La descolonización inconclusa

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Colonialismo y descolonización: nuevas versionesIrene LeónDiversas perspectivas y estilos matizan los distintos procesos de cambio emprendidos en Latinoamérica, pero todos coinciden en levantarse sobre fundamentos de autodeterminación y soberanía. Más aún, varios de ellos sustentan sus proyecciones en enfoques políticos de la descolonización, perspectiva que se hace también ostensible como plataforma de partida para las nuevas iniciativas de la integración regional y su institucionalidad. Do

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Colonialismo y descolonizacin: nuevas versionesIrene LenDiversas perspectivas y estilos matizan los distintos procesos de cambio emprendidos en Latinoamrica, pero todos coinciden en levantarse sobre fundamentos de autodeterminacin y soberana. Ms an, varios de ellos sustentan sus proyecciones en enfoques polticos de la descolonizacin, perspectiva que se hace tambin ostensible como plataforma de partida para las nuevas iniciativas de la integracin regional y su institucionalidad. Dos pases latinoamericanos, el Estado Plurinacional de Bolivia y Ecuador, han colocado la descolonizacin y la desneoliberalizacin como elementos imprescindibles para apuntalar su transicin hacia el horizonte del Vivir Bien / Buen Vivir, una alternativa civilizatoria que implica, a la vez, el desmantelamiento del capitalismo y del patriarcado. Otros pases sealan la urgencia de descolonizar al momento de definir sus relaciones con terceros y, no en pocos casos, esta propuesta se levanta cuando de protegerse se trata, ya sea de los embates del imperialismo, del neocolonialismo -en particular de la codicia de las corporaciones transnacionales-, o del mismo colonialismo a la antigua que, en pleno Siglo XXI, afecta a alrededor de 20 territorios no independientes1 del Caribe. En los espacios clave de la integracin regional, tales como la I Cumbre de la Comunidad de Estados Latinaomericanos y Caribeos2 CELAC-, ya casi nadie omiti mencionar a la descolonizacin como una necesidad histrica y hasta de plantearla como una urgencia, evidencindola como el asunto histrico inconcluso, cuando toc consensuar un eplogo para las celebraciones del bicentenario de la independencia, coincidente por esas fechas. En las definiciones de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra Amrica -ALBA-, la perspectiva descolonizadora se transparenta en la misma visin alternativa fundacional, que teniendo en la mira la construccin de un futuro compartido, desde lo identificado como propio, postula la solidaridad y las complementariedades ya no al mercado como ejes conductores para la integracin de los pueblos. Aqu el discurso expresa autodeterminacin, tanto frente a los sojuzgamientos resultantes de las dinmicas capitalistas, como a las imposiciones del poder imperialista y neocolonial.1 Puerto Rico, Guadalupe, Martinica, Barbados, San Bartolom, Saint Martin, Aruba, Bonaire, Curazao, Saba, San Eustaquio, Sint Maarten, Islas Caimn, Islas Turcos y Caicos, Islas Vrgenes, Islas Vrgenes Britnicas, Anguila, Montserrat. Incluso en pases como Jamaica, que logr su independencia en 1962, sigue siendo Jefa de Estado la Reina britnica. 2 Caracas, diciembre 2 y 3 de 2011

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Irene Len es sociloga ecuatoriana, Directora de FEDAEPS y vicepresidenta del Consejo Directivo de ALAI.

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En la UNASUR, esta perspectiva se manifiesta principalmente en propuestas relacionadas con las soberanas, y se hace patente en el desarrollo de enfoques propios sea para el diseo de la Nueva Arquitectura Financiera, o para la definicin del Consejo de Defensa Suramericano, entre otros. Pero as como avanza la propuesta descolonizadora, tambin se reposicionan los poderes neo coloniales e imperialistas, la mayora de las veces inextricablemente coaligados y exhibiendo recicladas interpretaciones de sus viejos mtodos: la fuerza, la ideologa, la amenaza, la estrategia sinuosa. Un ejemplo es la reciente variante poltica de vetustos argumentos para justificar imposiciones, que ahora se presenta con titulares de libertad. Liberar a los pueblos y /o llevar democracia, son el aserto explcito con el que se impone la barbarizacin de cualquier forma de gestin poltica distinta de la liberal. En ese mismo orden de ideas, se sataniza cualquier intento de organizacin econmica distinta del libre mercado, sea sta socialista, comunitaria o simplemente soberana. La libertad de expresin es el argumento que encumbran las lites ante propuestas de democratizacin de la comunicacin, que implican la potencial universalizacin del acceso efectivo a dicha expresin. La manipulacin del concepto libertad permite reposicionar viejos mecanismos de dominacin, a travs de conocidos instrumentos de presin que van desde la reprimenda verbal a los llamados de organismos internacionales, e incluso hasta la presin militar. As, an resonaban los tambores de las celebraciones del bicentenario de la independencia, cuando comenzaron a aparecer los rezagos de su inconclusin. Lo ms flagrante es sin duda el despliegue de ejercicios militares britnicos, comandados por el ms alto nivel del poder monrquico, el Prncipe Guillermo, en las Islas Malvinas, territorio argentino ocupado por ese reino desde hace casi dos siglos. En este caso, la inversin de papeles entre

agresor y vctima ha ido tan lejos que David Cameron, Primer Ministro del Reino Unido, el Estado que ms colonias mantiene en el siglo XXI, lleg a acusar al gobierno argentino de colonialista. Pero ms all de las ancdotas, esta dinamizacin de la militarizacin posiciona a la base militar britnica en las Malvinas como la fuerza ms importante de la OTAN en el Atlntico Sur. Por su parte, manifestando espritu de cuerpo ante este avance de posiciones de beneficio comn, el Presidente estadounidense, Barack Obama, se rehus a endosar una condena a esta ocupacin, impulsada por todos los pases de Amrica Latina, en el marco de la fallida VI Cumbre de las Amricas, celebrada en Colombia, en abril del 2012. Por otro lado, se han levantado tambin las presiones comerciales como un arma de coaccin poderosa, que se aplica permanentemente y en distintos niveles; el ms conocido ejemplo en esta materia es el bloqueo impuesto, desde hace medio siglo, a Cuba por los Estados Unidos -donde mantiene, adems, bajo ocupacin forzosa, la base militar de Guantnamo-. Otras formas, menos imponentes pero tambin incisivas, son las presiones sobre preferencias arancelarias, que se negocian de forma bilateral segn el comportamiento poltico de los pases, o las certificaciones de distinta ndole que emiten algunas instancias de los poderes dominantes: comerciales, de derechos humanos, de corrupcin, etc. En otra escala pero en la misma materia, figuran las presiones que resultan de las instituciones internacionales, tales como la Organizacin Mundial de Comercio, las Instituciones Financieras Internacionales, y otras instituciones neocoloniales como el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones CIADI-, cuyas polticas de arbitraje externo colocan a Estados y empresas en igualdad de condiciones; por eso Bolivia, Ecuador y Venezuela se han retirado de esa instancia, en rechazo a la renuncia a la soberana de los pases que representa tal enfoque.

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Pero si la versin del neocolonialismo en el siglo XXI tiene una marca identitaria, esa es la imbricacin inalterable entre sus intereses, los de los capitales annimos y los de las corporaciones transnacionales. El ejemplo de su aplicacin prctica ms reciente es la amenaza lanzada por el gobierno del reino espaol, de considerar a Argentina como un paria de la comunidad internacional, luego de que ese pas expropiara el 51% del capital social de la empresa petrolera REPSOL-YPF, en respuesta a una suerte de boicot sostenido de la reinversin en el pas. Argentina se ha dado un tiro en el pi, afirm el canciller espaol, Jos Manuel Garca, a la vez que anunci represalias diplomticas, comerciales, industriales y energticas. Similares opiniones emitieron las Instituciones Financieras Internacionales, mientras en Amrica Latina las felicitaciones para el gobierno argentino, que se multiplican, contienen invariablemente menciones a la dignidad, a la soberana, a la descolonizacin. As configurados, los poderes imperialistas y neocoloniales estn afanados en reconquistar el mundo, y en eso la palabra acaparar es la que ms refleja la situacin. La apropiacin de tierras urbanas y rurales, de las fuentes hdricas, de minerales, y an ms, de todos los principios de vida, es una de las principales caractersticas del contexto actual. Las agendas de control geopoltico, con pretensiones incluso inter galcticas, estn delineadas por las ambiciones transnacionales de esos acaparamientos territoriales y de recursos, mismos que son abundantes en Amrica Latina. Por eso, y por cuestiones de dignidad, el planteo descolonizador en la regin es indisociable de las emergentes iniciativas de cambio y de integracin, pues adems de involucrar al conjunto, tiene que ver con el modo como se configuran los mecanismos de dominacin en el siglo XXI y, por ende, tambin con el diseo de las estrategias para desmontarlos.

La descolonizacin en procesoHacer de la descolonizacin una cuestin poltica y regional, interrelacionada con las propuestas de cambio -Socialismo del siglo XXI, Sumak Kawsay, Vivir Bien y otras-, es sin duda el primer escao ineludible para su consecucin, en una regin donde, como sealamos anteriormente, conviven distintas situaciones y relaciones de poder colonial y neo colonial, complejizadas segn las reglas de juego del capitalismo global. Se han dado pasos en ese sentido. As, el Estado Plurinacional de Bolivia ha dado un salto de gigante, al colocar la descolonizacin como pieza poltica clave para el despunte de su proceso de cambio, como tambin al plantear, de manera subsecuente, la necesidad de unas polticas de Estado e instrumentar una institucionalidad para impulsarla. Con esos macro ingredientes, es de prever que si bien el camino por recorrer para su realizacin ser extenso, las reglas del juego estn trazadas, por primera vez en la historia. Igual sucede en Ecuador donde, desde una perspectiva distinta, los caminos hacia la descolonizacin se esbozan, en esta primera fase, en la arena de la autodeterminacin econmica, inherente a la soberana y al proceso de desneoliberalizacin. En este caso, el cese del neocolonialismo es incluso el leitmotiv, de amplio consenso, para explicar y sostener cambios o procesos complejos, tales como la auditora de la deuda externa (realizada en 2008) y sus subsiguientes negociaciones con el sector financiero internacional amparadas en la nocin de deuda ilegtima. En ambos casos, la descolonizacin est en la mira y en ambos se postula que la despatriarcalizacin constituye un elemento consustancial para emprender la transicin hacia la construccin del Buen Vivir / Vivir Bien. Hablamos entonces de transformaciones estructurales de fondo, donde la perspectiva de refundacin del Estado desde lo plurinacional, abre la posibilidad cierta de vindicar tanto a pase a la pgina 10

