La Homeopatía, Vaya Timo! (Víctor-Javier Sanz)

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  • La homeopata vaya timo!Vctor Javier Sanz

    PrlogoLa homeopata, el club mdico de la comedia

    Segn el escritor estadounidense Ambrose Bierce, "un homepata es un humorista de la medicina". Pocas definiciones de la homeopata son tan certeras como sta. De hecho, se cuentan tantos chistes sobre la homeopata que Samuel Hahnemann (1755-1843), su inefable creador, podra haber montado un "club, mdico de la comedia". Pues bien, ya que l, hombre modesto donde los haya, no lo hizo, vamos a hacerlo nosotros por l. He aqu, para empezar, un tpico chiste homeoptico ante un pblico expectante:

    DON INFINITSIMO {alumno homepata): Dr. Hahnemann, me acabo de enterar de que su ltimo paciente muri de una sobredosis. Qu le administr?

    HAHNEMANN {afligido): Ah, mi buen Infinitsimo, simplemente se le olvid tomar los grnulos que le recet.

    PBLICO (visiblemente irritado, abandona la sala entre fuertes gritos): Fuera!, alpata!, que lo biopsien!

    Si usted tampoco ha entendido el chiste, y est tan irritado como el pblico, lo siento mucho porque tendr que leer este libro (hgalo como si fuera un libro de instrucciones, pues adems de resultarle ms llevadero, le servir para comprender lo que a partir de ahora llamaremos homeochistes). Y si lo ha entendido, siga, siga; los hay mejores.

    Intentar, a pesar de todo, hablar en serio sobre la homeopata durante unas cuantas lneas, lo cual resulta francamente difcil. La homeopata gira en torno a dos principios filosficos fundamentales: uno ontolgico sobre la realidad de las cosas, en este caso de la enfermedad, que es el vitalismo; y otro gnoseolgico sobre el modo de conocer e investigar, que es el principio de la analoga o similia similibus. De estos dos principios se derivan otros dos: el principio o ley de la individualizacin del enfermo y del remedio, y el principio o ley de las dosis infinitesimales.

    stos son los cuatro homeochistes fundamentales que los seguidores de Samuel Hahnemann repiten en cada funcin del club mdico de la comedia y que intentar explicar, amigo lector, de la manera ms fidedigna posible. Quiero advertirle, no obstante, que con los chistes normales generalmente nos remos y hasta podemos curarnos de algo, ya que la risa es sana. Sin embargo, con los homeochistes, al estar tan diluido su sentido, ninguna de las dos cosas est garantizada. De hecho, al igual que el tabaco, pueden daar seriamente nuestra salud (esto ltimo no es broma, como tendremos ocasin de ver).

    Por otra parte, si conservo las expresiones latinas no es porque sea un latinista o un polglota, sino porque se ha probado que las recetas escritas en latn son un factor que incrementa la eficacia del medicamento prescrito. Esto no es un homeochiste, en contra de lo que pueda parecer, sino un factor de la accin placebo, como explicar ms adelante. El lector ya se habr dado cuenta, probablemente, de que lo malo de la homeopata es que uno no sabe cundo habla en serio y cundo en broma. Por tanto, no olvide nunca que slo

  • cuando haya logrado entender los homeochistes habr logrado entender la homeopata.Estas primeras consideraciones humorstico-filosficas sobre los principios

    homeopticos me parecen de gran importancia, ya que a la homeopata se la conoce, analiza y critica habitualmente por las dosis "infinitesimales" de su tratamiento. Pero eso es tomar la parte por el todo, al igual que sucede en la acupuntura cuando slo se habla de las agujas. En efecto, la homeopata es un sistema mdico completo, integrado y fundamentado por los cuatro principios que acabo de enumerar, sin los cuales desaparecera: estaramos hablando de otra cosa diferente de la homeopata que, a su vez, habra que definir para poder entendernos.

    Por tanto, al considerar la homeopata de forma parcial y sesgada, los ensayos clnicos publicados en revistas biomdicas, incluso de prestigio internacional, son un autntico insulto a la ciencia y la razn. Se trata, en realidad, de propaganda descarada envuelta en el ropaje del rigor y del falso progreso cientfico. Acaso los responsables de, por ejemplo, The Lancet o La Recherche, no saben que, segn la homeopata, altas dosis de penicilina producen gonorrea, neumona y amigdalitis? Eso se deduce, al menos, del primer principio enunciado por Samuel Hahnemann. Como homeochiste reconozco que es uno de los mejores, pero veamos la funcin completa.

  • 1La supuesta ley de la analoga

    Claro que lo entiendo. Incluso un nio de cinco aos podra entenderlo. Que me traigan un nio de cinco aos!

    Groucho Marx

    La iluminacin hahnemanniana

    Samuel Hahnemann tuvo, al igual que Buda, una iluminacin, mas no bajo las ramas protectoras de un frondoso rbol sino al lado de una simple corteza: la del quino, que conoci hacia 1790 mientras traduca por encargo de una editorial alemana A Treatise on Materia medica del gran mdico escocs William Cullen (1712-1790). El inters por la corteza del quino radicaba en su propiedad curativa sobre las "fiebres intermitentes", propiedad debida a su contenido en quinina, un antipaldico clsico. Sin embargo, la propiedad en cuestin se deba, segn Cullen, al poder roborante o reforzante de la corteza sobre el estmago.

    Cullen sostena una doctrina muy personal al respecto: como los escalofros preceden siempre a la fiebre, deduca falsamente que aquellos eran la causa de sta. Un espasmo de los vasos terminales, causante de escalofros, excitaba arterias y corazn y provocaba la aceleracin del pulso, que constitua la fiebre. Como, segn Cullen, el sistema nervioso es el origen de todas las manifestaciones vitales, los remedios slo ejercen su accin sobre l. La quina, por ejemplo, se mostraba eficaz porque provocaba una relajacin de los vasos y, por consiguiente, cortaba la fiebre actuando sobre los nervios terminales de la mucosa del estmago.

    Pues bien, Hahnemann, en un gesto escptico que le honra, el nico que se le conoce, dud de esta teora. Para entenderlo bien, recordemos que, siendo joven, haba tomado corteza del quino para combatir unas fiebres intermitentes y que, a consecuencia de ello, sufri una indigestin, lo cual no se avena con la teora de Cullen. Por tanto, sta no poda ser correcta. Si la corteza del quino ejerce una accin tan enrgica sobre los nervios terminales de la mucosa del estmago, no es posible que provoque una indigestin. Lo ms probable era que la quina ejerciera su accin por otros caminos. Hahnemann decidi someter a prueba la cuestin experimentando consigo mismo, lo que puede considerarse un autntico experimento crucial de la homeopata, en el que, desgraciadamente, era juez y parte.

    En efecto, Hahnemann no abord el experimento de una manera plenamente imparcial. Ya durante la redaccin de un folleto sobre enfermedades venreas le asalt la idea de la posibilidad de que la pomada mercurial curara la sfilis porque provocaba una segunda enfermedad semejante a aqulla, siendo esta enfermedad provocada artificialmente la que curaba la verdadera dolencia. Lo semejante cura lo semejante, y, al parecer, la accin de la quina no se ejerca de modo distinto: la quina curaba la fiebre intermitente porque a su vez provocaba fiebre intermitente.

    Para probar este supuesto, Hahnemann tom media onza de corteza del quino. Tal como esperaba, sinti que se le enfriaban inmediatamente las puntas de los dedos de pies y

  • manos, experimentando a la par una sensacin de fatiga general. Entonces su corazn empez a palpitar, se le aceler el pulso y se le calentaron la cabeza y las mejillas; en una palabra, percibi todos los sntomas caractersticos de las fiebres intermitentes. Fue vctima de una autosugestin y haba descubierto lo que quera descubrir. En realidad, todo haba sido una ilusin, una profeca autocumplida. A grandes dosis, la quina no provoca otro sntoma que zumbidos en los odos. A manera de comentario a la teora de la fiebre de Cuen, Hahnemann anot estas palabras: "Las sustancias que provocan una clase determinada de fiebre resuelven todos los tipos de fiebre intermitente". En esta afirmacin se pueden reconocer de inmediato los pecados mortales de ndole intelectual de Hahnemann: una tosca subjetivizacin de la observacin de los hechos y una irreflexiva generalizacin de los datos de una observacin individual e incierta. Sin embargo, l exclam con aire triunfal: "Fiebre contra fiebre...! He ah el secreto! Es el amanecer de una nueva era de la teraputica" (citado por H. S. Glasscheib, El laberinto de la medicina, Destino, Barcelona, 1964).

    En resumen, y para que el lector no se pierda, estos autoexperimentos consistan en ingerir altas dosis de la corteza del quino, lo que le produca un conjunto de signos y sntomas similares en algunos aspectos a los que en aquella poca se llamaba "fiebre intermitente", trmino que hoy en da resulta muy genrico e inespecfico. Por otra parte, debemos tener en cuenta que la fiebre es un signo, no una enfermedad, y que existen varios tipos de fiebre segn la forma de la curva que describen en el registro. Uno de esos tipos clnicos es la fiebre intermitente, caracterizada por alternar accesos febriles con otros de apirexia y, adems, por ser comn a varios procesos, entre los que podemos destacar las supuraciones, septicemias, sepsis urinaria y biliar, absceso de hgado y, por supuesto, paludismo.

    Ante estos hechos experimentales, carentes, como acabamos de ver, del ms mnimo rigor cientfico, el razonamiento de Hahnemann adquiri la siguiente forma: por una parte, la corteza del quino es capaz de curar la fiebre, tal como muestran los hechos. Pero, por otra, es capaz tambin de "producirla", o as se lo pareca en los autoexperimentos. En consecuencia, Hahnemann infiri causalmente que la corteza del quino es capaz de curar porque puede producir los mismos sntomas que la enfermedad que cura.

    La cuestin no acaba aqu, pues Hahnemann necesitaba generalizar an ms su descubrimiento. Y para ello sigui experimentando en s mismo y en voluntarios los efectos de los principales medicamentos de la poca: belladona, rnica, acnito, mercurio, arsnico, nuez vmica, etc. Como era de esperar, los resultados obtenidos con todos ellos fueron semejantes al de la corteza del quino. As se llega al culmen de la iluminacin y Hahnemann establece, en pleno estado de gracia, el postulado o axioma fundamental de su doctrina, que dice as: toda sustancia capaz de provocar ciertos sntomas (en el hombre sano) es, por ello, capaz tambin de curarlos (en el hombre enfermo). Y viceversa, para curar una enfermedad natural cualquiera, es necesario utilizar una sustancia medicinal que sea capaz de originar sus mismos sntomas (una enfermedad artificial) en el hombre sano.

