportepara toda intimidad.Es el intruso nuestro de cada día.

Cuando una familia llega a casa,a vivienda,a cuchitril,lo primero que hace es encenderla televisiónpara revelar en el cuarto oscuro de la salael turbulento río de imágenesde la pantalla chica-con su pequeñez encajonadaal tamaño del retraso mental-donde no deja de haber un disparo en ráfaga

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de anuncios,con el fin de atornillarlosen las sienes del descuido.Y para recibir, con la credulidad de un alma desorbitada en las pupilas,y la bandera de las barras y las estrellascomo telón de fondo,las mentiras al mayoreo,los maullidos de la desinformación

-que nos dan gato por estupendas carrerasa la libertad-, la tinta invisible de los mensajessubliminales,la pastura de la manipulaciónpara el hato de borregos y borregas,del águila envenenadapor comer carne descompuestade serpiente...

Propaganda electoral

La propaganda electoralhace que la ciudad se ponga con alfileressu vestido dominguerocomo cuando se le da a un pastelsus últimos retoques de crema.Los partidos políticos se paran en las esquinasinsinúan sus partes pudendasy muestran en sus guiños la putilla del ojo...Parecen días de jolgoriodías carnavalescosen que gana por de pronto las eleccionesla basura.

Alquimia y algo más

Algunos creen a fuer de demócratasque la urna electorales el huevo de pascuade donde ha de nacer y aletear su plumaje tricolor

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el ave del paraíso.

No adviertenque es más bienla caja de Pandoradel fraude,de los asaltos a mano armadaa la verdado uno de los recintos

-junto con la hechicería electrónica-donde los alquimistas dueños de alguna de esas viejas piedras amantes de la sabiduríaconvierten el carbón de las cifras enclenquesen el oro de los dígitos triunfantes.O hacen de la nariz del caballo de dudosos vigoresla escultura de la meta.

Pero eso no es lo peorno es el punto más negro en la boca del lobo:la manipulación

que pone polvillo de oro en la vozde la mercadotecnia(cuando el vocablo mercancíaes el equivalente generalde las palabras todas)se muestra como las subliminalesseñales de tránsito.

El sortilegio mediáticoes como una cadena productiva-o acaso un taller de restauraciones-donde la mayor parte de los candidatos

entran con mirada torva-como si siempre buscaran un revuelo de murciélagos-y salen con las pestañas doradas,

entran como simios-sin poder ocultar el pelambre de sus argumentos-y salen como superhombres, entran como ególatras-con los ojos al revés-y salen con un afán de servicioque se inscribe en sus rostrosen cursivas.

Los mensajes de la radio

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el cine la TVhacen que los individuos

carne de manipulaciónsean el barro de la docilidaden manos de los dedos escultores,las cometas que vanhacia donde les sople el viento,la lanar obedienciadel rebaño.

Prostitución aérea

Apenas dan los relojesel tic tac de mandopara que el sol deje la escena

y una apretada malla de párpados cerradosamenace con duplicar la noche,

comienza la batallade los anuncios luminosos,de los espectaculares,de la prostitución aérea.

Es una guerra de todos contra todos por el premio gordode la supervivencia del más apto.La mejor esquinael cartel más grandeel mensaje subliminalque se mete por las rendijasdel descuidola ciencia y el arte del engañolos diplomados en maquillar lo ciertotodo interviene en este manicomioconvertido en campo de batalla.Cada anuncio pretendeseducir distraccionestomar desprevenido un parpadeoecharse al bolsillo hombresmujeres y niñoshipnotizados por una publicidadque lanza desde su altura,a los automóviles y transeúntessu epidemia

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de virus luminososde luciérnagas corruptas.

Delincuencia

Seis individuosen los aledaños de la ciudaddivisan a su presase les hacen agua los testículosla acosanla acorralanle arrancan la falda y el corpiñoy la someten a la acción infamantedel unicornio.

La policía de nuevo

Si la policía no es cómplicede ese no por pequeño insignificantetrastorno cósmico de la violencia

si no forma parte de la misma catervade buitres como lo dicen las excepcionescuando se hallan a punto derrotistade ser regla

puede llegar a hacer investigacionesolfatear conjeturasdesenfundar promesasy dizque dar con el esconditede la esperanza. Dizque.Puede venir.Aunque ni su intervenciónni sus intencionesni su uniforme recién planchadole hablarán nunca a la herida como lo hace la voz serenaconsoladorade la cicatriz.

