LA ECOLOGÍA POLÍTICA EN AMÉRICA LATINA - Leff 2003

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    Sociedade e Estado, Braslia, v. 18, n. 1/2, p. 17-40, jan./dez. 2003

    LA ECOLOGA POLTICA EN AMRICA LATINA:un campo en construccin*

    Enrique Leff**

    Resumen: El artculo trata de la fundacin de la ecologapoltica como campo terico-practico. A partir del anlisis dela desnaturalizacin de la naturaleza, el estudio plantea el papel

    de la poltica cultural, con sus necesarias caractersticas depoltica de la diferencia. Enseguida trata de la cadenaconciencia de clase, conciencia ecolgica, conciencia deespecie, elementos esenciales de la ecologa poltica. El eje dela epistemologa poltica sirve de fundamento al anlisis deltema tica y emancipacin, que sirve de reflexin conclusiva.

    Palavras-llave: ecologia poltica, Amrica Latina.

    Emergencia de la ecologa poltica

    La ecologa poltica se encuentra en el momento fundacionalde un campo terico-prctico. Es la construccin de un nuevo territoriodel pensamiento crtico y de la accin poltica. Situar este campo enla geografa del saber no es tan slo delimitar su espacio, fijar susfronteras y colocar membranas permeables con disciplinas adyacentes.

    Ms bien implica desbrozar el terreno, dislocar las rocas conceptualesy movilizar el arado discursivo que conforman su suelo original paraconstruir las bases seminales que den identidad y soporte a este nuevoterritorio; para pensarlo en su emergencia y en su trascendencia en laconfiguracin de la complejidad ambiental de nuestro tiempo y en laconstruccin de un futuro sustentable.

    * Este texto fue presentado en una Reunin del Grupo de Ecologa Poltica de CLACSO,en Panam, los das 17 19 de marzo de 2003 y que fue publicado previamente en Polis,

    Revista de la Universidad Bolivariana, v. 2, n. 5, p. 125-145.** Coordenador da Rede de Formao Ambiental para a Amrica Latina e Caribe PNUMA/

    Mxico.

    Artigo recebido em 1 ago. 2003; aprovado em 14 set. 2003.

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    La ecologa poltica en germen abre una pregunta sobre lamutacin ms reciente de la condicin existencial del hombre.Partiendo de una crtica radical de los fundamentos ontolgicos y

    metafsicos de la epistemologa moderna, ms all de una polticafundada en la diversidad biolgica, en el orden ecolgica y en laorganizacin simblica que dan su identidad a cada cultura, laecologa poltica viene a interrogar la condicin del seren el vacode sentido y la falta de referentes generada por el dominio de lovirtual sobre lo real y lo simblico, de un mundo donde parafraseandoa Marshal Berman, todo lo slido se desvanece en el aire. A la

    ecologa poltica le conciernen no slo los conflictos de distribucinecolgica, sino el explorar con nueva luz las relaciones de poder quese entretejen entre los mundos de vida de las personas y el mundoglobalizado.

    Pues si la mirada del mundo desde la hermenutica y elconstructivismo ha superado la visin determinista de la historia y elobjetivismo de lo real, si el mundo est abierto al azar y a la

    incertidumbre, al caos y al descontrol, al diseo y a la simulacin,tenemos que preguntarnos, que grado de autonoma tiene lahiperrealidad del mundo sobre-economizado, hiper-tecnologizado ysper-objetivado sobre el ser? en qu sentido se orienta el deseo, lautopa, el proyecto, en la reconfiguracin del mundo guiado porintereses individuales, imaginarios sociales y proyectos colectivos?Qu relaciones y estrategias de poder emergen en este nuevo mundoen el que el aleteo de las mariposas puede llegar a conmover, derribar

    y reconstruir las armaduras de hierro de la civilizacin moderna y lasrgidas estructuras del poder y del conocimiento? Qu significadoadquiere la libertad, la identidad, la existencia, la poltica?

    La ecologa poltica construye su campo de estudio y de accinen el encuentro y a contracorriente de diversas disciplinas,pensamientos, ticas, comportamientos y movimientos sociales. Allcolindan, confluyen y se confunden las ramificaciones ambientales y

    ecolgicas de nuevas disciplinas: la economa ecolgica, el derechoambiental, la sociologa poltica, la antropologa de las relacionescultura-naturaleza, la tica poltica. Podemos afirmar sin embargo

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    que no estamos ante un nuevo paradigma de conocimiento o un nuevoparadigma social. Apenas comenzamos a indagar sobre el lugar quele corresponde a un conjunto de exploraciones que no encuentran

    acomodo dentro de las disciplinas acadmicas tradicionales. Laecologa poltica es un campo que an no adquiere nombre propio;por ello se le designa con prstamos metafricos de conceptos ytrminos provenientes de otras disciplinas para ir nombrando losconflictos derivados de la distribucin desigual y las estrategias deapropiacin de los recursos ecolgicos, los bienes naturales y losservicios ambientales. Las metforas de la ecologa poltica se hacen

    solidarias del lmite del sentido de la globalizacin regida por elvalor universal del mercado para catapultear al mundo hacia unareconstruccin de las relaciones de lo real y lo simblico; de laproduccin y el saber.

    La ecologa poltica emerge en el hinterlandde la economaecolgica para analizar los procesos de significacin, valorizacin yapropiacin de la naturaleza que no se resuelven ni por la va de la

    valoracin econmica de la naturaleza ni por la asignacin de normasecolgicas a la economa; estos conflictos socio-ambientales seplantean en trminos de controversias derivadas de formas diversas y muchas veces antagnicas de significacin de la naturaleza, dondelos valores polticos y culturales desbordan el campo de la economapoltica, incluso de una economa poltica de los recursos naturales yservicios ambientales. De all surge esa extraa politizacin de laecologa.

