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XI CONGRESO ESPAÑOL DE SOCIOLOGIA 2013
"LA EMOCIONALIDAD EN LOS CULTOS EVANGÉLICOS
PENTECOSTALES"
ANTONIO MONTAÑES JIMÉNEZ.
Universidad Complutense de Madrid BECARIO PRE-DOCTORAL FPI DEL GOBIERNO ESPAÑOL
Groupe Européen de Recherche Interdisciplinaire sur le Changement Religieux (GERICR)
Grupo de investigación de Estudios Socio-Culturales (GRESCO)
Datos de contacto:
Departamento de Sociología V (Teoría Sociológica)
Universidad Complutense de Madrid
Campus de Somosaguas28223 - POZUELO DE ALARCÓN (MADRID)
Abstract: En las presentes notas de investigación se esboza un acercamiento al papel
que tienen los cultos evángelicos pentecostales en los procesos de reproducción de las
creencias y “puestas en acción de la religión pentecostal” en la vida cotidiana de los
creyentes. Se resalta el papel de los elementos biocorporales, como el cuerpo o las
emociones en tales procesos y se les integra en una perspectiva teórica más amplia que
asume y discute algunas de las aportaciones más relevantes de la teorías sociológicas de
la religión. Por último, y en torno a la aproximación teórica, se articula y se organizan
los resultados de mi experiencia de investigación etnográfica en los cultos evangélicos
pentecostales gitanos.
Palabras clave: Pentecostalismo, emociones, éxtasis, culto, dones
2
1. El pentecostalismo. Amando a dios: Dones, Ascetismos y Santidades.
Históricamente, la expansión del cristianismo protestante evangélico pentecostal debe
enraizarse en los “avivamientos” (revival) cristianos de principios del S.XX. Los
avivamientos, o como a veces son conocidos, los “grandes despertares”, son procesos
larvados de regeneración doctrinal y social dentro del cristianismo que encuentran
expresión y canalización espontanea y creadora en uno o varios acontecimientos a partir
y en torno a los cuales una oleadas de conversión masivas y una pregonada nueva
interpretación doctrinal generan un punto de no retorno. Estamos ante una nueva
denominación o vertiente de esta. Los “avivamientos” son comunes en la historia del
cristianismo. Lo son más tras la llegada del protestantismo, cuyo “espíritu” doctrinal
“protesta” o censura las lecturas autoritarias e intermediaciones terrenales en la
interpretación de pasajes bíblicos, favoreciendo por ello la discusión y disputa,
habilitando y facilitando con ello la reinterpretación doctrinal, y por todo ello, vaciando
de sentido el concepto de “herejía”. Y son ciertamente recurrentes en las
denominaciones evangélicas, que en comparación con los protestantismos que daban
énfasis a la conversión como un proceso prolongado, buscan una sola experiencia para
marcar el punto inicial de la vida cristiano o “nuevo nacimiento”. Los evangelismos son
religiones de renacimiento individual o comunitario que promueven una transformación
personal de los creyentes que participan de la misma.
La religión evangélica pentecostal, el resultado del último gran despertar cristiano, es
una religión milenarista, ascética y anclada en la idea del poder sobrenatural de un
“Dios Vivo” para los creyentes que recupera del valor ritual de la emoción y el cuerpo
propio de los cristianismos extáticos. El acontecimiento que se suele consensuar como
referente histórico principal de tal regeneración doctrinal y social dentro del
cristianismo fueron los ocurridos en la calle Azusa en Los Ángeles (California, EE.UU)
a principios de S. XX, en el cual se los primeros pentecostales empezaron a hablar en
lenguas1 desconocidas o ininteligibles en plenos procesos de éxtasis. El pentecostalismo
es una denominación evangélica cristiana que supone una renovación “carismática” del
1 El pentecostalismo toma su nombre del episodio bíblico del pentecostés del “Nuevo Testamento”, el
cual tras la muerte y resurrección de Jesucristo, el Espíritu Santo desciende desde las alturas otorgando
dones o carismas a los todavía fieles en Cristo. El mas distintivo de todo ellos es las glossalia o don de
hablar en lenguas desconocidas por el creyente.
3
cristianismo y “el bautismo en el espíritu” es la piedra angular del movimiento. En los
“cultos” o “servicios religiosos” y tras aceptar y dar testimonio público de aceptar a
“Cristo como tu salvador”, deviene un contacto directo y personal con el espíritu Santo,
quién, con el desarrollo de la vida cristiana, otorga “Dones espirituales o carismas”,
como los descritos en los fieles a la largo del “Nuevo Testamento”. Los dones o
carimas son cualidades o habilidades espirituales perfeccionadas que sirven no solo de
prueba para el incrédulo o dubitativo, sino para guiar y conducir a los creyentes en la
vida cotidiana. La importancia de los dones reside en que son cualidades y destrezas
señaladas, reconocidas y adquiridas por los creyentes que han de perfeccionarse
mediante de la conducción del si en una vida santa y pura. La aparición de esos dones y
su reconocimiento no es arbitrario ni aleatoria. Existen 9 dones principales descritos y
detallados en “las escrituras” y otros que pueden considerarse como tal en el
escudriñamiento de las mismas. El sentirse con un don y ser reconocido por ello es la
demostración subjetiva e intersubjetiva del desarrollo de las correctas gramáticas y
puestas en marcha practicas de la religión pentecostal, asi como del origen sobrenatural,
por no sujetas a la lógica y limitaciones terrenas en su acción, de la fuente que las hace
brotar. Los dones2 son, por tanto, la parte esencial de dicha puesta en marcha de las
estrategias pentecostales, pues sirven como el marcador simbólico que da muestra de
capacitación y una autonomía vital de cada creyente para el desarrollo de las mismas.
Como en todo protestantismo, la mediación de instancias entre el creyente y Dios es
suprimida y la comunicación directa con dios es ensalzada, con la peculiaridad de que
en el pentecostalismo la relación del creyente con Dios se manifiesta de manera
sobreterrena y se capacita para al menos potencialmente dar salida a toda problemática
y situación incierta en la que este pueda estar involucrado, desde lo mas extraordinario
como el sanamiento de enfermades, hasta lo más ordianrio, como tomar decsioens
correctas en la vida cotidiana.
