La gestión de la imagen marca y su incidencia en el cuerpo

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La Gestión de la Imagen-Marca y su incidencia en el cuerpo: El Marketing al desnudo Universidad Nacional de La Matanza Maestría en Comunicación, Cultura y Discursos Mediáticos Seminario: el escenario del cuerpo en los medios de comunicación Profesora: Lic. Elina Matoso Alumno: Lic. Rodrigo Cerone

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La Gestión de la Imagen-Marca y su

incidencia en el cuerpo:

El Marketing al desnudo

Universidad Nacional de La Matanza

Maestría en Comunicación, Cultura y

Discursos Mediáticos

Seminario: el escenario del cuerpo en los medios

de comunicación

Profesora: Lic. Elina Matoso

Alumno: Lic. Rodrigo Cerone

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INTRODUCCIÓN

Vivimos en un mundo postmoderno de grandes cambios en la

individualidad de los sujetos con respecto a la Modernidad. La caída de los

“grandes relatos” de las instituciones (Lyotard, 1979) y la ausencia un “gran

Otro” (Dufour, 2003), como configurador de un modelo ideal a seguir, dan lugar

a un sujeto individualista. Un tipo de sujeto que se caracteriza por elegir sus

valores y no heredarlos como aquellas personas de la generación moderna

(Contissa).

En este nuevo escenario entra en juego un nuevo tipo de actor social

que compite con las instituciones a nivel social, cultural, etc. Se trata de las

corporaciones, las cuales buscan configurar la identidad de sus consumidores

promoviendo una lógica de mercado que se basa en la elección de los valores.

Cada corporación posee marcas comerciales que representan valores,

promueven patrones de comportamiento y, entre otras cosas, definen formas

de moldear los cuerpos que impactan en la “Imagen Corporal”. Este concepto

responde a lo que Buchbinder, utilizando las ideas de Doltó, definió como

“aquélla que se va constituyendo a lo largo de la historia de un sujeto,

atravesada por el deseo, el lenguaje y la cultura” (Buchbinder, 2003, p.1). Estos

tres elementos (deseo, lenguaje y cultura -de los consumidores-) son parte de

cualquier plan estratégico comercial que desarrollan profesionales del

marketing y la comunicación.

Este trabajo se va a concentrar en ese punto en cuestión. Dicho más

específicamente, se analizará la incidencia de las corporaciones en la imagen

del cuerpo del individuo. En un primer momento, se describirá la importancia

que el ámbito empresarial le da a la Imagen Institucional. Luego, se mostrará la

relación de dicha imagen con las marcas comerciales. Por último, el análisis se

enfocará en la incidencia de esas marcas en el cuerpo y la imagen corporal de

los sujetos (consumidores).

¿QUÉ ES LA IMAGEN?

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La imagen suele ser considerada meramente desde el punto de vista de

la percepción visual. También, se la suele atribuir a las personas, instituciones

o cosas del mundo como propias de ellas mismas. Es decir, se considera que

la imagen pertenece a ellas, residen en ellas o que son parte de ellas. Pero la

imagen no es parte de los objetos o personas sino que responde a una

percepción que tenemos sobre estos.

Cuando interactuamos a través de los sentidos con las cosas o personas

del mundo vamos registrando en nuestras mentes percepciones (imágenes) de

ellas. La experiencia que tenemos con los objetos queda en nuestras memorias

y, así, podemos recordar que ciertas cosas poseen determinados colores,

formas y otras características físicas. Esta concepción de la imagen responde

al concepto de “icon”, el cual se refiere a caracteres físicos.

Sin embargo, no solamente la imagen (percepción) está constituida por

recuerdos de caracteres físicos. Hay otra acepción de la imagen que responde

al concepto de “imago” y se refiere una representación imaginaria y memorial

basada en características abstractas. Las imágenes también son percepciones

que dan cuenta de ideas abstractas (creadas social y culturalmente) atribuidas

a los objetos o personas en cuestión. Por ejemplo, una persona que eructa

durante un almuerzo puede dar distintos tipos de imagen según quien lo

observe. Un niño de nuestra cultura puede resultarle gracioso el acto y tener

una imagen de quien eructa como una persona divertida o graciosa. A su vez,

en la mente de un adulto puede darse la imagen del sujeto como maleducado.

