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hi stori a de Costa Rica LA ESCLAVITUD DOMESTICA EN LA CIUDAD DE CARTAGO 1750-1820 La sociedad cartaginesa de mediados del siglo XVIII es sumamente diferenciada. En la cúpula de la pirámide social encontramos un grupo domi- nante que como rasgo particular acusa la posesión de un amplio contingente de criados y esclavos. Don José Antonio de Oreamuno y su esposa doña María Catalina de Ibarra y Moya -claros represen- tantes de dicho grupo- expidieron su testamento mancomunado en el año de 1775, y en la XV cláusula declararon que era su voluntad "que a Casimira casada con Juan Antonio se le de luego que fallezcamos su libertad por ser ya de edad, y porque nos ha servido con mucho amor y lealtad; y así mismo a M6nica por ser liciada de la garganta, y vivirse lo más del tiempo enferma, que se le dé después de nuestros días la libertad"( 1) La libertad de ambas esclavas -Casimira y Mónica-, estaría supeditada a la muerte de ambos testadores. La disposición de los otorgantes obedecía a un "gesto humanitario", o bien, al descargo de sus conciencias para aliviar el tránsito al más allá. Pero ¿qué motivaciones subyacían en la decisión de los colonos cartagineses de manu- mitir a sus esclavos? El caso que exponemos es elocuente, pues a pesar de que ambas esclavas han servido a sus amos de por vida, a Casimira se le otorga la libertad por vieja y a Mónica por enfermiza. En la sociedad en que ambas vivieron, habían dejado de desempeñar el papel que les correspondía. Los amos se deshacen de los esclavos viejos, lisiados e inservibles, que a fin de cuentas se han tornado en una carga para la economía familiar. Además, don Antonio de Oreamuno y su esposa liberan mediante vía testamentaria solo a 2 de las 18 Ama/do J. Moya Gutiérrez" piezas de esclavos que poseen, según consta en el Padrón de Vecinos de Cartago levantado en 1778. (2) Como acto de "singular humildad" se desprenden de 2 de sus esclavas, que por su condición de inservibles no serían justipreciadas por los avaluadores, dejando intacto el caudal de los testadores. (3) En el minúsculo universo que ofrece la capital colonial de Costa Rica nos hemos propuesto valo- rar el significado de la esclavitud doméstica y reivindicar las voces anónimas de aquellos que como Mónica y Casimira se mantenían al margen de la historia. La irrupción de las masas en la histortanos ha permitido devolverles el prora- gonismo que les corresponde a campesinos, indíge- nas, artesanos, milicianos y esclavos domésticos. Ellos también tienen historia. En la educación formal costarricense de pri- maria y secundaria. es ignorada la esclavitud doméstica que se practicó durante la colonia, o lo que es peor aún; se reconoce con el atenuante de que por ser esclavos domésticos eran "bien trata- dos" por sus amos, pues privaban relaciones de tipo paternalista. Se recurre, entonces, a una suerte de historia romántica según la cual, en el fuero interno de nuestros colonos existía una especial predisposición a mantener relaciones cordiales con la servidumbre. De esta manera se media- tizaba el conflicto social, que de hecho generan las relaciones de dominación. En la versión depurada y oficial de la " Historia Patria " el pasado colonial costarricense es cons- truido como el legado de los conquistadores que contribuyeron a echar las bases de una sociedad cuyo desarrollo histórico particular se alejaba profundamente del concierto centroamericano. En esta forma de historiar subyace una motivación fundamental: se exhibe un pasado -nuestro pasado- Máster en Historia por la Universidad de Costa Rica, especializado en Historia Colonial, Profesor Instructor en' la Cátedra de Historia de la Cultura de la Escuela de Estudios Generales de la Universidad de Costa Rica. 21

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LA ESCLAVITUD DOMESTICA ENLA CIUDAD DE CARTAGO

1750-1820

La sociedad cartaginesa de mediados delsiglo XVIII es sumamente diferenciada. En la cúpulade la pirámide social encontramos un grupo domi-nante que como rasgo particular acusa la posesiónde un amplio contingente de criados y esclavos.Don José Antonio de Oreamuno y su esposa doñaMaría Catalina de Ibarra y Moya -claros represen-tantes de dicho grupo- expidieron su testamentomancomunado en el año de 1775, y en la XVcláusula declararon que era su voluntad

"que a Casimira casada con Juan Antonio sele de luego que fallezcamos su libertad porser ya de edad, y porque nos ha servido conmucho amor y lealtad; y así mismo a M6nicapor ser liciada de la garganta, y vivirse lo másdel tiempo enferma, que se le dé después denuestros días la libertad"( 1)

La libertad de ambas esclavas -Casimira yMónica-, estaría supeditada a la muerte de ambostestadores. La disposición de los otorgantesobedecía a un "gesto humanitario", o bien, aldescargo de sus conciencias para aliviar el tránsitoal más allá. Pero ¿qué motivaciones subyacían enla decisión de los colonos cartagineses de manu-mitir a sus esclavos?

El caso que exponemos es elocuente, pues apesar de que ambas esclavas han servido a susamos de por vida, a Casimira se le otorga lalibertad por vieja y a Mónica por enfermiza. En lasociedad en que ambas vivieron, habían dejado dedesempeñar el papel que les correspondía. Losamos se deshacen de los esclavos viejos, lisiadose inservibles, que a fin de cuentas se han tornadoen una carga para la economía familiar. Además,don Antonio de Oreamuno y su esposa liberanmediante vía testamentaria solo a 2 de las 18

Ama/do J. Moya Gutiérrez"

piezas de esclavos que poseen, según consta enel Padrón de Vecinos de Cartago levantado en1778. (2) Como acto de "singular humildad" sedesprenden de 2 de sus esclavas, que por sucondición de inservibles no serían justipreciadaspor los avaluadores, dejando intacto el caudal delos testadores. (3)

En el minúsculo universo que ofrece la capitalcolonial de Costa Rica nos hemos propuesto valo-rar el significado de la esclavitud doméstica yreivindicar las voces anónimas de aquellos quecomo Mónica y Casimira se mantenían al margende la historia. La irrupción de las masas en lahistortanos ha permitido devolverles el prora-gonismo que les corresponde a campesinos, indíge-nas, artesanos, milicianos y esclavos domésticos.Ellos también tienen historia.

