La Iglesia Libre

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LA IGLESIA Patrick Bornhardt Daube, febrero de 2015, Concepción, Chile.

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LA IGLESIA

Patrick Bornhardt Daube, febrero de 2015, Concepción, Chile.

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Introducción Gracia y paz, queridos lectores, de nuestro Padre y nuestro Señor Jesucristo. Con la presente obra formulo lo que pienso y lo que es principal en mi vida. El objetivo principal era un ejercicio personal para profundizar y decantar mis ideas, por lo que fui escribiendo una serie de entradas en mi blog http://protestayfe.blogspot.com/ desde abril de 2014 hasta febrero de 2015. Este libro es la recopilación de aquellas entradas, con pequeños arreglos por el formato. Hace casi 7 años que vivo en la fe cristiana, comprometido con una comunidad evangélica luterana, aportando hoy principalmente al trabajo de unidad de los cristianos, que en las iglesias tradicionales conocemos como ecumenismo (aunque no simpatizo mucho con el término). Aquí quiero plantear mi profunda pasión por la Iglesia de Cristo, respondiendo a preguntas como: ¿Qué es la Iglesia? ¿Por qué? ¿Quiénes? ¿Cómo?... etc. Adelanto que la Iglesia somos nosotros mismos, todos los que creemos en Cristo, por lo que estas preguntas son preguntas existenciales que se pueden aplicar a uno mismo: ¿quién soy? ¿quiénes somos? ¿para qué? ¿para qué me junto o me debería juntar con hermanos en la fe? ¿cómo? ¿cuándo? ¿dónde?... etc. Pasaré por distintas cuestiones y áreas teológicas, pero siempre a partir de lo concreto, lo práctico, que es nuestras propias vidas. No estudio teología formalmente, pero sí soy un aficionado que le gusta profundizar en las cuestiones de la fe y espero aportar a la reflexión de más cristianos o personas interesadas en saber de la fe cristiana. La sociedad desarrollada parece prescindir del concepto de Dios, que por mucho tiempo fue utilizado para tapar los hoyos del conocimiento o controlar al resto. La mayoría que decimos creer en Él, solemos ser parte de una religión organizada, que muchos la viven simplemente como una institución social-cultural y que históricamente ha sido incoherente con lo que predica. Su salvación es muchas veces entregada o recibida como "gracia barata", o sea que no genera cambio real en la vida ni conlleva una entrega más profunda a Dios. Por otra parte, estando ya en una era posmoderna, muchos rechazan la idea de una verdad suprema y otros muchos se aferran a su verdad como verdad absoluta, proliferando más y más grupos religiosos y divisiones en la Iglesia. Entonces... ¿qué sentido tiene la Iglesia? ¿Cómo hablar de ella y su esperanza? (1Pedro 3:15) Trato de formular todo de forma positiva, aunque igual critico algunos aspectos de otras corrientes. Sin embargo, toda la obra es una crítica a mi propia tradición, que me parece el mejor ejemplo de lo la llamada “gracia barata”. En general, consideren que hablo siempre desde mi contexto y que todas mis ideas han de seguir desarrollándose en el tiempo, valorando toda retroalimentación constructiva. Es un obra en que trato de reflexionar sobre las bases de la fe cristiana… lo que algunos podrían considerar muy básico. Sin embargo, considero que son justamente las bases las que más nos faltan fortalecer. Partiré tratando la doctrina fundamental de la Iglesia y luego presentaré múltiples ilustraciones bíblicas que indiquen qué es la Iglesia. Presentar cada ilustración por separado es algo forzado, pero así es como he querido analizar la cuestión. Por lo mismo, los distintos capítulos podrán ser algo repetitivos, pues estamos hablando siempre del mismo tema: La Iglesia. Además, si bien la complejidad aumenta de forma escalonada capítulo por capítulo, cada capítulo está hecho de forma relativamente autónoma. Por lo que muchas veces vuelvo a tratar conceptos ya tratados, o parto con un resumen de lo ya visto. De todas formas, yo no me canso de la Biblia ni de leer una y otra vez cuánto nos ama el Señor. Como decía, los capítulos son escalonados, por lo que iré presentando los conceptos de forma simplificada e irán tomando más contenido a medida que se avanza. Las citas bíblicas las pongo en la versión Reina-Valera de 1960, por lo que si es una versión con la que no simpatizan o si les parece muy complicada, les pido que anden con su propia Biblia a mano. De todas formas, pongo múltiples referencias bíblicas en el texto o a pie de página, a las que tendrán que recurrir si quieren

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entender cabalmente a qué me refiero. A veces igual hago comentarios a la traducción, que generalmente son basados en información entregada por la Biblia Textual de la Sociedad Bíblica Iberoamericana1. Respecto al lenguaje inclusivo, decidí en esta obra el uso tradicional del masculino para referirme tanto a hombres como a mujeres. Fue una difícil decisión, porque estoy convencido de que somos capaces de cambiar nuestro lenguaje para que no siga invisibilizando a las mujeres. Sin embargo, todavía no existe un consenso respecto al lenguaje inclusivo, por lo que la redacción habría quedado demasiado confusa, siendo que yo ya soy bastante enredado. Aprovecho de agradecer a mis hermanos luteranos Josaphat Jarpa y Yerko Salazar, con los que suelo compartir y conversar de estos temas. Así mismo, a la pastora Izani Bruch, que nos ha acompañado en la pastoral juvenil y ha sido un ejemplo que nos ha inculcado la justicia en todas sus dimensiones. Agradezco aún más a mi hermano católico Víctor Vásquez, compañero en la trabajo por la unidad de la Iglesia y en la oración de Taizé, con el que he conversado casi todos los temas aquí planteados, a medida que los iba escribiendo en el blog. Dios los bendiga. ¡Disfruten la lectura!

Patrick Bornhardt Daube.

1 Biblia Textual. 1999, 2010 por la Sociedad Bíblica Iberoamericana. Holman Bible Publishers.

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Índice

Introducción ................................................................................................................................................................1

DOCTRINA FUNDAMENTAL DE LA IGLESIA

1° La Iglesia es... ¿visible e invisible? ........................................................................................................................5

2° La Iglesia es pecadora... ........................................................................................................................................6

3° La Iglesia y el Evangelio ........................................................................................................................................7

4° La Iglesia y la Biblia ...............................................................................................................................................8

5° La Iglesia convertida ........................................................................................................................................... 13

ILUSTRACIONES FUNDAMENTALES DE LA IGLESIA

6° La Iglesia: Israel de Dios ..................................................................................................................................... 18

7° La Iglesia: hijos de Dios y familia de Dios ........................................................................................................... 20

8° La Iglesia comisionada: discípulos de Jesucristo ............................................................................................... 22

9° La Iglesia: ministros y embajadores de Cristo .................................................................................................... 24

ILUSTRACIÓN SUBLIME DE LA IGLESIA

10° La Iglesia y la Pascua ....................................................................................................................................... 27

11° La Iglesia: Cuerpo de Cristo.............................................................................................................................. 28

MÁS ILUSTRACIONES POTENTES DE LA IGLESIA

12° La Iglesia: rebaño de Dios ................................................................................................................................ 32

13° La Iglesia: campo, trigo y viña del Señor .......................................................................................................... 35

14° La Iglesia: obreros y mayordomos del Señor ................................................................................................... 37

15° La Iglesia: edificio y templo de Dios .................................................................................................................. 39

16° La Iglesia Santa: los santos .............................................................................................................................. 41

17° La Iglesia: Camino ............................................................................................................................................ 44

18° La Iglesia: huestes de la fe ............................................................................................................................... 45

19° La Iglesia: cónyuge del Señor ........................................................................................................................... 48

CONCLUSIÓN

20° La Iglesia... ¡Conclusión! ................................................................................................................................... 53

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DOCTRINA FUNDAMENTAL DE LA IGLESIA

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1° La Iglesia es... ¿visible e invisible?

Según el artículo VII de la confesión de Augsburgo2, documento confesional del luteranismo:

Se enseña también que habrá de existir y permanecer para siempre una santa Iglesia Cristiana, que es la asamblea de todos los creyentes, entre los cuales se predica genuinamente el Evangelio y se administran los Santos Sacramentos de acuerdo con el Evangelio.

Me gusta mucho la definición hecha en Augsburgo. Concuerdo completamente con ella, pero considero que está redactada de forma pasiva y la Iglesia ha de ser activa, confesante y discipulada, por lo que yo la definiría de la siguiente manera:

... que es la comunión de todos los que, conforme a las Sagradas Escrituras, confiesan a Jesucristo como revelación de Dios y redentor personal y le siguen como Señor y Maestro.

Esta comunidad es en parte visible, pues yo me considero parte de ella y si te llamas cristiano también te considero parte de ella y así con todos los cristianos. Tú y yo somos de carne y hueso, sensibles, perceptibles, concretos: visibles. Así como Jesús se hizo visible. Podemos asociarnos y crear una sociedad, con personalidad jurídica si queremos, poniendo a un pastor, presidente, cura, papa o lo que sea que nos represente, siendo así visibles ante la ley y para el resto. Las cosas que hagamos también tendrán consecuencias concretas en nuestro rededor. Sin embargo, la Iglesia es invisible, pues aquella comunión que nos une no es un papel, no es un registro de bautismo, no es un acta, no es un líder ni un ministro, no es un lugar ni nada que podamos ver. Tampoco podemos saber con certeza quién es genuinamente cristiano, ni definir ni comprobar correctamente qué es lo que lo hace a uno cristiano. Si la Biblia no define de forma estricta estas cosas... ¿por qué pretenderíamos hacerlo nosotros? Tampoco creo que nuestro ser cristiano dependa de "entender correctamente" el Evangelio ni a Dios. Lo que nos une es un mismo sentir existencial, un sentir inefable. Lo que nos une es la Buena Noticia que hemos de predicar, confesar y visibilizar. Lo que nos une es el Espíritu de Cristo. Por este Espíritu estamos unidos a gente que vemos y no vemos, de otras partes del mundo y de otros tiempos. Somos todos partes de un mismo cuerpo, cuya cabeza es Cristo (Ef.1:22-23). Toda definición de esta "cosa invisible", todo dogma, al igual que toda estructura, institución y jerarquías, son cosas inventadas por nosotros, imperfectas, con las que buscamos expresar y apoyar el trabajo que nos encomienda Jesús, y darle visibilidad a esta comunidad invisible. Pero éstas no son ni definen efectivamente a la Iglesia de verdad, y en muchas ocasiones han ido en contra de la Iglesia de verdad. No le debemos obediencia a una estructura que hemos creado nosotros, sino a aquella única cabeza legítima que es Jesucristo. Sin embargo, a la Iglesia de Cristo le debemos total servicio, y debemos considerarnos los unos a los otros como embajadores de Cristo. Tampoco depende esta comunidad de la santidad o perfección de los que proclamamos a Cristo, sino que a pesar de nuestra imperfección y nuestras faltas, es Cristo el que nos sostiene. Según entiendo, el primero en hablar de "Iglesia invisible" es John Wycliffe, en el siglo XIV. Si bien se puede usar la palabra "iglesia" para cualquier comunidad o congregación de creyentes en particular, para una institución o para un edificio, yo preferiría usarla exclusivamente (especialmente si es con mayúscula) para esta comunión o comunidad universal y atemporal, formada invisiblemente por los que confesamos a Jesucristo como revelación de Dios, y le seguimos como Señor y Maestro... pero... ¿qué entendemos por revelación? ¿por redención? ¿por Jesucristo? ¿por Dios? ¿por seguir? ¿por confesar? ¿por Señor? ¿por Maestro? ¿por ser un mismo cuerpo? ¿por ser embajadores? ¿por santidad y perfección?... ¡Sigan leyendo!

2 Accesible para su lectura en el sitio web de la Iglesia Evangélica Luterana en Chile www.ielch.cl, en la sección de

documentos confesionales, y en el siguiente enlace: http://iluterana.cl/index/wp-content/uploads/2011/05/La-Confesi%C3%B3n-de-Augsburgo-1530-adap.-2010-trad.-alem%C3%A1n.pdf

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2° La Iglesia es pecadora... Antes de avanzar con las preguntas dejadas en el capítulo anterior, y seguir profundizando en qué es lo nos hace Iglesia, quiero reflexionar acerca de la realidad en la que vivimos, de la condición en la que vivimos. No quiero hacer ningún juicio ni tildar cosas de "buenas" o "malas", pues son palabras demasiado relativas y manoseadas. Pido que consideren aquello e intenten no sacar conclusiones apresuradas de lo que escriba. Diría que todos consideramos que el mundo no es justo o que la vida no es justa, o que no es como debería ser. Si es como debería ser, al menos la sociedad no está contenta o sueña con un mundo distinto. ¿Cómo debería ser el mundo o la vida? Aquí entro recién a trabajar el concepto de Aquello o Aquél que llamamos "Dios", tan cuestionado en la sociedad de hoy. Aquél sí que es completamente indefinible e incomprobable. Tampoco intentaré profundizar mucho en el concepto de Dios en esta serie de libro, pues se escapa del tema. Pero dentro de otras cosas, Dios es esa Vida que añoramos, es Aquél del cual proceden todas las cosas y para el cual son todas las cosas (1Cor. 8:5-6). Pero éste es un Ser supremo que está antes, por encima y que trasciende nuestras ideas de Él, nuestros sueños e ideales. Es la Verdad que está encima de todas nuestras verdades. Y el mundo que añoramos es el Reino de Dios, o sea el que se rige conforme a ese ideal supremo, aquella voluntad de Dios. Es bastante aceptado el decir que la esencia de aquella Vida es la comunión y el amor (1Jn.4:7-21). La cosa es que la realidad no pareciera regirse por ese Reino, ni Dios pareciera vivir junto a nosotros. Aquí entro recién a trabajar el concepto de pecado... palabra tan incómoda para muchos y que suele ser usada por muchos religiosos para condenar. Muchos la evaden porque se ha abusado de ella, pero la solución no es omitirla, sino darle nuevamente el sentido que merece, al igual que con muchos otros conceptos bíblicos distorsionados que solemos creer que entendemos sin cuestionarnos. Igual debemos ser conscientes de que si bien la Biblia habla mucho del pecado, nunca lo define de forma explícita ni exacta, sino que la tradición cristiana lo ha intentado hacer a través de la filosofía o la antropología, habiendo distintas concepciones. La Biblia misma muestra distintas concepciones de lo que es el pecado y de su origen. Aquí yo plasmo la idea que yo me he formado, influenciada principalmente por la concepción luterana de pecado (basada a su vez en la agustiniana), aunque no me parece necesario que todos tengamos la misma idea del pecado. Lo que sí me parece necesario y bíblico, es que entendamos que todos somos pecadores, como también señalo más adelante. El pecado es la distancia entre Dios y nosotros, es una muralla entre uno y Dios, y por ende también entre uno y el resto. El pecado es la condición actual de la humanidad y de todo lo que vemos, simplemente porque es distinta a la justicia y vida que añoramos del Reino de Dios. Si no fuéramos pecadores, significaría que el Reino de Dios ya está plena y concretamente instaurado. El pecado no es un estado del que vamos y venimos según nuestras obras, ni somos pecadores porque pecamos. Nuestra condición natural es la de pecador, y pecamos porque somos pecadores. Y la iglesia está conformada por nosotros, así que la Iglesia es pecadora y aunque haya recibido el Espíritu de Dios y sea salva, sigue estando formada por personas que lo seguirán siendo. No por esto somos necesariamente "malos", pues al igual que todo, procedemos de Dios3 . Si Dios es justo, el pecador es injusto. Si Dios es vida, el pecado es muerte4. Y el vivir en esa muerte, y no en la vida de Dios, frustra y lleva a la ira, la ira de Dios bajo la que seguimos en muerte (que también podría llamarse infierno, aunque no simpatizo con la idea tradicional del infierno ni veo suficiente sustento de ello en la Biblia, pero es un tema que no tocaré acá). Por esto es que encuentro importantísimo rescatar el concepto de pecado, porque para ser cristianos, Iglesia genuina y vivir efectivamente el Reino de los Cielos, para reconocer a Dios y aceptar su salvación, primero

3 En (Is.45:7; Rom.8:20) se insiste en que todo, tanto lo considerado bueno como lo considerado malo, proviene de Dios.

Son pasajes monistas que pugnan con otros que presentan una visión dualista del bien y el mal. 4 Rom.6:23; Gen.2:17

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debemos aceptar que somos pecadores y que necesitamos de Dios. Y aquí es relevante no darle medida al pecado ni estratificar a los pecadores, pues si Dios es infinito, todos estamos infinitamente alejados de Él5 En fin... el primer paso es la humildad y reconocer lo que somos. Somos humanos, no somos dioses. Dependemos de Dios, no somos independientes. Vivimos llenos de pecado, y no conforme a la vida o ley de Dios. Toda transgresión a Dios es esencialmente orgullo que no quiere reconocer esto, y en vez de humano busca ser superhumano o tomar el lugar de Dios6.

... ¿¡Pero por qué tan serio? ¡Ya viene lo bueno en el siguiente capítulo! Bendiciones.

3° La Iglesia y el Evangelio Aunque seamos pecadores, como explicaba en el capítulo anterior, también mencioné en el 1er capítulo que a pesar de nuestras faltas, es Cristo quien nos sostiene y que estamos unidos gracias a su Espíritu. Junto a esto, mencioné que lo que nos une es el Evangelio. Pero... ¿qué es el Evangelio? "Evangelio" significa "Buena Nueva" o "Buena Noticia", y como definían los primeros evangélicos luteranos en Augsburgo, entre los miembros de la Iglesia se ha de predicar genuinamente el Evangelio para ser Iglesia. Pero... ¿cuál es esa Buena Noticia? La Noticia que se ha de predicar puede contarse desde distintas perspectivas, fortaleciéndose con cada una de las ilustraciones que presentaré, pero en términos simples y conforme a la postulación que hice en el 1° capítulo, la Buena Noticia sería que en Jesucristo (el Hijo de Dios) se revela Dios y que es nuestro redentor personal. Muchos evangélicos podemos concordar que el Evangelio se resume en las palabras de Cristo según Juan 3:16:

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

O en Lc.4:18-19:

El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor.

Y también en Jn.10:10:

...yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.

O bien las palabras de Pablo en Romanos 5:10-11:

Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.

O en Romanos 10:9:

que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.

5 Stgo.2:9-11; Rom.2:11-12,5:12; 1Jn.1:8; Sal.51:5, 53:1-3; Jn.8:7; Job 9:2-3, 25:4-6

6 Gen.3:5; 2Tes.2:3-4

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Juan el bautista habla, según los cuatro evangelistas bíblicos, del perdón de los pecados, de la confesión y el arrepentimiento, reconociendo a Jesús de Nazaret como el que viene a darnos su Espíritu Santo7. Conforme a los tres evangelios sinópticos8, Jesús y sus discípulos predicaban el arrepentimiento y que "el Reino de los cielos se ha acercado"9. Y del primer gran discurso de Pedro en Pentecostés (Hch.2:14-42) he de destacar que "todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo" (v.21) y que "a este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos"(v.32). Al percatar el pueblo que asesinaron al enviado de Dios, Pedro les dice: "Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo." (v.38). La Iglesia somos los que reconocemos nuestra condición pecadora, pero que principalmente reconocemos el gran amor incondicional que Dios nos tiene, reconciliados con Él. Dios, a pesar de que este mundo no se rige conforme a Su voluntad, vino a nuestro encuentro y quita aquello que nos separa al darnos Su Espíritu. Nos asegura que el pecado y la muerte no tienen la última palabra. La Iglesia somos personas tocadas por este Evangelio y que sentimos la presencia del Espíritu Santo. Los que hacemos propia la esperanza de vivir juntos el Reino de los Cielos, que se basa en esa Vida que nos mostró Jesús. En su vida, al asumir nuestra muerte y al vencerla resucitando, nace la esperanza de comunión plena con Dios y los hermanos. ¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Cómo debería ser la vida? ¿Cómo es Dios? ¡Mira a Jesucristo y tendrás la respuesta! La Iglesia nace de este mensaje, asumiendo la muerte que está en ella, pero para vivir una nueva vida: la vida conforme al Espíritu de Dios. ¡Somos libres para vivir unidos a Él y conforme a Su amor! Una liberación que no queda encerrada en nosotros, sino que al igual que los primeros discípulos, hemos de confesarla y predicarla. Eso es lo que nos hace Iglesia, pues el Espíritu de Dios actúa a través del mensaje evangélico. ¡Oh Dios, que nos amas inmensamente y te revelas a nosotros en Jesús, pon en nuestro corazón tu esperanza, para que vivamos juntos conforme a tu Santo Espíritu! Amén.

