La Entrevista en El Trabajo de Campo: La entrevista en el trabajo de campo Ricardo SANMARTÍN ARCE

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    La entrevista en el trabajo de campo

    Ricardo SANMARTN ARCEUniversidad Complutense de Madrid

    Revista de Antropologa Social ISSN: 1132-558X2000, 9: 105-126

    Hablar de la entrevista en el trabajo de campo implica ya una concretaconcepcin de lo que entrevistar supone. Se pretende presentar la entrevistacomo una de las principales tcnicas de la investigacin antropolgica que sefunda en la experiencia del trabajo de campo. No se trata, por tanto, de una re-flexin sobre la aplicacin aislada de una tcnica al margen del conjunto de

    otras tcnicas, estrategias o procedimientos de investigacin. Si se comenta laentrevista, se hace desde la perspectiva de su insercin en el desarrollo de untrabajo de campo antropolgico: viendo la entrevista desde el conjunto deltrabajo de campo, a la vez que tratando de atender al modo como se configurael trabajo de campo desde la entrevista. Esto es, nos preguntamos cmo se en-trevista cuando esto se hace en un trabajo de campo, qu condiciones imponeel trabajo de campo a la entrevista y, a su vez, qu aporta la entrevista a loque el conjunto del trabajo de campo persigue, o cmo la prctica de entrevis-tas va marcando el desarrollo mismo del trabajo de campo.

    En vez de repasar, resumir y glosar o criticar la bibliografa intentar apor-

    tar lo que la prctica de la entrevista me ha enseado. Esta rememoracin re-flexiva sobre la propia elaboracin de la etnografa, si bien no podr recorrertodos los aspectos de la entrevista, ni todos los problemas que su uso planteaya que solamente responde a una determinada experiencia, espero que, portratarse de un conocimiento ganado precisamente como fruto de la experien-cia, conserve an en la escritura algo de la complejidad real que caracterizacada uno de los distintos contextos y situaciones en los que esa prctica fuehacindose y decantando un cierto conocimiento.

    Pero hablar de la entrevista desde la globalidad de la experiencia del traba-

    jo de campo y desde una relativa diversidad de contextos y temas, estudiados

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    a lo largo del tiempo y en distintas ocasiones, obedece tambin al deseo deprecisin y rigor. Aunque pueda resultar paradjico, la entrevista es ms efi-

    caz, penetra mejor en aquello que debe alcanzar, cuando, siendo fiel a la vidareal por la cual se pregunta, a esa misma vida se amolda como uno de sus fe-nmenos, convirtiendo la entrevista en una de sus situaciones normales. Siqueremos describir con rigor lo que la entrevista supone como herramientapara la etnografa, hagmoslo partiendo de la misma base desde la que parti-mos para etnografiar cualquier cosa en el trabajo de campo: la experiencia decampo conviviendo con los actores, como uno ms de ellos en la medida de loposible. En tan analgica situacin, con tan densa y compleja forma, llenasiempre de pequeas matizaciones difcilmente explicitables, tan lejos en apa-riencia de una clara delimitacin cientfica es donde sin embargo se desarrollala manera ms precisa de entrevistar, la que con mayor rigor puede discrimi-nar los contenidos humanos y culturales que la Antropologa persigue.

    La diversidad de temas, situaciones y contextos en los que se ha usado laentrevista nos permite realizar comparaciones que iluminan algunas de las di-ficultades que surgen en la investigacin de campo. De modo similar a comosucede con las peculiaridades que impone el medio rural o el espacio urbano ala observacin participante, tambin en la entrevista cabe encontrar tantas di-ferencias como semejanzas entre ambos tipos de espacio humano. No quiereesto decir que, siendo distintos ambos tipos de espacio, los consideremos a

    grandes rasgos como internamente homogneos. En realidad a esa disparidadhay que sumar la propia de su distinto pluralismo interno. En ambos contex-tos, la distinta segmentacin social, el panorama tan diferente de la diversidadde los roles que cada caso contiene sugiere una seleccin de informantes es-pecfica y, en todo caso, ajustada al tema que sea objeto de la investigacin. Aesas diferencias de espacio, de pluralismo y segmentacin interna hay queaadir las que se derivan del distinto tipo de trabajo de campo efectuado. Auncuando el tipo de informante pueda ser similar, o incluso tratndose en oca-siones de unos mismos informantes, el papel y peso de la entrevista es mayor,por ejemplo, en un estudio de rea que en un estudio de comunidad. En esteltimo caso, la mayor frecuencia de interaccin con unos mismos actores, du-rante una estancia larga y continuada, otorga a la observacin participanteventajas que no se alcanzan en el ms amplio estudio de rea y que la entre-vista y la observacin documental tendrn que compensar. Con todo, es la di-ferencia temtica la que, sumada a las anteriores, introduce en las entrevistasdificultades y caractersticas peculiares que intentar subrayar ms adelante.Pero antes de entrar en ello creo conveniente que nos preguntemos sobre elhecho mismo de preguntar.

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    PREGUNTAR. EL CONTEXTO DE DESCUBRIMIENTO

    No slo en las entrevistas hacen preguntas los antroplogos. A lo largo detoda la interaccin social que se despliega en cualquier trabajo de campoabundan ms las preguntas que se formulan a los actores que en las entrevis-tas propiamente dichas. Pero tanto unas como otras proceden de algo que pre-cede a su formulacin. El investigador se pregunta a s mismo antes de poderproponer sus preguntas a los actores. Es obvio que lo hace porque percibe unainquietante diferencia entre lo que sabe o conoce y lo que necesita saber paraaquietar su consciencia. Preguntar es una de las salidas a la energa que saltade esa diferencia de potencial entre ignorancia y deseo de conocimiento y quese traduce en un primer cuestionamiento a uno mismo en busca de respuesta.Otra cosa diferente ser llegar a formular preguntas efectivas a los actores o alos informantes a quienes finalmente entrevistemos. Digo finalmente por-que quisiera subrayar el trayecto que an ha de recorrer el investigador entrela percepcin inicial de una cuestin y la formulacin de preguntas a los acto-res. Bien mirado, ese preguntarnos a nosotros mismos es quiz la forma msbsica que toma el esfuerzo del pensar discursivo, de ese pensar que es a lavez una bsqueda que va aadiendo elementos configurando un argumento,que compara y al mismo tiempo dibuja una imagen o un camino que enlace loque el pensador sabe y lo que ignora, y a travs del cual pueda transitar para

    transformar poco a poco lo que ignora y lo que sabe, ambas cosas. Para reco-rrer ese trayecto entre los dos tipos de pregunta es para lo que el investigadordisea su trabajo, prepara su observacin o sus entrevistas.

    Si insisto en iniciar la reflexin sobre la entrevista en lo que a primera vis-ta parece ser su quintaesencia: preguntar, es para poder situar el foco de laatencin un poco ms atrs todava, no ya en la pregunta que a nosotros nosplanteamos, sino en aquello que la provoca, en su despertar o nacimiento. Deese tan inicial origen depende la verdadera configuracin de la pregunta, y siqueremos obtener de nuestras entrevistas un material etnogrfico que respon-da a lo que la investigacin persigue, tendremos que asegurarnos de la calidadde las preguntas. Para ello, lo primero que deberamos esclarecer es la natura-leza de la pregunta y su verdadero contenido. De ah que nos remontemos ha-cia atrs, hasta su nacimiento. As pues, no se trata tan slo de que sepamoscmo preguntar, sino de saber qu estamos haciendo al preguntar y qu es loque, en realidad, estamos preguntando. Slo despus de haber esclarecido unpoco estas cuestiones preliminares podremos hablar de la entrevista. Recono-ceremos entonces que la esencia de la entrevista es la escucha, una escuchaatenta que se apoya en el lecho que le brinda esa apertura de la atencin pro-vocada por la pregunta; pero que calla ms que formula, que espera a que la

    realidad de la situacin, del encuentro con el otro, le responda.

