La crisis del Humanismo y el Renacimiento italiano

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Materiales didácticos para el estudio de la literatura y cultura italiana vol. II Elisa Martínez Garrido ISBN:978-84-692-5399-1

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Materiales didácticos para el estudio de la literatura y cultura italiana

vol. II

Elisa Martínez Garrido

ISBN:978-84-692-5399-1

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Índice

Páginas

1. LA CRISIS DEL HUMANISMO Y EL RENACIMIENTO ........................................

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2. LOS PRESUPUESTOS BÁSICOS PARA LA CONTEXTUALIZACIÓN DEL RENACIMIENTO.

2.1. Tendencias generales del sistema literario renacentista………... 3 2.2. La importancia del tratado y del diálogo..................................... 4 2.3. El laicismo renacentista............................................................... 5 2.4. El concepto de imitación.............................................................. 5 2.5. El concepto de armonía................................................................ 6 2.6. Las manifestaciones literarias heterodoxas frente al canon renacentista........................................................................................

7

3. LOS INTELECTUALES DEL RENACIMIENTO: EL MODELO DEL CORTESANO. ...........................................................................................................

8

4. LOS INTELECTUALES Y SU RELACIÓN CON LA IGLESIA..............................

11

5. EL DEBATE SOBRE EL MODELO DE LENGUA.................................................. 12

6. EL CLASICISMO RENACENTISTA: SU SELECCIÓN GENÉRICA.......................

13

7. EL PETRARQUISMO DEL SIGLO XVI Y EL NEOPLATONISMO AMOROSO.... 14

8. FIGURAS SOBRESALIENTES DE LA LÍRICA AMOROSA DE LA PRIMERA MITAD DEL XVI. ......................................................................................................

17

8.1. Pietro Bembo................................................................................

17

8.2. Giovanni della Casa..................................................................... 18

8.3. Miguel Ángel................................................................................. 19 8.4. El petrarquismo escrito con pluma de mujer................................ 19 8.5. El antipetrarquismo poético en el Renacimiento......................... 20

9. EL TRATADO: RAZONES DE UNA HEGEMONÍA................................................ 22

9.1. El cortesano de Baldassar Castiglione.................................... 23

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9.2. Los tratados antirrenacentistas: más allá del clasicismo renacentista.......................................................................................

26

9.3. Los tratados históricos y el debate político: Macchiavello y Guicciardini..........................................................................................

27

10. LA NARRATIVA.

10. 1. La cuentística. .........................................................................

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10.2. El poema caballeresco: Orlando Furioso de Ludovico Ariosto. ................................................................................................

38

10.3. Otros poemas narrativos. La línea antirrenacentista de Teofilo Folengo..............................................................................................

43

11. EL TEATRO DEL RENACIMIENTO ITALIANO. LA REALIDAD VIVA DE LA COMEDIA DEL "CINQUECENTO".............................................................................

45

11. 1. Figuras más sobresalientes de la comedia italiana del XVI.

11.1.2. Pietro Aretino........................................................... 49 11.1. 3. Ruzzante................................................................ 49

12. OTRAS FORMAS TEATRALES: LA TRAGEDIA................................................

51

BIBLIOGRAFÍA BÁSICA........................................................................................... 53

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1. LA CRISIS DEL HUMANISMO Y EL RENACIMIENTO.

El periodo histórico que abarca desde la muerte de Lorenzo de'

Medici y la ,prácticamente, contemporánea presencia francesa en territorio

italiano (1494), hasta la firma del tratado de Cateau-Cambresis (1559), se

conoce, tradicionalmente, como Renacimiento. Término literario y artístico

que ha ido asumiendo distintos significados históricos, según las diferentes

aportaciones y valoraciones, más o menos renovadoras, a las que se ha ido

acercando la historiografía literaria.

En origen, la palabra Renacimiento, estrechamente, ligada al término

Humanismo (del que es su consecución), aludía al florecimiento expansivo

de las artes y de las letras italianas, a lo largo de la segunda mitad del siglo

XV y de la primera mitad del XVI. Posteriormente, gracias a una concepción

idealizada y elitista de dicho periodo histórico, el concepto definitorio de

Renacimiento se ha extendido al resto de la historia cultural, social y civil de

la Italia del momento. Hecho que ha llevado, tradicionalmente y de manera

ingenua, a concebir el siglo XVI, y sobre todo su primera mitad, como una

unidad monolítica y utópica, ajena a todo tipo de

conflictos o de

contradicciones; un periodo ideal de resurgimiento de las mejores esencias

humanistas, cuya manifestación aplicativa más inmediata había sido su

fecunda creación de orden artístico, intelectual y científico.

Sin embargo, hablar de Renacimiento italiano es aludir también a la

decadencia política y social del siglo XVI y a la profunda crisis, de todo tipo,

que vivió la sociedad italiana a lo largo del "Cinquecento". El Renacimiento

de las artes y de las letras constituye, por tanto, un hecho aislado, herencia

del mejor espíritu humanista del XV, y no encuentra paralelo alguno en otros

campos de la historia italiana

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La presencia y la dominación de Francia y de España en territorio

italiano, las guerras entre las casas reales francesa y los Habsburgo de

España y Austria, con el famoso saqueo de Roma en 1527, el

recrudecimiento de la crisis económica de Italia, agudizado por el

descubrimiento de América y la apertura de nuevas rutas comerciales en el

Atlántico, las propias luchas intestinas entre las distintas cortes italianas, las

respuestas crecientes de la Reforma a la corrupción eclesiástica,

desencadenantes de la posterior Contrarreforma, con las consiguientes

contradicciones internas surgidas entre los sectores de la sociedad italiana

más rígidamente dogmáticos y más claramente avanzados, abren un crisol

de conflictos y de contradicciones de alta y entramada complejidad histórica.

Estamos, pues, ante conflictos que impiden la idealización estetizante de

dicho periodo, crucial para el posterior desarrollo político y social de la

historia italiana.

El siglo XVI italiano, en consecuencia, evidencia, ya desde sus

inicios, un contraste estridente, podríamos decir ancestral a la sociedad

italiana, un desgarro interno entre la riqueza, proliferación y creatividad de su

vida artística y cultural y la decadencia y degeneración de sus instituciones

políticas y económicas.

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2. Los presupuestos básicos para la contextualización del Renacimiento.

2.1. Tendencias generales del sistema literario renacentista.

El Renacimiento no puede ser entendido sin el Humanismo, del que

toma su punto de partida, siendo el primero, en cierta manera, su

continuidad aplicativa, en el terreno de la creación artística, del segundo. Por

esta razón, parece más coherente hablar de Humanismo-renacentista, con la

finalidad de subrayar la unión indivisible que liga, de manera recíproca, estas

dos fases de la historia cultural y literaria de Italia; fase cuyos presupuestos y

objetivos, aun en su multiplicidad diferenciadora, presentan una línea de

continuidad imprescindible para una comprensión global de dicho periodo

histórico.

Por consiguiente, se puede afirmar que si el Humanismo es

momento de búsqueda y de estudio, tiempo de formulación de

planteamientos ideales y míticos, relacionados con la emulación del pasado

y su plasmación en el presente, el Renacimiento lo es de realizaciones y

aplicaciones concretas: Orlando Furioso de Ludovico Ariosto o la Capilla

Sistina de Miguel Ángel son buen ejemplo de ello.

Para darse cuenta del significado que en el Humanismo asumen la

búsqueda y el mito de los clásicos, es necesario, por tanto, volver a Petrarca

y a Boccaccio; los primeros intelectuales italianos que abrieron la vía al

Humanismo y al Clasicismo renacentista. Con el Humanismo se asiste, sin

embargo, a la superación de la lectura alegórica y moralizante de la Edad

Media, se reconquista una dimensión histórica de los textos que ofrece

ahora una imagen del mundo clásico no instrumentalizada por el Clasicismo.

Como consecuencia de ello, podemos hablar de la

institucionalización académica de la filología a partir del Renacimiento y,

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ligada a esta primera, nos encontramos ante una nueva concepción de la

historia y de su devenir. El Humanismo-renacentista tiene conciencia de

haber superado la media aetas entre el Clasicismo grecolatino y el nuevo

resurgimiento de los clásicos. La historiografía asienta así las bases para la

ciencia moderna.

Por otra parte en los textos clásicos que poco a poco se van

conociendo, puliendo y editando los hombres del Humanismo y del

Renacimiento encuentran asideros éticos y filosóficos para la continuidad de

su nuevo credo antropocéntrico; credo, alejado de una visión teologal y

supersticiosa de la existencia. De esta manera la relación de ida y vuelta

entre pasado y presente, el continuo diálogo con los clásicos permite el

establecimiento de un método de conocimiento y una fundamentación

pragmática del quehacer innovador que se estaba poniendo en práctica.

2.2. La importancia del tratado y del diálogo.

El estudio de los clásicos adquiere, por lo tanto, la dimensión

iniciática hacia una nueva concepción del mundo y de la existencia,

fundada, con toda conciencia y profundidad, en la importancia del hombre.

De tal hecho derivan toda una serie de temáticas de tonalidad

argumentativa, recurrentes en toda la producción escrita del Humanismo-

renacentista.

En relación a dicha perspectiva retórica y poética, la manifestación

literaria más característica de este momento nos conduce al género del

tratado. Dicho género literario, lógicamente, favorece las reflexiones y los

posteriores debates acerca de la nueva visión del hombre y su importancia

capital en toda la nueva concepción filosófica. No debemos olvidar que

íntimamente ligado al tratado se encuentra el diálogo, otra variante retórica

del anterior género argumentativo, cuyo clasicismo contribuyó a hacer del

mismo uno de los géneros más difundidos en las disertaciones ideológicas

del Renacimiento.

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2.3. El laicismo renacentista.

La dimensión más social y civil del modelo antropocéntrico del primer

Humanismo desaparece, progresivamente, a lo largo de la segunda mitad del

siglo XV. Sin embargo, el ensalzamiento del hombre es un motivo

permanentemente presente en toda la meditación filosófica de orden

científico, religioso y artístico del siglo XVI. Tal hecho nos enfrenta con otra

de las características, aunque discutibles, tradicionalmente admitida del

Humanismo-renacentista: el laicismo.

La visión laica que de la existencia tiene el Renacimiento, podría

deducirse de su total proyecto antropocéntrico, sobre cuyas bases

epistemológicas se fundamentan las concepciones más avanzadas en el

terreno ético, social y científico propuestas, hasta el momento, por

Occidente. Es evidente, sin embargo, que el Renacimiento mantiene un claro

y sutil diálogo con la trascendencia y con lo sagrado. De hecho los debates

de la Reforma y de la Contrarreforma, herederos de la innovadora discusión

religiosa del siglo XV y de las primeras décadas del XVI, sitúan el problema

religioso en el centro de mira de la época.

Ahora bien, en el terreno del quehacer práctico de muchos

intelectuales del siglo XV, y, por supuesto, en los grandes renovadores de la

epistemología científica del XVI, su actitud más indagadora y su amor más

concreto por el conocimiento está regido, no por presupuestos teológicos,

sino por intereses científicos y antropológicos.

2.4. El concepto de imitación.

El redescubrimiento de los antiguos y la adhesión a su modelo

comportaba, por otra parte, el principio de imitación. Se puede tratar de una

imitación pasiva que reproduce fielmente la excelencia retórica del modelo, o

puede tratarse de una imitación dinámica, una asimilación del modelo

clásico, como vehículo expresivo de los problemas y sentimientos

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personales, nuevos y contemporáneos.

