La identidad profesional acrítica e instrumental del maestro...
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La identidad profesional acrítica e instrumental del maestro normalista
(Un estudio de los efectos identitarios del Normalismo en Nuevo León)
Alejandro Javier Treviño Villarreal
Escuela de Ciencias de la Educación
RESUMEN
El presente artículo es un segundo análisis sobre una de las problemáticas que existe en
torno a la discusión teórica acerca de la constitución de la identidad en el ser humano y el
paralelismo de ésta realidad con respecto a la conformación de la identidad profesional del
maestro normalista nuevoleonés, objeto de investigación que nos ha permitido profundizar
en la temática de la identidad profesional en el ámbito magisterial.
El desarrollo de este escrito nos permitirá un acercamiento a los cuestionamientos que se
plantean entorno al cómo se conforma la identidad en nuestro gremio magisterial, así como
el observar el tratamiento teórico de esta línea de investigación por parte de los expertos en
este punto de la realidad social analizada, la cual de una manera u otra nos compete a todos
los que caminamos por los senderos de la educación.
Las distintas miradas teóricas expuestas con respecto al fenómeno de la identidad, el
proceso metodológico y la argumentación fundamentada al respecto, permitirá al
magisterio penetrar en un mundo teórico y ver reflejado en éste su imagen constituida mas
allá de su cotidianeidad concreta.
Palabras clave: fenómeno de la identidad, identidad profesional, normalismo.
Problema del conocimiento
El fenómeno de la identidad en el ser humano pasa por diversas interpretaciones, esto, según la
mirada desde donde se plantee el análisis. La complejidad de este objeto de estudio es bastante
amplia, de entrada tratar de explicar un fenómeno que implica al ser humano, la realidad en la
que vive, la temporalidad, el momento histórico, la cultura, la ideología, el desarrollo social, la
etnia, la economía, el particular, el colectivo, la totalidad, la nacionalidad, la ciudad, la religión,
la lengua, la formación, la trayectoria, la movilidad, la tecnología, el arte, la ciencia, la
dialéctica, y más… Es prácticamente pensar en el todo social de un momento histórico,
condensado en un ser particular o en un colectivo determinado.
Esto refiere a la dificultad y profundidad en el estudio del fenómeno identitario en su
totalidad, sin embargo, de este vasto mundo de la identidad de los seres humanos, se plantea un
particular objeto de investigación, implicado indirectamente en este amplio fenómeno,
específicamente a “La Identidad Profesional de los Maestros Normalistas de Nuevo León.
Objeto de investigación que se ha analizado al paralelo del fenómeno identitario amplio,
es decir, la identidad profesional de un gremio como el magisterio, responde un poco, o un
mucho, a los parámetros o mecanismos de análisis que se han planteado hasta hoy para lograr
descifrar, entender y tratar de comprender la identidad de los seres humanos.
El tratar de comprender en un sentido holista el cómo es la identidad de un ser, representa
una complejidad en el tratamiento de este punto de la realidad socio – cultural, que además
atraviesa el espectro psicológico del sujeto, dado que la categoría de identidad tiene
innumerables implicaciones que pueden ser abordadas desde diversas áreas del conocimiento y
con distintas metodologías.
En ese sentido, el tratamiento que se empleará para analizar el fenómeno identitario en
general y en particular la identidad profesional del gremio magisterial, será problematizado
desde las perspectivas; epistemológica, sociológica, histórica, cultural- antropológica ,
filosófica, educativa y muy incipientemente desde la visión psicológica, dadas las implicaciones
gnoseológicas de esta rama del conocimiento.
Desde estas posturas del conocimiento se analizará el fenómeno investigado, utilizando
las herramientas y procesos metodológicos del paradigma cualitativo pos-positivista, desde tres
tradiciones investigativas: Epistemología Dialéctica Crítica, Investigación Cualitativa
Etnográfica e Investigación Crítica. Retomando de cada una de ellas lo requerido para lograr el
armado conceptual que dé cuenta del fenómeno estudiado.
La identidad profesional del magisterio normalista encierra en su interior una serie de
cuestionamientos que dejarán entrever el rostro del ser maestro normalista, el Ethos magisterial
como una constitución del ser individual- particular involucrado en una acción colectiva de un
gremio numeroso tanto a nivel nacional como local.
Algunos cuestionamientos
1. ¿Cómo construye el maestro normalista su identidad profesional?
2. ¿Realmente el maestro normalista construye su identidad profesional o sólo la hace suya
según lo normado o constituido al respecto?
3. ¿Es la identidad profesional del maestro normalista una construcción ideológico-política que
se le introyectó al maestro durante su formación?
4. ¿Es la identidad profesional del maestro normalista una reproducción cultural generada,
manejada y difundida desde las cúpulas intelectuales relacionadas con el poder político
estatal y/o nacional?
5. ¿Es la identidad profesional del maestro normalista una construcción social autónoma, que
el profesor va creando en su hacer diario, consciente de su propia imagen y representación
social?
6. ¿Es la identidad profesional del maestro normalista una construcción individual – colectiva,
generada por su lucha y/o resistencia histórica – social ante el no reconocimiento de su
labor?
7. ¿La constitución identitaria de un sujeto está realmente determinada por la condición
histórica impuesta por el poder de un Estado o Nación?
8. ¿Es la nacionalidad, la religión, la lengua oficial, el poder político, ideológico y económico
de un Estado lo que finalmente manipula y dicta el tipo de identidad y forma de ser de un
ciudadano?
