La Guerra. Su Conducción Política y Estratégica. (1955. 3ra. Edición 2010)

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    MANUEL MONTT MARTÍNEZGeneral de División

    Edición especial en el año del Bicentenario

    Chile 2010

    Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos

    ANEPE

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    Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos

    MANUEL MONTT MARTÍNEZ

    General de División

    LA GUERRASU CONDUCCIÓN POLÍTICA

    Y ESTRATÉGICA

    Edición especial en el año del Bicentenario

    Chile 2010

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    Colección de Investigaciones N° 23

    Copyright 2010 by: Manuel Montt Martínez (autor fallecido)

    © Agosto 2010 – 3ª Edición

    Edita ANEPE ©

    Registro de Propiedad Intelectual N° 17.0931ª Edición año 19552ª Edición año 1970, Biblioteca del Oficial Volumen XLI,Estado Mayor General del Ejército

    ISBN: 978-956-8478-19-3(Volumen 23)

    ISBN: 978-956-8478-00-1(Obra completa Colección Investigaciones ANEPE)

    Sello Editorial: Academia Nacional de Estudios Políticos yEstratégicos (956-8478)

    Diseño portada: ANEPE. Fotografía de “Diosa Minerva”.Ejército de Chile, Centenario Academia de Guerra 1886-1986. 1ª Edición 1986

    Impreso en los talleres de Alfabeta Artes Gráficas, Carmen 1985

    Todos los derechos reservados. Prohibida su reproducción total y/o parcial

    Impreso en Chile / Printed in Chile

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    GENERAL DE DIVISIÓN MANUEL MONTT MARTÍNEZ(Con el grado de Coronel al momento de escribir la obra)

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    CIRCULAR MINISTERIAL

    Felicita al autor de

    “La Guerra. Su Conducción Política y Estratégica”

    E.M.E. I/P. Nº 20.- Santiago, 27. IX 1955.

    Con especial agrado, el Ministro infrascrito, se ha impuestode la obra intitulada “La Guerra. Su Conducción Política y Estra-

    tégica” de que es autor el Coronel don Manuel Montt Martínez,la cual ha obsequiado al Estado Mayor del Ejército.

    La obra en referencia –que trata en forma clara, metódica ypedagógica un tema de permanente actualidad e interés para losprofesionales de las Armas, como lo es la Conducción integraldel fenómeno bélico– contribuirá poderosamente a incrementarel acervo profesional de la oficialidad de la Institución.

    Además del mérito indiscutible de la obra, en un aspectodidáctico-profesional, el autor, al dar cima a ella, brinda a suscompañeros de Armas –sin proponérselo– otras lecciones que elMinistro de Defensa se complace en hacer resaltar y ellas son:Perseverancia en la acción –desinterés de lucro personal–, com-pañerismo y solidaridad profesional.

    Por las virtudes anotadas, sumadas al valor intrínseco de la

    obra, el Ministro infrascrito expresa sus felicitaciones al Autor.

    Anótese esta felicitación en su Hoja de Vida.

    Publíquese en el Boletín Oficial del Ejército.- Benjamín VidelaVergara.

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    ÍNDICE GENERAL

    Presentación de la tercera edición ..................................................15

    Prólogo ..............................................................................................19

    Exordio ..............................................................................................25

    I PARTE: POLÍTICADIRECCIÓN DE LA GUERRA

    CAPÍTULO IINTRODUCCIÓN AL ESTUDIO

    1. Introducción .................................................................................29

    2. Definición de estrategia ...............................................................303. Inclusión de la estrategia dentro de las ramas del saber .........344. Conveniencia de su estudio ........................................................365. Delimitaciones del ramo..............................................................38

    CAPÍTULO IIPOLÍTICA DE GUERRA

    1. Concepto de la política de guerra ..............................................512. Fases de la política de guerra......................................................53

    a) En la preparación de la guerra ...............................................53 b) En la conducción de la guerra ................................................ 61c) Al término del conflicto ...........................................................63

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    CAPÍTULO III

    EL OBJETIVO POLÍTICO

    1. Concepto general .........................................................................652. Sus características ........................................................................663. Su naturaleza ................................................................................674. Su clasificación .............................................................................695. Su materialización ........................................................................ 706. Su influencia en el instrumento bélico .......................................70

    CAPÍTULO IVAPRECIACIÓN POLÍTICO-ESTRATÉGICA DE LA SITUACIÓN

    1. Introducción .................................................................................732. El método ......................................................................................753. Conclusiones .................................................................................81

    CAPÍTULO VPLANES DE LA DIRECCIÓN POLÍTICA DE LA GUERRA

    1. Denominación de estos planes ...................................................832. Factores que imponen primacía en la elaboración de

    ambos planes ................................................................................853. La coordinación entre el fin y los medios .................................. 87

    CAPÍTULO VIORGANIZACIÓN NACIONAL DE GUERRA

    1. Introducción .................................................................................952. Organización del mando .............................................................973. Organización del territorio .........................................................99

    CAPÍTULO VIIDOCTRINA DE GUERRA

    1. Concepto .....................................................................................1052. Desviaciones ...............................................................................1073. Conclusiones ............................................................................... 111

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    II PARTE: ESTRATEGIA

    CONDUCCIÓN DE LA GUERRA

    CAPÍTULO VIIICONCEPTO GLOBAL ESTRATÉGICO

    1. Introducción ...............................................................................1152. Elementos de la estrategia ......................................................... 1163. Formas fundamentales de actuar ............................................. 1184. Objetivos .....................................................................................1235. La maniobra ................................................................................1276. La apreciación de situación estratégica ................................... 127

    CAPÍTULO IXLOS PRINCIPIOS

    1. Generalidades .............................................................................1312. Los principios estratégicos de la guerra .................................. 135a) Mantenimiento del objetivo ..................................................135 b) La concentración ....................................................................137c) Economía de fuerzas .............................................................. 141d) La sorpresa .............................................................................142e) La seguridad ...........................................................................143f) La ofensiva ..............................................................................144

    g) La movilidad ..........................................................................144h) La libertad de acción .............................................................145i) Cooperación ............................................................................146 j) Simplicidad .............................................................................. 147k) Secreto de las operaciones ....................................................147

    3. Conclusiones ...............................................................................149

    CAPÍTULO XLOS PROCEDIMIENTOS

    1. Introducción ...............................................................................1532. La correlación de los procedimientos ......................................155

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    CAPÍTULO XI

    LA GUERRA TERRESTRE

    1. Generalidades ............................................................................. 1632. Sus procedimientos particulares ..............................................170

    CAPÍTULO XIILA GUERRA EN EL MAR

    1. Introducción ...............................................................................1732. Elementos de la estrategia naval ..............................................177

    1) La posición ..............................................................................1772) Las fuerzas ..............................................................................1793) Las líneas de comunicaciones ...............................................181

    3. Conducción de las operaciones ................................................1841) Generalidades ......................................................................... 184

    2) La conquista del dominio del mar .......................................1873) La disputa del dominio del mar ...........................................1924) El ejercicio del dominio del mar ...........................................1955) La defensa y el ataque a las costas ....................................... 1986) La maniobra ............................................................................ 201

    CAPÍTULO XIIILA GUERRA AÉREA

    1. Introducción ...............................................................................2032. Elementos de la estrategia aérea...............................................206

    1) La posición ..............................................................................2062) Las fuerzas ..............................................................................2083) Los objetivos ...........................................................................209

    3. Conducción de las operaciones ................................................211a) Generalidades ......................................................................... 211 b) La ofensiva aérea. “La búsqueda del dominio del aire” .....212c) La defensiva aérea .................................................................. 215

    4. Apoyo a las fuerzas de superficie .............................................2161) Generalidades ......................................................................... 2162) Apoyo aeroterrestre ............................................................... 217

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    3) Apoyo aeronaval .................................................................... 218

    4) Operaciones aerotransportadas ............................................219

    CAPÍTULO XIVLA MANIOBRA ESTRATÉGICA

    1. La maniobra en general ............................................................. 2212. Tipos clásicos de maniobra .......................................................228

    A. La maniobra en la línea interior...........................................228B. La maniobra en la línea exterior ...........................................234C. La maniobra envolvente .......................................................240D. La maniobra de ruptura........................................................243E. La maniobra defensiva tenaz ................................................251F. La maniobra defensiva en retirada .......................................257

    CAPÍTULO XV

    LA GUERRA A OBJETIVO LIMITADO

    1. Introducción ...............................................................................2632. Su planteamiento .......................................................................2633. Sus características ......................................................................267

    CAPÍTULO XVILAS INTERFERENCIAS EN LA CONDUCCIÓN ESTRATÉGICA

    1. Generalidades .............................................................................2712. Las interferencias políticas ........................................................ 2723. Las interferencias económicas ..................................................2754. Las interferencias morales ......................................................... 2765. Las interferencias militares .......................................................278

    CAPÍTULO XVIILA APRECIACIÓN DE LA SITUACIÓN ESTRATÉGICA

    1. Introducción ...............................................................................2812. La resolución de un problema militar ......................................2823. Un método de apreciación de situación estratégica ...............289