Y, por contraste, hay culturas árabes que consideran el acto de eructar en la

mesa como de agradecimiento, lo que puede dar lugar a una imagen de

persona educada, respetuosa y/o agradecida.

Como se puede ver en el ejemplo anterior también hay que considerar

diferentes factores comunicacionales (como el lenguaje o el contexto),

personales (como la edad), culturales, sociales, etc. que tienen inferencia en la

experiencia que da lugar a una imagen. Estos factores son tomados en cuenta

por las corporaciones, empresas y son objetos de análisis científicos para

trabajar sobre su imagen.

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LA IMPORTANCIA DE GESTIONAR LA IMAGEN EN LAS EMPRESAS

Desde el punto de vista académico y profesional, la gestión de la imagen

de las empresas consiste en considerar a estas organizaciones como un

cuerpo. Respecto a esto Ibáñez Padilla dice que “la imagen corporativa es la

percepción que se tiene de la institución como un todo global, como un cuerpo

(de allí que empleemos el adjetivo corporativo)” (Ibáñez Padilla, p.7).

Así también como la “imagen corporal” de los individuos, la imagen

corporativa de las empresas es fragmentaria y dinámica (Matoso; 2003). Las

empresas son percibidas por las personas como un todo a través de la

interacción con estas, pero el proceso de conformación de imagen es

fragmentario. Es imposible percibir a las empresas (así también como a los

objetos y personas) en su totalidad. La empresa es percibida por fragmentos,

ya sea en un punto de venta, en una publicidad, en un contacto telefónico de

un servicio pos-venta, a través de los productos, una nota publicada en un

diario (aunque un tercero –periodista- hable de ella), etc. Por otro lado, la

imagen corporativa es dinámica porque es inacabada, nunca queda estática en

el tiempo. Siempre se renueva, se reafirma, se aggiorna, cambia. Cada

interacción puede reafirmar las ideas abstractas y características físicas que se

le atribuyen a la empresa, o cambiarlas.

Los cambios o re-afirmamientos en la imagen corporativa depende de

cuatro vectores interrelacionados entre sí: Identidad, Acción, Cultura y

Comunicación. La Identidad1 se refiere a lo que la empresa “es” (estructura

institucional o fundadora) y “hace” (actividad por la cual se crea el sistema

relacional de ella), y está estrechamente relacionada a cómo se hace conocer y

cómo lleva a cabo sus acciones (Costa, 2001). La Acción de la empresa, que

es parte de su identidad, a su vez comunica (ya sea intencionalmente o no). La

Cultura responde al “conjunto de creencias, valores y pautas de conducta,

compartidas y no escritas, por las que se rigen los miembros de una

organización, y que se reflejan en sus comportamientos” (Capriotti, 2009, p.24).

1 También llamada Identidad Corporativa.

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Por último, la Comunicación es una acción simbólica resultado de los otros tres

vectores y que además está basada en la emisión de mensajes por parte de las

empresas2 (construidos intencionalmente, o no).

A grandes rasgos esta gestión consiste en proyectar la identidad

planeada en una estrategia para influir en las percepciones de las personas y

lograr una imagen deseada (la cual puede estar basada en el engaño). En toda

gestión de la imagen, la Identidad es transmitida por la forma en que se

presenta y muestra sus acciones a través de diversos vehículos de

comunicación como mensajes publicitarios, símbolos y logos, papelería,

slogans, colores, folletería, capacitación creada para que empleados hablen en

tonos especiales, etc.

¿Para qué sirve la Imagen Corporativa?

Gestionar la imagen en una empresa es un trabajo complejo pero cabe

preguntarse: ¿para qué sirve realmente? ¿Qué beneficios otorga? Paul

Capriotti responde a estas preguntas diciendo que la gestión de la imagen

“tiene como objetivo prioritario lograr la identificación [de las personas con las

empresas], diferenciación [de cada empresa con respecto a las otras] y

preferencia de la organización [para ser elegidas]” (Capriotti, 2009, pp.11-12).

Además, este autor establece que una buena Imagen Corporativa permitirá:

“Ocupar un espacio en la mente”: (que una empresa sea conocida es existir

para las personas. Esta es una condición para que los individuos la elijan),

“Facilitar la diferenciación de la organización de otras entidades”: (es la

segunda condición para que las personas elijan a las empresas), “Lograr

vender mejor”: (personas pagarán más por lo que representa), “Atraer mejores

inversores” y “Conseguir mejores trabajadores”.

