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La Gacetilla nº 2 AULAS DE MAYORES DE LA PUEBLA Y SAN JUANILLO. AYUNTAMIENTO DE PALENCIA UNIVERSIDAD POPULAR DE PALENCIA AÑO 2014 Dibujo: Marina Anaya TALLER DE ESCRITURA CREATIVA Profesora: Concha Lobejón Sánchez

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TRABAJO DE LOS CURSOS DE ESCRITURA CREATIVA DE LAS AULAS DE MAYORES 2014

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La Gacetilla nº 2 AULAS DE MAYORES DE LA PUEBLA Y SAN JUANILLO. AYUNTAMIENTO DE PALENCIA – UNIVERSIDAD POPULAR DE PALENCIA

AÑO 2014

Dibujo: Marina Anaya

TALLER DE ESCRITURA CREATIVA

Profesora: Concha Lobejón Sánchez

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POR LOS PREDIOS DE MARIA JESÚS Y CAMILO ELISEO DEL BLANCO Aquel jardín tan florido empezó a ser sonriente cuando llegó tanta gente al paraíso..... ¿perdido? ¿Alguien habló de... perdido? ¡Borremos la aberración! Descrita está su ubicación, consta en oficiales papeles y pagados aranceles del paraíso florido. Mari Chus y Don Camilo, anfitriones de pro, nos guían hasta el portón que no es disco de vinilo. Con el alma nuestra en vilo apareció en plenitud la hermosura multitud de árboles bien podados, de rosales muy cuidados, dispuestos con exactitud. Fascinada contemplación de aquel cuidado vergel, se apropió de este plantel por una corta duración, porque aquella situación

tendríase que acabar porque lo del yantar, como es fácilmente entendible, distaba de ser comestible. ¡Impúsose el trabajar!! Con las mesas ya dispuestas bajo carpa protectora, paella confortadora y viandas allí puestas, las hambres son sosegadas, los Rueda y los Ribera se levantan de su espera; pastel, dicen, con café y después otro café con chupito a la gallega. Expandióse la tertulia a Mari Chús acatando “cada cual comentariando” del curso cada incidencia. Resistió bien la paciencia de nuestros anfitriones ante estos histriones, sin pizca de afectación en sus agradecimientos; y hasta habló un moscardón.

Fotos Comida Fin de Curso

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HISTORIA DE UNA MAESTRA ELISEO DEL BLANCO

Ya hacía unos cuantos días que estaba yo preocupado por lo que decir sobre “HISTORIA DE UNA MAESTRA” de Josefina R. Aldecoa, de tal manera que no desdijera grandemente de lo que ella escribe y que, al mismo tiempo, no fuera como un exabrupto para quienes lo tuvieran que oír y para quienes pudieran leerlo. Y en este estado, me vino que ni pintiparado mi amigo Alejandro con el que, en uno de esos luengos (solo en tiempo) paseos, después de las inevitables preguntas sobre la salud, el tiempo y demás cuestiones triviales de la conversación cotidiana, yo le hice partícipe de la preocupación a la que aludí anteriormente, a lo que él me contestó: “He leído esa obra recientemente por mor de unas discusiones sobre escuelas y maestros y te puedo decir de ella que....” y como le vi tan embalado en su monólogo que, además, era de mi agrado, no osé interrumpirle y, literalmente, dentro de lo posible, lo trasladaré al papel. “Me llamó la atención la coincidencia de la graduación de la maestra con la boda de Franco, algo dirá de él en algún momento. Hace unas descripciones de personas animales y cosas que son de mi agrado: “el hombre reseco y renegrido, el caballo acostumbrado a pesos mayores y el cordero al que el pastor debía de cuidar como Ezequiel cuidaba de los hijos del pastor; aquel caserío pardo amarillento de Tierra de Campos, las peñas grises moteadas de verdes”. Diría que estaba enamorada de su profesión y su premio era el progreso de sus alumnos; “no puede existir dedicación más hermosa que esta” y así debería haber seguido siendo, los niños y jóvenes deben adquirir los conocimientos necesarios para desenvolverse en libertad y con justicia. Hoy han brotado Universidades como setas y dudo que tengamos un profesorado suficientemente preparado para que sea la dedicación más hermosa, estimo demasiadas interferencias en la educación y oigo quejarse a algunos padres de la diferencia a peor entre sus hijos cuando se llevan tres o cuatro años, los padres que se quejan al profesor por el suspenso de su hijo sin haberse preocupado de si él estudia..... La escuela mixta yo la viví y no tengo ningún trauma, mis hijos fueron a la unitaria y tampoco me he dado cuenta de que lo tengan y mis nietos están en la mixta y lo mismo, no veo necesaria tanta tenacidad por la escuela mixta. Entre los personajes de “Historia de una maestra”, unos son sus amigos a los que llena de virtudes y otros que no lo son y sus características tienen un deje peyorativo; los negros de Guinea (me alegro que use esa palabra y no la de subsaharianos tan de moda en estos tiempos) son unas bellas personas y tenemos a los blancos, “los tiburones”; algunos alcaldes y los curas que no son de su devoción y si Don Wenceslao y Don Germán. Cada uno tenemos nuestras filias y fobias personales; condición humana. Cuenta luego los cambios en la política, la llegada de La República, nuevas elecciones, triunfo de las derecha, vuelta otra vez La República y el año 1.936 cuando llegan las noticias de una sublevación militar y los muertos en la cuneta pero no le han llegado noticias de los muertos en la otra cuneta, que también les hubo”. Más cosas te podría decir, me dijo, pero..... vamos a descansar.

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JUEGOS DE CREACIÓN A PARTIR DE LA LECTURA DEL LIBRO, EN LA CIUDAD UNA ESQUINA

DESPEDIDA CHARO ÁLVAREZ Hace tiempo que llegaste, venías de otra ciudad con una promesa en tu mente porque querías cambiar. Tu vida cambiaste, y orgullosa hoy te vas. En cada despedida, llevas en tu maleta una experiencia más. Autobuses que se alejan dejando huella en tu partida.

La añoranza que te llevas de la ciudad donde has estado, los amigos que aquí dejas compañeros de trabajo, te echarán mucho de menos cuando ellos vuelvan al tajo. Al llegar, verás amigos que en tu ciudad dejaste, pero no te olvides nunca de los que aquí encontraste. Ojalá que tu partida sea para mucho tiempo. Tampoco te vayas tan lejos, no tengas que regresar para poder recoger los trocitos de tu vida que dejaste en el andén.

HAY UN BESO PEGADO EN UN CRISTAL

ELISEO DEL BLANCO

Casi desde tiempo inmemorial, Humberto pasaba por aquella calle camino de su ocupación diaria y aquel, como tantos días desde hacía meses, ¿se le escapó?... una mirada furtiva hacia aquella ventana del primer piso del número trece. Algo le pareció ver en el cristal que le obligó a detenerse unos breves segundos y, efectivamente, allí estaban plasmados los labios semiabiertos y gordezuelos de Helena que el carmín tan bien reproducía. -¿Qué quería decir aquel beso tras al cristal? Y dándole vueltas a esta pregunta ocupó el corto tiempo que le quedaba hasta su trabajo; allí se imponía la dedicación absoluta al mismo para evitar fallos, lo cual no impidió, que de forma subrepticia, aquella imagen se reprodujera en su inconsciente. Finalizada su jornada laboral, volvió intencionadamente sobre aquel ósculo, con pensamientos que, unas veces lo exaltaban y otras lo deprimían; hasta los celos llegaron a asomar. ¡Bien sabía él que aquella era la ventana de la habitación de Helena! Su relación había terminado de forma tempestuosa hacía ya varios meses pero, en su interior, no había aparecido aún el rencor.

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En días posteriores, la blanca luz mañanera levantaba reflejos y colores añadidos a aquel beso que a él, Humberto, se le antojaba renovado cada día; hasta llegó uno, en que le pareció que aquel estaba perfilado, remarcado. En aquellos días de zozobra muchas veces descolgó el teléfono y otras tantas lo colgó porque ....”¿No te acuerdas de mí nada o te acuerdas demasiado?”. UN BESO FELI MERINO Un beso pegado al cristal, ¿a quién se dirigía? Sabemos que lo plasmó Mª Elena con sus gruesos labios desprovistos de toda pintura. Era un beso limpio; en él, sin duda, se hallaba la nostalgia de no poder entregarlo en otra boca, acompañado de un fuerte abrazo. Tres años llenos de ilusiones, con la esperanza de conseguir unos papeles que le darían la libertad de poder volar por el mundo. ¿Qué eran las fronteras? Tal vez un día soñó que pasados unos años el mundo sería libre para ella. ¡Solo un sueño! Si algo envidió sería a las aves libres para volar, a las nubes que se posaban libremente en cualquier valle. Tan solo tenía su rebeldía. Si el beso se borra, mañana y todas las mañanas volveré a ponerlo. Al menos él, tal vez pensó, será libre y llevará fuera, al otro lado del cristal, lo que físicamente yo no puedo hacer. ¡Ser libre! EL BESO EN EL CRISTAL Mª JESÚS BALBAS Recuerdo que cuando mis hijos eran pequeños, en los días fríos, se formaba vaho en los cristales y entonces se empapaban. Su juego favorito era pasar los labios por el cristal a ver quién daba el beso más grande. Ellos se lo pasaban pipa, a mí me sacaban de quicio. Se peleaban y siempre terminaba alguno llorando. Alguno cogía y los borraba, y siempre salía perdiendo la misma persona. Para calmarla, dejaba que se formase el vaho. Ella se ponía a un lado y yo en otro y nos dábamos un beso por el cristal. En su sonrisa se notaba el sabor de un gran beso, y desaparecía toda su pena. BESOS EN EL CRISTAL LUCÍA PÉREZ Teresa era una chica hermosa, con una nube de cabello pelirrojo en torno a su cara redonda, con algunas pecas y grandes ojos negros y brillantes como caramelos de regaliz. Sonreía a todo el mundo y siempre llevaba consigo una caja de hilos de colores y un pequeño bastidor. Sigue teniendo la cara redonda, las pecas entre alguna peca ya, y su pelo pelirrojo con alguna cana. Sus ojos siguen siendo los mismos. En tu compañía, cuando estuve enferma, te entretenías con tu caja de hilos y tu maravillosa labor de artesanía. Es mi hermana Teresa y su último beso a través del cristal de la puerta del hospital, me alegraba el resto del día. Gracias.

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HAY UN BESO PEGADO EN UN CRISTAL ÁNGELES PESQUERA

-¿Quién habrá sido la graciosa que ha marcado sus labios en este cristal?-, se lamentó la encargada de limpiar esa parte de la ventana del tren parado en la estación. No podía imaginar que, después de tantos besos como esos labios habían dado, este era el último.

LA CASA DE ENFRENTE

ELISEO DEL BLANCO

De las tres ventanas incrustadas en la fachada del número uno de la calle Jazmines, piso quinto, es la del medio en la que, indefectiblemente, a las siete menos cuarto de la mañana la persiana empieza a recoger sus lamas para dejar al descubierto la ventana, cuya parte central se abre para dar paso a la claridad incierta de esas horas y para que la brisa matinal, con su frescor, renueve el aire de aquella habitación en la que María Rosa ha estado dulcemente en los brazos de Morfeo durante la noche. Pocos minutos después aparecen en la ventana las sabanas y mantas que la han abrigado, las cuales volverán, con cierta presteza, a ocupar su sitio sobre el mullido colchón para repetir su acción benéfica para la que están destinadas. Una hora más tarde, más o menos, después de haber pasado por el taller de reparaciones que, por cierto, tampoco es que la sea muy necesario, sale del edificio nuestra protagonista, cruza la amplia calzada con paso ágil pero sin “el pícaro contoneo y gentil tamborileo de los pies”de Pepa Juana y observando para que lo coches no estropeen su estructura, emprende la marcha hacia su destino, que yo me atrevería a designar como alguna dependencia oficial porque los sábados no ocurre lo anterior. No vive sola porque, bien entrada la mañana, la ventana y las cortinas cambian de posición y, en alguna ocasión, cruza fugazmente ante la ventana una señora cuya cabeza, plateada ya, es la encargada de dejar las cosas en su sitio. Ya en el atardecer, me imagino a ellas de tertulia en una habitación con terraza por la luz artificial que dejan escapar los cristales, seguramente comentando las incidencia del día y haciendo planes para el día siguiente o para el fin de semana.

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La casa de enfrente no es igual que la mía. Solo lo supongo, pues nunca estuve en ella pero a través de la ventana de mi cocina, veía la suya. No conozco quien la habitaba y, sin embargo, sabía cómo eran. En las cuerdas del tendedero era frecuente ver prendas de color oscuro, algunas pasadas de moda, chaquetas de punto negras, pantalones de pana anchos, camisas de franela aunque estuviéramos en verano, en fin, ropa que, a mi parecer, era muy distinta a la que yo tendía. Y… ahora que lo pienso, hace bastante tiempo la ventana está cerrada, la persiana casi abajo y las cuerdas de tender vacías. ¿Habrá pasado “algo”? ENFRENTE DE MI CASA CHARO ÁLVAREZ Donde yo vivía la casa de enfrente era una tienda de comestibles, o mejor dicho, de todo. Allí encontrabas desde chucherías a unas zapatillas. A mi corta edad, me pasaba ratos viendo pasar a la gente con sus bolsas de tela cargadas de compra. La mayoría eran mujeres, ¡claro! Era

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curioso cómo yo imaginaba la compra que hacía cada una de ellas. Si yo consideraba a una pobre, más bien tacaña, la compra era reducida y barata. Otras, todo lo contrario. Me intrigaban mucho los dueños de la tienda. Eran padre e hijo. Yo tenía cierta curiosidad por saber cómo tendrían la casa, cómo se arreglaban para lavar, planchar… Para mí era impensable que ellos supieran hacer las tareas de la casa. Lo cierto es que tanto la tienda como ellos, siempre estaban impecables. Pasados unos años fui descubriendo que todo era más fácil de lo que yo pensaba. Las tareas domésticas las hacían entre los dos, no tenían nada que envidiar a las realizadas por cualquier mujer. Me encantaba meterme en la tienda y que me dejaran despachar; muchas veces lo hice. Entonces me divertía pensar con quién había acertado en mi juego de predicciones. Ahora lo considero un juego de infancia. LA CASA DE ENFRENTE Mª JESÚS BALBAS Mi cocina y parte de la casa da a un patio de luces que no es grande pero tiene ocho ventanas. El matrimonio que vive enfrente es de mi edad. No tiene hijos, sin embargo, se les ve felices. Comparten las tareas y llevan una vida muy organizada. Yo, que paro poco en casa… ¡tardamos semanas en echar una parladilla. Ellos nunca se levantan antes de la diez y yo salgo pronto de casa, pero somos buenos vecinos. En el piso de abajo vive una chica sola, se quedó viuda y los dos hijos que tiene se casaron y viven fuera, para colmo tiene que hacer su vida en una silla de ruedas. Su vida es triste y solitaria, apenas abre las ventanas. Se ha negado a salir de casa, no meses sino años. Yo apenas la veo, lo máximo es un saludo por la ventana y porque la llamo. La verdad es que me da pena su soledad. FELI MERINO La calle era estrecha, pues los coches solamente iban en una dirección. Las casas estaban separadas por esta vía. En la casa que el sol más iluminaba, vivía una pareja de jubilados que, al parecer, les molestaba la luz, ya que sus cortinas siempre estaban tapando la ventana. Frente a estos balcones, otros balcones siempre deseosos de luz ya que allí siempre daba la sombra. Eran jóvenes; no les importaba discutir acaloradamente a cualquier hora del día. Tan cerca una pareja de la otra, sabiendo los unos de los otros, sus entradas y salidas, mas por aquello de guardar la intimidad, no molestar y no meterse donde no nos llaman, pasamos como si nada supiésemos de los otros. Sabemos que los jubilados ya no viven solos, se dice la pareja joven, su hija ha vuelto por problemas familiares. En lugar de pensar si ha sido por falta de trabajo o que ante el hecho de que sus padres la necesitan, ha vuelto a su lado. Siempre nos gusta saber o imaginar lo que pasa en casa ajena. Nuestra casa es tan pequeña que hemos de adentrarnos en la del vecino. Esto ha sucedido, sucede y tal vez sucederá siempre. Procuremos enterarnos antes de diagnosticar, seremos mucho más humanos. Vecindad sin comunicación es una isla sin barcos.