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Al salir de la iglesia

A la salida de la iglesiade San Jacintounos novioscon mutuo consentimientose refugian en la sombra de un árbol-donde acuden los besos a madurar-con el afán sublime de acariciarse las caricias.

Galimatías

Los poderosos hablan por las faucesno sólo de los revólveres de la policíay de la metralleta de epitafios del ejércitosino por la boca del abogadoy el caligrama aéreo de su galimatíasjurídico.Dicen guardar el ordenproteger el paíso montar guardia sobre las ruedecillasdel cronómetro.Lo dicen con palabras laberínticas

que viven de comerse sus salidas,y enmieladasque buscan adherirse fuertemente a los oídoscon sus patas de azúcar.Quieren que les creamosy aspiremos un rato la nube de inciensode su artilugio.Pero miremos bien: al apresadose le toma por el cinturóndetrás de la cinturase le arrastrase le golpea con hilachos de espaciose le llena de astillas la dignidady se le tortura con la delicadeza necesariapara que las contusionesfinjan inexistencia

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y los moretones se ocultentras el brochazo delgado de pintura blancaque surge con el tiempoo el culebreo con que la cicatrizpretende rehuir de su pasado.

Cuidado del orden

Instrumentos de metal donde se guardapero también se ostenta la amenaza,utensilios para el trabajo sucio del poder,las armas de fuegovigilan que ningún pronombre posesivosufra un atraco.Cuidan el orden

el poner los puntoscon un riguroso per capita

en las íespara que ordenadamentela explotación y la corrupciónse realicen como Dios mandasin interrupciones ni averíascon la mismísima perfecciónempuñando la batuta.

El de arriba

El señor de los Pinosles da de comer en sus manosmigajas a los cuervos,se dedica de tiempo completoa planchar la banda presidencialque si cesar se le arruga,y se hace el que la virgen le hablacuando los buitres gorjean.

Los demás los gobernadosesperan que el sol los caliente,

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ansían que algún día lloveráel maná de sus ansiasdesde el cielomiran cómo el papa viene a Méxicopara canonizar su impresionantey mexicanísimo creer en lo que seay ruegan a Dios que un día sintonicela estación de los humanos.

Desnudos

De nueva cuentahoy hay hombres desnudos en el zócalo.Ya no hay huelgas de brazos caídos sino de ropavenida a menosde vergüenzas que rechazanvivir de rodillas.Hay una deshojazón de hojas de parra.Las mujeres van con la matriz en altoy los testículos nos muestransu carácter de metáforas intercambiablescon los puños.

Asaltantes

Hoy los asaltantesque se esconden en las esquinasde todo punto cardinal,que le apuntan a las sienes de cualquier zapato,que se preparan,adoctrinanen cualquier cárcelde alta inseguridad,que, con el puñal en un cuellocon una pistola en la espaldao con una navaja que colocasu afilada amenaza contra el pecho,hace que toda la urbeviva amedrentadaponiéndole veladoras a la valentía

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o al valemadrismo.Los secuestradoreslos violadoreslos robachicoslos asaltantesson las aguas negras que salen a borbotonesa vecesa la superficie.

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CANTO SEXTO

ARTISTAS

Música

Por toda la urbe,estudiantes de algún instrumento musicalvan y vienen sin descanso en sus ejercicios,sujetos a la noria de la obsesión,afinando sin cesar la parte más artística de su alma,sin oírse unos a otros-la distancia les pone algodón a los oídoso les introduce la cera punitiva de la Torre de Babel.

Le enseñan músicaa sus pulmones,a sus manos,a la tuba, al oboe,o a su propio tarareo.Cargan la flor de un ornamento barrocoen el ojal del traje.Saben de Palestrina Buxtehude y del maestroPonce.También de Agustín Lara y Tata Nacho.Hablan de Pedro Infante y Pérez Prado.Del danzón que construye divinas geometríasencima de un ladrillo.

Al llegar a su cama a conciliar el sueño,se ponen a respirar bajo la vigilanciadel metrónomo.Y nada tiene de insólitoque al escribir sus cartas amorosaslo hagan en papel pautado.

