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1 Memoria IV Foro Colima y su Región Arqueología, antropología e historia Juan Carlos Reyes G. (ed.) Colima, México; Gobierno del Estado de Colima, Secretaría de Cultura, 2008. La escultura en piedra. Notas sobre el catálogo escultórico de El Chanal. Samuel Mata Diosdado Ma. Ángeles Olay Barrientos Jaime Aguilar Rodríguez INAH-Colima Introducción Como se sabe El Chanal, uno de los mayores asentamientos prehispánicos del Occidente de México, se desarrollo en la parte central del valle de Colima hacia ambos lados del río Verde o Colima a los 680 m sobre el nivel del mar. La villa española que dio pie a la ciudad de Colima se ubicó unos 200 m más abajo aprovechando los caudales del río y sus fértiles vegas. A despecho de esta cercanía y de que durante años se conoció la existencia de túmulos y ofrendas, los mismos sólo sirvieron para satisfacer a los coleccionistas de antigüedades y eventualmente, como banco de materiales de los municipios de Colima y Villa de Álvarez los cuales aprovecharon la piedra con la que sus antepasados construyeron casas, templos y palacios para empedrar las calles de una ciudad en constante crecimiento. Fue a partir de esta lenta pero constante recolección de piedra como los jardines de algunas casas de Colima comenzaron a ser adornados con lajas de piedra en las cuales se apreciaban diseños que denotaban el culto al antiguo dios de la lluvia (Tláloc) así como las representaciones pictóricas de otras deidades menos reconocibles. Entre el pedregal

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Memoria

IV Foro Colima y su Región

Arqueología, antropología e historia

Juan Carlos Reyes G. (ed.)

Colima, México; Gobierno del Estado de Colima, Secretaría de Cultura, 2008.

La escultura en piedra.

Notas sobre el catálogo escultórico de El Chanal.

Samuel Mata Diosdado

Ma. Ángeles Olay Barrientos

Jaime Aguilar Rodríguez INAH-Colima

Introducción

Como se sabe El Chanal, uno de los mayores asentamientos prehispánicos del

Occidente de México, se desarrollo en la parte central del valle de Colima hacia ambos

lados del río Verde o Colima a los 680 m sobre el nivel del mar. La villa española que dio

pie a la ciudad de Colima se ubicó unos 200 m más abajo aprovechando los caudales del río

y sus fértiles vegas. A despecho de esta cercanía y de que durante años se conoció la

existencia de túmulos y ofrendas, los mismos sólo sirvieron para satisfacer a los

coleccionistas de antigüedades y eventualmente, como banco de materiales de los

municipios de Colima y Villa de Álvarez los cuales aprovecharon la piedra con la que sus

antepasados construyeron casas, templos y palacios para empedrar las calles de una ciudad

en constante crecimiento.

Fue a partir de esta lenta pero constante recolección de piedra como los jardines de

algunas casas de Colima comenzaron a ser adornados con lajas de piedra en las cuales se

apreciaban diseños que denotaban el culto al antiguo dios de la lluvia (Tláloc) así como las

representaciones pictóricas de otras deidades menos reconocibles. Entre el pedregal

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espulgado para ser transportado a los camiones de volteo también se encontraban piedras

con formas las más de las veces esquemáticas y poco agraciadas. Algunas de ellas eran

rescatadas y colocadas en lugares en los cuales pudieran ser observadas. Por azares del

destino algunas alcanzaron a ser depositadas en el Museo de las Culturas de Occidente, en

ese entonces a cargo de la señora María Ahumada de Gómez.

Como parte de los trabajos relativos a la última reestructuración de este Museo (hacia

el año de 1995), se decidió que la gran cantidad de estos elementos que yacían en el área de

su jardín interior así como en sus bodegas podrían ser organizados a partir de un catálogo

que diera cuenta de sus particularidades.1

No obstante, no fue sino hasta que se comenzó a explorar el sector oriental de El

Chanal cuando las herramientas y las esculturas de piedra comenzaron a dar cuenta de su

abundancia y con ello, de la enorme importancia que tuvieron para el desarrollo del

asentamiento.