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Malvinas en el contexto geoestratgico regionalRina BertacciniLa cuestin Malvinas ha trascendido ampliamente los lmites de la Repblica Argentina. Hoy es una causa latinoamericana y, en cierta medida, alcanza una dimensin mundial. La explicacin de este hecho tan significativo esperanzador en un sentido y preocupante en otro- debe buscarse precisamente en el anlisis del contexto geoestratgico de Amrica Latina y su relacin con la crisis global que atraviesa la civilizacin capitalista. Un examen exhaustivo excede largamente los mrgenes de este artculo. Pero intentaremos echar una mirada en esa direccin tomando como punto de partida la idea de que Malvinas no es una cuestin aislada y por eso conviene considerarla como parte de una geoestrategia regional. Tenemos en cuenta, asimismo, que en el continente actan bsicamente dos estrategias contrapuestas, la del imperialismo que intenta seguir ejecutando sus proyectos de dominacin y la de las fuerzas populares que luchan por afirmar su soberana y conquistar la plenitud de derechos para las amplias mayoras. Como no podemos pensar que semejante desatino se debe a la ignorancia, preferimos preguntarnos a dnde apunta el representante oficial del imperio que todava en el siglo XXI mantiene en el mundo diversas posesiones coloniales conquistadas mediante guerras y actos de piratera. Precisamente de ese modo, y con la ayuda decisiva de los EEUU, en 1833, desalojaron violentamente a la guarnicin militar y a la poblacin argentina que viva en Malvinas y trasplantaron a sbditos britnicos, provenientes de distintos lugares, con el objetivo de consolidar la usurpacin. Ese acto pirata que no fue un hecho aislado sino la expresin de una poltica de expansin colonial desplegada en el mundo entero es el origen de la poblacin malvinense que ahora quieren presentar como un pueblo con derecho a la autodeterminacin. La pretensin no resiste el menor anlisis. La propia ONU reconoce que existe una ocupacin colonial y que se trata de un problema de violacin de la integridad territorial de un pas soberano (la Argentina) situacin a la que se debe poner fin mediante una negociacin pacfica entre ambas partes en conflicto, a lo cual se niega sistemticamente la Corona Britnica.

Una rmora del pasado colonialA esta altura de los acontecimientos parecera innecesario sealar que la ocupacin britnica de los archipilagos de las Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur es una rmora del colonialismo del siglo XIX. Sin embargo estamos obligados a hacerlo frente a las inslitas declaraciones del primer ministro ingls David Cameron que acusa de colonialista a la Argentina por no reconocer la supuesta autodeterminacin de los actuales habitantes de las islas.

Algo ms que una supervivencia del pasadoPero no se trata nicamente de una supervivencia del pasado colonial. Las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur, como lo hemos sealado en trabajos anteriores, son hoy una pieza importante en la estrategia global del imperialismo y particularmente en el accionar de la Organizacin del Tratado del Atlntico Norte (OTAN), maquinaria de guerra, actualmente extendida por todo el planeta.

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La posesin de nuestros archipilagos les permite el control de la parte sur del Ocano Atlntico, de las rutas martimas que unen Amrica del Sur con Africa y su conexin con el continente Antrtico y con los pases del Pacfico a travs del Estrecho de Magallanes y el Pasaje de Drake, todo lo cual tiene una enorme importancia econmica y geopoltica. Estn en juego los cuantiosos recursos naturales de la plataforma continental argentina una de las ms extensas del mundo que hoy usufructan ilegalmente mediante la venta de licencias de pesca y de exploracin de petrleo a empresas trasnacionales, de lo cual obtienen ganancias millonarias a costa de la depredacin de bienes naturales que pertenecen al pueblo argentino. Es por todo ello que Gran Bretaa se niega a entablar negociaciones por la soberana.

contradicen abiertamente la Resolucin 41/11 de las Naciones Unidas que declara el Atlntico Sur una Zona de Paz y Cooperacin. En la misma poltica se inscribe la reciente decisin unilateral britnica de establecer en torno a las Islas Georgias y Sandwich del Sur una zona de exclusin pesquera de un milln de kilmetros cuadrados que ser patrullada por naves de guerra del Reino Unido. Vale recordar que la citada Resolucin de la Asamblea General de la ONU, aprobada el 27 de octubre de 1986, puntualmente (prrafo 3) exhorta a todos los Estados de todas las dems regiones, en especial a los Estados militarmente importantes, a que respeten escrupulosamente la regin del Atlntico Sur como zona de paz y cooperacin, en particular mediante la reduccin y eventual eliminacin de su presencia militar en dicha regin, la no introduccin de armas nucleares o de otras armas de destruccin masiva y la no extensin a la regin de rivalidades y conflictos que le sean ajenas. Todo lo cual, agregado a la reactivacin, en 2008, de la IV Flota de Guerra de los Estados Unidos que se desplaza libremente por las aguas azules, verdes y marrones del hemisferio occidental, instala nuevas e inquietantes amenazas a la paz en Nuestra Amrica. Para calibrar adecuadamente la magnitud de tales amenazas resulta imprescindible analizar el actual desarrollo de la crisis mundial y tomar en cuenta, por ejemplo, los recientes sucesos en el mundo rabe donde se combinan operaciones neocoloniales del imperio, maniobras de inteligencia y la intervencin militar directa como en el caso de Libia. Tal como advierte el economista Jorge Beinstein nos encontramos ante la apariencia de una convergencia de numerosas crisis, en realidad se trata de una nica crisis gigantesca, con diversos rostros, de dimensin (planetaria) nunca antes vista en la historia, su aspecto es el de una gran crepsculo que amenaza prolongarse durante un largo perodo. Beinstein seala adems otro dato de la realidad que no puede ignorarse a la hora de evaluar peligros de guerra: Actualmente el Complejo Militar Industrial norteamericano (en

Malvinas y el Atlntico Sur en el proyecto de la OTAN globalEs precisamente para resguardar el despojo, pero tambin para contribuir a la expansin global de la OTAN que han construido en la Isla Soledad (Archipilago de las Malvinas) la gran base militar de Mount Pleasant, inaugurada en 1986, que dispone de una pista de aterrizaje de 2.600 metros de longitud, un puerto de aguas profundas (denominado Mare Harbour) donde atracan submarinos atmicos, as como de silos para almacenar armas nucleares e instalaciones con capacidad para albergar varios miles de efectivos militares. Obviamente, no hace falta tamao enclave militar para defender a 2.800 malvinenses que no son objeto de ataque alguno. Por el contrario, la Fortaleza de la OTAN en Malvinas constituye una amenaza real para los pueblos de la regin pues acerca peligrosamente la guerra a las costas latinoamericanas. Pero, adems, la misma existencia de la Fortaleza Malvinas y las actividades de entrenamiento blico que en ella se realizan (por ejemplo, de contingentes de soldados de la OTAN que participan en la guerra de Afganistn y permanecen en Malvinas durante seis semanas)

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torno del cual se reproducen los de sus socios de la OTAN) gasta en trminos reales ms de un billn (un milln de millones) de dlares. Tal volumen de gastos improductivos no hace sino agudizar la crisis capitalista especialmente en los pases centrales Gran Bretaa y Estados Unidos entre ellos cuyas elites gobernantes pueden verse tentadas a buscar soluciones a la crisis en nuevas aventuras blicas.

Formas renovadas para un viejo proyectoLa militarizacin imperial en Amrica Latina se ha expresado histricamente de maneras diversas, pero su esencia no ha variado. Tanto en las nuevas como en las viejas formas el objetivo ha sido y sigue siendo el mismo: lograr la dominacin y la explotacin de nuestros pueblos. Sobre las formas renovadas que asume el proyecto imperial y la actual ofensiva de remilitarizacin, pueden consultarse dos documentos elaborados en los ltimos aos. Me refiero al Joint Visin 2020 (Visin conjunta 2020) y a otro titulado United States Southern Command Strategy 2018 (Estrategia del Comando Sur de los EEUU hacia el 2018). El primero fue elaborado por el conjunto de los comandos del Pentgono y el segundo, por el Comando Sur. En ambos casos se expresa, ms o menos claramente, un proyecto de recolonizacin del continente. El ncleo del documento Visin Conjunta 2020 es la doctrina de la dominacin de espectro completo entendida como la capacidad de las fuerzas de los EEUU, operando unilateralmente o en combinacin con aliados multinacionales o fuerzas inter-agencias, de derrotar a cualquier adversario y controlar cualquier situacin a lo largo de todo el espectro de operaciones militares. Y, explica: dichas operaciones incluyen el mantenimiento de una postura de disuasin estratgica. Incluyen accin en el teatro de operaciones y actividades de presencia. Incluyen el conflicto con empleo de fuerzas estratgicas y armas de destruccin masiva, guerras de teatro principal, conflictos regionales y contingencias de menor escala. Tambin incluyen aquellas situaciones ambiguas que se ubican entre la paz y la guerra, tales como las operaciones para mantener y hacer cumplir la paz, as como operaciones no-combativas de ayuda humanitaria. Con toda crudeza nos estn advirtiendo qu podemos esperar de las guerras imperialistas del siglo XXI: una accin global desplegada en

La militarizacin imperial en nuestros dasVolvamos ahora a la cuestin de la OTAN, el bloque militar que en el presente protagoniza todas las guerras y agresiones armadas contra los pueblos. En su ltima cumbre, realizada en Portugal en noviembre de 2010, la OTAN ha proclamado su carcter global, es decir la decisin de actuar en todos los continentes y todos los espacios martimos del planeta como brazo armado del poder imperial. Para eso cuenta con la red de bases militares extranjeras de Estados Unidos, Gran Bretaa y otros Estados de la OTAN, con las flotas de guerra de las potencias centrales (portaviones, barcos, submarinos atmicos y aviones de combate) que constituyen verdaderas bases militares mviles; con una masa letal de armamentos modernos capaces de destruir el mundo; con decenas de miles de efectivos de las fuerzas armadas oficiales y una multitud de mercenarios reclutados por empresas contratistas, repartidos en distintos pases. Al respecto, y aunque es sabido, no conviene olvidar que el Jefe de la OTAN ha sido desde su fundacin en 1949, y sigue siendo hasta hoy, un general del Pentgono, de donde provienen las orientaciones estratgicas, la direccin efectiva y los planes concretos que llevarn a cabo los miembros de la alianza atlntica para mantener la dominacin imperialista a escala global. De esta maquinaria infernal provienen las principales amenazas que enfrenta la humanidad en estos das.

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todos los dominios: el especficamente militar con su poder letal, pero tambin en el plano poltico, econmico, ideolgico y cultural, sin limitacin o condicionamiento jurdico o moral de ninguna clase. No es una simple amenaza, es lo que hicieron en el ao 2011 en Libia; es la forma en que ejecutaron a Bin Laden, en Pakistn. Es lo que denuncia el investigador canadiense Rick Rozoff en relacin al uso de aviones sin piloto en un ataque blico libre de riesgo y por encima de la ley. En el segundo documento mencionado anteriormente La Estrategia del Comando Sur hacia 2018 fechado en diciembre de 2008 se concretan los conceptos de VC 2020 como objetivos para Amrica Latina y el Caribe (6). En l afirman la idea de que el sistema de seguridad a nivel continental debe garantizar al Pentgono la posibilidad de realizar operaciones en cualquiera de los pases de la que consideran su rea de responsabilidad y tambin en los que denominan espacios neutrales, es decir aguas internacionales, espacio areo, espacio ciberntico. El Atlntico Sur podra ser uno de ellos.