    Esta es la supuesta ley de la analoga o similitud y de ella deriva el nombre que Hahnemann dio a su doctrina: homeopata, del griego homoios, semejante, y pthos, enfermedad. Sin embargo, el primero en enunciar tal principio fue Hipcrates: lo semejante se cura con lo semejante, similia similibus curantur. Hahnemann no fue, pues, tan original como se piensa. A pesar de ello, ese aforismo hipocrtico pas a ser el lema de

  • la homeopata. Para complicar ms el problema, algunos autores sostienen la tesis segn la cual los descubridores de la homeopata fueron los antiguos chinos:

    Este poder de la dosis infinitesimal era conocido por los chinos. En ciertos tratamientos recurran a una dilucin del propio sudor del enfermo o de un animal domstico afectado de la misma dolencia que l. Hua T'o, que practicaba la acupuntura con un solo pinchazo de aguja, prescriba en dosis infinitesimales, tomadas con mucha frecuencia, "los venenos que provocan en un hombre de buena salud los trastornos observados en el enfermo". Samuel Hahnemann, quien crea haber obtenido la revelacin de su doctrina de las potencias celestes, haba tenido precursores 17 siglos antes que l. (G. Beau, Acupuntura. La medicina china, Martnez Roca, Barcelona, 1975)

    Cualquiera que sea la paternidad del principio del similia, el resto de la medicina, es decir, la vieja y agresiva alopata, basada en el principio opuesto (lo contrario se cura con lo contrario, contraria contrariis curantur) y destinada a ser sustituida por la nueva ciencia, se encontraba en contraposicin a la redescubierta homeopata (vase el apartado "Medicina homeoptica versus aloptica" al final de este captulo). No es de extraar que Hahnemann exclamara jubiloso en la introduccin al rganon:

    Tiempo era ya de que la sabidura del Divino creador y conservador de los hombres pusiese fin a estas abominaciones e hiciera aparecer una medicina inversa.

    Observe el lector el rigor y la expresividad cientfica del discurso hahnemanniano. Haba nacido la secta (en su sentido etimolgico y fundacional) de los homepatas. Hoy en da son algo ms modestos y afirman que no vienen a sustituir sino a complementar. Es importante precisar que tanto Hahnemann como el resto de los homepatas han tergiversado el espritu hipocrtico del similia. "Hay enfermedades deca Hipcrates que se llevan a un desarrollo favorable por medio de lo contrario, y otras mediante lo semejante" {Sobre las enfermedades, cap. 51). En efecto, Hipcrates nunca consider exclusivo ni predominante el principio en cuestin. Por el contrario, segn l, el mdico dispona de dos opciones igualmente vlidas para combatir mdicamente los estados patolgicos: con medicamentos que provocaban en el enfermo efectos contrarios a los sntomas de la enfermedad padecida (lo contrario con lo contrario) o con medicamentos que producan sntomas semejantes a los de la enfermedad:

    Errara, sin embargo dice Pedro Lan Entralgo, quien identificase el hipocratismo con la antipata y la alopata. La lectura del Corpus Hippocraticum permite descubrir en varias de sus pginas una concepcin homeoptica del tratamiento. Aunque sin el menor dogmatismo y, por supuesto, en un sentido que slo en parte coincide con el hahnemanniano, tres de sus escritos afirman con claridad el similia similibus curantur. Un pasaje casi aforstico de Epidemias VI aconseja usar, segn convenga, lo semejante (td homoion), lo desemejante (tb anmoiori) y lo contrario (td enanton); como terapeuta prctico, su autor confiesa a la vez la homeopata, la alopata y la antipata [...]. Por tanto, habr que tratar, segn los casos, por los contrarios o por los semejantes. El mdico hipocrtico, casi siempre antpata y alpata, fue a veces claramente homepata [...]. Homepata en

  • cuanto al similia similibus, no en cuanto al principio de las dosis refractas [del latn refracta dosi: a dosis repetidas y divididas] y a la doctrina de la "dinamizacin". (La medicina hipocrtica, Revista de Occidente, Madrid, 1970)

    Consecuencias

    Veamos a continuacin algunos aspectos que se derivan de la aceptacin de esa falsa ley o primer homeochiste.

    La experimentacin homeoptica

    La experimentacin y observacin de los sntomas y signos originados en el organismo por cada medicamento debe llevarse a cabo en el hombre sano. En efecto, segn los principios homeopticos, si se administrara a hombres enfermos, no podramos ver sus efectos puros, ya que los sntomas producidos por el remedio se mezclaran con los sntomas de la enfermedad natural. Adems, tampoco podramos prescribirlos de forma adecuada, dado que la prescripcin correcta consistir en comparar los sntomas de la enfermedad con los sntomas que produce el frmaco en el hombre sano.

    Por esa razn dice Hahnemann que el mtodo ms seguro y natural para encontrar los sntomas propios de un remedio consiste en ensayarlo separadamente de otros y hacerlo en dosis moderadas y en hombres sanos. Alguien se imagina a un farmaclogo actual experimentando la accin de la penicilina en dosis moderadas y en hombres sanos? Pero sigamos de momento con el mtodo experimental made in Hahnemann, ya tendremos ocasin para la crtica. En ese mtodo podemos distinguir los siguientes puntos:

    1.Los medicamentos de naturaleza fuerte se administrarn en dosis poco elevadas, los de naturaleza menos fuerte en dosis ms elevadas si se quiere experimentar su accin, y los de naturaleza dbil se utilizarn en sujetos sanos pero de constitucin delicada, irritable y sensible (rganon, 121).2.Slo se emplearn medicamentos que se conozcan bien y tengamos la conviccin de que son puros (rganon, 122).3.Cada medicamento se tomar bajo una forma simple y exenta de todo artificio: mezclado o disuelto con agua, con alcohol o con ambos, segn el remedio de que se trate (rganon, 123).4.Cada sustancia se emplear y administrar sola y totalmente pura (rganon, 124).5.El hombre sano sobre el que se experimente tendr un rgimen muy moderado mientras dure la experiencia. Es preciso que se abstenga de especias y evite las legumbres verdes, las races y las sopas de hierbas pues, a pesar de la preparacin culinaria, conservan siempre energa medicinal que turbara la accin del medicamento (rganon, 125).6.El experimentador evitar, mientras dure la experiencia, los trabajos penosos de cuerpo y espritu, as como los excesos y las pasiones desordenadas con el fin de describir claramente las sensaciones que experimenta (rganon, 126).

  • 7.Los medicamentos se experimentarn tanto en hombres como en mujeres (rganon, 127). Observe el lector que la experimentacin debe hacerse siempre en el ser humano; de hecho, Hahnemann se opona a la experimentacin animal.

    Habrn ledo los responsables de la Organizacin Mdica Colegial o de las facultades de medicina esta serie de desatinos cuando organizan cursos de homeopata?

    Materia mdica homeoptica

    Una vez que, siguiendo el mtodo anterior, hemos experimentado con mltiples medicamentos y anotado escrupulosamente todos los sntomas producidos por ellos gracias a su "potencia morbfica artificial" (y los farmaclogos sin enterarse de esta fabulosa potencia!), podremos construir una materia mdica homeoptica. En tiempos de Hahnemann, el trmino materia mdica era equivalente a lo que despus se denominar farmacopea. La Materia mdica homeoptica es, pues, el tratado que recoge los remedios utilizados en homeopata y seala su origen, modo de obtencin y sntomas originados psquicos, locales, generales, etc. durante la experimentacin homeoptica (sntomas patogenticos), a los cuales se aaden los observados en toxicologa (sntomas txicos) y en la prctica clnica (sntomas que no se han podido detectar ni por experimentacin ni por intoxicacin, pero que, sin embargo, se ha visto repetidas veces durante la prctica clnica que se curan con determinado remedio).

    Lo importante de esto es saber que los sntomas patogenticos descritos en la Materia mdica homeoptica no tienen igual importancia. Los autnticos, los que poseen un valor individualizador de orden superior es decir, los sntomas patogenticos propiamente dichos son los resultantes de la experimentacin patogentica homeoptica. Precisamente mediante esa experimentacin se llega a determinar los "tipos sensibles" (aquellos sujetos que producen ms sntomas que otros ante un determinado remedio). Ms tarde veremos cmo se utiliza esta Materia mdica homeoptica, el guin oficial utilizado en el club mdico de la comedia.

    Crtica del similia similibus curantur

    Analizado el principio supremo de la homeopata y sus principales consecuencias, debemos encarar ahora su posible valor cientfico. Ser breve y claro al respecto: su valor es nulo. Se trata de un mero embuste basado en una falsa analoga. La analoga forma parte intrnseca del pensamiento mgico. No es de extraar, pues, que una medicina animista como la homeopata adopte este tipo de pensamiento (con la acupuntura sucede lo mismo, aunque tiene mejor prensa). Segn afirma Theo Lbsack,

    Hahnemann haba sido influido por el gran Paracelso, como lo demuestra una comparacin de sus enseanzas. Si, segn Paracelso, eran buenos, por ejemplo, los cardos como remedio contra las punzadas en el costado, y las plantas de saxfraga contra los clculos renales, Hahnemann empleaba preparados de pepino, calabaza y camo de

  • agua como medios para la sed excesiva. Adems, Hahnemann se haba dejado influir por la llamada ciencia de los signos. Segn sta, las plantas, y tambin los animales y las piedras, indican, a travs de su forma externa y su constitucin, a qu propsitos mdicos pueden servir. {Medicina mgica, FCE, Mxico, 1986)

    Por tanto, si las hojas de una planta tienen forma de corazn, servirn para tratar enfermedades cardacas. Esto es lo que sucede en la homeopata cuando se hace la comparacin entre la enfermedad natural (producida por su causa especfica) y la enfermedad artificial (producida por el remedio homeoptico), y se infiere de esa analoga o semejanza, es decir, de su parecido sintomtico, que son la misma enfermedad. Sin embargo, nada tienen que ver, porque una, la natural, posee una causa y un mecanismo de produccin bien establecidos, y la otra, la artificial, se reduce a los meros efectos secundarios producidos por los medicamentos. Nos encontramos, por tanto, ante una evidente falsa analoga: a eso se reduce el similia similibus curantur. Para demostrarlo, le aplicar los tres niveles o criterios lgicos de falsa analoga.

    Los hechos que Hahnemann observaba eran de dos categoras. Por una parte, los efectos adversos producidos por la administracin de quina durante el autoexperimento. Tales efectos eran signos y sntomas que resultaban en ocasiones similares a los de la malaria. Por otra parte, el comprobado poder teraputico de la quina sobre la malaria (algo, por cierto, ajeno a la homeopata). Con tales presupuestos, el razonamiento analgico era de la siguiente guisa:

    1.La quina cura la malaria, es decir, las fiebres intermitentes ("enfermedad natural").2.La quina en dosis txicas produce en el hombre sano sntomas similares a la malaria ("enfermedad artificial").3.Por tanto, la quina cura la malaria en el hombre enfermo porque produce los mismos sntomas que los de la malaria en el hombre sano.

