La Constitucion Verbo Transitivo
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Luis Eduardo Montoya Medina
LA CONSTITUCION VERBO TRANSITIVO
Por: LUIS EDUARDO MONTOYA MEDINA Enero de 2000
1.- Una cuestión saldada
En celebérrima conferencia de abril de 1862 Ferdinad Lasalle justamente formuló
como hipótesis la cuestión sobre “ Qué es una Constitución “ y, aunque tal vez
no fuera el primero en indagárselo, descartando las que denominó “ definiciones
jurídicas de carácter formal ” 1 , intentó una respuesta filosófica y política que
pretendía sumergirse en las raíces del real o verdadero poder que las sustenta,
bajo el influjo de la filosofía del materialismo dialéctico y evidentemente del
positivismo científico y jurídico, en boga, cuando sostuvo que refleja “ los factores
reales de poder que rigen dentro de cada sociedad y son aquella fuerza activa y eficaz que informa la
totalidad de las leyes e instituciones jurídicas de tal sociedad, causando el que no puedan ser, en
esencia, sino tal y como son “ 2. Sin la pretensión de emularle, ni siquiera de
desconocer su aporte al estudio del asunto y sin que todavía sepamos plantearlo
ora como una afirmación o bien como simple duda lanzada sobre el futuro,
intentamos a través de estas líneas exponer algunas referencias iniciales, con el
innegable y evidente temor de quien se adentra en lugares de semejantes
honduras, al señalar que, también, una constitución es un verbo transitivo.
Sobreseemos la preocupación semántica y gramatical sugerida por un eventual
retruécano y mero calambur escondido en la intitulación escogida 3 y damos por 1 Como aquellas según las cuales “ una constitución es un pacto jurado entre el monarca y el pueblo, mediante el cual se fijan los principios fundamentales de las leyes y del gobierno dentro de los limites de un país “. ¿ QUÉ ES UNA CONSTITUCIÓN ?, FERDINAD LASALLE, Editorial Panamericana. Santafé de Bogotá 1996 Pag 3 2 LASALLE, loc cit Pag 7 3
? En la gramática española el sustantivo designa el ser o cosa, pero a la vez sustantivo como adjetivo alude a lo esencial y fundamental. La voz constitución es una acción verbal de
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descontado que, a estas alturas históricas, nos referimos al modelo iuspositivista,
según el cual la constitución es una norma; para algunos, una ley especial;
para otros una ley mas o menos rígida y no pocos que son la mayoría
actualmente, hasta le dotarán de su carácter de “super norma”, de donde se
inferirá su influjo sobre la organización social en un territorio especifico como
regla basilar y fundante del sistema de fuentes del Derecho. Pero igualmente
nos adentramos en el asunto sin desentendernos del influjo del Positivismo
Moderado, “ dúctil “, según el cual las normas, las leyes y naturalmente la primera
de ellas, la Constitución, y “ si, mediante una palabra lo mas aproximada posible, quisiéramos
indicar el sentido de este carácter esencial del derecho de los Estados constitucionales actuales, quizá
podríamos usar la imagen de la ductilidad “, como de la mano de Zagrebelsky diríamoslo,
para quien “ La coexistencia de valores y principios, sobre la que hoy debe basarse necesariamente
una Constitución para no renunciar a sus cometidos de unidad e integración y al mismo tiempo no
hacerse incompatible con su base material pluralista, exige que cada uno de tales valores y principios se
asuma con carácter no absoluto, compatible con aquellos otros con los que debe convivir “ 4; tanto que
según él, “ el único contenido SOLIDO que la ciencia de una Constitución pluralista debería defender
rigurosa y decididamente contra las agresiones de sus enemigos es el de la pluralidad de valores y
principios. El único valor “ simple” es el de la atemperación necesaria y el único contenido constitucional
que no se presta a ser “ integrado “ en otros mas comprensivos y que, por consiguiente puede asumir la
dureza de un concepto constitucional " combatiente “ es el de la necesaria coexistencia de sus
contenidos “ 5 .
