La importancia de la pregunta en filosofia

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LA IMPORTANCIA DE LA PREGUNTA EN FILOSOFIA ¿Que es preguntar? Etimológicamente, el verbo preguntar proviene del latín praecunctare, y significa "someter a interrogatorio". Preguntar es interrogar o hacer preguntas a alguien para que diga y responda lo que sabe sobre un asunto. "Es exponer en forma de interrogación un asunto, bien para indicar duda o bien para vigorizar la expresión, . Preguntar es buscar información y despejar una duda, una inquietud o un interrogante. Preguntarse es "reflexionar una persona sobre una duda"[27]. Estas definiciones del verbo preguntar, son desde el punto de vista lógico, y le sirve a cualquier persona que pregunte sobre una cosa determinada, quiera saber algo, que Quiera despejar una duda. El concepto de preguntar que le interesa al filósofo, es desde el punto de vista existencial; y desde esta arista, "el preguntar es considerado como un modo de ser de la existencia humana"[28]. En filosofía no toda pregunta es filosófica, todo preguntar no es filosófico. Solamente es filosófica la pregunta en la cual la existencia se hace cuestión de sí misma al preguntar. La pregunta existencial hace cuestionable la existencia. La pregunta fundamental, dice Martín Heidegger, es la pregunta por el ser. En consecuencia, preguntar por el ser es preguntar por el que pregunta por el ser. Pero no sólo la pregunta por el ser es filosófica, hay otras preguntas filosóficas planteadas con profundidad y radicalidad. Preguntar con profundidad y radicalidad, en definitiva, es problematizar; y problematizar es plantearle problemas a la realidad en búsqueda de soluciones de fondo. "Todo tiene que ver con todo para un filósofo, y las respuestas van más allá de los interrogantes"[29]. Mientras haya preguntas habrá filosofía, el ser humano no dejará de preguntarse con profundidad, porque "la pregunta libera al ser de sí mismo, lo descentra, lo arroja a su (propio) afuera... La pregunta `más profunda" se enfrenta a la imposibilidad de la respuesta. Por eso nos persigue sin conseguirnos. Por eso huye quietamente ante la satisfacción de una respuesta. La pregunta

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LA IMPORTANCIA DE LA PREGUNTA EN FILOSOFIA

¿Que es preguntar? Etimológicamente, el verbo preguntar proviene del latín praecunctare, y significa "someter a interrogatorio". Preguntar es interrogar o hacer preguntas a alguien para que diga y responda lo que sabe sobre un asunto. "Es exponer en forma de interrogación un asunto, bien para indicar duda o bien para vigorizar la expresión, . Preguntar es buscar información y despejar una duda, una inquietud o un interrogante. Preguntarse es "reflexionar una persona sobre una duda"[27]. Estas definiciones del verbo preguntar, son desde el punto de vista lógico, y le sirve a cualquier persona que pregunte sobre una cosa determinada, quiera saber algo, que

Quiera despejar una duda. El concepto de preguntar que le interesa al filósofo, es desde el punto de vista existencial; y desde esta arista, "el preguntar es considerado como un modo de ser de la existencia humana"[28].

En filosofía no toda pregunta es filosófica, todo preguntar no es filosófico. Solamente es filosófica la pregunta en la cual la existencia se hace cuestión de sí misma al preguntar. La pregunta existencial hace cuestionable la existencia. La pregunta fundamental, dice Martín Heidegger, es la pregunta por el ser. En consecuencia, preguntar por el ser es preguntar por el que pregunta por el ser. Pero no sólo la pregunta por el ser es filosófica, hay otras preguntas filosóficas planteadas con profundidad y radicalidad. Preguntar con profundidad y radicalidad, en definitiva, es problematizar; y problematizar es plantearle problemas a la realidad en búsqueda de soluciones de fondo. "Todo tiene que ver con todo para un filósofo, y las respuestas van más allá de los interrogantes"[29]. Mientras haya preguntas habrá filosofía, el ser humano no dejará de preguntarse con profundidad, porque "la pregunta libera al ser de sí mismo, lo descentra, lo arroja a su (propio) afuera...