La bibliografía directa referente a El Chanal, hasta antes de la generada por el

Proyecto Arqueológico de El Chanal, se restringía a una primera interpretación de la grada

jeroglífica localizada en el montículo explorado en la década de los cuarenta;2 a algunas

referencias a su estado de conservación algunos años después,3 y a las interpretaciones que

del asentamiento realizó Isabel Kelly.4 Las menciones efectuadas por Schöndube en

relación a los desarrollos regionales del Occidente5 mostraron algunos elementos

recuperados en el lugar, asimismo su análisis sobre la arquitectura del Occidente y Norte de

México, fue ilustrado con la maqueta de un templo procedente del sitio.6 En este recuento

no pueden olvidarse desde luego las espléndidas terracotas publicadas por Hasso Von

Winning en 1984, mismas que muestran a tres personajes sentados en equipales.7

Kelly enfatizó que El Chanal era el único sitio del estado que presentaba los

elementos necesarios para ser considerado como un “centro ceremonial”, mencionando a la

vez la existencia de por lo menos cinco pirámides con presencia de piedras labradas y

decoradas con piedras incisos.8 La importancia de El Chanal se hace evidente no sólo en su

extensión y sus características arquitectónicas sino también en la presencia de artefactos en

metales tales como cobre, plata y oro; en la abundancia de un material escaso en la región y

necesario en las actividades cotidianas -la obsidiana-, presente en el área a partir de la

existencia de un sistema de comercio a larga distancia que aportaba objetos no sólo

destinados a las actividades cotidianas sino también otros altamente estimados como

símbolos de prestigio –turquesa, vasijas plumbate. En fin, en la manifiesta existencia de una

elite que organizaba a la sociedad en una compleja red productiva –que incluía el sustento

de su gran población- y cuya ideología se encontraba tamizada por una religión que

aglutinaba muchos de los elementos simbólicos característicos de la tradición Aztatlan.9

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Para el tema que nos ocupa es importante resaltar que el exitoso desarrollo del sitio se

encontró basado en actividades productivas que se sustentaron en una tecnología de piedra.

En escritos previos se ha tocado en tema a través de la importancia que tuvo la

obsidiana10

y del tipo de utillaje que requirió la elaboración de bienes necesarios a la vida

cotidiana y al comercio.11

En este trabajo lo que presentaremos es una propuesta de

clasificación derivada del universo escultórico recuperado durante las seis temporadas de

exploración que se han realizado en la zona protegida de El Chanal este. Consideramos que

esta labor es de suya necesaria no sólo en términos de inventario sino a la vez, como una

herramienta que permita definir y organizar los diferentes tipos de esculturas a partir de sus

semejanzas formales. Una vez definidos los grupos será más fácil llevar a cabo una

interpretación más acabada del significado que tuvieron estos elementos al interior del

mayor asentamiento de Colima para los siglos XI a XIV.

Las esculturas y su procedencia.

Las áreas trabajadas hasta ahora en el área protegida de El Chanal, si bien han sido

limitadas –acorde a los presupuestos ejercidos- han dejado entrever una forma característica

de organizar el espacio. Sin duda la particularidad que salta a la vista es la de organizar los

diferentes elementos constructivos a partir de patios y plazas de planta rectangular. Esta

estructura se fue adecuando a las características del terreno el cual, como sabemos, refiere a

una ladera que presenta un claro desnivel de NE a SW. La necesidad de nivelar el terreno

hizo que las diversas plataformas sobre las cuales se desplantan plazas o estructuras

muestren gruesos muros de contención hacia el sur y muros más cortos hacia el norte. En

algunos casos estos trabajos sólo buscaron nivelar el suelo para realizar plazas en forma de

“U” dejando el espacio abierto justamente hacia el sur de modo tal que visual ofrecía un

espacio abierto hacia la parte baja del valle; esta solución tuvo a la vez el doble efecto de

que, mirando desde al sur hacia el norte, la visual ofrecía a la vez un espacio en el cual las

plataformas y sus estructuras cobraban una mayor altura y monumentalidad.