constituir, pero a su vez expresa la forma de su composición. Jurídicamente está ligada a la ley fundamental de la organización de un Estado Los verbos son una categoría lingüística opuesta funcionalmente al nombre y que expresa dentro de la oración la acción o estado del sujeto. Verbo seria la intención hecha movimiento ajustada en sus temporalidades y en sus “ inflexiones “ que nos han servido para mencionar el pasado, para referirnos al presente y para provocar el futuro. Los verbos son transitivos e intransitivos. Transitivo es un adjetivo de lo que se transfiere de uno a otro, denota movimiento, y verbo transitivo es el que expresa una acción que pasa directamente del sujeto al complemento. Es nuestra intención precisar que la comunidad sujeta a la constitución es la obligada a la acción en ella contenida.
4 “ El Derecho Dúctil, GUSTAVO ZAGREBELSKY, Editorial Trotta, Madrid, 1995, pag 14 5
? ZAGREBELSKY, loc cit pág 17
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Esa es una perspectiva ya discutida enfáticamente en el último tercio del siglo XX
por autores positivistas como H.L.A Hart con su “ regla de reconocimiento”,
como por Ronald Dworkin en sus lucubraciones sobre la “ discrecionalidad “ de
los jueces y, sin menospreciar otros de igual significación, por autores como
Peces Barba, no obstante su disenso escrito como epilogo a la traducción
española de la obra de Zagrebelsky ( IL Diritto mite 6 ), inclinándose por el “
positivismo corregido, abierto, flexible e incluso dúctil ”, como prefiere llamarle, donde “ los
criterios de validez del derecho también deben ser establecidos por una norma de identificación de
normas que sea norma básica puesta del sistema ”, señalando también que denomina “
moralidad ética “, a los “ criterios de moralidad que forman parte de la norma básica de
identificación de normas “.7 Tal norma básica de modo implícito en Peces Barba
dentro del modelo positivista no es otra que la carta fundamental del estado, como
lo subentienden los ius positivistas.
Naturalmente que en este creciente diálogo de ius filósofos la constitución es un
plus normativo. Tanto en la filosofía antigua como en el derecho mas remoto ha
existido la presencia de una regla organizadora, muestras de ello en la historia
griega y romana hallaremos, aunque en un contexto histórico diverso, en las
doctrinas medievales, absolutistas y naturalmente que en el movimiento del
filosofismo iluminista. En autores americanos del siglo XVIII la constitución ya era
entendida como “ una ley fundamental ”, lo recordamos valiéndonos de
Hamilton, uno de los constituyentes americanos. En pleno auge del positivismo
jurídico ( década de 1920) Hans Kelsen, a través de las transformaciones
sufridas, dirá que la noción de constitución ha conservado la idea central de ser “ un principio supremo que determina el orden estatal en su totalidad y la esencia de la comunidad
constituida por este orden ”, por lo que dicho principio “ expresa jurídicamente el equilibrio de
las fuerzas políticas en el momento en que se toma en consideración; es la norma que regula la
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? La traductora prefirió la locución “ dúctil “, a Italiana que sería “manso “ 7 “ Desacuerdos y acuerdos con una obra importante “, epílogo a “ Derecho Dúctil “, pag 116
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elaboración de las leyes, de las normas generales en ejecución de las cuales se ejerce la actividad de los
órganos estatales, de los tribunales y de las entidades administrativas ” 8. De aquí a concluir que
la Constitución es la fuente de las normas no hay mas que un paso. El
impedimento generado por Kelsen y sus rígidos seguidores consistió en el
obstáculo insuperable que impidió colocar en la base del ordenamiento, como dijo
Baldassare, “ precisos valores sustanciales. En que el esquema, el único fundamento lógicamente
admisible venia establecido por principios de orden formal y en particular, por la traducción en términos
