La España Moderna (Madrid). 8-1894

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AÑO VI J^gosto 1804. TOMO LXVIII LA ESPAÑA MODERNA REVISTA DE ESPAÑA ^ XJ :S\/3L -A. 3EI l O La enseñanza en París, por Adolfo Posada, profesor en la Uni- versidad de Oviedo. Humoradas, por Ramón de Campoamor, de las Reales Academias de la Lengua y de la Historia. El Congreso de los diputados, por R. Becerro de Bengoa, de la Real Academia de Ciencias. Hamiet y Don Quijote, por Iván Turguenef. España fuera de España, por V. Barrantes, de las Reales Acade- mias de la Lengua y de la Historia. Crónica científica, por Luis dé Hoyos Sainz, del Museo de Historia Natural. Crónica internacional, por Emilio Castelar, de las Reales Acade- mias de la Lengua y de la Historia. Luis Vives (conclusión), por A. Lange, autor de la Historia del materialismo. Obras nuevas. ^^ í ,- i n ^ , > "• ~. DIRECTOR: J. LÁZARO CUESTA DE SANTO DOMINGO, 16, PRAL-MADRID Teléf. seo.

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  • AO VI J^gosto 1804. TOMO L X V I I I

    LA ESPAA MODERNA

    REVISTA DE ESPAA ^ X J :S\/3L -A. 3EI l O

    La enseanza en Pars, por Adolfo Posada, profesor en la Uni-versidad de Oviedo.

    Humoradas, por Ramn de Campoamor, de las Reales Academias de la Lengua y de la Historia.

    El Congreso de los diputados, por R. Becerro de Bengoa, de la Real Academia de Ciencias.

    Hamiet y Don Quijote, por Ivn Turguenef. Espaa fuera de Espaa, por V. Barrantes, de las Reales Acade-

    mias de la Lengua y de la Historia. Crnica cientfica, por Luis d Hoyos Sainz, del Museo de Historia

    Natural. Crnica internacional, por Emilio Castelar, de las Reales Acade-

    mias de la Lengua y de la Historia. Luis Vives (conclusin), por A. Lange, autor de la Historia

    del materialismo. Obras nuevas.

    ^ ^ ,- i n ^

    , > " ~.

    DIRECTOR: J . LZARO

    CUESTA DE SANTO DOMINGO, 16, PRAL-MADRID T e l f . s e o .

  • BIBLIOTECA DE JURISPRUDENCIA FILOSOFA HISTORIA Tratado de las pruebas, por Ricci, dos gran-

    des volmenes, 20 pesetas. La J\ueva Ciencia Jurdica, por varios au-

    to re s , dos grandes volmenes con g r a -bados, 15 pesetas.

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    por Garofalo, 4 pesetas. Derecho administrativo , por Meyer y Posa-

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    Estado, por Federico Enjels, t pesetas. Novsimo concepto del Derecho, por Alfredo

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    pologa criminal,"pov Lombroso, 3 p tas .

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    mos , 6 pesetas. La Pena de muerte, por Carnevale, 3 p tas . La Casa de los muertos (La. crcel), por Dos-

    toyusky, 3 pesetas. La Novela del presidio (La vida penal) , por

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    pesetas. Esludios de historia religiosa, por Renn,

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    TRATADO DE LAS PRUEBAS POR

    FRANCISCO RICCI IBADUCCIN AUMENTADA CON NOTAS Y APNDICES BBLATIVOS

    LA LEGISLACIN ESPAOLA , Y CON UN ESTUDIO PRELIMINAR

    POR

    PROFESOR EN LA UNIVERSIDAD DE O V I E D O , E X - D E C A N O DEL I L U S T R E COLEGIO DE ABOGADOS

    ADOLFO'POSADA Profesor en la misma Universidad.

    Dos grandes volmenes: 20 pesetas.

  • AO VI NM. LXVIII

    LA ESPAA MODERNA

    REVISTA DE ESPAA

    Director: J.LZARO

    - A ^ a - O S T O 1 8 9 4

    MADRID ESTABLECIMIENTO TIPOGRFICO DE A. AVRIAU

    San Bernarda, 92.Tel/, 3.074

  • Para la reproduccin de loa artcu-los comprendidos en el presente tom,o, es indispensable el permiso del Direc-tor de L A ESPAA MODERNA.

  • LA ENSEANZA EN PARS VISTA DE PJARO

    LO QUE CUESTA UN VIAJE

    N O voy hablar de todo cuanto Pars encierra en materia de enseanza, ni siquiera de las diferen-tes personas y centros pedaggicos que aqu ci-tar, con el detenimiento que merecen. Lo primero, porque me faltan datos. El tiempo que mis amigos Buylla, Sela y yo estuvimos en la capital de Francia, no dio de s para vi-sitar ms establecimientos que los visitados, ni para ver ms gentes de las que vimos. Lo segundo, porque no se trata en este artculo de otra cosa que de ponet' en limpio las notas mismas tomadas al da: unas veces sobre la imperial de un mnibus tranva, otras en un batean, de los que constante-mente cruzan por el Sena, otras en la mesa de modesto res-taurent, otras, en fin, en algn banco de cualquiera de los soberbios parques que Pars tiene para solaz y recreo de los ciudadanos de todo el orbe.

    Las monografas acerca de los establecimientos visitados, y los estudios sobre las importantsimas personalidades de la enseanza francesa que nos hicieron el honor de recibirnos, se harn su tiempo, segn las circunstancias lo permitan.

    Pero antes de pasar copiar y : limar mis notas de via-je , quiz sea oportuno decir dos palabras acerca de esta ex-cursin , de que algo se ha ocupado la prensa, sin duda por

  • LA ESPAA MODERNA

    aquello de ser una comisin oficial la que la hacia, aunque tal comisin fuese, como decia con perfecta razn la Gaceta, gratuita en absoluto, , para que no quepan falsas y malvo-las interpretaciones, como las que un representante de Cris-to (!) en la prensa, hizo, sin dietas, viticos, ni cosa por el estilo. Los krausistas (como nos llamaba el apreciable... Don Basilio), somos as: representamos al gobierno gratis... y via-jamos en tercera, almorzando por un franco diez un franco veinticinco, y comiendo por un franco cincuenta un franco setenta y cinco. Total, que hacemos nuestros viajes como seria de desear que las gentes se decidiesen hacerlos, por una... miseria, segn suele decirse.

    Y conviene insistir sobre esto, porque es bastante co-rriente creer que no es posible viajar sin hacer grandes dis-pendios sin que el Estado asigne al efecto pinges cantida-des. Nada de eso. El Estado, con poco dinero, podra enviar todos los aos al extranjero una porcin de gentes que poco poco nos levantasen de la vergonzosa postracin en que vivi-mos; y si el Estado no puede no quiere por impotencia moral ignorancia invencible de los polticos, debe prescindirse de l en absoluto y viajar por cuenta propia. Mi experiencia perso-nal lo abona. Puede irse Pars, y estar all quince das, por trescientas cuatrocientas pesetas. Ahora mismo, los comisio-nados del gobierno espaol, para estudiar en Francia la cues-tin de los exmenes (1), recorrieron en los ferrocarriles fran-ceses cerca de tres mil kilmetros y ms de mil por los espa-oles, visitando ms de treinta establecimientos de enseanza y estando en Francia (Medioda y Pars) cerca de un mes: todo por cuatrocientas y pico de pesetas.

    No se diga, pues, que los viajes cuestan demasiado. Lo que cuesta mucho es vencer la pereza y combatir la apata..., y no echar toda la culpa al gobierno.

    (1) El tema fu propuesto con gran acierto y oportunidad por el Director general de Instruccin pblica Sr. Vincenti.

  • LA ENSEANZA EN PARS VISTA DE PJARO

    II

    PREPARATIVOS.M. TARDE

    Y vamos las notas. Son las de Pars tan solo. Qudense para mejor ocasin las relativas Bayona, Pau, Lourdes (que ensea su manera mucho), Tarbes, Toulousse, Poitiers y Burdeos.

    El primer da que pasamos en Pars nada hicimos en cosas de enseanza. Dedicamos gran parte del tiempo orientar-nos. A pesar de hallarnos principios de Junio y de no ter-minar el curso hasta mediados de Julio, muchas de las ense-anzas ms interesantes, desde nuestro punto de vista, hablan terminado. Por ejemplo, haban terminado las deM. Lavisse, el curso pblico de M. Marin, el de M. Larnaude, la mayora de los del Colegio de Francia y todos los de la Escuela Ubre de ciencias polticas, que dirige M. Bontmy. Estaban en plena actividad todava los de M. Espinas (de reciente creacin), las conferencias conversaciones deM. Marin, bastantes cursos pblicos de la Facultad de Derecho y algunos en el citado Colegio de Francia.

    Visita M. Tarde. El ilustre filsofo y criminalista, quien por cartas conoca por haber yo traducido al espaol algunas de sus obras, hace poco ms de cuatro meses que fu llamado Pars, separndole de su tranquilo retiro de Sarlat y de su Dordoa, rio potico por l adorado con entusiasmo, para po-nerle al frente de la oficina de estadstica criminal en el Mi-nisterio de Justicia. La conferencia conM. Tarde no se refiere , cosas de enseanza, por eso no insisto sobre ella.

  • LA ESPAA MODERNA

    III

    UNA CTEDRA EN EL COLEGIO DE FRANCIA. EN SAINT-CLO!'!)

    Las dos primeras visitas... pedaggicas que hicimos en Pars de cierto inters, fueron las siguientes: la de la ctedra de M. Gastn Paris, en el Colegio de Francia, y la de la Es-cuela normal de maestros de Saint-Cloud.

    Dos palabras acerca de cada una... Seran las nueve de la maana cuando atravesamos al pe-

    queo patio del celebrrimo centro de cultura. En el ala de la derecha, en una aula de cortas dimensiones dispuesta con gran modestia, sin aparato de ningn gnero, es decir, .sin tribuna, sin anfiteatro, ni nada de eso, un pblico, al pare-cer asiduo y muy reducido, esperaba la llegada de M. Gastn Pars. En el centro del local vease una mesa larga, cuyo alrededor se haban sentado en sillas de paja hasta ocho per-sonas, todas de cierta edad, ms cerca de los treinta que de los veinte aos: entre ellas dos sacerdotes. Todas iban provis-tas de su correspondiente cartera de apuntes, su pluma y su tintero de viaje. Adems de estos ocho asiduos haba unos cuantos oyentes trashumantes, sin duda, como nosotros: la mayora seoras. En junto, no pasara el auditorio de diez y ocho personas.

    A la hora fijada apareci el profesor M. Pars. Es alto, simptico, de barba gris, casi blanca ya. Gasta monoclo de doble cristal. Saluda con ligero movimiento de cabeza y se sienta uno de los extremos de la mesa. Explica la literatura francesa de la Edad Media, y trata ms especialmente en

  • LA ENSEANZA EN PARS VISTA D E PJARO 9

    aquel da de la formacin del idioma francs. Nada de retri-cas ni de aparatosas manifestaciones. M. Pars habla lenta-nente, anmase veces, consulta menudo su cuaderno de apuntes, apoyando sus afirmaciones con las citas que los asiduos comprueban en sus textos respectivos, y cuando hace falta escribe en el encerado las modificaciones que entraa la historia de una palabra. No hay duda. Trtase all del tra-bajo de un hombre sabio, y de un trabajo libre, desinteresa-do... de especialista, y aquella ctedra sencilla, de modesta apariencia, de auditorio reducido, atento, que no pierde una palabra de cuanto el maestro dice, es una ctedra ideal, a] menos en lo que es dable apreciar por una tan rpida ojeada.

