La educación Tradicional Fabril

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LUIS HERNANDO MUTIS IBARRA Página Web: www.D10Z.com República de Colombia Departamento de Nariño Municipio de Pasto

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La educación tradicional es la réplica del orden económico de la fábrica, donde el ser humano es una cosa que hay que construir por casillas separadas que luego se juntan.

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República de Colombia Departamento de Nariño

Municipio de Pasto

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LA EDUCACIÓN TRADICIONAL FABRIL

C O N T E N I D O

1. La educación desde el modelo de la fábrica

1.1. Estudiamos el ayer para repetirlo mañana.

1.2. Pensar no deja producir

1.3. Sancionar la diferencia

1.4. Entre más grande, más efectivo

1.5. Una construcción cartesiana

1.6. La cultura del dolor

1.7. Consecuencias valorativas

2. Caracterización básica del modelo

1. LA EDUCACIÓN DESDE EL MODELO DE LA FÁBRICA

Como todo cambio que se desarrolla entre el caos y la reordenación, que en el caso de la educación es examinar detenidamente nuestras concepciones y prácticas tradicionales para determinar simultáneamente los referentes proyectados que implican una redefinición radical que se revuelven entre la vieja y la nueva cultura escolar, produciendo un espacio angustioso, desesperante, pero también con una búsqueda esperanzadora y enriquecedora que promete éxitos anticipados. Caracterizamos a continuación varios componentes y aspectos básicos desde donde nos formamos, los cuales tienen la estructura de la fábrica y que, se replican en la cultura escolar, y la cual queremos transformar. Para lograrlo tenemos que reaprender muchos aspectos que serán muy útiles, aprender los grandes descubrimientos y aportes actuales en todos los ámbitos del conocimiento y también necesitamos desaprender muchos hábitos y saberes que, hoy se constituyen más en obstáculos que en ayudas del desarrollo humano y social.

Ahora, que continua la importancia de mejorar lo que hacemos, es necesario tomar conciencia sobre la fundamentación de nuestras prácticas educativas. Tenemos que empezar cuestionándonos si lo que hacemos en la escuela corresponde a las necesidades de la comunidad educativa, o simplemente la actividad pedagógica está orientada por el único ánimo de cumplir con el currículo, las normas vigentes o las direcciones generales que nos dan las editoriales. Los textos escolares no solo imponen unos ritmos y secuencias a las clases y a los contenidos a enseñar, sino que presentan una imagen de conocimientos que los desvirtúa. De esta manera se distorsiona el verdadero sentido de lo que es conocer, pues todo se desarrolla en forma breve, simple y descontextualizada, desubicando al estudiante.

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Tradicionalmente se estructuraron unos principios que orientan las prácticas docentes: La rigidez de los programas, de la disciplina, de la manera de ver la realidad, de la moral, entre otros aspectos suscitaron procesos verticales que se desarrollan en forma mecánica, lo cual hace que el aprendizaje sea uniforme, obstaculizando notablemente la capacidad de relación del estudiante, convirtiéndolo en un simple funcionario o sea inmediatista, repetidor al pie de la letra de lo que ordena hacer el maestro, amante del dolor y acentuadamente individualista.

Todo está desarticulado de la vida actual; es la definición hecha que debe aprenderse, es la fórmula que debe memorizarse, es la solución estereotipada que a lo sumo debe generalizarse. En un sistema de este tipo la nota representa al saber, es independiente de las condiciones y dificultades individuales. Solidaridad, participación y cooperación serán entonces tema de ciertas lecciones teóricas, con definiciones perfectas y alejadas (como las fórmulas, definiciones y principios que aprendió en la clase de lenguaje, ciencias naturales o de matemáticas) de cualquier vivencia real, serán algo como un cuento de hadas. Veamos y estudiemos algunas fórmulas que nos mostrarán una radiografía, sobre la cual tendremos que accionar para provocar y lograr transformaciones significativas sobre nuestros estudiantes, los cuales serán los habitantes de la Sociedad Informacional.

1.1. ESTUDIAMOS EL AYER PARA REPETIRLO MAÑANA.

El slogan de que “todo pasado fue mejor”, es una actitud melancólica por el pasado; tal vez por la estabilidad y la seguridad de las que se disfrutaba. La concepción tradicional en la enseñanza y el aprendizaje era, de que en el aula tienen que aprenderse los legados culturales de la generación anterior, para que se repita en el futuro, haciendo énfasis de un aprendizaje donde únicamente se necesita el recuerdo; hace que, el pasado sea una carga pesada, doliente y aburridora. En el trabajo de las áreas de conocimiento, se comienza siempre por lo antiguo en un recorrido lineal hacia el presente de tal forma que en las etapas finales del año lectivo escolar, no logra asomarse ni siquiera al presente, produciendo angustia, muchas veces desesperante. Al no tener el tiempo suficiente para “llenar el programa” se obliga a llenar de datos a los alumnos, se recurre a los resúmenes extenuantes y sin sentido. Las áreas se convierten así en la historia de las mismas donde están empotradas en un pasado estéril, donde se introduce en el presente y se repite en el futuro, de ahí la famosa frase de “Educar PARA la vida” como si la vida comenzara después de terminados los estudios. El futuro es desterrado del aula, es imperceptible. Preparamos para el pasado, para la estabilidad, se educa para la muerte.