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LUCÍA PÉREZ Cuando salgo a mi terraza veo una casa con un pequeño porche; siempre me llamó la atención la belleza de una niña de color chocolate oscuro, la melena negra larga con un brillo espectacular. Lo más bonito que descubrí después, es que es hija de dos mujeres blancas, que, ante los comentarios de alguna comadre siempre he defendido y por ello un día me dieron las gracias. La niña se llama Priyanka, es de Calcuta, vino del orfanato de la madre Teresa. Priyi (así quiere que la llame) pertenece a la casta paria, los intocables. ¿Os imagináis un futuro en ese país? La dedicación y generosidad de estas madres no debiera ser cuestionada.

SI LAS PIEDRAS HABLARAN

CHARO ÁLVAREZ Si las piedras hablaran y nos remontáramos a épocas más lejanas quizá nuestra historia no fuera la misma que hoy vivimos. Me paro a pensar en todas los secretos que algunas piedras guardan en su interior, pero ellas pasan el tiempo impávidas ante hechos que ocurren a su alrededor. Por poner un ejemplo, puede verse las rocas junto al mar, dejándose acariciar suavemente por el agua, sufriendo su desgaste cuando las olas rompen sobre ellas. En cuantas ocasiones han vivido tragedias en el mar. En cuantas, también, habrán sido testigo en las puestas de sol, mirando al horizonte, de parejas declarándose su amor. Las piedras están ahí guardando su silencio. Otro tipo de piedras son los innumerables monumentos que podemos contemplar: pirámides catedrales, puentes, etc. Incluso parajes naturales como el Monasterio de Piedra, y otros tantos de una belleza espectacular. Todas estas piedras también tienen su historia y, como no, sus secretos. Podemos decir que son unas amigas fieles que jamás desvelarán lo acontecido detrás de sus muros. Por culpa de la contaminación ambiental, es evidente el deterioro que sufren las piedras, deterioro que podríamos evitar si fuéramos conscientes de su valor y de su historia. “LA TRANSFORMACIÓN DEL PUEBLO” FELI MERINO Después de los años, Mar, había pasado la noche en el pueblo, en su habitación. Sí, era su armario, con los trapos de la época, sus libros de cuentos, los cuadernos con sus notas de la adolescencia. Estaban todos los “sus” que reunió en su infancia. Al contemplar estas cosas tuvo la sensación de que el sueño de aquella noche había sido muy largo… Su despertar era una anhelada realidad. Como años atrás, saltó de la cama. Los resplandecientes ojos de Mar, -María del Mar-, se adentraron en la espléndida galería que la luz del sol había escogido como morada bañándola con iluminados resplandores. Al fin su pueblo, siempre anhelado, estaba ante sus ojos urbanísticamente tan cambiado. La nueva urbanización le había situado como una pequeña ciudad dotada de muchas más bellezas. Las pequeñas casas eran ahora unos graciosos chalecitos. Había casas de cuatro y seis pisos. Los paseos dotados de cómodos bancos, balancines, la pequeña cascada, donde unos patitos tenían su morada. Los centenarios árboles, custodiando los preciosos rosales. No lejos, se veía la moderna estación. En el lugar que ayer

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ocupaba la “cueva del anacoreta”, había un moderno balneario, ya que aquellas aguas, de siempre, se las catalogó como medicinales. ¡Cuántos recuerdos! Sus amigos: Carlos, Andrés, Luis, Luz, María, Juanita… y tantos otros siempre pensando en subir en las noches calladas y serenas hasta el castillo del cual no quedaba más que la alta torre y en el que, actualmente, se hallaba un lujoso hotel y dependencias del balneario. Cuántas historias y cuánta fantasía había alrededor de aquel castillo. Unos decían que habían visto al anacoreta con una cantarilla de agua de la cueva para dar de beber y curar las heridas de los animales; otros que percibían el sonido del mar no muy lejano, les había que olían el salitre del agua… Sueños y leyendas de ayer. Mar, mirando todo aquello, se dio cuenta de lo logrado por el inseparable trío. Hoy Carlos era un gran médico del balneario. Siempre al lado de los que le necesitaban. Andrés, jefazo eficiente del laboratorio. Luis, eminente ingeniero y jefe de toda la contabilidad. Todo esto pudo lograrse gracias al tío de Carlos, que quiso premiar las buenas notas del trío de estudiantes. Al terminar la carrera les regaló un décimo de lotería a cada uno, de las series que se vendieron en el pueblo. Al ser premiados con el primer premio lograron que el pueblo entero fuese más o menos rico y los amigos cumplieran su sueño. Un tufillo de tortas recién horneadas suspendieron los sueños de Mar. Los abuelos y la tía la esperaban para desayunar. LUCÍA PÉREZ Las primeras piedras que a mí me han hablado son los cantos del portalón de la casa donde nací. Era la noche de Reyes. Mi padre paseaba el caballo y los cascos sonaban. Ese sonido, me habla de inocencia, alegría y del tiempo que compartí con mis hermanos esos sonidos. Otras piedras son las de los juegos: el tocalé, tres en raya… jugábamos en la calle y pintábamos los juegos en la carretera. Las piedras del Puentecillas las conozco todas. Pasaba por ellas cuatro veces al día. Las cruzaba para ir y venir de la escuela. Me siguen hablando de aprendizaje y de cultura. También cruzaba la Catedral y las piedras blancas y negras en forma de rombo; ya entonces me hablaban de querer conocer y cuidar las cosas bellas como las esculturas, las pinturas, la rejería, etc. Las columnas de la Calle Mayor me hablan, una a una, del transcurrir de la vida. En la huerta, donde viví media vida, me habla un banco de piedra al que visito mucho. Allí descansa mi hermano del alma, de mis juegos maestro. Ese banco es testigo de mi primer beso. Es el rincón donde me refugio. Me dijo la última vez que le visité, bueno nos dijimos: estoy viejo, hundido, partido por la mitad.

Así ahora está mi alma. Mª JESÚS BALBAS Es un gran tema, por ejemplo, esas catedrales son monumentos preciosos en lo que una se queda fascinada pensando en el trabajo realizado. En los siglos en los que fueron hechas no contaban con la maquinaria que hoy existe; fueron construidas con mucho trabajo y sudor, incluso algunas personas dejaron allí su vida. De ahí que se podría decir: si las piedras hablaran... Yo pongo este ejemplo pero daría para mucho más. Podríamos hablar de las esculturas como El David de Miguel Ángel, las piedras preciosas en las que se tallan grandes maravillas, o las simples piedras que por diversas circunstancias guardan bellos recuerdos. Yo

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tenía una que cogimos en la calle mi prima y yo, y grabamos con un clavo un corazón; la guardaba con mucho cariño y en un cambio de casa se perdió. ÁNGELES PESQUERA

Claro que dirían muchas cosas. Algunas ya vividas o sabidas por nosotros, otras porque nos las han contado o hemos leído sobre ellas. Por ejemplo, qué nos dirían las piedras de la tapia del cementerio donde mi padre me contó que encontraba cadáveres de hombres que, durante la noche o de madrugada, habían sido fusilados. Los veía algunas mañanas cuando pasaba por allí, siendo él un adolescente e iba a trabajar con el abuelo. Esas piedras guardarán las últimas palabras de unos seres que vieron segadas sus vidas, seguramente, sin comprender el motivo. Unas serían de súplica, otras serían blasfemias e improperios contra los que tenían enfrente, quizá otras iban destinadas a sus seres más queridos. Quién sabe, las piedras no hablan pero saben mucho.

Hay otras piedras que han tenido una vida más alegre o incluso divertida. Las que forman una apoyo natural y donde quizá se hayan sentado más de un enamorado y se han dicho cosas bonitas y divertidas, o donde un pastor deja pasar las horas mirando como pastan sus ovejas y entabla conversación con su perro fiel, o simplemente, una piedra cualquiera, solitaria, donde alguien ha contemplado la luna.

Y qué diríamos de las piedras con las que se construyeron tantos monumentos centenarios o, incluso, milenarios. En este momento, después de tantísimos años, podrían estar días enteros contándonos cosas que vivieron en el momento de la construcción. Cómo las sacaron de su hábitat natural y las transportaron hasta el lugar donde ahora residen. Cómo, tallándolas, cambiaron su aspecto para formar, unas con otras, ese majestuoso edificio.

Y de las piedras que han acabado siendo adoquines en calles y plazas por donde han pasado y paseado tantas gentes diversas, y carros, y animales. Donde se han celebrado fiestas, manifestaciones de todo tipo, mítines y algún sermón eclesiástico…¡Cuántas cosas nos pueden contar!

¿Tendrán memoria las piedras? Creo que sí, pero como no hablan… ROSA Mª ILLERA Si las piedras hablaran serían multitud de cosas las que contarían. Nos harían saber sucesos en los que ellas fueron y son testigos mudos aquí y en cualquier lugar del mundo, ya que siempre estuvieron “ahí“, viendo pasar los acontecimientos de todos los tiempos. Desde la más remota antigüedad, cuando con tres piedras grandes formaban un dolmen, hasta nuestros días. Si ellas no hubieran sido lo que son, y como son, no se hubiera podido edificar, esas construcciones arquitectónicas visitadas y admiradas. La belleza de las catedrales de diferentes estilos y culturas, los castillos, anfiteatros, palacios, abadías, acueductos, templos en honor a los dioses, y cualquier fuente en pueblecito pequeño, etc. A pesar de que muchos están en ruinas, son lo suficiente elocuente para hacernos idea del esplendor que tuvieron en otros tiempos. Ante ellas y sobre ellas, hemos pisado desde el ser más insignificante hasta el más poderoso de la tierra. Hoy en día, pisamos en los mismos lugares como lo hicieron grandes personajes de la Historia, dejando patente sus huellas como si fueran grabadas a fuego, y por eso, tienen la Historia en ellas. AGUSTINA PUERTAS ¡Las piedras nos podían contar tantas cosas desde las pirámides hasta nuestros días!

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Paseando por Palencia fui caminando por las calles y viendo edificios cuyos muros y pilares estaban construidos en piedra. Ellos nos podrían contar lo difícil que fue llegar hasta donde están. Quien podría contarnos muchas cosas sería Puentecillas, por el buen cometido que ha tenido por servir de acceso a ambos lados de la ciudad. Cuántas cosas podrían contarnos sus piedras que han recibido el paso de tantas gentes, de las lavanderas, de los paseantes hacia El Sotillo... y él allí, en medio, su tesón de piedra, desafío del tiempo, siempre de pie. Sentada en su lateral, descansando a la vera del río... Aquí me siento contigo, compartiendo mis inquietudes, tratando de alcanzar mis sueños... Muy cerca del puente se encuentra el llamado bolo de la paciencia, piedra en la que descansaban las lavanderas que, mirando al puente le decían: ya pronto llegaremos a casa. Cuántos silencios y suspiros están recogidos en tus piedras, buscando el cielo azul en el amanecer... Es nuestro patrimonio cultural. Además, tenemos muchas piedras en el Románico que nos hablan de nuestra historia castellana; piedras en los muros de las iglesias, en las casas... Silencio y recogimiento. Mª DEL CARMEN GUTIÉRREZ

Si las piedras hablaran se dirían unas a otras que entre ellas hay diferencias de clases sociales. Unas nacieron para ostentación y otras nacieron para ser pisoteadas. Las hay que tienen graduación y distinción, al igual que las hay heroicas e imbatibles. También las hay que sirvieron de mazmorras.

Hay piedras que si hablaran contarían que gracias a ellas los hombres ganaron más de una batalla. Se llaman "catapultas".

Navegando por el océano de mis recuerdos, se me vinieron a la memoria las piedras que pisotearon mis infantes pies. Estas sí que hablaban porque eran piedras vivas. Lo de vivas lo digo porque si pisabas se movían y te trataban con mucho cariño. Ellas mismas te decían dónde tenías que poner el pie, porque algunas estaban más fijas en el suelo que otras. Las piedras que formaban el camino hacia la playa eran todo un terremoto si ponías un pie en falso, pero ni eso. Eran un encanto porque disfrutaban mucho cuando rodábamos con ellas. Durante el invierno estaban más aburridas que una ostra. Las rocas de la playa eran igual de cariñosas; ansiosas esperaban el verano para disfrutar de nuestra presencia.. Cuando la marea estaba alta, se las notaba enfadadas porque no tenías paso y no podías ir a jugar a tu roca favorita.

Las piedras de mi niñez formaron parte de mi vida y de mis juegos. Con los tirabalas, tirábamos chinitas al mar; los juegos de las cinco chinas. También las utilizábamos de utensilios de cocina; hacían de mortero, de cascanueces y avellanas, y de martillo. Cuando llevábamos la ropa a clarear, para que no se la llevara el viento, la sujetábamos con piedras.

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Sin vivir en la montaña, todo el suelo de mi entorno era roca viva, playa y monte. No había asfalto, todo estaba sembrado de piedra.

ELISEO DEL BLANCO Piedras de altas montañas cuyas cumbres escalaron hombres que allí nos dejaron bien grabadas sus hazañas. Eso no admite patrañas; andan acá sus historias conocidas y notorias. También las tenemos tristes, por obstáculos tan fuertes que preservan las memorias. Bajemos de las alturas, que piedras encontraremos y su historia narraremos con efigies y esculturas. Las vemos como envolturas de gente antepasada; para cerrar la posada, levantar la catedral y el palacio episcopal con Gaudí y sus finuras.

Estas hablan de canteros de manos encallecidas, de carretas corroídas guiadas por carreteros. Hoy cambiaron los senderos por modernas carreteras, por máquinas rompederas que con su ruido enloquecen mas por su labor merecen agradecimientos sinceros. Las tenemos más cercanas en las plazas y pinares con historias más triviales de Luises, Juanes y Anas. Con palabras más serenas yo acabaré diciendo lo que escrito ya encontré: “Diciéndolo no diré lo que aquel pinar esconde, allí, yo recuerdo dónde nos pasó, ya sabes qué”.

SUEÑO URBANO

SUEÑO URBANO ELISEO DEL BLANCO

“Anoche cuando dormía, soñé, ¡bendita ilusión!....

No, no era una fontana la que fluía sino que, nada más y nada menos, era yo el encargado de proyectar el trazado de una ciudad cómoda, acogedora, nada inhóspita, de la que hubieran desaparecido esos recovecos que se ven ahora y que se suelen usar para cosas muy poco edificantes. Era un terreno en forma de rectángulo, totalmente agreste, en el que trazaba unas calles rectas y paralelas en su largura, atravesadas por otras también rectas y perpendiculares a las primeras, en cuyas confluencias haría instalar una fuente, un monumento o, simplemente, un jardín, pero, eso sí, que no impidiera ver la trayectoria a seguir. Amplitud de aceras y calzadas para que no se produjeran esos atascos que tanto irritan a los conductores que, a su vez, ponen a flor de piel los nervios de los transeúntes con el ruido del claxon de su coche.