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Pianista

Un pianista sube con los dedos hasta el cieloo emprende el virtuosismode la viceversa-con el fondo del tránsito vehicularcomo bajo continuo-echando manoojoespíritua las turbulentas escalasque forman el oleaje que empuja,viento en alma a toda vela,el barco ebriohacia la catedral sumergida.

Organista

El viejo músico, en la Catedral,retiene la respiracióndurante varios compases(para no caer en la impiedadde la menor distracción)y haciando un contrapunto de neuronasy palpitaciones,interpreta con perfección tantala cadencia de aullidosde la crucifixiónque se le llena el tecladocon gotas de sangre.A renglón seguidointroduce entre el estruendo de los pedalesel silencio de Dios.

Cellista

Un estudioso del violoncellonos hace oír acordesarpegiosmodulacionesy sensacionales silenciosque estructuran la partita para alma solade Juan Sebastián.

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Homenaje

Diversas son las manerasde dar las graciasa quien nos ofreceun puñado de felicidadcon su redada de notas musicales.Podemos enviarle por carta nuestras manosnuestros ojos cuando amaneceo varios pliegos de caricias.O quizás sea mejor regalarle una calavera de azúcar

bautizada con su nombre en la frentepara hacerle menos amarga la ideade transitar a la nada.U obsequierle una canasta de pan dulcepara darle la oportunidadde mojar trocitos de paraísoen el tazón de chocolate.

Y a propósito. Un pueblo distintoen diverso continenteen un país lejanoen una ciudad exótica(que fue en su remoto pasadouna suerte de Venecia de chinampas)decidió darle las gracias al sordo de Bonnlevantándole una estatua en la Alameda de esta urbe.Bien se lo merecía el que,enemigo mortal de su sordera,enseñó a millones de oídos a no quedarseen el nivel elemental de los juguetesde ruido.

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Quinteto para clarinete y cuerdas

El Quinteto para clarinete y cuerdasde Johannes Brahms-que salta a nuestro oídocomo uno de esos obsequiosque trae bajo el brazola sorpresa-nos hace oír en un bosqueencantado de armonizarcualquier protagonismo melodioso el cántico de un pájaro al que drogala sustancia de su propio trino.

Poesía y música

En el Bosque de Chapultepechay una calzada de poetasque son como una galeríade sauces compungidos, mocosos y llorones.Es una galería incompletaporque en esta ciudadhay más poetas que lágrimas en el rostro maternal de la Llorona.Pero los presentes,

que lograron encaramarseal palo ensebado de la gloria,

tienen atestados los pulmonesde palabras,de silencios suspensivos,y de tropos que se hallan a puntode volverse milagros.Y hasta se diría que aprendieron a leeren el diccionario de la rima.

La calzada de los poetas del Bosquedebería de ser también de músicos, compositores e intérpretes,porque entre las palabras y la músicano existe sino el vago recuerdode un espacio suicida.

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La letra da con las zonas erógenasde la música,las seduce y fecunda...y nace la canción el bolero la balada.

Y al revés. También hay metáforas que nacencuando un corro desvelado de sonidosle da una serenataal numen del poeta.Si nos fijanos bienen los litorales del arte hay una paloma mensajeraque lleva y trae misivas de lujuriadel sonido a la palabray de la palabra al sonido.Y es que la poesía y la músicason uña y carne y hasta se diría que representanlos amores lesbianos de dos musas.

Mariachi

En un restaurante, en Insurgentes Sur,donde la botana del olor,que es un perfume para chuparse los dedos,nos habla de que haytacos de carnitas,chicharrones,salsa que escaldaría el paladardel mismo demonio,tequila que llega a las entrañasa blasfemarcontra cualquier cielo,materialidad, en fin,con olor a tierra,a semen,a mujer,un mariachi regala a manos llenascoronas a quien quieracontinuar siendo el rey.De repente se impone,

arrojando el escándalo a las playas del silencio,la madera espiritual de la marimba,

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el teclado lujurioso, con vetas de nostalgia,proveniente sin duda de algún árbolque se distingue de los otrospor su envidiable colecciónde trinos.

Cine

Y todos al parecer contentos:los gobernantes y los gobernados,nosotros los pobres y ustedes los ricos.Pedro Infante rasguea su instrumento.Blanca Estela al cantar abre una jaulay toda la ciudad da con un temapara hacer infinitas variacionesde la cursilería.Afortunadamentela edad dorada del cine mexicanofue ganada por la justiciera pátinadel tiempo.