Ser estable, tiene un sentido monótono, de repetición constante y mecánico. No hay innovación, no hay cambio, no hay esfuerzo; tampoco hay vida, por que todo se copia: los modelos, la escritura, la organización. Esa imitación, ese remedo nos hace funcionarios, que en el sentido Kantiano implica no pensar, por que hace lo que le dicen, sea por pereza, por costumbre y/o cobardía; esa actitud, implica que solo se administre el currículo, que a lo mucho se lo adecua a la facilidad del educador, donde se termina enseñando hasta lo que no se sabe. Solo se copia lo que está hecho, lo que también ayuda a que todo se base en la historia de las áreas de conocimiento que se convierten en unas disciplinas fijas como reminiscencias del pasado.

Cuando se es obligado a cambiar, brotan instintos de rebeldía, de rabia, de

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angustia, que se incrementan cuando se resaltan los errores y las prácticas decadentes, sin prestar herramientas, instrumentos y medios para salir de ese trabajo monótono y tedioso. Necesitamos entonces, comprender los modelos y formas que subyacen en nuestra práctica, para apropiarnos de nuevas ideas y procedimientos para lograr procesos de transformación que no nos generen presiones inmanejables. Por esto, son válidas las palabras de psicólogo guatemalteco que dice que “nadie es malo porque quiere, sino que, no sabe como ser mejor”.

1.2. PENSAR NO DEJA PRODUCIR

La copia es una característica de dependencia que se construye desde el inicio de la vida escolar de todo individuo, sencillamente porque se concebía que aquello (copiar) era un indicio y expresión de saber escribir. Hoy se predica mucho de la reflexión, pero se reniega de ella, al no propiciar el tiempo y el espacio para hacerlo. Se pide a todo momento que lo importante es producir; el pensamiento es negado por que solo interesan los productos, la fase final (objetivos), en la fabricación importa más el hacer, el pensar hace perder tiempo. En nuestras instituciones lo importante es llenar contenidos, terminar el programa.

Lo importante es transmitir, copiar, repetir; esa es la forma de impartir la enseñanza, por que la concepción de conocimiento es de la simple memorización de la información. Hoy, por el contrario, la información implica: recolección, análisis, síntesis, sistematización, almacenamiento, organización, recuperación y uso. La escuela tradicional se quedó únicamente con el almacenamiento y la recuperación, convirtiéndose así en un espacio para la llenura de saberes (que en términos de Estanislao Zuleta es otra forma de ignorancia) o verdades absolutas, incuestionables; es la educación bancaria de la que nos habla Paulo Freire, en el sentido de sumar y acumular.

La información entonces, se estructura en programas, donde el contenido es el protagónico, que además tiene un carácter automático y rígido, determinista y manipulante, donde anula la libertad y atenta contra la dignidad. Se hace lo que otros dicen, sin derecho a réplica, y si lo hace pierde la materia y/o el año y esto muchas veces, por no decir todas las veces, le implica al estudiante muchas dificultades, por no repetir lo que dijo el profesor o el tutor, como una máquina, donde hay predicción y medición.

Esta actividad y actitud frente al programa (acciones simplemente), hacen hablar y elaborar planes de clase o textos guías que son el reflejo fiel de un currículo extensivo que requiere vaciárselo al estudiante. Los manuales son el pilar antireflexivo, la cultura de la superficialidad, el inmediatismo y la mediocridad.

1.3. SANCIONAR LA DIFERENCIA

Por lo general, se pregona y se habla mucho de lo que se carece. En los espacios educativos se habla hasta la saciedad en torno a la cultura democrática, sobre la diferencia, la cultura diversa, el respeto al otro. La pregunta es: ¿realmente aplicamos esto?, ¿somos capaces de aceptar serenamente que ese otro tiene razón? ¿Aceptamos al otro como es? La realidad, es que tenemos que tener en cuenta que aquello que hablamos constantemente de una palabra o frase slogan, es un juicio para sí mismos, sin esperar que por el sólo el hecho de pronunciarlo o expresarlo, se vuelva acto mágico que lo convierta en un hábito o en una realidad de comportamiento. No podemos creer como

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antes, que basta con decirlo para que se aprenda y se conciba. Poder interiorizar un conocimiento necesita continuidad de objetivos y propósitos y un proceso de construcción del mismo, para que el conocimiento se vuelva parte del individuo.

La ola fabril tiene cinco principios de desarrollo: masificación sincronía, uniformidad, concentración y mecanización, todos ellos en torno a la fabricación y producción de variedad de objetos llamados productos. La escuela replica y aplica los mismos principios para sus productos, los estudiantes, los cuales a su vez construyen lo mismo: productos. Entonces, la sociedad de este corte, cosifica tambien a los individuos, en la escuela por tanto, todos son tratados como cosas. En la programación en serie y en grandes cantidades, requiere que sea uniforme, es decir, todos por igual, su construcción se hace sincrónicamente. Estos principios aplicados al sector educativo hacen de los establecimientos otras fábricas.