La gestión de la imagen de las empresas implica trabajar en su identidad

concibiéndola como un todo, un cuerpo, interviniendo en las mentes de las

personas y sus percepciones para generar una relación perdurable en el

tiempo. De esa identidad que se presenta se desprenden las marcas que 2 También hay que tomar en cuenta que, en lo referente a la comunicación, terceros que pueden hablar

sobre la empresa en distintos canales y/o medios de comunicación pueden influir en la imagen de las empresas.

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trabajan como enlace entre aquella y los consumidores. Es un nexo que trabaja

simbióticamente con la imagen de las empresas, través de la asignación

mutua de significados. Es el distintivo que otorga pertenencia (a ciertas

identidades construidas por el consumo) y es exhibido para demostrarla por los

consumidores.

LA MARCA Y SU CONSUMO COMO FACTOR CONSTRUCTIVO DE LA

IDENTIDAD

Según Joan Costa, las marcas son las que dieron origen a la identidad

en las empresas. Respecto a esto dice:

Los orígenes de la Identidad Corporativa se encuentran en la misma

historia del comercio de Europa, cuando las transacciones económicas

necesitaron un sello (sigilla), una marca para la circulación de

identificación de las mercancías (Costa, 2001, p. 221).

Las marcas tienen dos categorías de signos: icónica (basada en un

símbolo o dibujo) y logotipo (es un signo que puede ser leído como palabra y

que es distintiva según se enlacen y dibujen las letras). Costa cuenta que en

los comienzos, desde el siglo VIII A. C., se utilizaban marcas icónicas en los

contenedores donde se transportaban los productos para que los consumidores

sepan de qué gremio de artesanos provenían.

Luego, sigue Costa, se produce el segundo nacimiento de la marca que

corresponde al verdadero nacimiento de la identidad corporativa. Esta última

nace a principios del siglo XX en Europa, cuando las empresas deciden que

todas sus manifestaciones debían transportar sus signos de identidad (antes,

sólo se utilizaban las marcas para identificar contenedores y productos). A

partir del siglo XX, las empresas comienzan a gestionar todos los aspectos de

su identidad. Primero, se trabaja en todo lo referente en materia de

comunicación de lo visual y lo físico (icon) y luego, más avanzado el siglo, se

comenzó a gestionar la comunicación de conceptos e ideas abstractas (imago)

que remiten desde rasgos de personalidad que representan las marcas a

estilos de vida, formas de ser y otros aspectos identitarios transmitidos para

que se adopten por el consumo.

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Las empresas suelen utilizar una marca para todos sus productos o

poseer varias marcas3. La estructura o arquitectura de marca de una empresa

puede variar. Pero sea cual fuere la estructura de marca esta se desprende de

estrategia de identidad corporativa y consiste en generar un proceso simbiótico

marca-empresa de construcción de la imagen en las personas. Es decir, cada

marca representa ideas, conceptos, etc. para cada consumidor y estos al

interactuar por diversos canales de comunicación (publicidades en TV, internet,

etc.) y la experiencia con los productos y servicios construyen una imagen

sobre las empresas y las marcas de ellas, en un proceso dinámico e

inacabado. De ahí la simbiosis. Cada interacción con las marcas genera

imagen sobre la empresa y viceversa.

Por marca se entiende:

Nombre, término, signo, símbolo o diseño o combinación de ellos cuyo

objeto es identificar los bienes o servicios de un vendedor o grupo de

vendedores con objeto de diferenciarlo de sus competidores (Kotler,

2001, p. 488).

Como se puede ver en la definición (y en el nacimiento de la Identidad

Corporativa), la marca consiste en un aspecto identitario de las empresas ya

que permite diferenciarse de sus competidores. El nombre, término, signo,

símbolo o diseño que cada empresa presenta es parte de su identidad. Y, si

vamos más allá, esas marcas representan para sus consumidores referentes

identitarios a consumir para pertenecer y diferenciarse.

