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LA EQUIDAD DE GÉNERO EN EL MÉXICO DEMOCRÁTICO DEL SIGLO XXI: UNA EVALUACIÓN DE LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA Y LA INCLUSIÓN SOCIAL DE LAS MUJERES MEXICANAS DOCUMENTO METODOLÓGICO

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LA EQUIDAD DE GÉNERO EN EL MÉXICO

DEMOCRÁTICO DEL SIGLO XXI: UNA EVALUACIÓN DE LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA Y LA INCLUSIÓN

SOCIAL DE LAS MUJERES MEXICANAS

DOCUMENTO METODOLÓGICO

ÍNDICE

Introducción

1

1. Justificación del tema 4

2. Objetivos de la investigación 7

3. Planteamiento y delimitación del problema 8

4. Preguntas de investigación 12

5. Marco teórico-conceptual de referencia 12

6. Formulación de hipótesis 52

7. Comprobación-falsación de las hipótesis (pruebas empíricas o

cualitativas)

53

Conclusiones y nueva agenda de investigación 66

Fuentes de información 80

INTRODUCCIÓN

La investigación titulada “La equidad de género en el México democrático

del siglo XXI: una evaluación de la participación política y la inclusión

social de las mujeres mexicanas” tiene como objetivo general evaluar la

política de promoción de equidad de género en nuestro país durante los

primeros años del presente siglo, en el marco del proceso de consolidación

democrática que ha vivido México desde la ruptura con la hegemonía

autoritaria del Partido Revolucionario Institucional (PRI).

El marco teórico-conceptual que fundamenta esta investigación se basa a

grandes rasgos en la denominada perspectiva de género, ya que

consideramos que dicho enfoque, por su naturaleza democrática- es el más

adecuado para abordar integralmente cualquier estudio o análisis social,

particularmente, aquellos referidos a la situación de las mujeres.

Considerando que la valoración del estado de la democracia en cualquier

país parte, tanto de la situación en la que se encuentran los aspectos

formales -como el tipo de sistema político, la fortaleza de las instituciones,

la promoción de valores democráticos, el respeto de los derechos humanos,

la robustez del Estado de Derecho, la existencia y el respeto de normas y

leyes, etc.- así como de las condiciones reales de vida de la población; esta

investigación incluye la evaluación de mecanismos jurídico-institucionales

que promueven el principio de la equidad de género en México y la

1

evaluación del nivel de participación política e inclusión social de las

mujeres mexicanas a partir de circunstancias concretas y cotidianas.

De esta manera, se toman en cuenta y se reconocen los avances formales

que ha habido en la construcción de una sociedad democrática que

debería incorporar y reproducir un principio tan fundamental como la

equidad de género, pero sin olvidar y, por lo tanto comprobar, que en

muchos casos la realidad discrepa mucho de lo que institucionalmente se

encuentra establecido.

En esta lógica la hipótesis central que guía esta investigación sostiene que

en el México democrático del siglo XXI, a pesar de los avances y

compromisos adquiridos por el gobierno en materia de equidad de género,

existe un desfase entre los mecanismos jurídico-institucionales

establecidos y los resultados concretos de la situación desfavorable que

viven las mujeres mexicanas.

Respecto a la identificación de los mecanismos jurídico-institucionales que

promueven la equidad de género en México se seleccionaron mecanismos

internacionales y nacionales, entre los que destacan, para el primer caso,

aquéllos que han derivado del sistema de las Naciones Unidas y, para el

segundo, desde la Constitución Política hasta leyes e instituciones más

concretas que han sido diseñadas para favorecer a las mujeres.

2

Por su parte, los apartados dedicados a la evaluación del nivel de

participación política e inclusión social de las mujeres en México se

basaron en datos empíricos, proporcionados por instituciones y

organismos nacionales e internacionales dedicados al tema, tales como el

Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), el

Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Comisión

Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Unión

Interparlamentaria (UIP).

Este documento de carácter metodológico, se presenta con el objetivo de

orientar al lector sobre la forma en que fue diseñada la investigación, los

fundamentos teóricos que la sustentan, la relevancia del tema de estudio,

los objetivos planteados, la delimitación y el planteamiento preciso del

problema a estudiar, las preguntas de investigación y las hipóteisis

desprendidas de éstas. Asimismo, se puntualiza la forma en que se

constataron y falsearon las hipótesis que guían este estudio y se presentan

las conclusiones del mismo.

3

1. Justificación del Tema

Conocer la situación de las mujeres mexicanas en el México democrático

de nuestros días es de suma importancia, ya que a partir del nivel de

participación política e inclusión de éstas en la sociedad, puede

establecerse en qué grado de democratización se encuentra realmente el

país. En este sentido, la equidad de género, entendida como el acceso de

todas las personas a la igualdad de oportunidades, se presenta como un

indicador y un referente que permite evaluar el tipo de democracia y/o el

nivel de democratización que se está desarrollando.

Si bien el proceso de transición democrática que ha sufrido México,

particularmente desde la alternancia en el poder del Partido Acción

Nacional (PAN) en los comicios del 2 de julio de 2000, ha ido acompañado

de ciertos avances políticos y sociales que han vislumbrado un camino

hacia la construcción de una sociedad democrática, existen todavía ciertos

resquicios como la falta de representación femenina en el proceso de toma

de decisiones y la situación desfavorable que viven muchas mujeres en el

marco de una cultura patriarcal, que muestran el atraso y la fragilidad de

nuestro sistema democrático.

En otras palabras, si se considera que el tipo de democracia que se desea

construir en México es una democracia de ciudadanía, definida ésta como

“una forma, sí, de elegir a las autoridades, pero además una forma de

organización que garantice los derechos de todos: los derechos civiles

4

(garantías contra la opresión), los derechos políticos (ser parte de las

decisiones públicas o colectivas) y los derechos sociales (acceso al

bienestar)”1; la equidad de género en la sociedad debe ser concebida como

un valor y una práctica fundamentales para lograr dicho objetivo.

Con base en lo anterior, la evaluación de la situación de las mujeres en

México, sobre todo lo referente a su incorporación a la esfera pública y al

ejercicio pleno de sus derechos humanos, es de gran relevancia,

atendiendo a las siguientes razones:

• La consolidación y el fortalecimiento de la democracia en

México depende en un grado importante de la plena

participación de las mujeres en la sociedad, lo cual a su vez

implicaría la promoción y la puesta en marcha de valores

democráticos como la equidad, la justicia, la libertad, la

tolerancia, la no discriminación y la no violencia.

• Más del cincuenta por ciento de la población en nuestro país

son mujeres2, por lo que su participación equitativa en el

1 En PNUD, La democracia en América Latina: Hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Magna Terra Editores, Guatemala, 2004, p. 16. 2 53.0 millones de mujeres de 103 millones de personas, según los resultados definitivos del II Conteo de Población y Vivienda 2005 del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), en www.inegi.gob.mx/est/contenidos/espanol/proyectos/conteos/conteo2005/default.asp?c=6224, 27 de julio de 2006.

5

proceso de toma de decisiones es indispensable para lograr

políticas públicas exitosas en beneficio de toda la población.

• A pesar del proceso de ciudadanización de la mujer en nuestro

país y de los avances en materia de democratización política,

el sector femenino sigue estando subrepresentado en el

ejercicio del poder.

• Fenómenos como la violencia contra la mujer y la feminización

de la pobreza son elementos de exclusión social que impiden la

plena participación e inclusión de las mujeres en el desarrollo

integral y el progreso de la sociedad.

Por lo tanto, conocer cuál es el trato y cuáles son las oportunidades que el

Estado y la sociedad en su conjunto proporcionan a las mujeres –sector de

la población que históricamente ha sufrido discriminaciones y opresiones-

para desarrollar una vida digna y plena, es una tarea de suma importancia

para Convergencia en aras de contribuir a la realización de diagnósticos

sociopolíticos adecuados que sirvan de base para el diseño de mejores

políticas que reditúen finalmente en la construcción de una verdadera

democracia.

6

2. Objetivos de la investigación

Objetivo general

Evaluar la política de promoción de equidad de género en el

México democrático del siglo XXI, a partir del nivel de

participación política e inclusión social de las mujeres mexicanas.

Objetivos específicos

Identificar los mecanismos jurídico- institucionales que ha

establecido el gobierno mexicano para promover la equidad de

género a partir del año 2000 en materia de participación política e

inclusión social de las mujeres.

Conocer los instrumentos internacionales a favor de la mujer que

han servido de respaldo al Estado mexicano para establecer

políticas encaminadas a promover la equidad de género en

materia de participación política e inclusión social de las mujeres.

Demostrar que, pese a los avances y garantías jurídico-

institucionales con relación a la participación política de las

mujeres en el proceso de toma de decisiones, este sector sigue

subrepresentado.

7

Exponer que la violencia contra la mujer y la feminización de la

pobreza son fenómenos que atentan contra los derechos

humanos de la mujer, impidiendo su plena participación e

inclusión en la sociedad en condiciones de igualdad.

3. Planteamiento y delimitación del problema

La irrupción de la mujer en la vida pública ha sido uno de los eventos más

trascendentales del siglo XX. Los movimientos feministas de mediados del

siglo XX lucharon por los derechos de la mujer hasta lograr que sus

demandas fueran incluidas en las agendas internacionales y nacionales. A

pesar de los grandes esfuerzos y las batallas ganadas a favor de las

mujeres, en la actualidad aún se presenta una realidad bastante

desfavorable y desigual para este sector de la población. Incluso se

evidencia que la mujer es, en pleno siglo XXI, un sujeto político en

construcción que goza de una ciudadanía incompleta.

A escala mundial el debate sobre la equidad de género y el respeto a los

derechos humanos de las mujeres comenzó a ocupar un lugar prioritario a

partir de la celebración de la Primera Conferencia Mundial sobre la Mujer,

celebrada en México en el año de 1975. A la celebración de ésta siguieron

otras tres Conferencias, siendo la cuarta (Beijing, 1995) la más importante.

Hoy en día, la imperiosa necesidad de atender este tema y solucionar los

graves problemas que todavía aquejan a las mujeres a nivel global queda

8

expresada en los Objetivos de Desarrollo del Milenio (2002), entre los

cuales destaca justamente el objetivo de “promover la igualdad entre los

géneros y la autonomía de la mujer”.3

Concretamente, en el caso de la participación política de las mujeres en

nuestro país, la historia deja mucho que desear. Baste señalar que la

ciudadanización de éstas se logró hasta mediados del siglo XX, cuando en

1953 se les extendió el derecho al voto. Asimismo, es de destacar la

inclusión de la igualdad jurídica de la mujer en la Constitución Política de

los Estados Unidos Mexicanos hasta el año de 1974.

Si bien en la actualidad, en términos formales, la mujer mexicana cuenta

con garantías legales para participar en las contiendas electorales con la

finalidad de ocupar puestos de elección popular, como es el caso del

sistema de cuotas establecido en 2003, la realidad muestra que aún en

pleno siglo XXI el número de mujeres en organismos gubernamentales es

muy limitado.

En este sentido, la promoción de la equidad de género en el ámbito político

es un factor elemental para la construcción de ciudadanía, ya que

introduce aspectos de participación social y la realización de los derechos

políticos, es decir, derechos a una ciudadanía integral. En este marco las

acciones afirmativas como el sistema de cuotas electorales son una medida

3 Organización de las Naciones Unidas (ONU), en http://www.un.org/spanish/millenniumgoals/index.html, 9 de mayo de 2006.

9

formal e institucional para garantizar una inclusión social. Cabe destacar

que dichas medidas por sí solas tienen un efecto positivo relativo, no

obstante, su importancia también radica en los efectos colaterales que

estas medidas puedan tener. A saber, el fomento de una cultura más

democrática, la promoción de principios como la corresponsabilidad entre

hombres y mujeres y la erradicación del machismo.

Ante esta situación es evidente que los esfuerzos que se han dado en favor

del desarrollo de la mujer a través de mecanismos institucionales no han

sido suficientes para modificar la condición de desigualdad de la mujer. No

obstante, no deja de reconocerse los avances que ha habido en la materia,

como es el caso de la creación en 2001 del Instituto Nacional de las

Mujeres, institución que tiene entre sus principales objetivos la promoción

y protección de los derechos de las mujeres.

