La Fiesta de La Lectura ICBF

8/18/2019 La Fiesta de La Lectura ICBF

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LA FIESTA DE LA LECTURA

Instituto Colombiano de Bienestar Famil iar



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Instituto Colombiano

de Bienestar Familiar



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LA F IESTA

DE LA LECTURA



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Instituto Colombiano de Bienestar Familiar

Director GeneralDiego Andrés Molano Aponte

Asesora de la Dirección GeneralLuz Mila Cardona Guerrero

Director de PrevenciónMauricio Hernando Canal

Subdirectora de Primera Infancia Yo landa Piñeros Guerrero

Coordinación Editorial

Henry Matallana Torres Jefe Oficina de Comunicaciones y Atención al Ciuda dano ICBFGrupo Multimodales de Comunicación

Todas las fotografías que aparecen en este libro son propiedad del ICBF.

•

Comisión Intersectorial de Primera Infancia.Estrategia de Cero a Siempre

isbn 978-958-623-120-6

©Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y Fundalectura

Diseño interior y de carátula Paolo Angulo Brandestini

Fotografías interiores y de carátula Juan Pablo Gutiérrez

Crónicas Juan David Correa

Coordinación editorial Fundalectura

El Áncora Editores

Impreso en Colombia

Printed in Colombia

En esta publicación hablamos de niños, padres y cuidadores para simplificar el lenguaje. Pero

siempre que mencionamos estos términos los aplicamos a niños y niñas, padres y madres, cui-

dadores y cuidadoras por igual.



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C o n t e n i d o

Con la lectura les damos alas a los niños María Clemencia Rodríguez de Santos 9

La Fiesta de La Lectura Diego Andrés Molano Aponte 11

La ruta imaginaria de lasbibliotecas infantiles

Claudia Rodríguez 13

Socios Regionales Fiesta de la Lectura 21

Cooperantes de la Fiesta de la Lectura 22

Mapa de la fiesta 24

Crónicas de la fiesta Juan David Correa Ul loa 27

Camino de Luruaco 29

De El Edén a Normandía, sin escalas 43

Las mujeres de Tokio 51

La hospitalidad de Santa Rosa 59

En la tierra del ingenio 69

Epílogo 77

Retratos de la fiesta 83

La biblioteca de la fiesta 95



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C o n l a l e c t u r a

l e s d a m o s a l a s a l o s n i ñ o s

Una sonrisa vale más que mil palabras,Jardín Social Perlitas del Otún, Pereira.

L a promoción de la lectura desde la primera infancia, que es unpilar del trabajo del Instituto Colombiano de Bienestar Familiara través de su Estrategia Fiesta de la Lectura, es un componente de laatención integral a niños y niñas que se enmarca en la Estrategia Na-

cional De Cero a Siempre, dirigida a promover y garantizar el desarro-

llo de los niños y niñas en su primera infancia.

Desde una perspectiva de derechos, De Cero a Siempre busca trans-

formar las prácticas sociales y las formas de interacción con los niños,

así como convertir la crianza en una opción para fortalecer vínculos y

favorecer el despliegue de sus potencialidades. Para ello, en el marco

pedagógico privilegia el arte, el juego, la literatura y la exploración del

medio, en los diferentes escenarios de socialización en los que ocu-rren las interacciones de los niños.

Entre estos escenarios están los Centros de Desarrollo Infantil Tem-

prano y las demás unidades de atención a la primera infancia, en don-

de a través de los libros y la lectura y con la cooperación de la familia se

crean condiciones favorables para que los niños construyan relaciones

armónicas con su entorno, un presente y un futuro de calidad.

María Clemencia Rodríguez de Santos

Primera Dama de Colombia

Presidencia de la República



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L a F i e s t a d e l a L e c t u r a

E l Instituto Colombiano de Bienestar Familiar presenta con or-gullo esta Fiesta de la Lectura , como uno de los componentesmás importantes de las acciones previstas para forjar ciudadanos debien, que sean el soporte de una sociedad pujante, la sociedad de la

prosperidad para todos.

La lectura en la primera infancia, vinculada al afecto de los seres

queridos y a la exploración de las estrechas conexiones entre los li-

bros, el arte y la vida, crea inmejorables condiciones para que niños

y niñas reciban el sustrato de “nutrición emocional” necesario para

descifrarse y relacionarse con otros seres humanos, consigo mismos

y con sus entornos.

Complementariamente, el fomento de la lectura desde la pri-mera infancia requiere fortalecer la formación de los agentes edu-

cativos, encaminada a que los adultos identifiquen las múltiples

posibilidades del trabajo con los niños y las niñas; reconozcan la

importancia que tienen las interacciones de calidad, y sean cons-

cientes de su papel como formadores de las formas de sentir, de

actuar y de pensar que tienen los niños y las niñas en sus diferentes

contextos culturales.

Es esta la razón de ser de Fiesta de la Lectura : una estrategia peda-

gógica del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar orientada aenriquecer y cualificar las prácticas formativas en las diferentes mo-

dalidades de atención, potenciando el desarrollo de los lenguajes,

las posibilidades expresivas, comunicativas y creativas de los niños y

las niñas desde la primera infancia.

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L a f i e s t a d e l a l e c t u r a 11

La estrategia Fiesta de la Lectura surgió con el propósito de ini-

ciar el proceso de implementación del Código de la Infancia y la

Adolescencia (Ley 1098/06), para lo cual, en 2007, el Ministeriode Educación Nacional y el icbf aunaron esfuerzos con el fin de

garantizar la atención, el cuidado y la educación inicial a la pobla-

ción de la primera infancia desde los ejes de calidad, cobertura y

eficiencia propuestos en la política educativa, buscando promover

el derecho al desarrollo integral y a la educación. En su diseño y

formulación, Fiesta de la Lectura recogió también las recomendacio-

nes formuladas por la mesa de trabajo que desarrolló el tema de

Lectura en la Primera Infancia dentro del proceso de construcción dela política pública para este segmento de población.

Desde entonces, Fiesta de la Lectura se ejecuta mediante la con-

formación de bibliotecas infantiles a partir de tres componentes:

dotación (entrega de estanterías, colección de libros y cojines), for-

mación (laboratorios para la cualificación de agentes educativos

en el uso pedagógico de los materiales), y acompañamiento (se-

guimiento permanente a los agentes educativos beneficiados con

la estrategia).

A partir de un enfoque de desarrollo humano y tras cinco fasesde ejecución, Fiesta de la Lectura se sigue consolidando como una es-

trategia pedagógica transversal del Instituto Colombiano de Bien-

estar Familiar, que valida e incorpora los lenguajes artísticos como

herramientas fundamentales para fortalecer los vínculos afectivos

y la resiliencia familiar hacia la prevención del reclutamiento in-

fantil; asegurar condiciones de equidad en las oportunidades edu-

cativas iniciales, y desarrollar las capacidades, potencialidades y

virtudes de los seres humanos: el amor, la comprensión, la solidari-

dad, la libertad, la autonomía y el respeto a sí mismo, a los demás y al entorno.

En síntesis, Fiesta de la Lectura posibilita que la expresión artís-

tica y literaria comparta ese “territorio imaginario” que los niños

habitan cuando juegan y que les permite descifrar, recrear y trans-

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formar su realidad; fundamental para el desarrollo integral y para

cambiar el curso del desarrollo de la población infantil más vulne-

rable de nuestro país: la primera infancia.Es una motivación integral, cuyas bondades se reflejan en el cor-

to plazo. Hablamos de una Colombia tranquila, que requiere de un

gran compromiso del Estado y de la sociedad, que puede ser visible

con la aplicación adecuada de herramientas valiosas como el texto

que presentamos.

Diego Andrés Molano Aponte

Director General ICBF

Hogar Infantil Ton y Jerr y, Luruaco.

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L a r u t a i m a g i n a r i a d e l a s

b i b l i o t e c a s i n f a n t i l e s

C ómo iba a imaginar que detrás de las paredes estampadas porel agua del invierno pasado, atravesando el portal y en mediodel comedor estrecho de una casa de Luruaco [Atlántico], doce ni-ños, salvada la timidez de los primeros momentos, nos asaltarían car-

gados de libros de su biblioteca para pedir, al derecho y al revés, una

y mil lecturas.

Menos iba a suponer que entre todos ellos Paula, una niña de casi

tres años, moñas y sonrisa atentas, me haría un cerco con sus piernas

y Selma , la historia de Jutta Bauer sobre esa oveja —medio filósofa,

medio zen— que persiste en continuar con las rutinas que ha esta-

blecido para su vida, aun si se ganara un montón de dinero. Mientras

leíamos, al final de cada página, la niña repetía “Selma… Selma”, en-fatizando el nombre con los movimientos de su cabeza y sus rodillas.

Entonces volví a preguntarme, como siempre en estas circunstan-

cias, por lo que pasaría en su mente, lo que sentía y que la impulsaba

a retenerme, reabrir el libro y fijar dedos y mirada en ese personaje

que ya era de sus afectos y cuya historia, en alguna de sus capas, le

revelaba algún misterio fundamental para su edad.

Inevitable pensar en la imaginación, esa facultad que brota gra-

dualmente en la infancia y permite a las personas representarse las

cosas como hubieran podido ser para, desde allí, reorganizar sus

experiencias y considerar alternativas para tomar decisiones. En su

despliegue, la imaginación moviliza las emociones, lo que explica el

impulso de los niños de entrar una y otra vez en una zona de ficción

—de un juego o de un relato—, ponerse en la situación de la oveja,

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el héroe o la reina para experimentar el placer de vivir “como si”.

