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La información como resistencia Periódicos manuscritos
en las cárceles de Franco *
Verónica Sierra BlasPILAR
Universidad de Alcalá
Nuestra vida de personas comenzaba en el momento en que se cerraban aquellas rejas y quedábamos aisladas del resto. Entonces empezábamos nuestra vida política, cultural, artística, lecturas… todo. Hicimos un mundo dentro de otro mundo 1.
Una inquisición contemporánea
E l Libro de Actas de la Prisión de Mujeres de Les Corts (Barce-lona) es un hermoso cuaderno tamaño folio, de ésos antiguos con cubiertas de cartón decoradas a dos tintas, imitando aguas en
verde y negro. En la primera de sus páginas, Herminio García Ocaña y Martín, subdirector y administrador en funciones de esta cárcel catalana, escribió : « Prisión Provincial de Mujeres. Libro de Actas de la Junta de Disciplina. Barcelona, a diez de mayo de 1939, año de la Victoria » 2.
* Quiero agradecer a Antonio Castillo Gómez su generosidad para con mi trabajo y su constante dedicación a la dirección del mismo, porque con sus sugerencias, críticas e ideas, cada una de las páginas que escribo es también obra suya. En concreto, para este trabajo, fueron esenciales las visitas que realizó conmigo al Archivo Histórico del PCE y la corrección minuciosa de estas líneas una vez escritas, así como el apunte de muchas de las referencias bibliográficas empleadas. Igualmente quiero dar las gracias a Ángel Pérez Pascual, por su atenta lectura y sus comentarios, que han mejorado considerablemente este artículo.
1. Ricard Vinyes, El daño y la memoria. Las prisiones de María Salvo, Barcelona, Plaza & Janés, 2004.2. Ricard Vinyes, Irredentas. Las presas políticas y sus hijos en las cárceles franquistas, Madrid, Temas
de Hoy, 2002, pág. 132.
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Con esta simple acción, con esta breve nota, el cuaderno quedó desti-nado a consignar la « vida oficial » de esta prisión durante un par de años. En el primero se anotaron todas y cada una de las actividades y de los incidentes que acontecieron dentro de los muros de la cárcel : notas acerca del comportamiento de las reclusas, los castigos que les fueron impuestos por faltar a las normas penitenciarias, las órdenes recibidas desde la Dirección General de Prisiones y la manera de ejecutarlas en cada caso, las formas en que se administraba el dinero, el desarrollo de la vida religiosa y, en fin, el día a día de la prisión. Este libro constituye el grueso principal de la documentación que se conserva de la Prisión Provincial de Mujeres de Barcelona, conformándose a su vez en un verdadero retablo donde el historiador tiene la oportunidad de observar el funcionamiento interno de la misma, la vida cotidiana desarrollada entre rejas y la polí-tica penitenciaria del régimen franquista. Bien es cierto que la informa-ción que proporciona es, sobre todo, oficial, y refleja fundamentalmente la imagen que construyeron los diferentes directores, administradores y funcionarios.
Como han puesto de manifiesto los últimos trabajos desarrollados sobre esta temática, sin embargo, las fuentes oficiales no bastan por sí solas para reconstruir la historia del universo penitenciario del fran-quismo ; todos ellos, sin duda, representantes de una nueva e interesante línea historiográfica que está contribuyendo a desvelar cuantos aspectos habían pasado desapercibidos, consciente o inconscientemente, así como a rescatar las voces y las letras de la gente común, de los grandes olvi-dados de la historia. Narraciones orales, historias de vida, memorias y diarios de prisión, documentos inducidos por el mismo sistema peniten-ciario, cartas escritas desde las celdas, dibujos que representan la realidad carcelaria o inscripciones y graffiti, son algunos de esos nuevos filones en los que se apoyan estas investigaciones que están renovando las « formas de hacer historia », en palabras de Peter Burke, en lo que toca a la histo-riografía del franquismo 3.
Uno de los principales objetivos perseguidos por Franco al concluir la Guerra Civil fue el de llevar a cabo un movimiento depurador del pueblo español. Para ello, el régimen empleó procedimientos y controles que vendrían a equivaler a una especie de « inquisición modernizada », que algunos, como el doctor Vallejo Nágera, pidieron a voz en grito con el fin de restaurar completamente la España grande y libre 4. La piedra angular del proceso depurador del régimen franquista fue, sin duda, el sistema penitenciario, que se completaba con el control ideológico impuesto mediante la censura, la propaganda y la educación. Todo ello confor-
3. Peter Burke (ed.), Formas de hacer historia, Madrid, Alianza, 1993.4. Ricard Vinyes, « Construyendo a Caín », Ayer, n.o 44, 2001, pág. 238.
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maba el proceso general de represión y de control social que contribuyó a hacer de la España franquista una realidad global carcelaria o, en pala-bras de Nicolás Sánchez-Albornoz, « una inmensa prisión » 5. Para los más de 200.000 presos de Franco, la desposesión de todo bien consti-tuyó el protocolo del castigo y la materialización del poder, un proceso automático y estructural, una fundamentación política de la miseria que tejió pautas, normas de conducta y estrategias dirigidas a la destrucción del individuo.
Partiendo de las tesis clásicas de Michel Foucault, como para todo régimen o institución represora, máxime si ésta responde a razones de tipo ideológico, para el sistema penitenciario franquista la anulación de la identidad del preso y, como consecuencia de la misma, la voluntad de crear una nueva persona, devino uno de sus objetivos fundamentales. Para alcanzarlo fueron muchas las normas y los mecanismos que se estable-cieron con el fin de asegurar la desposesión moral y material de los presos y destruir de este modo su personalidad, principalmente relacionados con la destrucción de los lazos que les vinculaban con el mundo exterior – con su entorno social, familiar e ideológico –, con el adoctrinamiento de los mismos y con su necesaria conversión a los principios del Nuevo Estado 6. La incomunicación del penado con el exterior de la prisión ; la ausencia absoluta de cualquier tipo de información que pudiera contra-rrestar la que de manera sesgada y unidireccional se difundía entre los presos ; el control y la censura de las comunicaciones personales, tanto escritas como orales ; o los constantes cacheos en busca de papeles prohi-bidos ; fueron todas ellas medidas que vinieron a minar la moral de los reclusos, aunque también incentivaron la búsqueda de vías alternativas y clandestinas a través de las cuales poder mantener contacto con el mundo del que habían sido apartados.
Si bien el régimen de terror tiene como consecuencias fundamentales el silencio y la parálisis generalizada, al analizar el poder franquista en el ámbito carcelario y su sistema operativo en relación a la población reclusa, se evidencia, como ha señalado Ricard Vinyes, que los presos, lejos de lo que pueda pensarse, no fueron simples sujetos pasivos, sino todo lo contrario. Al observar su relación con ese poder nos damos cuenta de que son personas con voluntad y capacidad de comprender lo que sucedía a su alrededor y de responder a ese entorno con los medios y actitudes que tenían a su alcance, con dos finalidades invisibles en aquel contexto : salvar su vida y afirmar su identidad política. Esa relación activa de los
5. Josep Fontana, « Prólogo », in : Carme Molinero ; Margarida Sala ; Jaume Sobrequés (ed.s), Una inmensa prisión. Los campos de concentración y las prisiones durante la guerra civil y el franquismo, Barcelona, Crítica, 2003, pág. xvi.
6. Carme Molinero, « Introducción », in : Carme Molinero ; Margarida Sala ; Jaume Sobrequés (ed.s), Una inmensa prisión…, op. cit., pág.s xvii-xxiv.
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presos con el poder y sus formas de dominio prueba que las cárceles no fueron un espacio de parálisis vital para los reclusos, sino un ámbito de construcción biográfica que muchos años después los convirtió en testigos activos 7.