El antecedente doctrinal más cercano del pentecostalismo es el metodismo, del que se
escinde. El metodismo, exponente del protestantismo ascético, disciplina, ordena y
reglamenta, esto es, impone un método (oración, ayuno, vigilias etc.), en el conducirse
de la vida diaria de los creyentes. Es un movimiento de “santidad” y “regeneración
2 Los 9 dones son los siguientes: palabra de sabiduría, palabra de conocimiento, fe, dones de sanidad,
operaciones de milagros, profecía, discernimiento de espíritus, variedad de lenguas e interpretación de
lenguas
4
espiritual”, que interpela a mantenerse puro y ajeno al pecado, renovando
constantemente ese estado de pureza. Expresión del interdicto que separa lo sagrado a lo
profano (y nada más profano que el cuerpo), la santidad y todo lo que de ella deriva
(que en el pentecostalismo recordémoslo incluye dones y bendiciones sobrenaturales
sobre tu vida) en un proceso de con-sagración, que permite participar con mayor
eficacia en lo que dios puede dar a tu vida. La doctrina pentecostal recoge los mandatos
metodistas e inculca e inscribe el valor del control sobre el cuerpo, nuevo templo de
santidad y fuente inagotable de tendencia hacia lo pecaminoso, y la abstención
entusiasta de los espacios, lugares y compañías mundanos que inciten, estimulen o
participen del pecado, en cualquiera de sus múltiples manifestaciones, en el mundo. No
obstante, es necesario no confundir la persistencia o generación de un ser moral con el
obligado y exacto cumplimeinto de las demandas que formulan los mismos. “Todos
somos pecadores” suele escucharse en los cultos, y “el camino hacía la perfección es
exigente y nunca podrá lograrse, ya que solo dios es perfecto”. La persistencia de un ser
moral nunca fue incompatible con las transgesiones de su cumplimiento. Los
evangélicos “pecan”, como cualquier otra criatura del mundo. Lo importante es el
reconocimiento de su necesaria erradicación y el establecimiento de un horizonte moral
que interpele con asiduidad al que trasgrede. Lo importante no es tanto no participar del
pecado sino hacerlo de un propósito de enmienda, cuya sola reiteración en las
disposiciones individuales permite aprender y poner en práctica las herramientas para su
exterminio. Lo demoniaco es consustancial al mundo, engaña e obnubila, pervierte,
provoca y adiciona. En “el mundo”, todo está dispuesto para olvidar lo relevante,
impedir la salvación eterna y los dones sobre tu vida. Estar en Dios, además, es la única
fuente de felicidad completa, ante lo cual todo lo demás deja de tener valor y sentido y
su ausencia genera desgracias y tormentos. Para quien no lo tiene en su vida, es un valor
irremplazable, incluso las más aparentes exitosos individuos están incompletos sin su
presencia, y son por tanto asimilables a la nada. En la presencia de Dios, nada puede
dañar al creyente, y cuando algo lo hace, es debido a su ausencia, o las pruebas que este
permite para probar la adhesión del mismo. La teodicea pentecostal es clara y rotunda,
el mal el mundo es siempre debido a un plan de orden superior que asegurar el bien
supremo para el creyente.
El creyente declara ser un enamorado de Dios. El amor, disposición hacía el mundo que
excluye de su formulación cualquier aspecto pragmático, utilitario o interesado es el
5
único vínculo que es permitido para con Dios y las cosas de este. El amar a Dios trae
bendiciones a tu vida, pero el amor hacia este no puede ser condicional ni restringido a
lo que él puede hacer por ti. La extirpación del interés y la condicionalidad o la celosía
de Dios no son casuales. El amor genera una adhesión por principio, favoreciendo la
fidelidad y la incondicionalidad del que lleva a cabo y pone en marcha las estrategias
pentecostales. La poesía en Cristo no encierra una erótica sino unos afectos. La idea de
Dios en los pentecostales, “Mi Cristo”, es una representación que conmueve y
emociona. Y es desde lo con-mueve y e-mociona desde donde la moción y el
movimiento empiezan a tener lugar.
2. Unas nuevas gafas teóricas: el caso del pentecostalismo gitano en España
En el presente comunicación se apuesta por invertir la ópticas sociológicas que desde
Marx hasta Durkheim pasando por Bourdieu conciben la religión como una
representación del mundo con una función social y política para presentarla como una
transfiguración, apropiación y herramienta simbólica que interpela y promueve la
agencia de individuos y comunidades. No asistimos tanto a una innovación teórica
como a unos nuevos objetos religiosos que desbordan los sentidos de antiguas
aproximaciones.
La religión aquí, por tanto, es un útil, pero no un útil en sentido durkheimniano. La
religión no opera con individuos y comundiades sino que las comunidades y los
individuos operan con ella. Es, en definitiva, una herramienta simbólica con los que los
gitanos “hacen cosas”. Como señala Rodríguez Brandâo, la religión aquí no debería
entonces encararse como “cosa en sí”, sino como algo “a través de lo cual” (Rodríguez
Brandâo, 1995). La religión evangélica pentecostal gestionada desde los cultos gitanos
es una buena prueba de ello. En su proceso de trasnfiguración simbólica, las
problemáticas, conflictos, encruzijadas y aporías sociales (como la que se formula con
la conjugación de la tradición y la urbanización) se reformulan en nuevos marcos de
sentido, generándose en ese proceso las herramientas y llamadas a la acción (“Si dios te
toca no puedes sino cambiar y seguir sus mandatos”) que apuesta por una salida o via de
resolución de las mismas desde una óptica religiosa.
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La religión evéngelica-pentecostal ha conseguido compatibilizar la identidad gitana con
las estrategias de resolución de conflictos culturales sin desbordar su cultura (Cantón
Delgado et al, 2004). Con la religión pentecostal se llevan a cabo transformaciones en
las relaciones interétnicas, se apuntalan procesos de cambio social, se intentan preservar
tradiciones y vínculos identitarios, se generan nuevas instituciones que desbordan los
límites de organización de orden familiar y se recomponen relaciones de género. Lo
eficaz de la estrategia es mostrado por el desborde de los criterios de clase, región u
origen en la asistencia a los cultos gitanos. Si el “culto” atrae a todos los gitanos de
diferentes condicion socioecónomica es porque a todos ellos les concede una
herramienta simbólica operativa en sus respectivos contextos sociales. Con la religión
pentecostal se apuestan por transformaciones de vital importancia en las relaciones
interétnicas, se apuntalan diferentes procesos de cambio social, se intentan preservar
tradiciones y vínculos identitarios, se generan nuevas instituciones que desbordan los
límites de organización de orden familiar, se recomponen relaciones de género o se
llevan a cabo procesos de desetiquetaje y desestigmatización.