Se trata de una simulación con la que reestructuran los guiones de

su vida y que se nutre tanto de las situaciones que desean como deaquellas que ojalá nunca les vayan a ocurrir.

En términos evolutivos, dice Paul Harris, la imaginación consti-

tuye una ventaja para la supervivencia humana porque si una per-

sona puede, a través de ella, evaluar un suceso posible, así como las

emociones que generará, puede discernir mejor la ruta que habrá

de tomar. En el terreno del lenguaje la ventaja se amplía aún más,

pues si podemos hablar del pasado y el futuro en las conversacio-

nes, los cuentos y el cine participaremos de emociones eficaces queotros han vivido y podremos aprender cómo responder según la si-

En plena lectura en voz alta.Jardín Social Perlitas del Otún, Pereira.

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tuación.1 En este sentido, la riqueza de la imaginación ensancha las

emociones hasta hacerlas funcionales para confrontar y protegernos

de hechos difíciles o desconocidos.Seguro era la imaginación de Paula al cruzar la línea del cuento

sobre Selma la que mandaba sobre sus palabras y su cuerpo, únicas

evidencias de esa emoción intensa que la invadía. Fueron necesarios

el cuento y las lecturas de su maestra o sus padres —porque ella co-

nocía el libro con antelación— para que la pequeña pudiera entrar

a sus anchas en ese espacio donde se irá definiendo, a fuerza de lec-

turas, juegos y conversaciones, la independencia de su pensamiento.

Como plantea Michel Petit, elaborar la capacidad de estar solo en presencia del adulto es esencial para la emancipación del pequeño humano y para el

devenir de sus experiencias culturales .2 Por ello, tan necesarios como los

relatos son los adultos atentos a despertar la intimidad con la ficción

y a alimentar el espacio imaginario de los niños. Solo una cosa es tangi-

ble: algo dentro de Paula se movía como indicio de una vida interior

que hoy se expresa con media lengua y monosílabos, pero que más

adelante, sin duda, será el contenido de una expresión elaborada, de

placer o de resistencia, ante una experiencia o un sentimiento que

buscará transformar.Pero Paula es tan solo uno entre muchos casos de niños y niñas

atendidos en las unidades beneficiarias de icbf, a lo largo del país,

que han comenzado a abordar la ruta imaginaria que llega con la li-

teratura infantil, de la mano de agentes educativos para los cuales las

bibliotecas infantiles se han vuelto los ejes de su labor pedagógica.

Desde 2008, cuando el icbf lanzó la Estrategia Fiesta de la Lec-

tura, con la asesoría inicial de Yolanda Reyes de Espantapájaros Ta-

ller, Fundalectura ha participado como su aliado en la formación

de los agentes educativos. Apoyados en el objetivo de brindarles he-

1 Paul Harris, en Imaginer pour grandir. Entretien avec Paul L. Harris, http://www.sciences-humaines.com/imaginer-pour-grandir-entretien-avec-paul-l-harris_fr13621.html2 Michel Petit, Lecture et relations. Association des Directeurs de Bibliotheques Departemen-tales de Pret. Ajout, 2005.

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rramientas para promover la creación de espacios de lectura, que

favorezcan el desarrollo de la comunicación y los lenguajes expresi-

vos, avanzamos en propuestas para enriquecer los ambientes de lasunidades beneficiarias. Un reto importante que nos ha permitido,

como socios nacionales, aprovechar nuestra experiencia con progra-

mas preliminares de lectura en primera infancia3, complementar los

ejes conceptuales de la propuesta, coordinar la participación de los

socios regionales y ajustar el trabajo de campo en las comunidades

de acuerdo con las características culturales de cada región4.

Bienestar comunicativo, alfabetismo emergente, inclusión social,

derechos culturales de los niños y vinculación de los padres de fami-lia son algunos de los temas que se han incorporado con el tiempo,

para ampliar las perspectivas de la Estrategia y fortalecer las prácticas

pedagógicas de los agentes educativos.

En el marco del desarrollo humano la formación ha enfatizado, al

lado de la literatura infantil y la lectura, el valor de la música, las artes

visuales, la expresión corporal y las escrituras como lenguajes que des-

cubren a los niños todo lo que ellos pueden decir a través de diferen-

tes recursos, a la vez que les permiten interpretar el sentido de estas

expresiones y construir conjuntamente nuevos productos culturales.Hoy, cuando se han adelantado cinco fases de la Estrategia encon-

tramos que ha sido una oportunidad importante para reconocer las

necesidades de los agentes educativos, los niños y sus familias, así co-

mo las particularidades de cada zona del país hasta donde hemos lle-

gado. También hemos podido avizorar y experimentar algunas de las

rutas ineludibles para ofrecer a los niños, desde la primera infancia,

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Fundalectura inició su trabajo con primera infancia al lanzar el programa Leer en Familiaen 2003. Más adelante, en 2008 realizó con la Secretería Distrital de Integración SocialTiempo Oportuno para Leer , un programa que llevó bibliotecas y formación a 231 jadinesinfantiles de Bogotá. Con esta institución y desde 2010 adelanta el programa Centros deLectura en Familia, que hizo parte del Convenio de Cooperación de Primera Infancia y dela Inclusión Social 2008, y el programa Lecturas y Libros para una Gestación y Lactancia con laFundación Éxito.4 Socios Regionales son las instituciones u organizaciones encargadas de impartir la for-mación de los agentes educativos en las regiones que se les asignan.

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una atención integral de calidad, a través de las bibliotecas infantiles,

los universos y las prácticas que se generan a su alrededor.

Sin embargo, ha sido también la estructura misma de la Estra-tegia, al conjugar jornadas de formación presencial y un acompa-

ñamiento sistemático en las unidades beneficiarias, la que nos ha

permitido contrastar alcances y dificultades en la implementación

de la propuesta por parte de los agentes educativos. Las modalida-

des de visitas —de observación y con talleres—, el diseño y reajuste

de instrumentos de seguimiento, las discusiones con los socios regio-

nales y la retroalimentación de las asesoras de arte y música dentro

del comité técnico, liderado por el icbf, nos han llevado a afinar elhorizonte de trabajo.

Los resultados arrojan información esperanzadora en cuanto a la

acogida de la Estrategia por parte de los niños, sus familias, los agen-

tes educativos e incluso otros miembros de las comunidades, y en

cuanto a las movilizaciones que alcanzamos a detectar en el tiempo

que dura cada intervención.

Entre ellos están, por ejemplo, el estímulo a los agentes educati-

vos, que han ido apropiándose de las bibliotecas tanto para sus lectu-

ras personales como para diseñar otras estrategias pedagógicas conlos niños. Entusiasmados por los temas tratados en las jornadas de

formación, en algunos municipios comenzaron a conformar grupos

de estudio alrededor de la lectura, la literatura infantil y su articu-

lación con los lenguajes expresivos. En estos grupos comentan, ade-

más, sus experiencias y comparten las actividades que han resultado

significativas para los niños y sus familias. En Caimito [Sucre] un

agente educativo nos contó que desde que llegó la colección trabaja

doble jornada, sábados y domingos, porque los niños llegan a buscar

los libros. En Pelaya [Cesar], una de las bibliotecas está ubicada enun espacio que da a la calle, lo que ha atraído a jóvenes y adultos re-

sueltos a leer y comentar los libros.

Como evidencia de la interiorización que han hecho, entre otras,

de las concepciones de infancia ligadas al uso de los espacios públi-

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cos como fuente de disfrute, aprendizaje y socialización, en varias

regiones los agentes educativos han optado por reunirse para salir

con los niños a los parques o los ríos y realizar allí actividades de jue-go, lecturas y arte. De otra parte, un puñado de ellos ha comenzado

a revaluar las actividades de aprestamiento para proponer lecturas y

escrituras significativas en donde los trazos, dibujos, garabatos y pri-

meras letras de los niños se asumen como expresiones representati-

vas de sus ideas, emociones y puntos de vista.

Los ambientes de las unidades beneficiarias y los niños son quizás

la mejor evidencia de los cambios simples y fundamentales que se

han dado hasta el momento: paredes, patios, jardines se han impreg-nado de historias y personajes de los cuentos y de textos y dibujos

infantiles. Entre tanto los niños mencionan y leen con propiedad los

libros, comentando sus preferidos, recordando los autores, los pasa-

jes más impactantes y sus vínculos con las canciones y los juegos.

En algunos lugares las familias han comenzado a integrarse a la

Estrategia con el lanzamiento de las bibliotecas infantiles, la elabora-

ción de mochilas para llevar los libros a la casa, los cuadernos viaje-

ros y la participación en talleres en donde comparten con sus hijos la

creación de historias, recetas, álbumes familiares, entre otros. Pese aello, existe un gran número de ellas que no lo hace por diversos mo-

tivos, en especial los hombres. Esta, en particular, es una fragilidad

que exige una línea de acción precisa acorde con los objetivos esen-

ciales de la atención integral a los niños.

La participación de la policía, las iglesias, los alcaldes y las biblio-

tecas municipales en diferentes actividades se ha incrementado co-

mo consecuencia del entusiasmo que han despertado la llegada de

las bibliotecas a sus comunidades y la gestión de los agentes educa-

tivos interesados en ampliar el alcance de la Estrategia y conseguirrecursos para sostenerla.