En términos de inclusión social de las mujeres, dos terribles fenómenos

que atentan contra la vida y la dignidad de las mujeres mexicanas son la

violencia y la pobreza. Ambos fenómenos inhiben el desarrollo de las

mujeres, sumiéndolas en una posición de franca desigualdad y

discriminación. Así, se reconoce que la falta de condiciones favorables para

que las mujeres puedan desarrollarse de una manera plena, tanto en la

esfera privada como en la pública, es una forma de exclusión social. Estos

problemas y el gran reto que significa erradicarlos dan muestra de la

complejidad del asunto.

10

Tanto la falta de participación política de las mujeres como los obstáculos

a los que se enfrentan para revertir la exclusión social que viven, se

fundamentan en una cultura patriarcal, la cual se basa en una concepción

errónea de las mujeres al percibirlas como seres inferiores, vulnerables,

sin la capacidad de ejercer sus derechos.

El tratamiento correcto de estos temas debe inscribirse en una concepción

más amplia e integral de la democracia. Es decir, debe superarse la visión

meramente formal de este sistema político. Así, la democracia formal,

entendida como un sistema político caracterizado por el establecimiento de

reglas mínimas de participación electoral, se presenta como un requisito

básico, mas no suficiente para impulsar sociedades verdaderamente

justas y capaces de proveer todos los insumos para lograr un bienestar

social respetable entre todos sus ciudadanos: hombres y mujeres por

igual.

Considerando que con el arribo de Vicente Fox a la presidencia en el año

2000 se cumplió uno de los requisitos fundamentales de cualquier sistema

democrático: la alternancia en el poder en un marco de pluripartidismo, se

reconoce que, cuando menos en términos formales, se inició a partir de

esa fecha el proceso de consolidación democrática en México. En este

sentido, el presente trabajo se limita temporalmente a los años de la

administración foxista, para evaluar las políticas de promoción de equidad

de género en el marco de la formalización e institucionalización de la

democracia en nuestro país.

11

4. Preguntas de investigación

• ¿Qué mecanismos jurídico-institucionales existen en México para

promover la equidad de género en materia de participación política e

inclusión social de las mujeres?

• ¿Cuáles son los instrumentos internacionales a favor de la mujer

que han servido de respaldo al Estado mexicano para establecer

políticas encaminadas a promover la equidad de género en materia

de participación política e inclusión social de las mujeres?

• ¿En qué medida un mecanismo jurídico como el sistema electoral de

cuotas tiene efecto en la promoción de la equidad de género en

México?

• ¿Cuáles son los efectos de la violencia y la feminización de la

pobreza en el desarrollo de las mujeres mexicanas?

5. Marco teórico y conceptual de referencia

5.1. Los estudios de género. Estado del arte de la temática

Para Rosa Entel los estudios de género se refieren al “segmento de la

producción del conocimiento que se ha ocupado de este ámbito de la

experiencia humana: las significaciones atribuidas al hecho de ser varón o

12

mujer en cada cultura y en cada sujeto”.4 O bien como señala “podría

aceptarse que son reflexiones sobre género todas aquellas que se han

hecho a lo largo de la historia del pensamiento humano acerca de los

sentimientos y las consecuencias sociales y subjetivas que tiene pertenecer

a uno u otro sexo”.5

Los estudios de género, los cuales incluyen desde la concepción más

general de la teoría de género y la perspectiva de género hasta problemas

más específicos como la situación política, económica y social de la mujer6,

han sido abordados en su mayoría por académicas provenientes del

movimiento feminista y/o especialistas en temas de derechos humanos,

democracia y desarrollo. Asimismo, diversas organizaciones

internacionales han contribuido amplia y sistemáticamente a la

investigación y el análisis del enfoque de género, destacando la

Organización de las Naciones Unidas (ONU), en cuyo seno además de

haberse suscrito documentos a favor de los derechos humanos, en general,

y de los derechos de la mujer, en particular, como el Pacto Internacional

de Derechos Civiles y Políticos (1966), el Pacto Internacional de Derechos

Económicos, Sociales y Culturales (1966) y la Convención sobre la

Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer

4 Rosa Entel, Mujeres en situación de violencia familiar, Espacio Editorial, Buenos Aires, 2002, p. 51. 5 Íbidem. 6 Si bien los estudios de género se basan en el análisis de las relaciones entre ambos géneros –femenino y masculino-, la mayoría de los estudios se centran en la situación de las mujeres, ya que este sector es el que ha sufrido desventajas a partir, justamente, de la concepción que históricamente se ha tenido de las relaciones entre hombres y mujeres.

13

(1979); también se han convocado las Conferencias Mundiales sobre la

Mujer (1975, 1980, 1985, 1995).

En el caso particular de la promoción y defensa de los derechos de la

mujer, se encuentran también a escala mundial organismos como el

Instituto Internacional de Investigaciones y Capacitación para la

Promoción de la Mujer (INSTRAW) y el Fondo de Desarrollo de las Naciones

Unidas para la Mujer (UNIFEM).

En América Latina, dos de las instituciones que más han contribuido y

difundido la aplicación de la perspectiva de género para lograr un

desarrollo más integral en los países latinoamericanos han sido: la

Organización de Estados Americanos (OEA) y la Comisión Económica para

América Latina y el Caribe (CEPAL).

Así, a partir de los instrumentos internacionales y de los estudios

derivados de estas organizaciones se ha creado un cuerpo de conceptos,

propuestas, ideas y argumentos que han llegado a formar un marco teórico

y conceptual sobre el tema de género.

En México, la institución que ha trabajado este tema y que, mediante sus

programas e investigaciones, ha alimentado el desarrollo de los estudios de

género es el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES). Por su parte,

en el ámbito académico han destacado la Universidad Nacional Autónoma

de México a través su Programa Universitario de Estudios de Género

14

(PUEG) y el Colegio de México con su Programa Interdisciplinario de

Estudios de la Mujer (PIEM).

5.2. Elementos teórico-conceptuales para el desarrollo de la

investigación

5.2.1. La teoría de género

Los estudios de género, ya sea desde la perspectiva institucional o a partir

de las diversas visiones académicas, tienen como base y núcleo de su

análisis el concepto de género. Este concepto, a grandes rasgos, se refiere

al conjunto de valores, atributos, roles y representaciones que la sociedad

asigna a hombres y mujeres.

En palabras de Marcela Lagarde –antropóloga feminista-, hablar de

géneros es hablar de:

…grupos biosocioculturales, construidos históricamente a partir de

la identificación de características sexuales que clasifican a los seres

humanos corporalmente. Ya clasificados se les asigna de manera

diferencial un conjunto de funciones, actividades, relaciones

sociales, formas de comportamiento y normas. Se trata de un

complejo de determinaciones y características económicas, sociales,

jurídicas, políticas y psicológicas, es decir, culturales, que crean lo

15

que en cada época, sociedad y cultura son los contenidos específicos

de ser hombre y ser mujer.7

Otra definición de género bastante amplia y generalizada es la

proporcionada por el INSTRAW, la cual versa de la siguiente manera:

Género se refiere a la gama de roles, relaciones, características de la

personalidad, actitudes, comportamientos, valores, poder relativo e

influencia, socialmente construidos, que la sociedad asigna a ambos

sexos de manera diferenciada. Mientras el sexo biológico está

determinado por características genéticas y anatómicas, el género es

una identidad adquirida y aprendida que varía ampliamente intra e

interculturalmente. El género es relacional ya que no se refiere

exclusivamente a las mujeres o a los hombres, si no a las relaciones

entre ambos.8

Con frecuencia la idea de género es erróneamente interpretada como

sinónimo de feminidad, haciendo referencia únicamente a los asuntos de

la mujer. No obstante, como se señala en la definición anterior, el género

7 Marcela Lagarde, “Identidad genérica y feminismo”, Ponencia en el XIII Congreso Internacional de Ciencias Antropológicas y Etnológicas, México, 1993, citado en María Cecilia Alfaro, Develando el género. Elementos conceptuales básicos para entender la equidad, Unión Mundial para la Naturaleza, Fundación Arias para la Paz y el Progreso Humano, Costa Rica, 1999, p. 32. 8 INSTRAW, Glosario, Instituto Internacional de Investigaciones y Capacitación para la Promoción de la Mujer, en http://www.uninstraw.org/es/index.php?option=content&task=view&id=37&Itemid=76, 29 de mayo de 2006.

16

incluye tanto al género femenino como del masculino. Justamente, lo

valioso de emplear este concepto en el estudio de la realidad social radica

en la concepción de las relaciones entre hombres y mujeres, las relaciones

entre los dos sexos.

Ahora bien, ¿cuál es el planteamiento de fondo que hace del enfoque de

género un enfoque democrático e innovador en el estudio de las relaciones

humanas? A esta pregunta la feminista Marta Lamas sostiene que la

diferencia sexual entre hombres y mujeres ha implicado históricamente

una desigualdad social. En este sentido, “lo que el concepto de género

ayuda a comprender es que muchas de las cuestiones que pensamos que

son atributos ‘naturales’ de los hombres o de las mujeres, en realidad son

características construidas socialmente, que no tienen relación con la

biología. [Así], a partir de poder distinguir entre el sexo biológico y lo

construido socialmente es que se empezó a generalizar el uso de género

para hacer referencia a muchas situaciones de discriminación de las

mujeres, que han sido justificadas por la supuesta anatomía diferente,

cuando en realidad tienen un origen social”.9

A partir de esta concepción del género, se articula la denominada

perspectiva de género, la cual es definida por el INMUJERES como “la

metodología y los mecanismos que permiten identificar, cuestionar y

valorar la discriminación, desigualdad y exclusión de las mujeres, que se

9 Marta Lamas, “La perspectiva de género”, en La Tarea, Revista de Educación y Cultura, México, en http://www.latarea.com.mx/articu/articu8/lamas8.htm, 24 de mayo de 2006.

17

pretende justificar con base en las diferencias biológicas entre mujeres y

hombres, así como las acciones que deben emprenderse para actuar sobre

los factores de género y crear las condiciones de cambio que permitan

avanzar en la construcción de la equidad de género”.10

En esta misma lógica, el INSTRAW promueve el análisis de género, el cual

se concibe como:

…una forma sistemática de observar el impacto diferenciado de

programas, proyectos, políticas y piezas legislativas sobre los

hombres y las mujeres. Este proceso inicia con la recopilación de

datos desagregados según sexo y de información sensible al género

sobre la población involucrada. El análisis de género también puede

incluir el análisis de las múltiples formas en que los hombres y las

mujeres, como actores sociales, se involucran en el proceso de

transformación de roles, relaciones y procesos socialmente

establecidos, motivados por intereses individuales y colectivos.11

En el ámbito académico, el análisis de género también es concebido como

un nuevo enfoque que permite reinterpretar las relaciones sociales de una

forma más democrática al incluir las experiencias, las necesidades y los

10 Artículo 5 de la Ley del Instituto Nacional de las Mujeres, Diario Oficial, México, 12 de enero de 2001. 11 INSTRAW, Glosario, Instituto Internacional de Investigaciones y Capacitación para la Promoción de la Mujer, en http://www.uninstraw.org/es/index.php?option=content&task=view&id=37&Itemid=76, 29 de mayo de 2006.

18

intereses tanto de hombres como de mujeres. Así, en palabras de María

Cecilia Alfaro el análisis de género se refiere a:

… el proceso teórico-práctico que permite analizar diferencialmente

los roles entre hombres y mujeres, así como las responsabilidades, el

acceso, uso y control sobre los recursos, los problemas o las

necesidades, propiedades y oportunidades, con el propósito de

planificar el desarrollo con eficiencia y equidad para superar las

discriminaciones imperantes, que limitan las posibilidades de que la

mujer exprese sus necesidades y preferencias.12

En suma, la utilización de una perspectiva de género, ya sea en el estudio

de fenómenos sociales o en el diseño de políticas públicas a favor del

bienestar de la sociedad, muestra los siguientes puntos:

1. Cómo las diferencias biológicas se convierten en desigualdades

sociales.

2. Cómo estas desigualdades colocan a las mujeres en desventaja

con respecto a los hombres.

3. Cómo [estas desigualdades] se construyen desde el nacimiento y

no necesariamente son “naturales”.

12 María Cecilia Alfaro, Develando el género. Elementos conceptuales básicos para entender la equidad, Unión Mundial para la Naturaleza, Fundación Arias para la Paz y el Progreso Humano, Costa Rica, 1999, p. 27.

19

4. Cómo [estas desigualdades] se sostienen y reproducen por medio

de una serie de estructuras sociales y mecanismos culturales.13

5.2.2. El principio de equidad de género

La idea de género y su aplicación como una nueva categoría de análisis

social -la teoría de género- tiene sus orígenes en el movimiento feminista

de mediados del siglo XX. Como corriente política y filosófica, el feminismo

ha buscado promover y defender los derechos de la mujer frente a una

estructura tradicionalmente machista que ha impedido históricamente el

desarrollo de las mujeres en igualdad de condiciones que los hombres.