Sueño de un poeta en la calle de Adolfo Prieto

Mi padre muerto vive en el piso de arriba.Oigo sus pasos sobre mi alcoba.Escucho cuando carraspea,estornudao suspira.Sé por las vecinasque continúa siendo un hombrebien parecido,

siempre impecablemente ataviadoy rebosante de pasión,

como quien le va la vida en ello,por el ajedrez,la novela picaresca españolay los armónicos producidospor los versos...

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Aunque según se dicefirmó un pacto de sangrecon la simpatía y el buen humor,tiene a la discreción como su libro de cabeceray cuida su privacíacomo el cíclope miopea la niña minusválida del ojo.

Vive en el piso de arribaentre mi alcoba y el cielo.Pero por más que lo busco,por más que le pongo celadas,no me tropiezo con élni en los corredoresni en las escalerasni en el restaurante.

De repente doy de pies a boca con su sonrisaen el elevador.Nos quedamos desconcertadossin saber qué deciro qué callar.¿Sabrá quién soy?¿Por qué no me desliza el saludoque adivino en la punta de sus dedos?¿De dónde esa extraña, feroz, indiferencia?Me propongo hablarleromper este silencio que nace al parecerde alguna dimensión desconocida.Quiero doblarle el brazo a la ambigüedadayudar a lo imposible a que se evadade la camisa de fuerzaque lo ahoga.Pero me quedo en las inmediacionesde la palabra.¿Mi padre ha muerto en realidad?¿Lleva a cuestas su sepulcro,lo carga a todas partesy su lengua es un trozo de impotenciaa mitad de la nada?¿Es el borrón y cuenta nuevade un fantasma?Creo que en esto hay un malentendido.Sí una especie de malentendido.Pero permanezco callado

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y pienso, cuando lo veo salir del elevador,que en su mirada clara no hay la menor señaldel otro mundo.

Baterista

En las Aguilas, en la calle de Esteros,un baterista, queriendo serel fondo percusivo de la música de las esferas,le sube el volumen al estruendo que lo circundahasta volverse el epicentro del insomnioque sufre el vecindario.Todo mundo lo escucha sorprendidocuando toma del caosel tema de sus innumerables variacionescon un furorde guerra mundial en miniatura.

Soprano

En la sala Manuel M.Ponce,una calandria hace su nidoen el mejor de sus agudosy picotea el alpistede las notas musicalesregadas en el papel pautado de su partitura.La parvada de voces que la acompañaes como el conjunto de árboles que circunda enalteceda la palabraal claro del bosque.

Pulque y pintura

Al mismo tiempo, con la sincroníade un acorde,en una cantina de Peralvillo-donde el pulque curado de nada

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es la más sólida de todas las bebidas-unos andamiosunos botes de pinturauna luz embriagada por los efluviosdel alcohol ambiente,nos dicen que un pintorle acaba de enseñar a hablar a un muro:un artista acorrala en el dibujola inquietud de la imagenal encomendar a su derecha manoquehaceres de demiurgo.Alguien ha encontrado el modode que los ojos del observadorexcluyan de sus haberesla infracción de los párpadoscansados.Todos sienten la exigencia de mirar.De sacar por los ojos sus entrañasa fundirse con los entresijos multicoloresde la fantasía.Hay gritos en las paredes.Tal vez se trate de un muralde alguno de los tres grandesque son dos que son unoque no es nadiesino el pintor anónimoque le sirve de escondite o de guaridaal artista mexicano.

Portaliras

Si tomamos ese gigantescotopo convertido en liebreque es el Metro,nos bajamos en algún puntoentre Universidad e Indios Verdes,en Zapata por ejemploy caminamos por Félix Cuevaspodemos llegar a un sitio

a una cuadra de la Avenida Coyoacándonde nada nos impide dar de pies a bocacon la poesía.

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Es un parquelleno de flores, bancas,pájaros que cargan en su colodrillodiferente ornamentación,vagabundos somnolientosy una completa escuelaque se ha ido de pinta esta mañana.Ahí hay un individuoque carga un manojo de hojas de papellápicessacapuntasy gomas de borrar.Se mesa las nubesdeshollina su corazónle bebe las palabras al metrónomoy consulta el diccionario de la rimade los árboles.

