La espiritualidad de una conversión ecológica

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    9e parece que bastante de la preocupaci!n del Papa Francisco podría resumirse en lanecesidad de “cambiar la mirada" del hombre sobre el mundo. Para empe6ar, hace +alta queel hombre ea y contemple algo distinto de lo que (l mismo +abrica. o es bueno para elhombre i ir mirando s!lo el concreto, el aluminio, y el idrio de las grandes ciudades c+.;; .

    &i queremos que cambie la mirada del hombre, entonces tiene que mirar tambi(n lanaturale6a, y de)arse cauti ar por ella, por la grande6a de aquello que lo precede y que le hasido dado como un don c+. 7< . Y que se mara ille, y que e1perimente su peque=e6. &i no,'nuestras actitudes serán las del dominador, del consumidor o del mero e1plotador derecursos* -- . &e le pide al hombre aprender a centrar su mirada en el “ser" de las cosas,antes que en su “ser 4til" c+. 73 , y recuperar así la capacidad de contemplar.

    >ando un paso más, podemos a+irmar, con el Papa que 'para el creyente contemplar locreado es tambi(n escuchar un mensa)e, oír una o6* ?@ que le habla de su Areador. En

    e+ecto, la +e cristiana siempre ha sostenido que el mundo creado da su testimonio del >iosAreador c+. Aatecismo nn. 8 C88 .

    Pero a la e6 hay algo más que eso, porque 'toda la naturale6a, además de mani+estar a>ios, es lugar de su presencia * ?? . Es decir, el mundo me habla de >ios no como de un ser que le es a)eno o le)ano, sino desde la presencia de ese >ios en el mundo mismo.

    Por eso, 'una ecología integral Dha escrito FranciscoD implica dedicar algo de tiempo para para contemplar al Areador, que i e entre nosotros y en lo que nos rodea, cuya

    presencia no debe ser +abricada sino descubierta, de elada* @ . >arnos cuenta que 'encada criatura habita su Espíritu i i+icante que nos llama a una relaci!n con (l* ?? . Por esodigo que esta ecología es una ecología con domingo, es decir, con un día, con un tiempo parala espiritualidad y la contemplaci!n.

    El mundo no se sentirá entonces como un lugar “desierto", lleno de cosas “sin alma" y“sin due=o", donde el hombre aga solo2 sino que se reconocerá que está habitado por una

    presencia personal, amorosa, entra=able. o hablamos de una espiritualidad panteística oinmanentista, donde nos disol emos en el ser com4n con la di inidad, sino de una

    espiritualidad con un >ios Areador que nos llama a que se produ6ca un encuentro personal.

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    a presencia de >ios en el mundo, )unto con la bondad de las cosas creadas, ocupa unlugar importante en la espiritualidad cristiana. Gna espiritualidad, por tanto, de “signo

    positi o" respecto al mundo: erdadero lugar de encuentro con el >ios Areador que lo hi6ocon bondad y está permanentemente presente en (l.

    9e resulta imposible no citar aquí unas palabras de san #osemaría Escri á, en una homilía

    que titul! “Hmar al mundo apasionadamente". En aquella ocasi!n, en una 9isa en el campusde la Gni ersidad de a arra, ense=aba que 'hay un algo santo, di ino, escondido en lassituaciones más comunes, que toca a cada uno descubrir*, porque 'a ese >ios in isible,lo encontramos en las cosas más isibles y materiales* Aon ersaciones, --; .

    Estamos hablando, por tanto, de una espiritualidad que no se i e en el mundo de las ideasni en de los sentimientos pri ados2 porque no es abstracta, ni desencarnada, ni desconectadadel mundo isible. En palabras de san #osemaría, a tra (s de esta contemplaci!n en medio delas realidades materiales, acabamos en algo que per+ectamente podría llamarse un

    'materialismo cristiano* Aon ersaciones, --@ , abierto al espíritu.Es decir, e1iste más que la ida material, e1iste la ida espiritual, que es propia del

    hombre. Pero no necesita el hombre salir del mundo o despreciarlo o descuidarlo para i ir dicha ida espiritual. &ino que >ios se le hace patente precisamente allí, en medio del mundomismo. Aomo decía el Fundador del Ipus >ei en la citada homilía: 'En la línea delhori6onte, hi)os míos, parecen unirse el cielo y la tierra. Pero no, donde de erdad se )untanes en uestros cora6ones, cuando i ís santamente la ida ordinaria...* Aon ersac., --7 .