En la educación formal costarricense de pri-maria y secundaria. es ignorada la esclavituddoméstica que se practicó durante la colonia, o loque es peor aún; se reconoce con el atenuante deque por ser esclavos domésticos eran "bien trata-dos" por sus amos, pues privaban relaciones detipo paternalista. Se recurre, entonces, a una suertede historia romántica según la cual, en el fuerointerno de nuestros colonos existía una especialpredisposición a mantener relaciones cordialescon la servidumbre. De esta manera se media-tizaba el conflicto social, que de hecho generan lasrelaciones de dominación.

En la versión depurada y oficial de la " HistoriaPatria " el pasado colonial costarricense es cons-truido como el legado de los conquistadores quecontribuyeron a echar las bases de una sociedadcuyo desarrollo histórico particular se alejabaprofundamente del concierto centroamericano. Enesta forma de historiar subyace una motivaciónfundamental: se exhibe un pasado -nuestro pasado-

Máster en Historia por la Universidad de Costa Rica, especializado en Historia Colonial, Profesor Instructor en' la Cátedra de Historia de la Culturade la Escuela de Estudios Generales de la Universidad de Costa Rica.

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libre de toda contaminación y torcedura. El resul-tado sería la "leyenda blanca" del devenir históricocostarricense. Construído el mito. sólo habría queabonarlo, la igualdad socioeconómica se adscribióal mito de la pureza étnica, y justamente en estosdías en que conmemoramos el Quinto Centenariode la llegada de Colón a estas tierras, los ticosestamos a punto de descubrir que nuestro princi-pal componente étnico no es blanco y de ascen-dencia española como muchos quisieran, sino trl-híbrido.(4) El componente negro de la poblacióncostarricense que tan reiteradamente se mini-mizó, ahora resulta ser tan importante como elblanco y el indígena.

La esclavitud doméstica, otrora un problemainexistente en los anales de la historia oficial debeser insertada en el horizonte hlstonoqráñco costa-rricense. De allí, nuestra inquietud por investigarlas características que presentan los esclavos quesirven en las casas de los vecinos principalescartagineses que vivieron entre 1750 y 1820.

La servidumbre doméstica caracterizó a lassociedades hispanoamericanas que estuvieronbajo la dominación imperial española, y las so-ciedades colonlales.centroamerlcaoas no fueronajenas a dicho proceso. Sin embargo, debemosguardar cierta distancia, como es la que mediaentre un acaudalado hombre de negociosguatemalteco y su similar cartaginés, por ejemplo.En la mayoría de los casos, el rango y la represen-tatividad social de los individuos estarían deter-minados por el número de criados que poseían.Para la pequeña élite cartaginesa (unas 60 fami-lias hacia 1778) la posesión de criados y esclavosdomésticos se convertiría en el principal símboloexterno de ostentación y ratificaría la posición deprebendados dentro del conjunto social: la utili-zación de mano de obra servil es entendida comouno de los rasgos aristocratizantes de dicha so-ciedad.

Quizás, de todos los sectores que abastecenal grupo dominante cartaginés los mejor docu-mentados sean los criados domésticos. Estosaparecen en los protocolos notariales, en los tes-tamentos y en las causas judiciales con relativafrecuencia. La información allí registrada no especi-fica las funciones que estos realizaban. No obs-tante, es claro que la preponderancia del elementofemenino nos conduce a valorar las laboresdomésticas. El mantenimiento de las estructuras

habitacionales, el suministro de leña, el cuidadodel hato y de las plantaciones cacaoteras fuerontrabajos reservados a la mano de obra servilmasculina.

1. ¿ CRIADOS O ESCLAVOS?

No existe, para todo el período estudiado,más que un registro censal del año 1778 en queaparecen las familias españolas con sus respecti-vos criados mestizos, mulatos y negros. En dichoregistro aparecen los españoles que viven en laciudad, sus arrabales y campos, con distinción desus estados; casados, viudos, solteros y párvulos.Los criados mestizos mulatos y negros de lasfamilias españolas vienen apuntados en sus res-pectivas castas.(5) La información no discriminacon respecto del status del criado mestizo y delcriado negro. Los Indices de Protocolos de Car-tago especifican las transacciones de esclavosefectuadas por individuos del grupo dominante deCartago; pero no discernimos con claridad el régi-men a que se encuentran sometidos los criadosmestizos y los criados mulatos y negros. En elPadrón de Vecinos de Cartago de 1778 ambascastas están dentro de la categoría "criados", y losregistros protocolarizados se refieren indistin-tamente a esclavos negros, a esclavos blancos ya esclavos mulatos-blancos, por lo que podemosconcluir con que algunos mestizos pudieron servircomo esclavos. (6)

La categoría "criado" oculta la verdadera di-mensión de la esclavitud como fenómenoeconómico-social; sin embargo, las transaccionesde esclavos efectuadas hacia el interior del grupodominante son reveladoras. Existe un verdaderomercado de "piezas dé esclavos", cuya amplitudsin duda fue mayor que lo que muestran lasfuentes, en vista de que las permutas y ventas deesclavos no siempre fueron registradas en losprotocolos. (7) Además no tomamos en cuenta losesclavos y sus descendientes que por genera-ciones han pertenecido a una misma familia. Lastransacciones de esclavos fueron un agente di-namizador de la economía colonial que procurópara los miembros del grupo dominante un aumentode su caudal.