    En la ecologa poltica han anidado as trminos que derivande campos contiguos la economa ecolgica , como el dedistribucin ecolgica, definido como una categora para comprenderlas externalidades ambientales y los movimientos sociales que emergende conflictos distributivos; es decir, para dar cuenta de la cargadesigual de los costos ecolgicos y sus efectos en las variedades delambientalismo emergente, incluyendo movimientos de resistencia al

    neoliberalismo, de compensacin por daos ecolgicos y de justiciaambiental. La distribucin ecolgica designa las asimetras odesigualdades sociales, espaciales, temporales en el uso que hacen

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    los humanos de los recursos y servicios ambientales, comercializadoso no, es decir, la disminucin de los recursos naturales (incluyendo laprdida de biodiversidad) y las cargas de la contaminacin

    (Martnez-Alier, 1997).

    La distribucin ecolgica comprende pues los procesosextraeconmicos (ecolgicos y polticos) que vinculan a la economaecolgica con la ecologa poltica, en analoga con el concepto dedistribucin en economa, que desplaza a la racionalidad econmicaal campo de la economa poltica. El conflicto distributivo introducea la economa poltica del ambiente las condiciones ecolgicas de

    supervivencia y produccin sustentable, as como el conflicto socialque emerge de las formas dominantes de apropiacin de la naturalezay la contaminacin ambiental. Sin embargo, la distribucin ecolgicaapunta hacia procesos de valoracin que rebasan a la racionalidadeconmica en sus intentos de asignar precios de mercado y costoscrematsticos al ambiente, movilizando a actores sociales por interesesmateriales y simblicos (de supervivencia, identidad, autonoma y

    calidad de vida), ms all de las demandas estrictamente econmicasde propiedad de los medios de produccin, de empleo, de distribucindel ingreso y de desarrollo.

    La distribucin ecolgica se refiere a la reparticin desigualde los costos y potenciales ecolgicos, de esas externalidadeseconmicas que son inconmensurables con los valores del mercado,pero que se asumen como nuevos costos a ser internalizados por lava de instrumentos econmicos, de normas ecolgicas o de losmovimientos sociales que surgen y se multiplican en respuesta aldeterioro del ambiente y la reapropiacin de la naturaleza.

    En este contexto se ha venido configurando un discursoreivindicativo en torno a la idea de la deuda ecolgica, como unimaginario y un concepto estratgico movilizador de una concienciade resistencia a la globalizacin del mercado y sus instrumentos decoercin financiera, cuestionando la legitimidad de la deuda

    econmica de los pases pobres, buena parte de ellos de AmricaLatina. La deuda ecolgica pone al descubierto la parte ms grandey hasta ahora sumergida del iceberg del intercambio desigual entre

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    pases ricos y pobres, es decir, la destruccin de la base de recursosnaturales de los pases llamados subdesarrollados, cuyo estado depobreza no es consustancial a una esencia cultural o a su limitacin

    de recursos, sino que resulta de su insercin en una racionalidadeconmica global que ha sobre-explotado a su naturaleza, degradadoa su ambiente y empobrecido a sus pueblos. Sin embargo, esta deudaecolgica resulta inconmensurable, pues no hay tasas de descuentoque logren actualizarla ni instrumento que logre medirla. Se trata deun despojo histrico, del pillaje de la naturaleza y subyugacin desus culturas que se enmascara en un mal supuesto efecto de la dotacin

    y uso eficaz y eficiente de sus factores productivos.Hoy, este pillaje del tercer mundo se proyecta al futuro, a travs

    de los mecanismos de apropiacin de la naturaleza por la va de laetno-bio-prospeccin y los derechos de propiedad intelectual delNorte sobre los derechos de propiedad de las naciones y pueblosdel Sur. La biodiversidad representa su patrimonio de recursosnaturales y culturales, con los que han co-evolucionado en la historia,

    el hbitat en donde se arraigan los significados culturales de suexistencia. Estos son intraducibles en valores econmicos. Es aqudonde se establece el umbral entre lo que es negociable eintercambiable entre deuda y naturaleza, y lo que impide dirimir elconflicto de distribucin ecolgica en trminos de compensacioneseconmicas.

    El campo de la ecologa poltica se abre en un horizonte que

    desborda el territorio de la economa ecolgica. La ecologa polticase localiza en los linderos del ambiente que puede ser recodificado einternalizado en el espacio paradigmtico de la economa, de lavalorizacin de los recursos naturales y los servicios ambientales. Laecologa poltica se establece en ese espacio que es el del conflictopor la reapropiacin de la naturaleza y de la cultura, all donde lanaturaleza y la cultura resisten a la homologacin de valores y procesos(simblicos, ecolgicos, epistemolgicos, polticos) inconmensurables

    y a ser absorbidos en trminos de valores de mercado. All es dondela diversidad cultural adquiere derecho de ciudadana como unapoltica de la diferencia, de una diferencia radical, en cuanto que lo

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    que est all en juego es ms y otra cosa que la distribucin equitativadel acceso y los beneficios econmicos derivados de la puesta envalor de la naturaleza.

    Desnaturalizacin de la naturaleza

    En el curso de la historia, la naturaleza se fue construyendocomo un orden ontolgico y una categora omnicomprensiva de todolo real. Lo natural se convirti en un argumento fundamental paralegitimar el orden existente, tangible y objetivo. Lo natural era lo

    que tena derecho de ser. En la modernidad, la naturaleza seconvirti en objeto de dominio de las ciencias y de la produccin, altiempo que fue externalizada del sistema econmico; se desconocias el orden complejo y la organizacin ecosistmica de la naturaleza,en tanto que se fue convirtiendo en objeto de conocimiento y enmateria prima del proceso productivo. La naturaleza fuedesnaturalizada para convertirla en recurso e insertarla en el flujo

    unidimensional del valor y la productividad econmica. Estanaturalidad del orden de las cosas y del mundo la naturalidad de laontologa y la epistemologa de la naturaleza fue construyendo unaracionalidad contra natura, basada en leyes naturales inexpugnables,ineluctables, inconmovibles.