    Esa espiritualidad de la que enimos hablando, por tanto, se concretará en y a tra (s delmundo mismo, en la ida ordinaria del hombre, en quien Dpor ser a la e6 corporal yespiritualD erdaderamente se une el cielo con la tierra.

    5ambi(n pertenece a nuestra +e, reconocer no s!lo que >ios es el creador del hombre, sinoque el hombre +ue creado para ocupar un lugar especial en la creaci!n: no es “algo" sino“alguien" c+. Aat 8@< . El hombre pertenece al mundo pero sobresale dentro de (l. &!lo (llle a impresa la “imagen y seme)an6a de >ios" que lo hace representar isiblemente a >iosmismo dentro del mundo material: es como el “emba)ador" de >ios. o podría ser

    apropiado, por tanto, sino pro+undamente in)usto y noci o, pretender anular esta di+erenciaen aras de una ecología “igualitaria" c+. 3J .

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    Por otro lado, como imagen y seme)an6a de >ios, tampoco se entendería que la relaci!ndel hombre con el mundo +uera radicalmente mala y noci a en sí misma, como parecen

    postular algunas ecologías agresi as hacia el ser humano c+. 7J . a espiritualidad cristiana, por el contrario, reconoce que 'el primer hombre +ue no solamente creado bueno, sinotambi(n constituido en la amistad con su creador y en armonía consigo mismo y con lacreaci!n en torno a (l* 8ios cre! al hombre eco-friendly .

    Hhora bien, cuando hemos escuchado que la re elaci!n dice que el hombre debe “someter y dominar" la tierra, debemos entender que este dominio lo habrá de lle ar a cabo alguienque está hecho a imagen y seme)an6a de >ios . >ominará, pero participando conscientementeen la Pro idencia di ina Dde un >ios que es HmorD respecto de las cosas creadas c+. Aat8ios, resultará qui6á e idente Do qui6á noD que, para dominar seg4n la imagen de >ios, primero el hombre tiene que conocer bien c!mo es

    ese >ios. Porque si tiene una isi!n insu+iciente o de+ormada de >ios, su dominio sobre latierra será tambi(n insu+iciente o de+ormado. Por eso, se trataría de +omentar unaespiritualidad donde e1ista ese conocimiento y ese trato continuo del hombre con >ios.

    El hombre tiene ciertamente la e1periencia de que puede dominar, porque tiene lascapacidades para hacerlo2 pero le hace +alta descubrir en nombre de qui(n puede e)ercer ese

    poder y cuál es el sello que ha de imprimir en ese dominio. El peligro latente es que la“imagen" se trans+orme en “ídolo", y que este ídolo soberbio Dmás tarde o más tempranoD termine mostrándose arrogante y ora6, como de hecho ha sucedido, cuando se ha producidola p(rdida de esta espiritualidad centrada en el reconocimiento del Areador c+. ios. KA!mo es quereali6a principalmente este dominioL Aon su traba)o de 'guardar y culti ar* aquello que se leha encomendado c+. Mn ,-@ . %aci(ndolo de manera tal que a tra (s de su traba)o, le puedao+recer a >ios toda la creaci!n per+eccionada c+. Aat 8@?, 8

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    %ay aquí, por tanto, un interesante lugar para el traba)o dentro de esta espiritualidad de laque enimos hablando. En e+ecto, ol iendo a mencionar las ense=an6as de nuestro +undador y primer Mran Aanciller: podemos reconocer 'a >ios no s!lo en el espectáculo de lanaturale6a, sino tambi(n en la e1periencia de nuestra propia labor, de nuestro es+uer6o* EsAristo que pasa, ;? , allí donde '>ios nos espera cada día* Aon ersaciones, --; .

    >esde esta perspecti a, se puede se=alar una dimensi!n especialmente importante dentrode esta espiritualidad del traba)o, y es 'el espíritu de ser icio , el deseo de traba)ar paracontribuir al bien de los demás hombres* Es Aristo que pasa, @- : “y del mundo",

    podríamos agregar. Poniendo como e)emplo a san #os(, a+irmaba que su traba)o 'no +ue unalabor que mirase hacia la autoa+irmaci!n 2 traba)aba con la conciencia de cumplir la

    oluntad de >ios, pensando en el bien de los suyos y teniendo presente el bien de todoslos habitantes de la peque=a a6aret* Es Aristo que pasa, @- .