Difusos en unos casos, precisos en otros, problemáticos o recon-

ciliadores, los resultados apuntan a la exigencia de indagar cómo la

lectura y las bibliotecas infantiles inciden en las poblaciones vulne-

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rables, más allá del consumo de estos materiales en términos estadís-

ticos, y más bien en la línea de reconocer lo que sucede con los niños y

con sus padres desde el punto de vista de su comportamiento, de su felicidad

y de sus márgenes de elección.5 Estos son los parámetros para medir real-

mente los alcances de las transformaciones que una Estrategia como

esta puede generar a mediano y largo plazo, y que consiguen inspi-

rar, con asertividad, sus proyecciones a futuro. Los mismos que ser-

virían de soporte para observar el retorno social de esa parte de la

inversión en primera infancia: atención integral de los niños a través

de materiales de lectura

Esperamos que en unos años sean muchos los niños que tras abor-dar la ruta de lecturas que les hemos propuesto hayan prolongado,

a fuerza de intimidad y de energía imaginaria , las historias de sus vidas;

hayan soñado y hecho tangibles proyectos que los lleven a exclamar

cada tarde, como Selma: si mañana tuviera más tiempo, o más dine-

ro… haría exactamente lo mismo… o quizás algo muy diferente, to-

do con tal de alcanzar el bienestar.

Claudia Rodríguez

Subdirectora de Formación y Divulgación Fundalectura

5 Jorge Iván González. “La niñez a la luz de la teoría económica y de la creciente impor-tancia de los manejos financieros y cambiarios”, en ¿Para qué invertir en la primera infancia? Primera infancia y desarrollo: el desafío de la década: www.redprimerainfancia.org.

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S o c i o s - F i e s t a d e l a L e c t u r a

SOCIO NACIONAL AÑO FASE SOCIOS REGIONALES

ESPANTAPÁJAROS

TALLER 2008 I

Colsubsidio

Comfamiliar del AtlánticoComfenalco Antioquia

Comfenalco Quindío

Fundalectura

FUNDALECTURA

2008 IIColsubsidio

Gestión y Acción Ltda.

2009 III

Colsubsidio


Universidad del Norte

2010 IV

Colsubsidio

Comfenalco Santander

FundaliGestión y Acción Ltda.

2011 V

Comfamiliar del Atlántico

Comfenalco Antioquia

Corporación Yraka

Fundali


E n el marco de Fiesta de la Lectura, los encargados de imple-mentar la Estrategia en los diferentes departamentos son lossocios regionales. Se trata de organizaciones con experiencia en proyectos educativos, sociales y con primera infancia que, bajo las orien-

taciones de Fundalectura, entregan las bibliotecas infantiles a los

Hogares del icbf y desarrollan la formación y el acompañamiento

de los agentes educativos.

S o c i o s r e g i o n a l e s

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C o o p e r a n t e s d e l a

f i e s t a d e l a l e c t u r a

S e han gestionado alianzas importantes con el fin de aunar es-fuerzos y recursos técnicos y financieros para apoyar la atenciónintegral a la primera infancia a través de la conformación de biblio-tecas infantiles.

E m b a j a d a d e F r a n c i a• Desde el 2009 se inició una alianza con la Embajada de Fran-

cia. Gracias a esto se beneficiaron diez municipios con bibliote-

cas infantiles.

—Hogar Múltiple José María Berástegui, Ciénaga de Oro.

—Hogar Infantil Guatavita.

—Hogar Múltiple Creciendo Juntos de Paipa, Boyacá. PaunaBoyacá.

—Hogar Infantil Puerto Boyacá.

—Hogar Infantil Mitechito Puerto Salgar.

—Hogar Infantil San Simón, Municipio de San Andrés de So-

tavento, Córdoba.

—Hogar Múltiple Juan Pablo II, San Carlos, Córdoba.

—Sibaté.

—Hogar Infantil Mi Tesoro Escondido, Viani.

F u n d ac i ó n R e n a î t r e• En el 2010 se sumaron esfuerzos con la Fundación Renaître

conformando una biblioteca infantil en Hogar Grupal Rayito

de Sol, en Soacha, Cundinamarca.

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A s o c i a c i ó n A r c e n C i e l - A r c o i r i s• Así mismo, con la Asociacion Arc en Ciel Arcoiris se suscribió

un acuerdo de cooperación durante el año 2010 dotando alHogar Infantil en Samacá con una biblioteca infantil. Esta Aso-

ciación continuó apoyando el proyecto en 2011, logrando be-

neficiar a 120 niños y niñas del Hogar los Leivanitos en Villa de

Leiva.

R e p ú b l i c a F e d e r a l d e A l e m a n i a• Un aliado importante en el 2011 fue la República Federal de

Alemania. Gracias a su aporte se dotaron con bibliotecas seis[6] unidades de atención del icbf, cinco [5] en Bogotá y una

[1] en Jamundí [Valle].

—Corpohunza - Barrio Hunza - Suba - Bogotá

—Hijo de Recreo - Barrio Socorro Sur - Bogotá

—Camitas Blancas - Barrio Quiroga - Bogotá

—Recreo de la Sabiduría - Barrio San José - Bogotá

—Centro Penitenciario del Buen Pastor - Bogotá

—Centro de Reclusión de Jamundí - Valle del Cauca

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Crónicasde la fiesta

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C a m i n o d e L u r u a c o

S e dice en todo el país que en Luruaco preparan las mejores are-pas de huevo de la costa. A este municipio de 24.000 habitan-tes se llega por la antigua carretera que de Barranquilla conduce aCartagena, pasando el pueblo de Galapa y la hacienda Campeche.

Es una larga carretera de pocas curvas a cuyos bordes se extienden

densas porciones de ciénagas y pastos. No se ve mucho en esa carre-

tera. Apenas se advierte el sopor y la humedad propios de las épocas

de octubre, cuando el invierno comienza a anegar y los ríos se des-

bordan causando estragos y dejando miles de damnificados. Algu-

na vez Luruaco se llamó Urdaneta Arbeláez, en honor al presidente

designado cuando enfermó Laureano Gómez, en 1951, y se retiró

momentáneamente del cargo. Pero ese nombre cambió en 1960,cuando se lo declaró municipio, tomando el gentilicio de la hacien-

da que allí se encontraba, San José de Luruaco, ocupada por los es-

pañoles en 1554. Como en todos los sincretismos del Caribe, Uruaco

es la voz indígena que designaba el lugar antes del descubrimiento

de América.

Hoy Luruaco en su casco urbano conserva más bien poco de sus

inicios rurales. Como muchos de los municipios cruzados por carre-

teras, su talante es una rara combinación de lo urbano con las cos-

tumbres de sus gentes campesinas. Hace falta introducirse en sus

barrios y olvidar las decenas de flotas que se parquean a la vera de

la carretera para descubrir que es un pueblo de calles de tierra pi-

Luisa Fernanda con su libro favorito,Hogar Infantil Ton y Jerr y, Luruaco.

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sada cuyas casas están pintadas de colores pasteles. Un pueblo con

sus puertas abiertas a las nueve de la mañana, donde se advierten

vecinos en la penumbra que contemplan el exterior arrullados porchampetas y reguetones que le hacen pensar al visitante que si la co-

sa es así durante un día como cualquier otro, las fiestas en Luruaco

deben ser memorables.

Pero yo no estaba en Luruaco para ir a una rumba sino para dar

cuenta de otra fiesta: la Fiesta de la Lectura, el programa del Insti-

tuto Colombiano de Bienestar Familiar que desde hace cinco años

ha dotado, con el saber de Fundalectura, a 3.587 hogares infantiles

de todo el país. Se trata de un programa en el que se busca brindaralternativas a las agentes educadoras, o madres comunitarias, para

ofrecer una biblioteca infantil pensada para niños de 0 a 6 años, con

un número de títulos que puede oscilar entre 30 y 120. Por eso, des-

Daniel y Mauro en el solar,Hogar Infantil Ton y Jerr y, Luruaco.

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C r ó n i c a s d e l a f i e s t a 31

pués de probar la infaltable arepa de huevo, llegué al primero de los

hogares que había planeado visitar.

E l g a t o y e l r a t ó n

Si Tom y Jerry hubieran nacido en Luruaco quizás habrían sido una

tira cómica muy diferente a ese inestable gato, algo gruñón, que per-

sigue al simpático Jerry, capaz de convertir su juego en pura cruel-

dad. Esta casa de una sola planta, bautizada así, Ton y Jerry , con ene

y no con m para que no haya lugar a equivocaciones ni demandas

de la Warner Bros., es el hogar de Zuley Imitola Montes, madre co-munitaria desde hace diecisiete años. La temperatura hierve y una

carrera de persecución sería imposible. No hay aliento sino al salir

al amplio solar, delimitado con palos de limón. Allí, el aire alcanza

y la sombra de un árbol deja que los trece niños que ella tiene a su

cuidado desde las ocho y media de la mañana hasta las doce y media

del día respiren y se sienten en los cojines de colores, que también

hacen parte de la dotación.