Del primer concepto de imitación pasiva de un único y exclusivo

modelo de excelencia nacerá un ejercicio literario cerrado y erudito, alejado

de la vida y de su devenir dinámico. Al segundo tipo, sin embargo, lejano del

modelo único de imitación, obedece una concepción abierta de la literatura,

entendida como imitación representativa de las mejores obras del

Renacimiento. La adecuación al modelo clásico sirve, en estos casos, no

para sustituir un modelo falsamente antiguo, sino para expresar los ideales y

las tensiones de un tiempo, partiendo de la lección vital y formal de los

clásicos, hasta conjugarla con las experiencias de los modernos.

2.5. El concepto de armonía.

Esta lección, en el ámbito creativo del arte y de la literatura,

comporta otro principio básico de la poética renacentista: la armonía. Las

leyes de la armonía, tanto en el nivel de contenidos como en el plano de las

soluciones formales y estilísticas, es el resultado de un minucioso proceso de

limae labor cuya meta ha de estar regida por el cuidadoso equilibro del

conjunto de los distintos planos constitutivos de la obra de arte, así como por

la serenidad total de una composición armónicamente estructurada.

Se trata también de un principio estético y poético procedente de las

teorizaciones neoplatónicas de las que está impregnado todo el Humanismo

del siglo XV y el Renacimiento del XVI. Al concebirse, por tanto, el mundo y

la naturaleza como epifanía creativa del máximo modelo perfectivo de la

divinidad, el hombre, mediante el excelso ejercicio de la actividad creadora,

vuelve a proponer el concepto ideal de orden armónico y armonioso de Dios

a los demás hombres.

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2.6. Las manifestaciones literarias heterodoxas frente al canon renacentista.

A pesar de lo dicho, no es posible afirmar que la totalidad de la

producción artística y literaria del Renacimiento se mueva dentro del canon

estético propuesto por las élites culturales del mundo cortesano. Existen, por

supuesto, manifestaciones artísticas y literarias no hegemónicas,

heterodoxas, con relación al paradigma dominante. En consecuencia, toda

ellas conforman una corriente antirrenacentista o anticlasicista, cuya principal

característica definitoria las sitúa en una oposición a los cánones ideales de

belleza y armonía estética teorizados por el Humanismo y el Renacimiento.

En el ámbito literario, se trata de obras que se apartan tanto del

diktat bembiano, en el uso del toscano-florentino, como de las excelencias

poéticas y literarias propugnadas por la tradición áulica de la alta cultura

italiana. Estas obras, al reproducir un estilo macarrónico, una tonalidad

satírica, jocosa, cómica e, incluso, erótica se sitúan más en la línea de la

literatura popular medieval de origen culto, cuyos epígonos habría que

rastrearlos en las composiciones de los escritores de la corte de Lorenzo de'

Medici, y más concretamente en las composiciones de un Burchiello.

Ya en el siglo XVI, una vez llevada a cabo la operación más estricta

de lima preciosista, los escritores que conforman el Antirrenacimiento quedan

en una posición de marginalidad con respecto al canon. En consecuencia, su

actividad no es representativa del quehacer señorial de las cortes

renacentistas. Autores como Aretino, Berni, Folengo o Doni, con su ejercicio

diferente de la literatura, están manifestando una evidente saturación con

respecto a las normas estéticas del sistema literario dominante. Se trata de

obras y de autores que, en cierta manera, están preludiando ya la poética del

Barroco.

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3. LOS INTELECTUALES DEL RENACIMIENTO: EL MODELO DEL CORTESANO.

Con la crisis de la sociedad comunal, y el progresivo avance del

régimen de las Señorías y de los Principados, cambian, consustancialmente,

las relaciones entre la sociedad y los intelectuales. La figura de Petrarca

había marcado, en el siglo XIV, un punto de inflexión definitivo. Se trataba de

un intelectual, alejado de la sociedad, dedicado por completo a la literatura.

Petrarca es el primero que instaura una compleja relación con las

instituciones más representativas de su época: Iglesia y Corte, de las que

mantiene, sin embargo, una total independencia. El nuevo modelo emergente

de intelectual, de ahora en adelante, será, en consecuencia, el intelectual

cortesano, ideal humano de esta época.

Las cortes señoriales más representativas de este periodo se

encuentran en centros como Florencia, Milán, Ferrara, Urbino, Roma y

Nápoles, donde domina el modelo del intelectual cortesano. Los intelectuales

del Renacimiento no constituyen, sin embargo, un bloque homogéneo, sino

que por el contrario, dentro de dicho grupo, asistimos a una compleja y

minuciosa casuística de dependencia del grupo con respecto al poder del

mecenazgo.

La literatura italiana del Renacimiento, por tanto, refleja, en su forma

y en su contenido, el estilo y la concepción de vida de las cortes

renacentistas. La palabra corte indica un comportamiento y un ideal de vida,

de la cual la literatura y su codificación estética y poética no es si no una

parte más de la visión social de la época. Como es fácilmente deducible, las

imposiciones ideológicas de la Corte seleccionarán unos determinados

géneros literarios: la poesía lírica, amorosa y sentimental, el poema

caballeresco, el relato y el drama pastoril.

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Se trata, en consecuencia, de unas temáticas, de una lengua, de un

estilo y de unas tonalidades y registros que conforman lo que se ha venido a

denominar literatura cortesana. Este tipo de literatura responde a esta

realidad sociopolítica concreta y a este ideal ennoblecedor. Si no se tiene

esto en cuenta, es difícil comprender en total profundidad las obras de

Ariosto, El Cortesano de Castiglione, Los diálogos de Pietro Bembo, el

tratado del Galateo de monseñor Della Casa, o, posteriormente, Aminta de

Tasso.

Ahora bien, ¿en qué medida las relaciones establecidas por parte de

los intelectuales con la Corte favorecen o limitan su libertad expresiva y su

creatividad? Se trata de una cuestión muy controvertida. Una determinada

tradición crítica ha ensalzado la función cultural desempeñada por las cortes

renacentistas, al ver en la actividad impulsada por los señores y los príncipes

el motor principal del desarrollo artístico y cultural italiano, dada la

tranquilidad económica de la que gozaban los intelectuales a sueldo de los

grandes mecenas así como el ambiente de refinamiento y de impulso

contrastivo favorable al debate y el intercambio de ideas, desarrollado en el

espacio cortesano.

En contraposición a la primera, otra corriente crítica se ha mostrado

más escéptica con respecto a la idealización global del papel desempeñado

por el mecenazgo en cuanto al libre ejercicio de la creación artística y

literaria. Esta segunda tradición historiográfica insiste en el papel de freno y

de condicionamiento que la Corte ejerció sobre la libre expresión artística, al

servicio incondicional de los grandes magnates.

Sin embargo, no debe olvidarse que muchos de los intelectuales y de

los artistas de las Cortes del Renacimiento, sobre todo en la primera mitad

del siglo XVI, eran a su vez aristócratas. Pertenecían, por consiguiente, por

cuna y por educación, al mismo grupo de poder y a la misma cultura

hegemónica de aquellos a quienes "servían". Nobles eran Ariosto, Bembo,

Castiglione, Guicciardini y Vittoria Colonna.. . Esto significa que la mayor

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parte de las obras del Renacimiento fueron escritas por personas que

compartían la misma mentalidad cortesana de la que formaban parte, en

calidad de integrantes de pleno derecho.

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4. LOS INTELECTUALES Y SU RELACIÓN CON LA IGLESIA.

La principal alternativa de los intelectuales a la Corte, en el siglo XVI,

hay que buscarla en la otra gran institución política y religiosa de la época: la

Iglesia. Más que la pertenencia a las distintas órdenes religiosas, los

intelectuales renacentistas, y en particular los literatos, se sienten atraídos

por las distintas posibilidades y por los diferentes beneficios que ofrece el

poder religioso. Hasta el punto de poder hablar de una ósmosis entre

intelectuales e instituciones eclesiásticas; fusión que no habría sido posible

sin la radical transformación de las capas intelectuales italianas, tras la crisis

de la sociedad comunal.

Por otra parte, si los intelectuales se acercan a la Iglesia y buscan

sus beneficios, la Iglesia, a su vez, reclama también la presencia de los

intelectuales. En el siglo XVI, con el papado de León X, la Iglesia parece

haberse transformado no sólo en un principado terrenal, sino sumarse

también al sueño de grandeza eclesiástica, el de la grandeza cultural de su

tiempo.

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5. EL DEBATE SOBRE EL MODELO DE LENGUA,

En consonancia con el modelo aristocrático de la cultura de Corte, y

con el concepto poético de imitación del modelo único (cuyo referente clásico

se encuentra exclusivamente en Cicerón y Virgilio), el ejercicio literario de

alto nivel, a imitación de Petrarca y de Boccaccio, ha de ser escrito,

únicamente, en florentino-toscano.

A partir de la publicación de las Prose della volgar lingua de Pietro

Bembo en 1525, se puede hablar, pues, de una perfecta armonía entre los

presupuestos poéticos imitativos del canon clasicista y la poderosa

imposición de un vehículo lingüístico que condiciona, a su vez, la práctica

literaria en función de los presupuestos estéticos e ideológicos del

Renacimiento.

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6. EL CLASICISMO RENACENTISTA: SU SELECCIÓN GENÉRICA.

Como ya se ha dicho, la literatura cortesana del XVI, de acuerdo con

los parámetros sociales a los que responde, se esfuerza por construir y

seleccionar, con rigor y máxima precisión, determinados géneros literarios

"altos", a los que somete a un continuo proceso formal de reglamentación

modélica, según los presupuestos imitativos defendidos por Pietro Bembo.

La literatura culta queda a sí sustraída a cualquier tipo de experimentación

estética, ideológica, lingüística o estilística que no responda a las estrictas

pautas constitutivas del código artístico dominante.

Esta tendencia a la estricta fijación imitativa, invariable y cristalizada,

desembocó, en la segunda mitad del "Cinquecento", en un rígido, pesado y,

hasta podría decirse, dogmático modelo academicista. En pleno periodo

renacentista, el establecimiento modélico del código dio lugar, sin embargo, a

una literatura "media", clasicista, fundamentada en la imitación de los

clásicos latinos e italianos; literatura acorde con el gusto cortesano y

tendente a reconstruir en vulgar los géneros latinos más excelsos.

Se trata de obras creadas y dirigidas al público cortesano, educado

en los clásicos, cuya función más inmediata reside en la homogeneización de

un grupo, según una estética y un gusto que sirvió de vehículo simbólico en

la visión armónica de esta sociedad. Al ser, por consiguiente, el modelo de

imitación único la regla de oro del quehacer poético y literario del XVI, la

mayor parte de la ingente producción literaria del Renacimiento (a excepción,

como es lógico, de figuras sobresalientes, cuya impronta artística marca un

hito en la historia de la literatura italiana) se configura en un ejercicio literario

de escuela.

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7. EL PETRARQUISMO DEL SIGLO XVI Y EL NEOPLATONISMO AMOROSO.

Para poder comprender en profundidad el panorama de la lírica

"cinquecentesca" de la primera mitad del siglo XVI (lírica que puede

denominarse petrarquista en el sentido más ortodoxo del término) es

necesario hacer referencia a la figura capital de Pietro Bembo, tratadista de

amor y principal exponente de la famosa "questione della lingua".

Pietro Bembo es el principal responsable de los presupuestos

poéticos, lingüísticos y estilísticos del sistema literario del Renacimiento. La

imitación del modelo excelso de Cicerón y de Boccaccio para la prosa, el de

Virgilio y Petrarca para la poesía, el uso exclusivo del florentino-toscano de

los dos grandes autores del "Trecento", para la lengua de cultura, y el triunfo

de la temática amorosa de inspiración neoplatónica en la poesía son los tres

puntos programáticos de la prescriptiva bembista y de gran parte de la

literatura del Renacimiento.

