La Imagen Despues de Auschwitz

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  • Histoire(s) du cinma y Shoah. La imagen despus de Auschwitz

    Charles Quevedo

    Un intenso debate en torno a una tica de las imgenes despus de Auschwitz fue

    inaugurado por la polmica entre los cineastas Claude Lanzmann y Jean-Luc Godard, cuyos

    filmes Shoah y Histoire(s) du cinma respectivamente, exponen dos propuestas

    estticas y ticas contrapuestas con respecto a la relacin entre imagen e historia. Ambos

    coincidiran, sin embargo, en afirmar que la Shoah nos pide pensar de nuevo toda nuestra

    relacin con la imagen. Este debate fue posteriormente enriquecido por aportaciones como

    las de Gerard Wacjman, Georges Didi-Huberman, Jean-Luc Nancy, Giorgio Agamben,

    entre otros, que arrojaron luces y sombras filosficas sobre el tema. Este debate y sus

    repercusiones forman parte de una incontenible proliferacin de documentos, novelas,

    poemas, coloquios, pelculas que se dio en llamar la cultura de Auschwitz.

    Consideramos relevantes estas discusiones pese al evidente sesgo galo-cntrico

    y sus consecuencias, teniendo en cuenta el lugar que ocupa la imagen, es decir las prcticas

    de visualidad en el escenario contemporneo: estas prcticas estn destinadas a sustituir

    cada vez ms a los relatos en su centralidad para la generacin de efectos investidores de

    identidad. De acuerdo a autores como Jos Luis Brea, en el nuevo escenario en emergencia

    el principio organizador dominante no sera ms la palabra, sino acaso lo visual1.

    En efecto, la imagen se ha vuelto cada vez ms la portadora principal de la funcin

    epistemolgica, es decir, la funcin de produccin de la verdad acerca del mundo,

    confirmando la tesis de Debord.

    Por otra parte, y en estrecha conexin con lo anteriormente mencionado, cada vez

    ms en el arte contemporneo, se evala la obra no ya verificando el cumplimiento de los

    requisitos estticos de orden o armona, tensin formal, estilo y sntesis, sino considerando

    sus condiciones de enunciacin y sus alcances pragmticos: su impacto social, su

    inscripcin histrica, su densidad narrativa o sus dimensiones ticas2.

    Este ensayo explora algunos aspectos de las aportaciones mencionadas y no

    pretende ser ms que una incitacin a seguir trabajando un pensamiento de la imagen, tal

    vez una tica de las imgenes a partir de un acontecimiento cuyo motivo singular tal

  • como escribe Jean-Luc Nancy radica en haber sido total, haber puesto en juego a la

    totalidad de la humanidad [...] la humanidad como tal, integralmente3.

    Ninguna imagen/Todas las imgenes

    Despus de Auschwitz es una determinacin aplicable a cada vez ms campos del

    saber y la creacin contemporneos. La afirmacin de Adorno acerca de la condicin de la

    poesa despus de Auschwitz ha inaugurado en cierto modo una nueva categora esttica:

    Arte despus de Auschwitz. Una categora que plantea el problema de la representacin

    de algo extremo, un acontecimiento impensable que slo puede ser sealado por medio de

    negaciones: indecible e irrepresentable. Se ha dicho que despus de Auschwitz el arte no

    podra volver a tener significado, escribir poesa sera un acto de barbarie segn el clebre

    dictum. El problema de la representacin que atraviesa la tradicin bblica recordamos

    que el Declogo prohibe construir imgenes de todo lo que est en los cielos, sobre la tierra,

    en las aguas vuelve a plantearse de una manera indita y terrible: El exterminio nazi

    puede ser representado? O bien, cualquier representacin no hara ms que falsificar y

    reducir aquella verdad extrema e inconmensurable de la experiencia humana? Esta vez la

    prohibicin no es expresada por Dios, ni guarda relacin con la inconmensurabilidad de

    Dios. Esta vez son los hombres quienes pronuncian la prohibicin sobre las imgenes,

    temiendo la banalizacin, trivializacin, vulgarizacin o explotacin de un acontecimiento

    de la singularidad y monstruosidad del exterminio.

    El pensamiento de la cultura visual convirti los campos de exterminio en el centro

    de gravitacin de algunos de los debates fundamentales sobre la representacin y lo

    irrepresentable. Una cierta actitud iconoclasta se ha hecho sentir con fuerza en medio de

    una sociedad signada por la metstasis de las imgenes. Jean-Franois Lyotard compara a

    Auschwitz con un terremoto, que ha por as decirlo destrozado el terreno de la

    representacin, haciendo saltar toda unidad de medida posible. Una obra de arte que intente

    dar expresin a la memoria de aquel evento debe, segn sugiere la formulacin lyotardiana,

    recurrir a algunos aspectos de la categora esttica de lo sublime, definida por Inmanuel

    Kant en la Crtica del Juicio: aquellos aspectos que remiten a lo sublime en cuanto

    propiamente irrepresentable porque carece de forma y, en cuanto tal, implica la

    representacin de lo ilimitado.