Cuando me asomé al patio, Zuley leía ¡Beso, beso!, de Margaret Wil-

de, una autora sudafricana afincada en Australia que de seguro noimagina que su primera frase es el camino que Zuley ha encontrado

para contarles a sus lectores lo importante que es el cariño al saludar

y al despedirse. Sentada en el suelo de tierra pisada, Zuley comen-

zaba su narración diciendo: “Una mañana, Bebé Hipopótamo tenía

tanta prisa por ir a jugar, que olvidó darle un beso a su mamá”. Y los

niños contestaban: “—¡Ay! –dijo la mamá”. Así, Zuley los paseó du-

rante un cuarto de hora por la historia. Como en una retahíla, los pe-

queños apenas si se daban cuenta de nuestra presencia. La idea de la

repetición del cuento los capturó, y parecía como si no hubiera nadamás que importara. Ni siquiera el burro de Zuley, que descansaba a la

sombra de un bohío del solar y de vez en cuando rebuznaba pidien-

do agua. Ni el gallo y la gallina, acostados como nunca había visto

acostarse a los pollos. De repente, no se movía una hoja. Zuley sabía

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que dejar a niños como Jshoyner, de

apenas dos años, un moreno serio y

algo malgeniado, completar la fra-se, era lo que ellos esperaban. “Por

la orilla resbalosa trepó Bebé Hipo-

pótamo. Y esto fue lo que oyó...”. Y

ellos, a coro, burlando el picó del

vecino que tronaba, repetían una y

otra vez: “¡Beso, beso!”

Hace poco leía yo a Fernando Es-

calante Gonzalvo, un crítico mexica-no que se iba lanza en ristre contra

la promoción de la lectura. Su en-

foque más o menos quería significar

que ciertas campañas en el Distrito

Federal, en las cuales se invitaba a

leer en El Zócalo con la presencia

de actores y gente de la farándula,

no servían para nada. No sólo por

la evidente tontería de convertir lalectura en un show , sino, decía él,

porque leer requiere tiempo. Lo re-

cordé viendo a esos niños en el solar.

Me pregunté si la lectura no era, en

verdad, algo que les llevaba y ocupa-

ba el tiempo de una manera tan rica

que eran capaces de hablar, como lo

hicieron al terminar, de sus propias

mamás, o de comparar los animales del cuento, muchos de los cua-les nunca han visto, con aquel burro rebuznón que seguía en lo suyo

aun cuando el cuento hubiera terminado. Quise pensar que a veces

vemos todo desde las ciudades con una lente tan desenfocada, con

tanta arrogancia, que creemos que los debates de la lectura están

Los libros son para compartir.Hogar Infantil Ton y Jerr y, Luruaco.

La pequeña Leomaris y María, su mamá.Hogar Infantil Ton y Jerry, Luruaco.

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en nuestras ciudades muy lejos del puñado de niños como el que yo

veía, quienes participaban de la lectura y eran activos con los libros.

A lo mejor la lectura no salva a nadie, pero a estos niños, más allá delos debates sobre su promoción, les estaba ocurriendo algo que, más

tarde, Zuley me confirmaría.

To d a u n a m a d r e

Zuley Imitola Montes ha vivido toda su vida en Luruaco. Su padre es

un agricultor y su madre, que ahora está en Barraquilla, trabaja co-

mo empleada doméstica. Del pueblo ha salido a algunas formacionestécnicas, pero la mayor parte del tiempo la ha pasado en estas calles.

Como muchas de sus compañeras, es madre soltera. A ella le dicen

“Seño” cuando se la encuentran en la calle. Lo primero que me cuen-

María José y Giancarlos a la salida de hogar.Hogar Infantil Ton y Jerr y, Luruaco.

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ta es que los libros le han cambiado

la vida. Y le han ocupado el tiempo,

digo yo mientras miro sus aretes deelefante sentado junto a ella en un co-

medor de cuatro puestos con mantel

blanco de crochet. Se lo ha ocupado

porque después de la lectura vi cómo

todos los niños hablaban, en medias

lenguas, sobre el hipopótamo, y mu-

chos de ellos se abalanzaron sobre

mí, mostrándome su cuento preferi-do. “Los niños han cambiado, en el

sentido de que lo que teníamos antes

para leer, era poco”. Además, agrega

mientras se levanta y me muestra un

cuaderno con dibujos, “pueden ha-

cer cosas después de leer”. Los trece

niños que atiende provienen en su

mayoría de hogares de padres jóve-

nes que se ganan la vida como ven-dedores ambulantes o en el campo.

Aunque trato de indagar por sus fa-

milias, Zuley me advierte que no tie-

nen muchos problemas, “salvo los de

la vida diaria”. Lo que sí me dice es

que ella ha sido testigo de que los pa-

dres solicitan libros para llevarse a ca-

sa. “Eso se refleja en los niños, porque

cuando llegan los niños me dicen: ‘Seño, anoche mi papá me mostróA la cama monstrico ’. Ellos cuentan lo que pasa en sus casas, sin falta.

Tanto es así que por lo menos la muchacha que está allá afuera —se-

ñala a una mujer en el vano de la puerta— me dijo el otro día que no

sabía cómo entregarme el libro porque la niña lo quería para ella”.

Leomaris y sus tres cerditos.Hogar Infantil Ton y Jerry, Luruaco.

Cármen Roa, Agente Educativo del HogarMis Amigos y Yo, Luruaco.

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Solo apenas hace dos meses, en agosto de 2011, los treinta y ocho

libros que le correspondieron llegaron al hogar. Ese día, me dice

Zuley, “el muchacho que traía la dotación me dijo que los abriera y

los fuera compartiendo con los niños. Y cada uno cogió uno como sifueran regalos, sus propios libros, dijeron. Leomaris, la hija de la mu-

chacha, fue una de ellas”. Y lo son, aunque ellos están aprendiendo

algo que se ha perdido en las ciudades: que las bibliotecas existen y

son un bien público; que la lectura se puede compartir.

Zuley estudió el bachillerato en el municipio y técnica preescolar

en Sabanalarga, en la escuela Carl-Ros. Hasta la llegada de los libros,

no había sido una lectora consumada. Sí leyó algunos clásicos de los

hermanos Grimm, la Biblia y algo más. Comenzó por falta de traba-

jo, y porque alguien le contó. Dice sentirse identificada con los niñosdesde siempre. Madre de tres hijos, vive con ellos y con su abuela en

una habitación contigua a la sala en que nos encontramos, dividida

por una cortina púrpura de flores. A ella le ha ocurrido algo más o

menos parecido a lo que les ha ocurrido a los niños. Tiene libro fa-

Hogar Social Mis Amigos y Yo.Luruaco.

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vorito —¡Ahora no, Bernardo! —, pues “en el momento que tu hijo te

llama, tu estás en otra cosa y no le prestas atención, ese libro me hizo

ver eso. Si un niño te dice: ‘Mami, ven acá’, es por algo, porque tenecesitan; de eso se trata el libro, de prestarle atención”.

Ella les contó a los vecinos que había libros. Fue a unas capacita-

ciones, dictadas por Comfamiliar, y comenzó a ser, además de madre,

librera, lectora y bibliotecaria. Sobre su aprendizaje no duda en de-

cirme que “la experiencia ha sido única. La relación con los padres,

los lazos se han fortalecido porque ellos llegan ahora y ya sin pena me

dicen ‘Seño, yo quiero este libro y este me lo llevo’. Tienen una liber-

tad que antes no tenían”. Y va más allá: “Aprendí que para tú leerle aun niño, primero tienes que leer tú. Para tú formar un niño, primero

tienes que formarte tú. Tiene que haber amor, para

dar amor”. Además que no hay lecciones detrás de

la lectura: “No hay que preguntar el color de la capa

de caperucita, sino hablar de los colores”.

M i s n i ñ o s, t u s n i ñ o s,n u e s t r o s n i ñ o s

Al despedirnos de Zuley, todos los niños corren

para una foto en la puerta de la casa. Me quedo

pensando, en el camino al segundo hogar que vi-

sitaré, si ella no ha encontrado algo valioso, como

cualquiera de quienes leemos, pero ha tenido la

fortuna de darse cuenta del momento exacto. Zu-

ley, vestida con una camiseta beige y una bermuda

de jean, se despide sonriendo, como si me leye-

ra el pensamiento. Más tarde irá a estudiar “Aten-ción a la primera infancia” en el Sena, en la sede

de una iglesia cristiana, y quizás, el fin de semana

bailará, tal vez, salsa, vallenato o reguetón, “que

no faltan las invitaciones”.

Zuley Imitola,agente educativo.

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A unas diez cuadras del hogar de Ton y Jerry hay un callejón sembra-

do de flores donde funcionan tres hogares del icbf en una sola acera.

Uno de ellos es el hogar Mis niños . Al llegar se desgaja un aguacero bí-blico y los niños se sientan en el escaso espacio de la casa de Carmen

Roa. No sé si sus niños están más familiarizados con los libros, pero

apenas me ven sentado sobre el brazo de una poltrona, varios me ro-

dean y me alcanzan libros. Daryluz me pide que le lea uno de los cinco

libros de Mis colores , una estupenda caja de cinco libros de cartoné que

se pasea por el Rosa, el Amarillo, el Azul, el Negro y el Marrón. Des-

pués de ella, no me dan tregua. Mientras afuera el agua golpea contra

el cemento, vagabundeo por las rosas rosadas y los rábanos; por la are-na amarilla de la playa, y el sol; por las hormigas sobre la tierra negra,

y veo un cielo azul como el que ha desaparecido a esa hora en Luruaco

mientras ellos me dicen “mira vé, lee este, vé”.