Frente al imperio de la coerción y el terror, los reclusos desplegaron sus redes de resistencia y solidaridad, y en muchas ocasiones la escritura fue el arma empleada para crearlas. Escribir se convirtió para ellos en una verdadera estrategia de supervivencia, en la esperanza para combatir el aislamiento que imponían los muros de la cárcel, en el único medio para dejar constancia de su memoria y afirmar su identidad. Si bien la dicotomía fundamental que podemos establecer al hablar de las escri-turas carcelarias es aquélla que distingue entre las prácticas impuestas o inducidas por el propio sistema penitenciario, de las que se erige como máxima representante la carta de súplica 8, y las prácticas que nacen de la voluntad del recluso, de sus motivaciones personales y anímicas, como el diario de prisión o las cartas a familiares y amigos ; existe un tercer tipo de escrituras que se ligan más al deseo de mantener y afirmar la iden-tidad, individual o colectiva, pero sobre todo política, y a la necesidad de mantenerse informado de lo que ocurría fuera de las prisiones para poder resistir en su interior 9. La información fue, sin duda, una de las estra-tegias de resistencia empleadas por los reclusos para combatir el miedo, el aislamiento y la sumisión, así como para defender unos presupuestos ideológicos que el régimen se había propuesto borrar para siempre. Por ello, lo que este trabajo pretende es realizar una aproximación a una de las actividades de escritura que sirvieron para mantener informados a los presos : los periódicos manuscritos clandestinos, confeccionados en el interior de las prisiones y distribuidos entre la población reclusa.
La ciudad clandestina
Como se ha afirmado en líneas anteriores, la población penal de posguerra se encontraba lejos de adoptar una actitud sumisa o resig-nada ante su situación. A pesar del evidente riesgo que entrañaba el
7. Ricard Vinyes, Irredentas…, op. cit., pág. 14.8. Sobre éstas véase Verónica Sierra Blas, « “En espera de su bondad, comprensión y piedad…”.
Cartas de súplica en los centros de reclusión de la guerra y la posguerra españolas (1936-1945) », in : Antonio Castillo Gómez ; Verónica Sierra Blas (ed.s), Letras bajo sospecha. Escritura y lectura en centros de internamiento, Gijón, Trea, 2005, pág.s 165-200.
9. Acerca de las escrituras carcelarias pueden consultarse los trabajos de Antonio Castillo Gómez y Verónica Sierra Blas en : Antonio Castillo Gómez ; Feliciano Montero García (dir.s), Franquismo y memoria popular. Escrituras, voces y representaciones, Madrid, Siete Mares, 2003, pág.s 17-53 y 55-97, respectivamente. Asimismo véanse los trabajos recogidos en : Antonio Castillo Gómez y Verónica Sierra Blas (ed.s), Letras bajo sospecha…, op. cit.
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desarrollo de la actividad política, ésta fue frecuente y las cárceles se convirtieron en el germen de la reorganización de partidos y sindicatos. Éstos comenzaron a constituirse en pequeñas células, en grupos muy reducidos de militantes que actuaban independientemente, captaban adeptos para su causa y se comunicaban con otras células a través de « enlaces » que hacían circular la información. La organización de los presos fue, sobre todo, una respuesta de defensa colectiva frente al poder de las autoridades penitenciarias ; pero también una estrategia ideal para contrarrestar la propaganda y la labor de adoctrinamiento que sobre ellos se ejercía, para combatir la muerte social a la que el régimen pretendía condenarlos.
Dentro de las redes clandestinas de resistencia y solidaridad, la primera fibra estaba constituida por la estructura organizativa de cada partido o grupo político – la agrupación evidentemente se realizaba por afinidades ideológicas –, que mantenía un funcionamiento clandestino propio rela-cionado con mejor o peor fortuna con el exterior. La unidad básica de agrupación era la « familia » o « comuna », cuya finalidad última era asegurar la supervivencia del grupo. Estaba regida por la figura de la « madre », que administraba los alimentos y el dinero y tomaba las deci-siones más importantes con respecto al funcionamiento interno de ésta. Así lo relata en sus memorias, escritas entre 1979 y 1980, el campesino Clemente Sánchez, miembro de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) y voluntario del Ejército Popular, encarcelado en abril de 1939 y cuyo calvario se prolongó hasta el año 1976. Sus palabras se refieren al Penal de Ocaña :
El Partido Comunista fue el primero en reorganizarse clandestina-mente, incluso a riesgo de sufrir mayores represalias. Se crearon células de militantes a las que se denominó comunas en las que se agrupaban mitad por mitad los que disponían de alguna ayuda exterior y los que no recibían nada. Los alimentos de los paquetes pasaban íntegros a la comuna y eran administrados escrupulosamente por la « madre », apelativo del camarada que se encargaba de distribuir el condumio por partes iguales 10.
Notas, cartas y otros papeles prohibidos entraron y salieron de la prisión por canales clandestinos para conocer la situación de familiares y compañeros, denunciar al exterior las atrocidades cometidas en las cárceles y extender su noticia a través de los medios posibles al resto de la población. Boletines y periódicos, impresos y manuscritos, circularon por las celdas, algunos procedentes de la calle, otros confeccionados entre
10. Clemente Sánchez, En las cárceles de Franco, Madrid, Oberon, 2003, pág. 70.
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los muros de la prisión, para mantener a los presos informados y transmi-tirles las consignas correspondientes. La cárcel fue, sin duda, una ciudad clandestina donde los presos escribieron panfletos y diseñaron estrategias políticas, protestas, plantes y sabotajes ; organizaron cursos, seminarios y talleres de formación política, histórica y cultural ; dispusieron de biblio-tecas secretas ambulantes, pudiendo leer así, por los procedimientos más ingeniosos y burlando la censura carcelaria, a los autores y libros prohi-bidos por la dictadura ; e incluso llegaron a crear verdaderos archivos de sus respectivas organizaciones políticas. Unos archivos que, además, iban pasando de unos presos a otros, acumulando la información recibida y las actividades desarrolladas por el partido desde el inicio de su reor-ganización, año tras año, con una clara voluntad de conservación y de construir memoria :
En aquel gran cacheo, había caído en manos de la dirección del Penal el archivo del Partido que atesoraba toda la labor y la docu-mentación acumulada desde que los primeros comunistas empezaron a ocupar aquellas dependencias (las celdas del Penal de Ocaña). El archivo no había sido localizado entre los enseres de los reclusos sino en un doble tabique construido en los servicios de las salas segunda y quinta que servía de pantalla al WC, en cuyo fondo se iban deposi-tando los documentos 11.
La organización de los presos políticos alcanzó niveles de tan extraor-dinaria eficacia que hubo hasta presos que lograron tener en sus celdas un aparato de radio sin ser descubiertos. Así lo narra Miguel Núñez, nacido en Madrid en el año 1920, combatiente de la famosa « quinta del biberón », responsable político de la agrupación guerrillera de Cataluña y uno de los artífices de la organización clandestina del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC) en Barcelona, partido del que luego fue diputado. Encarcelado al final de la guerra, cumplió condena en nume-rosas prisiones, entre ellas la de Ocaña, donde estuvo preso tres años (1941-1943), en la que, según cuenta, llegaron a tener :
[…] en la quinta galería, un aparato de radio con el que oíamos todos los días, a la hora adecuada, entre el rancho y el toque de silencio, Radio París, Radio España Independiente, la BBC de Londres y otras. El escondite era muy ingenioso. Como las paredes de la galería estaban cubiertas de azulejos hasta casi la altura del techo, habíamos levantado cuidadosamente uno de ellos y practicado un hueco en la pared. El azulejo tenía un pegote de cemento por detrás para que
11. Clemente Sánchez, En las cárceles de Franco…, op. cit., pág. 187.
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cuando pasasen revista y golpeasen los azulejos no sonase a hueco. Teníamos también masilla para colocarla en las ranuras e, incluso, polvo para ensuciarlas, de manera que estuviesen igual que el resto de la pared. El oyente de turno, bien tapado con una manta para evitar que se escapase cualquier sonido, elaboraba un boletín informativo con las noticias, que se leía en todas las galerías, e incluso en las celdas de castigo 12.
