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LA EPÍSTOLA A LOS HEBREOS Y SU IMPORTANCIA PARA LA TEOLOGÍA ADVENTISTADR. FELIX CORTEZ pastor.adventistas.org/es

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LA EPÍSTOLA A LOS HEBREOS Y SU IMPORTANCIA PARA LA TEOLOGÍA ADVENTISTADR.

FELIX CORTEZ

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LA EPÍSTOLA A LOS HEBREOS Y SU IMPORTANCIA PARA LA TEOLOGÍA

ADVENTISTAF É L I X H . C O R T E Z 1

Para mi es un privilegio estar con ustedes esta mañana y poder compartir la pa-labra de Dios. Tengo el gusto de conocer al pastor Bruno Raso, quien es un amigo, y también quiero enviar un saludo a todos ustedes allí en Sudamérica. A muchos hemos podido conocerlos y bueno, esperamos un día disfrutar el reino de los cie-los todos juntos como hermanos.

El tema que se me ha pedido que enseñe tiene que ver con la importancia de la Epístola a los Hebreos en la teología adventista. Al compartir mi pantalla, podrán seguir el material que quiero mostrarles. Existen cuatro elementos que son impor-tantes para la teología adventista en la Epístolas a los Hebreos: 1) la teología del sábado, el reposo de Dios; 2) el ministerio intercesor de Cristo en el santuario ce-lestial, y relacionado con esto el tema de la seguridad de la salvación en Jesús; 3) el nuevo pacto, cómo Cristo ha inaugurado una nueva relación entre Dios y su pueblo, una relación en mejores promesas; y 4) la creación. En el tiempo que tenemos hoy solo podremos enfocarnos en dos elementos: la teología del sábado y el ministerio de Cristo en el santuario celestial.1 Profesor asociado de Nuevo Testamento en el Seminario Teológico de la Universidad Andrews, EE. UU. Ponencia presentada en el 1.º Simposio teológico in-ternacional “Identidad y misión”, organizado por la División Sudamericana de la Iglesia Adventista del Séptimo día, del 02 al 05 de noviembre de 2020. Transcripción hecha por Joel Iparraguirre.

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La teología del sábado, el reposo de DiosHebreos 4:9 dice: “Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios”. La palabra

para “reposo” aquí en este versículo es sabatismos; queda un reposo sabático para el pueblo de Dios. ¿Qué es lo que Hebreos está queriéndonos decir en este pasaje? Para entender el tema del reposo en esta epístola, tenemos que entender un poco el contexto del argumento de la epístola en general. La epístola tiene dos tipos de argumentos: 1) exhortación y 2) teológicos, de exposición. Los argumentos de ex-posición son los que yo menciono o muestro aquí está imagen. Existen básicamen-te tres grandes secciones de exposición en Hebreos: los capítulos 1 al 2 hablar acerca de Jesús como rey que ha sido entronizado a la diestra del Padre. Luego están los capítulos 5 al 7 que ha-cen referencia a Jesús como siendo designado el sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquise-dec. Jesús ha sido ungido e inaugurado como sumo sacerdote del santuario celestial. Finalmente, tenemos los capítulos 8 al 10 donde Jesús es descrito como el mediador de un nuevo pacto, una relación reinaugurada con Dios y funda-mentada en mejores promesas. Ahora estos tres elementos de exposición están basados en comparaciones. En Hebreos, Cristo Jesús es constantemente mostrado como mayor que personajes o instituciones del Antiguo Testamento. Así que tenemos en Hebreos 1 y 2 que Jesús es mayor que los ángeles, y esta comparación es importante porque los ángeles eran considerados gobernantes, eran conside-rados de poderes que regían y que dirigían, eran aquellos que estaban detrás de los grandes imperios de la antigüedad. Pero Jesús es mayor que los ángeles, Jesús está sentado a la diestra del Padre en el reino de los cielos. Jesús también en Hebreos 5 el 7 es mostrado como ma-yor que Aarón. Jesús es diferente a él porque Aarón es mortal, pero Jesús vive para siempre. Aarón tiene que ofrecer sacrificios por sí mismo, pero Jesús tie-ne una vida perfecta, es puro, santo apartado los pecadores, así que él no necesita ofrecer sacrificios por sí mismo. Además, su sacerdocio está basado no en la ley de la descendencia como era el sacerdocio de Aarón (sacerdocio levítico) sino que estaba basado en un juramento que Dios había hecho, un juramento que nunca podrá revocarse y por lo tanto el sacerdocio de Jesús es eterno, vive para siempre para interceder por nosotros. Después tenemos los capítulos 8 al 10, donde Jesús es mayor que Moisés porque Jesús ha inaugurado un pacto sobre mejores prome-sas, un pacto que se cumplirá. Así que este es el argumento que encontramos en Hebreos. Ahora ¿qué es lo que Jesús provee en Hebreos? Esto es muy interesante