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    CAPÍTULO XVIII

    LOS PLANES

    1. Introducción ...............................................................................2952. Diferentes planes ........................................................................ 2973. Contenido de cada plan ............................................................. 299

    A. El plan de acción nacional ....................................................299B. El plan de guerra nacional ....................................................300C. Plan de guerra de las fuerzas armadas ...............................302D. De los planes de campaña ....................................................306E. Planes de operaciones ...........................................................308

    4. Conclusiones ...............................................................................310

    III PARTE: OPERATIVAEJECUCIÓN DE LA GUERRA

    CAPÍTULO XIXLAS OPERACIONES

    1. Generalidades ............................................................................. 3152. Actividades previas ...................................................................320

    A. La movilización .....................................................................320B. La concentración ....................................................................330C. El despliegue estratégico ......................................................332

    D. La cobertura ...........................................................................3353. Operaciones propiamente tales ................................................339

    A. Aproximación de los adversarios ........................................339B. La batalla .................................................................................340

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    PRESENTACIÓNDE LA TERCERA EDICIÓN

    En el año en que nuestra República celebra su Bicentenario,Chile ha querido hacer un alto y reflexionar sobre su devenirhistórico y los diferentes aportes que ha recibido desde el am-plio espectro del quehacer nacional en su formación y desarrollocomo nación libre y soberana.

    No podría estar ajena a esta reflexión la Defensa Nacional, basamento sólido e insustituible de la Seguridad de la Nación.

    Ella ha sido, en 200 años de vida independiente, la coraza o laespada con que la nación chilena ha sustentado sus derechos, de-fendido sus valores y preservado sus bienes.

    El galardón de la Defensa lo constituye la paz lograda porla presencia, actitud y preparación de un pueblo que desanimatempranamente a un agresor, o por el acto violento de la guerra,expediente final en que las fuerzas materiales y espirituales dela sociedad se confrontan con el adversario en el campo de bata-lla. Este fenómeno social, también conocido como la ultima ratio ,constituye un acto de la más alta y severa responsabilidad polí-tica, que presenta características tan especiales que ameritan suestudio sistemático y analítico.

    La guerra tiene dos ejecutores, la política y la estrategia, am- bas denominaciones en su acepción clásica. Política como ejerci-cio del poder y Estrategia como conducción de fuerzas militares

    organizadas, señalando así los diferentes niveles que existen en-tre la dirección de la guerra, como un problema del gobernanteo del ámbito político y la conducción y ejecución de ella, que esel campo propio del saber militar o del estratega. Por otra parte,si se observan los conceptos ortodoxos de la estrategia, se pue-de llegar a determinar que ella tiene dos elementos básicos: los

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    Principios, que son inmutables, y los Procedimientos, de caracte-

    rísticas evolutivas conforme al medio y al tiempo.

    En las guerras, todo ingenio introducido por el hombre ensus luchas tras el logro de sus objetivos colectivos, normalmen-te ha producido una desorientación en la conducción bélica yla creencia de que los viejos preceptos habían quedado atrás enforma definitiva. Así se pensó con la pólvora, con el torpedo, conlos gases, con el tanque, con el avión, con la bomba atómica; sin

    embargo, la decantación de las continuas experiencias guerrerasde la historia fueron dejando en evidencia que solo se trataba deprocedimientos avanzados que no hacían otra cosa que consoli-dar los principios estratégicos.

    Este somero análisis de las causales del nuevo giro dado alos estudios estratégicos, nos ratifica que la estrategia hoy comoayer sigue siendo uno de los medios con que cuenta la políticapara imponer su voluntad.

    Tal constatación fue hecha hace más de cincuenta años poruno de los grandes profesores del Ejército, y también de nuestraAcademia, el entonces Coronel Manuel Montt Martínez quien,en el año 1955, publicara su importante y maciza obra “La Gue-rra. Su Conducción Política y Estratégica”.

    Ponderando la evolución de la historia mundial y de los

    acontecimientos que han marcado el desarrollo nacional espe-cialmente en los últimos sesenta años, incidiendo directa o in-directamente en la forma en que Chile visualiza su Seguridad yDefensa Nacional, la Academia Nacional de Estudios Políticosy Estratégicos ha estimado conveniente sumarse a esta reflexiónnacional, a través de la reedición del libro ya citado del Generalde División Manuel Montt Martínez.

    Vale entonces preguntarse: ¿Cuál es la importancia que tie-ne esta obra, y por qué se ha elegido reeditarla? La respuesta essimple, pero a la vez muy profunda.

    Se podría señalar, sin lugar a duda, que esta obra constituyeel primer tratamiento académico en Chile sobre la guerra y su

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    conducción, a través del cual el autor desarrolla metódicamente

    las bases fundamentales de la estrategia y su aplicación desde elnivel político hasta la conducción de las operaciones.

    En segundo lugar, porque su lenguaje sencillo permite allector, sin importar el grado de conocimiento que tenga sobrela materia, entender estos conceptos y, en tercer lugar, porquepasados cincuenta y cinco años desde su primera publicación,la claridad y profundidad de los conceptos vertidos en esta obra

    han contribuido efi

    cazmente al desarrollo del pensamiento estra-tégico chileno y, más aún, tienen plena validez, lo que refuerza laadmiración por aquellos que, como el entonces Coronel Montt,tuvieron la capacidad de penetrar tan profundamente en estefenómeno social que es la lucha armada entre naciones, para or-denar principios y conceptos que mantienen total vigencia en elcomplejo mundo actual.

    Por ello, se ha estimado que es necesario dar cuenta de quelos preceptos y pensamientos escritos por el autor tienen totalaplicación hoy, tanto en lo referido a la conducción política,como a la conducción estratégica de las fuerzas militares, losfines y los medios, y la necesaria interpenetración entre lo políti-co y lo estratégico, y que ello es el producto o la enseñanza quedejó el autor en su libro, como también lo son la conducción dela guerra terrestre, marítima y aérea y la conducción de fuerzas yoperaciones conjuntas, todas sabiamente tratadas a través de las

    páginas de esta obra, situándolas en el contexto que les corres-ponde dentro de la conducción política de la guerra y como larespuesta estratégica a las tareas que impone la política.

    Las razones enunciadas, sin duda, permitirán que cualquierpersona, lego o experto en la materia, concuerde con la pertinen-cia de los contenidos de esta obra, los que se han aplicado en losdiferentes documentos que fundamentan nuestra política de de-

    fensa y política militar a través de los sucesivos Libros de la De-fensa Nacional, así como en los cuerpos legales y reglamentariosque sustentan doctrinariamente el accionar de nuestras FuerzasArmadas. En efecto, la modernización del Ministerio de DefensaNacional y las nuevas concepciones de empleo de los mediosmilitares bajo la óptica de la conducción conjunta, no hacen más

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    PRÓLOGO A LA II EDICIÓNPUBLICADA POR LA BIBLIOTECA DEL

    OFICIAL DEL EJÉRCITO*

    El oficial que, sin mayores antecedentes, desee abrirse pasohacia el conocimiento de la conducción política y estratégica denuestra guerra encuentra serios obstáculos.

    No todos ellos provienen de la complejidad intrínseca del fe-nómeno bélico. Los tropiezos mayúsculos los ponemos nosotrosmismos cuando animados de una tendencia tal vez demasiadoescolástica, rodeamos el estudio de nuestra guerra de una atmós-

    fera especulativa y de un tecnicismo procesal que oscurecen surealidad. Parecemos empeñados en crear un complejo de ideas alcual desearíamos ver sujetos nuestros hechos, olvidando que enla acción son estos los que determinan a aquellos.

    Es a los obstáculos creados por nosotros mismos, a los quenos referiremos someramente.

    Empecemos por el arma, por el medio para servir las ideaspolíticas y estratégicas.

    Una guerra total tiene por herramienta a la nación. Como-quiera que guerra total es sinónimo de empleo exhaustivo delpotencial bélico de un país –del cual la potencia militar es so-lamente una fracción– es el gobierno el único que tiene compe-tencia y responsabilidad para conducirla. Administrativamente,la potencia y la actividad nacionales están repartidas entre los

    ministerios. Cada uno de esos tiene especialistas irreemplazablespor los de otras secretarías de estado. Un economista del Minis-

    * Se ha estimado conveniente mantener este prólogo por la riqueza académicade sus contenidos.

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    terio de Hacienda no solo sabe manejar sus medios durante la

    paz. Es obvio que, mejor que funcionarios de otras secretarías,sabrá también conducirlos en la batalla económica.

    No hay ninguna razón seria según la cual podamos pensarque, durante la guerra, un país ha de manejarse en forma radi-calmente distinta a esta lógica modalidad de paz. Sin llegar a lasospecha pueril de que ambas actividades sean idénticas tampo-co debemos engolfarnos en el error de creer que la guerra es hoy

    un asunto puramente militar.El error implícito en la idea de “dirección suprema de la

    guerra”; el convencimiento de que por ser esta una actividad ex-clusivamente militar, su conducción exige una previa subordina-ción militar de toda la vida nacional, puede ser tal vez grato a lamentalidad disciplinaria de algunos hombres de armas, pero estáradicalmente fuera de nuestro tiempo. Si recurrimos a la historia,nos encontraremos tal vez con que son aparentes las ventajas dela disciplina totalitaria y las desventajas de la liberalidad demo-crática.

