La Flecha de Eros (Recensión de Juan Cruz Martínez Methol)

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La flecha de Eros, de Gerardo Arenas Grama, 2012 Juan Cruz Martínez Fuiste la primera mujer de mi vida, le confiesa un analizante a su analista después que este no aceptara su partida del análisis, maniobra que desencadenó una transitoria erotomanía transferencial. Seductor full time, ninguna mujer le hacía mella, repitiendo durante años ese estilo erótico. El encuentro con un analista, a través del amor de transferencia, se vuelve condición para que haga de Una- mujer su síntoma. De esa subversión del sujeto en una singularidad se ocupa La flecha de Eros de Gerardo Arenas, notable ensayo que no retrocede ante el enigma de lo singular, abordado a través de los misterios del amor. Si la entrada de un analista produce un “sismo libidinal” en la vida del analizante, será necesario examinar las dimensiones de la experiencia analítica (lo universal, lo vacío y lo singular) para precisar la responsabilidad del analista en cuanto a someter lo universal a lo singular, encarnando así el lugar de la x que permita al analizante alcanzar su singularidad. Arenas acomete esa tarea identificando esa singularidad opaca con el núcleo freudiano del propio ser, y desplegando la problemática lacaniana de los ’50 acerca del ser del

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Recensión del libro La flecha de Eros, de Gerardo Arenas.

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La flecha de Eros, de Gerardo Arenas

La flecha de Eros, de Gerardo ArenasGrama, 2012Juan Cruz MartnezFuiste la primera mujer de mi vida, le confiesa un analizante a su analista despus que este no aceptara su partida del anlisis, maniobra que desencaden una transitoria erotomana transferencial. Seductor full time, ninguna mujer le haca mella, repitiendo durante aos ese estilo ertico. El encuentro con un analista, a travs del amor de transferencia, se vuelve condicin para que haga de Una-mujer su sntoma.De esa subversin del sujeto en una singularidad se ocupa La flecha de Eros de Gerardo Arenas, notable ensayo que no retrocede ante el enigma de lo singular, abordado a travs de los misterios del amor.Si la entrada de un analista produce un sismo libidinal en la vida del analizante, ser necesario examinar las dimensiones de la experiencia analtica (lo universal, lo vaco y lo singular) para precisar la responsabilidad del analista en cuanto a someter lo universal a lo singular, encarnando as el lugar de la x que permita al analizante alcanzar su singularidad.Arenas acomete esa tarea identificando esa singularidad opaca con el ncleo freudiano del propio ser, y desplegando la problemtica lacaniana de los 50 acerca del ser del analista y su lugar en la economa libidinal del analizante. Lo singular se revelar no como un dato sino como algo a construir en una experiencia de la virtud (aret) o saber-hacer all donde desfallece el saber. Mostrando que el anlisis se dirige a la reduccin de la distancia entre el sujeto y su singularidad, el autor verifica las distintas versiones que Lacan realiza al enfrentar tal problema, desembocando en el impasse del seminario La transferencia. Y ello partiendo del Eros subversivo del Seminario 1 y el amor como pasin del ser, que exige del analista perturbar la indiferencia cuando esta es una posicin del ser ante el otro, pasando por ese esbozo de una doctrina del amor (Miller, Donc, p. 217) a travs de las categoras de ser, falta y objeto en el Seminario 4, luego la ubicacin de la incidencia traumtica del acontecimiento de goce en el grafo del deseo, construido en el Seminario 5, hasta la localizacin de das Ding en relacin al Kern de nuestro ser en el Seminario La tica.El autor propone una lectura vertiginosa sin perder la brjula de lo singular, y nos hace detenernos en el Seminario La transferencia desde la pregunta lacaniana por el lugar del analista, situando all de modo indito la nocin de dignidad. Si el mandato espantoso de Eros, nos dice, es salvar nuestra dignidad de sujeto por medio de un objeto nico, el analista deber encarnar ese Kern que rescatar al sujeto de su sumisin al significante y al fantasma, descubriendo como amante lo que le falta. El final de ese seminario adquiere sin embargo el aspecto de una derrota de lo singular. La promesa del analista objeto como solucin de la x de la transferencia lleva a postular un objeto cualquiera y por lo tanto universal, y el duelo del analista desemboca en un no es a m a quien amas.El paso siguiente ser una minuciosa lectura del seminario La identificacin, que descubre paso a paso los diversos habitantes del litoral significante/letra. Arenas recorre y traza el laberinto en el cual Lacan busca recuperar la brjula de lo singular localizndolo en un rasgo de goce, dando luego un golpe de timn que sacrifica la singularidad contingente a un objeto real imposible para lo simblico, tematizado como objeto causa del deseo y garanta de la alteridad del Otro en el seminario La angustia. Tal colapso de lo singular sobre lo imposible implica un extravo en la enseanza de Lacan, aunque la posibilidad de un amor sin lmites (Seminario 11) indica que el amor puede no ser solo semblante, apuntando a una singularidad plena, y la equivalencia real-contingencia-singular puede recuperar entonces sus derechos, ms all de los lmites de la ley.La pregunta que subtiende el desarrollo argumentativo refiere al lugar de la singularidad identificada con el ncleo del ser en la ltima enseanza de Lacan. Si el ser no es ms que semblante, nos dice el autor, y por lo tanto no tiene nada de real, en los 70 Lacan quiebra la solidaridad entre lo singular y el ser, redefiniendo la orientacin del psicoanlisis no hacia un lugar sino hacia un lazo, y no hacia una identificacin sino hacia un arreglrselas con el sinthome, es decir, con la singularidad de un goce imposible de negativizar (singularidad eterna del sinthome que da unidad a una vida, dice J.-A. Miller en Sutilezas analticas, p. 294).Este libro, que prosigue el desarrollo de En busca de lo singular (Grama, 2010), ttulo que el autor situaba como un producto mestizo entre Poros y Pena, escrito a partir de las preguntas de su experiencia, presenta al lector un estilo que combina precisin y rapidez en el tratamiento de los atolladeros y extravos de Lacan sin dejar nunca de sealar la brjula que lo orienta, que atraviesa como una flecha cada uno de sus captulos, y es tan certero como Eros.