El sentido último de la experiencia petrarquista de la primera mitad

del siglo XVI reside, por tanto, en la vuelta directa a la atenta lectura del

Canzoniere de Francesco Petrarea y en el rechazo radical al hibridismo

herético del petrarquismo del siglo XV. Paralelo, por tanto, al triunfo del

modelo único y excelso (propuesto por Pietro Bembo) sobre el ecléctico

(defendido por Giovan Francesco Pico), se eleva a Petrarca como el único

auctor de la lírica italiana, hasta el punto de hacer del petrarquismo un

hábito, una costumbre social, una cuestión de moda y de buen gusto dentro

de la sociedad refinada y culta de la época.

Todo literato o persona refinada, en las circunstancias sociales más

dispares, tenía una experiencia literaria directa del monolingüismo

petrarquista. Como es lógico, dada la repetición insistente del mismo código,

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sólo una mínima parte de esta ingente producción escrita puede alcanzar el

rango de Literatura.

Tal hecho constituye un fenómeno de gran relevancia para la historia

de la lengua y de la literatura italianas y para la sociología de la “vida

cotidiana” de la Italia del siglo XVI. El Canzoniere se convertió, por tanto, en

el libro de cabecera de la sociedad cortesana y culta del Renacimiento. De

esta obra se publican glosarios, rimarios y todo tipo de comentarios.

Rápidamente, gracias al poder de la imprenta, salen a la luz nuevos

canzonieri y se recogen en, a modo de misceláneas, composiciones escritas

a la manera petrarquesca para las mas diversas situaciones. Este

refinamiento petrarquista llegó a ser tan empalagoso que rozó lo ridículo;

constituyó uno de los temas más satirizados en las comedias

antirrenaceritistas de la época.

El petrarquismo "cinquecentesco", permeado de todo el

neoplatonismo filosófico del momento, cuyo origen hay que rastrearlo en los

poetas del dolce-stilnovo, se convierte asimismo en un modelo de vida

ejemplar e iniciática para las almas enamoradas. Se trata, por tanto, de un

camino de ennoblecimiento y embellecimiento espiritual. El amor,

petrarquista y platónico, se convierte así en un requisito imprescindible para

llegar a ser un perfecto hombre de Corte, y, a través de él, se expresa,

nuevamente, el ideal cultural e imaginario de todo el Renacimiento.

Garantizado su éxito, incluso desde una perspectiva social, es fácil

comprender como la lengua de Petrarca se va a ir configurando en la lengua

italiana de cultura para la comunidad alfabetizada de la Italia del momento.

Se puede decir, por consiguiente, que el monolingüismo petrarquista es el

sistema lingüístico de toda la comunidad culta de la Italia del XVI. Si la teoría

del modelo óptimo había sido el paso necesario para que el vulgar accediera

a rango de lengua de cultura, semejante al latín, era lógico que, en un

segundo momento, se diera el paso de identificación entre la lengua del

modelo- lengua de Petrarca- y el único vulgar aceptable en sí mismo.

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El estilo del petrarquismo se convierte, pues, en el primer paso

necesario para el aprendizaje del vulgar a gran escala. Se trata del italiano

culto que se usa en los salones, en las circunstancias oficiales y para la

literatura, fundamentalmente. Nos encontramos ante la ecuación lengua

italiana=petrarquismo literario. Esta ecuación, durante mucho tiempo, ha

marcado la historia lingüística de los italianos, con el estigma de la diglosia y

el bilingüismo.

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8. FIGURAS SOBRESALIENTES DE LA LÍRICA AMOROSA DE LA PRIMERA MITAD DEL XVI.

8.1. Pietro Bembo.

Pietro Bembo es el autor que mejor definió la poética literaria del

Renacimiento italiano, y a él se debe la secular equiparación entre vulgar

italiano y florentino petrarquista.

El escritor, sin embargo, no era toscano. Nació en Venecia en 1470,

de familia noble, pero desde muy temprana edad residió en Florencia. De

profunda cultura clásica, vivió también en Urbino, Roma, Padua y Venecia, y

se relacionó, muy de cerca, con las personalidades, políticas y culturales,

más relevantes del Renacimiento italiano. En 1539, Pablo III lo nombró

cardenal. Murió en Roma en 1547.

Sus obras más importantes son, en primer lugar, Gli Asolani, tratado

de 1505, con una dedicatoria a Lucrecia Borgia. El tema, presentado de

forma dialógica, según los parámetros cortesanos de su tiempo, desarrolla

una discusión filosófica muy antigua, de total actualidad en las cortes

italianas del siglo XVI: el amor platónico. En Gli Asolani, se reunían, por lo

tanto, las distintas líneas filosóficas responsables de la concepción occidental

del amor.

Sus Rimas, en sus tres respectivas ediciones (1530, 1535, 1548),

modeladas conforme a las de Petrarca, ejercieron una influencia decisiva en

el quehacer literario de la sociedad culta de su época. Hasta tal punto que,

después de la muerte de Bembo, se habló más de bembismo que de

petrarquismo. En realidad, su poesía tiene la valía de haber servido como

ilustración textual fehaciente de las posiciones lingüísticas, poéticas y

retóricas de su autor, teorizadas tanto en Gli Asolani como en le Prose della

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volgar lingua, dos de los tratados más importantes de la primera mitad del

sido XVI.

8.2. Giovanni della Casa.

Una de las personalidades mejor definidas dentro del panorama lírico

de la primera mitad del siglo XVI fue Giovanni della Casa (1503-1556), el

mayor poeta italiano entre Ariosto y Tasso. Nacido en Toscana, fue nuncio

apostólico en Venecia y murió, siendo secretario de Estado de Pablo IV, sin

haber logrado su mayor aspiración personal, ser cardenal de la Iglesia

católica.

Además de su famoso Galateo, tratado de urbanidad, Della Casa fue

conocido, sobre todo, por su Canzoniere. La poesía lírica le otorgó un lugar

relevante en el panorama poético italiano de la primera mitad del XVI, debido

al tono esencialmente personal y propio que logró infundir a su obra. A este

latir existencial, del que nace su práctica poética, corresponde una

interesante renovación estilística: una gravedad tonal y un refuerzo de la

libertad rítmico melódica del verso, acompañada también de innumerables

encabalgamientos, cuya presencia recurrente refuerza la expresividad

temática de sus composiciones.

Su obra, por tanto, al alejarse del más estricto petrarquismo al uso,

da cabida a la presencia de un verdadero yo autobiográfico, quien confiere al

texto, de acuerdo con las experiencias más amargas de la última parte de su

vida, patetismo, énfasis, expresión de sus propios conflictos interiores. En

consecuencia, la lengua de Della Casa empieza a dotarse ya de un

colorismo simbólico-Iingüístico y de unas disonancias expresivas, que sin

abrir una fractura radical con respecto al monolingüismo de Petrarca,

presenta las primeras variaciones con respecto al canon poético de su

época.

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8.3. Miguel Ángel.

Michelangelo Buonarrotti (1475-1 564), aparte de ser uno de los

genios plásticos más importantes del Renacimiento italiano, ocupa también

un lugar de considerable importancia dentro de la lírica italiana de este

momento, por su disonancia semántica y estilística con respecto al

clasicismo petrarquista de la poesía italiana de la primera mitad del siglo XVI.

Las composiciones poéticas de Miguel Ángel, aun moviéndose, en líneas

generales, dentro del bembismo, cifran su fuerte originalidad en el violento

apasionamiento de una expresividad lingüística más cercana a ciertas

tonalidades dantescas. Dicho vigor expresivo, presente también en su pintura

y en su escultura, lo alejan con mayor fuerza que en el caso de Della Casa

del ejercicio cortesano de la poesía, concebida como práctica social de alto

nivel aristocrático.

Podría decirse que el código cerrado del petrarquismo más ortodoxo

está empezando a resquebrajarse; comienza a presentar los primeros

síntomas de cansancio formal y existencial con respecto a las necesidades

creativas de los hombres y mujeres que deciden expresar más libremente

sus contradicciones, sus angustias y los anhelos de sus vidas. Se están,

imperceptiblemente, dando pasos hacia el posterior movimiento manierista.

8.4. El petrarquismo escrito con pluma de mujer

Dentro del ámbito del petrarquismo italiano, es significativa la

importancia alcanzada por las mujeres cultas y aristócratas que se dedican al

ejercicio de la poesía. El Humanismo y el Renacimiento permitieron una

relativa incorporación de las mujeres a las discusiones y debates de la

época. Las damas de palacio y las cortesanas (que no meretrices) de la

época, provistas de una profunda cultura, pudieron dejar oír su voz en el

campo de la expresión amorosa del neoplatonismo petrarquista.

Muchas son las mujeres poetas del Renacimiento: Veronica Franco

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(1546-1591), Veronica Gambara (1485-1 550), Laura Battiferri (1523-1 589),

Chiara Matraini (1514d-15471), Vittoria Colonna (1492-1547), pero especial

mención merece Gaspara Stampa (1523-1554).

Gaspara Stampa, paduana de nacimiento, vivió en la República de

Venecia, en el espacio límite en el que se circunscribían los movimientos de

las mujeres no casadas y que, sin embargo, no ejercían la prostitución. Las

cortesanas eran mujeres solas, ni hijas ni esposas, cultas como las

venecianas honradas y aristócratas; unas mujeres admitidas en el espacio de

la ciudad, pero marginadas con respecto a la codificación formalmente

legislativa de la República.

Gaspara Stampa es, en consecuencia, una cortesana veneciana que

hace uso de su cultura y de sí misma, hasta llegar a ser protagonista de un

itinerario personal y poético que le ha permitido, gracias a su tenacidad e

insistencia, la obtención de un espacio relevante dentro del grupo de las

mujeres poetas del siglo XVI.

Su obra, por tanto, podría ser vista como un diario y una confesión

personal, un análisis evolutivo del devenir sentimental de su propia relación

amorosa. El tono marcadamente confesional de su poemario nos enfrenta,

en consecuencia, con una voz de mujer, que sometiéndose a los cánones del

petrarquismo de la época, es capaz de sentir y hacer sentir la sinceridad de

una experiencia vital propia. La libertad estilística de Gaspara Stampa, no

priva a su poesía de la calidad requerida para la práctica poética del primer

"Cinquecento".

8.5. El antipetrarquismo poético en el Renacimiento.

Retomando la línea cómico-realista de la poesía italiana y,

especialmente, florentina de los siglos XIII y XIV (Cecco Angiolieri, Rustico

da Filippo ...), posteriormente, vigorizada, en la primera mitad del XV, por los

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Page 24: La crisis del Humanismo y el Renacimiento italiano

petrarquistas heréticos (Giusto de' Conti, Rosello Roselli, Nicolò Tinucci), se

desemboca en el declarado antipetrarquismo de Burchiello (1404-1449). En

la misma línea de disonancia estilística y literaria se sitúa la actividad poética

de Francesco Berni (1498-1535), maestro de un grupo de la escuela poética

conocido como "bernesca".

Francesco Berni, en su Dialogo contro i poeti (1526) se opone, en un

tono de abierta y brillante polémica, a la concepción renacentista de la

poesía, y teoriza la "poesía de la diversión". El escritor, con esta obra,

arremete contra las abstracciones y las idealizaciones metafísicas, contra la

monotonía del monolingüismo petrarquista, contra la ausencia de vida y de

realidad en la poesía de su época. Berni apela, por tanto, a un tipo de poesía

más acorde con el polifacetismo vital, con las realidades más degradadas;

una realidad cómicamente deformada por los juegos lingüísticos,

dialectalmente plurilingües.

Su producción poética se subdivide en las farsas: Catrina y el

Mogliazzo, escritas en dialecto y llenas de referencias literarias al modelo de

la Nencia da Barberino de Lorenzo El Magnífico, un número no sistematizado

de rimas, de temática muy variada, decididamente antipetrarquistas y, por

último, se cuenta con los denominados Capitoli (Capitolo delle anguille,

Capitolo dell'orinale, Capitolo primo e secondo della peste.. .), composiciones

dedicadas a los aspectos más humildes y groseros de la vida cotidiana.

