La Existencia y Sus Contrarios

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NOMBRE: SÁNCHEZ SUGÍA GABRIEL SALVADOR. MATERIA: HISTORIA DE LA FILOSOFÍA III-2 DE HEGEL A NUESTROS DIAS. PROFESOR(A): SONIA RANGEL. “EL UNO, LA EXISTENCIA Y SUS CONTRARIOS” “Es necesario saber que la Guerra es común, y la justicia discordia, y que todo sucede según discordia y necesidad” 1 El anterior fragmento que se le adjudica a Heráclito de Éfeso muestra en una primera impresión una belleza sin igual para expresar algo con lo que el hombre ha vivido desde que este se hace llamar hombre, ese algo es la aparente lucha de los contrarios que se expresa de manera inequívoca en cada fracción de lo que nuestras representaciones nos dejan captar. La existencia de lo humano siempre transcurre "según discordia y necesidad", pues los opuestos se encuentran en el terreno de lo inmanente, mientras que necesidad porque el todo transcurre según esta, solo al parecer hay una excepción en el hombre como menciona Schelling: “El hombre es un eterno fragmento pues su actuar es necesario y entonces no es libre, o libre y entonces no es conforme a ley.”, 2 de acuerdo a lo anterior el mundo en su mera captación inmanente aparece como una incesante lucha de contrarios en la que el mismo hombre se encuentra en escena como un personaje más en el teatro del universo pero con la diferencia de las posibilidades que le da su libertad. 1 Fragmento probablemente autentico de Heráclito de Éfeso, sacado de “Los límites del alma, fragmentos de Heráclito”. Madrid. Gredos. Pág. 86. 2 F. W. J. Schelling. Sistema del idealismo trascendental. España. Anthropos. 2005. Pág. 406.

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NOMBRE: SÁNCHEZ SUGÍA GABRIEL SALVADOR.

MATERIA: HISTORIA DE LA FILOSOFÍA III-2 DE HEGEL A NUESTROS DIAS.

PROFESOR(A): SONIA RANGEL.

“EL UNO, LA EXISTENCIA Y SUS CONTRARIOS”

“Es necesario saber que la Guerra es común, y la justicia discordia, y que todo sucede según discordia y necesidad”1

El anterior fragmento que se le adjudica a Heráclito de Éfeso muestra en una primera impresión una belleza sin igual para expresar algo con lo que el hombre ha vivido desde que este se hace llamar hombre, ese algo es la aparente lucha de los contrarios que se expresa de manera inequívoca en cada fracción de lo que nuestras representaciones nos dejan captar. La existencia de lo humano siempre transcurre "según discordia y necesidad", pues los opuestos se encuentran en el terreno de lo inmanente, mientras que necesidad porque el todo transcurre según esta, solo al parecer hay una excepción en el hombre como menciona Schelling: “El hombre es un eterno fragmento pues su actuar es necesario y entonces no es libre, o libre y entonces no es conforme a ley.”,2 de acuerdo a lo anterior el mundo en su mera captación inmanente aparece como una incesante lucha de contrarios en la que el mismo hombre se encuentra en escena como un personaje más en el teatro del universo pero con la diferencia de las posibilidades que le da su libertad.

El problema de los contrarios al parecer planteado inicialmente por Heráclito (aunque sin embargo pudiéramos pensar que es mucho anterior) se ha repetido a lo largo de la historia del pensamiento, por tanto se me hace necesario recordar a Schelling, que si bien no desarrollo toda una filosofía solo sobre esto, si vislumbro la lucha de opuestos que se observa en el transcurrir de la existencia. Schelling se dio cuenta de que para que haya algún tipo de saber es necesario siempre una especie de choque entre dos puntos opuestos: "… todo saber se basa en la coincidencia de algo objetivo y algo subjetivo..." ,3 ahora esto mismo pareciera admitir que para que haya algún tipo de saber solo es necesario un encuentro de dos puntos contradictorios, más en verdad la relación solo se pudiera admitir si aceptamos también un punto intermedio o mediador entre ambos como lo hizo Schelling: "Por consiguiente, en nuestro saber tiene que darse algo universalmente mediador, que

1 Fragmento probablemente autentico de Heráclito de Éfeso, sacado de “Los límites del alma, fragmentos de Heráclito”. Madrid. Gredos. Pág. 86.2 F. W. J. Schelling. Sistema del idealismo trascendental. España. Anthropos. 2005. Pág. 406.3 Ibídem. Pág. 162.