Para realizar los procesos de transformación individuales y comunitarios, la religión
protestante evangélica pentecostal propone un nuevo universo simbólico que interpela
al dinamismo y la proactividad al creyente en la construcción del mismo. El que es o
deja de ser un peligro para el creyente, cuales son las bendiciones de Dios para tu vida y
que hace Dios o deja de hacer por ti son solo algunos rasgos que delinean las
transformaciones cotidianas en la vida del creyente. Y un nuevo universo simbólico
subjetiva y continuadamente relevante no puede mantenerse sin reproducirse asimismo
continuadamente en la condiciones de existencia de los creyentes que lo pone en
práctica. A fin de esta no se disipe, la implicación subjetiva debe encontrar su eco en la
intersubjetividad, que por así decirlo, la devuelve la fuerza que esta dispuso en primer
lugar. Y apenas hay instante, en la vida comunitaria del creyente, en que no se deje
sentir esta acción estimulante de la grupalidad. Los otros creyentes son un estímulo
constante y reconfortante que afirma y confirman el éxito de la transformación. Cada
pequeño elogio y esperanza depositada cumplida es una fuente de impulso moral. Pero
la intersubjetividad grupal debe encontrar su mecanismo de reproducción propio, a fin
de ser lo suficientemente enérgica para “prestar” vitalidad a las demandas de
mantenimiento y vinculación individual con los universos simbólicos colectivos
7
3. Reproduciendo el Cristianismo. La renovación carismática, el cuerpo y la
emoción
El cristianismo es un sistema abstractos de ideas que tienden a abarcar la universalidad
de las cosas e imponer una representación total del mundo. Su mera pretensión de
“totalidad” implica un ímpetu inagotable por constituirse como primaria orientación
mundana e inculcar un sentido religioso de la vida en los creyentes. El éxito puede ser
total, parcial o nulo, pero la mera existencia del universo simbólico incita y demanda su
continua revitalización. Pero aunque el cristianismo tiende a inculcar una ética y actitud
hacía el mundo que interpela a poner en práctica los postulados que lo constituyen, no
siempre lo consigue. La evolución de la religión crsistiana y la historia del crsitianismo
puede pensarse en clave de formulas para revitalizar su impacto en la vida cotidiana de
los creyentes. En su trabajo intelectual colectivo, la religión cristiana evoluciona y busca
formas de pensarse y expresarse con ese fin y cometido.
No existe una forma de vitalización de la religión en la vida cotidiana del creyente per
se, pues todas responde y se articulan con procesos sociohistóricos, económicos y
políticos concretos, como la secularización o el pluralismo religioso, que impiden o
favorece el éxito, persistencia o decadencia de las antiguas estrategias, y que interpelan,
obstaculizan o fomentan de las nuevas. Asimismo, estas son promovidas, apropiadas o
re-interprtadas por clases, estratos y grupos sociales concretos, que imprimen sellos
distintivos en la generación de neuvas formulas cristianas de generación y expansión
social.
La apelación a los carismas bíblicos de las ramas evangelistas pentecostales del
Cristianismo es, en última instancia, uno de las últimas estrategias históricas dirigidas
impedir la rutinización de las fuerzas de índoles religiosa crisitianas que operan en la
vida creyente. Los carismas, esa fuerza motriz que imbuye la trayectoria vital y personal
de los individuos es el opuesto y extremo de la reproducción mecánica y tradicionalista
de las misma. La tradicionalización, rutinización, y en última instancia
institucionalización de la materia religiosa implica una sedimentación o precipitación de
la guía diaria por preceptos, pautas y orientaciones religiosas de los creyentes que tiende
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a reproducirse generacionalmente. Pero a cambio de favorecer la reproducción,
hegemonía y predominio del universo simbólico que intenta imponer, la religión que se
rutiniza renuncia por principio a ejecutar su poder de modo entusiasta, milimétrico y
extenso en la cotidinanidad. Esta imposición, o lo que es lo mismo, esta transfiguración
en forma de norma heredada, no conlleva a una renuncia explícita de tal poder sino que
para constituirse necesita del control de la reproducción absoluta de los universos
simbólicos3. En la medida en que ese control absoluto de las fuerzas de reproducción de
los órdenes simbólicos mengua o se presenta incapacaz de mantener un control unitario,
es decir, no pluralista de las mismas, la pérdida de tal poder social generalizado de
escrutinio y extensión en la vida del invividuo pierde ipso facto la capacidad general de
interpelar al creyente como brújula diaria de su cotidianidad. Como señala Weber, la
elevada sobriedad moral del catolicismo, una vida no sujeta sistema ético no puede
alcanzar los supremos ideales que aquél proclamo como válidos, incluso para la vida
intramundana….además, todo intento de sistematización de ascética intramundana
(innerwelticher Askese) tenía que cruzarse siempre en su camino con la práctica de
ciertos instituciones religiosas, como las indulgencias, las cuales, por esa razón, fueron
consideradas en la época de la reforma no ya como un abuso periférico, sino como el
máximo mal (Weber, 1904 [2003]:194). La reforma protestante, pues, sento las bases
para ejercer y recuperar el escriutinio cotidiano y ordinario de la vida del creyente. La
reforma, así, no significo únicamente la eliminación del poder eclesiástico sobre la vida,
sino más bien la sustitución de la forma entonces actual del mismo por otra diferente.
Más aún, la sustitución de un poder extremadamente suave, en la práctica apenas
perceptible, de hecho casi puramente formal, por otro que había que intervenir de un
modo infinitamente mayor en todas las esferas de la vida pública y privada, sometiendo
a regulación onerosa y minuciosa a toda la conducción de la vida (Lebensführung
(Weber, 1904 [2003]:203).
No obstante, los protestantismos de la primera reforma pronto descubrirían que ellos
mismo estaban sujetos a un proceso de tradicionalización inesperada. La pérdida de la
delegación eclesiástica propia del catolicismo no aseguraba per se la ausencia de la
reproducción tradicionalista, esta seguía anclada en la transmisión heredada cultural y
rutinaria. O lo que es lo mismo, en la transmisión cultural de un “conocimiento”. La
3 De ahí la tendencia histórica inscrita el catolicismo de aliarse con las formas profanas absolutistas del
poder político.