    Parece difícil que una organización democrática –un régi-men de opinión publica– sustentado por un pueblo amante de lalibertad, pueda, sin correr el riesgo de caer en la perversión mo-ral y en la desvitalización orgánica, conceder durante la guerraalgo más que una razonable reducción de las libertades indivi-

    duales.

    Quien estudie atentamente la organización bélica de Ingla-terra, de los Estados Unidos de América, o de cualquiera demo-cracia auténtica encontraría, bajo las apariencias, una dinámicahomóloga a la de paz. Son los mismos órganos que gobiernan lapaz, los que gobiernan la guerra.

    En cuanto a la conducción política y estratégica de la guerra,haremos en consecuencia una abundante cosecha de enseñanzassi, desde el terreno especulativo y militar, pasamos al de nues-tra realidad política constitucional. Suprimiremos así un serioobstáculo intelectual y práctico, que nos sujeta en un recintoaislado del medio que constituye nuestra única razón de ser.

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    Descubriremos nuestra idiosincrasia nacional, cuya consistencia

    no podemos ni desconocer ni alterar caprichosamente. Tomare-mos contacto con una legislación bélica rica, vieja tal vez, peroadmirablemente amplia, elástica y previsora. Encontraremos, enfin, algo que nos está esperando: el sendero fácil para llegar a laestructura bélica de nuestra democracia, de la herramienta denuestra politica y de nuestra estrategia.

    Otro orden de obstáculos surge alrededor de la confirmación

    de las resoluciones según las cuales será empleada la herramien-ta bélica.

    La concepción escolástica quisiera que la tarea para la na-ción en guerra, saliera del gobierno como Minerva de la cabezade Marte: perfecta y deslumbrante.

    Esta exigencia no puede ser impuesta plenamente ni siquie-ra en la faceta militar de la guerra. Una unidad de menos cuan-tía, puede ser comandada así. El mando de una organizacióncompleja y pesada se ejercita, en cambio, mediante ideas engen-dradas por aproximaciones sucesivas, dentro de un proceso co-laborador en serie y en paralelo. A la escala nacional, más que laforma importa el fondo de las resoluciones.

    No podemos aquí, tampoco, torcer a nuestro amaño la natu-raleza de las cosas.

    Razonablemente, no puede exigirse a un gobierno, en opara una guerra, otro deber que la fi jación de objetivos políticos bien concretos y la oportuna impartición de las tareas pertinen-tes a los ministerios afectados. Y esto es, precisamente, lo quehacen a diario los gobiernos. La estructura nacional que lo rea-lice con eficiencia durante la paz, podría lograrlo también en laguerra.

    La realidad para algunos tarda e imperfecta de la función re-solutiva nacional no es, entonces, una variable dependiente de lapaz o de la guerra. Sus determinantes principales son la eficien-cia orgánica y tal vez antes que nada, la cultura y la capacidadde los funcionarios y de los ciudadanos.

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    Tanto en la paz como en la guerra, siempre será un problema

    fundamental de toda democracia, captar las aspiraciones de laopinión pública para darles la forma concreta de los objetivospolíticos y desdoblarlos, en seguida, hasta transformarlos enlas tareas que para su logro deben desarrollar los ministeriosafectados. La supresión de las libertades individuales, aun bajola crudeza de una guerra, puede tal vez acelerar y perfeccionaren la forma la función resolutiva nacional. En el fondo, la asfixiade la libertad priva al gobierno del barómetro fundamental y, al

    país, de su fuente de energía moral. Toda gestión resolutiva, bajocualquier régimen, viene a resultar tarda e imperfecta. La únicadiferencia tangible, a la larga, es la secuela de la arbitrariedad.

    Debemos, pues, partir de nuestra realidad funcional resolu-tiva, con sus vicios y sus virtudes, y proceder en forma de conse-guir de ella el mejor rendimiento bélico. Y este no se logrará, porsupuesto, siguiendo el camino de lo complejo.

    A la luz de estos considerandos, conceptos tales como los dePlan de Guerra Nacional, Plan de Acción Nacional, Doctrina deGuerra Nacional. Frentes tales o cuales se nos presentan comoentidades abstractas, que tal vez nunca tuvieron realidad tangi- ble. Quién sabe si pedagógicamente útiles para fi jar ciertas ór-denes de ideas, no cabe duda, sin embargo, que falsean la visióndel proceso resolutivo germinal, y que se alzan como fantasmasen el camino de un sano entendimiento pragmático de las cosas

    de nuestra guerra.

    Siguiendo el camino de lo sencillo, ningún gobierno eludirásu deber y desaparecerá la “indiferencia civil” frente al problema bélico, que algunos hombres de armas arguyen para colocar bajofuero militar la conducción nacional de la guerra.

    Una pequeña dosis de sinceridad, de modestia y de cono-

    cimiento de nuestra propia historia, es suficiente, por lo demás,para llevarnos a conclusiones dudosas en cuanto a la competen-cia militar para asumir responsabilidades totales en o para con-tingencias tan graves como las de una crisis bélica.

    Pero queda todavía un obstáculo para el profano: el laberin-

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    to de las operaciones, resoluciones y planes de ejecución. Veamos

    cuál puede ser el hilo de Ariadna.

    Sobran las razones para que, desde el punto de vista for-mal, el trámite resolutivo sea el mismo tanto en lo táctico comoen lo estratégico. En primer lugar, así lo reclama la naturalezaontológica del proceso de finalidad que es toda acción bélica. Enseguida, la similitud formal de las resoluciones es la resultantede la homología entre las acciones tácticas y las estratégicas, hoy

    emparejadas por la aparición del fuego estratégico que han apor-tado las armas de destrucción en masa. Por último, esta concep-ción estándar de las operaciones, resoluciones y planes tácticosy estratégicos, es ya una realidad que cualquiera puede verificarsi estudia algunos documentos históricos o las prescripciones re-glamentarias de los grandes ejércitos.

    Algunos piensan, incluso, que el vocablo táctico ha de gene-ralizarse en todo el campo de la conducción militar y reservarseel de estrategia para la conducción de la guerra a la escala nacio-nal.

    El profano tiene entonces, en sus conocimientos tácticos, elhilo para penetrar en la conducción política y estratégica de laguerra.

    En resumen, si hemos de dar a las palabras su acepción

    marcial, una nación combate para vivir y no vive para combatir.La aptitud de un Estado para conducir la guerra emana, sin em- bargo, de que aun la paz es, políticamente, una forma de lucha.Es, entonces, la estructura de paz de un Estado y su dinámicaadministrativa, no solo el elemento de partida sino la realidaddeterminante. La concepción prusiana que consideraba eficientesolo una vida nacional regimentada, pudo ser útil para la agluti-nación y subsistencia dentro de un marco nacional de un grupo

    de estados rebeldes, pero carece de sentido en una época y en uncontinente cuya cultura partió de la conciencia de Estado,

    La conducción política de la guerra requiere, de parte de losantecedentes estatales, un conocimiento suficiente de los que acada uno de los ejecutantes se puede pedir. Por ejemplo, una no-

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    ción de las posibilidades estratégicas. La conducción estratégica,

    por su parte, requiere de los militares una noción de lo que susacciones producirán como efecto en la escala nacional.

    Por lo que llevamos dicho podremos comprender que sigrandes son las barreras que se presentan al profano para iniciar-se en las altas partes de la guerra, tal vez lo sean mayores paraquien –deseoso de ayudarlo– se da a la tarea de escribir algo so- bre el tema.

    El que lea este libro debe, pues, tomarlo como una primeraaproximación, como una sencilla introducción sobre un temaacerca del cual siempre resultará difícil decir la última palabra eimposible lograr el consentimiento unánime.

    El esfuerzo del Coronel Montt dará sus frutos. Ellos serán lamejor recompensa para las muchas horas de seria y fecunda ma-duración que aquí encontraremos resumidas.

    General Óscar Herrera Jarpa

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    EXORDIO

    El propósito del autor al realizar este trabajo ha sido el dedivulgación del ramo de estrategia, mediante una obra sencillay breve que permita adquirir los conocimientos básicos de laconducción superior de la guerra, a aquellos oficiales que no hantenido la suerte de hacer estudios superiores militares, a aquellosque la lejanía de provincia no les permite cultivarse en las biblio-tecas, a aquellos que dedican sus mejores años al noble trabajoen los Cuerpos de Tropa, donde las duras labores diarias no les

    hace posible dedicar sus horas de descanso bien ganadas, al estu-dio de la literatura militar y, finalmente, a aquellos que no siendoprofesionales de las armas pueden tener altas responsabilidadesllegado el caso de una guerra.