Como parte fundamental del patrimoniofamiliar los esclavos siempre son declarados por

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los otorgantes de testamentos e inventariados enlos juicios de sucesión. A continuación evaluamosuna muestra de 25 inventarios post-mortempertenecientes al grupo dominante, con el propósitode determinar la represeritatividad de la mano deobra esclava en las familias principales.

Cuadro 1

ESCLAVOS INVENTARIADOS EN LOSJUICIOS MORTUORIOS DE 25 MIEMBROSDEL GRUPO DOMINANTE CARTAGINES

1750-1820

Nivel de fortuna Número(a) famiWas

con 99C1.

Númeroesclavos

Valorpromediopor familia(a)

Númeroesdavospromediopor familia

NúmerolamiNassin 99C1.

999,71/21.999,7 1/2 3.0 233.03

2.0002.999,7 1/2 2 1.0 250.02 2

3.000·3.999.7 1/2 3 11 3.6 218.1

4.000 -5.999,7 1/2 2 10.0 (b)10

6.000 -7.999.7 1/2 2 5 2.5 189.0

8.000 -10.999,7 1/2 2 73 5 210.7

11.000 •15.999,7 1/2 7 6.2 178.144

Total 7 82 213.14.218

a. En pesos de ocho reales de plata.b. No hay informaciónFuente: Archivo Nacional de Costa Rica, Mortuales Coloniales Carotago, 1750-1820

Los datos organizados en el Cuadro 1 tienenun valor muestral, por lo tanto no brindan evidenciaconcluyente con respecto del peso de la esclavituden el seno del grupo dominante. Sin embargo,observamos algunas tendencias generales queponen de manifiesto las prerrogativas de quegozaron la mayoría de los vecinos principales. Esimportante destacar que pese a que considera-

mos la posesión de esclavos como uno de lossímbolos de máxima ostentación, no todas lasfamilias de la muestra los poseen.Esto se debióprincipalmente a un subreqistro que utilizaban losmiembros del grupo dominante como estrategiapara conservar intacto parte del caudal. Quizáaquella parte que se erigió en memoria de misas ycostas del funeral, o bien la que había sido cedidaen dotes y colaciones. Los esclavos fueron idóneosen este tipo de transacciones por ser bienes defácil enajenación.

Observemos como en el Cuadro 1 la máximaconcentración de esclavos se da en las cotas máselevadas del grupo dominante. En el nivel másconspicuo de fortunas encontramos el mayornúmero de esclavos sirviendo a las familias princi-pales. La muestra que consideramos nos permiteargumentar que en la práctica los más ricos siempregozaron del privilegio de la mano de obra esclava.La tendencia que descubrimos en el Cuadro 1 esavalada por los datos que hallamos en el padrónde vecinos de Cartaqo del año de 1778. Losvecinos más opulentos poseían un amplio contin-gente de criados. Doña Baltasara de la MadrizLinares, viuda, con ocho hijos, poseía 15 criados.Don Antonio de Oreamuno, mencionado anterior-mente, poseía nada menos que 18 criados. DoñaJoaquina López del Corral, viuda, con 7 hijosposeía 15 criados .. Don Pedro Aymerich casadocon doña Francisca López del Corral poseía 13criados que servían a una familia de 3 miembros.Don Tomás de Soto y Barahona, soltero, poseía 9criados. El Comisario del Santo Oficio, Licdo. donJuan Manuel de Casasola y Córdoba poseía 12criados y el Depositario General Coronel don JuanFrancisco de Bonilla -el hombre más acaudaladode la época-, y su esposa, la señora Coronela,eran servidos por 11 criados.(8) Los casos anterio-res ilustran el amplio contingente de criados queservían a los más opulentos, aunque en las fami-lias menos pudientes los esclavos también fueronimportantes, manteniéndose por lo general de 1 a3 esclavos contra la media de 6 entre las familiasmás conspicuas.

El amplio número de criados domésticos utili-zados en el Cartago colonial contrasta con lascifras que estima Silvia Marina Arrom para elMéxico de principios del siglo XIX. Para dichaautora "el número de sirvientes por casa es quizáel mejor indicador del status. De acuerdo con la

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medida de tres o más sirvientes fijos, la clasealta.representaba como máximo el 4 por ciento delas casas de la capital". (9)

A pesar de la riqueza poseída por la élitemexicana, en cuanto a la servidumbre doméstica,el grupo dominante cartaginés no quedó a la zaga,como lo analizaremos en la sección correspon-diente.

El subregistro del número de esclavos de-prime las cifras globales de quienes servían en lascasas de los vecinos principales, y en nuestraperspectiva, de hecho oculta la dimensión delproblema de la esclavitud. El siguiente caso ilustranuestra argumentación. En el año de 1778 cuandoes levantado el Padrón de Vecinos de Cartago donAntonio de Oreamuno y su esposa doña MaríaCatalina de Ibarra declararon un total de 18 cri-ados mulatos y negros. Un año después, a lamuerte de doña María Catalina y según su memo-ria testamentaria son declarados sólo 12 criados.Los 6 criados faltantes no se pueden atribuir al"yerro de pluma", sino más bien al contubernioentre familiares y avaluadores.

La documentación consultada nos ha permi-tido explorar las relaciones que imperan entreamos y esclavos. Las relaciones de dominaciónque se instauran son la 'base de un régimenesclavísta disfrazado bajo el nombre de criadosdomésticos. La condición de dichos criados segúnla evidencia que ofrecemos no es otra que la deesclavos. El tono señorial que acusa la vida delgrupo dominante se fundó en la explotación de lamano de obra esclava.