    No es sino hasta los aos sesenta y setenta en adelante que lanaturaleza se convierte en referente poltico, no slo de una poltica

    de Estado para la conservacin de las bases naturales desustentabilidad del planeta, sino como objeto de disputa y apropiacinsocial, al tiempo que emergen por fuera de la ciencia diversascorrientes interpretativas, en las que la naturaleza deja de ser un objetoa ser dominado y desmembrado para convertirse en un cuerpo a serseducido, resignificado, reapropiado. De all todas las diversasecosofas, desde la ecologa profunda (Naess), el ecosocialismo(OConnor) y el ecoanarquismo (Bookchin), que nutren a la ecologa

    poltica. En estas perspectivas, la ecologa viene a jugar un papelpreponderante en el pensamiento reordenador del mundo. La ecologase convierte en el paradigma que, basado en la comprensin de lo

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    real y del conocimiento como un sistema de interrelaciones, orientael pensamiento y la accin en una va reconstructiva. De esta manerase establece el campo de una ecologa generalizada (Morin) donde

    se configura toda una serie de teoras y metodologas que iluminan yasechan el campo de la ecologa poltica, desde las teoras de sistemasy los mtodos interdisciplinarios, hasta el pensamiento de lacomplejidad (Floriani, 2003).

    Se propuso as un cambio de paradigma epistemolgico ysocietario, del paradigma mecanicista al paradigma ecolgico, quesi bien contrapona al fraccionamiento de las ciencias la visin

    holstica de un mundo entendido como un sistema de interrelaciones,interdependencias y retroalimentaciones, abriendo el conocimientohacia la novedad y la emergencia, al caos y a la incertidumbre, laconciencia y la creatividad, no renunci a su pulsin totalizadora yobjetivante del mundo. Se gener as un nuevo centralismo terico,que si empezaba a enfrentar el logocentrismo de las ciencias, no hapenetrado el cerco de poder del pensamiento unidimensional asentadoen la ley unitaria y globalizante del mercado. La ecologa se fuehaciendo poltica y la poltica se fue ecologizando, pero a fuerza deabrir la totalidad sistmica fuera de la naturaleza, hacia el ordensimblico y cultural, hacia el terreno de la tica y de la justicia(Borrero, 2002).

    Las corrientes dominantes de pensamiento que alimentan laaccin ecologista, van complejizando a la naturaleza, pero no logransalir de la visin naturalista que, desde la biosociologa hasta losenfoques sistmicos y la ecologa generalizada, no han logrado romperel cerco de naturalizacin del mundo en el que la ley natural objetivavela las estrategias de poder que han atravesado en la historia lasrelaciones sociedad-naturaleza.

    La ecologa poltica es por ello el terreno de una lucha por ladesnaturalizacin de la naturaleza: de las condiciones naturalesde existencia, de los desastres naturales, de la ecologizacin de las

    relaciones sociales. No se trata tan slo de adoptar una perspectivaconstructivista de la naturaleza, sino poltica, donde las relacionesentre seres humanos entre ellos y con la naturaleza se construyen a

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    travs de relaciones de poder (en el saber, en la produccin, en laapropiacin de la naturaleza) y los procesos de normalizacin delas ideas, discursos, comportamientos y polticas.

    Ms all de los enfoques ecologistas que siguen dominando elpensamiento ambiental, nuevas corrientes constructivistas yfenomenolgicas estn contribuyendo a la desconstruccin delconcepto de naturaleza, resaltando el hecho de que la naturaleza essiempre una naturaleza marcada, significada, geo-grafiada. Dan cuentade ello los recientes estudios de la nueva antropologa ecolgica(Descola y Plsson, 2001) y de la geografa ambiental (Gonalves,

    2001), que muestran que la naturaleza es producto no de una evolucinbiolgica, sino de una coevolucin de la naturaleza y las culturasque la han habitado. Son estas naturalezas orgnicas (Escobar), lasque han entrado en competencia y conflicto con la naturalezacapitalizada y tecnologizada por una cultura globalizada que hoy enda impone su imperio hegemnico y homogeneizante bajo el dominiode la tecnologa y el signo unitario del mercado.

    La ecologa poltica se establece en el encuentro, confrontacine hibridacin de estas racionalidades desemejantes y heterogneasde relacin y apropiacin de la naturaleza. Ms all de pensar estasracionalidades como opuestos dialcticos, la ecologa poltica es elcampo en el cual se estn construyendo en una historia ambientalcuyos orgenes se remontan a una historia de resistenciasanticolonialistas y antiimperialistas nuevas identidades culturales

    en torno a la defensa de las naturalezas culturalmente significadas ya estrategias novedosas de aprovechamiento sustentable de losrecursos, de los cuales basta citar la invencin de la identidad delseringueiro y de sus reservas extractivistas en la amazona brasilea,y ms recientemente el proceso de las comunidades negras del Pacficode Colombia. Estas identidades se han configurado a travs luchasde resistencia, afirmacin y reconstruccin del ser cultural frente alas estrategias de apropiacin y transformacin de la naturaleza que

    promueve e impone la globalizacin econmica. Porto Gonalves hacaracterizado a estos procesos culturales como movimientos de re-existencia.

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    Poltica cultural / Poltica de la diferencia

    La diferencia es siempre una diferencia radical; est fundada

    en una raz cuyo proceso y destino es diversificarse, ramificarse,redificarse. El pensamiento de la diferencia es el proyecto dedesconstruccin del pensamiento unitario, aquel que busca acomodarla diversidad a la universalidad y someter lo heterogneo a la medidade un equivalente universal, cerrar el crculo de las ciencias en unaunidad del conocimiento, reducir las variedades ontolgicas a sushomologas estructurales y encasillar las ideas dentro de unpensamiento nico. La ecologa poltica enraza el trabajo terico de

    desconstruccin del logos en el campo poltico, donde no bastareconocer la existencia de la diversidad cultural, de los saberestradicionales, de los derechos indgenas, para luego intentar resolverel conflicto que emana de sus diferentes formas de valorizacin de lanaturaleza por la va del mercado y sus compensaciones de costos.

    Hablamos de ecologa poltica, pero habremos de comprenderque la ecologa no es poltica en s. Las relaciones entre seres vivos ynaturaleza, las cadenas trficas, las territorialidades de las especies,incluso las relaciones de depredacin y dominacin, no son polticasen ningn sentido. Si la poltica es llevada al territorio de la ecologaes como respuesta al hecho de que la organizacin ecosistmica de lanaturaleza ha sido negada y externalizada del campo de la economay de las ciencias sociales. Las relaciones de poder emergen y seconfiguran en el orden simblico y del deseo del ser humano, en su

    diferencia radical con los otros seres vivos que son objeto de laecologa.