Recibir noticias del exterior era, por tanto, uno de los anhelos prin-cipales de los presos. La organización política, respondiendo a ese fin, se fraguó sobre una doble estructura. Interna, donde los partidos crearon una red humana que hizo circular la información entre los presos, introdujo los periódicos y hojas clandestinas con noticias de la calle, movió correspondencia sin que pasara por la censura y consi-guió transmitir toda una serie de mensajes y consignas a sus militantes empleando su inagotable imaginación. Y externa, gracias al contacto con otras prisiones a través de una compleja red de enlaces en cuya nómina estaban, en primer lugar, los familiares, que transmitían los mensajes o los recogían aprovechando las comunicaciones periódicas dentro de la prisión 13. Soledad Real, presa en la cárcel de Barcelona, recuerda que había « una comunicación a la semana y la familia clan-destinamente te pasaba información. Ya en un bocadillo, ya en un tubo de pasta de dientes o en una cazuela de doble fondo. O desde fuera se te pedía informe de la situación en el interior de la cárcel, comportamiento y conducta. Todo esto se hacía a través del contacto con los familiares » 14.
Junto a los familiares, la cadena de enlaces con el exterior estaba conformada por los presos en tránsito, que eran trasladados de una prisión a otra y portaban información fidedigna acerca de la situación de sus compañeros. Sin olvidar, claro está, que, con frecuencia, los partidos contaron también con la colaboración secreta de celadores, funcionarios o presos comunes que ayudaban a las autoridades peni-tenciarias desarrollando algunas labores dentro de la prisión. Miguel Núñez recuerda, por ejemplo, a Antonio Bravo Cosano, apodado « El Ratón », un preso común que era el ayudante de los funcionarios de la galería en la que éste se encontraba en la Prisión Modelo de Barce-lona, donde estuvo recluido desde el 9 de mayo de 1945 hasta el 21 de diciembre de ese mismo año :
12. Miguel Núñez, La revolución y el deseo. Memorias, Barcelona, Península, 2002, pág. 53.13. Isaías Lafuente, Esclavos por la Patria. La explotación de los presos bajo el franquismo, Madrid,
Temas de Hoy, 2002, pág.s 273-283.14. Consuelo García, Las cárceles de Soledad Real. Una vida, Madrid, Alfaguara, 1982, pág. 104.
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Era el encargado de hacer de ordenanza de los oficiales y, entre otras cosas, de recoger los paquetes de los presos en recepción, llevarlos a la galería, revisarlos, bajo la vigilancia más o menos atenta de los funcio-narios, y distribuirlos. Con este inteligente y valiente muchacho hice una gran amistad que todavía hoy perdura. Él se encargaba de recoger las notas que, debidamente camufladas, llegaban en mis paquetes y, luego, de sacar las mías al exterior 15.
Otra estrategia empleada por los reclusos para poder desarrollar su actividad política y luchar por la mejora de las condiciones de vida en el interior de las prisiones fue el de intentar controlar la administración de la cárcel para utilizar el poder burocrático a su favor cambiando destinos, demorando hasta el infinito un traslado de expediente, enviando cartas a escondidas o perdiendo comunicados, camuflando sanciones y castigos, etc. Los puestos más codiciados eran los del economato, las oficinas o el registro de correspondencia y paquetes, por ser los más estratégicos. La excelente capacidad de los presos para apoderarse de los resortes vitales del funcionamiento de la prisión les permitió convertirse en una suerte de poder en la sombra, en la medida que al tiempo que trabajaban por la supervivencia de todo el colectivo de reclusos se hicieron indispensables para el funcionamiento cotidiano de la cárcel 16.
La reconstitución y coordinación de las organizaciones políticas en el interior de las prisiones fue una de las principales preocupaciones de las autoridades penitenciarias 17. Conocedoras de las actividades clan-destinas que se desarrollaban entre rejas, uno de sus propósitos funda-mentales fue frenar la propaganda política desplegada en las cárceles y la desarticulación de los grupos que en ellas actuaban. Una buena muestra de ello es el constante envío de comunicados y órdenes por parte de la Dirección General de Prisiones para la adopción de medidas que incrementasen la seguridad, la vigilancia y el control como, por ejemplo, la que en el mes de enero de 1940 decretó un régimen absoluto de aislamiento : la suspensión de la correspondencia, de las comunica-ciones orales con los familiares y de la recepción de comidas y paquetes. Analizando estas regulaciones se puede afirmar que existe una relación directa entre la adopción de ciertas medidas de seguridad y la evolución de la coyuntura política del régimen y las actividades que desarrollaba la oposición al franquismo dentro y fuera del país. La multiplicación de estas medidas refleja la ineficacia de las autoridades penitenciarias en su
15. Miguel Núñez, La revolución y el deseo…, op. cit., pág.s 169-170.16. Fernando Hernández Holgado, Mujeres encarceladas. La prisión de Ventas : de la República al
franquismo, 1931-1941, Madrid, Marcial Pons, 2003, pág.s 285-287.17. Sobre dichas medidas remito a José Manuel Sabín, Prisión y muerte en la España de posguerra,
Madrid, Anaya & Mario Muchnick, 1996.
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pretensión de erradicar la organización política de los presos, así como su incapacidad para que éstos interiorizasen los presupuestos ideoló-gicos del régimen.
Para sobrevivir, los presos se vieron obligados a desplegar sus estrate-gias de resistencia frente al control y la vigilancia, buscando vías alter-nativas de comunicación fuera de los cauces legales, aún a sabiendas del peligro que corrían. Desafiando a las amenazas fueron muchos los que burlaron la censura carcelaria inventando códigos cifrados, practicando el soborno a los funcionarios o empleando escondites y enlaces. En su labor de vigilancia, y siguiendo las normas emanadas de la Dirección General de Prisiones, los funcionarios realizaban cacheos diarios por sorpresa en busca de pruebas que demostrasen que los reclusos manejaban informa-ción del exterior, estaban coordinados entre cárceles distintas o producían documentos políticos. Para evitar ser descubiertos durante los registros carcelarios, los reclusos se vieron obligados muchas veces a destruir los documentos que recibían o producían de manera clandestina o a llevarlos encima. Así lo relata Soledad Real :
Volvieron a poner en funcionamiento ciertos aspectos del Código Penal, y entre ellos estaba el cacheo diario, por sorpresa […] cuando empezaron los cacheos, hubo que romper una cantidad de mate-rial tremendo. Pero había unos libritos que habían sido hechos con papel de fumar, y que el partido decidió salvar, y me hicieron a mí responsable de este material. La única forma de guardar este material era llevándolo yo siempre encima, pero no lo llevaba ni escondido ni nada porque si me hacían un cacheo había que sacarlo rápidamente. Entonces yo llevaba una chaqueta […] una chaqueta que me habían dado de esos paquetes de ropa que nos mandaban del extranjero, y llevaba yo la chaqueta puesta y en los bolsillos llevaba el material 18.
Lo mínimo que les podía ocurrir a quienes participaban activamente en la ciudad clandestina era la pérdida de cualquier beneficio que en el futuro les permitiera acceder a la libertad condicional o a la redención de penas por el trabajo. Formar parte de grupos políticos clandestinos dentro de las prisiones se llegó a pagar con el confinamiento en celdas de castigo durante largos períodos de tiempo y, en ocasiones, hasta con la pena de muerte. Fue el caso del poeta comunista Marcos Ana, pseu-dónimo de Fernando Macarro Castillo, encarcelado en marzo de 1939, a los 18 años, tras ser hecho prisionero en Alicante por los fascistas italianos de la División Vittorio. Durante su encarcelamiento en el Penal
18. Consuelo García, Las cárceles de Soledad Real…, op. cit., pág. 128.
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de Burgos, en el año 1943, el poeta fue acusado de confeccionar, junto a otros compañeros de celda, un periódico manuscrito que circulaba clandestinamente por las galerías. En su libro Las soledades del muro, lo recuerda : « sorprendieron a un muchacho con un periódico clandestino hecho en la cárcel y este muchacho no pudo soportar los interrogatorios ; total, que se organizó una cadena que llegó hasta mí. Acusado de ser el responsable de la organización en la prisión, fui llevado a diligencias, y fui condenado a muerte » 19.