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    Nos remontamos hasta ese punto en el que la pregunta se despierta ennosotros, se nos hace presente, no slo porque es as como acontece, como

    de hecho se inicia el proceso, sino tambin porque en un oficio como el deantroplogo su secreto, su arte, su consistencia, depende, como en todo lo re-lativo al conocimiento de lo humano, de una ms paciente espera, de un cul-tivo de la alerta, de la atencin abierta ante la alteridad cultural, que exigeuna ralentizacin del paso del sujeto de la investigacin por el contexto dedescubrimiento. Si la Antropologa busca comprender al Otro, depende cons-titutivamente de un peculiar esfuerzo por encontrar lo uno en lo diverso, lasemejanza humana en la diferencia cultural 1. Pero eso no se alcanza si no seconsigue reconocer con precisin la diferencia cultural. Esta la detectamospor el choque que nos produce el contacto con la alteridad. Es entonces, enesa experiencia del contraste, cuando hemos de precisar con qu elementospropios choca lo ajeno para, desde ellos, iniciar el recorrido de la distanciaentre ambos polos, trasladando nuestro horizonte hacia el suyo, modificndo-lo para que abarque, como humanamente posible y razonable, la novedadque la experiencia etnogrfica nos presenta. Claro est que ese movimientoes tentativo, va procediendo mediante ensayo y error hasta descubrir el puntoen el que irrumpe la diferencia cultural. De ese modo el investigador se de-mora lo suficiente para descubrir la verdadera naturaleza del problema que ladiferencia cultural le plantea. Slo desde ese desvelamiento podr formular

    las preguntas adecuadas. Lo que provoca, pues, que ante el choque culturalnos preguntemos es la experiencia de una forma distinta de hacer cosas cuyacomn humanidad percibimos pero an no comprendemos. Nos choca por-que relativiza la naturalidad de los propios constructos culturales y, desve-lando su artificio, mina la firmeza del suelo creencial que para nosotros su-ponan dejndonos en esa tensa inseguridad previa al conocimiento. Nodetenernos en este proceso del descubrimiento, a la espera de que el contactocon la realidad ajena comience a despertar los verdaderos problemas, puedefrustrar cualquier pregunta o diseo, cualquier esquema de hiptesis que de-seemos comprobar luego. Por otra parte, tampoco evitaramos los daos queel paso apresurado por la etapa de descubrimiento produce, valindonos deun conjunto de precisas definiciones operativas previas. No significa estoque proponga un acercamiento ciego o supuestamente ingenuo al contexto dela investigacin. Estoy presuponiendo que ya existe ese gran diseo previo yque es en el contacto con los actores donde y cuando, al intentar aplicarlo,

    1 Para una ms amplia discusin del sentido de esa ralentizacin de la atencin en el contex-to de descubrimiento vase R. Sanmartn: La razn antropolgica y Antropologa creativaen C. Lisn (ed.),1998:Antropologa: Horizontes tericos, Granada, Editorial COMARES, pp,

    165-199.

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    comenzamos en realidad a percibir los problemas. Es ms, a eso unimos unacercamiento holstico, el cual es siempre un acercamiento pendiente de la

    percepcin de la imagen o forma de la alteridad, abierto y receptivo ante laconfiguracin de unidades en la cultura ajena. Si en Antropologa se insisteen un acercamiento holstico es, entre otras cosas, porque dividir de entradalo que observamos con un conjunto de definiciones operativas previas, man-teniendo rgidamente la fidelidad a las hiptesis iniciales, puede equivocarenteramente el sentido de la verdadera investigacin de campo. En tales ca-sos planteamos un acercamiento a lo desconocido como si lo conocisemosmejor de lo que en realidad sabemos y, dividiendo en partes algo cuya uni-dad an desconocemos, equivocamos la definicin de esas mismas partescuyo verdadero sentido slo lo obtendran de su dependencia e insercin enel todo en el que la realidad nos las ofrece. De no proceder as, lenta y aten-tamente, a la espera de que la cultura ajena nos muestre sus formas y unida-des que le son propias, estaramos reificando lo que no es sino un procederanaltico. Mal podremos saber el sentido de las partes cuando an no sabe-mos bien cmo delimitarlas por desconocer de qu cuerpo, red o unidad sonpartes las que como tales con tanta premura han sido diferenciadas o predefi-nidas. Las prisas en el contexto de descubrimiento, haciendo bascular el pesodel rigor en el contexto de justificacin, responden con frecuencia a una pau-ta asumida inadvertidamente en el estilo acadmico de nuestro mundo. Por

    eso, adems de caracterizar el quehacer cientfico, le aaden tambin un cier-to etnocentrismo. De ah, por tanto, el inters en ralentizar ese proceso dedescubrimiento. Los hechos no hablan solos, hay que hacerlos hablar. Peroeso slo lo lograremos formulndoles las preguntas adecuadas a ellos, y parapoder hacerlo hemos de dejar primero que ellos nos interpelen a nosotros,que nos incomode la relativizacin de lo propio causada por la eficaz alteri-dad de lo ajeno, dejando que la especificidad de los logros culturales ajenospenetre en nuestro interior cuestionando nuestro mundo hasta lo ms hondo.Se trata, en ltima instancia, de darle a la verdad la oportunidad que se mere-ce y que nos reclama; de dejarle que incida en nosotros y, por ese golpe im-previsto, muestre tanto su autonoma como la existencia en nosotros de unospresupuestos implcitos. Es as, por su alteridad, como empezamos a percibirla objetividad de la verdad.

    Dilthey, Weber y tantos otros nos ensearon que el conocimiento de lohumano no surge de la asepsia cognitiva. La significacin misma depende dela referencia de los hechos a valores. Pero esa intrnseca contaminacin delconocer no vulnera la calidad y verdad del conocimiento humano. Exige, esos, un cultivo de la sensibilidad humana, de ese instrumento que tiene que re-gistrar con rigor y precisin el impacto de lo ajeno. El antroplogo ha de for-

    marse en algo ms que en su propia disciplina. Ha de poner su empeo en ser

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    un hombre, pues para investigar habr de poner su humanidad en juego. Esecomponente moral, que inevitablemente sustenta la investigacin antropolgi-

    ca, aun cuando puede fcilmente caricaturizarse, bien como partidismo, biencomo idealismo ms o menos romntico, en realidad lo que nos recuerda es lapresencia de la imagen del hombre que efectivamente posee el investigador ya la que referir todo elemento de conducta observado o escuchado para poderreconocerlo en sus dimensiones humanas y con el fin de poder comprenderlo.Es esa imagen la que resulta cuestionada en la convivencia prolongada conlos actores durante el trabajo de campo. Es ms, para poder empezar a enten-der la verdadera entidad del problema que as irrumpe en nuestro horizonte,dada la novedad del dato cultural ajeno, tendremos que asimilar esa experien-cia de alteridad y eso va a promover un cambio en el propio investigador,consistente en un incremento de los lugares morales reconocibles desde loscuales podr proyectar el investigador el vector de su atencin. La naturalezaexacta de los problemas que se nos constituyen en el trabajo de campo depen-de, por tanto, de ese componente moral de la investigacin. As pues, si la in-teleccin misma de lo vivido durante el trabajo de campo condiciona la per-cepcin de los problemas a dilucidar en la investigacin, parece claro que eltrabajo de campo mismo crece durante su desarrollo. No se trata por tanto dela mera aplicacin de un diseo previo, sino en realidad de un desarrollo sos-tenido, repetido y continuo del paso de la atencin del investigador por el

    contexto de descubrimiento. Pensamos preguntndonos en un movimientosostenido de atencin abierta al dilogo con el conjunto de la situacin decampo.