    Inspirado en esos deseos, ha tratado de hacer la exposiciónen el lenguaje más claro y corriente, sin elegancia, sin figurasretóricas, sin frases profundas ni divagaciones filosóficas, que

    obscurecen los conceptos. Por el contrario, ha usado el sistemade la repetición, de la recapitulación y de la aclaración constantede conceptos, a fin de lograr el fin deseado.

    Ha reemplazado la bibliografía por la cita del autor o la obracorrespondiente, en el desarrollo mismo del texto, a fin de dejarel camino abierto para la investigación o ampliación de conoci-mientos de quienes lo deseen.

    En esta forma cree haber llenado una vacío al presentar unpequeño tratado de estrategia que en pocas páginas contengalas ideas fundamentales y clásicas que solo es posible encontrara través de la lectura de numerosos y gruesos volúmenes de laliteratura militar.

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    Comprende que su obra adolece de muchos defectos y que

    mediante una mayor investigación podría perfeccionarla. Sinembargo, debido a que la vida de un hombre es muy corta parallegar al dominio de una ciencia, prefiere dejarla como está, so-metiéndola a la crítica de sus camaradas del Ejército, Armaday Fuerza Aérea a quienes la dedica con todo afecto, ya que susespíritus siempre ávidos de perfeccionamiento, podrán encontraren sus páginas, si no la solución a algunas de sus inquietudesprofesionales, al menos los caminos para lograrlo.

    El autor

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    PRIMERA PARTE

    POLÍTICA

    DIRECCIÓN DE LA GUERRA

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    CAPÍTULO I

    INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO

    1. Introducción

    Empeñados en hacer un trabajo que contenga las normasfundamentales de la conducción de la guerra, hemos creído ne-cesario, en primer término, considerar la existencia de una “teo-ría de la guerra” y cómo encarar su estudio.

    Son muchos los autores que han abordado el tema por lo

    que estaría de más profundizar materias tratadas en forma ge-nial en los numerosos volúmenes de la literatura militar.

    De ellos podemos extraer un corolario positivo, cual es: queexiste una “teoría de la guerra”, susceptible de ser estudiada afin de preparar a los futuros conductores para desenvolverse enese ambiente de incertidumbre, de peligro y de violencia en quese desarrolla la lucha; que dicha teoría no puede formar grandescapitanes sino que solamente educar para la guerra, dar normasgenerales para actuar, ya que la guerra es una lucha de fuerzasmateriales y morales y por lo tanto no es posible hacer de ellauna ciencia exacta basada en un cálculo matemático de las pri-meras ni menos esperar en la acción milagrosa de las segundas.Solo mediante la explotación armónica de estos factores puedeesperarse el éxito.

    Para conducir la guerra será necesario saber, y poseer ade-

    más, capacidad o voluntad de realización. Aun el genio no estáal margen de estos imperativos.

    ¿Dónde podemos encontrar entonces las fuentes del saber enmateria de conducción bélica?

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    Mientras la guerra fue solo función de los ejércitos, las fuen-

    tes del conocimiento para quienes debían conducirla, se lograbaestudiando la “estrategia”, ciencia experimental creada por filó-sofos y tratadistas de la guerra y cuyo dominio y aplicación exi-ge determinadas condiciones naturales.

    Al ampliarse este fenómeno social hasta llegar a sus formasactuales, claramente expresadas en la frase “guerra total”, ya nosolo intervienen los conocimientos militares en ella, sino que to-

    das las ramas del saber humano.Sin embargo, como la guerra siendo el mismo acto de fuerza

    de antaño, para imponer la voluntad al adversario, la ciencia quetrata del empleo de las fuerzas militares, es decir la estrategia, sudominio y conocimiento, sigue siendo fundamental para lograrla victoria.

    Veamos, pues, a modo de introducción, qué es la estrategia,qué lugar le corresponde en el conjunto de las disciplinas cien-tí ficas, sus interdependencias y limitaciones, como también lasposibilidades, y conveniencia de su estudio.

    2. Definición de estrategia

    “Estrategia es el arte de mover las masas en el teatro de guerra;ella enlaza los combates para obtener los  fines de la guerra”.

    Esta es la definición que nos legó el filósofo por excelenciade la guerra, Karl von Clausewitz.

    Si analizamos otras definiciones clásicas de estrategia, vere-mos que todas ellas convergen en el mismo sentido.

    Etimológicamente deriva del griego y significa “expedición

    militar, campaña”.

    El escritor Gilbert dice: “La gran táctica es en realidad la cienciade los generales en jefe, puesto que ella es el resumen y la combinación detodos los conocimientos militares”. El autor alude a la estrategia en sudominación de “gran táctica” , cosa muy corriente en su época.

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    El Archiduque Carlos la define: “La estrategia es la ciencia de

    la guerra; ella esboza los planes, abarca y determina la marca de lasoperaciones militares; es, hablando en propiedad, la ciencia de los gene-rales en jefe”.

    El Mariscal Marmont opina: “Estrategia es la parte del arte dela guerra que se re fiere a los movimientos generales de los ejércitos”.

     Jomini dice que la estrategia comprende todo lo que sucede

    en el teatro de guerra.Thiers afirma: “La estrategia debe concebir el plan de campaña,

    abarcar de un solo golpe de vista todo el teatro de guerra, trazar las lí-neas de operaciones y dirigir las masas a los puntos decisivos”.

    El Mariscal Von Moltke expresa: “La estrategia señala el mejorcamino que conduce a la batalla, ella dice dónde y cuándo debe comba-tirse...“.

    Von der Goltz afirma: “La estrategia se de fine como la teoría deacuerdo con la cual se conducen y dirigen los ejércitos”.

    Von Bernhardi la define así: “La estrategia es el arte de llevarlas tropas al combate en la dirección decisiva y en las condiciones más favorables”.

    Si analizamos estas definiciones veremos que todas ellasconcuerdan en su fondo, aunque haya diferencias de forma, en elsentido que estrategia es el acto de conducir los ejércitos a travésdel teatro de guerra.

    Sin embargo, como lo analiza el Almirante Castex en su obraTeorías Estratégicas, hay otros autores que han dado una acep-ción diferente al concepto de estrategia.

    El General Bonal, el Capitán de Navío Laurent y los autoresitalianos Bonamico, Marselli, Sechi y Corticelli estiman, en resu-men, que estrategia es todo lo referente a la concepción, dejandoa la táctica lo relativo a la ejecución.

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    De acuerdo con esta interpretación en todos los grados de la

     jerarquía del mando se realizarían actos estratégicos y tácticos.

    Desaparecería el concepto de operaciones estratégicas yacciones tácticas. Todas las actividades bélicas desde la concen-tración y despliegue de las masas operativas hasta el combate depatrullas, pertenecerían al orden táctico y todas las concepciones,desde la geopolítica que pretendiera el dominio universal hastala modesta para capturar una ametralladora enemiga, estarían en

    el plano estratégico.Esta interpretación del concepto de estrategia daría margen

    a que según fuera el escalón de trabajo, sería el escalón de estra-tegia, con lo que llegaríamos a la gran estrategia de la direcciónpolítica, a la estrategia media de la conducción bélica, a la peque-ña estrategia de la ejecución operativa institucional, faltándonosadjetivos para poder llegar a los últimos grados de la jerarquía,donde se confundiría el concepto superior de estrategia con lavulgar estratagema.

    Verdaderamente no es necesario emplear más frases pararebatir esta teoría, no porque carezca de interés en el campo es-peculativo filosófico, sino porque ella no conduce a nada prácticoy por el contrario obscurece totalmente conceptos bien definidos,de por sí complejos, y que otras razones mucho más importanteshan venido a dificultar su comprensión y aplicación en los últi-

    mos tiempos.

    A nuestro juicio, existe un concepto de estrategia bien defini-do desde hace varios siglos y que el propio diccionario ha reco-gido en estas frases: “Conjunto de disposiciones o medidas que debentomarse para conducir un ejército a presencia de un ejército enemigo”.

    No existen varias clases de estrategias; según el plano en

    que se actúa, existe una sola y es la que nos definen todos lospensadores y filósofos de la guerra y que hemos copiado al co-menzar este capítulo.

    Sin embargo, mientras las guerras se materializaban por lalucha de los ejércitos o de dos escuadras y la función estratégica

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    consistía en llevar un ejército o una flota independientemente a

    través del teatro de guerra, hasta obtener el triunfo mediante unao varias batallas, la estrategia fue fácil de aplicar, pero hoy, altomar la guerra moderna la forma de total, se ha ido ampliando,han ido aumentando los medios militares y civiles y entrelazán-dose entre sí hasta obscurecer el concepto particular de estrate-gia y han ido naciendo ciertas diferencias de plano en las realiza-ciones estratégicas como una resultante lógica de la evolución delos medios.