    En este razonamiento, los hechos observados y descritos en las premisas son en s correctos como tales hechos. Pero la conclusin que se saca de ellos por analoga es falsa. Lo mismo que a Hahnemann les ocurri a los hombres primitivos cuando pensaban que el Sol se mova y la Tierra estaba quieta. Los hechos observados son los mismos hace 25 siglos que hoy, pero la interpretacin o explicacin real de ellos no. Por eso, creer en la homeopata es como creer que el Sol gira alrededor de la Tierra o que sta es plana, aunque lo parezca. Para demostrar estos asertos analicemos detenidamente cada parte del razonamiento y as dejaremos claro, de una vez por todas, la falsedad de esta ley homeoptica.

    La premisa mayor (n 1) es cierta y nada tiene que ver con la homeopata. Su mecanismo de accin es bastante bien conocido por la medicina cientfica. Para colmo, segn este razonamiento, la homeopata tiene sus fundamentos en la medicina cientfica (alopata).

    En la premisa menor (n 2) se comparan las dos "enfermedades" pero se trata de una comparacin totalmente gratuita. La "enfermedad natural" (malaria o paludismo) y la "artificial" (cuyas manifestaciones dependern de la dosis de corteza del quino administrada) son entidades nosolgicas totalmente diferentes entre las que no cabe comparacin real. El hecho de que coincidan en algn sntoma o algn signo es algo a

  • todas luces insuficiente para establecer una conclusin verdadera. En efecto, la "enfermedad artificial" se reduce a los sntomas y signos adversos producidos por la sobredosificacin de la corteza del quino, caracterizada por zumbidos, vrtigos, sordera, trastornos visuales, percepcin de olores imaginarios, malestar general y alteraciones cardacas. Adems, hay personas con una idiosincrasia especial respecto a la quina, cuya administracin les puede originar procesos tales como reaccin urticariforme intensa, fiebre, hemorragias e incluso fiebre hemoglobinrica. En resumen, la "enfermedad artificial" depender de la dosis administrada y de la idiosincrasia del sujeto. Esta es su naturaleza. Por el contrario, la "enfermedad natural" (paludismo) es el conjunto de signos y sntomas causados por el protozoo plasmodium (crisis paroxsticas con intensa tiritona, sudoracin, fiebre remitente, malestar y mialgias). No cabe, por tanto, la comparacin; y si se hace, la conclusin es falsa.

    El error de base en esta falsa analoga radica en confundir la enfermedad con sus sntomas, es decir: mismos sntomas, misma enfermedad. Se trata, como analizar en el prximo captulo, de un reduccionismo semiolgico: la reduccin de la enfermedad a sus sntomas y signos, como cuando se confunde la tos, la expectoracin y la fiebre con, por ejemplo, la neumona bacteriana (enfermedad neumnica). Los signos y sntomas son la expresin de la enfermedad y, adems, a excepcin de los signos que caracterizan ese trastorno, son comunes a multitud de enfermedades; de ah la necesidad del diagnstico positivo y diferencial.

    En cambio, la enfermedad viene definida esencialmente, de modo inmediato y ltimo, por la etiopatogenia es decir, por la causa del desarrollo de esa patologa, y de modo mediato y prximo por la anatomopatologa y la fisiopatologa. Todo ello fundamenta y da unidad al cuadro clnico (signos y sntomas). Pero estas investigaciones alopticas no le interesan a Hahnemann. Para l, la causa de la enfermedad es un "desequilibrio de la fuerza vital", y la enfermedad misma se reduce a sus signos y sntomas (expresin de ese desequilibrio). A su vez, esos signos y sntomas los ordena, y los homepatas actuales los siguen ordenando, en cuadros clnicos absolutamente falsos, algo obvio al carecer de un fundamento real etiopatognico, anatomopatolgico y fisiopatolgico.

    En la conclusin (n 3) se establece la conexin causal. Pero para que esta sea cierta se nos tiene que mostrar el mecanismo de accin por el cual algo que cura el paludismo es capaz a la vez de producirlo. Precisamente el conocimiento del mecanismo de accin nos demuestra que nada tiene que ver una cosa con la otra. Efectivamente, por un mecanismo se cura la enfermedad al destruir el protozoo (los alcaloides de la quina se incorporan al ADN del parsito bloqueando su replicacin), y por otro diferente (inhibicin neuromuscular, etc.) se producen los efectos adversos o indeseables (secundarios, txicos, alrgicos o reacciones individuales genticas), nunca un paludismo ni algo que se le parezca.

    Lo mismo dicho de la quina se puede afirmar, por ejemplo, de la penicilina. Aunque su administracin puede producir una reaccin alrgica, no por eso cura una urticaria. Ms an, el mecanismo por el que la penicilina es bactericida y hace desaparecer la infeccin al destruir el germen nada tiene que ver con la produccin de efectos secundarios, sean estos alrgicos o txicos, se parezcan o no a la enfermedad que cura. Y as sucede con el resto de frmacos conocidos.

    Por ltimo, en la formulacin de esta conclusin interviene no slo la falsa analoga sino tambin el falso principio: post hoc, ergo propter hoc [tras esto, luego a consecuencia de

  • esto], ya que Hahnemann vea una conexin causal donde slo haba una coincidencia temporal de dos hechos independientes: la curacin y la produccin de efectos secundarios.

    Falsa generalizacin

    Nos encontramos tambin ante una falsa generalizacin. La analoga, segn ensea la lgica, va slo de lo particular a lo particular. Por tanto, si queremos formular correctamente la conclusin no debemos encontrar contrapruebas y contraejemplos esenciales. Pero tanto unas como otros son ilimitados. Ms an, la aplicacin de dicho principio lleva a situaciones absurdas y peligrosas:

    1. El medicamento cura porque produce en el sano los mismos sntomas que cura en el enfermo. Por tanto, la penicilina debe producir neumonas en el hombre sano ya que las cura en el enfermo.Por igual motivo, los frmacos antihipertensivos debern ser capaces de elevar la tensin arterial, y la aspirina producir en el sujeto sano dolores de cabeza e inflamaciones articulares, etc. Theo Lbsack escribe en el libro citado:

    La penicilina puede curar a los enfermos de gonorrea; por lo tanto, a los sanos debera producirles gonorrea. La estreptomicina puede curar la tuberculosis pulmonar, pero enfermar de tuberculosis a los sanos. An ms grotesco sera con las sustancia qumicas. Si fueran ciertas las ideas de los homepatas, el monxido de carbono no slo producira asfixia en el sano (como ocurre en realidad) sino que, a la inversa, debera liberar de su enfermedad al que padezca de asfixia. Debera entonces (siguiendo el pensamiento homepata) tratar de curarse la disnea dando a respirar monxido de carbono porque el monxido de carbono provoca disnea? O sera mejor investigar primero si la disnea se debe a asma, anemia, cardiopata u otras causas, para tratarla entonces especficamente?

    2. Podemos razonar tambin a la inversa: para curar al enfermo habr que darle medicamentos que produzcan los mismos sntomas de la enfermedad que padece. As, para curar un infarto o una angina de pecho, tendremos que darle sustancias que produzcan pequeos infartos o anginas. En caso de insomnio habr que pensar en las anfetaminas y el caf (como sucede con los grnulos de Coffea cruda 9CH). Para las quemaduras ser mejor el calor y los rubefacientes que el fro y los antibiticos. El diabtico se curar con glucosa y el hipertenso con sal. En caso de hemorragia digestiva, nada mejor que producir erosiones en zonas gstricas indemnes. Con estos argumentos, lo realmente extrao es que los hermanos Marx no hicieran una pelcula sobre la homeopata.

    En el fondo, la causa de semejantes disparates est de nuevo en los famosos autoexperimentos. Efectivamente, dichos experimentos carecan del rigor necesario al no tener un mnimo control y estar sujetos en modo superlativo al efecto experimentador, que aparece cuando se interpretan los datos imprecisos como respuestas favorables, lo que sera ya motivo ms que suficiente para invalidarlos. La consecuencia fue un claro sesgo observacional: Hahnemann escogi slo los sntomas particulares que le convenan para

  • justificar su absurda hiptesis (toma como "enfermedad artificial" lo que es slo una serie de efectos adversos seleccionados ad hoc). Por tanto, el nico motivo que guiaba tales experimentos era justificar sus hiptesis sin importarle realmente las causas de lo que observaba. El mismo lo dice: al mdico no le interesa conocer las causas y los mecanismos de las enfermedades. O lo que es peor, nunca llegar a conocerlos, segn l, y si los conoce no le servirn para nada. Su hiptesis estaba salvada.

    El principio del similia es absolutamente incompatible con el resto de la ciencia y la biomedicina. Ya hemos visto cmo, de ser cierto tal principio, la penicilina en grandes dosis producira en el hombre sano gonococia o neumonas, lo cual es absurdo. Adems, como es habitual en las pseudomedicinas, sobraran disciplinas como la farmacologa, la microbiologa y la gentica, pues con conocer los sntomas de las enfermedades y poder reproducirlos en el sujeto sano mediante el uso de diferentes sustancias sera ms que suficiente. Si as sucediera, volveramos a lo dicho: con sal curaramos la hipertensin, con glucosa la diabetes, con cafena el insomnio y con calor las quemaduras. El resto de la patologa humana tampoco tendra secretos para un homepata.

    Medicina homeoptica versus aloptica

    No es banal que las pseudomedicinas o falsas medicinas sean denominadas por sus practicantes de diferentes formas: alternativas, complementarias, naturales, holsticas, heterodoxas, dulces, blandas, etc. Tales denominaciones estn en relacin con alguna supuesta propiedad que poseen, segn sus defensores. Adems, stos arguyen que tales propiedades no las tiene la medicina cientfica, y si las tiene no las puede desarrollar. De ah la necesidad, segn ellos, de que estas tcnicas sean estudiadas en las facultades de medicina y admitidas cuanto antes en los sistemas sanitarios pblicos. Por otra parte, a la medicina cientfica la llaman, de forma un tanto peyorativa, medicina oficial, convencional, ortodoxa, aloptica o, simplemente, alopata.