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porque en esta epístola, Cristo Jesús como rey, ofrece el reposo al pueblo de Dios. Recuerden que Dios había prometido al rey David que su hijo iba hacer adoptado por Dios como su propio hijo. “Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo”, dice 2 Samuel 7:14. Pero dice dios que le va a dar reposo de todos los enemigos y al darle reposo al rey, él dará un lugar donde el pueblo de Israel habite confiadamente. Así que el rey, que es entendido aquí en Hebreos como el rey davídico, está ofrecien-do el reposo que había sido prometido en el pacto davídico. También encontra-

mos lo que dice los capítulos 5 al 7: el sacerdote Jesús, sacer-dote por el orden Melquisedec, ofrece lo que el antiguo

pacto no podía ofrecer: perfección. ¿A que se re-fiere esta perfección? Se refiere a una limpieza

completa, incluyendo la limpieza de nuestra conciencia. Esta limpieza significa la trans-

formación del corazón que hace posible la vida cristiana, que hace posible que obedezcamos la ley de Dios. Se refie-re al acto donde Dios pone la ley en nuestro corazón. Así que Jesús como sumo sacerdote hace posible la per-fección y gracias a esta perfección, gracias a esta limpieza que recibi-mos de Dios, podemos acercarnos confiadamente al trono de la gra-cia. Finalmente, Jesús como media-dor provee acceso; eso lo encontra-

mos en Hebreos 10:19 al 25, donde el acceso que Jesús provee es un acceso

a la presencia de Dios.Ahora, Hebreos 3:7 al 19 y Hebreos 4:1-

12, hacen eco del Salmo 95 que dice: “Si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestros co-

razones como en Meriba”. El texto dice que no permitirá entrar en su reposo aquellos que endu-

rezcan sus corazones. Ahora, esta idea es usada en Hebreos de dos maneras, una positiva y una negativa. He-

breos 3:7 al 19 utuliza al Salmo 95 para advertirnos que si la generación del desierto no pudo entrar por causa de su incredulidad, nosotros también no entraremos si somos incrédulos, si tenemos falta de fe. Así que es una exhortación a animarnos los unos a los otros para entrar en el reposo. Pero en Hebreos 4: 1 al 12 se utiliza el Salmo 95 en forma positiva, para animarnos. El hecho de que el pueblo de Israel no haya entrado en el reposo significa que ese reposo se mantiene disponible. Por lo tanto, hagamos todo lo posible para entrar allí. El fracaso de la generación del desierto no significa que el reposo no esté disponible. Fíjese lo que pasó con la generación el desierto:

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1 Vio la liberación divina por medio de poderosas “señales y prodigios” (Éxo 7:3, 9; 11:9; Deut 6:22; 7:19; 26:8; 34:11)

2 Escuchó la voz de Dios en el Sinaí (Éxo 19 al 20; Deut 5:22)

3 Hizo un pacto con Dios (Éxo 24)

4 Experimentó el cuidado de Dios = la nube (Éxo 13:22; 40:36 al 38; Núm 9:16 al 22), el agua de la roca (Éxo 17:1 al 7; Núm 20: 2 al 13), comida del cielo (Éxo 16; Núm 11), y juzgó a los rebeldes (Deut 11:1 al 7)