jurídicos del imperativo categórico moral Kantiano, una traducción que se resumía en el principio que
proclamaba la igualdad de todos los hombres frente a la ley “ 9, dado que el propio Kelsen
había descalificado la posibilidad de aplicar reglas del derecho natural, al hallarnos
en “ presencia de meros postulados que NO son jurídicamente obligatorios “ 10; marcando
tajantemente los linderos de las dos escuelas jurispresentes. Con todo, el rigor
Kelseniano no era tan estricto, pues en el mismo lugar admitía que si dichos
postulados se “positivaban “ ( se concretaban en una norma jurídica, diríamos),
obligarían porque obviamente pasaban a ser una norma jurídica. Veámoslo : “ Y solo
aparentemente ocurre otra cosa cuando, como sucede a veces, la propia constitución se refiere a estos
principios al invocar ideales de equidad, de justicia, de libertad, de igualdad, de moralidad, etc., sin
precisar al menos la forma en que deben entenderse. Si estas formulas de limitan a recubrir la ideología
política usual con la que todo ordenamiento jurídico trata de adornarse, la apelación a la equidad, la
libertad, la igualdad, la justicia, la moralidad, etc., significa únicamente, al faltar una precisión del
contenido de estos valores, que tanto el legislador como los órganos de ejecución de la ley están
autorizados para llenar discrecionalmente el espacio que les dejan la Constitución y la ley “ 11, aunque
“ las fórmulas en cuestión no tienen, pues, de forma general, una gran significado. No añaden nada a la
realidad efectiva del Derecho “ 12.
8 “ La Garantía Jurisdiccional de la Constitución ( La justicia Constitucional) en “ Escritos sobre la democracia y el socialismo “, KELSEN H., Ed Debate, Madrid, 1988, pags 114-115 9
? “ Constitución y Teoría de los Valores “, ANTONIO BALDASSARE, en Revista de las Cortes Generales, 1994, pag 28 10
? KELSEN, loc cit, pag 141
11 KELSEN , loc cit pag 142
12 KELSEN, loc cit, pag 142
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Sin embargo, el incesante escalpelo jurídico prosiguió y reaccionó ante el
vaciamiento del contenido normativo y por ende en autores como Baldassare la
constitución del Estado contemporáneo “ es una constitución de valores,... un orden de
valores sustancial o material superior, y ello implica a su vez, la existencia de una doble legalidad, una,
por así decirlo, “ legalidad legal “, y otra “ legalidad constitucional “, y semejante dicotomía
comporta una solución y una mediación que responde a la lógica de la
ragionevoleza”, donde ésta equivalente, a una “ cualidad referida a los actos o decisiones
que no parecen contrarias a aquellas pautas de conducta que en las especificas circunstancias objeto de
consideración, habría podido seguir un hombre dotado de razón “ 13.
Como exponente de esta línea de pensamiento jurídico hallaremos que en
Haberle la constitución “ constituye el poder y lo limita. No es solo un texto jurídico, sino también
un contexto cultural. Comentarios, textos, instituciones y procedimientos simplemente jurídicos no llegan a
abarcarla. La constitución no es solo un orden jurídico para juristas, que estos deberían interpretar de
acuerdo con las viejas y nuevas reglas del oficio. Actúa esencialmente también como guía para no
juristas: para ciudadanos y grupos. No es la constitución solo un texto jurídico o un entramado de reglas
normativas sino también expresión de una situación cultural de un pueblo, espejo de su legado cultural y
fundamento de sus esperanzas: Las constituciones vivas, como obra de todos los intérpretes de la
constitución en una sociedad abierta, son mas bien, de acuerdo con su forma y su contenido, expresión y
mediación de cultura, marcos para la recepción y ( re ) producción cultural, así como archivo cultural para
las transformaciones, las experiencias, las vivencias y el saber popular recibidos “ 14, que remata
con la poética expresión de Goethe actualizada por H Heller, según la cual la
constitución del Estado es una “ forma acuñada que viviendo se desarrolla “.