La uniformidad tiene expresiones que la consolidan: La marca o la rotulación del producto, indica si es efectivo (maximización) o es imperfecto; dice si está estandarizado (igual a los demás productos). Para que un producto salga al mercado se lo examina para verificar si es bueno o es malo, en caso de tener errores se lo desplaza, se lo rechaza para venderlo más barato, o regalarlo a una beneficencia, o destruirlo; el error es una deficiencia. En la educación el examen es el símbolo de la homogeneización, por que quien no repite (Robotización: rutina) en el examen lo que dijo el profesor, esta fuera de esa uniformidad, está errado; por lo tanto, es diferente; y esta palabra es sacrílega en la práctica fabril, por lo tanto pierde, esta fuera, y, muchas veces se va más allá; al año siguiente ya no se lo recibía (es la escuela abortiva, que expulsa a los que hay que educar por que son diferentes, no son uniformes).

El tiempo uniforme es manifestado en los años lectivos, todos empiezan en septiembre (calendario B) o febrero (calendario A) y todos deben terminar en junio o diciembre, quien no logra hacerlo esta condenado a profundizar el error el año siguiente (repetir el año). El progreso en los grados y niveles, implica la condición prioritaria de la homogeneidad. Sino, tendrá que buscar otra institución. La diferencia esta condenada. La uniformidad es eje primordial, todo lo producido tiene que ser igual, lo diferente se rechaza, se bota o se destruye, es decir se castiga lo que no está dentro de los parámetros de igualdad.

Todos deben aprender lo mismo, a ritmos y estilos iguales. El estudio se hace por temor, es totalmente paternalista y dependiente porque el conocimiento es absolutizado, sin derecho a cuestionarlo. La uniformidad requiere sincronía para que todo marche en igualdad; y para lograrlo se requiere de rigidez, que se pueda medir, cuantificar y controlar. En el manejo masivo y estandarizado la mejor estrategia es el autoritarismo, el cual funciona si se infunde temor y miedo. El castigo y el premio son formas de dominación, y la pedagogía católica es su maestra, convirtiendo al educador en el ensoñador incuestionable, lo cual le da un micropoder, que lo convierte en Juez. La sincronía, es la mejor forma de destruir la individualidad e impedir la marcha de acuerdo al ritmo y estilo de cada persona.

1.4. ENTRE MÁS GRANDE, MÁS EFECTIVO

Es el lema de la época de la industria y de la producción en serie. Estos conceptos generan actitudes del amor por lo grande y la cultura del mamotreto. Se concibió de que entre mayor cantidad de hojas se copien, entre más grueso (o gordito) esté el trabajo

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escrito está bien hecho, es mejor, es la excelencia. Cantidad es la palabra clave y para garantizarla, copiar es el procedimiento ideal, por tanto este es el modelo de la fábrica de la escuela. En este, conjugan los procedimientos lineales y lógicos (no hay un segundo paso, sin haber dado el primero), es el paso a paso, de lo fácil a lo difícil, es la repetición circular, solo necesitan dos sentidos: la vista y el oído para luego imitar, remedar, y así grabar y guardar para luego repetir y recuperar lo guardado. Es entonces que el conocimiento es sinónimo de informar pero solo en el sentido de almacenaje y recuperación que, como la máquina, se mecaniza. El significado es un elemento secundario e inclusive innecesario; únicamente se necesita guardar en la memoria.

Los mamotretos muestran la efectividad. Entre más se llenen cuadernos, mejor maestro se es. Es la gula de la información, porque el estudiante tiene que grabarla gústele o no le guste. Las famosas tareas y exámenes finales tienen el objetivo de engullir y copiar informaciones a más no poder. La educación es macrofílica, o sea, el amor por lo grande, generalizándose así la cultura de la gigantomanía. La educación es prácticamente una carrera, que hay que terminar como sea. Una de las frases comunes que pone de manifiesto lo anterior, es cuando es enuncia: “estoy atrasado”; esta concepción invade todos los espacios de la vida.

1.5. UNA CONSTRUCCIÓN CARTESIANA

Todo producto fabril se hace de forma cartesiana es decir, se construyen las partes por separado luego se unen. Todo se parcela, se divide el trabajo y se especializa; como es un trabajo manual, no se relaciona entre sí, sino que se sincroniza; el objetivo es la producción final, lo que interesa exclusivamente es el producto, entonces todo se cosifica, es decir, se deshumaniza. El valor que prevalece es solamente el económico, se metalizan las intenciones y las acciones, vale el tener, no el ser.