4° La Iglesia y la Biblia Ya hemos hablado de la Iglesia como la comunidad de creyentes, pecadores sanados por el Evangelio. La recepción y confesión del Evangelio nos lleva a una nueva vida en el Espíritu Santo, que nos une a todos los que creemos. Podemos recepcionar el Evangelio de la predicación de un cristiano, pero es relevante acudir siempre a la fuente, que es la Biblia. La Biblia nos habla de Dios, tal como se reveló en la historia del pueblo de Israel y como se reveló plenamente en Jesucristo, según el testimonio de sus primeros discípulos. En ella encontramos el Evangelio genuino y en sus palabras encontramos la acción del Espíritu. Entonces, es la Biblia y sus Sagradas Escrituras la guía según la cual nos regimos, que transmite aquella revelación divina común, considerada por la Iglesia como Palabra de Dios. Es revelación porque Dios, que es completamente indefinible e invisible, es transmitido y mostrado a través de lo oíble y visible. Esto es tal vez lo más cuestionado de la fe cristiana, pero para mí es una de las cosas más relevantes, por lo que este capítulo será más extenso y con seis apartados: Canonización, Inspiración, Propósito, Pluralismo, Palabra de Dios y finalmente la Conclusión. No soy un experto de estos temas ni los presentaré de forma exhaustiva. CANONIZACIÓN

7 Mt.3:1-12; Mc.1:1-8; Lc.3:1-9,15-17; Jn.1:26-34

8 La denominación evangelios sinópticos es utilizada para hacer referencia a tres de los cuatro evangelios canónicos, en

concreto los de Mateo, Marcos y Lucas, en razón de su afinidad, y de sus semejanzas en cuanto al orden de la narración y al contenido. 9 Mt.4:17,10:7; Mc.1:15; Lc.9:2

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La palabra "Biblia" proviene de una expresión reducida del griego que significa 'los libros sagrados', y es efectivamente una recopilación de varios escritos desde el siglo XV a.C. o X a.C.10 hasta fines del siglo I d.C., escritos originalmente en arameo, hebreo o griego. El contenido de muchos de estos libros se basó en la antiquísima tradición oral y escrita del pueblo de Israel, que distintas personas consolidaron defendiendo aquella fe que le había sido conferida a su pueblo. Así mismo, las primeras comunidades cristianas, al notar que la misión tomaría muchas generaciones más y que aparecían versiones poco fiables de la Buena Nueva, escribieron lo que habían recepcionado de los testigos oculares de Jesús y juntaron los textos de los apóstoles. Pero la cosa no fue tan sencilla, pues algunos textos eran validados por unos y por otros no. Antiguo Testamento Entiendo que la recopilación que hoy conocemos como Antiguo Testamento fue canonizada como tal cerca del año 70 d.C. por los judíos en el concilio de Jamnia, llamándolo Tanaj o Canon Palestinense. Esto porque habían varios canones distintos y se le dio más relevancia al de Palestina, y hasta hoy hay grupos judíos con canones distintos. El canon hebreo que adoptó la Biblia, el palestinense, tiene 39 libros (dependiendo de cómo se subdividan) categorizables de la siguiente forma:

La Torá (ּהָֹר), ‘Instrucción’ o ‘Ley’, llamada por los cristianos como Pentateuco o libros de Moisés (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio)

Los Nevi'im (ְנ ִב ְ ִב ,los Profetas Anteriores (Josué, Jueces, Samuel y Reyes) y Posteriores (Isaías ,(םיJeremías, Ezequiel y los 12 profetas menores)

Los Ketuvim (ְנ ִב ,Escritos’, que corresponden principalmente a libros poéticos y de sabiduría‘ ,(םיִבaunque algunos igual son históricos (Rut, Crónicas, Esdras, Nehemías, Ester, Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés, Cantar de los Cantares, Lamentaciones y Daniel)

A este canon, la iglesia católica-romana le agregó 7 libros del canon judío-helénico (con escritos más tardíos que el palestinense), que los protestantes podemos considerar constructivos pero no sagrados ni canónicos, por lo que los llamamos "deuterocanónicos". Si vamos para oriente, veremos que hay canones más amplios. Nuevo Testamento 11 Respecto al Nuevo Testamento, cabe decir que todos sus libros fueron escritos entre los años 40 y 100 d.C., que fueron canonizados en un largo proceso de casi cuatro siglos, en base a consensos de cristianos de diversos lugares y tradiciones y no de forma arbitraria por un concilio romano cerrado, como muchos detractores tratan de hacerlo ver. Los mismos textos bíblicos de diversos autores se dan categoría de "Escrituras" entre sí en lugares como 1ª de Timoteo 5:18, donde Pablo cita como escritura tanto un texto del Antiguo Testamento como una cita del Evangelio según Lucas. También Pedro da tal autoridad a las cartas de Pablo (2Pedro 3:15-16). También se citan de forma similar los escritos apostólicos en otros escritos cristianos entre el siglo I y IV (=paleocristianos),

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El Pentateuco es el fragmento más antiguo de la Biblia, y la tradición le atribuía la autoría a Moisés, debiendo ser de aprox. el siglo XV a.C. Sin embargo, a fines del siglo XIX d.C. y en base al estudio histórico crítico de la Biblia, muchos postulan que fue escrito posteriormente en el siglo X a.C. Es un tema discutido por estudios de diversas posturas. 11

La fuente que consideré más ordenada es la web http://www.cristianismo-primitivo.com/siglo-iv/el-canon-del-nuevo-testamento. No por eso me identifique con la posturas que el autor de esa web sostiene, al contrario, rechazo la mayoría de ellas. Hay que señalar también que evade toda referencia a nuevos descubrimientos del estudio histórico crítico de la Biblia. Pero si recurro a esa fuente, es porque no he encontrado otras que estén tan ordenadas ni que entreguen tanto contenido paleocristiano... eso es una llamado de atención a todos aquellos que defienden el método histórico crítico, para que se esmeren en hacerlo más accesible. Otra buena fuente de escrituras paleocristianas es http://escrituras.tripod.com/

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como en Didaké, la Carta de Clemente de Roma a los Corintios, las Epístolas de Ignacio a las siete iglesias, cartas de Ireneo de Lyon y registros de los patriarcas de la Iglesia, entre otros. Fue un tema muy relevante para las comunidades del siglo I, el poder tener las palabras de los apóstoles con ellos, pues paralelamente surgieron grupos que alteraban el mensaje o se basaban más en manifestaciones carismáticas, y prontamente nace la necesidad de definir qué libros se han de considerar sagrados. La definición más antigua del canon bíblico que se conoce, sería el Canon Muratori (fines del s. II)., muy parecido al canon que tenemos hoy. Se presentan varios otros canones tanto en el siglo III como el IV, teniendo hasta hoy el canon definido el año 367 d.C. bajo la autoridad del obispo Anastasio de Antioquía, aunque hubo ciertas discusiones inconclusas. Por ejemplo, aún hoy hay iglesias como la etíope que incorporan otros libros al canon, como cartas de Clemente y la Didascalia. Fue un proceso prolongado y aun así fiel a sus inicios en el siglo I. Los criterios usados para considerar sagrada una escritura era:

Antigüedad: Los escritos debían haber sido escritos en tiempos cercanos a la época de Jesús y sus

Apóstoles (o sea, del s. I) Apostólico: Los escritos deben haber sido escritos por un Apóstol (por ejemplo Pablo) o un compañero

de los apóstoles (Por ejemplo Lucas, Marcos).12 Católico: La palabra griega quiere decir "Universal", y se refiere aquí a que debía ser un texto de uso

generalizado (universalmente aceptado) entre las iglesias. Ortodoxo: El libro debía estar en armonía con el resto de textos neo-testamentarios.

INSPIRACIÓN ¿Cómo sostener que estos libros son inspiración divina? ¿Qué tipo de inspiración? Ya he mencionado que lo central para mí es la convicción de que Jesucristo es revelación plena de Dios, y ese es mi punto de partida. No solo son sagradas las palabras de Él y sus apóstoles, sino que también los escritos que Él enseñó y consideró inspirados. O sea tanto Nuevo como Antiguo Testamento. En este apartado quiero remitirme a algunos ejemplos de lo que la misma Biblia dice de su misma inspiración, y en el apartado anterior ya hay algunos ejemplos. Respecto a Moisés, dice el pentateuco que Dios le habla visiblemente a través de manifestaciones extraordinarias de la naturaleza. Los mandamientos le fueron dados luego de extensos viajes al Monte Horeb del Sinaí, y dice que Moisés recibió las tablas de piedras escritas por Dios y que escribió lo que Dios le había dicho13. Similar es con profetas como Jeremías14, a quién Dios le habla y pide escribir lo oído. Hay varios casos en que se habla de visiones o sueños, por ejemplo el caso del apocalipsis de Juan15, de las profecías de Daniel16 o la visión que tuvo Pedro17. Pero también hay casos más sobrios, en que dicen ser claramente investigación histórica o lo transmitido por los testigos oculares de los acontecimientos18. Algunos libros son obras artísticas, tratándose igual como palabras

12

Este criterio, dentro de los cuatro, sería el más dudado a partir del método histórico crítico de la Biblia, desde el cual muchos proponen que los escritos de los evangelios podrían ser de incluso una tercera generación de cristianos y haberse considerado, por ignorancia, de primera o segunda... Debo reconocer que gran parte de las propuestas del método histórico crítico no me convencen del todo (debo estudiar más al respecto) y me es importante defender el origen apostólico de los libros neo-testamentarios. 13

Éxodo 17:14,24,31:18 14

Jer.30,1-2 15

Ap.1:9-20 16

Dn.7:1 17

Hch.10:9-17 18

Jn.16:12-13; 1Pe.1:10-12; 1Jn.1:1-4

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dadas por el Espíritu Santo a los artistas, como dice Jesús de un salmo de David19. Y así se dice igual de muchos profetas, al igual que de los apóstoles20, como también dice 2Pedro 1:16-21:

Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad. Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia. Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo. Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.

También muy citado es 2°Timoteo 3:15-17:

y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.

Uno puede preguntarse... ¿por qué no se revela hoy de la misma forma? Yo creo que todavía lo hace de alguna u otra forma. Tal vez no tanto como antes debido a los cambios culturales, pero ya nunca será de forma plena como en Jesucristo. Dios puede darnos revelación y hay gente hoy que dice tenerla, ¿pero cómo saber si es fidedigna? Como Iglesia lo importante es remitirse a Jesús y al legado apostólico, y considerar a la Biblia como única revelación a la cual aferrarse con autoridad. Esto último es lo que la tradición evangélica-protestante llama "Solo Biblia" o "Sola Scriptura", poniendo a la Biblia como autoridad por encima de toda jerarquía religiosa o manifestación carismática, declarando que la única forma en que el pueblo puede ser libre, es que la Biblia sea accesible para todos21. PROPÓSITO En citas de apartados anteriores ya leímos referencias al porqué de las escrituras: prepararse para actuar bien, dar a conocer el poder de Jesús y la verdad, ser sabio y obtener salvación... pero lo que me parece más concluyente es lo siguiente:

Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre. (Juan 20:30-31)

Como también dice Pablo en Rom.1:17:

Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.

La Biblia no busca ser un registro histórico preciso, sino que simplemente busca dar a conocer a Cristo, por medio de quien obtenemos la vida que Dios nos regala. La "verdad inspirada" se trata de una verdad para el corazón y para la recepción del Espíritu de Dios en nuestras vidas. Así mismo, muchos pasajes pueden ser vistos como relatos sin ninguna base histórica, pero de todas formas inspirados, como lo señalaba en el apartado 19

Mt. 22:43 20

(Jn.16:12-13; 1Pe.1:10-12 21

Lea ás so re las solas de Lutero e http://iluterana.cl/index/wp-content/uploads/2011/05/Los-4-s%C3%B3los-de-Lutero.pdf

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anterior, teniendo que rescatar el mensaje divino que traen más que defender una supuesta "inerrancia bíblica"22. Claro que cada libro de la Biblia tiene sus particularidades y propósitos específicos, pero diría que en general y lo más relevante es lo ya expuesto. PLURALISMO Si bien se considera que lo escrito es guiado por el Espíritu Santo y es verdad, no deja de ser escrito por personas que no pueden desprenderse de su humanidad, de su cultura y su contexto. Dios mismo no nos exigió subir a Él y relacionarnos con Él en lengua angelical, sino que Él bajo a nosotros y en Jesucristo se hizo como nosotros y habló como nosotros. He aquí una riqueza de la Biblia, que muestra un Dios que se revela de forma particular en distintas partes de la historia y a personas distintas. Si vemos los cuatro evangelios, están escritos en órdenes distintos, con énfasis distintos y en ocasiones con detalles aparentemente contradictorios. Esto es no solo porque cada uno de sus discípulos tuvo una experiencia distinta de Él, sino que también porque los receptores de los textos tenían culturas y necesidades distintas, y porque el tiempo fue cambiando los énfasis teológicos. Si vamos al Antiguo Testamento, vemos disputas teológicas entre libros y a veces dentro de un mismo libro. Pasajes que defienden la monarquía y otros que la critican, pasajes que predican la "doctrina de la retribución" y otras que la reemplazan por la misericordia de Dios (que es la que muestra Jesús), pasajes nacionalistas y otros universalistas, etcétera. Si vamos a los capítulos 1 y 2 del Génesis, vemos dos relatos distintos de la creación con un orden distinto y con mensajes distintos. El método histórico crítico propone que Génesis, al igual otros libros del A.T., es una recopilación de distintas tradiciones hebreas que probablemente pugnaban entre sí, pero que en el fondo se complementan para mostrar de forma más rica a Dios. Eso me hace mucho sentido y se puede notar sin ser experto, con una lectura atenta. Viendo lo común y lo distinto de los diversos relatos, llegamos a tener mayor idea de qué es lo relevante y qué es secundario. He aquí la relevancia de un estudio crítico de la Biblia (exégesis), o sea que vaya al origen, al contexto de los escritores, al contexto de los primeros receptores, para saber qué se quiso transmitir originalmente. Para ésto necesitamos que ciertas personas se dediquen a la Biblia y nos enseñen. Así mismo, el Espíritu puede guiarnos de forma particular en la lectura bíblica y, dentro de nuestros contextos actuales, la Biblia puede decirnos una y otra vez cosas nuevas. Y así es inagotable la riqueza que nos da la Biblia. Hay distintas formas de leer y acercarse a la Biblia, y para madurar en ella es bueno complementar las distintas interpretaciones (hermenéuticas) y de forma conjunta llegar a una mejor conclusión. ¡Para ello es necesario leer la Biblia de forma comunitaria! Lo conocido como literalismo o fundamentalismo cristiano, es un fenómeno que nace recién en el siglo XX, que también puede dar su aporte, pero lo rechazo en cuanto trate de limitar la Biblia solo a una visión de la misma. ¡No podemos limitar la inspiración de Dios, que decide mostrarse desde distintas miradas! La Biblia, a diferencia de textos considerados sagrados por otras religiones, es la que más encarna ese principio pluralista. PALABRA DE DIOS Como ya decía, lo central es la creencia de que Cristo es revelación de Dios23. Cristo es la Palabra de Dios hecha carne y revelación plena, dentro de las múltiples formas en que Dios se revela. La Biblia no es literalmente

22

recomiendo ver cómo trata Daniel Erlander el concepto de "verdad" en el segundo capítulo de su catequesis "bautizados vivimos", en el siguiente enlace: http://www.capacitandoalpueblodedios.org/uploads/1/4/5/8/14588714/bautizados_vivimos_pdf_36_pgs.pdf 23

Jn.1:1-18; Heb.1:1-3

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la Palabra de Dios, sino que contiene la Palabra de Dios. Si decimos "esto es Palabra de Dios", no es para divinizar la Biblia misma, sino que nosotros debemos considerarla Palabra de Dios pues nos transmite a Jesucristo y ayuda a relacionarnos con su Espíritu Santo. Y así que, siendo Cristo la mayor revelación, debemos usarlo a Él como clave hermenéutica (interpretativa) para el resto de la Biblia. Hay que leer la Biblia con los lentes de Cristo y de forma que nos lleven a conocerle mejor, así sentiremos que Dios mismo nos habla a través de la Biblia. No podemos sacar palabras aisladas de la Biblia y decir que son divinas o infalibles, sino que hemos de considerar la totalidad de la Biblia, sabiendo que su centralidad está en Cristo. CONCLUSIÓN La Biblia no bajó mágicamente del cielo ni de la boca de Dios ni en español, como para que idolatremos sus palabras literales ni alguna traducción en particular. Dios no se revela de forma ajena a nuestra realidad, completamente celestial, sino que se revela desde nuestra propia historia y realidad. Se revela en parte, para que conozcamos solo lo necesario y no nos enorgullezcamos, pero cuando estemos con Él plenamente entenderemos el resto24. Es un Dios cercano que baja a nosotros y habla a través de humanos, revelándose especialmente en Cristo. Es Cristo con su Espíritu que nos da la vida, quien nos hace ser Iglesia y una Iglesia unida, por lo que debemos recurrir una y otra vez a la Biblia y debemos tenerla por norma de nuestra vida. Si bien necesitamos de gente dedicada que nos ayude a entenderla mejor, nadie puede poner su autoridad sobre la autoridad del mensaje bíblico, mensaje que entenderemos mejor mientras más perspectivas e interpretaciones complementemos. ¡Cada uno debe educarse en la Biblia, que debe ser para la Iglesia el lenguaje común acerca de Dios! Debemos reflexionarla tanto en la intimidad como en la comunidad de creyentes y ver cada día qué nos dice Dios a través de ella. Guíanos, Señor, al leer tu Palabra. Amén.

5° La Iglesia convertida Ya hemos mencionado que la Iglesia es pecadora y que debe reconocer la muerte que hay en ella, pero especialmente debe reconocer el amor que Dios le tiene, que se reveló plenamente en Jesucristo para que tengamos una nueva vida. El que es tocado por este buen mensaje, a pesar de ser pecador lleva consigo el Espíritu de Vida. El que es tocado por el Evangelio de Jesucristo pasa de ser un pecador cualquiera a ser un pecador de la Iglesia, miembro de esta familia que en su debilidad confiesa a Jesucristo como Señor y Maestro y vive con la esperanza puesta en el Reino de Dios. Esto es conversión. Pasar de incrédulo a crédulo, de muerto a salvo, de extraviado a hijo de Dios, de heredar la muerte a heredar el Reino de los Cielos, de impuro a limpio, de esclavo a libre, de estar bajo el propio yugo a estar bajo el yugo de Cristo. La palabra "conversión" genera incomodidad. No solo a aquellos que no son cristianos, sino que también dentro de muchas iglesias, especialmente las liberales. Esto es porque nos llama al cambio, a dejar lo que somos y lo que tenemos para caminar inseguramente hacia la tierra prometida. Acá expondré mi pensar acerca de la conversión en relación al bautismo, que es un rito de iniciación cristiana que exterioriza la conversión, que en realidad es interna. Al hablar del Evangelio (3er capítulo) mencionamos ya a Juan el Bautista, quien bautizaba con agua y predicaba el arrepentimiento (reconocer que uno es pecador y desear la nueva vida), pero que lo importante es que Jesucristo nos bautizaría con el Espíritu y con fuego25. Los apóstoles también mencionan esto, quienes además

24

1Cor.8:1-2, 13:9-12; Gen.3:4-5 25

Mt.3:1-12; Mr.1:1-8; Lc.3:1-9,15-17; Jn.1:26-34

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fueron bautizados con el Espíritu Santo en forma de fuego el día de Pentecostés26. En el Jordán Jesús inicia su ministerio. Se suma a la fila como un hermano más de aquellos que tienen que arrepentirse y bautizarse con agua. Jesús se identifica con la gente y en el bautismo de Juan tiene su propio rito de iniciación para comenzar el ministerio de predicar el Reino de Dios. El agua es un símbolo relevante en la Biblia. En el Antiguo Testamento hay aprox. 1500 versículos que le hacen alusión y en el Nuevo Testamento cerca de 80. Pasajes por excelencia son del diluvio27, la liberación del pueblo de Israel28 y la historia de Jonás29. En estos pasajes se presentan ambas características que la Biblia le otorga al agua: fuerza mortal de la naturaleza, a través de la cual notamos nuestra pequeñez y la grandeza de Dios, que

controla todo lo creado30

fuente de vida y purificación31

En tiempos de Noé la humanidad estaba corrompida, por lo que el diluvio ahoga aquella corrupción y del agua sale una familia renovada, para crear una nueva humanidad. El pueblo llevaba generaciones bajo esclavitud, y luego de celebrar su Pascua cruza junto a Moisés el Mar Rojo, el cual ahoga aquello que los privaba de libertad, y salen del agua a un nuevo camino por el desierto. Jonás huía de la misión que Dios le tenía y es echado al mar, pero luego de pasar 3 días dentro del vientre del monstruo marino, sale nuevamente a la vida para comenzar su misión. Como cristianos, estos pasajes deben apuntarnos la Cruz de Cristo. Él murió y resucitó, salvándonos de la muerte para ungirnos en una nueva vida en el Espíritu. Cristo es nuestra arca de Noé. Cristo es nuestra Pascua. Cristo vence a la muerte, resucitando al tercer día. Es interesante que el mismo Jesús, a pesar de ya haber sido bautizado por Juan, insinúa que será bautizado en la cruz32.Y como dice Romanos 6:3-11:

¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él; sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive. Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.