El cuarto poder
Como ha afirmado Robert Darnton, la clandestinidad sólo surge y se torna importante cuando en un determinado momento histórico la censura, el control y una elite social monopolista tratan de confinar toda manifestación escrita en los límites de la ortodoxia oficial 20. El régimen franquista ejerció un férreo control de la letra impresa, censuró libros y periódicos, y vigiló celosamente cada acto de escritura, cada carta, cada declaración, cada ejercicio de introspección que cayó en sus manos en los múltiples actos de persecución que llevó a cabo o que, con el fin de inculpar y castigar, indujo a crear (piénsese, por ejemplo, en las memo-rias impuestas que muchos reclusos tuvieron que escribir por mandato de las autoridades penitenciarias). La prensa del régimen, concebida como « cuarto poder », fue el elemento propagandístico por excelencia. Proyec-ción de la imagen con la que Franco pretendía ser reconocido, transmitió el pensamiento ideológico del Nuevo Estado y contribuyó al proceso de socialización política del franquismo 21.
Sin embargo, la prensa clandestina logró esquivar el control del régimen. Pueden cifrarse en más de 1.000 las publicaciones periódicas que, desde las más variadas ideologías, combatieron en la calle con tinta a Franco, crearon un lenguaje propio y articularon una contra-propa-
19. Manuel Aznar Soler, « Marcos Ana, un poeta en el Penal de Burgos », in : Els camps de concentració i el món penitenciari a Espanya durant la guerra civil i el franquisme, Barcelona, Museo de Historia de Cataluña-Universidad Autónoma de Barcelona, 2002, pág.s 445-447. El libro de Marcos Ana, Las soledades del muro, fue publicado en Madrid por la editorial Akal en el año 1977. El relato del suceso está extraído de una entrevista publicada en la revista Por favor el 1 de marzo de 1976, recogida después en el libro de Marcos Ana.
20. Robert Darnton, Edición y subversión. Literatura clandestina en el Antiguo Régimen, Madrid, Turner-FCE, 2003 [1982], pág. 10.
21. Sobre la prensa en el franquismo, véanse Francisco Sevillano Calero, Propaganda y medios de comunicación en el franquismo, Alicante, Publicaciones de la Universidad de Alicante, 1998 ; Elisa Chuliá Rodrigo, La evolución silenciosa de las dictaduras. El Régimen de Franco ante la prensa y el periodismo, Madrid, Instituto Juan March de Estudios e Investigaciones, 1997 ; y Florence Belmonte, Aux origines de la presse du Mouvement (Espagne, 1936-1946), Montpellier, Services des Publications de l’Université Paul Valéry, 2005.
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ganda para contrarrestar la publicística oficial 22. Junto a la prensa clan-destina impresa que circulaba en las calles 23, los periódicos manuscritos, empleados por la guerrilla, confeccionados en las cárceles y en distintos campos de concentración, fueron mensajeros de esperanza de tiempos mejores y expresión de la voluntad de no aceptar la derrota. Al igual que ocurría en el exterior, donde los diarios clandestinos trataban de combatir la propaganda del régimen difundida a través de la prensa oficial, en el interior de las prisiones los periódicos manuscritos tuvieron como uno de sus fines, como ya se ha indicado, hacer frente al adoctrinamiento ideológico al que los reclusos estaban sometidos.
El elemento propagandístico por excelencia en las prisiones de Franco llevaba por nombre Redención. Semanario para los reclusos y sus familias. Redención era la única publicación periódica cuya lectura se permitía en las cárceles, la única información que llegaba a manos de los presos, a pesar de que toda la prensa oficial estaba controlada rigurosamente por el régimen. Órgano del Patronato Central de Redención de Penas, tirado en rotoplana, escrito y compuesto por los propios reclusos, Redención salía todos los sábados con fecha de domingo de las prensas de los Talleres Penitenciarios de Artes Gráficas de Alcalá de Henares. El primero de sus números apareció el mismo « Día de la Victoria » : el 1 de abril de 1939. Se realizaban generalmente dos ediciones, una de ellas a dos tintas, y se vendía, además de en las prisiones, en los quioscos de la calle a 20 céntimos. Su tirada oficial partió de los 24.000 ejemplares, ascendiendo a 65.000 al finalizar el año de 1940 24. Su contenido, distribuido en seis,
22. José de Cora Paradela ; Jesús Cuadrado ; Guillermo Galván Olalla ; Ernesto Rodríguez del Alisal, Panfletos y prensa antifranquista clandestina, Madrid, Ediciones 99, 1977, pág.s 16-17.
23. Para más información acerca de la prensa clandestina en la España franquista véanse M. Garrido ; S. Raimundo, « La prensa de las catacumbas », Gaceta Ilustrada, 20 de enero de 1977 ; Lluís Bassets, « La comunicación clandestina en la España de Franco. Notas sobre cultura y propaganda de la resistencia (1939-1975) », in : Miquel de Moragas (ed.), Sociología de la comunicación de masas, Barcelona, Gustavo Gili, 1979, pág.s 155-175 ; Andreu Claret Serra, Prensa clandestina y del exilio bajo el franquismo. Exposición conmemorativa del 90 Aniversario de la Asociación de la Prensa de Madrid, 1986 ; Albert Viladot i Presas, Nacionalismo i premsa clandestina (1939-1951), Barcelona, Curial, 1987 ; Prensa clandestina no franquismo. Exposición organizada por la Fundación 10 de marzo y la Facultad de Ciencias de la Universidad de Vigo-Campus de Orense, 2000 ; Domingo Rodríguez Teijeiro ; Julio Prada Rodríguez, « Formas de disidencia y actividad política en las prisiones españolas de posguerra (1939-1943) », Minius, Revista do Departamento de Historia, Arte e Xeografía, Universidad de Vigo, n.o viii, 2000, pág.s 189-205 ; Javier Tébar Hurtado ; Juanma García Simal (coord.s), La premsa silenciada : clandestinitat, exili i contrainformació (1939-1977), Barcelona, Fundación Cipriano García y Arxiu Históric de CC OO de Catalunya, 2003 ; y François Godicheau, « Periódicos clandestinos anarquistas en 1937-1938 : ¿ las voces de la base militante ? », Ayer, n.o 55, 2004, pág.s 175-206.
24. Fue tal el éxito que obtuvo el semanario que el Patronato de Redención de Penas por el Trabajo creó, con los beneficios extraídos de la venta del mismo, la Editorial Redención, con idénticos fines propagandísticos y de exaltación patriótica, cuyos libros, con una tirada media de entre 25.000 y 30.000 ejemplares, eran vendidos en las prisiones al precio de una peseta.
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ocho o diez páginas en función de la escasez del papel, estaba especial-mente dirigido « a impedir que el recluso viva ausente de la Historia actual de su Patria, educarle en los principios fundamentales de nuestro pensamiento, orientarle en la Obra de Redención de Penas por el Trabajo, y darle honesta distracción en los ratos de ocio » 25.
Redención, además de servir de vehículo de adoctrinamiento ideo-lógico, se encargó de proyectar al exterior una determinada visión de la vida dentro de las cárceles, exhibiendo el anhelado proceso de rege-neración de los penados a través de sus propias experiencias y escritos. Las cartas, poemas, artículos o dibujos que salían de las plumas de los presos, cuyo contenido por lo general eran loas al dictador, a su gene-roso régimen y al sistema de depuración política y moral emprendido por el mismo tras la guerra, se mostraban en sus páginas como prueba del sometimiento de éstos al proceso de reeducación desarrollado en las prisiones.