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No terminaba de ver claro la instalación de un carril-bici porque, en la realidad, con excesiva frecuencia las bicis circulan por las aceras. Amplitud para que entrara el sol a raudales y poderlo disfrutar en los pisos, aunque me daba cuenta de la bondad de esas “calles hondas” cuando la canícula está en su cenit. En todo su perímetro habría zonas ajardinadas y espacios verdes para que, quienquiera que se acercara a ella, sintiera la hospitalidad de la tierra que iba a pisar y le brindara un espacio confortable para su estancia. Cuando empezaba a disfrutar de aquella obra, que consideraba buena, llegó la pesadilla en forma de tres grupos: Los grafiteros malos, los “valentones” que demuestran su arrogancia contra el mobiliario urbano y cuando nadie les ve y los políticos, dispuestos todos a reclamar su parte (¡como si algo fuera de su propiedad!) y allí todo dejó de ser incólume. Ni que decir tiene que desperté despavorido y a todos pedía para nosotros clemencia, misericordia y bonhomía y, en esos breves momentos entre la realidad y los brazos de Morfeo, me vino al pensamiento lo de .....”y los sueños, sueños son” o, como decía mi abuela, ¡qué poco dura la alegría en casa del pobre! SUEÑO URBANO CHARO ÁLVAREZ Recuerdo que soñaba un día que, en una ciudad yo vivía, tan bella, tan limpia estaba que a todos invitaba a salir a pasear. cuando abría la ventana el sol me daba en la cara y el aire que respiraba era puro, limpio y sano y el olor que me impregnaba era a rosas, jazmín e hinojo. Como vivía a mi antojo, al parque salí a pasear. ¡Qué remanso de paz y olores! El césped, como una alfombra de mil colores, entre sus tonos verdes nacían todas las flores. ¡Oh! Qué desilusión sufrí

cuando abrí los ojos y vi, que todo había sido un sueño pues nada era tan bello como en mi sueño viví. Al salir a caminar volví a la realidad: bolsas, papeles, excrementos, algunos animales sueltos… No culpo a los animales pero, sí a los dueños. Botellas esparcidas por el parque que la juventud dejó después de celebraciones y que nadie recogió. Me quedaré con el sueño aunque sea irrealidad. todo me lleva a pensar, como dijo Calderón: “que los sueños, sueños son”

RETRATO DE PALENCIA CARMEN GUTIÉRREZ La primera vez que pisé Palencia, mejor dicho, la estación de Palencia, fue a principios de la primavera del año 1958. Camino de Santander hice trasbordo en Palencia, con tan mala suerte que me retorcí un pie cuando bajaba del tren. Como era de noche, no aprecié nada más. Nunca pensé, después de 6 años, que volvería a Palencia y para siempre: deshaciendo el camino, o sea, desde Mieres, me vengo a vivir a Palencia. Lo primero que llamó mi atención, antes de bajar

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del tren, fue la imagen de un Cristo en lo alto de un cerro. Con el tiempo supe que dicho Cristo era obra de un escultor palentino y conocí toda su historia. Atraída por mi curiosidad, subí varias veces al "Cristo del Otero", por su paisaje, su vista panorámica y también por su tradición "del pan y el queso". De Palencia descubrí muchas cosas que yo no conocía. El Canal de Castilla, la acequia a la altura del hospital de San Luis. Este lugar era para mí un lugar encantador, sentía la frecura en las tardes de verano. También el Puentecillas junto con las Huertas del Obispo y la Dársena, con toda su agua remansada. De los templos de la ciudad, el que más me gustó, la iglesia de San Miguel, por su aspecto medieval. La catedral también despertó en mí curiosidad, sobre todo, la gruta de San Antolín. Cuando me contaron toda su historia "las tropas de Lancaster y los esponsales del Cid y doña Jimena", tuve la sensación de que España empezaba en Palencia y terminaba en La Coruña, con León en el medio. Todo para mí era un puro contraste. El primer mes de julio que pasé en Palencia, hacía un año que yo no veía el mar. Viajando por pueblos cercanos todo me parecía un mar de trigo; no veía ningún árbol, pensaba en los pastores y en las tormentas. Cuando subí al mirador de Autilla y vi su impresionante paisaje, con el sol hacia su ocaso, me vinieron a la memoria unos versos de Rosalía de Castro. "Castellanos de Castilla/ trata de ver a os galegos/ cuando van, van como rosas/ cuando volven, volven negros". Este es mi retrato de mi primer año en Palencia. P.D.: Se me olvidaban los palomares. SUEÑO URBANO ÁNGELES PESQUERA Hoy he soñado en una ciudad de clima templado donde casi siempre había la misma temperatura, unos 30º en verano y aproximadamente 20º en invierno. Donde no había necesidad de tener abrigos, ni bufandas ni guantes. Donde no era necesario tener calefacción ni aire acondicionado en las casas. Donde llueve lo justo para que todos los espacios verdes estén relucientes sin necesidad de regar y haya flores en abundancia. Una ciudad cómoda con no más de cien mil habitantes, industria derivada de la materia prima existente en los alrededores y que proporciona puestos de trabajo. Con poco tráfico y suficientes servicios para sus habitantes, como colegios, bibliotecas y otros espacios culturales, hospitales y locales de ocio. La localizo en España, cerca del mar pero no al pie de él porque cuando éste se enrabieta me da mucho miedo. Yo creo que no existe, sólo ha sido producto de mi imaginación porque cuando he despertado y he recordado el sueño, he repasado mentalmente la mayor parte de las ciudades españolas y ninguna se ajusta a la ciudad soñada por mí. Un sueño que, como todos, se ha desvanecido. Para eso sirven los sueños. Sin embargo, y una vez asentada en mi realidad, me he dado cuenta con mucha satisfacción que estoy muy bien donde vivo, a pesar de sus inviernos fríos, sus veranos cortos y calurosos y que el mar no está tan cerca como quisiera. En la vida casi nunca se puede tener todo. SUEÑO URBANO LUCÍA PÉREZ En mi ciudad todas las casas son unifamiliares, con un huerto en la parte de atrás, con frutas y verduras ecológicas, un jardín en la parte de delante, y todas ellas abastecidas con energía solar, ya que si algo tiene mi ciudad todo el año, es sol.

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Como todos los ciudadanos pagan equitativamente todos sus impuestos, todos los servicios, escuelas, bibliotecas, cines, teatros, complejos deportivos, son gratuitos. Tiene un patrimonio maravilloso que está magníficamente conservado: catedral, iglesias, museos, parques y jardines, calles principales y callejuelas. Como soñar es lo único que en la vida no cuesta dinero, ¡eh ahí el mío1 LA MEMORIA DE LOS PECES ROSA MARÍA CALZADA YLLERA Anoche tuve un sueño singular. Soñé que era niña y tenía una pecera de cristal con dos peces de colores brillantes y a los pocos días quedé sorprendida pues había un pez nuevo pequeñito pero igual de bonito que sus padres. Pasaron unos días, y cuando fui a llevarles comida, como por arte de magia habían desaparecido, ¿qué había pasado?, dando un brinco saltaron hasta el río, y éste en su discurrir hacia abajo, les llevó hasta el mar. La aventura no les pareció tan divertida cuando se encontraron frente a frente con un pez grandote de proporciones gigantescas que les miraba de una forma que les asustó. Tenían que hacer algo y además rápido, cuando se acordaron de que para llegar hasta allí habían ido río abajo, por lo tanto, tenían que volver por el mismo sitio pero en sentido contrario, y dando un gran brinco, se vieron en el río y de otro en la pecera, de donde nunca tenían que haberse marchado. Me desperté, y lo primero que hice, fue acercarme a la pecera, y allí estaban los tres, como si nada hubiera pasado. Entonces fui consciente de que todo había sido un sueño, y como sabemos, los sueños, sueños son.

PALABRAS QUE ACARICIAN

¿PALABRAS QUE ACARICIAN? FELI MERINO La luna iluminando una noche más, tras miles de años. En la madrugada, hacía su retirada de la faz de la tierra, seguida de su escolta de estrellas que le deseaban feliz descanso. Su desaparición dio paso a los rayos de miles de colores que custodiaban al potente sol. Durante la noche, las nubes habían regado las hojas de los árboles, dándoles un resplandeciente verdor. ¡Cuánta belleza contemplaba desde la alta roca! Un cálido airecillo le hizo cerrar los ojos. Respiró la limpieza de la lluvia. Contempló la carrera del pequeño arroyuelo, que corría confiado a entregarse al cercano río. Ese río que le trasladaría en sus brazos al inmenso mar. Todo era un maravilloso canto a la vida. Entre las verdes ramas del frondoso árbol, habían construido su hogar unos pajarillos de armonioso canto que, en aquellos momentos, veían la incertidumbre de sus poyuelos ante las ansias de volar hacia un mundo lejano. El ansia de integrarse a una vida llena de fantasías,

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realidades, sueños de independencia que la naturaleza ha sembrado en todo lo que constituye el universo. Los árboles, enormes, se habían multiplicado y crecido, gracias al aire, el sol y la lluvia. Nadie les enseñó. Obedecían a la naturaleza. Crecían gracias a los pájaros, al agua, al sol y al aire. Tenían lo suficiente para multiplicarse. Si cada uno de los humanos lucháramos por entender y ampliar nuestro destino, haríamos y seríamos la belleza más perfecta de la tierra. ¿Qué fantasía rige mis sueños? No lo sé. PALABRAS QUE ACARICIAN CARMEN GUTIÉRREZ Bajo un cielo azul de primavera, lo vi por primera vez. Él me saluda: ¡hola! ¿qué haces? Yo lo miro, le sonrío, pero sigo callada -quizá el rubor del momento-. La tarde estaba hermosa. El olor a salitre perfumaba todo tu cuerpo; yo seguía a lo mío. Se notaba que quería ser amable conmigo. La marea está subiendo, ¿te vas a mojar? Le vuelvo a sonreír y le digo: gracias, muy amable. Con aires de adulador se ofrece a ayudarme. A mí me gustan las minchas -me susurra-. Su mirada me rozaba la piel como una caricia. A modo de piropo me dice: Tienes unas manos muy bonitas (y otras lindezas más). Cupido lanzó su primer flecha. Todo un galán enamorado. Nos pusimos a considerar. El sol vestido de rojo, se pavoneaba como un pavo real. Cansado de tanto vaivén, se duerme en los brazos de Morfeo. El crepúsculo anunciaba una noche maravillosa. El murmullo del mar nos recordaba la hora de salida. Necesitaba su espacio para limpiarse. Las olas, muy suaves, nos bañaban los pies con su blanca espuma. Las gaviotas sobre las rocas, hacían alarde de paciencia, esperando que algún que otro pez se ofreciera de manjar. La luna, muy cascabelera, coqueteaba con los luceros. Como telón de fondo, la Ría, desde su otra orilla, nos mostraba toda su fauna y su flora. "Todo un tratado de caricias desde un rincón de una peña". PALABRAS QUE ACARICIAN ÁNGELES PESQUERA Estás lejos y no te puedo acariciar, pero en mi mente, alma o como quiera que se diga, estás siempre presente. Hablo contigo, tú no contestas pero te digo tantas cosas que, seguro, te gustarían. Mañana es el día. Cuando estés conmigo te daré la oportunidad de comprobar las dulces caricias que se pueden recibir sólo con palabras. -El anhelo y la alegría de verte. -¡Que hermoso o hermosa estás! -Yo estoy contigo, no te preocupes por nada. -Apóyate en mí. -Me gusta cómo ríes. -Cuéntame. -Verás que bien lo pasaremos. -Salgamos, luce el sol.

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LAS DOS CIUDADES CHARO ÁLVAREZ Existe una larga frontera entre tu ciudad y mi ciudad tu ciudad me queda lejos para podernos juntar. La vida que tanto anhelo no podemos disfrutar. Tan lejos, pero tan cerca, nos sentimos siempre unidos, en lo bueno y en lo malo tus caricias están conmigo. Cuando canto, cuando rio, cuando lloro...

a mi lado siempre estás, a pesar de la distancia contigo puedo contar. Tus ojos, mis ojos son, mi boca, tu canción es, recuerdos que en la distancia no se nos van a perder. Las caricias que sentimos, aunque no rocemos la piel, tienen una fuerza inmensa hasta que nos volvamos a ver

Mª JESÚS BALBAS Pienso, como si fuera ayer, las caricias que nos hacíamos. ¡Claro!, solo son recuerdos. Hace años que no nos vemos; nuestras vidas siguieron distintos caminos. El recuerdo siempre queda, y también nuestras ilusiones. La distancia no es el olvido. Recuerdo las tardes que pasábamos haciéndonos caricias, acariciándonos, y compartíamos grandes proyectos. Algún día puede ser que el destino nos vuelva a unir. Una caricia llena de ternura si sabes a quien la das, son muchas las ocasiones que cura la soledad.

Los niños aunque pequeños si les acaricias, una sonrisa te dan. En cambio, si tú les riñes romperán pronto a llorar.

AGUSTINA PUERTAS ¡Son tan hermosas las caricias! Lo primero, tienes que encontrarte bien contigo misma. Una mirada, con una sonrisa, acaricia hasta el punto de que el ánimo que da, te reconforta. Las lindezas,se agradecen Los mayores necesitamos caricias. Toda la vida recuerdas cuando viste por primera vez a tu madre acariciando a tus hijos. Las caricias animan a los enfermos. ELISEO PALABRAS QUE ACARICIAN Cuando me he puesto a pensar sobre lo que decir con respecto al título, todas las ideas parecen haberse quedado enredadas entre memorias, teclas y disco y me aflora únicamente esta palabra: AMOR. La RAE, en su diccionario, aparte de decirnos que esta palabra se deriva del latín amor, amoris, la define, más o menos, como el sentimiento de que lo amado, persona, animal o cosa, alcance lo que uno considera su bien, a procurar que ese deseo se cumpla y a gozar

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como bien propio el hecho de saberlo cumplido. A continuación se extiende en una seria de acepciones que, me parece, no son nuestro objetivo.. Si, por otra parte, acariciar es tratar a alguien con amor y ternura, me inclino a pensar que todas las obras, gestos y palabras realizadas y dichas con amor, son caricias prodigadas a lo amado. Es San Pablo, en su primera carta a los corintios (13, 1-6), el que dice que, si hablara todas las lenguas de los hombres, si supiera todos los secretos del saber, etc.” si no tengo amor, no soy nada”. Da también unas características del amor: Es paciente, benigno, no envidia, no presume, no es egoísta y goza con la verdad, luego si nuestras acciones u omisiones están envueltas e impregnadas con estas cualidades, digo yo, que, de forma ineludible, estamos acariciando conscientemente a la persona o cosa amada. La fresca frisa vespertina, además de acariciar el rostro de los trabajadores y caminantes por estos campos castellanos, viene a aliviar también las quemaduras que este sol inmisericorde les ha ocasionado durante el día; la mirada de la madre a su hijo recién nacido; la mano áspera y encallecida de los “que viven de sus manos” posándose sobre la cabeza del niño al llegar a casa; esa otra mano generosa que blandamente sujeta el hombro del que necesita ayuda; esa palabra de aliento en situaciones difíciles; la sonrisa arrancada al que está pasando momentos de apuro, todo ello, es una caricia gratificante tanto para el que lo da, como para a quién va destinada.

MANIFIESTO 8 DE MARZO DÍA INTERNACIONAL DE LAS MUJERES CHARO ÁLVAREZ

Hoy, 8 de marzo, conmemoramos el Día de la Mujer. Día de lucha para lograr la igualdad con el hombre en la sociedad, tanto en el trabajo, como en el empleo, los salarios, las decisiones importantes, etc.

Ante los asesinatos sufridos por razón de género, mayoritariamente mujeres, que sufren situaciones de exclusión, maltrato y violencia, se encuentran con menores posibilidades de defender sus derechos, tenemos una gran labor que hacer, levantando la voz y decir: ¡basta ya!

También recordamos a todas las mujeres que han sido, y todavía lo son, olvidadas y en su lucha han ido quedando por el camino, o aquellas que desde la sombra lucharon por la libertad de las mujeres.