El actual contexto posmoderno abrió paso a las corporaciones para

interferir en las identidades colectivas. Dufour en “El arte de reducir cabezas”

(2003) nos cuenta que las instituciones ya no poseen la capacidad de

legitimación como autoridad para las nuevas generaciones. Siguiendo su línea,

la Posmodernidad está caracterizada por el agotamiento y desaparición de los

grandes relatos de legitimación, como los discursos religiosos y políticos. Es un 3 Según Wally Olins en “El libro de las marcas”, las empresas poseen una arquitectura de marca que

pueden ubicarse en tres categorías: Corporativa o monolítica (la empresa muestra un solo nombre y un único sistema visual para todos sus productos y para presentarse), Respaldada (responde a las empresas que poseen varias marcas que son respaldadas por el nombre del grupo o su estilo visual) y Multimarca (el grupo empresario posee varias marcas que aparentemente no tienen relación entre ellas).

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contexto que carece de un “enunciador colectivo creíble” que pueda establecer

referencias morales a los sujetos.

Frente a este escenario existen otras instancias de legitimación que

toman poder a nivel internacional y sin límites territoriales en todo el globo. Las

corporaciones a través de sus productos y campañas publicitarias emiten

referentes culturales que las personas consumen para la creación de sus

identidades colectivas. Se encuentran entonces, culturas en el mundo que

comparten referentes y, por lo tanto, identidades similares. Siguiendo a Renato

Ortíz, “el mercado, las multinacionales, los medios de comunicación, son

instancias de legitimación cultural” (…) [que] “favorecen la elaboración de

identidades desterritorializadas” (Ortíz, 1996, p.4).

Como podemos ver, en este contexto las identidades “se configuran más

bien en el consumo” (Canclini, 1980, p.2). El consumismo es una forma de

acuerdo social que “juega un papel preponderante en los procesos individuales

y grupales de autoidentificación” (Bauman, 2007, p47). Lo que se consume no

solo son productos sino que signos que se anudan al deseo, para insertarse en

retazos al cuerpo y conseguir el “ser parte de” y “diferente a”, es decir, unirse a

una identidad colectiva.

La vigésima segunda edición del diccionario de la R.A.E. define a la

identidad como “conjunto de rasgos propios de un individuo o de una

colectividad que los caracterizan frente a los demás”. Hoy parte esos rasgos

propios de un individuo o colectividad son adquiridos por las marcas que se

consumen, ya que permite aportar características diferenciales con respecto a

los demás.

En Psicología de las masas y análisis del Yo, Freud dice que:

Cada individuo forma parte de varias masas, se halla ligado, por

identificación, en muy diversos sentidos, y ha construido su ideal del Yo

conforme a los más diferentes modelos. Participa así, de muchas almas

colectivas, las de su raza, su clase social, su comunidad confesional, su

estado, etcétera (Freud, 1921).

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Los consumidores también conforman masas a través de las marcas y lo

que ellas representan en cuanto a valores, formas de ser, lenguajes

particulares y apariencias que son elementos constitutivos de sus Ideales del

Yo. Así como Woody Allen en Zelig se transforma físicamente para pertenecer

a un grupo y no ser excluido, hoy se debe consumir y portar físicamente

elementos de consumo característicos de una colectividad para ser parte. Un

ejemplo muy reciente que refleja este hecho es el lanzamiento al mercado del

IPhone 5S y la revolución que causó en la ciudad de Ginza en Tokio4.

Todo profesional del marketing gestiona las marcas a partir de lo que

estas representan para el público. Como ejemplo podemos, ver lo que la

empresa LACOSTE dice en su sitio web acerca de su marca: “se ha convertido

en una marca <<estilo de vida>> que combina elegancia y formalidad (…)

Tanto en la vida cotidiana como en el ámbito del deporte, LACOSTE basa su

éxito en valores esenciales de autenticidad, eficacia y elegancia”5. Todos los

atributos que representa esa marca se transmiten en los productos y son

portadores de la identidad de la empresa. Podemos ver la simbiosis antes

mencionada en la que los valores y significaciones pasan de la empresa-

producto-marca. De ahí que el consumo nos otorga referentes identitarios.

Cada uno llevamos parte de la identidad de las empresas y sus valores a

través de lo que consumimos. Quien vista LACOSTE no sólo vestirá ropa de

calidad sino que portará elegancia y formalidad, será auténtico y eficaz, tanto

en la apariencia como en la conciencia6. El modelo a seguir del consumidor de

esta marca expresa esos valores, atributos de diferenciación. Es por eso que el

marketing ya hace tiempo que no segmenta el mercado solamente por el nivel

socioeconómico sino que apunta a la segmentación a partir del perfil

psicológico (basado en el estilo de vida, factores aspiracionales, hobbies).