    Hoy que luchan las naciones que deben conjugarse todas susfuerzas vivas agrupadas en los cuatro clásicos frentes: interior,diplomático, económico y bélico, al cual deberíamos agregar elfrente cientí fico para ponernos a tono con la época; hoy que elpropio frente bélico está materializado, no ya por el “ejército”sino por las tres instituciones armadas, ejército, marina y avia-ción, las cuales luchan íntimamente ligadas, reunidas muchasveces en tiempo y en espacio; la conducción estratégica se ha idoconfundiendo, amalgamando con la conducción política, hacien-do cada día más difícil la delimitación del ramo.

    Dado el hecho que para lograr los fines de la guerra, con elcarácter de la lucha actual, hay que considerar factores no solode orden militar, sino que también del orden diplomático, polí-tico, económico, moral y cientí fico; la trascendencia de las reso-luciones estratégicas es tan grande que no puede constituir una

    función del mando militar solamente, sino que debe ser la mani-festación de la voluntad del gobernante político de la nación.

    En la II Guerra Mundial tuvimos diversas oportunidades decomprobar este hecho:

    Alemania lanza la masa de sus ejércitos contra Francia,violando la neutralidad de Holanda, Bélgica y Luxemburgo, eje-

    cuta una campaña submarina sin restricciones y efectúa los másviolentos bombardeos aéreos conocidos hasta la fecha contra lacapital del Imperio Británico.

    Rusia al perder las batallas iniciales, adopta una defensivaestratégica en retirada que le significa la pérdida de gran parte

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    de su territorio europeo y solo se hace fuerte en puntos claves

    como Moscú, Stalingrado y Leningrado, a fin de alargar las lí-neas de comunicaciones y dilatar el frente enemigo que debeconsumir sus mejores tropas contra el elemento clima y espacio.

    EE.UU. de A. vacía todos sus esfuerzos bélicos en busca delaniquilamiento de Alemania, mientras da un carácter secundarioal frente japonés, donde continúa las conquistas del enemigo.

    China, en su última guerra con el Japón, adopta una conduc-ción estratégica semejante a la rusa, a fin de diluir en el espacioinfinito de su territorio a los ejércitos del Mikado.

    No se podría suponer que tan graves decisiones estratégicaspara la vida de tan grandes pueblos, fueron tomadas solo por elconductor militar. Ellas fueron el resultado de una decisión degobierno, como lo comprueba la historia.

    Sin embargo, la intervención de los gobernantes políticos, dela política misma en tan trascendentales resoluciones, permanecenítidamente clara la función estratégica, de conducir las fuerzasarmadas de los países señalados, a través del teatro de guerra,hasta la obtención de la decisión por las armas.

    Podemos concluir entonces que el concepto de estrategia quenos definiera Clausewitz hace más de un siglo y con el que hemos

    comenzado este capítulo, se mantiene en toda su fuerza y vigor.

    3. Inclusión de la estrategia dentro de las ramas del saber

    ¿Constituye la estrategia una disciplina cientí fica o es sim-plemente un arte?

    Los autores militares no están de acuerdo en esta materia,

    más aún, ha sido motivo de dilatadas discusiones profesionales.

    En realidad la discusión puede prolongarse indefinidamentesin que una u otra escuela, es decir los que sustentan o los queafirman que es una ciencia, puedan atribuirse un triunfo claro ypreciso.

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    Dada la naturaleza práctica de este trabajo, nada estaría más

    en contradicción con su espíritu que el hacerse eco de esta polé-mica tan fácil de caer en lo bizantino y sin aportar nada funda-mental al ramo.

    Hay numerosos autores que explican claramente el proble-ma y lo resuelven con criterio propio, dejando a su vez al lectorla posibilidad de formarse su juicio personal.

    Sin embargo, para completar el concepto del ramo hemoscreído conveniente detenernos un momento en el problema, paradejarlo planteado en sus líneas más generales para aquellos quese interesen por él.

    Según acepción enciclopédica, arte es, entre muchas defini-ciones, “un conjunto de preceptos y reglas necesarias para hacer bien una cosa”. De la misma fuente se obtiene el siguiente signi-ficado de ciencia: “Habilidad, maestría, conjunto de conocimien-tos en cualquier cosa”.

    De las propias definiciones de ciencia y arte, muy similaresentre sí, ya podemos deducir que una discusión como la señala-da anteriormente no puede llegar a un resultado positivo, y encambio, nos da una primera pauta para afirmar que la conduc-ción bélica tiene tanto de arte como de ciencia.

    Sin embargo, si atendemos a lo que los vocablos de arte ociencia nos “sugieren”, encontramos una diferencia más marcada.

    Arte, según el concepto general, es una función creadora,o al menos repetidora, en la cual interviene la personalidad, laindividualidad de quien la ejecuta y utiliza en su obra elementosmateriales y un conjunto de reglas para su empleo.

    Ciencia en cambio es un conjunto de conocimientos deduci-dos del razonamiento, de la observación o de la experiencia.

    Si analizamos la conducción bélica a la luz de ambos concep-tos, veremos que ella tiene mucho de arte. Los grandes capitanesde la antigüedad tales como Gengis Kan, Alejandro, Aníbal, etc.,

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    utilizando el elemento material de los ejércitos de aquella época

    y los principios de conducción rudimentarios que deben haberexistido por lo menos localmente produjeron verdaderas obrasde arte en la conducción militar, como fueron las batallas de Gra-nico, Iso, Arbelas y Cannas.

    Este espíritu creador lo vemos nuevamente en todos losgrandes conductores a través de nuestra era.

    Sin embargo, el espíritu investigador del hombre quiere co-nocer el motivo de los éxitos de estos genios militares, toma loshechos, los analiza, clasifica, establece relación de causa a efectopara determinar un conjunto de principios para actuar en la gue-rra. Así se ha obtenido un conjunto de conocimientos basados enla observación y en la experiencia, que constituyen una ciencia:la ciencia militar.

    Los prusianos derrotaron a los franceses en 1870-71 con losprincipios de conducción napoleónica, que estudiaron y difun-dieron en sus ejércitos un grupo de filósofos de la guerra.

    Pero la misma observación y experiencia nos enseña que no basta para ser un buen conductor, poseer este bagaje de conoci-mientos teóricos de la guerra ya que su aplicación requiere unaserie de cualidades personales, tales como el carácter, criterio,viveza, etc., en una palabra condiciones naturales de artista.

    Podemos concluir en consecuencia afirmando que la conduc-ción bélica moderna es una combinación de arte y ciencia, y cuyaconcepción y realización depende esencialmente de la personali-dad y capacidad del jefe.

    4. Conveniencia de su estudio

    De lo dicho en los párrafos anteriores queda de manifiestouna verdad, la que sin embargo, fue muy discutida en una época,cual es, que la conducción bélica o estratégica puede estudiarse.

    La guerra es un hecho curioso, desde el punto de vista desu conocimiento, ya que si bien es cierto que ella comprende a la

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    gran masa de un país, su desarrollo no aporta luces estratégicas

    sino a quienes actúan en los planos más elevados de la jerarquía.Por otra parte, a todas las generaciones no les es dado conocer laguerra y todos los que la conocen no son capaces de compren-derla, como lo afirmamos anteriormente, pues ello implica enten-der su origen, su esencia y su naturaleza, reconocer sus fenóme-nos, investigar sus medios y sentir sus consecuencias.

    Esta incomprensión de la guerra, fruto de la perniciosa in-fl

    uencia de considerar la conducción bélica solo como un arte,dio origen a la funesta escuela francesa de los “innanistas” quie-nes decían: ¿con qué fin trabajar, con qué fin ir a buscar en laconfusión de los libros una ciencia inútil, cuando basta marcharadelante para obtener el éxito? y llegado el caso de ser necesariauna decisión, afirmaban, que solo era cuestión de dejarse llevarpor la inspiración, se tenía el genio militar o no se tenía, era inna-to o no lo era.

    La suerte favoreció a los sustentadores de tales doctrinas du-rante 40 años y fue reafirmada por las victorias en África, Crimeae Italia y permitió se hiciera fuerte en Francia y en muchos otrospaíses.

    Sin embargo, al otro lado del Rhin no se opinaba así, y lospensadores alemanes estudiaban la teoría de la guerra con Clau-sewitz, Scharnhorts, Gneisenau; Krausneck; Muf fling; Reyher, etc.

    El cerco de Sedan vino a decir quiénes estaban en la razón.

    Ya antes el Archiduque Carlos tuvo frases muy acertadaspara la escuela innanista: “El adagio de que se nace general yque no hay necesidad de estudiar para llegar a serlo, es uno delos más notables errores de nuestro siglo, uno de esos lugares co-munes engendrados por la pereza y la pusilanimidad”.

    Naturalmente que el dominio de la ciencia de la guerra, desu saber, de su teoría, no basta para la formación del jefe; solo setrata de educarlo y formarle el criterio en conducción bélica; éltendrá que poner su parte personal al aplicar los conocimientosrecibidos.

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    La difusión de los conocimientos teóricos de la guerra tiende

    a formar en los futuros comandantes superiores y subordinados,una solidaridad intelectual, una unidad de doctrina para la com-prensión y aplicación de sus normas generales.