5 Se rebeló prácticamente al borde de la tierra prome-tida (Núm 14)

Por otro lado, en Hebreos 2:3 y 4 se nos dice que la audiencia también1 Había experimentado “señales y maravillas”

de Dios (Heb 2:3 y 4; 6:4 y 5)

2 Había escuchado la voz de Dios (Heb 1:1 y 2; 12:18 al 29)

3 Había recibido un nuevo pacto (Heb 8 al 9)

4 Estuvo en la entrada de la tierra prometida (Heb 10:36 al 39; 12:25 al 29)

5 Estaba siendo tentado a rechazar a Jesús, el líder que Dios había designado para ellos (6:4 al 6; 10:26 al 31)

Esto es lo que pasa con la audiencia, y esto bien puede aplicarse a nosotros hoy en día. Nosotros no somos de los que retrocedemos, sino de los que avan-zamos para salvación. Ahora, es muy importante que en-tendamos que el sábado del cual está hablando Hebreos 4:1 al 11. El reposo sabático es significativo porque el sábado provee la protec-ción estructural contra la apostasía tanto en el ámbito personal como en el comu-nal. El sábado, de manera personal, nos recuerda que Dios es nuestro creador y, por lo tanto, ha provisto todo lo que necesitamos. También nos recuerda que Dios es nuestro redentor y que ha provisto la solución a nuestros problemas espiritua-les con respecto al pecado. Eso es lo que nos recuerda el sábado. Pero también provee una protección estructural porque comunalmente, como comunidad, nos reunimos para animarnos unos a otros. Por eso el sábado es muy importante para protegernos de la apostasía. Ahora, si vamos más adelante, encontraremos que el reposo de Dios en el Antiguo Testamento era entendido de varias maneras. Al ir a los registros veterotestamentarios, nos daremos cuenta que el reposo de Dios era entendido, por ejemplo, como la tierra. El pueblo de Israel iba a la tierra donde

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ellos iban a descansar de sus enemigos. Era el reposo que Sios les daba. Así que la tierra es el reposo de Dios que da a su pueblo. Más adelante, en el Antiguo Testa-mento, encontraremos que el templo también es el reposo de Dios. Cuando el tem-plo de Salomón es construido, 2 Crónicas 6:40 y 41 nos dice que cuando el arca va entrar, Salomón le dice a Dios que entra en su reposo. En Isaías 66:1, Dios se refiere al templo como el lugar de su reposo. Pero el sábado también es el reposo de Dios de acuerdo al testimonio bíblico. El sábado es el día en que Dios descanso de la obra que había hecho y reposó y nos invitó a reposar con él, así que en el Antiguo Testamento el reposo de Dios puede ser descrito de tres maneras: 1) la tierra, 2) el templo y 3) el sábado.

Al ir al Salmo 95, el cual es citado en Hebreos 3 y 4, el reposo también implica los tres elementos antes mencionados. Los versículos 1 al 3 señalan una invitación a entrar al templo para adorar a Dios. Los versículos 4 al 7a muy probablemente indi-can una invitación para adorar a Dios como creador en día sábado. En la tradición judía, el Salmo 95 desde tiempos muy antiguos ha sido —probablemente yendo hacia atrás hasta el siglo primero de nuestra era— muy significativo ya que el sá-bado era recitado, cantado para darle la bienvenida al sábado. Pero también en los versículos 7 al 11 se revela el reposo de Dios como en la tierra, porque el versículo 7 dice: “porque él es nuestro Dios”, nuestro salvador, y “nosotros, el pueblo de su prado y ovejas de su mano”. ¡Dios es el creador! Al avanzar, el versículo 8 dice: “Si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestro corazón como en el día de Masah en el de-sierto, donde me tentaron vuestros padres, me probaron y vieron mis obras”. Aquí el texto hace referencia a los 40 años cuando Dios estuvo disgustado con la nación. “Es pueblo que divaga de corazón y no ha conocido mis caminos. Por tanto, juré en mi furor que no entrarían en mi reposo” (vers. 10 y 11). Una vez más encontramos aquí que también la tierra es parte de este reposo. Así que al ir a la Epístola a los