    De ese pensar que obedece a las preguntas percibidas, sentidas, en el con-traste con la alteridad, nacen tambin las preguntas que formularemos en laentrevista. Estas ltimas las proponemos a modo de instrumento inicial, detanteo a grandes rasgos, capaz de promover en nuestros interlocutores un dis-curso que transcribiremos tras su registro sonoro y que someteremos a estu-dio. Para suscitar dicho discurso proponemos a nuestros informantes una seriede cuestiones que no son una simple exteriorizacin de las preguntas que noshemos formulado. Tampoco son una mera y directa traduccin. De algnmodo nuestras preguntas han de interesar a los actores tanto como para que aellos les merezca la pena el esfuerzo de responder, de preguntarse tambin as mismos y de poder establecer en el discurso algo que les importe afirmar onegar. Se trata pues de cuestiones con, al menos, un doble papel: han de servirpara generar un material etnogrfico que a nosotros nos pueda interesar pero,a la vez, han de resultar interesantes para los actores. Como es fcil adivinar,estoy presuponiendo cuestiones que no se limitan a las preguntas sobre meroshechos tales como nombre, edad, profesin, nmero de miembros de la uni-

    dad familiar o similares. Todo esto es algo que cabe encontrar con facilidad

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    usando otros medios y que un vistazo al censo de poblacin, por ejemplo, re-suelve rpidamente. Con todo, se usa a veces estas preguntas por comodidad,

    como una manera de romper el hielo inicial en el encuentro, o incluso con laintencin de comprobar la fiabilidad de las fuentes documentales previamenteconocidas. En cualquier caso, si la entrevista tiene inters como tcnica de in-vestigacin no es tanto por este tipo de datos. La entrevista ms que buscarinformacin sobre hechos busca un discurso nativo que los comente, que losvalore, que los relacione y contraste con otros, de modo que en dicho discursonos vierta el actor modos de categorizar su experiencia; un discurso donde elactor despliegue estrategias cuya observacin resulte relevante para nuestrospropsitos o desarrolle todo un conjunto de descripciones y opiniones desdelas cuales podamos inferir pautas, valores, principios o creencias en opera-cin. Para alcanzar ese objetivo las cuestiones que propongamos en la entre-vista han de conectar ambos intereses: del actor y del investigador. A ambosles han de resultar relevantes, si bien su significacin la ganan en contextosculturales diferentes. Preguntar, por tanto, no es pedir a los informantes quehagan nuestro trabajo o que nos resuelvan nuestros problemas, sino establecerun puente o medio a travs del cual sea posible ir y venir entre universos cul-turales. Si es su alteridad la que nos cuestiona plantendonos una serie depreguntas antropolgicas, nuestra respuesta en la entrevista consiste en activarcon las preguntas los recursos culturales del actor para observarlos en opera-

    cin. No esperamos que las respuestas que los informantes nos den a las pre-guntas que eventualmente consten en nuestras entrevistas contesten directa-mente las preguntas que nos formulamos en un trabajo de campo. Resolverlos problemas que en una investigacin se plantean no es nunca algo tan sim-ple como comprobar si las respuestas de los informantes confirman o recha-zan las hiptesis de partida. Entre la etnografa recogida en la entrevista y laproduccin final de un texto antropolgico media todo un largo proceso de re-flexin e inferencia al que corresponde elaborar el tipo de respuesta que losproblemas nos demandan. La entrevista, por tanto, podramos considerarlacomo un caso particular de la observacin: se funda en la ms amplia obser-vacin participante 2, sin cuyos datos difcilmente podra plantearse con efica-cia; requiere, para cumplirse en su totalidad, que el entrevistador observe elhecho mismo de la entrevista y, finalmente, ella misma es observacin de esedespliegue en vivo de los recursos culturales que hace el entrevistado en sudiscurso.

    2 Para una ms amplia discusin de la observacin participante vase Sanmartn, R., 1999:Valores Culturales. El cambio social entre. la tradicin y la modernidad. Granada, Ed. CO-

    MARES.

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    PREPARACIN

    Para llegar a la realizacin de una entrevista previamente hay que prepa-rarla. Es sta una fase ms larga de lo que pueda parecer a primera vista, puesno se trata tan slo de pensar unas preguntas y escribirlas en una hoja de pa-pel. Preparar una entrevista supone que tenemos que prepararnos nosotrosmismos, preparar el tema y conseguir la aceptacin del encuentro por partedel entrevistado. Se trata de una fase cuya realizacin resulta ms fcil si laentrevista forma parte de un trabajo de campo desarrollado en una pequeacomunidad rural en la que estamos conviviendo para la realizacin de un estu-dio de comunidad, por ejemplo, que si la entrevista se encuadra en un estudiode rea o en una gran ciudad. La previa convivencia con los actores, el cono-cimiento del lugar y de los problemas que se han ido suscitando a lo largo deun trabajo de campo de ese primer tipo, todo ello no slo nos proporciona unconocimiento muy denso y fiable como para plantear con naturalidad los en-cuentros con los informantes, sino que tambin ellos nos conocen a nosotrosmejor que en medio del anonimato de la gran ciudad.

    En una ciudad o en un estudio de rea, el encuentro con los informantesrequiere una ms larga preparacin. Entretejer una red de informantes exigeen estos casos un uso ms intenso de intermediarios que faciliten los contac-tos. El uso sucesivo y ordenado del correo y el telfono, y la presentacin a

    travs de intermediarios son casos particulares de la vieja regla que, aconsejaconocer las normas de trato de los actores y usarlas como ellos lo hacen. Contodo, a pesar de la proximidad cultural y de la familiaridad con dichas nor-mas, no slo se emplea ms tiempo en la preparacin de las entrevistas enesos casos, sino que la mayor complejidad de la segmentacin social internade la ciudad y el distinto pluralismo de roles en cada tipo de contexto planteadificultades especficas. La semejanza cultural, si bien nos facilita el conoci-miento de las expectativas y de las normas, facilita igualmente a los actoresun conocimiento estereotipado de lo que cabe esperar de nosotros como in-vestigadores en alguna de las ciencias sociales. Esto, que errneamente podr-amos creer que constituye una ventaja comparativa sobre el trabajo en zonasrurales o exticas, en realidad crea una dificultad adicional al clasificarnoscon excesiva facilidad en uno de los roles disponibles, limitando en conse-cuencia la libertad del investigador. Sin duda alguna, aquella cultura que msnos atrapa es siempre la propia, aquella en la cual, adems de investigadores,somos primariamente actores. Por eso, en contextos de mayor semejanza cul-tural, la adscripcin al rol que nos asignan los actores cuenta con nuestra in-consciente complicidad, cayendo con facilidad en un rol para cuyo correctodesempeo hemos de comportarnos como buenos actores, sin salirnos del