    Esta ltima denominacin es un engao urdido en primer lugar por los homepatas, pero ha tenido una excelente acogida en el resto de falsos mdicos. Como hemos visto ms atrs, Samuel Hahnemann denomin homeopata a su sistema mdico porque los remedios utilizados producan los mismos sntomas que curaban. Por oposicin, denomin alopata al sistema imperante entonces pero carente de sentido hoy cuyos remedios producan sntomas opuestos o diferentes de los que iban a curar. Recordemos que los remedios alopticos de su poca, tales como purgantes, vomitivos, lavativas, sangras y otros, eran, adems de inoperantes, agresivos y peligrosos, lo que aprovech Hahnemann para decir que las enfermedades alopticas (es decir, las producidas por los mdicos alpatas) eran las ms peligrosas e incurables, pues "el Todopoderoso, al crear la homeopata, slo nos ha dado armas contra las enfermedades naturales".

    La ventaja lograda entonces por la homeopata tuvo lugar porque, aunque careca de valor teraputico, al menos no empeoraba la ya precaria salud de los pacientes. Pero ah se acababan todas sus bondades. Por tanto, el trmino alopata tiene una referencia histrica clara y concreta, a saber: la medicina del siglo XVIII y principios del XIX, que nada tiene que ver, obviamente, con la medicina cientfica actual ni en sus mtodos ni en sus bases tericas y experimentales.

  • Pero no subestimemos a estos maestros del engao que son los mdicos "alternativos", pues ellos conocen de sobra estos datos histricos elementales. La intencin aviesa que se esconde tras el cambio de nombre cambio intrascendente en apariencia es lastrar la medicina cientfica con los caracteres de agresividad y despersonalizacin propios de una poca felizmente pasada. Y de paso presentarse ellos como los adalides de una medicina natural, inocua, holstica y personal. La realidad es, por el contrario, muy diferente, ya que semejante medicina no pasa de ser un engao ineficaz y en muchas ocasiones peligroso, sea por accin, sea por omisin (vase pgs. 139-140).

    Hay homepatas que intentan "integrar" homeopata y alopata: se trata de un engao ms. Es obvio que una apendicitis aguda hay que intervenirla quirrgicamente. Esto lo reconocen hasta los propios homepatas, y lo mismo podemos decir de numerosos procesos, precisamente los que no se curan solos o con placebo: septicemias, meningitis, infartos agudos de miocardio, politraumatismos, cardiopatas congnitas... Pues bien, en esas enfermedades, qu casualidad!, s resulta conveniente la "integracin". Y como la desfachatez no conoce fronteras, parece ser que existen departamentos de ciruga en los que a los pacientes se les prepara antes de la intervencin con mtodos alopticos, y despus de la intervencin tambin aloptica se les trata con mtodos homeopticos. En otros trminos ms precisos: primero se les cura (con alopata) y despus se les engaa (con homeopata).

  • 2 La supuesta ley del vitalismo

    Nadie est libre de decir estupideces, lo grave es decirlas con nfasis.Michel de Montaigne

    Hahnemann y el vitalismo

    En tiempos de Hahnemann haba dos formas principales de entender la enfermedad: el vitalismo y el descriptivismo. El primero era una variante animista que postulaba un principio o "fuerza vital" que animaba o vitalizaba el organismo, y as explicaba todos los procesos fisiolgicos y patolgicos que acaecan a ste. El segundo, basado en el concepto de especie morbosa de Sydenham, se limitaba a clasificar las enfermedades al modo natural de la poca, es decir, en gneros, familias, rdenes y clases, tal como lo hacan botnicos y zologos. Pues bien, mientras el vitalismo era una concepcin metafsico-animista carente de rigor cientfico, el descriptivismo planteaba al menos la necesidad de buscar los fundamentos reales y la explicacin de las descripciones y clasificaciones que realizaba.

    Como es fcil suponer, la personalidad mstica y mesinica de Hahnemann le llev por los derroteros del vitalismo ms montaraz. Conozcamos ahora brevemente en qu consiste ese vitalismo y sus implicaciones homeopticas.

    La "fuerza vital" es, segn Hahnemann, un ente inmaterial, espiritual e intangible y su funcin consiste en animar virtual y dinmicamente la parte material del cuerpo, es decir, "sostiene todas las partes del organismo en una admirable armona vital" {rganon, 9). Por esta razn, el organismo material, "desde el momento en que le falta la fuerza vital, no puede sentir ni obrar ni hacer cosa alguna para su propia conservacin" {rganon, 10). En suma, es un organismo muerto. Tras esta introduccin mitomgica, me pregunto dnde estn las dotes de gran experimentador que sus aclitos atribuyen a Hahnemann.

    Ahora bien, que sea pura magia no significa, como algunos creen, que nos alejemos de la homeopata. Ms bien al contrario: slo as es posible comprenderla. De hecho, nos encontramos ante el postulado explicativo que mencionaba al principio, puesto que gracias al vitalismo Hahnemann da cuenta de la etiologa y la fisiopatologa de la enfermedad, es decir, de su naturaleza.

    La etiologa homeoptica

    En relacin con las causas y gnesis de los procesos morbosos, Hahnemann parte de la idea de que toda enfermedad no susceptible de tratamiento quirrgico ya comienza a eliminar lo que no le interesa se debe a un desequilibrio particular de la "fuerza vital" que vivifica dinmicamente al organismo.

    Este desequilibrio es obra de la influencia de agentes hostiles a la vida. "Cuando el hombre cae enfermo, esta fuerza espiritual, activa por s misma y presente en todas las partes del cuerpo, es la primera que luego se resiente de la influencia dinmica del agente

  • hostil a la vida" {rganon, 11). "Slo la fuerza vital desarmonizada es la que produce las enfermedades [...]. Por lo mismo, la curacin [...] tiene por condicin y supone necesariamente que la fuerza vital est restablecida en su integridad y que el organismo entero haya vuelto al estado de salud" {rganon, 12). En otras ocasiones es el propio desequilibrio el que hace que el organismo sea susceptible de ser atacado por agentes patgenos, como virus o bacterias, sufrir disfunciones metablicas, etc. En resumen: la "fuerza vital" es el principio y causa de la vida, del organismo vivo. Su equilibrio es origen y fundamento de la salud; su desequilibrio, causa de la enfermedad o predisposicin necesaria a padecerla. Desde luego, no pasa desapercibida la semejanza de estos postulados con los de la acupuntura: slo hay que sustituir la "fuerza vital" por el qi y el "desequilibrio de la fuerza vital" por el desequilibrio del yin-yang para obtener la misma teora mitomgica de la enfermedad. Esta coincidencia ha llevado a algunos mdicos "alternativos" a la creacin de una nueva pseudomedicina: la homeosiniatra o teraputica mixta formada por la homeopata y la acupuntura. As lo explica Beau en el libro citado:

    La acupuntura y la homeopata no tienen otro objetivo que el de producir, bien por el pinchazo de una aguja, bien por una dilucin medicamentosa, una estimulacin infinitesimal que obra sobre el desequilibrio funcional. El paralelismo del mecanismo que est en la base de las dos teraputicas no poda dejar de seducir a quienes las han estudiado. Para realizar la sntesis perfecta de ambas hay que superponer la accin tonificante o calmante de un producto a la de la acupuntura. Esta teraputica, de la que ha sido promotor el doctor Roger de La Fuge, lleva el nombre de homeosiniatra.

    Pero volvamos a la homeopata no adulterada. Si su doctrina etiolgica era una barbaridad ya en el siglo XVIII, a comienzos del XXI es un puro disparate. Repare el lector, adems, en que con esos presupuestos cualquiera puede ser mdico: son ideas fciles de admitir, lo suficientemente amplias como para aplicarlas a cualquier cosa que se desee, y con la ventaja aadida algo comn en todas las pseudomedicinas de que nos evitamos el engorro de tener que estudiar las verdaderas causas de la enfermedad: microbiologa, gentica, inmunologa, etc.

    Sin embargo, los homepatas actuales, que saben que sin estos principios la homeopata se esfuma como sistema mdico alternativo o "complementario", en lugar de abandonarlos, como debera hacer todo buen investigador, recurren a una de las leyes bsicas de la pseudociencia: buscar analogas con trminos cientficos para mantener los mismos objetos y leyes que defienden. Es su manera de progresar. As, la "fuerza vital" se transforma en el "potencial reactivo del organismo", la "dinamizacin vital" en la "memoria del agua", etctera (ms adelante veremos nuevos ejemplos de esta mutacin cientfica).

    Otro modo de librarse de las crticas es afirmar que la ciencia actual no es capaz de detectar esa "fuerza vital", que, sin embargo, es un principio fsico de universalidad equiparable a la electricidad o la gravitacin. Y si los cientficos lo niegan es porque son unos intransigentes, mientras que ellos son los nuevos Galileos que sufren las consecuencias de la intolerancia por proponer hiptesis novedosas. Pero esto es pura palabrera puesto que, como he dicho, no se trata de ideas cientficas originales sino de hiptesis caducas y falsas (como el flogisto, el calrico o la teora de los humores), que

  • ahora las reciclan para parasitar la ciencia. Denunciarlo no es intransigencia, sino pura y simple labor cientfica.

    La fisiopatologa homeoptica

    Dado que la "fuerza vital" es invisible e inaccesible a los sentidos, su disarmona o desequilibrio slo podr apreciarse por los efectos patolgicos que produce en el organismo, es decir, por medio de los signos y los sntomas (semiologa). Este es el modo que tiene el hombre, segn Hahnemann, de conocer las enfermedades. Por qu? Pues porque "la bondad infinitamente sabia del Supremo Creador y conservador de la vida de los hombres as lo ha dispuesto". Las dotes de investigador de Hahnemann son, sin duda, notables... en teologa.

    Pero lo que Hahnemann no sabe es que sus teoras teolgicas no pueden ser admitidas por el Supremo Creador a pesar de su inmensa bondad y sabidura. Acaso Dios puede hacer que los crculos sean cuadrados o que 2 + 2 sean 5? Es evidente que no. Pues bien, algo semejante le sucede a Hahnemann cuando intenta probar los principios (el desequilibrio de la "fuerza vital") con la conclusin (los signos y sntomas de la enfermedad). Lo mismo hacen los acupuntores con el "triple calentador" u objetos similares inexistentes.