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Hebreos, su estructura general presenta a la tierra (3:7 al 19), al sábado (4:1 al 11) y el santuario (4:14 al 16) relacionados con el reposo. Todos estos son una tierna in-vitación que Dios hace hoy a la humanidad. Pero una mirada más profunda a esta epístola nos muestra que el concepto de “mi reposo” es parte de los elementos antes mencionados:1. Sábado (caps. 1 al 4). Entramos por la fe

2. Santuario (caps. 5 al 10). La sangre de Cristo nos ha abierto un camino a través del velo para estar delante de la presencia de Dios

3. Tierra (caps. 10 al 13). Debemos ejercer la fe como Abraham y los padres del pa-sado, porque ellos iban a la patria celestial, la ciudad con fundamentos

¿Qué es “mi reposo” en Hebreos? El reposo sabático de Hebreos 4 que es presen-tado en los capítulos 8 al 10 como el santuario celestial y como la herencia celestial en los capítulos 11 al 13, funciona en el argumento de la epístola como un símbolo de todos los beneficios del nuevo pacto que Jesús ha hecho disponible para noso-tros por su gracia.

El sábado y la tierra solo son estructuras concretas que hacen el descanso posi-ble.1. Tierra. Dios les dio la tierra para que puedan estar con su pueblo (“cómo os tomé

sobre alas de águilas, y os he traído a mí”, Éxo 19:4; también 33:14). Dios les dio la tierra para que estuviesen en paz, sin ser molestado por sus enemigos para que el pueblo de Israel pueda tener una relación íntima con Dios. Así que la tierra no es el reposo, al contrario, la tierra hace posible el reposo, porque la tierra es el lugar donde el pueblo está protegido, es el lugar donde el pueblo puede encon-trarse con Dios.

2. Jardín del Edén. Este jardín no es el reposo, peo Dios lo crea y pone allí a Adán y Eva y les dice que quiere que le dediquen un día, el sábado. En este día Dios de manera especial buscar tener una relación más intima con su pueblo.

3. Sábado. Es un día de convocación santa, un lugar en el tiempo. Un día en el que nos encontramos con Dios. La señal del pacto (Éxo 31:13)

Estos tres elementos hacen posible el reposo, pero no son directamente el repo-so, porque, por ejemplo, el sábado es un espacio de tiempo en el cual podemos descansar en Dios. Así que el reposo sabático para nuestro autor, la observancia del sábado, concretiza las bendiciones del nuevo pacto que la fe en el sacrificio de Jesús hace posible para nosotros. Cuando uno adora a Dios en sábado, esa persona está diciendo que es salvo por gracia, que Dios salva por la fe y no en los méritos humanos. Esto es salvación por gracia, justificación por la fe, la señal del pacto antiguo y del nuevo. ¡Es una señal entre Dios y su pueblo! Este concepto está en completa oposición a la identificación posterior entre algunos padres de la iglesia respecto a la observancia del sábado como la personificación de las prácticas del