    *

    Al pie del magnfico parque de Saint-Cloud, con la vista ms esplndida que puede imaginarse, sobre el bosque de Boulogne y sobre Pars, en las dependencias mismas del Pa-lacio de Napolen, hllase instalada, ricamente, con todo cuan-to apetecer puede el espritu ms descontentadizo, la Escuela Normal superior de enseanza primaria, destinada producir el profesorado normal de maestros. Su creacin dbese uno de los grades reformadores de la enseanza francesa bajo la tercer repblica, al ilustre M. Ferry. Instalse primero de un modo provisional (1881) en Sevres, trasladndose ms tarde los edificios que hoy ocupa.

    El director actual de Saint-Cloud lo es M. Jacullet. El fu quien nos recibi y l debemos infinidad de noticias acerca de este importantsimo establecimiento educativo.

    Saint-Cloud, para los varones, como Fontenay-aux-Rosses para las mujeres, responde la necesidad fuertemente senti-

  • 10 LA ESPAA MODERNA

    da en Francia, como en todas partes, de formar un profesora-do adecuado para las escuelas normales, que su vez forme el de las escuelas primarias. Penetrados los grandes reforma-dores de la enseanza francesa de una cosa que no les cabe en la cabeza la mayoria de nuestros ministros de Fomento, esto es, que nada puede hacerse sin crear un personal apto, entusiasta, inteligente, que sepa lo que es educar las gentes, han empezado por fundar los dos centros pedaggicos que he citado, y ellos, sin duda, se debe en gran parte el impulso eficaz y el florecimiento indiscutible, de la primera enseanza en la vecina repblica.

    Cuando en nuestra patria se debate acerca de las norma-les, bueno sera que los ministros se enterasen se dejasen enterar, de lo que han hecho en Francia, y aprendiesen que por donde nuestros vecinos empezaron debemos empezar nos-otros... Pero... tarea intil! Ahora recuerdo que un ministro entusiasta y bien aconsejado, intent transformar la Escuela Normal Central de maestras, en el sentido de la de Fonte-nay..., y otro ministro, desconfiado, temeroso, auxiliado por subordinados de intenciones nada elevadas, aunque profeso-res (!), algunos ech por tierra obra tan meritoria y digna. Siempre, siempre el tejer y destejer...

    Saint-Cloud, como dejo dicho, est destinado formar el profesorado de las normales de maestros. Al efecto, cuenta con alumnos internos en nmero limitado fijo20 al aoy externos en nmero variable. Como los estudios de Saint-Cloud duran dos aos, hay ordinariamente en la escuela cua-renta alumnos internos. Se ingresa por concurso, y para las cuarenta plazas suelen presentarse hasta doscientos cincuen-ta aspirantes. La enseanza es slida, eminentemente prc-tica. M. JacouUet nos deca:Aqu la ley de la vida es el trabajo. Nuestros alumnos, saben que es preciso entregarse por entero al trabajo, y entregarse con entusiasmo y con fe. El plan de vida en la escuela demuestra que stas no son palabras vanas. Los alumnos de Saint-Cloud dejan el lecho

  • LA ENSEANZA EN PARS VISTA DE PJARO 11

    las cinco de la maana, y se recogen las nueve y media de la noche. El trabajo se compensa con grandes sesiones de jue-gos al aire libre y con excursiones frecuentes.

    IV

    LA FACULTAD DE DERECHO.M. LARNAUDE

    En la Facultad de Derecho estuvimos varios das y asisti-mos algunas clases, entre ellas las de MM. Lyon Caen y Bufnoir.

    No es la Facultad de Derecho la que en Pars puede servir para formar ms cabal idea de lo que en Francia es la ense-anza superior. Como en casi todas partes, Alemania inclu-sive, las Facultades de Derecho viven all vida un tanto ln-guida, apegadas cierta tradicin formalista y aparatosa. Por multitud de causas complejas y difciles, que aqu no voy sealar, mientras las Letras, las Ciencias y la Medici-na han entrado en el camino de la reforma pedaggica, las Facultades de Derecho hace muy poco que en Francia han empezado agitarse y romper los moldes antiguos.

    Por de pronto, los nicos profesores que conservan la cos-tumbre desterrable del traje acadmico en la clase, y del apa-riteur, portero de frac con gran collar, al lado, mientras explican la misma leccin que el ao anterior, segn progra-mas oficiales casi invariables, son los de derecho. Por otra parte, segn he podido advertir, son tambin estos profeso-res los que mejor guardan las distancias entre el maestro... que expone y el alumno que... escucha, que suea que no asiste.

    Naturalmente que hay excepciones, y, por otra parte,

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    como el movimiento pedaggico en Francia es fuerte y toda la Universidad lo siente, las Facultados de Derecho, sin des-componer sus antiguas y tradicionales apariencias, han em-pezado moverse. Ven que la juventud se les va, que el in-flujo poltico lo conquistan otros centros, y no pueden consen-tirlo ni resignarse ello.

    Ya en algunas Facultades de provincias pudimos obser-var que bajo la correcta toga de algn profesor, late el esp-ritu abierto de la renovacin pedaggica y el deseo de po-nerse al lado de las Facultades de letras y de ciencias. En Pars, por ejemplo, un profesor joven, de grandes alientos y entusiasmo, M. Larnaude (1), ha roto decididamente los mol-des antiguos, y por los programas de sus diferentes cursos he podido observar que es algo ms, bastante ms, que el re-loj acadmico que da siempre las mismas horas con regu-laridad matemtica. M. Larnaude explica en cada curso una serie de cuestiones distintas del Derecho pblico general, y trae ellas los vientos de la novedad y el espritu de la vida...

    Adems, las facultades todas, viendo que el Derecho en-tendido la antigua usanza, despierta poco inters en los jve-nes, que eso de comentar eternamente el cdigo Napolen agota la paciencia del ms Job de los estudiantes, y que la juventud moderna de un pueblo democrtico no puede satis-facer su curiosidad jurdica con las Instituas, ha poco que han recabado del ministro ciertas elasticidades en los planes de estudios, creando los cursos de opcin, y ahora mismo aca-ban de debatir la necesidad de ampliar el crculo de ense-anzas mediante la creacin de un doctorado en derecho p-blico, que prepare para la vida poltica y procure la forma-cin del personal administrativo de la Repblica. Lo esencial es, con este aquel sentido, vivificar esos organismos algo vie-jos de las Facultades de derecho, y traer ellos la savia que en

    (1) Director de la notable Ruvue de droit public et de la science po-lifique.

  • LA ENSEANZA EN PARS VISTA DE PJARO 1 3

    abundancia circula ya en otras Facultades, para contribuir educar la juventud de Francia, esa juventud que tantos pro-blemas polticos, sociales y religiosos est llamada re-solver.

    Realmente, no se explica cmo en un pas de tan grandes movimientos polticos, la juventud no encuentra el impulso principal para la vida pblica en las Facultades de Derecho. Slo se puede explicar este fenmeno pensando en el falso concepto que del Derecho y de su enseanza tienen las gentes. Si el derecho se concibiera como algo ms que la ley, si se viera que toda la vida social es vida jurdica, si se compren-diera el profundo y humano sentido de una filosofa del dere-cho, y en su virtud de la enseanza del derecho, dla edu-cacin en el derecho, irradiara el espritu vivificante que la idea entraa cmo dudarlo! la juventud buscara en esas facultades hoy casi muertas, en su tarea infecunda de comen-tar textos legales, el alimento que encuentra en el estudio de la filosofa, de la historia, de la geografa, en las Facultades de letras, y de las ciencias polticas en centros especiales...

    V

    M. MARIN.

    Da 16 de Junio.Fu uno de los das ms aprovechados de nuestra estancia en Pars. A las diez de la maana tena-mos una cita con M. Marin el gran psiclogo y pedagogo de la Sorbona. A las once y media nos esperaba M. Worms, di-rector de la Eevue international de sociologie para visitar en el Ministerio de Comercio la oficina del trabajo. Por la tarde tenamos otras cosas que hacer, que dejamos para asistir al

  • 14 LA ESPAA MODERNA

    curso privado (ferm) de M. Marin. Como no quiero hablar en este artculo ms que de cosas de enseanza, prescindo de la visita al Ministerio de Comercio, de la conferencia con que nos honr el ministro, etc., etc., y me limito hablar de M. Ma-rin que realmente llena bien el dia...

    En la calle de Grenelle, en una casa de bastantes pisos, despus de subir todas las escaleras, hasta llegar al ltimo, en una habitacin alegre, llena de luz y... de libros, vive el ilustre sabio que ejerce de cura... de almas del profesorado de segunda enseanza y de no pequea parte del de la superior: Enrique Marin. Cuando penetramos en el pequeo despacho, M. Marin nos esperaba. Es alto, moreno, de ojos vivos y tristes, barba negra que empieza blanquear. Sus ma-neras son distinguidas y suaves, su aire simptico, reposado, tranquilo. Es uno de esos hombres que atraen y seguramente dominan, no por la imposicin del carcter, sino por su con-dicin misma... porque s.

    Nos sentamos los tres alrededor del maestro. La conver-sacin con l fu larga, ocupa muchas hojas de mi diario. Imposible trasladarla aqu ms que en resumen. Despus de todo, M. Marin y M. Lavisse, representan actualmente la reforma vivificante de la facultad de letras de Pars y acaso la reforma de esta enseanza en Francia. Por ellos, por los es-fuerzos en la filosofa del primero, y en la historia del segun-do, se filtra en los Liceos el nuevo espritu pedaggico; por ellos se restaura ponindose en el siglo, la antigua Sorbona.

    La conversacin con M. Marin recay sobre muchas co-sas que he de tratar en otro lugar con ms detenimiento (1). En sntesis, la conversacin refirise lo que l hace en la Fa-cultad de letras, y la direccin que procura imprimir en la formacin del profesorado francs. M. Marin es un filsofo, principalmente moralista, y como tal atiende, sobre todo,

    (1) Las ideas de M. Marin las expondr en mi libro Pedagogos de accin.

  • LA ENSEANZA EN PARS VISTA DE PJARO 16

    levantar el espritu de sus alumnos, hacindoles penetrarse del aspecto moral de su funcin educativa futura. Lo esencial, dice, es formar en la prctica de la enseanza misma un pro-fesorado animado de buen espritu, entusiasta por la verdad, conocedor de la juventud, un profesorado, sobre todo, bueno y honrado.

    La funcin que M. Marin desempea en la Sorbona es importantsima. Cmo lo cumple? Fcil es de comprender esto, con slo atender al justo renombre de que goza y los afectos bencos que su accin ejerce en el profesorado. Por lo dems, para que pueda apreciarse la labor constante del maestro insigne, he aqu, en resumen, lo que todos los aos hace como profesor en la Facultad de letras. M. Marin da en cada ao: 1. Un curso pblico, de una leccin semanal sobre una cuestin pedaggica de carcter general. Este ao habl acerca de la enseanza de la mujer. Su ctedra vise muy concurrida hasta por gentes del gran mundo. Para el ao que viene quiz hable de la enseanza en Inglaterra y en los Estados Unidos. Al efecto, M. Marin se dispona ir para el primero de estos pases con el objeto especialsimo de ver Spencer. 2. Una conferencia prctica de carcter familiar, la cual asisten unos treinta cuarenta alumnos, futuros profesores. Es sta el verdadero laboratorio pedaggi-co. Se asiste ella durante el primer semestre (invierno), pa-sando luego los alumnos hacer su stage en los Liceos para practicar la enseanza, con la obligacin de redactar infor-mer acerca de lo que trabajan y ven. Estos informes se dis-cuten y examinan en la conferencia privada; y 3." Uaa serie de diez doce lecciones sobre temas de la agregacin. A una de estas lecciones asistimos nosotros. Luego hablar de ella.