Estilísticamente, sus obras se caracterizan por el plurilingüismo polifónico y

por el marcado tono obsceno.

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Page 25: La crisis del Humanismo y el Renacimiento italiano

9. EL TRATADO: RAZONES DE UNA HEGEMONÍA.

Probablemente, el género más difundido en la literatura cortesana

del Renacimiento es el tratado, herencia del entusiasmo filosófico, indagador

y teorético del Humanismo del XV. Los humanistas, a su vez, dado el

redescubrimiento del Clasicismo, habían vuelto los ojos a las formas

clásicas, platónicas y ciceronianas, de una tradición argumentativa que,

como del tratado, no había dejado de perder vigencia durante la Edad Media.

Sin embargo, si en el siglo XV, el tratado, tanto en su forma

expositiva como en su versión dialógica, es la forma expresiva ejemplar del

conjunto sistemático de intereses de orden epistemológico que han de

cimentar la nueva concepción antropocéntrica del Humanismo, durante el

"Cinquecento", dicho género pierde, en la mayoría de los casos, la fuerza

ennoblecedora de su precedente función moral, y pasa a convertirse en un

género de moda, expresión estética, filosófica, política y comportamental de

los círculos cortesanos del XVI.

En consecuencia, podemos decir que el tratado gozó de un enorme

éxito a lo largo del siglo, sobre todo, en su primera mitad, porque a la

tendencia didáctica, moral y filosófica del XV, se le superpone otra tendencia

social y mundana más acorde con el momento histórico-político y con la

crisis generalizada por la que atraviesa la sociedad italiana en el

"Cinquecento".

Debido a estos segundos objetivos, de orden extratextual y

pragmático, el tratado del XVI repite, hasta la saciedad, el esquema

conversacional en varias jornadas, cuyos protagonistas, ineludiblemente, han

de ser damas y caballeros de la Corte. La temática, en esta misma línea, sin

perder su dignidad, debía de mundanizar los puntos sometidos a debate,

acercándolos a la mentalidad y al gusto de círculos más amplios.

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Page 26: La crisis del Humanismo y el Renacimiento italiano

El abanico temático era amplísimo, desde la formación del cortesano,

hasta los problemas lingüísticos de la Italia del momento, pasando por el

amor platónico, el modelo ideal de belleza femenina, la importancia de las

bellas artes o el ejercicio de las armas. Escribir tratados era una moda culta,

una cuestión de buen gusto aristocrático, similar a la composición de los

versos petrarquinos o al estado de enamoramiento. La mayoría de los

tratados de este periodo traducen, a través de sus conversaciones y sus

diálogos, el ideal de vida del escritor y de su público; es decir, el ideal

armónico de las cortes renacentistas.

9.1. El Cortesano de Baldassar Castiglione.

Ya han sido mencionados, en puntos anteriores, tratados de otros

escritores importantes del Renacimiento: Bembo y Della Casa. Sin embargo,

a pesar de la importancia capital de obras como Gli Ascolani, las Prose della

volgar lingua o el Galateo, ninguna cobra la importancia capital de El

Cortesano de Castiglione. Redactado entre 1513 y 1518, no se publica hasta

1528, El Cortesano es el texto ejemplar y paradigmático del tratado del

Renacimiento italiano. Su fama se extendió rápidamente por todas las cortes

europeas (en España fue traducido por Boscán), hasta el punto de poder

afirmar que con El Cortesano se exporta al mundo el ideal humano del

Renacimiento.

Castiglione, nacido en Casatico (Mantua) en 1478, escribió,

lógicamente, obras de diversa índole, pero ocupa un lugar de relevancia en

el panorama de la literatura italiana y de la literatura universal gracias a El

Cortesano, la obra que mejor refleja su propia experiencia vital, como

miembro activo de las cortes más sobresalientes del Renacimiento italiano y

europeo. Castiglione estuvo al servicio de Ludovico Il Moro, de la familia

Gonzaga, vivió, durante bastantes años en Urbino, y, tras tomar las órdenes

religiosas, obtuvo de Clemente VII la nunciatura en Madrid, en la corte de

Carlos V. Murió en Toledo en 1529.

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Page 27: La crisis del Humanismo y el Renacimiento italiano

Desde el punto de vista estructural, Castiglione, en El Cortesano,

lleva hasta sus últimas consecuencias el conjunto de características

compositivas de los tratados que se centran en la formación y los

comportamientos humanos. El autor da particular viveza a la estructuración

dialógica del texto, al introducir como protagonistas de la discusión a

personajes del momento; personajes inmersos en una cantextualización

social e históricamente precisa: la Corte de Urbino.

El autor, por otra parte. tiene la maestría de saber aligerar la tensión

argumentativa del diálogo, mediante interrupciones, digresiones,

chascarrillos o chistecitos, gracias a los cuales se va dibujando,

paulatinamente, el perfil humano de cada uno de sus interlocutores.

A lo largo de las cuatro noches que dura el tratado, queda

establecida en detalle la formación del cortesano. El cortesano debe ser

noble, de buena salud y fortaleza física, experto en el ejercicio militar, culto y

entendedor de música y pintura, buen conocedor de la literatura y capaz de

escribir versos, según la perceptiva poética del petrarquismo; un "dilettante"

cuya presencia acreciente la gloria y la fama del príncipe que lo acoge en su

corte. Al mismo tiempo, debe ser consejero, y auspiciar un modo peculiar de

hacer política, más acorde con principios nobles y estéticos que con el

concepto maquiavélico de la estrategia palaciega.

La estructuración de los temas y las virtudes cortesanas se ha

establecido, por tanto, de una manera clara y ordenada, en un sistema de

prioridades de mayor a menor importancia con respecto al conjunto de las

virtudes cortesanas. En el libro-diálogo primero y segundo se discute sobre

las virtudes físicas y morales del buen cortesano, en el tercero acerca de la

perfecta dama de corte y en el cuarto acerca de las relaciones

príncipe/cortesano y sobre el amor platónico. Estamos ante un caso de

estructura temática de suma claridad, aunque, lógicamente, se asiste a una

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Page 28: La crisis del Humanismo y el Renacimiento italiano

continuo proceso de generalización de las virtudes, de manera que a su vez

cada libro se abre a nuevas particularidades virtuosas del comportamiento

ideal del hombre de Corte.

El tratado ofrece, por tanto, una imagen altamente estilizada del

cortesano y del Renacimiento en su conjunto, un sistema de comportamiento

armonioso y poco real, cuyas fisuras fueron aportando un conjunto de

variaciones -dudas y titubeos- a las distintas ediciones de la obra.

En consecuencia, el texto de Castiglione puede ser visto como una

guía detallada para entender la sociedad aristocrática renacentista, en todo

lo concerniente a sus aspiraciones de idealidad estética, de belleza superior,

ennoblecedora y eterna. En este sentido, El Cortesano responde,

fidedignamente, a las aspiraciones filosóficas, sociales y artísticas de su

época.

La tendencia a la estilización armónica queda también reflejada en la

lengua de la obra de Castiglione. Aunque seguidor de Bembo en su

concepción amorosa, el escritor se aparta de las soluciones propuestas por

el autor veneciano en las Prose della volgar lingua, ya que no opta por el uso

exclusivo del florentino-toscano como medio de comunicación del cortesano.

Tampoco es toscana, al cien por cien, la selección léxica llevada a cabo por

Castiglione para la elaboración de su tratado. Al autor le interesa seleccionar

el vocabulario del cortesano en razón de la gracia y la elegancia lingüística

de las palabras, sin importarle su diferente procedencia geográfica.

Su estilo, por el contrario, sí responde a las soluciones más

rigurosamente aristocráticas del clasicismo renacentista. Nos encontramos

ante un tipo de prosa ideal, de sintaxis amplia y solemne,

arquitectónicamente construida conforme al modelo de la prosa clásica,

contrabalanceada por pausas internas de evidente armonía, dada la

configuración de ritmos melódicos internos. Un estilo, en resumidas cuentas

25

Page 29: La crisis del Humanismo y el Renacimiento italiano

que adecúa la estilización formal del texto a los ideales y a las virtudes

defendidas para el perfecto súbdito.

9.2. Los tratados antirrenacentistas: más allá del clasicismo renacentista.

El tratado, a lo largo de esta época, al configurarse en un género

literario hegemónico, acoge la más extraordinaria variedad argumentativa y

temática, de manera que no queda reducido a las variedades de la práctica

de la escritura cortesana. La mayor parte de estas disonancias temáticas

constituyen un conjunto de tratados alternativos, heterodoxos en relación a

las pautas regladas de las poéticas clasicistas al uso. Dichas obras

“diferentes” permiten trazar una visión más articulada de la complejidad

literaria del Renacimiento.

En esta línea de oposición, como contrapunto filosófico a Gli Ascolani

de Bembo o a El Cortesano de Castiglione, hay que contar con la

personalidad de Pietro Aretino (Arezzo 1492-Venecia 1556), quien, en 1536,

publica su Dialogo nel quale la Nanna insegna a la Pippa sua figliuola I'arte

puttanesca. En esta obra, en contraposición abierta al neoplatonismo de

Bembo y de Castiglione, el amor es concebido como mera y exclusiva

práctica sexual, como una actividad lucrativa que hay que desarrollar, según

unas estrictas reglas del juego.

Desde la perspectiva de la alabanza y la defensa de la Corte, nos

encontramos en las mismas circunstancias de inversión óptica y de

demolición del ideal estético propuesto por el modelo cultural hegemónico.

Aretino, en franca oposición a las tesis cortesanas de Castiglione, en 1538,

da a la luz su Ragionamento delle corti, donde, gracias a un amplio abanico

de variedad argumentativa, y, mediante una gran viveza expresiva, plagada

de lo que hoy podríamos definir como expresionismo grotesco y deformante,

pone de manifiesto las miserias, los arribismos, las tramas de poder, los

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Page 30: La crisis del Humanismo y el Renacimiento italiano

odios y los rencores de la vida cortesana. El mismo argumento constituye el

núcleo temático de su comedia La Cortigiana, una de las más importantes

del siglo XVI.

Aretino, por consiguiente, puede ser considerado el mayor exponente

de la "literatura de oposición", el máximo representante de toda la producción

literaria “excéntrica”, la que toma clara distancia con respecto a la literatura

oficial y en relación también a la concepción dominante que sobre los

intelectuales reinaba en aquellos días. No debe olvidarse que Aretino vive,

gracias a la floreciente actividad tipográfica de la época, de la venta de sus

escritos y textos literarios: epigramas, "pasquines", diatribas y filípicas, y, en

consecuencia, no depende de las intrigas palaciegas ni de los entramados de

poder de la Corte.

Su actividad literaria es, por consiguiente, compleja y dialéctica, y no

puede ser adscrita únicamente, como se ha hecho hasta el momento, al

ámbito de la violación de las normas y de los modelos renacentistas. Si por

una parte su lengua, de gran fuerza expresiva, cercana al italiano hablado y

a la cotidianeidad más inmediata, se aleja de la concinnitas y del entramado

arquitectónico de la sintaxis de un Castiglione, por otra su inagotable

capacidad inventiva nace de su estratégico conocimiento de la retórica, de la

que proviene su hedonismo lingüístico.

Entre los autores cercanos a la concepción aretiniana del tratado, se

debe mencionar también a Niccolò Franco (1515-1570) y a Anton Francesco

Doni (1513-1574).

9.3. Los tratados históricos y el debate político: Macchiavello y Guicciardini.

Con anterioridad a Macchiavelli, existía en Italia una tradición

argumentativa de carácter político que podría ser ya definida científica.