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antiguo pacto que han pasado (por ejemplo, Ignacio en el siglo 2. d. C., señaló que guardar el sábado implicaba una vida de acuerdo “a las prácticas antiguas, en opo-sición a la “nueva esperanza” traída por el Señor [Magn. 9.1]). Esto es algo comple-tamente erróneo, pues en Hebreos el sábado es la concretización de la experiencia de la salvación en el nuevo pacto. Esto está en paralelo con lo que tenemos en He-breos 8 al 10, 11 al 13. Así como el sábado le fue dado a Adán y Eva para descansar, pero era santo para el Señor, la tierra le fue dada a Dios como herencia pero Dios retuvo su posesión final. Los israelitas no podían hacer con la tierra lo que ellos quisieran, o dedicarla a la idolatría porque la tierra pertenecía a Dios (Lev 25, esp. vers. 23). De la misma manera, el sábado fue creado para nosotros pero Dios retie-ne posesión de él. El sábado fue creado para el hombre, pero no le pertenece al hombre. Dios lo retiene porque le pertenece, es una forma de protegerlo. Uno no puede hacer el sábado lo que le plazca. El reposo sabático no solo conmemora las victorias de Dios en el pasado, sino que también celebra las promesas de Dios para el futuro. El sábado nos lleva a mirar hacia el futuro donde Dios hará nuevos cielos y nueva tierra. Las dos cosas que Dios llama “su reposo”, se refieren a lugares en el espacio y en el tiempo que Dios ha separado para encontrarse con nosotros. Esto nos habla acerca de quién es Dios.

Volviendo a la pregunta, ¿qué es “mi reposo” en Hebreos? Es el reposo que Dios experimentó en el Edén (4:3 al 5). Pero Hebreos dice que ese reposo no terminó cuando Adán y Eva salieron del Edén. Nosotros podemos experimentar ese repo-so por la fe (4:3). Podemos entrar en él “hoy”, que es un nuevo día de oportunidad (4:6 y 7). Hebreos 4:8 nos dice también que Israel no entró en el reposo porque la “tierra” no es lo mismo que “reposo”. Como ya señalamos, la tierra hace posible el

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reposo, pero Israel nunca como pueblo entró en una relación completa con Dios como era requerida. Así que el sábado y la tierra son la estructura o el marco que hace posible el reposo. El reposo puede ser un símbolo de las promesas del nuevo pacto (4:9 al 16). El sábado concretiza la experiencia de salvación y anticipa la ex-periencia del nuevo mundo.

¿Qué significa esto para la observancia del sábado?1. El descanso físico no es suficiente

2. Necesitamos disfrutar las bendiciones del nuevo pacto

3. Es el tiempo en el que Dios pone sus leyes en nuestros corazones

4. Es el tiempo para entrar en su presencia porque nuestra relación con Dios ha sido restaurada

5. Es el tiempo para experimentar el perdón divino

6. Se entra en este reposo por medio de la fe

7. El reposo sabático debería ser el clímax de nuestra experiencia de salvación por fe

8. Es un avance o cuota inicial para la experiencia del cielo

Sin embargo, en la iglesia cristiana el sábado se convirtió en un día de ayudo y el domingo en un día de celebración. Este fue uno de los primeros pasos hacia la observancia del domingo. El día de ayuno y peticiones hizo que el sábado sea un día de tristeza y el domingo un día de alegría. Aunque no está mal ayudar en sá-bado, deberíamos ayunar y pedir más entre la semana como una preparación para el sábado, ya que el sábado debe ser una celebración de las respuestas a nuestras oraciones y ayuno. ¡El sábado debería ser la celebración de lo que Dios ha hecho por mi!

Entender la importancia del sábado es vital porque de esta manera, solamente aquellos que entiendan y experimenten la realidad del sábado podrán mantenerse observando el sábado en el tiempo del fin. ¿Por qué? Porque en el tiempo del fin, el sábado será el elemento de disputa entre Dios y Babilonia.

El ministerio sacerdotal de Cristo en el santuario celestialComo hemos señalado, Hebreos muestra tres argumentos que presentan a Jesús

como rey (caps. 1 y 2), sacerdote (caps. 5 al 7) y mediador (caps. 8 al 10). También dijimos que Jesús, como rey, provee el reposo (caps. 1 al 4); como sacerdote provee perfección (aquí se refiere a la limpieza, a la justificación por la fe; caps. 5 al 7); y como mediador provee acceso al santuario celestial (caps. 8 al 10).

