La Iglesia Católica en El Debate Bioético
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Centro de Educación Media
Departamento de Filosofía y Letras
Ética
“La Iglesia católica en el debate bioético”
Nombre: Mónica del Rocío García Gallegos
Grado y Grupo: 6° B
Profesor: Marco Antonio Venegas Medrano
Aguascalientes, 27 de Mayo del 2013
La Iglesia católica en el debate bioético
Desde finales de la década de los 60’s y principios de los 70´s ha existido
en la sociedad un creciente interés por los asuntos concernientes a la
biotecnología y la ingeniería genética, los nuevos procedimientos y tratamientos
han provocado que la concepción tradicional que se tenía de la vida este
cambiando, por lo que ha resultado necesario redefinir hasta donde el hombre es
capaz de manipular los procesos biológicos que dan origen a la vida, así como
establecer límites para que estos no atenten contra la dignidad y los derechos
humanos.
En este marco surge la bioética, una rama de la ética encargada de
reflexionar críticamente sobre los valores y principios humanos y su relación con
las ciencias de la vida. Así como la ética, la herramienta más importante para la
bioética es el diálogo, y es por medio de él que en los últimos años la sociedad y
sus diferentes partes han querido llegar a acuerdos para lograr construir normas
que eviten el abuso y el paso de los beneficios económicos y materiales de la
tecnología sobre la dignidad el hombre. Dentro del debate coexisten el
componente técnico y el humano; y a pesar de que el ámbito médico, científico y
legislativo son actualmente los de mayor valor para la resolución de problemas,
“[…] dichos problemas no dejan de tener su lado humano, que puede y debe ser
1
En este ensayo analizo el papel de la Iglesia católica en el debate bioético
actual, establezco que la tarea de la teología dentro del diálogo consiste en
aportar el componente humano de los dilemas y promover los valores humanos,
y afirmo que la teología católica no ha cumplido con esta tarea debido a su
incapacidad para dialogar mediante un lenguaje claro y argumentos válidos.
Con base a esto concluyo que si la Iglesia no deja de actuar como juez dentro
del debate, sus opiniones pueden ser invalidadas.
discutido y en el que la opinión pública debe decir también su palabra.”1 Por esto
se ha contado hasta ahora con los aportes de la filosofía y la teología y sus
orientaciones hacia los valores humanos.
Sin embargo, a pesar de aproximadamente 40 años de debate, ha sido
imposible llegar a acuerdos concertados y no se ha logrado formular una
reglamentación universal conveniente para todos los sectores de la sociedad; esto
debido al carácter irreconciliable de las dos más importantes posturas dentro del
diálogo: la postura tecnofílica y la tecnofóbica. Esta última está conformada por la
Iglesia católica principalmente, y ha demostrado que a pesar de estar basada
sobre una teología, no solo no aporta al debate si no que lo obstaculiza al tratar de
imponer su postura frente a las demás.
Inicialmente, la teología católica entro al debate como una crítica frente a
los excesos de la biotecnología que en un principio carecía de ética; no obstante,
a partir de los años 70’s el diálogo paso del predominio teológico al filosófico y
legal, con la finalidad de fundamentar la bioética en un contexto plural y laico, con
menos influencia de la mentalidad religiosa. Al carecer de bases científicas o
técnicas, la teología no puede aportar respuestas para problemas concretos, pero
puede plantear la problemática humana que existe en ellos; más que determinar
normas, una teología que aporte al debate debe suscitar valores y debe proponer
alternativas que inviten a replantear las prioridades humanas. Sin embargo,
actualmente la teología católica no ha hecho más que actuar como juez de lo
permitido y lo prohibido, sus participaciones en el debate consisten en un intento
de imponer sus propias normas en una sociedad pluricultural bajo la premisa de
que la fe resuelve los problemas planteados por la razón y que las respuestas a
los dilemas bioéticos se encuentran en ella. La Iglesia católica participa en el
dialogo, pero lo hace sin dialogar verdaderamente.
Lizbeth Sagols, en su texto ¿Para que el diálogo en la Bioética?, establece
que en el diálogo no solo hay que aceptar el derecho a la opinión diferente a la
1 MASIÁ J, “¿Estorba la teología en el debate Bioético?” en Revista selecciones de Teología. Vol. 36, N° 142, Abril-Junio, 1997; Barcelona, España, pág. 74.