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Page 31: La crisis del Humanismo y el Renacimiento italiano

Macchiavelli se suma, pues, a dicha corriente reflexiva para superarla, y

pone las bases definitivas de la concepción del Estado Absoluto en la Edad

Moderna.

Ya en la Edad Media se habían escrito, en latín, obras y ensayos

políticos. Sin embargo, esta tradición se ve incrementada, como es lógico, en

el siglo XV, ya que el paso de los “Comuni” a las Señorías, y el impulso

imitativo del Humanismo con respecto al quehacer poilítico de los antiguos,

favorecía el debate y la discusión. En este momento, florecen, por tanto, las

obras dedicadas a los príncipes y a los monarcas, encarnación del

gobernante perfecto y, aunque de menor profusión, abundan también los

tratados que cantan las excelencias republicanas de Florencia y de Venecia.

Mientras los primeros insisten, evidentemente, en la personalidad del

señor o del príncipe, y en el conjunto de sus virtudes, las segundas centran

todo su interés en el mecanismo de las leyes y del Estado de ambas

repúblicas. Las dos tradiciones políticas gravitan en la obra y en el

pensamiento de Macchiavelli, por tanto, la primera es absolutamente

imprescindible para la valoración y comprensión global de El Principe y su

posterior importancia en el ideario político europeo.

Niccolo Macchiavelli nace en Florencia en 1469, en el seno de un

familia de rancio abolengo, pero sin demasiada holgura económica. Crece en

un ambiente de apertura cultural y recibe de la Florencia de Lorenzo EL

Magnífico toda la ferviente visión humanista de la corte medicea. A

cancilleres humanistas corno Coluccio Salutati o Leonardo Bruni, debe

Macchiavelli notable influencia. En 1498 fue elegido Secretario de la

Segunda Cancillería de la República de Florencia, fuertemente influida por

Savonarola. De esta época son sus primeros escritos.

En 1512 se produjo un cambio radical en la vida del autor, cambió

existencial cuya repercusión en su obra literaria es más que evidente. Tras la

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Page 32: La crisis del Humanismo y el Renacimiento italiano

derrota de los franceses y la consiguiente caída de la República de Florencia,

tiene lugar la restauración medicea con el gobierno del cardenal Giovanni,

más tarde Leon X, hijo de Lorenzo el Magnífico. Macchiavelli, partidario de la

República y relacionado con el gonfaloniero perpetuo Pier Soderini, se vio

privado de su cargo y fue acusado de conspirar contra los Medici. Fue

arrestado, encarcelado y torturado. De este periodo de radical separación de

su actividad política, nacen sus principales obras: Discorsi sulla prima "Deca"

di Tito Livio, El principe y Dialoghi sull'arte della guerra.

Después de haber sufrido la marginación, obtuvo de los Medici,

algún cargo administrativo-político de poca importancia. En 1519, se le pide

consejo sobre una posible reforma constitucional y, para tal ocasión, escribió

el Discorso sopra il riformare lo Stato di Firenze. Giulio de' Medici, le encargó

también la redacción de la historia de la ciudad, de ahí nacen sus Storie

fiorentine. En 1527, tras la noticia del saqueo de Roma, los Medici se vieron

expulsados nuevamente de Florencia. Entonces, Macchiavelli solicitó su

antiguo cargo, pero su colaboración con la precedente restauración medicea,

lo hacía sospechoso para los republicanos. Se lo denegaron. En junio de

1527 murió, dejando a su familia en la indigencia.

Las tres obras más representativas del pensamiento político de

Macchiavelli son las compuestas en su forzoso retiro de marginación política:

Diacorsi sulla prima "Deca" di Tito Livio, El príncipe y Dialoghi sull'arte della

guerra. Textos estrechamente relacionados entre sí por una total coherencia

temática y política. Nacidos de una misma visión de urgente necesidad de

construcción del Estado moderno italiano, cada uno de ellos puede ser

concebido como el específico desarrollo argumentativo de un mismo modo

de concepción de la acción y de la estrategia política. Aunque de los tres El

Príncipe es el más famoso en todo el ámbito de la politología occidental,

este, nacido tal vez de una cierta ambigüedad política por parte del autor en

relación a la familia Medici, no puede ser entendido sin las reflexiones

contenidas en sus dos obras restantes.

29

Page 33: La crisis del Humanismo y el Renacimiento italiano

Los tres libros, son fruto de una misma tensión histórica, de la

necesidad de librar a Italia del "bárbaro dominio" extranjero y de la corrupción

interna reinante. Se trata de una apasionada necesidad que ha de pasar,

ineludiblemente, por la unificación y el fortalecimiento del Estado italiano con

independencia del régimen político que lo sustente. Crear un principado o

monarquía absoluta, como las ya reinantes en Francia o en España es, por

consiguiente, una prioridad política para Macchiavelli. Para lograr tal objetivo,

es necesaria la formación de un ejército nacional, al servicio del príncipe o

del jefe del estado, un ejército propio, no de mercenarios, capaz de

prepararse para la guerra y para la defensa.

La innovación de Macchiavelli radica en la focalización de un único

objetivo político: el Estado. En este sentido, el fin justifica los medios. Por

esta razón, las valoraciones morales dan paso a las meramente políticas.

Todo ha de sacrificarse y ser sacrificado ante la urgente necesidad y la

realidad de los hechos. El régimen elegido, republicano o principado, son

variantes superficiales del mismo hecho.

Por este motivo, si en los Discorsi, su autor se muestra partidario de

la republica y, en ellos, asistimos a una lección de educación política y de

democracia republicana, en El príncipe, sin embargo, nos encontramos ante

una obra militante en favor de su propia colaboración con la política de su

tiempo y el logro de los objetivos propuestos. En consecuencia, los tres

tratados ofrecen una visión diferente con respecto a distintas tomas de

posición estratégica de un mismo problema. Pero, en realidad, son obras

entre sí complementarias y quedan trabadas por un mismo interés, en

ocasiones más individual, en otras más colectivo.

Con la personalidad y la obra de Macchiavelli nos acercamos

también a otra cara del entramado filosófico del Renacimiento italiano, otra

cara más de la moneda de un crisol histórico de alta complejidad creativa. El

escritor florentino, alejado de la corriente filosófica y estética más

neoplatónica, a la luz de la crisis social e histórica de la Italia de su época, y

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Page 34: La crisis del Humanismo y el Renacimiento italiano

en razón de su propia crisis personal, se abre a una moderna concepción de

la ciencia política, de la que asienta sus bases epistemológicas. Gracias a

dos principio clave: el conocimiento y redescubrimiento de la historia y de la

acción política de los clásicos (entre quien destaca la figura de Tito Livio), y

gracias también a la experiencia y al conocimiento directo de la realidad

política de su época y de su "ocasión", Macchiavelli se convierte en el padre

de la ciencia política moderna. La realidad sociopolítica ha de ser conocida,

analizada y estudiada a fondo, sin prejuicios ni falsedades. Con la obra de

Macchiavelli se asiste, por tanto, a la pérdida absoluta de estilización ideal

del tratado más utópicamente cortesano del siglo XVI. Por primera vez, en la

ciencia política occidental, el análisis preciso de las leyes y de las constantes

de la historia marcará la actuación del futuro quehacer político.

Macchivelli, al teorizar la connatural tendencia al mal, propia de la

naturaleza humana, y, gracias a su conocimiento de primera mano de la

historia de los antiguos, está en grado de establecer tendencias de actuación

política, susceptibles de aplicación en el presente y en el futuro. El análisis

histórico del pasado y de las distintas actuaciones de los antiguos permitirá al

autor establecer un sólido sistema de estrategia y práctica política que

resuelva la crisis a la que se veía abocada la sociedad de su tiempo. Sólo la

constitución y el fortalecimiento de un potente Estado italiano podría

contrarrestar la tendencia connatural al mal. Todo vale, en consecuencia,

ante la trascendencia histórica de su proyecto político, y cualquier otra

institución o forma de concebir el mundo queda subordinada a su

planteamiento absolutista. Religión, moral individual, arte o cultura son, en

consecuencia, meros instrumentos al servicio del mantenimiento de la

"Patria".

En este sentido, para el escritor florentino, la suma virtud del héroe,

salvador de la Patria y creador del Estado, consiste en saber llevar a la

práctica sus dotes potenciales, gracias al análisis y al conocimiento de los

distintos condicionantes históricos. El éxito político del gobernante, por tanto,

es una síntesis entre la virtud del gobernante y el conocimiento de las

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Page 35: La crisis del Humanismo y el Renacimiento italiano

distintas coyunturas históricas. Se frena de esta manera el poder azaroso de

la fortuna, aun reconociendo su papel en la configuración y el desarrollo de la

historia.

Si comparamos El Cortesano con El príncipe es fácilmente

deducible la conquista que, desde una perspectiva metodológica, representa

la obra de Macchiavelli. Se asiste a una evidente superación de las

perspectivas idealizadoras y metahistóricas y, sin embargo, no es posible

deducir de esto que el autor ofrezca verdaderas salidas alternativas a la

crisis de la que parte su análisis y su resolución política. Anclado en el

pesimismo naturalista, Macchiaveili destruye el ideal de superación de la

naturaleza y pierde, de esta manera, la posibilidad de reconocimiento

racional de la realidad de los hechos. Sólo la astucia y la confabulación

permanecen en pie ante la imperiosa necesidad de la construcción de un

Estado, cuya sistemática y férrea estructura no sólo no garantiza la felicidad

del hombre ni su ennoblecimiento, sino que además fomenta toda una serie

de comportamientos personales e institucionales de carácter práctico en los

que la maldad y la corrupción vuelven a ser la única moneda de cambio

vigente.

A esta demanda práctica de sus tratados, responde, como es lógico,

el estilo de su obra, un estilo que retornando las constantes del género, las

innova a la vez. Es decir, la lengua y la sintaxis de Macchiavelii están

marcadas por la innovación. Marcada la obra del autor por el signo de la

necesidad argumentativa, su estilo conciso, incisivo, lógico-demostrativo, no

esta exento de los expedientes retóricos necesarios de llamada a la acción

política. En consecuencia, en los textos de Macchiavelli entra en juego la

fuerza pragmática del italiano hablado así como el colorismo expresivo de

unas metáforas familiares, poderosamente enraizadas en el imaginario

popular de su tiempo. Macchiavelli representa, gracias a su antirretoricismo

estilístico, una de las primeras voces de oposición a las tesis lingüísticas de

Bembo.

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Page 36: La crisis del Humanismo y el Renacimiento italiano

El otro gran escritor de historia y de política del XVI fue Francesco

Guicciardini (1483- 1540). En general su vida política, al contrario que la de

Macchiavelli, estuvo marcada, en líneas generales, por el éxito. Guicciardini,

hombre práctico y ambicioso, ocupó cargos políticos de importancia; al final

de su vida, sin embargo, tras la marginación decretada por Cosimo de'

Medici, en el retiro de su casa de Arcetri, escribió la obra más representativa

de su quehacer como historiador: Storia d’Italia, publicada en veinte libros

entre 1537 y 1540. Esta obra constituye la más alta expresión del tratado

histórico italiano del Renacimiento. Escribió también sus propios Ricordi

politici e civili, entre 1528 y 1530.

Guicciardini polemizó continuamente con Macchiavelli; sus

concepciones de la historia eran radicalmente distintas. Guicciardini no cree

en el poder de referencialidad deductiva del modelo de los antiguos, y, en

consecuencia, niega toda validez al estudio de las fuentes históricas como

método de deducción e interpretación del presente. Su quehacer

historiográfico no está movido por el afán de cientificidad historicista de

Macchiavelli. Por consiguiente, Guicciardini basa su proyecto científico en el

análisis detallado y minucioso de los hechos concretos y particulares de la

historia, pero niega la posibilidad de extrapolación atemporal de carácter

deductivo con la que Macchiavelli había interpretado su época. No hay

posibilidad, por tanto, de establecer tendencias de paralelismo histórico entre

los distintos periodos porque, en opinión de Guicciardini, cada uno de ellos

es distinto, y no pueden ser medidos con los mismos parámetros de

procedimiento analítico.