26

Los apóstoles lo mencionan en lugares como Hch.11:16, 13:24, 18:24-26, 19:1-6 y el Pentecostés se presenta en Hch.1:5; Hch.2 27

1Pe.3:20-21; Gen.6:6-9:17 28

1Cor.10:2; Ex.14:26-15:21; Ap.15:2-4 29

Mt.16:4; Jon.1:4-5,11-17; Jon.2:10 30

Algunos pasajes que lo muestran son cuando Jesús calma la tempestad (Mt.8:23-27; Mr.4:35-41; Lc.8:22-25), cuando Jesús anda sobre el mar (Mt.14:22-33; Mr.6:45-52; Jn.6:15-21) u otros pasajes en que Dios separa las aguas o salva a marinos de las olas o monstruos marinos ( Is.51:9-16; Jos.3:14-17; 2Re.2:8-9; Sal. 74:13-15; 107:23-32) 31

Dios creó vida, riqueza y agricultura principalmente a través del agua (Gen.1:2,6-7,10,20-22; 2:5-6,10-14; Ez.16:9; 36:25-28; Is.44:3-4,14, Sal.36:8- , la o ra jua i a ha la del agua viva J . : -26; Ap.22:1-2,17), que también purifica y limpia de enfermedades (Jn.13:1-20; Lev.13-15; 2Re.5:6-14) y nos sustenta en el desierto (Ex.15:22-25; 17:6) 32

Mt.20:22-23; Lc.12:49-51; Rom.1:3-4

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El símbolo del agua viene a dar énfasis a la conversión. A que hemos de crucificar nuestro viejo ser para vivir una nueva vida33. Esto es obra de Dios y no depende del ritual que podamos tener en la Iglesia ni de la persona que lo dirija. Pero como comunidad visible debemos exteriorizar la unción del Espíritu con el bautismo para ser incluidos en la comunidad de los creyentes. Sea como respuesta al Espíritu o para invocar al Espíritu. Jesús dice "el que creyere y fuere bautizado, será salvo"34, pero no significa que el rito del bautismo sea una necesidad previa para la salvación, sino que Cristo se refiere al bautismo en el Espíritu Santo. Dios, si quiere, puede salvarnos y no depende de una acción humana. Así mismo, Cristo pone el bautismo como reacción a creer, siendo el bautismo un bautismo confesante y la Iglesia compuesta por los que confiesan su fe. Y aquí no concuerdo con la tradición luterana, aunque no me parece que sea un conflicto relevante, sino que ambas posturas me parecen válidas. Lutero insistía en que si nos salvamos por la obra de Dios, exigir que alguien crea antes de bautizarse sería dar énfasis al esfuerzo de la persona por creer, en vez de dar énfasis a la misericordia de Dios. Lutero promovía con fuerza el bautismo de párvulos (de niños chicos). No creo que esto sea malo, pero sí que le quita la fuerza esencial al bautismo, que es la conversión y el confesar a Cristo como Salvador y Maestro. A pesar de que el humano es naturalmente pecador desde su concepción, también es verdad que Dios tiene en sus manos a los niños desde antes de ser concebidos (Jer.1:5), por lo que bautizarlos solo para "borrar el pecado original" me parece innecesario y además sería creer que uno puede salvar a alguien por la obra humana de rociarle agua. Los niños, o cualquier persona inhabilitada para entender y confesar la fe, son incluidos al amparo de la comunidad, que confía que Dios considera a todos en su plan. El bautismo también hace alusión a la circuncisión (cosa que trataremos en el siguiente capítulo), y a través del bautismo y la conversión uno pasa a ser parte de las distintas ilustraciones que iremos presentado en este libro. Si bien uno se bautiza solo una vez, la conversión es una constante en la vida del cristiano (1Cor.15:31). Uno sigue siendo pecador y necesita crecer y limpiarse constantemente, he ahí que hemos de confesarnos nuestros pecados mutuamente, para que como comunidad también nos proclamemos el perdón de Dios unos a otros. La Palabra de Dios tiene que convertirnos cada vez que la recibimos, a la cual podemos responder con la confesión de fe. Si queremos también podemos volver a confesar nuestro bautismo con el rito de la confirmación. Si bien en el bautismo nos hacemos parte de la Iglesia en general (Ef.4:4-6), considero que con el rito de la confirmación, además de renovar el bautismo, uno confirma sus creencias acorde a cierta tradición o confesión en particular, asumiendo los derechos y deberes en una congregación específica. ¡Oh Señor, tuyos somos! ¡Quita de nuestra carne el corazón de piedra y ponnos un corazón de carne, para que caminemos por tus sendas! Amén.

33

Jn.3:1-15; Col.2:12; Gal.2:20 34

Mt.28:16-20; Mr.16:14-16

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APÉNDICE Exposición exhaustiva de pasajes del N.V. en que aparece la palabra "bautismo" o uno de sus derivados, más otros pasajes relacionados Bautismo de Jesús: (Mt.3:1-12; Mr.1:1-8; Lc.3:1-9,15-17; Jn.1:26-34) Otras menciones a Juan el Bautista: (Mateo 11:2-19; Lucas 7:18-35) Mensajeros de Juan ¿Es Cristo el que habría de venir? (Mt.14:1-12; Mr.6:14-29; Lc.9:7-9) Muerte de Juan (Mt.16:13-14; Mr.8:27-30; Lc.9:18-21) Confesión de Pedro (Mateo 17:12-13) Juan es Elías (Mt.21:25; Mr.11:30-32; Lc.20:4-6) Autoridad (Lucas 1:57-80) Nacimiento de Juan (Juan 10:40) Donde bautizaba (Juan 3:22-30,4:1-2) Jesús hace más discípulos que Juan (Hechos 11:16) Agua, ES y fuego (Hechos 13:24) Bautismo de arrepentimiento (Hechos 18:24-26) Apolos solo conocía bautismo de Juan (Hechos 19:1-6) Pablo en Efeso

Bautismo y la cruz: (Lc.12:49-51) Cristo, causa de división (Mt.20:22-23) Petición de Santiago y Juan (Romanos 6:1-14) Muertos al pecado (Colosenses 2:12) Sepultados y resucitados La gran Comisión: (Mt.28:16-20; Mr.16:14-16) Pentecostés: (Hechos 1:5) (Hechos 2:38,41) Conversión de Saulo Pablo: (Hechos 9:1-19) (Hechos 22:6-16,26.12-18) Otros Hechos de los Apóstoles: (Hechos 8:12-17) Imposición manos

(Hechos 8:35-38) Felipe y el etíope (Hechos 10:37-38,47-48) Pedro y Cornelio (Hechos 16:15) Lidia y su familia (Hechos 16:33) El carcelero y su familia (Hechos 18:8) Crispo, general de la sinagoga Unidad de la Iglesia: (1 Corintios 1:10-17) ¿Está dividido Cristo? (Efesios 4:4-6) Un Señor, una fe, un bautismo (1 Corintios 12:13) Varios miembros un cuerpo Otras menciones al bautismo en la epístolas: (1 Corintios 10:2) Moisés (1 Corintios 15:29) Esperanza en la resurrección (Hebreos 6:1-3) Doctrina básica (1Pedro 3:20-21) Noé Otros pasaje relacionados a la nueva vida: (Juan 3:1-15) Jesús y Nicodemo (Romanos 7:6) Régimen nuevo Espíritu (1 Corintios 5:7) Nueva masa (2 Corintios 4:16) Exterior se desgasta, interior se renueva (2 Corintios 5:17) Nueva criatura (Gálatas 2:20) Vive cristo en mi (Gálatas 6:15) Nueva creación (Efesios 4:17-32) Nueva vida en Cristo (Colosenses 3) La vida antigua y la nueva (Hebreos 10:20) Camino nuevo (Apocalipsis 21:5) He aquí yo hago todas las cosas nuevas (1 Corintios 6:11) Lavados, santificados, justificados (Tito 3:4-7) Lavamiento de regeneración Prefiguración del bautismo por profetas del A.T.: (Ez.16:9,36:25-28) (Is.44:3-4,14)

Si quiere leer más de la señal de Jonás: http://www.comayala.es/Proyecto/espa/pc4/jonas.htm (Comunidad de Ayala, España) Si quiere leer más acerca del Arca de Noé y Cristo: http://www.oudesporen.nl/Download/HB190.pdf (El Arca de Salvación, por Hugo Bouter)

http://www.jesucristo.net/arca.htm (Jesucristo.net) Si quiere leer más acerca del agua en la Biblia: http://servicioskoinonia.org/relat/190.htm (Humberto Jiménez G. Pbro. Profesor Estudios Bíblicos en la Universidad de Antioquia

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ILUSTRACIONES FUNDAMENTALES DE LA IGLESIA

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6° La Iglesia: Israel de Dios En el capítulo anterior hablamos de la conversión, especialmente en relación al bautismo, a través del cual somos hechos parte de la Iglesia. Y como decíamos, el Evangelio llega a nuestro corazón para matar lo que somos actualmente y convertirnos en una nueva persona, hacia una nueva vida conforme al Espíritu Santo. Pasamos a ser parte de la Iglesia y de todo lo que ella significa. En este capítulo tratamos cómo es que el bautismo nos hace parte del pueblo de Dios. La comunidad de creyentes es el pueblo de Dios, lo que también se llama "Israel de Dios". ¿Qué significa esto? El bautismo hace alusión al rito judío de la circuncisión. En el judaísmo, el corte del prepucio se hace a los 8 días de nacido y simboliza el pacto que Dios hizo con Abraham y con toda su descendencia (Gen.17). El pacto que Dios sella con Abraham a través de la circuncisión, es que Él sería Dios suyo y de su descendencia. Al hacer el pacto le cambia su nombre "Abram" a "Abraham", que significa "padre de una multitud" o "padre de muchedumbre de gentes". Insiste en la promesa que le hizo al pedirle que dejara su hogar, que también se la hace a su nieto Jacob, de darle la tierra prometida y de bendecir a través de él y su infinita descendencia a todas las familias de la tierra (Gen.12.3; 28:14). En todo esto, vemos en el "padre de la fe" una figura universal en la que son contados en su descendencia todos los que se circuncidan. Al reconocerle como "padre de la fe", heredamos el pacto de ser el pueblo de Dios y de tener la tierra prometida, que para nosotros es el Reino de los Cielos y su justicia, la "nueva Jerusalén" (Ap.3:12,21:2,10). Nos hacemos partícipes de la fe de los patriarcas y matriarcas hebreos, siendo Jacob a quien Dios nombró "Israel" luego de encontrarse cara a cara con él (Gen.32:22-32). Entonces, llamarse "pueblo de Israel" no significa pertenecer a la raza o cultura judía o a la nación que hoy se conoce como "Israel", sino que nada más que ser incluidos en las promesas hechas a Abraham, reconociéndonos descendientes de Jacob, Raquel, Lea, Rebecca, Isaac, Sara y Abraham. Aquellas promesas son para el mundo entero y las vemos completamente cumplidas en Jesucristo. Insisto que desde una perspectiva cristiana, el ser descendiente de Abraham no tiene relación a una nacionalidad o a una raza, sino únicamente a recibir el Espíritu de Dios en nuestros corazones, que es la circuncisión que vale35. De esta forma podemos sentir que las promesas y amonestaciones que se hacen a Israel en la Biblia, nos las hacen también a nosotros. Aunque... hay que tener cuidado de caer en malas interpretaciones. ¿Al ser hechos miembros del pueblo de Israel por el bautismo, debemos seguir la Ley de Moisés? En los tiempos de los primeros cristianos existían grupos judaizantes que decían que la Ley de Moisés debía de seguirse al pie de la letra para ser salvos, circuncidándose el prepucio, llevando a cabo cada una de las fiestas, ritos y sacrificios. Sin embargo, en el Concilio de Jerusalén los apóstoles zanjan esta cuestión y aclaran que la Ley de Moisés no tiene por qué ser observada por los que se vuelven a Cristo, ni debemos circuncidarnos el prepucio (Hch.15:1-31). Tanto hombres como mujeres somos circuncidados con el Espíritu de Cristo, y es la justicia de Cristo la que nos muestra como justos ante Dios. Es Cristo, no la Ley de Moisés, quien injerta a los no judíos al pueblo de Israel (Rom.11:11-24) y nos hace a todos los creyentes parte de un mismo pueblo (Ef 2:11–19). Con lo último, insisto en que el pueblo de Dios es solo uno y universal, dejando claro que condeno rotundamente toda idea dispensacionalista y sionista. Considero que la Ley de Moisés fue revelación de Dios, pero era solo sombra de lo que habría de venir (Heb.10:1), y estaba envuelta de códigos culturales y normas que ordenaran la nación judía en el contexto histórico en el que se encontraba. En el 8° capítulo retomaré el sentido de la Ley como guía, pero lo que incumbe a este capítulo es dejar claro que en Cristo el Israel de Dios se hace libre de la ley, cosa tratada con fuerza por el apóstol Pablo, especialmente en su carta a los romanos y en su carta a los gálatas. De veras que el cumplimiento de la ley nunca salvó a nadie (partiendo por el hecho de que no ha habido quien pueda cumplirla),

35

Rom. 2:28-29; Gal.6:15-16; Mt.3:9; Lc.19:9; Dt.10:16; Dt 30:6; Jer.4:4; Jer 9:25-26

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sino que la relación con Dios dependió siempre de creer en Sus promesas. La salvación se basa en el amor incondicional de Dios. Nuestra relación con Él depende únicamente de su misericordia, que se revela plenamente en la muerte y resurrección de Cristo en la cruz. A esto se le llama "Solo Gracia". Como personas no podemos comprar a Dios con obras, sino que solo podemos aceptar Su Gracia por la Fe, tal como Abraham (Rom.4:1-13), dejando atrás todas nuestras seguridades para dejarnos guiar completamente por Él hacia su Reino prometido, aceptando que Él nos ama y nos ha salvado en la cruz sin ningún mérito de nuestra parte. Esto se llama "Solo Fe". "Solo Gracia" y "Solo Fe" son fundamento doctrinal del mundo evangélico-protestante, que describe la Buena Nueva que nos salva, o sea, el Evangelio36. Al creer en el Evangelio y bautizarnos, siendo circuncidados espiritualmente y hechos descendientes de Abraham, nos hacemos parte de ese pacto por el que somos pueblo de Dios y partícipes de Su Reino de justicia únicamente por Su Gracia, a través de la Fe en Cristo Jesús. En Cristo se renueva el pacto hecho con Abraham, siendo un Nuevo Pacto o Nuevo Testamento. Recibiendo a Jesús en nuestros corazones podemos cantar con júbilo, como la virgen María:

Engrandece mi alma al Señor; Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva/o; Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada/o todas las generaciones. Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre, Y su misericordia es de generación en generación A los que le temen. Hizo proezas con su brazo; Esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. Quitó de los tronos a los poderosos, Y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes, Y a los ricos envió vacíos. Socorrió a Israel su siervo, Acordándose de la misericordia De la cual habló a nuestros padres, Para con Abraham y su descendencia para siempre.

(Lc.1:39-55)

Señor, guía a tu Iglesia, a tu pueblo, tal como guiaste a Sara y a Abraham en el desierto. Sin nada a que aferrarse más que a tu promesa, caminando sin rumbo claro, pero con confianza en aquella nueva Jerusalén que llega, aquél Reino celestial que se rige por tu voluntad, por tu amor, la plena comunión y la vida. Amén.

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7° La Iglesia: hijos de Dios y familia de Dios Un tema relevante que todavía no he tratado es la relación filial que la Iglesia ha de tener con Dios. La Biblia dice que a través de Cristo y del bautismo somos adoptados por Dios como sus hijos37, como hermanos de Jesús y por lo tanto coherederos de Su Reino38. Aunque en vez de hablar de adopción, me calza más hablar de reencuentro. Pues si provenimos de Dios y criatura suya somos, somos hijos suyos y toda la creación es nuestra hermana. Solo que nos extraviamos en pecado, y por el bautismo nos dejamos reencontrar como hijos pródigos (Lc.15:11-32). Lo que debo rescatar del concepto "adopción", es que pone énfasis en Jesucristo. Pues se entiende que Él es el único hijo unigénito de Dios, o sea el único idéntico al Padre y el único primogénito con derecho propio a la herencia divina. Nosotros somos parte de esa herencia y volvemos a El Señor solo a través de Cristo. Pero el ser hijos de Dios va mucho más allá de una herencia. Se trata principalmente de la relación íntima y estrecha que hemos de tener con Dios. El entendernos hijos de Dios, el entregarnos a él con la confianza que muestra un niño ante quienes lo cuidan, es la imagen más ilustrativa de la fe. En el Antiguo Testamento ya es usada esta figura39, pero es Jesucristo quien destaca esta relación filial con Dios como algo esencial. Nos lo muestra como un Padre preocupado, al cual nos podemos dirigir personalmente, contarle todo y pedirle todo lo que necesitamos. Esta es la clave de la oración, el reconocernos hijos de El Señor que dependen completamente de Él40. Tan hijos somos, que incluso podemos pelearnos con él, como toda persona pelea con sus padres en la adolescencia, y como muchos salmistas igual lo hacen. Dios quiere escucharlo todo de nosotros y quiere reencontrarse con nosotros. Respecto a esta dependencia y cercanía es que juega gran importancia la figura de Dios como nuestra Madre. Debo enfatizar que El Señor/La Señora no tiene un género particular, y a pesar de que la tradición patriarcal hebrea haya privilegiado lo masculino de Dios, también se refiere a Él de forma femenina41. El mismo título de Dios Todopoderoso o Dios Omnipotente es una traducción del original hebreo ‘El-Shadday, que hace referencia al pecho materno42. Cristo mismo rescata lo femenino, por ejemplo en su lamento por Jerusalén:

¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste! (Mt.23:37; Lc.13:34)

Dios es tanto Madre como Padre. La Iglesia ve cumplida integralmente en Él/Ella toda relación de dependencia y no necesita crearle a Dios un par femenino, como hacen muchos católico-romanos con la virgen María o mucho peor, como lo hace la IDDSMM43 al hablar de "Dios Padre" y "Dios Madre" como dos entes separados. Dios es uno solo y es tanto Padre como Madre para nosotros.

37

Rom.8:15; Ef.1:5; Sal.27:10 38

Rom.8:17; Ef.3:6; Ap.21.7 39

Ex.4:22; 2 Sam.7:14; Sal.103:13 40

En el Sermón del Monte lo presenta así (Mt.6:9; Lc.11:2; Mt.7:7-11; Lc 11:9-12) y ta ié ua do di e dejad a los iños ve ir a i L . : -17; Mt.19:13-15; Mr.10:13-16) 41

Mt.23:37; Lc.13:34; Sal.131; Is.42:14; Is.66:13; Job.38:8-9; Num.11:12; Dt .32:11-12; Os.13:8; Gn.49:25 42

Según comentarios de la Biblia Textual, nota especial 5: Títulos. ‘El-Shadday, traducido como Dios Todopoderoso o Dios

Omnipotente. La palabra ‘El significa el que es fuerte o poderoso. El calificativo Shadday se compone de la palabra hebrea shad = el pecho, que de manera invariable se usa con referencia al pecho femenino. Es el nombre con el cual Dios se presenta como Sustentador, Fortalecedor y Furctificador. 43

De o i ada Iglesia de Dios Sociedad Misionera Mundial , fu dada en Corea del Sur en 1985 por Kim Joo-Cheol basándose en las enseñanzas de Ahn sahn-ghong, quien supuestamente es la segunda venida de Cristo, y Chang Gil-Jah sería la encarnación de Dios Madre .

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La Iglesia es heredera del Reino de Dios y depende de Él como una niña depende de su Padre o su Madre. Pero el ser hija de Dios también significa imitarle y aprender de Él. Todo niño adora a sus padres y actúa conforme a lo que ve en ellos y conforme a sus enseñanzas44. Si vemos a Dios como a un Padre, nos entregamos a Él y le adoramos, siéndole obediente y aceptando sus amonestaciones y castigos, pues queremos aprender de Él, asemejarnos a Él, sabiendo que nos ama de forma personal. Sabiendo si que somos incapaces de llegar a su perfección, nuestro Padre celestial se compadece y se acerca a través de Jesús, nuestro hermano mayor que sí ha cumplido todos los mandamiento del Padre y a quien, al ser humano como nosotros, podemos imitar más fácilmente (Rom.8:29). Junto a lo anterior, el reconocer que la comunión de creyentes tiene en Dios un Padre en común, reconocemos también que somos una comunidad de hermanos, una comunidad de iguales. ¡En el bautismo somos hechos todos iguales45! ¡La Iglesia es una fraternidad, una familia! El concepto "familia de Dios", "familia de la fe" o de la "casa" de Dios, es usado en pasajes como Ef.2:19,3:14-15; Gal.6:10; Heb.2:11,3:6. Junto a los creyentes tenemos un hogar. Allí donde las personas entregan sus vidas al Padre, también se entregan a sus hermanos (1Jn.4:20-21). Allí donde los hermanos se entregan unos a otros hay confianza, cariño, seguridad, apoyo mutuo, confesión mutua, amonestación mutua, así como también hay diferencias, rencillas, etc. Cada persona asume su propio rol, hay gente más comprometida que otras, hay gente con más autoridad que otras, pero hemos de recordar que todos somos hermanos y solo uno es el Señor y Maestro46. Como en toda familia, la familia de la fe empieza a conocer sus detalles humanos, tanto lo bonito como lo no tan bonito, y así como en toda familia se van generando amistades con unos y no tanto con otros. Pero nosotros no elegimos a nuestros hermanos en la fe, como se hace con los amigos. Nuestro Padre celestial ha adoptado a los que Él estimó y debemos aceptarlos. La fe común es un vínculo que nos une incondicionalmente. Todo cristiano ha de comprometerse con una comunidad concreta para experimentar en su vida lo que es ser Iglesia, y a aquella comunidad ha de recurrir de forma frecuente para ser parte del trabajo y vida comunitaria. El concepto antiguo de familia o casa abarcaba más allá de la familia congénita y tenía relación a todos los que formaban un núcleo social-económico, que solían ser más grandes que en la sociedad moderna, compartiendo todo tipo de actividades para ser sustentables. Así mismo, en una comunidad de hermanos en la fe se trabaja y se aprende juntos, llevando a cabo todo tipo de tareas cotidianas para mantener la casa, en especial aquellas

comunidades que viven como los primeros cristianos (Hch 2:43-47,4:32-37).