    Hsí, pues, en esta espiritualidad el traba)o no es mera +uente de posesi!n y consumo, sino

    que abre al hombre a los demás y al mundo a tra (s del ser icio. Busca así 'desarrollar sucreati idad y su entusiasmo, para resol er los dramas del mundo* J . Nui6á, cuando elPapa llama ahora a 'incluir en nuestro obrar una dimensi!n gratuita* 8< , bien

    podríamos escuchar el eco de su predecesor, Benedicto /0$, cuando pedía dar espacio al'principio de gratuidad* y a la 'l!gica del don* c+. Aaritas in eritate, 8; , los cuales

    podrían aplicarse per+ectamente al medio ambiente. &e trata, pues, de un traba)o que in ita alhombre a no desentenderse del mundo que lo rodea, y a percibir una cierta 'comuni!nuni ersal* y una 'solidaridad global* ;J .

    En este “no desentenderse" de las demás criaturas, habría que se=alar que en primer lugar el hombre no debe desentenderse de los otros hombres: ese es su primer “deber ecol!gico" .Porque 'cuando no se reconoce en la realidad misma el alor de un pobre, de un embri!nhumano, de una persona con discapacidad Dpor poner s!lo algunos e)emplosD, di+ícilmentese escucharán los gritos de la misma naturale6a* --< . %abría que hablar aquí de toda esa“cultura del descarte" y especialmente del “aborto", como lo más contrario a este equilibrioecol!gico buscado. 9e remito a los abundantes te1tos del Papa en esta encíclica c+. 3-,- J .&!lo remarco que, sin lugar a dudas, nuestra “espiritualidad ecol!gica" tiene que saber poner en el primer lugar de las preocupaciones ambientales a la misma criatura humana.

    @

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    Para seguir ampliando el panorama, se a+irma en la encíclica que 'muchos problemassociales se relacionan con las crisis de los la6os +amiliares y sociales, con lasdi+icultades para el reconocimiento del otro* -7 . Este tema es importante para la ecología,

    puesto que los problemas ambientales tambi(n dependen de una cierta actitud de indi+erenciac+r. & -;, @,3-,3 ,--@ , aut(nticos O“pecado de indi+erencia" en algunos casos c+. &,

    oraci!n +inal . $ndi+erencia que, dado que el cora6!n es uno solo, ine1orablemente pasa de unámbito al otro c+. 3 .

    Por eso, a lo largo de su 9agisterio, repetidas eces el Papa Francisco ha hecho unllamado a superar la “globali6aci!n de la indi+erencia" y a optar por una “cultura delencuentro y de la solidaridad", a practicar la “pro)imidad", asumiendo la misi!n de “cuidar",lo cual implica el salir de uno mismo para ir al encuentro del otro, especialmente del que estáen las “peri+erias". Porque, 'no podemos pretender sanar nuestra relaci!n con la naturale6a yel ambiente sin sanar todas las relaciones básicas del ser humano* --3 .

    Por eso el Pontí+ice se=al! que 'hace +alta la conciencia de un origen com4n, de una pertenencia mutua y de un +uturo compartido por todos* J . '%ace +alta ol er a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por elmundo* 3 .

    Esta misma idea la e1pres! ya antes en su e1hortaci!n Evangelii gaudium , cuando in it! atodos los cristianos a 'desarrollar el gusto espiritual de estar cerca de la ida de la gente*

    EM 7? , 'el gusto de ser “pueblo"*. Y dice “gusto" y alegría, porque Dcito al PapaD 'unono i e me)or si escapa de los demás, si se esconde, si se niega a compartir, si se resiste adar, si se encierra en la comodidad* EM < . Nu( bello es descubrir, en cambio, que 'silogro ayudar a una sola persona a i ir me)or, eso ya )usti+ica la entrega de mi ida* EM

    ios, de traba)o santi+icado, de “pro)imidad"2 que i ir en el consumo ora6 de aquellosque tienen el cora6!n acío y tratan in4tilmente de llenarlo consumiendo y poseyendo, locual acaba siendo el origen de tantas crisis sociales c+. J; .

