LA CONJURACION ANTICRISTIANA TOMO 1 | ALIANZA DE AMOR

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    LA CONJURACION ANTICRISTIANA

    EL TEMPLO MASONICO LEVANTADOSOBRE LAS RUINAS DE LA IGLESIA CATOLICA

    Las puertas del infierno no prevalecern contra Ella.

    (Mat, XVI,18)

    A Mara

    PRESERVADA DEL PECADO ORIGINAL

    EN PREVISIN DE LOS MRITOS

    DE NUESTRO SEOR JESUCRISTO

    Dijo Dios a la serpiente:

    Pondr enemistad entre ti y la Mujer, entre tu descendencia y la descendencia de Ella.

    Ella te aplastar tu cabeza.

    Y t pondrs asechanzas contra su taln.

    (Gnesis, III. 15).

    Socit Saint Augustin Descle, De Brouwer et Cia., Lille, 41, Rue du Metz

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    NIHIL OBSTAT:

    Insulis, die 11 Novembris 1910

    H. QUILLIET, s. th. d.

    Librorum censor

    IMPRIMATUR

    Cameraci, die 12 Novembris 1910

    A. MASSART, vic. Gen.Dommus Pontifici Antistes

    http://www.liberius.netTraduzido e numerado por Juan Valdivieso,blog: La Denncia Proftica

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    SECRETERIA DI STATO DI SUA SANTITA

    Dal Vaticano, 23 octobre 1910

    Monseigneur,

    Le Saint-Pre Pie X a reu avec un paternel intrt louvrage intitul : La Conjura-tion Antichrtienne , que vous mavez pri de Lui remettre en votre nom.

    Sa Saintet vous flicite affectueusement davoir men bonne fin la composition

    de cet ouvrage important et suggestif, la suite dune longue srie dtudes qui

    font galement honneur votre zle et votre ardent dsir de servir la cause de

    Dieu et de la Sainte Eglise.

    Les ides directrices de votre beau travail sont celles qui ont inspir les grands his-

    toriens catholiques : laction de Dieu dans les vnements de ce monde, le fait de la

    Rvlation, ltablissement de lordre surnaturel, el la rsistance que lesprit du mal

    oppose luvre de la Rdemption. Vous montrez labme o conduit

    lantagonisme entre la civilisation chrtienne et la prtendue civilisation qui rtro-

    grade vers le paganisme. Combien vous avez raison dtablir que la rnovation

    sociale ne se pourra faire que par la proclamation des droits de Dieu et de lEglise !

    En vous exprimant sa gratitude, le Saint-Pre fait des vux pour que vous puis-

    siez, avec une sant toujours vigoureuse, raliser entirement le plan synthtique

    que vous vous tes trac, et comme gage de sa particulire bienveillance, Il vous

    envoie la Bndiction Apostolique.

    Avec mes remercments personnels et mes flicitations, veuillez agrer, Monseig-

    neur, lassurance de mes sentiments bien dvous en Notre-Seigneur.

    Cardinal MERRY DEL VAL

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    Las dos ediciones francesas de la obra EL PROBLEMA DE LA HORA PRESENTEestn agotadas. Quedan algunos ejemplares de la versin italiana1. Los libreros piden que

    esa obra sea reimpresa, para que puedan atender a los pedidos de sus clientes.El autor entendi no deber ocuparse con la reimpresin.

    El problema que el Americanismo haba presentado inicialmente a sus meditaciones lohizo luego en su espritu el de la Revolucin, despus o de la civilizacin moderna que seremonta del Renacimiento.

    Hoy, l lo concibe en una amplitud an mayor: es el problema de la resistencia que elnaturalismo opone al estado sobrenatural que Dios se dign ofrecer a sus criaturas inteli-gentes. As considerado, el problema abarca todos los tiempos. Este se present en la crea-

    cin de los ngeles, en el paraso terrenal, en el desierto donde Cristo quiso someterse a latentacin; y continuar colocado, para la cristiandad y para cada uno de nosotros, hasta elfin del mundo.

    Rehacer la obra agotada ofreca, bajo ese punto de vista, dos ventajas. Despus de ma-dura reflexin, el autor prefiri seccionar su obra.

    El problema estaba puesto de la siguiente manera: existe una lucha entre la civiliza-cin cristiana que est en posesin del estado y la civilizacin moderna que quiere suplan-tarla; Cul ser la salida para ese antagonismo?

    De ah tres cuestiones:

    La del judo y del francmasn que son precisamente hoy, a los ojos de todos, los sitia-dores de la ciudadela catlica.

    La de la Democracia que es, en el decir de los propios sitiadores, la sugestin madre deque se sirven para atacar la civilizacin cristiana en la opinin pblica y en seguida en lasinstituciones.

    La de la Renovacin religiosa, social y familiar, exigida por las ruinas ya amontona-das y aquellas que el anticristianismo todava realizar.

    Esas tres cuestiones fueron ntimamente unidas en el libro intitulado El Problemade la Hora Presente. El autor crey que era bueno separarlas a fin de poder tratar cadauna de ellas ms a fondo.

    La cuestin de la democracia fue retomada en la obra que acaba de aparecer bajo elttulo: VERDADES SOCIALES Y ERRORES DEMOCRTICOS.

    1 Descle et Cie. Rome, Piazza Grazioli, Palazzo Doria; Lille 41, rue du Metz.

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    La cuestin de la conjuracin anticristiana, de la cual la secta judo-masnica es elalma y el brazo, es el objeto del presente libro.

    El autor no se detuvo en buscar los orgenes de la secta; no se preocup en estudiarlade puntos de vista diversos, en los cuales otros publicistas se colocaron. Lo que l quiso tra-er a luz fue la parte de accin que la secta judo-masnica tiene en guerra declarada a lainstitucin catlica y a la idea cristiana, y el objetico de esa guerra. Ese objetivo es arrancara la humanidad del orden sobrenatural fundado por la Redencin del divino Salvador y defijarla definitivamente en el naturalismo.

    Faltar hablar de la Renovacin. Ella no puede ser fruto sino de la restauracin de laAutoridad:

    La autoridad de Dios sobre su obra, particularmente sobre las criaturas inteligentes;La autoridad de Nuestro Seor Jesucristo, el nuevo Adn, sobre la humanidad que l

    rescat con su Sangre y de la cual l es el Seor por su personalidad divina.

    La autoridad de la Iglesia sobre los pueblos que ella dot de civilizacin cristiana yque se precipitan en sus brazos bajo la presin del abandono en que los va lanzando el pro-greso de la civilizacin moderna;

    La autoridad de las familias principescas sobre las naciones que ellas construyeron;

    La autoridad del padre en su familia y la de los ancestrales sobre las generaciones de

    que fueron principio.En fin, el derecho de propiedad sobre los bienes de que la familia o el individuo se vol-

    vieron autores por su trabajo y sus virtudes, y no sobre las riquezas adquiridas por la usu-ra y la injusticia.

    La Renovacin exige esa sxtuple restauracin. Si ella no comienza a producirse enun futuro prximo, la sociedad familiar, civil, religiosa se precipitar al abismo en direccinal cual ella corre con una velocidad que se acelera cada da.

    Hecho ese tercer trabajo, faltara reconstruir la sntesis de la cual brotara la solucin

    del enigma que inquieta a las generaciones contemporneas y que proyectara su luz sobreel futuro de la humanidad.

    Septuagenario hace cinco aos, el autor no puede esperar cumplir tal encargo. QuieraDios, si esto entra en sus designios, confiarlo a quien pudiere llevarlo a buen trmino.

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    I

    ESTADO DE LA CUESTIN

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    CAPITULO I

    LAS DOS CIVILIZACIONES

    El Syllabus de Po IX termina con esta proposicin condenable y condenada:

    El Romano Pontfice puede y debe reconciliarse y transigir con el progreso, con el li-beralismo y la civilizacin moderna.

    La ltima proposicin del decreto llamado Syllabus de Po X1, proposicinigualmente condenable y condenada, concluye as:

    El catolicismo actual no puede conciliarse con la verdadera ciencia, si no se trans-forma en un cristianismo no dogmtico, es decir, en un protestantismo amplio y liberal.

    No fue seguramente sin intencin que estas dos proposiciones fuesen puestasen ltimo lugar apareciendo como la conclusin en ambos Syllabus. En efecto, ellasresumen las proposiciones anteriores y precisan su espritu2.

    Es necesario que la Iglesia se reconcilie con la civilizacin moderna. Y la basepropuesta para esta reconciliacin, no es la aceptacin de los datos de la verdaderaciencia que la Iglesia jams repudi, que ella siempre favoreci, y a los progresos

    que ella siempre aplaudi y contribuy ms que nadie, sino el abandono de la ver-dad revelada, abandono que transformara al catolicismo en un protestantismoamplio y liberal dentro del cual todos los hombres podran encontrarse, cualquierasean sus ideas sobre Dios, sobre sus revelaciones y sus mandamientos. Slo as,dicen los modernistas, por este liberalismo es que la Iglesia puede ver nuevos dasabrirse ante ella, y procurarse el honor de entrar en las vas de la civilizacin mo-derna y marchar con el progreso.

    1 El Syllabus de Po IX (8/12/1864) se refiere decreto que expone los errores modernos condenados por laIglesia. El Sillabus de San Po X (3/7/1907), conocido tambin como decreto Lamentabili sine exitu es el queexpone los errores condenados del Modernismo.2 En la deliberacin de la ley sobre la libertad de la enseanza superior, M Challemenl-Lacout dijo: Las uni-versidades catlicas que quieran preparar a los futuros mdicos, abogados, magistrados, los auxiliares delespritu catlico, debern sostener y aplicar los principios del Syllabus. Ahora bien Francia, en su gran mayor-a, considera las proposiciones condenadas por el Syllabus como los fundamentos mismos de nuestra socie-dad.

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    Todos los errores indicados en ambos Syllabus se presentan como las distintasclusulas del tratado propuesto a la signatura de la Iglesia para esta reconciliacin

    con el mundo, para ser as admitida en la ciudad moderna.

    Civilizacin moderna. Hay pues, civilizacin y civilizacin? Hubo pues, an-tes de la era llamada moderna una civilizacin distinta de la que goza, o al menosprocura el mundo de nuestro tiempo?

    En efecto, la hubo, y la hubo en Francia y en Europa: fue una civilizacin lla-mada la Civilizacin Cristiana.

    En qu se diferencian estas dos civilizaciones?

    Se diferencian por la concepcin en que ellas fundan el fin ltimo del hombre,y por los efectos diversos e incluso opuestos que de una y otra concepcin proce-den dentro del orden social como dentro del orden privado.

