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La crítica freudiana a la religión Carlos Gómez Sánchez: Fraijó, Manuel et. al. (1994). Filosofía de la religión. Madrid. Trotta, pp. 369-396. Este es el resumen textual de la lectura a discutir en clase: I. DELIMITACIONES Y PROBLEMAS DE MÉTODO 1. La gloria ambigua del psicoanálisis La gloria ambigua del psicoanálisis “(…) no es en absoluto casual, pues una doctrina que pretende hablar acerca de lo que ni queremos ni podemos, en principio, saber es difícil que logre una evaluación ponderada y crítica”. 369 3. Psicoanálisis y cultura “El psicoanálisis puede ser considerado desde una triple perspectiva: como un método terapéutico, como una teoría de la vida psíquica y como un método de estudio de aplicación general. Aunque no fuera temáticamente, el estudio de las instituciones culturales ha estado presente en el psicoanálisis desde el principio. EL papel de la «censura» en el sueño o la instancia superyoica de la «segunda tópica» (…) se corresponden con la función social de interdicción o los ideales que la cultura ostenta. Institución intrapsíquica y institución cultural se doblan, así, mutuamente. Las neurosis, nos advierte Freud en Múltiple interés del psicoanálisis, «se nos revelan como tentativas de resolver individualmente aquellos problemas de la compensación de los deseos, que habrían de ser resueltos socialmente por las instituciones». Por eso, el análisis de la cultura no es un mero «complemento», sino algo que induce a sucesivas reelaboraciones de un modelo que surgió en el campo de la psicopatología”. 370. “En analogía con lo descubierto en su interpretación, las instituciones culturales serán reconducidas a los deseos que operan latentemente tras sus manifestaciones, consideradas desde ese punto de vista como máscaras de los mismos. Lo cual nos conduce tanto al tema de la ilusión como al de la regresión y la permanencia de lo arcaico. Los deseos, escapando a la ruda disciplina de la realidad, buscan satisfacción, sea en la alucinación onírica o en el delirio colectivo”. 371. 4. Los textos y los temas “Desde el artículo de 1907 Los actos obsesivos y las prácticas religiosas , hasta su último gran ensayo, Moisés y el monoteísmo, de 1937-1939, el tema directamente religioso no ha dejado de ocupar la atención de Freud. Los enfoques han sido diversos: si en el artículo de 1907 destaca ante todo una serie de analogías entre neurosis y religión, en Totem y tabú (1913) atiende principalmente a la génesis de la religión, para en El porvenir de una ilusión (1927) y en El malestar en la cultura (1930) considerarla sobre todo desde el punto de vista funcional. En fin, en Moisés tratará de aplicar los conceptos anteriormente logrados –particularmente los de Totem y tabú– al origen de la religión judeo-cristiana.

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La crtica freudiana a la religin

Carlos Gmez Snchez: Fraij, Manuel et. al. (1994). Filosofa de la religin. Madrid. Trotta, pp. 369-396.Este es el resumen textual de la lectura a discutir en clase:

I. DELIMITACIONES Y PROBLEMAS DE MTODO

1. La gloria ambigua del psicoanlisisLa gloria ambigua del psicoanlisis () no es en absoluto casual, pues una doctrina que pretende hablar acerca de lo que ni queremos ni podemos, en principio, saber es difcil que logre una evaluacin ponderada y crtica. 3693. Psicoanlisis y culturaEl psicoanlisis puede ser considerado desde una triple perspectiva: como un mtodo teraputico, como una teora de la vida psquica y como un mtodo de estudio de aplicacin general. Aunque no fuera temticamente, el estudio de las instituciones culturales ha estado presente en el psicoanlisis desde el principio. EL papel de la censura en el sueo o la instancia superyoica de la segunda tpica () se corresponden con la funcin social de interdiccin o los ideales que la cultura ostenta. Institucin intrapsquica y institucin cultural se doblan, as, mutuamente. Las neurosis, nos advierte Freud en Mltiple inters del psicoanlisis, se nos revelan como tentativas de resolver individualmente aquellos problemas de la compensacin de los deseos, que habran de ser resueltos socialmente por las instituciones. Por eso, el anlisis de la cultura no es un mero complemento, sino algo que induce a sucesivas reelaboraciones de un modelo que surgi en el campo de la psicopatologa. 370.En analoga con lo descubierto en su interpretacin, las instituciones culturales sern reconducidas a los deseos que operan latentemente tras sus manifestaciones, consideradas desde ese punto de vista como mscaras de los mismos. Lo cual nos conduce tanto al tema de la ilusin como al de la regresin y la permanencia de lo arcaico. Los deseos, escapando a la ruda disciplina de la realidad, buscan satisfaccin, sea en la alucinacin onrica o en el delirio colectivo. 371.4. Los textos y los temasDesde el artculo de 1907 Los actos obsesivos y las prcticas religiosas, hasta su ltimo gran ensayo, Moiss y el monotesmo, de 1937-1939, el tema directamente religioso no ha dejado de ocupar la atencin de Freud. Los enfoques han sido diversos: si en el artculo de 1907 destaca ante todo una serie de analogas entre neurosis y religin, en Totem y tab (1913) atiende principalmente a la gnesis de la religin, para en El porvenir de una ilusin (1927) y en El malestar en la cultura (1930) considerarla sobre todo desde el punto de vista funcional. En fin, en Moiss tratar de aplicar los conceptos anteriormente logrados particularmente los de Totem y tab al origen de la religin judeo-cristiana. Tambin podra decirse que, en su anlisis de la religin, Freud considera tanto el nivel de las prcticas (fundamentalmente en Los actos obsesivo ), cuanto el de las creencias (sobre todo en El porvenir de una ilusin). Y ello desde una doble perspectiva: la gentica, que se ocupa del origen de la religin, y la econmica, que se ocupa de la funcin que la religin cumple en la economa psquica individual o en los procesos culturales. (371-372).

II. Las prcticas religiosas y los ceremoniales neurticos

Freud comienza comparando las observancias rituales de las prcticas religiosas con los actos obsesivos de los ceremoniales neurticos. En ambos aparece la misma extremada minuciosidad en la ejecucin, la atencin para no olvidar nada, so pena de tener que volver a empezar todo el proceso, la tendencia a complicar profusamente el mismo, la exclusin total de toda otra actividad, la tortura ante la sospecha de haber omitido algo. La diferencia estriba, en una primera aproximacin, en que los rituales religiosos poseen un sentido y significacin simblica, mientras que los ceremoniales neurticos parecen insensatos y absurdos. Pero la investigacin psicoanaltica ha descubierto precisamente que tales actos obsesivos entraan en s y en todos sus detalles un sentido, sirviendo de expresin a motivos y representaciones inconscientes. El individuo se encuentra bajo la soberana de una poderosa conciencia de culpabilidad, de la cual no sabe, sin embargo, lo ms mnimo. Se trata pues de una conciencia inconsciente de culpa, frente a la que el ceremonial se inicia como un acto de defensa, como una medida de proteccin.En la base de la neurosis obsesiva se encuentra la represin de un movimiento pulsional, un proceso represivo imperfectamente cumplido. A pesar de su carcter inconsciente, el movimiento pulsional amenaza de continuo y es frente a su influencia, percibida como tentacin, frente a la que se desarrolla el ceremonial. 372.Desde que el psicoanlisis ha averiguado el sentido de estos sntomas, la diferencia que se estableca entre ceremoniales religiosos y neurticos desaparece. Tanto ms cuanto que tambin la base de la religin entraa la renuncia a determinados movimientos pulsionales, aunque en ella no se trata, como en la neurosis, exclusivamente de componentes sexuales, sino de instintos egostas, antisociales, acompaados por lo general tambin de elementos sexuales. Par lo dems, tambin en los rituales religiosos se da una similar tendencia al desplazamiento del valor psquico y tambin ellos constituyen fenmenos de transaccin que, en nombre de la religin, permiten realizar con frecuencia los actas prohibidos.() Al concluir, Freud propone una conocida frmula: 373.Despus de sealar estas coincidencias y analogas podramos arriesgarnos a considerar la neurosis obsesiva como la pareja patolgica de la religiosidad; la neurosis, como una religiosidad individual, y la religin, como una neurosis obsesiva universal. 373.Queda, no obstante, por saber si esa pareja patolgica representa la intencin profunda de la religin o simplemente su caricatura. Es posible que el psicoanlisis, en cuanto tal, no pueda decidirlo. Pero, por lo que a Freud se refiere, tratar de avanzar al buscar los orgenes filogenticos de la religin en el drama de un Edipo primordial, que permitir convertir la analoga estructural en filiacin, si no en una identidad de origen. Es la tarea de Totem y tab. 373.