9
segunda reforma, o la reforma de la reforma, de la que participan todos los movimientos
denominados evangélicos, incluyo en su aparato doctrinal una novedad de vital
importancia en el devenir histórico del cristianismo. Es una denominación expresamente
antiracionalista y que denosta la idea transmisión racional del conocimiento de Dios. El
camino para llegar a Dios no es el intelecto, que implica una trasmisión de
conocimiento de generación en generación sino que tal debe anclarse en un
“renacimiento”. La vinculación proactiva y subjetiva, en relación a la vinculación
objetiva o heredada, implica por su propia naturaleza una respuesta y compromiso
dinámico del creyente. Y los renacimientos espirituales individuales y comunitarios,
esto es, la respuesta activa hacían la inserción del ser individual o grupos social en el
nuevo universo simbólico por propia iniciativa e impulso (una vuelta a los orígenes del
cristianismo), marcaría un factor diferencial en lo relativo a las formas de revitalización
del cristianismo en su devenir histórico. El nuevo universo simbólico le podría o no
llegar al creyente “desde fuera” de sus contextos socioculturales, y este podría estar o no
previamente relacionado de una manera más o menos laxa con el mismo, pero la
pertenencia al mismo solo se produce por un “nuevo nacimiento”. Este “renacimiento”
no es una confirmación de una habitación de un universo ya transitado sino de una
apuesta individual por una participación en un nuevo universo simbólica que por su sola
constitución demanda una exigente transformación personal y del sentido de la realidad
de lo mundano. Esta aparente espontaneidad en su vía de reproducción no solo suele
presentarse de tal manera que enmascara los sutiles mecanismos (por ej. Familiares) que
generan e inculcan un “habitus” religioso sino que es indispensable para conseguir la
adhesión activa a la denominación. La herencia tradicional o cognoscitiva puede lograr
este efecto, pero en condiciones de pluralismo religioso y pérdida de centros
cognoscitivos y universos simbólicos unitarios como las vigentes en las sociedades
contemporáneas no lo asegura. Solo la adhesión personal y sentida como propia asevera
la disposición cotidiana constante, creativa y comprometida, no la reproducción pasiva
y por tanto tendente a la inanidad cotidiana inscrita en toda proceso de “rutinización”
(Weber, 1944) inherente a la transmisión tradicional (o de conocimiento) de las
creencias y prácticas de toda índole.
Pero pese a todo ello, el evangelismo tampoco queda ajeno a la posibilidad de pérdida
de vitalidad en la vida del creyente. El mundo es transformado y con él el creyente, pero
pese a estar ligadas sentidamente con el nuevo universo el núcleo de la transformación
10
reside en las representaciones que operan en la transfiguración del mundo. Estas pueden
ser efectivas o dejar de serlo, perder o ganar intensidad. Pero hay algo incluso más
primario, íntimo y cercano que la conciencia y la representación, el cuerpo y el éxtasis.
La experiencia mística en general y el éxtasis en particular son experiencias recurrentes
en el cristianismo, no obstante, no es tan frecuente que tales experiencias se extiendan a
amplios estratos y grupos sociales cristianos. La denominación que con mas
preeminencia ha tendido a extender las práctico místico-extática entre los “creyentes”
ha sido el protestantismo, en su vertientes milenaristas. La afinidad entre el
protestantismo y milenarismo deviene que ambas son, en su nacimiento, proyectos
revulsivos contra el orden social establecido. Y el vínculo entre el milenarismo y las
experiencias místico-extáticas colectivas y populares suele encontrarse en los procesos
de acelerado cambio social derivados de un cambio brusco de las condiciones de
existencias colectivas y su capacidad para habilitar un encauzamiento de incertidumbres
y expectativas ante nuevos marcos sociales4. En los milenarismos protestantes la fe en
la inminente aunque indeterminada llegada de un Nuevo Mesías no es una llamada a la
inacción o el conformismo. Con su fe un cambio total de las condiciones de existencias
colectivas, el milenarismo, a fin de estar preparado o cumplir los designios de la
divinidad en la tierra, interpela al creyente a participar con mayor intensidad y
compromiso en la puesta en marcha de las creencias y prácticas en la cotidianidad,
generando un incremento de la necesidad de revitalización de las mismas, que encuentra
en el cuerpo y en la sobrecarga sensitiva y emotiva de este un potente renovador de los
impulsos individuales y colectivos que la nutren. El precio a pagar por la fuerte
intensidad son las altas tasas de abandono o “enfriamiento”, pero el éxito de la
conducción en la vida genera un impacto de intensidad diferencial en las prácticas y
puesta en marcha de la religión en la vida del creyente. El pentecostalismo fomenta esta
fórmula corpórea, pero el éxtasis es presentado de un modo particular y característico.
El cuerpo y la emoción están al servicio de una herramienta. O de un regalo divino. En
definitiva, de un don. Son los movimientos de renovación carismáticos del cristianismo.
4 En el caso de los gitanos el marco de transformación social se produjo en los años 60 del pasado siglo
con las progresivas oleadas de urbanización y progresivo desplazamiento del campo a la ciudad
originados por la modernización de la economía española
11
4. El papel del culto y las prácticas religiosas.
El núcleo de la religiosidad evangélica pentecostal gitana se encuentra en los centros de
servicios religiosos o “cultos”, como son popularmente conocidos. El culto es la forma
periódica y colectiva de las formas rituales cuyo objeto es la adoración de lo sagrado y
son escenarios donde se celebran las ceremonias propias del evangelismo pentecostal
entre los gitanos. La asistencia al culto (se celebra 5-6 días por semana) ordena,
organiza y sincroniza la rutina diaria y la temporalidad cotidiana de buena parte de
nuestros gitanos españoles. Los cultos son espacios sacros especialmente volátiles y
reubicables. Muchos de los cultos están situados en locales, talleres y espacios de
alquiler temporal. Solo los “cultos históricos” o con una vinculación y trayectoria
madura y asentada en las localidades gozan de un espacio propio y permanente,
normalmente asociado a la cesión de terrenos públicos o privados. En su permanencia y
reubicación, los cultos reorganizan los puntos de encuentro de la comunidad evangélica
gitana. La finalidad objetiva del culto es asistir a y promover la manifestación del
“espíritu santo en el espacio sacro. El “Espíritu Santo” no solo se manifiesta en el culto,
pero es aquí donde lo hace con mayor repercusión y estrépito, pues como declaran los
pentecostales la adoración al unísono y sin fisuras del “pueblo de Dios” a su creador es
un acontecimiento que llena de gozo al Dios Creador, que se manifiesta para servir de
guía a sus creyentes y demostración a los incrédulos. La manifestación ritual del
espíritu no se agota en el culto congregacional. Las casas de los creyentes o todo lugar
donde haya una reunión de los mismo es un espacio propicio para rendir pleitesía y
reverencia al Dios creador. Estos espacios colectivos toman preeminencia como
escenario por defecto, en ausencia de posiblidad de generar una Iglesia o como espacio
previos de evangelización a neuvos creyentes, preparacidoles o familirizádoles con las
ceremonias que se realizan en el mismo, o por exceso, con la finalidad de continuar y
perseverar en la vida y precpetos cristianos.