Esta solución tuvo no sólo razones de orden práctico –como podría ser el buen

drenaje en tiempo de lluvias– sino también, argumentos de orden ideológico. El Chanal no

sólo fue un gran poblado, fue el lugar donde se encontraban los templos de los dioses y

donde moraban los sacerdotes que tenían interlocución con ellos. Aquellos que buscaban

solicitar dones o favores llegaban a un espacio en el cual los elementos arquitectónicos

buscaron engrandecer el poderío de las divinidades, estas por supuesto, se encontraron

profusamente representadas en sus moradas y en sus altares. Sin duda por habitar en la

cercanía de los espacios de culto, los barrios en los cuales los diferentes gremios de

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artesanos vivían y trabajaban, mantuvieron entre sus pertenencias objetos que mostraban

alguna de las características de las deidades de su preferencia.

Esta visión del área protegida de El Chanal este se obtuvo a partir de las diferentes

variantes de escultura en piedra obtenida en los espacios explorados hasta ahora. De tal

manera la escultura mayor, aquélla que tuvo unas dimensiones que excedían los 60 cm de

altura, se encontró asociada a espacios que sin duda desempeñaron un papel central en los

rituales desempeñados al interior del sitio como fue la cancha de juego de pelota. Otros

objetos relevantes fueron encontrados en los desplantes de las principales estructuras,

aquellas que delimitaron las plazas mayores del sitio -la plaza del tiempo y la plaza del día

y la noche-. Por otro lado, la escultura menor, aquella que puede ser tomada con una mano

y ser fácilmente trasladada de un lugar a otro, se recuperó en su mayor parte en aquellos

lugares que consideramos como residenciales, esto es, habitados por personas que

desempeñaban labores cotidianas.

En un apartado diferente colocamos a lo que durante mucho tiempo fue considerada

como la característica singular de El Chanal, la presencia de lajas incisas al alto y al bajo

relieve en los accesos a sus templos. Es altamente probable la existencia de varias plazas

ubicadas a la vera de templos dedicados a deidades específicas las cuales, muy

probablemente, debieron contar con discursos iconográficos variados que daban cuenta de

sus dominios, de sus poderes y sus deberes. Buena parte de la labor de los sacerdotes pudo

haber sido la de recrear los mitos que les caracterizaba y a través de los cuales se realizaban

peticiones y ofrendas.

Como se puede apreciar, el estudio formal de la escultura en piedra obtenida en las

zonas exploradas de El Chanal es un primer paso en la tarea de interpretar el papel

desempeñado en la estructura ideológica de sus pobladores.

La clasificación del acervo

Como primer paso nos dimos a la tarea de cuantificar la colección y así saber con cuantos

elementos contábamos. Para ello trabajamos tanto los materiales procedentes de contextos

controlados, como aquellos encontrados en escombro o en la superficie así estuvieran

completos e incompletos. Posteriormente procedimos a valorar la manera en la cual

procederíamos a clasificar el material. Como ya se dijo, hacia 1995 se realizó un catálogo

de piedra del Museo de las Culturas de Occidente (ver la nota 1) el cual, sin embargo, no

propuso en términos concretos, una tipología específica.

Dado que la bibliografía no es amplia –y menos para materiales del Occidente de

México- consideramos que la propuesta esbozada por Eduardo Williams12

era sin duda la

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más adecuada a nuestros fines. Como se sabe, Williams llevó a cabo su propuesta a partir

de la descripción y clasificación formal de un universo de esculturas que rastreó en los

diversos museos arqueológicos existentes en el occidente mexicano (el Regional de

Guadalajara, el Regional Michoacano, el Regional de Nayarit, el de Culturas de Occidente

de Colima y en museos locales como los de Ciudad Guzmán). A partir del análisis formal

realizado Williams defino cinco estilos diferentes:

A El estilo A refiere a esculturas pequeñas realizadas en bloques de piedra apenas

modificadas y cuya representación es esquemática.