III. LA EXPLICACIN GENTICA: TOTEM Y TABU Y MOISES Y EL MONOTEISMO

1. El drama

() aunque la moral pretende exhibir razones para las prohibiciones que emanan como contra partida a los deseos () y, en cambio, en el tab esas normas se imponen sin apelar a ningn tipo de razones, en realidad la diferencia se estrecha hasta llegar a la filiacin, ya que la conciencia tab constituye, probablemente, la forma ms antigua de conciencia moral. 374.Basndose en algunas hiptesis de Darwin y Atkinson, postula para los orgenes de la Humanidad un complejo de Edipo primordial y un parricidio original: los celos del padre primitivo impediran la unin sexual de los jvenes con las mujeres de la horda. Pero un da, unidos, los hermanos mataron al padre y le devoraron. No obstante, como los sentimientos hacia el eran ambivalentes, tras el asesinato su figura ser progresivamente exaltada y los hermanos se prohibirn a s mismos, mediante la obediencia retrospectiva, aquello que el padre les haba impedido anteriormente: renunciando a lo que haba constituido el mvil del crimen, las mujeres del propio grupo, se instituye la prohibicin del incesto; renunciando a tratarse entre s como haban tratado al padre, se origina el contrato social; tratando de reconciliarse con el padre muerto y exaltado se origina la religin. 374.La religin () tratar tanto de apaciguar el sentimiento de culpa por el crimen cometido, como de obtener proteccin y cario, segn todo lo que la imaginacin infantil puede esperar del padre. Tendencias que se condensan en la conmemoracin ritual de aquel acontecimiento, en el banquete totmico, durante el cual el animal totem -intangible en tiempo normal, por ser tab- es sacramentalmente matado y comido una repeticin, pues, del crimen primordial-, a fin de crear vnculos de unin entre los miembros del clan y de celebrar la comunin entre los fieles y su dios. Tras la muerte del totem, ste es llorado como muestra de arrepentimiento. Pero como por efecto de la ambivalencia afectiva, la alegra por el triunfo sobre el padre no se puede dejar de expresar, aunque sea disfrazadamente, despus se deja libre curso a todas lassatisfacciones en ese acontecimiento que renueva ritualmente el crimen y la expiacin, el duelo y la fiesta.A partir de ah, Freud intenta establecer una evolucin -que no progreso- de la religin", hasta llegar al cristianismo () El motor de la misma es para Freud la nostalgia del padre (Vatersehnsucht), cuyo lugar vaco va suscitando sucesivas ilusiones que tratan de colmar ese hueco. En efecto, tras la muerte del padre, ningunode los hijos poda ver cumplido su deseo primitivo de ocupar el lugar del padre. As amenaza morir tambin el sueo de omnipotencia al que los hombres parecen no saber renunciar. La actitud religiosa solo lo hace parcialmente, pues aunque el creyente confiesa su finitud y fragilidad, enmienda esa situacin mediante un delirio colectivo por el que se proyectan en las figuras religiosas los atributos a los que el hombre ha tenido que renunciar. 175.