El pastor de la Iglesia5 guía y dirige el culto. Las expresiones exclamativas y asertivas
como “amén”, “aleluya”, “asi sea”, “gloria a Dios”, son repetidas y dramatizadas en el
5 El protestantismo evangélico pentecostal o “movimiento de evangelización” del pueblo gitano se ha
institucionalizado en una Iglesia Nacional denominada “Iglesia Evangélica de Filadelfia (IEF). y su rasgo
distintivo es que la práctica totalidad de sus pastores son varones y proceden del dicho grupo étnico. La
feligresía de la IEF es también en su mayoría exclusivamente gitana (o en su defecto compuesta también
12
desarrollo de los cultos, muestra no ya solo de la densidad moral de los asistentes, sino
de activa implicación de los asistentes en el mismo. Se exaltan valores cristianos y se
ensalza “al que Vive” relatando y reseñando alguno de los milagros que han acaecido
por su mera voluntad. Se escenifican dialogos intracongegacionales en las que el pastor
cuestiona y la congregación responde.
¿Quien Vive? ¡¡¡CRISTO!!
¿Y a su nombre? ¡¡¡GLORIA!!
¿Y a su gloria? ¡¡MÁS GLORIA!!
Los pastores tratan de fijar ideas relevantes en la conciencia de la congregación y en
alguna ocasión los creyentes son interpleados a repetir alguno de los asertos recien
enunciados por el pastor. Pero la figura del pastor queda lejos de asemejarse a la del
charlatan o desprestidigitador experto en las ilusiones y engaños colectivos. El pastor es
uno de los más fervorosos creyentes de la colectividad, cuya inqebrantable fe le hace
propicio para tomar las riendas de la delegación grupal y su perfeccionado sentido del
“habitus pentecostal”, esto es, su mayor pericia y destreza para comprender y dar
expresión pública de las lógicas y métodos transfigurados que subyacen a la religión
pentecostal le habilita para configurarse como el “guía” de la Iglesia. El pastor no recibe
una excesiva remuneración y a menudo no recibe ninguna6 y es “levantado” por los
miembros de la dirección de la Iglesia Evangélica7 entre los creyentes que mas
entusiasmo y habilidad práctica muestra para la expresión religiosa. Tras un periodo de
tutorización en el que recibe formación y enseñanzas bíblicas el candidato esta listo para
por miembros con algún grado de gitaneidad o relación conyugal con algún miembro del grupo étnico), si
bien existen algunos, más bien pocos, cultos “mixtos”
6 La tarea de pastor es un servicio a la Comunidad que demanda hacerse cargo de las exigentes tareas
vinculadas al culto (intervención en problemáticas de la comunidad, visitas a enfermos y accidentados,
preparación de todo lo relacionado con la ceremonia, realizar u organizar tareas y proyectos de
evangelización y ayuda social). Esta alta exigencia deriva en una alta rotabilidad de los pastores que
dirigen los cultos evangélicos entre la población gitana. La remuneración que reciben es escasa aunque en
algunas ocasiones les son cedidos temporalmente bienes comunitarios como residencia o puestos de venta
en mercadillos locales. 7 El protestantismo evangélico pentecostal o “movimiento de evangelización” del pueblo gitano se ha
institucionalizado en una Iglesia Nacional denominada “Iglesia Evangélica de Filadelfia (IEF). y su rasgo
distintivo es que la práctica totalidad de sus pastores son varones y proceden del dicho grupo étnico. La
feligresía de la IEF es también en su mayoría exclusivamente gitana (o en su defecto compuesta también
por miembros con algún grado de gitaneidad o relación conyugal con algún miembro del grupo étnico), si
bien existen algunos, más bien pocos, cultos “mixtos”.La IEF no agota la gestión de la religión evangélica
pentecostal entre los gitanos amyoría pero si lo gestiona entre una amplía mayoría de los mismos
13
ejercer su tarea. El pastor no se presenta como un “primus entre pares” sino que su labor
es respaldada y legitimada por haber sido “llamado” por una disposición interior
conforme a la voluntad del espíru Santo. El pastor no se enviste de autoridad con la
sotana, el latín, los objetos consagrados o la suntuosidad, sino con la biblia, único
símbolo reconocido y validado por las congregaciones protestantes pentecostales. El
contrato de delegación en la interpretación de las escrituras es roto. El pastor es solo un
siervo más con cualidades específicas para el magisterio y la prédica. El pastor solo
ocupa su posición en el plan divino y, como todos los creyentes responde a la
“llamada” (Calling) de Dios pentecostal, que diseña un plan y papel individual para
cada miembro de la congregación en su plan universal y cosmológico. Depende del
interpelado el responder o no la llamada, y la gloria de ejercer el papel que Dios ha
diseñado para cada cual, con su invalorable recompensa final, la salvación eterna.
El pastor es sometido a un proceso de transformación paradigmático,ejemplo y modelo
a seguir, evidencia y y demostración del poder de Dios. Su lenguaje es reconocible e
identificable como gitano, pero no semejante al de los demás.Ha ganado en abstracción
y formalidad, y por ello es más cercano al de otros miembros o clases sociales más
favorecidas en la división social de clases y estratos. La formación y perfeccionamiento
en estos modos de locución y expresión otorgan al pastor gitano una imagen
reconocible, que no implica un “apayamiento” en los fondos pero si en las formas. La
congregación es por tanto, invitada a seguir el modelo encarnado por el pastor,
hibridando las identidades y valores gitanos con las expresiones y formalismo payos
quebrando con ello algunos de los estigmas mas arragaidos en las conciencias colectivas
“payas”.
4.1.Adorando a Cristo
No existe un estructura ritual predeterminada generalizables a todos los cultos
evangélicos pero estos suelen contar con prácticas imperativas que se incluye y articulan
en el desarrollo de los mismo. Estas prácticas son la adoración, la oración y la prédica.