Como Zuley, Carmen atiende a trece niños en su casa, ayudada

por Cindys de Alba, una portentosa morena con nombre de notabla-

Cindys y familia en el callejón del hogarMis Amigos y Yo, Luruaco.

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to. Cindys sonríe y me dice que es madre beneficiaria, y que todos

los días cocina en esa casa mientras su esposo vende mercancías a las

flotas de Expreso Brasilia que paran en el pueblo. Carmen es unaentusiasta mujer, algo menos expresiva que Zuley, que lleva veintiún

años en el oficio. También estudió en el municipio. “Yo me crié con

mi hermana, sin mi papá. Estudié en Cartagena y comencé a trabajar

muy joven como mesera en un restaurante”. Luego se enteró de las

capacitaciones del icbf, aplicó y pasó.

Durante la hora que llevamos hablando, los niños han comenza-

do a irse. Algunos se despidieron mostrándome nuevamente los li-

bros, lo cual me hizo preguntarle qué significaba la lectura para su vida. “Es algo maravilloso porque yo no la ejercía, pero ahora le he

puesto el empeño. Yo me pongo a leer y entiendo las cosas, como

que me meto en los cuentos”. Luego me dice que el libro más triste

es Mi papá , de Anthony Browne, porque “yo no tuve”.

El 11 de noviembre, me dice, harán un lanzamiento del progra-

ma. Los recursos para camisetas para las madres, provienen de ellas

mismas. Son treinta y dos en el municipio. A pesar de que no a todos

los hogares ha llegado la Fiesta de la Lectura, la voz se ha regado y

muchos preguntan por los libros. El aguacero cesa. Un sol canicularinvade de nuevo el pueblo. Carmen está cansada después de la fae-

na. Pienso en su tristeza con el libro de Browne. Ella para sus niños

ya es una figura de admirar. Para ellos y para sus vecinos, varios de los

cuales me dicen, saliendo de sus austeras viviendas, que la “seño” es

la mejor amiga de la cuadra. El callejón florece de nuevo.

Hogar Infantil Ton y Jerry, Luruaco.

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D e E l E d é n a N o r m a n d í a,

s i n e s c a l a s

C uando vi al hombre cargando a una pequeña en sus brazosquise hablar con él. Era grandísimo, enfundado en una suda-dera y parecía cansado. Su hija, en cambio, sonreía con ese dejo deorgullo que exhiben algunos niños cuando están junto a sus padres.

Me acerqué y le pregunté su nombre. Me dijo que se llamaba Carlos

y que venía al lugar donde estábamos porque su esposa entraba muy

temprano a trabajar y él llevaba a la chiquilla todos los días hasta ese

enorme edificio de color gris, cuya dignidad se alza como una afren-

ta a la pobreza. El edificio amplio se levanta en una de las zonas más

populares de Barranquilla y afecta a barrios como Por fin, Calamar,

Los Olivos, y Me quejo. Carlos trabaja todas las noches, del crepúscu-

lo al amanecer, en una litografía, haciendo impresiones. Cuando lepregunté si era lector, apenas sonrió y me contestó: “Leo lo que sale

en el trabajo; ahora es pura propaganda política”. Estábamos apenas

a dos días de que en el país se celebraran las elecciones municipales

y Carlos se había quedado un rato más, pues ese viernes iba a cele-

brarse la llegada del programa Fiesta de la Lectura.

El Jardín Social El Edén, ubicado en la carrera 27 con calle 83a,

en Barranquilla, hace parte de una serie proyectos que han buscado

construir grandes centros para la primera infancia, donde conflu-

yan las madres y los niños a su cuidado que hasta hacía unos meses

trabajaban en sus propias casas. Ese día había varias actividades que

incluían la presencia de dos animadores armados de micrófonos; ni-

Camilo Andrés juega fútbol y lee,Jardín Social Normandía.

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ños disfrazados; confites y una larga fila de sillas Rimax blancas pa-

ra el público, así como psicólogas, madres, y padres, quienes, como

Carlos, estaban dispuestos a mostrarse orgullosos con la idea de quesus hijos leyeran. Carlos me lo confesó antes de que nos despidiéra-

mos: desde que se inauguró el programa, en agosto de 2011, casi to-

dos los días lleva libros a su casa para leer con Samantha.

Construido en un lote donado por la alcaldía de la ciudad, y con

aportes de 2.150 millones de pesos, el icbf puso los 150 restantes,

para una inversión de 2.300 millones de pesos. Esta obra, salpicada

de colores sobre el gris hormigón de su estructura, ha hecho posible

que 299 niños de la zona se beneficien, de los 6 meses a los 4 años y11 meses, con salones amplios divididos por edades, una sala de lec-

tura, comedor, zona de recreación y atención psicosocial. Aunque

podría sonar a demagogia, quien se asome a este tipo de espacios

comprenderá que los estándares y el servicio son de un alto nivel, y

la inversión se ve sin lugar a dudas. Se trata de una población vulne-

rable que pertenece al sisben, y que está conformada por estratos 1

y 2 y algunos desplazados que merecen el apoyo de un Estado que

por momentos los ha olvidado.

Aunque para algunas madres, como me lo dice Argemira Rodrí-guez, el cambio ha sido significativo,

también han tenido que aprender y

padecer la separación de los niños

con los que, hasta hace unos meses,

convivían. Al entrar a los salones, o

a la sala de lectura, se disipan las du-

das. Muchos de los niños que vi esta-

ban a sus anchas leyendo y tocando

los libros con una libertad que en miépoca era un sueño. En la primera

actividad a la que asistí, por ejemplo,

había una lectura de Sapo enamorado ,

de Max Velthuijs, y varios de los ni-

Jardín Social Normandía.

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ños se paseaban a sus anchas por el amplio salón, sobre un rompe-

cabezas de caucho que cubría el suelo. Una de las lectoras, que haceparte de la caja de compensación Comfamiliar seccional Atlántico,

me dijo que la idea era que los niños pudieran sentirse cómodos, y

si su concentración fallaba, no era un problema, pues “de todas for-

man están escuchando”.

Que un niño se pare en un escenario y lea depende de tantas

variables que sería imposible generalizar las razones. Sin embargo,

sin confianza y amor es muy probable que Angie, Daniel e Isaac,

tres de los pequeños que leyeron entusiasmados libros como ¡Ahora

no, Bernardo!, ante un público conformado por unas cien personas,

jamás se hubieran parado, con un micrófono apuntando a la bo-

ca, esa mañana de viernes. A mí me sorprendió que aquella faena

donde desfilaron decenas de niños solo para leer fuera una cosa co-

mún y corriente. No sé si los adultos se den cuenta de lo que signifi-

Carolina, la sicopedagoga delJardín Social Normandía, con Matías y Laura.

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ca tener el valor para enfrentar a un

público de padres, madres y niños y

alzar la voz, con todo lo que ello im-plica. Lo interesante de este ejerci-

cio es que Fiesta de la Lectura les ha

dado a estos niños la posibilidad de

escuchar su voz, de ver que pueden

ser protagonistas, a través de los li-

bros, de su entorno, un entorno que

para Ana María González, una rubia

administradora del jardín, quizásera desconocido, así hubiera nacido

en Barranquilla. Ana María estudió

en la Universidad de los Andes en

Bogotá y aunque dice sentir algo de

nostalgia por su vida en la capital, le

ha metido el hombro al Jardín So-

cial El Edén para convertirlo, acaso,

en un significado literal de lo que

debe ser la infancia. Alguien me dijoalguna vez que los niños solo nece-

sitan amor. Yo agregaría que necesi-

tan, como lo sabe Ana María, juego

y lectura y libertad para elegir, como

lo hicieron los niños ese día.

En El Edén trabajan 23 madres

comunitarias que han sabido acoplarse a esta nueva realidad de cam-

biar la sala de la casa por los patios de juegos, los salones, y los pro-

gramas dirigidos en los cuales cuentan con la asesoría de un grupode psicólogas que le dan horizonte a su tarea diaria. En general, son

mujeres que han debido recorrer el aprendizaje de su oficio desde

sus propias casas, y a muchas les ha costado romper con el ambiente

familiar que suponía, en el pasado, que podían velar por sus propias

Jardín Social El Edén,Barranquilla.

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familias a la par de cuidar los hijos de otros. Ellas, como muchas me

lo dijeron, tuvieron que pasar por dolorosas separaciones, pero así

mismo, entienden que este edificio que podría parecerles imperso-nal —no lo es— y sus políticas son clave para su niños.

“ E l p l a t i l l o v o l a d o r ”

Salir de El Edén, según el celador del edificio, entraña peligros. Tal

vez, pienso yo, nos hemos acostumbrado a mirarnos con tanto celo

que cualquier diferencia puede parecer un riesgo. Caminé un rato

por el barrio antes de ir a visitar el segundo jardín infantil, en el otroextremo de la ciudad, y aunque el tiempo fue poco, y los problemas

sociales en Colombia están en todas partes, no sentí el miedo y la zo-

zobra que con tanta insistencia advertía el portero. Pude ver cómo

algunas madres conversaban en la entrada de la edificación con el

desparpajo de quien se sabe en territorio conocido. A ellas también

les pregunté por los libros y todas supieron darme razones, como si

no temieran la mirada del extraño. Me despedí con la sensación de

que algunas cosas, por pequeñas e intrascendentes que sean, pue-

den cambiar la vida de la gente. Un puñado de libros, por ejemplo.Un lugar digno donde leer, también. Una sonrisa cuando a veces es-

casean en la vida cotidiana.