Para Ferrajoli la constitución encierra “ utopías de derecho positivo, que aunque
irrealizables completamente, establecen perfectamente, sin embargo, en cuanto derecho sobre el
derecho, las perspectivas de transformación del derecho mismo hacia la igualdad en los derechos
13 BALDASSARE, loc cit pag 2914
? HABERLE, P, loc cit. Pag 46
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fundamentales, ( .... ) que son un fenómeno artificial y convencional construido por los hombres para
tutelar sus necesidades o derechos naturales “ 15 , y su noción histórica, discursiva, es la
muestra del devenir de “ una ampliación progresiva de la esfera de los derechos: del derecho a
las libertades en las primeras Declaraciones de derechos y en las constituciones del XVIII, al derecho a
la huelga y a los derechos sociales en las constituciones de este siglo ( XX) , hasta los nuevos derechos
a la paz, al medio ambiente, a la información, reivindicados hoy en día y aun no todos ellos
constitucionalizados. Es una historia social y política y no teórica, dado que ninguno de estos derechos
ha caído nunca del cielo, sino que todos han sido conquistados por movimientos revolucionarios: las
grandes revoluciones liberales, americana y francesa, después los movimientos del XVIII por los estatutos
y, finalmente, las luchas obreras del siglo pasado ( XIX ) y de este siglo ( XX ) “ 16 .
Por modo que hoy a la Constitución le demandamos, según el lindero en que nos
ubiquemos, su carácter fundamental rígido, abierto o “ colapsible ”, y parécenos
superada la discusión sobre su positivismo, así como sobre la fuente de su origen (
teocrático; humano: monárquico, popular ), salvo los movimientos integristas
islámicos agrupables como una variante del positivismo.
Nos atreveríamos a sostener que una percepción que salve la jerarquía
normativa de la Carta Fundante le exige, hoy, “virtudes” y cualidades
equilibrantes de las diferentes tensiones sociales, de forma que aseguren -
dentro del principio de la dignidad humana, teniéndole siempre presente como
punto de mira interno y externo - tanto la LIBERTAD como la IGUALDAD, el
liberalismo ético, como el igualitarismo político, la soberanía interna como la
externa, las tensiones entre la iniciativa privada y el interés general, entre su
vigencia y su eficacia; cualidades que permitan superar mediante su
15 “El acceso negado. Derecho, desarrollo diversidad”, FERRAJOLI, L, en " Responsa Iurisperitorum Digesta", Ediciones Universidad de Salamanca, 2000, pags 82.- 84
16 FERRAJOLI, loc cit, pag 85
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interpretación combinada 17, los atrasos devenidos de su noción histórica, su
actualización a pesar de su fijeza originaria, lo cual remarca su concepto
histórico, solucionar los retos del devenir político y económico; refrendar la
constitucionalidad de los “ derechos no-constitucionalizados “, solventar el
rompimiento de las fronteras erigidas por los hombres a partir de la naturaleza y
salvar los conflictos en un mundo cada vez mas empequeñecido: en la aldea
global que se nos anunciaba en la segunda mitad del siglo XX, en fin, culminar el
legado de Francia de 1789: LA FRATERNIDAD UNIVERSAL.
Enciérrase así en la constitución una paradoja, como la síntesis mínima del
principio de contradicción intrínseca: a Ella le demandamos la suficiente
fortaleza para inspirar el derecho infraconstitucional, aquel que está
subentendido, esbozado y simplemente expuesto dentro de la fórmula
constitucional original, efecto de la eficacia simbólica de los “ textos “ y de la
mutación de los “ contextos “ de los que hablaba Blackstone en 1770 y que fueron
también modelo de la hermenéutica romana base de la jurisprudencia de
conceptos, y, al propio modo, la queremos lo suficientemente genérica para
acompasarla al transcurso del tiempo y responder sin fracturarse a los nuevos
retos que su inactualidad le prescribe, dentro de su “ tenor manifiesto “ y “
siempre que no haya oposición evidente ” como guía en la elección entre
interpretaciones razonables de la Constitución que están en pugna e imponer esa
determinada opinión al Legislador, en lo que se traduce el poder de rechazar
leyes que claramente violen la Constitución. Le pedimos, entonces, a la vez, la
suficiente y relativa “ductilidad “, apuntamientos para una jurisprudencia de
intereses, como para la jurisprudencia axiológica.