    Todo hombre busca ser feliz, dice Bossuet1 . Eso le es tan propio, es el objetohacia el cual tienden todas las inteligencias sin excepcin. El gran orador no ahorrapunto en reconocerlo: Las naturalezas inteligentes, slo tienen voluntad de deci-dir por la felicidad. Y aade: Nada de ms razonable, ya que, qu hay de mejorque desear el bien, es decir, la felicidad?2. As, encontramos dentro del corazn

    del hombre un impulso invencible hacia la bsqueda de la felicidad. Su voluntadno podra negarse a ello. Es el fondo de todos sus pensamientos, el gran mvil detodas sus acciones; y al mismo tiempo que se lanza hacia la muerte, es porque seconvence de encontrar en la nada una suerte preferible a la que tiene estando vivo.

    El hombre puede equivocarse, y de hecho se equivoca a menudo en labsqueda de la felicidad, en la eleccin del camino que debe seguir para encontrar-la. En buscar la felicidad, est la fuente de todo bien, contina diciendo Bossuet, yla fuente de todo mal es buscar lo contrario.3 Esto es tan verdadero para la socie-dad como para el individuo. El impulso hacia la felicidad viene del Creador, y Diosle da al hombre la luz que le ilumina el camino, directamente por la gracia, indirec-tamente por las enseanzas de su Iglesia. Pero pertenece al hombre, ya sea comoindividuo o sociedad, le pertenece a su libre arbitrio de dirigirse, de ir en busca de

    1Mditations sur lEvangile.2OEuvres oratoires de Bossuet. Sermn pour la Toussaint.3Mditations sur lEvangile.

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    su felicidad all donde le plazca ponerla, en lo que es realmente bueno, y, por en-cima de toda bondad, que es el bien absoluto, Dios; o en lo que tiene apariencias de

    bien, o en lo que no es ms que un bien relativo.Desde la creacin del gnero humano el hombre fue engaado. En lugar de

    creer en la palabra de Dios y de obedecer a sus mandamientos, Adn escuch lavoz seductora que le deca poner su fin en s mismo, en la satisfaccin de su sen-sualidad, en las ambiciones de su orgullo. Seris como dioses; el fruto del rbolera bueno al paladar, bello a la vista, de un aspecto que excitaba el deseo.Habindose as desviado, y una vez dado el primer paso, Adn comprometi atoda su descendencia en la falsa direccin que acababa de elegir.

    En esa direccin march, avanz, y se extravi durante el transcurso de los si-glos. La historia, se puede decir, son los males que encontr en su largo extravo.Dios tuvo piedad de l. Bajo su designio de infinita misericordia y de infinita sabi-dura, resolvi volver a poner al hombre en la va de la verdadera felicidad. Y conel fin de hacer su intervencin ms eficaz, quiso que una Persona divina vinierasobre la tierra a mostrar el camino por su palabra, y guiarlo con su ejemplo. ElVerbo de Dios se encarna y viene a pasar treinta y tres aos entre nosotros, parasacarnos de las vas de la perdicin y abrirnos el camino de una felicidad verdade-ra.

    Su palabra como sus acciones invertan todas las ideas vigentes hasta enton-ces. El deca: Bienaventurados los pobres! Bienaventurados los mansos, los pacfi-cos, los misericordiosos! Bienaventurados los puros! Antes de l venir al mundo,se deca: Bienaventurados los ricos! Bienaventurados los que dominan! Bienaven-turados los que estn en condiciones de no rechazar en nada a sus pasiones! Nacien un establo, se hizo siervo de todos, sufri muerte y pasin, para que no se to-men sus palabras para declamaciones, sino que por medio de lecciones, las leccio-nes ms persuasivas que se puedan concebir, siendo otorgadas por Dios y un Diosque se inmolaba por amor a nosotros.

    El quiso perpetuar su palabra, hablndonos siempre en forma activa, a losojos y a los odos de todas las generaciones que deban venir. Para eso, funda lasanta Iglesia. Establecida en el centro de la humanidad, no slo dej, por las ense-anzas de sus doctores y los ejemplos de sus santos, de decir, a todos los que Ellave pasar ante sus ojos: buscis, oh mortales, la felicidad, y buscis una cosa que esbuena, pero advertid que la buscis donde no la est. La buscis sobre la tierra, yno es all donde ella se encuentra, como bien nos dice el divino Salmista: Diligit dies

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    videre bonos Aqu son los das de la miseria, los das del sudor y del trabajo, losdas de los gemidos y de la penitencia a las cuales podemos aplicar las palabras del

    profeta Isaas: Pueblo mo, los que os dicen bienaventurados, abusan e inviertentodas vuestras acciones. Y agrega: Engaan aquellos que hacen creer a los pue-blos que son bienaventurados Entonces, dnde se encuentra la felicidad y la ver-dadera vida, si no es en la tierra de los vivos? Quines son los hombres bienaven-turados sino aquellos que estn con Dios? Son aquellos que ven bellos los dasporque Dios es la luz que los ilumina, aquellos viven en la abundancia porque Dioses el tesoro que los enriquece. Porque Dios es el nico bien que los satisface total-mente1.

    Del siglo I al siglo XIII, los pueblos se fueron convirtiendo a medida que

    atendan a esta predicacin, y el nmero de los que hicieron de esta luz la normade sus vidas fue cada vez ms grande. Sin duda, hubo fallas, fallas de naciones yfallas de almas.

    Pero esta nueva concepcin de la vida se convirti en la ley de todos, ley a laque los que se extraviaban, no perdan de vista y la que todos conocan, todos sent-an que era necesario volver nuevamente a ella cuando se descarriaban. NuestroSeor Jesucristo, con su Nuevo Testamento, era el doctor escuchado, el gua segui-do, el rey obedecido. Sus derechos eran reconocidos oficialmente por los prncipes

    y por los pueblos, que lo declaraban hasta en sus monedas. Sobre todos estaba gra-bada la cruz, la augusta seal que el ideal cristiano haba introducido en el mundo,que era el principio de la nueva civilizacin, de la civilizacin cristiana que debaregir, el espritu de sacrificio opuesto al ideal pagano, al espritu de gozar que hab-a inspirado a la civilizacin antigua y pagana.

    A medida que el espritu cristiano penetraba en las almas y en los pueblos,almas y pueblos suban dentro de la luz y dentro del bien, ellos se elevaban y veansu felicidad a la altura a que los llevaba. Los corazones se volvieron ms puros, losespritus ms inteligentes, los inteligentes y los puros introdujeron en la sociedad

    un orden ms armonioso, que el eminente Bossuet nos describi magnficamenteen su sermn sobre la dignidad de los pobres. El orden ms perfecto trajo una pazms general y ms profunda; la paz y el orden generaron la prosperidad, y todasestas cosas daban mayor espacio a las artes y a las ciencias, que son reflejos de laluz y de la belleza de los cielos. De suerte que, como observa Montesquieu: Lareligin cristiana que no busca otro objeto que la felicidad en la otra vida, hace in-

    1OEuvres oratoires de Bossuet. Sermn pour la Toussaint.

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    cluso ms feliz la vida presente1. Es lo que por otra parte haba anunciado SanPablo: Pietas ad omnia utilis est, promisiones habens vital nunc est et futurae . La pie-

    dad es til a todos, teniendo las promesas de la vida presente y de la vida futura.2

    Acaso Nuestro Seor no haba dicho: Buscad el reino de Dios y su justicia, y lodems se os dar por aadidura3? No era solamente una promesa de orden so-brenatural, sino el anuncio de las consecuencias que deban salir lgicamente de lanueva orientacin otorgada al gnero humano.

    De hecho, no se ve acaso, que el espritu de pobreza y de pureza de corazndominan las pasiones que son la fuente de todas las torturas del alma y de todoslos desrdenes sociales? De la mansedumbre, la pacificacin y de la misericordiaprocede la concordia, haciendo reinar la paz entre los ciudadanos y en de la ciu-

    dad. El amor a la justicia, incluso cuando es amenazada por la persecucin y el su-frimiento, eleva el alma, ennoblece el corazn y le procura los ms nobles gozos; yal mismo tiempo eleva el nivel moral de la sociedad.

    Aquella sociedad que pone su mirada en las Bienaventuranzas Evanglicascomo ideal, como el objeto a seguir y donde se ofrecen todos los medios para al-canzar la perfeccin y la beatitud son sealadas en el sermn de la montaa:

    Bienaventurados los pobres de espritu!

    Bienaventurados los mansos!

    1Esprit des lois, Libre XIV, Ch. III. M de Tocqueville dio una razn que no es la nica ni la principal, pero queconviene sealar. En los siglos de fe, se coloca el fin ltimo de la vida en la otra vida. Los hombres de esos tiempos seacostumbraron naturalmente, por decirlo as sin quererlo, a considerar durante una larga sucesin de aos un ideal fijo,hacia el cual avanzan sin cesar, y aprendieron, por progresos insensibles, a reprimir mil pequeos deseos pasajeros parasatisfacer mejor este gran y permanente ideal que los animaba: Cuando estos mismos hombres quieren ocuparse de lascosas de la tierra, estas prcticas chocan. Fijan de buen grado en sus acciones de aqu abajo un objetivo general y evidente,hacia el cual todos sus esfuerzos se dirigen. No se los ve no realizar cada da nuevas tentativas; mas no se detienen en susintenciones, no se cansan de progresar.

    Esto explica por qu los pueblos religiosos a menudo realizan cosas tan duraderas. Descubrieron que al ocuparse del otromundo, haban encontrado el gran secreto de salir bien de ste. Los pueblos religiosos infunden un hbito general de impli-carse para el futuro. En esto, no son menos tiles a la felicidad de esta vida que a la felicidad de la otra. Es una de las

    partes ms importantes de la poltica. Pero a medida que las luces de la fe se obscurecen, la vista de los hombres se estre-

    cha, y se dira que cada da el objeto de las acciones humanas les parece ms terrenal.Una vez que se acostumbraron a no ocuparse ms en la otra vida, se los ve caer fcilmente en esa indiferencia completa y

    brutal de lo futuro y no se ajustan ms que a ciertos instintos de la especie humana. Tan pronto como perdieron la cos-tumbre de colocar sus principales esperanzas en la eternidad, se los ve realizar sin demora sus ms bajos deseos y pareceque de momento se desesperan de vivir una eternidad, estando dispuestos a actuar como si vivieran solo para el da presen-te.

    En los siglos de incredulidad, hay todava que temer que los hombres se entreguen sin cesar a los caprichos diarios de susdeseos, y que, renunciando enteramente a obtener lo que no puede adquirirse sin prolongados esfuerzos, no se sustentan ennada grande, pacfico y duradero.2 I Tim., IV, 8.3 Mat., VI, 33.

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    Bienaventurados los que lloran!

    Bienaventurados los que sufren hambre y sed de justicia!

    Bienaventurados los misericordiosos!

    Bienaventurados los puros de corazn!

    Bienaventurados los pacficos!

    Bienaventurados los que sufren persecucin por la justicia!