9. ¿Es realmente capaz un ciudadano, de poder liberarse de la influencia y manipulación que
ejerce un estado político sobre él con respecto a su formación identitaria y profesional?
10. ¿La constitución identitaria de un sujeto está realmente determinada por la condición
histórica impuesta por el poder de un Estado o Nación?
11. ¿Hasta dónde son las escuelas Normales oficiales y particulares las responsables de una
identidad profesional del maestro?
12. ¿Estarán contribuyendo a la conformación de la identidad profesional del maestro
normalista las viejas prácticas escolares de los maestros más antiguos que laboran en las
escuelas de educación básica, donde éstos disciplinan a los recién llegados al campo,
mostrando su jerarquía?
13. ¿Es la identidad profesional del maestro normalista un reflejo de la cultura machista del
poder político mexicano?
Los cuestionamientos planteados son algunos que hoy retomamos para presentar este avance, en
el texto original mostramos la problematización retomando cada una de las miradas desde las
perspectivas planteadas con mayor profundidad, las cuales presentaremos en las siguientes
participaciones.
Postura metodológica
Con la finalidad de explicar el enfoque paradigmático y la postura metodológica utilizada
en la investigación, se agrega este apartado para mostrar desde que perspectiva de la
investigación educativa se focaliza la mirada hacia el campo mismo del objeto de
investigación.
Retomando la experiencia investigativa del Dr. Francisco Covarrubias Villa en el
paradigma de la “Epistemología Dialéctico-Crítica”, se parte de los siguientes
presupuestos:
“Las teorías son construidas por sujetos teorizantes y la práctica teorizante es
realizada por sujetos en cuya conciencia predomina el modo teórico de apropiación de lo
real. La conciencia teorizante se constituye con los constructos teóricos existentes en un
momento histórico determinado, los problemas que la sociedad enfrenta y los andamiajes
teóricos predominantes en una sociedad en un momento histórico específico.
La práctica teorizante se diferencia de las prácticas artísticas, empíricas y mágico-
religiosas, porque se realiza bajo el predominio de la razón, haciendo uso de categorías y
construyendo conceptos. Esto implica que los referentes ateóricos integrados a la
conciencia teorizante operen sometidos a la lógica establecida por los referentes teóricos,
que son los que establecen las condiciones de su funcionamiento. Así, en la conciencia
teorizante se desarrolla una compleja dinámica en la que los referentes práctico-utilitarios,
los artísticos y los religiosos, participan activa y permanentemente en los procesos de
construcción del conocimiento teórico, sin mostrarse claramente y pasando inadvertidos
casi siempre.”1
De tal forma que “todas las actividades que el sujeto realiza están atravesadas por la
lógica que predomina en su conciencia. El sujeto teorizante, al igual que cualquier otro,
posee una concepción determinada de la realidad y esa concepción es producto de la
articulación de referentes en los diferentes modos de apropiación de lo real a su conciencia,
y es con ellos con los que realiza la práctica teorizante.
Dependiendo de cómo se concibe qué es la realidad, es como se investiga. Dicho de
otra manera, la concepción de la realidad implica una ontología, una gnoseología y una
teleología. La concepción ontológica se traduce en concepción epistemológica y ésta en
práctica investigativa determinada. La práctica investigadora es, pues, una condensación de
la concepción onto/gnoseológica/teleológica asumida por el sujeto teorizante y expresada
como relación de conocimiento”2
En este sentido, “la relación de conocimiento es, entonces, la manera en la que un
sujeto cognoscente se enlaza con un objeto de conocimiento a partir de su intencionalidad
1 La postura desde la Epistemología Dialéctica Crítica que se maneja en este apartado, esta fundamentada el
tres obras del Doctor Francisco Covarrubias Villa: “Manual de Técnicas y Procedimientos de Investigación
Social desde la Epistemología Dialéctica Crítica” (UPN 201 Oaxaca, 1998), “La generación histórica del
sujeto individual” (UPN 162 Zamora y Colegio de Investigadores en Educación de Oaxaca S. C. 1999), “Los
Senderos de la Razón, la dimensión tecno-procedimental de la dialéctica crítica ”, (UPN- México, 2001). 2 Ibídem.
consciente o inconsciente y de su percepción onto/teleológica. De manera general, la
práctica teorizante se realiza en tres momentos:
a. El de construcción del objeto de investigación y de apropiación del proceso real
aludido en él.
b. El de reconstrucción de las formas y contenidos del proceso real conocido.
c. El de explicación de lo conocido del proceso real.
A cada uno de estos momentos corresponde una lógica concreta distinta:
La lógica utilizada en el momento de construcción del objeto de investigación y de
apropiación del proceso real, se denomina lógica de apropiación.
A la lógica de articulación de las formas y contenidos del proceso real, se
denomina lógica ontológica.
A la lógica aplicada a la exposición de lo conocido del proceso real, se denomina
lógica de exposición.
Estas tres lógicas expresan tres momentos diferentes de la práctica teorizante, pero
constituyen una unidad entre ellas. La lógica de apropiación teórica del objeto se realiza
usando andamiajes categoriales recuperados de los entramados contenidos en los discursos
teóricos existentes; pueden ser recuperados como discurso sustantivo o como entramado
categorial.3
Es importante mencionar que el paradigma epistemológico – crítico, en su proceso
metodológico investigativo, no se contrapone al paradigma cualitativo etnográfico, ya que
se sustentan en una base socio- cultural desde la cual interpretan al fenómeno educativo con
distintas perspectivas, que juntas darán más frutos y aportes al corpus del conocimiento
magisterial.
