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Es una de las grandes promesas de la ópera. Cuarta generación de abogados, en 2009 abandonó la seguridad del estudio familiar para seguir su pasión y convertirse en tenor. En la intimidad de El Vintén, su chacra de Baradero, a orillas del río, cuenta: “Aposté todo por amor a la música... ¡Hasta vendí mi casa para grabar el primer disco! Desde que empecé mi carrera como cantante, soy el hombre más feliz del mundo” Con el río Baradero detrás, Iván, con un smoking tailor-made de Gaetano Sassano, posa junto a su galgo Ceniza. “La ópera es un mundo que necesita arrojo”, confiesa mientras descansa unos días en El Vintén. La increíble historia de IVAN GANCEDO “DEjE uNA CArrErA ExItOsA COmO ABOGADO pArA pErsEGuIr mI suEñO: trIuNfAr EN LA LIrICA”

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Es una de las grandes promesas de la ópera. Cuarta generación de abogados, en 2009 abandonó la seguridad del estudio familiar para seguir su pasión y convertirse en tenor. En la intimidad de El Vintén, su chacra de Baradero,

a orillas del río, cuenta: “Aposté todo por amor a la música... ¡Hasta vendí mi casa para grabar el primer disco!

Desde que empecé mi carrera como cantante, soy el hombre más feliz del mundo”

Con el río Baradero detrás, Iván, con un smoking tailor-made de Gaetano Sassano, posa junto

a su galgo Ceniza. “La ópera es un mundo que necesita arrojo”,

confiesa mientras descansa unos días en El Vintén.

La increíble historia de

IVAN GANCEDO “DEjE uNA CArrErA ExItOsA COmO

ABOGADO pArA pErsEGuIr mI suEñO: trIuNfAr EN LA LIrICA”

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A 140 kilómetros de Buenos Aires, El Vintén es un campo muy particular, con un río que pasa por su interior. Decorado en estilo country chic, esta propiedad es visitada por sus dueños todos

los fines de semana. “Disfruto muchísimo venir con mis hijos. Cada vez que puedo me instalo para desconectarme y cantar ópera sin que nadie me chiste –cuenta Iván–. Cada una de las

casas la construimos simulando la estructura de un granero, porque a mamá siempre le gustó la estilización de la arquitectura campestre”, agrega.

N o es común encontrar un intér-prete que tenga la particulari-dad de hablar y cantar en siete

idiomas, además de transitar diferen-tes géneros, como la música clásica y la popular”, escribió el pianista y com-positor Mariano Mores sobre Iván Gancedo (38). Cuarta generación de una familia de abogados, este joven tenor dejó el bufete familiar y apostó por su sueño: la lírica. Se lanzó a un mundo desconocido y en poco más de un año ya estaba grabando su primer disco en el estudio de Rudy Pérez, uno de lo más grandes productores de música en español del mundo.

Padre de dos hijos, aficionado al polo y al golf, Gancedo es un hom-bre con suerte: en su corta carrera logró interpretar piezas de Poulenc, Puccini y Sarachaga. Y es protagonis-

ta de una historia que conmueve, por lo que tiene de pasión por el arte y búsque-da de la felicidad: su encuentro con la ópera fue un amor a primera vista que lo empujó a seguir sus instintos y convertir-se en una de las promesas de la lírica.

–¿Cómo empezaste?–Fue de una manera fortuita. Lo hice

cantando en la banda de rock de mi her-mano, Alico, a los 18 años. “Vos, que sos afinado, cantá”, me dijo. Y yo me puse a cantar música de Nirvana o de Stone Tem-ple Pilots. A pesar de que me divertía, me di cuenta de que no me gustaba ese tipo de música. No me sentía del todo cómodo.

–¿En algún momento tomaste clases de canto?