Consejo de Defensa Suramericano de Unasur y la reciente inauguracin en Buenos Aires del Centro de Estudios Estratgicos para la Defensa, as como la apertura en Bolivia de una Escuela de Defensa de los Pases del ALBA. Precisamente, los Estados de Unasur, del ALBA y la CELAC, al igual que el Mercosur, son los que hoy estn asumiendo la causa Malvinas como una cuestin no slo argentina, sino tambin de los pases de Nuestra Amrica, con lo cual se fortalece sustancialmente el reclamo de descolonizacin de Malvinas y desmilitarizacin del Atlntico Sur. Frente a la actual ofensiva poltico-diplomtica del gobierno argentino, los pases hermanos cierran filas en apoyo a la reivindicacin de la soberana argentina, as como en la exigencia de que la Corona Britnica respete las resoluciones de la ONU e inicie las correspondientes negociaciones. Pero, esta vez, la decisin de los gobiernos latinoamericanos y caribeos fue ms all de las declaraciones de solidaridad y adoptaron algunas medidas concretas que afectan econmica y polticamente los intereses imperialistas, como es el caso de prohibir el atraque de barcos con la bandera ilegal de Malvinas (que como declar el presidente uruguayo no es la bandera de un pas sino de un enclave colonial que desafa la legalidad internacional). En el mismo sentido, tiene un gran significado el anuncio del canciller brasileo anuncio hecho en Brasilia durante una conferencia de prensa realizada el 18 /01 / 2012, en presencia del canciller britnico informando que los gobiernos de Uruguay y Brasil estn trabajando para convocar una conferencia de la Zona de Paz y Cooperacin del Atlntico Sur, que reunira a pases suramericanos y africanos con costa atlntica. De concretarse la iniciativa, puede ser otro serio revs para los planes de Gran Bretaa y la OTAN en la regin.Rina Bertaccini es presidenta del Movimiento por la Paz, la Soberana y la Solidaridad entre los Pueblos (Mopassol) de Argentina y vicepresidenta del Consejo Mundial por la Paz.

Una alternativa esperanzadoraDijimos al principio que en el continente actan bsicamente dos estrategias contrapuestas, y describimos despus los peligros que se derivan de la estrategia imperial. Digamos ahora que en Amrica Latina y el Caribe se est construyendo una estrategia comn de las fuerzas que se oponen a los proyectos de dominacin. Una alternativa que viene de la mano de los pueblos que luchan por la paz y por su plena soberana en el marco de un original proceso de integracin regional, con la creacin de la Unasur, el ALBA y la nueva Comunidad de Estados de Amrica latina y el Caribe (CELAC). Un proceso esperanzador en el que diversos gobiernos toman distancia de las hiptesis de conflicto y los proyectos imperiales de dominacin y buscan alternativas y caminos comunes para construir polticas propias de seguridad y defensa nacional. En esa bsqueda se inscribe la conformacin del

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Colonialismo contemporneo en el CaribeCarlyle G. CorbinAntecedentesEl Caribe contemporneo permanece como la regin polticamente ms diversa del mundo en un espacio geogrfico tan pequeo. A finales del siglo XIX, gran parte de la regin se compona de dependencias coloniales controladas por varias naciones europeas. Tras la creacin de las Naciones Unidas (ONU) en 1945, y la posterior ola de independencia que se aceler a partir de 1960, muchas de las dependencias del Caribe obtuvieron su independencia poltica. Otras -en particular, los departamentos de ultramar de Guadalupe, Martinica y la Guayana Francesa- se integraron polticamente con Francia. Para 1960, estas dos opciones polticas de la independencia y la integracin, junto con la asociacin libre, se haban convertido en las normas internacionales vigentes de la igualdad poltica, de conformidad con la Resolucin 1541 (XV) de la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU). Antes de la adopcin de este criterio de autogobierno por las Naciones Unidas, los avances polticos en las Antillas Neerlandesas y Puerto Rico en la dcada de 1950 produjeron diferentes formas de autonoma, que sin embargo no reunan todos los requisitos para la igualdad poltica plena. ron hacia el pleno autogobierno, la evolucin poltica progresiva ha sido insuficiente en las dependencias de Reino Unido y EE.UU. en el Caribe.

Las dependencias de Reino Unido y Estados UnidosLas deficiencias democrticas son evidentes en ambos grupos de dependencias, ya que ambos se rigen por la autoridad unilateral ejercida desde la metrpoli. La abolicin por el Reino Unido del gobierno electo de las Islas Turcas y Caicos y su instauracin del dominio colonial directo, hace ms de tres aos, es indicativo del abuso de ese poder unilateral. Ninguno de los modelos de dependencia de Reino Unido ni de EE.UU. estaba destinado a ser permanente, puesto que dichos sistemas quedan por debajo del umbral reconocido para el pleno autogobierno. Estos modelos de dependencia pueden ser considerados transitorios y preparatorios para la consecucin del pleno autogobierno exigido por la Carta de las Naciones Unidas y las resoluciones de la Asamblea General. Para las dependencias del Reino Unido, la autoridad unilateral est codificada en las constituciones redactadas por la metrpoli, y se refleja en los poderes reservados ejercidos por el gobernador britnico residente en la dependencia, que puede anular la legislacin despus de su adopcin por el gobierno electo. El gobernador britnico tambin puede emitir decretos para promulgar leyes, de manera unilateral, sin el consentimiento y en contra de la voluntad del gobierno electo de la dependencia. Las iniciativas a partir de 1999 para modernizar las constituciones de las dependencias del Reino Unido no tenan

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Mientras tanto, las seis restantes dependencias de Reino Unido -las Bermudas, las Islas Turcas y Caicos, Islas Caimn, Anguila, Islas Vrgenes Britnicas y Montserrat- y la de Estados Unidos (EE.UU.) -las Islas Vrgenes-, fueron clasificadas por la ONU en 1946 como territorios no autnomos, junto con la mayor parte del mundo no-independiente. Mientras que otros territorios no autnomos transita-

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como propsito transferir poderes a los territorios, como lo exige el mandato de descolonizacin internacional en virtud de la Resolucin 1514 (XV) de la ONU. Ms bien, el resultado ha consistido en mantener y fortalecer an ms los poderes unilaterales, aun cuando los cambios en la nomenclatura podran sugerir lo contrario. Las nuevas disposiciones, por ejemplo, cambian el nombre dependencia por el de territorio de ultramar, y el ttulo del Jefe de Gobierno electo cambi de chief minister (ministro jefe o principal) a la de Premier (primer ministro). Sin embargo, el poder unilateral de la metrpoli se mantiene intacto. Para las dependencias de EE.UU. -las Islas Vrgenes de los EE.UU. y Puerto Rico (as como varias dependencias en el Pacfico)-, se aplican poderes similares de la metrpoli. El Instrumento de Autoridad Unilateral (IAU) es la disposicin general pertinente de la Constitucin estadounidense, que autoriza al Congreso de EE.UU. aplicar leyes a las dependencias. Este modelo prev un representante sin derecho a voto en la Cmara Baja del Congreso de EE.UU., pero ninguna participacin en las elecciones presidenciales de la metrpoli. Una propuesta de constitucin en el ao 2009 para reemplazar a la Ley Orgnica de la metrpoli sin cambiar el estatus de dependencia- contiene disposiciones para hacer frente a algunos aspectos del desequilibrio de poder poltico; pero las objeciones a su incompatibilidad con la autoridad unilateral de EE.UU. han estancado el proceso. Similar a Reino Unido, EE.UU. practica una estrategia evasiva en materia colonial, al no participar en la labor del Comit de Descolonizacin de las Naciones Unidas sobre el contenido de las disposiciones de dependencia. La posicin de EE.UU. es que las dependencias no han manifestado inters en modificar su estatus, lo cual evita la necesidad de que el metrpoli justifique el desequilibrio de poder poltico, as como su obligacin de preparar las dependencias para el pleno gobierno propio, en virtud del artculo 73 (b) de la Carta de la ONU.

Pases semiautnomos neerlandesesPara los pases semiautnomos neerlandeses, las disposiciones de la Carta de 1954 del Reino de los Pases Bajos, para asegurar la buena gobernanza en los pases semiautnomos del Caribe, han dado lugar a una expresin similar, si bien menos explcita, de poder unilateral de la metrpoli. A partir del desmantelamiento en 2010 de las Antillas Neerlandesas, compuestas por cinco islas, emergieron dos pases semiautnomos: Curazao y Sint Maarten (isla de San Martn), en los que se ha impuesto un modelo de gestin menos autnomo, que desplaz el proceso presupuestario y otras competencias funcionales del gobierno electo a la metrpoli. Una evaluacin realizada por expertos, en 2012, del nivel de autogobierno de este nuevo modelo para Curazao, empleando indicadores especficos, revel que el modelo original de pas autnomo de 1954 incumpli incluso las normas internacionales menos precisas de autogobierno de ese momento, debido al desequilibrio de poder poltico. Por extensin, el modelo actual de gobierno semiautnomo en Curazao y Sint Maarten que result del desmantelamiento en 2010 de las Antillas Neerlandesas, redujo an ms el nivel de autogobierno, y no est en conformidad con las normas internacionales vigentes. El ejercicio de desmantelamiento cre tambin tres entidades pblicas parcialmente integradas a los Pases Bajos: Saba, San Eustaquio y Bonaire. No cuentan con el nivel de integracin suficiente para dotar a sus pueblos de plenos derechos polticos; pero s la suficiente como para crear tres nuevas fronteras de la Unin Europea en el Caribe, con implicaciones para la pesca, recursos naturales, la seguridad y la integracin regional.

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ConclusinEn las dependencias de Reino Unido y de EE.UU. que permanecen en el Caribe, nunca se ha emprendido ningn acto legtimo de autodeterminacin, puesto que todas las iniciati-

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vas polticas y constitucionales se han llevado a cabo bajo la jurisdiccin de las leyes de la metrpoli, y no bajo el derecho internacional. Entretanto, el actual modelo semiautnomo neerlands no cumple con los estndares mnimos de una verdadera gobernanza autnoma ni de la igualdad poltica plena. Las metrpolis respectivas han sostenido que las dependencias se encuentran satisfechas de sus sistemas de dependencia poltica, y equiparan el autogobierno a la celebracin de elecciones. Sin embargo, esto es inconsistente con la realidad objetiva en las dependencias y los pases autnomos, donde tanto lderes electos como la sociedad civil han expresado

reiteradamente diversos grados de descontento con las deficiencias democrticas. Para que las dependencias y los pases semiautnomos puedan alcanzar el pleno autogobierno, ser necesario un esfuerzo concertado de la comunidad internacional para aplicar el derecho internacional. Dada la propensin de las metrpolis a mantener el control sobre los recursos y los flujos de capital en el Caribe no independiente, la plena autonoma seguir siendo un reto substancial. (Traduccin ALAI)Dr. Carlyle G. Corbin es asesor internacional sobre la gobernanza y la diplomacia multilateral.