    Desde esta perspectiva, al referirse a las ecologas de ladiferencia, Escobar pone el acento en la nocin de distribucincultural, como los conflictos que emergen de diferentes significadosculturales, pues el poder habita a los significados y los significadosson la fuente del poder (Escobar, 2000, p. 9). Pero si bien el poder

    se moviliza por medio de estrategias discursivas, la distribucincultural no surge del hecho de que los significados sean directamentefuentes de poder, sino de las estrategias discursivas que generan los

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    movimientos por la reivindicacin de sus valores culturales, es decir,en los procesos de legitimacin de los significados culturales comoderechos humanos. Pues es por la va de los derechos (humanos) que

    los valores culturales entran en el juego y el campo del poderestablecido por los derechos del mercado.

    Pero en realidad la nocin de distribucin cultural puede llegara ser tan falaz como la de distribucin ecolgica cuando se le sometea un proceso de homologacin y homogeneizacin. Lainconmensurabilidad no slo se da en la diferencia entre economa,ecologa y cultura, sino dentro del propio orden cultural, donde no

    existen equivalencias entre significaciones diferenciadas. Ladistribucin siempre apela a una materia homognea: el ingreso, lariqueza, la naturaleza, la cultura, el poder. Pero el ser que funda losderechos es esencialmente heterogneo, en el sentido de que implicapasar del concepto genrico del ser y del ser ahheideggeriano, anherederos de una ontologa existencialista esencialista y universal, apensar la poltica de la diferencia como derechos del ser cultural,

    especfico y localizado.La ecologa poltica en Amrica Latina est operando as un

    proceso similar al que Marx realiz con el idealismo hegeliano, alponer sobre sus pies a la filosofa de la posmodernidad (Heidegger,Derrida), al volver al Ser y a la diferencia en la sustancia de unaecologa poltica. La esencial diversidad del orden simblico ycultural se convierte en la materia de la poltica de la diferencia.

    Pero la diferencia de valores y visiones culturales no seconvierte por derecho propio en fuerza poltica. La legitimacin deesa diferencia que le da valor y poder, proviene de una suerte deefectos de saturacin de la homogeneizacin forzada de la vidainducida por el pensamiento metafsico y la racionalidadmodernizante. Es de la resistencia del ser al dominio de lahomogeneidad hegemnica, de la cosificacin objetivante, de la

    igualdad inequitativa, que surge la diferencia por el encuentro con laotredad, en la confrontacin de la racionalidad dominante con lo quele es externo y con aquello que excluye, rompiendo con la identidad

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    de la igualdad y la unidad de lo universal. De esa tensin se estableceel campo de poder de la ecologa poltica, de la demarcacin delpensamiento nico y la razn unidimensional, para valorar la

    diferencia del ser y convertirlo en un campo de fuerzas polticas.

    Hoy es posible afirmar que las luchas por la diferencia cultural,las identidades tnicas y las autonomas locales sobre el territorio ylos recursos estn contribuyendo a definir la agenda de los conflictosambientales ms all del campo econmico y ecolgico,reivindicando las formas tnicas de alteridad comprometidas con lajusticia social y la igualdad en la diferencia (Escobar, 2000, p. 6,

    13). Esta reivindicacin no reclama una esencia tnica ni derechosfincados en el principio jurdico y metafsico del individuo, sino enel derecho del ser, que incluye tanto los valores intrnsecos de lanaturaleza como los derechos humanos diferenciados culturalmente,incluyendo el derecho a disentir de los sentidos preestablecidos ylegitimados por poderes hegemnicos.

    La poltica de la diferencia no slo implica diferenciar criterios,

    opiniones y posiciones. Tambin hay que entenderla en el sentidoque asigna Derrida (1989) a la diferancia, que no slo establece ladiferencia en el aqu y el ahora, sino que la abre al tiempo, al devenir,al advenimiento de lo impensado y lo inexistente. En este sentido,frente al cierre de la historia en torno al cerco del pensamiento nicoy del mercado globalizado, la poltica de la diferencia abre la historiahacia la utopa de la construccin de sociedades sustentables

    diferenciadas. El derecho a diferir en el tiempo abre el sentido delser que construye en el tiempo aquello que es potencialmente posibledesde lo real y del deseo, lo que an no es (Levinas, 1977).

    La ecologa poltica reconoce en el ambientalismo luchas depoder por la distribucin de bienes materiales (valores de uso), perosobre todo de valores-significaciones asignadas a los bienes,necesidades, ideales, deseos y formas de existencia que definen los

    procesos de adaptacin / transformacin de los grupos culturales a lanaturaleza. No se trata pues de un problema de inconmensurabilidadde bienes-objeto, sino de identidades-valoraciones diferenciadas por

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    formas culturales de significacin, tanto de la naturaleza como de laexistencia misma. Esto est llevando a imaginar y construir estrategiasde poder capaces de vincular y fortalecer un frente comn de luchas

    polticas diferenciadas en la va de la construccin de un mundodiverso guiado por una racionalidad ambiental (hibridacin dediversas racionalidades) y una poltica de la diferencia. De ese otromundo posible por el que claman las voces del Foro Social Mundial;de otro mundo donde quepan muchos mundos (Sub-comandanteMarcos).

    Las reivindicaciones por la igualdad en el contexto de los

    derechos humanos genricos del hombre, y sus aplicaciones jurdicasa travs de los derechos individuales, son incapaces de asumir esteprincipio poltico de la diferencia que reclama un lugar propio dentrode una cultura de la diversidad, pues como afirma Escobar,

    Ya no es el caso de que uno pueda contestar la desposesin yargumentar a favor de la igualdad desde la perspectiva de la inclusindentro de la cultura y la economa dominantes. De hecho, lo opuesto

    est sucediendo: la posicin de la diferencia y la autonoma estllegando a ser tan vlida, o ms, en esta contestacin. El apelar a lassensibilidades morales de los poderosos ha dejado de ser efectiva []Es el momento de ensayar [] las estrategias de poder de las culturasconectadas en redes y glocalidades, de manera que puedan negociarseconcepciones contrastantes de lo bueno y el valor de diferentes formasde vida y para reafirmar el predicamento pendiente de la diferencia-en-la-igualdad. (Escobar, 2000, p. 21).