La pregunta `más profunda" se enfrenta a la imposibilidad de la respuesta. Por eso nos persigue sin conseguirnos. Por eso huye quietamente ante la satisfacción de una respuesta. La pregunta desvía. La pregunta más profunda es lo que queda cuando la pregunta por (el) todo ha sido —finalmente— contestada… La pregunta profunda es el hombre como Esfinge, la parte peligrosa, inhumana y sagrada, que detiene y mantiene detenido ante ella, en el enfrentamiento de un instante, al hombre que se dice simplemente hombre" [30]

El preguntar y preguntarse, en búsqueda de respuestas, dentro y fuera de nosotros, permite que desarrollemos nuestro espíritu crítico y que aprendamos a pensar por nosotros mismos. Sólo aquél que posea un espíritu crítico y se atreva a pensar por sí mismo tendrá el hábito y el deleite de preguntar y preguntarse, no en procura de respuestas definitivas y absolutas, sino temporales y relativas, por cuanto no hay respuestas definitivas y absolutas para las preguntas fundamentales y esenciales que formulamos los seres humanos, que nunca se cierran, que están siempre abiertas. Ana Cecilia Franco de la Rosa (citada por Carina Cabo), en su libro Filosofía para niños, enfatiza lo siguiente: "Una tarea ineludible de la enseñanza de la filosofía en estos momentos consiste precisamente en abrirse a esos enfoques alternativos, enriqueciendo la tradición propia con lo que otras gentes, desde otras perspectivas, han aportado en el esfuerzo humano por responder a las

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preguntas fundamentales sobre el sentido. Hablo de diálogo riguroso y serio, de apertura mental y de ampliación de horizontes reflexivos"[31]. Así la ciencia y la filosofía nos den respuestas, "la cuestión de la esencia del conocimiento, del espíritu, de la vida, la cuestión del significado último de todo este mundo maravilloso y terrible, todas estas cuestiones no podrán jamás ser contestadas filosóficamente de forma definitiva, a pesar de plantearse filosóficamente"[32

El filósofo debe preguntarse, ya que el preguntar filosófico es la actitud por la cual el hombre adquiere distancia de lo cotidiano. Y la adquiere precisamente al dedicarle mayor atención. En todo ello queda comprometido el hombre que se admira, ya que este - al preguntarse - se cuenta por lo que sobrepasa la cerrazón factual de su existencia. Por su apertura a las cosas, bajo la formalidad de realidad, el hombre puede interrogarse acerca de ellas y sobre él mismo. El hombre es el único animal que se pregunta; vive preguntándose y preguntando a los demás. Por ser el hombre conciencia abierta a lo real, es esencialmente preguntón. "No se puede vivir como persona sin pensar, sin filosofía de preguntas, de respuestas o, al menos, sin la búsqueda de respuestas"[65]. Sus preguntas no son algo periférico. El Hombre queda envuelto en la pregunta, es él mismo pregunta o interrogante siempre abierto. "Filosofar, según Heidegger, consiste en preguntar por lo extraordinario… y no sólo es extraordinario aquello que se pregunta, sino el preguntar mismo… Todo preguntar es un buscar. Todo buscar tiene su dirección previa que le viene de lo buscado… El preguntar tiene, en cuanto preguntar por… aquello que se pregunta. Todo preguntar por es en algún modo preguntar a…" Kart Rahner señala que "toda pregunta tiene un de donde, un principio de una posible respuesta de ella misma". La filosofía es pregunta y vive en la pregunta, "en la incógnita alojada en la raíz de la vida, y en la búsqueda de la sabiduría que es mucho más que conocimiento", dice Alejandro Serrano Caldera[66]y agrega que mientras haya pregunta habrá filosofía. "Existen preguntas que para la felicidad y satisfacción en la propia vida del ser humano, son de gran importancia y que tan solo la filosofía puede afrontar"[67].