    guin cultural de sus expectativas. El actor, en su interaccin con el investiga-

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    dor, pulsa con facilidad el resorte de unas creencias, vigencias y reglas con lasque puede conducir nuestra conducta aun en contra de los intereses de la in-

    vestigacin.Siempre se ha dicho que el rol del investigador se crea en funcin de losroles disponibles en la cultura de los actores que estemos estudiando. Pero esono significa que se deba asumir en su integridad, sin ms, alguno de los rolestal cual existen en el lugar. El rol del investigador es siempre un nuevo rolque construye el antroplogo en su interaccin en el campo con los actores.Es pues un rol resultante del juego entre sus necesidades y las posibilidadesque le ofrece el conjunto de elementos que componen los roles nativos exis-tentes, siendo esto ltimo una condicin de inteleccin de su novedosa con-ducta. Es tal tipo de rol el que permite al investigador moverse con libertadsin vulnerar normas locales. De la creacin de esa posibilidad se ve privado elinvestigador con ms facilidad cuando los actores coinciden con l en la cre-encia de que estn tratando con un profesional, un antroplogo, un socilogoo con un profesor universitario. Por otra parte, no es esto sino uno de los pro-blemas que se derivan de la falta de distancia cultural entre investigador e in-vestigados en tal tipo de contextos. Una parte de la preparacin de la entrevis-ta consistir en romper la rigidez de las expectativas estereotipadas y crearlentamente una imagen ms polivalente. De hecho, el anonimato de la granciudad, el cierre relativo de sus crculos de pertenencia y el menor intercono-

    cimiento que la caracterizan, en comparacin con la pequea comunidad estu-diada tradicionalmente por los antroplogos clsicos, acumulan una sobrecar-ga en los prolegmenos de toda entrevista, pues es ah donde y cuando elantroplogo ha de alterar las expectativas del informante y recrear su rol deinvestigador en poco tiempo y sin contar con la multiplicidad de situacionescotidianas de encuentro que facilita la convivencia en una pequea comuni-dad. Es ms, si en tales contextos urbanos el trabajo se centra en un temacuyo estudio permite o presupone el desconocimiento recproco entre infor-mantes, la recreacin del rol habr que renovarla cada vez, ya que el conoci-miento que unos actores alcanzan del rol creado por el investigador no setraslada a los nuevos encuentros. Slo es el investigador quien va en estos ca-sos acumulando experiencia pero, con todo, en cada encuentro ha de empezarde nuevo, sobre todo en la gran ciudad o cuando el tema se independiza pro-gresivamente del espacio.

    El problema se pala en gran medida en aquellas ocasiones en las que esposible repetir el encuentro con unos mismos informantes, como es frecuenteal recoger historias de vida. No es ese el nico caso que requiere varias sesio-nes con un mismo interlocutor para cubrir el objetivo perseguido. En realidadcasi cualquier tema puede seguir ahondndose en nuevas sesiones, y siempre

    una segunda o tercera entrevista, convenientemente distanciadas para no abru-

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    mar a los sufridos informantes, se beneficia tanto del conocimiento del temaen s sobre el que se trabaja, como del conocimiento recproco que van su-

    mando los interlocutores. Con todo, cuando la proximidad cultural entre actore investigador es mayor, mayor es tambin la limitacin que imponen las nor-mas sociales compartidas pautando un ritmo aceptable para la interaccin ylas entrevistas, introduciendo de ese modo una ms larga duracin en el pro-ceso de investigacin, que discurre en paralelo y con naturalidad junto al pro-ceso social compartido.

    La preparacin del entrevistador no se limita a la creacin del rol. Prepa-rarse implica documentarse y hacerse el nimo, componer su disposicin an-mica y cognitiva en trminos adecuados al tema y tipo de actor. Cuanto msconozca sobre el contexto, el tema y el interlocutor, lo que sucede no es queresulte ms innecesaria la entrevista, sino que sta podr concentrarse mejoren su objetivo y el investigador podr conducir la conversacin con mayornaturalidad y menos preguntas. La lectura de estudios anteriores sobre eltema y el lugar, de textos locales en los que se recojan normas o reglas pro-pias de los actores, de sus asociaciones, de su profesin, historia local, crni-cas y descripciones de viajeros, folletos sobre las fiestas, relatos, cuentos,dichos y leyendas, constituyen una fuente de informacin en la que la huelladel punto de vista de los propios actores, convertidos en autores de sus pro-pios textos, resultan de gran valor para el antroplogo. Obviamente, cual-

    quier produccin nativa es valiosa tanto por lo que dice, como por lo quepermite inferir y, en el caso especfico de los poetas y artistas plsticos, aquienes he entrevistado en medios urbanos, la lectura previa de sus obras yde las obras de los crticos, ha resultado clave para poder preparar las entre-vistas. Eso ha permitido conocer con precisin los problemas en torno a loscuales se centran los intereses de los informantes, obteniendo as un conjuntode temas sobre los cuales era lgico esperar que produjeran con facilidad undiscurso propio, amplio y rico en comentarios, a partir del cual podra iniciarla inferencia de sus contenidos culturales. En cualquier caso, aun cuando sonla convivencia y la observacin participante quienes en mayor medida nutrende cuestiones al entrevistador, apoyar las entrevistas en la observacin docu-mental del lugar es siempre necesario y enormemente til si conseguimos ac-tas y escritos profesionales o de las instituciones locales, documentos y escri-tos personales que los informantes mismos nos faciliten, como agendas,diarios, libretas de contabilidad o similares. Todo ese conocimiento as obte-nido nos ayuda a sumergirnos en la historia local, en la intrahistoria de losactores, en su vida cotidiana, en ese mundo suyo ante el cual brotan las pre-guntas que se nos plantean. Por otra parte, toda esa documentacin nos per-mitir formular preguntas y casos reales a modo de ejemplos sobre los cuales

    los actores tendrn mucho que decir.

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    mante en una nueva localidad, para ver en el taller la obra plstica de uno deellos en trance de finalizacin. Obviamente lo inicialmente preparado como

    entrevista termina transformndose en una serie encadenada de entrevistacualitativa en profundidad, entrevista de grupo, conversacin, observaciones yparticipacin que slo en parte caba prever la primera vez que la lgica de lasituacin lo hizo posible. A veces, en las conversaciones mantenidas durantelos trayectos, los actores vierten frases que condensan ejemplarmente algunode los elementos etnogrficos que perseguimos. Ni se trata de una entrevista,ni es posible grabarla, pero el hecho ilustra el modo como irrumpe la etnogra-fa que resulta relevante y a cuya ocurrencia hemos de amoldarnos, recordn-dola y anotndola lo antes posible. En realidad, lo que esos hechos revelan esalgo enteramente usual en todo trabajo de campo. Es el proceso de interaccinsocial el que marca la pauta para llevar a cabo nuestro trabajo. De ah que nopodamos concebir la entrevista como algo aislable del resto de tcnicas y pro-cesos del conjunto de una investigacin de campo. La preparacin, pues, noha de ser un diseo tan completo que ahogue la naturalidad social segn lacual se producen las situaciones en el contexto.