De acuerdo con la distinta temática de sus obras, se asiste a una

variación estilística de las mismas. Mientras los Ricordi están escritos en un

estilo rápido y más cercano a la espontaneidad sintáctica de la lengua

hablada, la Storia recobra una solemnidad más cercana a la de los tratados

renacentistas al uso; una solemnidad que refleja de forma fidedigna la visión

histórica del propio autor.

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Page 37: La crisis del Humanismo y el Renacimiento italiano

Sin embargo, no estamos ante el preciosismo estilístico ni ante la

estructuración contrabalanceada de la más refinada prosa retórica de la

primera mitad del XVI. La forma de escritura está en función del análisis de

los distintos acontecimientos históricos. Por lo tanto, el significante es un

mero auxiliar, limado y cuidado, de la principal protagonista de los textos: la

historia de Italia.

Niccolò Machiavelli

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Page 38: La crisis del Humanismo y el Renacimiento italiano

10. LA NARRATIVA.

10. 1. La cuentística.

El género narrativo más característico de este siglo es, sin duda, la

"novella"; es decir, el relato o cuento. Como ya sucedía en el siglo XV, el

modelo de imitación de toda la narrativa italiana es, obviamente, el

Decamerón de Boccaccio, que aunque no se impone de forma tan

radicalmente decisiva como el caso de Petrarca en la lírica, tiende a ser el

modelo dominante en la lengua, el estilo, la temática y la estructura de toda

la narrativa del momento. Sin embargo, paralela a esta imitación fidedigna

del modelo boccacciano, se asiste, en el Renacimiento, a la tendencia

narrativa opuesta; es decir, a la presencia de la cuentística que se separa

ostentosamente del modelo “trecentesco”.

La situación de la narrativa italiana de esta época es, por tanto, más

variada y compleja que la de la poesía y, en realidad, más que de una única

tendencia dominante hay que hablar de personalidades o individualidades

aisladas que no constituyen sistema literario. No debe olvidarse que el

cuento no es un género particularmente querido por los teóricos de la poética

del Renacimiento. No debe tampoco pasar inadvertida la influencia que la

prosa del Decamerón ejerció en el teatro del sigo XVI, y, particularmente, en

la comedia, género que da sus mejores frutos dentro de lo que se ha

convenido en denominar la corriente antirrenacentista. En realidad, el

Boccaccio elegido por Bembo como modelo prosístico es el maestro de

prosa retórica más cercana al diálogo y al tratado, y no precisamente al

escritor de la prosa narrativa en vulgar.

En líneas generales, se puede establecer una clasificación no del

todo exhaustiva que distingue, a grandes rasgos, dos tipos de relatos: los

ligados todavía a la cultura comunal y los más claramente cortesanos. Los

35

Page 39: La crisis del Humanismo y el Renacimiento italiano

primeros fundamentalmente toscanos no sólo adoptan al Boccaccio del

Decamerón como el único modelo de su narrativa, sino que se retrotraen a

otros modelos de relato medieval toscano como, por ejemplo a Sacchetti. En

general, son antibembistas en su elección de estilo, y, en consecuencia,

introducen en sus obras el florentino-toscano vivo y hablado de su época.

En contraposición, la segunda tendencia se caracteriza por su

marcado tono aristocrático y cortesano; se trata de relatos construidos para

amenizar a la Corte y divertir a sus componentes. Están más próximos al

modelo decameroniano, aunque, en ocasiones, su realismo, próximo al

exigido por la crónica, sitúa a algunas de estas producciones en sus

antípodas. La narrativa septentrional, en general, en sus logros más

interesantes, parece ser más partidaria de prestar mayor importancia a los

hechos narrados que al modo y al estilo en que se narran.

Las innovaciones, o mejor dicho, los respectivos alejamientos con

respecto al modelo del Decamerón son de doble índole, tanto estructurales

(cuyas manifestaciones más evidentes se operan en la amplificación,

reducción o incluso supresión de la llamada "cornice" o marco del

Decamerón de Boccaccio) como temáticas, con una clara ampliación de los

horizontes de las novelle, abiertas tanto a la burla, a la comicidad como a lo

grotesco y macabro.

Entre los narradores más rupturistas con respecto al modelo

decameroniano hay que señalar a Agnolo Firenzuola (1493-1543) quien, aun

manteniendo, en sus relatos, la "cornice", al no tener por principal escenario

la "peste”, priva a esta de su verdadera función vertebradora y le otorga un

mero papel ameno. La “cornice” de los Ragionamenti d'amore es, pues, una

fórmula de diversión, en la línea de la práctica y del gusto cortesano y

renacentista, heredado del Humanismo para la conversación grata y brillante.

Tras la experiencia de los Ragionamenti, Firenzuola abandona

definitivamente la "cornice" y se dedica a los relatos sueltos y a la traducción

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Page 40: La crisis del Humanismo y el Renacimiento italiano

del Asno de oro de Apuleyo y de los cuentos hindúes: Prima veste dei

discorsi degli animali. La innovación de Firenzuola es también de orden

lingüístico y estilístico.

En relación a las temáticas, en la producción cuentística del

Renacimiento, no se produce nada realmente nuevo con respecto al mosaico

de los siglos XIV y XV. Se puede hablar, más bien, de nuevos enfoques

temáticos o de nuevas tendencias diferenciadoras, como el realismo, casi

periodístico de Luigi Bandello, o como la progresiva tendencia al aumento de

las dimensiones del cuento, que va adoptando, progresivamente, una

dimensión más propiamente novelística. Las innovaciones más interesantes,

sin embargo, se llevan a cabo en relación al ritmo narrativo de los relatos. Se

asiste, por consiguiente, a una ampliación de las restricciones espaciales y

temporales del cuento, marcadas por la presencia y el desarrollo de las

distintas acciones narrativas.

Entre los autores más representativos de las narraciones breves

cabe destacar a Macchiavelli con su Belfagor arcidiavolo y a Luigi da Porto

(1485-1529), por su Romeo e Giulietta, más tarde retormada por Bandello, y

fuente del drama shakespeariano, La fierecilla domada. Es interesante

recordar también que muchos escritores renacentistas escribían cuentos,

que, posteriormente, se incluían dentro de sus propias obras, no

necesariamente de carácter narrativo. Castiglione, en El Cortesano, hace

contar a algunos de sus protagonistas breves historias noveladas; lo mismo

hace Aretino en su tratado o el propio Ariosto dentro de su poema

caballeresco.

Otros narradores de relevancia son Anton Francesco Grazzini (1503-

1584), el típico narrador burlesco del siglo XVI, cuyo humorismo raya en lo

trágico y lo macabro, Giovan Francesco Straparola (1505- 1553), conocido

por su cuentística popular de tonos claramente fantásticos y maravillosos.

Pero sin lugar a dudas, el más popular es Matteo Bandello (1485-1561). El

narrador lombardo es uno de los más prolíficos del siglo; en él se funden dos

37

Page 41: La crisis del Humanismo y el Renacimiento italiano

de las aspiraciones literarias más representativas de todo el Renacimiento:

docere et delectare.

En consecuencia, la narrativa de Bandello basa su éxito,

principalmente, en su función de entretenimiento; de ella, sin embargo, no

queda eliminada una lección moralizante. Por otra parte, la variedad formal

de los cuentos, de los que elimina la "cornice" para sustituirla por cartas y

dedicatorias, el tono coloquial de su estilo, aunado al realismo de su escritura

y al interés por el estudio de la vida humana en sus múltiples facetas, hacen

de este autor uno de los más representativos de la cuentística italiana del

siglo XVI.

10.2. El poema caballeresco: El Orlando Furioso de Ludovico Ariosto.

Ludovico Ariosto nació, en Reggio Emilia, en 1474, ciudad

perteneciente al ducado ferrarés de los Este. La figura de Ariosto está

estrechamente ligada a la corte de Ferrara y a la familia d'Este, sobre todo al

cardenal Ippolito d'Este con quien mantiene difíciles relaciones de vasallaje.

Ariosto representa al intelectual renacentista a sueldo de un gran mecenas.

Esta situación ambigua acarreó al autor un gran número de desilusiones y

sinsabores.

El autor es crítico, por tanto, con respecto a la idealización de la

Corte, de la que se vio alejado en muchas ocasiones por mandato de su

mecenas. Así por ejemplo, desde 1522 a 1527, estuvo alejado de Ferrara y

vivió en la región de Garfagnana, en la zona de los Apeninos toscano-

emilianos, cumpliendo labores político-diplomáticas, no del todo valoradas en

la Corte. En esta misma fecha, contrae matrimonio con Alessandra Benucci,

con quien había mantenido una relación clandestina por miedo a perder sus

beneficios eclesiásticos. A partir de este momento, en una casa de su

propiedad, con su mujer y su hijo se dedica, en paz y libre de los

compromisos y sujeciones de la Corte, a preparar la tercera edición de su

38

Page 42: La crisis del Humanismo y el Renacimiento italiano

poema caballeresco. Murió en 1533.

Ariosto es autor de composiciones líricas, de comedias, de siete

Sátiras en las que expone su desilusión y crisis filosófica y personal con

respecto a los valores del Renacimiento. Estas composiciones satíricas están

claramente influidas por Horacio. Con ellas el escritor inaugura un género

nuevo, hasta el momento, en la tradición italiana. Sin embargo, a pesar de su

excelencia, su obra maestra es, sin lugar a dudas, Orlando Furioso, poema

épico-caballeresco, escrito, según la tradición épico-lírica, en octavas.

En la primera mitad del siglo XVI, Orlando Furioso recibe toda la

herencia de los cantares épicos medievales, una vez tamizados y estilizados

a través de la mediación y del gusto cortesano y culto de Boiardo. Ariosto

continúo el poema allí donde Boiardo lo había interrumpido, pero,

rápidamente, desplazó a su antecesor para convertirse en el autor de

poemas caballerescos más famoso y conocido de la sociedad cortesana de

su época. No debe olvidarse que Ariosto, en las diversas ediciones del

Furioso, había ido amoldando su texto a la perceptiva bembista, en lo que a

elección lingüística y estilística se refiere.

La composición del poema se inicia entre 1502-3, la primera edición

es de 1516 y se volvió a editar, posteriormente, en 1521 y en 1532 (en 46

cantos). Orlando Furioso de Ariosto es la obra que mejor representa los

ideales y el espíritu renacentista. Ahora bien, si bien es cierto que la crítica

italiana, tradicionalmente, ha visto al Furioso y a su autor como un escritor

solar y apolíneo por excelencia, nuevas investigaciones en relación al poema

y, lógicamente, a la personalidad y a la experiencia vital de Ariosto, han

devuelto una nueva imagen del hombre y de la mayor construcción literaria

de todo el Renacimiento italiano. El Furioso, por consiguiente, representa el

mayor logro de dominio formal y estilístico en relación al conocimiento

certero de la desilusión y los sinsabores tanto políticos como personales de

un hombre renacentista. Del dominio de la adversidad y del desencanto

nacen el equilibrio y la armonía formal y ética de una personalidad de su

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Page 43: La crisis del Humanismo y el Renacimiento italiano

tiempo. Estamos ante un escritor que recibe el legado de la tradición

caballerresca de la Edad Media hasta transformarla en "novela

contemporánea" (romanzo contemporaneo).