    Hahnemann modifica de forma radical el concepto de enfermedad. En primer lugar, la reduce a una serie de sntomas sin conexin mutua: podemos decir que no hay enfermedades sino sntomas. A continuacin, todo sntoma particular es tratado segn el principio de semejanza. Desde su prueba con la quina en 1790, Hahnemann haba ensayado medicamentos en s mismo y en sus hijos mientras crecan. En tales ensayos haba procedido de la siguiente forma: tras una abstencin prolongada de toda clase de sustancias excitantes (caf, t, licores, perfumes, flores excesivamente aromticas, etctera), tomaba una dosis mediana del medicamento y anotaba todo lo que senta y observaba en su cuerpo en el curso de los 30 o 40 das siguientes como efecto de dicho medicamento. As vio la luz una de las recopilaciones ms estpidas que conoce la historia de la medicina. Veamos un caso concreto. Tras la toma de una pequea dosis de licopodio, sustancia absolutamente inocua, Hahnemann anot 981 efectos especficos. He aqu algunos como muestra {Enfermedades crnicas, vol. II, tomado de H. S. Glasscheib, El laberinto de la medicina, Destino, Barcelona, 1964):

    1.Tiene mareos en una habitacin caliente (a los 23 das).2.Mareos al levantarse de la cama y despus (a los 30 das).9. Puede hablar razonablemente de cosas elevadas e incluso abstractas; en cambio, se

    confunde en las ms vulgares (por ejemplo, llama ciruelas a lo que debera llamar peras).60. En la parte superior izquierda de la cabeza, sensacin de que se le tira de un pelo.78. Ms manchas de verano en el lado izquierdo de la cara y en la nariz.118. Por la noche los ojos se llenan de mucosidades purulentas (a los 33 das).173. Enrojecimiento y prurito en el labio superior (a los 40 das).446. Se duerme durante el coito sin eyaculacin de semen (a los 12 das).476. Estornudos sin resfriado.Y as sucesivamente hasta el n 981...

  • La finalidad de los aludidos autoensayos era, como sabemos, la puesta en prctica del principio de semejanza en la consulta mdica de acuerdo con el siguiente razonamiento: si un enfermo padece uno de los sntomas citados, ste desaparecer mediante una pequea dosis del medicamento que provoca la aparicin del mismo sntoma. Por tanto, si el paciente sufre un mareo en una habitacin caliente, es seal de que el licopodio cura. Si puede hablar razonablemente de cosas elevadas e incluso abstractas pero se confunde en las vulgares, es seal de que el licopodio cura. Si se duerme durante la cpula sin eyaculacin de semen, es seal de que el licopodio cura. Etctera. Este ltimo caso es un excelente pretexto para que el paciente lector ensaye algn homeochiste (del tipo: "Licopodio? No, gracias") y as ingresar en el club mdico de la comedia.

    No es de extraar, por tanto, que la obra Teora de los medicamentos (1811-1821, en seis volmenes), obra fundamental del sistema homeoptico junto con el rganon, pareca que no iba a acabarse nunca, pues creca da tras da. Su precisin es tan grande que cada medicamento cuenta con ms de 1.000 sntomas experimentados. Cada sntoma individual se menciona brevemente, de manera que las diferencias insignificantes entre unos y otros resultan indiscernibles para una inteligencia corriente. As, para que el lector se haga una idea de estas diferencias, Hahnemann llega a distinguir 350 clases de dolor de cabeza! (no se incluye el producido por la lectura de la propia lista).

    Por consiguiente, lo decisivo de esta semiologa es que el desequilibrio de la "fuerza vital" y los sntomas y signos que lo expresan forman un todo individual, de tal modo que la enfermedad se reduce a los sntomas y signos, es decir, son una misma cosa: la enfermedad son los sntomas y signos, y los sntomas y signos son la enfermedad. Hahnemann es claro al respecto:

    El trastorno, invisible para nosotros, de la fuerza vital que anima nuestro cuerpo, no forma, en efecto, ms que un todo con el conjunto de los sntomas que esta fuerza produce en el organismo, que hieren nuestros sentidos y que representan la enfermedad existente. (rganon, 15)

    Y de nuevo cuenta con el beneplcito divino:

    El dueo de la vida no ha hecho accesible a nuestros sentidos ms de lo que es necesario conocer en la enfermedad para poder curarla. (rganon, 12)

    Pues bien, a pesar de contar con la inestimable ayuda divina, todo lo que dice Hahnemann es radicalmente falso. En efecto, entre la causa de la enfermedad y su semiologa estn, por una parte, los mecanismos productores de la lesin y, por otra, las lesiones propiamente dichas (unas de carcter anatmico, descritas por la anatoma patolgica, y otras de carcter funcional, cuyo estudio incumbe a la fisiopatologa). Lo que unifica precisamente los sntomas y signos, es decir, lo que les hace pertenecer a una enfermedad determinada y especfica, son la etiopatogenia y sus lesiones correspondientes.

    Puede argirse en su defensa que la teora de Hahnemann es una teora errnea por desconocimiento, es decir, debido a lo poco que se saba en su tiempo sobre los mecanismos de la enfermedad. Pero esto es un simple truco por varios motivos.

    1. Sus contemporneos y l mismo conocan la diferencia aunque no con tanta nitidez como hoy en da, obviamente. Veamos lo que opinaban al respecto en 1863 A. Trousseau y

  • M. Pidoux en su Tratado de teraputica y materia mdica (Madrid, vol. I):

    Hahnemann es en todo superficial. Uno de los puntos de su doctrina que ha tratado de establecer con ms empeo es que la enfermedad consiste en el conjunto de los sntomas. No hubiera dicho ms Pifiel. Si Hahnemann da tanta importancia a esta proposicin es porque la necesita para demostrar la accin homeoptica de los medicamentos. Y en efecto, no bien dice: la enfermedad consiste en el conjunto de los sntomas, cuando aade: la virtud del medicamento consiste en el conjunto de los sntomas de la enfermedad artificial que produce.

    Lgicamente hablando, no va esto muy mal urdido; pero analizado mdicamente no representa ms que el elemento particular de la enfermedad. Para que pase de ser una abstraccin debe hallarse unido al elemento general, es decir, a esa parte comn de todos los sntomas que forma su lazo de unin y constituye lo que llamamos ditesis en las enfermedades crnicas y hereditarias: otro tanto puede decirse del sntoma medicinal o txico.

    No es, pues, el conjunto de los sntomas lo que representa tal o cual enfermedad sino su comunidad o su principio comn, manifestado por cada uno de ellos a su modo, y no menos tambin por sus relaciones o su coordinacin. Si se quita este elemento comn, hallaremos parecidos todos los sntomas de todas las enfermedades y de todos los envenenamientos; y nada ser ms fcil entonces que imitar los sntomas de las primeras con los de los segundos, estableciendo de este modo con el mayor rigor una materia mdica homeoptica. Pero como el citado elemento comn, que representa la ditesis, el estado general, el principio especial de la enfermedad, es lo que diferencia los sntomas de todas las afecciones, ser imposible, tenindole en cuenta, encontrar medicamentos homeopticos, a no dejarse llevar de las ms groseras apariencias. Qu relacin puede haber entre una peritonitis general sobreaguda y cierto grupo de accidentes histricos, que bajo el punto de vista de los sntomas, considerados en s mismos y como fenmenos particulares, hecha abstraccin de su elemento general, simulan bastante bien aquella grave enfermedad? Qu relacin hay entre las lceras mercuriales y las sifilticas; entre la angina y erupcin escarlatinosas y la sequedad farngea y las eflorecencias de la piel que en ocasiones produce la belladona, etc?

    Nos hallamos, sin duda, ante un texto de increble actualidad escrito hace casi siglo y medio. No hay, pues, disculpa por desconocimiento.

    2. La teora de Hahnemann es la consecuencia lgica de su tesis de la "fuerza vital" como entidad unificadora de la enfermedad, donde se elimina sin contemplaciones cualquier mecanismo patognico y fisiopatolgico. De hecho, para l, conocer el mecanismo en virtud del cual se origina y manifiesta la enfermedad es algo totalmente intil que no le servir al mdico para nada. Y lo que es peor, aade que el hombre siempre ignorar cmo la "fuerza vital" determina el organismo para producir los sntomas de la enfermedad. En consecuencia, Hahnemann no slo es un pseudocientfico sino tambin un activista anticientfico, pues con sus tesis aboga contra el progreso cientfico al calificarlo de vano e inalcanzable.

    Adems, como sealaban Trousseau y Pidoux, esta concepcin reduccionista de la enfermedad no era mera ignorancia sino un presupuesto fundamental y necesario de la

  • homeopata para justificar la ley de la analoga o del similia, ya que as cuando la naturaleza de la enfermedad son los propios sntomas la comparacin entre "enfermedad natural" y "enfermedad artificial" tiene la apariencia de ser correcta, o al menos resulta muy difcil demostrar que no lo es. Por otra parte, como la enfermedad es la misma tanto si los sntomas y signos se producen por frmacos como por causas naturales, con los medicamentos apropiados se podr imitar fcilmente la semiologa de las enfermedades y constituir as una materia mdica homeoptica.

    Este reduccionismo semiolgico es el error ms grave que se puede cometer en la medicina clnica. Cualquier estudiante de medicina sabe vuelvo a repetirlo que sntoma y enfermedad no se identifican. As, diferentes sntomas pueden ser expresin de una misma enfermedad, debido a la evolucin del proceso, la constitucin del individuo, el grado de defensas, etc.; y a la inversa, iguales sntomas pueden ser manifestacin de enfermedades diferentes. Esto es tan frecuente que muchas veces los mdicos nos debemos conformar con hacer un diagnstico meramente sindrmico.

    La ley de Hering

    Constantin Hering (1800-1880), homepata alemn emigrado a Estados Unidos y autor de la obra Sntomas guas de nuestra materia mdica, que consta de diez volmenes de 500 pginas cada uno, describi en el prlogo de la primera edicin norteamericana de las Enfermedades crnicas de Hahnemann lo que se ha dado en llamar la ley de Hering.

    Dicha ley se refiere al supuesto orden natural de curacin, y segn ella la secuencia en que ocurren los acontecimientos curativos es la siguiente:

    1.De dentro hacia afuera, es decir, desde los rganos y visceras hacia las mucosas y la piel.2.De arriba hacia abajo, es decir, de las partes superiores del cuerpo (cabeza) a las inferiores (pies). Por ejemplo, se considera que un enfermo mejora si el dolor articular que presentaba en la regin cervical ha disminuido, aunque ahora tenga dolor en las articulaciones de las manos.3.En orden inverso a la instauracin de los sntomas.

    Semejante ley es cientficamente gratuita y como homeochiste es bastante malo. Sin embargo, para la homeopata como sistema es fundamental. Ms an, de esta supuesta ley podemos extraer la conclusin de que el remedio homeoptico acta sobre la "fuerza vital", que procede del centro del organismo hacia el exterior. Su accin, por tanto, ayuda al organismo a drenarse, es decir, a eliminar y llevar a la superficie todo aquello que le intoxica en sus zonas vitales. Digamos que la enfermedad es expulsada a travs de las mismas vas que utiliza el organismo para depurarse: orina, heces y sudor. En el colmo del delirio, segn los homepatas, esta ley hace referencia a la curacin real (causal) y no meramente supresiva (sintomtica), principalmente en el caso de las erupciones cutneas. Segn sus defensores, la homeopata es una terapia reaccional, ya que estimula la fuerza curativa del organismo, no una terapia supresiva. Por eso los microorganismos bacterias, virus, etc. son agentes secundarios en las enfermedades infecciosas:

  • Los homepatas consideran la presencia de microbios como el resultado [no la causa], y comprenden la enfermedad como la susceptibilidad preexistente (anomala constitucional) de una persona a la infeccin. (S. Cummings y D. Ullman, Gua prctica de medicina homeoptica, Edaf, Madrid, 1986)

    As pues, de esta supuesta ley podemos extraer la conclusin de que el remedio homeoptico acta sobre la "fuerza vital", que procede del centro del organismo hacia el exterior. Su accin, por tanto, ayuda al organismo a drenarse, es decir, a eliminar y llevar a la superficie todo aquello que le intoxica en sus zonas ms vitales. Digamos que la enfermedad es expulsada a travs de las mismas vas que el organismo utiliza para depurarse: orina, heces y sudor.