    Prepararse uno mismo y preparar al informante no son asuntos separablesde la preparacin del tema de la entrevista. Toda la preparacin, en el fondo,consiste tan slo en hacer lo necesario para crear un encuentro verdadero en-tre hombres que van a poner en comn sus experiencias de la vida. Las lectu-

    ras, los contactos y las presentaciones o la redaccin de una breve serie depreguntas, son solamente una parte de ese proceso cuya clave reside en elcambio de disposicin humana, en la apertura de la atencin, en la autentici-dad de nuestra actitud ante nuestros interlocutores. Slo esto permite ajustar-nos en cada caso a la especificidad de la situacin, del tema y de la personacon quien nos encontramos. El cambio de contexto, de tema e informante(pescadores, agricultores, pequeos empresarios, polticos locales, pintores,escultores, poetas, conversos, creyentes) exige del investigador cambios per-sonales que no son un simple aprendizaje de normas de trato, sino de ubica-cin y orientacin interiores. Cambios que le constituyen en sujeto que escu-cha a alguien y no en un mero recopilador de informacin. Del rigor, seriedady autenticidad con que logremos encarnar esa precisa y matizada actitud deescucha hacia ese alguien concreto que, en cada caso y tema, es nuestro inter-locutor depender la calidad de la entrevista. Tal tipo de actitud no puede si-mularse. El contenido de las actitudes se transparenta en la interaccin, demodo que es su verdad la que se transmite al interlocutor. De ah que la nicaforma de prepararse para ello sea la veracidad de nuestro cambio de posicio-namiento personal.

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    EL ENCUENTRO

    La realizacin de la entrevista ha de desarrollarse en coherencia con supreparacin. Lo que preside, por tanto, todo el proceso de la entrevista es sunaturaleza de encuentro humano y su insercin en un trabajo de campo msamplio que ella misma. Es responsabilidad del entrevistador crear esa situa-cin de encuentro a partir de la actitud descrita ms arriba. Es as como perci-bir el entrevistado que somos alguien merecedor del contenido humano queva a transferirnos a lo largo de la conversacin. Es este logro el que zanja eltan exagerado problema del uso del magnetfono o la cmara de vdeo para elregistro de la entrevista. Exagerado, porque es slo la insuficiente experienciadel inexperto lo que le dificulta crear con resolucin y veracidad una imagendigna de interlocutor, humana o moralmente capaz de recibir y comprender loque, como lecciones aprendidas de la vida, est dispuesto a relatarle el infor-mante. Evitar la suspicacia, las reticencias, las medias verdades, la simpledesconfianza o el engao es algo que depende ms de ese esfuerzo moral, ne-cesario para construir un verdadero encuentro humano, que del dominio prc-tico que el uso repetido de unos aparatos otorga. No es un logro que se alcan-ce centrando la atencin en nosotros mismos, sino abriendo radicalmente laatencin ante el entrevistado. Es esta actitud la que canaliza la empata y laque nos ayuda a ponernos en el lugar del otro.

    As y todo, algunos informantes prefieren que no se registre su voz o suimagen. Esto no impide el desarrollo de la entrevista. Slo dificulta el registrosonoro o visual de la misma y la posibilidad de una citacin literal posterior.Si ese registro fuese la nica justificacin de las entrevistas, podramos en es-tos casos reconocer un fracaso. En realidad cada medio expresivo slo es ca-paz de dar cauce a una parte del encuentro. Siempre quedan contenidos im-portantes que, por carecer de sonido no pueden grabarse, aunque s filmarse.Con todo, hay casos cuya filmacin siendo posible resulta del todo insufi-ciente. No olvidemos que tambin lo registrado con medios tcnicos alcanzasu sentido slo al percibir su relacin con un amplo conjunto de elementosdel contexto social, histrico y cultural ausentes por completo de una escenaregistrable. No hay cmara tan capaz como la memoria. Por ello es necesariounir siempre a toda entrevista, aun cuando haya sido grabada o filmada, la re-daccin de lo observado en ella y las reflexiones que al hilo de su realizacinse hayan ido produciendo.

    Del mismo modo que el entrevistador ha de construirse a s mismo en esasituacin de encuentro verdadero, tendr que reconocer al informante en suintegridad personal, con la dignidad que su lugar social le otorga en su con-texto y como alguien capaz de ensear todo aquello que de la cultura local

    pueda aprenderse. Encarnando esa actitud en su conducta, y probndola a lo

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    largo de toda la entrevista, es difcil que el discurso producido por el infor-mante carezca de autenticidad. Podr contener informacin errnea sobre he-

    chos, ya que el informante mismo puede estar mal informado, pero no podrsustraerse al tipo de interaccin que nuestra actitud le estar exigiendo de he-cho. La informacin equivocada puede corregirse contrastndola con la obser-vacin o con otras entrevistas, pero los contenidos humanos que busca el an-troplogo slo se producen si el informante pone de su parte un esfuerzomoral similar al nuestro. A ello se ve abocado por nuestra creacin de la rela-cin de encuentro en la interaccin establecida. La referencia que el infor-mante haga a sus valores en ese esfuerzo, poniendo en marcha el proceso se-mntico cultural, desplegar ante nosotros el panorama de su cultura. As escomo la actitud del entrevistador resuena en el entrevistado y, armonizandosus actitudes por la reciprocidad bsica de toda relacin social, acaban ambosproduciendo un discurso cuyo contenido apoya su densidad cultural en la cali-dad humana del encuentro. Es as, en la interaccin social de ese tipo de en-cuentro, como el informante percibe si la expectativa latente en el investiga-dor es la de recibir informacin novedosa, extica o de algn modo llamativao, por el contrario, la de conocer con objetividad lo que para el informanteconstituye su realidad; si su interlocutor es alguien inexperto o merecedor porsu seriedad de un respeto hacia su trabajo de entrevistador equivalente al queest sintiendo hacia su propio trabajo y persona.

    Si esa actitud y ese talante presiden el desarrollo de la entrevista, el estiloque finalmente sta asume es la naturalidad. Claro que el criterio para apreciaresa naturalidad debe ser el propio de los actores. Si esto se consigue, lo demsse produce sin necesidad de seguir regla especfica alguna. Obviamente nocabe registrar la entrevista sin el consentimiento de los entrevistados. Pero elmodo de preguntarlo o de pedir permiso vendr dado por la lgica de la situa-cin. El desarrollo posterior de la entrevista seguir un curso acorde con loque son las conversaciones en el contexto sociocultural en el que estemos tra-bajando. Esto no obsta para que sutilmente vayamos introduciendo los temasde nuestro inters en la conversacin, sin cortar ni abrumar a nuestros infor-mantes con un caudal de preguntas, sino cogiendo el paso o siguiendo el hilode sus argumentos. De hecho, una vez hemos presentado el tema ante el infor-mante, la mayora de nuestras preguntas no son propiamente tales, sino merosapoyos a su discurso con el fin de lograr que prosiga, que no pierda el hilo re-cordndole lo que l mismo ha dicho. Slo cuando percibimos que su propiodiscurso ha cubierto un tramo argumental, ha terminado un razonamiento, unadescripcin o el propio informante ha perdido inters por las ideas que se es-tn tratando, intentaremos introducir una nueva cuestin. Desde luego no esconveniente forzar al informante en ningn sentido: ni para que conteste a

    algo que no desea, ni para que diga algo que nosotros buscamos. En realidad

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    siempre obtenemos datos relevantes. La misma reticencia del informante o suocultacin de informacin son enormemente significativas. Cuando tropeza-

    mos con cierta resistencia a hablar sobre algo, la resistencia misma es la res-puesta. Esa es una manera cultural de tratar sobre eso en ese contexto y quenos avisa sobre la valoracin que recae sobre tal tema o problema.