En la educación sucede lo mismo, todo se divide: el tiempo (las clases) se convierte en guillotina, fomentando así, la miopía mental. Los cursos y/o grados, en los cuales se estudia y se trabaja tanto, para luego en el siguiente grado enterarse que todo lo que se hizo no sirvió de nada, puesto que en el nuevo curso es borrón y cuenta nueva, es decir, que se demuestra cada año, que el conocimiento no sirve para nada, pues sólo es una estrategia para domesticar, para formar la obediencia. Las áreas y asignaturas son casillas de información no relacionadas, cuyas temáticas se copian mecánicamente; los niveles (preescolar, primaria, secundaria), fomentan la segregación. En las instituciones, se agudizan en su interior los personalismos y grupismos porque nada se relaciona, todo se divide y se aísla, contribuyendo a las actitudes discriminatorias. Es la cultura parcelada.

Surge la especialización del trabajo. En la fábrica, como es manual, se crea el adagio popular de que “no se puede atender a dos señores al mismo tiempo”, puesto que en las actividades manuales, no se pueden por ejemplo pintar, recortar y pegar simultáneamente.

En la educación, la versión manual del trabajo se traslada a la especialización por áreas, que en la medida que crece la información, cada temática y disciplinas reclaman su espacio y su tiempo propios, ampliándose así, cada vez más el pensum escolar (asignaturas, materias, conceptos, ideas, valores) de estudio, mayor aún cuando no hay relación entre ellas, porque en la fabricación un trabajo nada tiene que ver con otro. La relación está prohibida, también las subdivisiones toman la categoría de área. Más aún cuando la copia requiere solo la forma mecánica para guardar información, sabemos desde

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Platón que el “exceso de información no deja pensar”. Esta forma de producir implica muchos aspectos que en la formación humana resulta un efecto contrario a lo propuesto: deforma.

La fábrica escolar ha pretendido hacer productos humanos de forma cartesiana, queriendo construir el conocimiento de forma parcelada, de aquí que se establece la enseñanza por áreas: matemáticas, español, ciencias, estética, educación física...; lo que no pudimos percibir hasta ahora es que, quien o que podía integrar esas partes. Lo que queda son áreas desarticuladas, es decir divididas, desestructuradas. Esto fomentó el trabajo escolar no relacionado en el sentido que ni contenidos, ni personas, ni instrumentos tienen nada que ver entre sí; cualquier discurso es inútil, sin significación ni sentido.

Esta división generó la especialización del trabajo, pero un trabajo que hace honor a su etimología, por que es manual y por tanto rutinario, monótono, pesado. Es el trabajo técnico, del cómo hacer, solo se necesitaba saber la receta, de ahí que aquellos trabajos y trabajadores se podían remplazar fácilmente, por que no implicaba mucho tiempo y dinero en la preparación de una nueva labor. Ese trabajo mecánico invadió el trabajo educativo porque era el paradigma mundial del momento.

La labor docente es especializada, las áreas se fragmentan en asignaturas y hasta por temas; prevalece la no relación, la enseñanza implica formar gente capaz de coleccionar partes de información, hacer gentes manipulables sujetos a la dirección de la minoría, es unilateral y literal. En el aprendizaje, el sentido y la significación no importan, por que lo importante es repetir lo que dice el texto, cuando el profesor lo repite. Los conocimientos deslumbran, no iluminan.

A nivel social, se produce un colectivismo ingenuo, porque contrario a lo predicado la no relación ha preparado más para el individualismo, la corrupción y el engaño institucionalizado; se cohabita, pero no se ha formado para la convivencia. En realidad no hay trabajo de equipo porque esto implica, relación y compenetración, compromiso, conciencia, personas, no robots. La institución educativa por ello no es un equipo de trabajo, sino una fábrica. El pensamiento está ausente del aula, ni siquiera el conocimiento se asoma a la puerta escollar, pueden entrar solo los datos y la información que se pueda almacenar para posteriormente vaciarla en un papel, o repetirla, importan más los contenidos, no lo que piensa el alumno.

Aunque se trata de trabajar con el conocimiento, hay menosprecio por la intelectualidad, el requisito es consumir sin reflexión, sin embargo se pide reflexión pero en la práctica se la aplasta, se estruja la individualidad, se asegura la desigualdad con el desprecio al diferente, se aplasta la personalidad con la burocracia.

La práctica empírica es más valiosa que la teoría. Hay una ruptura, bloqueo o discontinuidad entre la teoría y la práctica. Se explica así la inmediatez, la superficialidad y el vacío. Se aborrece la “mucha carreta, lo teórico”, sin saber que el que tiene la suficiente carreta es el que tiene material para construir, pues, no se puede crear desde la ignorancia.