    Que mdicos formados cientficamente defiendan y apliquen estas memeces, propias de la poca mgico-emprica de la medicina, es preocupante y motivo ms que suficiente de inhabilitacin, pero que adems sean los propios colegios de mdicos y muchas facultades de' medicina quienes les ayuden, mediante cursos, titulaciones, etc., es para echarse a temblar. Vista la situacin, somos los escpticos quienes tenemos la obligacin de denunciar estas tropelas irracionales y, a la postre, peligrosas.

    Al igual que sucede en la acupuntura con el qi, el yin-yang o los pulsos, tambin en homeopata son necesarios los "desequilibrios de la fuerza vital", las falsas analogas del similia similibus o el reduccionismo semiolgico, pues todo ese conjunto de aberraciones mdicas y ms que nos quedan por conocer constituyen el sistema mdico homeoptico. Por esta razn insisto una y otra vez en que la homeopata no es slo un medio teraputico (las diluciones infinitesimales) sino un sistema mdico completo ms all de la medicina cientfica, como acabamos de ver en el texto de Coulter, donde no vale quitar o poner lo que nos interesa segn a quien vaya dirigido el engao.

  • 3La supuesta ley de individualizacin del enfermo y el remedio

    No hay enfermedades

    Para la homeopata, cuando una persona cae enferma presenta unos determinados sntomas que le son propios, es decir, individuales. Esta es la razn por la cual los homepatas hacen suyo el famoso aforismo: "No hay enfermedades sino enfermos" (en el club mdico de la comedia se prefiere el aforismo: "No hay chistes sino chistosos"). Pero se trata nuevamente de un juego de palabras o, mejor an, de una falsa interpretacin del aforismo, que en su origen nada tiene que ver con la homeopata.

    Esta supuesta ley no es, como algunos creen, una cuestin banal, pues de cmo se resuelva depende nada menos que el destino de la medicina como ciencia. Muestra, adems, que la homeopata es un sistema mdico no cientfico y, por tanto, no complementario de la biomedicina.

    Para la medicina cientfica hay individuos afectados por una determinada enfermedad (una clase de enfermedad o especie morbosa). Qu quiere decir esto? Significa simplemente que cada individuo es atacado por una misma enfermedad de diferente manera segn sus caractersticas. En efecto, los diferentes modos o variantes de una misma clase o especie de enfermedad que aparecen en los distintos individuos no obedecen a extraas causas mitomgicas o misteriosas totalidades animadas por una "fuerza vital", sino a circunstancias concretas y singulares, tales como la edad, el sexo, los caracteres de peso y estatura, los factores farmacogenticos, la virulencia de la causa, el grado de inmunidad, el genotipo, los tratamientos previos, la personalidad, etctera. Es evidente que todo ello puede influir en la forma de manifestarse una enfermedad, pero que se manifieste de diferente manera no la hace diferente, es decir, no la hace otra enfermedad, ya que la unidad y especificidad de las enfermedades vienen dadas por la etiopatogenia, que es comn y condicin sine qua non de los diferentes tipos de enfermedades.

    Como consecuencia, el tratamiento etiolgico ser tambin especfico. As, por ejemplo, que una brucelosis se manifieste con sntomas y signos menngeos no la transforma en otra enfermedad sino en una variante ms o menos rara del mismo proceso, que tendr tambin, por tanto, un tratamiento especfico, y si hay que particularizarlo no ser en funcin de una individualidad metafsica sino de un conjunto de condiciones como las arriba mencionadas, determinantes de la variabilidad interindividual. En suma, algo nada crptico que requiere una intervencin de saberes "alternativos". Otra cosa bien distinta es que cada uno, en el mbito psicolgico y personal, se sienta afectado de diferente manera por la enfermedad, pero tal circunstancia tampoco la hace ser otra enfermedad. Para la medicina cientfica, las enfermedades son cuadros nosolgicos definidos especficamente por un proceso de cuantificacin lgica cuyo referente ltimo son los individuos. Y es ah, en ese momento individual, donde entra en escena el arte clnico o maestra clnica individual. Por tanto, la medicina cientfica se adapta perfectamente a las necesidades lgicas propias del saber cientfico y a las necesidades reales y prcticas propias de la tcnica mdica, que siempre trata con entidades reales e individuales.

    El arte clnico tampoco es nada especial ni misterioso. Entendemos por tal cierto hbito

  • o habilidad para realizar del modo ms perfecto posible y con soltura las normas y reglas dictadas previamente por la clnica y por las pruebas ms fiables disponibles en ese momento. De hecho, los buenos mdicos utilizan a la vez la maestra clnica y las mejores pruebas externas disponibles. Ninguna se basta por s sola. Sin maestra clnica, los riesgos de la prctica son tiranizados por las evidencias externas, porque hasta las evidencias externas calificadas como excelentes pueden ser inaplicables o inapropiadas para un paciente individual. Sin las mejores evidencias externas actuales, los riesgos de la prctica quedan desfasados en seguida en perjuicio del paciente.

    Falsedad de la interpretacin homeoptica

    Segn la homeopata, la enfermedad y sus respectivos sntomas y signos son propios de cada persona. No existen cuadros nosolgicos especficos y universales sino slo esos sntomas que se dan en el individuo enfermo. Cada individuo agota la especie (como lo hacen los ngeles, segn la teologa catlica). Es decir, cada enfermo es una enfermedad diferente y, por tanto, habr tantas enfermedades distintas como individuos enfermos. En consecuencia, el diagnstico ser netamente individual. Y si el tratamiento quiere ser efectivo, requerir ser tambin estrictamente individual.

    De este principio deriva otro fundamental para la homeopata, a saber: los sntomas comunes y poco llamativos carecen de importancia diagnstica y teraputica. Hahnemann es taxativo al respecto:

    Los sntomas generales y vagos, como la falta de apetito, el dolor de cabeza, la languidez, el sueo agitado, el malestar general, etc., merecen poca atencin porque casi todas las enfermedades y medicamentos producen algo semejante. (Organon, 153)

    Se supone, pues, que no hay que hacer caso a un infarto agudo de miocardio acompaado de una ligera molestia epigstrica y sudoracin o a una tuberculosis con febrcula y anorexia.

    Hay an otra peculiaridad interesante en la interpretacin homeoptica del principio que analizamos. Esa peculiaridad consiste en que la individualidad del enfermo se refiere principalmente a caracteres de su personalidad, en muchas ocasiones a rasgos tan peculiares como, por ejemplo, la aficin a comer cebollas o el gusto por la msica religiosa.

    Este individualismo extremo de la homeopata no slo es cmico sino que, desgraciadamente, hace imposible cualquier discurso cientfico sobre la enfermedad, por lo que volvemos al principio del presente captulo. Si toda enfermedad es exclusivamente individual bajo todos sus aspectos, no es posible formar trminos universales y, consecuentemente, hacer ciencia. Por esta razn dice Karl Popper que en toda explicacin se precisan no slo condiciones iniciales singulares sino tambin, al menos, una ley universal {Conocimiento objetivo, Tecnos, Madrid, 1988).

    De modo similar, el viejo Aristteles enseaba que slo si entendemos la realidad del enfermo mediante conceptos generales (el bilioso o el flemtico, deca l; el tuberculoso o el neumnico, diramos nosotros) puede pasar el terapeuta de la condicin de emprico a la

  • de tcnico o cientfico de orden prctico. Y sabemos, por aadidura, segn Lan Entralgo, algo a lo que no poda llegar el saber de Aristteles: que el neumococo del neumnico A pertenece a la misma especie que el neumococo del neumnico B, y que las lesiones pulmonares de ambos neumnicos se parecen entre s mucho ms que sus respectivos cuadros clnicos {Patologa general, Toray, Barcelona, 1987).

    Por tanto, si se admiten los principios homeopticos de individualizacin del enfermo y la enfermedad cosa imprescindible si deseamos hablar verdaderamente de homeopata, la ciencia y su mtodo se hacen inservibles e inviables al no poder establecerse leyes universales que expliquen o den razn de lo que queremos conocer cientficamente. Esta incapacidad cientfica se muestra con toda su crudeza pseudocientfica en la clasificacin de las enfermedades (nosotaxia) y en la realizacin de ensayos clnicos, pues en ambos casos se requiere necesariamente la formacin de criterios generales, lo cual va en contra del propio principio homeoptico de individualizacin de la enfermedad y el remedio. En suma, si siguisemos este postulado homeoptico, la patologa desaparecera como ciencia y se convertira en mera casustica.

    Quisiera aadir dos breves apostillas. Primera: el principio de individualizacin del enfermo, es decir, la teora homeoptica segn la cual hay tantas enfermedades como enfermos, es posible slo gracias a que la enfermedad se reduce a los sntomas, lo que pone en evidencia nuevamente la interconexin esencial de todos los principios de la homeopata. Segunda: esta falsa e imposible consideracin individual y personal de cada paciente es algo que airean con gran profusin de medios los homepatas contra los mdicos cientficos, a los que tildan de impersonales e incapaces de ver al individuo enfermo como tal.

    Consecuencias

    Las consecuencias que se derivan de esta ley y de la anterior muestran otra vez el carcter anticientfico y pseudocientfico de la homeopata. Las principales son las siguientes:

    1.La homeopata impide el desarrrollo de la ciencia, que necesita, como sistema lgico, criterios y leyes generales para explicar y predecir.2.Con la homeopata es imposible realizar ensayos clnicos (aunque se realizan, y muchos) puesto que no podemos seleccionar, sin violar el presupuesto homeoptico de la individualizacin, grupos homogneos de pacientes que puedan ser comparados, condicin bsica para hacer estudios estadsticos rigurosos. Por ello, todos los ensayos que se hagan sern falsos y sesgados o dejarn de ser homeopticos. Adems, la individualizacin les servir de coartada para justificar los fracasos diagnsticos o teraputicos.3.En la homeopata no podemos establecer clasificaciones pues las clases son trminos generales y la homeopata considera slo cuadros clnicos y tratamientos rigurosamente individuales. Ahora bien, como a la homeopata no le queda ms remedio que clasificar y hacer ensayos clnicos para conocer y mostrar su valor, se transforma en un sistema incongruente.