Colonialismo y descolonizacin... viene de la pgina 3

los pueblos indgenas como, en clave plural, a los afrodescendientes y otros sectores. En el mbito regional, Petrocaribe, iniciativa de solidaridad y soberana energtica, puesta en marcha por el gobierno de la Repblica Bolivariana de Venezuela en 2005, marca un hito en el impulso de prcticas de descolonizacin, pues se hace con los pases calificados como los ms perifricos de la regin3 -donde los abusos de las transnacionales navieras y otras son innumerables-, justamente los pases que estn en esa zona de frontera donde las relaciones coloniales an marcan pauta. All, tambin se condensan mltiples consecuencias del trfico transatlntico, que involucr a varios millones de personas desplazadas forzosamente desde frica -se estima que entre el siglo XVII y el XIX se realizaron unos 35.000 viajes traficantes-, y por eso mismo, en ese3 Est conformado por Venezuela, Cuba, Repblica Dominicana, Antigua y Barbuda, las Bahamas, Belice, Dominica, Granada, Guyana, Jamaica, Surinam, Santa Luca, Guatemala, San Cristbal y Nieves y San Vicente y las Granadinas (Honduras fue suspendida tras el golpe de Estado en junio 2009)

contexto, una propuesta de transformacin, que contempla la participacin de esos pueblos, delinea una propuesta de descolonizacin real y de porvenir. Los pueblos latinoamericanos siguen en resistencia, pues an inmersos en uno de los procesos de cambio ms sustantivos del mundo, confrontan unos poderes capitalistas y neocoloniales dispuestos a todo para mantener el control a escala global. No obstante, tambin es cierto que hay muchas condiciones dadas incluso por la crisis estructural del propio capitalismo que hacen viable que este camino de descolonizacin planteada, de soberanas, de superacin del capitalismo, sea una gran posibilidad. Estamos, pues, ante un escenario de complejidades acentuadas, junto a las que afloran propuestas en un proceso de construccin por dems dinmico. Toman forma debates de fondo, que alimentan y desafan los alcances de un pensamiento propio que despunta. En fin, hay esperanzas, como la de que pronto Puerto Rico y los dems pueblos en situacin colonial compartan, desde la autodeterminacin, los sueos de un nuevo porvenir para la regin.

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Colonias y ex colonias:

Relaciones con la Unin EuropeaJoyce van Genderen-NaarHasta la fecha, 26 pases y territorios de ultramar (PTU) externos a Europa estn todava vinculados constitucionalmente a cuatro Estados miembros de la Unin Europea (UE): Dinamarca, Francia, Pases Bajos (PB) y el Reino Unido (UK por sus siglas en ingls). Slo recientemente San Bartolom (St. Barth) se uni al grupo de los PTU como el N 26, al cambiar su estatus de regin ultraperifrica francesa a PTU francs. Esto fue posible gracias a una decisin del Consejo Europeo, a peticin del Gobierno francs en octubre de 2010. Una disposicin del Tratado de Lisboa permite al Consejo Europeo cambiar el estatus en la UE de un territorio dans, holands o francs, por iniciativa del Estado miembro en cuestin. Los 26 pases y territorios de ultramar (PTU) son: Anguila (UK), Bermudas (UK), Aruba (PB), Islas Vrgenes Britnicas (UK), Bonaire (PB), Curazao (PB), Saba, San Eustaquio (PB), Sint Maarten (PB), Islas Caimn (UK), Islas Turcas y Caicos (UK), Montserrat (UK), Nueva Caledonia (Francia), Polinesia Francesa (Francia), Wallis y Futuna (Francia), Pitcairn (UK), el Territorio Britnico del Ocano ndico (UK), Mayotte (Francia), San Pedro y Miqueln (Francia), Groenlandia (Dinamarca), Territorio Antrtico Britnico (UK), Islas Malvinas (UK), San Bartolom / St. Barth (Francia), Islas Sandwich del Sur y Georgia del Sur (UK), Santa Helena (UK), Tierras Australes y Antrticas Francesas (Francia). La lista de los PTU era ms larga, ya que antes inclua a pases y territorios que se haban convertido en pases independientes y soberanos, la mayora de ellos Estados de frica, Caribe y el Pacfico que se han congregado desde 1975 en el Grupo de Estados ACP (con 79 pases). Todos eran colonias, y luego pases y territorios de ultramar, y estn asociados a la Comunidad Europea con el propsito de establecer estrechas relaciones econmicas entre ellos y la Comunidad en su conjunto y de promover el desarrollo econmico y social a travs de un sistema de comercio preferencial y un fondo de desarrollo (Fondo Europeo de Desarrollo / FED). Los ACP y los PTU se fueron por caminos separados, los ACP como pases independientes y los PTU como pases no soberanos. La cooperacin ACP-UE y la cooperacin UE-PTU estn centradas en el comercio (normas de origen y acuerdos comerciales), adems del desarrollo sostenible y la cooperacin / integracin regional. La UE ofrece ayuda financiera para la estrategia de desarrollo de cada pas (que se establece en un documento nico de programacin). El financiamiento total de la UE para todos los PTU para el perodo 2007-2013 es de 286 millones, a travs del Fondo Europeo de Desarrollo (FED). Los PTU tambin pueden obtener financiacin en el marco de programas europeos (por ejemplo, en investigacin, educacin y formacin, innovacin y competitividad, cultura y medios de comunicacin, etc.) Adems, se mantiene un dilogo entre la UE y los PTU a travs de un foro anual y reuniones trilaterales regulares, donde participan la Co-

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Joyce van Genderen-Naar es abogada de ascendencia surinams radicada en Bruselas, autora y docente universitaria.

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misin, todos los PTU y los Estados miembros con los que estn vinculados; y reuniones de asociados (la Comisin, PTUs individuales y los correspondientes Estados miembros). Los PTU no estn directamente sujetos a la legislacin comunitaria. Sin embargo, no existe un foro de dilogo entre los pases ACP y los PTU y tampoco asisten a sus respectivas reuniones, dentro o fuera de Bruselas, a pesar de todos los programas de cooperacin regional ACP-PTU. La posicin de los pases ACP es que estn dispuestos a cooperar con los PTU, pero no debe ser a expensas de los pases ACP y que los PTU deben utilizar su propio dotacin presupuestaria. Qu es lo que mantiene separados a los ACP y los PTU, cuando tienen tanto en comn: los lazos histricos y culturales, as como una relacin especial con la UE? Es porque los nacionales de los PTU son, en principio, ciudadanos de la UE, que tienen un estatus especial de socio y reciben transferencias financieras de sus correspondientes Estados miembros? Ello contrasta con la relacin ACPUE, que es cada vez menos especial debido a las menores preferencias comerciales, ms acuerdos regionales de asociacin econmica, una mayor cooperacin Sur-Sur y la finalizacin del Acuerdo de Asociacin ACP-UE en 2020. Se debe adems a que los PTU estn cubiertos por un rgimen jurdico especfico en el Tratado de Funcionamiento de la Unin Europea (TFUE), mientras que los Estados ACP se eliminaron del Tratado?

una relacin entre el donante y el receptor de la ayuda y debe tener en cuenta la extraordinaria riqueza ecolgica de los PTU y el potencial de los PTU como puestos de avanzada de importancia estratgica, repartidos por todo el mundo, y como defensores de los valores de la UE con miras a promover los valores y estndares de la UE hacia el resto del mundo; tambin la liberalizacin en curso del comercio internacional y la creciente integracin regional. Se supone que la nueva asociacin con la UE debe ayuda a los PTU a desarrollar economas competitivas, mediante el apoyo a la educacin y la innovacin, un rgimen comercial ms flexible, proteccin de la biodiversidad, el desarrollo de tecnologas modernas para combatir las consecuencias negativas del cambio climtico, una mayor cooperacin en la lucha contra el crimen organizado (por ejemplo, el lavado de dinero, trfico de drogas y de personas). El objetivo central sera fortalecer la posicin econmica de los PTU, aumentando su competitividad y robustez y la cooperacin con sus socios regionales, nacionales y europeos. En enero de 2012, los lderes de los pases y territorios de ultramar, durante la Conferencia Ministerial anual de la Asociacin de PTUs y el 10o Foro PTU-UE en Bruselas, reafirmaron su compromiso de fortalecer los lazos con la UE y la necesidad de recopilar aportes de los lderes de los PTU para su inclusin en una nueva DAU. Acordaron posiciones comunes para las conversaciones con la Comisin Europea. Adems, firmaron una Declaracin Poltica en la que piden a la UE que tenga en cuenta los intereses de los PTU al momento de la negociacin de acuerdos bilaterales y multilaterales de libre comercio en las regiones donde ellos estn ubicados, con el objetivo de limitar la liberalizacin arancelaria que erosione sus preferencias y aumente las presiones competitivas a las industrias de los PTU que exportan productos similares al mercado europeo; y que les apoye en la adaptacin a estos nuevos retos para el desarrollo sostenible, para mejorar su competitividad econmica,

Hacia un nuevo marco legalLa cooperacin de la UE-PTU tambin va a cambiar prximamente. Un nuevo marco legal reemplazar a la Decisin de Asociacin Ultramar (DAU), de 2001, que vencer el 31 de diciembre de 2013. La nueva cooperacin tendr un impacto en los PTU: ya no existir la clsica cooperacin al desarrollo; se prev una asociacin ms recproca, y una mayor nfasis en el desarrollo sostenible, el cambio climtico y el suministro sostenible de energa. La asociacin futura ya no requerir de

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Martinica: una apuesta estratgicaRobert SaeMartinica abarca apenas 1100 km2 y cuenta con slo 400.000 habitantes. Sin embargo, es una base esencial sobre la cual se apoya la poltica de los imperialistas europeos en la regin, que utilizan este Departamento Francs de Amrica (DFA) como un verdadero caballo de Troya para su intervencin. administrativos casi nicamente en manos de oriundos de la metrpoli, economa extrovertida al servicio de la metrpoli, despliegue de las fuerzas armadas en los conflictos sociales, justicia a dos velocidades, permanencia del racismo, etc. Las consecuencias, que son desastrosas para la mayora de la poblacin en el plano social y psicolgico, y las profundas desigualdades, no pueden ser compensadas simplemente por la existencia de una infraestructura moderna, diseada para hacer de Martinica una vitrina de la grandeza francesa en la regin, ni tampoco por las conquistas sociales, alcanzadas a costa de luchas incesantes y sangrientas. Hasta 1974, las huelgas se saldaron con el asesinato de trabajadores por parte de las fuerzas de represin francesas. Es ms, al igual que en el resto del mundo, estos beneficios sociales han sido socavados por las agresivas polticas neoliberales que prevalecen hasta al da de hoy. Un 32% de la poblacin activa est desempleada (62% para los menores de 25 aos); y un 20% vive por debajo del umbral de la pobreza. En los ltimos aos, los sucesivos gobiernos