    La complejidad cada día mayor de la guerra moderna haceque la parte cientí fica, al menos en su concepción, vaya tomandomayor importancia sobre la parte artística de su conducción y eshoy día un deber de todo estadista y de todo soldado estudiar la

    conducción bélica, estudiar estrategia.5. Delimitación del ramo

    Al ampliarse la lucha de los ejércitos a los pueblos median-te la guerra total, la conducción bélica se hizo más compleja; lapolítica invadió los dominios de la estrategia tomando parte enlas funciones propias de los técnicos militares, como tambiénla estrategia invadió los campos de la política, produciéndoseuna confusión de ambos conceptos, no obstante que ellos hanseguido subsistiendo nítidamente, por lo cual se hace necesariouna delimitación de ambos para proceder ordenadamente a suestudio.

    A fin de conseguir este objeto, de delimitar ambas ramas dela conducción bélica, trataremos de analizar esta interpenetra-ción, para determinar cuáles actos son políticos y cuáles estraté-

    gicos, prescindiendo de quien los ejecute, o de la denominaciónque vulgarmente se les dé.

    La interpenetración de ambas ciencias se presenta tanto en lafase de preparación como en la de ejecución de la guerra, por locual la estudiaremos por separado en ambos casos.

    En la fase de preparación, es decir antes de la guerra, no

    siempre existen lazos de unión entre la política y la estrategia oexiste en forma tenue, invisibles al mundo exterior. La debilidadde estos vínculos se debe a que la idea de una guerra es siempreodiosa y por el mismo temor que la gravedad de un conflictoproduce, se cree o se quiere creer que jamás se convertirá en rea-lidad. La política absorta en sus numerosos y graves problemas

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    de tiempo de paz, no encuentra razones aparentes ni de peso

    para gastar su tiempo y dinero en algo tan problemático como laguerra. La estrategia consciente de su responsabilidad, labora in-dependientemente, tratando de servir a la política por los objeti-vos que se desprenden de sus líneas de conducta. Ambas siguencaminos paralelos.

    Sin embargo hay excepciones, cuando se trata de pueblosvigorosos y dinámicos en busca de grandeza, hegemonía o en

    defensa de grandes ideales, la política se enlaza a la estrategiapor vínculos fuertes y visibles; también se materializan ellos enpueblos afectados por una amenaza exterior, donde el instinto dedefensa de sus gobernantes los hace pensar en la seguridad desus pueblos.

    En ambos casos, con más o menos intensidad se produce lainfluencia recíproca de la política y la estrategia.

    Cuando ambas marchan de la mano, la política sigue unalínea definida que permite ver claramente en ella orientación fa-vorable a los designios estratégicos del país.

    Cuando ambas ciencias están divorciadas la estrategia ejerceescasa influencia en las líneas políticas, no obstante se dan inter-pretaciones de tal índole a actividades políticas en los cuales suspersoneros jamás tuvieron en cuenta una finalidad militar.

    Así sucede por ejemplo que la orientación política de un es-tado, encaminada a la conquista de mercados, zonas de influen-cias, de materias primas, etc., es denominada por escritores po-líticos o militares como estrategia marítima o continental segúnse trate de la situación geográfica de los objetivos por alcanzar,aunque la idea política solo haya concebido un propósito mera-mente económico.

    Cuando anhelos semejantes son perseguidos por estadistascon fines que, evidentemente han de colocar a su país en unasituación favorable en caso de un conflicto armado, son muchomás corrientes y fundadas las denominaciones estratégicas a ta-les actos políticos.

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    A raíz de la definición de estrategia naval del Almirante

    Mahan que dice, que ella tiende a crear, favorecer y aumentar elpoder marítimo de un país, tanto en la paz como en la guerra,nació el concepto de “estrategia de paz” con el cual se admitiódefinitivamente que hechos como la obtención de bases navales,aéreas o militares, practicadas en tiempo de paz, son actos estra-tégicos. De esta teoría fuertemente arraigada en Estados Unidosde Norteamérica resulta que la ocupación de las bases de Chipre,Egipto, Aden y Singapur por Inglaterra, Bizerta por Francia,

    Kiao Chow por Alemania; Hawai por EE.UU., etc., fueron actosestratégicos de la política. No es discutible el fondo de verdadque tal teoría encierra y vemos claramente casos de penetraciónde la estrategia en la política.

    Sin embargo, como toda teoría puede ser exagerada en suinterpretación, basados en el mismo concepto, algunos discípu-los del Almirante Mahan han incluido en hechos estratégicos, lasconferencias diplomáticas internacionales, mediante las cualesse trataba de entorpecer el desarrollo de algún probable enemi-go y aun las construcciones de unidades de guerra, hechos quea nuestro juicio no pueden caber en el dominio de la estrategiapues son de carácter político y orgánico institucional, respectiva-mente.

    Otro aspecto interesante de la interpenetración de ambasramas de conducción bélica, es la nueva orientación dinámica

    dada a la geografía política por pensadores como Ritter, Ratzel,Kjellen, Mackinder, Haushoffer, etc., y conocida con el nombrede geopolítica la cual no es otra cosa que la influencia del mediogeográfico en la conducción política de los estados, que fatal-mente cae en los dominios de la estrategia.

    De los aspectos analizados podemos establecer que, aunquea veces se cae en exageraciones al dar fisonomía estratégica a

    funciones netamente políticas, no es discutible el fondo de verdadque encierra el concepto de estrategia de paz, al atribuir fines yconsecuencias bélicas a determinadas líneas políticas, pero ate-niéndonos al concepto clásico de estrategia, cual es, la conducciónde las masas en el teatro de guerra, las funciones de la estrategiade paz no pertenecen a este campo sino que al de la política.

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    Este aspecto de interpenetración de la política y la estrategia

    en tiempo de paz, ha sido estudiado desde hace muchos añospor los escritores militares y fue denominado con más propiedadcon los términos de “política de guerra”, concepto bien conocidoy difundido que en nada varía del de estrategia de paz. Pare-ce solamente que con esta última denominación se ha queridodesterrar el espíritu de agresión que pudiera suponérsele a lallamada política de guerra, adaptándose una denominación másde acuerdo con la doctrina defensiva o antiagresión de los países

    democráticos.El término de estrategia de paz es en consecuencia inapro-

    piado para reemplazar al de política de guerra por cuanto, comoya hemos dicho, se trata de funciones políticas y no estratégicas.Por otra parte, es incompleto pues la estrategia de paz debe ter-minar lógicamente al iniciarse el conflicto armado, en cambio,como lo veremos muchas veces en el transcurso del presentetrabajo, la acción política está muy lejos de terminar en tal cir-cunstancia asumiendo por el contrario nuevas funciones y res-ponsabilidades; es la política de guerra que ha pasado de la fasede preparación a la de ejecución.

    Continuando con el estudio de la interpenetración de la polí-tica y la estrategia en la fase de preparación, y después de habervisto la influencia de la segunda sobre la primera analicemos elaspecto inverso.

    Siendo la política la que determinará la guerra para conse-guir sus objetivos, deberá ser ella quien inspire las concepcionesy planes estratégicos.

    Su influencia será más o menos grande, según sean los lazosque unan a ambas ramas de la conducción bélica; pero siemprehabrá una reciprocidad de la estrategia para con la política, sea

    que esta le haya señalado objetivos concretos o que al dejarla dela mano, el estratega trate de servirla por propia iniciativa con-forme a las líneas de acción más evidentes de la política.

    Hasta aquí hemos analizado la interdependenda de la po-lítica y la estrategia en la fase de preparación de un conflicto,

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    y hemos podido observar la influencia recíproca de ambas. Sin

    embargo, por muy grande que sea la influencia estratégica en lapolítica, ella no ha dejado de ser política, habiendo tomado sola-mente una orientación hacia la guerra, por lo cual hemos acepta-do de mejor agrado la denominación de política de guerra.

    Por otra parte, por muy grande que haya sido la influenciade la política en la estrategia, esta no ha dejado de ser tal, es de-cir la preparación del empleo de las fuerzas armadas en futuros

    teatros de guerra.En su fase de ejecución se acentúa la amalgama político-

    estratégica.

    La política no cesa en sus funciones al iniciarse el conflicto,muy por el contrario ella debe coordinar todos los recursos de lanación tras el logro del objetivo de la guerra.

    Si en el periodo de preparación la política y la estrategia nohan marchado estrechamente unidas, aquí lo harán apremiadaspor las circunstancias. El fantasma de la guerra que, cerrando losojos, no se quería ver, impondrá tal situación.

    La política, responsable de los destinos del país, tratará portodos sus medios de facilitar la victoria a la estrategia en el cam-po de batalla y su influencia, a la inversa de lo que viéramos en

    el período de preparación será muy grande. Tratará de buscaraliados para la causa propia y enemigos para la del adversario,creará recursos, aunará el alma nacional y pondrá la ciencia alservicio de las armas.

    Más aún, la trascendencia de las resoluciones estratégicas,dada la característica de total de la guerra actual, hará que inter-venga directamente en el campo de la estrategia pura.