Es interesante e importante que entendamos que todos estos elementos que Jesús provee, ocurren en dos etapas. El descanso espiritual es inaugurado cuando noso-tros creemos en Cristo y lo aceptamos por fe (caps. 1 al 4). Allí descansamos espiri-

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tualmente, pero esta realidad no es completa todavía. El sábado se consumirá cuando Jesús venga y nos lleve a morar en la patria celes-tial para estar con él (10:35 al 39). Allí recién tendremos un descanso completo, consuma-do. Lo mismo ocurre con la santificación. En Hebreos 5 al 7 encontramos que Dios quiere poner su ley en nuestro corazón del pecado y quiere limpiar nuestra conciencia. Esto es una realidad cuando uno acepta a Jesús hoy por fe, pero esto es solo una realidad inau-gurada. Sin embargo, la naturaleza humana pecaminosa todavía no ha sido erradicada de nuestra vida. Así que cuando Jesús venga por segunda vez, nuestros cuerpos serán transfor-mados en gloria (semejantes a la de la gloria de Cristo, dice el apóstol Pablo; 12:24). Esto es lo que las Escrituras nos presentan como glo-rificación. Por último, Jesús hoy nos da acceso al santuario por la fe, por medio de la oración, por su intercesión (caps. 8 al 10); pero cuando estemos en el reino de los cielos, estaremos con él personal y corporalmente delante de la presencia de Dios (cap. 12:25 al 28).

Ahora vayamos a Hebreos 6:16 al 20:

“Los hombres ciertamente juran por uno mayor que ellos, y para ellos el fin de toda controversia es el juramento para confir-mación. Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, in-terpuso juramento, para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consue-lo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros. La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo, donde Jesús entró por nosotros como pre-cursor, hecho Sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec”.

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Aquí podemos hablar de la seguridad de la salvación por medio del ministerio intercesor de Cristo Jesús. Estos textos nos dicen cuatro cosas de manera especial que deseamos analizar.1. Dios interpuso juramento (vers. 17)

2. Dos cosas inmutables (vers. 18)

3. Un ancla que penetra dentro del velo (vers. 19)

4. Jesús como nuestro precursor (vers. 20)

¿Qué es lo que apóstol Pablo nos quiere decir con esto? ¿Qué es el juramento del versículo 17? En la antigüedad, un documento, una promesa era firma cuando se hacía un juramento. Hoy diríamos que un acuerdo, una promesa entre dos perso-nas cuando se hace un documento y se firma ante un notario, lo que le da un valor legal o jurídico. Y el romper un contrato puede llevar a una persona a sufrir pena-lidades. Lo interesante en Hebreos es que Dios quien firma este pacto, promesa o juramento. ¿Pero a qué se está refiriendo el apóstol en este versículo? En los versículos 13 al 14, veremos una pro-mesa que se le hizo a Abraham, y si leemos con atención el argumento desde el capítulo 5 al 7, notaremos que Dios está hablando de un juramento diferente. Dios está hablando del juramento que le hizo al Mesías: “Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec” (Heb 5:6). Esta promesa es el centro del ar-gumento de esta sección. De he-cho, Hebreos 7 es una descripción de lo que significa esta promesa. Sin embargo, al ir a Salmo 110:4, encontraremos que allí también hay una promesa basada en un juramento. Este argumento fue hecho en la ascensión de Jesús, y fue hecho por Dios a Jesús para nuestro beneficio. Jesús es para siempre nuestro intercesor. El Tal-mud babilónico dice: “Dijo Moisés ante el Santo, bentido sea él: ‘Señor del universo, si les hubieras jurado por el cielo y la tierra, podría haber dicho que así como el cielo y la tierra serán nulos, tu juramento será nulo’. Pero ahora que has pres-tado juramento por tu gran nombre, así como tu

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gran nombre vive y perdura por los siglos de los siglos, así tu juramento perdura por los siglos de los siglos” (b. Ber. 32a). Dios nunca podrá echarse para atrás, como se dice coloquialmente. Dios no podrá revocar este jura-mento porque está basado en sí mismo y es para siem-pre.