1.6. LA CULTURA DEL DOLOR

La sociedad fabril giró en torno a una forma de vida estrechamente interrelacionada para crear una cultura negativa, pues en una era de conformismo y mecanicismo, es obvio que no puede evitarse rendirle culto a la inmediatez, la

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superficialidad, la experiencia empírica, la queja y sobretodo el canto al dolor, la cual es una concepción tan profundamente arraigada que se volvió cultura el disfrutar con el dolor hasta volvernos una sociedad necrofílica1, manifestada en el amor a todo lo que causa, lleva o genera muerte, como el dolor, la estabilidad, la fuerza mecánica, la rigidez, el orden compulsivo, la memoria robotizada, el pasado, la oscuridad, el castigo, la enfermedad, la costumbre, el tener más que el ser. “Se vive en el remordimiento y la culpa, que son, después de todo, más que aspectos de la aversión así mismo y de la tristeza”; “el hombre no nació para ser una cosa; es destruido si se convierte en cosa” 2.

Tenemos tan interiorizado el dolor que se volvió un principio de nuestra vida; así mismo, el conocimiento es sufrimiento, y como tal se aplicaba. El castigo entonces, es parte de la enseñanza, un ingrediente eficaz para lograr que los estudiantes por el miedo al dolor y al sufrimiento aprendan, el castigo entonces toma sentido porque fija y obliga, pues “basta estar atento inmóvil, fijo... porque para repetir no hay que mirar, observar, analizar”3. Solo es necesario ver. A todos se hace repetir por igual, hay un comienzo y un fin, se hace un sistema rígido de reglamentación casi militar: aulas, grupos, cursos, grados, títulos, filas, el tiempo es una guillotina, se exige puntualidad, obediencia con trabajo repetitivo y mecánico. Pero al fin y al cabo se termina alabando el dolor y la pobreza con todos sus accesorios: queja, abandono, apatía, paternalismo, inmediatez, tristeza, monotonía, vida dispersa. Es la visión caótica y apocalíptica de la vida que termina por encalambrar la inteligencia y que, en busca de darle un aliciente se termina en el mecanomorfismo (Gerald Heard) en donde a una vida hueca, sin sentido, es decir el vacío interno quiere llenárselo con estímulos externos como el cine, periódicos, música, charla, observar deportes; ante todo, la consigna es pasarla bien (pasivismo).

El conocimiento como la vida y el trabajo, tienen esta misma concepción, en donde al estudiante para castigarlo se lo envía a la biblioteca, o como en los años setentas se lo sancionaba, obligándolo a tener que estudiar los sábados y domingos, o se lo deja sin recreo. En contradicción a ello se quiere que lea y ame el conocimiento. La disciplina es obligar a hacer lo que no se gusta, argumentando que hay que sacrificares si se quiere lograr algo. Queremos que los estudiantes sean artistas y sensibles, cuando las penitencias es hacer lo que no nos gusta; por ejemplo, a los niños (incluso a los adultos) se los ridiculiza cuando se colocan penitencias; en la religión se pide al penitente a orar (rezar) y luego queremos paradójicamente que guste de los cultos religiosos. Queremos algo loable pero nuestra práctica invita a lo contrario. La enseñanza y el aprendizaje del leer y escribir se hace con dolor; por eso, no podemos esperar que a los estudiantes les guste hacerlo.

Erich Fromm en su obra el corazón humano nos dice que hay condiciones para la necrofilia: Crecer entre la gente que ama la muerte, carencia de estímulos, frialdad, una vida rutinaria y carente de interés, orden mecánico en vez de orden determinado por soluciones directas y humanas entre las personas. Se agregaría además: ambientes escolares, personales y ecológicos deprimentes; carencia de proyectos de vida; influencia y contagio de actitudes negativas, y eso sucede cuando no tenemos criterios para irradiar su opuesto.

Este principio del dolor hace que evitemos los problemas porque los concebimos como sufrimiento, sin entender que son aquellos los que nos permiten desarrollar la

1 FROMM, Erich. “El corazón humano”. Página 29

2 Ibíd., páginas 49, 61

3 Educación y Cultura Nº 14, “Corrientes pedagógicas en Colombia”.

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inteligencia. Por ello la escuela es un espacio solo para la respuesta, no para la pregunta; un espacio para el desencanto, no para soñar; un espacio para el sufrimiento y la angustia, no para la alegría y el goce académico; un espacio para crear el apego a lo material, no para el desarrollo espiritual.

Las tareas por ejemplo, se han convertido en una tortura que contribuye eficazmente a odiar la lectura, la escritura y el estudio en general, más aún, es un dolor de cabeza para los padres de familia que tienen que hacer peripecias para ayudar (o hacerles las tareas) a los hijos, a cumplir con el profesor para que no reciba una calificación negativa, o le coloque notas bajas, o ridiculicen a sus hijos; contribuyen así al engaño, tanto del estudiante como con el profesor y el mismo padre de familia. Esto se acrecienta en la llegada de las vacaciones intermedias, donde el profesor se convierte en un verdugo vengativo cuando duplica o multiplica muchas veces las tareas según el grado de aversión que quiera generar, o también, según la convicción de trabajo que se cree necesario para que el estudiante aprenda. En conclusión, la tarea, el ejercicio, la lección o el trabajo se deja al estudiante como una estrategia básica para enseñar la obediencia, la domesticación y el sometimiento, más no para alimentar el aprendizaje y el desarrollo humano.