  • En una primera aproximacin al concepto de lo sublime, Kant seala a lo que es

    grande por antonomasia. Su grandeza no permite una contemplacin indiferente, puesto

    que es amenazadora. Lo sublime es de dos clases: matemtico y dinmico; lo sublime

    matemtico procede de lo infinitamente grande, y lo sublime dinmico, de lo infinitamente

    poderoso. Ante lo inmensamente grande (el ocano, el cielo, etc.) o lo inmensamente

    poderoso (terremotos, volcanes, etc.) el hombre, por un lado, se sorprende como un ser

    pequeo y se siente apabullado, pero por el otro, descubre que es superior a aquello

    inmensamente grande o poderoso de carcter fsico (ocano, cielo, terremotos y volcanes

    son fenmenos fsicos) en la medida en que lleva en s las ideas de la razn, que son ideas

    de la totalidad absoluta, las cuales estn por encima de aquello que a primera vista pareca

    estar por encima del hombre.

    Lyotard ha retomado y radicalizado el concepto de lo sublime, describe lo sublime

    en general como la representacin de lo no representable, es decir, la representacin de

    aquello que de hecho excede todas las posibilidades de percepcin sensible y la

    imaginacin figurativa. Partiendo de esto, Lyotard esboz una esttica de la pintura

    sublime, que puede leerse sin esfuerzo como una esttica del arte moderno. Como

    pintura, esta esttica presentar sin duda algo, pero lo har negativamente, evitar pues la

    figuracin o la representacin, ser blanca como un cuadrado de Malevitch, har ver en la

    medida en que prohibe ver, procurar placer dando pena4.

    La pelcula Shoah de Claude Lanzmann, elogiada por Lyotard, tal vez sea la que

    mejor ejemplifica la respuesta de la esttica de lo sublime ante la cuestin de cmo

    representar el exterminio. Lanzmann insiste en que los campo fueron sobre todo el territorio

    de lo irrepresentable y que mostrar cualquier imagen no hace ms que atentar contra una

    realidad extrema de la que la imagen, sea cual sea, nunca podra dar cuenta en su verdadera

    dimensin. Aquella pelcula optaba por no intentar ninguna representacin del

    acontecimiento, no utilizar imagen de archivo alguna, no a una narrativa cronolgica ni una

    narrativa documental convencional, no a un narrador externo, no a la recreacin o

    dramatizacin con actores5. En cierta medida, la manera de presentar lo irrepresentable, en

    Shoah, volvi sospechosa a toda representacin del exterminio. En una entrevista

    publicada en Cahiers du cinma, Jacques Derrida ha sealado que:

  • Lo que aparece al desaparecer en Shoah, esta ausencia de imgenes directas o

    reconstituidas de lo que eso ha sido, aquello de lo que se habla, nos remite a los

    acontecimientos de la Shoah, es decir, a lo irrepresentable mismo. Mientras que

    todos los films, cualesquiera sean sus cualidades o sus defectos, por otra parte no

    se trata de eso , que han representado el exterminio, no pueden remitirnos ms que

    a algo reproductible, reconstituible, es decir, a lo que no es la Shoah. Esta

    reproductibilidad es un terrible debilitamiento de la intensidad de la memoria. La

    Shoah debe seguir la vez en el eso tuvo lugar, y en lo imposible de que eso

    haya tenido lugar y sea representable6

    Por su parte, escribe Lyotard:

    [Auschwitz] No puede ser representado, a no ser con falla, nuevamente olvidado,

    pues desafa a las imgenes y a las palabras. Representar Auschwitz en imgenes,

    en palabras, es una forma de hacerla olvidar. No estoy pensando solo en malas

    pelculas y en series de gran audiencia, en novelas mediocres o testimonios.

    Pienso incluso en aquello que puede o podra de la mejor manera, hacer que no se

    olvide, por la exactitud, por la severidad. Incluso eso representa lo que debe

    continuar irrepresentable para no ser olvidado como siendo lo olvidado mismo.

    Shoah, el film de Claude Lanzmann, representa una excepcin, tal vez la nica. No

    slo porque recusa la representacin en imgenes o en msica, sino porque no

    ofrece casi ningn testimonio en donde se apunte lo irrepresentable del

    exterminio...7

    El rechazo al empleo de documentos de archivo por parte de Lanzmann, expresado

    en su postura crtica respecto a la Lista de Schindler de Steven Spielberg provoc un

    intenso debate con Jean-Luc Godard. Georges Didi-Huberman recoge y amplia el debate

    Godard/Lanzmann en su libro Imgenes pese a todo. Memoria visual del holocausto8.