El camino que conduce de El Edén a Normandía es largo. Impli-

ca cruzar casi toda la ciudad, y tomar el camino al aeropuerto Ernesto

Cortízos. Es un tiempo largo en una ciudad que ya alcanza el millón

cuatrocientos mil habitantes. Hay que atravesarla de norte a sur por la

vía Circunvalar. Casi al frente de Soledad, un municipio que casi es un

barrio de Barranquilla, se encuentra una extensa zona donde se cons-

truyó una ciudadela de interés social, Normandía. En esos terrenos,que alguna vez fueron un basurero con relleno sanitario, hoy ha creci-

do uno de los hogares que más me impresionaron a lo largo del viaje.

Los niños vecinos lo llaman “El platillo volador”. Es una construc-

ción de tres módulos recubiertos por madera, en forma trapezoidal,

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diseñados por el arquitecto Gian Carlo Mazzanti. Los edificios dan

la sensación de un espacio concebido para el disfrute y sus interiores

no lo desmienten.Hay algo peculiar con el tema de la lectura en Colombia: apenas

se corre la voz de un programa, muchos tejen sus redes para tenerlo.

Algo así ocurre en Normandía, un barrio nuevo, que se alza como los

lotos en el fango. Carolina y Marelis, dos pedagogas, se han encarga-

do de que, así la Fiesta de la Lectura no haya llegado oficialmente,

existan libros para los niños que se pasean por la grama sintética con

la cual está forrado el piso del lugar. Helis, mamá de Harold, de dos

años, y quien espera otro bebé, es una asidua de los libros porque,dice, “son capaces de reunir a los niños, de hacerlos creer en la amis-

tad”. Carolina Macías, una dulce barranquillera, es una de las encar-

gadas de que el jardín esté forrado con carteleras y letreros alusivos a

la lectura. “Aunque no nos ha llegado el programa, decidimos traer

y pedir prestados libros para ir haciendo ambiente”, dice.

Con una inversión cercana a los 2.300 millones de pesos, el Nor-

mandía es otro de esos lugares que nadie imagina si se pasea solo

por los centros de poder de nuestras ciudades. Allí atienden 300 ni-

ños de barrios como Villa Katanga, Las Colonias, Normandía y VillaZambrano, quienes vienen a leer y a jugar para creer que, aun sobre

la basura, pueden crecer cosas buenas, así se piense lo contrario.

Así lo demuestran Héctor, Andrea, Miladys, Santiago y Alexandra, y

muchos más niños que, dispuestos a mostrar su libro favorito, posan

para la foto. Y no solo eso: después me lo cuentan. Pero esa es otra

historia.

La hora del baño en Normandía.

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L a s m u j e r e s d e To k i o

P ereira tiene 450.000 habitantes en su caso urbano. Es la ciudadcon mayor crecimiento del eje cafetero. Así como la economía jalona cierta prosperidad, el desplazamiento es palmario cuando sellega a barrios como Tokio, enclavado en la comuna Santana, una de

las más populosas de la capital de Risaralda.

Tokio es un barrio nuevo. Construido en esencia para los miles

de desplazados —aunque hay población vernácula— que llegaron

desde hace diez años a un sector conocido como El Plumón, al otro

extremo de la ciudad. Para llegar a Tokio hay que atravesar el barrio

Arboledas, uno de los más prominentes económicamente hablando,

y alcanzar una colina. Santana, la comuna, no se ve desde la ciudad:

está detrás de las montañas al norte de Pereira. Hay barrios y barrioscomo Intermedio, San Vicente y Danubio. Sus calles recuerdan a

ciertos sectores de Ciudad Bolívar, en Bogotá, y las comunas de Me-

dellín. Hay tiendas, cafés internet, gente en la calle que sonríe a pe-

sar de la dureza de las condiciones.

Una vez se atraviesa el megacolegio Jaime Salazar Robledo, y tras

una curva empinada, aparece Tokio. Sus casas son de una sola plan-

ta, sus calles están atestadas de gente a las nueve de la mañana. Fui

hasta allí acompañado por dos funcionarias del icbf de Pereira que

trabajan en la seccional Risaralda y que, entre conversaciones furti-

vas, me confesaron los terribles dramas que allí se viven. Pero como

la idea no era solo dar cuenta del sello de la historia, y quería ver la

Karen Juliette buscando a Élmer,Jardín Social Perlitas del Otún.

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cara del asunto, ellas, Sandra y Dia-

na, me animaron a conocer el Jardín

Social Perlitas del Otún, donde asis-ten todos los días 308 niños que son

atendidos por 22 madres comunita-

rias y 12 psicólogas y pedagogas que

apoyan su tarea.

En Tokio, ese día, había fiesta. Una

tarima de algo más de un metro de

alto era el escenario dispuesto para

que los padres y los niños compartie-ran la Fiesta de la Lectura, programa

que apenas llegó hace unos meses al

jardín, pero que ya ha arrojado fru-

tos evidentes. Uno de ellos era una

pequeña exposición bajo unos tol-

dos de lona plastificada. Allí se en-

contraban los libros que los padres

han hecho a partir de la lectura con

sus hijos. Eran libros en diversos ma-teriales que en general contaban la

vida de sus hijos. Hechos en foami,

en cartón, en papel corriente, estos

libros mostraban cosas cotidianas de

las familias: cuándo se conocieron

los padres, cuáles eran sus planes fa-

voritos, por qué les gustaba leer con

su hijo, cuántos hijos tenían… Un anuario, pues. Así mismo, para ese

día algunas madres trajeron escritas las razones por las cuales les gus-taba que hubiera libros en el jardín. Una de ellas es María Eugenia

Naranjo, quien adornó su esquela con escarcha azul y flores. Madre

de Camilo Morales, del salón 7, en su hoja se podía leer: “Para noso-

tros como padres de Camilo, haber tenido la oportunidad de traerle

Rina y Mariluz, el sabor chochoano delPerlitas. [Abajo] Gloria Pescador, agenteeducativo.

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y de leerle cuentos fue fantástico, porque el niño se puso feliz. Llamó

a sus primos para darles a conocer lo que para él es maravilloso, lo

rodearon para que les leyera el cuento. Pasaban página a página, noparaban de reír y el asombro de ver el cuento tan bonito para ellos

era algo especial”.

Hablé con María Eugenia, la autora de esas palabras, sentados en

una de las escaleras del Perlitas del Otún, un amplio espacio que ha

cambiado la dinámica de niños y madres, tal como ha ocurrido en

otros lugares del país. A su lado estaban Luz Adriana Valencia y Ju-

lieth Jaramillo. Para las tres la lectura ha significado que en el hogar

también puedan existir otros espacios para compartir con sus hijos.

José en la sala de lectura.

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Luz Adriana me dijo que tenía su propio ranking: “¿Qué es? , Dudú se

viste , Los ruidos y Juegos en el mar ”. Julieth, más tímida y madre de dos

hijos, sacó una hoja rayada de cuaderno y me la mostró. Estaba escri-ta a lápiz. Su trazos y palabras eran conmovedores: “A veces pelean

por el libro y cuando se los entrego no quisieran soltarlo”.

L a s m u j e r e s d e l r í o

María Eugenia, Julieth y Luz Adriana son risaraldenses. Tokio es un

buen ejemplo de que, a fuerza y por razones oprobiosas, la multi-

culturalidad tan cacareada en la academia solo es posible con con- vivencia real. Así lo comprueban los salones de estos trescientos

niños donde leen, se bañan, juegan y saltan: afros, indígenas, mes-

tizos y blancos como la leche. Las historias, sin importar el color de

la piel, son duras. Gloria Pescador, una de las madres comunitarias

que atiende a los niños, entiende bien de qué se trata crecer. Ella,

nacida en Río Sucio, Caldas, es madre comunitaria hace 21 años.

Sus hermanas y su hija hoy también trabajan en el mismo oficio. Me

dice emocionada que jamás se imaginó que para leer hubiera que

tener técnica. “Que nos den talleresde cómo se les lee a los niños, como

el de Ibagué, nos cualifica y nos ha-

ce entender que esto es un hábito,

como cualquier otro”. Ella es una de

las más entrenadas en la lectura en

voz alta. Me lleva hasta su salón, Pre-

jardín 2, y lee en voz alta ¡Mamá! , un

bello libro que emociona por igual

a los catorce niños que tiene a sucuidado. Les pregunta: “¿Cómo se

llama el libro?”. Y ellos contestan a

coro: “MarioooRamooos”. “No, el tí-

tulo, no el autor”. Ahí sobreviene la

Leyendo “Cuando vamos de compras”.[Siguiente] Jeffrey pintado de gato.

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palabra que pronuncian una y otra vez como un mantra: mamá, ma-

má, mamá... Al terminar me dice que cometió una falla. ¿Por qué?,

le pregunto. “Porque me quedé de pie, y uno debe leerles a los niñosal mismo nivel de ellos: sentada”.