Tenemos un ejemplo en Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695) religiosa, poeta, y yo diría atrevida para alzar la voz en aquella época, evidenciando la superioridad de los hombres sobre las mujeres. Uno de sus libros se titula: “Hombres necios que acusáis”. Transcribo alguno de sus versos,

Siempre tan necios andáis que con desigual nivel a una culpáis por cruel y a otra por fácil culpáis. Opinión ninguna gana pues las que más se recata, si no os admite es ingrata y si os admite es liviana.

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Hacemos una llamada a la reflexión, la acción, el compromiso, la denuncia y seguir

dando pasos para cumplir el deseo que tenemos de llegar a una vida social desde la igualdad, el respeto de cada hombre y MUJER.

HIPOTÉTICO PLANO DE PALENCIA ELISEO DEL BLANCO Palencia, la antigua PALLANTIA de los vacceos, tuvo su gran época de esplendor entre 1.158 a 1.214, pero de forma especial, allá por el reinado de Alfonso VIII en que se fundó aquel su ESTUDIO GENERAL, primer conato de universidad española. Sin meterme en más profundidades históricas, la Palencia actual es una ciudad angosta, estrecha, que se estira como la goma por entre dos barreras: una natural, que es el río Carrión, al que voy a nombrar como “río diluyente” por si en su sempiterno discurrir por su cauce pero, sobre todo, cuando se sale de él como ha ocurrido recientemente, ha arrastrado antiguas glorias (¡ay! ¡Cuántos pueblos y ciudades de esta meseta tienen que llorar lo mismo!) y la otra barrera, artificial, llamémosle “camino de vaivén” por el que circulan los trenes para más allá de esta provincia y que, no hace mucho tiempo, ¡cuánto dio que hablar con la falsa promesa de soterramiento y alta velocidad!. Según parece, el año que viene deberá llegar el AVE. Bien, pues entre estas dos barreras ha estado estirándose y sobreviviendo la ciudad de Palencia y que, desde hace tiempo, ha logrado expandirse cobijando entre sus calles, como mal necesario, este “camino de vaivén”. Supongamos a un hombre tendido boca arriba desde la terminación de la calle Mayor, antes Mejorada, y su cabeza descansando en Los Jardinillos; sería la calle Mayor su AORTA, la arteria principal. En esta AORTA toman la sangre mas de una docena de arterias, menos importante, sí, pero indispensables para el mantenimiento de todos los tejidos de este hombre que tenemos tendido mirando al cielo. Siguiendo con el símil, su brazo derecho estaría indicando la salida de la ciudad y con el izquierdo, aprovechando algún paso subterráneo, nos llevaría a ese barrio populoso (Pan y Guindas) de más allá del “camino de vaivén”; a propósito, se me ocurre pensar que con el pan y las guindas, maceradas estas en orujo de El Truébano (León), seríamos capaces de arreglar todos los estropicios que hayamos podido causar a este hombre que, mansamente, le tenemos tendido cara al sol. Y este hombre, nuestra ciudad, es multipulmonar si consideramos así a las zonas verdes con las que tanto llenan la boca los políticos de turno pero nunca he oído decir el estado calamitoso en que se encuentran muchas de ellas, cruzadas por los viandantes en todos los sentidos sin dejar de mencionar la miríada de perritos que han hecho de ellas su W.C. particular, por lo que dudo de que esos pulmones cuenten con el suficiente sistemas bronquial y de alvéolos para establecer las corrientes de aire purificado imprescindible para la vida. A los lados de esta AORTA tenemos verdaderas joyas arquitectónicas como la Casa del Cordón, la iglesia de San Miguel, en la que alguien hace celebrar la boda del Cid, la Catedral, “la Bella Desconocida”, Santa Marina y el convento de San Pablo donde Juan I celebró Cortes; por el otro lado podemos admirar el convento de Las Claras, las iglesias de San Lázaro y San Francisco y, siguiendo hacia el sur, llegaremos a la Universidad y si hacia el norte, podemos ascender al Cristo del Otero y contemplar una vasta planicie de los “Campos Góticos”.

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EL VERANO DE ELLA Mª DEL CARMEN GUTIÉRREZ Ella veraneaba en una playa muy bonita con cierto aire salvaje (lo de salvaje lo dice porque esta playa estaba ubicada en la ciudad), pero para llegar a ella tenía que pasar por un camino bastante escabroso y algo recóndito (¡maravilla de lugar!). Con lo primero que se encontraba era con una iglesia románica construida sobre una roca y rodeada por una balaustrada adornada por frondosos eucaliptos que se asomaban al mar. La playa tenía una arena muy blanca y muy fina. Era toda llana y con olas muy suaves. Como decía ella: "esta playa es nuestro centro social de verano", porque todo el contorno del barrio la tenía por la "Solana". En esta playa ella pasó toda su niñez, toda su juventud y mucho más. Si las olas hablaran, contarían que ellas fueron las primeras que le dejaron mecerse, llevándola mar adentro y mar afuera, bañada por rayos de sol que daban calor a su cuerpo. Ella me contaba que esta playa era una playa frontera porque cuando bajaba la marea podías cruzar a la otra orilla que también tenía playa. Durante la bajamar, las peñas te servían de colchón para tomar el sol, porque la arena es más pegajosa. Evocando su lugar de veraneo, añora muchas cosas... Recuerda cuando jugaba a "las mariscadoras", porque su playa, a un kilómetro de distancia, daba sus últimas bocanadas en una hermosa marisma llena de berberechos y almejas, con otras especies más. El paso del los años no es el olvido, es recordar una etapa que tu juventud te ha cedido. EL VERANO DE ELLA ROSA Mª CALZADA Había pasado la segunda parte de la primavera triste y aburrida, y apenas había salido de casa, pues una pierna escayolada, se lo había impedido, pero ahora libre de esa atadura, pensaba recuperar el tiempo perdido. Una noche de plenilunio, sentada en un banco del parque, y una suave brisa la envolvía, disfrutaba sorbo a sorbo esos momentos, hasta que saltaron en cascada los eslabones de su cadena emocional que la tenían un poco prisionera. ¿Pensaba o soñaba despierta?, en cualquier caso hacía planes para el verano que a ella tanto le gustaba, y ya estaba empezando a notarse. Retomaría la amistad de sus amigas a las que tenía un poco alejadas desde que tuvieron un pequeño accidente de tráfico, y ella había sido la única perjudicada; y también pensaba ponerse en contacto con un pretendiente que le tenía en un compás de espera, mientras ella deshojaba la margarita. No podía pasar más tiempo así, y le daría al fin, una contestación de una vez por todas, y no tenerle más en un tira y afloja que no conducía a ninguna parte. Estaba decidida, se levantó del banco y comenzó a caminar hacia su casa, más tranquila y sosegada, pero firme y decidida. Empezaría una nueva vida pues tenía por delante todo el verano para poner en práctica las decisiones que había tomado. Y lo haría, claro que lo haría. EL VERANO DE ELLA Mª ÁNGELES PESQUERA

Fueron muchos los veranos transcurridos antes de que llegase “ese” verano. Los anteriores siempre los había pasado en la ciudad castellana donde vivía junto a su marido, compañero y

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amigo (todo en una misma persona), aguantando las altas temperaturas que se registran en esa época.

Diferentes motivos le habían impedido salir de vacaciones durante varios años. Uno de ellos, y sobre todo al principio de su matrimonio, fue el económico; ella consideraba que tenían necesidades más importantes que las vacaciones. Otras veces el trabajo de su marido, otras, alguna enfermedad leve de su hijo, o los suspensos de su hija y, por último, tuvo que cuidar en su ancianidad, primero a sus padres y luego a sus suegros .

¡Ah! Pero “ese” verano iba a ser diferente. Libre de ataduras familiares, había tomado la decisión de ir unos días a la playa.

Consultó con su marido: ¿Al norte o al sur?; ella misma respondió: -“ Si vamos al sur nos achicharraremos, mejor al norte pues me han contado que en este tiempo se está muy bien y hasta hay que echar una mantita en la cama para dormir mejor.¡ Ah! y nada de ir a un apartamento, iremos a un hotel que esté cerca de la playa y a pensión completa. Quiero estar completamente relajada”.

Al día siguiente se acercó a una agencia de viajes y, previas indicaciones y asesoramiento de la empleada, hizo la reserva.

Posteriormente se dedicó a preparar todo lo que, creía, tenía que llevar, hizo algunas compras, entre ellas un traje de baño porque el que tenía, no es que estuviera viejo ya que apenas lo había usado pero estaba tan pasado de moda que le parecía iba a llamar la atención en la playa. Pasó unos días nerviosa, alterada, ilusionada como una niña ante la inminente llegada de los reyes magos. Ahí es nada, “ella” se iba de vacaciones de verano a un pueblo costero y tranquilo pero bastante turístico y ¡a un hotel!. (“Como una señora”), se dijo.

El 20 de julio salieron y volvieron el 29 del mismo mes. Ella vino descansadísima, no había tenido que preocuparse ni de limpiar ni de cocinar ni de nada y pasó buenos ratos con su marido del que seguía enamorada, pero, ¡ay!, no pudo estrenar el bañador. Paraguas y chubasquero es lo que compró y usó durante casi todos los días de sus vacaciones.

“Habrá más veranos”, pensó al entrar en su casa.

EL VERANO DE ELLA Mª JESÚS BALBAS

Al llegar el verano lo primero que una piensa es en las vacaciones.

Ella no estaba satisfecha del resultado de otros veranos: playas, fiestas, trasnochar… Cuando regresaba estaba más cansada.

Este verano había alquilado una casa en el campo. Quería relajar su cuerpo y, por qué no, el espíritu. Al llegar allí, la serenidad del campo la llenó de satisfacción. Al despertar por la mañana y escuchar el gorgojeo de los pájaros, desayunar tranquila, sintió un gran relax. El pasear por el campo cuando estás cansada, tumbarte en el prado a tomar el sol, disfrutar de un buen libro, la hizo sentirse bien. Por la tarde, bajaba al pueblecito, que tenía cerca, a hacer las compras y charlar con las personas mayores que la contaban sus historias y regresaba satisfecha. Por la

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noche, podía disfrutar de un cielo despejado lleno de estrellas buscando las constelaciones. ¡Fue algo maravilloso!

Todo fue un descubrimiento para ella por lo que resultó ser el verano más feliz.

LA LIBRERÍA AMBULANTE Mª JESÚS BALBÁS

Su presentación se desarrolla de una manera muy sencilla. Sus tres personajes protagonistas son: Helen Mc. Gill y su hermano Andrew, y el señor Hiffin. Su lectura es muy amena. La trama como un cuento. Los personajes están llenos de encanto. Evocan tiempos pasados. Helen quiere salir de una vida monótona y vivir una aventura; ve en su hermano una libertad que ella no posee. Con la llegada del señor Hiffin encuentra su gran oportunidad y, sin pensarlo mucho, se lanza a la aventura. La elocuencia de Hiffin, sus relatos y el gran amor a los

libros, le hacen sentirse feliz. A esto se añade su humor, no exento de ironía... Nos va narrando distintas aventuras y peripecias, la falta de apoyo de su hermano... Helen encuentra una nueva forma de vivir, además del amor de su vida. Su final es feliz, eso deja al lector satisfecho de su lectura. A mí me ha gustado mucho. LUCÍA PÉREZ

Me ha parecido un libro muy agradable. Descubre la América profunda y costumbrista de la época. Los personajes son gente sencilla y "muy buenos"; en ese sentido me ha parecido un poco pastelón. Lo que más me ha gustado ha sido su amor por los libros; sobre todo cita las joyas de la Literatura universal como Robinson Crusoe, Moby Dick, Los tres mosqueteros... Lo digo porque los he leído y a ellos debo, desde cría, mi afición a la lectura. ÁNGELES PESQUERA

En el mundo cerrado de Helen todo estaba perfectamente en su sitio; ya se encargaba ella de así fuera. No necesitaba nada ya que otros mundos eran para ella inexistentes. Pero un buen día, la puerta de su mundo particular se abrió repentinamente y ante ella aparecieron otras sensaciones no vividas hasta entonces. Por esa puerta entró Roger Rifflin con su equipaje lleno de amor y su carromato rebosante de mercancía que, a su vez, irradiaba sabiduría, magia, sueños…; estaba lleno de libros. Todo ello, sus libros y su amor, lo puso a los pies de Helen y así, juntos, recorrieron otras tierras a bordo de El Parnaso, su “Librería ambulante”. Así se llama la novela que relata, de forma amena y sencilla, su bonita historia. ELISEO DEL BLANCO Así se titula la primera novela que salió del talento de CHRISTOPHER MORLEY y que fue publicada en 1.917. No, no cometeré la osadía de querer juzgar literariamente lo escrito por el autor en su obra porque me haría merecedor de: “Pobre Geroncio, a mi ver,

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tu locura es singular: ¿Quién te mete a censurar lo que no sabes leer?” Pero sí quiero decir, que es una obra cuya lectura se me ha hecho fácil, interesante y atractiva por la suavidad aterciopelada con la que te va introduciendo en los distintos episodios y cuya narración, el autor, ha cedido a la protagonista, como mucho tiempo antes hiciera D. Miguel de Cervantes (según nos apuntó la profesora) con respecto a la historia de Cide Hamete Benengeli. Es la historia de dos hermanos, ANDREW y HELEN MCGILL, preocupados por disfrutar de la vida sana en el campo y hacer prosperar aquella granja (Sabine Farm, LA GRANJA DE LAS SABINAS). Pero Andrew, “que siempre había sido un tanto libresco”, vio publicado su primer libro (PARAÍSO RECOBRADO) que se convirtió en el éxito de la temporada, lo cual desató las iras de la señorita Helen, que yo me atrevería a verlas un tanto amortiguadas porque, aunque quemaba todas las ofertas de los editores y “gente de esa calaña”, indultaba a las de Decameron Jones porque traían cheques y ... .. “poderoso caballero es don dinero”. Pero... ¿por qué molestaban tanto a Helen los éxitos “librescos” de su hermano? Porque... ¿veía en peligro su extraordinaria felicidad en la granja? ¿Por el bien de su hermano, que regresaba en un estado lastimoso después de sus vagabundeos tomando notas para sus libros y “sin un solo calcetín limpio en el zurrón?” En estas estábamos, cuando se presentó en la granja el señor ROGER MIFFLIN conduciendo aquel carruaje “que tenía forma de vagón” y dispuesto a venderle por 400 dólares. Ella acepta “para tener mis propias aventuras y jugarle a Andrew una mala pasada”. La meliflua placidez con que discurre la obra, se ve alterada con unos hechos totalmente discordantes: La reacción de Andrew, tan aviesa, hasta dar en la cárcel con su futuro cuñado; el espantoso accidente de tren que hace vislumbrar los sentimientos de Helen y el despiste de la “tontorrona” Peg que equivoca el camino, (cosa muy anormal en los animales a poco que hayan transitado por aquellos parajes,) con lo que da lugar a la pérdida de su herradura y dañarse la pata, y al ataque de aquellos malhechores. Pero como bien está lo que bien termina, llegan Roger Mifflin y Helen McGill, convertidos en marido y mujer, a Sabine Farm donde, al mismo tiempo que los hombres hacen las paces, podemos pensar que Helen se pondría al frente de su panadería particular para aumentar el número de hogazas amasadas y seguir contando los huevos de sus gallinas, de aquellas gallinas, que no entendían de gramos ni de letras, pero sí tenían, como las hemos conocido posteriormente, su peculiar sabiduría para, después de escarbar y picotear todas las inmundicias del suelo, ser capaces de producir sus huevos con todos los ingredientes necesarios para la alimentación humana y, además, parecían como un girasol dentro de una azucena. No hablemos de su sabor.