    Claro est que durante la entrevista atenderemos tanto al conjunto de la si-tuacin, como a lo que el informante est contando. No podemos relajar laatencin confiando en que todo lo dicho va quedando registrado. Hemos deseguir atentos para contextualizar adecuadamente su discurso y poder extraernuevas preguntas de aquello que vamos comprendiendo. Con todo, es des-pus, al transcribir la entrevista y releer las notas sobre la observacin de lamisma, cuando tendremos que trabajar detenidamente el contenido del discur-so. Mientras realizamos la entrevista, como ya se apunt ms arriba, lo esen-cial es escuchar y abrir nuestra atencin a lo que se est diciendo, ante lo queest ocurriendo, a la distinta posicin relativa de cada uno de los actores queintervienen en el acto, si se trata de una entrevista con varios informantes, ascomo a las comparaciones que se disparan en nuestro interior como reaccinal contraste que resulta entre lo que conocemos y lo que los informantes nosvan revelando. As podremos tomar conciencia del choque cultural que im-pulsa el dilogo y controlar nuestra actuacin durante la ejecucin. Este sos-tn de la atencin en tantas direcciones a la vez no est reido con el esfuerzo

    moral antes sealado, ni con la necesaria naturalidad en la manera de condu-cirse en la interaccin. Es la velocidad mental del entrevistador atento la quelo permite y la que explica el cansancio al finalizar una jornada de trabajo decampo en la que aparentemente, segn las pautas locales, no ha sucedido nadafuera de lo normal. La sensacin es muy parecida a la que se tiene tras pasaruna tarde hablando en una lengua extranjera. An dominando la lengua de losactores, en ambos casos buscamos denodadamente comprender, comparamosy traducimos tanteando, atendiendo a la situacin y al tema, buscando en am-bos mundos semejanzas en las que apoyarnos para proponer nuevas variacio-nes de los elementos de lo conocido como modelos posibles o ensayos decomprensin de las diferencias.

    Sea cual fuere el tema, institucin, ritual, pauta, estrategia o problema dela disciplina que estemos estudiando, es muy probable que nuestro informanteocupe distintas posiciones ante el mismo segn las ocasiones y circunstanciasde la vida social. En la entrevista deberamos sondear la variabilidad de lossignificados que un mismo informante puede manejar en funcin de esoscambios de posicin. Igualmente, en cualquier ritual, institucin o tema, sernvarios y distintos los tipos de actores intervinientes. Deberamos entrevistar atodos esos tipos de actores al investigar sobre tales temas, con el fin de reco-

    ger las distintas perspectivas desde las cuales se construye colectivamente lo

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    que estamos estudiando. El estudio de cualquier tema, por tanto, requiere nouna, sino tantas entrevistas como fuere necesario para cubrir la pluralidad de

    roles y posiciones significativas segn la estructura social o la ms especficade la institucin, ritual o tema en estudio. Es ms, repitiendo las entrevistascon nuevos informantes iremos descubriendo aspectos antes desconocidoshasta llegar a un punto en la informacin o en la comprensin tal que lo apor-tado por nuevas entrevistas resulte ya sabido y redundante. Esa saturacin dela informacin puede servir como criterio para estimar la suficiencia de lamuestra etnogrfica recogida. Este proceso de repeticin de las entrevistas,aun cuando consume tiempo, va progresivamente acelerando y mejorando lainvestigacin ya que con cada entrevista no slo ganamos experiencia sobrela tcnica en cuestin, sino tambin sobre el tema, los informantes y su con-texto. Lo aprendido sobre el tema en una primera entrevista nos sirve paraplantear mejor el tema en una segunda, y as sucesivamente.

    Aun cuando es la experiencia del investigador, su conocimiento del lugar yde los actores lo que aconsejar tratar un tema en la intimidad o en grupo, eseste ltimo tipo de entrevista el que permite una simultnea observacin de ladiscusin del tema entre los actores. Tenemos entonces ocasin para observaren vivo varios puntos de vista sobre un mismo tema; cmo unos actores corri-gen la opinin de otros, la ponen en duda o la critican y en funcin de qu cri-terios o razones. Obviamente el inters de tales casos no reside en comprobar

    a quin finalmente se le da la razn. Toda la discusin nos est hablando dealgo ms que del tema mismo sobre el que versa la entrevista. Nos hace ver elsentido de las relaciones sociales que une y tensa a la vez a los actores; nosdescubre un mundo de intereses, de pequeos conflictos, de intenciones sola-padas, de usos locales del distinto carcter o talante de las personas; un uni-verso complejo en el que se anan y oponen a la vez distintos niveles de reali-dad. Nada de ello se graba, ya que no suena, ni se filma, pues aun cuando seperciba no se ve sino que se infiere al interpretar su significado.Y ello es posi-ble porque integramos lo observado en la entrevista en el ms amplio contex-to de la convivencia durante el trabajo de campo.

    Con todo, individual o de grupo, la entrevista preparada sobre ese tipo deactitud que hemos descrito, y realizada como un encuentro humano en el quese pretende suscitar un discurso autntico sobre la cultura de los actores, apor-ta algo ms y que es especfico del trabajo de campo intensivo: nos permiteser testigos del testimonio humano de los actores. Presenciar el testimonio delos actores, escuchar de su viva voz sus palabras, ver cmo surgen a vecescon la dificultad de quien confiesa un dolor, o de quien conteniendo su alegrao su fascinacin subraya an ms los sentimientos que perfilan lo que dice, noes un mero aadido romntico al trabajo de campo. Vivir en directo la pro-

    duccin del dato etnogrfico permite una honda insercin en la compleja glo-

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    balidad del contexto en el que se enraza el significado del discurso. De nuevola virtud epistemolgica de ese estilo de investigacin reside en una cierta

    suspensin de la discriminacin analtica, de la divisin en partes o elemen-tos, slo en ese momento de la produccin cientfica, retrasndola para mstarde. Si se prefiere, en el trabajo de campo propio de la Antropologa esa es-trategia de investigacin es para dejar que irrumpa la alteridad cultural en suplenitud. Sumergirse en su entera complejidad es el requisito para que a suvez responda la propia complejidad de la persona del investigador como pri-mer y bsico instrumento de investigacin, portador de una imagen de lo hu-mano, de una cultura y de una disciplina acadmica. Ese complejo contacto esel que abre el contraste que fundar la percepcin de diferencias y posibilitarms tarde la comparacin, ya que localiza el lugar de ocurrencia del problemaa estudiar. Ser despus, al estudiar la etnografa recogida, cuando el esfuerzoanaltico y discriminador, crtico y comparativo podr y deber tener lugar.Antes, es la contemplacin del testimonio del actor en la entrevista lo quepermite que un tipo de dato densamente contextualizado llegue as, en su inte-gridad, al entrevistador, sin perder esa riqueza de conexiones semnticas en ellugar, en la historia, en la estructura, en la vida y en la cultura que construyensu autntica naturaleza. No olvidemos que son datos relevantes de una entre-vista o de una observacin aquellos que, para producirse y constar, han de es-tar siendo sostenidos por la integridad personal de un actor, aquellos que slo