Junto a Gloria trabajan mujeres como Rina Beatriz Mosquera, na-

cida en Tadó, Chocó, de donde tuvo que desplazarse hace diez años

con once miembros de su familia. Con una sonrisa blanca que en-

marca su rostro negro, Rina llegó a El Plumón a invadir y luego fue

reubicada en Tokio. Su esposo hoy en día trabaja como operario ha-

ciendo camisas en una fábrica, y con su hijo, Frederic Herrera, leen

todas las noches. Ella es madre comunitaria hace cuatro años. Aleida Mosquera es otra de las madres desplazadas. Ella debió

dejar Buenaventura. Las dos coinciden en decirme que los libros les

han abierto puertas, aun cuando la vida en una ciudad como Pereira

Hablando de personajes...

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les ha resultado difícil. “Con los libros”, dice Aleida, “uno se acuerda

de cosas que le hacen falta como el río, la pesca; uno en su pueblo

no se iba a morir de hambre. Una ciudad es muy difícil. Cada unotira pa’ su lado”.

Las mujeres de Tokio, como Rosa Angélica Ocampo, una madre

comunitaria que lleva 21 años en el oficio y que creció en hogares

del icbf, pues es huérfana, han sido capaces de hacer de la llega-

da de unos libros un motivo para establecer lazos que, debido a su

reubicación en el Jardín Social, y lejos de sus casas, les han permitido

conocerse las unas a las otras. Muchas me confesaron que no ha sido

fácil dejar sus familias para venir a trabajar hasta el jardín, pero lohan aceptado de buen grado. Son mujeres felices con historias tristes

detrás; complejas, llenas de una energía que se transmite a los niños

como Farid, Maicol, Kevin, Tatiana, o Juan David, sus protegidos.

En cada uno de los salones se ven libros. Hay una sala de lectura

donde psicopedagogas dejan que los niños jueguen a voluntad con

los álbumes. Es como si la posibilidad de conversar de otros asuntos

las hubiera unido más. “Esto que hicimos —me dice Rosa, señalán-

dome las mochilas que hicieron para que los padres llevaran los li-

bros a sus casas— nos ha permitido saber quiénes son los padres detodos estos niños de una manera linda”. Yo agregaría que también

les ha permitido saber quiénes son ellas, qué extrañan, qué cosas les

resultan complejas… en fin, la lectura es eso.

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L a h o s p i t a l i d a d d e S a n t a R o s a

E l pasado 15 de octubre el río San Eugenio se salió de su caucedebido a las fuertes lluvias dejando a más de cien familias dam-nificadas. La emergencia hizo que Colombia supiera de la existenciade Barrios Unidos, una zona deprimida de Santa Rosa de Cabal que,

precisamente ese fin de semana, celebraba los 167 años de funda-

ción. Aún hoy, después de veinte días, pueden verse las marcas que

el agua dejó sobre las casas ubicadas a la orilla, y la ruina en muchas

otras. A solo dos cuadras del río se encuentra el hogar grupal “Un

mundo de fantasía”. Ese 15 de octubre las cinco madres que allí tra-

bajan salieron huyendo de la furia de las aguas y del barro con los

setenta niños que tienen a su cargo. Una de ellas, Lina María Londo-

ño, madre comunitaria desde hace diecisiete años, dice que lo mástriste de todo, cuando pasó el afán por salvar la vida, fue pensar en

los libros. ¿Cómo habrían quedado?, dice en voz alta esta mujer que

se ha acostumbrado a la lectura desde que el pequeño estante llegó

al jardín hace unos meses, con cuarenta títulos a bordo.

Puede parecer inocente la pregunta, pero hay que decir que des-

de que el programa Fiesta de la Lectura llegó al hogar, las cosas han

cambiado. Lina María me muestra unas cajas forradas con contact

donde guardaban los pocos libros que habían ido reuniendo a lo

largo de los años. “Esto era lo que teníamos”, dice esta mujer, madre

de dos niños de siete y diez años y quien ha encontrado en la lectu-

ra un motor para poner a funcionar el jardín alrededor de esta. No

Sofía y sus animales.Hogar grupal Un Mundo de Fantasía, Santa Rosa de Cabal.

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es exagerado decir que toda la actividad gira alrededor de los libros.

Lina me conduce hasta uno de los tres salones que tiene esta humil-de casa donde están agrupados los niños de 5 a 6 años. Ellos, que

sabían de mi visita y que habían preparado una especie de acto para

hablar de lo que más les gustaba de los libros, comenzaron a hablar-

me sin que Lina les dijera nada. Juan David se acercó diciéndome que

su autora favorita era Keiko Kasza, una mujer nacida en una pequeña

isla del mar de Japón, que ha publicado, desde 1981, notables libros

ilustrados, entre los que se destaca el preferido de los niños de “Un

mundo de fantasía”. El libro se llama Mi día de suerte y es la historia de

un zorro que un buen día llega a la casa de un cerdito dispuesto a co-

mérselo. El cuento es una genial vuelta de tuerca al lugar común de la

astucia de los zorros, pues el cerdo logra dilatar el momento de con-

vertirse en cena hasta salvarse. Muchos como Juan David nombraban a

Keiko Kasza y su “día de suerte” como lo mejor que les había pasado.

Fachada del Hogar grupal Un Mundo de Fantasía,Santa Rosa de Cabal.

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Al ver el espacio y conocer muchas de las vidas de estos niños hos-

pitalarios, que hablan como si fueran adultos, uno entiende por qué

ese libro en particular les ha producido una sensación de afecto quetodos repiten sin cesar. Después de todo, pensé, los libretos pueden

cambiar algún día y lo que se nos hace predecible, puede dejar de

serlo. Es el caso de Daniela, quien después de la inundación debió

abandonar su casa para vivir como refugiada en un coliseo de la ciu-

dad, y que ha descubierto —me lo dice Lina— que llevando todos

los días libros hasta ese lugar, se siente más acompañada. Daniela es

una narradora avezada. Cuando le pregunté cuál era su historia fa-

vorita, no dudó en comenzar a contarme Blanca Nieves con la habi-lidad de una experta. A Daniela le encantaba el final feliz, aunque se

detenía un buen rato en hablar de la bruja como algo malo que le

había pasado a la doncella. Como Daniela y Juan David, ese día ha-

blé con al menos veinte niños que, uno a uno, me contaron por qué

les gustaba de la lectura. Todos aludían al afecto para dar cuenta de

ellos. “Porque mi mamá me lo lee”, me dijeron muchos cuando les

pedimos que se pararan sosteniendo su libro favorito para una foto.

El éxito de esa estrecha relación, forjada en los salones del jardín,

ha sido, en buena medida, producto de un trabajo y un cariño quese nota en cada una de las madres:

Lina, Gloria, Eucaris, Diana y Yaira.

Ellas llevan muchos años en el oficio

de cuidar y atender pequeños y se

han dado las mañas para aprender de

ellos sus necesidades. Me dicen que

primero está el amor y después, lo que

se haga con ese sentimiento, siempre

funciona. Por eso, dos de ellas hanido a capacitarse a talleres de promo-

ción de lectura y han aprendido que

si no son las primeras lectoras no po-

drán transmitir ninguna emoción. Li-

Zona común deUn Mundo de Fantasía.

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na María aprendió eso hace muchos años, cuando comenzó a trabajar

en una pastoral con un sacerdote quien, al ver sus habilidades con las

artes manuales, la convenció de que transmitiera ese saber a niños vul-nerables como los que hoy atiende.

Después de la inundación, a los dos días los niños regresaron al

jardín. Para sorpresa de todos, los libros no habían sufrido. La me-

ticulosidad con la que habían sido cuidados los había protegido del

desastre, tal como lo cuenta Lina. Estamos sentados en un amplio

salón en donde han dispuesto un rincón protegido con una baran-

da hecha con palos de escoba por uno de los padres, donde se ubi-

ca el rincón de los sueños. Aunque en una visita reciente, una de lasfuncionarias que monitorea el programa desde Bogotá les sugirió

quitarla para que el acceso a los libros no tuviera barreras, ellas me

Juan David es un mosquito zumbador.Hogar grupal Un Mundo de Fantasía, Santa Rosa de Cabal.

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dicen que al haber puesto la baranda, los pequeños sintieron que ese

era un territorio protegido al que podían acceder sin problemas. A

veces, como en la historia del zorro, las cosas no son tan evidentescomo parecen. Este un espacio limpio, digno, en el cual cada cosa ha

sido hecha por las manos de estas mujeres laboriosas que han inven-

tado cortinas de retazos de telas, carteleras con dibujos hechos por

ellas mismas o los padres usuarios del colegio. Sus baldosas son habla

de una autoconstrucción que ellas han emprendido con el ánimo de

la gente buena.

Para recibirnos, los niños prepararon una serie de narraciones

que les gustaban. Así, ante un micrófono improvisado y conectado aun aparato de dvd que emitía por un televisor, comenzaron a suce-

derse historias que me sorprendieron. Uno contó el mito de la Pata-

sola, que los seduce, según me contó Eucaris, así como las historias

de miedo del Jinete sin cabeza y tantos otros que recorren esas lade-

ras desde hace mucho tiempo. Esa es otra cosa que sorprende en es-

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te jardín: más allá de la lectura formal de los libros de la dotación, hay

una arraigada tradición oral que parece transmitirse de generación engeneración. Quizás eso sea gracias a una fuerte raigambre cafetera de

un pueblo hospitalario como el que más al que han migrado en la últi-

ma década cientos de desplazados del Valle del Cauca y de Chocó.