4 Ver: [http://eleconomista.com.mx/tecnociencia/2013/09/20/nuevo-iphone-causa-furor-lanzamiento]

5 Fuente: [http://www.lacoste.com/arg/#/the_brand].

6 Es interesante ver que la R.A.E. también define a la identidad como “conciencia que una persona tiene

de ser ella misma y distinta a las demás”. Portar objetos materiales no solo aportan rasgos distintivos en la apariencia sino que los tipos de productos y las marcas de estos significan y mucho. Por ejemplo, quien está en la moda del heavy metal no puede utilizar zapatillas deportivas, sino que debe utilizar borceguíes. Por otro lado, un joven de clase media alta se viste de chomba pero esta no debe ser de una marca deportiva como NIKE, sino que debería ser KEVINGTON o LACOSTE para pertenecer al grupo.

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CUERPOS MARCADOS 7 . CIRCUNSTANCIAS QUE ATRAVIESAN LA

IMAGEN CORPORAL.

La capacidad representacional del ser humano, de generar imágenes, es

importante para moverse e interactuar en el mundo. La imagen del propio

cuerpo también es importante para crear una identidad y relacionarse. Según

Elina Matoso:

La imagen corporal es la posibilidad humana de representar el propio

cuerpo. Esta representación es la decodificación, por así decirlo, de los

múltiples datos que recibe el cuerpo. Percepciones, sensaciones,

movimientos, forman una sustancialidad corporal (…) no hay una

imagen única, ni definitiva, sino justamente se caracteriza por su

mutabilidad, su permanente transformación, su opacidad o nitidez según

cada circunstancia. Estas circunstancias pueden ser emociones,

dolores, deseos, ideales. (Matoso, 2001, p.58).

Como se puede ver en esta descripción hay circunstancias que generan

transformación en la imagen. Por eso la imagen es dinámica. Por ejemplo, al

entrar en contacto con un grupo en el que se comparte una identidad, la

imagen corporal cambia con respecto a cuando se está con otros grupos no tan

afines. Esto sucede porque la imagen, además de dinámica, es relacional.

Además de la imagen corporal individual, hay una imagen corporal social

que se basa en el binomio del “Uno” y la “masificación” (Matoso, 2009, p.2). El

uno responde al ideal a seguir como son los modelos de persona presentados

por las marcas, por ejemplo el mejor futbolista del momento, la modelo más

linda, el actor del año, etc. La masificación responde a la posibilidad de que en

todos lados podamos consumir lo mismo, lo que da lugar a poseer referentes

identitarios iguales. Al decir de Matoso, “la sociedad tiene la <<misma

máscara>> que multiplica el mismo rostro y somos todos iguales” (Matoso,

2009, p.3).

Cada marca es una máscara (Matoso, 2001) que cada persona utiliza

para construir su imagen corporal, que como sabemos es fragmentaria y

7 Término utilizado por Elina Matoso en “Máscaras e Imágenes del cuerpo: La publicidad”.

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dinámica. Cuando salimos a correr nos ponemos la máscara de deportista y

nuestra imagen cambia. A su vez, cada marca - máscara que llevamos encima

(Nike, Adidas, Reef, Ray-Ban, etc.) son fragmentos que constituyen nuestra

imagen.

En la definición de Buchbinder presentada en la introducción, se ve que

la imagen corporal es atravesada a lo largo de la vida del sujeto por tres

circunstancias: el deseo, el lenguaje y la cultura. Estas circunstancias nos

servirán para el siguiente análisis.

Deseo, lenguaje y cultura.

El antropólogo Geertz (1988) establece que a diferencia de los animales

el humano no lleva a cabo sus acciones por el instinto. Lo que predetermina

nuestros comportamientos es la cultura, y se encuentra fuera de nuestro

instinto ya que es un mecanismo de control “extragenético”. “Entre lo que

nuestro cuerpo nos dice y lo que tenemos que saber para funcionar hay un

vacío que debemos llenar nosotros mismos, y lo llenamos con información (o

desinformación) suministrada por nuestra cultura” (Geertz, 1988, p.55).