    Conciencia de clase, conciencia ecolgica, conciencia deespecie

    La poltica de la diferencia se sita en otro plano que el de unaecologa poltica subsumida en el pensamiento ecolgico. Pues lasignificancia de la naturaleza que mueve a los actores sociales en elcampo de la ecologa poltica no podra proceder ni fundarse en una

    conciencia genrica de la especie humana. La conciencia ecolgicaque emana de la narrativa ecologista como una noosfera que emergedesde la organizacin biolgica del cuerpo social humano esa

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    formacin discursiva desde la cual la gente habla del amor a lanaturaleza, se conmueve por el cuidado del ambiente y promueve eldesarrollo sostenible no es consistente con bases tericas ni con

    visiones y proyectos compartidos por la humanidad en su conjunto.Por ello los tomadores de decisiones pueden anteponer la concienciaeconmica a la de la supervivencia humana y del planeta, y negar lasevidencias cientficas sobre el cambio climtico; por ello los principiosdel desarrollo sostenible (las responsabilidades comunes perodiferenciadas, el consentimiento previo e informado, el pensarglobalmente y actuar localmente, o el principio de quien contaminapaga) se han convertido en slogans con un limitado efecto en la

    construccin de una nueva racionalidad ambiental. El movimientoambientalista es un campo disperso de grupos sociales que antes desolidarizarse por un objetivo comn, muchas veces se confrontan, sediferencian y se dispersan tanto por el fraccionamiento de susreivindicaciones como por la comprensin y uso de conceptos quedefinen sus estrategias polticas.

    Para que hubiera una conciencia de especie sera necesario

    que la humanidad en su conjunto compartiera la vivencia de unacatstrofe comn o de un destino compartido por todo el gnerohumano en trminos equivalentes, como aquella que llev el silogismoaristotlico sobre la mortalidad del hombre a una conciencia de s dela humanidad cuando la generalizacin de la peste convirti elsimbolismo del silogismo en experiencia vivida, transformando lamxima del enunciado en produccin de sentido de un imaginariocolectivo (o la que fund la cultura humana en la prohibicin del

    incesto y de la cual el simbolismo del complejo de Edipo vinosolamente a convertir en sentido trgico y manifestacin literaria unaley cultural vivida, que no fue instaurada ni por Sfocles ni porFreud). Pues como ha afirmado Lacan (1974/75), del enunciado deAristteles todos los hombres son mortales no se desprende elsentido que slo anid en la conciencia una vez que la peste se propagpor Tebas, convirtindola en algo imaginable y no slo una puraforma simblica, una vez que toda la sociedad se sinti concernida

    por la amenaza de una muerte real.En la sociedad del riesgo y la inseguridad en que vivimos

    podemos afirmar que el imaginario del terror est ms concentrado

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    en la realidad de la guerra y la violencia generalizada que en el peligroinminente de un colapso ecolgico. Pareciera que el holocausto y losgenocidios a lo largo de la historia humana no hubieran sido capaces

    de anteponer una tica de la vida a los intereses del poder; menosan una conciencia que responda efectivamente al riesgo ecolgicoo con un imaginario colectivo que reconduzca sus acciones hacia laconstruccin de sociedades sustentables. La crisis ambiental que secierne sobre el mundo an se percibe como una premonicincatastrofista de una naturaleza que se presume cada vez mscontrolada, ms que como un riesgo ecolgico real para toda lahumanidad. La amenaza que se ha establecido en el imaginariocolectivo y que mantiene pasmado al mundo actual es la del terrorismoque se manifiesta en un miedo generalizado a la guerra desenfrenada,al holocausto humano, al derrumbe de reglas bsicas de convivenciay de una tica de y para la vida, ms que como la conciencia de larevancha de una naturaleza sometida y sobreexplotada.

    Ciertamente prcticamente todo el mundo tiene hoy concienciade problemas ecolgicos que afectan su calidad de vida; pero estos

    se encuentran fragmentados y segmentados segn su especificidadlocal. Estos generan una variedad de ambientalismos (Guha y MartnezAlier, 1997), pero no todas las formas y grados de conciencia generanmovimientos sociales. Ms bien prevalece lo contrario, y los problemasms generales, como el calentamiento global, son percibidos desdevisiones y concepciones muy diferentes, desde quienes ven all lafatalidad de catstrofes naturales hasta quienes lo entienden como lamanifestacin de la ley lmite de la entropa y el efecto de laracionalidad econmica. El ambientalismo es pues un kaleidoscopiode teoras, ideologas, estrategias y acciones no unificadas por unaconciencia de especie, salvo por el hecho de que el discurso ecolgicoha empezado a penetrar todas las lenguas y todos los lenguajes, todoslos idearios y todos los imaginarios.

    La ley lmite de la entropa que sustentara desde la cienciatales previsiones y los desastres naturales que se han desencadenado

    y proliferado en los ltimos aos parecen an disolver su evidenciaen los clculos de probabilidades, en la incertidumbre vaga de losacontecimientos, en el corto horizonte de las evaluaciones y la

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    multiplicidad de criterios en los que se elaboran sus indicadores. Loque prevalece es una dispersin de visiones y previsiones sobre laexistencia humana y su relacin con la naturaleza, en la que se borran

    las fronteras de las conciencias de clase, pero no por ello las diferenciasde conciencias alimentadas por intereses y valores diferenciados, enlos que el principio de diversidad cultural est abriendo un nuevomosaico de posicionamientos que impide la visin unitaria para salvaral planeta, a la biodiversidad y a la especie humana. Cada visin seest convirtiendo en nuevos derechos que estn resquebrajando elmarco jurdico prevaleciente, construido en torno al principio de laindividualidad y del derecho privado, de la misma forma que esospilares de la racionalidad econmica se colapsan frente a lo real dela naturaleza y los sentidos de la cultura.