A Santa Rosa se llega por la carretera que de Pereira conduce a

Medellín, por un puente helicoidal que se trepa en las montañas co-

mo un cuerpo extraño. Es un pueblo que ha crecido gracias a la eco-

nomía informal, al café y a la cercanía con la capital de Risaralda. Son

famosos sus chorizos, que se ofrecen en decenas de vitrinas con orgu-

llo. Aunque ha perdido su gracia debido a una evidente urbanizaciónsin control, como ocurre en casi toda Colombia, las costumbres de sus

gentes son campesinas y entrañables. Gente como las ochenta perso-

nas que, acomodadas en el salón de “Un mundo de fantasía”, no solo

quería agradar a los visitantes sino hacerlos sentir como en casa.

Isabela y Juan Camilo, amigos lectores.Hogar grupal Un Mundo de Fantasía, Santa Rosa de Cabal.

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Tras la lectura y las narraciones orales, los niños comenzaron a

dispersarse. Era su momento libre para escoger entre los libros qué

leer. Muchos cantaban Chumbalacahúmbala, otros venían hasta don-de estábamos los extraños de ese día, a mostrarnos las portadas de

libros como HallyTosis , El día de campo de don Chancho , Mis animales ,

y un largo etcétera. Había una especie de excitación que no se de-

tenía por cuenta de ser reconocidos, de verse en la mirada de otros.

Durante un buen rato me quedé sentado en un rincón para tratar

de ver con otros ojos los abrazos, los pedidos de lectura, las voces de

esos niños que querían ser escuchadas. Lo que vi fue mucha tranqui-

lidad, una libertad que no podría estar libreteada de antemano. Visonrisas y niños compartiendo libros y conversaciones. Vi que sus jar-

dineras les entregaban pliegos de papel periódico en los cuales ellos

comenzaban a pintar lo que les había sugerido la lectura. También

las observé a ellas y supe que eran capaces de ofrecer esa libertad

porque eran libres ellas mismas. Porque a pesar de las lluvias, de las

catástrofes, eran mujeres tozudas, capaces de enfrentarse a avalan-

chas como a decenas de niños ansiosos que, como ellas, estaban ávi-

dos de conocimiento.

Al final de la jornada, Lina quiso mostrarme el libro que ellashan hecho consignando todas las actividades que han realizado con

los álbumes entregados. Era un cuaderno naranja, con márgenes he-

chos a la usanza de las viejas escuelas, donde, en letra apretada, se

leía un pormenorizado recuento de lecturas. Como escritoras, estas

cinco mujeres estaban haciendo, no sé si sabiéndolo o no, lo que mu-

chos hacemos en las ciudades cuando leemos: llevar el placer de la

lectura a la escritura para que le memoria, como el río San Eugenio,

no se lo lleve todo.

De izquierda a derecha María Eucaris, Yaira, Lina, Gloria y Diana María, “Las Madres” del Hogar.

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E n l a t i e r r a d e l i n g e n i o

E l paisaje que se ve por la carretera entre Pereira y La Virgina es-tá atravesado por varios complejos de recreo que han construi-do las familias adineradas de la ciudad. En las inmediaciones de un valle que presagia el camino al departamento de Valle del Cauca hay

árboles frondosos en una planicie que se cruza en cuarenta minutos

para llegar hasta esa población risaraldense, desde la cual se advier-

te el piedemonte cafetero. Para entrar al municipio hay que cruzar

el puente Bernardo Arango, que se alza sobre el río Cauca, un río

que en tiempos de invierno inunda buena parte del pueblo. Creado

como municipio en 1959, La Virginia ha contado con innumerables

pobladores desde antes de la Colonia. No obstante, fue en el siglo

xix cuando allí se instalaron los primeros empresarios cafeteros, enuna época en que el corregimiento era aún parte de Caldas, como lo

siguió siendo hasta 1966, año en el cual se crea el departamento de

Risaralda. Alguna vez este poblado de 40.000 habitantes estuvo ata-

do al destino del ingenio azucarero Risaralda. Por eso, para los virgi-

nianos, las migraciones y desplazamientos no son una novedad. Una

buena manera de conocer aquella época es la novela de Bernardo

Arias Trujillo, Risaralda, que supuso una manera de contar esa histo-

ria preindustrial de la región a través de personajes bien logrados.

Al llegar a La Virginia, un muchachito sentado en la puerta de

la sede del icbf fue la primera alerta para pensar que allí, a pesar

de la cercanía con la ciudad, aún se vivía en una especie de burbuja

Eduardo, Camila y Nicole adornan el paisaje.Hogar infantil La Virginia.

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rural. El niño no tenía la desconfianza de los niños urbanos. De re-

pente comenzó a hablarme de dónde estudiaba, de qué le gustaba y,

al final, se despidió como un adulto y se montó en su bicicleta. Lo vipartir por esa calle soleada pensando en cuán libre era de dirigirse a

quien se cruzara en el camino sin temor.

A tres cuadras de ese lugar está el Hogar Infantil Comunitario La

Virginia, una casona que data de los años cincuentas del siglo pasado,

con techos altos de zinc y paredes pintadas de colores. La edificación

es el albergue de 160 niños que están al cuidado de siete mujeres que,

al contrario de los jardines que visité, son “jardineras” y no madres co-

munitarias. Una de ellas es Aleida Cardona, quien ve por treinta y dosmenores. Al preguntarle por el significado de la Fiesta de la Lectura,

Aleida dice que lo mejor ha sido la posibilidad de acercar a los padres,

usando los libros como estrategia. “Hemos implementado el sistema de

préstamo con los padres, y eso ha hecho que ellos vengan más a menu-

do, curiosos de llevar nuevos libros a sus casas”. Gloria Elsy Muñoz, la

directora del jardín, me conduce a una oficina en la cual se ven dos es-

critorios metálicos grises, como los de las viejas farmacias. Para insistir

en lo que dice Aleida me muestra un cuaderno cuadriculado casi lleno

de nombres y fechas mediante las cuales se señalan los préstamos. “Esla prueba de lo que le decía Aleida:

aquí ahora tenemos biblioteca”.

La casa funciona hace 32 años co-

mo jardín infantil. En esa época Glo-

ria llegó y no había ni niños ni libros.

“Era una cosa que no se veía”, dice.

“Yo misma comencé a hacer brigadas

para convencer a los padres de que

nos trajeran a los niños. En ese mo-mento también me di cuenta de lo

importante que era tenerles libritos,

pues no había casi nada”. Gloria me

muestra viejos cuentos en una estan-

¿Leemos? Hogar infantil La Virginia.

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tería gris que fueron los precursores

de los que han llegado para confor-

mar un rincón de lectura. No obs-tante, el proceso de lectura no es un

cuerpo extraño en La Virginia. Gloria

dice que hace unos diez o doce años,

con la asesoría de Comfamiliar, co-

menzaron a formarse como promoto-

res de lectura y que, desde entonces,

le dedican un tiempo a leer. “Noso-

tros les hemos inculcado a los padres y a los niños, a través de encuestas a

los primeros, y de lectura a los segun-

dos, el hábito de la lectura. Porque

es un hábito, y por lo tanto, necesita

unos tiempos diarios de ejercicio”.

Cuando me acerco a la actividad

que dirige Aleida descubro que las

palabras de Gloria son ciertas. Qui-

zás es el primero de los lugares endonde no percibo una ansiedad, si-

no, como ella lo dice, una natural re-

lación de los pequeños con lo que

leen. Los treinta niños sentados te-

nían libertad para elegir sus cuentos

y, de manera ordenada, lo hicieron

como si en verdad estuvieran en una biblioteca. Estos niños vienen

de familias estables, y muy pocos vienen de entornos de desplaza-

miento o violencia. Según los cálculos de Gloria, un 40% de ellos vie-ne de familias con trabajos en la administración local, otro 40% del

trabajo informal y un 20% de madres jóvenes cabeza de familia. “Son

familias que atienden a sus niños; es gente muy receptiva e interesa-

da en cualquier actividad que les propongamos”, dice Gloria.

[Arriba] Enamorados de Sapo.[Abajo] Gloria Elsy Muñoz,

directora del Hogar Infantil La Virginia.

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Tal vez por eso Fiesta de la Lectura no ha sido una rareza para

los niños, los padres y las empleadas del jardín. “Cualquier estrategia

que hacemos en cuanto a la lectura, no solo ahora, sino desde antes,ha estado sustentada en lectura de realidades. Nosotros hemos in-

sistido en que los libros nos hablan también de nuestros problemas

y ofrecen soluciones. Por eso las jardineras conocen la colección y

cada libro que se abre se engancha a nuestro plan pedagógico. Por

ejemplo, si la historia es la de un tigre o un ratón, nos apoyamos en

el libro pero también en lo que es nuestra naturaleza, nuestro medio

ambiente, geografía, etcétera. Así, los libros se vuelven no solo espa-

cios de esparcimiento, sino que revelan también conocimiento”. Y eso lo confirman los niños. Todos tienen, en verdad, un vocabu-

lario muy rico. Muchos de ellos me hablaron con confianza de lo que

En el salón de Aleida.

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estaban leyendo, de por qué les gustaba o interesaba. Aunque inte-

ractué con un grupo de cinco años, luego me paseé por los salones

de los más pequeños y se

La Fiesta de La Lectura ICBF

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