    Didi-Huberman describe al Shoah de Lanzmann como un tipo de montaje en el cual se

    propone superar el valor metonmico de las imgenes, privilegiando el testimonio oral,

    volviendo obstinadamente sobre los rostros, los testimonios, y la mostracin de los espacios

  • hacia un centro imposible de alcanzar: un montaje centrpeto, un elogio de la lentitud. En

    cambio, el filme-ensayo Histoire(s) du cinma, de Godard, sera un montaje que hace

    girar los documentos, las citas, los extractos de los filmes: un montaje centrfugo, un elogio

    de la velocidad. Son dos estticas enfrentadas, y dos ticas de la relacin creada entre

    imagen e historia. Lanzmann cree que ninguna imagen es capaz de decir esta historia,

    por lo que filma incansablemente las palabras y los silencios de los testigos; el autor de

    Shoah llega a afirmar: Si hubiera encontrado una pelcula una pelcula secreta porque

    estaba estrictamente prohibido filmada por un SS mostrando cmo 300 judos, hombres,

    mujeres y nios, moran juntos, asfixiados en una cmara de gas del crematorio 2 de

    Auschwitz, si alguna vez la hubiera encontrado, no slo no la habra mostrado, sino que la

    habra destruido. No soy capaz de explicar porqu. Es evidente9. Godard, por su parte,

    cree que todas las imgenes, desde entonces, no nos hablan ms que de eso, por lo cual,

    incansablemente, revisita toda la cultura visual condicionado por la cuestin; afirma el

    cineasta en una entrevista: Creo que si trabajara con un buen periodista de investigacin,

    encontrara imgenes de las cmaras de gas al cabo de veinte aos. Se veran entrar a los

    deportados y en qu estado salan10

    .

    Tocar lo real. Cuatro imgenes arrebatadas al infierno.

    Otro importante episodio del debate europeo sobre los lmites de la representacin

    tuvo lugar en ocasin de una exposicin fotogrfica sobre la memoria de los campos11

    , en

    enero de 2001. En el catlogo, Georges Didi-Huberman public un texto sobre cuatro

    fotografas realizadas, presumiblemente desde el interior de una cmara de gas por un

    prisionero del Sonderkommando el comando especial de detenidos que se ocupaba, sin

    proteccin, del exterminio de masas de Auschwitz-Birkenau. Estas imgenes que ya

    aparecieron en el documental Nuit et brouillard de Alain Resnais son las nicas que se

    conservan de la maquinaria de destruccin de los judos de Europa en pleno

    funcionamiento y muestran dos momentos fundamentales del tratamiento especial: un

    convoy de mujeres, ya desvestidas, que son conducidas a la cmara de gas, y, la

    incineracin de los cuerpos de las vctimas gaseadas en fosas al aire libre, delante de la

    cmara de gas. Didi-Huberman piensa que los cuatro trozos de pelcula arrebatados al

  • infierno imgenes precisas pero parciales, extremas pero incompletas nos imponen

    revisar la tesis de lo inimaginable y lo irrepresentable de los campos de exterminio; por ser

    una experiencia trgica, lo inimaginable requiere su propia contradiccin, piensa Didi-

    Huberman, el acto de imaginar pese a todo. Los miembros del Sonderkommando, en un

    acto de resistencia poltica, consiguieron tomar cuatro fotografas de Birkenau en pleno

    funcionamiento, a pesar de las condiciones de invisibilidad absolutas que los oficiales nazis

    trataban de imponer.

    El texto de Didi-Huberman provoc una violenta reaccin polmica en dos extensos

    artculos de Grard Wacjman y lizabeth Pagnoux, publicados en Les Temps modernes.

    Wacjman acusaba al texto de Didi-Huberman de caer en una fetichizacin religiosa de la

    imagen, elevando la imagen al grado de reliquia tpica de la religin cristiana. Pagnoux

    manifest no ver en el inters visual manifestado por las cuatro fotografas, ms que un acto

    de voyeurismo fuera de lugar y de sdico goce del horror; al no poder dar cuenta las

    imgenes de la totalidad de lo real de los campos, no hacen ms que petrificar el poder de

    sugestin de una imaginacin forzada al lmite.