¡Oh Madre celestial, qué cálido es estar juntos bajo tus alas! ¡Oh Padre celestial, llévanos de tu mano y ayúdanos a obedecer tus mandamientos! ¡Danos de tu leche espiritual! ¡Aliméntanos con tu Espíritu! ¡Escucha nuestras oraciones y consuélanos! ¡Gracias por recogernos nuevamente y recibirnos con banquete y fiesta! ¡Danos el amor para vivir como una familia fraterna y unida! ¡Ayúdanos a corresponderte y ser causa de orgullo para ti! Amén.

44

Mt.5:48,12:49-50; Ef.5:1-2; 1Pe.1:14; 1Jn.3:9,5:2 45

Gal 3:27-28; 1Cor.12:13; Col.3:10-11 46

Como dice la frase luterana unus magister omnes fratres, que veo muy respaldada en Mt.23:9-12

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8° La Iglesia comisionada: discípulos de Jesucristo Como ya se ha repetido en este libro, es la proclamación del Evangelio la que hace a la Iglesia ser Iglesia, unida por la acción del Espíritu Santo. La persona que es tocada por el Evangelio se convierte a una nueva vida, la vida conforme al Espíritu de Cristo, Espíritu de esperanza en el Reino de los Cielos. Hemos hablado que este grupo de personas convertidas forman una comunidad, una familia de hermanos, un pueblo escogido... y acá hablaremos de la Iglesia como una comisión de discípulos. El concepto de "comisión" al que me refiero es:

Conjunto de personas elegidas para realizar una labor determinada (The Free Dictionary)

Esto es que Jesús nos ha elegido, nos ha escogido para realizar una labor divina, nos ha encargado una misión. La gran comisión aparece en los cuatro evangelios47, y ésta se presenta cuando Cristo resucitado se aparece a sus discípulos. Estos seguidores habían presenciado la muerte de su Maestro, se sentían solos y confundidos, pero cuando como comunidad se encuentran con su Señor, que derrotó a la muerte, vuelve la paz a ellos y son enviados. Así como el Padre celestial envío a su Hijo, así mismo el Hijo nos envía como testigos de su resurrección (Jn.17:18). Como ya mencionaba en el 3° capítulo, se ha de esparcir sin restricción alguna esa Buena Noticia del arrepentimiento y perdón de los pecados, aquella conversión que lleva a la vida conforme al Espíritu de Dios. El evangelio según Mateo dice:

Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

El entenderse como comisión de discípulos significa, primero, concebir a Cristo como Señor de todas las cosas, con toda autoridad sobre todo, tanto visible como invisible. Y esto implica ser sus servidores, regirse conforme a Su voluntad, la voluntad de nuestro Padre (Mt.7:21). Nuestro Señor nos manda "id, y haced discípulos[...]; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado", con el énfasis que tiene el evangelio de Mateo: Cristo es nuestro Maestro, nosotros sus discípulos, seguidores que aprenden de Él. Los once ya habían escuchado su llamada: "¡Sígueme!"48. Ahora están enviados a que más y más escuchen ese "¡Sígueme!" y se hagan discípulos, haciéndose parte de esta comisión, haciendo propia esta misión evangélica que Cristo ha dado a los suyos. En el capítulo anterior decía que, como hijos de Dios, hemos de obedecer la voluntad de nuestro Padre y que nos ha enviado a su primogénito para que le imitemos. Un buen ejemplo de sus enseñanzas son las múltiples parábolas que cuenta y explica a sus discípulos. En la Última Cena según San Juan, Cristo da su último gran sermón a sus amigos (Jn.13-17), en el que pone énfasis en imitarle y en cumplir sus mandamientos49. Cristo dice: "Si me amáis, guardad mis mandamientos", y habla también de un mandamiento nuevo, el del amor mutuo, y que "en esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros". Para evangelizar y enseñar lo mandado por el Señor, es esencial vivir como Cristo nos manda vivir, y viviendo esa vida de amor podremos enseñar qué significa ser discípulos de Cristo. Al hablar de mandamientos es imposible no pensar en la Ley de Moisés, presentada extensamente en el Pentateuco, de la cual se suelen rescatar principalmente los diez mandamientos50. Y sabemos que como cristianos toda la Ley se resume en lo siguiente: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu

47

Mt.28:16-20; Mr.16.14-18; Lc.24.36-49; Jn.20.19-23 48

Mt.4:18-22; Mc.1:16-20; Lc.5:1-11; Mc.2:14; Mt.9:9-13; Lc.5:27-32; Jn.21:22 49

Jn 13:14-15,34-35; 14:15,21; 15:10-17 50

Ex.20:1-17; Dt.5:6-21

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alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo"51, que también puede expresarse con la regla de oro: "y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos"52. Israel tenía esta ley de Moisés, pero Jesús se muestra crítico ante una justicia corrupta: "Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres" (Mt.15:9). Aquellos escribas y maestros de la ley ya no enseñaban al pueblo la justicia de Dios (Mt.5:20), frente a lo cual se muestra a Jesús como el gran Maestro de la Ley, especialmente en Mateo, como un segundo Moisés, mayor que Moisés. Es Jesús de Nazaret quien tiene la verdadera autoridad para interpretar la ley, y lo hace profundamente en el sermón del monte53. El luteranismo enseña que la función primordial de la Ley es mostrarnos categóricamente cuán incapaz es la humanidad de cumplir con los parámetros de Dios. Así se hace evidente el pecado humano y que debemos encomendarnos a la misericordia de nuestro Padre, a su Gracia inmerecida (Rom.5:20-21). Cristo es el único que cumple los parámetros de la Ley, en Él es completa la justicia, Él es la justicia y, como decía en el 6° capítulo, nos hace libres del yugo de la ley. Pero cuidado que no nos hace libres para que la ignoremos ni para abolirla, nos la enseña para que nos guiemos por ella y la cumplamos (Rom.3:27-31). Como dice en Mt.5:17-19:

No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir54. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos.

Cristo viene a dar la correcta interpretación de la Ley, y su justicia es la que nos hace ciudadanos del Reino de los Cielos. Hemos de cumplir los mandamientos como la ley de aquella patria celestial, en la que es Dios quien juzga, no nosotros. He ahí que cuando Moisés condena a muerte, no significa que tengamos derecho a ejecutar tal sentencia, pues le compete a nuestro Padre celestial, quien también sabe cómo vengarse de la muerte. Replicando a Bonhoeffer en su libro El Precio de la Gracia: El Seguimiento, en el primer capítulo del sermón del monte Cristo habla de lo "extraordinario" de la vida cristiana, en el segundo habla de lo "oculto" de la vida cristiana y en el último se refiere a la "segregación" de su comunidad respecto al resto. En cuanto a lo extraordinario, Jesús habla de lo bienaventurados que somos en los sufrimientos, amando incluso a nuestros enemigos (Mt.5:43-48) y que somos sal y luz del mundo, logrando con nuestras obras que el mundo glorifique al Padre (Mt.5:13-16). ¿Cómo puede ser, entonces, que en el siguiente capítulo hable de ocultar nuestras obras? Lo relevante es que las obras de sus discípulos queden ocultas para ellos mismos (Mt.6:3), pues si volcamos la mirada hacia ellas, o hacia nosotros mismos, perderemos el rumbo. ¡Nuestros ojos deben estar siempre puestos en nuestro Maestro, hemos de seguir sus pasos, obedecerle sencillamente y que no podamos ver otra obra más que Su obra! Todo esto genera una diferencia entre la comunidad de creyentes y los no creyentes. Una vida distinta que, confiando en Dios, debe estar llena de bueno frutos de bondad y justicia. Los discípulos somos efectivamente escogidos de entre las personas, pero no para juzgarlas, sino que, así como Cristo se entregó por el mundo, también nosotros nos entreguemos por el resto y proclamemos la misericordia de El Señor (Jn.3:16). Cada uno de los miembros de la Iglesia ha de sentirse interpelado por esta forma de seguir. Ha de sentirse insertada en esta comisión para hacerse responsable de la misión evangélica, sirviendo y proclamando al Señor en todas las dimensiones de sus vidas. A partir de esta gran comisión, la de proclamar universalmente a Cristo

51

Cristo lo menciona en Mt.22:34-40, Mr.12:28-34; Lc.10:27-28, basándose en Dt.6:5; Lv.19:18. 52

Mt.7:12; Lc.6:31 53

Mt.5-7; Lc.6:20-49 54

"... para cumplir" se ha de traducir más fielmente como "...a dar cumplimiento", que se puede interpretar también como que Cristo vino a darle el verdadero significado a la Ley, que estaba inconclusa.

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como Salvador y Maestro, surge todo el quehacer de la Iglesia. Pues Jesús nos enseña a amar, a reunirnos, a reconciliarnos, a orar, a alabar, a sufrir, a gozar, a luchar, a reír, a llorar, a administrar, a custodiar, a sanar, a enseñar, a servir a los necesitados, a denunciar las injusticias, a anunciar otro Reino y a su único Señor, que vendrá pronto a instaurarlo plenamente. Cristo nos dio una misión integral, que dirige cada cosa que emprendemos. Como comisión somos responsables de nuestra tarea en cada una de sus múltiples dimensiones... ¿somos capaces de trabajar en todos sus aspectos? Ciertamente que no podemos si queremos hacerlo todo solos. Por eso es que debemos comprometernos con una comunidad de hermanos, que en su conjunto pueda vivir integralmente la misión y vida cristiana, pudiendo uno aportar en cada una de las dimensiones a través del diezmo o cuota. Para muchos, esto podría parecer demasiado pesado, puesto que significa renunciar a todo, no hacer nada que no tenga relación al seguimiento de Cristo, no poner nada entre Cristo y nosotros55. Sin embargo, Cristo dice: "Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí [...]; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga" (Mt.11:28-30). El yugo justo de Cristo es de todas formas más ligero que nuestro propio yugo, cargado de pecado y muerte. Tomar el yugo de Cristo significa perder nuestras vidas, sin embargo no hay nada fuera de aquél yugo que pueda darnos la vida verdadera, la vida abundante (Jn.10:10). No se trata de seguir a Cristo como si por nuestra semejanza a Él nos ganáramos la vida eterna... ¡No! Cristo, por su gratuita Gracia, nos regala la vida eterna, vida de comunión con el Padre y su Reino, que ya hemos de vivir anticipadamente en el seguimiento, guiados por el Espíritu Santo. Ni la moral ni la ley tienen algún sentido en sí mismas para nosotros, pues nuestra única norma de conducta es preguntarnos: ¿qué haría Jesús? ¿cuál es la voluntad de mi Padre? La vida no es más que seguimiento completo. ¿No ves necesidad de entregarte completamente a Él como Señor y Maestro? ¿Cuál es la Gracia, entonces? La Gracia es justamente que podamos vivir entregados a Él, que recibamos sin mérito el Espíritu de una vida con sentido que, en todos sus sentidos, proviene y lleva a Dios. La Fe es que aceptemos con confianza aquella Gracia. Y es por Cristo, y solo a través de Cristo, que hemos de estar unidos o separados de las cosas o de la familia, teniendo tanto lo piadoso como lo mundano el sentido de la entrega cristiana. Volviendo al principio, no es otra cosa que la proclamación del Evangelio lo que nos une como Iglesia. Todos los miembros de la comisión son parte de un mismo trabajo, estamos todos unidos incondicionalmente por el mensaje evangelizador. No basta otra cosa que concordemos en este mensaje, que Cristo ha muerto y resucitado por nosotros, salvándonos para una nueva vida en el Espíritu, para que en acción de gracias nos atrevamos a trabajar juntos en la misión. Vayamos, pues, en paz y sirviendo al Señor. Démosle gracias con nuestras vidas. Embarquémonos juntos en esta gran tarea, pues en esto somos Iglesia y gozamos de la vida que nos regala y gozamos de su presencia. Como dijo el Señor: "...he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén."

9° La Iglesia: ministros y embajadores de Cristo En este capítulo seguimos profundizando en el tema del anterior, en el que hablamos de la Iglesia como comisión de Cristo, personas elegidas por Él para llevar a cabo una tarea: la gran comisión o misión evangélica. Enviados para proclamarle y para vivir integralmente el seguimiento de Jesucristo. Vida que busca aprender de Jesús, servirle e imitarle, forma en la que vivimos junto a su presencia y le hacemos visible acá en la tierra. Mencionaba como toda y cada una de nuestras actividades, tanto religiosas como civiles, deben ser expresión de nuestro discipulado y del amor de Dios. La proclamación del Evangelio, por el cual recibimos el Espíritu Santo y volvemos a Dios, también es llamado por Pablo como el ministerio de la reconciliación:

55

Lc.9:57-62; Lc.14:26; Mc.10:28-31; Mt.19:16-22; Mc.8:31-38

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Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.

(2Cor.5:11-16)

Así como un presidente tiene embajadores que hablan en su nombre, o elige ministros para que lleven a cabo tareas como parte del poder ejecutivo de un Estado, así la Iglesia es escogida de entre la humanidad para vivir y esparcir el Evangelio de Jesucristo, para ser parte del ministerio de la reconciliación. E insisto, con "Iglesia" me refiero a la comunidad que confiesa a Jesucristo, a todos los que han sido tocados por la Buena Nueva y el Espíritu de Cristo. No estoy diciendo que todos los cristianos deban ser pastores o curas. Efectivamente, hay diversidad de ministerios y dones56. En la iglesia debemos ordenar personas en estos distintos ministerios, reconocer a aquellos que se han preparado y han sido llamados a una tarea en particular dentro de la Iglesia, debemos tener cierta organización. Pero no para que estas personas se apropien del ministerio, pues su tarea es "perfeccionar a los santos para la obra del ministerio" (Ef.4:12). Todos los creyentes, que tenemos al Espíritu Santo en nuestro corazón, somos responsables del ministerio de la Iglesia. Nadie, sea alguien ordenado en un ministerio o sea un laico57, debe ponerse entre el creyente y Cristo, ni ningún laico debe poner en los ministros ordenados la completa responsabilidad del ministerio. Estos ministros deben guiar y apoyar a la Iglesia para que ésta, como comunidad de creyentes, lleve a cabo el ministerio en conjunto. Muy relevante, tanto en éste como en el capítulo anterior, es que la tarea o envío proviene de una "llamada". Es Cristo el que nos llama a seguirle, a ser parte de la misión evangélica, del ministerio de la reconciliación, y dentro de éste a llevar a cabo una tarea en particular58. La palabra "llamada" y "vocación" son usadas de forma similar, y al revisar distintas traducciones parecen ser intercambiables. El ser parte de la Iglesia es una vocación, y como hijos de Dios, nuestro Padre nos puede llamar a una tarea dentro de la organización eclesial como fuera de ella. Nuestra vocación puede ser completamente cívica o mundana, pero en cada aspecto de nuestras vidas servimos al Señor y debemos ser reflejo de su amor, de aquella reconciliación que tenemos con Él y que ofrece a todas las personas. Repitiéndome, podemos tener una vocación específica, pero también somos responsables del ministerio en todas sus dimensiones, por lo que debemos apoyar a una comunidad, buscando en ella diversidad de dones y en la que también debemos vivir concretamente esa reconciliación basada en el Evangelio que estamos llamados a proclamar. Si debemos rogarle al mundo que se reconcilie con su Padre celestial, y no estamos reconciliados y unidos nosotros mismos como hermanos... ¿qué fuerza tendrá nuestro ruego? ¿qué credibilidad tendrá nuestra predicación? ¡Señor! ¡Ayúdanos a hacernos cargo de la tarea que nos has dado! ¡No dejes que nos quedemos sin escuchar a tu llamada! ¡Ayúdanos a ser reflejo tuyo y presencia tuya, a llevar a cabo el ministerio que dejaste a tu Iglesia y la vocación que diste a cada uno! ¡Encarna en nosotros tu mensaje de reconciliación y sustenta con tu poder el testimonio de tu pueblo! Amén.

56

Ef.4:11-12; 1Cor.12:4-11; Fil.1:1 57

Lai o Del lat. laĭ us . Adjetivo. Que o tie e órde es leri ales . Real Academia Española. 58

2Cor.3:5; Ef.3:7; Rom.1:1,5-6; 1Cor.1:1,9,26; Hch.6:1-7

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ILUSTRACIÓN SUBLIME DE LA IGLESIA

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10° La Iglesia y la Pascua Este y el siguiente capítulo son los centrales de esta obra en torno a La Iglesia. En este capítulo me expresaré sobre la fiesta central de la Iglesia, que es la Pascua. ¡De ninguna forma me refiero a la Navidad (no entiendo de dónde en Chile se le suele decir pascua a la navidad), sino que hablo de la Pascua de Resurrección! En el calendario litúrgico tradicional se le da un espacio a este tema en la Semana Santa, luego del tiempo de Cuaresma. Sin embargo, más que en la Semana Santa, la celebración de la Pascua toma mayor propiedad en la Cena del Señor, Santa Cena o Eucaristía. Como he enfatizado, es la Biblia la fuente y norma de la vida eclesial, por lo que no le doy mayor importancia a cosas agregadas posteriormente a la tradición cristiana, como el calendario litúrgico, los huevos o conejos. Aquí quiero, de forma resumida, abarcar la Pascua a partir de la fiesta judía y luego en relación a la Santa Cena. También seguiré tratando la Cena en el capítulo siguiente. La palabra Pascua quiere decir "pasar por alto", "pasar de largo", "perdonar". La palabra Pascua en español, proviene del latín pascŭa, que a su vez proviene del griego πάσχα (pasja), originalmente del hebreo: Pesaj ַחֶספ. En el 5° capítulo ya hice una mención a la Pascua, como la liberación del pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto (Éx.12-14). En la noche de Pascua, antes que Israel saliera junto a Moisés por el Mar Rojo, la muerte tocaría a todos los primogénitos de Egipto. Para librarse de esta muerte, cada casa judía debía celebrar su cena de Pascua, con verduras amargas, panes sin levadura y sacrificando un cordero, cuya sangre había que poner en el marco de la puerta. "Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto" (Ex.12:13). La Pascua debe ser confesada y transmitida, y así nos conectamos para siempre con los eventos del éxodo. Al rememorar la Pascua, revivimos el pasado y nos sentimos como si cada uno de nosotros hubiera salido de Egipto, de la esclavitud a la libertad. Recordar el éxodo es pilar de la religiosidad judía, y se establece la fiesta de Pascua como una fiesta anual59. Cuando partimos la palabra Pesaj en dos obtenemos la frase Pe – Saj. Pe significa boca y Saj significa dice. En otras palabras, "una boca que dice". En Éx. 13:8 Dios ordenó a los hijos de Israel: "Y lo contarás en aquel día a tu hijo, diciendo: Se hace esto con motivo de lo que El Señor hizo conmigo cuando me sacó de Egipto". Por todo esto, no es coincidencia que la cruz de Jesucristo se sitúe justamente en el marco de la Pascua. La misma noche en que Cristo es entregado, celebra la cena de Pascua junto a sus discípulos y tiene con ellos su Última Cena60. Aunque según Juan la Última Cena es "antes de la fiesta de la pascua" (v.13:1), lo que diría es un arreglo narrativo para señalar que la fiesta de Pascua para nosotros sería la misma cruz de Cristo. Ya habíamos dicho que Cristo es nuestra Pascua61, Él es el cordero cuya sangre es señal para el Padre, que nos perdonará y hará pasar la muerte de nosotros, que nos hará pasar de la muerte a la vida. A través de su cruz y resurrección, a través de la fe en aquella entrega que encarna el amor de Dios, recibimos el Espíritu que nos da la vida y el ser hijos de Dios, liberados de la esclavitud. En la Última Cena, al instaurar la Cena del Señor, Cristo relaciona su propia muerte con la del cordero pascual. "Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado... Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama..." (Lc.22:19,18), hemos de tener claro que somos nosotros culpables de su muerte, y aun así muere a nuestro favor. Cristo instaura esta Cena en memoria de él y con el mismo sentido que la Pascua. Hemos de rememorarle con esta cena que expresa integralmente su Buena Nueva. Cada vez que comemos de su cuerpo y bebemos de su copa anunciamos su muerte, reconociendo nuestro pecado y la resurrección de Cristo, hasta que Él vuelva (1Co.11.23-26). Vivimos de la esperanza en el Reino de los Cielos, y que en él podremos gozar plenamente del banquete que nuestro Padre nos tiene, y a esto lo llamamos la segunda venida de Cristo, en la que juzgará los reinos de este mundo e instaurará el Reino de

59

Ex.13:1-16, 34:18-26, 23:14-19; Dt.16:1-17 60

Mt.26:17-29; Mr.14:12-25; Lc.22:7-38; Jn.13-17 61

1Cor.5:7-8, Jn.1:29,36; Heb.9:12,10:12; Ap.7:14

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Dios. Así, la Cena del Señor también hace referencia a aquél banquete celestial62 , al que invita especialmente a todos los oprimidos por el poder de este mundo (Lc.14:7-24) y a todos los pecadores que tenemos hambre y sed de Él (Jn.7:37). Así como Él dio gracias (Lc.22:17,19), esta Cena también la hacemos como una acción de gracias al Señor, pues la liberación y banquete es una obra realizada completamente por Él y nosotros la hemos de aceptar con las manos vacías. En este sentido, el ver la Santa Cena como un sacrificio ofrecido por nosotros es contraproducente, pues el único sacrificio fue hecho por Cristo de una vez por todas en la cruz y no podemos sugerir siquiera que hemos de repetir tal asesinato, menos como una ofrenda u obra de nuestra parte. Al decir "hagan esto en memoria de mi", no se refiere solo al ritual, sino que también nos entreguemos al mundo como Él se entregó, y así lo podremos recordar con nuestra propia experiencia de ser Iglesia enviada al otro. La entrega de Cristo, su muerte y resurrección, son la pasión de Cristo. Como tal, son la llama de nuestra fe y en torno a lo cual hemos de girar como Iglesia63. La pasión de Cristo es el corazón de nuestro Evangelio y en ella lo vemos claramente encarnado como Palabra de Dios, como Hijo de Dios y como Salvador nuestro. Y así, viendo la Santa Cena como anuncio de tal pasión y como Palabra palpable, es la celebración central de la comunidad de creyentes. Una Iglesia centrada en la Cena del Señor, rescatando la riqueza de su significado, es una Iglesia centrada en el Evangelio. ¡Señor nuestro, ayúdanos a ver la Pascua como el centro de nuestro existir! ¡Ayúdanos a verte como un Padre que socorre y libera al oprimido, al esclavizado! ¡Que acudamos con urgencia a tu Cordero, para que nos marque con su sangre, con su Espíritu, y que como los panes de Pascua no traigamos con nosotros la levadura del mal! ¡Que recordemos y anunciemos tu entrega, y que con tu Santa Cena podamos gozar ya de aquél banquete que tendremos juntos en tu Reino! ¡Que junto a tu Santa Cena escuchemos también tu mandamiento nuevo64, tu envío, y tu llamado a seguirte y a vivir confiados en tu amor y resurrección! Amén.