    El ascenso, no digamos slo de las almas santas, sino tambin de las naciones,tuvo su punto culminante en el siglo XIII. San Francisco de Ass y Santo Domingo,

    con sus discpulos San Luis de Francia y Santa Isabel de Hungra, acompaados yseguidos de tantos otros, mantuvieron por un tiempo el ideal que haba sido alcan-zado por la imitacin que haba excitado dentro de las almas los ejemplos de des-precio de las cosas de este mundo, de la caridad con el prjimo y del amor de Diosque haban dado tantos otros santos. Pero mientras que estas nobles almas alcan-zaban los ms altas cumbres de la santidad, muchos otros se enfriaban en su im-pulso hacia Dios; y, hacia finales del siglo XIV, se manifest abiertamente un mo-vimiento de retroceso, que impuls a la sociedad y la trajo a la situacin actual, esdecir, al triunfo prximo, e inminente reino del socialismo, fin obligado de la civili-zacin moderna. Ya que mientras que la civilizacin cristiana eleva a las almas yconduce a los pueblos a la paz social y a la prosperidad incluso temporal, la leva-dura de la civilizacin pagana, tiende a producir los efectos contrarios; la bsquedade todos los placeres, y para obtenerlos, la guerra, de hombre a hombre, de clase aclase, de pueblo a pueblo; guerra que no podra terminar sino con la destruccindel gnero humano.

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    CAPITULO II

    LAS DOS CONCEPCIONES DE LA VIDA

    La civilizacin cristiana procede de una concepcin de la vida completamentecontraria a la que dio origen a la civilizacin pagana.

    El paganismo, habiendo empujado al gnero humano por la pendiente que elpecado original lo haba conducido, deca que el hombre est sobre la tierra paragozar de la vida y de los bienes que este mundo le ofrece. El pagano no ambiciona-ba, no buscaba nada ms all que el goce de la vida; y la sociedad pagana estabaorganizada con el fin de procurarse estos bienes tan abundantes y esos placeres tanrefinados o incluso hasta groseros a que pueden llegar, y solamente para aquellosque estaban en condiciones de obtenerlos. La civilizacin antigua se basaba en esteprincipio, todas sus instituciones se sustentaban, sobre todo, en dos pilares, la es-clavitud y la guerra. Y ya que la naturaleza no era lo bastante generosa, y sobretodo, porque en esa poca, no se haba cultivado desde mucho tiempo y lo sufi-cientemente bien para obtener todos los disfrutes deseados, el pueblo fuerte somet-a al pueblo dbil, y los ciudadanos hacan esclavos a los extranjeros e incluso a sushermanos para proveerse de las fuentes de riqueza e instrumentos de placer.

    El cristianismo vino, en cambio, a decirle al hombre que deba buscar en otradireccin la felicidad cuya necesidad no cesa de atormentarlo. Invirti el conceptoque el pagano tena sobre la vida. El divino Salvador nos ensea con su palabra ynos persuade con su muerte y su resurreccin, de que la vida presente es una va, yque sta no es LA VIDA a la cual su Padre nos ha destinado.

    La vida presente no es ms que la preparacin para la vida eterna. Aquella es

    el camino que conduce a sta. Estamos en va, nos decan los escolsticos, caminan-do ad terminum, en marcha para el cielo. Los cientficos de hoy expresaran la mis-ma idea diciendo que la tierra es el laboratorio donde se forman las almas, dondese reciben y se desarrollan las facultades sobrenaturales de las que el cristiano,despus de haber terminado su paso en esta vida, gozar en la celestial morada.As como la vida embrionaria es en el seno materno, ya que tambin es una vida,pero una vida en formacin, y en donde se elaboran los sentidos que tendrn que

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    funcionar en la estancia terrestre: los ojos con los cuales contemplar la naturaleza,el odo que recoger sus armonas, la voz que all pronunciar sus cantos, etc.

    En el cielo podremos ver a Dios cara a cara1, esta es la gran promesa que senos hace. Toda la religin se basa en ella. Y sin embargo, ninguna naturaleza crea-da es capaz de esta visin.

    Todos los seres vivos tienen su manera de conocer, limitada por su naturalezapropia. La planta tiene un determinado conocimiento de los lquidos que necesitapara su mantencin, puesto que sus races se extienden hacia ellos, los buscan paraintroducirlos dentro de ella. Este conocimiento no es una visin. El animal ve, perono tiene la inteligencia de las cosas que sus ojos abarcan. El hombre comprende

    estas cosas, su razn las penetra, abstrae las ideas que contienen y por ellas se elevaa la ciencia. Pero las substancias de las cosas le permanecen ocultas, porque elhombre no es ms que un animal racional y no una inteligencia pura. Los mismosngeles, que son intelectos puros, pueden contemplar directamente las substanciasde su misma naturaleza y a fortiori las substancias inferiores. Pero tampoco pue-den ver a Dios. Dios es una sustancia aparte, de un orden infinitamente superior.El mayor esfuerzo del espritu humano ha llegado a calificar a Dios como siendoActo puro y la revelacin nos dice que es una Trinidad de personas en unidad desustancia, la Segunda engendrada por la Primera, la Tercera procedente de las

    otras dos, todo dentro de una vida de inteligencia y de amor que no tiene ni co-mienzo ni fin. Ver a Dios como l se ve, amarlo como l se ama - sta es la biena-venturanza prometida - est fuera del alcance de toda naturaleza creada e inclusoposible. Para comprenderlo se debera ser nada menos que igual a Dios.

    Pero lo que no le pertenece por naturaleza al hombre puede serle proporcio-nado por un don gratuito de Dios. Y as es: lo sabemos porque Dios nos ha revela-do haberlo hecho de esta manera. Tanto para los ngeles como para nosotros. Losngeles buenos ven a Dios cara a cara, y nosotros somos llamados a gozar de lamisma felicidad.

    Slo podemos llegar hasta all por algo de sobreaadido que nos eleve porsobre nuestra naturaleza, que nos haga capaces de esto, siendo radicalmente impo-1Vidimus nunc per speculum in aenigmate: tunc autem facie ad faciem. Nunc cognosco ex parte; tunc autem cognoscamsicut cognitus sum. (I Cor. XIII-12). Ahora vemos en un espejo y enigma: pero entonces veremos cara a cara.Ahora conozco imperfectamente: pero entonces conocer como yo me conozco (por intuicin). (Mat. XVIII-10, I

    Juan, III-2)

    El concilio de Florencia defini: Animae sanctorum intuentur clare ipsum Deum trinum el unum siculi est.Lasalmas de los santos vern claramente a Dios como El es, en la Trinidad de personas y en la unidad de su natu-raleza.

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    tentes por nosotros mismos, como sera el don de la razn a un animal o el don dela vista a una planta. Estealgo, se llama aqu, en esta vida, la gracia santificante. El

    apstol San Pedro dice que es una participacin de la naturaleza divina. Es necesa-rio que sea as; acabamos de ver que, en ningn ser, la operacin de determinadoser no sobrepasada y no puede sobrepasar la naturaleza de ese mismo ser. Y si unda seremos capaces de ver a Dios, es porque El habr depositado algo de divinoen nosotros, se habr transformado en una parte de nuestro ser, y lo elevar hastahacerlo semejante a Dios Bienaventurados, dice al apstol San Juan, somos ahorahijos de Dios, y lo que seremos un da no parece an; seremos similares al l, por-que lo veremos tal como es (I Juan, III-2).

    Este algo, lo recibimos aqu abajo a partir del santo Bautismo. El apstol San

    Juan lo llama un germen (I Juan III-9), es decir, una vida en principio. Es lo queNuestro Seor nos seal, cuando hablaba a Nicodemo de la necesidad de un nue-vo nacimiento, de una generacin a una vida nueva: La vida que el Padre tiene ens mismo, que l da al Hijo y que el Hijo nos da y nos ejercita conjuntamente con lpor el santo Bautismo. Esta palabra que da una imagen tan viva de todo el miste-rio, San Pablo la haba tomado de Nuestro Seor cuando deca a los apstoles: Yosoy la vid, vosotros los sarmientos, como el sarmiento no puede dar fruto por smismo si no est unida a la vid, as ustedes tampoco si no permanecen en mi.

    Estas altas ideas eran familiares para los primeros cristianos. Eso lo demues-tra el hecho de que cuando los apstoles hablan en el Epitres, lo hacen como siendouna cosa ya conocida. Y de hecho, era as porque a ellos se les presentaban en lar-gas catequesis los ritos del bautismo. Luego, las ropas blancas de los nefitos sim-bolizaban que ellos comenzaban una vida nueva, que ellos eran por esta va vuel-tos a la inocencia: Hijos espirituales, se les deca, como nios recin nacidos, dese-an ardientemente la leche que debe alimentar su vida sobrenatural; la leche de la fesin alteracin, sine dolo lac concupiscite, y la leche de la caridad divina. Cuando estegermen que recibieron haya llegado a su trmino, esta fe se transformar en clara

    visin, y la caridad en beatitud del amor divino.Toda la vida presente debe tender a este desarrollo, a la transformacin del

    viejo hombre, del hombre de la pura naturaleza e incluso de la naturaleza decada,en el hombre deificado. He aqu lo que se realiza en este mundo en el cristiano fiel.Las virtudes sobrenaturales, infundidas en nuestra alma en el bautismo, se des-arrollan da a da por el ejercicio que hacemos de ellas con la ayuda de la gracia yla volvemos as capaz de actividades sobrenaturales que se van a completar en el

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    cielo. La entrada en el cielo ser como un nacimiento, que con el bautismo fue en-gendrado.

    Esto es lo que Jess hizo y a lo que vino a ensear al gnero humano. Por lotanto, se cambi radicalmente la concepcin de la vida presente. El hombre no esten la tierra paragozary morir, sino para prepararse para la vida de lo alto. Y paramerecerla.

    GOZAR, MERECER, son los dos fines que caracterizan, que separan, queoponen a las dos civilizaciones.

    No se puede dejar de decir que desde el momento en que el cristianismo co-

    menz a ser predicado, los hombres no pensaron ya en ninguna otra cosa que nofuese su propia santificacin. Ellos continuaron siguiendo los fines secundarios dela vida presente, y ejerciendo, en la familia y en la sociedad, las funciones que pi-den y los deberes que imponen. Por otra parte, la santificacin no se opera sola-mente por los ejercicios espirituales, sino por la realizacin de todo deber de esta-do, por todo acto hecho con pureza de intencin. Todo lo que hagan, dice el aps-tol San Pablo, ya sea de palabras o en obras, hacerlas todas en nombre de NuestroSeor Jesucristo Trabajad en agradar a Dios en todas las cosas, y fructificaris entoda buena obra. (Ad Colos., I-10 y III-17)

    Permaneciendo por otra parte en la sociedad hasta el fin de los tiempos, haydos categoras de hombres que la Sagrada Escritura seala: los buenos y los malos.Hay que observar, no obstante, que el nmero de malos disminuye y de los buenosse acrecienta a medida que la fe toma ms imperio en la sociedad. Estos, porquetienen la fe en la vida eterna, aman a Dios, hacen el bien, observan la justicia, sonlos benefactores de sus hermanos. Y por todo eso, hacen que reine en la sociedad laseguridad y la paz. Aqullos, porque no tienen fe, porque sus miradas permanecenfijas en la tierra, son egostas, sin amor, sin piedad para sus semejantes: enemigos

    de todo bien, son en la sociedad causa de desorden y estancamiento para la civili-zacin.