B El estilo B comprende al diseño geométrico destinado a representar los rasgos de

caras –ojos, nariz y boca– a partir de una forma como de “T”.

C El estilo C integra a figuras realistas donde las formas circulares predominan sobre

las angulares. Este estilo es sin duda el más refinado y se encuentra en su mayor parte

en Michoacán.

D El estilo D se compone de figuras realistas a gran escala cuyo acabado “en tercera

dimensión”, busca elaborar objetos destinados a exhibirse en plazas o espacios

abiertos.

E El estilo E se forma con figuras esquemáticas en la cual el cuerpo tiene forma de

columna y desaparecen las piernas y los brazos, pues aparecen pegados al cuerpo.

En sentido estricto podríamos mencionar que en la muestra escultórica procedente de

El Chanal se encuentran los estilos A, D y E. No obstante, consideramos importante

proponer una clasificación acorde a los materiales recuperados e integrar en este conjunto, a

una muestra de lápidas esculpidas que si bien -en sentido estricto-, no es escultura puede ser

interpretado a partir de los mismos parámetros esbozados por Williams (la utilización de

fuentes etnohistóricas, la analogía etnográfica y el estudio comparativo de las tradiciones

históricas y artística de las diversas regiones mesoamericanas y otras no mesoamericanas).

De tal suerte, la clasificación realizada recuperó seis temas: cabezas humanas (grupo

A), figuras antropomorfas (grupo B), figuras zoomorfas (grupo C), figuras antropomorfas-

zoomorfas (grupo D) y figuras tridimensionales (grupo E). Finalmente, el grupo F estaría

conformado por las lápidas incisas en bajo relieve.

Grupo “A”

Fue el grupo más abundante, integró a un conjunto de elementos que representan

cabezas humanas y cuyas variantes refieren no sólo a las dimensiones y características de

las piedras en las que fueron elaboradas sino, a la vez, en la manera en la que se

representaron los rasgos de ojos, boca y nariz, así como orejas tenuemente enuncias o un

peinado o tocado. Algunas caras son singulares pues parecen emerger de algún tipo de

elemento como puede ser la cabeza de un ave, rasgo característico del Posclásico

mesoamericano. Otro rasgo que puede resaltarse es la presencia de ahuecamientos en la

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parte superior de la cabeza, la cual puede remitir a la “mollera”, elemento significativo toda

vez que remite al lugar donde habita la esencia de la vida, la "parte celestial" del cuerpo

humano. En el cuadro A se indican las características de los elementos encontrados.

Es importante mencionar que el número de la primera columna es arbitraria y

refiere a un control interno. En la segunda columna se describe el nombre con el cual se

pretendió diferenciar cada una de las piezas. La tercera columna da cuenta de la

procedencia de las piezas respecto a sus unidades de exploración.

Grupo A CABEZAS (Antropomorfas)