    nacen porque hay una persona real que los crea integrando una compleja plu-ralidad de elementos culturales en la unidad de una forma personal. No esta-mos buscando tasas, proporciones o annimas frecuencias de conducta. Sonotras las tcnicas adecuadas para conocer ese tipo de dato socio-estructural.Slo mediante el trabajo de campo, y en la especial relacin que establecemoscon nuestros entrevistados, cabe acceder a un tipo de contenidos humanosque slo nacen cuando alguien los encarna y que, por ello, no se comunican,no se transmiten ni se comprenden si no se pueden contemplar ejemplificadosen el sostn conductual de una persona. Es ese ejemplo o testimonio del entre-vistado lo que provoca en el entrevistador la experiencia de esos contenidosajenos, ya que es en la interaccin con el entrevistado como ste prueba consu conducta que los sostiene, que los crea al encarnarlos. Es pues en nuestrarelacin con el entrevistado como podemos llegar a conocer por experienciaesos contenidos humanos en torno a los cuales gravita su cultura. Por eso noexageran los antroplogos cuando alaban las ventajas del trabajo de campointensivo, ya que no se trata de idealizar una experiencia que les ha marcadocomo en un rito de trnsito, sino de la eficacia de una metodologa bien adap-tada para la aprehensin de un tipo de dato que no se alcanza si no es con ella.Dado que este tipo de dato etnogrfico requiere ese canal de transmisin ex-

    periencial, vivencial, nunca basta la transcripcin de la entrevista para hacer

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    constar su registro. Siendo la integridad de la persona el nico instrumento ca-paz de registrarlo, el entrevistador tendr que hacer uso de s mismo para

    grabar el encuentro en su memoria y recrear la experiencia en sus notas yen su escritura.

    LA TRANSCRIPCIN

    Transcribir la entrevista es, sin duda, la fase ms tediosa del trabajo. Paratranscribir una cinta magnetofnica de noventa minutos hay que invertir va-rias jornadas de trabajo. Aun cuando las condiciones de grabacin hayan sidobuenas, las palabras a medias, las autocorrecciones del informante, la distintaestructura del lenguaje oral en relacin al escrito, los cambios en el tono devoz, los pequeos ruidos, etc., acaban distorsionando algunas palabras y nosobligan a repetir una y otra vez su audicin. Si la entrevista es de grupo, aesos problemas se aade la superposicin de varias voces. Con el tiempo aca-ba uno aprendiendo a seguir cada voz, aislando mentalmente las otras. Repi-tiendo el esfuerzo con cada una de ellas, es posible transcribir todas las inter-venciones sin errores. Por cansado que resulte, conviene que sea el mismoinvestigador que realiz la entrevista quien se ocupe de transcribirla. Mientrasescucha su propia grabacin va reviviendo el encuentro y esa rememoracin

    le ayuda a descifrar las expresiones poco claras. Para comprobarlo basta conpedir a un tercero que transcriba una cinta ya transcrita por el propio entrevis-tador. Comparando ambas transcripciones se aprecia de inmediato la mayorcantidad de lagunas y errores en la segunda transcripcin.

    Estoy presuponiendo que transcribimos la totalidad de la grabacin tal cualha sido registrada en magnetfono o vdeo. A pesar de que habr unas partesms relevantes que otras, es mejor no ceder a la tentacin de transcribir slolo que en un primer momento consideramos importante. Esas partes que juz-gamos menos relevantes pueden resultar de gran inters para otro problemaque an no hayamos descubierto. Con todo son siempre partes de un todo encuyo seno tiene sentido lo que creemos ms relevante. Es luego, al estudiar latranscripcin, cuando nos daremos cuenta del peso relativo de cada expre-sin, argumento, figura o comentario del informante. Tampoco aqu, por tan-to, es bueno trabajar con prisas. La entrevista ha de ser transcrita sin editarla,sino en su ms emprica oralidad. Para ello ha habido autores 3 que han usadouna multitud de signos convencionales de transcripcin con los que distin-guen el tono de voz, su volumen, el nfasis, las pausas (hay quien incluso

    3 Vase Moerman, Michael, 1988: Talking Culture: Ethnography and Conversation Analy-

    sis, Philadelphia:University of Pennsylvania Press.

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    puntualiza las dcimas de segundo 4), las partes de dudosa transcripcin, el so-nido de la respiracin, la risa, etc. En esto, como en todo, lo mejor es encon-

    trar un sistema propio con el que el investigador se maneje bien. Comparandotranscripciones llenas de signos convencionales, con otras en las que, salvolos propios signos del lenguaje escrito no se han usado sino comentarios es-critos por el investigador aclarando el talante del discurso del informante y lasincidencias que afecten a su inteleccin, me han resultado estas ltimas lasms claras y fciles de trabajar con ellas. Sobrecargar de signos el texto de latranscripcin puede dar la impresin de que ya hemos realizado un trabajotcnico sobre la entrevista, cuando en realidad slo hemos creado una nuevabarrera para su comprensin. La forma que demos a la transcripcin ha de re-sultar fcilmente evocadora de la realidad que se intenta reproducir sobre elpapel. Para ello resultan ms eficaces los comentarios del investigador bienredactados y claramente distinguidos del texto del informante.

    Una vez transcritas las entrevistas conservaremos las grabaciones. De esemodo tendremos al menos tres tipos de documentos: la transcripcin escrita,la grabacin sonora y las observaciones de campo sobre el encuentro mismo.Esta pluralidad de documentos y su distinta naturaleza nos recordar siempreque, dados los objetivos de nuestro trabajo, la etnografa que hemos recogidono es tan slo palabras, sino que eso es el extremo visible del iceberg culturaly ste es el que queremos entender y en el que el discurso del actor tiene su

    fundamento y alcanza su sentido.Para trabajar el contenido de las entrevistas conviene dejar un margen am-plio a un lado de la transcripcin, con el fin de poder anotar en l llamadas aotras partes de la entrevista que traten del mismo tema o contrasten con l, opara llamadas bibliogrficas o del cuaderno de campo, relacionando as la en-trevista con la observacin o con la literatura antropolgica. Sobre todo, talmargen resulta prctico para ir anotando, como primer borrador, las primerasreflexiones sobre el contenido de la entrevista a medida que la vamos estu-diando. Claro est que lo que buscamos al trabajar as la entrevista es recono-cer su contenido, identificar todo lo que en ella resulta relevante como etno-grafa, y nada de eso se consigue tan slo leyendo y entendiendo lo dicho porlos informantes. Obviamente se es el primer y elemental paso, para el quenos habremos esforzado, oyendo cuantas veces sea necesario la grabacin,con el fin de transcribirla con absoluta fidelidad. Pero una vez transcrita hayque distinguir en ella distintos contenidos: lo que se dice, la intencin con quese dice, lo que se quiere decir, lo que no se dice, lo que se oculta o calla conuna intencin determinada; lo que en ella consta como hechos, como opinio-

    4 Stromberg, Peter G., 1993: Language and sef-transformation. A study, of the Christian

    conversion narrative. Cambridge, Cambridge University Press.