3 Todo el sustento teórico metodológico de esta postura epistemológica crítica es propiedad intelectual del
Dr. Covarrubias Villa, con el cual coincidimos plenamente e inclusive aportamos una mejor interpretación y
una posibilidad de trabajar estas teorías en forma cercana al quehacer magisterial.
En este apartado hacemos una pequeña mención a los fundamentos de la postura
metodológica de la Dialéctica Crítica para el abordaje de campo, en posteriores escritos
abordaremos las otras dos tradiciones que utilizamos para indagar este objeto de estudio.
La conformación de la identidad
Es preciso pensar qué es lo que entendemos por identidad del ser humano, es decir,
¿cómo nos identificamos nosotros mismos?, ¿quiénes somos realmente?, ¿de dónde surge
nuestra identidad?, ¿qué nos hace diferentes?, entre otras interrogantes que constituyen
apenas “la punta del iceberg” para comprender cabalmente el fascinante mundo del Ser, el
cual se pretende investigar desde sus raíces.
Son los primeros cuestionamientos después de otros tantos que se harán a lo largo
de este trabajo, y que se intentará responder para descifrar uno de los fenómenos con mayor
relevancia para la humanidad: la identidad, complejo constructo referido al ser humano que,
presumiblemente, quien llegue a dominarlo, logrará la tranquilidad requerida para disfrutar
de una convivencia social y natural armónica.
Una vez que queden claros los mecanismos que determinan la identidad de un sujeto
desde una concepción del ser ético y el sujeto histórico4, para entender más del complejo
mundo de la cultura humana, generando un efecto denominado conciencia en sí y
conciencia para sí5, y dando forma a un sujeto que bien podría denominarse como histórico
para diferenciarlo del sujeto a-histórico6.
Inicialmente habría que estirar el hilo para comenzar a desentrañar esta madeja y
volver a tejer lentamente el fino ropaje de la identidad que el ser humano se pone como
4 Al referir al ser ético se está pensando desde los aportes de la Dra. María Teresa Yurén C., al diferenciar el
concepto eticidad y moral de moralina, en los cuales deja claro la postura de un sujeto con conciencia social
real y otro con una falsa conciencia. 5 Es importante considerar el entendimiento del ser ético y el sujeto histórico desde una concepción hegeliana
y gramsciana respectivamente, para luego pensar en un desenlace hacia la conformación de una identidad
capaz de entenderse así misma y respetar a los otros sin negarlos, tal como lo afirma Amín Maalouf en
“Identidades Asesinas” 1999-2000. 6 Pensar en un sujeto a-histórico desde una concepción propia sería; aquel ser humano que consciente o
inconscientemente no participa en forma activa del proyecto social de su pueblo, dada su enajenación o sus
intereses particulares, los cuales sobrepone a los intereses del colectivo. Por tanto es una víctima del sistema o
un partidario de la conservación del sistema político - social de dominación.
prenda preferida de su guardarropa para presumir a los otros las pertenencias adquiridas en
el largo camino de su vida, las cuales le permiten agremiarse con sus iguales y diferenciarse
de los demás que son totalmente diferentes a él.
Numerosos y diferentes son los ropajes identitarios que carga cada ser humano
según el rincón del mundo donde viva y desde que lente se le observe, la de las ciencias
sociales es la más fina y adecuada para interpretar el fenómeno de la identidad, pues se
encarga de estudiar esas pertenencias culturales que cada sujeto va recogiendo al caminar
en una realidad históricamente determinada, y desde su estar en esta tierra.
Esa carga de pertenencias acumuladas va creando la escultura identitaria del Ser,
lugar de nacimiento, tiempo, época, temporalidad, momento histórico, cultura, ideología,
desarrollo, etnia, economía, particularidad, colectividad, totalidad, nacionalidad, ciudad,
religión, club, lengua, la formación, profesión, trayectoria, movilidad, sexo, tecnología,
arte, ciencia, dialéctica, color de piel, la religión, equipo de fútbol predilecto.
Es una atrayente combinación dialéctica del ser humano natural con el ser humano
cultural, entre lo individual natural-cultural7 y lo colectivo natural-cultural
8, confrontación
dialógica que explica al ser natural-social que somos.
Así es el sujeto humano, una mezcla natural con lo social- cultural, a veces
consciente y muchas de las veces inconscientemente detentan una identidad no pensada
sino sólo actuada; un verdadero problema humano llamado enajenación, aporte del gran
Carlos Marx. No hay forma de entender o comprender la identidad sin atravesar el grueso
muro de la conciencia y la autoconciencia, el sacarle la vuelta a esta dimensión del ser ha
7 El concepto del ser individual natural-cultural se incluye pensando en el sujeto producto de su proceso
eminentemente genético natural, como persona única e irrepetible según sus códigos genéticos, y desde el
proceso cultural donde se desenvuelve como particular, con un contexto muy específico determinado por el
momento histórico, y muy condicionado a las situaciones individuales vividas en el entorno familiar y
comunitario de su entidad federativa y su nación. Es decir, culturalmente se va apropiando de una cultura en
forma particular dependiendo de innumerables factores. 8 El concepto del ser colectivo natural-cultural, es una categoría pensada desde la posibilidad que unifica a la
totalidad de los seres humanos por igual en el aspecto natural o cultural, es decir, todas las características que
contienen a un humano, por ejemplo: racional, sensible, omnívoro, social …… esto desde la visión
naturalista, y desde la visión cultural como el ser que en situaciones específicas se torna partícipe de una
conciencia colectiva, digamos por ejemplo, que se hermana en una religión, en una lengua ……..se identifica
con un ideal de ser y una praxis real de su actuar. El transitar de estas dos categorías del ser lo traduce en un
ser con mayor completud y capaz de entender tanto su entorno natural como social.
provocado en la humanidad el no entendimiento social, la guerra entre los pueblos, las
etnias, las naciones y el mundo entero. La lucha innecesaria e interna entre la especie
humana y la destrucción de las otras especies.