De esta manera, desde sus orígenes, la teoría de género ha tenido como

valor fundamental la equidad entre mujeres y hombres, entendido éste

como “el acceso de las personas a la igualdad de oportunidades y al

desarrollo de [las capacidades básicas]; esto significa que se deben

eliminar las barreras que obstaculizan las oportunidades económicas y

políticas, así como el acceso a la educación y los servicios básicos, de tal

manera que las personas (hombres y mujeres de todas las edades,

condiciones y posiciones) puedan disfrutar de dichas oportunidades y

13 Mónica Patricia Corona Godínez, et. al., Cultura institucional y equidad de género en la Administración Pública, INMUJERES, México, 2002, p. 10.

20

beneficiarse de ellas. Implica la participación de todas y todos en los

procesos de desarrollo…”.14

Para el INMUJERES la equidad de género es un concepto que se refiere al:

…principio conforme al cual hombres y mujeres acceden con justicia

e igualdad al uso, control y beneficios de los bienes y servicios de la

sociedad, incluyendo aquéllos socialmente valorados, oportunidades

y recompensas, con la finalidad de lograr la participación equitativa

de las mujeres en la toma de decisiones en todos los ámbitos de la

vida social, económica, política, cultural y familiar.15

Con base en todo lo anterior queda claro que el enfoque de género se trata

de una visión democrática que pretende eliminar toda discriminación entre

hombres y mujeres, así como garantizar la igualdad de oportunidades para

todos. Asimismo, la aplicación de este enfoque intenta construir

sociedades más justas y solidarias que promuevan la participación e

integración de todos sus miembros, eliminando aquellas percepciones

culturales que tradicionalmente han sometido a las mujeres a situaciones

de vulnerabilidad y desventaja.

En el ámbito de la administración pública, el principio de equidad de

género ha sido utilizado como concepto central para diseñar políticas

14 María Cecilia Alfaro, op. cit., pp. 31 y 32. 15 Artículo 5 de la Ley del Instituto Nacional de las Mujeres, Diario Oficial, México, 12 de enero de 2001.

21

públicas sensibles al género. Tal es el caso de las denominadas políticas de

equidad, planteadas por el INMUJERES, las cuales son definidas como “la

acción afirmativa que pone remedio a injusticias previas o sesgos

excluyentes”.16 Sus características son las siguientes:

• Identifican las diferencias de origen que existen entre hombres y

mujeres, tanto en materia de oportunidades como en cuento a

resultados, para ir hacia la búsqueda de formas, mecanismos y

pautas institucionalizadas y compartidas por la población, que

favorezcan un equilibrio más equitativo y armonioso entre los

esfuerzos y los beneficios del desarrollo de unos y otras.

• Son estrategias para corregir los desequilibrios que, en cuento a las

relaciones y las oportunidades de desarrollo, se dan entre las

personas en razón de su pertenencia a uno u otro sexo, en las

familias, en los espacios educativos, en el mercado laboral y en las

organizaciones del ámbito económico y político.

• Procuran una situación de mayor justicia, igual calidad de derechos

y condiciones de oportunidad para todas y todos.17

El valor que sustenta las políticas de equidad es la justicia. Para el

INMUJERES, ello implica, por lo tanto:

16 INMUJERES, Programa Nacional para la Igualdad de Oportunidades y No Discriminación contra las Mujeres (2000-2006), Instituto Nacional de las Mujeres, en http://cedoc.inmujeres.gob.mx, 25 de mayo de 2006. 17 Íbidem.

22

- Reconocer que la diversidad se traduce en criterios

distributivos inequitativos de los bienes sociales que se

ofrecen a los individuos, tales como: la educación; la

seguridad; el bienestar; las capacidades de generar ingresos

y gozar de tiempo libre, tener una buena calidad de vida,

acceder a oportunidades profesionales; las posibilidades de

tomar decisiones propias y participar de las decisiones

fundamentales de una familia, una comunidad política, etc.

- Evitar la acumulación, en cada esfera de bienes, de los

sesgos discriminatorios que generan exclusión, derivados

de las restricciones primarias que pesan sobre algunas

personas en razón de sus diferencias raciales, étnicas,

sexuales, de edad o derivadas de su condición física.

- Aceptar que la igualdad de las personas en cada una de las

esferas de los bienes sociales, debe estar por encima de sus

diferencias.

- Prescribir una intervención pública que fortalezca los

derechos y las oportunidades de aquellas personas que

sufren desventajas diversas, para que puedan remover los

obstáculos que impiden su desarrollo.18

Cabe destacar que el éxito y el buen desempeño de este tipo de políticas

están estrechamente vinculados con la instauración de una ciudadanía

integral, que garantice el acceso de todos los ciudadanos a los bienes

18 Íbidem.

23

materiales y a las oportunidades en las diferentes esferas del desarrollo

humano.

En este tenor para Virginia Guzmán la “igualdad de género va mucho más

allá de la igualdad de oportunidades y exige la participación de las mujeres

en los procesos de transformación de las reglas básicas, jerarquías y

prácticas de las instituciones públicas. [En este sentido, si] las mujeres no

están en los espacios donde se debate y se construyen las bases de una

nueva gobernabilidad19, no es seguro que las instituciones públicas den

cabida a sus diferentes necesidades y valores, las incluyan en procesos de

capacitación de destrezas y habilidades, y se les reconozcan el mismo

grado de agencia que a los demás actores en el terreno público”.20

5.2.3. Género y democracia

La aplicación de la perspectiva de género para el análisis de la sociedad y

la promoción y respeto del principio de equidad están estrechamente

vinculados con la idea de construir una democracia más integral y

progresista, a saber, una democracia que se fundamente en los siguientes

preceptos:

19 Por gobernabilidad se entiende la estabilidad de las instituciones democráticas a pesar de la incertidumbre de los resultados del juego político, es decir, de las negociaciones y los acuerdos entre los actores políticos; y a las capacidades de las instituciones políticas y sociales para agregar y articular intereses, así como para regular y resolver los conflictos que se susciten entre ellos. 20 Virginia Guzmán, Gobernabilidad democrática y género, una articulación posible, Serie Mujer y Desarrollo, CEPAL, núm. 48, Santiago de Chile, octubre de 2003, p. 15.

24

una idea del ser humano y de la construcción de la ciudadanía;

una forma de organización del poder que implica la existencia y

buen funcionamiento del Estado;

una ciudadanía integral, esto es, el pleno reconocimiento de la

ciudadanía política, la ciudadanía civil y la ciudadanía social;

[un] régimen electoral [como] un elemento fundamental, pero no

se reduce a las elecciones.21

El concepto de democracia que abarca estos postulados y que, a partir de

ellos, da cabida a la promoción de la equidad de género con total

coherencia y legitimidad para el buen funcionamiento de las sociedades es

la idea de democracia de ciudadanía del PNUD. Como puede observarse

este tipo de democracia tiene como fundamento principal el de ciudadanía,

una ciudadanía integral conformada por tres dimensiones a su vez: la

ciudadanía política, la ciudadanía civil y la ciudadanía social. Sobre estas

tres dimensiones, el teórico T.H. Marshall, recuperado por el PNUD,

sostiene lo siguiente:

La ciudadanía política incluye el derecho a participar en el ejercicio

del poder político como miembro de un cuerpo investido de

autoridad política o como elector de sus miembros.

21 PNUD, La democracia en América Latina: Hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Magna Terra Editores, Guatemala, 2004, p. 24.

25

La ciudadanía civil se compone de los derechos para la libertad

individual: libertad de la persona, de expresión, de pensamiento y

religión, derecho a la propiedad y a establecer contratos válidos y

derechos a la justicia.

Finalmente, la ciudadanía social abarca todo el espectro, desde el

derecho a la seguridad y a un mínimo de bienestar económico al de

compartir plenamente la herencia social y vivir la vida de un ser

civilizado conforme los estándares predominantes en la sociedad.22

En este contexto, la idea de ciudadanía integral funge como garantía del

principio de equidad de género. Es decir, que a través del establecimiento y

fortalecimiento de una ciudadanía de este tipo es posible asegurar los

derechos humanos tanto de hombres y mujeres en igualdad de

condiciones.

Lamentablemente, este ideal de ciudadanía no corresponde con la realidad

que viven muchas mujeres. Para la feminista Anna M. Fernández Poncela:

“La democracia y la ciudadanía han tenido siempre género: el masculino.

El ciudadano abstracto por antonomasia es el hombre y la democracia se

ha aprehendido durante mucho tiempo en ese sentido. Es por ello preciso

reconceptuar y pensar la democracia como un sistema político de

22 En PNUD, Ideas y aportes. La democracia en América Latina. Hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Panamericana Formas e Impresos, S.A., Colombia, 2004, p. 31.

26

gobierno que dé cabida también a la mitad de la población: las mujeres,

entre otros sectores hasta la fecha subalternos al sistema”.23

Históricamente, las mujeres han permanecido como ciudadanas de

segunda categoría, sin posibilidad de gozar y hacer valer sus derechos. Y si

bien ha habido grandes avances en la materia, como es el caso del proceso

de ciudadanización de la mujer a partir del reconocimiento de su derecho a

voto, el reto sigue siendo aún muy grande. Al respecto Fernández Poncela

señala que “la medición de la evolución de la democracia de una sociedad

pasa por la situación de las mujeres, la verdad es que la relación de mujer

y política; de mujer, ciudadanía y democracia es todavía difícil y

compleja”.24

Esta misma autora ofrece un breve recuento histórico de la situación de la

mujer respecto a su calidad de ciudadana y su proceso constitutivo como

sujeto político:

Se dice que la constitución de la mujer como sujeto político

comienza en la Revolución francesa como consecuencia de las

luchas burguesas que afirman la igualdad entre todos los seres

humanos. Sin embargo, es un sujeto en construcción que todavía

vive la discriminación política de forma directa a pesar de su

23 Anna M. Fernández Poncela, “Participación social y política de las mujeres en México: un estado de la cuestión”, en Anna M. Fernández Poncela (comp.), Participación política: las mujeres en México al final del Milenio, El Colegio de México, México, 1995, p. 26. 24 Íbidem., p. 71.

27

voluntad expresada en las luchas históricas del sufragismo o el

movimiento feminista de nuestros días. La historia de la política ha

sido una historia de exclusiones de la mujer en cuanto a la

concepción de la ciudadanía moderna. De hecho, la ciudadanía de la

mujer, tan comúnmente tachada de “segunda categoría”, es de tipo

formal y se encuentra dentro de un sistema de poder eminentemente

androcéntrico y masculinizante. Por otro lado, la supuesta igualdad

formal encubre una desigualdad manifiesta por el acceso diferencial

a los recursos”.25

Como puede observarse para el feminismo los conceptos de democracia,

ciudadanía e igualdad, por ejemplo, se encuentran “masculinizados”26, es

decir, que estos postulados han sido diseñados por y para los hombres sin

considerar a las mujeres como coparticipantes de las estructuras político-

sociales. En el caso concreto de la participación política de las mujeres, el

feminismo liberal sostiene que “la liberación de la mujer consiste en su

libertad de escoger sus vidas, poder competir con el hombre, en igualdad

de condiciones, en los aspectos políticos y profesionales. [Para esta

corriente la] racionalidad es un concepto clave, entendido como la

capacidad de identificar o decidir fines y objetivos y la capacidad de

organizar los medios para lograrlos”.27

25 Íbidem., p. 63. 26 Viviene Taylor, Gobernabilidad y mercado. Perspectivas feministas sobre el poder y el Estado, DAWN, Uruguay, 2001, p. 57. 27 Jo Beall, “La construcción social de género en el Tercer Mundo”, en Ana Lucía Muñoz y Lucy Wartenberg (comps.), Planeación con perspectiva de género, Universidad Externado de Colombia, Colombia, 1995, p. 61.