A menudo el culto es “avivado” antes de dar comienzo. Como actos pre-ceremoniales,
aquellos creyentes que más involucrados o que más intensidad e impetu quieren
imprimir a su plegarias y peticiones al misericorde llegan al culto con anterioridad a su
comienzo. A menudo tiene una poderosa razón especial para ello, esperan con anhelo
un favor o auxilio divino. Tras los correspondientes saludos e intercambios de
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impresiones el culto comienza y este se presenta a Dios. Los varones ancianos más
preeminentes de la Comunidad, las visitas de otros creyentes de otras Iglesias de
Filadelfia o alguna mujer notoria por su santidad y devoción suelen ser los encargados
de realizar el acto inaugural del culto. El espacio social es dividido sexualmente y las
mujeres y los hombres se sientan en lugares distintos del culto. Es una división sexual
que en ocasiones es rígida y severa, y en otras es laxa, pero siempre marcada y evidente.
La adoración es la actividad por excelencia de los cultos evangelicos pentecostales,
cuya misión principal es servir como canalizador y anplificador efectivo de las
reverencias congregacionales. La adoración, y en defintiva el Culto a la Divinidad debe
distinguirse nítidamente del ritualismo formal que es condición sinenquanon pero no
suficiente para la efectividad de las adoraciones congregacionales. La adoración debe
ser sentida y profesada y no limitarse a una mera reptición litúrgica mecánica (“o
muertas”) de actos preestablecidos. En el culto y en la vida del creyente, el modo de
abrir un canal de comunicación con dios es la oración, no el rezo. El concepto de rezo,
esquemas y fórmulas predefinidas y memorizadas de gesticulación y locución, está
demasiado connotado con las prácticas católicas, y no captan la vivacidad y sentido
plástico con el que el pentecostal debe relacionarse con su dios. La oración no es un
modo pre-definido y aprendido de expresión con lo divino sino una acto espontaneo y
creativo, tanto como deben ser las puesta en práctica cotidiana de la religión
pentecostal, que se aleja de lo cosificado y reproducido mecánicamente. La
comunicación con dios no es acto de repetición sino el aprendizaje de una flexibilidad
en el contacto con y a través de este, uno más de los elementos que implican la
generación de una disposición creativa en los modos de apropiación del Dios
pentecostal. El culto es, por tanto y solidariamente, asimismo espontaneo y apropiable.
Lejos de la gravedad del acontecimiento del que se encuentra con el gestor de lo divino
los asistentes al culto gritan, jalean, aplauden, alaban e intervienen. El culto es un
proceso colectivo de adoración y alabanza al Dios creador.
En el culto se alaba y se adora. Si la alabanza es el reconocimiento mediante una
expresión verbal de los valores máximos y bondados de Dios, la adoración hace
referencia a los actos y disposiciones corporales mediante los cuales se veneran a la
divinidad, mostrando un aprecio extremo por tales cualidades intrínsicas que esta posee.
Toda expresión pública y reconocible de sumisión y agradecimiento es vinculable con la
adoración y por ello todo lo relacionado con el cuerpo (postura, porte, posición y
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colocación) cobra una importancia capital. En el culto se aprende o se esfuerza por
inculcar una “hexis ritual”, una formulación o apertura corporal que favorezca el
tránsito entre lo terreno y lo divino. La música se presenta como el accesorio principal
mediante el cual se coordinan y sincronizan las conciencias individuales. Con una
herencia cultural superlativa en cuanto a ritmos, palmas y compasses, los cultos gitanos
utilizan el vehículo musical para compaginar flujos y estados de conciencia. La música,
además de involucrar identidades (flamenco, rumba etc.) que lubrican el tránsito entre lo
individual y lo colectivo, presenta una capacidad única para imponer estados de
concienca colectiva, debido a que afecta a todo el grupo a la vez, esto es, al unísono. La
afectacíon es impuesta, pues mediante un desplazamiento de orden, los ritmos y
sensaciones colectivas sobrepasan y prestan sentido a lo material y sensitivo.Si el
pentecostalismo es la rama más enérgica del pentecostalismo, suele aducirse que los
gitanos son los pentecostales que mas energía grupal, o con más entusiasmo y frenesía,
adoran al Dios pentecostal.
4.3 La ceremonia religiosa: Fiesta y extásis
El culto presenta un componente recreativo de gran importancia. Las exigencias de
compromiso e implicación y participación activa y colectiva en el ritual y las intensas
narraciones bíblicas entretienen y deleitan. “La criatura descansa en la casa del padre
“suele aducirse en los cultos evangélicos. El creyente, pues, es distraído de sus
ocupaciones y de sus preocupaciones ordinarias y los problemas e inquietudes
desaparecen por un periodo de tiempo, el tiempo que están con Dios.
Como señala Durkheim, la idea misma de una ceremonia religiosa de cierta importancia
evoca naturalmente la idea de fiesta (Durkheim, 1993 (1912). Las palmas, los gritos, la
alegría, el disfrute, todo es un fieles reflejo de la naturaleza del dios al que adoran. En
los cultos el creyente siempre es interpelado a participar de la construcción de la
representación coelctivo de grupo hermanado (La Iglesia) y el pastor agita con
frecuencia a los creyentes a abrazarse y congratualrse por asisitir hoy al culto, en el que
“todos seremos tocados por la gloria de dios” ,y, posiblemente, la asitencia al culto sea
el primer paso para que acaezca algún hecho sobrenatural en la vida de alguno de los
creyente.
La presencia del espíritu en el culto se hace patente con las manifestaciones glossalicas
de los creyentes. El “Espíritu Santo” no se manifiesta igual en todos los cultos, y los
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procesos que acompañana a su advenimiento no son, por tanto, similares en intesidad en
en todos los espacios de adoración pentecostales. La glossalia es la evidencia y
certidumbre de la presencia de lo divino entre los asistentes. En consonancia, los ritmos
y flujos grupales de los cultos son variables e inanticipables, y hay cultos más emotivos
que otros, o en, términos evangelicos, más capaces que otros de generar “climas de
gloria”. La implicación y esfuerzo grupal, la participación en las palmas colectivas o el
furor con el que se adora a Dios de la “Iglesia” son algunos de los factores diferenciales
que favorece o interpelan a la aparición del espíritu Santo.
En su proceso de guía de la construcción grupal de las emociones colectivas, el pastor,
anima y alienta a la Iglesia, que es constantemente interpelada a generar climas
emotivos y en los momentos de mayor dramatismo, algunos asistentes pueden entrar en
procesos extáticos. El culto a menudo se convierte en lo que Durkhiem denomina
un”medio social efervescente”, esto es, un medio que genera un clima que envuelve y
rodea al individuo interplandole a salirse de si y por medio de la sincronización de los
sentidos, movimientos corporales, y sensaciones rítmicas impone una conciencia del si
en un nuevo orden grupal en el que se diluye. El individuo deja por unos instantes de ser
in-dividuo y participa de un estado de conciencia grupal .