Por otro lado, señalamos que hay dos cosas inmuta-bles (vers. 18) que hacen imposible que Dios mienta. Una es el pacto davídico y Dios no puede retractarse de este pacto. Pero en Hebreos 6:13 al 15 tenemos una des-cripción del juramento hecho a Abraham. “Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto y no me has rehusado a tu hijo, tu único hijo, de cierto te bendeciré y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; tu descendencia se adueñará de las puertas de sus enemigos. En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz” (Gén 22:16 al 18). Así que hay dos juramentos que Dios hace por sí mismo y que son la esperanza de nuestra salvación. Estos son el juramento hecho a Abraham y el otro a David.

¿Por qué dice el autor de Hebreos que el juramento de Dios es una garantía que entra dentro del velo? Bueno, dentro del velo está el trono de Dios y este trono está fundamentado sobre su justicia. Dios no puede mentir, porque si él lo hiciera, el fundamento de la justicia del trono de Dios se destruiría. Su carácter divino se vería afectado. ¡Por eso Dios tiene que guardar su juramen-to! Si vamos a Éxodo 32:9 al 34, veremos que cuando el pueblo de Israel pecó al construir y adorar un becerro de oro, Dios le dice a Moisés que su pueblo ha pecado gravemente y por lo tanto tiene que ser destruido. Pero Moisés le dice a Dios que él no puede hacer eso. En pri-mer lugar, porque la gente entendería que Dios los sacó de Egipto para ser destruidos en el desierto. En segun-do lugar, Moisés le dijo a Dios que debe acordarse de “Abraham, de Isaac y de Israel, tus siervos, a los cuales has jurado por ti mismo y les has dicho: ‘Yo multiplica-ré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y le daré a vuestra descendencia toda esta tierra de que os he hablado, y ellos la poseerán como heredad para siempre’” (Gén 32:13). Si Dios los destruía, habría que-

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brado su pacto, habría fallado a su juramento. Es por eso que Moisés intercede por su pueblo. Por lo tanto, el juramento hecho a Moisés es el ancla de la esperanza del pueblo de Dios, es lo que impide que el pueblo sea destruido. Si vamos al Sal-mo 89: 34 al 37, veremos que el salmista también intercede por el pueblo de Dios.

Dios tiene que cumplir ya que él no puede quebrantar su pacto. Es por ello que Dios envía a su hijo para cumplir el juramento, para que luego se siente a su dies-tra como representante, la persona en quien se cumplan las promesas divinas. Asi-mismo, envía a su hijo como la simiente de Abraham (cf. Gál 3:13 al 16). Por lo tanto, Jesús personifica el juramento de Dios para nosotros. Él es en quien se cumple el juramento hecho tanto a Abraham como a David. Él es el hijo de David, el Mesías que será llamado hijo de Dios y cuyo trono nunca tendrá fin. No hay velo, no hay nada que separe a Dios de Jesús. Él es nuestro representante perfecto. Y por causa de que Jesús entra dentro del velo, entonces tampoco hay velo entre Dios y noso-tros. Ese velo se partió en la cruz (Mat 27.51) y por causa de ello hoy podemos entrar abiertamente al trono de la gracia. Jesús confirma entonces que las promesas son reales, él es nuestro precursor.

Miren lo que Dios le había dicho a Salomón (recuerden que este rey es el primer hijo de David que se sienta en el trono después de que Dios hizo su pacto con Da-

vid): “En cuanto a esta casa que edificas, si caminas en mis preceptos, cumples mis de-cretos y guardas todos mis mandamientos andando en ellos, yo cumpliré contigo mi palabra, la que dije a David, tu padre: Ha-bitaré en medio de los hijos de Israel y no abandonaré a mi pueblo Israel” (1 Rey 6:12 y 13). En otras palabras, si el rey es fiel, todos sus súbditos reciben los beneficios. Si el rey es leal a Dios, Dios habitará en nuestro me-

dio y nunca nos abandonará. Es por ello que la fidelidad del rey cuenta para noso-tros, pues asegura nuestra salvación. Como bien señala Gileadi, “el pacto davídico eliminó la necesidad de que todo Israel, hasta un hombre, mantuviera lealtad a YHWH para merecer su protección” (The Davidic Covenant, p. 160). “Con David”, dice Brueggemann, “el ‘sí’ condicional ha desaparecido… En esta asombrosa promesa, YHWH ha firmado un cheque en blanco para la empresa David y ha cambiado radi-calmente los fundamentos teológicos de Israel” (First and Second Samuel, p. 257).