2. LA DONACION DE ESCLAVOS

En su calidad de bienes, los esclavos sepueden heredar, vender, donar, o bien, liberar gra-ciosamente. Con frecuencia los vecinos princi-pales recurrieron al expediente de la donación. Enel año de 1775, los ya citados don Antonio deOreamuno y su esposa declararon por vía tes-tamentaria haber puesto en estado de matrimonioa su hijo don Joseph Francisco de Oreamuno condoña María Encarnación Sancho de Castañeda, ypara llevar las cargas del matrimonio le dieronentre otros bienes "una mulata esclava llamadaPetronila con sus 2 hijos"(10) En 1779, doña To-masa Joaquina López del Corral dona a su hija

doña Manuela Petronila una mulatilla de 8 meses,hija de una esclava, por haber sido dádiva que aésta [doña Tomasa] hizo un bienhechor [el Gober-nador don Jose Joaquín de Nava, su presuntopadre](11) En 1780 doña Francisca del Corral conconsentimiento de su hija doña Ana Josefa deAlvarado, su única heredera y de don Juan deAlvarado, esposo de ésta, dona a su esposo desegundas nupcias don Pedro Aymerich una es-clava nombrada María de Jesús de 13 años. (12)En 1795 el Teniente Coronel don Juan Franciscode Sonilla, Regidor y Depositario General y Al-caide Ordinario dona al señor Gobernador Vázquezy Tellez una esclava que compró a doña JoaquinaLópez del Corral en 300 pesos de plata. (13).

La donación de esclavos adquiría mayor sig-nificado si se hacía en señal de gratitud. En 1750,por ejemplo,

"El Licenciado don Juan Francisco deCasasola y Córdoba y el Bachiller don JuanManuelde Casasolay Córdoba, Presbíteros,donan a doña Manuela Gertrudis Sancho deCastañeda, mujer de don Rafael de MierCevallos, una mulata, su esclava. Hacenesta donación en recompensa de la finezaque hizo y está haciendo con los otorgantesdesde que falleció la madre de estos doñaAgueda Pérez del Muro, viniéndose a estacasa a cuidarlaa ella y a los dos otorgantes".(14)

En la composición de los bienes dotales losesclavos son piezas fundamentales. Al ponerseen estado de matrimonio los padres aseguraban asus hijas la posesión al menos de una esclava para"ayuda de llevar la carga del matrimonio".

Con frecuencia se dio el hecho de que algunascriadas mestizas y negras también actuaban comonodrizas de los niños del grupo dominante. En1812, en torno a una consulta sobre ocultación debienes que se hizo en casa de don FranciscoVillas anta y bajo juramento

"la criada Josefa Zespedes confiesa haberservido en casa de Villasanta por 4 años;primero como ama de leche de una niña hijade Villasanta y después de cocinera y otrosservicios". (15)

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El esclavo doméstico fue sin duda, un ele-mento fundamental que estuvo presente en elcotidiano vivir de los vecinos principales. Sobre élrecaía la faena doméstica. La donación de unesclavo se convertía en un símbolo de particularrefinamiento y entendimiento entre los miembrosdel grupo dominante. La identidad externa delgrupo dominante estuvo determinada por el númerode esclavos.

3. LA POSESION DE CRIADOS MESTIZOS,MULATOS Y NEGROS

Uno de los rasgos definitorios del gmpodominante es la posesión de criados y esclavos.Es sintomático de la posición social privilegiada delas familias el mantener bajo eltecho del señor atodo un contingente de criados. El número decriados depende del rango y fortuna de la familia,pero aún las familias de menor condición gozaronde la manó de obra mestiza y negra. Todavíahacia mediados del siglo XIX, como argumentaGudmundson, "la línea dívjsorta entre las clasessociales estaba trazada, en gran parte, con baseen la distinción entre los que mantenían sirvien- .tes". (16) Según el censo de 1844, la ciudad centralde Cartago posee el más alto porcentaje de hoga-res con sirvientes de los dos sexos (35,2% devarones y 51,6% de mujeres). (17) En el sectorcentral de Cartagoencontramos para el mismoperíodo, según el mismo censo, 1,47 sirvientes porhogar (18). Este fue también el índice más alto detoda la nación en esa época.

En la ciudad de Cartago mantuvo una relativaimportancia el asunto de la servidumbre doméstica,aún a mediados del sigjoXIX, como se infiere delos párrafos anteriores, no obstante, la transforma-ción económico-social que supuso el "boom"exportador de café s1gotficó la transición de unasociedad de "antiguo régimen" a una agroexporta-dora y capitalista. La sociedad provincial de 1778es diferente a la sociedad costarricense de 1844.El Cuadro 2 ilumina nuestra argumentación, puestoque organiza los datos del Padrón de 1778 encuanto a los criados que servían en las casasespañolas:

Cuadro 2

FAMILIAS ESPAÑOLAS AVECINDADAS EN CARTAGOCON CRIADOS DOMESTICOS SEGUN PADRON DE

VECINOS DE CARTAGO DE 1778(INCLUYE AL GRUPO DOMINANTE)

No. familias %

Familias con criadosmestizos 24 14.0

FamiUas con criadosnegros y mulatos

53 31.0

Familias con criadosmestizos y criados negrosy mulatos

45 26.0

Familias sin criados 50 29.0

TOTAL 172 100.0

Fuente: ANCR Complementario Colonial Exp. No. 3604 Padrón dela Ciudad de Cartago. Año de 1778.