La temática caballeresca del Furioso puede ser entendida, por tanto,

como metáfora de la propia época del autor. Ariosto retoma una materia

poética ya organizada en el conjunto de sus características temáticas y

estructurales como instrumento eficaz de orden narrativo; cuenta, de esta

manera, los amores de Orlando y Angelica, y de los demás damas y

caballeros. Sin embargo, el autor ha cambiado, profundamente, el prisma de

percepción de la realidad caballeresca con la que se presenta el material

narrativo. Los ideales de Ariosto han variado consustancialmente con

respecto a los de Boiardo.

Ya desde el título se asiste a la profunda transformación llevada a

cabo por el escritor con respecto al Innamorato: la locura y no el

enamoramiento es ahora el centro temático y propulsor del complejo

entramado narrativo de la obra de Ariosto. El poema caballeresco se tiñe así

de matizaciones tragicómicas, y ya desde el exordio son más que evidentes

las connotaciones irónicas: el amor de ser un valor cortés, se desvela ahora

como fuente de conflicto vital y de enfermedad para el hombre.

La materia temático-narrativa del poema se organiza en relación a

tres principales núcleos temáticos: la guerra entre los cristianos y los

sarracenos, el amor de Orlando por Angelica (y la consiguiente locura del

caballero) y los amores difíciles entre la cristiana Bradamante y el sarraceno

Ruggiero, la conversión de este último y la perpetuación de la familia

estense. En relación a estas tres unidades temáticas, gira el complejo y

laberíntico entramado narrativo del Furioso, caracterizado por las continuas

suspensiones y alteraciones del hilo conductor y del orden narrativo del

relato, a su vez entremezclado y entrelazado por múltiples historias

secundarias, relatos de segundo orden, con autonomía propia, insertados en

40

Page 44: La crisis del Humanismo y el Renacimiento italiano

las tres historias principales.

El Furioso, por tanto, a primera vista podría ser entendido como una

obra abierta en la que cabe la realidad y la vida en su variabilidad más

heterogénea. No existe, en consecuencia, un único motivo que organice y

englobe la total estructuración narrativa del poema. La crítica italiana ha

querido ver en esta ausencia de estructura global de orden superior la visión

laica de Ariosto, a quien falta la confianza en un proyecto de orden

providencial que dé sentido a la existencia. Sin embargo, a pesar de la visión

multiforme de orden narrativo que presenta la obra, estamos ante un relato

entre sí bien trabado, de una clara estructuración temática y narrativa que

contiene, aun en su dinamismo plural, un comienzo y una conclusión.

Ahora bien, la unidad de la obra se logra, sobre todo, gracias a la

técnica narrativa. Las continuas intervenciones de la voz narrativa, tanto en

su función rectora como en las digresiones ideológicas en ellas contenidas,

ofrecen al lector la seguridad de una presencia organizadora en el relato. Por

otra parte el hecho de entrelazar los distintos y más variados motivos

narrativos, relatos de orden secundario, en el hilo conductor de la obra,

constituye una forma compleja y refinada de dar cohesión al poema. Gracias

a ellos, se favorece la continua presencia de las repeticiones y de las

simetrías, elementos conectores típicos de la lengua hablada, de la épica

caballeresca y de los cantares, tradición toda ella en la que el Furioso se

encuadra.

Asimismo se podría decir que muchas de estas simetrías, de

carácter estructural, son de orden invertido. Se trata de un juego de espejos

en la presentación del variado plantel de personajes y episodios del poema.

Paralelamente a los personajes nobles, heroicos y positivos de la obra, los

representantes de la concepción equilibrada y armónica del Renacimiento

(los de mayor peso), en el texto aparece la inversión de los primeros. Se trata

de los personajes antiheroicos, vulgares, cuyo comportamiento o actitud es la

opuesta a sus homólogos en el plano de la práctica caballeresca y cortesana.

41

Page 45: La crisis del Humanismo y el Renacimiento italiano

Muchos de estos personajes negativos o no idealmente cortesanos,

de procedencia popular fundamentalmente, podrían ser vistos como la

inclusión en el Furioso de una cierta tendencia antirrenacentista. Ariosto, al

dar cabida en su obra a la vida en sí misma con su inagotable pluralidad,

recoge también tipos psicológicos, en cierta forma, más acorde con la

tradición realista del Decamerón y con la comedia “cinquecentesca” italiana.

Estas técnicas narrativas, en el plano de la historia narrada,

corresponden a la importancia temática determinante de la casualidad en el

poema. A pesar de la presencia de la magia, topos de toda la tradición

genérica en la que el Furioso se inscribe, falta, en el poema caballeresco de

Ariosto, el sentido de lo realmente sobrenatural. En consecuencia, cabe

deducir que, en opinión del autor, como también para Macchiavelli, a la hora

de la verdad, el hombre se encuentra solo y debe recurrir a las propias

fuerzas para hacer frente a los avatares de la Fortuna y del azar. El

pesimismo y el laicismo de Ariosto quedan así claramente reflejados en todo

el texto.

El pesimismo puede, en parte, verse vencido, gracias al ejercicio

euforizante del propio hecho de la creación artística. Como es lógico, con

esta obra de Ariosto, como también en sus Sátiras, el autor entra claramente

en crisis con respecto a los valores del Humanismo e incluso del

Cristianismo. En el Furioso, domina, pues, la constatación de la crisis de

valores y la convicción realista de la dificultad de actuación en un mundo

dominado por las pasiones más irracionales y por la ley ciega del azar.

Frente al pesimismo más escéptico, se alza, sin embargo, la virtud del

distanciamiento irónico y el equilibrio de un quehacer basado en la voluntad

de dominar la adversidad y de sobreponerse, titánicamente (mediante el

dominio de la distanciación personal y el ennoblecimiento creativo) a las

desilusiones de la historia y de la existencia. De dicha voluntad de dominio

de la casualidad más adversa, nace el equilibrio armónico y estilístico de la

obra, la cual, en la terminología más moderna, podría ser vista como un

42

Page 46: La crisis del Humanismo y el Renacimiento italiano

intento de racionalización sistemática contra la presencia del caos.

10.3. Otros poemas narrativos. La línea antirrenacentista de Teofilo Folengo.

Como es natural Orlando Furioso ejerció un influjo considerable

sobre la composición de los posteriores poemas caballerescos del siglo XVI,

hasta llegar a ser considerado un ejemplo clásico de obra en vulgar. Sin

embargo, el descubrimiento de la Poética de Aristóteles y su progresiva

incidencia en la cultura italiana de la época, restaron importancia a la

consideración del poema ariostesco como modelo de imitación para los

sucesivos poemas.

La Ilíada y la Eneida se vieron como dos modelos que se atenían

más directamente a los principios aristotélicos de unidad de acción y de

condensación dramática en torno a la figura del héroe principal. Se puede

decir que ambas tendencias se alternan, sin embargo, a lo largo de la

segunda mitad del siglo XVI y del XVII.

A la observancia más estricta de las leyes compositivas de

Aristóteles, se suma el poema en veintisiete cantos L'Italia liberata dai goti de

Gian Giorgio Trissino (1478-1550). El autor tenía por modelos a Homero y a

Virgilio y pretendía frenar la inventiva fantástica y novelesca del modelo

ariostesco con un estricto respeto a la verdad histórica. Giambattista Giraldi

Cinzio (1504-1573), a su vez, fue uno de los más importantes teóricos del

"romanzo" (novela), palabra con la que entonces se designaba a los poemas

caballerescos. Compuso una obra en torno a los preceptos poéticos y

compositivos de los poemas caballerescos: Intorno ai comporre dei romanzi.

Este modelo, que gozó de una gran fama, inspiró a Bernardo Tasso (1492-

1569), padre de Torquato, la composición de su Amadigi (Amadís).

43

Page 47: La crisis del Humanismo y el Renacimiento italiano

En este apartado merece especial atención el poema de Teofilo

Folengo (1491 -1544) el Baldus, escrito en hexámetros; en él se narran las

aventuras de Baldo, de la estirpe del héroe Rinaldo (Roldán), quien, educado

por campesinos, se entrega al pillaje y a la picaresca hasta llegar, tras miles

de aventuras, al infierno; allí se encuentra y dialoga con el propio escritor. Se

puede decir que la obra de Folengo, al retomar la línea cómica y picaresca

de Pulci, en cuanto a la invención temática de su poema (filón que proviene

de la tradición literaria de los poemas franco-vénetos), remoldea la epopeya

carolingia y bretona con la finalidad de expresar sus propios humores y la

rebelión contra el sistema literario y las instituciones de su época.

El particular sabor de este poema radica, por tanto, en el

acercamiento a un mundo degradado, plebeyo y antirrenacentista. Por

consiguiente, de la fusión entre lo excelso y lo plebeyo, lo épico y lo rústico,

nace la comicidad de la obra. No hay mayor subversión de un sistema de

valores establecido que la burla y la mofa de éstos. Lo cómico se convierte

de esta manera en subversión estética e ideológica con respecto al canon

del Renacimiento. Por otra parte la forma y el estilo de la obra ahondan en la

misma visión desmitificadora de su temática. El uso del latín macarrónico

contrasta con el estilo sublime de la sintaxis, calco de la latina, con la

versificación del poema épico y con la elección léxica de registros familiares,

coloquiales y rústicos; un léxico jergal y plurilingüe, en el que tiene cabida el

toscano y el dialecto. Estamos ante la continuidad del estilo macarrónico de

la tradición goliárdica medieval. Se trata de una lengua marcadamente,

expresionista, en consonancia con el tono cómico y burlesco del poema.

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Page 48: La crisis del Humanismo y el Renacimiento italiano

11. EL TEATRO DEL RENACIMIENTO ITALIANO. LA REALIDAD VIVA DE LA COMEDIA DEL "CINQUECENTO".

Sin lugar a dudas la comedia es el género teatral más importante de

la Italia del XVI; está claramente marcada por la huella clásica de Plauto y

Terencio. Ahora bien, en general, la representación teatral de las comedias,

en el "Cinquecento", no constituye una actividad ritual, marcada por la

necesidad de unificación ideológica popular, como había sido el caso de las

laudas religiosas del XIII y XIV o de las sacre rappresentazioni del XV, cuyo

espacio escénico era la plaza pública. Ahora las comedias, compuestas,

fundamentalmente, en ocasión de acontecimientos importantes para las

grandes familias italianas del Renacimiento, cumplen una función social bien

distinta. Se trata de llevar a cabo, mediante la representación teatral

reservada ai pochi, un espectáculo mundano de cohesión del grupo

hegemónico. Estamos ante un acto social de gran prestigio cuyo centro

propulsor es la Corte o el espacio cerrado de la casa señorial. Del patio o de

la sala familiar se pasará más tarde a la construcción del teatro, tal y como

hoy lo entendemos.

A pesar de las características de espectáculo cortesano, las

comedias del siglo XVI, cuyo principal objetivo radica en divertir a su público

(escritas, en su inmensa mayoría, en prosa y no en verso) pueden ser

consideradas un reflejo fidedigno y directo de la compleja y contradictoria

realidad social de la Italia de la época. Son la principal vía de renovación

poética, estilística y lingüística del sistema literario del siglo XVI. Gracias al

sarcasmo cómico y burlesco de muchas de estas obras, se asiste a una

revisión crítica de los postulados estéticos e idealizantes de las cortes

renacentistas. Se podría decir, sin embargo, que parece darse una aparente

contradicción entre las exigencias hedonistas del público culto de las

comedias y la necesidad de expresar las contradicciones críticas de los

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Page 49: La crisis del Humanismo y el Renacimiento italiano

autores de las mismas, quienes, como intelectuales, a pesar del débito a su

señor, se ven en la obligación y en la necesidad de dar cuenta del

dramatismo de su sociedad. Esta búsqueda de modernidad y de

compromiso, respecto a las exigencias sociales y existenciales de los

escritores, conlleva una erosión de las estructuras más cerradas de la

comedia cortesana.