17 La ley es una entidad estrictamente temporal, que debe ser entendida y aplicada mediante la hermenéutica que combine tanto los signos probables y naturales, de los cuales existen cinco básicos: “ las palabras, el contexto, el tema, los efectos y las consecuencias, o el espíritu y propósito de la ley “, según decía WILLIAM BLACKSTONE, en su “ Comentario sobre las leyes Inglesas “.
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Desde luego la Constitución encierra el poder en si mismo. Ella legitima el
poder y le confina pues previene reglas y normas a los poderes instituidos para su
actividad. Al legisfactor, al administrador público o al operador privado, al servidor
jurisdiccional, a los entes territoriales y a sus pobladores, al Estado hacia dentro
y hacia fuera, y, las normas para atender su dialéctica y las que deben seguirse
para asegurar su primacía, consiguientemente sobre sus hermenéutas asumirá
cuál será preferente.
2.- Del poder valorativo constitucional
Cuando decimos que la constitución es un verbo, traslapando su evidente noción
gramatical sustantiva, queremos denotar de la constitución su actitud proactiva
ligada a su connotación normativa por antonomasia, esencial, de ser norma de
normas consiguientemente y no simplemente su conceptuación pasiva cuando
se la caracterizaba como meramente programática e incompleta sin la ley que
la desarrollara, aun contra el sentimiento generalizado inducido o deducido de
su calificación como norma esencial en la convivencia, como “ regla de juego “,
como mandato del “ todo o nada “ históricamente engendrada para arrebatar
privilegios e imponer limites al poder absolutista, fuente de no pocos abusos y
atropellos, explicación histórica de las rigideces previstas para las reformas
constitucionales. La Humanidad ha plasmado en las sucesivas cartas
fundamentales dichas conquistas y les ha dado el titulo de “ derechos “ porque
ante su dureza e intangibilidad, contenerlos en la Constitución es prenda de su
garantía subjetiva, como fuente del poder y deslegitimación de sus desvíos,
lugar propicio para acumular los deberes del poder y de sus limites; como al paso
sitial para seguir moldeando las sucesivas obligaciones que al Estado, el ente
identificador del poder, le han aparejado los cambios en las relaciones de
intercambio hacia el actual Estado Social, estado obligado y no pasivo espectador
del acontecer privado. A la acción y a la actividad que plasma la Constitución
están obligados todos a una, todos asumen papeles protagónicos, los
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acreedores y los deudores para servirnos del símil obligacional clásico, no solo la
carta impone abstenciones propias en el reinado del estado abstencionista y
liberal, no perturbador y simple observador, sino que les carga positiva y
adicionalmente con instrumentos e imperativos para obrar, el primero: el Estado,
actuar asumiendo papeles protagónicos como propietario, empresario, servidor,
regulador y así parte obligada para lo cual le sirvió históricamente de émulo el
estado socialista, aunque se le pudiera calificar peyorativamente de reproducir el
absolutismo a su manera, la crisis económica global y la necesidad de reactivar el
aparato económico y en lo social morigerar los abusos de la posición dominante,
cualidad resultante de la acumulación permitida por el Estado liberal precedente;
como luego a los demás operarios y usuarios del ordenamiento jurídico.
Esta arista del asunto engendrará acciones de amparo, acciones de cumplimiento,
demandas de reparación por responsabilidad estatal, reacciones contra la
arbitrariedad pública, aun para que se consagren inconstitucionalidades por
omisión y hasta para que se llegue a discutir la responsabilidad del Legislador
activo y omisivo, cual si fuera un servidor público omisivo, arbitrario o inactivo
respecto de sus deberes constitucionales ( desde luego cuando hemos aceptado
pacíficamente que la Constitución es una norma y no un mero dictado
programático ) para la actuación y actualización del Derecho Objetivo. Alguna vez
habrá lugar para discernir si el constituyente también es tan soberano e
irresponsable como se le pregona teóricamente. Ya habrá tiempo para ello, sobre
manera cuando los cimientos del absolutismo jurídico se estremecen en su
estolidez.