    Cuando Wacjman seala que existe hoy en da una bulimia de imgenes, Didi-

    Huberman no puede ms que asentir ante la evidencia casi banal de que lo terrible las

    guerras, las masacres de civiles, los montones de cadveres se ha convertido en s mismo

    en una mercanca, y ello a travs de las imgenes. La crtica a la estetizacin del horror, y

    de la mercantilizacin de la memoria del horror alcanza fcilmente a todo el cine de ficcin

    representado por las pelculas La lista de Schindler, La decisin de Sofa, La vida es

    bella, Jacob el mentiroso y otras similares, as como a la serie televisiva americana

    Holocausto.

    Escribe Wacjman:

    ...la extensin mundial del xito pblico y el reconocimiento oficial de las

    pelculas de Spielberg y de Benigni se fundamentan en un sentimiento comn,

    poderoso, irreprimible, de que debemos y podemos representar la Shoah [...], de

    [que] podemos, pues, ir a ver sin remordimientos La vida es bella (La vita bella,

    1997) y llevar a nuestros hijos, puesto que significar llevar a cabo una buena

    accin y una diversin al mismo tiempo12

  • Obviamente, como argumenta Didi-Huberman, cuando se habla de imgenes

    fotogrficas realizadas por los miembros del Sonderkommando consagrado a la muerte y de

    imgenes cinematogrficas realizadas por los miembros del equipo de Spielberg o de

    Benigni no se est hablando de las mismas imgenes: Il est arriv quelque chose au rel

    escribe Jacques Rancire.

    Lo indecible y la exigencia de la palabra

    Giorgio Agamben, est entre los que cuestionan la tesis de la incomprensibilidad

    o indecibilidad de Auschwitz, entendiendo por ello que nada se pudo anticipar

    conceptualmente y no hay ninguna relacin entre Auschwitz y otras formas polticas

    anteriores y posteriores. El silencio ltimo al que remite Auschwitz slo puede obligar a la

    palabra del testigo, al conocimiento que tengamos, a no clausurarse. Para Agamben incluso

    la eleccin del trmino Shoah, devastacin, catstrofe, no recoge plenamente la

    esencia; se trata de un eufemismo en cuanto supone la sustitucin de la expresin propia

    de algo de lo que no se quiere, en realidad, or hablar, por una expresin atenuada o

    alterada, [y que] lleva consigo siempre una cierta ambigedad13

    Este trmino implica a

    menudo en la Biblia, la idea de un castigo divino, en ste caso el eufemismo no contiene

    irrisin alguna. En el caso del trmino Holocausto, por el contrario, establecer una

    conexin entre Auschwitz y el olah bblico, y entre la muerte en cmaras de gas y la

    entrega total a motivos sagrados y superiores no puede dejar de sonar como una burla,

    como indica Agamben, para quin el trmino contiene la equiparacin inaceptable entre

    hornos crematorios y altares. En 1945 se estaba frente a un hecho indito, sin nombre,

    nico. Pero por qu indecible? se pregunta Agamben Por qu conferir al exterminio

    el prestigio de la mstica?14

    Para desarrollar su reflexin, Agamben remonta a un uso particular del verbo griego

    euphmen: aquel que hace Juan Crisstomo en su tratado Sobre la Incomprensibilidad

    de Dios, escrito en el ao 386 para hacer frente a unos adversarios que sostenan que la

    esencia de Dios poda ser comprendida. Segn Crisstomo, la forma mejor de glorificar y

    adorar a Dios es afirmar su absoluta incomprensibilidad, que es indecible, inenarrable e

  • ininscriptible15

    . Mientras algunos hombres se esfuerzan en comprender la esencia de Dios,

    las legiones anglicas le rinden gloria eterna: (...) aqullos [los ngeles] adoran en

    silencio, stos [los hombres] se afanan; aqullos apartan los ojos, stos no se avergenzan

    de mantener la mirada fija en la gloria inenarrable escribe Crisstomo.

    La reflexin de Agamben prosigue a partir del comentario de Juan Crisstomo:

    El verbo que hemos traducido como adorar en silencio es en el texto griego

    euphmen. De este trmino, que significa originariamente observar el silencio

    religioso deriva la palabra moderna eufemismo, que indica los trminos que

    sustituyen a otros que, por pudor o buenos modales, no se pueden pronunciar. Decir

    que Auschwitz es indecible o incomprensible equivale a euphmen, a adorarle

    en silencio, como se hace con un dios; es decir, significa, a pesar de las intenciones

    que puedan tenerse, contribuir a su gloria. Nosotros, por el contrario, no nos

    avergonzamos de mantener fija la mirada en lo inenarrable. An a costa de

    descubrir que lo que el mal sabe de s, lo encontramos fcilmente tambin en

    nosotros16

    En una traduccin precedente del texto de Crisstomo, el verbo euphmen es en

    cambio traducido como cantar alabanzas. El verbo tiene, de hecho, el significado base de