El Padrón de Vecinos de Cartago de 1778registra a los vecinos españoles con sus respecti-vos criados mestizos y negros; es evidente que enel ámbito doméstico imperaban las relaciones deservidumbre. En las casas de los vecinos princi-pales se les aseguró a los esclavos techo, comida,ropa y trabajo; pero las condiciones de vida nodebieron ser halagüeñas puesto que encontramosesclavos que huían del dominio de sus amos o queprocuraban comprar su libertad. En 1808:

"Don Manuel Marchena y su mujer doñaFrancisca del Corral como de 50 años y Joséde Jesús Merchenacomo de 28. que hubi-eronocr compra respectivamente a don JuanFrancisco de Bonilla y don José Corona, lesdan carta de libertad. en atención a que Joséde Jesús les ha entregado 200 pesos por sulibertad y ofrece pagarles dentro de un año100 pesos por la de su madre". (19)

Según el Padrón de la Ciudad de Cartago de1778, los vecinos españoles de Cartago suman689 individuos que conforman 172 familias; de lascuales 50 no poseen criados (ver Cuadro 2) y las122 restantes poseen 576 criados mestizos, mula-

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tos y negros. Los datos anteriores arrojan unamedia de 4,7 criados por familia. Sin embargo, alconsiderar que de estas 121 f.amilias solo 61pertenecen al grupo dominante y que estas seencuentran servidas por 382 criados, tenemosuna media de 6,2 criados por familia. Sin embargo,como veremos más adelante, una tercera parte delos miembros del grupo dominante poseían 8 ymás criados. El que las cotas más altas deservidumbre se concentren entre los negros ymulatos obedece quizá a que los mestizos tuvie-ron más oportunidad de participar en actividadesque a la postre resultaron mas rentables talescomo la agricultura, la ganadería y las artesanías.Además, sólo los mestizos de menor rango -iguala-dos a los negros y mulatos-, sirvieron en las casasde los vecinos principales como domésticos.

A continuación, en el Cuadro 3 desagrega-mos los datos por sexo, edad y estado civil para loscriados mestizos y los criados mulatos y negrosque servían a la población española de Cartago,incluyendo al grupo dominante.

Cuadro 3

CRIADOS MESTIZOS, MULATOS Y NEGROS QUESIRVEN EN LAS CASAS ESPAAOI,.AS DE LA CIUDAD

DE CARTAGO. AAO DE 1778

Casados Vdos. Soll. Párv. Total %

Hombres 5 33 19 57 10,0Mestizos

Mujeres 8 76 17 101 17,5

Hombres 20 97 56 173 30,0MulatosyNegros

Mujeres 16 193 36 245 42,5

TOTAL 49 399 128 576 100.0

Fuente: A.N.C.R. Complementario Colonial Exp. No. 3604 Padrón

de la Ciudad de Cartago Año de 1778.

En los siguientes apartados evaluamos la in-formación para cada una de las castas que orde-namos en el cuadro anterior.

3.1 Los criados mestizos

Del total de 576 criados apuntados en susrespectivas castas, un 27% corresponde a la castamestiza. De la servidumbre mestiza un 64% recaesobre la mano de obra femenina y el otro 36%sobre la mano de obra masculina. De la totalidaddel elemento femenino mestizo (101 mujeres) un75% permanecen solteras, un 8% son casadas yun 17% son párvulas. El porcentaje de casadas esbajo con respecto al de solteras, máxime cuandolas criadas son las encargadas de amamantar alos niños del grupo dominante.

Con respecto a los hombres, de los 57 mes-tizos que sirven en las casas de los españoles un58% son solteros, un 9% son casados y un 33%son párvulos. El bajo porcentaje de los criados ycriadas mestizas que habían tomado estado dematrimonio (8 y 9% respectivamente) se debe aque "el matrimonio que implicaba la libre disposi-ción de sí mismo y la posibilidad de llevar una vidaindependiente, era incompatible con la condiciónde doméstico[ ..~] para establecerse le era nece-sario un pequeño capital cuya acumulación re-quería un tienipo prolongado". (20)"

No conocemos los mecanismos a que debiórecurrir la servidumbre doméstica para acumularalgún patrimonio. Si la condición de esta ser-vidumbre es de esclavos, posiblemente, jamásrecibieron retribución alguna por su trabajo. Parala Costa Rica de antes del café, Gudmundsonseñala que las mujeres y adolescentes que servíanen las casas de la gente adinerada, pudieron,dentro de condiciones muy estrechas de existen-cia, recibir alguna retribución por sus trabajos.(21)En nuestro período el ciclo descrito por el auge ydecadencia del cultivo del cacao podría iluminar lafuente de ingresos de la mano de obra esclava;pues los propietarios aussnttstas de cacaotalescedieron en arrendamiento sus rozas de cacao amestizos, mulatos y negros. Con el patrimonioacumulado por los arrendantes se procuró com-prar la libertad de su parentela, que por lo generalconformaba el suministro de mano de obra es-clava al servicio de las casas de los vecinosprincipales. En su investigación sobre la manu-misión y mestizaje durante el Siglo XVIII, Gudmund-son señala tres fuentes principales de capital delos esclavos: la producción de cacao, la especula-ción comercial y la existencia de madres, esclavas

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o libres, que aparentemente tenían conexionescon benefactores pudientes. (22)

La diferenciación en el mundo esclavo estáen relación directa con la capacidad de acumula-ción de patrimonio-dinero y con el dinamismo quepresenta la movilidad social. Los enlaces y lasuniones consensuales con mulatas y mestizaspermitió a los esclavos blanquear su linaje. En lasociedadprovincialque analizamos,el factor étnicofue determinante. El rango de un sirviente mestizoestaba por encima de las otras .castas (mulatos ynegros).