Esa cultura posee información que las corporaciones transmiten por

medios masivos de comunicación. Hoy estamos constantemente

bombardeados de información publicitaria, que no solo nos dicen qué comprar

sino que también nos muestran modelos a seguir, maneras de ser, sugieren

comportamientos. Incluso los noticieros ya no sólo dan la noticia sobre aquello

que es de interés público y político, para cumplir una función democrática y

enterarnos de aquello que nos afecta como ciudadanos. Hoy las distintas

secciones de noticias nos dicen qué novedades hay en el mercado, qué es lo

último, qué películas ver, qué vestir, qué cocinar, etc. Parafraseando a Geertz,

nos dan una información extragenética, fuera de nuestros genes, y la

necesitamos para funcionar y tomar decisiones día a día.

La imagen corporal es atravesada por esta cultura de sobre-información

y nuestra capacidad de representar nuestro cuerpo está influida por modelos

ideales a seguir, de emociones y deseos que generan los medios de

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comunicación. Las empresas saben que para vender los productos hay que

generar un deseo que una no sólo necesidades básicas a un producto sino que

necesidades de ascenso social, de autorrealización, afiliación, etc. Ahora las

empresas apuntan a cubrir varios de los estratos de la pirámide de Maslow con

un solo producto.

El marketing desde hace tiempo no apunta a satisfacer necesidades

puntuales sino que busca generar deseos sobre nuevos productos. En 1898,

Elmo Lewis propone una teoría de comunicación publicitaria que llamó con el

acrónimo AIDA: awareness (conciencia de que el producto exista), interest

(interés en el producto y sus beneficios), desire (deseo por el producto) y Action

(acción o compra) (Michaelson y Stacks, 2011). Este modelo se llamó el

“embudo de ventas”:

Como se puede apreciar en el gráfico, el estadio que lleva a la acción

(compra) es el deseo. A lo que apunta la publicidad es lo inconsciente. Para

generar venta hay que generar deseo, un impulso. Pero ¿en qué consiste ese

impulso? Es la pulsión. Este concepto freudiano consiste en un impulso que

hace tender al organismo hacia un fin dado, un objeto investido que puede

hacer cesar el estado de tensión. La fuente de excitación es una idea, una

imagen o representante que alude al objeto deseado para alcanzar el placer y

cesar la tensión (Matoso, 2001).

Siguiendo esa línea, “el sujeto no puede responder a la excitación más

que por una metáfora de la acción, una imagen, un pensamiento o palabra que

representa la acción misma (...) A veces uno no sabe por qué siente un

determinado impulso, y dibuja, escribe o descansa.” (Matoso, 2001, p.45). En el

marketing se trabaja en ese lugar simbólico para generar el deseo y la falsa

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conciencia, o inconsciencia, de que se está alcanzando satisfacer un deseo

muy profundo, como la autorrealización, pero esto no es así. Se tergiversa la

representación del objeto de deseo. El siguiente fragmento del investigador

norteamericano Stuart Ewen presenta ideas que el toma del inventor de la

teoría de las Relaciones Públicas, Edward Bernays8, y que nos da un ejemplo

sobre el consumo y el deseo:

Algo puede ser deseado no por su valor intrínseco o su utilidad,

sino porque se le considera de manera inconsciente como símbolo

de otra cosa, cuyo deseo sin embargo no se admite. […] Alguien

puede pensar que compra un coche llevado por razones de

locomoción. […] Pero tal vez el motivo que lo lleva a quererlo es

porque simboliza una determinada posición social, porque evidencia

su éxito en los negocios o para complacer a su pareja. (Ewen, 2007,

p.92).

La publicidad utiliza distintas teorías de la Psicología como el

conductismo, las motivaciones y el asociacionismo, además del Psicoanálisis.

Según ciertos teóricos, estas teorías comienzan a utilizarse en Estados Unidos

aproximadamente en la década del 40, y corresponden a lo que Abraham

Moles llamó el postulado argumentativo o segundo postulado de la publicidad

(Moles y Costa, 1999). Aunque, Edward Bernays utilizaba la Psicología desde

la década del ´20 para motivar conductas consumistas y de adhesión de ideas.

Lo importante para analizar el deseo es el concepto que Elina Matoso

describe: la metáfora o imagen que representa la acción asociada al estado de

excitación. Si esa representación es tergiversada y se la asocia a un producto,

el consumidor no sólo adquiere el producto sino que engañosamente alcanza el

objeto necesario para cesar la tensión. Aquí entra la teoría asociacionista

aplicada a la publicidad, mediante la cual se busca que los atributos o

características de una acción, situación u objeto de deseo se le asigne a un

producto, cuando estos son presentados en conjunto.