Si el ser humano no reflexiona sobre su Ser, y se explica quién es, no encuentra
sentido en su estar con los otros, ni con el mismo; es un problema de identidad el no saber
cuál es el sentido de la vida humana. Es la llamada Identidad asesina a la cual alude
atinadamente Amín Maalouf.
La mayor pérdida de un hombre o una mujer es pasarse la vida sin un sentido o una
dirección que tomar, situación que lo llevará a una profunda crisis emocional y será presa
fácil de la manipulación de los que tienen muy clara su identidad y la de los otros.
Constituye un conflicto personal y colectivo el hecho de que lo seres humanos de
una nación o un pueblo no tengan claro quiénes son y cuál es su quehacer social e histórico,
(Cantoral, 2007) son víctimas de la historia: son los esclavos, siervos, obreros, operarios,
empleados de los otros que no lo son.
Cuántas implicaciones tienen las simple preguntas iniciales de este trabajo: ¿quiénes
y cómo somos?, ¿estamos conscientes de nuestra identidad o sólo nos han dicho como
debemos de ser? Es alguien más quien dicta la forma que debe adoptar nuestro ser, por
medio de ordenamientos, normas o leyes.
El problema se incrementa si se profundiza en el asunto, ¿no será mejor ser
ignorantes y dejar que los otros que sí saben quiénes son hagan de las personas lo que sea?
Ellos si tienen muy claro cuál es su papel como clase dominante, es decir, tienen una
identidad de clase y luchan por hacerla perdurar.
¿Esto será lo mismo que estar “enajenado”, o será que la tecnología del mundo
posmoderno ya dejó de lado al Ser y se dedicó por completo al hacer, sin importar el sentir
de cada ser humano?
Son numerosos los cuestionamientos imbricados, pero no hay que confundirse y
empezar por cómo se entiende el concepto identidad desde el sentido común, en el contexto
cotidiano, para luego revisar el pensamiento teórico al respecto y analizar el problema en su
justa dimensión, posicionarse desde el ángulo epistemológico que se prefiera para
interpretar la realidad que subyace a la identidad profesional.
Convocar a las ciencias sociales a dilucidar el problema para que responda desde su
cientificidad socio-histórica, qué es realmente la identidad, para luego elucidar de, manera
clara y en paralelo, cómo se conforma la identidad profesional del maestro normalista de
Nuevo León.
La identidad y el sujeto histórico
Con el fin de lograr una mejor interpretación del fenómeno identidad, se parte de un
análisis simple desde diversos ángulos teóricos, lo cual permite tener una visión del corpus
del conocimiento generado en torno a esta problemática del conocimiento, para luego
desprender una lógica de interpretación con respaldo científico que sirva como guía en el
camino del análisis que lleve a entender, tranquilamente, el objeto de investigación: “la
conformación identitaria profesional en el gremio magisterial de corte normalista”.
Es indiscutible que la mejor interpretación del fenómeno identitario descansa en la
base de las ciencias sociales, y desde ahí se inicia el análisis del fenómeno, a partir de los
aportes teóricos de pensadores con reconocimiento nacional y/o internacional, como es el
caso de:
Ericsson (1975) desarrolla la teoría de la identidad personal desde una perspectiva
psicológica, centra su interés en los roles sociales. Para él la identidad personal se vincula
con la historia y la ideología, es decir, con una serie de ideas e ideales que unifican el
esfuerzo de la futura generación para conseguir identidad psico-social.
Por lo tanto, los procesos históricos parecen vitalmente relacionados con las
demandas de identidad de cada nueva generación y la identidad psico-social se puede
estudiar desde la historia general y desde la historia de una vida en particular.
El aspecto que interesa rescatar del pensamiento de Ericsson, es el sentido social e
histórico que le da al tratamiento del fenómeno identitario, cuando parte de una postura
psicológica pero centrada en la realidad concreta que viven los sujetos, es decir, es lo que
acontece en la cotidianidad, en la vida diaria, lo que determina la identidad de las personas.
Obviamente, se puede afirmar que el psique de un sujeto es también una
construcción socio-cultural e histórica, respetando los rasgos naturales de su carga genética;
porque el mundo de las relaciones sociales marca a los sujetos para la constitución de la
identidad.
En tanto Mead (1972), quien utilizó el concepto de Self, prioriza la acción y la
comunicación simbólica en el tratamiento de la identidad personal. El individuo debe
buscarse en una interacción con la sociedad y en ésta existe una forma clara de
racionalidad; el individuo es un ser crítico frente a su ambiente, entre individuos y sociedad
existe una relación de mutua dependencia, siendo la acción la clave mediadora entre esta
relación, pues es ella la fuente de los significados de todos los símbolos usados por el
hombre.
En relación al pensamiento de Mead, nos interesa resaltar el cómo para entender al
sujeto y su identidad habrá que recurrir a la interacción de la sociedad y buscar en las
acciones de los sujetos los significados y/o los símbolos, los cuales nos permitan
comprender la conformación de esa identidad que los caracterizará.
Para Goffman (1986), la interacción humana es la fuente generadora de la identidad.
Señala que la identidad se configura mediante un lenguaje de relaciones compartido por la
sociedad, construye un conjunto de información mediada por los símbolos y signos
corporalizados.