El reclutamiento de la mano de obra mestizaprovino de la descendencia, algunas vecesilegítima, de los vecinos principales y de los es-pañolespobres. El Padrón de Vecinos de Cartagode 1778 revela que en algunas casas de es-pañoles se acostumbraba llevar a algunos parien-tes que para "ir por la vida" debieron desem-peñarse como domésticos. Para mediados delSiglo XIX, Gudmundson nos muestra unas rela-ciones patrón-sirviente normadas por el paterna-lismo. Dicha actitud se manifiesta en la concentra-ción tanto de sirvientes muy jóvenes de los dossexos, como en la de las mujeres mayores deedad. Dichas mujeres esperaríansiempre un tratopaternal del cabeza de familia. (23) El censo de1844 reporta para la ciudad de Cartago al menos13 hogares donde hubo 3 o más sirvientas y 3hogares donde hubo 3 o más sirvientes varonesadultos. Dicha servidumbre se limitó a los niveles"elitistas de la sociedad".(24) ,

El patemalismoque según Gudmundsonprivóen las relacionespatrón-sirvienteen el ValleCentral,a mediados del Siglo XIX no se sustenta en lasrelaciones amo-esclavo de mediados del SigloXVIII. El esclavo fue el símbolo de prestigio mássobresaliente que exhibieron los vecinos princi-pales. El número de esclavos que mantenía elcabeza de familia mostraba los límites de la osten-tación e hizo que el círculo de los privilegiadosgozase de un estilo de vida señorial.

En cuanto al reclutamientode la servidumbre,L. Gudmundson también apunta que "se dieronlos casos frecuentes de individuos que, siendoparientessanguíneoso no, fueron aceptadoscomomiembros familiares periféricos, a cambio de laayuda que podían prestar al hogar. Ejemplos deesta relación pueden verse en la frecuente men-ción de sirvientes con el mismo apellido (vis á vis

los cabeza de familia) y en los términos tan usadostales como entenado, criado, ahijado, etc.' (25)Los niños "expósitos" engrosarían las anteriorescategorías. Independientemente de que fuesenparientes periféricos o no, las condiciones de laservidumbre eran de esclavitud, según loaseguraba don Tomás de Acosta, casi al finalizarel Siglo XVIII, ya que el señor Gobernador

"ha encontrado en esta provincia el extrañouso de poner los jueces en servidumbre a laspersonas libres, ya 'grandes ya pequeños;unas veces porque son pobres y (para que)no se extravien, otras (veces) por quedarhuérfanas y otras, en fin, con el expresivopretexto de doctrinarlas. Este inaudito dere-cho de esclavizar al que nace libre tiene eneste vecindario tanta extensión que no con-tentos con exigir de estas infelices víctimastodo el servicio a que está sujeto el máscostoso esclavo, no les dejan como a estosel triste consuelo de mudar de dominio sinoque cuando después de bien castigados ymal asistidos de alimento y vestuario salende su poder, entonces los reclaman a losjueces, exponiendO los unos que desde muychicas las han tenido a su cargo doc-trinándolas y manteniéndolas de un todo;dicen los otros que si aquella quiere salir desu casa es con el objeto de vivir libertina yotros alegan finalmente que habiendoquedado huérfana y muy pequeña, se hantenido el trabajo de criarla, instruirla en lareligión, enseñarla a. buscar el sustento, yque ahora que los puede aliviar los deja en elcaso de servirse de sí propios. Estos son ensuma, muy poderoso Señor, los razona-mientos de que se valen estos vecinos paraintentar tener sobre las gentes libres underecho de propiedad, dominio y señorío,mayor que sobre los esclavos... Si vieraVuestro Gobernador que a estos domésticosse les daba en todo diferente trato que a losesclavos; si no supiera que no se les da unmaravediz de salario; y sí al menos no oyerademandar, que una persona libre haya deservir perpetuamente, y contra su voluntad;ni su conciencia sufrirá los debates quepadece; ni incomodaría (yo) la atención deVuestra Alteza con esta reberente represen-tación". (26)

Gudmundson no aclara suficientemente lascondiciones que imperan entre ros amos y sus

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sirvientes al consumirse la época colonial, y las re-laciones que privan entre los patronos y la ser-vidumbre en la Costa Rica de mediados de sigloXIX. En sus aspectos básicos las relacionescambiaron sustancialmente. Es el tránsito de lamano de obra servil en condiciones de esclavituda una relación salarial, donde al sirviente le seráretribuido su trabajo con un salario en dinero.

3.2 los criados mulatos y negros

De la totalidad de 576 criados que viven en las.casas de los españoles en la ciudad de Cartago en1778, según el Cuadro 3, un 73% corresponde a lacasta de negros y mulatos; los registros no sonsuficientemente claros con respecto al status deestos criados, pero posiblemente hayan servidoen calidad de esclavos. (27)

En la casta de mulatos y negros al servicio delas familias españolas prevalece el elemento fe-menino. De un total de 418 casos, un 59% estáconstituido por mujeres. De las 245 mujeres queaparecen en la categoría de criados mulatos ynegros un 7% son casadas, un 79% son solterasy un 14% son párvulas. Los registros no arrojaninformación en cuanto a las madres solteras entrecriadas mulatas y negras. Sin embargo, ademásdel servicio doméstico que prestaban, debíanasumir también el papel de amas de leche onodrizas. Esto explicaría el alto porcentaje demujeres en esta categoría.

De los 418 casos registrados en la casta demulatos y negros, un 41,0% corresponde al ele-mento masculino. De estos 173 mulatos y negrosun 12% estaba casado, un 56% soltero y un 32%está conformado por párvulos.