    Los ejemplos que dimos al iniciar este capítulo: la invasiónalemana a países neutrales, los bombardeos aéreos en masa sobreobjetivos densamente poblados, la guerra submarina sin restric-ciones, el abandono de territorio en la conducción estratégicarusa y china, etc., constituyen una prueba histórica de cómo la

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    política interviene en las grandes resoluciones y en la conduc-

    ción misma en el campo de la estrategia pura.

    A este respecto algunos autores pretenden hacer aparecer laviolación de la neutralidad de Bélgica y la guerra submarina sinrestricciones como una influencia de la estrategia sobre la políti-ca. A nuestro juicio esto es algo erróneo pues si Schlieffen ideó sumaniobra envolvente por Bélgica como la mejor forma de obte-ner el aniquilamiento del ejército francés y si el Capitán Bauers,

    Almirante Ingelhol y Almirante Pohl concibieron la guerra sub-marina sin restricciones para impedir a los aliados el ejercicio deldominio del mar, ellos pensaban con criterio militar por sobreconsideraciones políticas y se limitaron a proponer un plan.

    El conductor político que debía pesar mejor que nadie lasrepercusiones diplomáticas, económicas y morales de tales pla-nes, estaba en libertad de hacerlo o no. De la apreciación que elgobierno debió hacer en tal oportunidad nació la resolución deinvadir Bélgica y efectuar la guerra submarina. Caso semejantedebe haber ocurrido con respecto a la agresión japonesa en PearlHarbor. En todos estos casos debió ser la política quien tomarauna resolución estratégica trascendental.

    A la inversa de lo que viéramos en la fase de preparación,durante la ejecución de la guerra evidenciamos una importanteinfluencia de la política en la estrategia, sin que por ello la fun-

    ción estratégica pura haya dejado de subsistir; ha sido solamentela continuación de la política de guerra en acción.

    De la amalgama tan estrecha de política y estrategia en laejecución de la guerra, la literatura militar en su necesidad deprecisar conceptos ha hecho nacer un nuevo término, el de “granestrategia”, refiriéndose a la conducción de toda la nación tras ellogro de la victoria.

    En la actualidad, en Estados Unidos de A. está entrando congran fuerza este nuevo concepto de estrategia, la que se definecomo el arte y la ciencia del desarrollo y empleo de las fuerzaspolíticas, económicas, psicológicas y armadas de una nación,durante la paz y la guerra para prestar el máximo de apoyo a los

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    cursos de acción nacionales, en orden a incrementar las probabi-

    lidades y consecuencias favorables de la victoria y de reducir lasposibilidades de una derrota.

    El Dr. Edward M. Earle en su obra “Makers of modern stra-tegy” ratifica estos conceptos con las siguientes frases “La estra-tegia tiene que ser en la guerra, la preparación y la conducciónde ella; en un sentido limitado, la estrategia es el arte del mandomilitar, para la proyección y dirección de una campaña... pero

    a medida que la guerra y la sociedad se han ido complicando,la estrategia necesariamente ha ido incrementándose con con-sideraciones de factores no militares, económicos, psicológicos,morales, políticos y tecnológicos. En consecuencia la estrategiano es un concepto meramente de tiempo de guerra sino que esun elemento propio del gobierno de los estados en todo tiempo.

    “En la época contemporánea en consecuencia, la estrategiaes el arte del control y de la utilización de los recursos de unanación (o coalición de naciones) incluidas sus fuerzas armadascon el objeto de que sus intereses vitales puedan desarrollarseefectivamente y ser asegurados contra los enemigos reales, po-tenciales, o meramente presumidos.

    El tipo más elevado de estrategia, a veces llamado gran estra-tegia, es aquel que integra en tal forma los cursos de acción y losarmamentos de un estado, que el recurso de la guerra, o se hace

    innecesario o se ejercita con la máxima posibilidad de victoria.

    Bajo las condiciones modernas, los factores militares estántan entrelazados con los económicos, políticos, sociales y tecno-lógicos que es dudoso el poder hablar de una estrategia pura-mente militar”.

    Si analizamos las funciones asignadas a la estrategia en el

    concepto norteamericano, veremos que en nada difieren a lasfunciones que en el presente trabajo hemos considerado a la con-ducción política y estratégica de la guerra.

    Respetamos en todo lo que valen las nuevas ideas susten-tadas en ese país, pues sabemos que antes de aceptarlas son

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    profundamente estudiadas con todos los recursos que permite la

    ciencia y los medios materiales.

    Sin embargo seguimos estimando que el encauzamiento inte-gral del potencial de una nación encaminado a obtener la victoriaen caso de guerra, es función de los gobernantes políticos del Esta-do, quienes en su labor de estadistas deberán realizar todas las ta-reas que le imponen las responsabilidades de sus cargos en prepa-ración del país para afrontar ventajosamente un conflicto armado,

    y quienes también deberán conducir al país durante el confl

    ictomismo. Esta labor, la de gobernar un Estado, se denomina univer-salmente, política, no existiendo razón para cambiarle de nombrecuando este gobierno se haga con miras a la guerra o durante ella.Además ella se rige por diversas ciencias políticas y no por unasola a la cual le pudiéramos dar el nombre de estrategia.

    En cambio, desde el punto de vista militar ha existido porsiglos y en todos los países, un conjunto de conocimientos, des-tinados a preparar o conducir la guerra, denominado estrategia.

    De la interpenetración, de lo indivisible de ambas, de la polí-tica y la estrategia, ya hemos hablado y lo seguiremos haciendo através de toda esta obra.

    No obstante nuestro parecer de seguir manteniendo el con-cepto clásico de estrategia, hemos creído conveniente dar a co-

    nocer la nueva interpretación que a ella se le da en la actualidadespecialmente en EE.UU. de A. para asimilar correctamente suliteratura militar, tan vasta como interesante hoy en día.

    Siguiendo con nuestro pensamiento vemos que tanto en lapreparación de un conflicto como en su ejecución, no obstante lainterpenetración de la política y la estrategia, ambas desarrollansu labor bien definida.

    La política y la estrategia marchan juntas, de la mano, desdeel principio hasta el fin.

    La sola determinación de su objetivo político, por parte deun país, hará surgir normalmente intereses encontrados con

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    otros Estados, y ante la fatídica perspectiva de una guerra que

    amenace a su pueblo, el estadista no podrá olvidar que cuentacon profesionales para tal evento. Es posible que el político po-sea buen criterio estratégico, pero quien no ha dedicado toda unavida de estudios a una materia cientí fica, puede cometer muygraves errores al dejarse llevar por su propio criterio o intuición.

    Sirva de ejemplo para esta afirmación la clara visión de unprofesional que se sobrepuso a la orientación unilateral de la

    conciencia colectiva producida en su país por su condición geo-gráfica, como ocurría en Alemania, donde solo primaba el con-cepto continental en sus conductores políticos.

    El General V. Runstedt al criticar la conducción política ale-mana afirmaba:

    “El factor tiempo siempre trabaja en contra de cualquier poten-cia continental en guerra con Inglaterra. Esto ha sido comprobadoen el pasado y hoy mantiene todo su valor, máxime cuando la in-dustria de armamentos, altamente desarrollados depende más quenunca, de las materias primas provenientes de ultramar. Una po-tencia continental que desee vencer a Inglaterra debe contar comoaliados a Rusia o a Estados Unidos; si esto no se obtiene, entoncesInglaterra debe ser aliado de aquella potencia que trate de dominarel Continente. Inglaterra no debe ser neutral pues en esta formapuede volcar la balanza de la victoria como mejor le acomode”.

    Como decíamos, desde la primera fase de todo planeamien-to político será necesario la cooperación de los técnicos militares.

    Nos encontramos al fin, con que así como la política de gue-rra penetra en los dominios de la estrategia esta coopera en granparte en el camino de la primera.

    El viejo aforismo que dice “Un país debe tener la políticade sus fuerzas y las fuerzas de su política” nos está indicandola íntima relación que tienen la política y la estrategia, desde supunto inicial; por otra parte los conceptos de “nación en armas”y de “guerra total”, que dominan la guerra actual, nos señalan lanecesidad de coordinar y dirigir todos los frentes hasta el logro

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    del objetivo de la guerra, manteniéndose con ello esa íntima rela-

    ción hasta su punto final.

    Esta amalgama de la política y la estrategia no puede seruna novedad para nadie desde el momento que se aceptó comocierta la definición de Clausewitz, que dice, que la guerra es lacontinuación de la política por otros medios; sin embargo, no esmenos cierto que tanto en la preparación como en la ejecucióndel conflicto, la política y la estrategia subsiste, nítidamente y

    sus misiones son precisas, por lo que se hace necesario hacer unadivisión de ambas, para proceder a su estudio.

    Pero aquí no terminan las dificultades para aislar al ramo deestrategia; existe otra zona de interdependencia que lo afecta y esel de la estrategia y la táctica.

    Es ya clásica la pregunta: ¿Dónde termina la estrategia y em-pieza la táctica?