–No, porque cuando empecé a cantar creía que no valía la pena hacerlo. Pensa-ba que si estudiaba sería para convertirme en cantante lírico. Te confieso que aunque

vivía a diez cuadras del Teatro Colón, no lo conocía y, por supuesto, no sabía nada de Pavarotti, ni de María Callas, mucho menos de Caruso. Así fue como se me instaló en la cabeza la idea de dedicarme a la lírica.

–¿Alguien en tu familia cantaba?–Si, Nelly Detry, mi abuela paterna, es

una aficionada del canto. Un día llegó y me dijo: “Ivancito, vos que tenés linda voz, ¿por qué no grabamos dos dúos de Lionel Richie y Diana Ross?” (“Endless Love” y “Truly”). Cuando escuché el resultado, me dije: “¡Wow, qué agradable!”. Aunque nunca había tomado clases de canto, so-naba muy afinado y con un lindo timbre. Ahí me di cuenta de que tenía buena voz y que si me ponía a entrenarla, algún día podría cantar profesionalmente.

–¿Cuál fue tu primer encuentro con la ópera?

–Un día, mi ex mujer y yo fuimos in-

vitados a un palco en el Colón a ver La Bohème. Fue la primera vez que visitaba el teatro, por lo que estaba muy emocio-nado. Recuerdo que la dirigía el maestro Mario Perusso. Después de la función me enteré de que la soprano era todavía estudiante del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, por lo que me di cuen-ta de que no era imposible mi sueño de convertirme en tenor. Esa noche descu-brí un mundo maravilloso y me convencí de que la ópera era mi vida. Me emocio-né tanto que al día siguiente compré to-dos los discos de las óperas de Puccini.

–¿Cómo describirías esa emoción?–Como una de las más lindas de mi vida.

Al entrar al teatro me quedé realmen-te mudo y se me puso la piel de gallina. Cuando se corrió el telón me dije: “No sé qué tengo que hacer ni cuánto tiempo me tome, pero yo voy a estar ahí”.

“La noche que visité el Colón por primera vez, descubrí un mundo maravilloso. me emocioné tanto

que al día siguiente compré todos los discos de las óperas de puccini. Ese día me convencí de que la

lírica era mi vida”

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–¿En ese momento fue cuando re-solviste dedicarte de lleno a la ópera?

–No, porque ya tenía una vida hecha: soy la cuarta generación de una familia de abogados y mi des-cubrimiento no era muy compati-ble con el ejercicio del derecho. Sin embargo, a los pocos días de haber estado en el Colón, agarré las pági-nas amarillas y busqué teléfonos de conservatorios. Llamé a varios y ter-miné tomando clases con el maestro Aldo Moroni en el Centro Liszt. Así fue como empecé, desde cero. De a poco fui armando mi voz y dándo-me cuenta de que lo que en algún momento consideré una pasión inci-piente era lo que más felicidad me daba en la vida.

–¿Cuándo tomaste la decisión de dejar la abogacía?

–Recuerdo muy bien que fue un viernes soleado de 2008, cuando lle-

gué al estudio. Justo el día anterior, el 20 de noviembre, había cantado en el Cole-gio de Escribanos; al abrir la puerta de mi oficina, vi la foto de la sala del Teatro Co-lón que tenía colgada detrás de mi escri-torio y dije: “¿Qué hago acá, por qué no estoy allá? ¿Cuánto tiempo más de mi vida lo voy a dedicar a algo que realmente no es mi verdadera pasión?” Porque, la pa-sión era tan incontrolable que no podía ni dormir. Lo encaré a papá y le expliqué lo que me pasaba.

–¿Qué te dijo tu padre?–Me brindó todo su apoyo y me dijo

que si decidía dejar el estudio iba a ser para triunfar, para convertirme en un te-nor en serio.

–¿Qué sentiste cuando caíste en la cuenta de que no te dedicarías más a la abogacía?

–Me sentí muy feliz, aunque no fue fá-cil. Dejé mi profesión de exitoso abogado para dar clases particulares y cantar en cumpleaños y casamientos. ¡Largué todo

a cambio de nada! Pero me prometí algo: “Si consigo cantar, voy a ser el hombre más feliz del mundo”. La vida dio un giro desde que decidí seguir mi pasión y, afortunada-mente, las cosas fueron llegando solas.