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BEGOÑA RIVAS, una fotógrafa interesante

http://www.begonarivas.com/

ESCRIBIMOS TEXTO A PARTIR DE FOTOS DE BEGOÑA RIVAS CAMINANTE HACIA SU DESTINO ROSA MARÍA CALZADA Este es el título que le pusimos a la primera diapositiva que vimos la semana pasada, y me hace pensar, hacia donde se dirige el hombre que se ve de espalda en la parte inferior, una zona desértica y solitaria, y me atrevo a decir un poco triste; desde luego camina hacia adelante, y como dice el título , hacia su destino. En la parte superior, la visión es más agradable, se ve verde y frondosa llena de árboles se puede decir que es como un regalo de la naturaleza , y eso hace aflorar la esperanza. Por eso es tanta la diferencia que hay en las dos partes de la misma “fotografía” y es compresible que el hombre caminante se encamine hacia otro lugar que él piensa que es mejor. REFLEJO DE UNA IDENTIDAD ÁNGELES PESQUERA Horas nocturnas con mucha inquietud. Insomnio, miedo, no necesita despertador. Se levanta, va al baño, se mira al espejo. Ojeras, mirada lánguida. Esta no soy yo, se dice a sí misma. He de seguir y tengo que arreglarme. Comienza esta tarea. Se ducha se maquilla ligeramente y se siente aliviada. Vuelve al espejo y éste refleja una nueva imagen bastante mejor que la de hace un rato. Se viste y sale de casa. Ya no parece la misma. ¿Ha cambiado de identidad? No, solamente la ha disfrazado.

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El miedo y la inquietud siguen dentro de ella. EL CALLEJÓN ELISEO DEL BLANCO Desde el momento en que, por orden de nuestras jóvenes profesoras del día 15 del actual, el proyector (¿se dice así?) lanzó aquella fotografía representando una calle angosta y, al parecer, no muy iluminada, recordó mi mente aquello de... “cual si por las hondas calles,/ hirviera del mar la espuma” aludiendo al arrullo que el Tajo dispensa a la ciudad de Toledo, pero como, en pro de la modernidad, había que resumirla en una sola palabra... pues de ahí salió el callejón que titula este escrito. La RAE define callejón como “paso estrecho y largo entre paredes, casas o elevaciones del terreno” y, también, como “aumentativo de calleja” y, en tauromaquia, “espacio existente entre la valla o barrera que circunda el redondel y el muro en que comienza el tendido” que, por cierto, siempre está demasiado poblado (el callejón) y seguramente, de gente que no ha pasado por taquilla. Al hablar de CALLEJA, rememoro a aquel D. Saturnino Calleja Fernández, autor y editor de tantísimos cuentos para niños de donde parte, sin duda, la frase de “tienes más cuento que Calleja” o aquella otra de “ya verán quien es Calleja”, que expele el jactancioso. Perdóneseme esta digresión y volvamos a los callejones, callejas o callejuelas que abundan en la parte antigua de nuestras ciudades; por cierto, casi no se ven por Palencia. Más de un autor ha escrito sobre estos callejones, callejas y callejuelas describiéndonos las, a veces, poco recomendables historias en ellas ocurridas y casi siempre, como hediondas y nauseabundas por los olores tan poco agradables a la pituitaria, entre otras cosas, porque en ellas “cambiaban el agua a las aceitunas” muchos que por ellas pendoneaban. En pro de la brevedad y por no molestar a este selecto público, me voy a permitir hacer una mínima referencia a aquel célebre “callejón del Gato” con sus espejos cóncavos que desfiguraban las realidades, (“las imágenes más bellas, en un espejo cóncavo, son absurdas”) y al que no sabemos con certeza si llegarían Max Estrella y Don Latino de Híspalis, en aquel su peregrinaje nocturno, tan apretado de acontecimientos, hasta topar con La Lunares que invita a Max a tocarle más que la cara... (“¿Dejar que te comas el pan de higos? ¡No me pareces bastante flamenco! ¡Qué mano tienes! No me palpes más la cara. Pálpame el cuerpo.”) Y hasta es posible que Max rechazara la invitación y rehusara la peritación manual de la moza, quizás porque seguía válida la frase de Don Latino: “¡Max, no te pongas estupendo!”. SUGERENCIAS PARA UN CAMINATE CARMEN GUTIÉRREZ El camino es el único medio que te puede permitir llegar a los lugares menos accesibles. Caminante, ¿a dónde vas? Si no sabes a dónde ir, siempre tendrás un camino para elegir. Camino de Santiago, desde Roncesvalles, con posada no monte do Gozos. Las fragas del Eume. La Ribera Sacra. Los Ancares. No digamos si te acercas por la montaña palentina. El Espigüete y el Curavacas, con sus cumbres nevadas y sus contrastes de colores. La flor del brezo cubriendo, a modo de manto, toda la falda del monte. El desfiladero de la Hermida y desde Potes a Fuentedé y, dando un largo paseo, los impresionantes Picos de Europa. Dispuesta a señalar caminos, no te olvides del Tornavacas y de toda su bajada por el Valle del Jerte, con sus cerezos en flor.

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Es muy hermoso el camino desde Tuy, siguiendo la ribera del río Miño. Puedes pescar lampreas y angulas y, con parada en Goián, llegarás al Océano Atlántico, donde te espera, para descansar y yantar, un hermoso restaurante que se llama "O Rosal". FELIZ VIAJE. CHARO ÁLVAREZ Yo quisiera adivinar entre esas sombras, la luz que nunca nos ciegue el mal y no olvidar, que existes tú. Como tú, hay muchos más con tristeza, sin casa, sin pan... sin calor para sus hijos, viviendo en la oscuridad. Todo pasa, eso dicen pero ¿cuándo pasará? Poder levantar la cabeza

y tener una vida en paz. Con la casa construida, con el sol cada mañana que nos pueda calentar, que todos seamos iguales sin carencias de amor y amistad. Que extendamos nuestros brazos, para poder abrazar porque la vida es muy corta y todo nos va a sobrar.

CAMINANTE HACIA UN DESTINO Mª JESÚS BALBAS Todos en la vida caminamos. Nunca sabemos dónde nos llevará nuestro destino. Tenemos que saber dirigir nuestros pasos para encontrar sentido a nuestra vida. Si lo que hacemos nos da ilusión y nos sentimos felices, es que hemos sabido elegir nuestro destino. DESDE EL MIRADOR AGUSTINA PUERTAS Es algo que da paz. Son tantas las montañas en la lejanía, y caminos, con sus verdes, el color de los trigales. Las aves, que van en bandadas, ¡tantas por la lejanía, el silencio! Hasta percibes olores con el aire tan puro. Los cielos con sus nubes que mirándolos buscas figuras en movimiento. Qué bonito es ver tantas maravillas. ¡Nos da un bienestar! Puedes conectar con la lectura, la pintura y la meditación y todo el culto al cuerpo. En buena compañía hasta puedes encontrarte mejor de salud y ser FELIZ. LUCÍA PÉREZ Para hacer este trabajo he mirado una foto, parece de hace un siglo pero no lo es. Seguro que en el mundo hay muchos lugares así, tristemente. Me hace reflexionar y lo primero que se me ocurre es pensar las diferencias que existen en estos tiempos. El destino de algunos ahora es una patera, kayucos, para sobrevivir y, detrás de esto, muchas veces, mafias.

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Otras movilizaciones son en tren, avión, coche, a otros países, por falta de trabajo; aquí en tu país. No está mal ir a otros lugares, lo que está mal es que te echen del tuyo. Por último, hay desplazamientos por ocio, diversión, cultura. ¡Quién pudiera desplazarse por estas razones!

JUGANDO, UN POCO, AL SURREALISMO LA NOCHE SURREALISTA DE SERGIO ELISEO DEL BLANCO Pareciera desprenderse de esta titulación, que a Sergio otorgue la autoría de esta noche tenebrosa, que a nuestra consideración él sí expuso y nos copió y hasta ser autor podría, porque en ella nada indica quién la puso en los papeles y pintó tan luctuosa. Con sinceridad lo confieso, desque la leí, prodújome tal rechazo, que heláronseme las ideas con tanto frío y tantas nieves, tan sin farolas que alumbren, con tanta estrella de piedra, que parece un rompimiento con la santa placidez de estos tercos aprendices.

Es imposible, me dije, que una tan mala noche vaya a quebrar el acero, que si no en la fragua de Vulcano, templado está –no es un arcano- en la de quién pudo ser su ayudante. ¡Venga a mí ese morlaco que volveré desorejado aunque más fiero sea que el del Cid y Moratín! Nada se parece esta noche a aquella en que Don Juan al “fulgor de las estrellas” las estatuas contemplara, ni a aquellas que lamentara... “desatinado perdí”. Prefiero ver de noche el cielo de “luces adornado” en las que el hombre sí descanse en brazos de Morfeo.

LA CARENCIA Alejandra Pizarnik. ROSA MARÍA CALZADA (Tres comentarios encadenados) Yo no sé de pájaros, así empieza la escritora, pero aunque no se entienda mucho de esta materia, sabemos que hay infinidad de ellos, y además de múltiples colores. Hay algunos que se comen los insectos, para que otros “bichos” más selectos vivan sin esta molestia. Otros, que posados en las ramas de los arbustos, cantan melodías emulando las notas de algún trovador. Hay otros más grandes conocidos como aves, de los cuales, uno de los más bonitos, es el pavo real, que en época de celo extienden y enderezan en círculo las bellas plumas de su cola. También dice, “no conozco la historia del fuego” y poco puedo decir yo, salvo que antes de conocer su existencia, los seres humanos tenían que pasarlo muy mal, pues no podían

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calentarse en épocas de frío, y tampoco cocinar los alimentos por lo que tenían que comerlos crudos. Y para terminar, dice que, “su soledad debería tener alas”. Eso es una utopía o un sueño que a todos nos gustaría, porque al volar se ausentaba de nuestro lado, pero eso es algo imposible, pues el ser humano nace y muere solo aunque esté muy acompañado. Y en el fondo de su alma, sabe que está solo, pues es él y sus circunstancias. Mª JESÚS BALBAS Con la escritura se dicen cosas bellas, otras tristes que huyen en la cabeza. Se expresan sentimientos con el corazón, que en sueños vuelan...como pájaro enfadado faltándole el aire limpio y muriendo atormentado, el reloj toca...despierto. ¡He sido rehén de un sueño! ¿Cómo podré yo contarlo? CUENTO CORTO SARA MARTÍN (Prácticas Educación Social)

Erase una vez una niña que se sentía muy triste, estaba rodeada de cosas feas y no sabía cómo alegrar a todos los que con ella vivían; subió al desván a ver si encontraba solución a su problema. Rebuscando entre cosas viejas encontró una caracola. Pensando qué hacer con ella, dijo: la llenaré de ilusiones, amor y buenos deseos, así que la puso unas cuerdas y se la cargo sobre los hombros. Empezó a cantar y de la caracola salían estrellas que brillaban y todas traían mensajes de paz y amor. Todos al verla cantar y feliz se contagiaron de su felicidad, así pudo ver a todos felices y contentos.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

EL BAILE, MI MEJOR ESTRELLA RUTH GONZÁLEZ (Prácticas Educación Social) Érase una vez una joven, nacida en uno de los suburbios de Nueva York, en una familia sin recursos. Cada día caminaba cerca de cinco horas buscando trabajo y comida. A cada paso que daba perdía la esperanza de que alguien la diera la oportunidad de demostrar todo lo que sabía. Durante su corta vida, fue observando a todas las personas a las que veía. Tenía millones de estrellas que mostrar a los demás, sueños desafortunadamente ocultos, pues no tenía con quien compartirlos. Hasta que un buen día, durante su caminata, se paró en la plaza, dejó sus cosas en el suelo y empezó a bailar. Todo el mundo la miraba, mucha gente se acercaba y la fotografiaba, otros muchos dejaban dinero al lado de sus cosas y tras varias horas sin parar, se marchó a casa. Al día siguiente, volvió al mismo sitio, e hizo lo mismo. Vio que todos los días la gente la esperaba y que sacaba suficiente dinero para mantenerse. A las pocas semanas al salir de casa, un señor la paró y la dijo que le acompañase que tenía algo que enseñarle. La llevó a una escuela de baile y la dijo que preguntara por el profesor. Así hizo, y para su sorpresa, la ofrecía una beca para presentarse a un concurso internacional de baile al que asistirían los mayores profesionales.

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Tras meses de preparación, llegó el día, estaba nerviosa pero sabía que se había esforzado y que podía ganar. Se presentaban los mejores de cada cuidad y ella era una de ellos. Al terminar su actuación el público no dejaba de aplaudir y de ovacionarla. Ella no se lo podía creer, su vida iba a cambiar por completo. Habían confiado en ella y eso era lo más bonito que nadie había hecho por ella jamás. Consiguió ganar el concurso y fue una de las mejores bailarinas de la historia de Nueva York. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado. ECLOSIÓN DE LUZ ROSA Mª CALZADA Estoy contemplando un dibujo que tengo delante de mí, en el cual con un poco de imaginación, veo lo que a mí me parece que es una hada que va caminando y lleva una mochila a la espalda con forma de caracol. De él brotaban con profusión rutilantes estrellas que al salir al exterior formaban bellas cascadas con un halo de hermosa y esplendorosa luz. Estuve bastante tiempo pensando en todo esto, y por la noche cuando me dormí, con aquella estampa en mi cabeza, me trasladaba a otro mundo fuera de nuestra galaxia, donde la luz nunca se extinguía y las hadas otorgaban con sutileza la luz y las estrellas, a los seres que allí vivían. LA MOCHILA DE IRENE LUCÍA PÉREZ

Érase una vez una niña que vivía en un pueblo que se llamaba “ESPIRAL”. A Irene le gustaba mucho ese nombre y quería saber lo que significaba. Preguntó y le dijeron que una espiral era una línea en círculo que empezaba de menor a mayor y no tiene fin. No satisfecha con las palabras, su curiosidad le llevó a buscar la espiral y paseando por el bosque, vio una gran caracola y dijo ¡por fin! Con ella se fue y la guardó. Cuando fue más mayor, se hizo una mochila, se puso un bello vestido blanco y largo y un turbante plateado. Se colgó su mochila a la espalda y en el bosque la llenó de hojas y en cada una escribió un deseo. Se fue por los parques, escuelas, en fin donde siempre había niños y cada hoja era un deseo. “Que no falten escuelas en ningún sitio del mundo”. “Que quiten unas espirales que llaman concertinas pero son cuchillas”. “Que no haya intolerancia con los niños diferentes”. Y terminó diciéndoles que como una espiral no tenía fin, los deseos no acabarían nunca. Irene no se separó nunca de su caracola mochila. Y colorín colorete, por la chimenea salió un cohete.

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ESCRIBIMOS UN CUENTO A PARTIR DE ESTA IMAGEN Erase una vez en una ciudad al norte de Londres, donde los días eran grises y las personas siempre estaban tristes. Allí había una mujer que vivía debajo de aquel gran puente, al oeste de la ciudad, que era su gran jaula. No tenía dinero ni comida ni siquiera abrigo, pero a pesar de todo, siempre estaba alegre y se dedicaba a tocar su violín. No quería dinero, solo que la escucharan tocar, por eso día tras día, como en los últimos años, acudía a aquella calle principal donde pasaban miles de personas. Sentada en aquel banco comenzaba su repertorio. La gente que pasaba a su alrededor se quedaba sorprendida por su manera de tocar y sobre todo, por la sonrisa que esta trasmitía cuando lo hacia. Esa era su vida. Pasaron los años y una mañana de marzo se despertó con más ganas aún de tocar; ella misma sabía que iba a ser un buen día. Comenzó a tocar su canción favorita cuando entonces, aquel hombre que miraba el escaparate, se dio la vuelta sorprendido, la escucho dejando que terminara su canción pero cuando esta acabado no puedo contener acercarse a ella. - Buenos días señorita ¿cuál es su nombre? - Me llamo Paloma, dijo ella mientras levantaba la mirada. En ese momento se dio cuenta de que aquel hombre que la miraba la resultaba familiar. El hombre la preguntó de nuevo -¿Me recuerdas, hija? Ella, con lágrimas en los ojos, dejo su violín en aquel banco y nerviosa se levantó a abrazar a aquel hombre que sin duda era su padre, el cual estuvo desaparecido mucho años por la guerra. Recuperaron el tiempo perdido. La chica dejó de vivir debajo de aquel puente y su padre la ayudo a que encontrara una academia de música. Y todos fueron felices y comieron perdices.