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sea el único fundamento del saber.",4 por tanto si aceptamos esto tendríamos que aceptar que en todo punto de contacto entre contrarios habría un mediador. Si tomamos en cuenta lo anterior nos haría suponer que esto se da en todo el espectro de lo que denominamos realidad, pues debe de haber algún fundamento en cada especie de lucha que aparece en los fenómenos. Tomemos en cuenta el fenómeno discursivo, pues que ha sido este a lo largo de la historia sino una lucha que da como resultado un nuevo discurso; ahora, recordemos el suceso racionalismo-empirismo que si bien no son una total contradicción, sí admitía cierto punto de choque aparentemente irreconciliable, ahora el devenir demostró que esto no era así pues Kant con su Criticismo demostró más adelante que había conceptos e intuiciones a priori que eran parte de nuestra estructura,5 y además que para que hubiera un conocimiento del mundo siempre haría falta lo dado del exterior como materia de aquellos y solo así sería posible la construcción de un saber objetivo, así el mismo Kant termino fungiendo como mediador de los dos discursos precedentes. Ahora salta a la vista que aunque aseguremos que Kant fue ese mediador no satisface totalmente la pregunta de cuál ha sido ese mediar en sí, por tanto tendríamos que hablar del carácter volitivo que siempre se presenta en todo actuar en el hombre para llegar a algún punto que realmente explique el cómo se ha hecho patente tal síntesis discursiva en el mismo Kant. Por lo dicho hasta el momento, tendríamos que admitir que el mediador en el orden discursivo es la voluntad que en este punto se hace presente como “voluntad de verdad”, pues si uno observa lo que han sido todas las acciones humanas sean discursivas o meramente físicas siempre se encuentra un rastro de voluntad que es condición para todo actuar.

Ahora se me cuestionara seguramente cual ha sido el argumento para admitir que la voluntad es el mediador y fundamento de todo actuar, por esa razón comenzare esta parte como sigue: “…la misma actividad que es productiva con conciencia en el actuar libre es productiva sin conciencia en la producción del mundo…”,6 admitiendo que hay un fundamento universal en toda actividad que se produce en el mundo y que este fundamento es la mediador de los aparentes opuestos que hay en el mundo, en el hombre este se expresaría siempre como voluntad que es la “actividad que es productiva con conciencia” “…la consciente, que se manifiesta en el querer”,7 pero que sería el resultado de lo consciente y lo inconsciente, más bien la voluntad seria la indiferencia misma expresada en el hombre.8 Aunque en el actuar del hombre al parecer siempre habrá algún grado de

4 Ibídem.5 Al comparar las condiciones de posibilidad kantianas con las ideas innatas del racionalismo no lo hago con intenciones de asegurar que las intuiciones y conceptos puros kantianos corresponden exactamente con el innatismo de las ideas, más bien solo sería una observación de una posible trasformación que Kant hizo de aquella postura del racionalismo.6 F. W. J. Schelling. Sistema del idealismo trascendental. España. Anthropos. 2005. Pág. 158.7 Ibídem.8 Aunque al parecer el concepto voluntad que estoy aplicando tiene una semejanza con la voluntad Schopenhaueriana no tiene un significado idéntico, mayor semejanza tendría con el absoluto de Schelling que en el hombre se expresaría, según mis conclusiones, como voluntad. Al final lo importante seria no hacer un énfasis en la voluntad de Schopenhauer y el absoluto de Schelling, sino reconocer que hay