28

Todas estas interpretaciones tienen un gran valor político, ya que

finalmente continúan reconociendo que la batalla por el respeto y

cumplimiento de los derechos de la mujer debe darse a través de los

mecanismos institucionales. En todo caso, como lo menciona Fernández

Poncela se trata de reivindicar la política y sus corporizaciones, a partir de

un enfoque de género. Así, el Estado debería concebirse y desarrollarse en

la práctica como una “institución neutral, en el cual la mujer tiene el

derecho a participar y competir con los hombres en igualdad de

condiciones”.28

En el caso de la ciudadanía de las mujeres en México, Dalia Barrera

Bassols sostiene que ésta ha sido una ciudadanía “peculiar” por las

siguientes razones:

No solamente debido a su “tardía” inclusión en el derecho al voto

(recuérdese que en nuestro país el derecho a votar y ser votadas fue

reconocido a las mujeres en 1947 en el ámbito local, y hasta 1953 en

el estatal y el federal), lo cual significa que apenas tres o cuatro

generaciones de mujeres han ejercido ese derecho, no solamente

porque su presencia en las esferas del poder político es aún muy

marginal, sino porque los factores culturales que impregnan las

relaciones de género en los espacios “públicos” y “privados”, marcan

28 Jo Beall, “Implementación de la política con perspectiva de género”, en Ana Lucía Muñoz y Lucy Wartenberg (comps.), Planeación con perspectiva de género, Universidad Externado de Colombia, Colombia, 1995, p. 103.

29

las condiciones, las formas y los medios de acceso de las mujeres a

la vida política, su participación en los movimientos sociales, en las

organizaciones y partidos, etcétera.29

En este mismo orden de ideas, Magdalena Sam Bautista reconoce que, a

pesar de los avances en la apertura de espacios públicos para las mujeres,

en los cuales la participación política formal e informal femenina ha ido en

aumento; “ello no se ha reflejado en el acceso equitativo a los puestos

públicos donde, precisamente, se toman las decisiones”30. Por lo tanto,

para esta autora es clara la falta de igualdad y equidad en el quehacer

político de nuestro país, donde las mujeres permanecen como actores

secundarios. En este sentido, para Sam Bautista la superación de este

déficit constituye un gran reto para el proceso de democratización de

México.

En este sentido, considerando que la política es un espacio social donde se

organiza el poder y, por ende, se decide la distribución de los bienes entre

los miembros de la sociedad, la participación de la mujer en el sistema

político institucional es necesaria e indispensable. En palabras de Anna M.

Fernández Poncela:

29 Dalia Barrera Bassols, (comp.), Mujeres, ciudadanía y poder, El Colegio de México, México, 2000, p. 12. 30 Magdalena Sam Bautista, “Mujeres gobernantes: los casos de Banderilla, Coatepec y Gutiérrez Zamora, Veracruz”, en Dalia Barrera Bassols, (comp.), Mujeres, ciudadanía y poder, El Colegio de México, México, 2000, p. 161.

30

La participación es básica para la democracia; la democracia en sí

implica participación, y la participación de las mujeres de forma

efectiva en el poder y en la toma de decisiones es necesaria también

porque se puede hablar de democracia. Sin la participación de las

mujeres la democracia como régimen político no puede ser

democrática en el sentido estricto, y a la vez sólo en un sistema de

gobierno democrático las mujeres pueden participar de forma

extensa, activa y real.31

Tal como se señaló en el apartado anterior, entre las políticas de género

que se han diseñado y que, al tener como finalidad la eliminación

progresiva de la discriminación de la mujer, son de suma relevancia en la

construcción de sociedades democráticas, se encuentran las denominadas

acciones afirmativas. En términos políticos, las acciones afirmativas se

refieren a “una política pública que se expresa mediante una norma legal,

una decisión judicial o una decisión oficial que procura mejorar las

oportunidades para grupos segregados en la sociedad por su condición de

desventaja frente a los grupos dominantes”.32

En relación a la perspectiva de género, Araceli Sebastián Ramos comenta

sobre las acciones afirmativas lo siguiente:

31 Anna M. Fernández Poncela, op. cit., p. 25. 32 Cristina Torres- Parodi, Acciones afirmativas para lograr la equidad de salud para los grupos étnicos/raciales, Documento presentado en el Taller Regional para la Adopción e Implementación de Políticas de Acción Afirmativa para Afrodescendientes de América Latina y el Caribe, Política y Gobernanza, Organización Panamericana de la Salud, Washington, 2003, p. 2.

31

La llamada acción positiva, o discriminación positiva, surgió de unas

políticas de igualdad, con la finalidad de eliminar los obstáculos que

se oponen a la igualdad de oportunidades para las personas

pertenecientes a colectivos desfavorecidos (discapacitados, mujeres,

minorías étnicas, etc.). Para ello, se proporciona un tratamiento

desigual que, favoreciendo a quienes parten de una situación de

desventaja, asegura una auténtica igualdad de oportunidades a

todas las personas, bien sea ante el mundo laboral o, en general,

ante la vida. En el caso de la discriminación por género, la acción

positiva tiene un valor compensatorio de los efectos producidos por

la discriminación histórica de las mujeres; y contribuye a propiciar

su participación en ámbitos de los que hasta ahora ha sido

excluida.33

Para el caso electoral, las acciones afirmativas se refieren a las cuotas

electorales. Es decir, “la reserva que hace normalmente la ley electoral y

excepcionalmente la Constitución para que ningún género pueda tener

más de un determinado porcentaje de representantes en los órganos

legislativos”.34

33 Araceli Sebastián Ramos, et. al., Educar y orientar para la igualdad en razón del género, Universidad Nacional de Educación a Distancia, Madrid, 2001, p. 52. 34 Miguel Carbonell, “La reforma al Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales en materia de cuotas electorales de género”, en http://www.juridicas.unam.mx/publica/rev/cconst/cont/8/cl/cl8.htm, 6 de marzo de 2006.

32

Si bien la aplicación de la perspectiva de género al diseño de una nueva

forma de hacer política ha generado mecanismos para promover la mayor

participación de las mujeres en la esfera pública, todavía existen múltiples

obstáculos para el establecimiento de una sociedad verdaderamente

equitativa. Entre estos obstáculos se encuentran los siguientes, según los

estudios realizados por el INMUJERES para el caso de México:

- La existencia de una cultura discriminatoria en el aparato

público, los partidos políticos, los sindicatos y otras

organizaciones sociales, que impone resistencia al acceso y

a la participación de mujeres en los espacios de poder.

- La frecuente desvalorización de las capacidades y

aportaciones en las mujeres en el ejercicio del poder

político, en la dirección empresarial y en las diferentes

organizaciones sociales.

- La ausencia de mecanismos permanentes de promoción de

la participación de las mujeres y el desarrollo de una

cultura cívica que considere las realidades diferenciadas y

específicas de hombres y mujeres.

- La mayor responsabilidad que asumen las mujeres en la

comunidad y en el ámbito privado, sobre todo en la familia,

que restringe su participación en el ámbito público.35

35 INMUJERES, Las mujeres en la toma de decisiones. Participación femenina en los poderes del Estado, Instituto Nacional de las Mujeres, México, 2002, pp. 10 y 11.

33

5.2.4. Género y pobreza

Abordar el fenómeno de la pobreza desde la perspectiva de género arroja

un análisis más integral y dinámico en comparación con los análisis

tradicionales. Para la CEPAL, este enfoque “se opone a una definición de la

pobreza basada exclusivamente en el ingreso y subraya el hecho de que

este fenómeno supone tanto aspectos materiales como no materiales,

simbólicos y culturales, y que en él inciden fundamentalmente las

relaciones de poder, es decir, las jerarquías sociales, que determinan un

mayor o menor acceso de las personas, según su género, a los recursos

materiales, sociales y culturales. En este sentido, el género de las personas

puede determinar el nivel de pobreza y el riesgo de padecerla”.36

Los estudios de género relacionados con la pobreza han demostrado que

este problema repercute de manera diferenciada en los sectores femenino y

masculino. De esta conclusión más la agudización del problema en

general, ha surgido el concepto de feminización de la pobreza, el cual en su

concepción más simple se refiere al crecimiento de los índices de pobreza

femenina por encima de la masculina. No obstante, la feminización de la

pobreza es un fenómeno más complejo que involucra diversos aspectos,

particularmente, las situaciones de desigualdad que viven las mujeres en

la sociedad.

36 CEPAL, Entender la pobreza desde la perspectiva de género, Unidad Mujer y Desarrollo, Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Santiago de Chile, 2004, p. 15.

34

Por lo tanto, la feminización de la pobreza no significa solamente que entre

los pobres haya más mujeres que hombres, sino que se refiere a la

severidad con que la pobreza afecta directamente a algunas mujeres, y a

las mayores privaciones, respecto a los hombres, a que ellas y sus hijos

deben someterse en el esfuerzo por salir de la miseria.37

En este sentido, el fenómeno de la feminización de la pobreza debe

entenderse como la falta de oportunidades de desarrollo para las mujeres

para su sobrevivencia. Es decir, la falta de oportunidades para estudiar,

trabajar, recibir atención médica, participar en el proceso de toma de

decisiones, etc., lo cual se traduce en un severo estancamiento del

progreso socioeconómico de las mujeres.

Para Pedro José Cabrera las condiciones de pobreza que enfrentan las

mujeres están relacionadas con una situación de desigualdad frente a los

hombres, por lo tanto, la aplicación del enfoque de género es trascendental

para analizar y atender dicho problema. En sus palabras:

La situación de sometimiento de las mujeres a la cabeza de familia,

su dependencia respecto de la reproducción, así como su posición

marginal en el mercado de trabajo, han empobrecido históricamente

a las mujeres y aún hoy día siguen empobreciéndolas, al favorecer

su exclusión económica y social. En este sentido, el análisis de las

37 En Instituto Estatal de las Mujeres, Tabasco, en http://www.iemtab.gob.mx/glosario/index.htm, 28 de junio de 2006.

35

relaciones de género, resulta sencillamente imprescindible cuando se

pretenden estudiar los fenómenos sociales, especialmente aquellos

vinculados a la estructura de la desigualdad.38

En suma, los estudios de género enfocados a la pobreza han demostrado

que la pobreza femenina está vinculada con la inequidad en la distribución

de los recursos, así como con la desigualdad de oportunidades. Según lo

planteado por Miriam Núñez en su estudio titulado Charo: la feminización

de la pobreza, la pobreza “se presenta en la medida en que se da una

distribución desigual de la riqueza, porque no existe un reparto equitativo

en los procesos productivos y porque hay una negación a la integración

social. Pero este fenómeno es diferenciado para las mujeres, así

encontramos distintas formas de opresión femenina, esto es, se les niega el

acceso a los recursos económicos, como son el trabajo, la tierra, los

créditos y el poder político”.39

Esta misma autora establece que, para estudiar el fenómeno de la

feminización de la pobreza, deben considerarse las desigualdades de

género que se manifiestan en diversos aspectos, tales como:

38 Pedro José Cabrera Cabrera, “Pobreza y exclusión desde la perspectiva de género”, en García-Mina Freire, Ana y Carrasco Galán, María José (eds.), Género y desigualdad: la feminización de la pobreza, Universidad Pontificia Comillas, Madrid, 2004, p. 11. 39 Miriam Núñez, Charo: la feminización de la pobreza, Universidad Autónoma Chapingo, México, 2000, p. 29.

36

a) la división sexual del trabajo, que mantiene a las mujeres en el

ámbito hogareño o las segrega a ocupaciones que trasladan el

modelo doméstico al espacio laboral;

b) la disponibilidad de menores oportunidades de educación y

empleo para ellas;

c) el acceso a trabajos inestables y mal remunerados;

d) la responsabilidad de la doble o triple jornada de trabajo;

e) la prevalencia de niveles inferiores de salud y bienestar;

f) la reducida participación de las mujeres en la toma de decisiones

en los ámbitos social y familiar; y

g) su limitada autonomía personal.40

Con base en lo anterior algunos indicadores para medir y evaluar la

feminización de la pobreza son: el número de hogares con jefatura

femenina, la participación femenina en el empleo y la producción, el acceso

de las mujeres a los recursos productivos, la diferencia salarial entre

salario masculino y salario femenino y el acceso diferencial al empleo.

De esta manera, queda claro que más que significar una proporción

creciente de las mujeres en condiciones de pobreza, la feminización de la

pobreza tiene que ver con la vulnerabilidad del sector femenino frente al

masculino en la sociedad. Clara Jusidman propone dos tipos de factores a

considerar que hacen que las mujeres efectivamente sean más indefensas

40 Íbidem., pp. 30 y 31.

37

a los riesgos de la pobreza, a saber, los factores estructurales y los factores

coyunturales.