2. Omnipotencia y proyeccin

En Totem y Tab, Freud da una versin de la evolucin de los sistemas de pensamiento, que recuerda la ley de los tres estadios de Comte. Distingue tres grandes concepciones del mundo: la animista, la religiosa y la cientfica, que hace corresponder -no sin tener que realizar algunos ajustes- con tres grandes fases en la historia del deseo: narcisismo, eleccin de objeto y fase de madurez genital. La ley a la que ese desarrollo se ajusta es la del (375) progresivo desplazamiento de la omnipotencia del pensamiento, que si en un primer momento es atribuida al propio deseo, mas tarde se atribuye a los dioses, segn el modele de la eleccin de objeto caracterizada por la fijacin de la libido a los padres, para que finalmente esa eleccin se realice con forme a los dictados del principio de realidad, que correspondera a la fase cientfica en la que el individuo renuncia al principio del placer y, subordinndose a la realidad, busca su objeto en el mundo exterior. Se trata pues ah de la historia de una progresiva renuncia a la omnipotencia y el narcisismo, educados por la necesidad.El modelo bajo el que esa persistencia del deseo se cumple en la religin es el del mecanismo de la proyeccin () La proyeccin, ese proceso por el que el sujeto expulsa de s percepciones y deseos que le corresponden atribuyndolos a la realidad exterior, implica la ventaja de un alivio psquico al apaciguar un conflicto determinado por la ambivalencia.Es lo que sucede en el caso de la muerte de personas queridas, en que se atribuye a stas la carga agresiva que el sujeto les guardaba -de ah el temor a los muertos y el culto que tiende a congraciarse con ellos-, mientras que el sobreviviente solo acepta los sentimientos de cario y respeto que se manifiestan en el llanto y el duelo" ()El sentido de la proyeccin es, pues, la reconciliacin.Repeticin del crimen primitivo, tentativas de arrepentimiento y de ganarse el favor del padre omnipotente, celebracin disfrazada de la rebelin filial: sueo de omnipotencia y sentimiento de culpabilidad, la religin se encuentra marcada as por una temtica arcaica, por el des (376) tino trgico que repite, tras su variedad de formas, un mismo conflicto. Enredada en la maraa del deseo, solo la actitud cientfica podr superarla, oponiendo a las estratagemas y astucia de aqul, su propia lucidez y tenacidad. Ser el tema de El porvenir de una ilusin. 377.4.Moiss y el monotesmoLa dramaturgia narrada en Totem y tab ser renovada veinte aos ms tarde en el estudio sobre los orgenes del monotesmo y la religin judeo-cristiana (). La obra repite en lo esencial las tesis sustentadas en Totem y tab. 380.

IV. LA EXPLICACION FUNCIONAL: CULTURA Y RELIGION

1. La ilusin

En El porvenir de una ilusin, Freud quiere hacer el balance econmico de la religin en el conjunto de la cultura, sin distinguir entre su aspecto idealista (al que algunos llaman propiamente cultural y el utilitario (al que se denomina, a veces, civilizacin). La misin de la cultura es tanto dominar la Naturaleza [cuestin tcnica] cuanto regular las relaciones interhumanas [cuestin prctica]. 382

Ahora bien () cultura equivale a represin. Esta viene impuesta por el hecho de que los individuos han de renunciar a gran parte de sus tendencias libidinosas y, sobre todo () agresivas. Las compensaciones que la cultura ofrece a cambio consisten en las gratificaciones derivadas de la identificacin narcisista con el grupo, en las que proporciona el arte -aunque ste permanece por lo general inasequible a las masas-, y en la proteccin del individuo frente a la supremaca de la Naturaleza. Se trata, con todo ello, de aminorar el grado de sacrificio impuesto a los individuos, concilindoles con las renuncias inevitables, de paliar la dureza del vivir, pues como para la humanidad en conjunto, tambin para el individuo la vida es difcil de soportar () el hombre siempre es frgil: el hombre, gravemente amenazado, demanda consuelo, pide que el mundo y la vida que den libres de espantos-". 382

En respuesta a esas demandas se insertan las funciones de la religin, que no proceden en principio sino de la misma necesidad que otros aspectos de la cultura, a los que quiere reforzar santificando la moral desde el mbito de lo sagrado, y, ms all de ello, espantando los terrores de la naturaleza. Se trata de un escudo protector frente al sinsentido y el caos, que haga soportable al hombre la crueldad del destino y de la muerte. La religin, pues, no es slo moral y prohibicin, sino tambin esperanza y consuelo. No nace ante todo del temor, sino antes que nada del deseo. De ah el peligro de que no sea sino una ilusin. 382.

Deseo infantil que se prolonga en el adulto, al basar la religin directamente en la indefensin, Freud parece ahorrarse el largo rodeo expuesto en Totem y tab. Pero, en realidad, no hay tal. Es preciso relacionar continuamente los dos motivos, el del desamparo y el de la nostalgia del padre, como se relacionan motivacin manifiesta y latente, pues la motivacin psicoanaltica de la gnesis de la religin constituye la aportacin infantil a su motivacin manifiesta. 382