El mundo moderno está más interesado en las respuestas que en los procesos de pensamiento que hay tras la respuesta. Este estilo de vida impide al hombre percatarse de su triste condición humana, de su falta de libertad. No puede desarrollar y fortalecer su conciencia crítica. La conciencia crítica es el "carácter de una persona cuyo hábito de conducta procede a una crítica de los datos del problema antes de formular su opinión o de actuar conforme a un fin. Se señala en oposición a la idea de conciencia no crítica o vulgar, en la que se da por sentado la "objetividad" del conocimiento sin más y en la que los prejuicios sociales, como creencias, actúan como evidencias cognoscitivas prácticas y fuente de conocimiento y de la acción sin ponerlas en cuestión respecto a un contenido objetivo"[68]. ¡Eso sí, hay que reconocerlo: la filosofía es una ciencia difícil! Requiere esfuerzos. "Nada importante es regalado al hombre; antes bien, tiene él que hacérselo, que construirlo", sentenció el filósofo José Ortega y Gasset. La filosofía comienza exigiendo un esfuerzo, continúa exigiendo más esfuerzos y termina exigiendo más esfuerzos. Donde casi todo se pone siempre en tela de juicio, donde no rige ningún supuesto ni método tradicional, donde hay que tener siempre ante los ojos los complejísimos problemas de la ontología, el trabajo no puede ser fácil. El estudio de la filosofía requiere de un esfuerzo continuo para analizar, interpretar y explicar de una manera lógica las creencias y valores humanos.

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¿COMO APRENDER A PREGUNTAR?

Toda reflexión filosófica se inicia con una buena pregunta, pero recuerda que no todas las preguntas son preguntasfilosóficas, por ejemplo, si tú preguntas ¿qué hora es?, esa no es una pregunta filosófica, porque no toca temastrascendentales para el hombre.Hay preguntas filosóficas clásicas que nos sirven de modelo para aprender a preguntar, por ejemplo:¿Qué es la justicia?¿Qué es la ciencia?¿Qué es la felicidad?Mira que se está preguntando por la definición de conceptos básicos. Son preguntas de la forma ¿Qué es X? Estaes una forma típica de preguntar de una manera filosófica. Es decir, una pregunta es filosófica cuando lo quequeremos preguntar es el concepto, sin querer buscar una definición como la del diccionario, sino reflexionar sobrela pregunta y la respuesta.Otra manera de preguntar de modo filosófico es INDAGAR POR LAS RAZONES EN LAS QUE SE APOYA LACREENCIA. Es decir, cuestionar lo que se afirma, cuestionando su validez, y la validez va a depender de losargumentos que se den o los argumentos que sustentan lo que se dice. Por ejemplo:

¿Por qué crees que matar es malo?

¿Por qué crees que existir es una realidad objetiva?

¿Qué es la realidad objetiva?

Muchos afirman que los seres humanos tenemos alma y cuerpo ¿por qué crees que se afirma esto?Observa que lo que siempre se pregunta es por las razones que tienen para decir esto, diferente a preguntar por las causas, en filosofía lo que se pregunta es el POR QUÉ; pero siempre hay que cuestionar y evaluar los argumentos. ¿El argumento es bueno?La práctica de la filosofía requiere de una buena dosis de escepticismo, es decir, siempre hay que estar dudando,examinando cuidadosamente el valor de cada argumento. EL QUE FILOSOFA NO CONFIA CIEGAMENTE

La siguiente es una selección de "La primacía hermenéutica de la pregunta", del libro Verdad y Método del filósofo Hans Georg Gadamer.

[Experiencia y pregunta]

En toda experiencia está presupuesta la estructura de la pregunta. No se hacen experiencias sin la actividad del preguntar. El conocimiento de que algo es así y no como uno creía implica evidentemente que se ha pasado por la pregunta de si es o no es así. La apertura que caracteriza a la esencia de la experiencia es lógicamente hablando esta apertura del "así o de otro modo". Tiene la estructura de la pregunta.