Unos se relacionan con la forma en que las sociedades construyen

los roles de las mujeres y lo que ello significa en términos del

desarrollo de sus capacidades y su acceso a oportunidades y

recursos y los segundos, a las circunstancias del entorno económico,

social, político y cultural que en períodos recientes hacen que la

desventaja inicial agudice la vulnerabilidad de las mujeres.41

5.2.5. Género y violencia contra la mujer

La discriminación y exclusión que sufren las mujeres no sólo se presenta

en los ámbitos de la participación política –organizaciones sociales,

partidos políticos, órganos de representación popular u órganos de

gobierno- peor aun, estas prácticas se desarrollan en todos los niveles de

la sociedad. Ello, muestra que la sociedad se organiza y funciona con

esquemas machistas que ubican a las mujeres como seres inferiores e

incapaces de desarrollarse autónomamente.

La violencia contra la mujer es un fenómeno social que expresa esta

concepción. En términos de inclusión social, se trata de un factor que

inhabilita a las mujeres para gozar de una vida plena y para participar en

41 Clara Jusidman, “Mujeres y pobreza”, en Problemas del Desarrollo Revista Latinoamericana de Economía, vol. 27, núm. 106, Instituto de Investigaciones Económicas, UNAM, México, julio-septiembre 1996, p. 117.

38

la sociedad en condiciones mínimas de bienestar. El consenso

internacional, expresado en la Declaración sobre la Eliminación de la

Violencia contra la Mujer de 1993, define en su artículo 1 la violencia

contra mujer de la siguiente manera:

A efectos de la presente Declaración, por “violencia contra la mujer”

se entiende todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo

femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o

sufrimiento físico, sexual o sicológico para la mujer, así como las

amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la

libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida

privada.42

Desde un enfoque de género, la violencia contra la mujer es concebida

como una expresión de las relaciones de desigualdad entre hombres y

mujeres: relaciones asimétricas que perpetúan la desvalorización de la

mujer. Para autoras feministas lo “que diferencia a este tipo de violencia de

otras formas de agresión y coerción es que el factor de riesgo o de

vulnerabilidad es el solo hecho de ser mujer”.43

También entendida como violencia intrafamiliar, este fenómeno “ha

merecido especial atención por las organizaciones de mujeres, como por

42 Artículo 1 de la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, 20 de diciembre de 1993. 43 Ver Nieves Rico, Violencia de género: un problema de derechos humanos, CEPAL, Serie Mujer y Desarrollo, núm. 16, julio de 1996, 50pp.

39

investigadores (as), organismos de gobierno y agencias de desarrollo,

debido a las consecuencias que este tipo de violencia trae consigo,

afectando no sólo a las mujeres sino a todo el entorno familiar”.44

Los estudios sobre la violencia de género son relativamente nuevos, ya que

se consideraba un asunto privado que no competía a la sociedad. No

obstante, la complejidad de su naturaleza, así como los efectos sociales

colaterales que ella produce, han hecho de este fenómeno un problema

público que requiere la intervención del Estado y de la sociedad para

solucionarlo.

En términos de equidad, la violencia contra la mujer es concebida como un

mecanismo social que perpetúa la subordinación de las mujeres, puesto

que, debido a que el poder se considera patrimonio genérico de los

hombres, la hegemonía masculina se basa en el control social de lo

femenino. Por lo tanto, las violaciones a los derechos humanos de las

mujeres se relacionan directamente con los valores culturales dominantes

(patriarcales).45

Una de las mayores aportaciones teóricas de organismos e instituciones

como la CEPAL, el INEGI o el propio INMUJERES, tiene que ver con la

44 Ana Paula Valencia Mexia, Una percepción de género: la violencia intrafamiliar en México frente a la perspectiva internacional, Tesis de Licenciatura, Facultad de Derecho, UNAM, México, 2001, p. 56. 45 Ver Celia Amorós, “Violencia contra las mujeres y pactos patriarcales”, en Virginia Maquieira y Cristina Sánchez (comps.), Violencia y sociedad patriarcal, Ed. Pablo Iglesias, Madrid, 1992, citado en Nieves Rico, Violencia de género: un problema de derechos humanos, CEPAL, Serie Mujer y Desarrollo, núm. 16, julio de 1996, p. 7.

40

clasificación y tipificación de la violencia contra la mujer. Ello ha

contribuido enormemente a la creación de leyes y normas que pretenden

abordar y entender adecuadamente el tema. Así, según la Encuesta

Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2003

elaborada por el INEGI, existen cuatro tipos de violencia contra la mujer,

es decir, cuatro formas en que se manifiesta la agresión o la violencia

hacia las mujeres:

o Violencia económica: Se refiere al chantaje que el hombre

puede ejercer sobre la mujer mediante el control del flujo de

recursos monetarios que ingresan al hogar o bien de la forma

de que dicho ingreso se gasta.

o Violencia emocional: Se refiere a las agresiones que no inciden

directamente en el cuerpo de la mujer pero sí en su psique, se

trata de insultos, amenazas, intimidaciones, humillaciones,

omisiones, menosprecio y burlas, entre otras.

o Violencia física: Se trata de las agresiones dirigidas al cuerpo

de la mujer de parte del agresor, lo que se traduce en un daño

o en un intento de daño, permanente o temporal. Las

agresiones físicas comprenden empujones, jalones, golpes,

agresión con armas y algunas otras.

o Violencia sexual: Se entiende como toda forma de coerción que

se ejerce sobre la mujer con el fin de tener relaciones sexuales

41

con ella, con o sin voluntad. Estas formas de coerción van

desde exigir u obligar hasta el uso de la fuerza.46

46 INEGI, Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2003, Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, México, 2004, 326pp.

42

5.3. Elementos conceptuales complementarios

Acción positiva

“La llamada acción positiva, o discriminación positiva, surgió de unas

políticas de igualdad, con la finalidad de eliminar los obstáculos que se

oponen a la igualdad de oportunidades para las personas pertenecientes a

colectivos desfavorecidos (discapacitados, mujeres, minorías étnicas, etc.).

Para ello, se proporciona un tratamiento desigual que, favoreciendo a

quienes parten de una situación de desventaja, asegura una auténtica

igualdad de oportunidades a todas las personas, bien sea ante el mundo

laboral o, en general, ante la vida. En el caso de la discriminación por

género, la acción positiva tiene un valor compensatorio de los efectos

producidos por la discriminación histórica de las mujeres; y contribuye a

propiciar su participación en ámbitos de los que hasta ahora ha sido

excluida”.47

Análisis de género

Se trata de un “proceso teórico-práctico que permite analizar

diferencialmente los roles entre hombres y mujeres, así como las

responsabilidades, el acceso, uso y control sobre los recursos, los

problemas o las necesidades, propiedades y oportunidades, con el

propósito de planificar el desarrollo con eficiencia y equidad para superar

47 Araceli Sebastián Ramos, et. al, Educar y orientar para la igualdad en razón del género, Universidad Nacional de Educación a Distancia, Madrid, 2001, p. 52.

43

las discriminaciones imperantes, que limitan las posibilidades de que la

mujer exprese sus necesidades y preferencias”. 48

Ciudadanía integral

Este tipo de ciudadanía “abarca un espacio sustancialmente mayor que el

del mero régimen político y sus reglas institucionales. Hablar de

ciudadanía integral es considerar que el ciudadano de hoy debe acceder

armoniosamente a sus derechos cívicos, sociales, económicos y culturales,

y que todos ellos conforman un conjunto indivisible y articulado”.49

Ciudadanización

Es la asignación al ciudadano a una participación mucho mayor frente a la

esfera política sin embargo no se desconoce la función del Estado en tanto

capaz de localizar la participación y dar continuidad a ésta mediante la

representación, como tampoco se obvia la capacidad estatal de descargar

responsabilidades de decisión para los que se ocupan de los asuntos

públicos sino más bien se trata de pensar la política sin reducirla al

sistema político.50

48 María Cecilia Alfaro, Develando el género. Elementos conceptuales básicos para entender la equidad, Unión Mundial para la Naturaleza, Fundación Arias para la Paz y el Progreso Humano, Costa Rica, 1999, p. 27. 49 En PNUD, La democracia en América Latina: Hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Magna Terra Editores, Guatemala, 2004, p. 24. 50 En http://www.uff.br/mestcii/palacios1.htm.

44

Cultura patriarcal

Es aquella cultura que promueve una jerarquización entre los géneros,

otorgando un lugar privilegiado a los hombres y uno subordinado a las

mujeres; también promueve una desigual división sexual del trabajo.

Cultura política

Es el “conjunto de actitudes, creencias, cogniciones y sentimientos que

ordenan y dan significado a un proceso político, y que proporcionan los

supuestos y normas fundamentales que gobiernan el comportamiento del

sistema político. Abarcan desde los niveles políticos hasta las reglas de

actuación; son, hasta cierto punto, manifestación de las dimensiones

psicológicas y subjetivas de la política. Son las maneras de expresión de

los individuos, de sus relaciones entre sí, con sus organizaciones o

instituciones, que dan forma al sistema político. Las creencias y los

comportamientos componen los elementos centrales de la cultura política

de un pueblo. Es, en definitiva, el imaginario colectivo en torno al poder, la

autoridad y el sentimiento, la obediencia y la rebelión; la percepción

subjetiva de una población respecto al poder”.51

Derechos democráticos

Según la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, entre

los derechos que distinguen a una agestión pública democrática se

encuentran los siguientes:

51 Anna M. Fernández Poncela (comp.), Participación política: Las mujeres en México al final del milenio, El Colegio de México, México, 1995, p. 65.

45

a. El derecho a la libertad de opinión y de expresión, de

pensamiento, de conciencia y de religión, de asociación y de

reunión pacíficas.

b. El derecho a la libertad de investigar y de recibir y difundir

informaciones e ideas por cualquier medio de expresión.

c. El imperio de la ley, incluida la protección jurídica de los

derechos, intereses y seguridad personal de los ciudadanos y la

equidad en la administración de la justicia, así como la

independencia del Poder Judicial.

d. El derecho al sufragio universal e igual, así como a

procedimientos libres de votación y a elecciones periódicas libres.

e. El derecho a la participación política, incluida la igualdad de

oportunidades de todos los ciudadanos para presentarse como

candidatos.

f. Instituciones de gobierno transparentes y responsables.

g. El derecho de los ciudadanos a elegir su sistema de gobierno por

medios constitucionales u otros medios democráticos.

h. El derecho de acceso, en condiciones de igualdad, a la función

pública en el propio país.52

52 Comisión de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, citado en PNUD, La democracia en América Latina: Hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Magna Terra Editores, Guatemala, 2004, p. 44.

46

Derechos humanos

Son exigencias elementales que puede plantear cualquier ser humano por

el hecho de serlo, y que tienen que ser satisfechas porque se refieren a

unas necesidades básicas, cuya satisfacción es indispensable para que

puedan desarrollarse como seres humanos. Son unos derechos tan básicos

que sin ellos resulta difícil llevar una vida digna. Son universales,

prioritarios e innegociables.

Desarrollo humano

“Es un concepto dinámico referido a las libertades y las capacidades

humanas, definido en un sentido extenso, que entraña la ampliación de lo

que las personas pueden hacer y ser. Implica el progreso y bienestar

humanos vividos con libertades sustanciales, es decir, poder hacer las

cosas que se valoran y se desean hacer, teniendo las opciones para

hacerlo. Uno de los aspectos centrales del concepto de desarrollo humano

es el énfasis que pone en el objetivo básico anclado en la gente: crear las

condiciones propicias para que hombres y mujeres disfruten de una vida

prolongada, saludable y creativa. Además del objetivo básico de ampliación

de opciones de la gente está el de asegurar el uso cabal de las capacidades

alcanzadas; hacerlo requiere del empoderamiento de la gente, de manera

que pueda participar y beneficiarse de los procesos de desarrollo”.53

53 En PNUD, Indicadores de Desarrollo Humano y Género en México, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, México, 2006, versión electrónica disponible en http://saul.nueve.com.mx/genero/index.html, 26 de junio de 2006.