1.7. CONSECUENCIAS VALORATIVAS

Este tipo de práctica fabril de la educación, ha generado a través de su desarrollo en un gran espacio temporal de aplicación, una serie de actitudes, hábitos y formas de vida que han contagiado el comportamiento colectivo hasta tal punto que se ha convertido en algo natural y espontáneo que en términos de Karl Jung, le ha denominado “inconscientes colectivos”; pero dichos comportamientos, contrario al desarrollo social, han llevado a su decadencia, a su deterioro; sin embargo, hoy es necesario y urgente transformar y generar nuevos valores que ayuden al crecimiento humano y social.

Veamos algunos de esos aspectos consecuenciales determinados por las prácticas tradicionales de enseñanza:

Egoísmo: Los grados de incoherencia son extensos entre el discurso proferido por

los personajes institucionales y sus prácticas, ya que, si por un lado el objetivo de la educación es desarrollar valores como cooperación y solidaridad, la práctica de un proceso para su consecución es la negación de estos. Las prácticas cargadas de buena fe, pero carentes de coherencia conceptual, han hecho de las actitudes, formas sutiles para interiorizar en los alumnos hábitos contrarios a los intencionados. Algunos ejemplos tenemos: Se impide que se avisen o se ayuden en las respuestas de los exámenes, inclusive se amenaza con anularlo, rajar, perder y hasta con estudiar el doble para su reposición; de igual forma sucede con las tareas y las lecciones; por tales razones, las consecuencias no se dejan esperar, desembocando así en un individualismo rampante. Se estimula el delato (ser sapo, soplón), es un elogio que recibe el alumno de parte del docente, pero es un rechazo rotundo por parte de los compañeros de clase; pero como salvarse es lo que interesa, no importa traicionar al compañero. De prácticas como estas, que hacen parte de un currículo oculto, van sembrando la indiferencia y el egoísmo.

Engaño y corrupción: El hacer del producto el objetivo primordial, toma validez y

legitimidad la trampa, los chancucos y el engaño; que se manifiestan en frases como:

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“hagan trampa, pero ¡hay de aquel que lo coja!”. La trampa es la estrategia más efectiva para que el estudiante corresponda a la fidelidad de un saber repetitivo y mecánico, y que paradójicamente contribuye al uso negativo de la inteligencia; puesto que, para tal efecto, el estudiante requiere de aspectos como: habilidad para camuflar y escribir letra diminuta que pueda alcanzar en el acordeón o donde pueda ocupar el menor espacio posible para evitar que se delate; capacidad sintética para lograr cubrir gran cantidad de información que se obliga a grabar; estrategias para sacar la trampa; y la más relevante, saber actuar con serenidad, aunque por dentro este invadido por el miedo, o que los nervios lo puedan delatar. Al salir avante en la prueba del examen, el alumno es beneficiado por actuar bien. Creyendo, con los exámenes, las tareas y todo tipo de actividades en arreglo a concepciones anteriormente estipuladas forjar la responsabilidad. En realidad lo que se ha estado fomentando ha sido el engaño y corrupción hasta el cinismo. En la primaria se comienza, en secundaria echa raíces y en la universidad se es profesional, es decir el engaño ya es cultura, es normal ser corrupto, y el que no lo sea, esta fuera (el honesto es el deshonesto); todo esto con el consentimiento de todos, porque “aquí es así”.

Cultura del enemigo: La competencia malsana de pasar por encima del otro, y de no

mirar a los lados, ni al frente para ver por donde se va, ni con quien se camina, sino que solo se tiene en cuenta el punto final, ha hecho que cada uno cuenta consigo mismo, haciendo ver al otro como un enemigo; se cohabita pero no se convive. Se tiene en el otro al contra; por lo tanto se impide que los demás sigan adelante y se lucha a toda costa que así sea, generando un sentimiento de envidia si ello ocurre, produciendo rabia, rencor y aversión si el otro está bien. No se puede vivir en comunidad, porque todo permanece en un ambiente de guerra; así por ejemplo: cuando se hacían (o se hacen) exámenes, profesores y alumnos son bandos enemigos, en una guerra donde los alumnos hacen trampa y para no dejarse coger se ingenian estrategias para evitarlo, por su parte la intención del profesor es pescar los tramposos. Las relaciones entre los estudiantes van reclinándose a la hipocresía, donde la burla y la risa bajo la mesa es sinónimo de un falso respeto, en el sentido de aceptar todo, así se piense lo contrario, convirtiendo a los cohabitadores en serviles y mojigatos. Por otro lado, quien opine o piense lo contrario en una conversación o debate, se lo considera el enemigo (en contra de…), y no en un opositor, el cual pone en la mesa otras ideas para sopesarlas y examinarlas a la luz de la comprensión humana.