[El sentido]

Es esencial a toda pregunta que tenga un cierto sentido. Sentido quiere decir, sin embargo, sentido de una orientación. El sentido de la pregunta es simultáneamente la única dirección que puede adoptar la respuesta si quiere ser adecuada, con sentido. Con la pregunta lo preguntado es

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colocado bajo una determinada perspectiva. El que surja una pregunta supone siempre introducir una cierta ruptura en el ser de lo preguntado. El logos que desarrolla este ser quebrantado es en esta medida siempre ya respuesta, y sólo tiene sentido en el sentido de la pregunta.

Uno de los más importantes descubrimientos que aporta la presentación de Sócrates por Platón es que, contrariamente a la opinión dominante, preguntar es más difícil que contestar.

(...) El que está seguro de saberlo todo no puede preguntar nada. Para poder preguntar hay que querer saber, esto es, saber que no se sabe.

[Apertura; pensamiento crítico]

(...) Una conversación que quiera llegar a explicar una cosa tiene que empezar por quebrantar esta cosa a través de una pregunta.

Preguntar quiere decir abrir. La apertura de lo preguntado consiste en que no está fijada la respuesta. Lo preguntado queda en el aire respecto a cualquier sentencia decisoria y confirmatoria. El sentido del preguntar consiste precisamente en dejar al descubierto la cuestionabilidad de lo que se pregunta (...)

La verdadera pregunta requiere esta apertura, y cuando falta no es en el fondo más que una pregunta aparente que no tiene el sentido real de la pregunta. Algo de esto es lo que ocurre, por ejemplo, en las preguntas pedagógicas, cuya especial dificultad y paradoja consiste en que en ellas no hay alguien que pregunte realmente. Lo mismo ocurre en la pregunta retórica, en la que no sólo no hay quien pregunte, sino que ni siquiera hay nada realmente preguntado.

[Límite de la apertura]

Sin embargo, la apertura de la pregunta también tiene sus límites. En ella está contenida una delimitación implicada por el horizonte de la pregunta. Un pregunta sin horizonte es una pregunta en vacío. Sólo hay pregunta cuando la fluida indeterminación de la dirección a la que apunta se convierte en la determinación en un "así o así": dicho de otro modo, la pregunta tiene que ser planteada. El planteamiento de una pregunta implica la apertura pero también su limitación. Implica una fijación expresa de los presupuestos que están en pie y desde los cuales se muestra la cantidad de duda que queda abierta

EL PREGUNTAR FILOSOFICO

El darse cuenta de que para preguntar por lo que existe, pero por todo lo que existe, no es fácil. Se empieza a ejercer un acto propio del filosofar: la capacidad de pensar en lo pensado.

Ese pensar sobre lo que se piensa es la reflexión, el elemento de inicio de ese proceso de pensar.

El pensar filosófico no es el pensamiento de todos los días. La pregunta filosófica deja de lado nuestros deseos, emociones, tu voluntad propia. Es simplemente lo que llamamos una pregunta

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objetiva. A este tipo de pregunta se les denomina preguntas universales: preguntas que dejan de lado lo particular. Se centra en la dimensión racional y reflexiva.

Así, la razón es el punto de partida del pensar filosófico. Este tiene un carácter de trascendencia; que va más allá de lo efímero, lo particular. No es sólo una manera más de pensar el mundo, sino que implica también una actitud. La actitud es la manera de activar la conciencia.

En el momento en que el hombre comienza a reflexionar, y se da cuenta de que está pensando, también se convierte en responsable de lo que piensa, y por tanto, también responsable de lo que hace.

El objeto de la filosofía no está nunca fuera del mundo. Busca la Verdad del mundo y de las cosas.

La actitud de asombro, es decir, ya no sólo ver la realidad de todos los días, sino aprender a verla con otros ojos, admirarse ante lo cotidiano. Así, las preguntas filosóficas parten de la admiración, ante lo aparentemente ya visto, redescubren, re significan y conducen a nuevas preguntas. El saber asombrarse es lo que conduce a preguntase por el “por qué” de las cosas. El por qué conduce al análisis, y éste al conocimiento y razonamiento expresado mediante un argumento.