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conciencia por lo dicho hasta aquí, se tendría que hacer una investigación para saber cuáles son esos grados y tomar en cuenta los estados de actividad no-consciente. Pongamos como ejemplo algún estado de éxtasis en el que el individuo entra al escuchar algún tipo de música, ver una puesta de sol en el horizonte infinito del mar, un cuadro de arte, algún estado místico de profunda intensidad, probablemente en estados de intoxicación por sustancias psicoactivas y la locura; en cualquiera de ellos se puede llegar a tener una pérdida momentánea y muchas veces definitiva del yo individual (como en la locura) para entrar en un estado de indiferencia con la unidad del mundo. Aquí se podría hablar de lo sublime: “…aquella que es configuración de lo infinito en lo finito, se expresa preferentemente en la obra de arte como sublimidad…”,9 así al captar una obra de arte (que sea sublime) se nos escapa cualquier forma de comprensión objetiva, pues esta al ser como una ventana a lo infinito nos deja ver o intuir de alguna manera lo insondable, aquella que al rebasar nuestra propia estructura disuelve de igual manera nuestra subjetividad. De alguna manera lo anterior recordaría la embriaguez, lo extático, lo Dionisiaco de lo que Nietzsche llego a hacer mención: “lo subjetivo desaparece totalmente ante la eruptiva violencia de lo general-humano, más aun, de lo universal natural. Las fiestas de Dionisio no solo establecen un pacto entre los hombres, también reconcilian al ser humano con la naturaleza.”,10 con esto Nietzsche hace la descripción clara de esa disolución del yo de la que hice mención más arriba y que sería una forma en lo que lo uno se le hace presente al hombre, por tanto quedaría claro que en este, así como en todo, habría una aparente lucha de opuestos, los cuales solo serian dos caras de la misma moneda.

Lo que surge a raíz de lo anterior es la pregunta de si es posible llegar a hacer una suposición objetiva de lo que sea aquella posible unidad, indiferencia o voluntad universal que se encuentra como fundamento del todo. Pues las condiciones de posibilidad inherentes a nuestra estructura pareciera que limitan de manera agobiante nuestro horizonte de sabiduría. Mucho antes se creyó que el mundo estaba animado, que había solo cuatro elementos, que la tierra era plana o la creencia casi ciega hacia algún Dios antropomórfico que se encontraba en lo trascendente el cual castigaba a todo aquel que desobedecía sus designios, por tanto me parece casi inevitable que algún día se vuelva a dar algún cambio en lo que hoy se da por hecho, un cambio discursivo. También recordemos lo que ocurrió después de la aparición de la filosofía kantiana pues Hegel, Fichte, Schelling y otros en menor medida como Schopenhauer de alguna manera desobedecieron lo que al parecer era una barrera infranqueable en el conocer, pues la esperanza de llegar al absoluto, de conocer la cosa en sí o de llegar a la llamada intuición intelectual parecía que estaban vedados para siempre.

posiblemente un fundamento primero que posiblemente se expresa en toda actividad fenoménica, desde la naturaleza hasta el hombre.9 F. W. J. Schelling. Filosofía del arte. España. Tecnos. 1999. Pág. 141-142.10 Nietzsche, Friedrich. La visión Dionisiaca del mundo, parte I. Traducción de A. Sánchez Pascual, versión en línea. Alianza.

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Siguiendo lo anterior sería interesante hacer un análisis sobre estas posibilidades, pues veamos en todo producto artístico siempre surge la singular manifestación de algo inexplicable de lo cual no se pueden hacer una observación clara con el lenguaje, pues pareciera que hay un rebasamiento de nuestras mismas condiciones de posibilidad. Schelling muy bien se dio cuenta de esto, un ejemplo es el fragmento anterior: “El artista parece haber representado instintivamente en su obra, aparte de lo que ha puesto en ella con evidente intención, algo así como una infinitud que ningún entendimiento finito es capaz de desarrollar enteramente.”,11 lo anterior se hace patente al intentar interrogar a cualquier artista y preguntarle como es el momento exacto de la creación de alguna de sus obras, a lo que muy seguramente responderá que no tiene una idea clara. Al parecer el movimiento comienza con consciencia pues casi siempre una obra empieza con una idea pero en el devenir de esta surge una inevitable tendencia al impulso, a la improvisación. En esta improvisación es donde aparentemente surge lo inconsciente, es eso que queda plasmado ahí pero que no se puede explicar. Algunos géneros musicales actuales como el blues y el Jazz parecieran dar testimonio de lo que aquí se está planteando, pues estos géneros siempre tienden a la improvisación en la cual pareciera dar una sensación de libertad al ejecutante aunque muy bien se podría uno preguntar si en verdad hay libertad o se trata de la expresión de algo que le es ajeno al mismo interprete,12lo que sale de todo esto es que posiblemente en la música se da una especie de expresión de aquel fundamento primero, Schopenhauer era de los que opinaba de esta manera: “Pues la música es, como ya se ha dicho, distinta de todas las demás artes en el hecho de que no es un trasunto del fenómeno o, más correctamente, de la adecuada objetivación de la voluntad, sino un trasunto inmediato de la voluntad misma…”,13 si postulamos lo anterior como verdadero, primero tendríamos que aceptar que la realidad se divide tal como Schopenhauer lo dijo en voluntad y representación ( en cierta manera también de acuerdo a Kant), según esto la voluntad o fundamento primero tendría de alguna manera una aparición inmediata en lo representado por medio de la música y esta se elevaría a estatus de arte primero por ser el anfitrión de aquella fuerza que todo lo anima. Aun con esto me parece necesario ir con discreción y no aseverar nada al respecto, más bien esto es solo un ejemplo del como muy bien podríamos suponer que se da la expresión de aquel fundamento en las meras representaciones.