Las autoridades penitenciarias recurrieron a todo tipo de incentivos para lograr la máxima difusión del semanario, entre ellas suscripciones financiadas para indigentes o permisos especiales para comunicaciones, tanto escritas como orales, además del propio contenido del periódico, pues no hay que olvidar que Redención actuó asimismo como canal de comunicación entre los presos y los aparatos encargados de adminis-trar la justicia de Franco a través de las cartas que éstos enviaban a la redacción solicitando información acerca de su expediente o su pena y cuya respuesta era publicada después en una sección denominada « Consultas de Redención ». Junto a ésta, como recuerda el farmacéu-tico orensano Castro de Laza (pseudónimo de Eloy Feijóo Rodríguez), hecho prisionero en el año 1947 y recluido en la Prisión-Escuela de Yeserías (Madrid) :
El semanario recogía las noticias más salientes de la actualidad nacional y extranjera, disposiciones locales, régimen interior de las prisiones con sus correspondientes anuncios y ofertas de destinos y sus secciones : deportivas, toros, consultorio femenino, Patronato de San
Sus primeros números fueron : Franco, de Juan Arrarás ; José Antonio : biografía e ideario, de Nicolás González Ruiz, con prólogo de Pilar Primo de Rivera ; Los atrayentes problemas de la moderna astronomía, del Padre Antonio Romañá ; La fundación de un Imperio : España en América, de Ciriaco Pérez de Bustamante ; o Musa redimida. Versos de los presos en la Nueva España, antología de poemas escritos por los reclusos. Cfr. Eduardo Ruiz Bautista, « Leer y penar en las cárceles de Franco », in : Antonio Castillo Gómez ; Feliciano Montero García (dir.s), Franquismo y memoria popular…, op. cit., pág. 120.
25. El primer año de la Obra de Redención de Penas, 1-1-1939/1-1-1940. Memoria que eleva al Caudillo de España y a su Gobierno el Patronato Central, 1940, pág. 29. Cfr. Mirta Núñez Díaz-Balart, Los años del terror. La estrategia de dominio y represión del general Franco, Madrid, La Esfera de los Libros, 2004, pág. 164.
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Pablo, temas penitenciarios y muñecos de Laffiti, perfil de la calle y editoriales, crucigramas y jeroglíficos, crítica de libros y de estrenos y en lo que atañe a la sección propia del recluso « humor y pasatiempo » con premios mensuales de 100 pesetas para chistecillos, de los que se publican con profusión y abundancia, poesía y literarios 26.
Leer y escribir en la sombra
Aquella noche tenía que esperar que todo el departamento estuviese dormido, tenía un periódico clandestino y le correspondía leerlo. Sólo podría hacerlo bajo la luz mortecina del retrete. La prensa clandestina les llegaba de tarde en tarde y era todo un acontecimiento. Lo leían una a una y después lo discutían. Cuando se había repasado una y otra vez, era destruido. Leonor, con el periódico en el forro de un libro, esperaba impaciente que todas durmiesen 27.
En este breve fragmento de la novela-testimonio donde Juana Doña recoge sus vivencias en las cárceles franquistas, Desde la noche y la niebla, la protagonista, Leonor, retrata una escena común en las celdas de la posguerra : cómo la llegada de la noche traía consigo un nuevo mundo en el que los presos podían escapar del control de los funcionarios y desarrollar acciones prohibidas, como podía ser la lectura de un perió-dico clandestino que alguien había conseguido introducir en la cárcel a escondidas escapando a la censura y saltándose una de las normas penitenciarias por excelencia : la entrada de cualquier tipo de publica-ción que pudiera servirles a los reclusos para informarse de la realidad exterior, máxime si éstos eran militantes políticos. De entre todas las acciones desarrolladas por los prisioneros de Franco en su labor de reor-ganización política, los periódicos y boletines manuscritos producidos en prisión constituyen una de las manifestaciones más evidentes, y al tiempo acabadas, de la lucha clandestina. Es por lo que su estudio, además de acercarnos a una práctica de escritura poco común en el mundo de entonces, fuertemente determinada por el contexto en el que tuvo lugar, y que desarrolló modalidades de lectura prácticamente olvi-dadas, como veremos, nos permite contemplar la realidad cotidiana de
26. Castro de Laza (pseudónimo de Eloy Feijóo Rodríguez), Cárcel sin rejas. Clandestinidad política en España y régimen penitenciario español, Santiago de Compostela, Imparesa, 1985, pág. 169.
27. Juana Doña, Desde la noche y la niebla. Mujeres en las cárceles franquistas, Madrid, Ediciones de la Torre, 1978, pág. 288.
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los reclusos, el día a día de su vida política, de sus actos de resistencia y de sus estrategias de supervivencia.
La dificultad de conservación de estos productos se liga no sólo a la fragilidad de sus características materiales, sino, sobre todo, a su condi-ción secreta, dado que muchos tuvieron que ser escondidos en lugares a los que nunca se pudo volver o destruidos por sus autores y lectores para protegerse de represalias y salvar su integridad física o política 28. Los que han llegado hasta nosotros son aquéllos que en su día pudieron sacarse al exterior burlando la censura para depositarlos en domicilios particulares o en las sedes de los diferentes partidos políticos. Por esta razón, en muchos casos, no han llegado hasta nosotros nada más que ejemplares sueltos y no siempre en el mejor estado de conservación, lo que condiciona y limita sus posibilidades de estudio 29. A pesar de estas carencias, en las distintas memorias y diarios de prisión son muchas las noticias recogidas acerca de su producción clandestina en las cárceles franquistas, lo que denota lo común de su práctica. Pero en estas fuentes no siempre se dan a conocer todos los datos necesarios para establecer un recuento aproximado del periódico (grupo político que lo escribe, prisión en la que se realiza, número de ejemplares o fechas en las que se produce, etc.), ni se describen con detalle sus características materiales ni su estructura.
Acción Republicana, por ejemplo, publicó desde las celdas el diario Democracia, del que se llegaron a hacer ocho números manuscritos y que también se realizaba en el exterior con letra de imprenta. Los jóvenes republicanos editaron a mano otro semanario, llamado Jade ; y los estudiantes de la Fundación Universitaria Estudiantil (FUE) tuvieron su órgano en Universidad, escrito en la Prisión Provincial de Madrid desde el año 1947. Al Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) le corresponden, entre otras, la publicación manuscrita de L´Espurna, revista de la que se realizó un único ejemplar en octubre de 1940 en la Cárcel Modelo de Barcelona, y de L’on com balla, editada en la misma prisión en el año 1945. Por esas fechas, los comunistas de la Prisión de Alicante editaron cuatro números de Antorcha y el boletín mensual Alerta ; mientras que en la Prisión Provincial de Burgos, la tertulia lite-raria liderada por el poeta comunista Marcos Ana confeccionaba Muro. La Alianza Nacional de Fuerzas Democráticas publicaba igualmente el
28. Joan Oliver ; Joan Pagés ; Pelai Pagés, La prensa clandestina. Propaganda y documentos antifranquistas, Barcelona, Planeta, 1978, p. 12.
29. Además de en diversas colecciones particulares, pueden encontrarse ejemplares de periódicos manuscritos clandestinos durante el franquismo en la Fundación Pablo Iglesias (Alcalá de Henares), en la Fundación Anselmo Lorenzo (Madrid) y en el Archivo Histórico del Partido Comunista de España (Madrid), al que pertenecen los documentos empleados para la realización de este trabajo.
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Boletín de Alianza en 1947 en la Prisión de Alcalá de Henares, donde los jóvenes libertarios dieron a la luz un año antes Juventud Libre.