El filósofo se dedica a observar, aprender a ver con atención; pueden relacionar lo que está ante mis ojos con el conjunto de cosas que nos rodean, con la totalidad. Vinculan la parte con el todo. Esto es la capacidad de integración o de totalización, ya que permite la “prospectiva”, la capacidad para pensar escenarios futuros en el presente.

La actitud filosófica radica en la aparente “inutilidad” de sus preguntas. Esta aparente inutilidad es la que descubre la verdadera “utilidad” de las cosas, el despertar de lo que existe en la realidad.

Así, todo pensar filosófico está condicionado por las condiciones históricas y sociales de quien reflexiona y se expresará mediante argumentos explicativos para encontrar una manera de aprender a vivir mejor, a convivir unos con otros y a tratar de ser feliz.

DIFERENCIA ENTRE PREGUTAS FILOSOFICAS Y PRGUNTAS CIENTIFICAS

Las preguntas filosóficas tienen como característica básica que admiten varias respuestas, pero en el caso de la ciencia las preguntas científicas suelen ser cerradas, es decir que no dan opción a varias respuestas, son preguntas cuya respuesta permite afirmar la verdad o la falsedad de lo que se pregunta.

En cuanto a las preguntas científicas podríamos clasificarlas en tres tipos, preguntas completamente cerradas, casi del todo cerradas y preguntas en principio cerradas:

(a) completamente cerradas: son aquellas preguntas de las que conocemos la respuesta, por ejemplo, "¿Por qué circula la sangre en el interior del cuerpo de una rata?

(b) casi del todo cerradas o semicerradas, cuando no sabemos la respuesta pero sí cómo encontrarla, como en la pregunta ¿Cuántos dientes tiene la rata X de nuestro laboratorio?

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(c) preguntas en principio cerradas, son preguntas que se refieren a aquellas cuestiones frente a las que no poseemos técnicas para encontrar la respuesta, pero que en caso de tenerlas sabríamos perfectamente qué es lo que deberíamos hacer para dar con ella, por ejemplo ¿Cuál es la composición química de los gases de la atmósfera del tercer planeta en la órbita de Qatar -estrella ubicada a 10.000 años luz de la tierra?

Dentro de las preguntas semicerradas y en principio cerradas es de donde se pueden ubicar los principales problemas científicos sobre los que se puede investigar

LAS PREGUNTAS FUNDAMENTALES DE LA FILOSOFIA

¿Alguna vez te has preguntado por qué estás en este mundo? ¿Alguna vez te has cuestionado acerca de la veracidad de lo que has aprendido? ¿Has dudado de las reglas morales que te han enseñado en tu casa o escuela?

La filosofía siempre se ha caracterizado por hacer preguntas difíciles. Preguntas como ¿cuál es el sentido de la vida? no son fáciles de contestar y demandan mucho esfuerzo. Además puede ser que el resultado del esfuerzo que supone contestar este tipo de preguntas termine en decepción o tragedia, si nuestra respuesta nos convence del poco sentido que pueda tener, por ejemplo, nuestra propia existencia humana. Eso ha ocurrido con algunos filósofos que tienen una visión trágica y pesimista de nuestra experiencia humana. Sin embargo, no todos los filósofos que han hecho esa pregunta, naturalmente, comparten esa visión, pero sí pueden compartir el haber hecho la misma pregunta. Por ello, me interesa que examinemos por qué algunas preguntas son filosóficas a diferencia de otro tipo de preguntas. Analizando el tipo de preguntas o los problemas que proponen los filósofos espero que se pueda entender mejor la actividad filosófica.