–¿Cuándo pisaste por primera vez un escenario?

–Lo hice en el Teatro Avenida, en 2001, en un papel secundario de Les Mamelles de Tirésias, de Francis Poulenc en una puesta de Willy Landin, un régisseur ma-ravilloso. Mi papel era una marioneta y Willy planeó que mi personaje bailara un breakdance en el escenario. Puedo asegurar que fue la primera vez que se bailaba así en una ópera. ¡Fue fantástico! Después, en 2003, canté en Doña Francis-quita, en unos papeles solistas menores.

–¿Cuándo debutaste como solista?–En 2005, con un par de conciertos que

di en el Jockey Club junto con la pianista de origen ruso Rozita Zozulia, que es para mí como un hada madrina porque siem-

pre me da los mejores consejos. Después, en 2009, conocí a un gran mecenas de la lírica, que me facilitó cantar en dos con-ciertos dentro de las embajadas de Italia y Brasil. En mayo de ese mismo año canté en Mendoza fragmentos de óperas de Puccini con el Coro y la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Cuyo. Fue muy anecdóti-co darme cuenta de que quien estaba al mando de la orquesta era el maestro Ma-rio Perusso, el mismo que había dirigido la primera ópera que escuché en mi vida, a los 22 años. Para mí eso cerraba un círculo y me posicionaba en el punto de partida.

–¿Cómo fue ese período?–Una gran amiga me puso en contac-

to con un manager de Los Angeles y, un año después de haber tomado la decisión de dejar mi carrera de abogado, estaba to-mando un martini en el Hilton del Will-shire Boulevard, en Beverly Hills, con el que sería mi primer representante. ¡Algo mágico! Tres meses después, gracias a Mi-

“Empecé desde cero cuando ya tenía 34 años. De a poco fui armando mi voz y me di cuenta de que lo que en algún momento consideré una pasión incipiente,

era lo que más felicidad me daba en la vida”

Arriba: cada uno de los porches de la casa está decorado con un estilo rústico y campestre. Iván es un aficionado a todo lo ecuestre: juega al polo y le encanta ir al hipódromo a ver correr

los caballos que su hermano cría. Vestido de Polo Ralph Lauren, Iván se sincera mientras recorre su campo: “Nada me gusta más que salir a cabalgar al atardecer con mi yegua Biznike

acompañado de todos mis perros”. El próximo 10 de diciembre cantará el himno nacional en la clausura del Abierto de Polo de Palermo.

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chael Bolton –que viajó con mi manager a China por una gira– tuve mi primer en-cuentro con Rudy Pérez, el productor de las grandes estrellas latinas, quien aceptó ser el productor de mi primer disco.

–Tuviste mucha suerte…–Sí, porque realmente trabajar con

Rudy es un privilegio. Pero, como hoy la industria discográfica está en período de crisis, me propuse buscar inversionistas que apoyaran mi proyecto. Así fue como llamé a mis amigos de toda la vida: hici-mos un fondo de inversión y decidí ven-der mi departamento para seguir esta aventura. Como a mí también me gusta cantar boleros, Rudy me propuso dejar por un rato la lírica y hacer un disco de canciones populares de las décadas del 40 y el 50. Así, en 2010 produjimos Forever,

mi primer álbum cantado en cinco idio-mas. Además, la experiencia fue fantásti-ca porque logré grabar con la orquesta de Garry Lindsay tocando en vivo.

–¿A qué atribuís que la ópera sea un género tan especial?

–Yo divido a las personas en sensibles e insensibles. Las personas que son sensibles desarrollan alguno de sus sentidos por en-cima de los otros. En mi caso, fue el oído. Y la música cantada tiene la particularidad de llegar a dos zonas distintas del cerebro. Por un lado, se percibe la música y, por el otro, la voz. Es por eso que la ópera puede sensibilizar de la forma en la que lo hace. Además, cuando uno comienza a enten-der los libretos de las piezas, se abre un mundo fantástico, un camino sin retorno.