Este autor afirma que la autobiografía expresa esta identidad como una totalización
de experiencia vital e histórica del individuo en cuanto que es única.
Esta unicidad presta un marcado contraste con la multiplicidad de “yo sé”, producto
de los diferentes roles sociales del individuo.
En el trabajo de Goffman llama la atención la presencia, nuevamente, del factor
interacción humana como fuente generadora de identidad donde la historia de la vida del
sujeto, enmarcada como una totalidad de su experiencia vital individual, marca esa unicidad
del individuo con respecto al rol social o los roles diversos que desempeña.
Spicer (1971), en su estudio comparativo de los sistemas identitarios señala las
ventajas de una identidad colectiva. Apunta la importancia de la dimensión simbólica,
donde los objetos culturales son soporte de significados y estos productos culturales se
asumen en una dimensión social, producto del hombre en la cultura.
Consecutivamente habrá que asumir la dimensión histórica de estos símbolos como
producto cultural y del hombre, potenciando el análisis de los individuos a partir de sus
creencias / significado de los símbolos.
Esta recuperación simbólica que hace el autor conlleva una dimensión social e
histórica en el sujeto a través de la significación en él, con respecto a la cultura; desde
donde se podrá apreciar en los sujetos qué significados están teniendo en ellos las historias
del rol que desempeñarían en su actividad social.
Para Berger y Luckman (s/f), desde la sociología del conocimiento, consideran que
la identidad constituye un elemento clave de la realidad subjetiva, y en cuanto tal se halla
en una relación dialéctica con la sociedad.
En tanto entiendan que la identidad se forma por procesos involucrados tanto en la
formación como en el mantenimiento de la identidad, la cual se determina por la estructura
social, Berger y Luckman (s/f p. 216) tienen como base la relación dialéctica entre
individuo y sociedad y entre identidad personal y estructura social.
La sociedad tiene historias en cuyo curso emergen identidades específicas, éstas
resultan del aprendizaje de un mundo de la vida cotidiana que es inter-subjetivo, que está
constituido por un mundo de valores y guiones que orientan la acción.
Es importante resaltar en estos autores la relación dialéctica del individuo y la
sociedad e identidad personal y estructura social. En esa dialecticidad sujeto/realidad
estructurada, emerge la identidad de los sujetos y, de nueva cuenta, es la cotidianidad o
realidad concreta del actuar del sujeto en un mundo de valores y conocimientos
compartidos, donde se conforma la identidad del sujeto.
Sciolla (1982) insiste en que la identidad tiene un carácter intersubjetivo y
relacional, es decir, que la identidad es un proceso social en cuanto se origina y se
desarrolla en la interacción cotidiana con los otros; destaca la presencia de los otros, lo que
explica el carácter intersubjetivo y relacional del proceso de conformación identitaria.
Habermas (en Línea s/f) , en su teoría de la acción comunicativa, maneja que la
identidad puede ser individual o colectiva y se adquiere por la interacción comunicativa
mediante el lenguaje, para analizarla, se requiere conocer la perspectiva interna del sujeto
participante en el proceso comunicativo.
Es necesario que el sujeto exprese u objetive su experiencia identitaria. La identidad
social aporta una imagen histórica particular de quienes la comparten a través de símbolos
que expresan diferencias, marcan contrastes y sustentan representaciones. Nadie puede
construirse su identidad individual al margen de las identificaciones que otros confieren en
el marco de las interacciones sociales.
Según Habermas hay que resaltar que el fenómeno identitario se adquiere por una
interacción comunicativa, a través del lenguaje, con un carácter eminentemente social
donde los sujetos particulares comparten a través de símbolos (diferencias / contrastes), las
identificaciones con otros se dan en un marco y representación de interacción social.
En relación con el pensamiento de Figueroa (1994), se considera que la identidad se
constituye como tal en un contexto específico de las relaciones sociales, el cual es producto
de la historia compartida del grupo y se expresa como subjetividad de los actores
(sentimiento, afectos, lazos primordiales, intereses, no siempre racionales).
Por tanto, la identidad es un proceso de inclusión o exclusión de autodefiniciones y
hetero-definiciones, en el que están presentes los juicios de valor. La autodefinición
siempre es una relación con algún otro
Figueroa (1994, pp. 322- 332) señal que la identidad sólo puede ser aprendida como
un fenómeno en el que se descarta el aislamiento (fenómeno relacional), por tanto el
fenómeno identitario implica la presencia de relaciones sociales (grupo, historia
compartida, individuos).
El carácter relacional del fenómeno identitario significa que la identidad no puede
definirse sino en función de un “otro” con el que resulte preciso marcar la diferencia. Ese
principio de obviedad no puede fincarse en cualquier dirección, debe estar presente una
relación identitaria (relación de dominación o dependencia).
Esto “implica que el fenómeno sólo puede ser abordado a partir de que sea
delimitado como parte de un sistema en el cual se presentan distintos niveles de
pertenencia” (Figueroa, 1994, p. 333).
En atención a lo que Figueroa (1994) maneja con respecto a la identidad en los
sujetos, hay que resaltar varios aspectos importantes, los cuales servirán como apoyo para
esta investigación: la subjetividad que atraviesa el campo emocional de los sujetos y los
afectos más allá de la propia racionalidad instrumental de las creencias, la cual luego se
referirá en detalle.
También se destaca el proceso de inclusión o exclusión de los sujetos en el sentido
de con quién se identifican. La autodefinición y hetero-definición, atestadas de juicio de
valor.