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LA SEÑORITA DEL VIOLÍN ELISEO DEL BLANCO -Si contemplo tu figura dividida en dos mitades, encuentro desigualdades de difícil compostura. Te lo diré, criatura: -La inferior has ampliado, la superior acortado, quedando aquella desnuda y la “alambrera” tan nuda de los pies a la cintura, que todo está destapado. -¿Se me capta osadía o quizás desfachatez? ¿Por qué tanta desnudez? Pregunto sin picardía. -Esto es una alegoría, eres torpe y mal pensado; no verás nada enjaulado, hasta la puerta está abierta, nada hay bajo cubierta que deba ser ocultado.

-Demos esto por zanjado; a la otra mitad pasemos y sin ira contemplemos cuanto en ella está apuntado. Desde tu moño altanero con desgaire cuidadoso se desprende vanidoso un mechón negro azabache en alegre cambalache con tu busto quejumbroso. Será mejor.... ¡extasiado! con la cadencia armoniosa de música melodiosa que, sabiamente manejado, el arco arranca abnegado y a tus manos obediente para esparcir complaciente por la tierra en su amplitud y llenar en su altitud el espacio, indulgente.

EL GRAN MILAGRO CHARO ÁLVAREZ Había una vez una violinista, que había aprendido de su padre a tocar el violín. Ella se sentía prisionera de su acomodada vida, reflejando en su música su tristeza. Un buen día cogió a su hijo y se fueron a vivir solos buscando libertad. Cada día pronto, a su hijo, le daba el desayuno, le aseaba y le llevaba al colegio. Por el camino, el niño preguntaba: -¿Ahora tú te vas a trabajar? - Claro hijo a eso voy – respondía la madre. - ¿Cuál es tu trabajo? – de le preguntaba - Ya sabes que toco el violín - ¿Y te va a ver mucha gente? – de nuevo preguntaba el hijo - Mucha… mucha – respondía su madre El niño sabía que su madre tocaba el violín pero no sabía que lo hacía en la calle. ¿Era esa libertad que buscaba?¿Eso era lo que podía hacer para sacar a su hijo adelante? Un buen día, la alcaldesa de ese pueblo, prohibió a todos los músicos callejeros que tocaban en las calles, solo podían tocar los que pasaran una prueba ante un juzgado, por cierto no tenía ni idea de música. Su forma de ganar algún dinero quedó truncada al no ser seleccionada. No entendía nada. Su música era elegida por todos los transeúntes del pueblo. Hasta las aves estaban a su lado felices

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de escuchar esas melodías, dulces, armónicas. Día a día pensaba ¿qué podía hacer? Su hijo necesitaba una vida digna. - Tengo una idea – dijo – si en este pueblo no me dejan tocar quizá en otro no muy lejos de aquí pueda hacerlo. Dicho y hecho, se fue con su violín a un pueblo cercano. Cuando llevaba unas horas tocando una niña echó una moneda, luego otra… y muchas más. Ella continúa tocando y de pronto se produce “un milagro”. Aparece otro músico con un violonchelo, al rato, otro con un clarinete, más violines, trompetas y saxos. En la plaza se formó una gran orquesta que congregó a multitud de gente que aplaudían sin cesar. Antes de abandonar la plaza se les acercó un famoso director de orquesta y todos fueron contratados para tocar en actos relevantes y otros eventos. La violinista callejera a partir de entonces ya le decía a su hijo que se iba a trabajar en una orquesta importante. Él sin dar tregua a más explicaciones preguntaba: -¿Cómo se llama la orquesta?- Ella respondió: -“El gran milagro”- Se sintieron muy contentos los dos y fueron muy felices.

ESCRIBIMOS UN RELATO, POEMA O REFLEXIÓN A PARTIR DE LOS

DIBUJOS DE VIRGINIA PEDRERO

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A UN ÁRBOL SECO ELISEO DEL BLANCO Sabemos por experiencia, que el humano ser arrastra, aunque ello no le arredra, torpeza y nada de ciencia. Antes de tener conciencia, comienza el aprendizaje para que el abordaje al paquebote mundano, sea cual de ser humano y no exento de coraje. Sentadas estas premisas y admitidas verdaderas, nuestras acciones sinceras deben ser a ellas sumisas. Obedientes cual clarisas, dedicamos los deberes a inanimados seres, que una buena ilustradora y a la vez educadora, nos legó como placeres.

Un árbol seco y rugoso destacó en mi mirada, por su aridez desalmada y ramaje lastimoso. No serás apetitoso para sombra refrescante ni para pájaro errante, ni oirás el dulce cantar de la alondra en su pasar ni de un vate paseante. Pero me pregunto ansioso de do “sal” tu sequedad; si moriste de ansiedad por cierto cauce copioso. Algún hado veleidoso convertirá tu sequedad en calor y claridad de un hogar pueblerino y sí oirás el suave “trino” de quién se calienta en tu paz.

ÁRBOL EN OTOÑO AGUSTINA Veo en la ilustración, un árbol de otoño ya sin ninguna hoja, pero conservando su energía latente. Está esperando a que llegue la primavera para fortalecerse y darnos alegría tras su descanso, darnos su sombra donde podemos descansar en plena naturaleza. No hay nada tan hermoso como ver una fila de árboles y sestear entre ellos y descansar en uno con un buen libro para leer, como una biografía, por ejemplo. Me encanta. LUCÍA PÉREZ La foto que he elegido es la de una mujer de pie, triste, con la cabeza tapada. ¿Qué me sugiere? Una mujer enferma expectante ante todo lo que le rodea. Un poco desolador esperando que con el tiempo se llene de color. CARMEN BLANCO (Alumna de Educación Social en Prácticas) Matilda llevaba horas buscando. Miraba y volvía a mirar y sentía que los ojos se le iban a cuartear igual que a aquel suelo que el otoño había dejado como los cueros cuando se abandonan al sol. Por más que pensaba cómo podía haber pasado no era capaz de llegar a

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ninguna conclusión. La mañana avanzaba y sabía que si no se daba prisa la señora Josefa no la esperaría. Aquellas piedras llenas de polvo y aparentemente lisas debían esconder algún misterio que hacía que se escondiesen las cosas de forma que desaparecieran. El sol estaba ya muy alto, el mantón, que hacía unas horas le había protegido del viento, ahora la estorbaba, ¡qué agobio de mantón!, resopló Matilda. En realidad el calor que ahora sentía era más bien el de recorrer el camino e intentar recordar cual había sido el segundo exacto en que la mañana había dejado de ser la del miércoles. Su hija, Amelia, de tres años se la representaba buscándola con sus ojitos de almendra dulce. La posibilidad de que no volviera a tiempo hizo que la angustia no la dejara respirar. Iban pasando los minutos, se sentía atrapada, todo seguía igual. La desesperación fue subiendo por la garganta de Matilda, quería mantener la calma, pero deseaba poder arañar esas piedras, levantarlas y lanzarlas a lo lejos, pegarles patadas, hacer desaparecer todo lo que veía a su alrededor. Su voz empujaba furiosa su pecho, haciéndose un huracán en la garganta, quería salir y gritar y gritar ¡aaaaaaaaaaaah! Gritó y en medio de aquel camino, que la miraba solo a ella, se asustó de su propia voz. La dejó sin nada dentro… En un pequeño triangulito que formaban las piedras, al lado de una raíz de marrones oscuros y claros de donde colgaba una pequeña hoja gris, estaba como sonriéndola, brillante, burlona y, pensó, muy chulita. ¿Te has divertido? Le dijo Matilda juntando los dientes. De un manotazo la elevó como un inesperado viento eleva los sombreros de las cabezas y apretándola fuerte en su mano echó a correr. Matilda sonrió: todavía llego a por la leche. SERGIO MERINO (PRÁCTICAS EDUCACIÓN SOCIAL)

Soy artista de realidad

Carezco de huecos, de rincones, Carezco de fama,

Quizá de algunos medios

Pero no de identidad

SERGIO MERINO (PRÁCTICAS EDUCACIÓN SOCIAL)

Me cuesta respirar…

Mi letra recoge, Lo que mi pincel no encuentra

Sitio,

Donde pintar

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AQUELLA CIUDAD, MI CIUDAD SARA MARTÍN (PRÁCTICAS EDUCACIÓN SOCIAL) Días grises, oscuros y entre tinieblas, así se levantar la ciudad, y así se levanta mi alma. De nuevo empezar, ver las hojas caer, y el pasear de la gente sin mirar atrás, parecen no vivir, y lo peor parecen no recordar, solo pueden pensar en sobrevivir. Lamentos y descansos acompañados de letras y suspiros, leer para aprender o quizás será leer para no pensar. ¿Qué mas debo hacer? Será mejor dibujar para tapar la realidad, ocultar dolores y sentimientos, cada pincelada pintará un rayo de luz y esperanza nueva, en busca de aquella ciudad , mi ciudad. RUT GONZÁLEZ (PRÁCTICAS EDUCACIÓN SOCIAL) El silencio es para saborearlo tiene paladar. Una fontana en un fondin hacen al amor revivir.

Qué será de mi al anochecer cuando caminando no te pueda ver. A tu morada acudiré buscando los sueños míos.

¿QUÉ HACÍAS EL 6 DE DICIEMBRE DE 1978? ¿QUÉ SENTÍAS? ¿CÓMO LO VIVISTE? ¿QUÉ AMBIENTE SE RESPIRABA?

LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA ELISEO DEL BLANCO En la clase de la semana pasada, la profesora Concha cedió la palabra al “respetable”, quiero decir, al alumnado, para que se pronunciara sobre el tema al que debería dedicar su inspiración creativa y, aprovechando que “el Pisuerga pasa por Valladolid” y que estamos en estas fechas, aquel sugirió que escribiéramos sobre lo que consta como título. Al llegar aquí, me quedo pensando en que, si al seguir la tarea, no me meteré en un berenjenal del que, a lo peor, salgo como el “gallo de Morón” pero no queda otro remedio que esforzarse por cumplir con la obligación para corresponder así al celo e inquietud de la profesora por enseñarnos a mejorar nuestra “escribanía”, así es que.... vamos allá y “salga el sol por Antequera”. DATOS BREVES: Nace esta Constitución como culmen, como cenit de la llamada TRANSICIÓN ESPAÑOLA y fue aprobada por las Cortes el 31-10-1.978, el referéndum nacional sobre la misma el 6-12-78, sancionada por el Rey el 27-12-78 y publicada en el BOE de 29-12-78, fecha de su entrada en vigor. Al ver todas estas fechas juntas, me resalta que, ¡oh casualidad!, han dejado en el medio el 28 de Diciembre, día de los Santos Inocentes, no sé si porque estos no merecían la Constitución, porque no llamaran “inocentes” a los que luego se les llamaría “padres” de la misma o porque no la llamáramos a ella “inocente”. Bien, que nadie empiece a subirse por las paredes por echarle una miaja de chispa a una cosa tan seria, quiero recordar que a la Constitución de 1.812 se la conoce como “la Pepa” y ni ella ni nadie se escandaliza porque así la hayan apodado.

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SUS FINES: Ser la norma suprema del ordenamiento jurídico y propugna la libertad, la justicia, la igualdad, el pluralismo político, la monarquía parlamentaria, la soberanía popular, etc. RECUERDOS: Pues..., por aquellas fechas, procuraba yo cumplir con mis obligaciones laborales que ya venían acompañadas de bastante desasosiego al que había de añadir la inquietud por los hechos que estaban ocurriendo, y luchaba afanosamente porque ni el uno ni la otra me amargaran el turrón de Navidad. Pienso yo, que las prisas por desmontar el régimen anterior, produjeron desmedidos revuelos, abundantes alborotos, desmesurada exhibición de derechos y, en multitud de casos, inusitada dejación de obligaciones, lucha denodada por ocupar el primer puesto como demócratas, tratando de amañar su historial. Cabe pensar que a más de cuatro se les encendiera “la bombilla” y se les impusiera el “no es esto, no es esto” de D. José Ortega y Gasset, cuando, a los dos años, muchas aguas habían vuelto a su cauce. Sí recuerdo, que el nacimiento de la Constitución produjo grande algazara en las Cortes, muchos abrazos (digo yo, que ninguno sería el del oso, mas parecían entonces el de Vergara), mucha efusión y alegría, no sé si por el alumbramiento o por las burbujas de champaña o cava con que brindaron; que, desde entonces, apareció un día más para la holganza; que todos los años se celebra ese día pomposamente y los políticos se desgañitan para recordarnos que aquello fue el súmmum. LA ACTUALIDAD: Es que sigue existiendo la Constitución Española pero tan manida y tan manoseada que me entran ganas de exclamar con Jorge Manrique: ¿Qué se hizo del Preámbulo? ¿Qué se hicieron la justicia y la igualdad, la bandera y la lengua española y lo de “por imperativo legal? ¿Qué se está haciendo con las Autonomías? Nos han nacido con tanta pujanza que ríase usted de las amanitas phalloides de Nacho. Seguramente, alguno dirá que estas cortapisas mías no tienen sentido, pues entonces, que algún vocero de sus bondades, que las tiene, responda a las preguntas anteriores y sin los eufemismos tan al uso para no decir nada, porque, de lo contrario, tendré que lamentarme con Don Luis Mejía: ...“mas con lo que habéis osado, imposible la hais dejado para vos y para mí”. LA CONSTITUCIÓN María del Carmen Gutiérrez No me acuerdo muy bien si el día 6 de Diciembre de 1978, hacía sol. Creo que sí, que hacía una mañana bastante agradable. Para mí, votar con un Sí por la Constitución fue como un simple requisito, que no me hizo ni fu ni fa. Más bien voté porque nuestros reyes también votaron. Aunque yo de política no entiendo nada, entendí (o malentendí) el primer artículo de la Constitución. Dice: “La soberanía reside en el pueblo”. ¡Toda una utopía! Era hacernos creer que España era una nación de demócratas. Día sí, día no, siempre había manifestaciones a causa de las muertes o asesinatos producidos por ETA. Todo Madrid, y otras grandes ciudades vivían más atemorizadas que en tiempos de nuestra Guerra Civil. Tras el fallecimiento de Franco, todas las chaquetas del derecho las volvieron del revés. Luego nos llega “El Golpe Tejero” y <<nadie conocía la chaqueta de quién>>. A día de hoy, la mayoría de los políticos se pasan la Constitución por la chepa. Pregunto: ¿Para qué sirve la Constitución si todo lo están descomponiendo y desordenando? Conmigo no cuentan para nada. Solo soy un voto. P.D: Añadiría: Lengua sin manos, cómo osas hablar. (Pero estas palabras no son de mi cosecha).

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DÍA DE LA CONSTITUCIÓN Mª JESÚS BALBAS Qué hacía yo en el día de Constitución. Ese día lo viví con ilusión, por fin podíamos expresarnos con libertad nuestro deseo de elegir a nuestros representantes y depositar el voto. Nunca me sentí reprimida de mi libertad, en mi casa se hablaba poco de política. Yo no sentí curiosidad por ella, me sentía española y católica, con mucho orgullo defendía mi patria. Hoy me gusta saber lo que puedo sobre política, pero no tengo interés por ningún partido, quiero que se hagan las cosas bien, que haya trabajo y sean transparentes y honrados, que la justicia trabaje por la igualdad y la paz. LA CONSTITUCIÓN: cómo la veo 6 de diciembre del 78 LUCÍA PÉREZ Estaba en mi trabajo y salí a disfrutar las 4 horas que nos daban para votar. Fue un día feliz para mí, ya que recogí la certeza de mi segundo embarazo (deseado) y fui a votar, lo que por fin, después de tanto trabajo que se había hecho entre todos. La expectación a ver que pasaba, ya que no defraudaba a nadie y pretendía contentar a todos. Recuerdo pintadas en la pared que en algunos centros de trabajo avivaban, tales como: “Constitución Atea no gracias” o “Prostitución española”. ¿Cómo la veo ahora? ¿Qué es lo que queda del estado social? ¿Somos todos iguales ante la ley? ¿Cuándo empiezan las garantías del Estado? cuando se delinque. ¿Para qué sirve el Senado? Le han convertido en el patio de Monipodio. La Justicia es una tela de araña que solo los ricos pueden romper, decía mi abuelo. Han hecho de Ella la bayeta de fregar el suelo que ni siquiera se molestan en retorcer: esto lo digo yo.