47

Discriminación

Acción y/o actitud que “supone la valoración o devaluación de grupos de

personas a partir de un rasgo común y supone un trato diferente,

consecuentemente, para el grupo discriminado”.54

Empoderamiento (empowerment)

“Por empoderamiento no se entiende el dominio de la mujer sobre el

hombre o viceversa; es la auto-confianza, independencia y autonomía, así

como también la capacidad de desarrollo sostenido”.55

Exclusión social

Puede “entenderse como un concepto multidimensional de pobreza que

introduce aspectos de participación social y de realización de derechos

como seguridad (física, de sustento y de protección ante contingencias,

protección, identidad y plena ciudadanía) en su conceptualización. Es

multidimensional, en cuanto se trata no sólo de la falta de acceso a bienes

y servicios para la satisfacción de las necesidades básicas (pobreza) sino,

también, la exclusión de la seguridad de la justicia y de la ciudadanía. Es

decir, más allá de lo económico estamos hablando de lo social, lo político y

lo cultural, de la interconexión entre estas dimensiones, y en definitiva, de

la falta de participación en el intercambio social en general; es un proceso

dinámico asociado a la estructura económica y al cambio social (puede ser 54 Araceli Sebastián Ramos, et. al, Educar y orientar para la igualdad en razón del género, Universidad Nacional de Educación a Distancia, Madrid, 2001, p. 51. 55 Jo Beall, “Necesidades prácticas y estratégicas de género: enfoque de las políticas dirigidas a la mujer”, en Ana Lucía Muñoz y Lucy Wartenberg (comps.), Planeación con perspectiva de género, Universidad Externado de Colombia, Colombia, 1995, p. 97.

48

permanente e intermitente, pasando de la vulnerabilidad a la dependencia

y marginación); procede del funcionamiento de las instituciones y de las

políticas que actúan para incluir o excluir (no es una elección individual); y

es consecuencia de la actuación de una serie de agentes sociales que

excluyen: (Estado, empresas, militares, autoridades locales; organismos

religiosos y elites locales).56

Género

Condición determinada social, sicológica y culturalmente,

independientemente de la biología. “Las diferencias de género se aprenden

a través de un proceso de socialización que es peculiar a una sociedad en

particular o a un periodo histórico y varía con el tiempo y el espacio”.57

Igualdad de oportunidades

Es la situación en la que las mujeres y los hombres tienen iguales

oportunidades para realizarse intelectual, física y emocionalmente,

pudiendo alcanzar las metas que establecen para su vida desarrollando

sus capacidades potenciales sin distinción de género, clase, sexo, edad,

religión y etnia.58

56 G. Rodgers, “What is special about a “social exclusion” approach?”, en G. Rodgers, Gore y C. Figueredo, J. B., Social Exclusion: Rhetoric, Realty, Responses, ILO, Ginebra, pp. 43-55, 1995. Citado en José María Tortosa, (coord.), Pobreza y perspectiva de género. Ed. Icaria, Barcelona, 2001, p. 71. 57 Jo Beall, “Género y Desarrollo: una introducción”, en Ana Lucía Muñoz y Lucy Wartenberg (comps.), Planeación con perspectiva de género, Universidad Externado de Colombia, Colombia, 1995, p. 45. 58 Gloria Bander, “La igualdad de oportunidades para mujeres y varones. Una meta educativa”, Programa Nacional de Promoción de la Mujer en el Área Educativa, UNICEF, Argentina, 1993, citado en María Cecilia Alfaro, Develando el género. Elementos

49

Inequidad

Desigualdad e inequidad hacen referencia a situaciones en donde se

comparan grupos, pero son grupos que establecen relaciones desiguales y

que se apropian de manera desigual de recursos y satisfactores. Cuando

se habla de inequidad, se hace referencia a diferencias que se consideran

injustas y evitables y de nuevo se entra al campo de las valoraciones éticas

y políticas. Cada sociedad y cada grupo social construyen históricamente

su concepto de lo inaceptable, lo injusto y lo evitable.

Instrumento internacional

El concepto de instrumento internacional remite a una gama muy variada

de textos internacionales, que van desde la simple recomendación hasta

los tratados internacionales con carácter obligatorio, pasando por las

resoluciones, declaraciones, decisiones, cartas y planes de acción. Su

característica común reside en su origen intergubernamental, lo cual

excluye, entre otros, los textos provenientes de organizaciones no

gubernamentales.

Participación política

La participación política puede definirse como toda actividad de los

ciudadanos dirigida a intervenir en la designación de sus gobernantes

o a influir en la formación de la política estatal. Comprende las

conceptuales básicos para entender la equidad, Unión Mundial para la Naturaleza, Fundación Arias para la Paz y el Progreso Humano, Costa Rica, 1999, p. 33.

50

acciones colectivas o individuales, legales o ilegales, de apoyo o de

presión, mediante las cuales una o varias personas intentan incidir en

las decisiones acerca del tipo de gobierno que debe regir una sociedad,

en la manera cómo se dirige al Estado en dicho país, o en decisiones

específicas del gobierno que afectan a una comunidad o a sus

miembros individuales1.

Patriarcado

Para Pedro José Cabrera el patriarcado puede definirse como el “conjunto

de prácticas, usos tradicionales, e instituciones que favorecen y mantienen

el dominio masculino y las relaciones de dependencia de las mujeres

respecto de los varones”.59

Realidad social

Comprensión personal de la realidad y contextualización de las

experiencias, consecuentes de la interacción humana en los ámbitos socio

comunitario, psico-social y psicológico. La realidad social es de una

extrema complejidad, lo que exige no tomar como modelo para

aproximarse a ella el de las ciencias físico-naturales, sino una posición de

pluralismo cognitivo y metodológico.

59 Pedro José Cabrera Cabrera, “Pobreza y exclusión desde la perspectiva de género”, en García-Mina Freire, Ana y Carrasco Galán, María José (eds.), Género y desigualdad: la feminización de la pobreza, Universidad Pontificia Comillas, Madrid, 2004, p. 12.

51

6. Formulación de Hipótesis

Hipótesis central

En el México democrático del siglo XXI, a pesar de los avances y

compromisos adquiridos por el gobierno en materia de equidad de género,

existe un desfase entre los mecanismos jurídico-institucionales

establecidos y los resultados concretos de la situación desfavorable que

viven las mujeres mexicanas.

Hipótesis secundarias

1) A pesar de los avances y garantías jurídico- institucionales con

relación a la participación política de las mujeres en el proceso de

toma de decisiones, este sector sigue subrepresentado.

2) La violencia contra la mujer y la feminización de la pobreza son una

forma y expresión de exclusión social, que demuestran la inequidad

entre los géneros en la realidad social de México.

52

7. Comprobación-falsación de las hipótesis (pruebas empíricas o

cualitativas)

Hipótesis central

En el México democrático del siglo XXI, a pesar de los avances y

compromisos adquiridos por el gobierno en materia de equidad de

género, existe un desfase entre los mecanismos jurídico-institucionales

establecidos y los resultados concretos de la situación desfavorable

que viven las mujeres mexicanas.

Para comprobar la hipótesis central que guió esta investigación se

desarrolló en primer lugar (capítulo 1) un marco teórico y conceptual

basado en la teoría de género. Dicha teoría ha dado surgimiento a la

denominada perspectiva de género, la cual se ha erigido como un

paradigma democrático que permite abordar los problemas sociales de una

manera más integral y equitativa, ya que considera las experiencias,

necesidades e interese, tanto de hombres como de mujeres.

En este sentido, los planteamientos de este enfoque son para nosotros los

más adecuados para evaluar la situación de las mujeres mexicanas en

términos de equidad de género. Asimismo, al ser un enfoque democrático

por naturaleza encaja perfectamente con el periodo que se abarca: el

México democrático del siglo XXI (del año 2000 a la fecha).

53

En el capítulo 1 expusimos la relación que existe entre el concepto de

género y diversos ámbitos como la democracia, la pobreza y la violencia.

Ámbitos en los cuales se desarrollan políticas que tienen como finalidad

promover el principio de la equidad de género.

La hipótesis central quedó corroborada con la información presentada en

los capítulos 2 y 3. En el segundo capítulo, presentamos una selección de

mecanismos jurídico-institucionales, tanto a nivel internacional como

nacional, que promueven la equidad de género. Para el caso de los

mecanismos jurídico-institucionales a escala mundial, se presentaron doce

instrumentos internacionales, entre declaraciones, pactos, convenios,

convenciones y programas de acción. Asimismo, se desarrollaron las

cuatro Conferencias Mundiales sobre la Mujer.

En el ámbito nacional, hicimos una selección de seis documentos, desde la

Constitución Política hasta leyes y programas específicos. También se

abordaron diversas instancias como el Instituto Nacional de las Mujeres y

la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos relacionados con Actos de

Violencia contra las Mujeres.

El desfase entre los mecanismos jurídico-institucionales establecidos y los

resultados concretos de la situación desfavorable que viven las mujeres

mexicanas al que hace referencia la hipótesis central quedó corroborada al

enfrentar estos datos sobre los mecanismos jurídico-institucionales, con

54

una serie de indicadores que fueron elegidos para evaluar los niveles de

participación política y de inclusión social de las mujeres mexicanas.

De esta manera presentamos información empírica sobre tres grandes

rubros:

1) La situación general de la mujer mexicana, como un primer

acercamiento a la situación de las mujeres en el país.

Los indicadores utilizados fueron: demográficos, educativos y laborales.

2) La participación política de las mujeres en México.

Desde un enfoque sensible al género, la participación de la mujer en los

asuntos públicos se sustenta en el ideal democrático, según el cual la

incorporación activa del sector femenino en el proceso de toma de

decisiones profundiza la democracia.

Los indicadores utilizados para evaluar la participación política de las

mujeres en México fueron: Índice de Potenciación de Género (IPG), la

participación de las mujeres mexicanas en puestos de elección popular

(número de diputadas, senadoras, presidentas municipales y

gobernadoras) y el número de altos cargos ocupados por mujeres en la

administración pública federal.

55

Indicadores que asimismo apoyan la comprobación de la primer

hipótesis secundaria.

3) La feminización de la pobreza y la violencia contra la mujer como

parámetros de exclusión social, utilizando los siguientes indicadores:

Feminización de la pobreza:

La feminización de la pobreza es un fenómeno que debe vincularse con

las condiciones de desigualdad que sufren las mujeres, ya sea en el

ámbito de las oportunidades o en la distribución de los recursos. Así,

no sólo se trata de que haya más mujeres pobres que hombres60, sino

de que las mujeres deben enfrentar un ambiente más adverso para

poder subsistir.

Los indicadores utilizados para medir la feminización de la pobreza

fueron: porcentaje de población femenina que vive en hogares pobres,

porcentaje de hogares pobres encabezados por mujeres, porcentaje de

mujeres sin ingresos propios y desigualdad de remuneración.

Violencia contra la mujer:

En nuestro país, la violencia contra la mujer se ha convertido en un

serio problema social que inhabilita el buen desarrollo socioeconómico

de la población y que representa un ejemplo de violación de los

60 Según información del INMUJERES, 60% de las personas que viven en pobreza extrema son mujeres.

56

derechos humanos. Asimismo, desde una perspectiva de género se trata

de una expresión más de la desigualdad entre hombres y mujeres.

Para la evaluación de la violencia contra la mujer, se utilizaron los

datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en

los Hogares 2003: mujeres que han sufrido algún incidente de

violencia, edad, nivel educativo, tipo de violencia sufrida.

Estos indicadores apoyaron la comprobación de la segunda hipótesis

secundaria.

Cabe señalar que todos los indicadores utilizados provienen de fuentes

como el INEGI, la CEPAL, el INMUJERES, la ANUIES, se eligieron una

serie de indicadores.

Hipótesis secundaria 1

A pesar de los avances y garantías jurídico- institucionales con

relación a la participación política de las mujeres en el proceso de

toma de decisiones, este sector sigue subrepresentado.

Esta hipótesis se comprobó con la presentación de dos instrumentos

jurídicos específicos en materia de participación política a nivel nacional:

la Constitución Política y el Código Federal de Instituciones y

57

Procedimientos Electorales con sus respectivas reformas. Si bien dichos

instrumentos fueron diseñados y modificados para garantizar y promover

la participación política de todos los ciudadanos, en especial la

participación de las mujeres a través del sistema de cuotas de

representación; las cifras expuestas muestran que dichos documentos aún

no han tenido el efecto esperado.

Los indicadores utilizados para evaluar la participación política de las

mujeres en México fueron: Índice de Potenciación de Género (IPG), la

participación de las mujeres mexicanas en puestos de elección popular

(número de diputadas, senadoras, presidentas municipales y

gobernadoras) y el número de altos cargos ocupados por mujeres en la

administración pública federal.

Hipótesis secundaria 2

La violencia contra la mujer y la feminización de la pobreza son una

forma y expresión de exclusión social, que demuestran la inequidad

entre los géneros en la realidad social de México.