Por tanto, una concepción de creencia propia tiene que trascender a la añeja y
dominante concepción científica que sólo privilegia el hacer científico instrumental, sin
tener en cuenta al sujeto vivo, de carne y hueso como enfatiza Marx en sus postulados.
Otro aspecto relevante en Figueroa (1994) es el carácter relacional del fenómeno
identitario, donde el principio de la objetividad se hace presente y direcciona al fenómeno.
Por último llama la atención el planteamiento que hace con respecto a la identidad
en el cual marca una condición concreta, es decir, refiere a la capacidad de delimitar el
fenómeno para poder estudiarlo sin dejar de observar los distintos niveles de pertenencia.
Ahora bien, retomando algunos conceptos de Dalia Ruiz (2003), abordados en su
tesis doctoral, apuntamos lo siguiente sobre el fenómeno identitario:
La identidad no se hereda por vía genética, necesita ser aprendida (por
socialización, rituales conmemorativos) requiere darse a conocer y hacerse reconocer.
En este sentido es consistente el argumento social con respecto al fenómeno
identitario, el cual pondera la existencia de un sujeto que requiere conocerse y con
capacidad de movilidad social para hacerse reconocer, lo que implica un costo… ya sea por
la vía de la ética o de la dominación.
A través del proceso de socialización el sujeto se identifica con un grupo de
referencia en cuyo ámbito realiza sus interacciones y asume el papel del otro que le
proporciona elementos con los que él mismo se define. La forma en que el sujeto es
definido por este grupo se convierte en el elemento decisivo para la construcción de su
identidad.
El papel del otro constituye un factor determinante en la construcción de la
identidad, por ello, habrá que observar al grupo de referencia en el que el sujeto se mueve e
interactúa.
El involucramiento de la subjetividad en la conceptualización del fenómeno
identitario permite comprender los motivos y los sentidos que los sujetos dan a sus acciones
en el campo de la reflexividad: ¿quién soy yo?, ¿quién fui? o ¿quién quiero ser? Motivos y
sentidos producto de la acción de simbolizar, no sólo en las condiciones materiales de
existencia, sino en la experiencia histórica, los sistemas de normas y valores, las
expectativas de acción presente y futura.
Entre los aspectos que maneja Dalia Ruiz (2003) resalta la importancia del campo
de la especulación, es decir, cómo observar este fenómeno identitario apoyado en la
disciplina filosófica, la cual permite un interujego dialógico entre la reflexividad de los
sujetos y la reflexión del investigador, que conduce al campo de la obstrucción profunda
del fenómeno, desde donde se podrá otorgar un sentido científico a ese hecho presente en la
cotidianidad, en una realidad específica.
Retomando los aportes de Dalia Ruiz (2003) con respecto del fenómeno identitario,
es indispensable recuperar este importante cuestionamiento. ¿Qué se exige reconocer en un
estudio de identidad?
- El proceso histórico a través del cual fue constituido.
- El papel del desarrollo histórico y del contexto en la definición que los sujetos hacen de sí
mismos.
- La relación entre definiciones y sistemas de valores con el cual se identifica.
- La influencia del contexto económico, social y político en esta definición.
Puntos vitales, se podría decir, para explicar cualquier fenómeno de identidad en
sujetos inmersos en una práctica determinada socialmente. En este caso, será de suma
utilidad poder ubicar y expresar adecuadamente cada uno de estos elementos en el contexto
de la investigación que se realice.
Con el propósito de seguir profundizando en el análisis del fenómeno identitario, el
cual proporcionará elementos para hacer la interpretación pertinente del objeto de estudio,
“la identidad profesional de los maestros y maestras de Nuevo León”, se revisa ahora la
tesis de Amín Maalouf (1999) con respecto a la identidad.
Análisis que aunado a los anteriores nos brindan un entramado teórico del fenómeno
identitario, el cual nos permitirá avanzar con mayor rigor en el tratamiento conceptual con
respecto al objeto de estudio abordado.
Maalouf (1999) señala que “la identidad no está hecha de compartimientos, no se
divide en mitades, ni en tercios, o en zonas estancadas. Y no es que tenga varias
identidades: tengo sólo una, producto de los elementos que la han configurado mediante
una dosificación singular que nunca es la misma en dos personas”.
El autor es contundente en cuanto a su postura de concebir la identidad, en una sola,
no en múltiples identidades. Así como en la forma de su conformación, mediante elementos
(pertenencias).
Considera que hoy en día existe una nula interpretación de lo que es la identidad
humana, o bien, una interpretación trivial, tendenciosa y hasta perniciosa de entenderla.
Y cita: “Cuando me preguntan ¿qué soy?, en lo más hondo de mí mismo, están
suponiendo que “en el fondo” de cada persona hay sólo una persona que importe su
“verdad profunda” de alguna manera su esencia que está determinada para siempre desde el
nacimiento que no se va a modificar nunca; como si lo demás, su trayectoria de hombre
libre, las convicciones que se han ido adquiriendo, sus preferencias, sus sensibilidad
personal, sus afinidades, su vida en suma, no contara para nada”9 (Maalouf, 1999).
La tendencia referida por Maalouf (1999) insiste en que nuestra identidad está
fraccionada, es decir, sólo se privilegien ciertos aspectos de nuestra historia de vida
(nacionalidad, lengua, religión), para ciertos fines, olvidándose de la totalidad de la
conformación identitaria; el resto de las pertenencias que un sujeto va adquiriendo a lo
largo de su vida no se toman en cuenta, simplemente lo identifican por la característica más
conveniente a los otros, o a la situación de relación que esté viviendo.