Obras como la Mandragora (1518) de Macchiavelli o las comedias de

Ruzzante parten de la codificación más hermética de la poética cómica del

XVI hasta llegar a subvertir los valores y las intenciones escénicas e

ideológicas sobre los que esta tradición teatral se asentaba. En el primero

caso, Macchiavelli se sirve de la clásica burla de origen boccacciano (topos

de toda la comedia italiana del XVI) para hacer un amargo retrato de la

sociedad de su tiempo. Ruzzante, a su vez, a través de la figura del villano y,

mediante la incorporación del dialecto paduano (cuya diversidad lingüística y

su rusticidad provocan la risa del público culto y cortesano) lleva a cabo una

amarga denuncia de las condiciones de las clases subalternas de aquel

momento.

Asimismo las comedias de Ariosto, el primer innovador de este

género teatral italiano del primer "Cinquecento" (con la Cassaria de 1508 y

con la Lena 1528-1529) y el éxito y la acogida de la Calandria (1513) de

Francesco Bibbiena convierten a estos autores y a sus correspondientes

obras en el modelo de muchas otras piezas cómicas a lo largo del siglo XVI.

Se puede decir que estas obritas cómicas marcan un modelo en el "nuevo

arte de hacer comedias”.

El modelo argumental, inspirado en Plauto, se enriquece con las

aventuras del Decamerón de Boccaccio, principal fuente de invención

temática y lingüística. Este es el patrón seguido para la composición de la

Venexiana, comedia anónima y atribuida a Girolamo Fracastoro. Al modelo

latino se debe la presencia del prólogo que, según el ejemplo de Terencio

46

Page 50: La crisis del Humanismo y el Renacimiento italiano

más que según el de Plauto, servía, fundamentalmente, de debate literario y

no tanto de fuente de información sobre la obra.

Del teatro latino derivan también los tipos fijos de los personajes: el

tonto, el enamorado, el viejo, la bribona. Tipos a los que la comedia del XVI

irá añadiendo otros más representativos de los "defectos" y “vicios" más

comunes a la sociedad del Renacimiento: el pedante, cuya codificación

definitiva se debe a la comedia II Pedante (1529) de Francesco Belo, y el

fanfarrón, en alusión directa a los españoles. Muchos de estos tipos

constituirán, algo más tarde, el plantel fijo de personajes de la denominada

"Comedia dell' Arte". La comicidad de la comedia del "Cinquecento" radica en

el nudo argumental y no en el desarrollo psicológico de sus personajes

quienes cumplen una función predeterminada en el reparto y en la

asignación de sus diferentes papeles.

Ahora bien, en la comedia italiana del siglo XVI, con independencia

de la comicidad teatral proveniente de la tradición clásica (intercambio y

confusión entre los distintos personajes, repentinos e imprevisibles cambios

provocados por el azar y la fortuna…), la principal garantía de comicidad hay

que rastrearla en la invención lingüística de los textos teatrales. Malos

entendidos, medias palabras y juegos de lenguaje; un uso lúdico de la

lengua, en detrimento de la mera función informativa, son los principales

exponentes retóricos de mensajes en los que prevalece el plano del

significante. Estamos ante la búsqueda continua de un extrañamiento

semántico y estilístico que provoca la risa y la comicidad.

En la creación y recreación del texto teatral cómico, los autores del

XVI hacían continuas alusiones a la literatura al uso y a las expresiones

literarias del código petrarquista de la Corte, de manera que el juego de

palabras y la ingente creatividad lingüística de la comedia del XVI, cumple

dos funciones paralelas: ridiculizar la lengua de su tiempo y a sus usuarios y

establecer, al mismo tiempo, una complicidad con el público culto, el único

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Page 51: La crisis del Humanismo y el Renacimiento italiano

capaz de comprender la comicidad lingüística contenida en la innovación

significante.

El público culto, era el único que estaba en grado de recorrer el

abanico del diasistema lingüístico del italiano de la época, y distinguir, por

tanto, la ironía y el sarcasmo contenidos en la imitación burlesca del código

petrarquista, y disfrutar también de los registros inferiores del italiano hablado

o del dialecto. La lengua del “populacho", incorporada así a la comedia

“cinquecentesca”, hace entrada en la literatura italiana con la finalidad de

contribuir al divertimento y a la comicidad de la obra. La lengua de la

comedia se mueve, pues, dentro del plurilingüismo y del experimentalismo

estilístico, en una dirección radicalmente opuesta a las tesis del bembismo

más intransigente.

Hay que hacer también mención a las manifestaciones teatrales de

carácter más estrictamente popular, filón, particularmente vivo en regiones

italianas como Venecia, cuyos “mariazi", estructurados en forma de “frottole"

(composición poética de origen popular y juglaresco muy de moda durante

los siglos XIV y XV, cercana a los acertijos y trabalenguas), reproducían el

sistema compositivo del más genuino teatro popular romance. La Compagnia

delle Calze (compañía de las medias), que recogía a aristócratas

aficionados, o las comedias de Andrea Calmo se sitúan, por consiguiente, en

las antípodas del teatro erudito. En la región piamontesa, autores como

Giovanni Giorgio Alione escribió farsas rústica empleando el dialecto de la

ciudad de Asti. En esta misma línea de teatro rústico, popular, destaca el

grupo de autores de Siena denominado I Rozzi (los rústicos).

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Page 52: La crisis del Humanismo y el Renacimiento italiano

11. 1. Figuras más sobresalientes de la comedia italiana del XVI.

11.1.2. Pietro Aretino.

Pietro Aretino (1492-1556) es el autor más relevante y de mayor

originalidad del teatro cómico italiano de la primera mitad del siglo XVI. Su

obra dramática, como ya se vio con el tratado, se sitúa en la línea del

denominado movimiento antirrenacentista; toda ella puede ser considerada

una crítica acérrima a los ideales utópicos y esteticistas del Renacimiento. En

consecuencia, el escritor, en una línea de literatura, en apariencia plebeya y

popular, lleva a cabo una clara defensa de exaltación de los sentidos y se

burla, sárcastica y descarada, de los círculos cortesanos e intelectuales de la

época. En este sentido, es significativa la crítica del "pedante". Para Aretino

el "pedante" representa la negación de la vida y de la libertad. Encorsetado

en un código aprendido, código que enmascara su miedo e inseguridad, el

pedante es víctima de un sistema convencional que le impide llegar a vivir

realmente.

Por consiguiente, sus cinco comedias: La Cortigiana (La cortesana)

(1525), Il Marescalo (El mariscal) (1533), La Talanta (1542), Lo Ipocrito (El

hipócrita) (1542), Il filosofo (1546) reflejan el modo de ser y de pensar de su

autor, tanto en la riqueza inventiva como en la subversión vitalista de sus

personajes, quienes se sitúan en franca polémica con las acciones

ennoblecedoras de los excelsos protagonistas de los géneros hegemónicos

del más genuino Renacimiento italiano.

11.1. 3. Ruzzante.

Pseudónimo de Angelo Beolco (1502-1542) es una de las

personalidades teatrales más interesantes de la comedia italiana del XVI.

Paduano de nacimiento, es un punto de referencia capital para los grupos

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Page 53: La crisis del Humanismo y el Renacimiento italiano

paduanos que se dedicaban, en Venecia por aquel entonces, al teatro. El

escritor compuso algunas de sus obras para familias hacendadas de la

región véneta en el siglo XVI, y ya en ellas introdujo el uso del dialecto

paduano, sabiendo retomar la fuerza de las manifestaciones teatrales

presentes en la Compagnia delle Calze.

Aunque en algunas de sus obras tardías: la Arconitana (1534), la

Piovana (1 532), la Vaccaria (1533) el comediógrafo vuelve a situarse, en

cierta manera, en una línea compositiva más acorde con la comedia culta y

erudita de su tiempo, logra su máximo grado de acierto literario y humano en

aquellas obras que reproducen, más fidedignamente, el tipo del villano: la

Betía, la Moscheta, la Fiorina, Il parlamento di Ruzzante che torna dalla

guerra, compuestas entre 1522 y 1525.

Nos encontramos en el lado opuesto a la codificación elitista de la

literatura de Corte. La presencia del personaje del villano, que en un primer

momento había suscitado una risa sin dobles consecuencias, se muestra

ahora, en toda su fuerza dramática, como una sonrisa amarga de la cual

emana todo el dolor de una comicidad invertida, y, por lo tanto, no exenta de

crítica y de denuncia.

50

Page 54: La crisis del Humanismo y el Renacimiento italiano

12. OTRAS FORMAS TEATRALES: LA TRAGEDIA.

La tragedia toma, como todos los géneros cultos del Renacimiento,

directa inspiración de las fuentes clásicas. En este caso, el peso de la

Poética de Aristóteles es definitivo. A partir de la segunda mitad del siglo, las

traducciones, ediciones y comentarios del texto aristotélico lo convierten en

un modelo de imitación ineludible. Sin embargo, las fuentes principales para

la tragedia del primer "Cinquecento" hay que buscarlas directamente en

Sófocles y en Eurípides.

Por otra parte no debe olvidarse que la tragedia es una forma

dramática destinada principalmente a la lectura, hecho que favorece su

lentitud descriptiva así como el tono áulico y literario de su lengua, siempre

en verso. Se trata, sin lugar a dudas, de un género teatral menos

espectacular, vivo y dinámico que la comedia. La tragedia, al cuestionar

directamente la conducta ética y moral de los poderosos, no sólo se aleja del

requisito retórico fundamental del género cómico: la diversión del público,

sino que se vuelve, en cierta manera, incómoda y no del todo agradable al

Poder, desde el momento en que su principal objetivo radica en el logro de la

virtud por parte de quienes lo detentan.

La primera tragedia "regular", digna de mención, es la Sofonisba

(1524) de Gian Giorgio Trissino, basada en Tito Livio. Merecen también

mención especial Tullia (1533) de Ludovico Martelli y Horacia (1546) de

Pietro Aretino. El autor toscano, en esta tragedia, pone de manifiesto también

su vitalidad compositiva, al ser capaz de transmitir, con fuerza y

apasionamiento real, los sentimientos de los protagonistas, expresados a

través de un lenguaje trágico, potente y alejado de las exigencias retóricas

del sistema literario de su época. Entre las tragedias más sobresalientes del

siglo XVI, caben destacar también Antigona de Luigi Alamanni y Rosmunda y

Oreste de Giovanni Rucellai.

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Sin embargo, en torno a la segunda mitad del siglo, la regularidad y

la armonía compositiva de las tragedias empiezan a desvanecerse. Giovan

Battista Giraldi Cinzio, uno de los mayores teóricos del teatro dramático de

su tiempo, compone Orbecche (1541), ya bajo los efectos del pathos trágico

más exacerbado; violencia y sangre, tonos hórridos y atroces se multiplican

en sus tragedias posteriores: Atile (1543), Cleopatra (1543), Didone (1549).

Como el propio autor expone en su tratado Intorno al compor delle commedie

e delle tragedie (1543), para componer las tragedias, no basta sólo atenerse

a la normativa aristotélica, sino que al mismo tiempo se deben exasperar los

elementos más truculentos de las obras. Puede introducirse un final feliz en

algunas de ellas (por esta razón las denominó tragicomedias) y limitar el

papel del coro en los entreactos. La importancia de Giraldi Cinzio radica,

principalmente, en su innovación teatral y en la reglamentación dramática del

teatro trágico de la segunda mitad del siglo XVI. La fama del autor fue

ganando adeptos a lo largo del siglo XVII, tanto dentro como fuera de las

fronteras italianas.

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BIBLIOGRAFÍA BÁSICA.

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Elisa M. Martínez Garrido

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