Amante de la poesía de Sor Juana,de López Velarde y de Gorostiza,del Popocatépetl y del Iztacihuatly de un pubis que le roba los sueños,es de los que, al escribir lo que escribe,tiene la sabiduría,tomando al dictado las voces de su sangre,de negar primero el silencio(cuando un hueco en la entraña se lo exige)y aceptarlo después(en el instante en que su musa guiña el ojo)porque una y otra cosano son sino la regla doradade la inspiración.Y el poeta, al encontrarse haciendo la autopsiade lo finito,da con los escondrijos de la belleza,mete las palabras en cintura,le pone un acento prosódico a lo tácitoy nos da con las puertas del punto finalen las narices.

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CANTO SEPTIMOAVATARES

Nacimiento I

Por calzada de Constituyentes en el regazo de vientres de una maternidaduna madre expulsa de la matriz

y recoge en los brazos a su pequeñoa su media naranja en miniaturaque llega con su abcd de niñoentre los labios.Brota de entre las piernas un milagro.Salta desde el Edén del útero a los pañalesa la parte más húmedadel infierno. Nacenun puñado de vocalesen pie de guerra.Un óvulo ayer fecundado por un gusano de sedadeposita en las manos amorosas del oxígenola primera piedrahúmeda con fragancia a principiodonde se irá gestando la angustia legañosade la nueva criatura.

Las manos recién nacidas-hallando en sí mismas su juguete inicial-

aprenden a decir sus primeros trozosde palabras,afirmaciones,negaciones,puños.

Nacimiento II

A la misma horaen la cama matrimonial

-del tamaño de cualquier exceso-

recostada en el departamento sesenta y nuevede una privada escondida en un barrio de Tepito,

unos recién casados,

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que saborean aún en los oídos el estruendomonogámico de la marcha nupcialy que urgidos de deseo,arrojan al cesto de sus propias arrugasla desmayada cabalgadura de los pantalonesy la ropa interior

asomada a la intemperiedel vestido de novia, conciben a su primer hijoque mueve las piernasen las sábanas del éxtasis:

un pequeñorubicundo

y lloroso orgasmo

La Llorona

Como una Dolorosa hecha de vientola Llorona se escucha en todas partescalles colonias temores desiertosal levantar una piedradeshojar una flor.En Bucareli Azcapotzalcoo Corregidoraporque viaja en Metroen busca de sus hijos.¿Quién es Dios santo esa Llorona?¿Por qué de pronto sentimos que alguiennos ha desfalcado el pecho?

Enfermos

I

A la misma horaen el Centro Médico,

enfermos en estadode entusiasmo terminal,ven a su cuerpo cambiar gradualmente de nombrey saben que si mañana tendrá el de carroñahoy se llama última madriguerapocilga de torturabasurero de fatigas desahuciadas

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cuchitril en que el cuerpoaún en pie de guerra

ya es el único anticuerpo mazmorra en la que el alma se arrodilla pidiendo en su plegaria una intemperie.

II

En un cuartuchocercano a la parada de Cuatro Caminos

un hombresudorosojadeanteensartando estertoresamarrado a su catrepor el vendaval oscuro que le atraviesa las entrañasda en algún meridiano de sus sábanascon su asfixia.

El hombre siente desesperadoque en la almohada se le abreel boquete del abismoy que cada una de sus pupilases un hoyonegroperdido en el espacio.

III

En el Hospital Españolun paciente acostado en su camillaes conducido rodandoa una sala de operacionespoblada de buitres pájaros carroñerosy toda la volátil cetreríadel mal agüero.

Cuidadosamente arropado por la angustiay por una zozobra que se le hace nudoentre el pecho y la barba

lucha inútilmente por armar el rompecabezasde un regazo.

Lo llevan entre pasillos y pasillos

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como una tourné por el infierno.Lo conducen por ese tenebroso derroterohacia el quirófanodonde se halla pequeña casi invisible

también con bata y cubrebocasla esperanza,la vida que quiere darse a notar trazando brochazos verdesen la atmósferay cantando aleluyas todavía en pianísimo.El enfermo no quiere noconfundir las manos del cirujano

-que son vistas como íconos sagradospor su instinto de conservación-con las manos del sepulturero.