Asimismo, se tiene noticia de otras publicaciones similares, en su mayoría comunistas, como los periódicos Model, Unitat-Lluita y Esfuerzo (todos ellos realizados en la Prisión Modelo de Barcelona, los dos primeros del año 1946 y el último del año 1948) ; La Avispa (Prisión de Ocaña, sin fecha) ; El Aguilucho (Prisión de Sant Miquel dels Reis, 1942) ; Libertad (Prisión de Carabanchel, sin fecha) ; Victoria y Nuestro Guía (Prisión de Mujeres de Ventas, 1946) ; Solidaridad y Trabajo y el periódico humorístico Chis-Pum (Prisión de Alcalá de Henares, 1946) ; Tareas. Boletín de organi-zación (Prisión de Burgos, 1947-1948) ; Juventud (Prisiones de Ocaña y Burgos, 1942-1948) ; Azul (Reformatorio de Adultos de Alicante, 1940, realizado por los socialistas) ; o Ayuda (1944), Juventud Reclusa (1946) y Solidaridad (sin fecha), de los que no he encontrado datos acerca del lugar en el que se realizaron. Los más importantes fueron, sin embargo, el periódico comunista Mundo Obrero, también editado en imprentas clandestinas en el exterior, del que se tiene noticia desde el año 1945 y que en 1949 aún continuaba distribuyéndose en diferentes cárceles como la Provincial de Madrid, Yeserías, Ventas, Ocaña, Sevilla, Alcalá, Granada o Burgos ; y el periódico catalán Treball, órgano del PSUC en la Cárcel Modelo de Barcelona desde 1941, del que se ha dicho que su nivel de difusión fue tan amplio que se llegaron a hacer del mismo hasta 100 ejemplares a mano para distribuirlos entre los reclusos 30.
FuncionesLos periódicos manuscritos clandestinos vinieron a cumplir cuatro fina-
lidades básicas. La primera fue convertir sus páginas en herramientas para la reorganización política en el interior de las prisiones, pues a través de ellos se difundían las directrices y consignas emanadas del partido que los militantes debían cumplir y desarrollar. Junto a la insistencia en la necesaria organización del colectivo recluso en comunas o brigadas y en lo positivo de desarrollar trabajos manuales (calzado, tabaco, prendas de vestir, juguetes, etc.) para la obtención de ingresos que les permitiesen disfrutar de una cierta autonomía o autosuficiencia en la prisión, otra de las consignas más difun-didas en las páginas manuscritas de la prensa clandestina carcelaria fue la de la importancia de la unidad entre los reclusos, independientemente de cuál fuese su filiación política. Así, por ejemplo, en el número de enero de 1946 de Victoria, realizado por las presas comunistas de Ventas, aparece escrito, sobre una bandera republicana difuminada en la primera página, el siguiente llamamiento : « ¡ Mujeres de Ventas ! España reclama la colaboración de todos sus hijos, para rescatar la República y la Independencia. Seamos nosotras las
30. Isaías Lafuente, Esclavos por la patria…, op. cit., pág.s 291-292.
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primeras en proporcionársela, ofreciéndole en este año que hoy principia el arma más eficaz de que disponemos : ¡ Nuestra Unidad ! » 31 (figura 1).
Figura 1 AHPCE, FPM, carpeta 13, vol. 13/3, Victoria, enero de 1946,
Cárcel de Mujeres de Ventas (Madrid)
31. Archivo Histórico del Partido Comunista de España (AHPCE), Fondo Publicaciones hechas a mano (FPM), carpeta 13, vol. 13/3, Victoria, enero de 1946, Cárcel de Mujeres de Ventas (Madrid).
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La misma importancia se le concedía a la manera de aprovechar la preocupación que por los presos se demostraba en el exterior, donde la creación de diferentes organismos de ayuda y protección al recluso y sus familias supuso un aliciente más para resistir :
Todos los militantes de nuestro Partido en la Prisión de Burgos deben esforzarse por encontrar el mejor camino para establecer una estrecha relación y compenetración de los presos y la población […]. Si el enemigo consigue aislarnos de la población civil, obrará con mayor libertad en la prisión para imponernos un régimen penal en consonancia con el sistema imperante en el país. En cambio, si nosotros comprendemos la impor-tancia de la tarea que señalamos y ponemos toda nuestra inteligencia y empeño por llevarla a la práctica conseguiremos que el pueblo burgalés vea en nosotros, no los presos comunes que la Falange pretende hacer creer que somos, sino los hombres que hemos sabido sacrificar nuestra libertad y nuestra vida, por intentar liberar a España 32.
Asimismo, los periódicos y boletines manuscritos fueron, como ya se ha dicho, una estrategia de resistencia, en cuanto permanecer informados de todo lo que acontecía fuera de los muros de las cárceles se convirtió en una necesidad para los presos políticos y les ayudó a luchar por sus ideas. Como recuerda Cecilio Arregui, preso en el Penal de Burgos, la información era una parte fundamental de la lucha política, y la ausencia de la misma fue el motivo que condujo a los reclusos a buscar fuentes alternativas a las emanadas del propio sistema penitenciario : « Otra labor específica era la de la información. Como no contábamos con otra fuente de información que el semanario de la Dirección General de Prisiones Redención, teníamos que confeccionar un particular boletín diario de noticias » 33.
En tercer lugar, estos materiales se convirtieron en espacio para la formación política de los distintos militantes y, ligada a dicha labor adoctrinadora, en arma contra la labor propagandística desplegada por el régimen en las prisiones y fuera de ellas. Así, en el editorial del primer número de Tareas. Boletín de organización, se define la función que el periódico pretendía cumplir, que no era otra que la de constituirse en un espacio « donde los militantes encontrarán orientación práctica para la ejecución de las tareas desprendidas de los informes y documentación política del partido » 34. Igualmente, en el primer número de Nuestro
32. AHPCE, FPM, carpeta 13, vol. 13/15, Tareas. Boletín de organización, n.o 1, 1946, Prisión Provincial de Burgos.
33. Cecilio Arregui, ¡ Por rojo ! Memorias, Bilbao, Estudios Gráficos, 1983, pág. 302.34. AHPCE, FPM, carpeta 13, vol. 13/15, Tareas. Boletín de organización, n.o 1, 1946, Prisión
Provincial de Burgos.
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Guía, órgano local del Partido Comunista en la Cárcel de Mujeres de Ventas, se detallan de este modo los objetivos del periódico :
El editar este periódico lleva los fines siguientes : Que el trabajo sea más amplio y todas y cada una de las militantes, tengan en las columnas de Nuestro Guía campo abierto para expresar sus iniciativas, sus dudas, sus opiniones sobre todo hecho político, etc. Que el partido a través de sus encuestas sepa el sentir de todas sus militantes. Que con sus artículos de fondo nos capacitemos políticamente. Que a través de las biografías aprendamos a conocer y amar a nuestros dirigentes. Y en fin, que a través de todas y cada una de sus líneas, nos llegue con claridad evidente una consigna férrea, « la de luchar » y un anhelo único, « el de unidad » 35.
Por último, los periódicos manuscritos fueron elementos de denuncia, pues en ellos quedó constancia de las atrocidades cometidas por el régimen, tanto en el interior de las prisiones como en el exterior, contribuyendo así a romper el silencio provocado por el miedo a la represión. De un lado, se trataba de dar a conocer al exterior las acciones represivas, las malas condi-ciones y el duro trato que los presos recibían, información toda ella trans-mitida a través de los periódicos que se conseguían sacar fuera de la prisión, pero, sobre todo, a través de la correspondencia clandestina mantenida entre los presos y los sindicatos o partidos a los que pertenecían. De otro, se trataba de mantener a los reclusos informados acerca de la represión del régimen en el exterior : fusilamientos, persecuciones, interrogatorios, confiscación de bienes, humillaciones, etc., acciones todas ellas que se habían convertido en el pan nuestro de cada día de los vencidos. Una buena muestra de ello la encontramos, por ejemplo, en el periódico Mundo Obrero del 1 de enero de 1949, confeccionado en la Cárcel de Granada, en el que puede observarse cómo una de sus secciones lleva por título « Terror franquista », donde se da cuenta de los crímenes cometidos por los falangistas. Asimismo, en este mismo número podemos apreciar cómo desde las páginas de los periódicos se animaba a los presos a no dejar de luchar por la mejora de sus condiciones de encierro, según se pone de manifiesto en el siguiente fragmento :
Las reivindicaciones a conquistar por los presos son : 1º) Libertad de comunicación y correspondencia ; 2º) Mejoramiento de la comida ; 3º) Ropas de uso, calzado apropiado y mantas suficientes ; 4º) Supre-sión del pago por subida y bajada de latas ; 5º) Modificaciones de las formas actuales de desinfección por otras más cómodas y humanas ; y
35. AHPCE, FPM, carpeta 13, vol. 13/20, Nuestro Guía, n.o 1, 1 de enero de 1946, Cárcel de Mujeres de Ventas (Madrid).
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6º) Creación de un servicio fijo de limpieza en galerías y patios que evite la explotación del preso 36.