2
nuestra, sino que hay que pensar junto con ella, escuchándola comprensivamente
e interactuando con esta; establece que “[…] por mas fanatismo que exista en ella
[…] puede significar algo para el esfuerzo de la racionalidad propio de la bioética y
puede enriquecer nuestro entendimiento de los problemas discutidos.”2 Sin
embargo, en su argumentación no contempla el concepto de competencia
comunicativa, que se refiere a la capacidad de la persona de exponer y defender
sus intereses en una comunidad de argumentantes a través de un dialogo valido;
si bien Sagols tiene razón al afirmar que el dialogo no puede existir sin la
participación del otro, pienso que se equivoca al establecer que todas la opiniones
aportan al debate, ya que existen posturas que son incompetentes
comunicativamente, como la postura católica.
Para K. O. Apel, filósofo alemán representante de la hermenéutica, “ la
persona es considerada un interlocutor válido, en tanto se considera un miembro
de una comunidad de argumentantes, que es capaz de manifestar sus intereses.”3
Esto significa que las opiniones de una persona o postura solo pueden
considerarse válidas en tanto esta sea competente comunicativamente, para lo
que requiere ser capaz de manifestar sus intereses mediante una buena
argumentación y un lenguaje común. Es aquí donde la postura católica vuelve a
fallar y se convierte en un interlocutor inválido, ya que en el debate bioético a los
teólogos católicos se les dificulta hallar un lenguaje apto para dialogar con una
sociedad pluricultural y laica: dentro del debate existen posturas de todo tipo de
tradiciones que tienen formas diferentes de percibir el mundo, si los teólogos
católicos utilizan un lenguaje que presupone convicciones religiosas es imposible
que este resulte aceptable para los que no comparten estas convicciones o están
en contra de ellas, como los que pertenecen a otras religiones o simplemente no
creen en un Dios. Para dialogar de manera correcta, la teología católica no puede
encerrarse en el lenguaje de su tradición, sino que debe abordar situaciones
comunes para el resto de los participantes.2 SAGOLS L, “¿Para que el dialogo en la Bioética?” en GONZALEZ J (Comp.) (2010) Dilemas de Bioética. FCE-UNAM; DF. México, pp. 68-69.3 LA ROCCA S, “Libertad, igualdad ¿y fraternidad? en el paradigma de la bioética latinoamericana. El aporte de la ética dialógica y de la ética de liberación” en Revista El Ágora USB. Vol. 10, N° 10, Julio-Diciembre, 2010; Medellín, Colombia, pág. 487
3
Sin embargo, el verdadero problema de la Iglesia católica como interlocutor
radica en su argumentación. Tanto durante el papado de Pablo VI como en el de
Juan Pablo II se observa una teología moral de normas que es incapaz de dialogar
con las ciencias de la vida y que intenta imponer sus convicciones particulares de
grupo religioso en una sociedad multicultural.
Existe una gran cantidad de documentos que demuestran la incapacidad de
dialogo y argumentación de la Iglesia: en la encíclica Humanae Vitae la
argumentación se centra en actos aislados y en una concepción estrecha de la ley
natural, que junto con el documento Donum Vitae muestran que la postura oficial
de la Iglesia católica no ha podido diferenciar entre el concepto de “natural” y
“artificial”, condenando negativamente todo aquello considerado como artificial
(como la anticoncepción y la fecundación in vitro) y confundiendo lo antinatural con
lo artificial. Más recientemente, en la encíclica Evangelium Vitae, al reflexionar
acerca de las fases iniciales del desarrollo del individuo, ignora completamente a
los datos científicos sobre la distinción entre cigoto, embrión y feto; así como al
pensamiento de Santo Tomas, según el cual Dios infunde el alma en el segundo
mes después de la concepción. Con la voluntad de defender la vida humana, la
Iglesia católica manipula los datos científicos o los excluye totalmente a favor de
su propia argumentación moral, es este tipo de razonamiento el que obstaculiza el
dialogo bioético.
En suma, no puede negársele al teólogo católico el derecho de participar en
el debate bioético, pero si su participación solo obstaculiza el dialogo, no ofrece
alternativas frente a la moral tradicional para enfrentar los retos de la sociedad
actual ni promueve los valores humanos, entonces su opinión puede ser
invalidada.
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Bibliografía
SAGOLS L, “¿Para que el dialogo en la Bioética?” en GONZALEZ J
(Comp.) (2010) Dilemas de Bioética. FCE-UNAM; DF. México.
MASIÁ J, “¿Estorba la teología en el debate Bioético?” en Revista
selecciones de Teología. Vol. 36, N° 142, Abril-Junio, 1997; Barcelona, España.
LA ROCCA S, “Libertad, igualdad ¿y fraternidad? en el paradigma de la
bioética latinoamericana. El aporte de la ética dialógica y de la ética de liberación”
en Revista El Ágora USB. Vol. 10, N° 10, Julio-Diciembre, 2010; Medellín,
Colombia.
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