Número Nombre Procedencia Medida Observaciones

2 C/bigote doble Q19- I 17*11*13 Atrás otro sentado

3 Boca plana 13*9*10

5 Nariz recta 28*25*14 Boca chueca

6 Cantor c/diadema 25*21*16

7 C/nariguera 24*19*18

11 Cara de clavo

13 C/cuernos 15*15*13 Con mollera plana

14 Cara cortada Z7- II 15*16*10 Fragmento

15 Carichango B'6- I 17*13*13 Nuca plana

16 C/penacho I 20*13*10

17 C/penacho II 23*14*13 Pico de ave

18 C/diadema II 19*18*15 Con mollera

19 C/orejas 19*17*13 Roca roja

21 Con antifaz 21*11*15 Incompleta

22 Hombre águila 7t- I Cabeza

30 C/coleta 2F- I 20*10*11 Con mollera

34 Dos rostros 17*15*17 Con mollera

36 C/un ojo A'23- I 19*11*12

38 Espigada 19*8*13 Con mollera

40 Chimuelo B'22- I 13*11*10 Erosionada

44 Alargada 20*8*10 Fragmento

50 mini Tlaloc 15*11*10 Con mollera

54 Cantor II 17*15*13 Cabeza redonda

63 Cara redonda 8Q- I 22*22*11 Ceja larga

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64 Dos rostros II PIS-CNE-U1-CN16 I 38*21*17 Con mollera, con tocado

76 Dos rostros B'21- I 9*7*7 C/mollera, caranuca

Rastra 11'V- I 11*9*7

Plana 7T- I 17*7*14

Mini Tlaloc 9X- I 16*8*9 C/mollera, c/cuerpo atrás

Grupo "A 1"

Elementos representados por rostros (ojos y boca) apenas esbozados sobre de formas

de cabezas y ocasionalmente sobre de utensilios utilitarios -por ejemplo en manos de

mortero ó tejolotes-, en su mayor parte presentan un pequeño orifico sobre de la cabeza, es

decir, en la mollera.

Grupo A1 FANTASMAS (Rostros)

Número Nombre Procedencia Medida Observaciones

11 Cara de clavo Mzo- I 13*10*19

12 Cara de clavo chico 10*10*11

23 Cara larga X3- I 15*9*7.5 Con mollera

24 Cara cachetón T28- I 13*12*7 Con mollera

25 Cara con papada 13*10*8 Con mollera

26 Cara arriba 15*11*10

27 Cara con ombligo V30- I 16*7*8

28 Cara enojada C'21- I 13.5*10*4 Con mollera

29 Cara de búho 12*11*6

31 Cara con oidos 16*12*8 Con mollera

32 Cara de tortuga 14*11*12 Con mollera

33 Cara boca chueca 16*9*10 Con mollera

41 Cara de pera B'24- I 10*9*5 Con mollerita

42 Cara de viejita 2B- I 13*11*7 Con sombrero

45 Cara de globo B'24- I 10*8*4 Muro

46 Cara de bebé 11*9*5 Con mollera

47 Cara de papa C'24- I 13*8*6 Con mini mollera

48 Cara de león A'17- I 13*10*5

49 Cara boca chica B'25- I 10*8*6

73 Cara con orejas Q/P/19 10*7*5 Muro

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74 Cara de perico B'24- I 9*6*5 Con mollera

77 Cara/tejolote 6*5*5 Con mollera

78 Cara de pepino Z9- I 12*7*6 Con mollera

79 Cara de perro 8*7*6 Hoyo en la base

80 Cara barba partida Y6- I 12*7*5

81 Cara de patata A'8- I 11*6*4 Con mollera

82 Cara de búho rojo 6.5*6.5*3 Con mollera

87 Cara de bola 15*13*9 Con mollera

Cara redonda A'7- I 11*11*9 Con mollera

Cara pomex 5Q- I 10*9*7 Con mollera

Cara larga 8X- I 12*6*6 C/mollera S/tejolote cilíndrico

Raya en medio 10U- I 9*6*5 S/tejolote cilíndrico

Ojitos 8X- I 8*5*5 C/mollera S/tejolote doble

"bone"

Grupo "B"

Este grupo integra representaciones del cuerpo humano ya sea masculino o femenino

al cual se le puede encontrar sedente ó de pie (parado) en varios de los casos en actitud

contemplativa.