Por lo dicho hasta el momento se caería en la cuenta de que actualmente nos encontramos en una existencia escindida, pues mientras siempre nos encontramos en el mundo de la pura representación más allá pareciera que se encuentra la actividad o fundamento de la que brota el todo, esto nos podría hacer suponer que nuestra nostalgia de absoluto proviene de aquel punto primigenio (indiferencia) que se expresa en el arte, este punto mencionado aunque es inmediato no lo es en sí por las siguientes rezones. 11 F. W. J. Schelling. Sistema del idealismo trascendental. España. Anthropos. 2005. Pág. 417.12 Claro que la anterior descripción no se reduce de ninguna manera a esos géneros, ejemplos hay en casi todo el género musical de todas las épocas.13 Arthur Schopenhauer. El mundo como voluntad y representación Vol. I. México. FCE. 2012. Pág. 356.

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Primeramente, este punto del que se habla tendría que encontrarse fuera de todo tiempo y espacio conocidos, por tanto tenemos que proponer una teleología; se reconoce que el curso del mundo no tiene un fin último, pues siguiendo a Schelling: “La naturaleza… aunque lleve en sí todos los caracteres de un producto teleológico, sin embargo, en su origen no es teleológica…”,14 sin embargo podemos suponer con Mainländer que esta idea de causa final se puede utilizar al menos de manera regulativa: “No se debe, por tanto, decir de un modo constitutivo que el universo tenga una causa final, sino que se ha de decir: el universo se mueve como si tuviese una causa final.”,15 al tener una idea de teleología (de manera regulativa y no constitutiva) podríamos postular que el todo se mueve en una dirección bien definida. Pues veamos, al principio probablemente todo se encontraba en unidad, ente y ser como indiferencia (esta sería la unidad suprema incognoscible por su estar fuera de tiempo y espacio), después se dio lo que hoy se denomina big bang que dio como resultado la multiplicidad, la disgregación gradual del ente, ahora si se mira por el lado de la serie de acontecimientos en los que el hombre comienza su existir se dará uno cuenta que los primeros pueblos como los griegos también conservaban su unidad-ser, más este también como por inercia del primer movimiento se dirige hacia la disgregación que vaticina la nada Ontológica. Con lo anterior se estaría suponiendo lo siguiente: que en un principio hubo una unidad suprema que contenía ser y ente como indiferencia, el primer movimiento separo ambos en ser y ente diferenciados, por el lado del ente, la cosmología actual vaticina que el cosmos podría terminar en una disgregación total, la nada; mientras que por el lado del ser la historia demuestra una decadencia Ontológica que actualmente se manifiesta en el discurso dominante moderno, el debilitamiento de la voluntad, en aquel olvido del ser que menciona Heidegger o el nihilismo que presintió Nietzsche, con la advertencia de que esta etapa no necesariamente es la última, pues el fin en sí mismo (constitutivo) queda indefinido pues no hay nada afirmado, aunque siguiendo el curso actual podríamos vaticinar una catástrofe final al igual que lo hace la cosmología, una nada Ontológica al igual que la nada física. Por tanto, si hoy todo se nos manifiesta como contrarios es por consecuencia de esto, pues los presocráticos como Heráclito también lo presintieron: “Cuando se escucha, no a mí, sino a la razón, es sabio convenir que todas las cosas son una”,16pues aunque el todo (desde lo físico hasta lo abstracto) tiene apariencia de múltiple y contradictorio, constitutivamente todo forma uno.

14 F. W. J. Schelling. Sistema del idealismo trascendental. España. Anthropos. 2005. Pág. 405-406.15 Philipp Mainländer. Antología de “Filosofía de la redención”. Chile. FCE. 2011. Pág. 65.16 Fragmento probablemente autentico de Heráclito de Éfeso, sacado de “Los límites del alma, fragmentos de Heráclito”. Madrid. Gredos. Pág. 83.

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