En los inicios de la filosofía llamada occidental, los filósofos griegos se ocupaban fundamentalmente de la pregunta acerca de la constitución de la realidad; se preguntaban ¿de qué esta hecho todo lo real? Se preguntaban luego si acaso lo que podían percibir sus sentidos era la realidad o era una mera apariencia. Algunos, por ejemplo, concluyeron que subyaciendo a la experiencia sensorial, se encontraban los constituyentes últimos de todo lo realmente existente. Esta respuesta no proporcionaba una tranquilidad sino todo lo contrario, provocaba otras preguntas. Si existía una realidad subyaciendo a lo que sensorialmente experimentábamos, esa realidad, ¿sería cambiante o no? Podemos recordar como Zenón de Elea trató de probar la inmutabilidad de la realidad utilizando sus conocidas aporías. Por ejemplo, en la aporía de Aquiles y la Tortuga, Zenón intenta demostrar que el movimiento que observamos es mera apariencia porque realmente Aquiles jamás podría alcanzar a la tortuga. Zenón estaba empeñado en demostrar que lo que observamos es apariencia pero un análisis más profundo (él utilizó artificios matemáticos) señalaría que lo real contrasta con la apariencia: lo real inmutable, la apariencia, cambiante.

Analizando el trabajo de los filósofos griegos antiguos podemos observar algunas características del tipo de preguntas que las hace filosóficas:

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Las preguntas son más conceptuales que pragmáticas. Zenón no hacía un estudio de la velocidad de la tortuga vs. Aquiles. Estaba interesado en demostrar la diferencia entre el concepto “realidad” y el concepto “apariencia”. Otro ejemplo. Si vemos una flor muerta, la pregunta filosófica no iría a la parte práctica: ¿qué hacemos ahora que se murió la flor? ¿Sembramos otra? Más bien la filosofía se interesaría por preguntar sobre el concepto “muerte”. Podría luego contrastar los conceptos “vida”/ “muerte”. Podría hacer la siguiente pregunta: ¿qué significa que algo tenga “vida”?

Las preguntas filosóficas son universales y no singulares. Precisamente porque el interés no es pragmático sino teórico interesan los temas en tanto universales. Por ejemplo si nos preguntamos si el ser humano es una unión de una cosa material y una cosa inmaterial, no estamos preguntando específicamente acerca de un ser concreto, sino de cualquier (o sea todo) ser humano. Lo singular puede ser ocasión que invita a la reflexión pero la reflexión se convierte en filosófica en tanto trasciende su individualidad y se ocupa de lo universal.

Las preguntas filosóficas buscan principios para explicar las cosas. Cuando observamos un fenómeno suponemos que hay una causa para su ocurrencia. Por ejemplo, observamos que llueve: suponemos que la lluvia tiene una causa. Empezamos a estornudar y si nos ponemos a pensar, nos preguntamos ¿por qué estoy estornudando? o ¿qué ha causado este estornudo? Ahora bien, en estos casos estamos basando nuestras explicaciones en un principio, el principio de causalidad, que dice que “todo tiene una causa”. De manera que cuando se pregunta sobre algo, se está buscando un principio que permita la explicación.

Las preguntas filosóficas exploran más allá de lo obvio. He escuchado en clase que tenemos que remitirnos a los “hechos”. Parece obvio lo que es un “hecho”. Pero detengámonos y preguntémonos: ¿qué es un “hecho”? ¿La pizarra es un hecho? ¿La novela ‘La tía Julia y el escribidor’ es un “hecho”? ¿Hay hechos verdes? ¿Hay hechos que ya no son hechos?

Las preguntas filosóficas generan nuevas dudas y, en consecuencia, nuevas preguntas. Si yo empiezo preguntando si los seres humanos tenemos alma, la siguiente pregunta que voy a generar a partir de la primera sería ¿qué es el “alma”? (pregunta eminentemente conceptual). Podría continuar preguntando, ¿cuáles son las características de la llamada “alma”?. Podría además preguntar si acaso los animales también tienen “alma”.

Las preguntas filosóficas exigen rigor argumentativo. La filosofía se caracteriza por utilizar herramientas lógicas para darle mayor rigor a su método. Esto evita que las preguntas tengan incoherencias como preguntar si existe el círculo cuadrado. Esa pregunta sería absurda puesto que viola el principio de no-contradicción que sostiene que una cosa no puede ser y no-ser al mismo tiempo, o lo que sería lo mismo en este caso, o es un círculo o es un cuadrado, pero no puede ser las dos cosas al mismo tiempo.