Esta hipótesis se corroboró con la información expuesta en los apartados

del capítulo 1 sobre ambos fenómenos sociales y con los datos duros

expuestos en el capítulo 3, a partir de los cuales se demuestra que la

situación de las mujeres, sobre todo en términos de pobreza y violencia,

cuenta con características antidemocráticas. Los elevados índices de

58

desigualdad en las condiciones de ingresos, del acceso a ciertos campos de

educación y los niveles de violencia son prueba de que nuestro país se

encuentra aún muy alejado de cultura que ejerza el principio de equidad

de género.

En consecuencia, al inicio del capítulo 3 se presenta una radiografía de

las mujeres en México utilizando los indicadores de población, esperanza

de vida, población analfabeta, población matriculada, población

económicamente activa y tasa de participación en el trabajo doméstico.

Por su parte, la feminización de la pobreza y la violencia contra la mujer

como parámetros de exclusión social, se evaluaron utilizando los

siguientes indicadores:

Feminización de la pobreza: porcentaje de población femenina que vive en

hogares pobres, porcentaje de hogares pobres encabezados por mujeres,

porcentaje de mujeres sin ingresos propios y desigualdad de

remuneración.

Violencia contra la mujer: Datos de la Encuesta Nacional sobre la

Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2003: mujeres que han sufrido

algún incidente de violencia, edad, nivel educativo, tipo de violencia

sufrida.

59

Objetivo General Objetivos específicos

Preguntas Hipótesis Desarrollo

Evaluar la política de promoción de equidad de género en el México democrático del siglo XXI, a partir del nivel de participación política e inclusión social de las mujeres mexicanas.

Identificar los mecanismos jurídico- institucionales que ha establecido el gobierno mexicano para promover la equidad de género a partir del año 2000 en materia de participación política e inclusión social de las mujeres.

¿Qué mecanismos jurídico-institucionales existen en México para promover la equidad de género en materia de participación política e inclusión social de las mujeres?

CENTRAL En el México democrático del siglo XXI, a pesar de los avances y compromisos adquiridos por el gobierno en materia de equidad de género, existe un desfase entre los mecanismos jurídico-institucionales establecidos y los resultados concretos de la situación desfavorable que viven las mujeres mexicanas.

Capítulo 2 Mecanismos jurídico-institucionales que promueven la equidad de género 2.2. Mecanismo jurídico-institucionales a escala nacional 2.2.1. Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos 2.2.2. Instituto Nacional de las Mujeres 2.2.2.1. Programa Nacional para la Igualdad de Oportunidades y No Discriminación contra las Mujeres 2.2.2.2. Programa de Adopción del Modelo de Equidad de Género 2.2.3. Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales 2.2.4. Ley Federal para Prevenir y

60

Eliminar la Discriminación 2.2.5. Fiscalía Especial para la Atención de Delitos relacionados con Actos de Violencia contra las Mujeres 2.2.6. Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia

Objetivo General

Objetivos específicos

Preguntas Hipótesis Desarrollo

Evaluar la política de promoción de equidad de género en el México democrático del siglo XXI, a partir del nivel de participación política e inclusión social de las mujeres mexicanas.

Conocer los instrumentos internacionales a favor de la mujer que han servido de respaldo al Estado mexicano para establecer políticas encaminadas a promover la equidad de género en materia de participación política e inclusión social de las mujeres.

¿Cuáles son los instrumentos internacionales a favor de la mujer que han servido de respaldo al Estado mexicano para establecer políticas encaminadas a promover la equidad de género en materia de participación política e inclusión social de las mujeres?

CENTRAL En el México democrático del siglo XXI, a pesar de los avances y compromisos adquiridos por el gobierno en materia de equidad de género, existe un desfase entre los mecanismos jurídico-institucionales establecidos y los resultados concretos de la situación desfavorable que viven las mujeres mexicanas.

Capítulo 2 Mecanismos jurídico-institucionales que promueven la equidad de género

2.1. Mecanismos jurídico- institucionales a nivel internacional 2.1.1. Carta de las Naciones Unidas 2.1.2.Declaración Universal de Derechos Humanos 2.2.3.Convención Interamericana sobre la Concesión de los Derechos

61

Civiles a la Mujer 2.1.4.Convención Interamericana sobre Concesión de los Derechos Políticos a la Mujer 2.1.5.Convenio sobre la Igualdad de Remuneración 2.1.6.Convención sobre los Derechos Políticos de la Mujer 2.1.7.Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales 2.1.8.Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos 2.1.9.Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer 2.1.10.Declaración y Programa de Acción de Viena 2.1.11.Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer

62

2.1.12.Las Conferencias Mundiales sobre la Mujer 2.1.12.1.Declaración y Plataforma de Acción de Beijing

Objetivo General Objetivos

específicos Preguntas Hipótesis Desarrollo

Evaluar la política de promoción de equidad de género en el México democrático del siglo XXI, a partir del nivel de participación política e inclusión social de las mujeres mexicanas.

Demostrar que, pese a los avances y garantías jurídico-institucionales con relación a la participación política de las mujeres en el proceso de toma de decisiones, este sector sigue subrepresentado.

¿Qué mecanismos jurídico-institucionales existen en México para promover la equidad de género en materia de participación política e inclusión social de las mujeres? ¿En qué medida un mecanismo jurídico como el sistema electoral de cuotas tiene efecto en la promoción de la equidad de género en México?

SECUNDARIA 1 A pesar de los avances y garantías jurídico- institucionales con relación a la participación política de las mujeres en el proceso de toma de decisiones, este sector sigue subrepresentado.

Capítulo 2 Mecanismos jurídico-institucionales que promueven la equidad de género 2.2. Mecanismo jurídico-institucionales a escala nacional 2.2.1. Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos 2.2.2. Instituto Nacional de las Mujeres 2.2.2.1. Programa Nacional para la Igualdad de Oportunidades y No Discriminación contra las Mujeres

63

2.2.2.2. Programa de Adopción del Modelo de Equidad de Género 2.2.3. Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales 2.2.4. Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación 2.2.5. Fiscalía Especial para la Atención de Delitos relacionados con Actos de Violencia contra las Mujeres 2.2.6. Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia Capítulo 3 La participación política y la inclusión social de las mujeres mexicanas en el siglo XXI 3.2. La participación política de las mujeres mexicanas 3.2.1. Proceso de

64

ciudadanización de la mujer 3.2.2. Mujeres en puestos de elección popular 3.2.3. Mujeres en la Administración Pública

Objetivo General Objetivos

específicos Preguntas Hipótesis Desarrollo

Evaluar la política de promoción de equidad de género en el México democrático del siglo XXI, a partir del nivel de participación política e inclusión social de las mujeres mexicanas.

Exponer que la violencia contra la mujer y la feminización de la pobreza son fenómenos que atentan contra los derechos humanos de la mujer, impidiendo su plena participación e inclusión en la sociedad en condiciones de igualdad.

¿Cuáles son los efectos de la violencia y la feminización de la pobreza en el desarrollo de las mujeres mexicanas?

SECUNDARIA 2 La violencia contra la mujer y la feminización de la pobreza son una forma y expresión de exclusión social, que demuestran la inequidad entre los géneros en la realidad social de México.

Capítulo 1 Marco teórico conceptual 1.2. Elementos teórico-conceptuales para el desarrollo de la investigación 1.2.4. Género y pobreza 1.2.5. Género y violencia contra la mujer Capítulo 3 La participación política y la inclusión social de las mujeres mexicanas en el siglo XXI 3.3. La inclusión social de las

65

mujeres mexicanas 3.3.1. La feminización de la pobreza 3.3.2. La violencia contra la mujer

Conclusiones y nueva agenda de investigación

La aplicación de la perspectiva de género como una metodología

innovadora y progresista permite reinterpretar la realidad social, a partir

del entendimiento de que las diferencias biológicas (sexuales) entre

hombres y mujeres han creado desigualdades sociales, siendo el sector

femenino el más perjudicado históricamente. A través de los estudios de

género ha quedado en evidencia que las relaciones de género –las

relaciones entre hombres y mujeres- son relaciones de poder, en las cuales

las mujeres han padecido discriminación, subordinación y exclusión frente

al predominio de los hombres.

En este sentido, la utilización del enfoque de género como nueva

herramienta de análisis, así como la promoción del principio de equidad de

género en la sociedad, son dos elementos fundamentales en aras del

establecimiento y/o fortalecimiento de sistemas verdaderamente

democráticos. Un tipo de democracia acorde con la promoción y

66

salvaguarda del principio de equidad de género es la denominada

democracia de ciudadanía. Así, mediante el ejercicio de una ciudadanía

integral, todos los ciudadanos –hombres y mujeres- se encuentran

respaldados y capacitados para hacer valer sus derechos sin distinción

alguna y sin menoscabo de su integridad personal.

Si bien las mujeres han sido concebidas y tratadas como ciudadanas de

segunda categoría, la construcción de una ciudadanía integral, por un

lado, y el compromiso del Estado con el respeto y garantía de los derechos

humanos de todos los ciudadanos, por el otro, permitirían el

establecimiento real de un trato igualitario entre hombres y mujeres.

Asimismo, queda claro que la situación desfavorable de las mujeres puede

ser revertida a partir de la ejecución de políticas de género. Ello,

paralelamente, a la promoción de una cultura democrática basada en

esquemas sensibles al género que reconsideren las experiencias, las

necesidades y los intereses tanto de hombres como de mujeres.

En este sentido, en términos de participación política, es claro que las

mujeres no pueden permanecer ausentes de la práctica del poder. Como lo

señala Asunción Miura: “la participación de los hombres y de las mujeres

en un plano de igualdad es un elemento decisivo del desarrollo duradero y

un símbolo del grado de madurez política de las sociedades”.61

61 Asunción Miura, “Las políticas de igualdad de oportunidades en la práctica”, en Paloma de Villota (ed.), La política económica desde una perspectiva de género. La

67

Para revertir la situación desfavorable de las mujeres, se requiere un gran

compromiso tanto del Estado como de la propia sociedad civil. Ello,

considerando que el trasfondo de los esquemas de desigualdad y

discriminación de género es un asunto cultural que permea todas las

prácticas sociales. Por parte del Estado, el compromiso está en la

ejecución de políticas de género, así como en el fomento de un ambiente

adecuado para el desarrollo de éstas. Si bien la promulgación de leyes y la

institucionalización de políticas a favor de las mujeres son un elemento

fundamental para lograr sociedades integrales y justas, el reto no termina

ahí. Para Anna M. Fernández Poncela:

Los cambios jurídicos son elementales y fundamentales. Pero no

basta con reglamentar la igualdad social y cambiar los esquemas y

temáticas educativas, ya que en la realidad no hay igualdad de

oportunidades, y ésta se muestra más dura y va por detrás de las

legislaciones o las buenas intenciones.62

Así, un cambio real en la sociedad, que reivindique la condición de

desventaja de la mujer, necesita llevar aparejado la construcción de una

cultura democrática que permita entender la realidad desde una

perspectiva de género. Tal como lo concibe la CEPAL, “el acceso no es

suficiente por sí mismo…[éste] debe acompañarse de un aumento de las

individualización de los derechos sociales y fiscales en la Unión Europea, Alianza, Madrid, 2000, p. 21. 62 Anna M. Fernández Poncela, op. cit., p. 71.

68

capacidades de las mujeres y por políticas estatales que incorporen este

concepto de equilibrio entre los género tanto en las políticas focalizadas

como en las universales. Asimismo, se precisa una acción política que

incluya no sólo modificaciones en las estructuras, mecanismos e

instituciones, sino también en los estereotipos y pautas culturales

discriminatorias”.63

Como quedó demostrado en la presente investigación, en términos

formales existen en México diversos mecanismos jurídico-insittucionales

que promueven la equidad de género. En tanto que escala internacional

nuestro país ha ratificado más de un decena de instrumentos que

reconocen y promueven los derechos humanos de las mujeres. Dichos

instrumentos internacionales, a pesar de que abarcan diversos ámbitos,

tienen entre otros muchos objetivos, fomentar la equidad de género. Entre

los instrumentos internacionales que destacan se encuentran: la Carta de

las Naciones Unidas, la Declaración Universal de los Derechos Humanos,

la Convención Internacional sobre la Concesión de los Derechos Civiles de

la Mujer, el Convenio sobre la Igualdad de Remuneración, la Convención

sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra las

Mujeres, la Declaración y Programa de Acción de Viena, Convención

Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la

Mujer y la Declaración y Programa de Acción de Beijing.

63 CEPAL, Participación y liderazgo en América Latina y el Caribe: Indicadores de Género, Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Serie Mujer y Desarrollo, Documento LC/L.1302/E, diciembre 1999, p. 17, versión electrónica disponible en http://www.eclac.cl/publicaciones/UnidadMujer/2/lcl1302/lcl1302e.pdf.