El dominio colonial perviveCon la complicidad de sus aliados en las instituciones internacionales, Francia ha logrado poner un velo sobre el dominio colonial que ejerce en Martinica. Al imponer, en 1946, la condicin de departamento, afirm haber cumplido con la descolonizacin del pas y ahora todo lo que all ocurre es declarado asunto interno. A los defensores de los derechos de los pueblos, se les pide que se vayan a otra parte. Cualquier analista serio que mire la realidad de las relaciones que unen la Martinica a Francia y las polticas desarrolladas en nuestro pas, no puede sino constatar la persistencia del colonialismo: supervisin de todos los actos

particularmente en sectores como la pesca, que carecen de economas de escala, pero siguen siendo de vital importancia para las economas de los PTU. Los lderes de los pases y territorios de ultramar reiteraron la necesidad de trabajar juntos para integrar y aprovechar sus recursos y su potencial para el beneficio mutuo de la familia de la UE / PTU. Es la nica manera que

podemos utilizar nuestro potencial econmico combinado para lograr la sostenibilidad a largo plazo para todos nuestros pueblos. Para aquellos de nosotros que dependemos de Europa, debemos empezar a apreciar que, en caso de que el apoyo disminuyera de manera significativa, tendremos que encontrar mecanismos para hacerle frente. Esto no ser fcil, porque nos hemos acostumbrado a un cierto estilo de vida. (Traduccin ALAI)

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franceses aseveran tener en cuenta la especificidad de Martinica, pero se trata de un engao. Si, a partir de 1982, han puesto en prctica una poltica de descentralizacin, es porque se vieron obligados, por una parte, por el auge de los movimientos autonomista y luego separatista, y por otro, por la necesidad de modernizar las estructuras administrativas, excesivamente jacobinas, de su propio pas. Toda vez, ningn poder poltico significativo se ha concedido a las autoridades locales. La tutela sobre Martinica se mantiene intacta, desde todo punto de vista. El auge de las polticas de identidad y el avance electoral de los independentistas, que han sido ampliamente mayoritarios en el Consejo Regional de 2006 a 2010 (la mayora actual es autonomista), obligaron al gobierno a celebrar referndums, supuestamente para permitir a la poblacin pronunciarse sobre el establecimiento de una Nueva Colectividad; la misma que, inscrita imperativamente en el marco de la Repblica Francesa, tambin carece de cualquier poder poltico. Al respecto debemos denunciar que todas las consultas organizadas en el pas se llevaron a cabo en un contexto de desinformacin masiva y de chantaje respecto a la supresin de las conquistas sociales. Adems, excluyeron a la tercera parte de la poblacin de Martinica, emigrada en Francia, pero dieron el voto a los franceses de paso en el pas, incluidos los miembros de las fuerzas armadas y de las fuerzas del orden.

nales. All, puede oponerse a los intereses de los pases de la zona. (Por ejemplo, obstaculizando su voluntad de limitar el trnsito de los barcos que transportan desechos nucleares). - La penetracin comercial de los productos europeos puede hacerse a partir del aeropuerto internacional y del puerto de transbordo de Martinica. El estado Francs y los inversores europeos, amparados bajo el paraguas de la cooperacin regional y camuflados en empresas que de martiniqus tienen solo el nombre, tratan de asegurar su control sobre el mercado del Caribe. - El pas es una base de apoyo de la mayor importancia para la vigilancia, la inteligencia y las intervenciones militares en la regin, (junto con Guadalupe, Martinica ha servido como escala durante la Guerra de las Malvinas y la invasin de Granada; adems, Francia y EE.UU. organizan regularmente maniobras militares conjuntas). - Francia fomenta las divisiones entre los pueblos caribeos. La poltica xenfoba que se expande cada vez ms en Europa se exacerba bajo la gida de las autoridades francesas. Los aspirantes a la inmigracin sufren discriminacin y humillaciones, y nuestros vecinos, incluso cuando sean solventes y quieran hacer una estancia de corta duracin (por ejemplo, para participar en eventos culturales o deportivos), tienen grandes dificultades de obtener visas. En suma, toda esta realidad nos lleva a afirmar que la accesin a la soberana del pueblo de Martinica es una de las condiciones necesarias para el derrocamiento de la dominacin imperialista en toda nuestra regin. (Traduccin ALAI)Robert Sae es co-fundador y portavoz del Consejo Nacional de los Comits Populares (CNCP), organizacin independentista martiniquesa; ex Consejero Regional y municipal y editorialista poltico.

Una plataforma para la intervencin imperialistaLa construccin de la Unin Europea, de la cual Francia es uno de los motores, tiene como consecuencia que Martinica ya no sea slo una colonia de este pas, sino que se ha convertido en un pen esencial en la realizacin de los objetivos estratgicos de los imperialistas europeos. - Francia, que se ufana de ser un pas caribeo, puede ocupar escaos en las instancias regio-

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Guayana en Amrica LatinaMarie-Claire Newton Alphonsine Servais Pierre Carpentier Raymond CharlotteA diferencia de Amrica Latina y el Caribe que, a travs de las urnas, han creado democrticamente estructuras geopolticas, econmicas, financieras, educativas y culturales, la Guayana Francesa es un corredor militar francs y europeo, cuestionado por las numerosas violaciones internacionales perpetradas contra su pueblo. Entre ellas el supuesto referndum del 10 y 24 de enero de 2010, que no fue tal, ya que fue diseado por el actual jefe de Estado, Nicolas Sarkozy, y rechazado por el 71% de los votantes registrados (tasa de abstencin). El pas es habitado por pueblos indgenas y poblaciones migrantes, similares a las de Brasil, Surinam, Guyana, Venezuela, Bolivia, Per, Belice... Est ubicado entre la Repblica Federativa de Brasil y la Repblica de Surinam. Los ros Oyapock hacia Brasil y Maroni hacia Surinam son los lmites naturales de navegacin; estas carreteras de agua siguen siendo hoy las ms confiables. Debido a la ausencia estructural de desarrollo, el pas parece ser el ms empobrecido de la regin. Mltiples recursos: fsiles, pesqueros, de hidrocarburos, mineros (oro, plomo, manganeso, uranio, bauxita, aluminio, caoln, diamantes...), la madera, la biodiversidad, el medio ambiente amaznico, son saqueados por los consorcios multinacionales que gozan, por parte del EstaMarie-Claire Newton. Pierre Carpentier y Servais Alphonsine son integrantes del Movimiento de Descolonizacin y Emancipacin Social (MDES), de Guayana; Raymond Charlotte es cofundador de la Organizacin Guayanesa de Derechos Humanos (OGDH).

do francs, de derechos de acceso reservados para la explotacin, para patentar lo viviente y para la biopiratera. Las administraciones designadas (Direccin Regional de Industria e Investigacin - DRIRE, Direccin Regional de Medio Ambiente - DIREN, Direccin Departamental de Equipamiento - DDE, Oficina Nacional de Bosques, ONF y la Aduana) participan directamente en la expoliacin de sus riquezas, sin que haya justa compensacin para la nacin. El escritor martiniqus Edouard Glissant en su anlisis seal las distorsiones que existen entre la realidad de un sistema democrtico y la apariencia del mismo sistema poltico. La llamada democracia en la Guayana Francesa se reduce a una no-legitimidad de su electorado, por la condicin estatutaria obsoleta. El 18 de septiembre de 2009, se remiti una solicitud dirigida al Presidente del Comit Especial de Descolonizacin de las Naciones Unidas, para registrar la Guayana Francesa en la lista de pases por descolonizar. Esta gestin se reanuda hoy, siendo dirigida a abogados, gremios, acadmicos, sindicatos, la sociedad civil y las organizaciones sociales con el fin de obtener la ms amplia aceptacin del pueblo de Guayana. Vamos a utilizar todos los recursos legales -e incluso las que para la potencia administradora son ilegales-, para que la voz de Guayana se oiga ante la ONU, la OEA, la CARICOM, el ALBA, MERCOSUR, UNASUR, CELAC y el Consejo Mundial de la Paz. Recordamos que, enfrentada a los extravos de las Naciones Unidas y la obstinacin hegemnica de Francia, la Guayana Francesa, emancipada o no, sigue siendo desposeda de su memoria y su patrimonio.

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Dada su posicin geogrfica, la Guayana Francesa es utilizada como base de avanzada para todas las operaciones internacionales de desestabilizacin de gobiernos legtimos. El 29 de febrero 2004, la intervencin en Hait. El 9 de julio 2008, un avin espa Hrcules C 130 est inmovilizado en Manaos despus de violar el espacio areo brasileo en el marco de la Operacin 14 de julio, cuya misin era la liberacin de Ingrid Betancourt; uso del territorio como zona de expedicin armada contra el gobierno de turno de Surinam, desde 1982... El radar de Troubiran y el Centro Espacial de Guayana (CSG) permiten la observacin de todos los pases de la regin con el fin de controlar revoluciones en Amrica Latina y el Caribe. Con la llegada de Galileo (el satlite militar), Francia cuenta con 40.000 hombres, barbouzes (agentes no oficiales), jubilados en actividad bajo el comando del Estado Mayor de las fuerzas armadas y los servicios de inteligencia destacados en Guayana, en capacidad de intervenir contra independentistas guayaneses, y los pueblos o gobiernos solidarios en lucha contra todas las formas del imperialismo en el continente. El Presidente de Francia tiene el poder de decisin para utilizar esta arma temible. La colaboracin de gestin neocolonial Francia-EE.UU. (presencia militar estadounidense en Colombia) debilita los movimientos contestatarios en ese pas abocados a la bsqueda de la paz. Por ejemplo, debido a la disputa entre Venezuela y EE.UU., Francia se encarga de las investigaciones en suelo venezolano. Por una meta-nacin La relacin exclusiva entre Francia y Guayana, debido al colonialismo, significa la exclusin sistemtica de Guayana de los asuntos de su continente: en el sector agrcola, el ganado es de origen ceb italiano, y los toros son importados de Francia, con prohibicin de importar desde Brasil; el oro extrado es procesado en Francia y de all regresa a las joyeras guayanesas; los intercambios comerciales y culturales se facilitan con Europa, pero se entraban en los trmites burocrticos y diplomticos cuan-

do se trata de circular en el continente. Las autoridades electas por el pueblo guayans no tienen ningn poder frente a la cooperacin interregional; all tambin es el Estado francs que decide para sus instituciones, segn los intereses franco-europeos. En cambio, Guayana le sirve a Francia como medio para infiltrarse e influir en las reuniones internacionales que se celebran en la zona: Surinam, miembro de la OEA, de UNASUR, de CARICOM y de la OTCA, reconoce oficialmente a Guayana como un departamento francs, como garanta de buenas relaciones de vecindad metafsica. Los tentculos de la diplomacia francesa prohben la emergencia de cualquier instrumento poltico que pueda materializar la intensidad de la percepcin colectiva del destino comn del pueblo de Guayana y de su grado ptimo de soberana. Si bien Surinam suministra bananos a Francia, en cambio los productos de primera necesidad como arroz, azcar, pltanos, que enva a Guayana Francesa, son destruidos por los servicios de aduanas y fitosanitarios, incluso cuando los minoristas presentan correctamente los documentos administrativos. Estos actos atroces de vandalismo tienen el efecto de obligar a los guayaneses a consumir azcar de remolacha, arroz de Camarga (Francia), bananos de Martinica; se limita la posibilidad de comprar tiles escolares a precios ms bajos, mientras que los proveedores de servicios los importan de Francia a precios prohibitivos. La relacin Guayano-Surinams choca contra los obstculos inherentes a la colonizacin. Los pases occidentales siguen interfiriendo, desde Guayana, en los asuntos surinameses, mientras que la diplomacia surinamesa de la no injerencia en los asuntos de la Guayana parece pragmtica. Afirmamos que este gobierno es vctima de la discriminacin racial; In memoriam: la ley de Promocin de la Unidad y la Reconciliacin Nacional de 1995 bajo la presidencia de Nelson Mandela, que haba sido bien acogida por la llamada comunidad internacional. El proyecto de un puentepase a la pgina 28

