La Familia y sus valores

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La Familia y sus valores Autor: Judith Surco Velásquez Autor: Judith Surco Velásquez 12 de sep. la familia y sus valores UNIVERSIDAD PRIVADA DE TACNA JUDITH SURCO VELASQUEZ

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la familia y sus valores

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La Familia y sus valores

Autor: Judith Surco Velásquez

Autor: Judith Surco Velásquez

12

de sep.

la familia y

sus valores

UNIVERSIDAD PRIVADA DE TACNA

JUDITH SURCO VELASQUEZ

Page 2: La Familia y sus valores

"La sabiduría edificó su

casa, y labró sus

siete columnas" .

LA FAMILIA Y SUS VALORES

1. La transmisión del amor de

entrega.

La mejor forma de comprender la

importancia del amor como fuerza vital

del hombre es vivir el amor en la

familia. El valor más importante que

puede ser aprendido en la familia es el

amor, entendido, más que como un

mero sentimiento, como un encuentro

que «….implica también nuestra voluntad y nuestro entendimiento» (Deus Caritas est, 17). Cuando los

padres optan por decidir en común,

caminando hacia una

«comunión del pensamiento

y del

sentimiento»

(ibidem), están

haciendo realidad, de

forma cotidiana, su donación

matrimonial, y están enseñando a sus

hijos que el amor es una actitud

cotidiana que se fundamenta en la

comunicación sincera y en la elección

de un tiempo para compartir. Esta

cotidianeidad del amor es posible entre

los esposos porque hubo previamente

un amor de entrega manifestado en una

decisión firme e irrevocable de

compartirse. Esa es «lógica de la entrega sincera» de la que habló Juan Pablo II (Carta a las familias, 11).

2. La transmisión del orden

moral

Las

palabras y los actos

acontecidos en familia son vehículos

idóneos para transmitir la belleza del orden, la

felicidad humana

profunda que se

alcanza por el

seguimiento de la

verdad. En la verdad, la paz (Mensaje para

la Jornada mundial de la Paz, 2006). La paz

familiar es el orden familiar que se

alcanza por el seguimiento de la ley

moral universal. Es la condición básica

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de la felicidad: saberse querido por

Dios, saber que sus mandamientos son

fuente de bienaventuranza, como las

bienaventuranzas son el alma de los

mandamientos (Veritatis Splendor, 70). Vivir en familia el valor de la rectitud

en la elección fundamental de la vida, y

en cada una de las elecciones concretas;

transmitir la

importancia de

acercarse a Dios para

que Su fortaleza sea

nuestra templanza;

acudir a Su perdón

cuando el corazón no se

ha endurecido todavía,

constituyen una

vivencia gratificante, en

su sentido más

teológico, y un gozoso

deber para con nuestros

hijos, para que ellos

puedan decir algún día,

con San Agustín, que

«Dios está más dentro de mí que lo más íntimo

mío» (Deus caritas est, 17).

3. La autoridad como servicio

responsable.

La Iglesia concibe la autoridad desde

una dimensión de servicio y

responsabilidad. A mayor poder, mayor

obligación. La autoridad debe respetar

los ámbitos de la

libertad, haciendo

aquello que debe, y

dejando hacer aquello

que pueden realizar por

sí mismos los sujetos a

su autoridad. Su

actuación debe ser, en

este segundo caso,

subsidiaria, actuando

cuando no lo hace quién

tiene la obligación de

actuar. La autoridad

debe realizar su función

«dirigiendo, vigilando,

urgiendo, castigando» (Quadragesimo anno, 80). Esta es, también, la

forma en que se concibe

la autoridad de los padres respecto de

sus hijos. Una autoridad que busca la

maduración de los hijos

reconociéndoles ámbitos progresivos de

libertad responsable; que no los deja

solos, sino que los acompaña en todas

las circunstancias reforzando o

"Familia" es una

palabra que está

arraigada en Dios. Él le dijo a

Abraham: "Y serán

benditas en ti todas

las familias de la tierra"

(Génesis 12:3b).

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rectificando sus actuaciones. Como

afirmó Juan Pablo II, los padres deben

ejercer «su autoridad irrenunciable

como un verdadero y propio

"ministerio", esto es, como un servicio

ordenado al bien humano y cristiano de

los hijos, y ordenado en particular a

hacerles adquirir una libertad

verdaderamente responsable»

(Familiaris Corsortio, 21).