Grupo B FIGURAS ANTROPOMORFAS

Número Nombre Procedencia Medida Observaciones

1 Sedente1 Estruc. 2- I gpo.1 20*10*17 Con joroba

10 Mini sedente2 C'24- I 10*7*6 Con joroba C/mollera

35 Mini sedente3 13*8*8 Con joroba

43 Parado 20*17*16 Frag. Con pirrin

52 Sedente4 21*9*14 Con mollera

72 Sedente5 PJ. INDH Estruc. 2

Grupo 1 30*23*20 Cachacachetes

75 Mini sedente6 7*7*6 Fragmento

153 Sedente7 20*15*18 El gordo sentado

La perdida (Escultura1) Estruc. 3 SW- I SF-51(ByC) Gpo. 1

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Gorila (Escultura2)

Pasillo al N. del J. de P.

(Plaza A)

SF-52(A) Gpo. 1

Boca jalada

(Escultura3) Dual Estructura 9 acceso SF-53(A) Gpo. 1

Laja hombre/pájaro SF-54(A) Gpo.2

Laja frente a frente Estruc.3 acceso

central SF-54(B)

Laja cabeza perfil Iz.

Con 3 circulos SF-54( C )

Felino cuatro estrellas ó

4 flor SF-54(D)

Ollín con flecha SF-54( E )

Pico alargado de lengua

bífida SF-54(F)

Tlaloc Acceso estructura 20 SF-54(G)

Grupo "C"

Sin duda este es uno de los grupos más interesantes toda vez que permite referir la

diversidad de animales existentes en un medio ambiente muchísimo menos alterado que en

la actualidad. Cabe mencionar sin embargo que estas representaciones mantuvieron el

espíritu esquemático que caracterizó a esta tradición escultórica.

Grupo C FIGURAS ZOOMORFAS

Número Nombre Procedencia Medida Observaciones

4 Iguana Estructura2 22*11*18 Cabeza/clavo

8 Caracol B'28- I 17*16*20 Con mollera

9 Hongo/falo 1 B 17- I 25*16*11 Hongo/falo

20 Informe 20*15*16 Fragmento

23 Hongo/falo 2 15*13*11 Hongo/falo

57 Reptil U 13- I 14*10*11 Con chipote

58 Espiral P. de Silva 17*14*7 Maqueta

68 Esferolitico 17*17*15 Con mollera

Rana 3Y- I 13*10*8 Con chipote Con mollera

Ratón 4X- I 9*5*5 Con cola

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Grupo "D"

Este grupo es sin duda interesante pues refiere a representaciones en la cual se

integran tanto atributos de hombres como de animales. De algún modo estas

representaciones nos conducen a interpretarlas como reflejo de creencias típicamente

mesoamericanas como puede ser la existencia de nahuales.

Grupo D FIGURAS ANTROPOMORFAS ZOOMORFAS

Número Nombre Procedencia Medida Observaciones

51 Hombre ave 26*13*21 Sedente

55 Hombre ave 2 Reg. 428- P.J. 756 15*16*14 Sedente 2

Grupo "E"

En este grupo integramos a un elemento utilitario (metate apodo) con la

representación antropomorfa de un rostro humano.

Grupo E ESCULTURA TRIDIMENCIONAL

Número Nombre Procedencia Medida Observaciones

69 Rostro con metate 39*22*15 Metate ápodo cerrado Superficie

convexa

Grupo "F"

Este grupo integra representaciones iconográficas que corresponden en buena medida a

elementos calendáricos pues al parecer se encuentran representados el día 2 calendárico que

corresponde al elemento Viento (Ehecatl) y al día 19 calendárico que corresponde al

elemento Lluvia (Quiahuitl)(14).