8 Bernays era sobrino de Sigmund Freud y conocía ampliamente la concepción freudiana del aparato

psíquico y las motivaciones inconscientes, y utilizaba los conocimientos en este campo para persuadir impactando en las emociones.

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Como ejemplo de este tema podemos tomar la campaña de publicidad

actual de la Renault Duster protagonizada por el equipo de Rugby nacional,

Los Pumas. En los tres spots, denominados “control de pumalemia”, los

Pumas hacen un control estilo policial en una ruta a un conductor de una

Duster9. En uno de estos spot se le pide al conductor que sople para medir la

fuerza de su aliento y determinar si el conductor puede ser merecedor de

conducir el vehículo. Lo que se busca con esta publicidad es asociar la

robusteza de los Pumas a un vehículo que no es del todo robusto. Es asignar

los atributos de los jugadores a un vehículo. Seguramente, quien tenga la

necesidad profunda de robusteza, fortaleza, grandeza, etc. pueda a través de

una Duster compensar su déficit como hombre conduciéndola. Los autos

siempre son un gran ejemplo de representación de hombría. Otro ejemplo se

puede en las exposiciones de autos, donde las mujeres más hermosas y

sensuales se posan al lado de un auto de mucho valor. Qué hombre no habrá

dicho “con este auto consigo la mujer que quiero”. La mujer con el auto va.

Por último, el lenguaje es fundamental para que las empresas

comuniquen su identidad y que se reflejen en la identidad del consumidor.

Carlos Ávalos en La marca: Identidad y estrategia establece que:

El fenómeno que denominamos personalidad de la marca en realidad

tiene dos caras y un sólido fundamento teórico. Toda comunicación

mediada contiene el germen y la estructura de la comunicación cara a

cara, así aparecen en su estructura el que habla tanto como aquél que

escucha.

La construcción de ambas figuras se hace a través de las huellas que

deja la comunicación. El receptor, en este caso el público, construye la

figura del que habla a través de las expresiones, el tono de voz y el tipo

de mensaje que da la marca; y supone que detrás de la comunicación

hay alguna persona de determinadas características antropomórficas

con determinados rasgos de personalidad.

También, y bajo los mismos preceptos, construye la figura de aquél al

que la comunicación convoca, formando una suerte de receptor modelo,

9 Ver publicidad en: http://www.youtube.com/watch?v=7MjVyo3R0lM

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que también tiene determinadas características, facilitando –o no- su

identificación con la propuesta de marca (Ávalos, 2010, pp.71-72).

Como se ve en esta descripción, el lenguaje es fundamental para

generar el proceso de identificación y adopción de los rasgos de identidad

emitidos por las marcas. Cada máscara (marca) necesita de un plan de

comunicación de marketing basado en investigaciones y estrategias científicas

bien desarrolladas para impactar como referente identitario. Si lo que da

identidad es una marca eso va a permitir el constante consumo, y por eso las

marcas más importantes “dedican mucho esfuerzo a determinar claramente la

personalidad de aquél en quien quieren que su público proyecte sus propios

deseos” (Ávalos, 2010, p71).

CONCLUSIÓN

Cada corporación posee una identidad bien definida y gestiona su

imagen principalmente para estar en las mentes de las personas y lograr

diferenciación con respecto a otras empresas. De la identidad empresarial

(gestionada para influir en las percepciones de las personas y obtener una

imagen deseada) se desprende un factor: las marcas. Éstas en sus comienzos

se sólo se utilizaban para diferenciar los productos/artesanías de quienes los

construían. Hoy las marcas significan mucho para las empresas y son una

capital intangible y psicológico que se encuentran en las mentes de las

personas.

Frente al actual contexto, donde las instituciones tienen poca capacidad

para otorgar identidad a las nuevas generaciones, se crean identidades

colectivas basadas en el consumo. Las marcas como capital para las empresas

son, además, referentes identitarios para los consumidores, quienes las utilizan

como máscaras para constituir sus imágenes corporales.

La imagen corporal del individuo posmoderno está atravesada por una

cultura que predetermina comportamientos orientados al consumo y modelos a

seguir basados en el “uno”, deseos profundos fugaz y aparentemente

satisfechos por productos y el lenguaje de las marcas que legitiman y

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transmiten características de personalidad para que sean adoptadas por los

consumidores.

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