    Mezclados los unos con los otros, los buenos y los malos, los creyentes y losincrdulos, forman las dos ciudades descritas por San Agustn: El egosmo lleva-do hasta el menosprecio de Dios constituye la sociedad comnmente llamada elmundo, el amor de Dios llevado hasta el menosprecio de s mismo produce lasantidad y puebla la ciudad celestial.

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    A medida que la nueva concepcin de la vida trada por Nuestro Seor Jesu-cristo a la tierra penetr en las inteligencias y en los corazones, la sociedad se mo-

    dific: la nueva concepcin de la vida cambi las costumbres, y bajo el impulso deestas ideas y costumbres, las instituciones se transformaron. La esclavitud desapa-reci, y en vez de los poderosos someter a sus hermanos, se les ve santificarse hastael herosmo para procurarles el pan de la vida espiritual, para elevar a las almas ysantificarlas. La guerra no fue ms hecha para apoderarse de los territorios de losotros y tomar a los hombres y mujeres como esclavos, sino para romper los obst-culos que se oponan a la extensin del reino de Cristo y obtener a los esclavos deldemonio la libertad de los hijos de Dios. Facilitar, favorecer la libertad de los hom-bres y pueblos en su progreso hacia el bien, se volvi el objetivo hacia el cual las

    instituciones sociales fueron llevadas, aunque no siempre como un fin expresa-mente determinado. Y las almas aspiraron al cielo y trabajaron para merecerlo. Laposesin de los bienes temporales para el disfrute de que se puede obtener deellos, no fue ya el nico e incluso principal objetivo de la actividad de los cristia-nos, al menos de los que estaban realmente imbuidos del espritu cristiano, sino laposesin de los bienes espirituales, la santificacin del alma, el aumento de las vir-tudes que son el ornamento y las verdaderas delicias de la vida de aqu abajo, y almismo tiempo prendas de la bienaventuranza eterna.

    Las virtudes adquiridas por los esfuerzos personales se transmitan por la

    educacin de una generacin a otra; y as se form, poco a poco, la nueva jerarquasocial, fundada, ya no por la fuerza y sus abusos, sino sobre el mrito; en la partebaja, las familias que se aplicaron a la virtud del trabajo; al medio, aqullas que,sabiendo juntar en el trabajo la moderacin en el uso de los bienes que obtenan,fundaron la propiedad mediante el ahorro; en lo alto, aqullos que denegaron delegosmo, ascendieron a las sublimes virtudes de dedicacin a los dems: pueblo,burguesa, aristocracia. La sociedad se estableci y las familias escalonadas en elmrito ascendente de las virtudes transmitidas de generacin en generacin.

    Tal fue la obra de la Edad Media. Durante su curso, la Iglesia realiz una tri-ple tarea. Luch contra el mal que provena de las distintas sectas del paganismo ylo destruy; perfeccion los buenos elementos que se encontraban en los antiguosromanos y en las distintas razas de brbaros; y finalmente, hizo triunfar el idealque Nuestro Seor Jesucristo haba dado de la verdadera civilizacin. Para llegar aesto, haba procurado en primer lugar reformar el corazn del hombre; de all vino

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    la reforma de la familia, la familia vino a reformar al Estado y a la sociedad: vaopuesta a la que se quiere seguir hoy.

    Sin duda, creer que, en el orden que acabamos de sealar no hubo punto dedesorden, sera equivocarse. El espritu antiguo, el espritu del mundo que NuestroSeor conden, nunca fue, y nunca se superar completamente. Siempre, inclusoen los mejores tiempos, y cuando la Iglesia obtuvo sobre la sociedad el ms grandeascendiente, hubo hombres de placer y hombres de ambiciones; pero se vean a lasfamilias subir en razn de sus virtudes o declinar en razn de sus defectos; se veaal pueblo distinguirse entre ellos por su civilizacin, y el grado de civilizacin setom de las aspiraciones dominantes en cada nacin: se elevaban cuando estas as-piraciones se purificaban y suban; retrocedan cuando sus aspiraciones los lleva-

    ban hacia el disfrute y el egosmo. Sucedi, sin embargo, que naciones, familias,individuos se abandonaron a los instintos de la naturaleza o resistieron a ellos; pe-ro el ideal cristiano permaneca siempre inflexiblemente mantenido bajo la miradade todos por la Santa Iglesia.

    El impulso dado a la sociedad por el cristianismo comenz a retrasarse en el sigloXIII: la liturgia lo constata y los hechos lo demuestran. En un primer momento sedetuvo, luego retrocedi. Este retroceso o ms bien esta nueva orientacin se mani-fest pronto y tom un nombre, RENACIMIENTO, renacimiento del punto de vis-

    ta pagano del ideal de civilizacin. Y con el retroceso vino la decadencia. Tenien-do en cuenta todas las crisis atravesadas, de todos los abusos, de todos los cuadrossombros, es imposible impugnar que la historia de Francia incluso observacinpara toda la repblica cristiana es una ascensin, como historia de una nacin,mientras mantiene la influencia moral de la Iglesia que all domina, y que se con-vierte en una cada a pesar de todo lo que esta cada tiene a veces de brillante y depico, en cuanto los escritores, los cientficos, los artistas y los filsofos se substitu-yeron a la Iglesia y la eliminaron de su soberana.1

    1 M. Maurice Talmeyr.

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    CAPITULO III

    EL RENACINIENTO, PUNTO DE INICIO

    DE LA CIVILIZACIN MODERNA

    En su admirable introduccin a la Vida de Santa Isabel, M. de Montalembert di-ce del siglo XIII, que fue al menos por lo que se refiere al pasado el apogeo de la

    civilizacin cristiana: Nunca quizs la Esposa de Cristo haba reinado por un im-perio tan absoluto sobre el pensamiento y sobre el corazn del pueblo Entonces,ms que en ningn otro momento de este rudo combate, el amor de sus hijos, sudedicacin sin trmino, su nmero y valor cada da crecientes, y los santos que ca-da da vea nacer entre ellos, ofrecan a esta Madre inmortal, fuerzas y consolacio-nes, hasta el momento en que le fueron cruelmente arrebatadas. Gracias a Inocen-cio III, que continu la obra de Gregorio VII, la cristiandad era una extensa unidadpoltica, un reino sin fronteras, habitado por mltiples razas. Los seores y los re-yes haban aceptado la supremaca pontifical. Fue necesario que viniera el protes-

    tantismo para destruir esta obra.

    Antes mismo del protestantismo, un primer y rudo golpe se dio a la sociedadcristiana de 1308. Lo que la sustentaba era, como dice M. de Montalembert, la auto-ridad reconocida y respetada del Soberano Pontfice, el jefe de la cristiandad, elrbitro de la civilizacin cristiana. Esta autoridad fue contradicha, insultada y gol-peada por la violencia y por la astucia del rey Felipe IV, en la persecucin que hizosufrir al Papa Bonifacio VIII; esa misma autoridad fue tambin reducida, por lacomplacencia de Clemente V hacia este mismo rey, que lleg hasta trasladar tem-

    poralmente la sede del papado a Avignon en 1305. Urbano VI no deba volver aentrar a Roma hasta 1378. Durante este largo exilio, los papas perdieron una buenaparte de su independencia y su prestigio se vio singularmente debilitado. Cuandovolvieron a entrar en Roma, despus de setenta aos de ausencia, todo estaba listopara el gran cisma de Occidente que iba a durar hasta 1416 y que descabez por untiempo al mundo cristiano.

    De esta manera, el poder comenz a prevalecer sobre el derecho, como era an-tes de Jesucristo. Se ve renacer el carcter pagano de conquista y perderse el carc-

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    ter de liberacin. La hija primognita1 que haba herido a su Madre en Agnani,sufre la primera de las consecuencias de su infraccin: la Guerra de Cien aos,

    Crcy, Poitiers. Azincourt. En los das de hoy2

    , para no decir nada de lo que la pre-cedi, la ocupacin de Roma, la expansin de Prusia a costa de sus vecinos, la im-pasibilidad de Europa ante la masacre de los cristianos por los turcos, y la inmola-cin de un pueblo por las codicias del imperio britnico, todo eso es fruto del esp-ritu pagano.

    Pastor comienza en estos trminos su Historia de losPapas de la edad media:

    La poca en que se realiza la transformacin de la antigedad pagana por el

    cristianismo, no es menos memorable quiz que el perodo de transicin que co-necta la Edad Media con los tiempos modernos. A esa poca, se le dio el nombre deRenacimiento.

    Bajo la influencia de una admiracin excesiva, se podra decir enfermiza, pa-ra las bellezas de los escritores clsicos, se enarbola abiertamente el estandarte delpaganismo; los adherentes de esta reforma pretendan modelar exactamente todobajo el prisma de la antigedad, las costumbres y las ideas, restablecer la prepon-derancia del espritu pagano y destruir radicalmente el estado de cosas existente,cuestionados por ellos como estando en decadencia.

    La influencia desastrosa ejercida dentro de la moral por el humanismo sehizo sentir temprano y de una manera espantosa en el mbito de la religin. Losadherentes del Renacimiento pagano consideraban la filosofa antigua y la fe de laIglesia, como dos mundos enteramente distintos y sin ningn punto de contacto.

    Ellos queran que el hombre hiciese su felicidad sobre la tierra, que todas susfuerzas, todas sus actividades estuviesen empleadas en obtener la felicidad tempo-ral; decan que el deber de la sociedad es organizarse de modo que permita a cadauno satisfacer todos sus deseos y todos sus sentidos.

    Nada de ms opuesto a la doctrina y a la moral cristiana.

    Los antiguos humanistas, ha dicho muy bien Jean Janssen3, no tenan menosentusiasmo para la herencia grandiosa legada por los pueblos de la antigedad que

    1 Nota nuestra: Francia era llamada la hija primognita de la Iglesia, ya que esta fue la primera nacin que seconvirti oficialmente al cristianismo bajo el reinado de Clovis, rey de los francos.2 Nota nuestra: recordamos que esta obra fue escrita a comienzos del siglo XX.3L Allemagne la fin du moyen ge.

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    tuvieron ms tarde sus sucesores. Antes de stos, ellos haban visto en el estudiode la antigedad, uno de los ms potentes medios de cultivar con xito la inteli-

    gencia humana. Pero dentro de su pensamiento, los clsicos griegos y latinos nodeban estudiarse con el fin de alcanzar en ellos y por ellos el fin de toda educa-cin. Se proponan ponerlos al servicio de los intereses cristianos; deseaban para elfuturo, gracias a ellos, alcanzar una inteligencia ms profunda del cristianismo y laperfeccin de la vida moral. Movidos por estos mismos motivos, los Padres de laIglesia haban recomendado y fomentado el estudio de las lenguas antiguas. Lalucha no comenz y slo se volvi necesaria hasta que los jvenes humanistas re-chazaron toda la antigua ciencia teolgica y filosfica como brbara, y afirmaronque todo concepto cientfico se encuentra nicamente contenido en las obras de los

    antiguos, entraron en lucha abierta con la Iglesia y el cristianismo, y muy a menu-do lanzaron un desafo a la moral.