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Estado policiaco en Puerto RicoJulio A. Muriente PrezAcaba de ser designado como Superintendente de la Polica de Puerto Rico un notorio agente del Buro Federal de Investigaciones (FBI), de origen puertorriqueo, importado desde Miami y con un expediente verdaderamente nefasto. Responde al nombre de Hctor Pesquera Garca. Hace aos dirigi la oficina de la polica poltica estadounidense en Puerto Rico y ahora ha regresado, seguramente impuesto por el Homeland Security Agency, como impuestos han sido en el pasado otros agentes del FBI a ese cargo. Se trata de un enemigo declarado del movimiento independentista, cmplice de la derecha terrorista del exilio cubanoPosada Carriles y otras malas yerbas y a quien se le seala como participante en actos terroristas contra Cuba y Venezuela. Un terrorista de Estado. Ese es el personaje que nos quieren endilgar Fortuo y los federales, alegadamente para que nos ayude a salir del atolladero de violencia y criminalidad que se ha apoderado de Puerto Rico desde hace varias dcadas. Y de paso, para que conspire contra el movimiento patritico puertorriqueo. Fortuo y los federales pretenden imponer la ms dura de las manos duras, incapaces como han sido de asegurar al menos un poco de tranquilidad al pueblo y presionados por el tono cada vez ms alto de la protesta popular, que sufre la angustia de una violencia imparable y avasalladora. La designacin de Pesquera a la superintendencia de la Polica ocurre diez y nueve aos despus de que el entonces gobernador Pedro Rossell, correligionario de Fortuo, convocara a la Legislatura con carcter de urgencia, para ofrecer su propuesta de mano dura contra el crimen. Ello ocurri el 11 de febrero de 1993. Rossell haba juramentado el dos de enero anterior. Ese mes hubo 104 asesinatos en el pas. Con apenas siete pginas de un discurso peligrosamente superficial y agresivo y con el apoyo incondicional de la Legislatura del anexionista Partido Nuevo Progresista (PNP), se inici un proceso que incluy, entre otras medidas, la ocupacin de comunidades pobres por la Guardia Nacional de Estados Unidos en Puerto Rico (compuesta principalmente por puertorriqueos), la celebracin de un referndum para derogar el derecho constitucional a la fianza (celebrado en 1994 y que perdi gracias a la sensatez de la mayora del pueblo), la construccin de prisiones, el reclutamiento masivo de policas y una declaracin de guerra a los criminales. Segn datos oficiales, en estos diez y nueve aos de poltica de mano dura (1993-2011), en Puerto Rico han sido asesinadas 15,499 personas, un promedio de 815 personas al ao. Las cifras ms elevadas han ocurrido precisamente en 1993 (954), 1995 (995) y 2011 (1,136). Pero esos nmeros, no reflejan lo peor: el clima general de violencia desatada por todos y todas como cosa normal, promovida como si nada por los medios de comunicacin que la mercadean como si fuera un objeto deseado, auspiciada y tolerada por funcionarios de gobierno que han perdido toda responsabilidad cvica, ejecutada por cnyuges contra cnyuges en nombre del amor, por padres y madres contra hijos, jvenes contra ancianos, vecinos contra vecinos o desconocidos contra desconocidos.

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Esa realidad es el pan nuestro de cada da en el que estamos implicados todos y todas, un profundo problema social con races muy profundas de carcter econmico, cultural y humano, que ciertamente no constituye en su origen un problema policiaco. En este pas se cometen cada da miles de actos de violencia, la mayora de los cuales no adquiere naturaleza de delito. Los responsables de gran parte de esos actos no son delincuentes, ni miembros del punto, ni gatilleros, ni asaltantes. Son ciudadanos como usted y como yo, que nos hemos ido contaminando de esas formas violentas e insensibles para dilucidar cualquier situacin, como si se tratara de la cosa ms normal del mundo. Frente a ese cuadro de races profundamente sociales, nada puede hacer la Polica que no sea atender los casos que le sean informados, luego de que los hechos hayan acaecido. Menos an cuando a la propia Polica se le seala como responsable directo y principal de muchos de los peores episodios de violencia que ha sufrido nuestra sociedad en los pasados aos. Lo que Puerto Rico necesita con carcter de emergencia no son ms policas armados hasta los dientes, ni superagentes del FBI manchados con lo peor; ni polticas de mano dura que nos han llevado al desfiladero. No es ms represin lo que necesitamos, ni ms actos de fuerza bruta, o de imposiciones imperiales. Lo que Puerto Rico necesita urgentemente son fuentes de trabajo, atencin amorosa a nuestros nios, poder para controlar nuestro espacio martimo, areo y terrestre (que est bajo el control absoluto del gobierno de Estados Unidos, desde la invasin militar de 1898, hace casi 114 aos) y nuestro destino todo; justicia distributiva en un pas en el que el 20 por ciento ms rico de la poblacin posee ms del 50 por ciento de la riqueza mientras que el 20 por ciento ms pobre apenas es dueo de menos del dos por ciento; que cese el consumismo vicioso que impone la idea de que se vale por lo que se tiene y no por lo que s es.

Lo que necesitamos es una visin salubrista que eche a un lado las visiones represivas y policacas que tanto dao nos han hecho. Lo que necesitamos es un sistema educativo integrador, patritico y pertinente; medios de comunicacin de masas que dejen de ser cmplices de la promocin inescrupulosa de la violencia y el odio. Necesitamos imponer nuevas visiones de mundo, nuevos paradigmas, en los que predominen el amor, la solidaridad, el respeto, la justicia, la igualdad, el culto al trabajo y al estudio y el deseo de servir al prjimo y al Pas. De estas cosas ni Fortuo, ni Pesquera, ni el Homeland Security saben un comino. Ni les interesa saber. Es, por lo tanto, tarea nuestra, ineludible, inexcusable, en la que, literalmente, se nos va la vida. Es un reto que va ntimamente tomado de la mano de la lucha grande por edificar una nacin en libertad, en la que el ser humano y la naturaleza sean razn de ser esencial, en la que la represin, la dominacin extranjera y la injusticia no tengan cabida. Por eso, al reflexionar sobre esta que es la ms reciente imposicin que nos viene del norte, no podemos limitarnos a denunciar a ese sujeto indeseable que ahora regenta la Polica de Puerto Rico, lo que de por s resulta indispensable e ineludible. Tenemos que ir ms all, a la dimensin paradigmtica, a la formulacin del pas posible, del porvenir ese en el que podremos prescindir de efebes represivos y cmplices de genocidas, y en el que la violencia se convertir en palabra extraa, porque surgir otro tipo de ser humano y otro tipo de sociedad. Esa es nuestra gran aspiracin, por la que luchamos a cada instante, en la que creemos intensamente y la que confiamos que ser realidad concreta ms temprano que tarde.Julio A. Muriente Prez es copresidente del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano (MINH) de Puerto Rico.

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Integracin con democracia, soberana y justicia socialHernn Rivadeneira JtivaVivimos una nueva crisis estructural del sistema capitalista, en su conjunto, aunque con una incidencia ms notoria en el denominado norte desarrollado, y que indudablemente repercute tambin hacia el sur y a Amrica Latina en particular; con alguna diferencia de las anteriores, pues, ahora se trata de una crisis de civilizacin, que afecta a todos los niveles de la vida y de la sociedad. Si bien en los ltimos siglos se han logrado avances significativos en la ciencia, tecnologa, informacin, comunicacin, intercambio, etc., todo aquello ha sido a costa de la degradacin quiz irreversible del medio ambiente, de la sobre explotacin a los trabajadores, la destruccin de los recursos naturales, de la concentracin de la riqueza en pocas manos y de la dominacin imperialista especialmente sobre nuestros pases menos desarrollados. Pero podemos construir nuevos caminos en este siglo, a base de la aplicacin de los principios de solidaridad, reciprocidad, buen vivir, relacin respetuosa con la naturaleza, que nos han legado los pueblos originarios; as como a travs de una conciencia social basada en la convivencia pacfica, la democracia participativa, la libertad, la independencia, la justicia social, la dignidad, la equidad para el progreso y la seguridad comn. Si esta crisis, en esencia, es financiera, que implica por ejemplo la volatilidad de las monedas y en particular el dlar (puede ser que este signo ya no sea la moneda ms importante de circulacin en el mundo, dada la emergencia de potencias como China), as como la insolvencia acelerada de los bancos y el incremento de la deuda de los pases y las personas, la salida no puede ser una recomposicin de ese capital voraz sino las propuestas alternativas de conformar el Banco del Sur y crear una moneda virtual para el intercambio regional, como el SUCRE, de acuerdo a las decisiones de la ALBA y la UNASUR. Pero tambin esta crisis es ecolgica (desproteccin del medio ambiente y agotamiento de los recursos naturales), social (distribucin inequitativa de la riqueza y de la renta: el norte se ha desarrollado esquilmando al sur), e ideolgica (los medios de comunicacin son controlados por las lites). Jean Maninat, Director de la Organizacin Internacional del Trabajo OIT- para Amrica Latina y el Caribe, declar en agosto del 2009 que Las consecuencias de la crisis en el mundo del trabajo han sido muy negativas y, por lo tanto, es necesario colocar la recuperacin del empleo con un objetivo central de las polticas econmicas. Esta crisis global ha propiciado, por lo menos, las siguientes afectaciones a nuestro sub continente: - Disminucin del PIB; - Pobreza y marginacin; - Deterioro de las condiciones de vida y de trabajo1; - Bajo nivel de empleo; - Creciente inflacin; - Informalizacin; y, - Destruccin selectiva de la organizacin gremial y sindical.