Y, precisamente es a este punto donde emergieron y recobraron actualidad los
limites axiológicos establecidos por el constituyente para el Legislador, la
realización de los valores ( derechos ) de LIBERTAD y de IGUALDAD, todavía
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mas allá: de LAS DESIGUALDADES POSITIVAS; la observancia de los
límites valorativos que no se agotan en la esfera de la LEY, sino que han de
descender por el “ acto administrativo “ hacia la comunidad de los administrados,
para sopesar y sofrenar la discrecionalidad política del gobernante, verificar la
conveniencia y oportunidad de sus actuaciones, de sus omisiones y aun de sus
extralimitaciones, de sus actuaciones ordinarias y excepcionales, de sus
contrataciones de urgencia, de hechos pretensamente emergentes y
sobrevinientes, cuando de suyo pueden ser estructurales y tradicionalmente
desatendidos; y, obviamente, en las situaciones conflictivas decididas por los
jueces, ellos en verdad desacostumbrados por el influjo positivista puro de
estirpe kelseniana rígida ( y por la exégesis sobre el texto), imbuidos de la eficacia
simplemente formal de la autonomía de la voluntad fundamento del ligamen
contractual, mascarón de las desigualdades generadas por los abusos de la
posición dominante en el mercado de las relaciones jurídico patrimoniales y de los
patrones socioculturales pretéritos, amparados por la distinción entre la moral y el
derecho. Es que el contenido valorativo y axiológico de la constitución no vincula
solamente al legislador pues al haber sido asumidos por el constituyente como
esenciales al ordenamiento jurídico implican a los jueces, y entre ellos no
solamente al juez constitucional, sino a todo el Organo Judicial Estatal. Mas
todavía, involucran los valores constitucionales, constitucionalizados, no sólo por
hallarse en una norma positiva como ella, sino porque dan la savia a todo el
ordenamiento jurídico, le remozan y palean ante la desigualdad natural y la inercia
a su mantenimiento, aun dentro de las relaciones simples de los particulares,
consigo mismo, en la familia, la escuela, la fábrica, el Estado, los Estados y el
Mundo.
3.- De la transitividad
Pero del mismo modo, cuando decimos que LA CONSTITUCION es un verbo,
señalamos su esencia motriz, su movilidad, para evitarle se fracture por su
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anquilosamiento, efecto dialéctico propio de corresponder la Carta fundamental
de un Estado a la materialización histórico-social de un momento cultural
determinado del devenir social mediante una norma jurídica, por lo cual adquiere
obediencia y aceptación, en una palabra legitimación social, en tanto se desplaza
a compás con la sociedad que regula, aceptación, gobernabilidad, eficacia social,
no solamente ética y racional.
Y, cuando decimos que es un mandato para la acción, ensayamos y exploramos
su percepción realizadora aunque desde que se reconoció su carácter normativo
y autoejecutivo se desligó de la necesidad de la LEY para su actividad, no se
realiza en si misma ante su grado de apertura y amplitud, sino con su
transitividad, que al menos la sentimos bajo dos aspectos, a nuestro modo de
ver, descollantes: Porque la Constitución es una norma de transición entre
dos estadios antitéticos, el momento pre-constitucional y el dictado constitucional
que culmina con su promulgación; y, así mismo es pasajera pues no se
realiza en si misma sino a través de su desgaste a partir del momento post-
constituyente, desde su promulgación, y es una pieza de recambio signada por
su perecimiento determinado en mayor o menor medida por la relación eficacia
- ineficacia.