Grupo F NOTACIONES ICONOGRAFICAS

Número Nombre Procedencia Medida Observaciones

39 Tlaloc 1 18*12*9 El tuerto

56 Tlaloc 2 24*15*12 Cara partida

59 Tlaloc 3 23*15*9 Ocho barbas

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60 Tlaloc 4 35*17*12 El serio

61 Tlaloc 5 20*27*10 Con hoyuelos

62 Dos perros 8X- I 27*18*9 Cola encontrada

65 El dado 24*22*23 Tres tlalocs

66 Tlaloc 6 30*24*15 Tres barbas

67 Tlaloc 7 27*14*17 Solo ojos

70 Tlaloc 8 38*35*13 Borrozo

71 Tlaloc 9 30*34*13 Tlaloc mortero

Flor 11Y- I 12*7*5 Cuatro petalos

Discusión y propuestas

Sin duda la organización y estudio de los materiales escultóricos de El Chanal da

cuenta de la importancia simbólica que alcanzaron estos objetos en el área de Colima hacia

el Posclásico tardío. Si bien Kelly es la primera en señalar que la elaboración de esculturas

en piedra es un elemento que irrumpe en Colima hacia el 700 d.C. (entre las fase Colima y

Armería), no es sino hasta siglos más tarde cuando la fabricación y empleo de

representaciones humanas y animales sobre el cuerpo denso de las piedras alcanzará a

generalizarse entre la población.

Sin duda ello tiene que ver con el hecho de que durante este periodo se sucedieron

cambios sustantivos en la organización social de las comunidades que habitaron Colima las

cuales fueron fuertemente influidas por las costumbres de pueblos de tradición nahoa. La

paulatina institucionalidad de la religión fue de la mano con una mayor diferenciación

social.

En el tiempo que incluyó a las fases Armería y Chanal (900-1,450 d.C.) se

construyeron sin cesar templos sobre plataformas, plazas abiertas y cerradas con altares y

juegos de pelota. Fue el tiempo también en el cual la región adoptó buena parte del panteón

divino mesoamericano. No se debe perder la vista el hecho de quela ritualidad

mesoamericana se encontraba anclada en la creencia de esos dioses que permitían el

sustento de su vida: la agricultura.

Es por ello que la imagen más recurrente fue la del dios de la lluvia Tláloc en razón

de la larga estación seca que caracteriza a la vertiente del Pacífico y de la imperiosa

necesidad de su ayuda en el logro de las cosechas. En la etapa más seca del estío el

horizonte se encontraba a merced de la Xiuhcóatl, la serpiente de fuego, la tierra abrasada

por el sol y la resequedad. Las primeras lluvias y su carga de humedad transformaban el

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paisaje sin embargo, en un manto verde como el jade, como las plumas de quetzal. En el

proceso de fertilización de la tierra concurrían otras entidades divinas entre las que

sobresalió Ehécatl-Quetzalcóatl y su poderosa máscara bucal que permitían empujar los

vientos que transportan las nubes oscuras de la lluvia.

Como lo documentan las fuentes escritas del siglo XVI, las evidencias materiales

recuperadas en los diversos sitios explorados e incluso numerosos reportes etnográficos, los

rituales que propiciaban y agradecían la intervención divina que permitía desde el

nacimiento del sol hasta la caída de la lluvia, implicó la realización de ceremonias que

incluían ayunos, abstinencia sexual y autosacrificios. En buena medida ello explica la

prolífica presencia de representaciones de las divinidades en piedras de un tamaño

manejable que permitía su fácil manipulación y traslado.

La diversidad y la complejidad de los rituales de cualquier modo, implicaron la

presencia simbólica de los entes divinos los cuales podían cobrar el cuerpo de la piedra

tosca o finamente modificada para servir como el cuerpo del dios pues como señala la

Relación de Zapotlán:

Y dicen que tenían por dios a una piedra que componían y adornaban con mantas y

chalchihuites y plata y plumas, y otros géneros de cosas, y que habían hechiceros

para hablar con la piedra que tenían por dios y que estos daban a entender que

respondía. Y la sacrificaban algunos indios que tomaban en la guerra, y los abrían

por el corazón y, con la sangre, untaban la piedra que tenían por dios. Y, hecho

esto, los desollaban y el cuero henchían de paja y bailaban alrededor del, y comían

la carne humana.15

Cabe mencionar que este trabajo es apenas un acercamiento al estudio del universo

ideológico de los pobladores que habitaron El Chanal. Consideramos que la colección que

hemos clasificado como grupo F comprende un rico acervo iconográfico que debe ser

estudiado con mayor detenimiento toda vez que da cuenta de la complejidad que alcanzó la

cosmovisión del grupo y a la vez, la peculiaridad con la cual retomó muchas de las ideas

comunes a otras regiones de Mesoamérica pero que, sin embargo, al existir una poderosa

raíz local debió ser matizada a través de creencias ancladas en una trayectoria cultural

propia.