69

La ratificación de estos instrumentos evidencia el compromiso de nuestro

país con el mejoramiento de la situación de las mujeres, por lo tanto su

conocimiento es fundamental para hacer valer los derechos democráticos

de las mujeres mexicanas.

A escala nacional se cuenta con leyes como la propia Constitución, en la

cual se establecen derechos básicos como la igualdad jurídica entre

mujeres y hombres y la igualdad de oportunidades entre todos los

ciudadanos y leyes específicas como el Código Federal de Instituciones y

Procedimientos Electorales (COFIPE) que al ser modificado cuenta ya con

un sistema de cuotas y la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida

sin Violencia. Asimismo, existen instituciones y otras instancias

encargadas de velar por el bienestar de las mujeres como el Instituto

Nacional de las Mujeres (INMUJERES) creado en 2001 y la Fiscalía

Especial para la Atención de Delitos Relacionados con Actos de Violencia

contra las Mujeres, por ejemplo.

Además de corroborar que las mujeres ocupan un lugar relevante en la

sociedad mexicana (al constituir más de la mitad de la población,

representar el 51% del padrón electoral y constituir casi el 40% de la

población económicamente activa) el primer acercamiento a las

estadísticas sobre esperanza de vida, educación y trabajo muestra avances

consdierables en la población femenina del país. Situación que, en

70

principio, podría servir para faslear nuestra hipótesis sobre la

preeminencia de exclusión social en el sector femenino de México.

Conforme a los datos recabados, en las últimas décadas las mujeres

mexicanas presentan un índice de esperanza de vida mayor que los

hombres. Para el año 2004 este índice fue de 77.63 para las mujeres y

72.71 para los hombres.

En materia de educación, los datos del INEGI rebelan que para el ño 2000,

el porcentaje población femenina analfabeta fue superior (11.3%) al

porcentaje de población masculina analfabeta (7.4%); no obsntante si se

comparan estos mismos porcentajes en el año de 1990, puede apreciarse

que la brecha entre mujeres analfabetas (15%) y hombres analfabetos

(9.6%) se ha reducido.

Asimismo, si se consideran los diferentes niveles educativos los datos

arrojan resultados positivos para las mujeres: si bien es cierto que en la

educación básica los porcentajes de hombres y mujeres matriculados son

bastante cercanos64 y que el número de hombres que termina la educación

básica es mayor que el de las mujeres, a nivel bachillerato y licenciatura,

las mujeres llegan a tener mayor presencia que los hombres. En el caso del

bachillerato, en el año 2003 las mujeres representaron un 51.2% frente a

64 Para el año 2003 en preescolar los hombres representaron el 50.4% y las mujeres 49.6%. En primaria ese mismo año los hombres constituyeron un 51.2% frente a un 48.8% del sector femenino. Finalmente, en el caso de la secundaria las cifras en el año de 2003 fueron: 50.5% para los hombres y 49.5% para las mujeres.

71

un 48.8% de hombres; en tanto que a nivel licenciatura el porcentaje de

mujeres alcanzó un 69.2% contra un 30.8% de población masculina en el

año 2003.

En materia laboral, las mujeres representan casi 40% de la población

económicamente activa (15,675,188 mujeres). Respecto al tipo de

actividades que desempeñan, es de destacar que las mujeres además de su

trabajo fuera de casa cubren en un porcentaje elevado las actividades

domésticas, lo cual da cuenta de la denominada doble jornada femenina

con un solo sueldo.

En el año de 2005, los quehaceres domésticos significaron un 46.7% de las

actividades de las mujeres frente a un 0.9% de trabajo extradoméstico. Por

el contrario, los hombres dedicaron 48.7% de sus actividades a trabajo

extradoméstico y otras actividades frente a un 6.1% de quehaceres

domésticos. Esta situación reafirma las condiciones de desigualdad que

viven las mujeres respecto a los hombres con relación a las

responsabilidades del hogar y la familia. Por lo tanto, es clara la dificultad

que enfrentan las mujeres para trabajar fuera del hogar.

Estos datos revelaron la existencia de avances significativos respecto al

mejoramiento de la calidad de vida de las mujeres, sobre todo en ámbitos

tan trascendentales como la educación y el mercado laboral, en los cuales

la presencia de la mujer ha ido en aumento. No obstante, dichos avances

no se han presentado de la misma manera en la esfera pública, mientras

72

que los datos de feminización de la pobreza y violencia contra las mujeres

como indicadores de la exclusión social dan cuenta de los atrasos que aún

persisten en el país. Estos últimos indicadores son los que nos ayudan a

corroborar ampliamente cada una de las hipótesis desarrolladas a lo largo

de la investigación y nos llevan a considerar comprobadas cada una de las

hipótesis que guiaron su desarrollo.

En el caso de la participación política de las mujeres mexicanas, tanto en

el ejercicio de poder como en la toma de decisiones tras la investigación

quedó de manifiesto que ésta aún no refleja el papel que las mujeres

juegan en el país a nivel poblacional, económico y electoral.

Concretamente en lo que respecta a la participación política de las mujeres

en México, puede concluirse que formalmente éstas pueden participar en

la política a través del sistema de partidos y las leyes que garantizan dicha

participación, no obstante, la participación política de la mujer sigue

siendo minoritaria con una escasa incidencia en el proceso de toma de

decisiones. Así, a pesar de contar con mecanismos jurídico-institucionales

como ya los mencionados, las mujeres siguen permaneciendo

subrepresentadas en la arena política. Tanto en la administración pública

como en puestos de elección popular, las mujeres siguen siendo una

minoría respecto a los hombres.

De esta forma, nuestra hipótesis secundaria que señala que : A pesar de

los avances y garantías jurídico- institucionales con relación a la

73

participación política de las mujeres en el proceso de toma de decisiones,

este sector sigue subrepresentado, se comprobó a partir de presentar dos

instrumentos jurídicos específicos en materia de participación política a

nivel nacional: la Constitución Política y el Código Federal de Instituciones

y Procedimientos Electorales con sus respectivas reformas, a los que se

contrapusieron los datos que arrojaron los indicadores electos para

evaluar el fenómeno de la participación política de las mujeres: el Índice de

Potenciación de Género (IPG), la participación de las mujeres mexicanas en

puestos de elección popular (número de diputadas, senadoras, presidentas

municipales y gobernadoras) y el número de altos cargos ocupados por

mujeres en la administración pública federal.

En el caso del IPG, las cifras señalaron que en el año 2002, el IPG de

México fue de 0.5291, cifra similar a la de Hungría. No obstante, para el

año 2003, el IPG del país bajó para situarse en 0.516, por lo que el país se

situó en el número 42 en una lista de 55 países considerados por el PNUD

como de “desarrollo humano alto”, por debajo de países que podríamos

considerar menos desarrollados que el nuestro como Barbados (lugar 20)

o Trinidad y Tobago (lugar 22).

Asimismo, podemos afirmar que, a pesar de las reformas introducidas al

Código Federal de Instituciones y Procedimiento Electorales (COFIPE) en el

año de 2002 para garantizar e impulsar una mayor participación de las

mujeres en los puestos de elección popular; los resultados siguen dejando

74

mucho que desear. Es evidente que las mujeres siguen estando

subrepresentadas en comparación con los hombres.

Así, lo expresan los siguientes datos obtenidos:

• En la LIX legislatura que corre de 2003 a 2006, 120 mujeres llegaron a

ser diputadas, mientras que los diputados hombres electos fueron 380.

Si se comparan estas cifras con la legislatura pasada –cuando aún no

se contaba con el sistema de cuotas-, los datos son más drásticos: 84

diputadas mujeres frente a 416 diputados hombres.

• En el caso de las senadurías la situación es peor. De 128 senadores

electos para la LIX legislatura, tan solo 28 fueron mujeres. Y durante

legislaturas pasadas la diferencia no es mucha: 23 en la LVIII

legislatura y 20 en la LVII legislatura.

• Si bien los datos reflejan ciertos avances, al comparar la situación de

las mujeres mexicanas con las de otros países latinoamericanos México

aparece aún rezagado. En una mejor situación se encuentran países

como Argentina con un 31% de mujeres diputadas y un 33% de

mujeres senadoras; Costa Rica con 35% de mujeres en la Cámara de

Diputados; Cuba con un 36% de mujeres diputados y Saint Lucia con

36% de mujeres en la Cámara Alta.

75

• Actualmente sólo existe una mujer gobernadora: Amalia García en

Zacatecas.

• En materia de gobierno municipal, para el año 2002 de los 2,438

municipios en el país, únicamente en 79 (3.24%) eran encabezados por

mujeres. Conforme a los datos del INEGI, para el año 2004, de los

2,451 municipios en el país, 2,336 eran encabezados por hombres,

mientras que únicamente 85 eran encabezados por mujeres. Situación

reflejaba un ligero avance respecto a años anteriores. No obstante, las

cifras parciales de 2005 reflejaron un importante retroceso, al señalar

que únicamente 9 municipios eran gobernados por mujeres, frente a

2,442 encabezados por hombres.

• Respecto a la participación de las mujeres en la administración pública.

Las cifras del INEGI señalan que, en el ámbito nacional, durante los

años 2001 y 2003, las mujeres funcionarias de la Administración

Pública fueron 22,556 y 12,999, respectivamente. Cifras desalentadoras

si se considera el número de hombres funcionarios en los mismos años:

50,780 y 49,174.

En la esfera social dos de las evidencias más dramáticas de la situación de

desigualdad y exclusión que viven las mujeres mexicanas respecto a los

hombres es la feminización de la pobreza y la violencia que se ejerce contra

ellas. Ambos fenómenos son un obstáculo para la inclusión plena de las

mujeres en la sociedad y, por lo tanto, una manifestación de falta de

76

equidad de género. Ello a pesar de ser el sector más numeroso en términos

de población y de ubicarse en situaciones cada vez más favorables en

ámbitos como la educación y el trabajo.

Los indicadores que elegimos para evaluar la exclusión social de las

mujeres en México referentes a feminización de la pobreza y violencia

contra la mujer, comprobaron nuestra segunda hipótesis secundaria que

señala que la violencia contra la mujer y la feminización de la pobreza son

una forma y expresión de exclusión social, que demuestran la inequidad

entre los géneros en la realidad social de México.

Al respecto, la investigación obtuvo los siguientes datos:

• De acuerdo a la CEPAL, el porcentaje de la población femenina que

vivía en hogares pobres en 2002 en la zona urbana fue de 32.7% y en la

zona rural de 51.1%. En el caso de la población masculina los

porcentajes en el mismo año en ambas zonas fueron: 31.6% y 51.1%,

respectivamente.

• El porcentaje de hogares pobres encabezados por mujeres, ascendió en

2002 a 21%, cifra que ha ido en aumento desde la década de los

noventa.

• Según, el INMUJERES las mujeres ganan entre 30 y 50% menos del

salario que los hombres.

77

• El porcentaje de mujeres que han sufrido al manos un incidente de

violencia es de 46.66%. El grupo de mujeres que más incidentes de

violencia ha recibido se refiere a aquellas mujeres entre 15 y 19 años, al

representar un 55.83% del porcentaje total. A este grupo le siguen las

mujeres entre 25 y 29 años (52.84%) y las mujeres entre 2º y 24 años

(50.79%).

• Durante 2003, el tipo de violencia que más se ejerció fue la violencia

emocional con un porcentaje de mujeres afectadas de 38.8%. A ésta le

siguió la violencia económica (29.32%), la violencia física (9.31%) y por

último la violencia sexual (7.84%).

Al respecto puede afirmarse que la sociedad funciona con base en patrones

y actitudes patriarcales, lo cual da muestra que aquellas garantías legales

y los mecanismos democráticos a favor de la mujer serán relativamente

efectivos mientras se mantenga esa cultura patriarcal. Por lo tanto, se

reconoce que el reto es bastante complejo y que se trata de una

transformación social mucho más profunda que implique un cambio en la

cultura.

En el marco del México democrático, los estudios de género deben estar

enfocados al impulso de la participación de la mujer en todos los ámbitos

de la vida social. Temas como el desarrollo de estrategias de

institucionalización de las políticas públicas de género; el análisis de la

78

política social desde una perspectiva de género; la participación de la

mujer en la vida rural de México y el desarrollo y cambio de los patrones

culturales de la sociedad mexicana, serán prioritarios dentro de la nueva

agenda de investigación sobre cuestiones de género en el país.

79

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