  • 4.No es posible la experimentacin con animales, ya que, en primer lugar, el propio Hahnemann lo prohibe; en segundo lugar, no se pueden formar grupos homogneos y, por ltimo, tampoco se pueden hacer anamnesis individuales fiables, pues cmo conocer el miedo de las vacas a las tormentas? o qu sueos y personalidad tiene un hmster? Sobre estas cuestiones volver ms adelante en el captulo 6, dedicado a la homeopata veterinaria.5.En la homeopata se experimentan los remedios slo en el hombre sano, por lo que nunca conoceremos las enfermedades ni los mecanismos de accin de los frmacos.

    Clasificacin homeoptica

    La nosotaxia o clasificacin es el ordenamiento y distribucin de los sntomas y signos en forma de cuadros clnicos o conjuntos de sntomas y signos que caracterizan a una enfermedad o sndrome. Su importancia es transcendental, puesto que el diagnstico homeoptico de la enfermedad se basa en una anamnesis exhaustiva o interrogatorio. Ahora bien, esta nosotaxia, al margen de retrotraernos al siglo XVIII, es contradictoria y falsa.

    Es contradictoria porque, como acabo de demostrar, la formacin de clases est en oposicin al principio o ley de individualizacin de la enfermedad y el remedio.

    Es falsa porque, al reducir la enfermedad a sus sntomas, se carece de un fundamento real capaz de referendarios, ordenarlos y distribuirlos en clases. En consecuencia, la clasificacin ser aleatoria pues se puede adoptar el fundamento o el punto de vista clasificatorio que se desee y estar sometida a continuos errores, dado que los sntomas y signos son muchsimas veces engaosos e imprevisibles. Esto sucede precisamente al confudir los efectos secundarios de un frmaco con la semiologa de una enfermedad real. No obstante, cuando digo que la nosotaxia homeoptica carece de fundamento real, no quiero decir que carezca de todo fundamento; lo tiene, pero es totalmente pseudocientfico, a saber: la "fuerza vital" de cada persona, cuyas alteraciones o modificaciones slo alcanza a conocer la privilegiada mente del homepata.

    No es de extraar, como veremos ms adelante, que, puestos en esta lnea de razonamiento, algunos homepatas acaben apuntando como fundamento nosotxico al pecado original! Por el contrario, la medicina cientfica es algo ms modesta en sus pretensiones nosotxicas; para ella, el fundamento de universalidad y unidad especfica de los cuadros clnicos no viene dado por los sntomas ni por la "fuerza vital" (pecado original incluido), sino por la etiopatogenia de forma inmediata y por la anatomopatologa y fisiopatologa de forma mediata. Precisamente todo lo que Hahnemann declaraba incognoscible y sin valor!

    Pasemos a la nosotaxia propiamente dicha. Las enfermedades se clasifican, segn Hahnemann y sus discpulos, en enfermedades agudas y crnicas (figura 1). Las enfermedades agudas se caracterizan por ser "operaciones rpidas de la fuerza vital salida de su ritmo nomal, que terminan en un tiempo ms o menos largo pero siempre de mediana duracin" {rganon, 72). Decir seriamente que las enfermedades agudas tienen un tiempo de evolucin "ms o menos largo" o "de mediana duracin" es una vaguedad estpida. Afirmar que se deben a operaciones rpidas de la "fuerza vital", como si estuviera

  • desmadrada, forma parte del delirio mgico simplista de la homeopata.

    Enfermedades agudas Enfermedades crnicasindividuales alopticas (artificiales)

    epidmicas (colectivas) naturalesles (sfilis)sicosis (gonococia)psora (sarna)

    Figura 1. Clasificacin homeoptica de las enfermedades.

    Las enfermedades agudas pueden ser individuales, cuando atacan a hombres aislados, y epidmicas, cuando atacan a muchos individuos a la vez, y se desarrollan ac y all {rganon, 73). Estas ltimas tienen "una misma causa, se manifiestan por medio de sntomas muy anlogos (epidemias) y se vuelven muy contagiosas cuando obran en masas cerradas y compactas de individuos. La guerra, las inundaciones y el hambre son con frecuencia las causas de estas enfermedades; pero pueden depender tambin de miasmas agudos que reaparecen siempre bajo la misma forma, y a los que, por consiguiente, se dan nombres particulares. De esos miasmas, unos no atacan al hombre sino una sola vez en el curso de su vida, como la viruela, el sarampin, la tosferina, etc., y otros pueden afectarle repetidas veces, como la peste de levante, la fiebre amarilla, el clera morbo asitico, etc." {rganon, 73). Los homeochistes sobre miasmas son escasos y muy codiciados, por eso me encanta leer estos prrafos.

    Las enfermedades crnicas son "poco marcadas, muchas veces imperceptibles en su comienzo, se apoderan del organismo cada una a su modo, lo desarmonizan dinmicamente, y poco a poco lo alejan de tal modo del estado de salud que la automtica energa vital destinada al mantenimiento de sta no puede oponerles sino una resistencia incompleta, mal dirigida e intil, y al no poder extinguirlas por s mismas tiene que dejarlas aumentar hasta que por fin ocasionan la destruccin del organismo" {rganon, 72). No contento con esto, Hahnemann aade que tales enfermedades "deben su origen a un miasma crnico". As pues, las enfermedades agudas se deben a miasmas agudos, las crnicas a miasmas crnicos y esto es fruto de una profunda reflexin personal las enfermedades subagudas se deben a miasmas subagudos. Observe el lector que la homeopata, incluso para los escpticos, no es tan difcil como parece.

    Hay dos grandes grupos de enfermedades crnicas. El primero viene dado por aquellas enfermedades crnicas que "los alpatas ocasionan con el uso prolongado de medicamentos heroicos a crecidas dosis y siempre en aumento" {rganon, 74). Adems, "estos trastornos de la salud debidos a la fatal prctica de la alopata, de la que se han visto ms tristes ejemplos en los tiempos modernos, constituyen las ms peligrosas e incurables de todas las enfermedades crnicas" {rganon, 75). Y es tal el pecado cometido por los alpatas es decir, por aquellos que se oponen a la homeopata que, como queda dicho,

  • "el Todopoderoso, al crear la homeopata, slo nos ha dado armas contra las enfermedades naturales" (rganon, 76). Sobran comentarios sobre el fanatismo de Hahnemann, al que sus seguidores tienen por precursor de la medicina experimental de Claude Bernard (vase R Joly, "Principios bsicos de la homeopata", Praxis mdica, 12, 1990, pg. 785).

    El segundo grupo est integrado por las verdaderas enfermedades crnicas naturales, que son "aquellas que deben su origen a un miasma crnico, progresan incesantemente cuando no se les oponen medios curativos especficos, y a pesar de todas las precauciones imaginables relativas al cuerpo y al espritu, abruman al hombre con padecimientos que siempre van en aumento hasta el trmino de su existencia" {rganon, 78).

    Pero lo ms interesante est por llegar. Hahnemann distingue tres clases de enfermedades crnicas naturales o enfermedades miasmticas crnicas:

    1.La les (sfilis). Se manifiesta a travs de lceras y es "la nica que se ha manifestado hasta el da de hoy" (rganon, 79). No me pregunte el lector por qu pues yo tambin tengo mis limitaciones.2.La sicosis (gonococia). Se revela por medio de excrecencias en forma de higo o coliflor, "y se la crea curada despus de la destruccin de las excrecencias de la piel, sin atender a que su foco o manantial exista siempre" (rganon, 79). No debe confundirse sicosis (enfermedad dermatolgica) con psicosis (enfermedad mental). El trmino psicosis viene del griego psych (alma, mente), mientras sicosis deriva del trmino, tambin griego, sykon, higo.3.La psora (sarna). Despus de que "ha infectado todo el organismo, anuncia su miasma crnico interno por una erupcin cutnea particular a la que acompaan un prurito voluptuoso insoportable y un olor especial" (rganon, 80). Y en relacin con lo que voy a escribir a continuacin ruego al lector que contenga la respiracin, el asombro y la risa.Esta psora, afirma Hahnemann, es la nica causa real productora de innumerables

    formas morbosas que se hallan bajo los nombres de: debilidad nerviosa, histerismo, hipocondra, mana, melancola, demencia, furor, epilepsia y espasmos de toda especie, reblandecimiento de los huesos o raquitismo, escoliosis y cifosis, caries, cncer, fungus hematodes, tejidos anormales, gota, hemorroides, ictericia, cianosis, hidropesa, amenorrea, gastrorragia, asma y supuracin de los pulmones, impotencia y esterilidad, hemicrnea, sordera, catarata y amaurosis, mal de piedra, parlisis, abolicin de un sentido, dolores de toda especie, etc. (rganon, 80).

    Y esto no lo deca porque estuviese en el siglo XVIII sino simplemente porque desvariaba. Para confirmarlo, remata la faena con la siguiente observacin a pie de pgina: "Me han sido necesarios 12 aos de investigaciones para encontrar el origen de este increble nmero de afecciones crnicas, para descubrir esta gran verdad desconocida por todos mis predecesores y contemporneos, para establecer las bases de su demostracin y reconocer al mismo tiempo los principales medios curativos propios para combatir todas las formas de este monstruo de mil cabezas" (rganon, 80).

    Otro homepata histrico, J. T. Kent, del que hablar en el captulo 5, termin identificando la psora con el "pecado original", detalle que he comentado anteriormente y que ahora se nos hace ms comprensible (homeopticamente hablando). Pero an hay ms. Gracias a estas profundas y prolijas investigaciones, Hahnemann intuy cul poda ser el

  • origen comn de la enorme diversidad que encierra la psora: "El paso de este miasma a travs de millones de organismos humanos en el curso de algunos centenares de generaciones, y el extraordinario desarrollo que con este motivo ha debido adquirir, explican hasta cierto punto cmo puede ahora manifestarse bajo formas tan diferentes" (rganon, 81).