    La misma observacin con respecto a los artistas. La Iglesia, dice el mismohistoriador, haba puesto el arte al servicio de Dios, pidiendo a los artistas cooperara la propagacin del reino de Dios sobre la tierra e invitndolos a anunciar elEvangelio a los pobres. Los artistas respondiendo exactamente a este llamado, noelevaban la belleza sobre un altar para hacer un dolo y adorarlo para s mismos;

    ellos trabajaban para la gloria de Dios. Por sus obras maestras ellos deseabandespertar y aumentar en las almas el deseo y el amor de los bienes celestiales.Mientras el arte conserv los principios religiosos que le haban dado nacimiento,fue en constante progreso. Pero a medida que se desvaneca la fidelidad y la soli-dez de los sentimientos religiosos se vio esfumarse esa inspiracin. Mientras msse admir la divinidad extranjera, ms la quiso resucitar y dar una vida artificial alpaganismo, vino entonces a desaparecer su fuerza creativa, su originalidad; y, alfinal, cay en una sequa y aridez completa1.

    1 M Emile Mle que public los estudios tan sabios y tan interesantes sobre L ART RELIGIEUX AU XIII SIE-CLE y sobre LART RELIGEUX A LA FIN DU MOGEN AGE, termina la segunda de estas obras con estaspalabras: Es necesario reconocer que el principio del arte de la Edad Media estaba en oposicin completa con el principiodel arte del Renacimiento. La Edad Media que terminaba haba impreso todos los lados humildes del alma: sufrimiento,tristeza, resignacin, aceptacin de la voluntad divina. Los santos, la Virgen, el mismo Cristo, a veces dbiles aparecen alos pobres pueblos del siglo XV no tienen otra radiacin que aquella que viene del alma. Este arte es de una humildad

    profunda, el verdadero espritu cristiano estaba contenido en l. El arte del renacimiento es totalmente diferente, su prin-cipio oculto es el orgullo. Desde ahora el hombre se basta a s mismo y aspira a ser un dios. La ms alta expresin del artees el cuerpo humano desnudo: la idea de una cada, de una decadencia del ser humano, que alejaron por largo tiempo losartistas del desnudo, ya no se presenta ms en su espritu. Hacer del hombre un hroe radiante de fuerza y de belleza,

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    Bajo la influencia de estos intelectuales, la vida moderna tom una direccincompletamente nueva, opuesta a la verdadera civilizacin. Ya que, como muy bien

    dijo Lamartine:Toda civilizacin que no viene de la idea de Dios es falsa.

    Toda civilizacin que no alcanza la idea de Dios no permanece.

    Toda civilizacin que no se penetra de la idea de Dios es fra y vaca.

    La ltima expresin de una civilizacin perfecta es la que mejor ve a Dios, laque mejor lo adora, la que mejor es servida por los hombres1.

    El cambio se oper en primer lugar en las almas. Muchos olvidaron la con-cepcin segn la cual el fin de todo est en Dios para adoptar aquella que quiereque todo est centrado en el hombre. Al concepto del hombre decado y regene-rado, dice muy bien Beriot, el Renacimiento opone el concepto del hombre no ca-do ni regenerado, ascendindolo a una admirable altura por las nicas fuerzas desu razn y de su libre albedro. El corazn ya no est para amar a Dios, ni el espri-tu para conocerlo, ni el cuerpo para servirlo, y as merecer la vida eterna. La nocinsuperior que la Iglesia haba puesto tanto cuidado en fundar, y para la cual habatardado tanto tiempo, se borr en ste, en aqul, y en las multitudes; como en

    tiempos del paganismo, hicieron del placer, del disfrute, el objeto de la vida; bus-caron los medios en la riqueza, y para adquirirlos, no se tuvo en cuenta los dere-chos de los otros. Para los Estados, la civilizacin ya no tuvo ms como fin la santi-dad de todos, y las instituciones sociales abandonan los medios ordenados parapreparar a las almas para el cielo. De nuevo volvieron a encerrar la funcin de lasociedad en el tiempo, sin respeto a las almas que estn hechas para la eternidad.Entonces, como hoy en da, llamaron a eso progreso. Todo nos anuncia, deca conentusiasmo Campanello, la renovacin del mundo. Nada detiene la libertad delhombre. Cmo detener la marcha y el progreso del gnero humano? Las nuevas

    invenciones, la imprenta, el telescopio, el descubrimiento del Nuevo Mundo, etc.,sumndose al estudio de las obras de la antigedad, causaron una embriaguez deorgullo que hizo decir: la razn humana se basta a s misma para controlar sus

    escapando a las fatalidades de la raza, para elevarse hasta el tipo que ignora el dolor, la compasin, la resignacin; he aqubien (con toda suerte de matices) el ideal de Italia del siglo XVI.

    1 Citado por Mons. Perraud, obispo de Autun, en la fiesta del centenario del poeta.

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    asuntos en la visa social y poltica. No necesitamos una autoridad que apoye o rec-tifique la razn.

    As se invirti el concepto sobre el cual la sociedad haba vivido y por el cualella haba prosperado desde Nuestro Seor Jesucristo.

    La civilizacin renovada de paganismo, actu en primer lugar sobre las almasaisladamente, luego sobre el espritu pblico, despus sobre las costumbres y lasinstituciones. Sus devastaciones se manifestaron en primer lugar en el orden estti-co e intelectual; el arte, la literatura y la ciencia se retiraron poco a poco del serviciodel alma para ponerse al servicio de la animalidad: lo que esta revolucin trajoconsigo en el orden moral y en el orden religioso fue la Reforma. Del orden religio-

    so, el espritu del Renacimiento alcanz el orden poltico y social con la Revolu-cin. Y he aqu que atacando el orden econmico con el Socialismo. Es lo que debavenir, all encontrar su fin, o nosotros, el nuestro; su final, si el cristianismo re-anuda su imperio sobre el pueblo asustado o ms bien abrumado de los males queel socialismo har pesar sobre ellos; el nuestro, si el socialismo consigue empujarhasta el final la experiencia del dogma del libre disfrute en este mundo y hacernossufrir todas las consecuencias.

    Esto sin embargo, no se realiz ni avanz sin resistencia. Una multitud de al-mas permanecieron y permanecen siempre unidas al ideal cristiano, y la Iglesia

    est siempre all, en la sociedad, en medio de este conflicto que lleva cinco siglos deduracin, y que ha llegado hasta el estado crtico de nuestros das.

    El Renacimiento es, pues, el inicio del estado actual de la sociedad. Todo estoque sufrimos proviene de all. Si queremos conocer nuestro mal, y tomar de esteconocimiento el remedio radical a la situacin presente, es a ella que es necesarioremontarse1.

    Y sin embargo, los Papas favorecieron lo que fue el inicio de la civilizacin

    moderna! Una palabra de explicacin a esto se impone.

    1 Jen Guiraud, profesor de la Facultad de letras de Besanon, que acaba de publicar un excelente libro bajo elttulo La Iglesia y los orgenes del Renacimiento, nos servir de qua para recordar sumariamente lo que pas enesta poca. Este volumen hace parte de la Biblioteca de la enseanza de la Historia eclesistica publicada enLecoffre.

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    Los Padres de la Iglesia, recomendaron el estudio de los literatos de la anti-gedad y esto por dos razones: encontraron en ellos un excelente instrumento de

    cultura intelectual, y sirvi como un pedestal a la Revelacin; y as es como debeser: la razn es el apoyo de la fe.

    Fieles a esta direccin, la Iglesia y en particular los monjes, pusieron todos suscuidados en salvar del naufragio de la barbarie a los autores antiguos, de copiarlosy estudiarlos, servirse de ellos para la demostracin de la fe.

    Era por tanto, muy natural, que cuando comenz en Italia el renacimiento li-terario y artstico, los papas se hayan mostrado favorables.

    A las ventajas arriba sealadas, se aadieron otras, de un carcter ms inme-

    diato y til para esa poca. A partir de la mitad del siglo XIII, se haban iniciadouna serie de relaciones entre el papado y el mundo griego para obtener la vuelta delas iglesias de oriente a la Iglesia romana. Por una y otra parte se enviaban embaja-das. El conocimiento del griego era necesario para discutir contra los cismticos yofrecerles la argumentacin en su propio terreno.

    La cada del imperio bizantino dio ocasin a esta clase de estudios un nuevo ydecisivo impulso. Los cientficos griegos, aportando en occidente los tesoros litera-rios de la antigedad, excitaron un verdadero entusiasmo por las letras paganas, yeste entusiasmo se manifest ms entre los religiosos que en ninguna otra parte. Laimprenta sirvi para multiplicarlos y para adquirirlos a un costo muchsimo me-nor.

    Finalmente la invencin del telescopio y el descubrimiento del nuevo mundoabran a los pensamientos horizontes ms amplios. Aqu vemos el celo de los pa-pas, en primer lugar, los de Avignon, de enviar misioneros a los pases lejanos, yaportar un nuevo estmulo a la fermentacin de los espritus, buena en un princi-pio, pero del que el orgullo humano abus, tal como vemos en nuestros das abu-sar de los progresos de las ciencias naturales.

    Los papas tuvieron, pues, por toda clase de circunstancias providenciales, laoportunidad de llamar y reunir junto a ellos a los representantes dignos del movi-miento literario y artstico de que eran testigos. Lo tomaron como un deber y unhonor. Prodigaron los pedidos, las pensiones, las dignidades a aqullos que veanelevarse por sus talentos sobre otros. Desgraciadamente al fijar la mirada en el ob-jetivo que queran alcanzar, no tomaron bastante guardia a la calidad de las perso-nas que as fomentaban.

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    Petrarca a quien se le conoce como el primero de los humanistas, encontren la corte de Avignon la ms alta proteccin y obtuvo el cargo de secretario

    apostlico. Por lo tanto, se establece en la corte pontifical, la tradicin de reservarlas altas funciones de secretarios apostlicos a los escritores de mayor reputacin,de suerte que pronto se volvi uno de los hogares ms activos del Renacimiento.Hay santos religiosos como el camldulence Ambrosio Traversarui, pero desgra-ciadamente tambin los groseros epicuros como Pogge, Filelfe, Artin y otros. Apesar de la piedad, y a pesar mismo de la austeridad personal de los papas que enese tiempo edificaron la Iglesia1, no supieron, en razn de la atmsfera que los en-volva, defenderse de una condescendencia demasiado grande para con los escrito-res, quienes, a pesar de estar a su servicio, pasaron a ser pronto, por la pendiente a

    la cual se abandonaron, los enemigos de la moral y de la Iglesia. Esta condescen-dencia se extendi a las propias obras de ellos, en resumen, ellos llegaron a ser lanegacin del cristianismo.