    Adems, M. Marin no limita sus relaciones con sus dis-cpulos lo puramente oficial. Las prolonga fuera de la c-tedra, las estrecha celebrando con ellos fiestas ntimas, y aun despus de terminados los estudios, sus discpulos, profesores ya, continan relacionndose con el maestro, por cartas, y

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    el maestro los aconseja, los gua, y, hasta llegado el caso, los defiende en el mundo burcrato, donde se le atiende y respeta muy de veras. Por eso he afirmado ms arriba que tiene verdadera cura... de almas. S; M. Marin es un director espiritual de la ms sana parte del profesorado liberal y amante del progreso, en Francia...

    A las tres y media en punto estbamos en la ctedra... privada del distinguido pedagogo, en la nueva Sorbona. Un pblico reducido esperaba ya. Componanlo veintids perso-nas; de ellas, cuatro seoritas y un sacerdote. A poco presen-tse el maestro y empez el trabajo. Aquello es una ctedra tal como ha mucho tiempo que temerosamente nos la imagi-namos algunos. Nada de retricas, nada de oratoria cao libre. Eso puede ser bueno, como sistema nico, para las obras de propaganda, no para las tareas de enseanza uni-versitaria. Un alumno expuso y critic el libro de Mr. Spen-cer sobre El individuo contra el Estado. Otros le hicieron va-rias observaciones. Entablse luego largo dilogo entre el profesor y los alumnos, y al fin M. Marin indic breve-mente sus opiniones acerca del asunto. La ctedra dur el tiempo necesario para el caso: siete cuartos de hora. Ah! Mil veces durante aquellos dichosos momentos record con alegra la ctedra de mi insigne maestro Giner de los Ros, que hace tantos aos que desarrolla su curso de filosofa del derecho en el doctorado de una manera anloga...

    VI

    M. ESPINAS

    M. Alfredo Espinas es uno de los socilogos ms eminentes de Francia. Es adems un gran filsofo, aunque hoy algo preocupado con ciertas ideas sobre el patriotismo, que acaso sean un obstculo para que su sistema, tal como en ciertas

  • LA ENSEANZA EN PARS VISTA DE PJARO 17

    obras suyas se anunciaba, so desarrolle plenamente y con in-dependencia. Su libro Las sociedades animales es uno de los libros de sociologa mejores que conozco; es uno de los que ms se citan por los socilogos de todo el mundo. M. Espinas estuvo hasta hace poco tiempo de profesor en Burdeos. En el mes de Abril ltimo fu llamado Pars para explicar la c-tedra fundada por el conde de Chambrun de Historia de la ciencia social. La conferencia pblica que nosotros asisti-mos, era una de las que componen el curso breve que este ao explica en dicha ctedra. E^t haciendo una serie de verda-deras monografas sobre l)s utopistas. El da en que le omos hablaba de Toms Moro. Le escuchaba un auditorio bastante numeroso, con sus correspondientes sacerdotes y sus seori-tas. Por cierto que una de stas, segn supimos luego, era nada menos que... anarqui3!;a. Otra oyente... no bajaba de setenta aos.

    Con M. Espinas hablamos luego; pero nuestra conversa-cin no encaja en esto caaJro. Recay sobre sus estudios, so-bre el anarquismo, sobro su concepto de las ciencias sociales. M. Espinas es un hombre simptico, de aire modestsimo, llano, abierto, que con valer mucho en sus libros y mucho en la ctedra, vale mucho ms an quiz en su conversacin.

    VII

    LA BDUCACIN FSICA.EL BAKN DE COUBERTN Y PASCHAJ-GKOUSSET

    Aprovechando nuestra estancia en Paris y aceptando la invitacin dirigida la Universidad de Oviedo, por el ba-rn de Coubertin, asistimos algunas sesiones del Congreso del Sport. Tratbase en ellas de dos temas principales: las condiciones del 8j)ort, como oficio y como ocupacin

    L A E S P A A M O D E R N A . A g o s t o . 2

  • 18 LA ESPAA MODERNA

    de aficionados, y del establecimiento de los juegos olm-picos internacionales. Nuestras muchsimas ocupaciones nos impidieron tomar parte activa en las deliberaciones del Con-;^reso. Lo ms interesante para nosotros era conocer al barn de Goubertn, que es uno de los iniciadores y mantenedores del renacimiento de la educacin fsica en Francia. Franca-mente, yo esperaba encontrarme con un sportman (en lo fsico) y me llev un gran chasco. El barn do Goubertn, persona finsima, agradable, que con tanto entusiasmo defiende los jue-gos del sport, es un hombre de corta estatura, y que bajo nin-gn concepto se asemeja un atleta. No se parece aquel Reverendo, director de Eton, quien en 1886 conocimos en Inglaterra y que es en su pas el ms decidido defensor de la atltica. Qu musculatura, que puos los del insigne reve-rendo Warre!

    Lo que digo del barn de Goubertn casi puede decirse de M. Paschal Grousset. Sabido es que estos dos nombres perso-nifican en Francia los dos grandes impulsos dados despus de 1870, la educacin fsica. El primero representa el movi-miento favorable la atltica en ciertas esferas aristocrti-cas. El segundo, antiguo miembro do la Commune, deportado creo en Nueva Galedonia, diputado socialista hoy por Pars, representa ese mismo renacimiento en la burguesa y en el pueblo acaso. Es el alma de la Liga nacional para la educa-cin fsica. Pues bien; Paschal Grousset ( PTiilipe Daryl, Andre Laurie) tampoco es un atleta en el recto sentido de la palabra. Pero qu importa? Lo es, por el entusiasmo con que mantiene su propaganda, de la cual, segn nos dijo, como de la propaganda socialista, se halla completamente satisfecho.

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    VIII

    EN EL M1NI8TEEIO DE INSTRUCCIN PBLICA

    Dos das fuimos al ministerio de Instruccin pblica. En el primero visitamos al ministro M. Leygue, quien nuestro amabilsimo embajador, el Sr. Len y Castillo, nos haba re-comendado, y en el segundo hablamos con los tres jefes per-manentes de la enseanza.

    No olvidaremos nunca la recepcin cariosa, la acogida simptica que en esta parte del mundo oficial se nos dispens. Ni un rainuto de espera en ninguna antesala. Ni la ms ligera vacilacin en las respuestas pedidas. Todo nuestra dispo-sicin: informes orales, autorizaciones para visitar centros de enseanza, recomendaciones para quien desebamos ver, libros, memorias, en fin, cuanto nos fu preciso, tanto se nos facilit con esa amabilidad franca y abierta que caracteriza los buenos franceses.

    El joven ministro de Instruccin pblica, M. Leygue, nos recibi (psmense los madrugadores oficinistas espaoles) las diez de la maana en su gran despacho de la ru de Gre-nelle. Inmediatamente que le dimos cuenta de nuestros pro-psitos, orden lo conveniente para que estos pudieran rea-lizarse con facilidad. Los tres jefes permanentes de la ense-anza MM. Liard, Rabier y Buisson, nos recibiran al da siguiente, y podamos considerar que estaran dispuestos acogernos con verdadera simpata en todos los establecimien-tos oficiales.

    M. Leygue apenas si haca veinte das que estaba en el

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    ministerio cuando le vimos; sin embargo, no tuvo que acudir ningn lugar comn, ni ningn secretario particular para indicarnos todo lo que poda interesarnos en Pars. Con qu entusiasmo nos habl de Glreard, de Lavisse, de Marin, de Espinas! Cmo se notaba en l la ntima satisfaccin de ser su jefe! Qu orgullo, legtimo en verdad, no senta al decir-nos lo que la Repblica haba hecho por la enseanza toda, y lo que el gobierno est dispuesto hacer todava!

    La burocrtica Francia, ha sabido en gran parte resolver el problema de armonizar las necesidades de la administra-cin, que exige un personal tcnico, permanente, que requie-re tradiciones y continuidad, con las exigencias polticas del rgimen parlamentario que impone el constante cambio de gabinetes. Una prueba de esto la ofrece el ministerio de Ins-truccin pblica. Los ministros se suceden; J. Simn, Ferry, Goblet, Failliers, Spuller, Dupuy, Bourgeois, Leygue... pero no importa, los jefes inmediatos de la enseanza primaria, secundaria y superior all estn para mantener el espritu de continuidad y mormalidad, para soldar los criterios distin-tos, para que el tejer y destejer impensado insensato, no haga imposible la grande obra de la educacin nacional. Esos tres jefes, ya los he citado. De ellos, Liard y Buissn (ense-anza superior el primero y primaria el segundo), estn en el ministerio desde hace mucho tiempo. Buissn, uno de los pe-dagogos prcticos ms eminentes de Francia, fu el colabo-rador de Ferry: l sin duda se deben las reformas que han contribuido crear el actual estado de cosas, de gran pro-greso y florecimiento en la primera enseanza laica. M. BUH-son, satisfecho y contento de su obra se dedica, ahora, nos dijo, consolidarla y mejorarla en sus detalles. En los mo-mentos actuales se ocupa en reformar ciertos defectos de la organizacin del cuerpo de inspectores. M. Liard, publicista distinguido, autor de una importante historia de la ensean-za superior, hllase al presente ocupado en estudiar la refor-ma del doctorado en la facultad de derecho.

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    El jefe de la enseanza secundara M. Rabiar, me era completamente desconocido como pedagogo. No es tan anti-guo en el ministerio como sus dos compaeros. De nuestra conversacin con l, saqu la impresin de que es un hombre inteligente y de valor positivo. Confleso que pocas personas he visto, que como l se penetrasen del lado pedaggico de nuestras cuestiones. Por de pronto, no le ciega el patriotis-mo : antes nos habl con gran sinceridad de los defectos que advierte en la enseanza secundaria francesa. El problema de los exmenes, la importantsima cuestin del internado en las Liceos, las ventajas del sistema tutorial ingls, etc. etc., fueron temas sobre los cuales Mr. Rabier nos dijo cosas muy atinadas y no al alcance de todas las fortunas intelectuales.

    IX

    UNA ESCUELA COMUNAL

    Nuestro amigo, el eminente pedagogo belga Mr. Sluys, nos deca pocos dias antes de salir para Francia, en una de sus cartas. Si van Vds. Pars, os preciso ver la Escuela dla Ru de Turnefort. En efecto, nadie que se interese por la enseanza popular debe ir Pars sin hacer una visita esQpetite ecole comunal. Es el prototipo de una escuela mo-desta, para una democracia, que quiere educar como se debe al pueblo de las grandes poblaciones. Nada de lujos exteriores. Un patio no excesivamente grande y varios locales; un direc-tor, seis maestros y tres cuatro obreros auxiliares ; por lti-mo la cantina donde por diez cntimos almuerzan los nios que no pueden ir hacerlo su casa: he ah todo: Qu ls-ma de escuela para nuestra pobre Espaa!