11° La Iglesia: Cuerpo de Cristo En el capítulo anterior ya hablamos de la Santa Cena en relación a la Pascua, y en esta hablaremos de la Santa Cena en su sentido sacramental, o sea que hace presente tangiblemente a Cristo, siendo verdadero cuerpo y verdadera sangre del salvador. A partir de lo anterior, también presentaré a la Iglesia como cuerpo de Cristo, concepción que -me parece- expone de forma más integral la comunidad de creyentes. Por lo mismo es un concepto que, inevitablemente, ya he usado en capítulos anteriores. El énfasis en la presencia real se basa, primeramente, en las mismas palabras de Cristo al instaurar su Cena: "Esto es mi cuerpo... Esto es mi sangre"65. Con esto recordamos que Cristo es nuestra cena de Pascua y que se entregó por nosotros, pero también que él dice: "Yo soy el pan que da vida. El que viene a mí, nunca tendrá hambre; y el que cree en mí, nunca tendrá sed [...] si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne" (Jn.6:25-59). Siguiendo en ese pasaje, Jesús relaciona el milagro del pan hecho carne con el pan que caía del cielo en el desierto, el maná que alimentó a los judíos al salir de Egipto, con el que "ni le sobró al que había recogido mucho, ni le faltó al que había recogido poco" (Ex.16:11-18). Y esto también lo

62

Mt.26:29; Mr.14:25; Lc.22:16,18; Is.25:6-9 63

Mt.27:45-28:10; Mr.15-16:8; Lc.23-24:12; Jn.19-20:10 64

Jn 13:34-35 65

Mt.26:26-28; Mc.14:22-24; Lc.22:19-20; 1Cor.11:24-25

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relaciona al milagro de la encarnación: “Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo” (Jn.6:33). Si creemos que Dios se pudo encarnar en el niño Jesús... ¿por qué no podemos creer que se encarna en su Santa Cena? Así recordamos que para Dios su creación es buena (Gen.1:31), y que por lo mismo también resucitó con su cuerpo (Lc.24:36-43). Lo que Dios nos da en su creación son cosas de valor, así como también valora nuestro cuerpo y todas nuestras particularidades. "Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. Quien come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí, y yo en él"(Jn.6.55-56). Al reconocer a Cristo en el pan y en el vino, al comer de Él, somos parte de una comunión especial con Él. Y para Él nadie es indigno, sino que solo debemos reconocerle (1Cor.11:29). Pablo relaciona reconocerle en el pan no solo con una comunión con Él, sino que especialmente con una comunión con los hermanos. Pablo reprocha a la comunidad de Corinto por hacer distinciones entre ellos, abusando de la Santa Cena: "Porque al comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y uno tiene hambre, y otro se embriaga" (1Cor.11:21)... "Así que, hermanos míos, cuando os reunís a comer, esperaos unos a otros" (1Cor.11:33). Así pues, la Santa Cena es también un llamado a examinarnos y a permitir que el Espíritu nos convierta. Siguiendo con el tema de la comunión, Pablo utiliza justamente este sacramento para referirse a la Iglesia como un cuerpo:

"La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan." (1Cor.10:16-17)

Pablo habla a los corintios de la Santa Cena en el capítulo 10 y en 1Cor.11:17-34 como base para hablar de la Iglesia como cuerpo de Cristo, y como cuerpo destacar la diversidad de dones y ministerios (1Cor.12) y entre estos destacar la preeminencia del amor (1Cor.13), exponiendo el mismo tema de forma similar en Rom.12. En estos pasajes se destaca la gran diversidad que tiene la comunidad de creyentes, y como todos han de ser unidos por un mismo Espíritu, por un mismo Señor, quien es el que obra realmente en nosotros. Se insiste en que "de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros"66 (Rom.12:4-5; Ef.4:25) y así mismo que "el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos. Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato?" (1Cor.12:14-17). Efectivamente, no podemos ser indiferentes ni hacer distinciones entre nosotros, "sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros. De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan" (1Cor.12:25-26). Así, la solidaridad ha de ser inherente a la Iglesia y así mismo ha de ser transmitido con la Santa Cena, especialmente si vemos la práctica de los primeros cristianos en Hechos 2:42. En el culto de los primeros cristianos, y como parte de la Cena del Señor, tenían una comida comunitaria, fraccionando el pan para que todos sus miembros tuvieran que comer y para que lo hagan en comunión. En aquél entonces, comer con alguien era un gesto de mucha intimidad. Los discípulos de Cristo comían juntos siendo de distintas edades, distintas etnias, distinto sexo, distintas clases económicas y de distinta reputación... cosa que era un gesto muy fuerte para el mundo en que vivían (y que hoy también lo sería, ¿no?). Así replicaban a nuestro maestro, que también compartía la mesa con muchos sin discriminar a los que eran considerados pecadores e impuros por la sociedad, sino que privilegiándolos, tal como se puede apreciar al llamar a Leví (Mateo)67, al hospedarse donde Zaqueo68, al multiplicar los panes69, al comer con los fariseos70, etc. La mesa compartida es esencial para Cristo, tal como lo hace ver luego de resucitar71.

66

Rom.12:4-5; Ef.4:25 67

Mt.9:9-13; Mr. 2.13-17; Lc. 5.27-32 68

Lc.19:1-10 69

Mt.14:13-21; Mr.6:30-44; Lc.9:10-17; Jn.6:1-15 70

Lc.7:36-47, 11:37-54 71

Lc.24:13-49

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¿Cómo puede ser, entonces, que la Santa Cena sea para algunos causa de división? Entiéndase que si bien insisto en la presencia real de Cristo a través de su cuerpo y su sangre, me parece irrelevante cómo se entienda esta presencia. Si acaso la presencia es solo simbólica, espiritual o también material, o si ocurre transubstanciación o consubstanciación... me parece un conflicto metafísico y filosófico sin importancia y sin base bíblica. Pues la Biblia es clara al mostrar la Eucaristía como elemento unificador del cuerpo de Cristo, a través de la cual hacemos referencia a la cena pascual y proclamamos un mismo Evangelio, y a través de la cual sentimos palpablemente la comunión con Cristo y con todos los creyentes en el mundo. Si la hacemos causa de división, es simplemente porque a veces el poder nos hace olvidar que un cuerpo tiene solo una cabeza, y nuestra única cabeza es Jesucristo. Porque Dios "lo dio por cabeza sobre todas las cosas de la Iglesia, la cual es Su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo" (Ef.1:22-23) y "porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad"(Col.2:9-10). Entonces, decir que el pan es verdadero cuerpo de Cristo, solo tiene sentido sacramental si hace visible al sacramento por excelencia: La Iglesia como Cuerpo de Cristo. Pues así como en Cristo habita corporalmente la plenitud de la Deidad, la Iglesia es plenitud de Cristo por su gracia. Como ya hemos dicho, en la experiencia comunitaria centrada en la Palabra de Dios y en la confesión de la Buena Nueva, Cristo se hace palpable y especialmente presente (Mt.18:20). Así pues, tengamos claro que si la cabeza es una sola, el cuerpo también es uno solo72. He aquí lo fuerte que es el reproche de Pablo a los partidistas, al decirles: "¿Acaso está dividido Cristo?" (1Cor.1:10-17). Así pues, Cristo se identifica con nosotros, haciéndose débil como nosotros y muriendo por nosotros, y nosotros hemos de identificarnos con Él en nuestra debilidad y entrega mutua, cumpliendo en nuestra "carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la Iglesia" (Col.1:24). Al recordar su entrega recordemos también que, así como el Padre lo envió a Él, Cristo nos envía a nosotros, sabiendo que como cuerpo de Cristo hemos de entregarnos por el mundo entero. "Hagan esto en memoria de mi". ¡Ven, Señor Jesús, en tu Santa Cena, para que podamos celebrar nuestra Pascua! ¡Ven, Señor Jesús, para que podamos celebrar y agradecerte por la liberación que nos regalas, reconociendo que estamos esclavizados por el pecado! ¡Ven, Señor Jesús, para que podamos proclamar tu cruz y resurrección, tu Buena Nueva! ¡Ven, Señor Jesús, para que podamos recibir tu fuerza, que nos ayuda a esperarte en tu segunda venida, en la que comeremos junto a ti el gran banquete de tu reino celestial! ¡Ven, Señor Jesús, y restaura a tu pueblo y a toda tu creación! ¡Ven, Señor Jesús, para que sintamos hoy tu presencia en la tierra y la comunión que nos regalas contigo y con el otro! ¡Ven, Señor Jesús, para que nos conviertas en miembros de tu cuerpo y nos sintamos enviados por la misión que nos das! ¡Ven, Señor Jesús, para que veamos que efectivamente somos sacramento tuyo, comunidad de creyentes en la que te haces palpable, que somos tu cuerpo, santificados en tu sangre! ¡Partámonos y entreguémonos los unos por los otros y por el mundo entero! Amén.

72

Ef.2:16,4:1-16; Col1:18,24;2:19;3:15; Ef.3:6

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MÁS ILUSTRACIONES POTENTES DE LA IGLESIA

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12° La Iglesia: rebaño de Dios

El Señor es mi pastor; nada me faltará.

En lugares de delicados pastos me hará descansar;

Junto a aguas de reposo me pastoreará.

Confortará mi alma;

Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.

Aunque ande en valle de sombra de muerte,

No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;

Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.

Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores;

Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.

Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,

en la casa de Jehová moraré por largos días.

(Salmo 23)

En toda la historia bíblica, la ganadería fue un pilar fundamental y característico del pueblo hebreo y de su economía. La imagen del pastor y de las ovejas es usada en la Biblia para referirse a muchas cosas, y entre ellas a la Iglesia. Podemos ver cómo el salmo 23 y otros73 expresan de forma tan bella la idea de que El Señor es nuestro pastor, confiando plenamente en Él. Jesucristo retoma esta imagen en dos de sus parábolas, una de ellas es la del redil:

"De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador. Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es. A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca. Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños. Esta alegoría les dijo Jesús; pero ellos no entendieron qué era lo que les decía. Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas. Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor." (Jn.10:1-16)

73

Sal.28:9; 67:4; 74:1; 77:20; 78:52,70,72; 79:13; 80:1; 95:7; 100:3; 107:41; 136:16

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Las palabras de Jesús son realmente significativas, pues al decir que Él es el Buen Pastor y al criticar a quienes han tomado abusivamente aquel papel, se muestra como cumplimiento de la profecía de Ezequiel 34. Efectivamente, El Señor se compadece al vernos dispersos, como si no tuviéramos pastor74, por lo que será Él quien nos apacentará75, y dice en la profecía:

"He aquí, yo estoy contra los pastores; y demandaré mis ovejas de su mano, y les haré dejar de apacentar las ovejas; ni los pastores se apacentarán más a sí mismos, pues yo libraré mis ovejas de sus bocas, y no les serán más por comida. Porque así ha dicho El Señor: He aquí yo, yo mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré. Como reconoce su rebaño el pastor el día que está en medio de sus ovejas esparcidas, así reconoceré mis ovejas, y las libraré de todos los lugares en que fueron esparcidas el día del nublado y de la oscuridad. [...] Yo apacentaré mis ovejas.[...] Yo buscaré la perdida, y haré volver al redil la descarriada; vendaré la perniquebrada, y fortaleceré la débil [...] Y sabrán que yo El Señor su Dios estoy con ellos, y ellos son mi pueblo [...] Y vosotras, ovejas mías, ovejas de mi pasto, personas sois, y yo vuestro Dios, dice El Señor."

(Ez.34:10-12,15,16,30,31)

La profecía también es parafraseada por la parábola de la oveja perdida76: "¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido". Lucas pone esta parábola junto a la de la moneda perdida77 y a la del hijo pródigo78. Como ya he repetido, el pecado nos ha alejado de nuestro Padre, pero Él se acerca a nosotros para que nos encontremos nuevamente y para recibirnos con fiesta. Fiesta que apunta al Reino de los Cielos, esperanza de su grey (Lc.12:32). Y como hablar del Reino es también hablar de su justicia, no puedo dejar de lado las palabras de Mt.25:31-46:

"Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí [...] De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis."

Cristo aboga por los débiles, oprimidos y abandonados, haciendo nuevamente eco con la profecía de Ezequiel, donde también dice: "He aquí yo juzgo entre oveja y oveja, entre carneros y machos cabríos. ¿Os es poco que comáis los buenos pastos, sino que también holláis con vuestros pies lo que de vuestros pastos queda; y que bebiendo las aguas claras, enturbiáis además con

74

Mt.9:36; Mr.6:34; Ez.34:5; Num 27:17 75

Is.40:11,63:11-14; Miq.5:4,7:14; Ap.7:17; 1Pe.2:25; Heb.13:20 76

Lc.15:1-7; Mt.18:10-14 77

Lc.15:8-10 78

Lc.15:11-32

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vuestros pies las que quedan? Y mis ovejas comen lo hollado de vuestros pies, y beben lo que con vuestros pies habéis enturbiado. Por tanto, así les dice Jehová el Señor: He aquí yo, yo juzgaré entre la oveja engordada y la oveja flaca, por cuanto empujasteis con el costado y con el hombro, y acorneasteis con vuestros cuernos a todas las débiles, hasta que las echasteis y las dispersasteis. Yo salvaré a mis ovejas, y nunca más serán para rapiña; y juzgaré entre oveja y oveja" (Ez.34:17-22). Al reconocernos como ovejas de Dios, también reconocemos el celo que tiene Él al cuidarnos. Y sabemos que su juicio es a favor nuestro, pues le pertenecemos gracias a su obra79. Y si Él ha venido a rescatarnos, debemos reconocerle y agradecerle siendo ovejas mansas y obedientes, que damos nuestra lana, nuestra leche y nuestra vida por el Buen Pastor y por el resto de sus ovejitas, así como Él se entrega por nosotros. Al reconocernos como un rebaño, reconocemos nuestra debilidad y cuántos peligros nos rodean, de ser mezquinas unas con otras, abusadas por machos cabríos y asechadas por lobos80. En esto mismo, existe la tensión de tener pastores entre nosotros, cuando nuestro único pastor es Cristo. ¿Qué significa esto? Ciertamente, todos pertenecemos al único Buen Pastor, pero también es cierto que Él ha llamado ministros que pastoreen sus ovejas81. Vocación sacrificada que merece autoridad y derechos que muchas veces no son correspondidos82... pero recordemos que las ovejas pertenecen solo al Buen Pastor y ¡ay! de los pastores que se apacientan a sí mismos83.

Como manada, entreguémonos al Buen Pastor y cuidémonos los unos a los otros. Y así como el cuerpo de Cristo es plenitud de Cristo, y Cristo es plenitud del Padre, escuchamos también: "conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre"... y así como la cabeza del cuerpo es una, y el cuerpo es uno, escuchamos también: "oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor". Que estas palabras nos den esperanza y certeza, de que Dios escuchó la oración de su Hijo antes de morir: "que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste." (Jn.17:21). ¡Amén!

79

1Cor.6:20; 1Pe.1:18-19 80

Lc.10:3; Hch.20:29; Mt.7:15; Jn.10:12; Jer.13:17,20 81

Hch.20:28; 1.Pe.5:2; Jn.21:15-17 82

1Cor.9:3-14; 1Tim.5.17-18; Hch 18:2-3; 20:34; 1Cor.4:12; 2 Cor.11:7; Mt.10:10; Lc.10:7 83

Zac.11:17; Jer.23:1-4; Ez.34:2,3,23

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13° La Iglesia: campo, trigo y viña del Señor

Volverán y se sentarán bajo su sombra; serán vivificados como trigo, y florecerán como la vid;

su olor será como de vino del Líbano. (Oseas 14:7)

Así como la ganadería, la agricultura también era un pilar fundamental de la economía y cultura del Israel bíblico. Se usan términos de la agricultura para explicar muchas cosas, entre ellas la Iglesia. Sin embargo, las referencias a la Iglesia en términos agrícolas son mucho menos coherentes y muchas más que las referencias en términos ganaderos que, como vimos en el capítulo anterior, calzan todas con la profecía en Ezequiel 34. Los término agrícolas se usan, más que para hablar de la Iglesia misma, para profecías y parábolas relacionadas a la segunda venida de Cristo y al Reino de los Cielos, que suelen estar fuertemente ligadas al calendario luni-solar de los hebreos, marcado por las fiestas agrícolas. Por todas estas cosas es que no podré abarcar el tema en su totalidad, intentado señalar resumidamente la mayor cantidad de ilustraciones, rescatando lo esencial en el espíritu de esta serie. Las 7 fiestas anuales84 se separaban en dos épocas:

época de siega: fiesta de Pascua, Panes sin levadura, Gavilla mecida de las primicias y Pentecostés época de cosecha: fiestas de Trompetas, Día del perdón y fiesta de los Tabernáculos.

Ya sabemos que las fiestas de la siega calzan con los eventos de la muerte y resurrección de Cristo, y con la promesa del Espíritu Santo. Sucesos del libro de Apocalipsis y de varios profetas del Antiguo Testamento se estructuran en relación a este ciclo, haciendo eco con varios pasajes de los evangelios. Por ejemplo, cuando se habla de “gran tribulación”, se entendía como “gran trilla”. Trillar no es otra cosa sino triturar en el suelo las gavillas del trigo o cebada para separar el grano de la paja, y en latín se decía tribulare, palabra de la cual proviene “tribulación”. Hoy todos estos pasajes nos son complejos, pero habrá sido muy simple para la gente humilde y de campo a la cual se dirigían85, quienes dependían de la tierra y del clima, viviendo aquella profunda conexión con la creación (Gen.2:7). Me gustaría aprender más acerca de aquella cultura agrícola hebrea, para entender más aquellos pasajes. Todavía haciendo referencia a las fiestas agrícolas, se dice que luego de Pascua y la muerte de Cristo, su resurrección coincide con la gavilla de primicias (primer cereal que se segaba, generalmente cebada y después venía el trigo), lo que hace alusión a su primogenitura y que nosotros también resucitaremos. Se habla igual del Espíritu Santo como primicias de lo que ha de venir y que hemos de ser primicias de la creación86. Por lo general, en casi todas estas ilustraciones, se relaciona a la Iglesia con el campo de trigo. Eso se ve con claridad en la parábola del trigo y la cizaña (Mt.13.24-30,36-43). Dios planta el trigo (sus hijos), pero entremedio aparece la cizaña, la hierba mala, “y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? Él les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero”. Aquí vemos que en el mundo convivimos crédulos e incrédulos, pero que será el Padre que en su tiempo juzgue. Así mismo, esta parábola da pie a la idea luterana (herencia agustiniana) del corpus permixtum, en que la comunidad cristiana, la iglesia visible, tienen tanto

84

Dt.16:1-17; Ex.23:14-17, 34:18-24; Lev.23; Nm.28:16-29:40 85

Lc.12:56, 21:29-30; Mt.16:2-3; Stgo.5:7 86

1Cor.15:20-23; Rom.8:22-23,11:16; Stgo.1:18

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cristianos verdaderos como aparentes. Pero no hemos de distinguir nosotros ni hemos de juzgar, sino que hemos de ser pacientes (Stgo.5:7) y entregados con todos, para que seamos como nuestro Padre “que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos” (Mt.5:45). Respecto al trigo, también recordamos que Jesús dice a sus discípulos: “De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto”87. Y de forma similar habla la parábola del sembrador88, según la cual hemos de escuchar efectivamente la Palabra, ser fieles a ella en la dificultad y renunciar a la vida que ofrece este mundo, para que demos fruto. El Evangelio nos exige conversión y buenas obras, frutos que ayuden a esparcir su Palabra89 y dice que “cosecharemos lo que sembramos”90, pero tengamos claro que el crecimiento y el fruto son obra del Señor91 y que nosotros somos como tierra seca sedienta de su Palabra92. Tanto la parábola del sembrador, como la del trigo y la cizaña, se encuentran en Mateo 13, capítulo en el que Jesucristo predica el Reino de Dios a través de estas y más parábolas, como la parábola de la semilla de mostaza93, la parábola de la levadura94, la parábola del tesoro escondido en el campo95 y otras que ya se escapan del tema, aunque siguen apegadas a los oficios comunes de la gente y a entregarse por completo al Evangelio. Profundizando todavía en los frutos que hemos de dar, comparto las siguientes palabras:

Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. […] Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. […] En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor […] Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado.