    decir palabras de buen augurio, que se ha desarrollado en las dos aparentemente

    antitticas significaciones de observar religioso silencio y gritar con entusiasmo,

    aclamar. El uso de un eufemismo en relacin con la destruccin hebraica puede entonces

    ser considerado como un modo de mantenerse alejado de la esencia de la cuestin, evitando

    con religioso respeto decir el nudo central, pero al mismo tiempo gritando, limitarse a la

    superficie. A propsito de la indecibilidad de Auschwitz, Agamben indica claramente

    que si lo que queremos decir es que es un acontecimiento nico, cuyo significado ltimo ni

    el testigo puede agotar porque remite a un silencio ltimo, estamos en lo cierto. Ahora bien,

    si lo entendemos como una renuncia al lenguaje, si se cancela la dialctica entre la

    posibilidad de decir e imposibilidad de llegar a fondo, entonces, quin piense eso, est

    repitiendo sin darse cuenta el gesto de los nazis, quienes pretendan transformar el

    exterminio en un acontecimiento sin testigos ni huellas, sin palabras ni imgenes.

  • La representacin prohibida

    Tambin para Jean-Luc Nancy es importante volver a poner en perspectiva la

    cuestin de la visibilidad, la discernibilidad o la representabilidad de la Shoah, as como

    habra que decirlo de la pronunciabilidad de su nombre [...] de modo tal que nos haga

    pensar y no suspender la reflexin sobre la estupefaccin de lo innombrable17

    . Con este

    objetivo Nancy proporciona una interesante perspectiva de interpretacin, partiendo de una

    reconstruccin de la historia conceptual de la imagen esttica. La cultura occidental, segn

    Nancy, ha estado signada por dos fenmenos complementarios e igualmente decisivos. Por

    un lado, la profunda escisin en la interpretacin del fenmeno de la imagen que encuentra

    su origen en el fenmeno de la iconoclasta, y que se expresa en la dualidad ontolgica

    dolo/imagen; por el otro, la alianza devenida entre la tradicin hebrico-cristiana de la

    censura de la imagen y la cultura griega, esto es, la fusin entre la prohibicin de la

    representacin divina y la condena platnica del arte y la escritura. A travs de una

    reinterpretacin de la prohibicin de hacer imgenes (la iconoclasta precisamente) de

    derivacin bblica y un re-examen de la doctrina platnica de la mimesis, Nancy sostiene en

    efecto que lo que une estas tradiciones puede rastrearse en una misma hostilidad frente a un

    cierto tipo de imagen, y no de la imagen tout-court. La imagen que es objeto de

    proscripcin es de hecho aquella que se hace dolo (eidolon), imagen falsa. Nancy

    defiende el argumento de que el interdicto de la representacin no es necesariamente

    incluso no lo es en absoluto comprensible bajo el rgimen de una iconoclastia18, an

    cuando la iconoclastia ha sido una de las grandes vetas de interpretacin del mandamiento

    enunciado en el libro del xodo. Nancy hace notar que la prohibicin enunciada en los

    textos bblicos (y tambin en la tradicin talmdica y hasdica) se refiere insistentemente a

    las imgenes esculpidas. As en el xodo, 20, 4, la palabra utilizada es pessel y designa una

    escultura. El mandamiento concierne entonces escribe Nancy a la produccin de

    formas consistentes, enteras y autnomas, como lo es una estatua, y destinadas as a su uso

    como dolo. Se trata de la idolatra, y no de imagen en tanto tal o de la representacin19.

    Lo que se condena no es la imagen de, sino aquello que es por s mismo presencia

    afirmada, presencia pura de algn modo, plena presencia. Un dolo no es condenado por

  • ser copia o imagen que imita, sino por ser plena presencia, una inmanencia en la cual nada

    se abre y de la cual nada se separa. Los comentarios talmdicos aclaran que si es lcito

    pintar rostros, es preciso que esos rostros nunca estn completos, clausurados, sin acceso,

    sin pasaje. Entonces la verdadera prohibicin recae sobre la imagen esculpida de un rostro

    completo20

    . Esto significa que el precepto de la prohibicin de representar lo divino

    (considerado precisamente como uno de los actos fundacionales de la cultura visiva de

    occidente) desde el punto de vista de la interpretacin iconoclasta implica un rechazo de

    cierta imagen: lo que deviene objeto de interdiccin, de negacin, de obstruccin es la

    imagen privada de tensin, de alusin, la forma que no trasluce de ninguna manera el

    reflejo del objeto imitado. Escribe Nancy:

    La imagen rebajada por su carcter secundario, imitativo y por lo tanto inesencial,

    derivado e inanimado, inconsistente o engaoso: nada nos es ms familiar que este

    tema. De hecho, habr de ser, en toda la historia occidental, el resultado de la

    alianza concertada (y que precisamente, sin duda, ha sellado a Occidente como tal)

    entre el precepto monotesta y el tema griego de la copia o la simulacin, del

    artificio y la ausencia de original. De esta alianza proceden, con seguridad, una

    desconfianza ininterrumpida hacia las imgenes que llega hasta nuestros das, en el

    seno mismo de la cultura que la produce en abundancia; la sospecha recada en las

    apariencias o el espectculo, y cierta crtica complaciente de la civilizacin de

    las imgenes, tanto ms, por otra parte, cuanto que de ella provienen, a contrario,

    todas las iniciativas de defensa e ilustracin de las artes, y todas las

    fenomenologas21

    Esa ambigua relacin con la imagen que acompaa a Occidente desde el inicio, est

    en realidad ligada precisamente a la naturaleza de la imagen autntica, a la potencia de

    aquello que no podr confundirse con el dolo. La apariencia no idoltrica es, segn Nancy,

    precisamente aquella que no entrega su verdad ms que en la retirada de su presencia, una

    presencia cuyo sentido (sens) es un absens trmino empleado por Nancy que juega con la

    idea de ausencia de sentido (ab-sens) y es fonticamente idntico a ausencia (absence) un

    exceso, una inexhaustibilidad de fondo, que condena la presencia que se da como plenitud

    de sentido. Por otra parte, el trmino absens en latn significa tambin muerto,

  • finado: la autenticidad de la imagen parecera estar ligada a una cierta retirada de la

    presencia, a una constitutiva mortalidad/invisibilidad. Escribe Nancy:

    Por un lado, el absens condena la presencia que se da como completitud de

    sentido; por otro, la idea rebaja la imagen sensible que no es ms que su reflejo, el

    reflejo degradado de una ms alta imagen. Pero, por una parte, el absens abre su

    retirada en el mundo mismo y, por otra, la imagen sensible indica o indexa la idea.

    Se sigue de ello una lgica dos veces doble, cuyos valores se intercambian, se

    contaminan y se enfrentan22

    En este nexo entre apertura de apertura de significados y la naturaleza ausente,

    mortal, en retirada de la imagen como absens y que constituyen su riqueza misma no es

    difcil vislumbrar una variante extrema del conflicto mundo/tierra formulado por

    Heidegger. Cuando Heidegger habla de la obra de arte como puesta por obra de la verdad

    indica que la obra es tal en cuanto expone un mundo y produce la tierra. La exposicin

    de un mundo es el significado de apertura histrica que tiene la obra; esta funcin de

    apertura de la obra puede ser interpretada en sentido utpico, lo cual aproxima la esttica

    heideggeriana a la de Bloch y de Adorno. La produccin de tierra apuntara, en la

    terminologa heideggeriana, al hecho de poner delante la tierra como el elemento oscuro en

    el cual tiene sus races todo el mundo, del cual extrae su vitalidad sin llegar a agotar su

    oscuridad. El mundo escribe Heidegger es la abierta apertura de las amplias vas de las

    decisiones simples y esenciales en el destino de un pueblo histrico. La tierra es la

    aparicin, no obligada, de lo que siempre se cierra a s mismo y por lo tanto acoge dentro

    de s23

    .

    La tradicin visual occidental est profundamente marcada por esta escisin, esta

    ambivalencia con respecto a la imagen: estupidez del dolo, simulacro, mera reproduccin

    por un lado; absens, inexhaustibilidad, excedencia de lo sensible por el otro. Como

    orientacin para una genealoga de la tradicin visual de Occidente, Nancy plantea lo

    siguiente:

  • ...si el arte puede siempre servir de presa en operaciones de intimidacin idoltrica

    (cuya incumbencia, es de especial importancia no olvidarlo, puede ser la idea misma

    de arte, tomada en trminos absolutos), no es por ello menos cierto que en lo que

    gradualmente, desde el Renacimiento, habra de llamarse arte, y con todos los

    hilos de la madeja anudados en l, siempre estuvo en juego, con la produccin de

    imgenes (visuales, sonoras), todo lo contrario de una fabricacin de dolos y de un

    empobrecimiento de lo sensible: no una presencia espesa y tautolgica frente a la

    cual era menester prosternarse, sino la presentacin de una ausencia abierta en lo

    dado mismo sensible de la llamada obra de arte. Y esta presentacin se llam,

    en francs, reprsentation. La representacin no es un simulacro: no es el reemplazo

    de la cosa original; de hecho no se refiere a una cosa: o es la presentacin de lo que

    no se resume en una presencia dada y consumada (o dada consumada), o es la

    puesta en presencia de una realidad (o forma) inteligible por la mediacin formal de

    una realidad sensible24

    En una nota a pie de pgina, Nancy remite a la nota especial redactada por Henri

    Bergson para el Dictionnaire philosophique de Andr Lalande, sobre la historia filosfica

    del trmino y del concepto de representacin. El uso que hace Nancy del trmino

    representacin debe ser ledo teniendo en mente la crtica redactada por Bergson (y sobre la

    cual a su vez comenta Derrida: me parece a la vez aberrante e hiperlcida, ingenuamente

    genial25

    ). Escribe Bergson:

    No pongo objecin a que se emplee esta palabra [representacin]; pero me parece

    muy dudoso que el prefijo re-, en la palabra francesa reprsentation, haya tenido

    originariamente un valor duplicativo. Este prefijo tiene muchos otros usos, por

    ejemplo en recoger, retirar, revelar, requerir, recurrir, etc. Su verdadero papel, en

    la palabra representacin no ser ms bien el de marcar la oposicin entre sujeto y

    objeto, como en las palabras revuelta, resistencia, repugnancia, repulsin, etc.?26

    Por su parte, Nancy escribe con relacin al prefijo re- del trmino representacin,

    que el mismo no es repetitivo sino intensivo. El valor inicialmente iterativo del prefijo re-

  • en las lenguas latinas se transforma a menudo en valor intensivo. Entonces: La

    repraesentatio es una presentacin recalcada (apoyada en su trazo o en su destinacin:

    destinada a una mirada determinada)27

    .

    Los argumentos de Nancy conducen a reforzar la afirmacin ya mencionada

    anteriormente de que la prohibicin de la representacin no debe ser comprendida bajo el

    rgimen de la iconoclastia: tiene poco y nada que ver con la prohibicin de producir obras

    de arte figurativas. En el caso de Auschwitz, remitir la ilegitimidad de la representacin a

    una prohibicin religiosa, supone invocarla fuera de contexto y sin justificar ese

    desplazamiento. Como consecuencia, contra las posiciones que sostienen que el exterminio

    no podra o no debera representarse, Nancy defiende el argumento de que: La

    representacin de la Shoah no slo es posible y lcita, sino que de hecho es necesaria e

    imperativa, a condicin de que la idea de representacin sea comprendida en el sentido

    estricto que le debe ser propio28

    .

    La imagen-escudo

    Georges Didi-Huberman cierra su libro Imgenes pese a todo anteriormente

    mencionado actualizando una vieja idea propuesta por Siegfried Kracauer: la necesidad

    de redimir, mediante las imgenes, la realidad fsica. La redencin de lo real es una de las

    nociones ms significativas para los pensadores judos y pensadores revolucionarios a los

    que Walter Benjamin llamaba la generacin de los vencidos. Estos haban decidido

    pensar de nuevo la historia, cuando ella se volva a clausurarse para ellos y demostraba la

    falsedad del progreso, la muerte de las utopas. El Erlsung o redencin, fue la nocin

    que opusieron a la Endlsung, Solucin final. Esta redencin no concerna ya ms a la

    relacin del hombre con Dios, sino a una relacin esttica del hombre con la historia, en

    un momento en que esta no poda ya mantener la ilusin del progreso. Esta redencin slo

    es posible, segn Benjamin, situndose en una cierta relacin con la historia: slo se puede

    inventar el futuro atrayendo una rememoracin. Pero esta redencin, slo lo es en el

    segundo precioso en que la imagen verdadera del pasado pasa como un relmpago, de

    acuerdo a una de las clebres tesis benjaminianas. Entonces no se la puede reducir a una

    salvacin definitiva del pasado, ya que para que todo lo real fuese redimido, sera necesario

  • que todo el pasado llegase a ser citable. Kracauer retoma las tesis benjaminianas sobre la

    historia y sobre la imagen desembocando en una teora del cine expresada en trminos de

    redencin de la realidad fsica. Kracauer retoma la parbola de la cabeza de Medusa para

    mostrar como la imagen redime, salva un saber oscurecido, una palabra ahogada en el

    fondo del silencio:

    En la escuela hemos aprendido la historia de la Medusa, cuya cara, con enormes

    dientes y su larga lengua, era tan horrible que su sola visin converta a los hombres

    y las bestias en piedra. Cuando Atenea inst a Perseo para que matara al monstruo,

    le advirti que en ningn momento mirara su cara, sino slo su reflejo en el

    reluciente escudo que le haba dado. Siguiendo su consejo, Perseo cort la cabeza de

    la Medusa con la hoz que Hermes le haba proporcionado.