Su amigo del alma el temor a la muerteel que lo cuida de descuidarse

no se le separa en ningún momento:lleva las manos entre las suyasle da ánimos fuerza menudencias de ángelpara seguir en la brega o al pie del cañóncon el entero cuerpo en pie de lucharechazando desde la rebeldía del no quiero

desde el oído sordo a las palabras de la resignación

las voces en sordina del sudarioque piden blancamente un armisticiocon el tumor maligno del relojque crece en las entrañas para poder al finen el descanso en paz cantar victoria.

IV

En esta casa de Iztapalapa muere un hombre cardíacoen el momentode querer dar a luzen la incubadora del orgasmoun heredero alguien que tenga sus ojossu lunar su afán de tararearlos enigmas del viento.

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Vida y muerte

Vivimos en un libro singular cada unocon multitud de personajes.

Sabemos quiénes fueron los linotipistasel corrector de estiloel revisor de pruebas.

Pero lo que ignoramoso la oscuridad que se entromete en todo

está en por quépara qué chingadosse escribió ese libro.La ciudad

carnívoracomo y descome humanos.Mierda ¿cuál será la mejor metáforade la muerte?Se diría que somos títeres marionetas

seres virtualesque maneja la nada con sus manos.

Sueño de un poetaen una cama de hospital

A la orilla del marbusco caracoles

cangrejos con su propia mareay escondrijos de metáforas.De pronto algo traen las olasa mis plantas.No es el mendrugo de un cachaloteni la escama o el pezón de una sirena.Es un barco de papel

deshaciéndoseolvidando su estructura.Lo levanto.Lo intento secar con la manga de mi blusa.Le pongo sol para salvarlo

en lo posiblede la asfixiay hacerle los dobleces necesariospara que salga a flote la memoriade su ser.

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Y en eso estoy-pensando en escribir un reportaje

del milagro-cuando otros dos o tres barcos de papelse acercan a mi curiosidady a mi sorpresa

flotandoyendo y viniendo...Abro entonces los ojosy retiro mi orejadel caracol que me permitesaltar desde lo sólido a lo líquido

en momentosen que la ciudad me oprime el pecho.

La confesión

Un hombre, con un devocionario bajo el brazo,entra a la iglesia de La coronaciónen la colonia Condesa,a la que imagina, obnubilado,como el atrio de ultratumbao los primeros indicios-piedras, rumores, incienso-del más allá.Se hinca de rodillas ante la ventanillay el oído del padre confesor-donde se esconde, piensa, el tímpano de Dios-y se siente puro, limpio-como el que ha entrado con paso firmeal pasaporte, el primer tramo del viaje-,tras de haber exhibidomenudencias de entraña,carnezuela de corazón.

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Astucias de la libido

I

Caminando

Por Francisco Sosa en dirección al centro de Coyoacánel cuerpo de una joven-que da carne al contoneo-no puede ocultar cuando parece partir plaza empitonando al airesus deseos de huirde la blusa, la falda,las prendas interiores atiborradas de secretosy un pudor que bordaron sus manos cuando niñaen los telares del catecismo.

II

Vengan acá.Miren cómo la libidose mezcla con la atmósferael viento que farfullaletanías de polvoy se introduce por las rendijasde las puertas.

En una casa de Manzanilloen la colonia Roma

un joven le roba a una chicael mendrugo de niño de un besoy encuentra las palabras convincentes

-hincadas de rodillas y con pepitas de oro entre los labios-para que ella permitadeslizar en sus hombros sus brazos o su espaldael trocito de terciopelode una caricia

y consienta que la mano, con guiños de tacto,

trace en el aire la efímera acuarelade un ademán concupiscentey se lance en sus ojos a la búsquedade la minúscula serpiente vertical

olorosa a manzana

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que forman a la entrada del corpiñolas gemelascurvaturasde los senos.

III

Pero vengan acá.Miren en la calle de Amores

esquina con Pilarescómo van unos noviosbalanceando a la dichaen el columpio de sus manos juntas.Se arrebatan la palabra

los labios los suspiros.Saben que el deseoserá el padrino de sus bodas

atrevimientoso aventuras.Sus libidos se miran de reojo la excitación salta de su esconditecuando las manos van tras ella.Sus partes pudendas

que gruñen en sordinahallan la forma telepáticade enviarse mensajes de tactosubrepticio.