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    La especialidad ms importante de esta escuela, est en los trabajos manuales. Es realmente admirable lo que en esto se hace. No se trata de verdadero aprendizaje, sino de que la educacin sea total, de que la escuela prepare al hombre para las necesidades fundamentales de la vida, y que sepa, al par que leer escribir, contar, con ms la historia, la geogra-fa, etc., trabajar algo en madea y en hierro, modelar y di-bujar, fin de que, despertndose en el nio las aptitudes ma-nuales, no tropiece en su da con dificultades insuperables para emprender un oficio, , simplemente, para ayudarse vivir.

    LA ESCUELA ALSACIANA

    Se trata de un importante centro de enseanza secundaria, creado al fin de la guerra del 70. Sus fundadores se han pro-puesto aplicar en Francia mtodos educativos nuevos. La es-cuela alsaciana es una escuela neutral, desdo el punto de vis-ta poltico y religioso. Su ideal es abarcar mediante la edu-cacin todo el orden de la actividad posible del joven. No slo se propone instruir, sino formar el carcter, desarrollar el cuerpo, crear costumbres y hbitos dignos de la persona culta. Quiere, ante todo, que sus alumnos aprendan gober-narse si mismos, inspirndoles el sentimiento de la propia dignidad y del honor, y comunicndoles la energa y la verda-dera independencia necesarias en la vida. Es, en suma, esta escuela alsaciana, un Liceo pero un Liceo que se sale de los moldes oficiales, que rompe con las tradiciones de cuartel y con la monotona y regularidad de los Liceos franceses. Nada de internado, por ejemplo, Pero en cambio, los profesores de

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    este centro educativo, practican con xito creciente, en un medio nada adecuado, el admirable sistema tutorial de los colegios ingleses, y que, como es sabido, consiste en hospedar y cuidar en familia, en los domicilios mismos de los profesores, los alumnos que para verificar sus estudios tienen que vivir separados de sus padres.

    XI

    LA ESCUELA NORMAL

    Breves palabras acerca de la celebrrima escuela de la Ru d'lJlm. Quin, que no sea un ignorante en cosas de en-seanza, no ha odo hablar de la Escuela Normal francesa? Hoy hllase, quiz, en decadencia causa del creciente flore-cer de la Sorbona; pero, qu importa? con todos sus defectos de organizacin, con sus tradiciones especiales, la Escuela Normal es uno de esos centros de alta vida cientfica, que inspiran respeto profundo. Basta penetrar en aquel inmenso edificio, que tiene mucho del convento cristiano, por sus am-plios y silenciosos claustros, visitar la sala dlas grandes so-lemnidades y pasar la vista por las lpidas de mrmol que adornan sus muros. Qu de nombres figuran en ellas! Taine, Berzot, Janct, Fuscl de Coulanges, Cousin, Nisard, Brea!, Pasteur... y otros por ese estilo. Son los antiguos alumnos.

    La visita que hicimos este antiguo centro de enseanza fu rpida. Nos acompa, por dis2:)0sicin de su director, un antiguo alumno, cuyo nombre siento no recordar, gegrafo, colaborador, como nuestro Rafael Torres Campos (de quien DOS habl), de M. "Vidal Lablache. El edificio es soberbio. Tiene grandes ctedras, preciosas salitas de estudio y una bi-blioteca de 120.000 volmenes, admirablemente distribuidos y

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    clasificados. El nmero de alumnos es limitado, 18 20 para cada una de las dos secciones (ciencias y letras) en que se halla dividida, ingresan todos los aos. Hay internado. La sec-cin de Letras abarca tres aos. En el primero, despus del ingi'eso que es por concurso, los alumnos verifican estudios comunes; en el segundo empieza apuntarse la diferencia-cin, segn las aptitudes y aficiones individuales. En este ao suelen recibir el grado de la licenciatura (Licence) en la Facultad de Letras. En el tercero, los alumnos se preparan para la agregacin. Los alumnos de esta Escuela se dedican principalmente al profesorado. Muchos continan en la Es-cuela haciendo estudios especiales, y no pocos van las escuelas de Roma y de Atenas, con misiones cientficas los paises orientales.

    XII

    ESCUELA DE FONTENAY.M. PECAUT

    Da 20. Lo tengo sealado en el diario con... piedra blanca. Fu de los das que valen el viaje y que hacen olvidar los asientos, veces no muy blandos, do los coches de tercera, los calores, las incomodidades inevitables de una excursin rpida... Seran las doce de la maana cuando tomando el al-muerzo... en la mismsima imperial de un tranva, bamos en direccin de Fontenay, atravesando una vez ms los delicio-sos alrededores de Pars. A la una descendimos del tranva y escape, pues haba pasado con exceso la hora de la cita, nos dirigimos al edificio en donde est instalada la gran Escuela Normal de Institutrices, creacin como la de Saint-Cloud (de que ya he hablado) de Julio Ferry. So nos esperaba ya.

    Qu cosa ms hermosa! Qu impresin ms agradable de

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    limpieza, de frescura, de... poesa, se experimenta al atra-vesar el gracioso parque del centro! Sin necesidad de ente-rarse de ms, desde luego puede afirmarse que las alumnas de Fontenay saldrn de alli educadas en una atmsfera de distincin, sin lujos, cuyos buenos efectos no se disiparn f-cilmente.

    M. Pecaut no estaba en aquel momento en la casa. Mien-tras llegaba visitamos una de las ctedras (la de Fsica), re-corriendo luego la magnfica instalacin de los laboratorios, que en punto disposicin para que los alumnos verifiquen trabajos personales, es de lo mejor que he visto en Francia y fuera de Francia.

    Cuando terminamos nuestra visita, M. Pecaut, el inspec-tor general de enseanza que est al frente de Fontnay-aux-Rosses, nos esperaba M. Pecaut, pedagogo verdaderamente prctico, es un hombre muy interesante. La Francia nueva, la Francia revolucionaria, tradicional ya, que ha llegado la plena posesin de s misma, tolerante, espansiva, descon-fiada slo cuando se trata del clero absorvente y domina-dor, la representa las mil maravillas en la enseanza, el pedagogo insigne de quien hablo. Basta orle hablar, con una energa nada nerviosa, posedo con sincera modestia de su papel de reformador laico, lleno de calor vivsimo para comprender lo que este hombre habr hecho y estar ha-ciendo en esa gran tarea de secularizar, desfanatizar al pueblo por la enseanza, que la tercer Repblica se ha im-impuesto. Estudiando la personalidad distinguidsima de M. Pecaut, no he encontrado nada mejor para definirla que Juntar dos palabras que al pronto rabian, como suele decirse, de verse juntos: es un mstico laico. En efecto, como el ms mstico de los msticos hablara de su amor inefable, asi habla Pecaut de los grandes ideales modernos. El cario espi-ritual profundo, que en otras edades dominaba ciertas almas enamoradas, bajo el influjo de la obsesin invencible de una idea, lo siente Pecaut por la suya, y se lo ve palpitar en la

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    palabra de este pedagogo laico, cuando con calma y sin descomponerse un momento seala como enemigo mortal de la civilizacin, al espritu frivolo, intolerante del ultramonta-nismo, que pondera la creciente necesidad de infundir en las gentes, la religin santa del trabajo, las prcticas de la tole-rancia, clamor desinteresado por la libertad, la fe, en algo, que eleve y dignifique al hombre...

    M. Pecaut es el alma de la escuela de Fontenay. La co-rreccin que se advierte en su persona, parece reflejarse en todo el edificio. He aqui cmo nos explicaba el gran propsito que al fundar la escuela se persigui. La escuela de Fontenay-aux-KosseS, tiene por principal objeto contribuir la educa-cin del pueblo; el pueblo, que trabaja, y que no puede aten-der por si mismo las necesidades de una educacin verda-deramente ideal. Trtase en ella de formar un profesorado femenino, entusiasta, cultsimo, que reciba las enseanzas ms slidas y ms exquisitas, para que las transmita hasta las ms bajas capas sociales. Las discipulas de Fontenay es-tn penetrados de esta misin difcil y la cumplen en las es-cuelas normales, y en la enseanza primaria superior, que principalmente se destinan.

    La organizacin de Fontenay se parece exteriormente la de Saint-Cloud. Hay internado. Las alumnas ingresan por concurso, estn en la escuela dos aos, pero pasados cuatro 6 seis de haber sido colocadas fuera, vuelven pasar otro ao ms para perfeccionarse, especialmente en la enseanza de la moral y en la psicologa.

    A Fontenay van de cuando en oando los hombres ms eminentes de Francia, dar sus enseanzas especales, con-tribuyendo de ese modo la obra profundamente democrtica, que la escuela fundada por Ferry persigue.

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    XIII

    M. LAVISSE.LA 80RB0NA

    Visitar la nueva Sorbona, y hacer la visita teniendo como guia M. Lavisse, es decir, al que la est formando, al que le est modelando en gran parte, segn el ideal moderno ms puro, es una fortuna, de que el extranjero que va Pars puede mostrarse siempre satisfecho. Pues bien, esa fortuna la tuvi-mos nosotros. A las dos y media en punto de la tarde del da 22 de Junio, el insigne profesor de Historia, nos recoga en nues-tro hotel, y poco entrbamos en la Sorbona. Despus de cru-zar varios corredores y de subir y bajar unas cuantas escale-ras, nos detuvimos largo rato en una de las salitas de estu-dio, en donde mantuvimos interesantsima conversacin con el ilustre acadmico. Recay esta sobre muchas cosas, pero especialmente sobre dos puntos de la ms alta importancia: los exmenes y las asociaciones de estudiantes.

    M. Lavisse es de los pocos pedagogos franceses que se han penetrado bien de lo que los exmenes son y significan, y na-turalmente, es enemigo declarado de c'los. Perturban la en-seanza, la imprimen una direccin utilitaria, interesada, mal-sana, le quitan todo carcter cientfica, la matan, en suma... Una enseanza educativa, de alto vuelo, rigurosamente cien-tfica, tiene que organizarse sin exmenes. A tal punto lleva su oposicin los exmenes M. Lavisse, que nos hablaba en tono semiserio, de la posible necesidad de llevar la prctica cierto proyecto que poco tiempo haca le haba comunicado un personaje ingls, y el cual consiste en la formacin de una Liga internacional contra los exmenes.Excusado est decir

  • 28 LA ESPAA MODERNA

    que le manifestamos nuestra adhesin incondicional, al pro-yecto del ingls.

    Respecto de las asociaciones de estudiantes, la opinin de M. Lavisse, es de gran peso, porque sus grandes y podero-sas iniciativas, se debe la constitucin de la Asociacin gene-ral. M. Lavisse, aleccionado por la experiencia, cree imposible dominar y dirigir una asociacin de miles de jvenes do todas las clases imaginables. No ha mucho, todava se demostr sto por los rozamientos molestos habidos entre los profeso-res y los alumnos do la Asociacin general, de que la prensa habl no poco. Hoy Lavisse, cree que las Asociaciones de estu-diantes deben formarse, pero poco numerosas y con aquellos que son estudiantes de veras. Para ello, lo primero que hay que procurar, es atraerlos su hogar natural en Pars, la Sorbona. Lavisse, se esfuerza actualmente por hacer de sta el domicilio habitual de la juventud que trabaja y que siente amor por el estudio, y lo consigue.