LAS PALABRAS DE NUESTRA VIDA

LAS PRIMERAS PALABRAS DE MI VIDA ELISEO DEL BLANCO Al terminar la última clase decía yo a la profesora, “exigentona”, palabreja a la cual seguro que la RAE no la “da esplendor” en su diccionario, pero ella me entendió; ya nos había “impuesto” los deberes para el próximo día y cuyo asunto es el título que encabeza este escrito. Al querer traspasar a este folio, cuya albura no tiene ninguna culpa de la negrura con la que yo pueda mancharla, y en cumplimiento de la obligación de traer hasta aquí aquellas primeras palabras que llegaron a mis oídos, me invade la misma extrañeza de aquel portugués porque “todos los niños en Francia, sabían hablar francés”; pues bien, quiero creer que a esta memoria mía, ya un tanto quebrantada, le cueste rememorar las palabras primeras de mi infancia, tanto las oídas como las pronunciadas por mi boca balbuciente, pero me inclino a creer que serían padre y madre, posiblemente con alguna disminución de letras en la pronunciación, porque, como decía una canción, sería una barbaridad decir papi ni mami ni papuchi ni mamuchi. Posteriormente estas ya no fueron tan disonantes. Habría que grabar no sé si en la “RAM” o en el “disco duro” el nombre de cosas y enseres que me rodeaban, por ejemplo, escaño, hoy tan depauperada y no por los materiales de que están

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hechos si no por lo que uno tiene que oír a tantos como asientan sus posaderas en ellos y que tanta necesidad tienen de una cuidadosa limpieza bucal; no me meteré con su conciencia. De golpe y porrazo, creo que me intitulé (¡madre mía, qué disparate!) arquitecto o, cuando menos, aparejador porque, con mi pololo a cuestas, dejaba a mi familia en la mesa ya que tenía que ir a revisar las obras de la casa que se estaba construyendo el tío Crescencio “porque de lo contrario....” y allí sigue perenne en un ángulo de la plaza cuadrilonga de mi pueblo, junto al pozo artesiano, cuyas aguas (perdón por la autocita) dije que poseían buenas cualidades para la cochura. Por tanto, más palabras añadiría a mi “disco duro” como adobe, amacal,, barro, porque “muy señoras mías y de mi más alta consideración”, allí se construía con esos materiales; previamente, los adobes (tierra, paja y agua mezcladas) habían sido elaborados con el amacal y acarreados con la ayuda de los vecinos desde las barreras donde se hacían; ya de paso, se me grabó “lizares” que era el nombre de los cimientos del edificio. Avancemos un paso más en aquella infancia: Se imponía empezar a prepararse para ser “un hombre de provecho” y hubo que asimilar lo se suma, resta, etc. y coscorrón, sopapo ó capón porque, aunque no fuera verdad lo de la letra con sangre entra, si me tocó alguno sin que, a estas alturas, haya notado ningún traumatismo ni la necesidad de visitar a ningún psicólogo por obedecer ni por esforzarme; había que dar bien la “lición” que diría el Buscón Don Pablos para, por si acaso, evitar aquellos, que tampoco menudeaban tanto. En estos momentos me está invadiendo la indignación por tener que oír las demandas y protestas que tienen que escuchar los profesores por parte de padres, hermanos o “el primo de Zumosol” porque al niño le haya caído alguna minúscula corrección; al profesor hay que exigirle la preparación necesaria para explicar la materia correspondiente pero al alumno habrá que exigirle el esfuerzo ineludible para asimilar las asignaturas, a no ser que queramos crear una recua que se sienta muy a gusto con que la lleven del ronzal y con orejereas o el rebaño que mansamente obedece al pastor aunque no lo lleve a praderas verdes y frondosas. También los legisladores tienen su parte de culpa, seguro que más de una parte. Y ahora ¿qué?: Pues no me queda más remedio que entonar el mea culpa y pedir perdón a la profesora y mis condiscípulas por la paciencia que han de tener para escucharme, especialmente, la última parrafada y tendré que borrar lo de “exigentona” del principio. Y ya, con vuestra venia, voy a terminar refiriendo aquellos juegos compartidos con los demás niños y en los que había que espabilarse para no tener que oír “tonto el último” o que te tocara siempre “poner” y de allí salieron: Cartones, peuca (peonza dice la RAE), el calvo, la pita y otros con los que se pasaban los ratos libres en un santiamén. PALABRAS EN DESUSO. CARMEN GUTIÉRREZ Aunque no soy nada forofas de las causas rurales, este verano, más por curiosidad que por el ambiente, me embarqué y me fui a pasar 15 días a una aldea ubicada en las orillas del rio Sil. Cuando llegué a la aldea eran cerca de las 7 de la tarde. El viaje lo hice en tren y el resto en un catamarán. Al pasar por la Plaza Principal, me llamó la atención ver a unos cuantos zagales sentados en un petril, zamplando un buen bocadillo y empinando el porrón para regar sus gargantas. La plaza estaba rodeada de casas en buen uso. La que yo iba a ocupar estaba más distante de la aldea y era rústica del todo. Al abrir la puerta, lo primero que husmeé fue el amplio zaguán y sus objetos. En el techo pendían dos zuecas y un candil; también había un escaño de tres cuerpos llenos de piñas; una mesa redonda, en la parte superior tenía un quinqué, en la inferior un brasero. Al entrar en la cocina, la formica brillaba por su ausencia. Todo era de madera, menos el

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frigorífico. Para limpiar la mesa, el armario y los bancos, había que utilizar el estropajo y el asperón. El vertedero era de granito, dentro del mismo había un barreño donde metías los platos para fregar. No había cocina de butano. La repudiada cocina bilbaína te hacía el servicio si querías guisar; a falta de microondas, tenía un infiernillo eléctrico. Sobre la encimera de la cocina había una hermosa trébede con tres aros relucientes a base de sidol. Siguiendo husmeando, salí al canal. Me llamó mucho la atención el pozo, porque todo su bocal estaba rodeado de petunias de todos los colores. Al lado del pozo había un pilón con una banca de madera. Sobre la tapa del pozo había un bidón con forma de regadera para ducharse. En el mismo corral había un cuarto pequeño que hacía de retrete, y como lavabo, una mesa alargada y encima una palangana y un caldero lleno de agua. A falta de cisterna, de la pared colgaba una lavativa. Aunque todo era muy obsoleto, la casa te inspiraba imaginación porque tampoco era muy incómoda. Yo notaba cierta presencia femenina a través del almidón de los visillos y pañitos de las mesitas almidonadas. Tampoco podía faltar de debajo de la cama, la bacinilla. Cabalgando al sol hacia su ocaso, tomé el botijo y el zurrón y camino del caño, iba atrapando moras de las silveras. LAS PALABRAS DE MI VIDA CHARO ÁLVAREZ

VIDA: Una escuela de probabilidades PAZ: La paz es para el mundo lo que la levadura para la masa PALABRA: Es el vehículo del pensamiento para expresar lo que se quiere decir LIBERTAD: Se que solo hay una libertad; la del pensamiento AMOR: Un poema eternamente personal AMISTAD: La amistad sabe curar, que importante en estos tiempos DEMOCRACIA: Esta palabra lleva el mas bello nombre que existe “IGUALDAD”

HISTORIA: Siempre se puede escribir, pero nunca borrar ALEGRÍA: Cuanto mas se gasta , mas queda MORAL: Es la higiene del alma ESPERANZA: Un sentimiento vital , superior a la suerte

LECTURA:: Es el viaje de los que pueden tomar el tren

MIS ALAS Y MIS ABISMOS (Reescribiendo, con nuestra mirada personal, las palabras de Begoña Abad)

MIS ALAS Y MIS ABISMOS ÁNGELES PESQUERA Cuando era pequeña mi padre me enseñó a leer, a escribir, a hacer pequeños cálculos aritméticos, a respetar a los mayores y a saber comportarme en la mesa. Poco más tarde, mi madre me enseñó a coser alguna cosa y, poco a poco, a fregar y a limpiar la casa. Pero a ninguno de los dos se les ocurrió enseñarme a fabricar alas. Tampoco en el colegio ni en el instituto había asignatura que incluyese esta disciplina; quizá en la clase de dibujo haya copiado algún animal alado, no me acuerdo bien pero, de todos modos, esas alas no sirven, no, las dibujadas sobre papel no valen para alas de libertad. Pero en el transcurso del tiempo y por el camino de la vida yo fui aprendiendo poco a poco y artesanalmente a fabricar unas pequeñas alas. Al principio, rudimentarias que luego se fueron

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perfeccionando, aunque no llegaran del todo a ser perfectas, quizá porque empecé un poco tarde y mi capacidad de aprendizaje ya había mermado un poco. Mis alas me permiten volar sobre pequeñas parcelas de mi entorno y esto me hace sentir importante. A veces, volando torpemente, me acerco a un barranco que no llega a ser ni abismo y, antes de llegar al borde, me paro. El instinto de conservación hace que mis pies se posen fuertemente en la tierra y eviten esos desconocidos peligros que, posiblemente, no pudiera salvar. Quién sabe qué se puede encontrar en esos agujeros, ¿algún dragón de cabeza enorme, ojos saltones y que echa fuego por la boca?. Quemaría mis pequeñas y frágiles alas, ahora que me siento tan a gusto con ellas. Sí, de verdad, hacen que me sienta feliz y no me deslumbran otras que, en apariencia, son más grandes, más resistentes, más brillantes y más vistosas porque, estoy segura, de que tampoco permiten volar a gran altura. El lastre de la vida pesa mucho y es difícil librarse de él. Hay quien se atreve a soltarlo y volar alto salvando grandes abismos. Algunos lo consiguen y otros perecen en el gran hoyo con sus alas rotas. No midieron adecuadamente sus resistencias. MIS ALAS Y MIS ABISMOS LUCÍA PÉREZ Gracias a esta poesía tan bonita y sencilla, he entendido ¡tantas cosas! Procedo de una familia numerosa y humilde, que no veas la de plumas que recopilas en esa etapa de tu vida. A los 11 años me tengo que responsabilizar de mi hermano pequeño porque mi madre tuvo que trabajar más, o sea, fuera de casa. Mis primeras plumas de rebeldía fueron no poder estudiar, pero se fueron naciéndome suaves porque por eso nació mi interés por leer, por no quedarme atrás. No muchos años después, el mundo del trabajo donde acumulas plumas de gavilán, pero también de cisne, que estas aún perduran. Matrimonio, hijos, algunas plumas de buitre, pero también de gorrión y de aves bellas y de colores. Luego llegó un día que tenía el saco de plumas tan lleno que le di un soplido y volaron, algunas se quedaron un tiempo pululando por el aire, otras en el fondo y algunas se perdieron, pero las que recopilé me hice unas alas que, al principio volaron como una gallina torpe. Ahora no sé en qué clase de ave estoy, pero volando, ya que soy yo y mi circunstancia. MIS ALAS Y MIS ABISMOS CHARO ÁLVAREZ Mi infancia fue feliz. Soy la sexta de nueve hermanos. Cuando cumplí 5 años, fui a vivir con la abuela (algo frecuente en aquellos años). Para ella yo era “la niña de sus ojos”, era una mujer con unos valores y principios extraordinarios. Todas mis necesidades, incluidos caprichos, quedaban cubiertos con creces. Yo no dejaba de visitar frecuentemente la casa de mis padres hasta el punto que las vecinas me decían: hija, no vas a dejar crecer la hierba en el camino. A mis 17 años mi abuela nos dejó para siempre. A partir de ahí, pensé que tenía que “volar”, no quería estancarme en un pueblo que no tenía recursos, ni salida para nada. Empecé a darle vueltas de qué hacer, dónde ir… Sin poder creérmelo, se me brindó la oportunidad de ir a Barcelona para estudiar y trabajar allí. Y “volé”. Allí viví durante 13 años; me casé, nacieron dos de mis tres hijos y después, vuelta a Castilla; feliz de volver a mis raíces.

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Todo parecía perfecto, de pronto todo quedó truncado cuando a mi marido le diagnosticaron una enfermedad invalidante e irreversible. Ahí sí, caímos todos en el abismo de la angustia y desesperación. Hemos vivido 20 años con la impotencia, entrega, y cariño más consolidado; madurez, quizás prematura, en mis hijos. Hemos aprendido que el vuelo puede resultar fácil, pero también, que lo abismos existen. MIS ALAS Y MIS ABISMOS MARÍA JESÚS Siempre me gustó la libertad, pero las circunstancias de la vida, se encargaron de truncarla y llenarme de responsabilidades y trabajos. Desde ese momento sólo pensaba en los demás y mi libertad quedó dormida. Con el paso de los años, poco a poco fui saliendo del abismo y me siento más libre. He dejado las responsabilidades a los que me preceden y me siento bien, como un pájaro fuera de su jaula que desea volar. Mi deseo es disfrutar de las cosas sencillas, dejar volar mi imaginación, desplegar mis alas y ser feliz con lo que tengo; hacer feliz a los que me rodean. No son grandes cosas, pero en ellas deseo encontrar la felicidad. ¿QUÉ HARÍA YO SI ME NACIERAN LAS ALAS? MARÍA DEL CARMEN GUTIÉRREZ Si me nacieran las alas no creo que las hiciera volar mucho porque entiendo que las alas no son más que una utopía para hacer volar la imaginación. Haciendo uso de mis alas me imagino en Bangladesh. Me imagino Secretaria General de la ONU. Me imagino que, haciendo uso de mis alas, le sacaría los colores de la vergüenza al mandamás de esta nación y le diría si todavía se cree que estamos en el medievo y si las niñas nacen para ser carne de cañón. Siguiendo volando, le preguntaría al mandamás de “marras” y a sus ministros, si fueron a la universidad; de ser así, no entiendo cómo personas cultas permiten que las niñas de su país sean explotadas a través de la prostitución y también cómo permiten que sus padres las vendan al mejor postor. Por eso, si me nacieran las alas a los 50 años, volaría con mucha cautela no me fuera a pasar lo que le pasó a Ícaro. ¡Aunque muy cortitas, muchas gracias a las Alas de mi imaginación por hacerme creer que todavía sirvo para imaginarme utopías sin acercarme demasiado al sol!

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A LA HORA MARCADA (Soneto) ROSA Mª CALZADA Giro en el engranaje de la vida solo un instante en el reloj del tiempo, soy frágil velero a merced del viento, exigua luz que apenas se divisa. Llevo en el equipaje, mi alma herida, y el corazón prisionero latiendo, yo encadenada a un futuro incierto, pero me aflora libre la sonrisa. Me visto de esplendor cada mañana y el sol dora mi piel tarde a tarde, para morir un poco cada noche. Cuando se acerque la hora marcada, extinguirá mi llama vital que arde su gélida firma y peculiar roce.

DE ALAS Y OSCURIDAD ELISEO DEL BLANCO

En reparto imaginario a Begoña le tocaron alas que sortearon en un bombo giratorio. Al llegar el envoltorio cogiéronla muy despierta porque siempre estuvo atenta a aspiraciones supremas, a desbaratar las cadenas de rutina polvorienta. En pueblo de tanto vacío pues en él “ni iglesia había”, está claro, se imponía remediar aquel vacío. En nuestra ciudad hoy en día tenemos tanto de todo y creamos tanto lodo, que impide hasta respirar y a auras puras volar ni de noche ni de día.