Para que nosotros podamos recibir estas promesas que el hijo de David recibe, es decir Jesús, tenemos que estar en Jesús. Tenemos que ser parte de su pueblo. “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Rom 8:1). Si uno no está en Jesús, no importa cuán buena sea, no habrá salvación para esa persona. Jesús es el ancla de nuestra esperanza. “Así como en Adán todos mue-ren, también en Cristo todos serán vivificados” (1 Cor 15:22).

Estos son los medios que Dios utiliza para nuestra salvación.Quiero terminar con una cita de Elena G. de White que a mi me encanta: “La mi-

rada del Salvador parece penetrar el cielo mientras vuelca los anhelos de su alma

❝Para que nosotros podamos recibir estas promesas que el hijo de David recibe, es decir Jesús, tenemos que estar en Jesús.

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en oración”. Jesús ha sido bautizado, salió del agua y se arrodilló en la rivera para pedirle a Dios lo siguiente: “Pide el testimonio de que Dios acepta la humanidad en la persona de su hijo. Nunca antes habían escuchado los ángeles semejante oración. Ellos anhelaban llevar a su amado Comandante un mensaje de seguridad y consuelo. Pero no; el Padre mismo contestará la petición de su Hijo”. El hijo pide a Dios que le muestre una evidencia de que Dios está aceptando a la humanidad en su persona (del Hijo). Entonces los ángeles quieren llevar el mensaje de acep-tación, pero no lo hacen. ¡Es Dios quien lo hace! Desde el Sinaí cuando Dios ofreció la ley no había hablado directamente al hombre, así que ahora se abren los cielos, se parte el velo y Dios habla a nosotros. Dios Padre personalmente contestó la pe-tición de su hijo. “Salen directamente del trono los rayos de su gloria. Los cielos se abren, y sobre la cabeza del Salvador desciende una forma de paloma de la luz más pura, emblema adecuado del Manso y Humilde” (El Deseado de todas las gen-tes, p. 86). Y esto es lo más importante: “Y las palabras dichas a Jesús a orillas del Jordán: ‘Este es mi Hijo amado, en el cual tengo contentamiento’, abarcan a toda la humanidad. Dios habló a Jesús como nuestro representante”. A pesar de “todos nuestros pecados y debilidades, no somos desechados como inútiles. Él nos hizo aceptos en el Amado. La gloria que descansó sobre Jesús es una prenda del amor de Dios hacia nosotros” (Ibíd., p. 87).

Cuando nos acercamos a la presencia de Dios para pedir su ayuda, perdón de pe-cados o ayuda en cualquier cosa que le pidamos, Dios está comprometido por un juramento a responder nuestras peticiones. Él no puede ignorarnos porque él ha jurado a Cristo Jesús como nuestro representante. Jesús ha sido fiel y él ha cum-plido la parte del pacto. El pacto se ha cumplido en él, así que él debe recibir por juramento las bendiciones de Dios, el reposo que necesitamos. Si Dios no nos da lo que le pedimos, no es porque Dios no quiera cumplirlo, es porque Dios tiene me-jores cosas para darnos, o porque en este momento lo que estamos pidiendo no nos conviene, o porque si esperamos él tendrá algo mejor. Él está comprometido bajo juramento para aceptar nuestras peticiones y contestarlas así como contesta las peticiones de su hijo amado en quien tiene contentamiento.

Este artigo foi transcrito pelo Pr Carlos Henrique Nunes - USBDiagramação: Marcos Castro

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