En las fenomenologías del espiritu crsitianas, el extásis presupone una mística o unión
con el ser divino, presentandose este como su manifestación externa. El extasis es la
manifestación corporea en forma de sentido de plenitud o goze de un desconexión
objetiva con el orden sensitivo ambiental y una sustitución o articulación de este con
una amplificación sensitiva (goze, plenitud) “hacia el interior” de la conciencia
individual. Los extásis en las Iglesias pentecostales son frecuentes, si bien varían en
gran manera de grado e intensidad. La mayoría de ellos son procesos más relacionados
con las emociones y sensaciones corporeas en contextos sensitivamente cargados que
procesos extáticos en sí, aunque en algunas ocasiones estos aparecen en plenitud.
Los proceso biocorporales relaciones con el extásis o ser tocado por el espíritu pueden
manifestarse en cualquier momento del culto, aunque si estos aparecen, suelen
concentrarse en momentos rituales concretos e intencionados. Es frecuente que el pastor
pida a los miembros de la congregación con más necesidad o motivación en Cristo que
participen del acontecimiento más excitante de cuantos ocurren en la celebración del
culto. Tras redoblar la intesidad sentitiva, en muchas ocasiones atenuando las luces y
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ritmizando musicalmente el procesos, el pastor se convierte en intermediario y
amplificador momentario del espíritu Santo con los creyentes, y mediante la unción de
manos (colocando las manos sobre la cabeza del creyente) fórmula oraciones de carácter
espontaneo que canaliza el descenso del espiritu Santo sobre estos. En su contacto con
el Pastor, algunos creyentes caen al suelo arrodillados o abatidos, generando en
ocasiones un escenario pintoresco y distintitivo de miembros congregacionales volcados
e inclinados por el suelo de la Iglesia por el poder de Dios. Los miembros de la
congregación suelen expresar una sensacion de fuego o calor extremo corporal que es
interpretada como expresión corporea de la purificación, purgación y expíacion de lo
que no es Dios en el cuerpo del creyente. Las sensaciones y emociones corporeas,
atmosferas, estados extáticos etc. son presentados como pruebas subjetiva evidente y
irrefutables de la aparición del espíritu Santo en el culto y por consiguiente la
potencailidad de su aparición (pues se demuestra que vive y actúa) en la vida del
creyente. La confirmación de los otros miembros del grupo es esencial para construir la
veracidad colectiva, todos han presenciado el despliegue intenso de fuerzas
excepcionales que han invadido y cambiado radicalmente el estado de ánimos de los
asistentes. En realidad, todo ocurre como si de verdad hubiera descendido una fuerza
poderosa y sobrenatural.
Existe una correspondencia en lo que dios “puede hacer por ti” y su forma de
manifestación. La sobrenaturalidad de su esencia y fuerza y la individualidad que
demanda para actuar en la vida singular de cada creyente no puede sino manifestarse en
el cuerpo sentido, nexo de unión primigenio del ser individual con el mundo que es
ascendido a sensaciones supraterrenas, intensas y vivas, tanto como el Dios que las
provoca. En ocasiones, los estados de éxtasis o altamente emotivos se suelen relacionar con práctica
disciplinatorias del cuerpo, como cadenas de ayuno o imposición de largas secuencias de oración. En
los cultos se propone cadena de ayunos en las que continuadamente miembros de la
congregación se abstienen durante todo el día de tomar alimentos y participar por ello
de lo más profano, la alimentación. Sin embargo el ascetismo o privación no termina
aquí. Son consideradan formas ascéticas otras formas de domesticar y refrenar el
cuerpo, como el dejar de beber bebidas alcohólicas o fumar, o asimismo, la asistencia
continuada a los cultos, en especial a las vigilias celebradas los dias festivos, en los días
de diversión y ocio para el resto de mortales. Para el cristianismo, como para muchas
otras religiones, la privación depura, ennoblece y purifica. Cuando la privación se
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convierte en sistema de vida, asistimos a la aparición de una religión ascética. El
pentecostal es una denominación religiosa de esa índole. El ascetismo no solo es un
valor estético, sino que cual forma de interdicto, prepara y canaliza con mayor
efectividad el paso del mundo profano al sacro, acercándole más a este y generando una
transformación espiritual de su naturaleza carnal. Este nunca es más santo que cuando
domina su naturaleza hasta el punto de hacerle seguir una dirección contraria a la que
tomaría espontáneamente, y es por eso se singulariza de la gente del mundo, quienes
ciegamente se dirigen adonde las llaman su naturaleza pecadora.
4.4 Predicas y enseñanzas. El aprendizaje por lo análogo.
Los flujos de emotividad grupal en los cultos no son constantes sino discontinuos. La
emotividad grupal fluye y se disipa, se genera y se agota, fomentando por ello climas
de ascenso y euforia con pausas y descenso de ritmos y cadencia. Entre ritmos impares
de agitación colectiva, se produce la narracción de un relato. Llegando a la hora de la
prédica, los ánimos se templan y se hace el silencio en la congregación.En las prédicas
el pastor o el predicador de turno toman la palabra y el protagonismo. Si bien, la
templanza en ocasiones no dura mucho. El predicador toma un tono grandilocuente,
pues el contacto directo con lo más sagrado no puede dejar de escenificarse de tal
manera. El espíritu guía las palabras de la prédica y lo ritmos coelctivos vuelven a
electrizarse. En ocasiones, el pastor entra en comunión con la atmosfera emotiva o la
genera y la construye. Aquellos pastores que más habilidad para ello tienen se dice que
tienen una relación especial con el espíritu santo. Los gestos se vuelven histrionicos, el
tono se eleva y sus fuerzas se redoblan. El predicador esta imbuido de fuerzas que le
sobrepasan y que no encuentran medida en su despliegue corporal. La comunión entre el
grupo y el predicador es pasmosa y ambos entra en estados de agitación y
extremecimiento colectivo.
