La fórmula del comportamiento ético en las organizaciones - Miguel Antezana

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33 La fórmula del comportamiento ético en las organizaciones MIGUEL E. ANTEZANA Coordinador académico de los Diplomados Internacionales en Comunicación de ESAN Graduate School of Business U n comportamiento ético está ineludiblemente ligado a la creencia mayoritaria de un actuar “bueno” y, por lo tanto, se asume antagónicamente que existe uno “malo”. No obstante, lo que para una persona, cultu- ra o sociedad puede ser correcto, para otra puede ser incorrecto; y ambas miradas son perfectamente válidas dentro del marco de sus propios antecedentes, realidades y factores que los rodean. En el caso de las empresas, el actuar ético no debe ser sola- mente “bueno” y no es tan subjetivo como suele suceder con el criterio personal. Las organizaciones poseen varios marcos de acción dentro de los cuales deben ubicarse para realizar sus operaciones; empezando con las leyes y regulacio- nes particulares del sector en donde se encuentran, las cuales delimitan lo que pueden/deben hacer y lo que no. Así mismo, la socie- dad en general suele ser el público más crítico, más fis- calizador e inclusive el que asume más el rol de “caja de resonancia” cuando la organización actúa alejada del “debe ser” empresarial. No es tarea fácil man- tener a todos los públicos felices y que todos tengan una imagen positiva de no- sotros. Más aún cuando la delgada línea que separa a la imagen de la reputación es ignorada o desconocida por personas y organizaciones. ¿Qué hacer entonces para ser considerados entes éticos ante la sociedad? Desde nuestra mirada, el comportamiento ético en las or- ganizaciones pasa por la conciencia de trabajar sobre la base de tres elementos principales: la transparencia, la responsabilidad y la comunicación; elementos que, a su vez, son indispensables para posteriormente entrar en el campo del llamado gobierno corporativo. Corporativamente hablando, la transparencia debe ser el factor común del comportamiento organizacional ante nuestros públicos internos o externos. Su ausencia genera suspicacias y es una invitación a la fiscalización de propios y extraños. Las organizaciones desde su creación son personajes públicos que aceptan implícitamente el escrutinio social, por lo que la trans- parencia no es un favor hacia la sociedad sino una obligación. La responsabilidad por su parte suele ser asumida con un matiz legal, desde la óptica de aceptar y asumir las consecuen- cias de nuestros actos, dejando en segundo plano lo que en rea- lidad genera: reputación corporativa. En ese sentido, la Respon- sabilidad Social Corporativa, deformada por un tinte filántropo e inclusive mal aprovechado fiscalmente, se aleja de lo estricta- mente responsable y ético. La responsabilidad empieza en las relaciones que se tienen con los trabajadores, con la sociedad y con el Estado. Si alguna de esas relaciones está en pasi- vo, se está en deuda con la responsabilidad. Por último, la comunica- ción es una herramienta de gestión en todas las organiza- ciones, sean privadas, públi- cas y sin importar su tamaño o rubro de desarrollo. La empresa es una suma de vo- luntades, y la comunicación opera como una herramienta promotora, coordinadora y ejecutora del actuar de cada uno de sus integrantes. No se asumen tareas, no hay com- portamientos implícitos, hay actuares de consenso que solo emergen con la Comunica- ción Corporativa. Las organizaciones desde su creación son personajes públicos que aceptan implícitamente el escrutinio social, por lo que la transparencia no es un favor hacia la sociedad sino una obligación. Expertos RS |

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La fórmula delcomportamiento éticoen las organizaciones

MigueL e. AntezAnACoordinador académico de los Diplomados Internacionales en Comunicación de ESAN Graduate School of Business

Un comportamiento ético está ineludiblemente ligado a la creencia mayoritaria de un actuar “bueno” y, por lo tanto, se asume antagónicamente que existe uno “malo”. No obstante, lo que para una persona, cultu-

ra o sociedad puede ser correcto, para otra puede ser incorrecto; y ambas miradas son perfectamente válidas dentro del marco de sus propios antecedentes, realidades y factores que los rodean.

En el caso de las empresas, el actuar ético no debe ser sola-mente “bueno” y no es tan subjetivo como suele suceder con el criterio personal. Las organizaciones poseen varios marcos de acción dentro de los cuales deben ubicarse para realizar sus operaciones; empezando con las leyes y regulacio-nes particulares del sector en donde se encuentran, las cuales delimitan lo que pueden/deben hacer y lo que no. Así mismo, la socie-dad en general suele ser el público más crítico, más fis-calizador e inclusive el que asume más el rol de “caja de resonancia” cuando la organización actúa alejada del “debe ser” empresarial.

No es tarea fácil man-tener a todos los públicos felices y que todos tengan una imagen positiva de no-sotros. Más aún cuando la delgada línea que separa a la imagen de la reputación

es ignorada o desconocida por personas y organizaciones. ¿Qué hacer entonces para ser considerados entes éticos ante la sociedad?

Desde nuestra mirada, el comportamiento ético en las or-ganizaciones pasa por la conciencia de trabajar sobre la base de tres elementos principales: la transparencia, la responsabilidad y la comunicación; elementos que, a su vez, son indispensables para posteriormente entrar en el campo del llamado gobierno corporativo.

Corporativamente hablando, la transparencia debe ser el factor común del comportamiento organizacional ante nuestros públicos internos o externos. Su ausencia genera suspicacias y es una invitación a la fiscalización de propios y extraños. Las organizaciones desde su creación son personajes públicos que aceptan implícitamente el escrutinio social, por lo que la trans-parencia no es un favor hacia la sociedad sino una obligación.

La responsabilidad por su parte suele ser asumida con un matiz legal, desde la óptica de aceptar y asumir las consecuen-cias de nuestros actos, dejando en segundo plano lo que en rea-lidad genera: reputación corporativa. En ese sentido, la Respon-sabilidad Social Corporativa, deformada por un tinte filántropo e inclusive mal aprovechado fiscalmente, se aleja de lo estricta-mente responsable y ético. La responsabilidad empieza en las relaciones que se tienen con los trabajadores, con la sociedad y

con el Estado. Si alguna de esas relaciones está en pasi-vo, se está en deuda con la responsabilidad.

Por último, la comunica-ción es una herramienta de gestión en todas las organiza-ciones, sean privadas, públi-cas y sin importar su tamaño o rubro de desarrollo. La empresa es una suma de vo-luntades, y la comunicación opera como una herramienta promotora, coordinadora y ejecutora del actuar de cada uno de sus integrantes. No se asumen tareas, no hay com-portamientos implícitos, hay actuares de consenso que solo emergen con la Comunica-ción Corporativa.

Las organizacionesdesde su creación

son personajes públicosque aceptan

implícitamente el escrutinio social,

por lo que la transparencia no es un favor hacia

la sociedad sino una obligación.

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