Y cuando nuestros contemporáneos se los incita a que “afirmen su identidad”, como
se hace hoy tan a menudo, lo que se está diciendo es que se rescate de fondo de sí mismos
esa supuesta pertenencia fundamental, que suele ser la pertenencia a una religión, una
nación, una raza o una etnia y que lo enarbolen con orgullo frente a los demás. 10
Es importante referir el nuevo sentido que Maalouf (1999) está dando a la
conformación de la identidad, el de una identidad compuesta11
, y que hoy en día no existen
9 Maalouf, Amín. “Identidades asesinas”, Ed. Alianza Editorial, Madrid, 1999-2001, (p.-10).
10 Ídem. (Pp.-10, 11).
11 El autor árabe- francés Amín Maalouf aporta la categoría de identidades compuestas, en su defensa contra
los Estados Nacionales y situaciones diversas, en las que se obliga a definir la identidad como una sola, según
sea lo conveniente para el grupo en el cual se está participando, obligando a rechazar aquellas pertenencias de
orden cultural, emocional etc., que componen al ser humano como un sujeto con una trayectoria específica y
quizá única. Él las llama “Identidades Asesinas”, porque mutilan parte del ser que realmente es.
las condiciones para fortalecer esta concepción, dado que las leyes y mentalidades actuales
no permiten asumir una identidad con tal armonía.
Existen en los seres humanos pertenencias múltiples, que a veces se oponen entre sí
y los obligan a elegir con desagrado. Si hoy en día se les obliga constantemente a elegir
alguna las pertenencias de identidad, de esa multiplicidad, los obligan a negar parte de su
Ser, trayendo como consecuencia un ser en división.
Si esas personas no pueden asumir por sí mismos sus múltiples pertenencias, si se
les insta continuamente a que elijan un bando, u otro, si se les conmina a reintegrarse a las
filas de su tribu, entonces es lícito que nos inquietemos por el funcionamiento del mundo. 12
Por esos hábitos mentales y esas expresiones tan arraigadas en los sujetos, por esas
concepciones estrechas, exclusivistas, beatas, simplistas que reducen la identidad a una sola
pertenencia que se proclama en pasión13
.
En un sentido concluyente, con respecto a esta primera parte (referente al fenómeno
identitario), se asume que el fenómeno estudiado puede ser abordado desde múltiples
perspectivas, como se ha señalado en la argumentación precedente.
Es aquí donde cabe puntualizar que, desde la visión de la cual se parte para analizar
el fenómeno de la identidad profesional, interesa remarcar la dimensión social de éste,
desde la perspectiva que observa los mecanismos de la conformación identitaria como el
conjunto de pertenencias que cada sujeto interioriza, según la movilidad de éste y el rol o
roles que experimente en sus relaciones cotidianas.
Desde aquí se apunta que es en la vida cotidiana e histórica de un sujeto, en su labor
diaria, donde podemos observar este fenómeno para darle una interpretación pertinente. Es
un sujeto conformado entre su vivir diario con una diversidad de personas y durante ese
trayecto va recogiendo pertenencias unas más tenues y otras que marcan con mayor
profundidad su conciencia.
12
Ibídem. (p.-13). 13
Ídem.
Aunque esta revisión de autores y significados sirve un poco para dilucidar el
sentido de la identidad como un fenómeno amplísimo, es preciso recordar que al trabajar el
punto nodal de la identidad profesional del maestro normalista, estas mismas explicaciones
se ostentan como un techo que cubre el objeto investigado.
Conclusiones parciales
El primer momento de acercamiento concluyente se plantea al dar respuesta a las
preguntas centrales que fueron guiando el espíritu de esta investigación, si bien es cierto
que se han planteado más de cincuenta cuestionamientos desde las distintas miradas de las
aéreas del conocimiento que enmarcan el quehacer educativo, sólo se responderán algunas
de ellas, consideradas como capitales para el entendimiento de las tesis que se fueron
planteando a lo largo del trabajo.
Entre las más relevantes, destacan las siguientes:
Desde la mirada Epistemológica
¿Cómo construye el maestro normalista su identidad profesional?
El proceso de construcción de la identidad profesional es precisamente eso, un proceso en el que
el sujeto, al interactuar con la realidad social y cultural, va adquiriendo pertenecías que le darán
identidad en el sentido amplio de la palabra, estas pertenencias actuarán internamente en él,
generando una lógica de entendimiento de la realidad y a la vez se identificará con los demás
sujetos de acuerdo a la similitud o discrepancia de las pertenencias que los otros guarden en su
interior y la lógica de comprensión y apropiación de la realidad es la que les permitirá agruparse
o no.
Para el caso específico de la construcción de la identidad profesional del maestro
normalista, la confrontación o afinidad entre las pertenencias ocurre de la misma manera, los
mecanismos de apropiación de la realidad educativa por parte de los maestros son los que
denotarán cómo estos adquieren identidad, es decir, si al ingresar al campo formativo inicial sólo
recibieron información con respecto a ese ámbito y la acumularon en su estructura mental sin ser
capaces de cuestionarla. Las pertenencias adquiridas por una formación de corte reproductivo
generará en ellos una lógica de apropiación de la realidad con los mismos mecanismos de
comprensión de la realidad, es decir, una identidad profesional pasiva o instrumental.