Todo prédica relata un pasaje bíblico del que se aprende y encierra una enseñanza.La
prédica ha sido preparada y cuidada con esmero por por el predicador, todo para
trasnmitir el mensaje que, se insiste, no es producto de su intención ni objetivo sino
resultado de lo que Dios ha puesto en el corazón del predicador para ese momento y
lugar. Tan importante como la enseñanza, es la forma en que esta se presenta. Los
relatos son formulados en forma de parábola, forma literaria que aparece
insistentemente en la Biblia y que se asocia con la forma de expresión propia de Jesús
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para con sus creyentes en los evangelios. La parábola es una forma literaria que trasmite
didácticamente una enseñanza mediante la analogía o la semejanza, esto es, utilziando
las formas de relato que favorecen la familiarización con las conservaciones del sentido
mediante los desplazamientos de órdenes. La párabola trata de imponer un aprendizaje
no explícito o memorístico sino hábil en los desplazamientos desde las narraciones a la
vida cotidiana. El lenguaje discursivo asimismo, es sencillo y directo, factor que, mas
que asociarse presuntuosa al bajo nivel formativo de los miembros de la congregación,
pertenenecientes en buena medida a las clases y estratos sociales más desfavorecidos de
la sociedad, debe relacionarse como elemento necesario y capital para su cometido
principal, reconocer y exaltar de las cualiadades intrínsecas de los valores y favorcer la
potencial universabilidad de las prácticas y estrategias insertas en las lógicas
pentecostales. No obstante, hemos de disntinguir nítidamente lo que es sencillo de lo
que es simple y matizar la difundida idea de lo banal y vulgar de las teologías
pentecostales en general y gitanas en particular. El lenguaje utilizado en los cultos
necesita de una formulación habilitada y hábil en los acervos culturales y contextos
vitales de los gitanos. Y es ahí donde los pastors gitanos muestran su capital simbólico
en la elaboración discursiva de los ejemplos y matices, los argumentos y el vocabulario,
la dicción y la sintáxis. Todos ellos habilitados y formulado por y desde acervos
culturales reconocibles e identificalbe como propias por los gitanos contribuyendo a la
familiarización de la práctica de la aplicación desde lo análogo en situaciones cotidianas
y vitales concretas y singulares.
5. La manifestación de los dones en el culto y en la vida del creyente
La flexibilidad y creatividad con la que se se reconocen y asignan los dones espirtuales,
el núcleo doctrinal de la doctrina pentecostal, no es casual ni arbitraria. Es la muestra
mas fehaciente de la plasticidad y maleabilidad de la religión pentecostal y su capacidad
para ser apropiada y peusta en práctica desde sitaucioens vitales y sociales de diversa
índole y singularidad En lineas generales los dones pueden dividirse en dones de
revelación, inspiración y poder. Las dones de revelación como la palabra de ciencia,
sabiduría o discernimiento de espíritus se presentan como dones que guian a los
creyente en su acción y toma de decisiones. Están dirigidos por tanto a confortar y
alentar a los creyentes a tomar en consideración los principios cristianos pentecostales
en su vida. Si la palabra de ciencia se dirige a resolver problemas y encrucijadas
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terrenales concretos y determinados, la sabiduría se aplica con habilidad para poner en
práctica conocimeintos bíblicos acumulados, dando trayectoria y recorrido a proyectos
vitales desee una óptica cristiana. El discernamiento de espíritus, el último de los dones
de revelación, habilita al creyente para detectar y distinguir que es de Dios y que deja de
serlo, por ejmplo, que ambientes, decisiones o compañias debe evitar, o en cuales debe
frecuentar y persisitir. Los dones de inspiración incluye el don de lenguas y su
interpretación. Los dones de inspiración presenta una cualidad de la que los demás
carece, auguran el devenir de un acontecimiento esperado por el creyente y le animan y
motivan en su persistencia en su conducción por estrategias pentecostales. El don de
lenguas es la habilidad para generar códigos encriptados en lenguaje divino, y que por
ello no peude otra cosa que ser ricos en mensajes de esperanza para los creyentes. En
ocasiones existe cuando se postula para interpretar esos mensajes divino, estamos
entonces ante un don de interpretación de lenguas. Pero más usual que los
interpretaciones de la glossalia son la aparición de profecias, vaticinios del devenir en
lenguaje terrenal que predicen y prnostican acontecimientos que llegarán.
Por último, nos encontramos con los Dones de poder; los dones de sanidades, fe y
milagros. Esta clase de dones no motivan, auguran, recofortan u orientan la vida del
creyente. Son dones que realzian accciones. Los portadores de los dones de poder no
pñoseen ningñun poder en sí, sino que vehiculan la acción delespíritu sobre los
creyentes. Las dones de sanidad y los dones de realziar milagros son las más
espectaculares entre los mismos. Son doens que suelen reconocérseles y asignarseles a
miembros muy respetados y valorados en la Iglesia Pentecostal, y normalmente suelen
reflejar las diferencias de autoridad en el seno de la Iglesia. Los pastores son con
frecuencias quien presentan y con mas eficacía práctican el ejercicio de tales dones
concedidos. No obstante, no todos los doens de pdoer son ejercidos por figuras de
autoridad, existe uno que que puede ser ejercido por todos los creytentes sin dinstinción
,es el don de la fe. Una fe que se distingue de la fe salvadora y que se traduce en la
creencia firme e inquebrantable del pdoer sobrenatural de Dios y su capacidad para
asistir al creyente en momentos de desamparo, duda e indecisión.Las experiencias
sanatorias son uno de los rasgos mas pregonados y singulares de cuantos prodigios
acontecen en la vida del creyente pentecostal. Las sanidades no solo se producen en “los
cultos”, es más, no es allí donde encuentran su lugar de expresión más frecuente. Pero la
evocación y la referencia a las sanacioens por intemediaciones divinas entre la gente
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que asiste al culto si son uno de los relatos de evangelziación mas reiterado y con mayor
poder de convocatoria. En especial en poblaciones como la gitana, con amplias capas
poblaciones que, como revelan continúa y repetidamente los distintos informes
nacionales e internacionales de distintos organismos, fundaciones y administraciones
públicas, presentan unas condicione sociosanitarias de riesgo en relación con otras
poblaciones mayoritarias.
6. Algunas conclusiones.
Dado la intensa implicación de la religiosidad en la vida del creyente, la revitalziación y
la expresión de las creencias y las identidades mediante las prácticas necesita ser
constante y reiterada. Los pentecostales declaran que necesitan “beber” y ser partícipes
continua y continuadamente de la palabra y las bendiciones de Dios. Para entender
plenamente la realidad social de los “cultos gitanos” es indispensable acudir una concepción de actor
social plena y no marginalmente imbuido por una realidad emocional y subrayar que esta realidad
emocional, juega un papel determinante en el desarrollo y configuración de los cultos pentecostales,
siendo un espacio esencial y centro de reproducción de las creencias,aprendizajes,lógicas,
gramáticas, e impulsos individuales y grupales dirgidos a poner en práctica la religión
pentecostal en la vida del creyente.
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BIBLIOGRAFÍA
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antropológica a la Iglesia Filadelfia en Andalucía, Sevilla, Signatura Demos.
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