    Todos los errores que vinieron a pervertir el mundo cristiano, todos los aten-tados perpetrados contra sus instituciones, tuvieron all su fuente; se puede decirque todo esto que asistimos fue preparado por los humanistas. Ellos son los inicia-dores de la civilizacin moderna. Ya Petrarca haba dibujado en el comercio de la

    antigedad sentimientos e ideas que habran afligido a la corte pontifical, si hubie-ra medido las consecuencias. l obviamente se inclin siempre ante la Iglesia, sujerarqua, sus dogmas, su moral; pero no fueron as los que lo siguieron, y se puededecir que fue l quien los puso en el mal camino por donde entraron. Sus crticascontra el gobierno pontifical autorizaron a Valla a minar el poder temporal de lospapas, acusarlos de enemigos de Roma y de Italia, y presentarlos como enemigosdel pueblo. Lleg incluso hasta negar la autoridad espiritual de los Soberanos

    1 Martn V tuvo un gusto constante por la justicia y la caridad. Su devocin era grande; dio pruebas brillantes

    en sucesivas ocasiones, sobre todo cuando trajo de Ostia las reliquias de Santa Mnica. Soport con una resig-nacin profundamente cristiana los lutos que vinieron a afectarlo golpe sobre golpe en sus ms costosos afec-tos. En su juventud, haba distribuido la mayor parte de sus bienes entre los pobres.

    Eugenio IV conserv en el trono pontificio sus prcticas austeras de religioso. Su simplicidad y su frugalidad lehaban hecho llamar por su ambiente con el apodo de Abstenius. Es con razn que Vespasiano celebr la santi-dad de su vida y de sus costumbres.

    Nicols V quiso tener en su intimidad el espectculo continuo de las virtudes monsticas. Para ello, llam antel a Nicols de Cortona y a Lorenzo de Mantua, dos camaldulences con los cuales gustaba hablar de las cosasdel cielo en medio de las torturas de su ltima enfermedad.

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    Pontfices en la Iglesia, negando a los papas el derecho de ser llamados vicarios dePedro. Otros recurrieron al pueblo o al emperador para restablecer, o bien la Re-

    pblica romana, o la unidad italiana, o un imperio universal; todas las cosas quevemos en nuestros das, han sido, o intentadas (1848), o realizadas (1870), o presen-tadas como el trmino de las aspiraciones de la francmasonera.

    Alberti prepar otra clase de atentado, ms caracterstico de la civilizacincontempornea. Jurista al mismo tiempo que literato, compuso un tratado de dere-cho. El proclama que a Dios debe dejarse el cuidado de las cosas divinas, y que las cosashumanas son de competencia del juez. Era, como observa Guiraud, declarar el divor-cio entre la sociedad civil y la sociedad religiosa; era abrir las vas a los que quierenque los gobiernos slo persigan fines temporales y sigan siendo indiferentes a los

    espirituales, defienden los intereses materiales y dejan a parte las leyes sobrenatu-rales de la moral y de la religin; decan que los poderes temporales son ineficaceso deben ser indiferentes en materia religiosa, que no tienen necesidad de conocer aDios, que no tienen que hacer observar su ley. En una palabra, era la frmula de lagran hereja social de los tiempos actuales, y arruinar en su base, la civilizacin delos siglos cristianos. El principio declarado por este secretario apostlico contenaen germen todas las teoras que reclaman nuestros modernos partidarios de lasociedad laica. Slo haba que dejar a este principio desarrollarse para llegar atodo esto de los cuales somos, en los das de hoy, tristes testigos.

    Atacando as, por su base a la sociedad cristiana, los humanistas invertan almismo tiempo en el corazn del hombre el concepto cristiano de su destino. Elcielo, escriba Collaccio Salutati, en su Tratado de Hrcules, pertenece de derecho alos hombres enrgicos que emprenden grandes luchas o realizaron grandes traba-jos sobre la tierra. Sacaron de este principio las consecuencias. El ideal antiguo ynaturalista, el ideal de Zenn, de Plutarco y de Epicuro, era multiplicar al infinitolas energas de su ser desarrollando armoniosamente las fuerzas del espritu y delcuerpo. Este pas a ser el ideal que los fieles del Renacimiento substituyeron en sus

    costumbres, as como en sus escritos, a las aspiraciones sobrenaturales del cristia-nismo. Es en nuestros das el ideal que Frederic Nietzsche promovi al extremopredicando la fuerza, la energa, el libre desarrollo de todas las pasiones que harnllegar al hombre a un estado superior al que se encuentra, para llegar a convertirseen el superhombre.1

    1 La glorificacin de lo que los americanistas llaman, las virtudes activas, parecen venir de aqu, por mediodel protestantismo.

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    Para estos intelectuales, y para quienes los que los escucharon, y los que hastanuestros das se consideran sus discpulos, el orden sobrenatural, queda comple-

    tamente dejado de lado; la moral se convirti en la bsqueda de satisfacer a todoslos instintos; el gozo de la vida, bajo todas sus formas, fue el objeto de sus actosjudiciales. La glorificacin del placer era el tema preferido de las disertaciones delos humanistas. Laurent Valla afirmaba en su tratado De Voluptate que el placer esel verdadero bien, y que no hay otros fuera del placer. Esta conviccin le llev al, y tambin a otros, a poetizar los peores vicios. De esta manera eran prostituidoslos talentos que tendran que ser empleados a vivificar la literatura y el arte cristia-nos.

    Desde todos los puntos de vista, se vena venir el divorcio entre las tendencias

    del Renacimiento y las tradiciones del cristianismo. Mientras que la Iglesia seguapredicando la caducidad del hombre, afirmando su debilidad y la necesidad deuna ayuda divina para la realizacin del deber, el humanismo alimentaba sus fren-tes en Jean Jacques Rousseau para declarar la bondad de la naturaleza: era la deifi-cacin del hombre.

    Mientras que la Iglesia asignaba a la vida humana una razn y un objetivosobrenaturales, colocando en Dios el trmino de nuestro destino, el humanismo,volviendo a ser pagano, limitaba a este mundo y al hombre el ideal de la vida.

    Desde Italia, el movimiento alcanz otras partes de Europa.

    En Alemania, el nombre de Reuchlin fue, sin que este cientfico lo quisiera, elgrito de guerra de todos los que trabajaron en destruir las Ordenes religiosas, laescolstica y, finalmente, la propia Iglesia. Sin el escndalo que se hizo en torno del, Lutero y sus discpulos nunca se hubieran atrevido a soar lo que ellos realiza-ron.

    En los Pases Bajos, Erasmo prepar, tambin, las vas a la Reforma por su

    Elogio a la locura. Lutero no hizo ms que proclamarlo mucho ms alto. Y realizaraudazmente lo que Erasmo no haba dejado de insinuar.

    Francia tambin se haba apresurado a acoger en su casa las letras humanas;no hubo punto alcanzado, al menos en el orden de las ideas, por tan nefastos efec-tos. No fue as mismo para las costumbres. Desde que las costumbres de los ex-tranjeros comenzaron a agradarnos es el gran canciller Vair, que vio esto que nos

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    lo dice los nuestros se pervirtieron y corrompieron tanto que podemos decir:Hace tiempo que ya no somos franceses.

    En ninguna parte, las elites de la sociedad tuvieron la bastante clarividenciapara separa de lo que all haba de sano de lo que all haba de infinitamente peli-groso en el movimiento de ideas, sentimientos, aspiraciones que recibi el nombrede Renacimiento. De modo que, por todas partes, la admiracin para la antigedadpagana pas a transformarse en la base de las letras, del arte y de la civilizacin. Yla civilizacin comenz a transformarse para llegar a ser lo que es hoy, y lo queesperamos ver ser maana.

    Dios sin embargo, no dej a su Iglesia sin ayuda, esto se puede afirmar con

    toda seguridad. Muchos santos, entre ellos San Bernardino de Siena, no dejaron desealar y denunciar el peligro. Sin embargo no se les escuch. Y por eso el renaci-miento gener la Reforma y la Reforma la Revolucin cuyo objetivo bien conocido,es destruir la civilizacin cristiana y substituirla en todo el universo por la llamadacivilizacin moderna.

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    CAPTULO IV

    LA REFORMA,

    HIJA DEL RENACIMIENTO

    En su libro La Reforma en Alemania y en Francia, un antiguo magistrado, elconde J. Boselli, dice que el seor Paulin Paris, uno de los cientficos ms eruditos

    sobre la Edad Media y uno de los que la conocieron mejor, dijo un da en su pre-sencia a un interlocutor que se asombra de la gran diferencia de la Francia moder-na con la de antes, obscurecida por las tinieblas del la Edad Media: deseng-ense, la Edad Media no era tan diferente de los tiempos modernos de lo que cree;las leyes eran diferentes, as como los corazones y las costumbres, pero las pasioneshumanas eran las mismas. Si uno de nosotros fuera transportado a la Edad Media,vera en torno de si labriegos, soldados, sacerdotes, financieros, desigualdades so-ciales, ambiciones, traiciones. LO QUE CAMBIA ES EL FIN AL CUAL ESTABADIRIGIDA LA ACTIVIDAD HUMANA. No se podra decir mejor. Los hombres

    de la Edad Media eran de la misma naturaleza que nosotros, naturaleza inferior ala de los ngeles y, ms aun, decada por el pecado original. Tenan nuestras mis-mas pasiones, y a veces, se dejaban llevar por ellas, a menudo a excesos ms vio-lentos. Pero el objetivo de esos hombres, en su mayora, era alcanzar la vida eterna;las costumbres, las leyes y los hbitos se haban inspirado con ese fin; las institu-ciones religiosas y civiles dirigan a los hombres hacia su fin ltimo, y la actividadhumana estaba dirigida, en primer lugar, a alcanzar perfeccin del hombre inter-ior.

    En nuestros das aqu est el resultado del Renacimiento, la Reforma1

    y laRevolucin2 el punto de vista cambi, el objetivo ya no es el mismo; lo que sequiere, lo que se busca, no por individuos aisladamente, sino que por el impulsodado a toda la actividad social, es la mejora de las condiciones de la vida presente

    1 Nota nuestra: entindase Reforma protestante.2 Nota nuestra: entindase Revolucin Francesa, Liberalismo, Socialismo, Comunismo, Modernismo, ConcilioVaticano II, etc. En otras palabras, en IGUALITARISMO. Porque la Revolucin, al ser una ideologa gnstica,es esencialmente igualitaria.

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    para alcanzar a un mejor y ms universal goce de la vida. Lo que hoy se cuentacomo progreso, no es ms aquello que contribuye a una mayor perfeccin moral

    del hombre, sino lo que aumente su soberana sobre la materia y la naturaleza, conel fin de ponerla ms completa y dcilmente al servicio del bienestar temporal.

    Para alcanzar este bienestar, se declar la necesidad de la independencia de larazn frente a la Revelacin, la independencia de la sociedad civil frente a la ley deDios: estas son las etapas en la va del progreso perseguido por el Renacimiento,la Reforma y la Revolucin.

