LA HIGIENE ALIMENTARIA Y LA PROFESIÓN VETERINARIA
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EL PAPEL DE LA PROFESIÓN
VETERINARIA EN LA SEGURIDAD Y LA
TECNOLOGÍA DE LOS ALIMENTOS
El origen y la historia de la Higiene, la
Inspección y el Control Alimentarios pueden
remontarse a los propios inicios de la historia
del hombre, ya que la búsqueda de alimentos
que pudieran satisfacer sus necesidades
nutritivas debió necesariamente llevar unidas
unas normas higiénicas más o menos
elementales.
Podemos pensar que, inicialmente, las
primeras prácticas de higiene alimentaria las
realizó el hombre primitivo cuando aprendió a
distinguir aquellos alimentos tóxicos o
contaminados cuyo consumo era con frecuencia
causa de disturbios gastrointestinales.
La necesidad de una mayor cantidad
de alimentos condujo al desarrollo de la caza, la
domesticación de animales y la agricultura.
Estos avances en la producción y obtención de
alimentos obligaron al hombre a iniciarse en el
campo de la transformación y conservación de
los mismos. Destacan las civilizaciones egipcia,
griega y romana que ya elaboraban alimentos
como el pan, el queso o la cerveza, aplicaban
técnicas de salazón y ahumado para la
conservación de pescados y carnes y
produjeron conservas de alimentos tanto en
salmuera como en vinagre.
En este contexto, el hombre continúa
preocupado por la relación entre el consumo de
alimentos y la aparición de enfermedades, y por
ello las primeras religiones ya establecieron una
cierta legislación alimentaria, especialmente en
lo referido a las prácticas correctas del sacrificio
y la inspección de los animales. Existen por
ejemplo referencias sobre esta materia en el
Antiguo Testamento y el Corán entre otros. En
la antigua Roma, las carnes y los productos
alimenticios en general se sometían a la
inspección de la autoridad estatal.
Durante esta época, los conocimientos
sobre Higiene, Inspección y Control Alimentarios
se basaban, como hemos visto, en las
creencias religiosas y en las conclusiones
obtenidas de la observación y la experiencia, lo
que supone una base poco científica y, en
numerosas ocasiones, no exenta de
supersticiones.
No es hasta el siglo XIX cuando se
entra en una etapa más científica. En efecto, es
en esta época cuando toda una serie de
descubrimientos permite identificar la relación
entre el consumo de alimentos contaminados y
la falta de higiene con la aparición de
enfermedades en el hombre. Aquí jugará un
papel fundamental la aportación de numerosos
investigadores en diversos campos de la ciencia
(medicina, biología, química, farmacología,
veterinaria, microbiología, parasitología, etc.).
El mejor conocimiento de la patología general,
el descubrimiento de bacterias y parásitos, el
papel desempeñado por los veterinarios en
estos descubrimientos y en la comprobación de
la existencia de enfermedades transmitidas por
los animales, determinó que se contase con
estos profesionales como parte fundamental de
la inspección y control de los alimentos.
En resumen, la preocupación de los
consumidores por los riesgos toxicológicos de
los alimentos y la gravedad de su adulteración,
junto a los nuevos conocimientos científicos que
se estaban desarrollando, dieron lugar a un
aumento progresivo de las medidas de
protección y el establecimiento de sistemas de
inspección y control para salvaguardar la Salud
Pública.
A partir del siglo XIX, como decimos,
se publican en España las primeras
disposiciones normativas alimentarias, y es
cuando se inicia la labor del veterinario en la
inspección de alimentos, centrándose en
principio en los de origen animal, extendiéndose
posteriormente a los demás grupos de
alimentos.
Ya en el inicio del siglo XX la Higiene e
Inspección de los alimentos forma parte de las
enseñanzas en las Escuelas y Facultades de
Veterinaria de toda Europa. Es esta la única
titulación en la que existe como asignatura, así
como la especialidad de “Bromatología”, o
tecnología de los alimentos, desaparecida de
los nuevos planes de estudio.
Durante este pasado siglo se han
producido innumerables avances tecnológicos,
provocando cambios importantes en las
prácticas de obtención, procesado y
preparación de los alimentos. Por ello, la
Higiene e Inspección de los alimentos es una
disciplina en continua actualización, ya que
dichos avances también suponen la aparición
de nuevos riesgos que deben ser controlados.
Hoy en día, el gran auge de la industria
agroalimentaria y la tecnología alimentaria, la
evolución de los métodos de análisis, la
aparición de productos nuevos (alimento o
ingrediente) y la modernización de los canales
de comercialización exigen una mayor
intervención gubernamental que asegure la
seguridad de los alimentos.
Es decir, la inocuidad de los alimentos
depende del óptimo control de todas las
operaciones realizadas desde su obtención
hasta su distribución, venta y consumo.
Tradicionalmente, la inspección y
control de los alimentos se ha centrado en la
toma de muestras y análisis del producto final
como prevención de riesgo. Actualmente, este
tipo de inspección ya no es factible en la
situación de un Mercado Único, puesto que los
alimentos circulan libremente sin someterse a
inspección durante el comercio y distribución,
siendo necesario un exhaustivo control en el
origen de la producción. Por otra parte, los
problemas higiénicos, con frecuencia, son
debidos a errores en los procedimientos de
manipulación o procesado.
Estos son los motivos por los que se
está imponiendo, como base de la inspección y
control de alimentos, la detección de errores
relacionados con la elaboración de alimentos en
todos los eslabones de la cadena alimentaria,
procediéndose a su rápida corrección y
prevención, especialmente sobre las materias
primas como etapa más decisiva. Esta política
tiene su reflejo en la aplicación en cada sector
de la producción de alimentos (desde su origen
hasta su consumo) de toda una serie de
normativas de obligado cumplimiento buscando
un mayor nivel de seguridad y salubridad de los
productos alimenticios. Se pretende un nuevo
enfoque del control de las industrias
alimentarias, basado en un sistema denominado
Análisis de Peligros y Punto de Control Críticos
(APPCC). El sistema se basa en analizar qué
peligros pueden generarse en un
establecimiento en función de sus
características concretas, y a partir de esto
determinar unos puntos, etapas o fases de
elaboración donde pueden establecerse una
serie de Medidas Preventivas que, una vez
controladas, nos garanticen que los riesgos
para la salud de los consumidores han sido
eliminados o reducidos hasta unos niveles
aceptables.
La aplicación de estos principios es,
como se ha indicado, de obligado cumplimiento
en todos los sectores implicados en la
producción y elaboración de alimentos. Es aquí
donde los veterinarios van a jugar un papel
fundamental al ser los introductores de estos
nuevos conceptos, tanto a nivel teórico
(traducción de libros, cursos, actividades
coordinadas por el Ministerio de Sanidad) como
práctico, en una doble vertiente: la oficial, a
través de los controles oficiales en su calidad de
inspectores de Salud Pública, (donde
controlarán Mataderos, Mercados de abasto y
cualquier tipo de establecimiento donde se
manipulen alimentos), y la privada como
consultores y asesores de las empresas
interesadas. Todo ello con el objetivo, como ya
se ha dicho, de obtener unos alimentos más
seguros y con mayores garantías para el
consumidor y, de este modo, proteger su salud.
La aportación actual de la profesión
veterinaria en estos campos se complementa
además con su participación en programas de
Investigación y Desarrollo en tecnología de los
alimentos y Control de Calidad.