La Eutanasia
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Coralys N. Santiago ESPA-3208-LB0 12 de diciembre del 2011Redacción y Estilo, Prof. Y. Altieri
La Eutanasia
La eutanasia se puede definir como la acción u omisión que, para evitar sufrimientos a
los pacientes desahuciados, acelera su muerte con su consentimiento o sin él. En medicina es la
muerte sin sufrimiento físico. Hay quienes van a favor y hay quienes van totalmente en contra
de esta práctica, cada cual con sus distintos motivos o creencias para sostener su parecer. En el
caso de la historia presentada en la película Mar Adentro vemos como el protagonista, Ramón
Sampedro, deseaba la eutanasia luego de pasar 30 años postrado en una cama sin posibilidades
de recuperar el movimiento en su cuerpo; siendo el primer ciudadano en pedir la eutanasia
activa en España. Por otro lado tenemos a muchas personas allegadas a él, quienes se negaban
a esta práctica, como es el caso de Rosa, quien intenta convencerle de que vivir vale la pena.
¿Es esto un acto de piedad o de crueldad? ¿Quién tiene, en sus ideas, la razón?
La realidad es que no todos los seres humanos compartimos los mismos modos de
pensar ni las mismas ideas. Por lo que es muy difícil determinar cuál de las dos posturas es la
correcta. En mi caso particular, debido a mi filosofía de vida, me es imposible aceptar dicha
práctica. Según mi filosofía no somos sólo un cuerpo material, somos espíritus eternos, en
continua evolución, que venimos a la Tierra - planeta de pruebas y expiaciones - , como en una
escuela, tantas veces como nos haga falta, a través de la reencarnación, para aprender,
mediante la Ley de Causa y Efecto, con pruebas como la enfermedad, la soledad, la miseria, la
soledad etc. para valorar aquello que en otra existencia anterior hemos despreciado. Un
ejemplo: el ciego aprende a valorar la visión, el paralítico a valorar unas piernas sanas, el que
padece cáncer, posiblemente por abusos del pasado, envenenando su cuerpo, mediante
determinados vicios, etc. Es muy duro aceptar eso, ya que no recordamos el pasado, pero si ese
pasado no existiese, ¿qué sentido tendría entonces ese sufrimiento, en una sola existencia,
donde aparentemente no hemos hecho nada para merecer ese “castigo”? De cómo llevemos
esa prueba, dependerá nuestra evolución espiritual, y nuestra próxima existencia.
Según mi filosofía, todos hacemos un plan de nuestra vida antes de encarnar, en el cual
dejamos plasmadas muchas de las experiencias que vivimos en la vida, incluso se elige la forma
en que moriremos. Así cada criatura trae un programa de vida, al dejar el más allá para
encarnar. Ese programa de vida está previsto en varios proyectos: profesional, social, familiar,
donde están condicionadas las metas máximas y mínimas, dentro de un tiempo determinado.
Para nosotros es un desperdicio de tiempo y energía, apresurar la desencarnación de cualquier
persona. Muchas de ellas necesitan quedarse un tiempo más en el cuerpo carnal, pues se debe
cumplir con los dictámenes kármicos, de no ser así, se vería obligado a una nueva vida material
para completar el tiempo necesario, a fin de drenar las energías deletéreas. Aparentemente, la
eutanasia puede liberar al enfermo de sus aflicciones dolorosas, pero no lo libra de sus
obligaciones espirituales en el universo paralelo. Es importante mencionar que para nosotros,
el suicidio no es una forma de muerte escogida antes de encarnar, sino una forma de adelantar
la muerte como parte de nuestro libre albedrio. El mismo rompe con el plan ya establecido
sobre nuestras vidas y pedir la muerte por eutanasia es una forma de acelerar la
autodestrucción consciente; es un suicidio deliberado, según afirman los maestros de la
espiritualidad.
Si analizamos el caso presentado en la película, a través de mi filosofía, es posible
asumir que el señor Ramón probablemente escogió, antes de venir a este mundo material, el
sufrir ese accidente que lo dejó tetrapléjico. No sabemos la razón exacta por la cual él eligió
pasar por esta experiencia y él mismo no recuerda dicho plan, como ya he mencionado
anteriormente. Quizás por algún asunto pendiente de una existencia anterior o para que así
pueda valorar mejor lo que tiene. Después de todo, nadie aprende por cabeza ajena y menos si
no pasa por la experiencia. No es lo mismo decir “me imagino lo que sientes” a decir “sé cómo
te sientes, pues ya lo viví”. Era verdaderamente necesario que Ramón viviera de esa forma el
tiempo que le quedara de vida, debía amar su vida y valorarla así como a quienes lo amaban y
jamás lo abandonaron. Es triste ver cómo en este y muchos casos más, las personas abandonan
todas sus esperanzas, ilusiones y todo aquello que es verdaderamente significativo por una
limitación física.
Por desconocer esos preceptos de la ciencia espiritual, el enfermo se juzga incapaz de
aguantar el sufrimiento y pide la muerte como alivio final, sin saber los dolores que le seguirán
acompañando en el otro mundo. Hay alivio de los padecimientos corporales y no de la
individualidad eterna, pues la eutanasia interrumpe el desenvolvimiento del plan de vida,
realizado como resultado de las imprudencias cometidas en vidas pasadas. Innumerables casos
de muerte clínica se relatan en medicina, mientras tanto, por paradójico que parezca, las
personas regresan a la vida a causa de necesidades evolutivas. Bajo la Ley del Karma, "cada uno
recoge según sus obras". Por lo tanto, es tan condenable la práctica de la muerte piadosa por la
eutanasia, como pedir o exigir la muerte, como forma de un suicidio deliberado.
El verdadero sentido de la vida, lo encontraremos si admitimos todo el proceso de
progreso que abarca gran número de existencias. En esta multiplicidad, el espíritu aprende la
gran problemática de ejercer consciente y responsablemente su libre albedrío. Es en este
ejercicio, donde ensaya las tendencias de sus experiencias: amor, familia, solidaridad, altruismo
como metas de este proceso. No podrá tal vez, evitar algunas situaciones de dolor que se le
presenten, pero sí podrá decidir cómo superarlas y cómo aprender de ellas, capitalizando ese
aprendizaje con la huella profunda que deja una enseñanza. Esta nueva perspectiva, más
amplia y generosa, traspasará las barreras de lo efímero y material de cada día para
devolvernos una mirada diferente que conferirá un nuevo sentido a la vida, su verdadera razón
de ser.