    No se crea que los humanistas, literatos y artistas, cuyas aberraciones vemos

    en ese triple movimiento intelectual, moral y religioso, formaron solamente peque-os cenculos cerrados, sin eco, sin accin exterior. En primer lugar, los artistashablaban a todos, y para dar un ejemplo, cuando Filarte busc en la mitologa, ladecoracin de las puertas de bronce de la baslica de San Pedro, no fue ciertamenteal pueblo a quin se volvi. Adems, es en la corte de los prncipes que los huma-nistas tenan sus academias; all componan sus libros; all extendan sus ideas, ins-talaban sus costumbres; esto es porque siempre es desde la cumbre por donde des-ciende todo mal y todo bien, toda perversin al igual que toda edificacin.

    No hay razn para asombrarse de que la Reforma, que hizo su primera tenta-tiva de aplicacin prctica de las nuevas ideas emitidas por los humanistas, fueserecibida y propagada con tanto ardor por los prncipes en Alemania y en otros lu-gares, y no haya encontrado en el pueblo una tan fcil aceptacin.

    La resistencia fue bastante dbil en Alemania; ms vigorosa fue en Francia. Elcristianismo haba penetrado ms profundamente en las almas de nuestros padresque en otras partes; este espritu cristiano, combatido por las teoras de los huma-nistas, sobrevivi mucho ms tiempo en la manera de vivir, de pensar y sentir delpueblo. En nuestra patria fue una lucha mucho ms encarnizada y prolongada.

    Comenz con las guerras de religin, y continu con la Revolucin, y sta continuaen nuestros das, como Waldeck-Rousseau observ muy bien. Con medios diferen-tes a los utilizados en el comienzo, contina en nuestros das, el conflicto entre elespritu pagano, que quiere reaparecer, y el espritu cristiano que lucha por sobre-vivir. Tanto en la actualidad, como en el primer da, uno y otro espritu quierentriunfar sobre su adversario, el primero por la violencia con que cierra las escuelaslibres, despoja y exilia a las rdenes religiosas; el segundo, por el recurso a Dios y

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    la preservacin de la enseanza cristiana por todos los medios que quedan a sudisposicin.

    Las diversas aventuras de este largo drama tienen en suspenso el cielo, la tie-rra y el infierno; ya que si Francia termina por rechazar el veneno revolucionario,ella restaurar en todo el mundo la civilizacin cristiana ya que ella fue la primeraen comprenderla, adoptarla y propagarla. Si ella sucumbe, el mundo tiene todoque temer.

    El protestantismo nos vino de Alemania y sobre todo desde Ginebra. Estbien decirlo as. Era imposible calificar la reforma de Lutero sin otra palabra que la

    de protesta, ya que es una protesta contra la civilizacin cristiana, protesta contrala Iglesia que la haba fundado, protesta contra Dios de quien emanaba. El protes-tantismo de Lutero es el eco sobre la tierra del Non serviam1 de Lucifer. ste pro-clama la libertad, la rebelda de Satans: el liberalismo. Dice a los reyes y a losprncipes: empleen vuestro poder para sostener y hacer triunfar mi rebelin con-tra la Iglesia y os librar de toda autoridad religiosa2.

    Todo lo que la Reforma haba recibido del Renacimiento y que ella debatransmitir a la Revolucin est en esta palabra: Protestantismo.

    Comunicado de individuo a individuo, el protestantismo gan pronto deprovincia en provincia. El historiador alemn y protestante Ranke nos seala culfue su gran medio de seduccin: La licencia que el Renacimiento haba propagado.Mucha gente abraz la Reforma, dice, con la esperanza de que le garantizara unamayor libertad en la conducta privada. Es que, en efecto, existe entre el catolicis-mo y el protestantismo, tal como fue predicado por Lutero, una diferencia radical.El catolicismo promete recompensas futuras a la virtud y amenaza los vicios concastigos eternos: por esto, pone a las pasiones humanas un freno ms potente. LaReforma prometa el cielo a todos los hombres, incluso al ms criminal, bajo la sola

    reserva de un acto de fe interior por medio del cual obtena su justificacin perso-nal por la imputacin de los mritos de Cristo. Si, por efecto de esta persuasin,que es fcil conseguir, a los hombres les est garantizado ir al cielo, mantenindoseen el pecado, e incluso al ms criminal, bien tonto sera aqul que renunciara a ob-tener aqu abajo todo lo que encuentra a su alcance.

    1 No servir (N. del T.)2Oeuvres de Luther, XII, 1522 et XI, 1867.

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    La presencia de personas que seguan estos principios dentro de un pas pro-

    fundamente catlico que y se esforzaban en propagarlos, debera traer al Estadociertos desrdenes; estos se volvieron ms profundos cuando el protestantismo nose limit ms a predicar a los individuos la fe sin las obras, sino que, una vez quese sintieron lo bastante fuerte para querer apoderarse del reino, con el fin de arran-carle sus tradiciones y moldearlo a su manera.

    Desde Clovis, el catolicismo no haba dejado un solo da de ser la religin delEstado. Estas tradiciones carolingeas y merovingeas se conservaran completamen-te intactas hasta la Revolucin. Durante medio siglo, los protestantes intentaronseparar de su Madre a la hija primognita de la Iglesia; usaron alternativamente el

    engao y la fuerza para apoderarse del gobierno, y para poner al muy catlicopueblo francs bajo el yugo de los reformadores como acababan de hacerlo enAlemania, en Inglaterra y en Escandinavia. Ellos estuvieron a punto de lograrlo.

    Despus de la muerte de Francisco de Guise, los Hugonotes eran amos de to-do el Medioda. No duraron, para apoderarse del resto, en recurrir a los alemanesy a los ingleses, sus correligionarios. Para los ingleses ellos cedieron Havre; a losalemanes les prometieron la administracin de los enclaves de Metz, Toul y Ver-dum1. Finalmente, con la Rochelle, ellos haban creado materialmente un Estadodentro del Estado. La intencin era sustituir la monarqua cristiana por un gobier-no y un estilo de vida modelado bajo el estilo de Ginebra, es decir, la Repblica2.

    Los hugonotes, deca Tavannes, estn fundando una democracia. El plan se hab-a trazado en Vern, y los estados del Languedoc reclamaban su ejecucin en 1573.El jurista protestante Franois Hatman ejerca sobre el espritu, en el sentido de-mocrtico, una gran influencia con su libro Franco-Galia en 1573. Pone al servicio delas teoras republicanas una historia a su manera, para atraer por medio de refuer-zo de textos y afirmaciones, a los Franceses a su constitucin primitiva. La so-berana y principal administracin del reino, deca, perteneca a la general y so-lemne asamblea de los tres Estados. El Rey reina, pero no gobierna. El Estado y la

    1 Ver Ranke2 Hanotaux (Histoire du cardinal Richelieu, t. XII, 2 parte, justifica as la revocacin del edicto de Nates:

    Francia no poda ser fuerte, mientras contuviera en su seno un cuerpo organizado, en plena paz, sobre el piede guerra, con jefes independientes, cuadros militares, plazas de seguridad, presupuesto y justicia separada,armada siempre preparada para la campaa. Era necesario reconocer la existencia de un Estado dentro delEstado? Se podra admitir que los numerosos y ardientes franceses tuvieran siempre la amenaza en la boca yla rebelin en el corazn? Toleraran por siempre el recurso insolente del extranjero? Un estado no puedesubsistir si est dividido. Para garantizar la unidad del reino, para recoger todas las fuerzas nacionales, paralas luchas exteriores que se preparaban, era necesario minar el cuerpo de los hugonotes en Francia o conducir-lo a composicin.

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    Repblica son todo, el Rey nada. El lanza a sus lectores a la plena soberana delpueblo.

    En la Franco-Galia tuvo una repercusin enorme. Los panfletarios hugonotesno podran haberla sorprendido mejor. El sistema expuesto en este libro es la de-mocracia tal como se vive hoy. Es que esta forma de gobierno, al dar a los agitado-res un fcil acceso a los primeros cargos del Estado, les obtuvo el poder para pro-pagar sus doctrinas; al mismo tiempo, responde mejor a las ideas de independen-cia que eran el fondo de la Reforma, al derecho que el Renacimiento quera conferiral hombre de dirigirse a s mismo hacia el ideal de felicidad que se le presentaba.

    Francia, por culpa de los hugonotes, estaba al borde del abismo.

    La situacin no era menos crtica para la Iglesia catlica. Acababa de perderAlemania, Escandinavia, Inglaterra y Suiza; los Pases Bajos se levantaban contraella. La apostasa de Francia, si vena a producirse, deba causar en todo el mundoun escndalo ms pernicioso y un golpe ms profundo: sobre todo teniendo encuenta que Espaa deba seguirla. El objetivo ms constante en todo el partido pro-testante, para el cual Coligny no dej de trabajar, consista en implicar a Francia enliga general con todos los estados protestantes para aplastar a Espaa, la nicagran nacin catlica que segua siendo poderosa. Habra sido la ruina completa de

    la civilizacin cristiana.

    Dios no lo permiti y Francia tampoco. Los Valois debilitados, vacilaban, va-riaban, en su poltica. La liga naci para tomar en la mano la defensa de la fe, paramantenerla en el pas y en el gobierno. Los catlicos, que formaban an la mayorade los franceses1, quisieron tener jefes absolutamente inquebrantables en su fe. Eli-gieron la casa de Guise. Cualquier juicio valrico, que se haga sobre las guerras dereligin, dice Boselli, es imposible no mencionar la casa de Guise, que fue, durante

    todo este perodo, la encarnacin misma de la religin del Estado, del culto nacio-nal y tradicional al cual tanto los franceses permanecan unidos. La casa de Guisepersonific el ideal de fidelidad catlica. Los Guise se habran convertido muy

    1 Los protestantes no eran ms que cuatrocientos mil en 1558. Esta es la cifra que da el historiador protestanteRanke. Castelnau siendo testigo bien informado va ms lejos; l afirma que los protestantes representaban el1% de la poblacin. Son para este puado de calvinistas que los catlicos transfieren su pas devastado durantecincuenta aos.

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    probablemente en reyes de Francia si Enrique III se hubiera hecho protestante, o siEnrique IV no se hubiese hecho catlico.

    Dios quiso conservar a Francia su raza real, como lo haba hecho una primeravez por la misin otorgada a Juana de Arco. El heredero del trono, segn la leyslica, era Enrique de Navarra, discpulo de Coligny, protestante y jefe de los pro-testantes. Dios cambi su corazn. Francia recuper la paz, y Luis XIII y Luis XIVvolvieron a poner a nuestro pas sobre el camino de la civilizacin catlica. Diga-mos mientras que este ltimo cometi esta falta, que deba tener tan graves conse-cuencias, la de apoyar la declaracin de 1682. Esta contena dentro de sus lneas laconstitucin civil del clero, ella comenzaba la obra ms nefasta de todas, la de lasecularizacin que contina en nuestros das hasta sus ltimas consecuencias.