Empero, el comportamiento dentro de la relación Constitución – Tiempo no es
tan simple como la que se da en la dimensión espacial, Constitución- Espacio:
constitución territorio, lo cual incide sobre su transitividad. Estimamos que
aquella está signada por la intención intemporal del constituyente que en su
pretensión absoluta no se preestablece limites sino en muy puntuales asuntos,
pues los derechos fundamentales y los humanos, no pueden hallarse
determinados por esa dimensión temporal ( aunque hayan tenido un discurso
histórico temporal), sino únicamente sus restricciones y en tanto mínimas mas
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saludables resultan serlo, para no lesionar el valor de LIBERTAD. Pero de los
derechos sociales, de los derechos fundamentales de prestación, si existen a mas
del tiempo otras variables incidentales, conectadas con el Tiempo, a la
suficiencia y a su cobertura y su cada vez mas creciente demanda, donde la
obligación se determina por la tensión oferta - demanda y necesidad - capacidad
de pagarlos, escenario donde sin duda la transitividad está enmarcada por otros
elementos, los cuales señalan la fragilidad del sistema y su exposición a la ruptura,
y es inevitable la proclividad a la declinación del mandato de realización contenido
en el dicterio constitucional en aspectos tan sensibles como su ámbito social.
Una complejidad diversa con tensiones propias hallamos en la relación
Constitución – Territorio y en las sucesivas formas de distribución de
competencias, también cualificadas por su transitividad, caracterizada por la
distribución del poder político, de las competencias centrales y periféricas, en los
niveles supremos, intermedios e inferiores, en los órdenes nacional y municipal
y por los diverso medios de conexión entre unos y otros, para cuya realización las
instituciones adoptan una buena y variada gama de modelos FUNCIONALES:
concentrados, desconcentrados, descentralizados, centralizados, nacionales o
estatales, federados, autonómicos, regionales, en fin, oficiales o públicos y
particulares, tanto que tal vez no existe un modelo referente o baremo único.
Aun, en estas áreas a primera impresión especializadas, también tienen lugar,
existencia y vigencia los valores constitucionales sin perder su poder vinculante,
pues en tanto mas alejados nos encontremos del centro requiérese de mayor
énfasis en ellos por ser los puntos de otras tangencias sociales: vecindades y
externalidades marginales no sentidas en los centros del poder.
Llama cuando menos a la perplejidad a los positivistas de viejo cuño que añoran
la rudeza de la norma para fundar las demás instituciones y que desechan su
contenido esencialmente axiológico en huida del efecto “ decisionista judicial “ que le
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atribuyen a los neo iusnaturalistas y por lo menos explica sin que justifique los
enfrentamientos entre juristas duros y dúctiles, que asumamos y admitamos dicho
contenido esencial bipolar en la Norma Fundamental, dicha dualidad de signo
contrario, su inestabilidad intrínseca, su textura de tonos blancos, negros y
grises y la infinitud de combinaciones posibles entre ellos, e imperturbables
señalemos su motilidad. ¡ ¿Cómo fiarnos de un instrumento azaroso ?, ¿ Cómo
soportar sobre un pilar tan frágil o etéreo, “ la vida y las haciendas “, la libertad y la
igualdad y aun sobre ella justificar las desigualdades ?, ¿ Cómo asumir
válidamente que la constitución se comporta como una tabla de surfeo ante la “
furia “, potencia y energía de las olas de los hechos sociales ?, y menos aun,
¿ Cómo acoger un concepto plástico de la constitución ?. No pretendemos tanto,
a lo mejor, felizmente en esa cualidad contradictiva se nutra su fortaleza, si por
una vez pensamos que el átomo también en su interior se agita.
Si hemos de trascender del criterio meramente positivo, de derecho objetivo
estricto, desde el cual debemos partir porque en últimas es una dogmática
imprescindible, a partir de Ella es posible reflexionar y realizar construcciones
abstractas e ideales, pues, es imposible evitar la utopía aun en estas materias,
pues la fuerza de la constitución proviene de la comunidad misma a la que
pretende regir, no sólo la comunidad jurídica de ella derivada sino la socio-
histórica: el Hombre en sus relaciones temporo - espaciales.