(Juan 15:1-17)

Este pasaje se engloba en el discurso final de Jesucristo en el evangelio según Juan, junto al cual también celebra su Última Cena y habla sobre el discipulado (8° capítulo). Esta ilustración es símil a las que hemos visto en los últimos 2 capítulos, en que el cuerpo ha de estar unido a su cabeza y el rebaño guiado por su pastor… acá las ramas o pámpanos solo han de dar fruto si están unidos a la vid: Jesucristo. La imagen de la vid verdadera da un sentido distinto a varias imágenes ya usadas en otros pasajes. Habla de una vid, siendo que se suele hablar de viña. Dice que el Padre es el labrador, aunque en más de una parábola el Señor de la viña tiene labradores, entendiéndose muchas veces que los que trabajan en la Iglesia somos los

87

Jn.12:24-25; Mt.16:24-25; Lc.14:26-27 88

Mt.13:1-9, 18-23; Mr.4.1-9,13-20; Lc.8.4-8,11-15 89

Es o o ida la frase por sus frutos los o o eréis Mt.7:15-20; Lc.6:43-44); estando igual la parábola de la higuera estéril (Lc.13:6-9) y otras pasajes aparentemente contrarios a la parábola de la higuera (Mt.21:19; Mc.11:13-14) y múltiples exhortaciones como la de Ti.3:14. 90

Prov.20:4, 22:8; Os.10:12; Gal.6:7; 2Cor.9:6-7 91

Mc.4:26-29; 1Cor.3:6-9; 2Cor.9:8-15 92

Is.44:3-4, 55:10-11; Sal.63:1, 143:6 93

Mt.13:31-32; Mr.4.30-32; Lc.13.18-19 94

Mt.13:33; Lc.13:20-21 95

Mt.13:44

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obreros de su viña96 o de su campo de trigo97. También se usan estos conceptos para referirse a cómo la nación hebrea rechazó los preceptos de Dios y a Cristo, dejando Dios de cuidar su viña98 y quitando la viña a los labradores malvados para dársela a otros99. Siguiendo con este tema, en Juan 4:35-38 dice Jesús en Samaria (que no era considerado parte de Israel) que “os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis; otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores” (v.38) “para que el que siembra goce juntamente con el que siega” (v.36), pudiéndose entender que habla de cómo hemos sido injertados en la descendencia de Abraham (6°capítulo), como dice Rom.11:11-24. En aquel pasaje de Romanos, Pablo aporta más ideas a la imagen de la vid verdadera, aunque por el contexto cultural habla de un olivo en vez de una vid. Agrega que “si la raíz es santa, también lo son las ramas” (v.16) y que “no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti” (v.18). ¡Oh Señor! ¡Ayúdanos a entender con cuánta riqueza nos hablas en la Biblia, y la conexión especial que tenemos con la naturaleza! ¡Ayúdanos a comprender la multitud de consejos en tus Escrituras, y a no caer en falsas interpretaciones! ¡Ayúdanos a esperar con paciencia tu segunda venida, dando fruto y entregándonos al mundo entero! ¡Ayúdanos a mantenernos unidos a ti, nuestra única vid verdadera! Amén.

14° La Iglesia: obreros y mayordomos del Señor Aquí quiero profundizar en algo ya mencionado en el capítulo anterior, en que hablamos de la Iglesia en términos agrícolas. Hice referencia a pasajes donde la Iglesia es un campo de trigo o una viña, pero al mismo tiempo se habla de la Iglesia como labradora u obrera de este campo o viña, así como otros oficios. El concepto de hijo de Dios como obrero tiene mucha relación a lo tratado en el 8° capítulo, en la que decía que conforme a la misión evangélica hemos de reconocer a Cristo como Señor y Maestro. O sea, que somos sus siervos y discípulos y trabajamos en su misión. En el 9° capítulo se habla de la Iglesia como ministros y embajadores de Cristo y en el 12° se hace alusión a los pastores. Todas ideas muy relacionadas a este tema, pues el concepto de obrero se relaciona especialmente con el ministerio ordenado, aunque todo cristiano ha de sentirse como obrero de su Señor y ha de trabajar en su viña, sea en lo religioso o en lo civil. También aprovecharé de presentar al cristiano como un mayordomo responsable, que apuntando a algo distinto sigue estando bastante relacionado. Finalmente, destacaré la parábola de los obreros de la viña, porque me gusta mucho. Leamos 1Cor.3, que dice:

Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois carnales? ¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según

96

Mt.20:1–16 97

Mt.9:37-38; Lc.10:2; Jn.4:35-38 98

Is.5:1-7 99

Mc.12:1-12; Lc.20:9-19

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lo que a cada uno concedió el Señor. Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento. Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor. Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios. Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.

(1Cor.3:4-11)

Ante la actitud partidista dentro de la comunidad de Corinto, en que los cristianos se dividían conforme a cuál apóstol o misionero se apegaban, Pablo usa la imagen del obrero del campo y de la construcción para dar a entender que el único Señor es Dios, y que es Su Palabra la que actúa, y todos hemos de labrar juntos, crecer y sobreedificar en base a Cristo. Y en 2Tim.2 exhorta a ser un obrero aprobado, diciendo: "el labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero" (v.6), "procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad" (v.15) y "porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido" (v.24). ¡No seamos como los obreros malvados100! Aprovechando todavía el lenguaje agrícola, podemos hacer referencia a la parábola de los talentos101, según la cual hemos de rendir cuentas al Señor de lo diligentes que hemos sido, cada uno por su cuenta (Rom.14:4). El Señor le responde al siervo diligente: "Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor" (Mt.25:21). En cambio, había uno negligente que no se arriesgó ni trabajó los talentos o dinero dados por Él: "porque tuve miedo de ti, por cuanto eres hombre severo, que tomas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste. Entonces [El Señor] le dijo: Mal siervo, por tu propia boca te juzgo. Sabías que yo era hombre severo, que tomo lo que no puse, y que siego lo que no sembré" (Lc.19:21-22). Esta parábola es la principal para hablar de la mayordomía, que se basa principalmente en el hecho de que todo le pertenece a Dios y nosotros no somos dueños de nada. He ahí la gran ofensa del negligente, que no quería que el Señor tomara lo que efectivamente era suyo ni que segara lo que efectivamente sembró. El trabajo y la mayordomía son características de la especie humana, viéndose en Gen.2:7-8; 1:26-30 que Dios nos creó para trabajar, administrar y cuidar de su creación, para hacernos responsables de su creación sabiendo que somos parte de ella, siendo todos parte de un todo, y que la creación no es nuestra, sino que de Él y para todos. La Ley de Moisés también se preocupa por el descanso de la tierra y los animales102, dejando claro que los males de la tierra son por culpa del pecado humano103 y que en general tenemos una conexión especial con la creación entera, que será completamente restaurada por Dios104. La parábola de los talentos está antecedida en Lucas por el encuentro de Jesús con Zaqueo, cobrador de impuestos corrupto que se arrepiente y da sus bienes a los pobres (Lc.19:1-10), y en Mateo la parábola de los talentos está junto a la de las diez vírgenes (Mt.25:1-3), que también plantea nuestra responsabilidad ante el tiempo y bienes limitados que tenemos, terminando el capítulo con el juicio de las naciones (Mt.25:31-46), señalando que el gran principio que ha de regir la administración en general es la justicia para con los necesitados.

100

Mc.12:1-12; Lc.20:9-19 101

Mt.25:14-30; Lc.19:11-27 102

Lev 25:2-7; Ex 23:10-13; Ex.20:8-11; Dt.5:12-15 103

Gen.3:17-19; Os.4:1-3; Jer.14:1-6; Is.24:5-6 104

Gen.2:7; 4:10; Rom.8:19; Ap.21:1

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39

En fin, la mayordomía es administrar con justicia y se aplica tanto a lo económico como a lo ecológico y al tiempo, a nuestros dones y a todo lo que esté bajo nuestro control, sabiendo que todo aquello pertenece realmente al Señor, que al final nos pedirá cuentas105. Habiendo presentado el concepto de mayordomía, vuelvo al fin a aquella preciosa parábola, que dije que me gustaba tanto:

Porque el reino de los cielos es semejante a un hombre, padre de familia, que salió por la mañana a contratar obreros para su viña. Y habiendo convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. Saliendo cerca de la hora tercera del día, vio a otros que estaban en la plaza desocupados; y les dijo: Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo. Y ellos fueron. Salió otra vez cerca de las horas sexta y novena, e hizo lo mismo. Y saliendo cerca de la hora undécima, halló a otros que estaban desocupados; y les dijo: ¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados? Le dijeron: Porque nadie nos ha contratado. Él les dijo: Id también vosotros a la viña, y recibiréis lo que sea justo. Cuando llegó la noche, el señor de la viña dijo a su mayordomo: Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando desde los postreros hasta los primeros. Y al venir los que habían ido cerca de la hora undécima, recibieron cada uno un denario. Al venir también los primeros, pensaron que habían de recibir más; pero también ellos recibieron cada uno un denario. Y al recibirlo, murmuraban contra el padre de familia, diciendo: Estos postreros han trabajado una sola hora, y los has hecho iguales a nosotros, que hemos soportado la carga y el calor del día. Él, respondiendo, dijo a uno de ellos: Amigo, no te hago agravio; ¿no conviniste conmigo en un denario? Toma lo que es tuyo, y vete; pero quiero dar a este postrero, como a ti. ¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno? Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son llamados, mas pocos escogidos.

(Mt.20:1–16)

El Reino de los Cielos no se rige como nuestros reinos, y el Evangelio siempre trastoca nuestras expectativas. En esta parábola se destaca nuevamente el señorío de El Señor, pero se destaca principalmente su justicia. Hemos de tener claro que la dádiva de Dios es gracia suya, y nos la regala sin ningún mérito nuestro. Así como en la vida de los primeros cristianos (Hch.2:45,4:35), vemos una justicia que no se basa en el mérito, sino que en la necesidad. Nuestra necesidad existencial es la comunión con nuestro Padre y nuestros hermanos, y recibimos su Santo Espíritu de vida. Al vivir conforme a aquel Espíritu, obrando bien, no debemos sentir que merecemos algo más, sino que hemos de decir: "lo que debíamos hacer, hicimos" (Lc.17:7-10). Por otra parte, el patrón va constantemente a buscar más y más obreros, preocupados de que no estén desocupados y sin sustento, pues en su viña hay más lugar. Recordamos igual cuando Jesús dijo a sus discípulos: "a la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies"106.

Así, cuando el Señor se dirija a nosotros, cuando escuchemos su Palabra, respondamos con júbilo: ¡Anhelo trabajar por el Señor... y el que quiera trabajar, hallará también lugar, en la viña del Señor! 107 Amén.

15° La Iglesia: edificio y templo de Dios En el último capítulo pudimos ver cómo en 1Cor.3, Pablo habla de la Iglesia como labranza y como obreros, pero también dice que somos un edificio. Los términos relacionados a la construcción son muy usados por Pablo,

105

Otros pasajes relacionados a la mayordomía: Lc.12:13-48, Lc.16; 1Cor.4:2; Pr.3:9; 2Cor.8:1-8 106

Mt.9:37-38; Lc.10:2; Jn.4:35-38 107

A helo tra ajar por el “eñor , Himno de Isaiah Baltzell, que puede encontrar en youtube: https://www.youtube.com/watch?v=C3cr973BadE

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quien constantemente dice que hemos de edificarnos los unos a los otros y estar bien cimentados108. Y es en este sentido que se presenta la imagen del edificio como crítica ante las divisiones dentro de la comunidad, especialmente al entender que el fundamento sobre el cual está cimentada la Iglesia es solo uno: Jesucristo109. Jesús de Nazareth no solo es aquella roca firme que nos da vida y seguridad110, sino que será causa de fracaso para aquellos que la ignoran. Como dice Cristo mismo al terminar el sermón del monte:

Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina. (Mt.7:24-27; Lc.6.46-49)

Efectivamente es Cristo, su Palabra, su Espíritu, su Evangelio la base unificadora de la Iglesia, razón por la cual podemos decir que Simón es llamado Cefas o Pedro (piedra en arameo y griego respectivamente Mt 16:18; Juan 1:42). Simón Pedro confiesa que Jesús es el Cristo, el Salvador111, y en la versión de Mateo se especifica que luego de esto Cristo le dice: "sobre esta roca edificaré mi Iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos..." (v.18-19). El Padre pone la Buena Nueva en el corazón y boca de Simón Pedro y así lo hace parte de su edificio, así como hace con cada uno de nosotros al confesar a Cristo, haciéndonos ciudadanos de su Reino y dándonos la llave de la salvación. Nótese que al decir "sobre esta roca edificaré la Iglesia", Cristo ha de ser referencia a sí mismo, como Hijo de Dios. Así dice Pedro:

Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. Por lo cual también contiene la Escritura: 'He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; y el que creyere en él, no será avergonzado'. Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, 'la piedra que los edificadores desecharon, ha venido a ser la cabeza del ángulo'; y: 'Piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados'. Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia. (1Pe.2:4-10)

Pedro recoge muchos conceptos alrededor de la idea de la Iglesia como edificio, piedras vivas cimentadas en Cristo, la piedra fundamental. Por una parte habla de pueblo, linaje escogido y nación, similar a cómo se hace en Ef.2:11–22. No somos solo un edificio, sino que también somos una casa, una familia112 y un solo pueblo, una sola nación, parte de una misma ciudad celestial que se concreta en la vida comunitaria (Mt.5:14). En la estructura del edificio cimentado en Cristo, nadie es advenedizo, somos todos iguales y sin distinción somos llamados a ensamblar su templo en la tierra. ¡No somos solo edificio, sino que también somos su templo! Pedro lucha acá contra la religión judía del templo y los sacrificios, en que los sacerdotes hacían de intermediarios entre Dios y el resto. Como explica la carta a los hebreos, en Cristo es abolido el sacerdocio instaurado por Moisés, pues Cristo es el único intermediario entre Dios y nosotros, el único sumo sacerdote que realiza aquel sacrificio

108

1Cor.14:12,26; Col.1:23-24; 1Cor.8:1; Ef.3:17,4:16 109

1Cor.3:11; Ef.2:20-22; Sal.118:22; Mt.21:42-44; Mr.12:10; Lc.20:17-18; Hch.4:11; 1Pe.2:4; Rom.9:33; Is.8:14 110

Ex.17:5-6; 1Cor.10:4; 2Sam.22:2; Is.17:10 111

Mt.16:13-20; Mr.8:27-30; Lc.9:18-21 112

1Tim.3:15; 2Tim.2:20; Heb.3:6

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que nos santifica (Heb.3), y el sacrificio de nuestra parte es responder con el seguimiento, pero que en realidad no es sacrificio, sino que Gracia. Aquí se fundamenta la doctrina del sacerdocio universal de todos los creyentes. ¡Los cristianos somos un pueblo de sacerdotes, tenemos aquel real sacerdocio que es solo a través de Jesucristo, sin más intermediarios, y todos estamos llamados a proclamar esta gran virtud! Así pues, como templo y santuario vivientes de Dios, tenemos aún más certeza de que Él nos acompaña. Pues como templo, el Espíritu de Dios mora en nosotros113. El verdadero templo en el que habita Dios no son los edificios que construimos nosotros, sino que somos nosotros mismos como comunidad, nosotros mismos somos ese edificio, ese templo, ese santuario en el que habita El Señor. En el siguiente capítulo profundizaré en el concepto de la santidad, pero es importante entender que como santuario hemos sido purificados, así como Jesús purificó el templo de Jerusalén, echando a los que hacían de la religión un negocio, una estafa: "Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones. Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones"114. Para ser fiel a aquella purificación es que Lutero protestó contra las prácticas y doctrinas de la iglesia romana medieval, cuando estafaban a los cristianos con las indulgencias, además de prohibir la Biblia, los himnos, las misas en lengua vernácula, etc., acorde a la idea de un Dios lejano que tiene a la jerarquía eclesial como intermediaria (ideas que al fin empiezan a cambiar en la iglesia romana con el Concilio Vaticano II). Según Juan, ante tal arrebato de nuestro Cristo contra los cambistas del templo, le exigen una señal y Él

responde: "Destruid este templo, y en tres días lo levantaré", agregándose luego: "Mas él hablaba del templo de su cuerpo"115. Cristo es el templo, y con su

resurrección y Espíritu levanta también a la Iglesia, que es su cuerpo, templo de Dios acá en la tierra, que también hace alusión a aquél templo en el que viviremos eternamente (2Cor.5:1-4). Se fortalece aún más la concepción de la comunidad de creyentes como un solo cuerpo con una sola cabeza, como un solo rebaño con un solo pastor, como ramas unidas a la única vid verdadera. La iglesia es un solo edificio con una sola piedra angular que es

Cristo, pero también Cristo es el edificio mismo.

¡Oh, Señor! ¡Ayúdanos a ver que cada uno es una piedra viva de tu templo y

debemos estar cimentados firmemente en el único fundamento, que es Cristo, tú Palabra! ¡Refrena la tentación de aquellos que quieren ponerse entremedio de ti y tu pueblo! ¡Como un solo edificio, crea la comunión y reconciliación entre todos aquellos que confiesan tu nombre! ¡Que tu Evangelio nos una más y más, dando señales de tu Reino y tu presencia en el mundo hoy! Amén.