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    nes, como deseos, como lo que debera ser o suceder, esto es, como normasentida o creda por los informantes; lo que se afirma con rotundidad, lo que

    se supone, lo que se duda, lo que se niega; lo que se valora, lo que se critica,lo que se aprueba, y todo ello en sus distintos grados de excelencia o de re-chazo; lo que se dice de s mismo y de otros, en presencia o en ausencia delos mismos; lo que, teatralizando las situaciones, se dice ponindolo en bocade otros, ya que no slo se nos informa de lo que tal tercer actor dijo o hizo,sino tambin de la visin que el informante tiene de aquel actor a quien ahoranos representa. As podramos seguir distinguiendo distintos tipos de conteni-do en cualquier entrevista. A ello tendramos que aadir una muy especialatencin para ir detectando asociaciones, oposiciones, correlaciones, compa-raciones y contrastes que el propio informante establece entre categoras, va-loraciones, ideas, roles etc., ya que sas son algunas de las principales mane-ras de identificar las unidades culturales desde su perspectiva emic, fijndonosen qu asocia con qu o qu contrapone a qu otro elemento. Es as como em-pezamos a reconocer lo que en su visin de la realidad son unidades reconoci-bles.

    No quisiera sugerir que, transcrita la entrevista, el investigador debieraempezar a redactar listas de cosas dichas, de cosas deseadas, valoradas, aso-ciadas, etc.; nada ms lejos de un estudio sensato de la etnografa. De esemodo se perdera el acercamiento holstico y el sentido de su emprica unidad.

    Todo ese esfuerzo discriminador del contenido se ha de realizar sin romper suunidad. Se trata de discernir en la etnografa contenida en las entrevistas, node romper y aislar sus contenidos. Hemos de reconocer las unidades cultura-les nativas e insertarlas en el ms amplio contexto de su cultura. En vez, pues,de aislar lo discernido como contenidos, intentaremos hacer ms amplia ydensa su contextualizacin a lo ancho de los distintos mbitos de conducta,buscando cmo se asocia con otros elementos culturales o cmo se contrapo-ne, en qu otros procesos de simbolizacin interviene, etc. As, por ejemplo,si detectamos en las afirmaciones de los informantes una especfica manerade valorar la libertad entre los hermanos en el seno de la familia, entendidams que como capacidad de eleccin, como autonoma personal 5, buscaremossimilares concepciones en el mbito de la poltica local y en la conducta eco-nmica. Pero tambin en el mbito de sus creencias podemos percibir cmo laautonoma de quienes pueblan el panten religioso de los actores aparece re-creada por los actores mediante recursos al azar en sorteos rituales, cuyos re-sultados, al no ser controlables por los actores, constituyen una eficaz repre-

    5 Para una exposicin ms detallada, que sirva de ejemplo del modo como cabe estudiar losvalores a partir de la etnografa recogida en entrevistas, vase R. Sanmartn, 1999: Valores

    Culturales, Granada, Ed. COMARES.

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    sentacin de la alteridad y autonoma del personaje religioso que acta en elrito. Esa repeticin o constancia de una misma concepcin en distintos mbi-

    tos de conducta iremos estudindola a lo largo de todo el material etnogrfico,movindonos a travs del sistema cultural en toda su amplitud. Si en lo que laentrevista nos describe, esa concepcin de la libertad aparece asociada a unacierta manera de entender la igualdad, la solidaridad y la persona, buscaremossi en los dems mbitos de conducta concepciones similares se asocian delmismo modo o, por el contrario, surgen concepciones distintas o asociadas deotra manera. Acudiendo a la historia del lugar ser posible comprobar si esasdiferencias dependen de cambios sociales o si, ms bien, se relacionan con eldistinto mbito de conducta al que ahora atendemos. Es, pues, a lo largo deeste proceso cuando sometemos el contenido etnogrfico a una prolongada re-flexin, comparacin y comprobacin, en un momento posterior al del en-cuentro con los actores en el que, tanto por ello como por la transformacinde la experiencia de campo en documentos visuales, sonoros y escritos, se fa-cilita el uso de una distancia crtica y metodolgica. En el repetido recorridode esa distancia entre la vivencia de la alteridad cultural y la imagen del hom-bre, entre los problemas desvelados y el corpus de la disciplina, surgir la es-critura antropolgica.

    En la redaccin que finalmente construimos constan citas parciales de loregistrado en las entrevistas. Entonces, obviamente, se fragmenta la etnografa

    en su materialidad para engranarse en el hilo argumental con el que creamosnuestra interpretacin. Cada cita respeta la literalidad de lo registrado aunqueno reproduzcamos la integridad de una entrevista. Una reproduccin comple-ta, en apndice, no conseguira aportar al lector un mejor conocimiento de lacultura estudiada, ya que el lector carecera de los dems documentos y de lamemoria de toda la experiencia de campo vivida que ha permitido la redac-cin. En ese sentido el texto del antroplogo resulta ms revelador que unasupuesta neutral descripcin de la cultura ajena. Sin esa argumentacin nopodramos llevar al lector hacia el conocimiento, no podramos ponerle en ellugar desde el cual es posible enfocar la atencin hacia la cultura estudiada demodo que perciba su estilo, su figura, su forma, su sentido. No olvidemosque, segn veamos ms arriba, el conocimiento de la experiencia humana segesta siempre desde una referencia interpretativa, moral, poniendo en pers-pectiva a valores los hechos, la conducta, el discurso ajeno.

    BIBLIOGRAFIA

    MOERMAN, Michael (1988): Talking Culture: Ethnography and Conversation Analy-sis, Philadelphia: University of Pennsylvania Press.

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    (1998): La razn antropolgica y Antropologa creativa en C. Lisn (ed.),An-tropologa: Horizontes tericos. Granada, Editorial COMARES.STROMBERG, Peter G. (1993):Language and sef-transformation. A study of the Chris-

    tian conversion narrative. Cambridge, Cambridge University Press.

    RESUMEN

    La entrevista es una de las herramientas ms importantes para la investigacin enel trabajo de campo antropolgico. En el artculo se presenta la entrevista como un en-

    cuentro humano integral entre el entrevistador y sus informantes. Desde ese punto devista, la autenticidad del investigador y su actitud moral son tan cruciales como unaadecuada construccin del rol del investigador. Ms que en hacer muchas preguntas,la clave de la entrevista antropolgica reside en escuchar. Pero antes que preguntar yescuchar el investigador tiene que descubrir cuestiones relevantes, y eso implica la ne-cesidad de prestar una detenida y especial atencin al contexto de descubrimiento.

    ABSTRACT

    Interview is one of the most important tools for anthropological fielwork research.lt is conceived as an integral human meeting between the interwiever and the infor-mants. In such a view, the authenticity and moral attitude of the researcher is so cru-cial as it is the proper construction of the researchers role. More than asking a lot ofquestions, the key point of anthropological interwiev is listening. But before askingand listening, the researcher has to discover the relevant questions, and this impliesthat it is necessary to pay a slow and special attention to the context of discovery.