Esas alas voladoras con que Dios dotó a las aves, imitadas en las naves por los aires portadoras de hombres y de señoras, aléjannos más del suelo para contemplar sin velo las grietas y oquedades, los inmensos robledales y mirar sin miedo al cielo. Con la ciencia despejamos de “aqueste mundo malvado”, falaz y hasta enrevesado, la senda en que caminamos, pues con ella olvidamos ignorancia y vaciedad. Abracemos a la verdad para un camino seguro que iluminará lo oscuro aunque esté envuelto en maldad.

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EL DICCIONARIO DE LAS PALABRAS MORIBUNDAS DICCIONARIO DE PALABRAS MORIBUNDAS DE NUESTRO PUEBLO ELISEO DEL BLANCO

Alacena. Armario, generalmente empotrado en la pared para guardar objetos. Alforjas. Tela fuerte cerrada por los extremos formando dos bolsas grandes. Para caballerías. Aparvadero. Tablón de unos 2m x30cm de alto con sujeciones a una lanza para atropar la

mies trillada. Aventadora. Máquina para separar la paja del grano. Barrila. Vasija de barro para el vino. Bieldo. Herramienta de madera para echar al viento paja y grano y separarlos. Bufín. Especie de bufanda grande de lana y con flecos. Candil. Utensilio para alumbrar con recipiente para aceite y mecha y gancho para colgar. Cantarera. Mueble de madera para colocar los cántaros. Cántaro. Vasija, generalmente de barro, con boca y pié estrechos y panza ancha y con asas. Carburo. Utensilio para alumbrar con doble recipiente para agua y carbono con metal o metaloid Cardas. Trozos de madera con púas finas para cardar la lana. Casafuera. Parte más externa de la casa. Chambra. Especie de blusa. Collarín. Especie de collar, relleno, que se pone a las caballerías para el tiro. Collera. Parecido al anterior pero para tirar del carro. Cornales. Tiras de piel para sujetar el yugo a la cabeza de vacas o bueyes. Costanas. Tableros que se colocaban en los laterales del carro. Escaño. Banco con respaldo en que pueden sentarse varias personas. Escardar. Limpiar de cardos los sembrados. Escarpines. Calzado de estameña. Espearse. Gasto excesivo de las uñas de las vacas que las hace cojear por no herrarlas. Espita. Canuto que se pone en las cubas para que caiga el líquido que contienen. Estrinque. Cadena que se pone desde el yugo al arado u otro objeto para su arrastre. Farol. Utensilio de hojalata y cristal con una luz dentro, comúnmente aceite y mecha. Gario. Herramienta para cargar la paja. Gavilla. Conjunto de tamaño mediano de mieses. Hilorio. Reunión nocturna e invernal de varias personas. Horca. Instrumento para mover las mieses u otro material. Hornera. Habitación donde se hacía la vida diurna en verano. Hurmiento. Porción de masa guardada del amasado anterior para el siguiente para fermentación. Huso. Utensilio para reducir a hilo la lana u otro material. Lechera. Recipiente, generalmente de hierro o acero, para recoger la lecha. Mallas. Redes que se ponían en los carros para el transporte de mieses o paja. Mesilla. Pieza de madera con una muesca para sujetar el yugo en la lanza del carro. Morena. Montones de mieses en las fincas. Mullido. Utensilio de tela o piel que se ponía en las caballerías. Palmatoria. Candelero bajo con mango y pié redondeado. Pelliza. Prenda de abrigo para hombres. Pizpierno. Brazuelo u otra parte del cerdo curada desde algún tiempo atrás. Pocilga. Habitáculo para los cerdos. Refajo. Prenda gruesa femenina para debajo del vestido. Rueca. Utensilio donde se colocaba la lana para poderla torcer. Segadora. Máquina para segar mieses.

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Sobeo. Tira gruesa y larga de piel para sujetar el yugo y la mesilla al carro. Tenazas. Instrumento de metal de dos brazos unidos por un clavo para sujetar las brasas. Trébede. Pieza circular o triangular de hierro para poner al fuego perolas o sartenes, etc. Trillo. Maderas gruesas ensambladas con piedras incrustadas para machacar la mies. Yugo. Instrumento de madera con dos medios arcos para uncir las vacas o mulas. Zurrona. Bolsa grande de piel curtida de oveja para llevar la comida los pastores.

LAS PALABRAS DE MI VIDA LUCÍA PÉREZ

A nivel emocional y sentimental, las palabras de mi vida son las mismas que las de casi todo el mundo. Padres, hermanos, abuelos, infancia, tierra, con sus luces y nombres nos vulneran. Luego de mi cosecha y propia experiencia, son preferibles estas. Juegos: en la huerta con mis primos y hermanos, maravillosos veranos, casi sin juguetes pero con la imaginación al poder. Escuela: saqué provecho a la escuela de mi época aunque no me gustara ni la costura, ni los rezos ni la formación del espíritu nacional. Jamás olvidaré a Doña Vicenta, maestra entrañable. Juventud: descubrimiento de vida, éxitos, fracasos, lo normal. Solidaridad: que el problema del otro a mí no me resbale Libro: me subía a los árboles a leer para que no me vieran y mi libro favorito me lo regaló mi padre. Jamás he olvidado la dedicatoria. Aprendí que “el hombre puede luchar solo contra la adversidad, pero jamás vivir aislado”. Y descubrir que todo, todo y todo está en los libros. Música: el más adorable de los ruidos. Gracias a ella en mis ratos de alegría y tristeza siempre me ha acompañado. Por cierto, Serrat es uno de los hombres de mi vida. Roble: el más maravilloso árbol para mí. De vez en cuando me voy al monte de Palencia y me abrazo a uno, me carga las pilas. Catedral: admiración a la belleza de las construcciones; no me canso de los ratos en ellas. Conozco muchas. Abuela: mi continuidad, no mi responsabilidad, o sea, mimar siempre, y a ver si soy capaz de transmitir cuentos y retahílas y cuarenta y una cosas que hacemos las abuelas. Gastronomía: me encanta cocinar, es alquimia y, con amor, cocinando la sobremesa, es uno de los placeres de la vida. LOCALISMOS EN GALLEGO CARMEN GUTIÉRREZ Mi mamá me mandó fregar el echan "suelo". Mi mamá me dijo que la tisciola estaba mal fregada -"la sarten". Mi mamá me mandó poner la mesa y se me olvidó poner o coutelo - "cuchillo". Mi mamá me mandó a la tienda a comprar ovos - "huevos". Todas las tardes voy a segar hierba y nunca se me olvida o fouciño - "hoz". Esta mañana se me olvidó ir a hacerle la visita a mi abo - "abuelo" Estaba barriendo y se me rompió el palo de la basoira - "escoba". Esta tarde estuve apañando castañas - "recogiendo". Resumiendo: O mundo e un pote, a testa un potiño donde cada un ferve o seu caldiño. Qué manera de berrear - "gritar".

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EL PERSONAJE DE MIS RECUERDOS EL TÍO CARLOS ELISEO No, no es que este señor, inspirador de mi relato posterior, fuera pariente mío, era la forma de expresarse por mi pueblo con respecto a los hombres; en las mujeres se daba alguna excepción y, en vez de la tía tal, era la señora tal. Remedando al Buscón Don Pablos, diré: “Yo, señor, soy de” Valdavida, uno de tantos pueblos desperdigados por la provincia de León (por cierto, la más grande de esta región en que habitamos), que tiene más de cuatro calles y que, mirando desde su entrada por el camino vecinal, van a juntarse a una plaza, digamos cuadrilonga, en la que, en tiempos relativamente modernos y gracias a las técnicas existentes, brotó de una no muy profunda prospección, agua abundante para apagar la sed de quienes la tengan y que, según se cuenta, tiene unas excelentes propiedades para la cochura. A la terminación de esa plaza, empezaba otra vez la disgregación de las calles. Pero mi personaje sucumbió antes de que lo anterior fuera realidad, se llamaba CARLOS y su oficio, vaquero, era cuidar de las vacas de los vecinos, (aquellas que no se utilizaban en el trabajo). Él las llevaba por aquel monte que tenía indeleblemente impreso en su “ordenador”, sus páginas estaban diseñadas a la perfección, impecablemente distribuidos los regatos, las fuentes, las solanas y los sombríos para que los animales de sus cuidados tuvieran los pastos más abundantes y los mejores lugares para su sesteo. Pasábase la vida prácticamente en el monte, salvo aquellos días más crudos del invierno y era en estos días y en aquellos hilorios donde se hacía de casi todo, se rezaba, se reía o se reparaban los aperos al amor del fuego del hogar y no precisamente del “olmo del Duero”, cuando despojado ya de su “zamarra”, sus “bragos” , “angorras” y “zuecos” que le habían protegido durante el día de vendavales y humedad, sacaba a relucir su sabia experiencia con aquellos sus prolongados silencios, con aquellas arrancadas breves en palabras pero de enjundioso contenido. Eran notorias su amabilidad y dulzura, aquella su frase “sun plante el ceazo” cuando alguien le preguntaba el pronóstico sobre el tiempo que haría, aquellas agarrullas y cuarezas que él cogía por el monte y repartía y que tenían un sabor especial.... Creo que me ha salido la nostalgia pero sí quiero con esto rendir un ínfimo homenaje a aquel hombre enjuto y seco y recio. Nadie piense que en esos crudos días de invierno se quedaba al amor de la lumbre, no, señor, a pesar del gélido ambiente, él hacia sonar su “turullo”, señal inequívoca de que era la hora de soltar las vacas... ¿para qué? Aunque solo fuera para que bebieran agua y se rascaran en los rebollos. Y cuando ya el sol parecía desperezarse, arreaba con su vacada hacia el monte para pasar el resto del año; allí en “El Pico” tenía su chozo donde dormía y el corral donde guardar el ganado.

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Y así un día tras otro hasta el de San Pedro en que regresaba al pueblo porque había que renovar el contrato, acto que quedaba zanjado en pocos minutos, ¿sería por la no-intervención de los sindicatos? ¡Dios le tenga en su gloria, tío Carlos! PERSONAJES DE MIS RECUERDOS CARMEN GUTIÉRREZ Los personajes de mis recuerdos, tanto de ficción como reales, son muy añejos. Los dos primeros fueron unas vecinas de mi mamá. Estas dos señoras representaron un referente en mi vida. Los personajes de ficción fueron el guerrero del antifaz, Robinson Crusoe y don Quijote. A través de estos personajes, fui una forofa de la lectura. La primera vecina de mi mamá, Remedios, era una señora analfabeta -aunque tenía mucha experiencia de la vida y nadie la engañaba-. Esta señora si hubiera estudiado, la filosofía le hubiera ido como anillo al dedo. Siempre tenía refranes a punta de martillo que quitaban hierro a todas las malas intenciones. Por citar alguno: "a Dios rogando y con el mazo dando". El más popular era: "la verdad por los cojones y el escribano que escriba". La segunda vecina, Laura, era el reverso de Remedios. Terminada la guerra civil española, un buen día -digo bien- entran en el portal de mi casa y llaman a la puerta. Mi mamá abre la puerta y yo voy detrás a curiosear. Lo que mis ojos de niña veían era ¡a seis personas pidiendo limosna!; nada de eso. Eran seis fotografías vivientes de esas películas surrealistas de Buñuel. Una abuela ancianita, un hijo cheposo, una madre desgarrada y tres niños harapientos y famélicos. La madre, según contó después, acababa de salir de la cárcel. Estuvo presa tres años y le habían fusilado a un hermano; no tenía marido. Toda una tragedia. Pero la personalidad de Laura era única. Era como un libro abierto. Todo lo sabía y sus críticas eran muy didácticas.

GRACIAS A LA VIDA GRACIAS A LA VIDA LUCÍA PÉREZ Gracias a la vida por devolverme sentimientos que creía muertos. Gracias a la vida lo primero es pedirte perdón por haber estado un tiempo enfadada contigo. Gracias a la vida por hacerme abuela.

Gracias por haber renacido en mi la ternura, la emoción y más sensibilidad. Gracias a la vida por tus sonrisas ¡Irene, bonita! Gracias a la vida por nacer en esta parte del mundo. Gracias a la vida porque se me llena la boca y me estalla el corazón por ser tu abuela.

GRACIAS A LA VIDA, QUE ME HA DADO TANTO FELI MERINO Me ha dado unos brazos, que con amor mecieron mi cuerpo, unos pechos que me amamantaron, y unos besos, que mi llanto

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con su amor calmaron. GRACIAS A LA VIDA, QUE ME HA DADO TANTO. Me ha dado ilusiones, me ha dado sonrisas, también me dio llanto, y me dio comprensión para valorarlo. GRACIAS A LA VIDA, QUE ME HA DADO TANTO. Me dio unos amores, que en mi corazón, el amor despertaron, fue... una hermosa entrega dar y recibir, sin tasar el cuánto. Recibí y di tanto, que por ello quiero entonar el canto. GRACIAS A LA VIDA, QUE ME HA DADO TANTO. Me envolvió en los sueños de la fantasía, en ellos he vivido, tantas cosas bellas... El viento del tiempo, intentó llevarlos, pero la vida me dijo, TE PERTENECEN, sigue siendo feliz, sigue soñando. GRACIAS A LA VIDA, QUE ME HA DADO TANTO. Hoy, cuando el tiempo ya es un pasado, aún tengo ilusiones, sé aprender, lo que he ignorado. POR ESO YO CANTO. GRACIAS A LA VIDA, QUE ME HA DADO TANTO. GRACIAS A LA VIDA Mª DEL CARMEN GUTIÉRREZ Gracias a la vida por quererme tanto todo me lo has dado, sin pedirme a cambio. Me dio la alegría de mis veinte año, recogí sus frutos pero nada a cambio. Gracias a la vida por quererme tanto tuve mis desdichas, alivió mis llantos, alumbró mi vida, curó mis quebrantos, me puso en caminos nunca yo soñados. Como bien nacida por quererme tanto, hoy mujer longeva, te digo te amo.

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GRACIAS A LA VIDA ROSA MARÍA CALZADA YLLERA Soy una más caminando por la misma senda, como los demás seres humanos, que habitamos en este planeta. Tengo que agradecer poco a la vida, pues me ha tratado muy mal y me ha lastimado. Ante cualquier acontecimiento, sucedido a lo largo de mi vida, cuando empezaba a sonreír, y soñaba que tocaba que tocaba el cielo con las manos, y era feliz, me clavaba por la espalda sus zarpas de fiera, una y otra vez. No soy rencorosa ni vengativa, y reconozco que hay otras muchas cosas que si tengo que agradecerla; una de ellas elegida al azar, es, cuando sale el sol radiante, y se acomoda en el cielo azul, por eso tengo que disfrutar en cuerpo y alma, y aprovechar al máximo, su cromatismo y su luz, pues es un valioso regalo que me ofrece, y me asomo a la ventana, cuando ha nacido ya, la mañana. CANCIONES Y LLANTO Mª JESÚS BALBAS Al nacer, si lloras es un buen presagio porque se respira tras un largo letargo, que nos da la vida y también el llanto, una canción triste de mi desengaño. Canciones y llanto. Si a oscuras caminas, puedes encontrar negras experiencias que te harán llorar. No te sientas triste ¡sonríe y verás! será una experiencia que te hará cantar. De todo se aprende, hasta perdonar. Canciones y llanto. Dulce es la experiencia que te enseña a amar, toda la sonrisa y un dulce mirar. ¡Tú quieres que vean lo feliz que eres! porque has dado todo al que tú más quieres. Ahora eres feliz, ya le has perdonado y le das canciones, sonrisas, no llantos.