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    Hnte ese aturdimiento espiritual que puede ser causado por el consumo ora6 quedenuncia el Papa, la isi!n cristiana del mundo propone auda6mente las irtudes de lahumildad, de la templan6a, de la sobriedad, de la pobre6a. &e=ala el Papa que )ustamenteestas irtudes no han go6ado de un gran aprecio en el 4ltimo siglo, y este debilitamientogenerali6ado de la irtud, ha causado desequilibrios tambi(n ambientales c+. ; .

    Por eso, desde sus primeras palabras como &ucesor de Pedro, Francisco no ha cesado de pedir y lle ar a la práctica un estilo de ida “pobre". 9e consta que la gente muchas ecesno entiende por qu( habría de ser bueno algo así. 5enemos en la cabe6a una imagen de la

    pobre6a que son los mendigos, los desempleados, los sin techo, la miseria, la suciedad, losharapos, etc. Aiertamente, no es esta la pobre6a que el Papa pide.

    a pobre6a de la que hablamos, la pobre6a como irtud, se podría e1poner muy bien atra (s de las ense=an6as de san #osemaría, que in itaba a saber contentarse 'con lo que basta

    para pasar la ida sobria y templadamente* A78- , e itando los gastos super+luos y sin

    crearse necesidades c+. Hmigos de >ios - 8 .Y su e)emplo de ida era tremendamente elocuente: cuidaba las cosas para que duraran lo

    más que se pudiera, animaba a reparar las cosas a tiempo para que no se produ)eran da=os odesper+ectos mayores, reutili6aba el papel y los sobres usados lo má1imo posible decía quesi pudiera escribiría hasta en el +ilo , ense=aba a tener encendidas s!lo las luces necesarias,en in ierno estaba pendiente de cerrar entanas y puertas para que no se necesitara máscale+acci!n de la imprescindible cuando la había , y un largo etc. #ustamente todas lasactitudes que con mucha alegría he podido constatar que tambi(n el Papa Franciscorecomienda c+. -- .

    Es un tipo de pobre6a que no está clamando por desaparecer cuanto antes, sino que quiere permanecer así: como una mesura, como una armonía pro+unda, como un elegante se=orío,como un respeto. OEs )ustamente el erdadero amor al mundo Es así pues, que 'laespiritualidad cristiana propone un modo alternati o de entender la calidad de ida, y alientaun estilo de ida capa6 de go6ar pro+undamente sin obsesionarse por el consumo * .

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    En esta misma línea, san #osemaría a+irmaba, por e)emplo, que 'muchos se sientendesgraciados, precisamente por tener demasiado de todo* &urco, ? , ya que 'lo que senecesita para conseguir la +elicidad, no es una ida c!moda, sino un cora6!n enamorado*

    &urco,

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    Nuisiera terminar compartiendo una re+le1i!n del Papa. ' a educaci!n ambiental D escribi!D ha ido ampliando sus ob)eti os. &i al comien6o estaba muy centrada en lain+ormaci!n cientí+ica y en la concienti6aci!n y pre enci!n de riesgos ambientales, ahoratiende tambi(n a recuperar los distintos ni eles del equilibrio ecol!gico: el interno conuno mismo, el solidario con los demás, el natural con todos los seres i os, el espiritual con>ios* -J .

    Gna “ecología integral" no podría, pues, prescindir de una ida humana espiritual enequilibrio. Y con gusto he comprobado que la +e cat!lica es +uente de una espiritualidad quetiene dentro de sí el amor y el cuidado del mundo. Y un gusto muy especial me ha dado elcomprobar que las ense=an6as de san #osemaría respecto a la ida cristiana Da tra (s de lacontemplaci!n, del traba)o, de las cosas peque=as, de la solidaridad, y de la pobre6aD, cal6an

    per+ectamente con el estilo de ida que nos pide el &anto Padre.

    Hgrade6co a todos los presentes su atenci!n y espero que estas bre es re+le1iones sobre

    “el espíritu" de la Laudato si’ les puedan ser de pro echo en su ida personal para ayudar aconseguir esta “con ersi!n ecol!gica" que nos pide el &anto Padre. 9uchas gracias.

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