    Terminada la conversacin, M. Lavisse nos invit reco-rrer las principales piezas de la Sorbona, que ocupa la facul-tad de letras. Recorrimos la sala Dumont (biblioteca), la sala de geografa, la de artes, varios anfiteatros y la sala de las grandes solemnidades. Qu riqueza! Qu modo de gastar y de emplear tilmente el dinero! Y sobre todo, qu manera ms admirable de entender las cosas! El ideal de que poco antes nos hablaba M. Lavisse, de convertir el edificio de la Sorbona en domicilio del alumno, es en gran parte un hecho induda-ble. La sala Dumont, con su hermosa biblioteca, est llena de estudiantes, los cuales entran y salen cuando les acomoda y ma-nejan los libros, por s, sin intervencin de nadie... Diez aos hace que est as, y en los diez aos solo ha faltado un volu-men. La sala de artes, tambin disposicin de los estudian-tes, cuenta ya con riqusimas colecciones para efectuar cmo-damente cualquier estudio. En la sala de geografa, un alum-no de M. Himly, el decano, dibuja un gran mapa mural. Al efecto, hay all montado un taller con todo lo necesario...

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    Y no es esto slo. Lo principal, es como anda M. Lavisse por entre todas aquellas gentes... Qu familiaridad y que respeto! Oh!, que falta hacia que la mayoria de nuestros pro-fesores se fijaran en esto, en la necesidad de bajar, si pueden, del tripode y de vivir la vida de la juventud para contribuir formarla y dirigirla en el trabajo cientfico y hasta en la vida. M. Lavisse, el acadmico, el gran historiador de Ale-mania, una de las personas ms distinguidas del mundo cien-tfico en Francia, no se desdea de vivir la vida de sus alum-nos y no cree cumplida su misin pedaggica , con explicar el programa oficial desde las alturas de la tribuna, en la clase...

    XIV

    EL COLEGIO CHAPTAL

    Este artculo estas notas se alargan ms de lo conve-niente, mucho ms de lo que yo contaba. Prescindir, pues, de hablar de muchas cosas y personas, y con decir dos pala-bras de este famoso Colegio Chaptal terminar, dedicando unas cuantas otro centro pedaggico, el ms original de cuantos hemos recorrido en este viaje.

    El Colegio Chaptal, que visitamos por cspecialsima reco-mendacin de M. Buisson, est situado en uno de los centros ms populosos de Paris: hacia Batigncls. Es digno de verse para apreciar cmo gastan su dinero la villa de Paris y el departamento del Sena en cosas de enseanza. En primer trmino, el Colegio Chaptal cuenta con un edificio inmenso, lujoso, con grandes patios, magnificas aulas, espaciosas esca-leras, grandes dormitorios. Cuenta adems con un gimnasio

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    amplsimo, con laboratorios riqusimos y colecciones comple-tas de zoologa y mineraloga, con una gran sala de dibujo, en fin, como todo lo que en punto al material de enseanza puede pedir el ms exigente. Adems, el Colegio Chaptal tiene un crdito grandsimo. Recluta sus alumnos entre las familias de lo que puede lla,maTSG pequea burguesa, y casi todos los aos conquista los primeros puestos en las promo-ciones de la Escuela politcnica, Saint-Cyr, naval, minas, etc.

    XV

    EL HOEFELINATO PREVOST

    El da 23, las seis de la maana, tombamos en la Gare du Nord el tren de la lnea de Treport, y las diez nos encon-trbamos en la estacin de Granvilliers, pueblecillo del de-partamento del Oise. En un cocliecito del pas, la emprendi-mos de prisa y corriendo para Cempuis, un lugar de diez doce casas, en donde se halla el Horfelinato Prevost, objeto de nuestra visita. Este es el centro pedaggico que antes me referia. Aunque est 111 kilmetros de Pars, hablo aqu de l, porque est sostenido por el departamento del Sena. Y en verdad que siento disponer de tan poco espacio, porque el Horfelinato Prevost merece un estudio detenido. Es de los establecimientos de enseanza que ms me han in-teresado. En la imposibilidad de trasladar aqu toda mi im-presin y de formular un juicio, dir en breves trminos lo que all se hace y el criterio que en sus enseanzas preside. Esto bastar para que se comprenda la importancia de este Horfelinato, cuyo frente, adems, se halla el eminente pe-

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    dagogo M. Robin, y que cuenta entre sus maestros M. Car-los Delon.

    En el Horfelinato, fundado por la generosidad filantrpica de Prevost, ingresan slo hurfanos pobres del departamento del Sena. Estn en l desde los seis hasta los diez y seis aos. Cuenta con ms de trescientos alumnos. Los principios funda-mentales de sus prcticas pedaggicas, son los siguientes: 1., educacin integral, es decir, educacin total, fsica (1), moral intelectual; 2.", trabajos manuales como elemento de educacin; 3., nada de premios ni de castigos; 4., co-educacin de los dos sexos. Mi opinin sinttica acerca de lo que alli se hace, despus de la detenida visita que hicimos, y en vista de las importantes publicaciones que do esto centro de enseanza he ledo, es que el Horfelinato Prevost (que ten-dr sus defectos), constituye probablemente uno de los labora-torios pedaggicos, uno de los campos de experiencia peda-ggica, ms importantes de Europa.

    Una especialidad interesantsima del Horfelinato Prevost, y que le hace recomendable los ojos de todos, porque de-muestra la fe y la confianza de sus directores en su obra, es la de las sesiones normales de verano. Consisten stas en un curso prctico de una semana, al cual se admiten todos los maestros que lo deseen, proporcionndoles por dos francos diarios casa y alimentacin. Durante esta semana, los maes-tros que estn en Cempuis pueden apreciar y enterarse prc-ticamente de las ideas y procedimientos del Horfelinato.

    Lstima que desde Espaa no se enviaran algunos profe-sores de instruccin primaria este originalsimo estableci-miento de enseanza durante la sesin normal! Los beneficios que la visita habra de reportar compensaran el pequeo sa-

    (1) He aqu un dato que hace por si solo el elogio de la educacin f-sica del cuidado fisiolgico higinico del Horfelinato: on trece aos han muerto alU tres nios tan slo: y cuenta que el personal se reclut entre las gentes ms pobres de salud, de un modo necesario.

  • M LA ESPAA MODERNA

    crificio que la empresa impondra al Estado, quien sufra-gara los gastos. Sobre todo, si se proceda con prudencia y cui-dado exquisito en la designacin de los comisionados...

    Y termino aqu estas notas rpidas, inconexas, que, pesar de mis esfuerzos, han salido ms largas y de seguro ms insulsas, de lo que yo hubiera deseado.

    ADOLFJ P O S A D A , l'rofeaor en la Univeraidad de Oriedo.

    16 Julio 1894.

  • HUMORADAS

    I Vari mucho de amor, pero lo extrao

    es que nunca vari de desengao. II

    La ambicin ms legtima y ms pura para subir se arrastra hacia la altura.

    III

    Aunque parece necia, nos conoce tan bien que nos desprecia.

    IV

    Es, Pilar, el mayor de tus placeres, el placer de cumplir con tus deberes.

    V

    Despus que aqu encant con su belleza, ir al cielo admirar con su pureza.

    VI

    El grande Enrique, de pudores harto, dijo una joven con descaro un da: Cul es, nia, el camino de tu cuarto? La joven contest:La vicaria.

    CAMPOAMOR

    LA ESPAA MODBRHA.--^oso.

  • EL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS

    EL PALACIO

    I

    EMPLAZAMIENTO

    E l poderoso impulso de la libertad cre en Espaa, du-rante el segundo tercio de nuestro siglo, gran nmero do instituciones que, al surgir, como surgieron, casi de repente, se hubieran hallado sin domicilio en que acogerse, y sin espacio ni asiento donde funcionar, no haber desaparecido al propio tiempo, y movidas por la misma fuerza, otras que vi-vieron florecientes en pasadas pocas, y en cuyas anchurosas viviendas encontraron aqullas un pasajero acomodo, bueno malo, que para algunas an dura y durar largos aos.

    Esta sustitucin acomodamiento fu general y caracters-tica en las ciudades y pueblos importantes del pas, y se deter-min especialmente en Madrid como en ninguno de ellos. Al travs de eso periodo, y en fechas ms prximas tambin, ins-talronse en los conventos iglesias de las comunidades supri-midas trasladadas el ministerio de Fomento, la Universidad Central, el Tribunal y Bolsa de Comercio, la Escuela Normal, los Institutos, el Tribunal Supremo de Guerra y Marina, los Tribunales de Justicia, multitud de cuarteles, varios mercados, algn teatro, diversas fbricas y talleres, y el Congreso de

  • EL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS 3 5

    Diputados primero, los Estamentos de Proceres y de Procura-dores luego, y el Senado y el Congreso despus.

    An celebra sus sesiones el Sonado dentro de la iglesia de un ex colegio convento de religiosas, y an se alza el Congreso sobre el solar de un convento de frailes.

    El espacio que ste ocupa, asi como el de los edificios cerca-nos, se pobl durante los primeros aos del siglo xvi, ya que hasta entonces fu slo campo ameno, cuajado de rboles y si-tuado extramuros ambas orillas de la pendiente Carrera, que una la Puerta del Sol con el Prado de San Jernimo. Al ser trasladada la capital de la monarqua desde Valladolid, lleg para Madrid una poca de extraordinario desarrollo, y en estas afueras alzronse palacios, conventos inmenso casero por los nobles, los religiosos y los nuevos vecinos, que desdo todo el reino acudieron acogerse al calor y la vida de la poderosa corte de Felipe II.

    En la Carrera de San Jernimo, comprendida dentro de los muros desde 1565, y frente por frente al convento de Capu-chinos de San Antonio, erigido en 1560, y al de las monjas Bernardas de Pinto, fundado en el ngulo de la plazuela en 1569, construy sus casas D. Martin Corts Zfiiga y Are-llano, marqus del Valle de Oaxaca, hijo del conquistador de Mxico, y all vivi casado con su segunda mujer doa Magda-lena de Gruzmn, hija de D. Lope, seilor do Villaverde.

    Viuda la marquesa, y sabiendo que los religiosos Clrigos regulares menores, que tenan su casa en la calle del Caballero de Gracia, se haban separado del fundador de ella y que bus-caban otra, les cedi una suya, en la que al principio se insta-laran, y despus todas las que all posea, que eran tres, y con ellas hzose en 1594 el convento del Espritu Santo, en el mismo mbito que hoy ocupa el Congreso, y el cual se uni con la residencia por medio de un arco y pasadizo que cerraba el ca-llejn donde se abre la calle de Floridablanca, inmediato cuya vivienda se construy despus el palacio de los duques de Hijar.

  • 36 LA ESPAA MODERNA

    Era la iglesia de los Menores uno de los tipos del arte imi-tado de Herrera, del orden drico, de una sola nave con am-plias capillas laterales, unidas entre s modo de naves secun-darias, y un anchuroso crucero sobre cuyos arcos torales se asentaba modesta cpula con linterna en su remate. Nunca pudieron imaginarse los religiosos que la erigieran que haba de rivalizar aquel templo con el vecino de San Jernimo, tan os-tentoso, rico y celebrado en eso de servir de asilo las Cortes del Reino y de teatro solemne las juras de los reyes y prnci-pes, y, sin embargo, as hubo de ser cuando, con las mudan-zas de las cosas y con las calamidades de los tiempos, el mo-nasterio gtico del Prado qued inservible y el de los clrigos sin condiciones para que en l continuara viviendo la comunidad.