–¿Cuáles son tus operas favoritas?

–La Bohème, Tosca y Madame Butterfly.–¿Y tus compositores?–Puccini, Verdi, Donizetti y Tchaikovs-

ky. En clásica, adoro a Liszt y a Chopin.–¿Hay algún tenor al que admires en

particular?–Marcelo Alvarez, un cordobés que

comenzó a estudiar de grande y debu-tó en el Colón a los 37 años. Hizo una carrera monumental y hoy, con 49 años, ya cantó en los grandes escenarios del planeta. Veo su historia y me doy cuenta de que todo es posible.

–¿Cómo ven tus hijos que su padre se dedique a la lírica?

–Con mucha admiración. Porque realmente sienten que el canto es mi pasión. Saben que cantar es lo que más disfruto en el mundo. Además, me gus-

ta cantarles cuando se van a la cama y ellos se fascinan.

–¿Cuál es la disciplina que debe tener un tenor?

–Primero, llevar un estilo de vida sano y hacer ejercicio aeróbico. Lo que tiene de intrincado es que todo el día usás tu instrumento, la voz. El gran enemigo del cantante es el habla. Por eso, los días que voy a cantar, trato de estar lo más callado posible.

–¿Qué opinás de los cantantes que ha-cen “ópera pop”?

–No soy purista para nada y creo que gracias a ese género más gente se está acercando a la ópera. Recuerdo que du-rante el último concierto de Plácido Do-mingo en la 9 de Julio la gente no paraba de aplaudir después de que Plácido cantó

Decorados en colores pastel y géneros en crudo, todos los ambientes de El Vintén son muy

luminosos y cálidos. Muebles rústicos, pinturas hechas por artesanos brasileños y detalles que

evocan la naturaleza hacen que cualquiera que lo visite se sienta como en casa. “Es mi refugio y el lugar en el que pensé cada una de las decisiones

importantes que debí tomar”, confiesa Iván.

“mis hijos ven mi profesión con mucha

admiración porque sienten que el canto es mi pasión, lo que más disfruto en el mundo”

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temas como “Bésame mucho”, “No puede ser”, o “El día que me quie-ras”. ¡Fue fascinante presenciar eso!

–¿Considerás que la ópera se popularizó?

–Totalmente, porque a pesar de que la élite siempre ocupó los asientos más caros de las grandes sa-las del mundo, la lírica dio un giro desde el histórico concierto de los Tres Tenores (Pavarotti, Domingo y Carreras) en el Mundial de Estados Unidos de 1994. A partir de ahí, la ópera se popularizó como nunca lo había hecho, porque millones de personas descubrieron un género

desconocido hasta entonces.–¿Alguna vez soñaste con cantar

en una gran escenario, como La Scala de Milán ó el Palais Garnier de París?

–Muchas veces soñé que canta-ba en el Colón, y siempre me des-perté feliz. Mi abuela siempre me dice: “Tené cuidado con lo que soñás, porque puede convertirse en realidad”. Y yo pienso: “Si creés en vos mismo, se convertirán en realidad”. •

Iván Gancedo cantó frente a grandes

personalidades, como la princesa Teodora de Grecia, la productora

Kate Edelman Johnson (izquierda,

arriba) y Joan Collins (izquierda,

abajo). Derecha: en noviembre de 2009,

Gancedo tuvo el privilegio de estar

en el backstage de Tamerlano, de

Haendel, en la Opera de Los Angeles, junto a Plácido Domingo.

Texto: Rodolfo Vera Calderón Fotos: Paul Roger

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“muchas veces soñé que cantaba en el Colón, y siempre me desperté

feliz. Hoy trabajo para que todas mis fantasías se

conviertan en realidad”