    Esta recomposicin del mundo por la va de la diferenciacindel ser y del sentido rompe el esquema imaginario de lainterdisciplinariedad, e incluso de un dilogo de saberes entendidocomo la concertacin de intereses diferenciados a travs de unaracionalidad comunicativa (Habermas). La conciencia de la crisis

    ambiental se funda en la relacin del ser con el lmite, en elenfrentamiento del todo objetivado del ente con la nada que alimentael advenimiento del ser, en la interconexin de lo real, lo imaginarioy lo simblico que oblitera al sujeto, que abre el agujero de dondeemerge la existencia humana, el ser y su relacin con el saber. Elsujeto de la ecologa poltica no es el hombre construido por laantropologa ni el ser-ahgenrico de la fenomenologa, sino el serpropio que ocupa un lugar en el mundo, que construye su mundo devida como produccin de existencia (Lacan, 1974/75): la nada, lafalta en ser y la pulsin de vida que van impulsando y anudando elposible saber en la produccin de la existencia, forjando esa relacindel ser y el saber, del ser con lo sido y lo que an no es, de una utopaque est ms all de toda trascendencia prescrita en una evolucinecolgica, sea esta orgnica o de una dialctica ecologizada de lanaturaleza (Bookchin, 1990).

    La conciencia ecolgica se inscribe as en una poltica de ladiferencia referida a los derechos del ser y a la invencin de nuevasidentidades atravesadas y constituidas en y por relaciones de poder.

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    Ecologa poltica / Epistemologa poltica

    La ecologa poltica es la poltica de la reapropiacin de la

    naturaleza. Pero como toda poltica, no es meramente una estrategiaprctica; su prctica no slo est mediada por procesos discursivos ypor aplicaciones del conocimiento, sino que es esencialmente unalucha que se da en la produccin y apropiacin de los conceptos. Noslo porque el ambientalismo crtico combate las ideologas quefundan la racionalidad de la modernidad insustentable (Leis, 2001),sino porque la eficacia de una estrategia de reconstruccin socialimplica la desconstruccin de los conceptos tericos e ideolgicos

    que han soportado y legitimado las acciones y procesos generadoresde los conflictos ambientales. La orientacin de las acciones hacia laconstruccin de sociedades sustentables se da en un campo de luchastericas y de politizacin de conceptos. As, los conceptos debiodiversidad, territorio, autonoma, autogestin, estn reconfigurandosus significados en el campo conflictivo de las estrategias dereapropiacin de la naturaleza.

    La poltica de la diferencia se abre a una proliferacin desentidos existenciales y civilizatorios que son la materia de unaepistemologa poltica que desborda al proyecto interdisciplinarioen su voluntad de integracin y complementariedad de conocimientos(las teoras de sistemas), reconociendo las estrategias de poder que sejuegan en el campo del saber y reconduciendo el conflicto ambientalhacia un encuentro y dilogo de saberes. Ello implica una radicalrevisin del conocimiento, de la relacin entre lo real, lo simblico y

    lo imaginario, donde la solucin no se orienta a copiar a la naturaleza,a subsumirse profundamente en la ecologa, o a generalizar la ecologacomo modelo de pensamiento y comportamiento, sino a situarsepolticamente en lo imaginario de las representaciones de la naturalezapara desentraar sus estrategias de poder (del discurso del desarrollosostenible). Se trata no slo de una hermenutica de los diferentessentidos asignados a la naturaleza, sino de saber que toda naturalezaes captada desde un lenguaje, desde relaciones simblicas que

    entraan visiones, sentimientos, razones, sentidos e intereses que sedebaten en la arena poltica. Porque el poder que habita al cuerpohumano est hecho de lenguaje.

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    Es dentro de esta epistemologa poltica que los conceptos deterritorio-regin funcionan como lugares-soporte para lareconstruccin de identidades enraizadas en prcticas culturales y

    racionalidades productivas sustentables, como hoy lo construyen lascomunidades negras del Pacfico colombiano. En este escenario,

    El territorio es visto como un espacio multidimensional fundamentalpara la creacin y recreacin de las prcticas ecolgicas, econmicasy culturales de las comunidades [...] Puede decirse que en estaarticulacin entre identidad cultural y apropiacin de un territoriosubyace la ecologa poltica del movimiento social de comunidadesnegras. La demarcacin de territorios colectivos ha llevado a losactivistas a desarrollar una concepcin del territorio que enfatizaarticulaciones entre los patrones de asentamiento, los usos del espacioy las prcticas de usos-significados de los recursos. (Escobar, 1999,p. 260)

    Una ecologa poltica bien situada se sustenta en una teoracorrecta de las relaciones sociedad-naturaleza, o en la desconstruccinde la nocin ideolgico-cientfica-discursiva de la naturaleza, capaz

    de articular la sustancia ontolgica de lo real del orden biofsico, conel orden simblico que la significa, que la convierte en referente deuna cosmovisin, de una teora, de un discurso sobre el desarrollosustentable. La ecologa poltica remite directamente al debate sobremonismo/dualismo en el que hoy se desgarra la teora de lareconstruccin / reintegracin de lo natural y lo social, de la ecologay la cultura, de lo material y lo simblico. Es all donde se hadesbarrancado el pensamiento ambiental, bloqueado por efecto del

    maniquesmo terico y la dicotoma extrema entre el naturalismo delas ciencias fsico-biolgico-matemticas y el antropomorfismo delas ciencias de la cultura; unas llevadas al polo positivo del positivismolgico y empirista; el otro al relativismo del constructivismo y de lahermenutica. En el naufragio del pensamiento ante su polarizacinextrema, pensadores y cientficos se han agarrado de la tabla desalvacin que les ha ofrecido la ecologa como ciencia por excelenciae las interrelaciones de los seres vivos con sus entorno, llevando a

    una ecologa generalizada que no logra desprenderse e esa voluntadde totalizacin del mundo, ahora guiada por el objetivo de construirun pensamiento de la complejidad (Morin, 1993). Surgen de all todos

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    los intentos por reconciliar a esos entes no dialogantes (mente-cuerpo;naturaleza-cultura; razn-sentimiento), ms all de una dialctica decontrarios, unificados por un creacionismo evolucionista, de donde

    habra de emerger la conciencia ecolgica para reconciliar y saldarlas deudas de una racionalidad anti-ecolgica. Este pensamientocomplejo en bsqueda de un paradigma monista fundado en laecologa no ofrece bases slidas a una ecologa poltica capaz deguiar las acciones hacia una sustentabilidad fundada en una polticade la diferencia.