16° La Iglesia Santa: los santos Antes que todo quiero aclarar que, al igual que el término "pecado", considero que la mayoría usa el término "santo" sin considerar su sentido bíblico. Cuando hablo de "los santos", de ninguna forma me refiero a lo que suele referirse la religiosidad católica... esto es personas que tuvieron un testimonio de vida destacado, a las cuales hemos de venerar o pedir intercesión. Esa es una idea que rechazo, fiel al legado evangélico-protestante, pues pone énfasis en la obra de los humanos en vez de poner énfasis en la obra de Dios. Los mismos apóstoles rechazaron algún tipo de veneración o adoración116, al igual que los ángeles117. Como ya he repetido varias

113

2Cor.6:16; Ef 2.21-22; 1Cor 3.16-17,6:19; Ap.21:3 114

Jn2:13-22; Mt.21:12-13; Mr.11:15-18; Lc.19:45-46; Is.56:7 115

Mt 26:61,27:40; Mr.14:58;15:59; Jn.2:19-21; Ap 21:22 116

Hch.10:25-26; 14:11-14

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veces: ¡solo hemos de postrarnos ante Dios! En realidad, el único verdaderamente santo es el Señor, y hemos de dirigirnos a Él por la intercesión que es a través de Jesucristo solamente. Claro que me parece provechoso recordar el testimonio de personas destacadas, pero eso es otra cosa. Cuando hablo acá de "los santos", lo hago en el mismo sentido que Pablo en la mayoría de sus cartas. Es relevante recordar que el pueblo de Dios, al menos en la Biblia, nunca se denomina así mismo "cristiano". El referirse a la Iglesia como "los cristianos" es una cuestión posterior, y vemos en las epístolas que entre ellos se denominaban “los santos”. Pablo suele denominar "santos" a los creyentes en general en varios de sus saludos y despedidas118 o en cualquiera de sus exhortaciones o referencias a los creyentes119. También lo hace Judas hermano de Jacobo120, Lucas121 y Juan122. También se usan otras fórmulas similares, que dicen mucho del significado de este término, como el ser “llamados a ser santos”, “santificados”, “llamados para santificación”, etc.123 Pero, ¿qué significado se le da a este término? Literalmente quiere decir “apartado”, “dedicado a…”, “escogido para…”. En el Antiguo Testamento vemos cómo se le relaciona al cumplimiento de la ley y a la pureza, a dedicarse completamente a lo religioso absteniéndose de cosas consideradas impuras o mundanas. Diría que el mayor ejemplo de santidad en la ley de Moisés se ve en la dedicación de los nazareos124 y en la religión del templo, en que dependiendo de la “santidad” de la persona a qué partes podía entrar, pudiendo solo el sumo sacerdote entrar al Lugar Santísimo separado por el velo125. En Lv.16 se muestra el ritual que debía hacer el sacerdote para purificar o santificar el templo. Diría que ese sentido de "pureza graduada" es la que prepondera entre los católicos romanos y entre los evangélicos fundamentalistas, que con su obsesión por lo sexual se han alejado de lo bíblico y de los orígenes que tiene el Movimiento de Santidad en el metodismo de Wesley, enraizado en el pietismo de Spener difundido gracias a los Hermanos Moravos. Gloria sea a Dios por aquellas obras del Espíritu. Como veíamos en el capítulo anterior, el Nuevo Testamento da un nuevo sentido al concepto de templo y de sacerdocio, haciéndolo igual con la idea de la santidad. Profundizando en el concepto de la Iglesia como templo y santuario, hemos de decir que con la cruz de Cristo se ha roto el velo del templo126, por lo que ya no hay ninguna distinción entre los hijos de Dios. En la Iglesia, el templo de Dios, ya no hay gente más cerca o más lejos de Él, siendo Cristo el único sumo sacerdote y todos hemos de relacionarnos directa y personalmente con Él. Así como no se puede dar medida a nuestro pecado ni estratificar a los pecadores, tampoco se ha de dar medida a nuestra santidad ni estratificar a los santos. Se ha de destacar que, en términos estrictos, solo Dios es santo127, pero es por lo mismo que nosotros también hemos de ser santos y hemos de abandonar el pecado128. ¿Cómo podemos hablar de nuestra santidad y de una Iglesia Santa, si en el 2° capítulo se puso tanto énfasis en que todos somos y seguimos siendo pecadores y que la Iglesia es pecadora? De todas formas, aseverar que la

117

Ap.19:10; 22:9 118

Ef.1:1; Fil 1:1,4:21-22; Col.1:2; 1Tes. 5:27; Heb.3.1,13:24 119

1Cor.14:33,16:15; Ef.1:4,15,18,2:19,3:8,18,4:12,5:3,27,6:18; Col1:4,12,22,26,3:12; 1Tim.5:10; 1Tes.3:13; 2Tes.1:10; 1Cor.6:1-2; 1Cor.14:33; Rom.8:27,12:13,16:2,15,15:25,26,31; Heb 6:10 120

Jud.1:1-3 121

Hch 9:32 122

Ap.5:8; 8:3,4;11:18;13:7,10 123

Rom.1:7,6:19-22; 1Cor.1:2,6:11; 1Pe.1:2; 2Tes.2:13 124

Núm.6:1-21; Jue.13:5-7 125

Heb.9:1-7 126

Mt.27:50-51; Mc.15:37-38; Lc.23:45-46 127

¡“olo Tú eres “a to! Ap. : , : ; Is. : ; Hay solo u o ue o (Mc.10:18; Mt. 19:17; Lc.18:19) 128

Lv.19:2,21:8; 1Pe.1:13-23; Mt.5:48

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Iglesia es pecadora y al mismo tiempo santa es contradictorio, pero sin lugar a dudas es un aspecto esencial de la fe cristiana, sabiendo que "lo insensato de Dios es más sabio que los hombres" (1Cor.1:18-25). El santuario de Dios no es tal por las piedras que lo componen ni por sus características, sino porque es morada del Altísimo, de su Espíritu Santo. No importa la fragilidad que tengamos como piedras de su templo, es su Espíritu el que sostiene el edificio. Las ramas no son santas por lo que son, sino porque están unidas a la raíz (Rom.11:16). Cristo es el que nos hace santos, al dejarnos ser parte de su santuario, al estar junto a Él en el Lugar Santísimo por la justicia que Él ha llevado a cabo en la cruz129. He aquí que la denominación “santos” se refiere, en palabras de Bonhoeffer: “al acontecimiento único del bautismo y de la justificación [...] Los santos siguen siendo los pecadores justificados.”130 Pedro también afirma que no por ser bautizados y salvos estamos libres de nuestra inmundicia (1Pe.3:21). El ser santos no viene de una gracia o pureza nuestra, sino del hecho de que es Cristo quien nos llama, quien nos ha escogido y nos dedica completamente a Él, a pesar de nuestro pecado. Esto no nos separa de lo “mundano”, pues como ya he mencionado en capítulos anteriores, Cristo nos envía al mundo, dedicando todo lo que hacemos, en todas las esferas de nuestra vida, al servicio cristiano. Sea dónde estemos y qué hagamos, la fe nos tiene en su santuario y nos hace parte del cuerpo de Cristo en la tierra. He aquí es relevante afirmar que la Iglesia es tanto parte del mundo como revelación de Dios para el mundo. Como decía Lutero: simul iustus et peccator (al mismo tiempo justos y pecadores). Siendo que la justicia, la santidad, la salvación, la sanidad no vienen de nosotros, es que somos hechos completamente libres de ser santos por nuestra cuenta. Pero esta libertad no es otra cosa que la vida de santificación: vivir efectivamente conforme al Espíritu Santo. Que no sea solo Dios quien vea la santidad de Cristo en la Iglesia, sino que nos revistamos de Cristo131 y vivamos de forma visible aquél gozo que nos ha regalado. Si Cristo ha dado su vida por nuestra liberación y santificación… ¿acaso no estamos pisoteando y despreciando su cruz cada vez que pecamos deliberadamente? ¡Andemos conforme al llamado que nos han hecho, correspondiendo a nuestro salvador!132 La parábola del Buen Samaritano (Lc.10:25-37) nos da un buen indicio de qué significa para nuestro Maestro el ser santos y cumplir con su ley. El sacerdote y el levita no evaden al moribundo por ser malos o no, sino que la ley de Moisés prohibía el contacto con la sangre y con los muertos como cosas impuras… ¡especialmente a aquellos dedicados al templo! En el samaritano, aquel que ni merecía ser llamado judío ni prójimo, que se ensucia las manos movido por la misericordia y la compasión, Jesucristo pone nuestro ejemplo de santidad. La santidad no depende del cumplimiento de una moral, de una ley, de un código de ética, de la abstención de lo impuro…. Sino de aceptar nuestra incapacidad y acudir a Cristo, que nos lleva a una vida conforme al Espíritu Santo. Esta vida santa es lo que he tratado en toda esta obra. La santidad es aceptar el espacio que Cristo nos da en la comunión de los santos, ser su pueblo, ser su familia, ser sus discípulos, ser sus ministros, ser sus embajadores, ser trigo y viña que de fruto, ser obreros diligentes, ser su rebaño, ser edificio cimentado en su Palabra, ser cuerpo de Cristo acá en la tierra que se entrega por el otro… corresponder a nuestro bautismo y a todo lo que nos ha convertido. Qué bonito sería llamarnos nuevamente “santos” los unos a los otros, poniendo énfasis en la obra que Cristo ha hecho en nosotros y en nuestra vocación. ¡Oh, Señor! ¡Queremos dedicar nuestra vida a ti! ¡Apártanos de una vida sin sentido, de una vida que no te reconoce en el mundo, en el pobre, en el enfermo, en el preso! ¡Apártanos de una vida que no te reconozca como el único Señor de todo, tanto de lo religioso como de lo cívico! ¡Apártanos del orgullo de querer ser santos a solas, sin una comunidad visible de hermanos! ¡Fortalece la comunión que nos une los unos a los otros en torno a tu Palabra, sabiendo que así cultivamos el Santo Espíritu que nos has dado! Amén.

129

Rom.3:21-26,10:3; Fil.3:9; 1Pe.2:24 130

El Seguimiento, ediciones sígueme, pag. 209, Dietrich Bonhoeffer 131

Rom.13:14, Ef.4:24 132

Heb.10:29; Col.1:10; 1Tes.2:12; 4:3,7-8; Ef 4:1; Flp 1,27; 2Cor.7.1

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17° La Iglesia: Camino

En el capítulo anterior hablaba del concepto de santidad y de cómo se denominaba "santos" a los creyentes, antes de usarse la denominación "cristianos". "Cristiano" significaba literalmente "partidarios de Cristo", denominación que empezó a ser usada de parte de los que perseguían a los creyentes, antes que Roma los tolerara y antes de que se "cristianizara". Acá voy a reflexionar, cortito, sobre otra palabra con la que los primeros discípulos se identificaban a sí mismos: Camino133. En la Biblia (Reina Valera 1960) aparece 741 veces la palabra "camino". Claro que la mayoría de las veces la usa de forma práctica, sin dejar de ser una cuestión muy simbólica, y otras muchas la usa metafóricamente. Es una imagen muy fuerte, sabiendo que como Iglesia somos un pueblo que camina por el mundo, así como el Israel del éxodo caminaba por el desierto hacia tierra prometida. La Biblia entera nos es dada para que sigamos el camino del Señor, hacia el reino de nuestro Padre celestial. Este concepto enfatiza lo tratado en el 8° capítulo, acerca de la misión y el discipulado. Como discípulos, hemos de entregar toda nuestra vida a seguir los pasos de Jesús, y aprender de sus enseñanzas. Jesús, como revelación cúlmine de Dios, es el maestro que enseña el camino de Dios con verdad134. Él mismo, antes de terminar el Sermón del Monte (Mt.5-7), dice: "estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan" (Mt.7:14). Sin embargo, el camino no es simplemente seguir sus enseñanzas. En Juan 14:6 dice: "Yo Soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí". Justamente, el camino del Señor no se trata de seguir preceptos, sino de creer y creerle a aquél que el Padre envió para ser nuestro camino (Jn.6:28-29). De ninguna forma pensemos que el concepto del camino es una cuestión excluyente, pues es en el camino, en el seguimiento, en el envío, en la misión, que sanamos al otro y lo incluimos en el gozo del reino, sin distinción alguna135. La misión de la Iglesia, como pueblo que peregrina, es un constante éxodo hacia el otro, un salir de sí mismo para encontrarse con el otro en el camino. Es justamente así que imitamos a nuestro maestro, aquél caminante que se despojó de sí mismo para reconciliar al mundo. En el camino no solo nos encontramos con el otro, sino que es en el camino que se nos revela el Señor, como sucedió a los discípulos camino a Emaús136. La Vida se hace presente hoy y ahora, en el camino, sabiendo que la bendición de Dios no se basa en que nosotros seamos santos o perfectos, sino en que caminemos detrás de Aquél que es santo y perfecto, buscando ser cada vez más como Él (Fil.3:12-14). Jesús es el Camino... ¿cómo es que se le puede llamar Camino a la Iglesia? ¡Qué cosa tan tremenda! De ninguna forma seremos Camino si nos predicamos a nosotros mismos o si nos atribuimos poder en este mundo, sino que predicando al único Señor de este mundo y encarnándolo al vivir conforme al Espíritu Santo. Viviendo esa vida que es la comunión de los santos, la Iglesia que se entrega al mundo así como Cristo se entregó por todos nosotros. La Iglesia es Camino en cuánto se entienda que la Iglesia no es otra cosa que una vida de discipulado, de caminar juntos y como iguales detrás de Cristo, aferrados a Él. Ayúdanos, Señor, a vivir tu Camino. Amén.

133

Hch.9:2,19:9,23;22:4,24:14,22 134

Lc.20:21; Mc.12:14 135

Mt.22:9; Lc.18:35-43; Mt.20.29-34; Mr.10.46-52; Hch.8:36-39; Lc.10:33 136

Lc.24:13-35; Mc.16:12; En relación a Emaús, aprovecho de recomendarles el blog de unos hermanos míos: http://haciaemaus.wix.com

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18° La Iglesia: huestes de la fe

Siempre tuve repulsión a la idea de ese Dios guerrero y a identificarse con la guerra o con un ejército. Sin embargo, es una imagen muy utilizada, especialmente entre los pentecostales y carismáticos. De todas formas, la imagen de la guerra abunda en la Biblia y no podemos ignorarla. Como veremos, es una imagen muy potente y apasionada de la Biblia, especialmente para aquellos que sufren. En el Antiguo Testamento se nombra137 273 veces a "Jehová de los ejércitos" o "Dios de los ejércitos" y en el Nuevo Testamento aparece 2 veces como "Señor de los ejércitos". En su idioma original es "YHVH-Sebaot". "Sebaot" significa literalmente "huestes", refiriéndose especialmente a batallas o servicio. Jehová de Sebaot es el nombre del Señor en su manifestación de poder, como Rey (Sal.24:10) y Señor de la gloria (1Cor.2.8). Eso si, es interesante que el invocar a Dios de esta forma no es propio de los pasajes bélicos como del Pentateuco, ni de Josué ni de Jueces (aunque son pasajes que igual construyen el concepto que se tiene de la Iglesia como ejército). Tal forma de invocar al Señor es usado especialmente por el profeta Jeremías, pero también por profetas como Hageo, Zacarías y Malaquías. Es el título distintivo de Dios en relación con la ayuda y consolación que Él nos da en tiempos de división y fracaso138. El salmista invoca a "Jehová de los ejércitos" como protector y pacificador, pues es nuestro escudo (Sal.84) y "hace cesar las guerras hasta los fines de la tierra[...] quiebra el arco, corta la lanza y quema los carros en el fuego" (Sal.46; Os.2:18). Para mí, hablar de "Jehová de los ejércitos" es hablar de aquél Señor misericordioso que nos protege y está por encima de los poderes y los males de este mundo, sabiendo que mi Dios puede contra todos los ejércitos de este mundo y les pondrá fin con certeza. Como dice en Isaías 2:4: "Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra." Respecto a entender al pueblo de la fe como un ejército, he de destacar que tampoco se usa en los pasajes bélicos, donde la palabra ejército se usa más bien en su concepto práctico (sin dejar de ser una cuestión bastante simbólica). La única parte del Antiguo Testamento en que se habla del pueblo de Dios, en su conjunto, como ejército o huestes es en Éxodo 6:26; 7:4, 12:17,41,51, en relación a la liberación de la esclavitud. En el Nuevo Testamento no se habla literalmente del "ejército de la fe" o de "huestes de la fe", pero la alusión al conflicto y la lucha es recurrente, lo que también se relaciona al deporte139. También se presenta la imagen de que los creyentes somos soldados de Cristo. Veamos la siguiente ilustración:

Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos; y

137

En la versión Reina Valera 1960 138

1Re.18:15, 19:14; Is.1:9, 8:11-14, 9:13-19, 10:24-27, 31:4-5; Hag.2:4; Mal.3:16-17; Stgo 5:4 139

1Cor.9:24-25; 2Tim.2:5,4:7; Fil.3:14

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por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar.

(Ef.6:10-20; 2Cor.10:3-5; 1Tes.5:8; Is.59:17)

La idea del Diablo, entendámoslo como un ser en sí mismo o solo como símbolo de la muerte y de nuestro pecado, sirve para entender que nuestro enemigo no son los otros. Nuestro enemigo es el Maligno, nuestro pecado, la incredulidad, la opresión y la injusticia. Ante tales cosas hemos de acudir a la defensa divina, estando firmes en la misión evangélica que da sentido a nuestra vida, esperando que la gracia de Dios enrole cada vez a más soldados. Con su ayuda hemos de proseguir adelante con la proclamación del Evangelio de paz y respondiendo (si es necesario) con el poder del Espíritu Santo, que se manifiesta especialmente con la Palabra de Dios. Nuestra lucha es completamente pacífica, pues no tenemos otra arma que la Palabra de Dios. "No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos" (Zac.4:6). Hemos de responder humildemente enseñando la verdad del Evangelio, con palabras y con entrega mutua, y la Palabra de Dios nos llevará también a la oración, con la que recurrimos a nuestro Rey y con la que nos apoyamos mutuamente, permitiendo que el Espíritu nos una para ir firmes y adelante como un solo equipo, combatiendo unánimes por la fe del Evangelio140. Hemos de recurrir siempre a la oración y a Dios, pues no podemos confiar en nosotros mismos, que constantemente caemos en las diabólicas lógicas de poder de este mundo. Hemos de cuidarnos de nosotros mismos, que no nos aferremos a las seguridades y poderes terrenales, sino que como militantes del Reino nos alejemos de tales cosas141. En el encuentro de Jesús con el Diablo en el desierto, se puede identificar cómo Cristo condena la tentación del poder económico, del poder religioso y del poder político-militar142. Esto mismo hace sintonía con la imagen apocalíptica de la Bestia y la Gran Ramera de Daniel 7 y Apocalipsis 17. Sin entrar en mayor interpretación, esta Bestia tiene poder sobre los reinos de este mundo, se adorna con metales preciosos, persigue a los santos de Dios y destroza el mundo. El poder de este mundo es lo que caracteriza al mal. Vivimos bajo un orden social lleno de violencia, sometidos a los poderosos y maleantes de hoy o a nuestro propio pecado. Sin embargo, confiamos en que Dios mismo juzgará y acabará con el orden actual, para que empiece el gobierno pleno de Dios en la tierra: el Reino de Dios en la segunda venida de Cristo143. Por todo esto, hemos de ser como extranjeros en este mundo, como peregrinos que se abstienen de lo mundano que batalla contra el alma144. Existe aquella dicotomía entre el Reino de Dios y el reino del mundo. Entonces... ¿Cómo actuar ante las autoridades civiles, los poderosos y los que gobiernan este mundo? Es muy citado cuando Pablo dice "sométase toda persona a las autoridades superiores"(Rom.13), pero lejos de interpretarlo desde la perspectiva autoritaria, me siento interpelado por la interpretación de Dietrich Bonhoeffer145:

El cristiano no debe aspirar a situarse en el mismo plano de los que tienen el poder; su vocación es la de permanecer abajo. Las autoridades están arriba, mientras él se encuentra abajo. El mundo reina, el cristiano sirve; así está en comunión con su Señor, que se hizo esclavo.

Recordemos que Pablo sabía bien qué era ser perseguido por la autoridad146 y recordemos que "es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hch.5:29). Si leemos con cuidado el pasaje de Rom.13, notaremos que su fin no es justificar a los poderosos, sino que insistir en que Cristo es el único Señor del ser humano y que no hemos de adjudicarnos señorío enfrentándonos a la autoridad, sino que hemos de vestir las armas de la luz 140

Fil.1:27; 1Cor.14:8 141

1Tim.6:10-12; 2Tim.2:3-4 142

Mt.4:1-11; Mr.1.12-13; Lc.4.1-13; Jn.2:18,6:15,26,31 143

Dn.7:13-14, 25-27; Ap.17:14-18; Is.11; Hch.1:9-11; Mt.24:29-51, 26:64; Mr. 13.24-37; Lc.21:25-36; 2Tes.2:3-11 144

1Pe.2:11; Heb.11:13; 13:14; Stgo.4:1 145

El Precio de la Gracia: El seguimiento, Dietrich Bonhoeffer. Ediciones Sígueme, sección "iglesia visible", pág. 194. 146

Hch.9:23-30; 13:49-52; 14:1-6, 19-20; 16:16-24; 17:1-14; 18:1-6; 19:21-39; 21:1-23; 22:30-23:11; 25:1-12; 25:23-26:32

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(v.12), que es el amor al prójimo, el cumplimiento de la ley del Reino. Ley con la que nos gozamos en la persecusión (Mt.5:1-11) y con la que damos la otra mejilla (Mt.5:38-42). Insisto en que el enemigo no es el otro, sino que hemos de cuidarnos nosotros de no caer en las lógicas del Maligno. Ante la dureza de las autoridades, hemos de saber que nosotros debemos ser distintos (Mc.10:42-45) y hemos de orar por ellas147, pidiendo a Dios que las utilice para hacer su voluntad. Con todo, una comunidad o sociedad siempre necesitará gente que la dirija o tener ciertos roles de autoridad o responsabilidad. No existe responsabilidad sin autoridad. Toda comunidad necesita cierto orden para que podamos luchar juntos, avanzar juntos. Así mismo, todos tenemos autoridad sobre otros en algún momento de nuestra vida, sea en menor o mayor grado. Rom.13 apunta a que tal autoridad no es propia, sino que se la debemos a Dios y debemos usarla en pos del bien común, sirviendo siempre al Señor y al prójimo. Me encantaría profundizar también respecto a la riqueza y la pobreza, sabiendo que el ser soldados de Cristo es militar por la austeridad y por los pobres148, y que no podemos servirle a dos señores149. Sin embargo, es un tema amplio y que se escapa de este libro. El tema del poder y la autoridad es complejo, sabiendo que el concepto de la Iglesia como ejército puede llevarnos tanto al rechazo de la autoridad y sociedad corruptas, así como a cooperar con las autoridades y el resto de la sociedad en la construcción de un mundo mejor. ¡Qué gran tensión tenemos en nuestra vida! ¿Es completamente malo el mundo en el que estamos? Para nada, pues lo creado por Dios es bueno150 y hemos de amar al mundo, así como Dios ama al mundo (Jn.3:16). Si decimos que la Palabra se hizo carne, es porque Dios no menosprecia este mundo ni lo material, sino que vive en su creación (de la cual somos parte) y la santifica, como también tratamos en los capítulos 15° y 16°. Lo negativo de la palabra "mundo" hace alusión a las lógicas de poder de este mundo (sometido por nuestro pecado), que son completamente opuestas al poder no violento que el Espíritu Santo nos enseña. Vemos cómo los judíos esperaban que el Mesías fuera un libertador que le hiciera guerra al imperio y reinara en su lugar, pero Jesús dice: "mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado"151. En la entrega de Cristo vemos de forma sublime el carácter de la guerra que luchamos, en la que hemos de vencer el mal con el bien152 y en la que los postreros serán los primeros153. En esto vemos lo que Francisco de Asís154 llamaba "lo kenótico", que es hacerse el menor, lo que Jesucristo hizo al encarnarse y nacer en un establo, al servir a los excluidos y especialmente en su muerte en la cruz. En la oración intercesora de Cristo en Jn.17, Él ora especialmente por esta tensión. Así como Él, no pertenecemos a este mundo, pero de ninguna forma nos debemos abstraer del mundo, pues Cristo nos ha enviado a éste (v.14-18). Cristo pide al Padre que nos proteja del Maligno que asola este mundo, y por lo mismo debemos estar unidos (v.21). Es aquí donde hemos de aferrarnos a Cristo, nuestra verdad, confiados en que su oración ha sido escuchada y que va delante nuestro en la batalla con todo su ejército celestial. Tengámosle a Él como estandarte, bandera o pendón y avancemos con confianza155. No debemos temerle a esta batalla ni debemos temerle al mundo ni refugiarnos de él, pues Cristo ha vencido al mundo (Jn.16:33). ¡Aleluya! Como dice aquél grito de júbilo: "¿Quién vive? ¡Cristo! Y a su nombre: ¡Gloria! Y a su Iglesia: ¡Victoria!".