    En efecto, un gran incendio consumi casi en totalidad este convento y caus algunos daos en el templo fines de Marzo de 1823, la sazn en que se hallaban en l oyendo misa el duque de Angulema al frente de todo su Estado Mayor y un regimiento de la Guardia, que llenaba la nave, mientras el resto de las tropas invasoras ocupaban la Carrera y el Prado. Retirronse los clrigos otra de las casas de su Orden (Porta-celi), y la iglesia de la Carrera qued cerrada, en abandono y en creciente ruina, hasta que, once aos despus, en 1834, al instalarse de nuevo las Cortes, se dispuso el aprovechamiento de ella para celebrar las sesiones del Estamento de Procurado-res. La extensa nave central qued convertida en saln, colo-cndole un nuevo techo sobre la lnea del cornisamento, con lo que quedaron fuera de l, por consiguiente, los arcos dla b-veda. Estaba orientada esta iglesia en suplanta, como lo estn todas las cristianas (excepto las de los Jesutas, que se orientan al revs de las dems), y tenia por ello el bside sobre la que es hoy calle del Florn, y dos entradas laterales, la principal por la calle del Sordo, y otra de servicio por la Carrera.

    Cuando se transform en palacio residencia del Estamen-to, disele el ingreso por esta parte, levantando sobre la Ca-rrera un ostentoso prtico formado por doce grandes columnas

  • EL CONGEESO DE LOS DIPUTADOS 37

    del orden drico de Pestum, muy en moda entonces, y sobre cuyo entablamento se asentaba un sencillo frontispicio con las armas de Espaa. El coste de la instalacin fu de 1.878.096 reales y 11 maravedises. En aquel severo mbito, que qued lujosa y dignamente decorado, podran lucir en adelante sus talentos, su actividad y su elocuencia, los representantes del pueblo espaol; all debieran dejar escuchar su palabra hom-bres como Arguelles, Martnez de la Rosa, Calatrava, Toreno, Mendizbal, Gmez Becerra, Istriz, Alcal Galiano, Lpez, Olzaga, Ezpeleta, Romero Alpuente, el duque de Rivas, el conde de las Navas, Gonzlez, Caballero, Cano Manuel, Truo-ba y Cosso, Caldern CoUantes, Perpi, Olivan, Escalante, Quiroga, Venegas, Garca Blanco, Sancho, Lujan, Madoz, In-fante, Mon, Benavides, Arrazola, Pacheco, Bravo Murillo, Do-noso Corts, Egafia, Pidal, Roca de Togores, Ros Rosas, Es-pronceda. Salamanca, Barrio Ayuso, Cortina, Prez de Rivas, Cantero, Domenech y Quinto.

    El nuevo saln del Estamento de Procuradores iba hon-rar con la historia de su futura vida al genio espaol en las gloriosas lides de la elocuencia, y borrar de hecho y para siempre la humUde memoria de los trabajos de los que antes le habitaron por espacio de ms de dos siglos, y con los cuales tambin se haban honrado las letras espaolas. Para que no se olviden, y como prehistoria del edificio en que so acomod el Congreso y del solar en que so sent el actual palacio, aqu se consignan, reunidos por voz primera, los recuerdos de las publicaciones debidas los Clrigos menores del Espritu Santo y escritas en esta casa:

    Basilio Varen de Soto, madrileo, escribi (1655) el suple-mento de la Historia imperial y cesrea, de Pedro Mexa, con las vidas de los ltimos siete cesares austracos, desde Car-los V hasta Fernando IV; continu la Historia de Espaa, de Mariana, hasta el 1669, y tradujo del italiano La Guerra de Flandes, del cardenal Bentivollo, y la de las Guerras civiles de Francia, de Enrique Catarino Dvila.

  • 38 LA ESPAA MODERNA

    Antonio Velzquez Pinto, catedrtico, public el Tesoro de los cristianos, 1668.

    Francisco Apolinario fu el autor de la Suma moral y del Resumen brevsimo de todas las obras del doctor Ma-chado, 1661.

    Jernimo Pardo, madrileo, catedrtico en Alcal y en Sa-lamanca, gran predicador, public ocho volmenes de sermo-nes y cuatro sobre el Apstol Santiago, en colaboracin con el arzobispo de Granada, Fr . Antonio Caldern.

    Jernimo de Salcedo, madrileo, catedrtico, consejero en Roma, escribi los Comentarios y disertaciones filosfico-teol-gico-liistrico-poUticas sobre el tratado de Santo Toms. De Re-gimine Principum, 1656.

    Antonio Vzquez, portugus, dio luz en este convento la Conjuracin del conde Juan Luis Fiesco, de Mascardo; Las Dos centurias y Avisos polticos, de Trajano Boccalini; El Capu-chino escocs, la Vida de Alejandro... (?) Papa y la Vida de San Felipe Neri, de Jacobo Bacci.

    Antonio Gonzlez de Rosende, vallisoletano, catedrtico de Alcal, prefecto de su Orden en Espaa, escribi las siguientes obras: Vida y virtudes del ilustrsimo y excelentsimo Sr. Don Juan de Palafox y Mendoza, obispo de Osuna (1666); tres to-mos de Disputationes theologicas; Memorial por la Lnmaculada Concepcin (1645), y la traduccin de El Turquino, del mar-qus Virgilio Malvezzi.

    Jacinto Carlos Quintero, autor QEI Templo de la elocuencia castellana, compuso cuatro tomos de sermones y el estudio Commentarium in Joanni Prophetam, que dej empezado, y que termin su compaero Pedro de Quirs, autor do la Paren-tacin real. Honras que hizo la ciudad de Salamanca al rey nuestro sefior D. I'elipe IV.

    Todos estos escritores y predicadores fueron enterrados en la bveda de la iglesia sobre la cual se asentaron los escaos de los diputados en 1834. En la misma cripta descansaron las ce-nizas del gran NICOLS ANTONIO, del publicista insigne quien

  • EL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS 39

    debe la historia de la literatura castellana la primera de las obras que posee, la Bibliotheca Hispana (Vetus et Nova), que escribi hacia el 1676 (1).

    Como complemento de estas curiosas memorias, conste que, aun asi , cual hoy se rige el Congreso por su reglamento espe-cial, los Clrigos del Espritu Santo tenan para su lectura obli-gada y servicio diarlo la obra en dos volmenes de Pedro de Sousa, In Psalmos commentariorum; y que asi como ahora acudo el vecindario de Madrid este recinto contemplar la vida y los debates de la representacin nacional, acuda antes venerar en este sitio Nuestra Seora de la Buena Muerte, muy afamada en toda la villa, y cuya imagen trajo de Roma uno de los fundadores de la casa.

    En 1842 so realiz la demolicin de la iglesia-Congreso para levantar un palaiio digno de las Cortes, y entonces desapare-cieron las sepulturas, epitafios y memorias. En 10 de Octubre de 1843, la reina Isabel inaugur las obras del nuevo edificio, que duraron hasta 1850, y cuyo coste fu do 17.660.914 reales y 29 maravedises.

    Aparte se resumen los detalles de la historia del Congreso y los de la construccin de este palacio, que hasta hace poco tiempo fu la nica obra monumental que se haba levantado en Espaa en el presente siglo, como dijo, en la parte histrica de la Memoria descriptiva del mismo, el Sr. D. Francisco de Paula Madrazo en 1856.

    (1) El epitafio de su sepultura, que se couserv hasta 1842, deca asi:

    Aqu yazoD. Nicols Antonio, Cavallero que fu del orden de Santiago, Cannigo de su Santa Iglesia de Sevilla, Agente General de S. M. en Roma y de su Con-sejo , Oydor Fiscal en el Real de Cruzada. Falleci en 13 de Abril de 1684. iEtatis. sua; 67.

  • 40 IM. ESPAA MODERNA

    II

    BXTERIOB DEL EDIFICIO

    Las elegantes construcciones modernas que embellecen la parte inferior de la carrera de San Jernimo dan agradable as-pecto esta parte de Madrid, en la cual se destaca como una joya artstica de la corte la suntuosa fachada del Congreso de los Di-putados. Dominando la masa general del cuadro paisaje que all se presenta, se perciben las arrogantes y severas lneas del palacio, con sus tonos claros, gris del granito y amarillento de la caliza, sobre los ms vivos de las fachadas y construcciones inmediatas, de las arboledas de la Carrera, del Prado y del Re-tiro, y del azul del cielo, interrumpido por los ojivales, creste-ras y agujas de la iglesia de San Jernimo.

    Entre la nueva calle de Floridablanca y la antigua del Flo-rn, y sobre un desnivel de poco ms de tres metros, se extiende en una longitud de 55 la fachada, constituida por un cuerpo central avanzado y dos laterales simtricos. Forman el magn-fico conjunto del primero la escalinata compuesta de gradas, que limitan los macizos de las zancas, sobre las cuales se apo-yan dos leones de bronce, modelados por el escultor D. Pon-ciano Ponzano, fundidos en la fbrica nacional de Sevilla, cin-celados por M. Bergeret, y cuyo material procede de los cao-nes tomados los moros en la campaa de frica. Sobre el des-canso se alza el arrogante intercolumnio corintio exstilo, de fustes de granito, estriados con junquillos en el tercio inferior, y con magnficos capiteles de piedra caliza de Reduefla, que esculpieron D. Francisco Prez y D. Jos Panuchi, y en los que, en vez del caracterstico florn del abaco, se ven cabezas

  • EL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS 4 1

    de len. Cost cada capitel 6.000 reales. En el fondo del pr-tico, cuatro pilastras empotradas corresponden las columnas exteriores, y la puerta principal del edificio las dos del centro. Encuadran la puerta amplias jambas con mnsulas que sostie-nen su sencillo guardapolvo, y la cierran dos hojas forradas de bronce, ornamentadas con escudos reales, coronas de laurel, artsticos florones y molduras, bella labor que cincel D. Jos Mara Snchez Pescador, costando toda esta obra metlica 251.180 reales.

    En el intercolumnio descansa elegante cornisamento de pie-dra caliza, cuya parte central del friso y arquitrave ocupa uri tablero de mrmol blanco granadino, que contiene la inscrip-cin Congreso de. los Diputados, y sobre su cornisa se levanta un frontn en cuyo tmpano so admira esculpido el hermoso bajorelicve que cincel en Roma el Sr. Ponzano. Destcase en el centro la figura do Espaa alzada sobre un pedestal, cuyo regio asiento ocupa, y mientras que apoya su mano izquierda en el centro florido, abraza con la derecha una doncella sen-tada su lado y apoyada en su regazo, que simboliza la Ley constitucional. A su izquierda est en pie la Fortaleza; al lado el grupo de las Bellas Artes, la Pintura en el centro en pie, y la Escultura mostrando la Aquitectura el dibujo de este fron-tn; inmediato un nio con una lira, emblema de la Msica; al Comercio, que aparece despus, le ofrece sus dones la Agri-cultura; y termina la composicin por este lado con una repre-sentacin del rio Ebro, que es un anciano que sostiene en sus brazos un nio, smbolo del canal de l derivado. A la dere-cha de Espaa est en pie la Justicia con radiante nimbo; sus pies, sentado, so ve el Ejrcito el Valor, y sucesivamente se encuentran la Astronoma, la Poesa, la Filosofa, y, en el ltimo grupo, la Paz y la Abundancia.