    La otra falla del pensamiento epistemolgico reciente ha sido

    querer reunificar la naturaleza y la cultura sobre la base de unaperspectiva fenomenolgica a partir de la constatacin de que lascosmovisiones de las sociedades tradicionales no reconocen unadistincin entre lo humano, lo natural y lo sobrenatural. Empero estasmatrices de racionalidad no constituyen epistemologasconmensurables, equiparables con la epistemologa de nuestracivilizacin occidental. De manera que si bien podemos inspirarnosen las gnoseologas de las sociedades tradicionales para una polticade la diferencia basada en el derecho de sus saberes, el campo generalde la epistemologa que anima y legitima la poltica de laglobalizacin econmico-ecolgica debe desconstruirse desde elcuerpo mismo de sus fundamentos.

    La posmodernidad est marcada por el fin de los universalismosy los esencialismos; por la emergencia de entes hbridos hechos deorganismo, smbolos y tecnologa (Haraway); por la imbricacin delo tradicional y lo moderno. Pero es necesario diferenciar estereenlazamiento de lo natural, lo cultural y lo tecnolgico del mundoactual de la complejidad, del mundo de vida de los primitivos quedesconocen la separacin entre cuerpo y alma, vida y muerte,naturaleza y cultura. Esta continuidad y fluidez del mundo primitivose da en un registro diferente a la relacin entre lo real, lo simblicoy lo imaginario en la cultura moderna.

    El problema a resolver por la ecologa poltica no es slo eldejar atrs el esencialismo de la ontologa occidental, sino el principiode universalidad de la ciencia moderna. Pues la ciencia ha generado,

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    junto con sus universales a priori, al hombre genrico que se convirtien el principio de discriminacin de los hombres diferentes. De estamanera, los derechos humanos norman y unifican al tiempo que

    segregan y discriminan. Por ello, la ecologa poltica debe salir a ladesconstruccin de todos los conceptos universales y genricos: elhombre, la naturaleza, la cultura, etc., pero no para pluralizarlos comohombres, naturalezas y culturas (con sus propias ontologasy epistemologas), sino para construir los conceptos de su diferencia.As pues, el ecofeminismo no debe tan slo diagnosticar los lugaresasignados a la mujer en la economa, la poltica, la familia. Su

    diferencia sustantiva no radica en el lugar (diferente, subyugado) quele asigna la cultura jerrquica falocntrica, sino en decir su diferenciacon un lenguaje propio, que no es slo el agregado de sensibilidad ala supuesta racionalidad inconmovible del machismo. La ecologapoltica habr de edificarse y convivir en una babel de lenguajesdiferenciados, que se comunican e interpretan pero que no se traducenen un lenguaje comn unificado.

    Esta epistemologa poltica trasciende el juego deinterrelaciones e interdependencias del pensamiento complejofundado en una ecologa generalizada (Morin) y en un naturalismodialctico (Bookchin), ya que est situada ms all de todonaturalismo. Esta emerge desde ese orden que inaugura la palabra, elorden simblico y la produccin de sentido. En esta perspectiva, laecologa poltica no emerge del orden ecolgico preestablecido, nide una ciencia que hara valer una conciencia-verdad capaz de vencer

    los intereses antiecolgicos y antidemocrticos, sino en un nuevoespacio donde el destino de la naturaleza se juega en un proceso decreacin de sentidos-verdades y en sus respectivas estrategias de poder.Ese reanudamiento entre lo real, lo simblico y lo imaginario es loque pone en juego las leyes de la naturaleza (entropa como ley lmitede lo real) con lo simblico de su teora y con la discursividad deldesarrollo sostenible. Esta cuestin epistemolgica no se dirime enel campo del conocimiento, sino en el de la poltica que hace intervenir

    otros smbolos, otros imaginarios y otros reales, en el sentido de quela naturaleza (la biodiversidad) no son entidades objetivas desde elmomento en que la naturaleza se construye desde el efecto de poder

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    de los procesos imaginarios y simblicos que la transforman engeopoltica del desarrollo sostenible.

    tica y emancipacin

    La ecologa poltica busca su identidad terica y poltica enun mundo en mutacin, en el que las concepciones y conceptos quehasta ahora orientaron la inteligibilidad del mundo y la accinprctica, parecen desvanecerse del campo del lenguaje significativo.Sin embargo, el pensamiento dominante se resiste a abandonar el

    diccionario de las prcticas discursivas que envuelven a la ecologapoltica (como a todos los viejos y nuevos discursos que acompaanla desconstruccin del mundo) a pesar de que han perdido todo pesoexplicativo y resuenan como la nostalgia de un mundo para siemprepasado, para siempre perdido: el del pensamiento dialctico, el de launiversalidad y unidad de las ciencias, el de la esencia de las cosas yla trascendencia de los hechos. Y sin embargo algo nuevo puja porsalir y manifestarse en este mundo de incertidumbres, de caos y

    confusin, de sombras y penumbras, donde a travs de los resquiciosy resquebrajamientos de la racionalidad monoltica del pensamientototalitario, se asoman las primeras luces de la complejidad ambiental.Llamemos a ese algo inconformidad, lucidez mnima, necesidad decomprensin y de emancipacin. Mientras los juegos de lenguaje soninfinitos para seguir imaginando este mundo de ficcin y virtualidad,tambin lo son para avizorar futuros posibles, para construir utopas,para reconducir la vida. Y el pensamiento que ya nunca ser nico ni

    servir como instrumento de poder, busca comprender, enlazar su podersimblico y sus imaginarios para reconducir lo real. Y si este procesono deber sucumbir al poder perverso y annimo de la hiperrealidady la simulacin guiadas por el poder o por la aleatoriedad de lascosas, un principio bsico seguir sosteniendo la existencia en la razn,y es la de la consistencia del pensamiento, consistencia que nuncaser total en un mundo que nunca ser totalmente conocido ycontrolado por el pensamiento. Que nunca ms ser regido por razones