Mediocridad e inmediatismo: Quién no ha escuchado palabras jubilosas como: “¡Me

salve!”, pues, son la respuesta sublime de la mediocridad, y, es que no se requiere de otro esfuerzo de más calidad, sólo se necesita pasar, con eso, es suficiente. En una educación que solo vive en el pasado, donde lo único que se necesita son los recuerdos, la imaginación y la creatividad no son necesarias. Del pasado al presente ha ocurrido un acercamiento muy lento, cayendo en el presentismo; por lo tanto no se incita a la proyección, a la intencionalidad, sino a vivir el momento, a la inmediatez estéril, a pasarla bien a toda costa, a llenar con cosas externas los vacíos internos. Se estudia para el momento, para el examen, y así se programa la mente, para olvidar lo ya usado. La preocupación de la institución educativa es la estandarización, así como cada profesor desea que sus alumnos sean los mejores en la materia que dictan; se busca que los estudiantes sepan todas las materias así no se desempeñen en nada, resultando a la postre los honorables mediocres, negando de esta manera desarrollar el potencial humano

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que llevan dentro. Estas formas han llevado a estar siempre pendientes de los errores y las deficiencias, de aquí que sea también normal que sólo se mire en las personas lo “malo” de ellas.

Paternalismo: El maestro dice siempre al estudiante que hacer, en casa y en el

colegio se enseña a no pensar sino a imitar, lo que debe hacer es copiar; no se enseña a hacer gestión de ninguna especie, por eso la gran dependencia de los individuos, al cual se le ha negado el desarrollo de su potencialidad. Aunque se predica libertad, democracia y autonomía, la práctica es la negación sutil de ellos, que, a propósito de las buenas intenciones, no existe la interiorización conceptual requerida para fusionar el discurso con la operatividad, patentando así la dependencia y la paternidad académica.

Aversión al saber: Hábitos y actitudes como las que se mencionan a continuación

causan repudio del estudio: Cuando el estudiante llega atrasado se lo envía a la biblioteca, implicando una sinonimia de castigo; el tiempo libre se lo obliga a usarlo en la biblioteca, que por lo general es el peor lugar de la institución, tétrico y oscuro, cuyo ambiente le hace apología a la nostalgia por el pasado, pues más se parece a un museo que a una biblioteca. Se dejan tareas inverosímiles, desenfocadas, demasiado complejas para los alumnos, muy extensas (si se acercan las vacaciones la venganza de algunos docentes se hace a través de las tareas) o carentes de sentido; en las clases los dictados y las copias se prolongan hasta el agotamiento, porque la enseñanza es una llenura de información que exaspera a los estudiantes y le aburre a los profesores; el aprendizaje es mecánico, sin relación y sin significación alguna, no es funcional.

Muchas son las quejas que se reciben de los padres de familia motivados por las características de muchas tareas que se dejan a los alumnos y que, en muchos casos son realizadas por los padres de familia, en detrimento del estudiante.

A continuación se transcribe4 algunos aspectos con lo cual se regula en Colombia

sobre el tema de las “tareas”, y que vale la pena tener en cuenta, aunque ya tenga 38 años de existencia, tiene completa vigencia en su significado.

Artículo primero: Al asignar las tareas, se tendrá en cuenta los siguientes criterios: 1) La tarea debe estar de acuerdo con la capacidad intelectual y el nivel de

conocimiento del alumno. 2) La tarea debe cumplir con una finalidad de repaso, de síntesis, de respuesta a

intereses e inquietudes del alumno. 3) EL enunciado de la tarea debe ser claro y preciso. Es decir, expresado en

lenguaje fácilmente, entendible por el alumno. 4) La fijación de las tareas ha de hacerse de acuerdo con una programación

específica, en la que deben intervenir el Director (hoy es el coordinador) del establecimiento docente y el profesorado.

5) Las tareas deben ser revisadas, comentadas y corregidas.

4 Resolución Nº. 1198 de 1968 del Ministerio de Educación Nacional –MEN- de Colombia, artículo primero.

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2. CARACTERIZACIÓN BÁSICA DEL MODELO