    La moraleja del mito es, desde luego, que no vemos, ni podemos ver los horrores

    reales porque nos paralizan con un terror cegador; y que slo sabremos cmo son

    mirando imgenes que reproduzcan su verdadera apariencia. [...] La pantalla

    cinematogrfica es el reluciente escudo de Atenea. [...] Esto no es todo sin embargo.

    El mito sugiere que las imgenes del escudo o la pantalla son un medio para

    alcanzar un fin. [...] Quizs el mayor logro de Perseo no fuera cortar la cabeza de la

    Medusa, sino superar sus miedos y mirar su reflejo en el escudo. Y no fue

    precisamente esa proeza lo que le permiti decapitar al monstruo?29

    En el mito comentado por Kracauer, el escudo no es un instrumento para huir de lo

    real: Perseo no huye de la Medusa, se enfrenta a ella, pese a que un cara a cara hubiese

    significado no un saber, sino la muerte. La imagen-escudo no es solamente su proteccin,

    sino su arma, su medio tcnico para decapitar al monstruo. Si el horror real es para nosotros

    fuente de impotencia, el horror reflejado, reconducido, reconstruido como imagen puede ser

    fuente de conocimiento, dice Didi-Huberman apoyndose en Kracauer: en el valor de

    conocer reside ya la capacidad de la imagen para salvar lo real de su capa de

    invisibilidad. La redencin slo sobreviene cuando el valor de conocer se vuelve fuente

    de accin, cuando la parlisis ante el horror, se convierte en resistencia. Esta capacidad de

  • volver a poner en movimiento sera de acuerdo a Didi-Huberman, el punto de partida de

    una tica de las imgenes.

    1 BREA, Jos Luis. Estatuto de las prcticas artsticas en las sociedades del capitalismo cultural. En Los

    lugares del arte. IV Foro internacional Paraguay 2004. Ediciones Faro para las artes, Asuncin, 2006, p. 38. 2 ESCOBAR, Ticio. El arte fuera de s. FONDEC/CAV/Museo del barro, 2004, p.148

    3 NANCY, Jean-Luc. La representacin prohibida. Seguido de La Shoah, un soplo. Amorrortu, Buenos

    Aires Madrid, 2006, p. 76. 4 LYOTARD, Jean-Franois. La posmodernidad (Explicada a los nios). Gedisa, Barcelona, 2005, p. 21.

    5 BAER, Alejandro. Auschwitz y el cine (www.ifs.csis.es/holocaus.htm)

    6 DERRIDA, Jacques. El cine y sus fantasmas. Entrevista por Antoine de Baecque y Thierry Jousse.

    Publicado en Cahiers du cinma, n 556, abril 2001. 7 LYOTARD, J.-F., Heidegger e Os Judeus. Vozes, Petrpolis, 1994, p. 37.

    8 HUBERMAN, Georges-Didi. Imgenes pese a todo. Memoria visual del holocausto. Paids, Barcelona,

    2004. 9 LANZMANN, Claude. Holocauste, la reprsentation imposible, Le Monde, 3 de marzo de 1994,

    suplemento Arts & Spectacles, p. VIII 10

    Citado por Carles Torner en Shoah. Cavar con la mirada. Gedisa, Barcelona, 2005. 11

    Mmoire des camps. Photographies des camps de concentration et dextermination nazis (1933-1999), bajo

    la direccin de Clment Chroux. 12

    Citado por Georges Didi-Huberman, en op.cit., p. 111. 13

    AGAMBEN, Giorgio. Lo que queda de Auschwitz. Pre-Textos, Valencia, 2005, p.30. 14

    Op. cit. p. 31. 15

    Op. cit., p. 32 16

    Op. cit., p. 32 17

    NANCY, Jean-Luc. Op. Cit. p.10. 18

    Op. Cit. p.21. 19

    Op. Cit. p.22. 20

    Op. Cit. p.24. 21

    Op. Cit. p. 26-27. 22

    Op. Cit. p. 29. 23

    HEIDEGGER, Martin. El origen de la obra de arte. En Caminos de bosque. Alianza Editorial, Madrid,

    2000, (Versin de Helena Corts y Arturo Leyte) p. 34-35. 24

    NANCY, Jean-Luc. Op. Cit. p.29-30. 25

    DERRIDA, Jacques. Envo, en La desconstruccin en las fronteras de la filosofa. Ediciones Paids

    Ibrica, Barcelona, 1989, p. 105. 26

    Ver entrada Apresentao (Presentacin) en LALANDE, Andr. Vocabulrio Tcnico e Crtico da Filosofa. Martins Fontes, Sao Paulo, 1999. 27

    NANCY, Jean-Luc. Op. Cit. p. 36. 28

    Op. Cit. p. 20. 29

    KRACAUER, Sigfried. Citado por Georges Didi-Huberman, en Op. Cit. p. 256-257.