    de fuerza mayor.La crisis ambiental marca el lmite del logocentrismo y la

    voluntad de unidad y universalidad de la ciencia, del pensamiento

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    nico y unidimensional, de la racionalidad entre fines y medios, dela productividad econmica y la eficiencia tecnolgica, delequivalente universal como medida de todas las cosas, que bajo el

    signo monetario y la lgica del mercado han recodificado al mundoy los mundos de vida en trminos de valores de mercadointercambiables y transables. De all que la emancipacin se planteeno slo como un antiesencialismo, sino como de-sujecin de la sobre-economizacin del mundo. Lo anterior implica resignificar losprincipios liberadores de la libertad, la igualdad y la fraternidad comoprincipios de una moral poltica que termin siendo cooptada por el

    liberalismo econmico y poltico por la ecualizacin y privatizacinde los derechos individuales, de fraternidades disueltas por el intersy la razn de fuerza mayor , para renombrarlos en la perspectiva dela desujecin y la emancipacin, de la equidad en la diversidad, dela solidaridad entre seres humanos con culturas, visiones e interesescolectivos, pero diferenciados.

    La ecologa poltica es una poltica de la diferencia, de la

    diversificacin de sentidos; ms all de una poltica para laconservacin de la biodiversidad que sera recodificada y revalorizadacomo un universal tico o por el equivalente universal del mercado,es una transmutacin de la lgica unitaria hacia la diversificacin deproyectos de sustentabilidad y ecodesarrollo. Esta poltica es unarevolucin que abre los sentidos civilizatorios, no por ser unarevolucin de la naturaleza ni del conocimiento cientfico-tecnolgico(biotecnolgica), sino por ser una revolucin del orden simblico, lo

    que implica poner el espritu desconstruccionista del pensamientoposmoderno al servicio de una poltica de la diferencia, proponer laimaginacin abolicionista como principio de libertad y desustentabilidad:

    La agenda abolicionista propone comunidades autogestionariasestablecidas de acuerdo al ideal de organizacin espontnea: losvnculos personales, las relaciones de trabajo creativo, los grupos de

    afinidad, los cabildos comunales y vecinales; fundadas en el respetoy la soberana de la persona humana, la responsabilidad ambiental yel ejercicio de la democracia directa cara a cara para la toma dedecisiones en asuntos de inters colectivo. Esta agenda apuntaba a

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    cambiar nuestro rumbo hacia una civilizacin de la diversidad, unatica de la frugalidad y una cultura de baja entropa, reinventandovalores, desatando los nudos del espritu, sorteando la homogeneidad

    cultural con la fuerza de un planeta de pueblos, aldeas y ciudadesdiversos. (Borrero, 2002, p. 136)

    El discurso de la ecologa poltica no es el discurso lineal quehace referencia a los hechos, sino aqul de la poesa y la texturaconceptual que al tiempo que enlaza la materia, los smbolos y losactos que constituyen su territorio y su autonoma de su campo terico-poltico, tambin llevan en ciernes la desconstruccin de los discursosde los paradigmas y las polticas establecidas, para abrirse hacia elproceso de construccin de una nueva racionalidad a partir de lospotenciales de la naturaleza y los sentidos de la cultura, de laactualizacin de identidades y la posibilidad de lo que an no es.

    La ecologa poltica no solamente explora y acta en el campodel poder que se establece dentro del conflicto de intereses por laapropiacin de la naturaleza; a su vez hace necesario repensar lapoltica desde una nueva visin de las relaciones de la naturaleza, la

    cultura y la tecnologa. Ms que actuar en el espacio de unacomplejidad ambiental emergente, se inscribe en la bsqueda de unnuevo proyecto libertario para abolir toda relacin jerrquica y todaforma de dominacin. Ms all de estudiar los conflictos ambientales,est constituida por un conjunto de movimientos sociales y prcticaspolticas que se manifiestan dentro de un proceso de emancipacin.La ecologa poltica se funda en un nuevo pensamiento y en una nuevatica: una tica poltica para renovar el sentido de la vida (Leff, 2002;PNUMA 2002).

    As, dentro de la imaginacin abolicionista y el pensamientolibertario que inspira a la ecologa poltica, la disolucin del poderde una minora privilegiada para sojuzgar a las mayoras excluidas estarea prioritaria para la ecologa poltica. La ecologa poltica deAmrica Latina deber ser un rbol cultivado por nuestras vidas y lasde tantos movimientos sociales que se cobijan bajo su follaje; un rbolcon ramas que enlacen diversas lenguas, una Babel donde noscomprendamos desde nuestras diferencias, donde cada vez quealcemos el brazo para alcanzar sus frutos degustemos el sabor de cada

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    terruo de nuestra geografa, de cada cosecha de nuestra historia ycada producto de nuestra invencin. De ser as, tal vez no tardemosmucho en darle nombre propio a su savia, como esos seringueiros que

    se inventaron como seres en este mundo bajo el nombre de ese rboldel que con su ingenio extrajeron el alimento de sus cuerpos y vidade su cultura.

    Resumo: O artigo aborda a fundao da ecologia poltica como campoterico-prtico. A partir da anlise da desnaturalizao da natureza, oestudo enfoca o papel da poltica cultural, com suas necessriascaractersticas de poltica da diferena. Em seguida, trata da cadeiaconscincia de classe, conscincia ecolgica, conscincia de espcie,elementos essenciais da ecologia poltica. O eixo da epistemologiapoltica fundamenta a anlise do tema tica e emancipao, que servede reflexo conclusiva.

    Palavras-chave: ecologia poltica, Amrica Latina.

    Abstract: The article faces the foundation of political ecology as atheoretical-practical field. Starting with the analysis of thedenaturalization of nature, it focuses the role of the culture policy, as

    a policy of difference. After this, it treats the chain class consciousness,ecological consciousness, species consciousness, as necessaryelements of political ecology. The axis of political epistemology servesas a reference to the analysis of ethics and emancipation, a subjecttaken as a conclusive consideration.

    Key-words: political ecology, Latin America.

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