    Esta preciosa obra, ejecutada despus de pblico certamen, en el que sali victorioso el Sr. Ponzano, cost 132.000 reales.

    Sobre la cubierta del frontn ondea siempre la bandera na-cional durante la celebracin de las Sesiones, y semejante eos-

  • 42 LA ESPAA MODERNA

    tumbre tiene un origen histrico y altamente patritico. Cuando las tropas absolutistas francesas sitiaban Cdiz en 1823, el (Jongreso de los Diputados all reunido acord durante el bom-bardeo, para dar una prueba de su entereza y valor y para animar aquel liberal vecindario, que se izara la bandera de Espaa mientras se estuvieran celebrando las sesiones, para que el enemigo supiera adonde dirigir sus bombas si deseaba castigar y humillar los representantes de la nacin.

    Tiene lateralmente el cuerpo central, en el plano del fondo, dos lienzos intermedios idnticos, divididos, como el resto de la fachada, y en el sentido de su a l tura , en cuatro par tes : una inferior con un vano de luz al stano; otra correspondiente al piso bajo con altas ventanas sin antepecho, repisa sobre mnsu-las cartelas y guardapolvo sobre el friso; otra que marca el piso principal con ventana do antepecho figurado, contrajam-bas con mnsulas y guardapolvos, y la superior, correspon-diente al tico, con la caracterstica ventana mezanina. Idn-tica distribucin en su altura ofrecen los dos grandes cuerpos laterales. Sus zcalos, muy alto en el de la izquierda y muy reducido en el de la derecha por el desnivel en que se asent el edificio, son almohadillados dobles y sin huecos; sobre su im-posta se extiende el cuerpo bajo, almohadillado corrido, y con tres ventanas idnticas la ya descrita, y sobre la imposta de ste se ve el principal, cuyos tres paos lisos limitan cuatro pilastras jnicas y cuyos vanos muestran la misma decoracin que la del intermedio, as como el tico superior.

    Las ventanas que so abren en la fachada corresponden las siguientes piezas interiores: las tres primeras de la derecha de ki planta baja la antesala, despacho y gabinete de los minis-tros , y la cuarta del ngulo de la calle de Floiidablanca la de la Comisin de gobierno interior; las cuatro de la izquierda la antesala, sala y despacho del presidente del Congreso; la primera de la derecha del cuerpo principal la sala de la sec-cin primera; las otras tres la de la seccin segunda saln de presupuestos; y las cuatro de la izquierda a l a s habitaciones

  • EL COKGEESO DE LOS DIPUTADOS 43

    del oficial mayor. Las ventanitas altas alumbran los depsitos de colecciones de peridicos en la derecha, y las habitaciones del portero mayor en la izquierda.

    Las fachadas laterales del edificio son idnticas entro si desde la planta principal, y dan, la de la derecha la calle de Floridablanca, y la de la izquierda la del Florn. Tiene sta mayor altura que aqulla por el desnivel ya indicado, y ofrece en su cuerpo inferior un basamento de almohadillado doble con pequeas ventanas de arco escarzano, una puerta central y dos laterales ms estrechas, que corresponden los pabellones ter-minales. La decoracin y distribucin de stos es igual la descrita en los cuerpos laterales de la fachada principal. .De granito es tambin todo el cuerpo bajo, y sobre l corre el prin-cipal, de ladrillo rojo agramilado, cuyas nueve vcntaruxs, con antepechos y jambas calcreas, como las de todas las del pala-cio, se destacan artsticamente del fondo osctiro de los macizos. Estas \-entanas no tienen guardapolvos, sino arcos de medio punto, que dan este cuerpo el aspecto do una elegante galera.

    La puerta central de la calle de Floridablanca es la de servi-cio constante para los diputados, y est amparada por uiui sen-cilla marquesina de hierro y cristal. Las repisas de las ventanas bajas de este lado sirven de asientos sobre la acera. La puerta de la calle del Florn, cubierta con marquesina, da acceso los tres pisos del palacio, y, por consiguiente, parte de las tribu-nas del saln de sesiones.

    Las ventanas de la faciada de la calle de Floridablanca co-rresponden los siguientes dcparta.mentos: las de la izquierda de la puerta en el piso bajo, la primera la portera, la segunda y tercera la sala de espera para el pblico; la cuarta y quinta la de recibimiento; y la sexta y sptima la sala de la Comi-sin de gobierno interior; las de la derecha del mismo piso: la primera al cuarto de mazas, la segunda al del telfono, la ter-cera y cuarta las oficinas de administracin del Diario de las Sesiones, y las restantes la redaccin del mismo.

    En el principal: la que corresponde la puerta es la de la

  • 44 LA ESPAA MODERNA

    escalera, la primera de la izquierda al telgrafo y las siguien-tes las salas de las secciones cuarta, tercera y segunda; y las de la derecha las secciones quinta, sexta y sptima. En las de la fachada del Florn se abren, marchando en la lnea baja de derecha izquierda: la de la antesala de la presidencia, se-cretara de sta, sala de secretarios del Congreso, despacho del oficial mayor y de la secretara; escalera; sala de oficiales y archivo-biblioteca. En el piso principal corresponden las ha-bitaciones del mayor, escaleras, sala de auxiliares y archivo-biblioteca.

    La fachada posterior del testei'o que se alza sobre el an-gosto declive de la calle del Sordo, tiene un cuerpo central avanzado que corresponde al saliente de la principal y al que limitan otros dos laterales, semejantes los ya descritos. E) central consta de tres partes: una media, de gran anchura, de ladrillo rojo en todo su fondo, hasta el tercio inferior de sus ventanas bajas, cerradas con arcos semicirculares, con tres va-nos en cada piso y dos laterales de resalto, con portadas la calle de intercolumnios dricos, basas, escalinatas y puertas de arco, sobre cuyas cornisas se indican los antepechos balcones de las ventanas que corresponden al piso principal.

    Cierra los ngulos entrantes de esta fachada y el cuerpo avanzado fuerte verja de hierro. Por la puerta prxima la ca-lle de Floridablanca est el acceso la tribuna pblica, y por la inmediata la del Florn el de las tribunas de orden. Las fa-chadas laterales del edificio tienen una longitud de 67,5 metros, y la posterior la misma que la principal, de modo que com-prende una superficie de 3.1B2 metros cuadrados.

    De las avenidas del palacio slo son dignas de su importan-cia la Carrera de San Jernimo y la calle de Floridablanca. En la primera brese la plazuela de las Cortes, decorada con jar-dinillos y arbolado, y en la cual se alza la estatua de Cervan-tes, que se erigi en 1835 por indicacin de los Sres. Mesonero Romanos y Fernndez Valera, y que fu esculpida por D. An-tonio Sola, costendose con los fondos de la Bula de Cruzada.

  • EL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS 45

    En su pedestal hay dos artsticos relieves de D. Jos Piquer. La anchurosa y breve calle de Floridablanca, abierta en el solar del antiguo convento y del palacio de los duques de Hijar, es, mientras se celebran las sesiones, uno de los puntos ms ani-mados de la corte, porque, verificndose por ella la entrada de los diputados, all se agrupan los carruajes y en aquellas ace-ras pululan siempre multitud de pretendientes y de curiosos.

    La calle del Florn, aunque compuesta de modernos y ele-gantes edificios, es estrecha. Cuando se aprob el proyecto de construccin del Congreso propuso al gobierno la comisin constructora la excelente idea de adquirir toda la manzana de edificios comprendida entre esta calle, la Carrera, las del Turco y del Sordo, que era propia de la hermandad del Refugio, y en la cual se hallaba instalada la direccin y escuela de Minas, para dar al palacio toda la magnificencia, amplitud y desahogo que debiera tener; pero el afn del regente del reino, que deseaba que la reina Isabel comenzase su reinado, al salir de la menor edad, con un acto solemne y grandioso, inaugurando el nuevo palacio, se opuso aquel propsito y el edificio qued conde-nado levantarse en sus actuales estrechos lmites.

    La calle del Sordo, angosta en casi toda su longitud y muy pendiente, aunque ostenta buenos edificios de reciente fbrica, parece en su entrada superior, y en su unin con la de Flori-dablanca, aquella misma que dio nombre en el siglo xv un avaro mesonero, tardo de odo, y la misma que aloj en sus casas al esplndido embajador duque de Villcna principios del siglo XVI.

    III

    EL VESTBULO

    Abiertas las grandes y artsticas puertas del palacio, se pasa al suntuoso vestbulo, formado por un saloncito de 16,70 me-

  • 46 LA ESPAA MODERNA

    tros de longitud por 6,60 de anchura, de planta rectangular re-cortada lateralmente por dos semicirculos, cuya forma toman tambin los muros. Su pavimento es mosaico la veneciana, que ejecut D. Elias Bex por el precio de 7.900 pesetas, y est dividido en tres partes, ostentando la central el escudo de ar-mas de Espaa, la de la derecha la cifra de Isabel II y la de la izquierda la fecha de la construccin, 1850. En el decorado de sus paredes se alzan, sobre un zcalo imitacin de mrmol rojo oscuro, las cuatro pilastras que separan la parte plana de la semicircular, cuyas lneas generales imitan mrmol blanco, y cuyos rehundidos, as como el friso del cornisamento general, son de jaspes perla. Los grandes recuadros intermedios tienen sus paos de blanco anteado con crc^ulos centrales de jaspe verde los ms estrechos y enteramente lisos, con jamba de ese color en claro los ms anchos, constituyendo el conjunto una decoracin tan elegante como sencilla. Toda la escayola, imi-tacin de mrmoles, fu obra del Sr. Bex.

    La bveda, entre pilastras, es de can con. artesonado de casetones octgonos de rosetas y cuadros en las dos fajas de separacin, y con rombales decrecentes en la concavidad de las proporciones esfricas. Una amplia lucerna claraboya abierta en el centro del techo, alumbra al vestbulo cuando las puertas del exterior se cierran.

    A la derecha de la entrada se ve sobre un alto pedestal la estatua de la reina doa Isabel II , magistral obra de arte, la-brada en Eoma en mrmol de Carrara por D. Jos Piquer en 1860, y cuyo coste fu de 30.000 pesetas. Durante la poca de la revolucin so hizo retirar esta estatua al stano del pala-cio, volvindosela su primitivo lugar en los primeros tiempos de la restauracin.

    Sobre la puerta principal destcase el afamado cuadro de Gisbert, El Suplicio de los Comuneros, adquirido en IBGO por el precio de 20.000 pesetas, en aquellos das en el que el justo re-nombre de su autor llenaba todos los mbitos de la patria, y cuando, por suscricin iniciada por el Congreso, se le regal

  • EL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS 4 7

    una preciosa corona de oro dibujada por Ponzano y esculpida por Snchez Pescador.