El maestro normalista, luego de pasar por un proceso de formación inicial que abarca un
periodo de cuatro a cinco años, adquiere la lógica de interpretación del fenómeno educativo que
le fue enseñada en las aulas a partir de unos contenidos programáticos mediatizados
ideológicamente, es decir, si el currículo de las escuelas Normales es operado mediante una
tendencia reproductora, como lo plantea Bourdieu (2003) , entonces en la estructura mental de
cada normalista se han sembrado las primeras marcas de una identidad profesional bajo un estilo
y una forma específica del deber ser magisterial.
Al salir de las aulas normalistas el docente pasa al ejercicio laboral en las escuelas de
educación básica, en las cuales se encontrará con la enorme cultura madre magisterial de la que
se desprenden las pertenencias ya adquiridas, para luego confrontarlas con la realidad,
modificarlas y adaptarlas a esa enorme masa cultural constituida por casi doscientos años de
prácticas educativas reproducidas y aumentadas inexorablemente de generación en generación.
¿Realmente el maestro normalista construye su identidad profesional o solo la hace suya
según lo normado o constituido al respecto?
En la lógica dialéctica de aprehensión y comprensión de la realidad, se entiende que el impacto
es mutuo, es decir, el estudiante – docente posee su libre albedrío para interpretar la realidad
educativa, pero si no es capaz de alcanzar la autonomía del pensamiento queda a merced de lo
instituido y lo instituyente, siendo esto último lo que termina por definir su identidad profesional
como docente.
Sólo en los casos ubicados en la categoría de maestros críticos o revolucionarios se
pueden encontrar rasgos específicos que les permiten conformar una identidad profesional con
menor dependencia a lo culturalmente introyectado, entonces:
¿Es la identidad profesional del maestro normalista una construcción ideológico - política que
se le introyectó al maestro durante su formación?
La respuesta a este rudo cuestionamiento está condicionada a el tipo de formación que el docente
haya recibido en las aulas normalista, es decir, si los maestros y maestras normalista no
adquirieron las herramientas mencionadas en el rubro denominado identidad profesional crítico
– científica, expuesto en este trabajo en las páginas 179 – 184, es posible que su identidad
profesional haya sido introyectada sutilmente por los Aparatos Ideológicos del Estado que
describe Louise Althusser (s/f) en su texto. “La educación como aparato ideológico del Estado:
reproducción de las relaciones de producción”.
No existe la posibilidad de que un docente normalista escape a la construcción ideológica
reproductiva que el currículo de las escuelas Normales maneja, esto aunado a la propia práctica
del mismo corte que la mayoría de los maestros aplica en las aulas de esas instituciones.
¿Es posible que el maestro escape a la forma ideológica en la que se construye su imagen
profesional?
Se puede considerar que sí es posible a pesar de lo difícil que pueda resultar el medio
para lograrlo, la realidad en el campo de investigación ha mostrado que aun considerando lo
ostentoso, descomunal y fuerte que suele ser el aparato institucional, y la cultura madre
magisterial, algunos docentes logran moldear su propia identidad profesional más allá de la
ideología que se le construye desde la oficialidad. Existen maestros y maestras que han logrado
resquebrajar la pesada loza de la ideologización profesional y se han manifestado ante el mundo
a través de un pensamiento libre y autónomo, el cual demuestran con una verdadera praxis
profesional en el campo de la educación.
El cómo lo lograron obedece a procesos vividos que se reflejan en su historia de vida
engarzada con su historia laboral, puntos de la realidad particular en los que se puede encontrar
evidencia de pertenencias identitarias vinculadas estrechamente a un estado crítico de conciencia
que les han permitido resistir férreamente a los embates ideológicos del Estado, en cuanto a las
formas del ser y deber ser del maestro.
Los casos estudiados muestran con claridad que no fue la formación docente recibida la
que generó en ellos una conciencia crítica como herramienta profesional para acceder al campo
educativo con cierta autonomía de pensamiento, se encontró, en todos los casos, que las marcas
identitarias más fuertes de estos profesores y profesoras fueron las pertenencias adquiridas en el
tránsitos de su historia de vida particular y su confrontación constante en el campo laboral a
nivel institucional.
¿Es la identidad profesional del maestro normalista una construcción individual y/o colectiva,
al confrontar la realidad escolar en la que permanecerá por más de treinta años, en el mejor
de los casos?
Para dar respuesta a este cuestionamiento se retoman las ideas de Berger y Luckman,
desde la Sociología el Conocimiento. Ellos consideran que la identidad constituye un elemento
clave de la realidad subjetiva, y en cuanto tal se halla en una relación dialéctica con la sociedad.
En tanto entiendan que la identidad se forma por procesos involucrados tanto en la
formación como en el mantenimiento de la identidad, la cual se determina por la estructura
social.
Lo cual indica que la constitución identitaria es un proceso dialéctico entre el sujeto
y las formas en que éste se apropia de la realidad, es un juego entre lo individual –
colectivo impactándose mutuamente, si trasciende hasta el plano de la conciencia, habría
que pasar al nivel de la autoconsciencia para que el sujeto se sepa pensado y alcance el
nivel de la auto-mol-dación de la identidad a partir de saberse libre y autónomo más allá de
la determinación de la cultura misma. En Hegel, esto sería un estado metafísico pensado del
sujeto, realidad que no pasa por la mente de un maestro normalista, por tanto la conciencia
colectiva acerca de la figura profesional es la que impactará con mayor fuerza, sometiendo
el débil pensamiento individual del docente normalista.
En realidad la identidad juega esa interacción entre lo individual - particular y lo
colectivo, lo discutible es cómo el sujeto debiera ser capaz de liberarse de esa sujeción
ideológica manejada desde el contexto socio – histórico, a partir de la descentración y
descodificación del sujeto con base en la adquisición de la autoconciencia.
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