Escritura y lecturaLos periódicos y boletines manuscritos se confeccionaban a partir de
las noticias clandestinas que los presos recibían a través de diferentes canales, entre los que se encontraban los periódicos que se editaban a espaldas de la censura en las calles y que algunos funcionarios conse-guían hacer entrar en las prisiones ; las diferentes informaciones cruzadas en la correspondencia con presos de otras cárceles ; las comunicaciones escritas y orales que los reclusos mantenían con los familiares y amigos ; o las consignas enviadas por el propio partido o producidas en las dife-rentes reuniones de los militantes del mismo en la prisión. En contadas ocasiones, como ya se ha puesto de relieve en algún testimonio citado en estas páginas, las noticias se extraían de un aparato clandestino de radio escondido en las celdas. Una vez que esta información llegaba a los presos, éstos distribuían las tareas del proceso de producción y se organi-zaban en grupos de trabajo en función de sus características, formación y capacidades. Unos se encargaban de leer concienzudamente los mate-riales de que disponían y de seleccionar la información, luego la dictaban a otros que tenían el cometido de copiarla y reunirla en notas con las que se confeccionaba el correspondiente ejemplar. Así lo recuerda Cecilio Arregui en sus memorias :
La falta de elementos colaboradores se hacía sentir. Los aparatos de transcripción de materiales de estudio de información diaria exigían sacrificio y responsabilidad. Hay que situarse en las condiciones de rigurosa clandestinidad. Obligados, de un lado, a asegurarnos que ningún material cayera en manos de funcionarios. De otro, el volumen del trabajo, imponía disponer de varios grupos de reproducción en su cometido específico. Reproducción de temas de capacitación política, sindical, de materiales del exterior, boletines y materiales internos, de información y prensa diaria. Hablando de ésta disponíamos del ABC y Ya, más la revista Mundo […]. Llevé bastante tiempo, entre otras cosas, esta tarea. En mi mano el diario o revista, lo troceaba. Una pasada a lo más interesante, subrayando lo considerado esencial. Al grupo de reproducción de seis u ocho les dictaba las noticias de la guerra y comentarios de noticias más importantes, directamente, sin borrador previo. Durante tiempo se hacían las copias con papel carbón
36. AHPCE, FPM, carpeta 13, vol. 12/34, Mundo Obrero, 1 de enero de 1949, Prisión Provincial de Granada.
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[…]. Todos los materiales y noticias se reproducían así. Los materiales, en papel biblia, y letra microscópica, suponían un esfuerzo, tanto para leerlos como para reproducirlos, todo con muy deficiente luz nocturna. El trabajo se hacía de noche, robando muchas horas al sueño 37.
La tarea más ardua y que mayor concentración y esfuerzo exigía era, sin embargo, la desarrollada por los copistas : « Me convertí en un copista […] informábamos de los acontecimientos de la cárcel : información de denuncia – un preso que estaba enfermo, otro al que le habían pegado… –, política carcelaria, corrientes de opinión interna del partido, etc. Yo me limitaba a copiar en el menor tamaño posible lo que me dictaban », recuerda el preso Marcelo Usabiaga Jáuregui 38. El preciosismo de la caligrafía, así como el cuidado y la limpieza en la composición, pueden considerarse las carac-terísticas comunes que definen la escritura de los periódicos manuscritos carcelarios, lo que ha llevado a muchos a definirlos como verdaderas piezas artísticas, dignas de estar expuestas en museos 39 (figura 2).
Por lo general, todo el ejemplar estaba escrito por una sola persona, en lo que se refiere a su presentación, a su escritura definitiva ; aunque en su producción real, en la redacción de artículos y en los resúmenes de noti-cias fueran varias, como hemos visto, las que colaborasen. Sin embargo, en algunas ocasiones se pueden apreciar varias manos en el proceso de escritura. Que el ejemplar fuese copiado minuciosamente por una sola persona no sólo tenía que ver con el deseo de crear un objeto de belleza, símbolo de la perfección con la que el preso realizaba su trabajo de lucha política en las cárceles. La homogeneidad y perfección de la letra, en efecto, se relacionaba también con la necesidad de que la escritura pare-ciese impersonal, que tras la misma no pudiera reconocerse al autor mate-rial del producto. Se emplea, por lo general, una letra pequeña, apretada, condensada, aprovechando al máximo el poco espacio disponible para transmitir cuanta más información mejor. En ocasiones, la escasez de papel hizo recurrir a otros soportes, como los márgenes de los libros, las paredes, la ropa o el papel higiénico.
No faltaban tampoco los ilustradores, figura que en ocasiones era desempeñada por verdaderos profesionales del oficio ; ni los colaboradores que voluntariamente aportaban artículos de opinión, escribían cuentos y poemas o realizaban crónicas de vida carcelaria, con las que se comple-taba la información nacional e internacional y el amplio espacio reser-vado para la formación política y la difusión de consignas partidistas.
37. Cecilio Arregui, ¡ Por rojo !…, op. cit. pág.s 309-310.38. Testimonio de Marcelo Usabiaga Jáuregui recogido en el libro de Miguel José Rodríguez, « ¡ Por rojos !
Memoria de dos luchadores antifranquistas », Historia 16, año XXIV, n.o 296, 2000, pág.s 3-64.39. Régulo Martínez, Republicanos de catacumbas, Madrid, Ediciones 99, 1977, pág. 140.
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Figura 2 AHPCE, FPM, carpeta 12, vol. 12/35, Mundo Obrero, julio de 1947,
Prisión Provincial de Burgos
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El peligro que entrañaba la producción de los periódicos para los presos hizo necesaria igualmente la designación de vigilantes o guar-dianes que durante la noche, momento aprovechado por los presos para desarrollar esta actividad, evitaran que los reclusos fueran descubiertos mientras trabajaban en sus celdas. El peligro que corrían todos los que formaban parte de estos grupos de trabajo en cadena era evidente y desde las páginas mismas de los boletines y periódicos se difundían las precauciones que debían tomar :
No debemos olvidar en ningún momento que tenemos frente a nosotros un enemigo encarnizado y cruel, dispuesto a lanzarse sobre nuestro Partido en cuanto le damos la más pequeña oportunidad ; los papeles son una fruta codiciada por el enemigo ; por lo mismo, tenemos que darle la vital importancia de este aspecto a nuestro trabajo ; el camarada que por razón de trabajo tenga que utilizarlos deberá tener en cuenta en todo momento tenerlos a mano, donde no pueda ser sorprendido, ante cacheos imprevistos, chivatazos, etc. Las notas han de tenerse en papeles pequeños que puedan ser destruidos con facilidad ; utilizar contraseñas para que nadie excepto su autor pueda leerlo ; cuando tengamos que entregar algo escrito, hacerlo con letra impersonal ; conocer las horas de cacheo normal, lugares peli-grosos, etc. ; proteger a los camaradas que ante un cacheo tengan nece-sidad de evitarlo, presentándose ante el oficial, otro camarada que no lleve nada encima 40.