147

Mt.5:44; 1Tim.2:1-2 148

1Tim.6:3-19, 2Tim.2:1-13; 1Cor.9:7; Heb.10:32-34; 1Jn.2:14-17 149

Mt.6:24; Lc.16:13 150

Gen.1:10,12,18,21,25,31 151

Citado de Jn.18:36; uyo paralelo e los si ópti os es ua do di e dar al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios Mt.22:21; Mr.12:17; Lc.20:25) 152

Rom.12:21; 1Tes.5:15; 1Pe.3:9 153

Mt.19:30,20:16; Mc.10:31; Lc.13:30 154

Francisco de Asís, a quien le debemos esa hermosa oración: "Hazme un instrumento de tu paz". 155

Sal.20:5; Is.11:10-12, 62:10

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Para concluir, debo decir que es tentador usar estos conceptos para pelearnos entre nosotros, abogando por lo que uno considera bueno, negando que el otro sea cristiano si no calza con nuestra moral o nuestro ideal. Pero he de insistir que la fe no se basa en una moral ni en ideas156, y que todos los que confesamos a Cristo somos parte de un mismo equipo, un mismo partido, un mismo ejército unido por una misma misión, siguiendo a un mismo Señor. Los cristianos no podemos ser fieles a nuestra lucha si nos peleamos entre nosotros, pues todo reino divido será asolado (Lc.11:17). Al compararnos con un ejército, hemos de entender que nuestra misión requiere de cierta disciplina, que nos entrenemos constantemente en la lectura y oración comunitaria, y que hemos de dar nuestra vida por el Evangelio, dispuestos a morir por la causa157. Vayamos adelante con valor, sabiendo que Cristo, al resucitar, ya venció a la muerte y con ella al pecado y al Maligno (Rom.6:9-11). Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?158 Les dejo, entonces, con tres canciones muy buenas respecto al tema. Bendiciones.

Firmes y adelante, huestes de la fe (escrito originalmente en 1865 por el Sabine Baring-Gould, Inglaterra) https://www.youtube.com/watch?v=wpX8ZTUp8po

Castillo Fuerte es nuestro Dios (compuesto en 1529 por Martin Lutero, Alemania) https://www.youtube.com/watch?v=hgtFzCHg5So

Yo Soy un Militante (de 2013, del disco conmemorativo de los 50 años del Grupo Evangélico Universitario de Guatemala: GEU) https://soundcloud.com/geusuena/yo-soy-un-militante

19° La Iglesia: cónyuge del Señor

Esta ilustración, al igual que la anterior, es muy apasionada y potente. Pero también es muy compleja y ha de ser tratada de forma cuidadosa, pues el matrimonio se ha entendido de formas muy distintas en las distintas culturas y a través del tiempo. No es de extrañarse que el contexto bíblico siempre fue uno patriarcal, en que la mujer era posesión del hombre. En el Antiguo Testamento se practicaba la poligamia, y luego en el Nuevo Testamento la monogamia, empezando a adoptarse ciertas estructuras jerárquicas de la casa grecorromana (oikos). Se ha de leer tales pasajes entendiendo que tales eran los contextos, y así rescatar mejor el significado que tienen159. La imagen de la Iglesia como esposa del Señor se basa principalmente en las profecías de Oseas, Isaías, Ezequiel y Jeremías160 y en la de Apocalipsis161. Se habla de la esposa haciendo referencia al pueblo de Dios en su conjunto, identificándolo muchas veces con sus ciudades. Dios la hizo suya al recogerla desamparada y dándole su alianza, pero ella le fue infiel con los ídolos y cayó en completa corrupción, fornicación, prostitución y

156

Nuestra fe se basa únicamente en una persona, que es Cristo, y en seguir su ejemplo. 157

2Tim.2:11-12; estar dispuesto a dar la vida… idea que viven todos aquellos que son perseguidos por su fe, y que también encarnan los Equipos Cristia os de A ió por la Paz http:// pt.org/ , otivados por la siguie te pregu ta: ¿Qué pasaría si los cristianos dedicaran la misma devoción y disciplina en sus acciones por la paz que los ejércitos dedican en sus acciones

éli as? Re o ie do revisar el material que tienen del pacifismo en relación a la Biblia:http://cpt.org/es/resources/training/bibical_nonviolence 158

Rom.8:31; Sal.27:1; Mt.16:18 159 Sin poder profundizar mucho en el tema de género, recomiendo aprender del trabajo de Irene Foulkes. Lean "Pablo: ¿un militante misógino? Teoría de Género y Relectura Bíblica" (http://www.claiweb.org/ribla/ribla20/pablo%20un%20militante.html) y "CONFLICTOS EN CORINTO. LAS MUJERES EN UNA IGLESIA PRIMITIVA" (http://www.claiweb.org/ribla/ribla15/conflitos%20en%20corinto.ht). Agradezco a mi hermano Josaphat Jarpa, que me facilitó tal material. 160

Os.1-3; Jer.2-3; 11:15; 12:7-9, 33:11; Ez.16,23; Is.54-62 161

Ap.12;17-22

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adulterio al faltar a los mandamientos y caminos del Señor. Jesús y sus apóstoles igual usan estas palabras con tal sentido162. Pero, pese a la infidelidad del pueblo, el amor de Dios sigue vigente, llamándolo a la conversión y reconciliándose apasionadamente. Tal reconciliación implicará un estado eterno de justicia, paz, misericordia, abundancia, luz y alegría como la de los recién casados, la alegría de una fiesta de bodas. Jesús también relaciona tal alegría con el reino de los cielos163, teniendo que ser pacientes y diligentes hasta su plena instauración. Al final del Apocalipsis vemos como es destronada la Gran Ramera o la Bestia, para que se presente con gloria la Esposa del Cordero, que es la Iglesia, pero también es imagen del Reino de Dios, la Nueva Jerusalén que desciende (Ap.21:9-10). Tal es el amor de Dios por su pueblo, que estos pasajes se suelen relacionar con el poema erótico de Salomón, el Cantar de los Cantares. Pablo, al explicar a los gálatas que la salvación en Cristo es por su promesa y por su pura gracia, mediante la fe y no por cumplimiento de la ley, presenta la alegoría de Sara y Agar citando también a Isaías (Gal.4:21-31). Agar, esclava de Abraham, simboliza el pacto de la ley y la Jerusalén de este mundo. Sara, la esposa libre de Abraham, dio a luz por la promesa y representa el Nuevo Pacto y la "Jerusalén de arriba". A los romanos también les presenta la alegoría del matrimonio para decir que estamos muertos al pacto de la ley, para que nos casemos con Jesucristo conforme al pacto de la promesa, y Él nos libera, nos santifica y nos presenta a sí mismo sin mancha164. Cristo nos ha comprado para que seamos su cónyuge, o su siervo, y no lo ha hecho por bajo precio, sino que dio su vida. Con esto nos ha librado de la esclavitud que teníamos ante la ley y la muerte, por lo que hemos de vivir correspondiendo a su entrega. ¡Dejémonos conquistar por su inmensurable muestra de amor! Antes de seguir con el aporte de Pablo, que responde a un contexto cultural distinto al de los profetas mencionados anteriormente, me parece relevante preguntarnos por la esencia del matrimonio. Ante los cambios a través de la historia... ¿qué es lo trascendente? Aquí he de destacar lo que dice Jesucristo, aludiendo a Gen.2:18-24:

"al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno. Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre" (Mt.19:1-12;5:31-32; Mr.10:1-12; Lc.16:18).

El matrimonio no se basa en la posesión de uno sobre el otro, sino que en la unión plena de dos personas. Cristo dignifica a la mujer criticando en aquel tiempo el divorcio, con el que desechaban, sin mayor razón, a la mujer como a un objeto. También destaco que Cristo tuvo tanto discípulos como discípulas165, y entre estas últimas estuvieron las privilegiadas que le anunciaron por primera vez166. El matrimonio que propone Cristo se complementa bellamente con las palabras de Rut: “Donde tu vallas, yo iré”(Rut 1:16-17); con las de Salomón: "Cordón de tres dobleces no se rompe pronto" (Ec.4:9-12); y con las de Pablo: "La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer" (1Cor.7:4). Es considerando este espíritu de unión y reciprocidad, que me atrevo a presentarles las siguientes palabras de Pablo:

Someteos unos a otros en el temor de Dios. Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se

162

Mt. 2:39; Mc.8:38, Stgo.4:4; Ap.2:22 163

Mt.22:1-14; 25:1-13; Jn.2:1-10 164

Rom.7:1-6; 2Cor.11.2; Col.1:22; Ef.1:4 165

Lc.8:1-3, 23:55-24:1; Mt.27:55-56; Mc.15:40-41; Jn.19:25 166 Mt.28:8-10; Mc.16:1-11; Lc.24:5-10; Jn.20:11-18, 4:25-42

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entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia. Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido. (Ef.5:21-33)

Antes de profundizar en el sublime sentido de estas palabras, he de trabajar aquello que hace ruido. Estas palabras han sido utilizadas por siglos para perpetuar el patriarcado, especialmente si se unen a otros pasajes paulinos en que se recurre a Gen.2 para naturalizar una relación jerárquica entre el hombre y la mujer167. En estos se llega a decir que las "mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar", así como que "aprenda en silencio, con toda sujeción, porque no permito a la mujer enseñar ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio" e incluso que "Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión, pero se salvará engendrando hijos". Digo con fuerza que es de gran irresponsabilidad e ignorancia usar estos pasajes fuera de su contexto, interpretándolos de forma literal y machista. No se puede someter el mensaje del Evangelio a este par de versículos, especialmente si en la misma carta en que se dice que callen, también se les reconoce para la oración y la profecía (1Cor.11:2-16), lo que implica hablar a los hombres para edificación, exhortación y consolación (1Cor.14:3); y el mismo autor168 que dice que se salvarán engendrando hijos, también les da la potestad de elegir su propio estado civil, aconsejando la soltería y la vocación religiosa (1Cor.7). Ante todo, Pablo es un apóstol que reconoce y valora enormemente el aporte de sus colegas mujeres169, entre las que habían ministras y misioneras iguales a él. Es más, al hablar de la Iglesia como cuerpo de Cristo (11º capítulo), Pablo llama a que todos aporten con los dones que Dios le ha dado y que nadie ha de ocultarlos, pues es Dios quien actúa a través de ellos170. La Iglesia del primer siglo fue, sin lugar a dudas, un espacio que le otorgó a las mujeres mayor derecho y liderazgo, por lo que habrá ganado grandes conflictos internos y con el resto de la sociedad. Ante esto, los apóstoles habrán considerado prudente mantenerse dentro de la lógica patriarcal de la época, enseñando sumisión de parte de la mujer juntamente a la sumisión de los hijos y de los esclavos171, dependiendo todos del señor de la casa, quien los sustentaba. Hoy, ante una sociedad que quiere cambiar, y considerando que la Iglesia ya exigió de forma unánime la abolición de la esclavitud, ¿no debemos exigir también la abolición del patriarcado? ¿Qué otra cosa hemos de hacer, si confesamos que en el bautismo "ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús" (Gal.3.27-28), y que tanto hombre como mujer fueron creados a imagen y semejanza de Dios (Gen.1:26-27)? Aún bajo su piel patriarcal, aquellos pasajes polémicos de Pablo fueron tremendamente liberadores para la época y deben seguir siéndolo, pues en los mismos va insistiendo que "en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón" (1Cor.11:11) y que el señor de la casa ha de cuidar humildemente a sus subordinados con temor a Dios, que no hace acepción de personas172. La ilustración de Ef.5:21-33, que he puesto como central en esta obra, aparece encabezada con la frase que ha de regir todo lo que sigue: "Someteos unos a otros". La sumisión no debe venir de solo una parte, pues si alguien tiene mayor autoridad

167

1Cor.11:1-16, 14:34-35; 1Tim.2:9-15 168

Son muchos los que sostienen, a partir del método histórico crítico y de mano de la teología liberal, que varias de las cartas consideradas tradicionalmente paulinas no son realmente de Pablo, sino que de autores posteriores que le atribuyeron sus escritos al apóstol. Pero yo me opongo, pues es una teoría científica que todavía no se comprueba, pero sobre todo porque no he de quitarle autoridad a las Sagradas Escrituras. 169

Rom.16; Fil.4.2-3; Hch.18.1-3,25-26 170

1Cor.12; Rom.12 171

Col 3:18-4:5; Tito 2; Ef.5:33-6:9; 1Cor.7 172

Col 3:25; Ef.6:9

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debe entregarse a sí mismo para potenciar a la otra parte, identificándose plenamente con ella y promocionándola en todo. Tal sentido se complementa perfectamente con lo tratado en el capítulo anterior, en que imitar a Cristo implica necesariamente hacerse el menor y servir al otro. Pedro presenta igual el respeto y cuidado mutuo en el matrimonio como cuestión que refleja el Evangelio sin necesidad de palabras, y algo de lo que depende nuestra buena relación con Dios (1Pe.3:1-7). Con todo, Ef.5:21-33 potencia con aún más pasión la imagen presentada por los profetas. No se trata solo de nuestra liberación, el pacto de la promesa, la fidelidad de Dios, nuestro apasionado reencuentro, el sustento, la santificación y la fiesta eterna, sino que de entrega mutua y de que "somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos". De ahora en adelante, la Pascua que celebramos en la Santa Cena y la concepción de la Iglesia como Cuerpo de Cristo, están inseparablemente unidas a la concepción de la Iglesia como cónyuge del Señor173. Ahora vemos con mayor fuerza que nuestra vida no tiene sentido sin el Señor y que ésta ha de ser un proyecto común con todos los que son parte de su cuerpo místico. Hemos de entregar nuestra vida al Señor en todas sus dimensiones, en espíritu y cuerpo (1Cor.6:12-20), y hemos de servir al otro como a nuestro propio cuerpo, o aún más, como al mismo Señor, nuestra cabeza. Con todo esto, ya no le llamaremos más Mi Señor, sino que Mi Marido (Os.2:16), sabiendo también que Cristo no trataba a sus discípulos como siervos, sino que como amigos (Jn.15:15). Oh, Señor, líbranos de usar estas preciosas imágenes para sustentar eclesiologías y mariologías patriarcales y castrantes. Déjanos moldear por tu palabra e impide que te utilicemos para imponer nuestra moral. Queremos serte fiel en este proyecto común y revestirnos de ti, ahora y por toda la eternidad, sabiendo que las muchas aguas no podrán apagar nuestro amor, ni lo ahogarán los ríos (Cantares 8:7). Amén.

173

Esa relación igual se señala en Jn.19:31-37. Al no quebrarse los huesos de Cristo se apunta a que Él es nuestro Cordero de Pascua (Ex.12:46; Nm.9:12; Sal 34:20) y así como Eva nace del costado de Adán (Gen.2:21-22), del costado de Cristo traspasado por la lanza nace la Iglesia. Esto es, del bautismo de agua y sangre, que es el Espíritu de gracia y súplica (¿gracia y fe?) (Zac.12:10; Ap.1:7).

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CONCLUSIÓN

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20° La Iglesia... ¡Conclusión! Hablar de la esencia de la Iglesia es una cuestión sin fin, pero creo haber abarcado las principales ilustraciones bíblicas. Creo que es trabajando nuestra identidad como discípulos de Cristo que lograremos vivir más plenamente la unidad de la Iglesia. Aquí yo he presentado mi interpretación personal de las cosas, sabiendo que no todo es esencial y que en muchas cosas no habrá acuerdo, pero estando de acuerdo con la centralidad de Cristo y el Evangelio podemos trabajar juntos sin problema. Anhelo con fuerza lograr la unidad visible de la Iglesia, que no será perfecta hasta la plena instauración del Reino, pero que de todas formas podemos visibilizar hoy. Esta unidad visible no es una institucional, la cual puede corromper fácilmente el Evangelio, especialmente si designamos a un “pastor universal” entre nosotros, siendo que Cristo es nuestro pastor universal. La unidad visible se logra en el trabajo conjunto por la misión evangélica y por la paz, así como en la celebración conjunta de nuestra Pascua, la Santa Cena.

Sin agregar mucho, pues ya he escrito harto, agrego un compilado final señalando de forma corta y simple lo esencial para mí. La Iglesia es la comunión de los hermanos en la fe. La Iglesia no es una institución ni un club que ofrece servicios religiosos, sino que somos cada uno de nosotros unidos por el Espíritu Santo, que nos convierte en una nueva criatura. Lo que da sentido a nuestro existir es ser responsables de la misión evangélica. La Iglesia se ha de entender, principalmente, como un camino de discipulado que inicia con el bautismo y que caminamos como iguales junto a todos los cristianos del mundo. Como dijo Bonhoeffer: “una vida comunitaria bajo la Palabra se mantendrá saludable solo si no se forma como un movimiento, orden, club o collegium pietatis, sino que concibiéndose a sí misma como parte de la única, santa, universal Iglesia cristiana, trabajando y doliéndose por la necesidad, la lucha y las promesas de la Iglesia en su totalidad"174. El sentido de la salvación es aquella comunión que será plena en el Reino de Dios. Comunión primeramente con Él y luego con los hermanos y la creación toda. La salvación es por Gracia, no por obras, pero esa Gracia es justamente que Dios nos regala hoy la vida de comunión, caracterizada por sus frutos de amor, fundamentada en la proclamación comunitaria del Evangelio de Cristo contenido en la Biblia y en la celebración de la Santa Cena. La Iglesia es una familia y nosotros no elegimos a nuestros hermanos, sino que es nuestro Padre quien nos ha unido incondicionalmente los unos a los otros. Lamentablemente, como la mayoría de las familias, la Iglesia es disfuncional, pero citando de nuevo a mi teólogo favorito: “La fraternidad cristiana no es un ideal a realizar sino una realidad creada por Dios en Cristo, de la que Él nos permite participar.”175 La Iglesia es el anticipo de aquella comunión perfecta que tendremos en el reino de los cielos, y es el más excelente sacramento. Somos cuerpo de Cristo, bañados en su sangre, y hemos de partirnos y entregarnos al mundo entero. Como dice aquel himno de M. Bazán: “La Iglesia es Cristo en el mundo, pueblo de Dios puesto en marcha…”.

Como ilustración gráfica de mi resumen confeccioné la imagen que verán en la siguiente página. La confeccioné de forma bien poco profesional y dudando si acaso logré plasmar lo que quería, pero … está bonita, ¿no?

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Vida e Co u idad Dietri h Bo hoeffer, Edi io es “ígue e. Pág. 175

Vida e Co u idad Dietri h Bo hoeffer, Edi io es “ígue e. Pág.

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Con el pan y el vino no quiero otra cosa que representar a la Iglesia, que es el gran sacramento, el cuerpo de Cristo, bañando en su sangre, que se parte y entrega al mundo entero. La Iglesia comparte bajo un mismo techo, pues es una familia, y está cimentada en la Palabra de Dios, que es Cristo (ilustrado con la Biblia). La Biblia es el fundamento de la Iglesia, pero no apegándose a la letra o la literalidad, sino que cultivando a partir de ella al Espíritu Santo (ilustrado con la paloma de la paz) y el Evangelio (ilustrado con la rosa de Lutero). El Espíritu y el Evangelio son lo que unen a la Iglesia y la hacen ser tal. El centro del Evangelio es la cruz de Cristo. Quien tenga la cruz de Cristo en el corazón vive por Gracia una vida de santificación y gozo, anticipo del gozo eterno del Reino de los cielos.176

Cristo está en todo. La Biblia es testimonio de Cristo, que es la Palabra de Dios. El Espíritu es el de Cristo. El Evangelio es de Cristo. La comunidad de creyentes es Cristo en el mundo. Como dice la liturgia: “por Él, con Él, en Él” (Rom.11:36).

¡Siempre muy atento a la retroalimentación, para seguir construyendo juntos nuestra identidad! Los dejo con un abrazo fraternal, pidiendo a Dios que nos ayude a ser fieles a nuestro llamado, a nuestra vocación. Amén.

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Descripción resumida de la rosa de Lutero, pudiendo acceder a una descripción mayor en el sitio www.ielch.cl en do u e tos o fesio ales o dire ta e te por este e la e:

http://iluterana.cl/index/wp-content/uploads/2011/05/El-Escudo-de-Mart%C3%ADn-Lutero.pdf