Es importante señalar que de la totalidad decriados mulatos y negros en las casas de es-pañoles de la ciudad de Cartago, a saber 418, un70% está constituido por solteros y solteras.

Al desagregar de la totalidad de las familiasespañolas avecindadas en Cartago a las familiaspertenecientes al grupo dominante los resultados

- son sorprendentes. De las 171 familias, 61 pertene-cen al grupo dominante, o sea un 35% de latotalidad. Las 171 familias españolas están con-formadas por 689 miembros y las 61 familias delgrupo dominante están integradas por 341 perso-nas, o sea un 49,0% de la totalidad de españolesen Cartago.

Cuadro 4

CRIADOS MESTIZOS, MULATOS Y NEGROS QUESIRVEN EN CASAS DE LOS MIEMBROS DEL GRUPO

DOMINANTE SEGUN EL PADRON DE VECINOS DECARTAGO DE 1778

NQ. de criados No.de familias delpor familia grupo dominante O/o

con criados

1- 2 15 24,63-4 13 21,35-6 11 18,07-8 2 3,38-9 6 9,8

10 Y más 14 23,0

TOTAL 61 100,0

Fuente: ANCA. ComplementariO Colonial. Exp. No. 3604. Padrónde la Ciudad de Cartago. Año de 1na. .

En síntesis, un 35% de las familias españolasque son las que constituyen al grupo dominanteestán servidas por un 60% de los criados queaparecen en la casta mestiza y en la casta demulatos y negros, o sea, por cada miembro delgrupo dominante encontramos un criado.

De los 382 criados que sirven a las familiasprincipales, un 75% pertenecen a la casta demulatos y negros; que en su calidad de mano deobra servil definió los rasgos aristocratizantes dela sociedad colonial cartaginesa del siglo XVIII, y ala vez mostró .Ios síntomas de su decadencia aprincipios del siglo XIX. Gudmundson ya habíaseñalado que en. la colonia costarricense "lamanumisión adquirió una importante dimensión,pues los esclavos tenían' una limitada utilidad,salvo que se les empleara como servicio domésticoy símbolo de prestigio,j.(28)

Si mediante la esclavitud se aseguró el sumi-nistro de mano de obra al grupo dominante, cabepreguntarse ¿En dónde alojarían los vecinos prin-cipales a sus criados y esclavos? Es posible quealgunos sirvientes, una vez terminadas sus faenasdomésticas, residieran en los sitios que les habíansido reservados en los linderos de la ciudad: laPuebla de los Pardos y el Laborío. Sin embargo,era frecuente que la servidumbre se alojara en las

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oficinas que se construían anexas al cuerpo prin-cipal de la casa, e incluso en la cocina (29).Contrario a lo propuesto por Gudmundson, laservidumbre se alojó en los aposentos anexos alcuerpo principal de la casa y no bajo el techo desus amos (30). Es en este punto donde la jerarquíaespacial se torna más relevante, pues el espacioreservado a la servidumbre se distingue clara-mente del que ocupaba la familia.

Sirvientes, criados y esclavos son los térmi-nos utilizados por los vecinos principales parareferirse a su abastecimiento de mano de obraservil. En nuestra perspectiva, dicha terminologíase refiere a un problema histórico que hemosalumbrado con una nueva metodología, en cuyavirtud, la esclavitud doméstica en el Cartago diecio-chezco abre un nuevo capitulo en cuanto a lareinterpretación de nuestro legado colonial.

CONCLUSION

Con esta investigación hemos logrado tipifi-car los rasgos que presenta la esclavitud domésticaen la colonia costarricense. Hemos brindado sufi-ciente evidencia para determinar que la esclavitudfue utilizada para la reproducción material de lasfamilias principales y como símbolo de pres_tigio.

El esclavo se puede vender, cambiar, donary manumitir. No obstante, los poseedores de es-clavos no renunciaron fácilmente al privilegio deposeerlos, puesto que junto a las "casas de mo-rada", son los bienes más caros que se exhiben enlos inventarios.

La posesión de criados y esclavos la hemosconsiderado como uno de los rasgos definitoriosde una sociedad aristocratizante, en la cual lajerarquía se representaba mediante el número deesclavos que poseían y exhibían ante el conjuntosocial. Sólo imaginemos como hubiera transcu-rrido la vida de la acaudalada doña María Catalinade Ibarra y de otras damas principales, si no hubie-ran tenido a su servicio las esclavas que atendíansu casa; preparaban las viandas, lavaban la ropa,acicalaban la casa, servían de nodrizas y quizá enmás de una ocasión satisfacían al señor.

La información manejada presenta sus limi-taciones, y tiene un rasgo hasta cierto punto pa-radójico, pues fue a través de los inventarios debienes, de los testamentos, y de los registros

protocolarizados expedidos por los vecinos princi-pales que logramos iluminar la historia de la es-clavitud doméstica. Lamentamos, que por la natu-raleza de las fuentes utilizadas nos viéramosimposibilitados de hurgar más profundamente enla vida cotidiana de la servidumbre doméstica. Noobstante, esta contribución podría servir de puntode partida para futuras investigaciones.

Un rasgo particular salta a la vista; al com-parar la sociedad cartaginesa de 1778 con la de1844 notamos la relativa pérdida de importanciaque padece la servidumbre en ese lapso de 66años. Ello apunta a la hipótesis de que la antiguacapital colonial y las familias que conformaban elcírculo de los prebendados pierden perrogativasque hasta entonces se habían asegurado en lacúspide de la pirámide social. En el ocaso de lavida colonial, la suerte de la esclavitud domésticaestaba echada.