    La tentacin religioso-moralizante

    Es bastante notorio que todo el discurso de Hahnemann est plagado de connotaciones teolgicas y morales; no en vano la sarna, la gonococia y la sfilis eran enfermedades consideradas por entonces vergonzosas, claramente inmorales. Esta connivencia de la enfermedad y el pecado hunde sus races en el origen mismo de la medicina y se prolonga hasta nuestros das de manera ms o menos larvada, que se manifiesta abiertamente a la menor ocasin. El mejor ejemplo actual es el sida, que para algunos es un castigo divino contra la libertad sexual y el uso de drogas, aunque muchas campaas sanitarias preventivas no le van a la zaga. Petr Skrabanek escribe lo siguiente refirindose a ejemplos extremos de medicina preventiva:

    Adems de entretenernos, estas fantasas tienen el objetivo ms serio de recordarnos la falta de consistencia ideolgica de las cruzadas casi religiosas que se mantienen contra viejos enemigos como el sexo, las drogas, la gula y la pereza. W. H. Carylon, antiguo director del Health Education Programme [Programa de educacin sanitaria] de la American Medical Association, afirm respecto a las falsas promesas de salvacin: "La constante bsqueda de factores de riesgo en el estilo de vida, la negacin del placer, el rechazo del pernicioso antiguo modo de vida y la adopcin de otro ms riguroso, van seguidos por reafirmaciones peridicas de fe en el transcurso de reuniones para reanimar a los creyentes. Los recin convertidos y salvados buscan con intenso celo a los futuros conversos. La intolerancia santurrona de algunos de estos fanticos raya en un fascismo de la salud. Segn la historia, los seres humanos han vivido sus peores momentos cuando alguien ha pretendido mejorar al mximo las posibilidades de la humanidad". {Sofismas y desatinos en medicina, Doyma, Barcelona, 1992)

    Y si esto sucede hoy da, no tiene nada de extrao que Hahnemann, como todo buen curandero, cayera en la tentacin moralizante que lleva aparejada la actividad mdica casi como su sombra.

    La tentacin cientfica y las falsas analogas

    Tras lo dicho hasta ahora, tal vez alguien objete que tengo una idea algo anticuada sobre la homeopata, pero es fcil comprobar lo falso de la acusacin. Para ello, nada mejor que tomar cualquier manual reciente homeoptico, donde se ver que persisten los mismos principios, a veces, eso s, con diferentes collares. Algunos lo dicen abiertamente: "La homeopata ha evolucionado poco porque, tal como fue concebida y desarrollada

  • posteriormente, se acaba en s misma" (Ricardo Ancarola en el prlogo a una edicin espaola del rganon). Esta inmutabilidad es, por otra parte, algo bastante lgico. Es como si alguien me reprochara que estoy anticuado por estudiar y repetir el teorema de Pitgoras, la tabla de multiplicar, la ley de la gravitacin universal o el ciclo de Krebs en biologa. Toda ciencia tiene sus principios, sin los cuales ni siquiera es ciencia, y ello independientemente de su antigedad. La diferencia estriba en que los principios de la ciencia son reales y racionales: evolucionan, predicen datos y leyes contrastables y son coherentes con el propio sistema cientfico.

    Por el contrario, los principios de la homeopata o de cualquier otra pseudomedicina son irreales, irracionales y se hallan estancados (ya hemos visto, por ejemplo, cmo las predicciones de altas dosis de penicilina son un autntico disparate). Sin embargo, todo esto no supone ningn escollo para los pseudomdicos. Aqu tienen la solucin: dmosles a esos principios otro aspecto para que cuelen mejor, es decir, para que parezcan ms reales, ms cientficos, ms actuales, y as el sistema permanezca inmutable y creble. Cmo? La respuesta la di ya al tratar de la etiologa homeoptica, aunque no con el detenimiento que mereca l ocasin. Para subsanar esta deficiencia, analizar con ms detalle un caso tpico: los miasmas.

    En tiempos de Hahnemann, los miasmas eran agentes de naturaleza desconocida, unos efluvios o emanaciones que causaban enfermedades contagiosas y epidmicas como la malaria, la peste, el clera o la viruela. Incluso se pensaba que durante las epidemias la tierra adquira una especie de "constitucin epidmica" o "genio epidmico", lo que haca que una determinada afeccin epidmica dominara durante ese tiempo al resto de las afecciones que se presentaban en dicho perodo de forma semejante. As, por ejemplo, durante una epidemia de viruela las dems enfermedades se manifestaban con un cuadro semejante al de la viruela. Estos extravos especulativos tuvieron su fin con la entrada en escena de la microbiologa. Sin embargo, el contexto histrico en el que se mova Hahnemann, en el siglo XVII y parte del XVIII, era se. No hay razn, pues, para atribuir diferentes significados a dichas teoras. Por qu digo esto? Vemoslo.

    Que hoy en da los homepatas sigan hablando de la vigencia de los miasmas no es slo anacrnico sino una vulgar tomadura de pelo. El quid de la cuestin radica, como bien sabemos, en que la homeopata no puede prescindir de conceptos tan obsoletos y falsos como los descritos por Hahnemann (terreno, miasmas, psora, les, sicosis...). En efecto, ellos son tan importantes como la ley de similitud, la de individualizacin o la de las dosis infinitesimales, pues unos se justifican con otros dentro del sistema homeoptico que constituyen. Pero, quin se creer a estas alturas lo del "genio epidmico" o lo del pecaminoso monstruo de mil cabezas que es la psora?

    Para salvar cualquier crtica adversa, los nuevos homepatas deciden interpretar la historia a su medida, es decir, modificar el significado histricamente real de los trminos. El mecanismo ya lo conocemos: la falsa analoga. Mediante ella, los miasmas no son ya aquellos efluvios nocivos de la tierra, el aire o el agua, sino una "alteracin dinmica", una "predisposicin mrbida constitucional" (es decir, una alteracin dinmica anterior a la enfermedad en s) o, incluso, modos reaccionales ante la agresin de una noxa. Por su parte, la constitucin epidmica o "genio epidmico" algo necesario, insisto, para que se pueda mantener el edificio homeoptico se convierte en la constitucin o carga gentica y, por ltimo, la psora se puede "referir actualmente tanto a la inmunodepresin como a

  • enfermedades autoinmunes y a la alergia" (T. Pascual, T. Ballester y R. Ancarola, Curso de homeopata, Miraguano, Madrid, 1989)... o a cualquier cosa que se le pueda parecer en algn aspecto por estrafalario que sea. Obviamente, esto que ahora nos quieren endosar los homepatas es algo mucho ms pseudo-cientfico que las teoras del siglo XVIII. Que Sydenham o el propio Hahnemann hablaran de miasmas como de algo real que exista en el ambiente era lo adecuado, es decir, una hiptesis o conjetura propia del momento histrico que les toc vivir y que les serva para explicar una serie de procesos morbosos. Pero en el caso actual slo puede haber mala fe e intencin de engaar.

    Diagnstico homeoptico y eleccin del remedio

    Para la medicina cientfica, realizar un diagnstico es asignar, con razonable probabilidad, un paciente a una clase constituida por sujetos con una enfermedad o entidad nosolgica comn. Sobre esa enfermedad disponemos de una definicin ms o menos explcita, de unos conocimientos causales o fisiopatolgicos y de una serie de conocimientos relacionados con el pronstico previsible o con los tratamientos efectivos.

    En homeopata, el diagnstico se gua por el principio de la individualizacin de la enfermedad y el enfermo. Me he referido ya a la meticulosidad del proceso (observacin y anamnesis) y de su fundamento, por lo que no insistir. A la individualizacin del diagnstico le sigue la individualizacin del remedio. Cmo elegirlo? (Advierto al lector que lo que aqu nos interesa es saber el tipo de remedio: de su naturaleza, preparacin, mecanismo de accin, etctera, tratar en el prximo captulo).

    Una vez hecho el diagnstico clnico, es decir, la lista completa de la totalidad de signos y sntomas del enfermo, los homepatas proceden a compararla (figura 2) con la lista de sntomas de la materia mdica homeoptica, y aquel medicamento o medicamentos en esto las diferentes escuelas homeopticas no coinciden que presente o presenten sntomas semejantes a los de la enfermedad, ser o sern los indicados.

    Comparacin (para buscar semejanzas)

    Eleccin del remedio o conjunto de remedios

    Figura. 2. Uso de la materia mdica homeoptica.

    Historia clnica Materia mdicahomeoptica homeopticadel paciente (patogenesias)

  • Recordemos que para la eleccin del remedio no basta con considerar la totalidad de los sntomas del proceso morboso, sino los ms caractersticos, los que tienen un valor mximo, que para los homepatas son los ms sorprendentes, originales, inusitados y personales. Por el contrario, los sntomas comunes e imprecisos deben recibir poqusima atencin dado su escaso valor. As resume Hahnemann su mitologa diagnstico-teraputica:

    Cuando se busca un remedio homeoptico especfico, es decir, cuando se compara el conjunto de signos de la enfermedad natural con las series de sntomas de los medicamentos bien conocidos, para encontrar entre estos ltimos una potencia morbfica artificial semejante al mal natural que se quiere curar, es menester atenerse, sobre todo y casi exclusivamente, a los sntomas predominantes, singulares, extraordinarios y caractersticos, porque a estos principalmente deben corresponder los sntomas semejantes del medicamento que se busca, para que este ltimo sea el remedio ms a propsito para obtener la curacin. Por el contrario, los sntomas generales y vagos, como la falta de apetito, el dolor de cabeza, la languidez,

    el sueo agitado, el malestar general, etc., merecen poca atencin porque casi todas las enfermedades y medicamentos producen algo anlogo. {rganon, 153)

    El modus operando de Samuel Hahnemann

    Permtame el paciente lector una larga cita extrada del libro El laberinto de la medicina, de H. S. Glasscheib:

    En 1800, domiciliado [Hahnemann] en Molln, public su Cuaderno de secretos benficos. Con este cuaderno el lector poda enterarse, por un federico de oro, de cmo prevenirse contra una afeccin de escarlatina y cmo curar esta enfermedad una vez declarada. El remedio era "infalible". Hahnemann se deca dispuesto a revelar el secreto a la humanidad si se le compraban 300 ejemplares de la obra mediante pago anticipado. Como por entonces haba una grave epidemia de escarlatina, Hahnemann se figuraba que se hara muy pronto con sus 300 federicos de oro. Pero la clase mdica se puso unnime en contra de esta especie de caza de clientela, conden duramente la idea deliberada de mantener en secreto un medicamento que poda ser de gran importancia y exigi la revelacin de la frmula, apelando a las normas de la tica profesional.

    Hahnemann no cedi. En una declaracin pblica, aparecida en las columnas del Reischanzeiger, defenda su pretensin, alegando que slo peda una justa recompensa para sus trabajos de investigacin y prometa enviar una dosis del medicamento secreto, "suficiente para prevenir a 1.000 personas contra una afeccin de escarlatina", a cuantos le mandaran un federico de oro, libre de franqueo, para la adquisicin de su folleto. Muy poco despus, siquiera fuese para salvar su honor, Hahnemann revel gratis la frmula de su remedio. Este consista en belladona (jugo de estramonio), en la dosis mnima de 1/24.000.000 de granos. Se prob la

  • frmula y result absolutamente ineficaz.Sin embargo, Hahnemann se matuvo firme en la idea de que su medicamen