    En el hemiciclo de la izquierda se conserva el curioso reloj que construy en Barcelona en 1857 el hbil mecnico Alberto Billeter, en cuya obra emple cuatro aos. Adquirido primero por el Real Patrimonio, que lo destin uno de los palacios de! Retiro, pas despus poder del Congreso por el precio de 30.000 pesetas. Este ingenioso mecanismo ostenta: en la parte superior, el movimiento de la Tierra y de la Luna alrededor de la rbita; en el centro, los crculos del tiempo medio, el de la ecuacin del tiempo medio y el de segundos, el calendario perpetuo en cuatro crculos, que indican, respectivamente, los das de la semana, los del mes, los meses y los aos en un largo peodo, y los de la salida y puesta del sol, y en la inferior, el movimiento de los planetas. Lateralmente, en veinte crculos, se marca la hora media de otras tantas localidades de ambos mundos, y en la lnea de la base hay un termmetro, un higr-metro y un barmetro. Mientras vivi su autor, el aparato mar-ch maravilla, siendo objeto de consulta y de gran curiosidad para muchos de los que acudan la Cmara; pero habiendo cado despus su direccin y arreglo en otras manos, se detuvo el movimiento y parado est hace muchos aos.

    Los dos grandes y artsticos candelabros que adornan la puerta del fondo, de planta triangular y de elegante dibujo, proceden de la fbrica de San Juan de Alcaraz, y estuvieron colocados durante algn tiempo en los ngulos del testero del saln de sesiones.

    IV

    EL SALN DE CONFERENCIAS

    Una galera separa el vestbulo del saln de conferencias. Forma este magnco y afamado departamento un gran saln

  • 4 8 LA ESPAA MODERNA

    de 14,30 metros de longitud en el sentido del eje del edificio, por 7,60 de anchura y 12,53 de altura hasta la base de la lu-cerna claraboya que cenitalmente le alumbra. Su elegante decoracin es del Renacimiento sobre el orden jnico. Frente la puerta de ingreso se abre la que comunica con la segunda galera, y en los extremos del eje menor existen otras dos que dan paso las galeras intermedias de los cuatro escritorios. Las cuatro estn decoradas con guardapolvos y jambas de imi-tacin de mrmol blanco, y las dos principales coronan con sus curvas ventanas semicirculares de cristal. Sobre la de en-trada la segunda galaria est el reloj. En el corrido basa-mento, de color verde oscuro veteado, se apoyan, en las lneas de los lados, los divanes de terciopelo rojo, y sobre l se abren, cada costado de aquellas puertas, las cuatro chimeneas de mrmol amarillo de Cuenca, esculpidas, como todas las de la casa', por D. Santiago Jabouin, que sostienen la calefaccin de la sala desde Diciembre Mayo. Los paos de los oscuros fron-teros que se extienden sobre las chimeneas hasta la altura de la cornisa, que antes eran slidos, se han rasgado reciente-mente, sirviendo hoy de ventanas con vidrieras giratorias, que alumbran las galeras y que facilitan la ventilacin.

    El decorado general (muy deteriorado ya por los aos) es de exquisito gusto. De entre el fondo do mrmol rojo que apa-rece en el plano general destcase sobre el zcalo un primer cuerpo de pilastras jnicas, cuyas lineas exteriores son blancas y en cuyos rehundidos campea su fantstica decoracin en re-lieve do dorados arabescos, idnticos en todas ellas. De las cartelitas de sus centros avanzan sencillos candelabros de diez luces. En las basas y lneas corridas que les corresponden, son blancos los plintos y boceles, y dorados los toros y filetes. En el cornisamento ostenta el friso linda decoracin de cabezas de len y palmetas, y resalta perfectamente la blanca faja de la cornisa. A la altura de los guardapolvos de las puertas corre una moldura idntica ellos que divide la altura del primer cuerpo en dos partes : la inferior, de amplia extensin, forma-

  • EL CONGRESO DK LOS DIPUTADOS 4 9

    da por pareadas tablas de mrmol claro con marcos dorados, y la superior, ms estrecha, dividida en recuadros de bella ornamentacin de arabescos, en cada uno de los cuales se des-tacan , dentro de una orla de cuentas doradas, dos medallones de 48 centmetros de dimetro, formando una serie en que se ven los retratos de los siguientes oradores:

    EN EL MURO DEL NORTE

    Sobre la ventana de la derecha, Pacheco.El marqus de Pidal. Sobre la de la izquierda, Alcal Galiano.D. Joaqun Mara Lpez.

    EN EL MURO DE ORIENTE

    Calvo Asensio, pintado por T. Avila, 1886.Moreno Nieto, por P . Iniesta, dem.Romero Ortiz, por M. Laredo, dem. Posada Herrera, por S. M. del Rincn, dem. Marqus de Gerona.Sancho.Figueras, por M. Laredo.Nocedal, por S. M. del Rincn, 1886.Ros Rosas, por Irldez Acosta, 1882. Rivero, por E. Morera, dem.

    EN EL MURO DEL MEDIODA

    Sobre la ventana de la derecha, Calatrava.Pastor Daz. Sobre la de la izquierda, Valdegamas.Gmez Becerra.

    EN EL MURO DE PONIENTE

    Escosura, por Nin y Tud, 1884.Gonzlez Bravo, por J. Jimnez, 1878. Aparisi, por Nin y Tud, 18-54.Ayala, por F . Iniesta, 1886.Duque de Rivas.San Miguel. Arra-zola,])or S. M. del Rincn, 1886.Conde de San Lus, por dem, dem.Bravo Murillo, por P. Pardo Gonzlez, 1878.Ol-zaga, por S. Pescador, dem.

    L A E S P A A MODERNA.Agos to . 4

  • 50 LA ESPAA MODERNA

    Cada retrato cost 500 pesetas. En los lienzos del tico, separados por pilastras ornamen-

    tadas con grutescos en relieve, estn representadas las provin-cias y los cuatro rios mayores de Espaa.

    Siguiendo aquel orden, he aqu su distribucin: Frente del Norte, tres cuadros: Granada, Castilla la Nueva

    Extremadura. Lienzo del Oriente, cinco cuadros: ro Tajo, Valencia, Ca-

    talua, Murcia y ro Guadalquivir. Frente del Medioda, tres cuadros: Baleares, Asturias-Len

    y Galicia y Toledo. Lienzo de Poniente, cinco cuadros: ro Duero, Canarias,

    Castilla la Vieja, Provincias Vascongadas y ro Ebro. Los cuadros de los dos frentes los pint D. Isidro Lozano

    por el precio de 2.600 pesetas los centrales, y de 1.250 los pe-queos. Los laterales fueron obra de D. Germn Hernndez y de D. Francisco Aznar, por los mismos precios.

    Sobre la cornisa del tico voltea la curva de la bveda un suave chafln, formado con un friso decorado con ngeles, flo-res y animales, separados por recuadros que contienen emble-mas de las ciencias, artes y letras; en la concavidad superior, dividida con arreglo la distribucin de los cuerpos inferiores, se ven cuatro cuadros centrales que representan otras tantas partes del mundo, y en los dos intermedios de cada lado estn figuradas la Justicia, la Religin, la Ley y la Abundancia. En los cuatro ngulos de la bveda, ngeles con trajes de reyes de armas, sostienen tablas doradas, en las que se lee:

    D. Alfonso V de Len.Cortes celebradas en 1020. Instalacin de las Cortes en 1810.Independencia nacio-

    nal.Gobierno representativo, 1812. Doa Mara Cristina, Reina Gobernadora. Estableci-

    miento del Gobierno representativo, 1834. Doa Isabel II, Reina de las Espaas.Mayora de la

    Reina declarada enlas Cortes, 1843. Cierra la bveda con el plano en que se asienta la amplia

  • EL CONGRESO DB LOS DIPUTADOS 51

    lucerna, orlada por un recuadro exterior de geomtrica orna-mentacin, en cuyos espacios se ven bustos de ngeles, aves y flores.

    El autor de la pintura de este techo fu D. Vicente Cama-rn, quien se abonaron 88.000 reales por ella y por la de los techos de los cuatro escritorios inmediatos.

    Dos elegantes araas doradas, de treinta y seis luces, pen-den de la armadura de la lucerna. En el centro del saln hay una mesa-velador con tablero de mrmol, apoyado en un eje y en cuatro sirenas aladas, que se adquiri por 3.000 pesetas en 1853.

    En los cuatro ngulos se ven, sobre postes de jaspe, los ar-tsticos bustos de los seores conde de Toreno, Arguelles, Mar-tnez de la Rosa y Mendizbal, esculpidos en alabastro por Piquer y otros insignes artistas, y cada uno de los cuales cost 5.000 pesetas.

    El pavimento, de mrmoles de colores, es de escaso gusto y exijo una renovacin completa.

    La escayola de mrmoles imitados de este saln fu ejecu-tada por D. Francisco Poncini, y la talla de los arabescos por D. Jos Panuchi.

    K. BECERRO DE BEKGOA.

  • HAMLET Y DON QUIJOTE (i)

    L a primera edicin de la tragedia de Hamlet y la pri-mera parte del poema de Cervantes Don Quijote apa-recieron en el mismo ao, al comienzo del siglo xvii. La imaginacin se complace en evocar la imagen de los

    dos poetas contemporneos, muertos en el mismo da (2), el 23 de Abril de 1616.

    Todo induce creer que Cervantes no conoci Shakes-peare; pero el gran trgico, en su retiro de Strafford, donde pas los tres ltimos aos de su vida, pudo haber leido la c-lebre novela, traducida ya al ingls la sazn.

    Qu asunto de un cuadro para un artista que fuese pensa-dor: Shakespeare leyendo el Quijote!

    lia aparicin simultnea de Hamlet y de Don Quijote es significativa: estos dos tipos son las dos caras opuestas de la naturaleza humana, los dos polos del eje alrededor del cual gira.

    No pertenecen ms menos todos los hombres uno de estos dos tipos? No tiene cada uno de nosotros ms menos de Don Quijote de Hamlet?

    Verdad es que en nuestro tiempo existe mayor nmero de

    (1) Publicamos el presente articulo en cumplimiento do la oferta hecha on nuestro programa de dar conocer en esta Revista los ms im-portantes estudios de publicistas extranjeros referentes Espaa. (NOTA DEL D . )

    (2) No aceptada en Inglaterra entonces la correccin gregoriana, el 23 de Abril es una fecha diferente en dicha nacin y en Espaa, con casi dos semanas de diferencia.(N. DEL T . )

  • HAMLET Y DON QUIJOTE 5 3

    Hamlets que de Quijotes; sin embargo, stos no han desapare-cido por completo.

    Y es que siempre habr dos maneras de concebir el ideal: una lo pone fuera de la naturaleza humana; otra dentro de ella. O se coloca en primer trmino A yo, cualquiera otra cosa exterior al yo; y la cual se prefiere l.

    Estas dos maneras de concebir el ideal, que en la vida pue-den sucedersc una otra en un mismo hombre, se han encar-nado en dos tipos opuestos: HAMLET y DON QUIJOTE.

    Ante todo, hay que renunciar al propsito preconcebido de no ver en Don Quijote ms que el Caballero de la Triste Fi-gura, un personaje creado con la mira de poner en ridiculo los libros de caballera.

    Sabido es que la importancia de este personaje se agigant en raanos de su inmortal creador; y que el Don Quijote de la segunda parteel amable interlocutor de duques y duquesas, el sabio mentor de su escudero el gobernadorya no es de nin-gn modo el Don Quijote de la primera parte de la novela, el extravagante y ridculo Don Quijote de los comienzos, para quien son los golpes el pan nuestro de cada da. Para compren-derlo, es preciso penetrar en el alma misma de la obra.

    Don Quijote expresa por encima de todo la fe, la fe en algo eterno, inmutable, la fe en la verdad, en la verdad que est fuera del individuo, que no se entrega fcilmente l, que exige culto y sacrifici