ES UN MODELO PARA LLENAR Y REPETIR INFORMACIÓN, ES LA CULTURA DE LA

UNIFORMIDAD

- La educación es prácticamente donde se dictan temas informativos, para memorizarlos mecánicamente y luego repetirlos –recitarlos-, es lo que se creía es la inteligencia. - El centro es el programa –más conocido como plan de estudios-: extenso, rígido, determinista, automático y manipulante; anula la libertad, de secuencia jerárquica y lineal; lleno de prerrequisitos innecesarios. - La información es la recolección, acumulación y suma de datos sin sentido ni significación. Únicamente se entregan y se recuperan por medio de las pruebas objetivas, conocidas como exámenes. - La enseñanza como el aprendizaje es de tipo bancario: llenar, llenar y llenar; unilateral y literal. La llenura de información es otra forma de ignorancia. El aprendizaje tiene que ver con la absorción y almacenamiento indiscriminado de datos, lo cual se consigue con la repetición continua y extenuante. - Los objetivos apuntan exclusivamente a la consecución a tapa-caballos de los resultados o productos. Se cosifica a los humanos, predice, es activista y de medición conductual. - El currículo es un sistema tecnocrático: de fabricación cartesiana (se fabrican las cosas por separado luego se juntan), por áreas –incluso se dividen en las famosas asignaturas-, no hay relación, son parceladas y aisladas, desintegrador; con horarios fijos y rígidos, así como la clase y el aula también están aisladas de todo. A medida que estas áreas –materias, asignaturas- no han respondido con las exigencias de la vida misma, a muchas de ellas se les ha ido colgando más campos de trabajo. O se los intenta manejar como proyectos obligatorios, ejes transversales o proyectos institucionales de algún tipo. - Temas y contenidos son los protagonistas, los cuales tienen prioridad de aprendizaje; obviamente se confunde memorizar con aprender y saber. Devolver un dato o una información grabada en la mente se considera inteligencia, saber y/o aprendizaje; lo que convierte a los contenidos como fines y no como instrumentos, que es lo que debería ser si realmente se hace aprendizaje. Sólo hay saber y conocimiento cuando los datos y la información se relacionas bajo las lógicas propias de los sujetos, la información se ha trabajado, ha habido apropiación, manejo y uso de la misma. - Escribir es copiar, y se realiza por medio de la didáctica de la inmediatez5, miope, paternal e intensamente dependiente. Valen las definiciones carentes de importancia.

5 Esto se refiere cuando el educador únicamente ordena que “hagan” –lean, resuelvan, resuman, consigan, escriban-,

sin ningún tipo de orientación ni de acompañamiento, menos de algún proceso pedagógico.

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La Educación Tradicional Fabril Luis Hernando Mutis Ibarra 13

Impera la memoria mecánica; aprender es absorber y retener. Conserva los procesos elementales (memoria ultracorta, atención involuntaria, pensamiento en imágenes, voluntad impulsiva, sentimientos inferiores, estimulación exógena, reactivo). - El examen es repetir lo que dijo el maestro. En la educación parcelada, la concepción atomista de la enseñanza, ha hecho que la información y el conocimiento se entreguen en forma de casilleros totalmente independientes. Todo se divide y se aísla; el pensamiento, la crítica y la reflexión están ausentes del aula. Se confunde la reflexión con la búsqueda de argumentos para reafirmar lo que dice el texto o el maestro, así ellos estén errados o equivocados. - Se aferra al pasado: en todas las áreas “en el presente se estudia el pasado para en el futuro repetirlo”, la vida es posterior al estudio, se atiborra al estudiante con el pasado histórico. El presente se da en diminutas tajadas, el tiempo es una guillotina y el futuro está desterrado del aula. El paso del pasado al presente es un desvío muy lento, y el futuro es imperceptible. Cuando se habla de futuro sólo es un instante nominal, porque no existe sostenibilidad ni orientación en su consolidación; de lo contrario deberían ayudarse a construir los proyectos de vida, deberían haber planes de simulación, formas de elaborar los proyectos, ejercicios de visualización, manejo externo e interno de la condición humana perfilada hacia un futuro posible que se elabora desde el aquí y el ahora. - El eje movilizador es el temor y el miedo, la rigidez, el castigo (atento, inmóvil, fijo), todo es obediencia y obligación; de visión caótica donde la dificultad nos paraliza, de pensamiento apocalíptico que encalambra la inteligencia. - Todo es sacrificio. Los problemas implican dolor y sufrimiento. Se vive una cultura del dolor, del despojo, con pensamiento milagrero (espera eterna). Se exalta la amargura, la pena, el llanto, el pesimismo, modelos y mentalidad negativa, la no persistencia, la envidia, el paternalismo (pordiosero), la pobreza, la mediocridad, el conformismo y la sumisión, el engaño. - El cuaderno tiene una lógica que va del orden al orden, pero el pensamiento está descuadernado. Lo que interesa es llenarlo (mamotreto, gigantomanía). Las tareas son torturas permanentes, formas de castigar y tan dimensionales que muchas veces no las responde ni el más sabio. Muchas veces y cuando se sale a vacaciones –intermedias-, se dejan tantas tareas y actividades que más parecen venganzas que otra cosa. Sólo desarrollan temas y únicamente se hacen para obedecer al profesor, se califica la obediencia. Se da una psicología del control. Se hace del pesimismo un tema cultural omnipresente; para el lamento y la queja. - El profesor es un administrador, funcionario (hace lo que le ordenan) empírico. - Lo único que Interesa es el hacer, el pensar quita tiempo. Es tiempo de las recetas temáticas, la técnica, lo concreto, la experiencia, lo manual, lo mecánico, el reglamento. El conocimiento deslumbra y descresta.

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- Alimenta la cultura del remedio, con un entorno de concepción aldeana, la cultura del dinero y no de la riqueza, el saber absoluto como natural estático e inamovible, con prioridad en la tradición oral, se vive la cultura del enemigo, donde la paz es la ausencia de conflicto. - Los exámenes con sus calificación es precisamente para descalificar, el error y la equivocación es deficiencia. La inteligencia como la dificultad son objeto de sanción, castigo o ridiculización.