NOTAS

1. Archivo Nacional de Costa Rica ( en adelanteA.N.C;R.) Mortuales Coloniales de Cártago(en adelante MCC) Exp. 854 (1n9) f.22 Citafiel de la cláusula XV del testamento expedidoen el año de 1775 por doña María Catalina deIbarra y Moya y su esposo don Antonio deOreamuno. Al igual que en los documentoscitados posteriormente, hemos respetado laortografía original.

2. A.N.C.A. Complementario Colonial. Exp.3604. (1778).

3. A.N.C.A. MCC Exp. 854 (1779). Véase enespecial el inventario de bienes de esta causa.

4. Véase al respecto: Lowell Gudmundson,Estratificación Socio-Racial y económica deCosta Rica 1700-1850. Editorial UNED SanJosé, 1978. El argumento de la sociedadcolonial multirracial es sostenido por: DoriamChavarría y María de los Angeles Acuña, Elmestizaje en la sociedad colonial cartagi-nesa(1738- 1821)(Tesis de Grado. Universi-dad de Costa Rica, 1991), y también pusimosatención a la reciente tesis de que en la com-posición étnica de los costarricenses con-tribuyen con un peso semejante los indígenas,

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los negros y los caucasoides. Nos atenemos ala información brindada por: Ramiro Barran-tes, "Flujo génico entre diferentes grupos étni-cos de Costa Rica". Proyecto de investigaciónauspiciado por la Universidad, de Costa Rica.Inédito.

5. Nos atenemos aquí a la acepción que se le daen la época analizada al término casta. Para lalegislación española la casta se refiere a laetnia más' que a la posición socioeconómica.Véase'Magnus MOrner, La mezcla de razas en./a Historia de América Latina, Paidós, BuenosAires ¡1969 Y del mismo autor, "Economic'Factors and.Stranñcanon in, Colonial SpanishAméricai,with special Regardto Elites", enHispanic Amerícan+ustorícat Review 63(2),

';1984 'pp~477-501.' Támbién: Patricia Seed,"Social Dímensons of Race: Mexico City¡ 1753",en Hispanic American Historical Review 62(4),1982, pp.569-606. Y para el caso específicode Cartago en el siglo XVIII véase: Chavarría"

. .y, ~g~ña, El mestizaje" pp. ~-51. Aunque paraesta autoras las castas deben .ser entendidas

; ·f " ,. '.' ~ ,. como conñquradoras de grupos socioeconómi-.' 00$ Y nO Como g¡'u~ élnicos emergentes. "Sin

"embarga: 'el q(ielos negros Y mestizos estuvie-., 'ah exchJictosde las funciones civiles, religiosas. :'y Político-'ádminist'réltivas fue' más una razónét.~i6~que '~oq~?\-~?nÓmic~.

6. Los hijos que tuvieron los señores con 'las cria-das no son registrados como tales, además losesclavos por lo general toman el apellido de lafamilia donde sirven. Bajo estas circunstan-cias es' difícil conocer, la dimensión del mesti-zaje hacia el i~teri()r del grupo dominante.

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7. En este-sennoo podemos apuntar los esclavosque huían de la tiranía de sus amos y procura-ban servir a otros señores, las donaciones deesclavos que se hacían entre parientes y losesclavos de que éran abastecidos los miem-bros del grupo dominante mediante el comer-cio ilícito. Además, los esclavos que nacíanpor el ciclo natural de reproducción no eranregistrados como "piezas nuevas" en losRegistros Notariales.

8. A.N.C.A. Complementario Colonial. Exp. 3604(1778).

9. Silvia Marina Arrom, Las mujeres de la ciudedde México 1790-1857, Siglo XXI editores, Mé-xico 1988, pp. 20-21.

10. A.N.C.R. MCC Exp. 854 (1779) f.19 v.

11. A.N.C.A. Indice de Protocolos de Cartago (Enadelante IPC). Exp. 10 Leg. VIII (1779)

12. A.N.C.A. IPC Leg. 11Exp. 8 Leg 11(1780).

13. A.N.C.A. IPC Exp. 11 Leg; IX (1795).

14. A.N.C.A. IPC Exp. 2 Leg. VII

15. A.N.C.A. MCC Exp: 1350 (1812) f. 22.

16. Lowell Gudmundson.: costs Rica antes delCafé, Editorial Costa Rica San José 1990 p.148.

17. Gudmunson, Costa Rica, p. 150 .

18. Gudmunson, Costa' Rica, p~ 150;

19. A.N.C.A. IPC 1036 Exp. 6 Leg. X (1808).

20. S. L. Flandrín; Orígenes de la familia modernaEd. Crítica, Barcelona, 1979, p. 85.

21. Gudmundson, Costa Rica, p. 148, 149, 150.

22. Gudmundson, ,Estratificación,p. 38 .

23. Gudmundson, Costa Rica, p. 149-150.

24. Gudmundson, Costa Rica, p. 154-155.

25. Gudmundson, Costa Rica, p. 148-149.

26. Gudmundson, Costa Rica, p. 149

27. El esclavo era un doméstico en el sentido enque jamás vivía en su casa propia, sino siempreen la casa de su amo. Al tener que servir porcompulsión, no podía sino vivir "en familia"bajo una constante vigilancia. Lo mismo que eldoméstico, el esclavo podía ser empleado entoda clase de tareas, domésticas o producti-vas, sin que se modificara por ello su condiciónsocial. Ver: Flandrín, Orígenes, p. 84.

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28. Gudmundson, Costa Rica, p. 30.

29. Arnaldo Moya Gutiérrez, "Comerciantes ydamas principales de Cartago (1750- 1820).La estructura familiar y el marco material de lavida cotidiana", Tesis de Posgrado. Universi-dad de Costa Rica, 1991, p. 163.

30. Gudmundson, Costa Rica, pp. 122-125.

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