Serian muchos los ejemplos que la casuística podría mostrarnos tanto en el mundo
angloparlante 18 como en la cultura europea y para ejemplificarlos nos bastaría
citar el suceso que en algo mas de 20 años ha ocurrido en España con su
18 La tópica de la interpretación constitucional en Norteamérica bajo las cláusulas de un texto antiguo ha contemporizado los nuevos sucesos. Por todos nos parece debemos asirnos del estudio de CRISTOPHER WOLFE, en “ LA TRANSFORMACIÓN DE LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL “ Civitas 1991
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transición hacia el actual modelo de distribución de competencias que en la
constitución de 1978 fue lo suficientemente flexible, a partir de textos tan amplios
como los del articulo 2º C.E. donde “ reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las
nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas “, pues ” el estado
autonómico es una forma de distribución territorial del poder, pero, a diferencia de las fórmulas unitaria y
federal, presenta alguna originalidad y carece de referencias teóricas y comparadas que faciliten su
comprensión “, como se esfuerza en demostrarlo Eliseo Aja al referirse a las
particularidades del régimen autonómico español, donde se escenifican
enfrentamientos de poder entre el centro y la prefería en tensiones centrípetas y
centrifugas ( valiendo el símil físico, pues la dinámica del movimiento se debe
también a esas tendencias de signo contrario ), ya que prosiguiendo con él “ en la
actualidad no existe un criterio que por si solo nos permita calificar a un Estado como federal ”, y que
de conformidad con los debates constituyentes pasó por dejar “abierta al futuro la
concreción de los principios básicos de la autonomía, únicos en los que se llegó a un acuerdo. Dicho con
toda claridad, los constituyentes no sabían, no podían saber, cómo acabaría configurándose el estado
autonómico “ 19; como que en él mismo se percibe la incubación de la tendencia
que será sin duda materia de discusión futura, hacia el “ poder local “: el de los
ayuntamientos 20.
También podría serlo el propio evento de la Unión Europea acogiendo un modelo
de diversidad en el desarrollo de los diferentes estados coasociados, sin evadir su
propósito unificador, sin renunciar ( de momento ? ) a sus respectivas identidades,
con lo cual se resalta la tendencia federalista del derecho fundamental del futuro,
dentro de una propuesta bifrontal tanto en lo interno, el ordenamiento del poder
interno en cada Estado, como en lo externo de las relaciones internacionales 21 .
19 “ El Estado autonómico, federalismo y hechos diferenciales “ , ELISEO AJA, Alianza Editorial, 1999 Pag 34 20
? “ El Estado autonómico, federalismo y hechos diferenciales “, ELISEO AJA, Alianza Editorial, 1999, pag 17
21 “ No hay que excluir la forma federal de Estado como destino común a medio plazo. Los derechos fundamentales, la democracia, la política cultural, la protección del medio ambiente, el Estado social, en fin, federalismo y regionalismo tal como están jurídicamente definidos suponen piedras sillares de una arquitectura constitucional para Europa”, dice ANTONIO LÓPEZ PINA, en el prólogo a “ Libertad, igualdad fraternidad. !789 como historia, actualidad y futuro del Estado constitucional “, de PETER HABERLE. Ed Mínima
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Se atisba allá en el fondo una propuesta geopolítica mundial: “organicemos el
Mundo también de modo federal “, ( y así adquieren forma predictiva escarceos
como el que informa la divagación fílmica de la serie comercial de la Star War ),
aunque por ahora falte señalar, por reflejo del modelo o por su reproducción
global, Quién ejercerá mundialmente las clásicas funciones ejecutivas,
legislativas y jurisdiccionales: el poder político; y mas aun ponernos de acuerdo
respecto del modelo económico mundial, donde el Estado pasaría de su actual
papel totalizante a ser la mínima unidad organizativa dentro de la comunidad
mundial. Empero, no estamos para hacer ciencia ficción constitucional. Las
civilizaciones que han sido desaparecieron para que otras superen su ciclo
dialéctico, del mismo modo que el modelo jurídico de occidente sigue estando
sujeto a las pruebas de su eficacia trascendiendo su perspectiva histórica.
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Trotta Madrid, 1998, pag 18
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