De este modo, Freud engarza la descripcin analgica y la explicacin gentica en una econmica del deseo. De lo que este anlisis trata en tltima instancia no es de la verdad o falsedad de las representaciones religiosas, sino de su funcin desde el punto de vista de su coste afectivo en placer y displacer, satisfaccin y renuncia. Si en el artculo de 1907, el modelo lo haba proporcionado la neurosis, ahora vendr constituido por la realizacin de deseos (Wunscherfllung) de la vida onrica: entre la fantasa privada y nocturna, y las grandes ilusiones religiosas, que son su expresin pblica y delirante, Freud nos quiere ayudar a encontrar siempre el cortocircuito del deseo que, tratando de burlar las exigencias de la realidad, teje las ilusiones religiosas como, por las noches, urde sus quimeras. La hermenutica psicoanaltica de ese fabuloso despliegue remite siempre, como a su bajo continuo, al delirio de totalidad. 383.

Delirio del que la cultura podr y deber acabar par desembarazarse cuando aprenda a aceptar los sobrios lmites impuestos por la realidad, de modo que las prescripciones morales dependan solo de su justificacin social. 383.Es cierto que la religin ha prestado, desde luego, grandes servicios a la civilizacin humana y ha contribuido, aunque no lo bastante, a dominar los instintos asociales. Pero la analoga entre el individuo y la civilizacin permite considerarla como esa imprescindible fase neurtica por la que uno y otra han de pasar, sin tener por que permanecer necesariamente estancados en ella: 383.Hemos de suponer que el abandono de la religin se cumplir con toda la inexorablefatalidad de un proceso de crecimiento y que en la actualidad nos encontramos ya dentro de esta fase de la evolucin". 383.Esa analoga permite establecer asimismo la verdad de la religin, que no reside en el presunto referente de la creencia, sino en su verdad histrica, aun cuando esta nos llega en forma disfrazada y deformada".

Por lo dems, las creencias religiosas no son sino ilusiones () Es cierto que una ilusin no es lo mismo que un error ni es necesariamente un error [... ]. Calificamos de ilusin una creencia cuando aparece engendrada por el impulse a la satisfaccin de un deseo, prescindiendo de su relacin con la realidad, del mismo modo que la ilusin prescinde de toda garanta real. As, lo caracterstico de la ilusin no es que sea necesariamente falsa, sino que es engendrada por el deseo y prescinde de su posibilidad de verificacin. De ah que Freud oscile en la calificacin de la religin como ilusin o delirio, segn acente que el conflicto con la realidad se encuentre meramente disimulado o es patente, si bien tiende a deslizar su consideracin desde la ilusin hacia el delirio. 383-384.

Al denunciar as la religin, Freud advierte que no entra en los lmites de su investigacin pronunciarse sobre la verdad de las doctrinas religiosas. Nos basta haberlas reconocido como ilusiones en cuanto a su naturaleza psicolgica. Pero en seguida agrega: no necesitamos ocultar que este descubrimiento influye tambin considerablemente en nuestra actitud. 394.Y aunque Freud sabe del riesgo de privar a los preceptos morales de la solemnidad y las motivaciones afectivas que le prestan la sancin religiosa, estima que las ganancias son mayores que las prdidas. Por ms que al hombre le cueste trabajo renunciar a la creencia de sentirse amorosamente guardado por una providencia bondadosa)), no puede permanecer eternamente nio; tiene que salir algn da a la vida, a la dura "vida enemiga". Esta sera la educacin para la realidad. La proteccin contra la neurosis personal de que los creyentes parecen gozar, al englobarse en una neurosis general, es a costa de un engao que no debe persistir. La nica va posible de progreso es la de la labor cientfica, la del pequeo dios Logos, ese dios precario, que avanza can paso incierto, cuya voz es apagada, pero no descansa hasta haber logrado hacerse or. Desde luego, no se puede esperar de ese dios tanto como de sus antecesores , pero en cambio tiene la ventaja de no trabajar al servicio de la ilusin: No, nuestra ciencia no es una iiusin. 384-385.