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1 Reagan y su rgimen conservador invent la tesis perversa de la flexibilizacin laboral, que determin una nueva cultura productiva de los trabajadores y afect la competitividad.

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Como respuesta a los designios y actuaciones de los grandes centros de poder mundial, en especial, representados por las grandes corporaciones multinacionales, se han propiciado eventos y propuestas de unidad e integracin para elaborar un plan anti crisis y buscar alternativas programticas en el campo social, econmico y cultural, as como una nueva poltica laboral para evitar los despidos masivos de los trabajadores y el cierre de las empresas. Se trata de recomponer el tejido social y buscar nuevas oportunidades y procesos de resistencia de los trabajadores (campesinos y obreros), pueblos indgenas, afro descendientes, migrantes, profesionales, ciudadanos, en busca de un mundo ms justo y equitativo, en armona con la naturaleza. Andrs Piqueras, en un artculo titulado Crisis de valorizacin del capital, se refiere a ciertas caractersticas de los procesos neoliberales: - El aumento de la explotacin de la fuerza de trabajo (extensiva, en cuanto al incremento de la jornada y la edad para la jubilacin; e intensiva, respecto de la tecnificacin de los procesos productivos); - Se incrementa el ejrcito de reserva mundial (desempleo), con masas trabajadoras ms baratas (migrantes), los empresarios buscan mejores costos en otros mbitos (Rusia, China). - Disminuye el poder de negociacin de los trabajadores y sus organizaciones. - Se disminuyen los impuestos para los ms ricos y se aumenta la carga tributaria para los trabajadores; - Se reducen los servicios y los gastos sociales para el conjunto de la poblacin; - Distribucin asimtrica de los recursos entre el capital y el trabajo, a favor naturalmente del primero;

- Se generalizan las privatizaciones y la desindustrializacin; - Se reducen las inversiones para la produccin en favor de los negocios especulativos. No existe emancipacin social sin autonoma poltica, sin independencia econmica y sin soberana cultural, que son los aspectos fundamentales de un modelo alternativo de desarrollo. La pazse construye con la gente, seala un activista, es decir, no con la guerra; por ello, una salida negociada, consensuada, poltica a los conflictos que persisten en muchos pases, como el caso de Colombia, por ejemplo, tendra mejores auspicios y una consecuencia satisfactoria, por supuesto. Es necesaria una verdadera integracin y unidad regional en la diversidad de la PATRIA GRANDE2, en particular de Amrica Latina (desde Mxico hasta la Tierra de Fuego), para corregir la tragedia iniciada con la accin de los colonialistas europeos a partir del siglo XVI que se repartieron los territorios de Abya-Yala, los saquearon, cometieron el primer genocidio social, cultural y ambiental contra los pueblos originarios y cumplieron su afn de lucro desmedido y acumulacin, que an persiste, pues, se mantienen los enclaves de Puerto Rico y las Malvinas. La desintegracin ha continuado incluso luego de la primera independencia de nuestras naciones, con la accin neocolonial y de explotacin capitalista generalizada, por la recurrencia de las oligarquas vende patrias que han propiciado guerras fratricidas, invasiones, despojos e intentos autonomistas. De todas maneras no se pueden desconocer procesos integracionistas an inconclusos, como el del Acuerdo de Cartagena que dio paso a la Comunidad Andina de Naciones -CAN, que se ha visto disminuida con la salida de Chile y Venezuela; as como el del MERCOSUR2 Invocacin histrica de Jos Mart, Simn Bolvar y otros, con un significado de integracin regional de Amrica Latina.

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(Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), y en los ltimos aos con la propuesta progresista de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra Amrica -ALBA-3, la UNASUR4 y la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe). Una orientacin consecuente con la realidad geopoltica mundial tiene que ver con proyectos de cooperacin sur-sur, con el propsito de lograr entre nuestros pases procesos de desarrollo armnico y equilibrado, as como mecanismos de interrelacin econmica en base al principio de solidaridad entre naciones con caractersticas de desarrollo semejante, esto es, con problemas anlogos y visiones parecidas. Al respecto, es indispensable tomar en cuenta tambin el caso de pases con un desarrollo diferente, como ocurre por ejemplo con Brasil, la sexta potencia econmica mundial actual, que rompe los parmetros enunciados pero que en cambio no es posible dejarlo fuera de una propuesta integracionista en la regin, pues, para ello ser necesario realizar todos los esfuerzos y superar aquellas asimetras en el subcontinente. Por otra parte me parece adecuado recoger3 La integran: Antigua y Barbados, Bolivia Cuba, Dominica, Ecuador Nicaragua, San Vicente y Las Granadinas, Venezuela, y otros aspirantes como: Granada. Hait, Jamaica, Guayana y Surinam, proponen auspiciar la complementariedad productiva e impulsar un comercio avalado por una acertada prctica inversionista, que adems propicia la interconexin energtica y de las comunicaciones (Ver: Prieto Rozos Alberto, Evolucin de Amrica Latina Contempornea, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2009). 4 El limitado e insuficiente proceso de integracin regional con el nombre de ALCA propiciado por los EE.UU., con la oposicin de pases como Brasil, se lo dej sin efecto en la IV Cumbre de las Amricas en el 2005; y el 23 de mayo del 2008, en sustitucin, se suscribe en Brasilia el Tratado Constitutivo de la Unin de Naciones Sudamericanas UNASUR-, con propuestas integracionistas de nuevo tipo, con objetivos estratgicos (integracin energtica), cooperacin y complementaciones de programas sociales, la clusula democrtica (para impedir los golpes de Estado), la cooperacin en defensa y seguridad, entre otros puntos.

varias consideraciones sobre la bsqueda de una cohesin social y multilateral, as como la estructuracin de una agenda comn para potenciar oportunidades y la confluencia de intereses en medio de la diversidad, insistiendo en los postulados de solidaridad, participacin, uso y distribucin de recursos con un sentido social y respeto de los derechos de los pueblos: a la vida, a la dignidad, a la independencia, soberana, libertad y justicia social. Jorge Rojas propone un modelo de integracin que se asiente en nuestra propia historia y respete la identidad, la diversidad y la diferencia, que sea incluyente y democrtico, que responda a las necesidades de la insercin en la economa global, pero a travs de un comercio justo para quienes invierten y consumen pero tambin garantizando los derechos de las personas que producen, con sostenibilidad, con respeto al medio ambiente y el equilibrio ecolgico, con escenarios democrticos de inclusin social y participacin poltica5.Hernn Rivadeneira Jtiva es abogado sindical, profesor universitario, Secretario General de la Asociacin Americana de Juristas -AAJ-; ex diputado y magistrado de los tribunales Constitucional y Electoral. Referencias bibliogrficas: PRIETO Rozos, Alberto: Evolucin de Amrica Latina contempornea. De la revolucin cubana a la actualidad. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2009. ROSERO M., Gabriela: Porque nuestro norte es el surcon una identidad propia, en: Por una cooperacin soberana que piense en su gente. Quito, Secretara Tcnica de Cooperacin Internacional, Suplemento Institucional, 9 de abril del 2012. RUIZ Valiente, Rolando: El neoliberalismo y su variante latinoamericana. Buenos Aires, Ediciones de la Universidad, 1998. VARIOS: Dilogo Sudamericano: Otra integracin es posible. Quito, Consejera en Proyectos- Ediciones La Tierra, 2006.

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5 La solidaridad en el lenguaje de la integracin, en: Dilogo Sudamericano: Otra integracin es posible. Quito, Consejera en proyectos (PCS), Ediciones La Tierra, 2006.

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Ofensiva del capital internacional sobre las tierrasGerson Teixeira Joo Paulo RodriguesEl mundo se enfrenta a importantes desafos para garantizar las condiciones de vida del planeta, cuyo futuro est marcado por la intensidad y velocidad de la evolucin del proceso de calentamiento global. Segn la comunidad cientfica internacional, los riesgos para la seguridad alimentaria subyacentes al proceso de cambios climticos son muy fuertes. En este caso, biodiversidad, tierra y agua asumen significados cada vez ms estratgicos para el futuro de la humanidad. Los pases de Amrica Latina beneficiados por la naturaleza con la abundancia de esos recursos (adems de la riqueza mineral) tienen el deber de protegerlos en beneficio de sus generaciones presentes y futuras y, por supuesto, para acciones solidarias, va comercio, o no, con el resto del mundo. La relevancia estratgica de esos recursos recomienda que las polticas correspondientes de preservacin, acceso y utilizacin deban integrarse a los propsitos de seguridad de las naciones. En ese contexto, los instrumentos para regular la posesin y el uso de la tierra en Amrica Latina deberan reflejar esa visin contempornea que incorpora, por lo tanto, su dimensin geopoltica. Adems de la democratizacin del acceso a la tierra y la opcin por un nuevo modelo agrcola centrado en la bsqueda de la soberana alimentaria, con el protagonismo de la produccin agroecolgica por los campesinos, nos parece irrenunciable e ineludible la imposicin de controles rigurosos a la propiedad de las tierras por parte de extranjeros en nuestros pases, lo que no est ocurriendo, principalmente en Brasil y en Argentina, debido a la herencia del neoliberalismo. De hecho, ms all de involucrar la cuestin inherente al ejercicio de la soberana sobre nuestros territorios, el contenido de ese tema pas a ser componente de la agenda poltica global debido a que registra impulsos neocoloniales. Durante toda la dcada del 90, el BIRD (Banco Internacional para la Reconstruccin y el Desarrollo, Banco Mundial) asumi una posicin protagnica en la elaboracin y en la implementacin de polticas agrarias, centradas enteramente en la promocin del libre mercado de tierras. Con ese propsito el BIRD promovi: ...el estmulo a la mercantilizacin total del acceso a la tierra rural, a ser implementada con cambios institucionales y legales, a fin de elevar la productividad de la tierra, favorecer el libre flujo de fuerza de trabajo en el campo, atraer el capital privado a la economa rural y potenciar la integracin subordinada de sectores especficos del campesinado pobre al rgimen de acumulacin comandado por la burguesa agroindustrial-financiera1. Y, en una clara estrategia para facilitar al capital externo el acceso a las tierras rurales, el BIRD no dud en influenciar y presionar a los gobiernos nacionales, cooptados por la agenda neoliberal, para promover cambios en los planes poltico-administrativo, jurdico y tributario. Cambios en el aparato institucional orientados a ...expandir y acelerar las relaciones de arrendamiento y compra/venta de tierras rurales2.1) Pereira, Joo Mrcio Mendes. In Capturando a terra. Sauer, Srgio e Pereira, Joo Mrcio Mendes (orgs.). Expresso Popular, So Paulo/SP, 2006, p. 17.