Un asesino

El infante Juan Manuel(aquel asesino quepor las calles céntricas de la ciudad,preguntaba a la víctima la hora...y al obtener respuesta con el puñal en alto decía:“feliz de ti que sabes la horade tu muerte”)aparece de nuevoen todas partes.Es el tatarabuelodel actual asaltante fruto jugosísimo

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en el árbol genealógicode los delincuentes.

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CANTO OCTAVOLA URNA DIAFANA DEL VERSO

La bestia urbana

La ciudadcon la ayuda de la comadrona de los nueve mesesnace en sus maternidadesen aquellas instituciones dedicadasa producir en seriealboradas despertaresencontronazos con la atmósfera,va a las guarderíasa jugar con su pronombrea olvidarse un poco de las madresa ponerles por el amor de Dios algunos límites,asiste a la escuelapara aprender a escribir y hacerel amor sin hacheo a escuchar al pizarrónhablando a todo gis por el micrófono,va a la iglesiaa ponerle veladoras al deseode inmortalidada concentrar todo su destino en las rodillasy a dejar salpicado de entrañasel confesonario.Va a los partidos políticos,a las fiestas,al fut bol.Se le halla en el noviazgoen el matrimonioen el alpinismo de los orgasmos.Se fatigaencuentra en el infartolas últimas palabras del oxígenoy empieza poco a poco a olvidarsede la forma de respirar.Y después : los sepelios.Las agencias funerarias del desconsueloy la parvada de pésamesque son los últimos buitres aunque buitres amorosos

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que llegan a alimentarse a picotazosde la carne aún confusadel difunto.

Tres órdenes de camposantos

IVivos son los que tienen

fuerza espacio disposiciónpara recibir nuevos cuerposfrescos recién nacidos a la nadacon el corazón paralizadocomo una estatua in memoriam del movimientoy que han dejado a sus espaldaslos desconsolados lagrimonesde la parafina.Los epitafios ayno son sino sentimientos de culpa que nos embarganpor cargar una memoria que comienza a enfermarsecuando cae la inicialpaletada de tierra.

IIEnfermos, los que padecen problemas de espacio-cada muertotiene ínfulas de pequeñoterrateniente-y ya no les cabe casi ni un enano.Ven a los obesos los entrados en carroñacomo alimento prohibidoque producen el malestarcólicosculpao el gástrico aletear de mariposas.

IIIMuertos, los que están están superpoblados.En ellos literalmenteno cabe una sola alma.Han sufrido el contagio de la muerte.Se hallan en desusosin dar señales de vida

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como un gran cadáver a la intemperie.Claro que en alguno de sus rinconesconservan palas zapapicosy hasta un inconfundible olorcillo a eternidad, aunque olvidadosy llenos de telarañas.Muestran a sus puertas el letrero

de “clausurado”que no es sino el epitafio generalcon que recuerda la urbelos restos mortuorios de este “corral de muertos”ayer lleno de vida.

IVLos cementerios nacen se desarrollan muereny pasan, como nosotros,a ese más alláque, amante de la nada,tiene en sus litoralesla más impresionante industria del olvidoy que también a su modo deletreala finitud del tiempo allá en su tiempo.

Cuando la memoria se abre las venas,con la sangre se ve salir atropelladamente:carasfotografíasnombresy claro algún recuerdo que,atacado por el devenir y su jauría de larvas,acaba por transformarse en un frágil esqueleto de polvoque no tiene otra estructura que el temora cualquier golpe de aire.

Muerte y resurrección

La ciudad muere en sus panteones.Se asfixia con la tierra que tapia la bocade sus difuntos.Se echa al hombro una bolsacon todos los ojos fenecidos.

Nace y muere en una reencarnación continuaen un acta de nacimientofotocopiada y fotocopiada por el infinito.A veces se arroja a los seres humanos

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se hace una con ellosse les mete por todos sus descuidosy lleva a las personasa cargar en sus adentrosmaternidadesparques barnizados de lunaavenidasejes vialesestercolerosiglesias y burdeles.

Yo tú él cargamos en el interiorenterrados en nuestros entresijos

un sinnúmero de cadáveresde huesosde gusanosde estómagos rabiosos.Pero también a veces la ciudadse evade de los individuoslos aísla los dejapapando moscas metafísicaslos deshabitapermite que su pronombre personalse les embarnezcales unta de vinagre las comisuras de sus rezosy hace de las personashoquedadeshuecosrinconescovachas con arañas tristeso lugares dentro de la ciudaddonde ésta se halla ausentey el hombre juega un solitariocon sus propias entrañas.