2. El malestar

Tambin en el Malestar en la cultura se trata de realizar un balance de las renuncias y compensaciones que la cultura ofrece. El libro se abre como continuacin de la obra de 1927, como respuesta a R. Rolland que echaba de menos, en el estudio sobre la ilusin, lo que l consideraba ser la fuente ltima de la religiosidad, una especie de sentimiento de infinitud y de comunin con el Todo, un sentimiento ocenico. Freudintenta una explicacin psicoanaltica -es decir, gentica- del mencionado sentimiento, que nos inclinamos a reducir a una fase temprana del sentido yoico. () Freud (), dice, no ha experimentado ese sentimiento y tampoco estima muy importante el papel que pueda jugar en la religiosidad, por lo que prefiere alejarse de esas posibles fuentes ms profundas del sentido religioso, para volver al hombre comn y su religin, la nica que haba de llevar este nombre". 385.Pero, a partir de ah, el libro toma otro giro. No quiere plantearse la cuestin de si la vida humana tiene o no un sentido, pues la pregunta misma probablemente emana de la vanidad antropocntrica y decididamente, solo la religin puede responder al interrogante sobre la finalidad de la vida. Antes que ello, decide concentrarse en investigar las posibles vas que se ofrecen al hombre en una aspiracin comn, como es la aspiracin a la felicidad. Con todo, la obra acaba por constituir ms bien algo as como un tratado De la infelicidad o, al menos, de algunas de las dificultades insalvables que obstaculizan el camino de los hombres hacia ella. 385.

En contraste con algunas de las declaraciones mas confiadas de El porvenir..., en el que en un momento llega a afirmar que si el hombre concentra en este mundo sus energas conseguir probablemente que la vida se haga ms llevadera a todos y que la civilizacin no abrume ya a ninguno, en El malestar... comienza dando cauce a la decepcin que los progresos cientficos por s solos -pese al valor irrenunciable que comportan- han supuesto para las expectativas de la felicidad del hombre, pues el dominio sobre la Naturaleza no es el nico requisito de la felicidad humana -como, por otra parte, tampoco es la meta exclusiva de las aspiraciones culturales-. El conflicto entre civilizacin e instintos, tal como ahora lo presenta, no se desarrolla principalmente en la lnea de las pulsiones libidinales -con las que siempre podra llegar a pensarse en una forma de armisticio-, sino con las pulsiones agresivas ()Frente al talante, siempre sobrio, pero algo ms vehemente en la polmica y algo ms confiado en las expectativas, de EI porvenir de una ilusin, Freud subraya ahora que aunque cabe esperar que poco a poco lograremos imponer a nuestra cultura modificaciones que satisfagan mejor nuestras necesidades () quiz convenga que nos familiaricemos tambin con la idea de que existen dificultades inherentes a la esencia misma de la cultura e inaccesibles a cualquier intento de reforma. 385-386.Estamos lejos, pues, de la perspectiva de una civilizacin que no abrume ya a ninguno. Ms bien parece que la civilizacin comporta siempre un descontento, un malestar, si no algo trgico. En efecto, la renuncia a los componentes agresivos es algo de lo que la cultura no puede prescindir, si es que las tendencias erticas que amalgaman el entramado de la civilizacin han de fructificar. En funcin de ello, har que esos impulsos destructivos se vuelvan contra el propio individuo, desarmndole y hacindole vigilar por una instancia alojada en su interior, como una guarnicin militar en la ciudad conquistada. As se origina una exaltacin del sentimiento de culpabilidad, que se enraza ante todo en el dualismo pulsional, por lo que adquiere un carcter fatalmente inevitable, y se convierte, a la postre, en el problema ms importante de la evolucin cultural. 386.No por ello Freud renuncia a toda perspectiva hacia el futuro. Pero, en todo caso, la cautela es la nota predominante. El hijo positivista de la Ilustracin del estudio de 1927, se convierte ahora, sin renunciar a la misma, en uno de sus principales crticos, en el pensador romntico que quiere hacernos ver las sombras que arroja, ella tambin, la luminaria del progreso: 386.He procurado eludir el prejuicio entusiasta segn el cual nuestra cultura es lo ms precioso que podramos poseer a adquirir y su camino habra de llevarnos indefectiblemente a la cumbre de una insospechada perfeccin. 386.En este marco, la apelacin final de la obra invoca, significativamente, no a Logos sino a Eros. 387. Considero que este cambio de posicin de Freud se debe, precisamente, a lo que l cuenta en el libro, El malestar en la cultura, como una de sus principales preocupaciones: la guerra en Europa. La primera sangrienta guerra mundial que enfrentaba a los pueblos europeos en una violenta e intil lucha a muerte, en la defensa de exaltados valores patriticos o de supuestos intereses nacionales vitales.