4. El trabajo para el bien común.

La convergencia al bien común es un

principio fundamental de toda sociedad,

y la primera de las sociedades humanas,

por su propia naturaleza, es la familia.

El bien común «abarca todo un conjunto de condiciones sociales que

permitan a los ciudadanos e1 desarrollo expedito y pleno de su propia perfección» (Mater et magistra, 65). En la familia cada uno, según su

propia condición, debe esforzarse por

crear esas condiciones que permitan el

desarrollo integral de sus miembros. El

primer elemento de este bien común el

es conyugal. Desde el mutuo amor, la

fidelidad y la indisolubilidad del

matrimo

nio surge

la

edificaci

ón de un

presente

de mutua

ayuda, y

de una

apertura

a la

generaci

ón de

vida

(Carta a las familias, 10). El

segundo

elemento

es el

paterno

filial: la

preocupa

ción por

la

educació

n integral

de los

hijos en

todos los

ámbitos.

El

Tal vez en el

dinero encuentres

un poco de

felicidad, en las

amistades

encuentres

alegrías, en las

medicinas la cura

pare tu enfermedad,

pero el amor solo

lo encontraras en

tu familia.

Una casa

será fuerte e

indestructible

cuando esté

sostenida por estas

cuatro columnas:

padre valiente,

madre prudente,

hijo obediente,

hemano

complaciente.

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tercero, el fraternal, la ayuda mutua

entre hermanos. Por último, la familia

debe converger hacia el bien común de

la sociedad entera, ejerciendo «su función social y política en la

construcción de la sociedad» (Carta de los derechos de la familia, art. 8).

5. El trato

debido al otro:

la

justicia.

La fuerza social básica es la justicia. La

familia que construye sus relaciones

desde la justicia, avanza hacia el amor,

pues una y otro tienen el mismo centro

en la dignidad del hombre. La justicia

exige buscar la forma idónea de tratar al

otro. Exige pensar en sus derechos y

mis obligaciones para con él. Es

contraria al egoísmo y la pasividad.

Implica la solidaridad, es decir, la

determinación firme y persevante de

empeñarse en el bien común

(Sollicitudo Rei Socialis, 38). Es

misión de la familia

ayudar al ser

humano «…a discernir la propia

vocación y a poner todo el empeño necesario en orden

a una mayor justicia, formándolo desde

el principio para unas relaciones interpersonales ricas en justicia y amor» (Familiaris Consortio, 2).

Cuando la familia se ocupa de débil,

cuando atiende al enfermo o acoge al

hambriento y desvalido, construye una

sociedad más justa y educa a los suyos

en la práctica de la virtud.

6. La promoción de la vida.

transmisión de la vida,

para la aproximación a ese misterio que

nos supera, para la contribución en el

plan de Dios mediante la procreación y

Dar a los niños

pequeños la oportunidad de

participar en las decisiones

familiares. Sus ideas te

sorprenderán.

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educación de las nuevas generaciones.

La familia debe educar en «el firme

valor de toda vida humana y de su carácter inviolable… ¡respeta, ama y sirve a la vida, a toda vida humana!»

(Evangelium Vitae, 5). El mismo acto

de la procreación es

un acto

«profundamente humano y altamente religioso», en el que Dios se hace

presente de un

modo diverso

(Evangelium Vitae, 43). Este es el

mensaje central de

la Iglesia sobre la

sexualidad humana,

un mensaje de amor

y vida. La

promoción de la

vida empieza, pues,

en la procreación y

continúa durante

toda la existencia

humana hasta su

muerte, pues es

misión de la familia

«enseñar y testimoniar a los hijos el verdadero sentido del sufrimiento y de la muerte» (Evangelium Vitae, 92). El

mismo amor que nos lleva a engendrar

vida, nos lleva a aceptar la muerte como

parte de la vida. Promover la vida no

significa esconder la muerte. La

comunión

familiar genera

unos vínculos de

pervivencia y

entrega, de

trascendencia y

amor, en los que

la esperanza de

la vida y la

aceptación de la

muerte llegan a

ser vivencias

gozosas y

ejemplos de

amor al prójimo

y a Dios.

Si tus hijos son

adolescentes, ten

presente que es una

etapa difícil, pero

que sólo poniéndote

en el lugar de ellos

los sabrás

comprender, tú

pasaste por esa

misma etapa una

vez...es el momento

de las decisiones, de

tomar caminos de

estudio, es cuando

hay que ser guía y

escudo para que

nada de sus actitudes

se plasmen en tú

corazón, sólo son los