Final

El helicóptero vuelve a la tierra.Olfatea el lugar donde debe detenersey siente en su tren de aterrizajela tajada del planetaque le toca.El piloto trae su informe bajo el brazoy halla en esta comedia de la urbeel pasadizo secreto invisible

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que va de la divinaa la comedia humana.Fue testigo de todo-de las prisas los besos encamados en la culpalos dúos de gemidos de serruchoy violín desafinado.Si algo se le quedó en el tinterofue por obra de la fatiga muscularde su propósito,de la dolencia de finitudque padece su brazoo la anemia perniciosaque corroe sus versos.

Baja del helicópterobusca para esconderse la madrigueradel punto final el trampolín de la imaginacióno la matriz del silencioy se nos va poco a poco de las manosde los ojosdel oídoen busca de un nuevo yacimientos de palabrasque al parecer se encuentra en algún puntode la capital,para perderse devoradopor una de las avenidascallescallejonesvericuetosde nuestra ciudad.Se va regandono guijarrosno mendrugos de pan sino letrassignos de interrogaciónpalabraspara que vayamos tras élpara evitar que se pierda en cualquier bosqueque le salga al encuentro.Podemos perseguirloolisquear su pistaleerleerlos indicios que nos dejala polvareda en que termina por hacerse

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el polvo de que se hallaconstituido...Pero tarde o tempranodaremos con el punto finalde sus escritos de sus pasosde sus respiracionesporque el punto final no es otra cosaque el epitafiodel silencio.

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INDICE

Proemio 3Canto primero: Templos, avenidas, parques 3

Nuevo día 4El ruido de la ciudad 5Catedral Metropolitana 7Basílica 8Monumento de la Revolución 9Bellas Artes 9Aplauso y silencio 10El Bosque 11I 11II 12III 13Avenida Reforma 13I 13II 14La iglesia de la Conchita 15Parque México 15La bestia 16Campo 17

Canto segundo: Oficios 20Zapateros 20Boleros 21Costureras 21Pedicuristas 22Siesta 23Iluminación 24Electricistas 24Sueño de un ferrocarrilero 25Cartero 26Amante de la sabiduría 27Panadero 28

Canto tercero: Ricos, pobres, payasos y enamorados 30Países en miniatura 30Escaparate 30Fiesta 31Droga 32Los labios de la entraña 33Testimonio 34Indios 34

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Subdesarrollo 35Infección 36Espectáculo 36Discapacitado 38En una esquina 38Transeúntes 39Enamoramiento 39Mujeres en Coyoacán 40Amores, amoríos y desamores 40

Canto cuarto: Razones de los puños 43Las voces de la tierra 43Solidaridad 44Solipsismo 45Genocidio 46Malestares 46Nuevas armas 47El paro 47Rebeldías 48Graffiti 49Refrescos 50Humo 51Otra lucha 51Mercado 52La dignidad 52I 52II 53

Canto quinto: La Polis 54Polis 55Nombre de calles 56Representantes 57Angeles guerrileros 58Poder y antipoder 59Policías 60Pantalla chica 61Propaganda electoral 62Alquimia y algo más 62Prostitución aérea 64Delincuencia 65La policía de nuevo 65Al salir de la iglesia 66Galimatías 66Cuidando el orden 67El de arriba 67Desnudos 68

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Asaltantes 69

Canto sexto: Artistas 70Música 70Pianista 70Organista 71Cello 71Homenaje 72Quinteto para clarinete y cuerdas 72Poesía y música 73Mariachi 74Cine 75Sueño de un poeta (calle: Adolfo Prieto) 75Baterista 77Soprano 77Pulque y pintura 77Potaliras 78

Canto séptimo: Avatares 80Nacimiento I 80Nacimiento II 80La Llorona 81Enfermos 81I 81II 82III 82IV 83Vida y muerte 84Sueño de un poeta (cama de hospital) 85La confesión 85Astucias de la libido 86I Caminando 86II 86III 87Un asesino 87

Canto octavo: La urna diáfana del verso 89La bestia urbana 89Camposantos 90Muerte y resurrección 91Finale 92

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