    Algunos han querido, mediante el ingenio resolver la in-terrogante al decir “donde empieza el ruido del cañón”, sinembargo incurren con ello en errores, ya que los progresos delos medios de guerra como la aviación y el submarino amplíanel campo táctico mucho más allá de los límites del ruido del ca-ñón sin considerarse que antes de escucharse sus estampidos yalas tropas han iniciado una serie de acciones netamente tácticas

    como es el marchar, descansar, explorar, etc.

    Mahan establece el límite de la estrategia y la táctica en el“contacto”, concepto que podría considerarse uno de los máspróximos a la verdad.

    Podría estimarse también que el límite entre ambas partes dela conducción militar lo señala la batalla lo que sería ratificado

    con las palabras de Molke que dicen: “La estrategia señala el me- jor camino a la batalla, ella dice dónde y cuándo debe batirse, latáctica como combatir”.

    La batalla, en consecuencia, constituiría el eslabón de la ca-dena que forman ambas conducciones y que podría pertenecer a

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    la una o a la otra, ya que la batalla es planeada por la estrategia y

    ejecutada por la táctica y según sus repercusiones, pertenecería aesta o a aquella.

    Castex, al tratar la interdependencia de la política, la estrate-gia y la táctica en la conducción de la guerra dice: “La estrategiaes, en resumen, como el espectro solar. Presenta una zona infra-rroja que constituye el campo de la política y una zona ultravio-leta, que constituye el campo de la táctica y en la misma forma

    que el espectro solar pasa a las zonas invisibles por gradacionesimperceptibles, la estrategia se reúne con la política y con la tác-tica, cambiando gradualmente de tono hasta confundirse con lasmismas. La política, la estrategia y la táctica forman, pues, unconjunto bien trabado, y de ninguna manera un tríptico de ele-mentos netamente separados entre sí”.

    Por otra parte, como la guerra es un fenómeno social, es im-posible prescindir en ella de las características de sus personajesy por ello la política penetrará en los dominios de la estrategiamientras más técnico en conducción militar sea o quiera ser elconductor político; la estrategia penetrará en el campo políticocuando más sea la preparación y prestigio del conductor militar.Será cuestión de hombres en cada circunstancia.

    La historia está llena de ejemplos, como nos señala OttoGross, en que el jefe supremo de las fuerzas posea mejor visión

    política que el estadista y también, a la inversa, que el estadistasea mejor estratega que aquel.

    Cuando el estadista y el conductor militar están reunidos enuna sola persona, como lo analiza Foertsch, no se presenta estadificultad, ya que los conflictos sobre ambas conducciones sedesarrollan dentro del propio ser y permanecen ocultos para elmundo exterior y en general también para la posteridad.

    Muy semejante es lo que ocurre con el conductor estratégico yel táctico; dependerá de los hombres que actúan, la mayor o menorlibertad e iniciativa que el primero deje al segundo y podrá reunir-se también en un solo hombre la conducción estratégica y táctica,como ocurría normalmente en los grandes capitanes de la historia.

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    Sin embargo, ello parece en la actualidad, muy difícil de

    repetir dada la complejidad de la ciencia y de los medios que ac-túan en la lucha.

    Es por ello que resulta la necesidad de separar, aunque seaen la forma ficticia, las tres ramas de la conducción bélica, a finde estudiarlas y determinar sus misiones especí ficas, sus objeti-vos y sus formas de actuar.

    Naturalmente que poder establecer una línea divisoria entreellas es tan difícil, como se ha dejado de manifiesto anterior-mente, como querer hacerlo entre el día y la noche. Siempre nosencontraremos con el crepúsculo o la aurora, de extensión tanvariable conforme a la latitud del lugar.

    En el presente estudio se dividirá la conducción bélica ensus tres esferas ya clásicas:

    – Política.– Estratégica.– Táctica.

    De ellas se tratará solamente la conducción política y estraté-gica, incluyéndose la conducción operativa como una parte de lasegunda.

    No se estudiará la conducción táctica por no corresponder ala naturaleza del trabajo.

    Es posible que las delimitaciones hechas entre las diferentesconducciones, no esté de acuerdo con muchos, como tambiénque al tratarse aspectos de una interfiera a la otra. Ello se debea las razones que se han tratado de exponer en la presente intro-ducción.

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    CAPÍTULO II

    POLÍTICA DE GUERRA

    1. Concepto de la política de guerra

    Política, en la acepción más simple de la palabra, es el arte de gobernar un Estado. Sus dirigentes o personeros máximos deberán,en consecuencia, organizar y dirigir a los componentes de este para ellogro de un objetivo de bienestar común.

    El verdadero estadista no se conformará con que este bien-

    estar alcance solo a los componentes del momento presente, sinoque mirará hacia el futuro, hacia las generaciones venideras,para determinar su finalidad por alcanzar.

    Constituirá entonces una función básica de la política, de-terminar la meta de ella, mediante la cual proporcionará el bien-estar necesario a los componentes del Estado, es decir la deter-minación del objetivo político, materia sobre la cual hablaremosmás detalladamente en el capítulo siguiente.

    Una vez determinado dicho objetivo será necesario fi jar loscaminos para alcanzarlo; dependerá de su magnitud, de su le- janía en el tiempo o en el espacio, la necesidad de marchar poretapas, por líneas por alcanzar; desde una dirección rectamente aél, o desde varias, efectuando rodeos más o menos largos.

    Dependerá también de la naturaleza del objetivo político y

    de los medios por lograr el camino a seguir en su prosecución,pudiendo variar desde las vías diplomáticas puras hasta el cho-que de las armas en los campos de batalla.

    Todo ello formará parte del plan de gobierno que se hayatrazado el estadista que asume las responsabilidades supremas

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    de un Estado y será conocido por él, por sus colaboradores o por

    toda la nación, según sea el régimen del gobierno, las pretensio-nes del plan y las características individuales del propio Jefe deEstado.

    En todo caso, al trazarse el objetivo por alcanzar mediantesu política y muy especialmente al fi jarse los caminos para lo-grarlo, se pondrán de manifiesto los cursos encontrados de suvida política con la de los otros pueblos, los que pueden ser de

    tal magnitud que puedan precipitar un confl

    icto, sin perjuicio deconsiderar aquellos otros problemas de índole secundaria o su-perficial que hacen a los hombres convertirse en niños y que, enel caso de los pueblos, también pueden llevar a la guerra.

    Ante un evento, tan trascendental para la vida de su pueblo,deberá encauzar su acción política en previsión de él. La políticadirigida entonces a prever un futuro conflicto es el origen de lapolítica de guerra.

    Su primera fase estará encaminada a preparar al país paraafrontar ventajosamente la guerra, si ella llegara a ser inevitable.

    Siendo la guerra, por otra parte, la continuación de la polí-tica por otros medios, ella es solo una variante de las relacionesinternacionales que difieren únicamente en el método aplicadopara alcanzar el objetivo político, por lo tanto será la política la

    encargada de la dirección de la guerra. Clausewitz lo afirma enlas siguientes frases:

    “La conducción de la guerra es en líneas generales, la políti-ca misma que ha cambiado la pluma por la espada, no por eso hadejado de pensar según sus propias leyes.”

    La segunda fase de la política de guerra es pues, la dirección

    de la guerra misma.

    Finalmente, cuando mediante las armas se ha logrado impo-ner la voluntad al adversario, o cuando este ha logrado quebran-tar la nuestra; cuando las posibilidades de éxito son muy remo-tas o el precio de la victoria es muy subido o cuando el equilibrio

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    de potenciales haga poco probable la decisión, será la política la

    que concierte la paz, sacando el mayor partido de la guerra, acre-centando los frutos de la victoria o haciendo menos onerosa laderrota. Esta es la tercera fase de la política de guerra.

    Podemos resumir, en consecuencia, que la política de guerraes el arte de preparar un Estado para afrontar ventajosamente unconflicto armado, encauzar y dirigir los diferentes elementos queactúan en él durante el conflicto mismo y cosechar los frutos de

    la victoria o tratar de negar los de la derrota.Se evidencian tres fases o períodos bien marcados en la polí-

    tica de guerra, los cuales analizaremos en detalle.

    2. Fases de la política de guerra

    a) En la preparación de la guerra

    El objetivo político y los caminos para lograrlo, como diji-mos anteriormente, harán surgir por primera vez la idea de unconflicto armado.

    Será en consecuencia la primera tarea de la política de gue-rra en esta fase de preparación, el análisis del objetivo político,para determinar los probables conflictos, pues dada la interde-pendencia de los pueblos, la guerra es una consecuencia fatal y

    lógica de las aspiraciones de ellos.

    La magnitud y trascendencia de dichos conflictos estará in-dicada a su vez por el objetivo político mismo.

    “Mientras más fuertes sean los motivos de la política, comodice Clausewitz; mientras más esté en juego la existencia integralde los pueblos; mientras más violenta sea la tensión que precede

    a la guerra, tanto más se acercará la misma a su forma absoluta;tanto más se tratará de someter por completo al enemigo; tantomás coincidirán el objetivo bélico y político; tanto más guerreray menos política