El método seguido para dar a conocer entre los reclusos los periódicos y las noticias que éstos contenían debía ajustarse a la situación que en ese momento se viviera en la prisión. Si no ocurría nada fuera de lo normal, el periódico se leía en voz alta en todas las celdas, brigadas o comunas a la vez. Dice así Juan M. Molina al recordar la lectura del Boletín de Alianza en la Prisión de Alcalá de Henares : « es leído en voz alta – no tan alta para que lo oigan los funcionarios – en todos los departamentos de la prisión […]. Y hay ocasiones que estamos tan informados como el hombre de la calle, que también vive en una prisión, aunque de mayores dimensiones » 41. La reunión de presos en las celdas al caer el sol era uno de los momentos más esperados del día, y la lectura del periódico el acto estrella de la noche : « La lectura de las noticias, que hacían públi-camente los comunistas en los dormitorios, era un espectáculo. Cuando
40. AHPCE, FPM, carpeta 13, vol. 13/15, Tareas, Boletín de organización, n.o 1, 1946. Prisión Provincial de Burgos.
41. Juan M. Molina, Noche sobre España. Siete años en las prisiones de Franco, México, LibroMex, 1958, pág. 50.
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se daba la voz de oído a las noticias terminaban las conversaciones y los juegos y se escuchaba con atención tensa, esperando que esa vez se anunciaran grandes novedades » 42. `Si no se reunían las condiciones de seguridad necesarias para realizar estas lecturas colectivas en alta voz 43, las noticias eran leídas en grupos más pequeños antes de salir al patio o en éste se transmitían de boca en boca, de memoria y sin papeles entre manos. Así, por ejemplo, en la Prisión de Alcalá de Henares, uno de los presos recuerda que « un grupo recibía las noticias, que debía transmitir después de aprenderlas de memoria, recitándolas como una lección de escuela, a todos los camaradas divididos en tantos grupos como hiciera falta. A cada uno le correspondían unos tres grupos. Paseando con ellos en el patio recitaba lo aprendido » 44.
MaterialidadPor lo general, los periódicos y boletines manuscritos suelen presentar
formatos en cuarto, octavo y, en menor medida, otros como el dieciseisavo. Es excepcional el uso de tamaños superiores al folio. Constan de pocas páginas, entre 2 y 15, de las que se hacen varias copias para distribuirlas entre todos los reclusos, como narra Simón Sánchez Montero en sus memo-rias, quien recuerda que en la Prisión Provincial de Burgos « se editaba un suplemento local de Mundo Obrero, con la cabecera como el original, hecho por un equipo de copistas con letras de imprenta y reproducido en unos veinte ejemplares, destinados a las doce brigadas, a la enfermería, a las celdas y a la dirección del Partido en Madrid y París » 45. Aunque no todos aparecen con dibujos, sí es común encontrar al menos las cabeceras ilustradas y algunos diseños en su interior, de mayor o menor comple-jidad. Abundan las representaciones de líderes y de símbolos propios de la ideología que en el periódico se trataba de difundir : banderas republi-canas, la hoz y el martillo, estrellas de cinco puntas o cadenas rotas. En su mayoría están escritos a dos tintas, negra y roja, y se componen en dos o tres columnas por página. Es muy común que se empleen recursos para enfatizar determinados contenidos o para llamar gráficamente la atención del lector sobre la importancia de algunas consignas o datos, recuadrándose esas líneas y empleando tintas y letras distintas, normalmente mayúsculas en rojo que contrastan con el resto del texto (figura 3).
42. Simón Sánchez Montero, Camino de libertad. Memorias, Madrid, Temas de Hoy, 1997, pág. 170.
43. Respecto al papel de la prisión en cuanto a la recuperación de prácticas que, como la lectura en voz alta y en comunidad, se fueron perdiendo con la llegada del mundo contemporáneo, véase Jean-Louis Fabiani, Lire en prison, París, Bibliothèque Publique d´Information-Centre Georges Pompidou, 1995, pág.s 231-233.
44. Cecilio Arregui, ¡ Por rojo !…, op. cit. pág. 310.45. Simón Sánchez Montero, Camino de libertad…, op. cit., pág. 192.
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Figura 3 AHPCE, FPM, carpeta 12, vol. 12/29,
Mundo Obrero n.o 13, 1 de marzo de 1947, Prisión Provincial de Madrid.
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Las secciones no varían mucho de unos periódicos a otros, pues presentan normalmente un editorial en el que se definen los objetivos y secciones donde se recogen noticias nacionales o internacionales de actualidad, artí-culos sobre formación política, testimonios de los propios reclusos sobre la vida cotidiana en la prisión, advertencias acerca de las normas peniten-ciarias y consignas referidas a la organización interna. Lo que sí se observa en el caso de aquellos periódicos de los que se conservan varios números es que las secciones no siguen un orden fijo : aparecen unas, desaparecen otras, cambian de nombre, y, en fin, van variando de posición en función de la estructura derivada de las colaboraciones recibidas, el papel dispo-nible, la letra empleada o la ocasión (si es un número extraordinario que tiene como fin celebrar alguna fecha concreta como el 1.o de mayo o el aniversario de la proclamación de la República).
Valga como ejemplo la disposición interna que presenta el periódico Nuestra Guía, confeccionado por las presas comunistas de la Cárcel de Ventas, en su primer número, del mes de enero de 1946. Inicialmente estaba compuesto por seis secciones distribuidas en seis páginas : 1) « Editorial » ; 2) « Fundamentos del Partido Comunista » ; 3) « Estímulo y crítica », en la que se felicita o critica las acciones desarrolladas por las presas ; 4) « Informa-ción mundial » ; 5) « Nuestra voz », con artículos referidos a la organización interna en la prisión ; y 6) « Cursillos de capacitación », donde se incluye la información más relevante de los cursillos de formación política impartidos clandestinamente en la cárcel. En el segundo número, del mes de febrero, se mantienen las mismas secciones y páginas ; mientras que en el cuarto, del mes de abril y de ocho páginas, aparece una nueva sección, denominada « Conozcamos a nuestros dirigentes », que se inicia con la biografía de Lenin, y que en el quinto número, del mes de mayo, sin embargo, desaparece 46.
Conclusión
Para concluir me gustaría tan sólo insistir en que la información fue, desde luego, una de las formas de resistencia empleadas en las cárceles de Franco por los reclusos para combatir el miedo, el aislamiento, el sufri-miento y la sumisión ; así como para defender unos presupuestos ideo-lógicos juzgados de « desviados » y « diabólicos » por un régimen que no dudó en emplear todos sus esfuerzos en la tarea de hacerlos desaparecer ni en la de reconvertir a los « pecadores » a la religión del Nuevo Estado.
Los periódicos manuscritos clandestinos, símbolos por excelencia de la escritura comprometida y militante, constituyen un reflejo indudable de la
46. AHPCE, FPM, carpeta 13, vol. 13/20, Nuestro Guía, n.os 1, 2, 4 y 5, Cárcel de Mujeres de Ventas (Madrid).
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organización política desarrollada en el interior de las cárceles franquistas y de las estrategias utilizadas por los presos para escapar al control y a la censura de las autoridades penitenciarias. Sus páginas pueden ser leídas como una crónica de los hechos acontecidos dentro de las prisiones y de la vida cotidiana de los reclusos, como instrumento para contrarrestar la propaganda del régimen y sus principios ideológicos y como verdadero testimonio de la lucha política clandestina desarrollada en las cárceles bajo la dictadura de Franco. Al fin y al cabo, afortunadamente para todos noso-tros, como recordaba años atrás Francisco M. Gimeno Blay, la obsesión por olvidar creó una « historia al revés » 47, una nueva memoria escrita gracias a la supervivencia, a veces fragmentaria e incompleta, de documentos como los periódicos manuscritos clandestinos.
47. Francisco M. Gimeno Blay, « De las ciencias Auxiliares a la Historia de la Cultura Escrita », Arché, n. 3, 1999, pág. 32.