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1). Plano general de la zona protegida de El Chanal Este.

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2). Grupo A, cabezas humanas.

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3). Grupo A-1, cabezas humanas (fantasmas).

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4). Grupo B, figuras antropomorfas.

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5). Grupo C, figuras zoomorfas.

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6). Grupo D, figuras antropomorfas-zoomorfas.

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7). Grupo E, figura tridimensional.

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8). Grupo F. notaciones calendáricas.

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9). Grupo F. notaciones calendáricas.

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10). Vista general de la zona protegida de El Chanal Este.

Referencias

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1948, pp. 72-73.

3.- Castellanos, Aniceto, “Riqueza y primor de la arqueología colimense”, Ricardo Guzmán Nava

(comp.), Crónicas y lecturas Colimenses, Guadalajara, 1988, pp. 215-225. 4.- Kelly, Isabel, “Ceramic Provinces of Northwest Mexico”, El Occidente de México. Cuarta Mesa

Redonda de la Sociedad Mexicana de Antropología, México, 1948, pp. 66 y 73; Kelly, Isabel,

Ceramic Sequence in Colima: Capacha an Early Phase, Tucson, Anthropological Papers of the University of Arizona Press, 1980, pp. 11-15.

5.- Schôndube, Otto, “La etapa prehispánica”, José María Muriá (coord.) Historia de Jalisco,

México, Gobierno del estado de Jalisco, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1980, t. 1,

pp. 236 y 241. 6.- Schondube, Otto, “Arquitectura del Occidente y del área Norte”, Historia del Arte Mexicano,

México, Salvat Mexicana de Ediciones S.A. de C.V. / Secretaría de Educación Pública, 1982, tomo

II, pp.186-206. Láminas 17, 24, 27 y 47. 7.- Von Winning, Hasso, “La silla equipal del Occidente de México: una comparación etnológica y

arqueológica”, Phil Weigand y Eduardo Williams (eds.), Arte Prehispánico del Occidente de

México, Zamora, El Colegio de Michoacán, Secretaría de Cultura de Jalisco, 1996 c, pp. 383-395. Figuras 294 a, b, c, d, e, f.

8.- Isabel Kelly, Ceramic Sequence in Colima…, op. cit. p. 11.

9.- Olay, Ma. Angeles, “Volcán de Fuego, cuna del agua, morada del viento. Desarrollo social y

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10.- Mata, Samuel y Ma. Angeles Olay, “La obsidiana y el comercio prehispánico en Colima”, 2do.

Foro de Arqueología, Antropología e Historia de Colima, Secretaría de Cultura, Gobierno del

estado de Colima, julio 2006. 11.- Mata, Samuel y Ma. Angeles Olay, “La economía indígena del valle de Colima en el

Posclásico vista a través del utillaje cotidiano”, 3er. Foro de Arqueología, Antropología e Historia

de Colima, Secretaria de Cultura, Gobierno del estado de Colima, julio 2007.

13.- Williams, Eduardo, Las piedras sagradas. Escultura prehispánica del Occidente de México, México, El Colegio de Michoacán, 1992.

14.- Sejourne, Laurette, El pensamiento náhuatl cifrado por los calendarios, México, Siglo XXI,

Colección América nuestra, 1981. 15.- “Relación de Zapotlán”, Acuña, René (ed.), Relaciones Geográficas del Siglo XVI. Michoacán,

México, UNAM, Instituto de Investigaciones Antropológicas, (serie antropológica 74), 1987, pp.

391-392.