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Intensificacin con la crisisA partir de la crisis del capitalismo internacional, en 2008, la ofensiva del gran capital sobre las tierras rurales, en todas partes del planeta, se hizo an ms fuerte y explcita. La propia FAO ha alertado sobre los graves desdoblamientos del proceso en curso de toma de tierras en los pases del Sur, fruto de acciones especulativas, o no, del capital externo, con fuerte presencia del capital financiero. Tal proceso cobr impulso a partir de la crisis econmica de 2008 en los pases del Norte como salida, en particular, a la crisis de los derivados. Esa realidad es retratada en las precisas y alarmantes palabras de la asesora de Va Campesina, Camila Montecinos: Despus de las ltimas crisis econmicas, los grandes capitales especulativos no tenan donde invertir su dinero y percibieron que invertir en la compraventa de tierras para producir comida era un gran negocio. Estn comprando y exigiendo que se les entregue tierras de la misma forma como son entregadas las concesiones mineras. (...) Eso est aconteciendo en todas las partes y, en Amrica Latina, los pases ms afectados son Argentina y Brasil. (...) Esos capitales especulativos se apoderan de tierras que actualmente estn en manos campesinas o del Estado. Y concluye de forma enftica: De esa forma, hoy hay una intencin consciente y sistemtica [del gran capital internacional] de apoderarse de la alimentacin, de controlar el comercio, la produccin y los territorios3. Esa ofensiva del grande capital ha sido posible gracias a una conjuncin de factores como: (i) los efectos de las recurrentes posiciones de desequilibrio de la oferta alimenticia y agr(2) Idem, p.22. (3) Montecinos, Camila. Entrevista a Radio del Mar. Fuente: http://www.adital.com.br/site/noticia_imp. asp?lang=PT&img=N&cod=61716 (4) Munduruku, Osmarino Manhoari. In Editorial del sitio Vermelho: http://altamiroborges.blogspot.com. br/2012/04/creditos-de-carbono-e-soberania.html

cola, en general, debido a las frecuentes prdidas de cosechas por fenmenos climticos gradualmente ms severos; (ii) la expansin de los agrocombustibles; y (iii) la apuesta por el atractivo econmico de los mercados voluntarios e institucionalizados de carbono; en este caso, en gestacin en las negociaciones en el mbito de la COP del Clima. Cabe abrir un parntesis para resaltar que el comercio mundial de crditos de carbono, una verdadera mercantilizacin del aire, sirve de instrumento del gran capital para controlar territorios y aduearse de las riquezas naturales all existentes, principalmente en los territorios indgenas, como se est intentando hoy en Brasil. Empresas internacionales, como la Celestial Green Ventures (irlandesa) y la Viridor Carbon Services (britnica) buscan firmar contratos (ilegales e inconstitucionales) con pueblos indgenas de la amazona brasilea que son verdaderos atentados a la soberana nacional y a la cultura de esos pueblos, adems de la tentativa de usurpar sus riquezas naturales. El cacique Osmarino Manhoari Munduruku no duda en condenar ese tipo de proyectos, debido a que prohbe a su pueblo cazar, pescar, plantar, recoger frutas del matorral o cortar madera, durante los prximos 30 aos. Y, ms an, asegura a esas empresas los derechos de uso absoluto sobre las tierras indgenas, de realizar todos los anlisis y estudios tcnicos y posibilita, sin restricciones, el acceso de sus tcnicos a las reas definidas por el contrato.4 De acuerdo con los clculos del BIRD, el capital especulativo externo, combinando las diferentes prcticas en una estratgica nica para apoderarse de territorios, ya se apropi de ms de 65 millones de hectreas en los pases del Sur, en especial, en frica y Amrica Latina. Segn la FAO, lo que ms preocupa hoy es la volatilidad de los precios de los alimentos, lo que repercute en graves amenazas a la seguridad alimentaria principalmente en los pases no desarrollados. Maz, trigo y arroz, tres cereales que componen la base de la alimentacin mundial, estn entre los productos que ms regis-

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traron incremento de los precios desde 2008. El Informe del Banco Mundial de septiembre de 2011 seala que los precios en julio estaban, en promedio, 33% por encima de los registrados en el mismo mes del ao pasado. En el caso del maz, el aumento fue del 84%; del azcar, del 62%; del trigo, del 55%; y del aceite de soja, del 47%. En ese escenario en el cual los stocks mundiales de alimentos se mantienen bajos, sin previsin de recuperacin y precios voltiles, el hambre y la inseguridad alimentaria se transforman en componentes de desagregacin social y desestabilizacin poltica de las naciones ms vulnerables. Agrava esta situacin la fuerte expansin de los precios de los insumos agrcolas como consecuencia directa del alza del petrleo, cuya cotizacin aument 45% en el ltimo ao, presionando sobre los costos de produccin. En especial, vale sealar el valor de los fertilizantes, que subi 67% en el mismo perodo. Esto porque la produccin de insumos, como agrotxicos y fertilizantes, es muy intensiva en energa. Adems, la concentracin de la comercializacin tanto de los insumos cuanto de los productos agrcolas en manos de pocas empresas transnacionales termina por promover especulacin en el mercado de commodities. En suma, cabe al movimiento popular del campo y a los pueblos indgenas levantar la bandera de resistencia a esa ofensiva del capital internacional sobre las tierras de nuestro continente. Sern batallas en las cuales los medios de comunicacin hegemnicos no ahorraran esfuerzos y recursos para desinformar a la sociedad, distorsionar informaciones y ejercer influencias sobre los gobiernos, en defensa de los intereses del capital. Son batallas que van ms all de la defensa de los recursos naturales en nuestros pases. Esas luchas tambin giran en torno a los principios de la soberana nacional y de la soberana alimentaria de nuestros pueblos. (Traduccin ALAI)Gerson Teixeira es ex presidente de la Asociacin Brasilea de Reforma Agraria, ABRA; Joo Paulo Rodrigues es miembro de la Coordenacin Nacional del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra, MST.

El proceso histrico de descolonizacin en Bolivia, actualmente en plena marcha, es un planteamiento poltico plasmado en la Constitucin, que tiene que ver con el desmontaje del sistema hegemnico de dominacin capitalista que impone prcticas excluyentes. A la vez, implica construir una institucionalidad capaz de enfrentar los nuevos desafos. Para encaminar este proceso, el presente artculo plantea la importancia de la educacin intecultural como un aspecto clave en el fortalecimiento de sujetos capaces de plantearse un giro civilizatorio. En primer lugar, resulta poco pertinente reducir la descolonizacin a la recuperacin de la identidad o reducirla a un problema de igualdad, que es tanto como subsumir el problema bajo un principio moderno, como una demanda de inclusin que obliga a pensar que slo se trata de las promesas incumplidas de la modernidad, en el sentido de slo incluir lo indgena en el Estado nacional, cuando es justamente ese estado el que est siendo cuestionado con la descolonizacin, por su carcter monocultural. Incluir lo indgena sera dejar intacto ese carcter, reconstituyendo el colonialismo bajo nuevas formas. Entonces, la descolonizacin no es una simple

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Bolivia: Descolonizacin, interculturalidad y educacinJiovanny Samanamud vilarecuperacin de la identidad, la descolonizacin es un planteamiento poltico de construccin, no solo de crtica, e implica tambin el hecho que mi identidad no est en lo til sino en el horizonte, sta surge no solo de lo visible sino de lo mtico, lo que no quiere decir que neguemos lo que ahora tenemos como determinacin. El filsofo rabe Yabri se pregunt de qu modo podemos reconstruir nuestro legado? Sin duda, reconstruir supone un primer momento en la descolonizacin de algo que, en alguna medida, se sabe colonizado. Es verdad que esto nos lleva a la afirmacin de nosotros mismos, pero aqu seguimos atrapados en un problema de temporalidad. Primero nos afirmamos y luego nos relacionamos interculturalmente con los otros o ambos procesos van de la mano? Esta ltima pregunta puede establecer el lazo necesario entre descolonizacin e interculturalidad vistas desde la escala que permite pensar el proceso poltico boliviano. Ahora bien, cuando desde Bolivia se habla de descolonizacin, el punto de vista crtico y de desmontaje del pensamiento moderno occidental es insuficiente porque no estamos simplemente en un lugar de oposicin ni de sola resistencia, sino tambin estamos, aunque perifricamente, ubicados en el Estado que se propone explcitamente la tarea de descolonizar. Esto implica construir nueva institucionalidad, por tanto, sostener crticamente pensamientos otros, epistemes otras y paradigmas otros, que desde nuestro ngulo, resultan tareas acadmico-polticas importantes, pero que no inciden en la perspectiva de la construccin que supone otra especificidad a la reflexin y al pensamiento.

Educacin e interculturalidadLa primera pregunta que uno se hace desde el ngulo de la educacin es si la educacin sirve para constituirnos a nosotros como sujetos. Si hace eso, entonces, nosotros cuando queremos descolonizar en funcin de la recuperacin de lo que ramos o de lo que somos, significa de alguna u otra forma que tendremos que cambiar el modo de constituirnos. Es decir, el desde donde nos vamos a constituir, y ese es un tema fundamental para pensar la especificidad de la tarea desde el ngulo de la educacin. La educacin si solo afirma lo negado tendera a reducir todo a la transmisin de informacin de cada una de las culturas 36 en el caso boliviano, de sus lenguajes, de su conocimiento, de su saber, etc.. Reduce la educacin a trminos pedaggico-tcnicos, es decir, la currcula. Pero si entiende que la afirmacin de la identidad supone al mismo tiempo una recuperacin de ella, es decir, esa recuperacin supone tambin una creacin, entonces, estamos en un movimiento complejo de la descolonizacin. No es solo afirmacin sino es recuperacin. En la recuperacin tambin hay elementos de creacin, por lo tanto se tiene que producir conocimiento propio desde la cultura. Todo esto en una direccin que permita salir de la civilizacin occidental moderna capitalista. No se trata tanto de partir solo de la definicin de lo que sea mi cultura ya que no garantiza en s misma la descolonizacin. La afirmacin de lo negado no es suficiente, el modo como yo me recupero debe modificarse y debe establecerse interculturalmente. Aqu la lucha contra el colonialismo se hace con otras ar-

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mas: la interculturalidad. Eso quiere decir, que si queremos emprender el camino de la descolonizacin para apuntalar una educacin intercultural, tenemos que plantearnos una pregunta: Desde dnde reconstruimos nuestro legado?, ese parece ser un aspecto fundamental, porque el proceso de descolonizacin que estamos viviendo supone una pregunta de esta naturaleza, nos ha separado de nuestra cultura en distintos niveles, nos ha hecho extraa y ajena en muchos casos, negando siempre lo que somos. Otra consecuencia de esto se expresa en la pregunta, cmo nos relacionamos con nuestro legado? Creo que ese tipo de reflexin no se ha hecho tan evidente an. Muchos ya se saben a priori en su cultura, y aunque esto no signifique que se pueda estar sin cultura, las consecuencias de la colonialidad se expresan tambin en la afirmacin a secas de nuestra cultura, pues tambin una cultura afirmada as es producto de la relacin colonial. No se trata simplemente de revalorizar lo considerado como sobreviviente o que haya quedado fuera de la relacin colonial, hay que buscar una forma tambin de reconciliacin con nuestra cultura. Entonces, la primera form