    Luis XV, que se sum a las costumbres del Renacimiento, vivi la obra de descris-tianizacin comenzada por la reforma, recogida por Voltaire y los enciclopedistasprecursores de Robespierre, antepasados de los que nos gobiernan actualmente.Taine lo dijo muy bien: La Reforma no es ms que un movimiento particular de-ntro de una revolucin que comenz antes que ella. El siglo XIV inicia la marcha,y despus, cada siglo est preocupado en preparar, en el orden de las ideas, nuevasconcepciones y, en el orden prctico, nuevas instituciones. Desde este tiempo, lasociedad ya no busca su gua en la Iglesia, ni la Iglesia su imagen en la sociedad1.

    1Etudes sur les Barbares et le moyen ge, p. 374-375.

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    CAPITULO V

    LA REVOLUCIN INSTAURA EL

    NATURALISMO

    El protestantismo haba fallado; Francia despus de las guerras de religin,segua siendo catlica. Pero se haba depositado una mala levadura dentro de ella

    misma. Su fermentacin produjo, adems de la corrupcin de las costumbres, tresvenenos de carcter intelectual: el galicanismo, el jansenismo y el filosofismo. Laaccin de esto sobre el organismo social trajo la Revolucin, el segundo y ms te-rrible asalto a la civilizacin cristiana.

    As como lo demostrar la conclusin de este libro, todo el movimiento im-puesto a la cristiandad por el Renacimiento, la Reforma y la Revolucin es un es-fuerzo satnico para arrancar al hombre del orden sobrenatural establecido porDios al crearlo y restaurarlo por Nuestro Seor Jesucristo en la plenitud de lostiempos , con el propsito de confinarlo en el naturalismo.

    Como todo era cristiano en la constitucin francesa, todo debera ser destrui-do. La Revolucin se empe concienzudamente en lograrlo. En algunos meseshizo tabla rasa del gobierno de Francia, de sus leyes y sus instituciones. Queracrear un nuevo pueblo: esta es la expresin que se encuentra, a cada pgina, bajola pluma de los ponentes de la Convencin; mejor dicho: se proponan rehacer alhombre, as tal cual.

    Por ello, los Convencionales, de acuerdo con la nueva concepcin que el Re-nacimiento haba dado a los destinos del hombre, no pusieron lmite en su ambi-

    cin por la Francia; quisieron inocular la locura revolucionaria a los pueblos veci-nos, y a todo el universo. Su ambicin era invertir el edificio social para recons-truirlo nuevamente. La Revolucin, deca Thuriot a la Asamblea legislativa, en1792, no es solamente para Francia; tomaremos cuenta de la humanidad. Siyshaba dicho antes, en 1788: Levantaremos todo un golpe a nuestra ambicin de

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    querer servir de ejemplo a las naciones1. Y Barrre, en el momento en que los Es-tados Generales se reunan en Versalles, declar: ustedes, deben reiniciar la historia.

    Se ve claramente el trayecto que realiz el ideal del Renacimiento; cuanto msla Revolucin pona de manifiesto el final de su desarrollo, tanto ms audaz semostraba en su empresa, lo que no pudo mostrar, dos siglos antes, en la Reforma.

    En su nmero de abril de 1896, el peridico masnico Le Monde deca: cuandose realiza un ideal perseguido por mucho tiempo, se amplan los horizontes de unnuevo ideal que se ofrece a la actividad humana, siempre en marcha hacia un futu-ro mejor, se abren nuevos campos de exploracin, nuevas conquistas pendientes,nuevas esperanzas deben proseguir.

    Esto es verdadero solamente en las vas del bien. Como dice el Salmista, el justo dispuso en su corazn los grados para elevarse hasta la perfeccin que ambiciona2.Esto es igualmente verdadero en la va del mal.

    Los hombres del Renacimiento no llevaron sus vistas al menos todos msall que los de la Reforma. Los hombres de la Reforma fueron superados por los dela Revolucin. El Renacimiento haba desplazado el lugar donde se halla la felici-dad y cambi sus condiciones; declarando que su lugar estaba en este mundo. Laautoridad religiosa continuaba diciendo: Se equivocan, la felicidad est en el cie-lo. La Reforma rechaz la autoridad, pero mantuvo el libro de las Revelacionesdivinas3, que segua teniendo el mismo lenguaje. Los Filsofos negaron que Dioshaba hablado a los hombres, y la Revolucin ser esforz en ahogar a sus testigosen sangre, con el fin de establecer libremente el culto de la naturaleza.

    El peridicoJournal des Dbats, en uno de sus nmeros de abril de 1852, reco-noca esta filiacin: Somos revolucionarios; pero somos hijos del renacimiento yde la filosofa antes de ser hijos de la revolucin.

    Intil sera extendernos detenidamente sobre la obra emprendida por la Re-volucin. El Papa Po IX la caracteriz en una frase, en su Encclica del 8 de di-ciembre de 1849: La Revolucin est inspirada por el mismo Satans; su objetivoes destruir por completo el edificio del cristianismo y reconstruir sobre sus ruinasel orden social del paganismo. Destruy en primer lugar el orden eclesistico.

    1Es esto el tercer Estado?2 Ps. LXXXIII, 6-7.3 Nota nuestra: se refiere a las Sagradas Escrituras, tambin conocida como la Biblia.

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    Durante mil doscientos aos y an ms, segn la expresin enrgica de Taine, elclero haba trabajado en la construccin de la sociedad como arquitecto y como

    constructor, en primer lugar solo, luego, casi solo; en determinado momento, se lovio en la imposibilidad de continuar su obra, y se lo quiso poner en la imposibili-dad de nunca reanudarla. Luego se suprimi la realeza, el vnculo vivo y perpetuode la unidad nacional. Se deshizo de la nobleza, guardiana de las tradiciones y delas clases trabajadoras, que son las ms conservadoras del pasado. Luego de apar-tar a todos estos centinelas, se pusieron manos a la obra, mucho para destruir loque era fcil, poco por reedificar, lo que era menos.

    No tenemos que hacer aqu el cuadro de estas ruinas y estas construcciones.Digamos solamente que, en lo referente al edificio poltico, que el Renacimiento

    haba soado para la misma Roma, y que los protestantes haban ya intentadohacer en Francia substituyendo a la monarqua, y las obras que hoy realizan, sonexactamente las queridas por la francmasonera.

    Discpulos de J. J. Rousseau, los miembros de la Convencin de 1792 pusieroncomo fundamento del nuevo edificio este principio: que el hombre es bueno pornaturaleza; al respecto, enarbolaron la triloga masnica: libertad, igualdad, frater-nidad. Libertad para todos y para todo, puesto que el hombre tiene buenos instin-tos; igualdad, porque, tambin siendo buenos, los hombres tienen derechos iguales

    en todo; fraternidad, o ruptura de todas las barreras entre individuos, familias, na-ciones, para unir al gnero humano abarcndolo todo en una sola Repblica Uni-versal.

    En lo que toca a la religin, se organiz el culto de la naturaleza. Los huma-nistas del Renacimiento ya haban manifestado su deseo de hacerlo. Los protestan-tes no se haban atrevido a llevar la Reforma hasta all. En cambio, nuestros revolu-cionarios s lo intentaron.

    No llegaron a este exceso en el primer intento. Comenzaron invitando al clerocatlico participar en sus fiestas.

    Talleyrand preside el 14 de julio de 1790, la gran fiesta de la Federacin, ro-deado de 40 uniformados de la guardia nacional, portando sus banderas de bandastricolores, orquestado por 1.800 msicos, y en presencia de 25.000 diputados y400.000 espectadores. Pero pronto no quiso ya seguir estas exposiciones ms pa-triticas que religiosas: no conviene, deca, que la religin aparezca en las fiestaspblicas, lo religioso debe descartarse.

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    Descartado el culto nacional, era necesario buscar otro. Mirabeau propusouno ms abstracto: el objeto de nuestras fiestas nacionales, dijo, debe ser solamen-

    te el culto de la libertad y el culto de la ley.Eso pareci magro para algunos. Boissy-dAnglas lament muy en alto el

    tiempo en que las instituciones polticas y religiosas se prestaban una mutuaayuda, donde una religin brillante se presentaba con dogmas que prometan elplacer y la felicidad, adornada con todas las ceremonias que afectan los sentidos,de las ficciones ms alegres, de las ilusiones ms suaves.

    Sus deseos no tardaron en ser concedidos. Una nueva religin fue fundada,teniendo sus dogmas, sus sacerdotes, su domingo, sus santos. Dios fue sustituido

    por el Ser supremo y la diosa Razn, el culo catlico por el culto de la naturaleza1

    .El gran objetivo perseguido por la Revolucin, decaBoissy-dAnglas, es tra-

    er al hombre a la pureza, a la simplicidad de la naturaleza. Poetas, oradores, re-presentantes de la Convencin, no cesaban de hacer or invocaciones a la Natura-leza. Y el dictador Robespierre sealaba en estas palabras las tendencias, la volun-tad de los innovadores: Todas las sectas deben confundirse ellas mismas en la re-ligin universal de la Naturaleza.2 Esto es lo que actualmente quiere la AlianzaIsrael Universal, en esto trabaja, y tiene como misin de establecer en el mundo,hacindolo, eso s, con menos precipitacin y con ms conocimientos tcnicos.

    Nada poda responder mejor a las aspiraciones de los humanistas del Rena-cimiento. En la fiesta del 10 de agosto de 1793, una estatua de la Naturaleza fuelevantada sobre la plaza de la Bastilla, y el presidente de la Convencin, Hrault deSchelles, le envi este homenaje oficial en nombre de Francia: Soberana de lossalvajes y de las naciones esclarecidas, oh Naturaleza! este pueblo inmenso, arma-do a los primeros rayos del da ante tu imagen, es digno de ti. Es libre, est en tuseno, est en tus fuentes consagradas, que recuper sus derechos, que se regener.Despus de haber atravesado tantos siglos de errores y de servidumbre, era nece-sario volver a entrar en la simplicidad de tus vas para encontrar la libertad y laigualdad. Naturaleza, recibe la expresin del compromiso eterno de los francesespor tus leyes!

    1 En la fiesta del Ser supremo, es la Naturaleza que recibi los homenajes de Robespierre y de los representan-tes de la nacin. Ver A la busqueda de una religin civil, por el abad Sicard, p133-144. tomamos prestado a estelibro los hechos que informamos aqu.

    2 Discours du 7 mai 1794.

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    El acta aade: Tras finalizar esta especie de himno, solo rezado, despus delos primeros siglos del gnero humano, dirigido a la Naturaleza por los represen-

    tantes de una nacin y por sus legisladores, el presidente ha bebido una copa, deforma antigua, de agua que brotaba del seno de la Naturaleza: hizo libaciones entorno de la Naturaleza, bebi de la copa y la present a los representantes del pue-blo Francs. Como se ve, el culto es completo: rezo, sacrificio, comunin.

    Con el culto, las instituciones. Es por las instituciones, escriba el Ministro dePolica Duval,